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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA


VICERRECTORADO ACADÉMICO
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS
ESCUELA DE DERECHO
ASIGNATURA: DERECHO PROCESAL PENAL II
VALLE DE LA PASCUA EDO. GUÁRICO

Ensayo Comparativo y de Opinión Personal sobre Garantías en


el Proceso Penal Venezolano, Jurisdicción y Ejercicio de la
Acción, las Alternativas a la Prosecución del Proceso; y Análisis
sobre las Medidas de Coerción Personal, principios y Ámbito de
aplicación de las mismas

JUNIO, 2018
Garantías en el Proceso Penal Venezolano, Jurisdicción y Ejercicio de la Acción, Las
Alternativas a la Prosecución del Proceso

Con la entrada en vigencia del Código Orgánico Procesal Penal, se instauró en Venezuela un
sistema acusatorio oral, protegido con múltiples principios que lo rigen y que caracterizan sus
bases de garantías, los cuales hacen del sistema un mecanismo procesal respetuoso de los
Derechos establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; en
Venezuela el proceso penal está regido por normas establecidas en el COPP las cuales
reflejan criterios contenidos en la Constitución donde se da gran importancia al derecho a la
defensa y al debido proceso lo cual es por excelencia razón para analizar a continuación
algunos principios del proceso penal venezolano, el proceso penal busca proteger los
derechos constitucionales de los ciudadanos, en especial, el artículo 49 CRBV establece,
una serie de derechos que goza toda persona al momento de ser detenida para sujetarse a
un proceso penal e incluso si es aprehendido en flagrancia al igual que la víctima; se puede
resaltar el derecho a la defensa y al debido proceso; cuando habla de derecho a la defensa
nos da a entender que toda persona que ha sido llamada a enfrentar un juicio tiene derecho
a un defensor privado de su confianza o en su defecto uno suministrado por el Estado como
es el caso de los defensores públicos.

De igual forma, tiene derecho a que se le informe las razones por la que está siendo detenido
o investigado, llamar a su familia o persona de confianza para informarlo de lo sucedido, no
ser maltratado entre otras; con respecto al debido proceso, corresponde a la forma correcta
tal como lo expone el COPP de hacer los procedimientos tantos policiales como judiciales
durante el desenvolvimiento del proceso penal; el COPP contiene las pautas a seguir en los
distintas fases del proceso penal y cada una de ellas está regulada por una serie de reglas
que de no seguirlas estaríamos en una violación de los derechos constitucionales de las
personas que intervienen en un proceso; entre los principios que encontramos en el proceso
penal tenemos el Juicio Previo y Debido Proceso; Ejercicio de la Jurisdicción; Participación
Ciudadana, Autonomía e Independencia de los Jueces; Autoridad del Juez o Jueza; Finalidad
del Proceso; La Oralidad; Publicidad; Cosa Juzgada; Apreciación de las Pruebas; Protección
a la Victima; entre otros; podemos encontrar establecidos estos principios en el Título
Preliminar del COPP comenzando desde el artículo 1 hasta el 23.
En él se trata de abarcar los puntos más relevantes que deben existir en la administración de
justicia donde el legislador quiere hacer notar en especial como lo he reiterado durante esta
exposición el derecho a la defensa y al debido proceso al decir entre algunos de los artículos
que no puede una persona que este privada de libertad o sujeta a una investigación se
víctima de maltrato, dejarse indefensa o privarse de sus derechos constitucionales. Por esta
razón de igual modo se hace eco de los principios de inmediación donde el juez que conozca
de la causa deberá ser el mismo que dicte sentencia, donde el imputado tendrá derecho a
ser juzgado por sus jueces naturales, de esta misma forma se le da poder al Juez o Jueza
para que pueda administrar justicia sin presión, independiente y de manera expedita sin
dilación puesto que incluso se hace del principio de concentración de modo que se dicte
sentencia en el mismo acto o en la menor cantidad de ellos a fin de que se dé celeridad a la
justicia; ciertamente podemos encontrar en nuestro proceso penal una serie de pautas que
de ser seguidas a correctamente pueden hacer que los delitos cometidos en nuestro país no
queden impune, que realmente se castigue al delincuente y se de una protección judicial al
inocente de manera efectiva.

En cuanto a la Jurisdicción y el Ejercicio de la Acción, esto conlleva de por sí, otras


consecuencias, diferentes a las emanadas del Estado en su Poder Soberano, que castiga a
los sujetos, que sometidos a un debido proceso y utilizando de una gran cantidad de
garantías, derechos y privilegios procesales y humanos, son declarados culpables de la
autoría de uno o más delitos; ahora bien, como la gama de delitos que en un momento dado
puede cometerse, es tan grande, como imaginación puede tenerse; asimismo pueden ser tan
leves, al grado de no adquirir la calidad de delitos, limitándose a simples faltas; o, ser tan
graves, como aquellos delitos considerados de realización compleja, sometidos a
conocimientos de los tribunales especializados, como es el caso de las agrupaciones ilícitas;
es razón para racionalizar los recursos estatales en razón de limitarlos para los primeros y
aumentarlos para los últimos.

Por otro lado, los delitos de cierto nivel, deben ser perseguidos a instancia particular del
ofendido u ofendidos; en algunos casos, bajo el auspicio y dirección de la Fiscalía General de
la República, que es la Acción pública previa instancia particular; y, en otros casos, por
medio de acusación particular o Acción privada; empleando los servicios de un abogado que
ejerza libremente la profesión; desde luego, que el ejercicio exclusivo de la acción penal en
los delitos de acción pública y previa instancia particular, en manos de la Fiscalía General de
la República, plantea retos y exige una reingeniería en la forma en que está estructurada la
administración de justicia en ese particular tema; es necesario reorientar la manera en que se
ejercita la acción penal pública, pues la exclusividad en manos de una entidad ha
demostrado ser insuficiente, por los muchos inconvenientes, sobre todo en materia de
retardación de justicia que ocurren; en los delitos perseguibles de oficio, el titular de la acción
penal es el Ministerio Público; y en los delitos para cuyo enjuiciamiento se requiere instancia
privada, el titular de la acción penal es la víctima; en este caso, se sigue el procedimiento
especial para los delitos dependiente de instancia de parte.

El ejercicio de la acción penal puede surgir a partir de tres niveles de ilicitud, el Nivel A, que
es cuando se pretende hacer valer derechos de connotación pública, estatal o social; el Nivel
B, cuando el derecho alegado sea de tipo personal, asociado a la integridad física del sujeto
y a algunos de contenido patrimonial, siempre y cuando no esté en juego la vida de los seres
humanos; y el Nivel C, cuando se trata de lesiones abstractas, relacionadas con la moral e
imagen pública del agraviado y que no implican agresión física ni desmejora económica,
salvo en el caso del cheques sin provisión de fondos, donde se persigue la mala fe y el
perjuicio económico; en el nivel A procederá la acción penal pública; en el nivel B la Acción
pública, previa instancia particular; y, en el nivel C la acción privada.

El ejercicio de la acción penal es un asunto con plena vigencia y con proyección a


permanecer de esa manera por muchas décadas; sin embargo es imperativo realizar algunos
ajustes sobre todo en la titularidad de su ejercicio; este debe dejar de limitarse solo al
instrumento que tiene el Estado para crear el escenario propicio en que se castiga a aquellos
individuos señalados de haber cometido delitos; debe constitucionalizarse, es decir, en el
centro de éste, debe estar la persona humana y no un conjunto de instrumentos técnicos y
jurídicos, pues estos últimos deben ser meramente accesorios; la justicia penal debe ponerse
al servicio de los seres humanos y estar en aras de obtener paz social, convivencia pacífica y
equidad; el fin primordial, no debe ser la cantidad de años que el autor de un delito, pasará
encerrado tras las rejas de una prisión, sino más bien, la cantidad de resarcimiento que ese
sujeto puede producir en su víctima u ofendido.

Por otro lado es necesario que se termine con la política de castigar a víctimas e imputados,
por no llegar a un arreglo conciliatorio antes de pronunciarse sentencia, afirmando que
después de esta, solo la prisión puede ser ya la solución, ya que esta práctica coloca en el
centro de la actividad jurisdiccional, el interés castigador del Estado y a las personas
humanas, las coloca en la orilla, contradiciendo lo que sabiamente dice el Artículo 1 de la
Constitución; es necesario entonces, rescatar la idea que el derecho penal, tanto en su parte
sustantiva, como en la adjetiva, necesitan traer a su corazón, al espíritu de la Constitución y
colocar en el centro de su actividad, a la persona humana; nuestro Ordenamiento Jurídico
Procesal Penal contempla tres instituciones orientadas a establecer alternativas ante la
continuación de un proceso ya iniciado, como lo son; el principio de oportunidad, los
acuerdos reparatorios y la suspensión condicional del proceso, en virtud de las cuales y
en los supuestos establecidos por la ley determinan el sobreseimiento de la acción penal
correspondiente, tomando en consideración el delito, la pena y la persona del delincuente,
así como también la forma de sucederse, su gravedad y el efecto social dentro de la
comunidad organizada.

Por otra parte, las Alternativas a la prosecución del proceso podrán ser aplicadas en la fase
preparatoria o sumario, incluyendo la fase intermedia antes de la apertura al debate oral, en
tal sentido, es menester resaltar que el Juez de Control tiene la obligación de instruir al
imputado o acusado, según el caso, antes o después de admitida la acusación en la
audiencia preliminar, acerca de las alternativas a la prosecución del proceso y del
procedimiento especial por admisión de los hechos, cuyo incumplimiento por el órgano
jurisdiccional constituye causa de nulidad del acto; el principio de oportunidad es una
excepción al principio de oficialidad y legalidad procesal, incorporado a nuestra legislación
penal por razones de política criminal, a través del cual el Estado se abstiene de perseguir
determinadas conductas, con la finalidad de simplificar y agilizar la administración de justicia
penal, evitando con la aplicación de esta institución, los efectos criminógenos de las penas
cortas y ofrecerle otra oportunidad de inserción social a la persona que perpetró el delito.

Los criterios de oportunidad, constituyen un abandono en los sistemas procesales modernos


al principio de legalidad procesal en sentido estricto, según el cual el Estado debía perseguir
y sancionar todas y cada una de las infracciones cometidas en el seno de la sociedad, lo cual
impide a la justicia penal dar respuesta a todos esos casos, violándose así la garantía de la
tutela judicial efectiva; es importante tener presente que el principio de oportunidad, nace de
la necesidad en la cual se ve el Ministerio Público de seleccionar aquellas causas en las
cuales va a trabajar, es decir, aquéllas que ameritan que el fiscal del Ministerio Público
realice una investigación exhaustiva, sin que con ello se fomente la selección de causas que
existía en el anterior sistema, no sujeta a controles y además violatoria de derechos y
garantías procesales.

De igual forma, debe considerarse el fin que cumplirá la aplicación de la pena, por lo que se
hace necesario recordar que en la actualidad la doctrina maneja las teorías de la prevención
general y especial, y no la de la retribución, que consistía en la utilización de la pena ante
cualquier infracción a la norma, dejando de lado el principio de proporcionalidad. Es por esto,
que el principio de oportunidad cumple una doble finalidad dentro del sistema penal; por un
lado, descarga de trabajo al Ministerio Público y en general a todo el aparato jurisdiccional, y
por el otro, se logra la mínima intervención del Estado en una serie de situaciones que
pueden ser resueltas por ejemplo, a través de la conciliación entre las partes o de otras vías
administrativas sin tener que acudir a la vía penal.

El Artículo 37 del Código Orgánico Procesal Penal, faculta al fiscal del Ministerio Público para
solicitar del Juez de Control la autorización para prescindir, total o parcialmente, del ejercicio
de la acción penal, o limitarla a alguna de las personas que intervinieron en el hecho, en
cualquiera de los supuestos siguientes:

“1. Cuando se trate de un hecho que por su insignificancia o por su poca frecuencia no afecte
gravemente el interés público, excepto cuando el máximo de la pena exceda los tres años de
privación de libertad, o se cometa por un funcionario o empleado público en ejercicio de su
cargo o razón de él;

2. Cuando la participación del imputado en la perpetración del hecho se estime de menor


relevancia, salvo que se trate de un delito cometido por funcionario o empleado público en
ejercicio de su cargo o por razón de él;

3. Cuando en los delitos culposos el imputado haya sufrido a consecuencia del hecho, daño
físico o mora grave que torne desproporcionada la aplicación de una pena;

4. Cuando la pena o medida de seguridad que pueda imponerse por el hecho o la infracción,
de cuya persecución se prescinde, carezca de importancia en consideración a la pena o
medida de seguridad ya impuesta, o a la que se debe esperar por los restantes hechos o
infracciones, o la que se le impuso o se le impondría en un procedimiento tramitado en el
extranjero”.
Asimismo, el Artículo 39 del Código Adjetivo Penal, prevé como un supuesto especial de
oportunidad bajo condición, la suspensión del ejercicio de la acción penal, cuando se trate de
hechos producto de la delincuencia organizada o de la criminalidad violenta y el imputado
colabore eficazmente con la investigación, aporte información esencial para evitar que
continúe el delito o se realicen otros, ayude a esclarecer el hecho investigado u otros
conexos, o proporcione información útil para probar la participación de otros imputados,
siempre que la pena que corresponda al hecho punible, cuya persecución se suspende, sea
menor que la de aquellos cuya persecución facilita o cuya continuación evita.

De lo anteriormente expuesto, se puede añadir que el efecto de la admisión de algún criterio


de oportunidad es la extinción de la acción penal con respecto al autor o partícipe en cuyo
beneficio se impuso conforme a lo establecido en el Artículo 38 del Código Adjetivo Penal; si
la decisión tiene como fundamento la insignificancia del hecho, sus efectos se extienden a
todos los que reúnan las mismas condiciones; y por último, se diferencia el principio de
oportunidad de la institución del archivo fiscal, en cuanto a que en el segundo el fiscal del
Ministerio Público no requiere de autorización judicial previa, en todo caso el control
jurisdiccional es posteriori y sólo si la víctima solicitare ante el juez de control el examen de la
legalidad en la actuación del Ministerio Público.

Análisis sobre las Medidas de Coerción Personal, principios y Ámbito de aplicación


de las mismas

Se comprobó que la Naturaleza jurídica de las Medidas de Coerción Personal, son de


carácter coercitivo, es decir, son restricciones a la libertad o a derechos personales o
patrimoniales consagradas a través de mecanismos e instrumentos que emplea el Estado
para lograr el descubrimiento de la verdad material y las siguiente aplicación de la Ley
sustantiva en la disolución de conflictos sociales que se presentan ante el órgano
jurisdiccional; estas medidas se aplican posterior a la adecuación de una conducta a una
hipótesis normativa de carácter jurídico-penal, y que por lo tanto es una reacción del Estado
contra el delito y no puede tratarse de medida cautelar o de seguridad por carecer esta
pretensión de fundamento, el carácter es punitivo y esto sale a flote tanto teórica como
prácticamente, ya que se mantiene aun cuando existan posibilidades relevantes de un
resultado absolutorio, situación que contradice al principio de inocencia en mayor manera.
De igual forma en el juez debe prevalecer la atención al equilibrio entre la intensidad o grado
de la medida a aplicar y la gravedad del delito, protegiendo de esta forma los principios de
necesidad y proporcionalidad, a través de un juicio valorativo que tome consideración, al
mismo tiempo, tanto las circunstancias de su comisión, como la sanción probable;las
medidas de coerción personal no pueden exceder de dos años, salvo que se solicite una
prórroga por parte del Ministerio Público o el Querellante cuando existan causas graves que
así lo justifiquen.

En este sentido, es deber de la Justicia penal, jueces abogados y fiscales del Ministerio
Público, ponderar la aplicación de las medidas de coerción personal, en aquellos casos
estrictamente necesarios, haciendo valer de esta forma el principio fundamental de la
dignidad humana, por encima de las legítimas aspiraciones punitivas del Estado; se confirmó,
que las medidas de coerción personal están clasificadas en el Código Orgánico Procesal
Penal Venezolano, en: de la Aprehensión por Flagrancia, la Privación Judicial Preventiva de
Libertad y las Medidas Cautelares Sustitutivas, las generalidades, finalidades y fundamentos
de la existencia y aplicación de las diversas figuras o instituciones que integran las Medidas
de Coerción Personal.

En relación a las figuras que integran las Medidas de Coerción Personal, son la Aprehensión
por Flagrancia, la Privación Judicial Preventiva de Libertad y las Medidas Cautelares
Sustitutivas; donde solo será viable la privación excepcional de la libertad sin orden judicial
por las evidencias o manifestaciones externas de un hecho punible y la individualización de
su autor o participes en el caso de una aprehensión en flagrancia, privación que se
mantendrá o será revocada solo si se cumplen los extremos legales que fundamentan a esta
medida y las presunciones que la justifican por el riesgo procesal, dando paso al
procedimiento abreviado, que supone recabados los elementos de convicción o las pruebas
para llevar al sorprendido infraganti a juicio; o bien, al procedimiento ordinario, si no se
estima completa la investigación y carece de fundamentos para sostener un juicio.

Es por ende, que la medida de privación judicial preventiva de la libertad es una decisión, por
supuesto relevante de la etapa procesal correspondiente a la fase inicial del juicio, toda vez
que su finalidad primordial, es evitar que no sé del proceso reprimiendo la fuga del imputado,
asegurando de esta forma el éxito de la instrucción y evitando la ocultación de futuros medios
de pruebas, evitar la reiteración delictiva del imputado; y por último el satisfacer las
expectativas de la comunidad, en el caso de que otras medidas menos gravosas no sean
suficientes para garantizar la presencia del imputado o la búsqueda de la verdad.

Asimismo, se estableció que el objetivo de las medidas cautelares sustitutivas es asegurar la


finalidad del proceso penal, a través del establecimiento de la verdad de los hechos por la
vías jurídicas, así como otorgar la garantías de salvaguardar el contexto de lo reclamado,
cuando es ejercida oportunamente y con fundamento logra su propósito. Sin embargo La
aplicación de estas medidas deben ser objeto del estudio y revisión detenidamente antes de
imponerse, ya que se deberá evaluar la exacta imposición de las mismas teniendo en
consideración el delito cometido, la gravedad de la medida y el perfil del imputado.

A tal efecto, el Artículo 242 del Código Orgánico Procesal Penal, establece que la privación
preventiva de libertad puede ser razonadamente satisfecha con la aplicación de otra medida
menos gravosa para el imputado, el tribunal competente, de oficio, solicitud del Ministerio
Público o el imputado, deberá imponerle el lugar, mediante alguna de las siguientes medidas
como la detención domiciliaria en su propio domicilio, o en custodia de otra persona,
obligación de someterse al cuidado o vigilancia de una persona u institución, la presentación
periódica ante el tribunal, la prohibición de salir sin autorización del país, de recurrir a
determinadas reuniones u lugares, de comunicarse con determinadas personas. Así mismo,
la caución económica adecuada y finalmente cualquier otra medida preventiva o cautelar que
el tribunal estime procedente.

Ahora bien, si bien es cierto el COPP llega para brindar una justicia real y equitativa a todas
las partes involucradas en el proceso; en el sentido real no es tan así; esto se puede
fundamentar, argumentado desde la siguiente perspectiva, basados en el Artículo 243 del
COPP, sobre el Estado de Libertad, el cual establece: “Toda persona a quien se le impute
participación en un hecho punible permanecerá en libertad durante el proceso, salvo las
excepciones establecidas en este código. La privación de libertad es una medida cautelar,
que solo procederá cuanto las demás medidas cautelares sean insuficientes para asegurar
las finalidades del proceso."; se puede observar que según el artículo antes mencionado, la
libertad personal puede ser restringida en el proceso penal, al igual que cualquier otro
derecho, siempre que se verifiquen las condiciones que la ley en este caso determine
expresamente para cada tipo de limitación; la aplicación de esta medida, normalmente suele
afectar a los sectores más desprotegidos de la sociedad, entendiéndose que ese tipo de
medidas son las adecuadas para dar solución al fenómeno de la inseguridad ciudadana, que
en la actualidad es una situación de preocupación constante, que genera miedos e
incertidumbre para afrontarla debidamente, por parte de la sociedad.

Estas medidas de coerción personal, también son llamadas por la doctrina como medidas
cautelares, las cuales se definen como todas aquellas injerencias legítimas de la autoridad
en los derechos fundamentales y son aplicadas como medios para lograr los fines del
proceso; otros le llaman medidas de coerción, dando énfasis en la posibilidad de utilizar la
fuerza para llevarlas a cabo aun en contra de la voluntad del sometido a ellas; la misma no
persigue un fin en sí mismas, sino son un medio para lograr otros fines, los del proceso.

La finalidad del proceso es que prevalezca la justicia y la verdad real sobre cualquier
formalidad o vicio que pudiese presentarse en determinado asunto de naturaleza jurídica.
Ahora bien, si lo anteriormente alegado resultase de la actual aplicación del procedimiento
penal se debe entender entonces que se violenta el debido proceso establecido en el artículo
49 de la Constitución; evidentemente se aplica una medida de coerción personal cuando se
priva de libertad a todo individuo que es presentado ante el Ministerio Publico, este que en
uso del aspecto coercitivo que le delega el Estado, solicita ante el juzgador de la materia y
competencia, la privativa de libertad y posterior reclusión en cualquier internado judicial del
país.

Lo más importante y que hay que considerar es que no se debe violentar la libertad del
individuo bajo excusas como, asegurar la finalidad del proceso; mismo que tiene como
principio el respeto a la dignidad del ser humano, la vida, establecer la verdad y que
prevalezca la Ley, el orden y la Justicia Real y Social; si a quien se le pretende imputar un
delito y aún el Ministerio Publico no posee los elementos de convicción y pruebas
contundentes para fundamentar su acusación; resulta ilógico y poco justo que el juzgador,
en nombre del Estado, dicte o acepte la solicitud de la medida privativa de libertad sobre un
ciudadano, donde se tiene que acceder al debido proceso y ser juzgado en libertad, tomando
en cuenta la ley.

Una característica fundamental de las medidas coercitivas es su carácter cautelar, de modo


que solo pueden mantenerse mientras persistan las condiciones que les dieron origen, de tal
forma que estas figuras del derecho procesal no pueden extenderse mucho en el tiempo para
evitar que tengan el carácter de una pena anticipada; la finalidad de las medidas de coerción
a la luz del Código Orgánico Procesal Penal no es otra que “asegurar la presencia del
imputado en el procedimiento”, finalidad ésta propiamente cautelar, que pudiera implicar
formas de coerción rígidas sobre la persona del imputado; tomando como referencia los
objetivos de la investigación, se procuró exponer las disposiciones del Código Orgánico
Procesal Penal (COPP) Venezolano que regulan la libertad del imputado en el proceso penal
venezolano y que establecen restricciones en ese derecho, a través de las denominadas
medidas de coerción personal.

Las medidas de coerción procesal personal conforme al Código Orgánico Procesal Penal
(COPP), encuentran su razón de ser en la imposición de limitaciones a los derechos del
sometido a juicio, con el fin exclusivo de garantizar su presencia en el proceso y el normal
desarrollo de éste, en forma tal de que no se frustren sus resultados y las expectativas que la
comunidad tiene en relación al sistema de justicia, en orden a que se imponga la ley y se
sancione los delitos, sacrificando como tal los derechos de los imputados, por medio del cual
solo podrá ser desvirtuado por una sentencia condenatoria.

Se deja claramente asentado el principio de que se tiene que ser juzgados en libertad, como
regla general, por la presunción de inocencia y por la lógica del proceso, que no puede
encarcelar, para determinar luego si procede o no la privación judicial de la libertad. Por ello,
en aplicación de sus normas, el Juez solo debe decretar la prisión preventiva cuando ello es
indispensable a los fines de la realización de la justicia, para que esta no resulte frustrada y
para que se satisfagan las legítimas expectativas de la comunidad, en el caso de que otras
medidas menos gravosas no sean suficientes para garantizar la presencia del imputado o la
búsqueda de la verdad, por el peligro de fuga o por el peligro de la obstaculización de la
investigación.

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