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Aprendizaje

¿Qué son las

Dificultades Específicas de Aprendizaje?

Existen múltiples manifestaciones, pero la más evidente es una brecha significativa entre la
capacidad cognitiva y sus bajos niveles de rendimiento.

Las dificultades específicas de aprendizaje (DEA) son alteraciones evolutivas de los procesos
cognitivos involucrados en la adquisición y consolidación de la lectura, escritura y cálculo, es decir,
de los instrumentos básicos necesarios para la escolaridad como también para seguir estudios
universitarios o simplemente laborar. Estas dificultades permanecen en el tiempo hasta la adultez y
no son simples retrasos de una etapa del desarrollo humano.

Las alteraciones severas se clasifican en dislexia o trastornos lectores (decodificación y


comprensión), disgrafía o trastornos de la escritura (caligrafía y ejecución motriz, ortografía o
producción escrita), discalculia o trastornos del cálculo (numeración y resolución de problemas).

Existen múltiples manifestaciones, pero la más evidente es una brecha significativa entre la
capacidad cognitiva y sus bajos niveles de rendimiento. Por ello, padres y maestros no entienden a
sus hijos o estudiantes y los catalogan como flojos, desmotivados, inatentos, entre otros términos.
La comunidad educativa debería reflexionar y difundir que las causas están relacionadas a un
inadecuado funcionamiento neuropsicológico y se complican por factores concomitantes, como
puede ser una metodología inadecuada, sistemas escolares o universitarios rígidos, ambiente
familiar inapropiado, entre otros. Además existen evidencias de malformaciones en las estructuras
cerebrales, bases genéticas y hereditarias. La prevalencia es de cuatro hombres por una mujer y
estas dificultades están muy asociadas al déficit de atención (ADD).

Si bien las DEA se diagnostican formalmente a partir del 3° grado de primaria, cuando los niños ya
pasaron por un período de entrenamiento sistemático e ingresan a un período de pensamiento
operatorio, es indudable que existen muchos factores que pueden ser observados desde la
temprana infancia. Estos factores podrían clasificarse en lingüísticos (fonéticos, fonológicos,
morfosintácticos, semánticos y pragmáticos), perceptivos (auditivos, visuales, hápticos),
coordinación motora (gruesa y fina) y razonamiento lógico matemático (clasificación, seriación,
cardinalidad, etc.).
Asimismo debemos considerar que al igual que las alteraciones evolucionan según la edad, el grado
académico, las exigencias curriculares, los niveles de pensamiento, el funcionamiento cerebral,
entre otros, los factores predictivos también cambian. Por ejemplo los mejores predictores en las
etapas iniciales de la lectura son el conocimiento de las letras, la conciencia fonológica, la memoria
fonológica, la velocidad de denominación, mientras que en etapas posteriores, el procesamiento
visual ortográfico, las estructuras textuales y el dominio de estrategias metacomprensivas.

¿Qué podemos hacer las personas involucradas en la educación de los niños, adolescentes y
adultos?

1. Indudablemente respetar las etapas de pensamiento, así como los ritmos y estilos de aprendizaje
de nuestros estudiantes, sin adelantar experiencias y contenidos que no están
neuropsicológicamente preparados para procesar y que provocan pseudoproblemas de
aprendizaje, además de baja autoestima, autoconcepto escolar entre otros.

2. Luego conocer el perfil de nuestros estudiantes para diversificar nuestra enseñanza sin perder de
vista el propósito final del curso o programa.

3. Además capacitarnos en el dominio de estrategias de aprendizaje (cognitivas y metacognitivas)


que estimulen distintos niveles de procesamiento, desde las más sencillas que facilitan la
recirculación de la información y el aprendizaje al pie de la letra hasta las de elaboración o asociación
de conceptos, la organización de la información a través de múltiples esquemas, la recuperación de
la información guardada en nuestro cerebro, y las de apoyo para la formación de hábitos y el estudio
eficiente y eficaz.

4. Gracias a lo anterior, enseñar explícitamente las estrategias cognitivas y metacognitivas


pertinentes según la naturaleza del curso y la edad del alumnado.

5. Finalmente cada institución educativa desde el nivel inicial hasta el superior debe diseñar un
currículo que inserte estas estrategias de aprendizaje para tener estudiantes autónomos y capaces
de seguir aprendiendo toda la vida.
Lenguaje

¿Los niños
con

problemas de lenguaje pueden desarrollar problemas de conducta?

Un niño que no comunica lo que quiere puede llegar a presentar problemas de conducta, ya que al
no lograr comunicar con éxito lo que desea o al no comprender del todo lo que se le está pidiendo,
podría frustrarse e intentar demostrarlo con conductas inadecuadas.

Marta está en una tienda con Carlos, su hijo de 3 años, quien aún no puede hablar con claridad.
Cuando ingresa a la tienda, él mira unas pelotas y comienza a dar palmadas en la vitrina, mientras
Marta conversa con el vendedor. Al terminar de comprar, salen de la tienda y Carlos empieza a llorar
y patalear, tirándose al piso, motivo por el cual ella se acerca y le pregunta: “¿Qué pasa hijo?”, pero
Carlos sigue llorando.

¿Por qué está llorando Carlos? ¿Se trata de un capricho solamente? o ¿Será que no ha logrado
comunicar lo que desea? Si prestamos atención al ejemplo mostrado en el primer párrafo, nos
percataremos de que efectivamente es lo último, el niño quería las pelotas, pero no pudo pedirlo,
lo cual generó que su mamá no comprenda lo que ocurría y desconociera el motivo de su llanto. Es
así como, en este y en muchos otros casos, la falta de habilidades para comunicarse y los problemas
de lenguaje pueden llegar a generar dificultades de conducta en los niños.

Las personas utilizamos nuestro lenguaje para relacionarnos con los demás, aprender nuevas cosas,
dar a entender nuestros pensamientos, compartir nuestras emociones, adaptarnos a las reglas de
la sociedad y controlar nuestra conducta. Esto ocurre desde que somos pequeños, pues los niños
utilizan la comunicación y el lenguaje de distintas formas y con múltiples objetivos, por ejemplo:
para obtener un juguete, llamar a mamá, dar a conocer sus gustos e intereses, para que el adulto
haga lo que él requiere o incluso para demostrar su capacidad de entender lo que sucede a su
alrededor. Por ello, es importante preguntarnos: ¿Qué pasa cuando el niño no comunica lo que
quiere? ¿Qué consecuencias pueden ocurrir si no tiene un buen desarrollo de lenguaje?

El lenguaje permite que el niño pueda adaptarse a su entorno y así controlar su conducta. Sin
embargo, en ocasiones, este lenguaje no se desarrolla dentro de lo esperado para la edad,
presentando problemas como: escaso vocabulario, dificultades para comprender indicaciones,
problemas para estructurar oraciones, fallas al pronunciar los sonidos de las palabras, entre otros.
Este tipo de dificultades también pueden generar una gran frustración en los niños y sentimientos
de inseguridad al momento de relacionarse con otros.
Un niño que no comunica lo que quiere puede llegar a presentar problemas de conducta, ya que al
no lograr comunicar con éxito lo que desea o al no comprender del todo lo que se le está pidiendo,
podría frustrarse e intentar demostrarlo con conductas inadecuadas como: berrinches, pataletas,
golpes, entre otros comportamientos que buscan la expresión de su malestar. Si bien los berrinches
son esperados hasta los 2 años aproximadamente, estos deberían disminuir después, ya que a esa
edad el niño ya está aprendiendo a usar los recursos verbales que le ayudarán a hacerse entender
y a empezar a usar mejor sus recursos lingüísticos. Sin embargo, si los problemas de conducta
persisten a lo largo de los años y/o el niño presenta un retraso en su lenguaje, es importante
consultar con un psicólogo y/o un especialista del área de lenguaje.

¿Cómo podemos ayudar a estos niños? Para ello es importante seguir las siguientes
recomendaciones:

- Ponernos a su altura y buscar su mirada al momento de hablar con ellos.

- Utilizar un tono de voz firme y seguro, sin necesidad de elevar la voz.

- Explicarles de manera anticipada lo que va a pasar, con pocas palabras y de la forma más sencilla.

- Emplear imágenes y gestos para ayudarlos a comprender lo que queremos decir.

- Es importante decirle que comprendemos su molestia, pero que en ese momento no se puede
realizar lo que desea.

- Ofrecerle otras alternativas o recordarle la actividad que nos corresponde hacer.

- Acompañarlo mientras se calma y luego felicitarlo cuando esté más tranquilo.

El lenguaje empodera a los niños y es una herramienta vital para su aprendizaje y adaptación; a
través de él, podrán entender que con las palabras es posible obtener lo que quieren, comprender
lo que pasa a su alrededor, participar en diferentes actividades sociales y adecuarse a las exigencias
de su entorno, por ello es necesario atenderlo.

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