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FACULTAD DE MEDICINA

ESCUELA PROFESIONAL DE MEDICINA


CURSO DE PSIQUIATRÍA

TEMA

TRASTORNO BIPOLAR (F31)

GRUPO III - INTEGRANTES:

 HURTADO ESCOBEDO MARIA ALEJANDRA


 MARINES CRUZALEGUI KARLA JENNYFER

Nuevo Chimbote, 26 octubre de 2018


MONOGRAFÍA GRUPAL DE PSIQUIATRÍA

ESQUEMA

TEMA: TRASTORNO BIPOLAR (F31)

CONTENIDO:

I. INTRODUCCIÓN
II. ETIOLOGÍA
III. CRITERIOS DIAGNÓSTICOS
IV. CLASIFICACIÓN
V. CLÍNICA – SÍNTOMAS Y SIGNOS
VI. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
VII. TRATAMIENTO
VIII. PRONÓSTICO
IX. CUADRO RESUMEN
X. PREGUNTAS OBJETIVAS DE EVALUACIÓN (05 PREGUNTAS)
XI. BIBLIOGRAFÍA
I. INTRODUCCION

La palabra ánimo es muy antigua y se relaciona con el término latino alma o principio de
vida. El estado de ánimo está presente en todas las personas del modo normal. No ha
sido fácil para psicólogos y psiquiatras ponerse de acuerdo en la palabra que mejor
describa la forma afectiva de encontrarse el hombre en el mundo. Términos como
emoción, humor, afecto y sentimiento han sido utilizados en diferentes dimensiones y
épocas para intentar reflejar un fenómeno similar. El estado de ánimo se refiere a una
emoción de duración prolongada que afecta la totalidad de la vida psíquica se trata de
una forma de estar o de encontrarse frente al mundo y así mismo. No obstante no se trata
de algo fijo, irreversible sino de algo que oscila normalmente alrededor de un equilibrio
basal y qué afecta todas las funciones superiores. La psiquiatría contemporánea escogido
el término de trastorno del estado de ánimo para delimitar bajo este concepto a las
principales alteraciones de la vida afectiva caracterizada por las extralimitaciones
prolongadas del estado de ánimo y que influyen sobre la mayoría de las funciones y
conductas del individuo. (SOCIEDAD DE NEUROLOGIA, 2000)

El trastorno bipolar, denominado clásicamente psicosis maníaco-depresiva, supone una


alteración de la regulación del estado de ánimo y se manifiesta en oscilaciones del humor
que abarcan desde la depresión más profunda hasta la euforia más incontenible (manía),
con un amplio abanico de formas clínicas en función de la intensidad y la frecuencia de
los episodios. Las primeras referencias a la manía y a la melancolía se remiten a Arateo
de Capadocia en el siglo II a. C., pero no fue hasta el año 1854 cuando se vincularon
conceptual y clínicamente la manía y la depresión a través de las primeras descripciones
del carácter cíclico de la enfermedad detalladas paralelamente por Falret y Baillarger.
Previamente, Andrés Piquer realizó una importante contribución con la descripción
detallada de la fenomenología de la enfermedad en la persona del entonces rey de
España, Fernando VI. No obstante, quien delimitó las fronteras del trastorno
estableciendo el estudio longitudinal como elemento diagnóstico imprescindible fue Emil
Kraepelin a principios del siglo XX. En la actualidad el trastorno bipolar se sitúa entre las
enfermedades más discapacitantes. (Psiquiatría, 2009)

II. ETIOLOGIA

A. TEORIA BIOQUIMICA

Existen múltiples hallazgos en la investigación de la bioquímica de los


pacientes con trastorno bipolar que nos han llevado a pensar que diversas
sustancias químicas se encuentran involucradas como agentes etiológicos y
como sustratos que se alteran durante el proceso de la enfermedad, o como
cambios bioquímicos consecuentes al tratamiento de estos trastornos. Los
descubrimientos se encuentran en distintas áreas, y entre las más importantes
tenemos cambios en las monoaminas, en los segundos mensajeros y los
mecanismos de transcripción, en el sistema neurohormonal, en el llamado
efecto kindling , en los ciclos circadianos y en los llamados neuropéptidos, así
como trastornos en los electrólitos, los receptores y en la membrana celular.
Indudablemente, los hallazgos estadísticamente significativos en cada uno de
los sistemas mencionados nos permiten visualizar que se trata de un trastorno
psiquiátrico complejo con una repercusión en el funcionamiento cerebral en
todos los niveles. La alteración en cada una de las áreas mencionadas explica
por lo menos una de las partes de la complicada fisiopatología de una variedad
de presentaciones clínicas que se encuentran dentro del diagnóstico politético
de la manía y de la depresión. Sin embargo, no se ha podido establecer una
ruta crítica precisa que nos permita conocer claramente un determinado origen
bioquímico con repercusiones fisiopatológicas subsecuentes que nos ayuden
a entender con precisión el inicio y la evolución de este padecimiento;
contamos con abundante información, pero también entendemos que aún nos
falta mucho por saber. (Dupont, 2006)

La acumulación de hallazgos a nivel de los neurotransmisores y el desarrollo


tecnológico que nos permite escudriñar de forma cada vez más fina y profunda
a la neurona nos han permitido acumular conocimientos acerca de los cambios
que se establecen en los segundos mensajeros y sustancias relacionadas, así
como las alteraciones a nivel de la transcripción y de la misma mitocondria.
Aunque sigue existiendo una lógica general que implica una deficiente función
serotoninérgica, una hiperactividad adrenérgica y dopaminérgica en los
pacientes maniacos y cambios como mayor actividad de aminoácidos
estimulantes y menoscabo funcional de los inhibitorios como el GABA, junto
con un incremento en la actividad de los segundos mensajeros y un déficit en
ciertas sustancias protectoras, la verdad es que aún nos encontramos lejos de
que estos hallazgos se reproduzcan sistemáticamente y sin contradicciones.
En la investigación científica, y sobre todo en las neurociencias, se van
encontrando siempre nuevas vías para tratar de ir integrando todos nuestros
conocimientos y comprender, en este caso, la fisiopatología del trastorno
bipolar. De hecho, contamos cada vez con más recursos farmacológicos para
el control de este trastorno. (Dupont, 2006)

B. ASPECTOS GENETICOS

El papel de la genética en los trastornos afectivos tiene cada día mayor


importancia debido a la alta prevalencia de estos padecimientos en la
población general, a la inquietud de los individuos por conocer el riesgo de
heredarla y al desarrollo tecnológico en el área de la biología molecular. El
estudio de los trastornos afectivos inició con Kraepelin en 1921 y Eliot Slater
en 1936; este último reportó una frecuencia de 15% en los familiares de primer
grado de los probandos con enfermedad maniaco-depresiva. En 1971 Slater
y Cowie sugirieron variabilidad genética en 70%. En la actualidad el estudio
del trastorno es complejo, por las características particulares de la enfermedad
y los diferentes tipos de estudios moleculares que han permitido establecer la
presencia de genes candidatos y loci relacionados con este trastorno. (Dupont,
2006)

ALTERACIONES CROMOSOMICAS

Se clasifican en aberraciones numéricas y estructurales. Dos de las


cromosomopatías numéricas más conocidas en el humano, Turner (45, X) y
Klinefelter (47, XXY), se han asociado con el trastorno bipolar. A su vez, las
aberraciones estructurales, que se dividen en balanceadas (sin pérdida de
material genético) y no balanceadas (con pérdida o ganancia de material
genético), también se han relacionado con este trastorno en algunas familias.
La inversión pericéntrica del cromosoma 9 y la translocación entre los
cromosomas 1 y 11 se han descrito asociadas a esquizofrenia o trastorno
bipolar en dos diferentes familias. Una extensa revisión de las aberraciones
cromosómicas asociadas con trastorno bipolar es la de MacIntyre y col. La
coexistencia del trastorno psiquiátrico y problemas de aprendizaje, retraso
mental, dismorfias o historia familiar con varios afectados es indicación para
realizar estudio citogenético. Si el trastorno bipolar se asocia con una
aberración cromosómica, la localización de los genes interrumpidos puede ser
examinada posteriormente en estudios de asociación o ligamiento. (Dupont,
2006)

III. CRITERIOS DIAGNOSTICOS


Criterios para el diagnóstico de
F30.x Trastorno bipolar I, episodio maníaco único (296.0x)

A. Presencia de un único episodio maníaco, sin episodios depresivos mayores


anteriores.

Nota: La recidiva se define como un cambio en la polaridad desde la depresión, o


como un intervalo de al menos 2 meses sin síntomas maníacos.

B. El episodio maníaco no se explica mejor por la presencia de un trastorno


esquizoafectivo y no está superpuesto a una esquizofrenia, un trastorno
esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno psicótico no especificado.

Codificar el estado del episodio actual o más reciente:


.1 Leve, moderado o grave sin síntomas psicóticos [Criterios CIE-10]
.2 Grave con síntomas psicóticos [Criterios CIE-10]
.8 En remisión parcial/en remisión total [Criterios CIE-10]
Especificar si:
Mixto: si los síntomas cumplen los criterios para un episodio mixto.
Especificar (para el episodio actual o el más reciente):
Con síntomas catatónicos
De inicio en el posparto

Criterios para el diagnóstico de


F31.0 Trastorno bipolar I, episodio más reciente hipomaníaco (296.40) [Criterios
CIE-10]

A. Actualmente (o el más reciente) en un episodio hipomaníaco.

B. Previamente se ha presentado al menos un episodio maníaco o un episodio


mixto.

C. Los síntomas afectivos provocan un malestar clínicamente significativo o un


deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

D. Los episodios afectivos en los Criterios A y B no se explican mejor por la


presencia de un trastorno esquizoafectivo y no están superpuestos a una
esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno
psicótico no especificado.

Especificar:
Especificaciones de curso longitudinal (con y sin recuperación interepisódica)
Con patrón estacional (sólo es aplicable al patrón de los episodios depresivos
mayores)
Con ciclos rápidos

Criterios para el diagnóstico de


F31.x Trastorno bipolar I, episodio más reciente maníaco (296.4x)

A. Actualmente (o el más reciente) en un episodio maníaco.

B. Previamente se ha presentado al menos un episodio depresivo mayor un


episodio maníaco o un episodio mixto.
C. Los episodios afectivos en los Criterios A y B no se explican mejor por la
presencia de un trastorno esquizoafectivo y no están superpuestos a una
esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno
psicótico no especificado.

Especificar (para el episodio actual o el más reciente):


Con síntomas catatónicos
De inicio en el posparto
Codificar el estado del episodio actual o más reciente:
.1 Leve, moderado o grave sin síntomas psicóticos [Criterios CIE-10]
.2 Grave con síntomas psicóticos [Criterios CIE-10]
.7 En remisión parcial/en remisión total [Criterios CIE-10]
Especificar:
Especificaciones de curso longitudinal (con o sin recuperación interepisódica)
Con patrón estacional (sólo es aplicable al patrón de los episodios depresivos
mayores)
Con ciclos rápidos

Criterios para el diagnóstico de


F31.6 Trastorno bipolar I, episodio más reciente mixto (296.6x) [Criterios CIE-10]

A. Actualmente (o el más reciente) en un episodio mixto.

B. Previamente se ha presentado al menos un episodio depresivo mayor, un


episodio maníaco o un episodio mixto.

C. Los episodios afectivos en los Criterios A y B no se explican mejor por la


presencia de un trastorno esquizoafectivo y no están superpuestos a una
esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno
psicótico no especificado.

Especificar (para el episodio actual o el más reciente):


Con síntomas catatónicos
De inicio en el posparto
Especificar:
Especificaciones de curso longitudinal (con o sin recuperación interepisódica)
Con patrón estacional (sólo es aplicable al patrón de los episodios depresivos
mayores)
Con ciclos rápidos

Criterios para el diagnóstico de


F31.x Trastorno bipolar I, episodio más reciente depresivo (296.5x)

A. Actualmente (o el más reciente) en un episodio depresivo mayor.

B. Previamente se ha presentado al menos un episodio maníaco o un episodio


mixto.

C. Los episodios afectivos en los Criterios A y B no se explican mejor por la


presencia de un trastorno esquizoafectivo y no están superpuestos a una
esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno
psicótico no especificado.

Codificar el estado del episodio actual o más reciente:


.3 Leve o moderado [Criterios CIE-10]
.4 Grave sin síntomas psicóticos [Criterios CIE-10]
.5 Grave con síntomas psicóticos [Criterios CIE-10]
.7 En remisión parcial/en remisión total [Criterios CIE-10]
Especificar (para el episodio actual o el más reciente):
Crónico
Con síntomas catatónicos
Con síntomas melancólicos
Con síntomas atípicos
De inicio en el posparto
Especificar:
Especificaciones de curso longitudinal (con y sin recuperación interepisódica)
Con patrón estacional (sólo es aplicable al patrón de los episodios depresivos
mayores)
Con ciclos rápidos

Criterios para el diagnóstico de


F31.9 Trastorno bipolar I, episodio más reciente no especificado (296.7) [Criterios
CIE-10]

A. Actualmente (o en el episodio más reciente) se cumplen los criterios, excepto


en la duración, para un episodio maníaco, un episodio hipomaníaco, un episodio
mixto o un episodio depresivo mayor.

B. Previamente se han presentado al menos un episodio maníaco o un episodio


mixto.

C. Los síntomas afectivos provocan un malestar clínicamente significativo o un


deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

D. Los episodios afectivos en los Criterios A y B no se explican mejor por la


presencia de un trastorno esquizoafectivo y no están superpuestos a una
esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno
psicótico no especificado.

E. Los síntomas afectivos en los Criterios A y B no son debidos a los efectos


fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento u otro
tratamiento) ni a una enfermedad médica (p. ej., hipertiroidismo).

Especificar:
Especificaciones de curso longitudinal (con y sin recuperación interepisodios)
Con patrón estacional (sólo es aplicable al patrón de los episodios depresivos
mayores)
Con ciclos rápidos
Criterios para el diagnóstico de
F31.8 Trastorno bipolar II (296.89) [Criterios CIE-10]

A. Presencia (o historia) de uno o más episodios depresivos mayores.

B. Presencia (o historia) de al menos un episodio hipomaníaco.

C. No ha habido ningún episodio maníaco ni un episodio.

D. Los síntomas afectivos en los Criterios A y B no se explican mejor por la


presencia de un trastorno esquizoafectivo y no están superpuestos a una
esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno
psicótico no especificado.
E. Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro
social/laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

Especificar el episodio actual o más reciente:


Hipomaníaco: si el episodio actual (o más reciente) es un episodio hipomaníaco
Depresivo: si el episodio actual (o más reciente) es un episodio depresivo mayor
Especificar, si se cumplen todos los criterios de un episodio depresivo mayor, su
estado clínico actual y/o síntomas:
Leve, moderado, grave sin síntomas psicóticos/grave con síntomas psicóticos.
[Nota: en este caso no pueden utilizarse los códigos del cuarto dígito, pues el
código del trastorno bipolar II ya utiliza el cuarto dígito.]
Crónico
Con síntomas catatónicos
Con síntomas melancólicos
Con síntomas atípicos
De inicio en el posparto
Especificar:
Especificaciones de curso longitudinal (con y sin recuperación interepisódica)
Con patrón estacional (sólo es aplicable al patrón de los episodios depresivos
mayores)
Con ciclos rápidos
(OMS, 2003)
A. Presencia, durante al menos 2 años, de numerosos períodos de síntomas
hipomaníacos y numerosos períodos de síntomas depresivo que no cumplen los
criterios para un episodio depresivo mayor.

Nota: En los niños y adolescentes la duración debe ser de al menos 1 año.

B. Durante el período de más de 2 años (1 año en niños y adolescentes) la


persona no ha dejado de presentar los síntomas del Criterio A durante un tiempo
superior a los 2 meses.

C. Durante los primeros 2 años de la alteración no se ha presentado ningún


episodio depresivo mayor, episodio maníaco o episodio mixto.

Nota: Después de los 2 años iniciales del trastorno ciclotímico (1 año en los niños
y adolescentes), puede haber episodios maníacos o mixtos superpuestos al
trastorno ciclotímico (en cuyo caso se diagnostican ambos trastornos, el
ciclotímico y el trastorno bipolar I) o episodios depresivos mayores (en cuyo caso
se diagnostican ambos trastornos, el ciclotímico y el trastorno bipolar II).

D. Los síntomas del Criterio A no se explican mejor por la presencia de un


trastorno esquizoafectivo y no están superpuestos a una esquizofrenia, un
trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno psicótico no
especificado.

E. Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una


sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) o a una enfermedad médica (p. ej.,
hipertiroidismo).

F. Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social,


laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

IV. CLASIFICACION
Se han establecido cuatro subtipos de trastorno bipolar en función de las
características de los episodios que se suceden durante la vida de un individuo.
 El trastorno bipolar tipo I supone la presencia de al menos un episodio
maníaco o mixto; los episodios depresivos mayores son típicos y
generalmente más frecuentes que los maníacos, pero no son
imprescindibles para el diagnóstico.
 El trastorno bipolar tipo II consiste en la combinación de episodios
depresivos mayores con hipomanías espontáneas; sin episodios
maníacos o mixtos. El trastorno bipolar tipo II es reconocido actualmente
como una patología grave y, aunque parece una forma atenuada del
trastorno bipolar I por la intensidad de la sintomatología, ya que la tasa de
hospitalizaciones y la sintomatología psicótica es menor en los pacientes
bipolares II, se ha asociado a una mayor frecuencia de episodios.
 La ciclotimia se caracteriza por la presencia, durante al menos dos años,
de numerosos periodos de síntomas hipomaníacos y numerosos periodos
de síntomas depresivos que no cumplen criterios para un episodio
depresivo mayor. Durante este tiempo los intervalos libres de síntomas
deben tener una duración inferior a dos meses. La ciclotimia estuvo
tradicionalmente considerada una forma de trastorno de la personalidad,
hasta que se la vinculó con las formas leves y moderadas de trastornos
del espectro bipolar, en las que la irregularidad del estado de ánimo es una
característica central.
 Finalmente, la categoría de trastorno bipolar no especificado se reserva
para aquellos casos en que se manifieste un trastorno de características
bipolares pero que no cumpla todos los criterios de un trastorno bipolar
específico.

V. CLINICA- SINTOMAS Y SIGNOS

El siguiente pasaje de Hales RE y col. es esclarecedor a este respecto: Una de


las diferenciaciones más importantes en los trastornos del estado de ánimo es la
distinción entre las categorías unipolar y bipolar. Los trastornos unipolares del
estado de ánimo están caracterizados por síntomas depresivos en ausencia de
una historia de estado de ánimo patológicamente elevado. En los trastornos
bipolares del estado de ánimo, la depresión se alterna o se combina con la manía
o la hipomanía. A los pacientes que presentan sólo manía recurrente (manía
unipolar) se les diagnostica un trastorno del estado de ánimo bipolar con la
asunción de que finalmente desarrollarán un episodio depresivo. (Dupont, 2006)

Hay que recordar que en el texto de Per Bech, incluido en el Tratado de psiquiatría
de Gelder MG, este autor aceptaba la distinción de Jamison KR a favor de los
trastornos mixtos agudos como una forma de acotar al carácter omniexplicativo
de la categoría “bipolaridad”. Sin embargo, para Hales y col., en el padecimiento
bipolar del estado de ánimo la depresión “se alterna o se combina con la manía o
la hipomanía”. Lo más que llegan a aceptar estos autores es la existencia,
señalada en el DSM-IV, de episodios mixtos de depresión y manía que prefieren
llamar “manía disfórica”. Sin embargo, condicionan dicho diagnóstico al hecho de
que los episodios depresivos sean consistentes con la sintomatología de la
“depresión exhibicionista” y que la manía aparezca asociada con tentativas
suicidas. Además, está el hecho de que Bech y los autores citados por él aceptan
la existencia de la unipolaridad de la manía y la depresión, sin que ambas tengan,
necesaria e inexorablemente, que conducir a la bipolaridad, como afirman Hales
y col. Para el médico tratante es de especial importancia el énfasis que ponen
Hales y col. en el trastorno bipolar enmascarado y subsindrómico. El DSM-IV
ofrece criterios confiables para el diagnóstico del padecimiento bipolar, pero la
existencia de formas subsindrómicas y enmascaradas de la bipolaridad debe
alertar al psiquiatra. En las formas más sutiles del padecimiento bipolar
subsindrómico hay una colindancia con los trastornos de la personalidad y no del
humor o el estado de ánimo. (Dupont, 2006)
Por ejemplo, la hipertimia, que describió por primera vez Delay en 1946 como un
patrón crónico del estado de ánimo elevado, hace del paciente un sujeto
expansivo, creativo, dinámico, alegre y optimista, capaz de sentir una clara
sensación de bienestar. No obstante, en la actualidad hay una clara tendencia en
algunos sectores de la psiquiatría estadounidense a considerar que estos
individuos sean considerados tan sólo como poseedores de un estilo de
personalidad, aunque no se deja de reconocer que ésta tiene potencial
premórbido para desarrollar trastorno maniaco-depresivo bipolar.

El psiquiatra tendrá que observar cuidadosamente la aparición de síntomas como


la disminución en el apetito y la capacidad de dormir, así como antecedentes
familiares de trastorno bipolar, antes de arriesgarse a hacer un diagnóstico
positivo. También está el caso de la manía subafectiva, que comparte ciertos
rasgos de personalidad socialmente aceptados que, a pesar de ser desagradables
o incómodas para los demás, no son patológicos. Ése es el caso de la arrogancia,
osadía, irritabilidad, insensibilidad, locuacidad, intensidad emocional e
hipersensibilidad, las explosiones temperamentales, promiscuidad, inquietud y la
falta de conducta previsible. Para agregar complejidad al diagnóstico de la
bipolaridad, basta considerar que la distinción entre los trastornos límite y
narcisista de la personalidad y el trastorno bipolar crónico pueden aparecer velada
en el nivel subsindrómico.

Un ejemplo de lo anterior es la recurrencia de padecimiento bipolar y narcisismo,


que debe interpretarse como un reflejo de la grandiosidad propia de la hipomanía
y, por tanto, como un elemento potencialmente patogénico para el trastorno
bipolar. Sin embargo, ciertos pacientes tenderán al comportamiento grandioso
para reforzar su autoestima, que ha sido socavada por los sentimientos de
indefensión, con la finalidad de tratar de ejercer control sobre las variaciones
anímicas propias de la manía. Asimismo, la mayoría de los pacientes intentarán
conseguir un cierto control sobre sus inestables estados de ánimo y su
impulsividad, que ellos perciben como conductas delatoras de una enfermedad
que podría “condenarlos” a la exclusión social, adoptando hábitos
autodestructivos o un perfil de personalidad siempre en busca de emociones
intensas. ¿Cómo van a percatarse de mi inestabilidad anímica —parecen decirse
a sí mismos los enfermos de este tipo— si logro convencerlos de que soy inestable
e impulsivo a causa de que mi trabajo está lleno de riesgos (inversiones bursátiles,
frecuentes viajes en transportes peligrosos o a lugares apartados o con
agitaciones sociales, etc.)? Finalmente, el médico tratante deberá tomar ciertas
precauciones adicionales al establecer un diagnóstico de padecimiento maniaco-
depresivo bipolar o mixto, como los trastornos secundarios del estado de ánimo
ocasionados por la ingestión de medicamentos no psiquiátricos y enfermedades
que pueden ocasionar de manera temporal depresión o manía. El DSM-IV
proporciona elementos suficientes al respecto. (Dupont, 2006)

VI. DIAGNOSTICO DIFERENCIAL

Diversos estudios han señalado la tendencia a infradiagnosticar el trastorno


bipolar, especialmente en pacientes con episodios depresivos. Se ha estimado
que un 35% de pacientes no busca tratamiento hasta 10 años después del
episodio inicial y que entre los pacientes que buscan tratamiento tras el primer
episodio el 34% reciben con frecuencia otros diagnósticos.
La tendencia a infradiagnosticar los trastornos bipolares es especialmente notable
en niños, jóvenes y pacientes con comorbilidad. Para un diagnóstico correcto es
fundamental llevar a cabo una evaluación longitudinal del curso de la enfermedad.
(Psiquiatría, 2009)

TRASTORNO DEPRESIVO UNIPOLAR Y DISTIMIA

El diagnóstico diferencial del trastorno bipolar en relación a las depresiones


mayores unipolares y la distimia se fundamenta en el antecedente de episodios
hipomaníacos. Dado que dichos episodios raramente llevan a la búsqueda de
tratamiento, el diagnóstico preciso depende de la rigurosidad con que el clínico
pregunta sobre posibles hipomanías tanto a los pacientes como a los familiares.
Puesto que el paciente es más propenso a acudir al médico por depresión que
por hipomanía, muchos bipolares II reciben tratamientos antidepresivos que al no
combinarse con los reguladores del humor favorecen el viraje
Y la ciclación rápida. En bipolares I, el riesgo de confusión es menos frecuente
dado que el antecedente de manía es más fácil de detectar. Se ha descrito que
tras una evaluación sistemática alrededor de un 40% de pacientes que habían
sido diagnosticados en un primer momento de trastorno depresivo unipolar
pasaron a ser diagnosticados de trastorno bipolar.
Algunas de las diferencias que se han observado relacionan la depresión bipolar
con una menor edad de inicio, mayor frecuencia de episodios y variabilidad del
humor, más antecedentes familiares de trastorno bipolar, labilidad emocional y
sintomatología hipomaníaca durante el episodio depresivo, mayor presencia de
síntomas psicóticos, más incidencia de episodios postparto, patrón estacional,
síntomas atípicos, comorbilidad con abuso de sustancias e inducción de
sintomatología maniforme tras el tratamiento antidepresivo. Aunque se pensaba
que los sujetos depresivos bipolares estaban especialmente enlentecidos, se han
obtenido resultados discrepantes en este aspecto. (Psiquiatría, 2009)

ESQUIZOFRENIA

Otra fuente de confusión suele darse al realizar el diagnóstico diferencial entre el


trastorno bipolar tipo I y la esquizofrenia. A menudo este error se produce por el
predominio de la irritabilidad sobre la euforia y por la presencia de clínica psicótica,
especialmente si esta es incongruente con el estado de ánimo y se presenta en
pacientes con una temprana edad de inicio. Akiskal8 ha subrayado que los
principales errores en el diagnóstico diferencial entre el trastorno bipolar y la
esquizofrenia se deben a la sobrevaloración del cuadro clínico transversal,
desatendiendo al curso evolutivo de la enfermedad; la atribución de
características defectuales a los pacientes con remisiones incompletas; la
consideración de las conductas bizarras y de la irritabilidad como típicamente
esquizofrénicas; el que muchos clínicos estén poco familiarizados con la
fenomenología de los delirios y las alucinaciones en los trastornos afectivos; la
sobrevaloración de los síntomas de primer rango de Schneider como
patognomónicos de esquizofrenia y la confusión entre la anhedonia depresiva y
el aplanamiento afectivo, así como entre la fuga de ideas y las asociaciones laxas.
El diagnóstico diferencial debe basarse en el cuadro clínico global, la
fenomenología, la historia familiar el curso y los hallazgos asociados. La
secuencia de síntomas y la edad constituyen otros factores a tener en cuenta.
(Psiquiatría, 2009)

TRASTORNO ESQUIZAFECTIVO

Existen discrepancias entre las concepciones europeas y americanas con


respecto al trastorno esquizoafectivo. Para la CIE-10, es necesario que los
síntomas afectivos y psicóticos vayan siempre juntos en un mismo episodio,
mientras que para el DSMIV debe haber durante al menos dos semanas síntomas
psicóticos en ausencia de síntomas afectivos acusados. A menudo la
sintomatología afectiva puede quedar oscurecida por la actividad delirante o
alucinatoria. Un elevado porcentaje de pacientes bipolares presenta síntomas
psicóticos incongruentes y schneiderianos que muchos clínicos todavía
consideran, erróneamente, exclusivos de la esquizofrenia. No debe hacerse el
diagnóstico de trastorno esquizoafectivo en las depresiones que se produzcan en
el contexto de una esquizofrenia. El trastorno esquizoafectivo ocuparía una
posición intermedia entre la esquizofrenia y los trastornos afectivos tanto con
respecto al pronóstico como a las variables premórbidas y sociodemográficas.
Para el diagnóstico diferencial se debería prestar atención a la historia personal y
familiar del paciente, al funcionamiento premórbido, a la edad de inicio y a la
secuencia de síntomas. (Psiquiatría, 2009)

DUELO NO COMPLICADO

El duelo no complicado no se considera u trastorno mental, incluso aunque un


tercio de todos los cónyuges en duelo cumplen algún tiempo los criterios
diagnósticos del trastorno depresivo mayor. Algunos pacientes con duelo no
complicado desarrollan un trastorno depresivo mayor, pero el diagnostico no se
establece a menos que no se produzca la resolución del duelo. La distinción se
basa en la intensidad y la duración de los síntomas. En el trastorno depresivo
mayor, los síntomas habituales que evolucionan desde un duelo no resuelto son
la preocupación mórbida por cosas inútiles, la ideación suicida, la sensación de
que la persona ha cometido un acto que causo la muerte del cónyuge. (Sadock,
2010)

TRASTORNOS ORGÁNICOS Y TRASTORNO POR CONSUMO DE


SUSTANCIAS

El diagnóstico de los trastornos afectivos orgánicos se fundamenta en la presencia


de un síndrome depresivo, (hipo) maníaco, mixto, o la sucesión de varios de éstos,
y la de una sustancia o enfermedad médica presumiblemente vinculada
fisiopatológicamente al trastorno. En todos los casos, el padecimiento de la
enfermedad física de base debe hacer sospechar el diagnóstico, que puede
apoyarse también en la ausencia de antecedentes personales y familiares, y en
el curso clínico ulterior, entre otras variables. La asociación temporal entre el
inicio, la remisión o la exacerbación de la enfermedad física y del trastorno
afectivo; o bien la asociación temporal entre el inicio, la remisión o la exacerbación
del trastorno afectivo y el consumo, intoxicación o abstinencia de una sustancia;
el tipo de deterioro cognitivo asociado; y la respuesta favorable al tratamiento de
la enfermedad orgánica de base pueden ofrecer información que permita efectuar
el diagnóstico diferencial. Ante la sospecha de una etiología orgánica es
conveniente realizar una completa anamnesis, exploración física y neurológica y,
en función de los hallazgos, realizar las exploraciones complementarias
pertinentes. Del mismo modo, dado que los efectos de algunas drogas pueden
asociarse con síntomas similares a los de una manía o un cuadro psicótico, el
diagnóstico a veces es complejo. El principal problema en el diagnóstico
diferencial consiste en el enmascaramiento de los síntomas afectivos,
especialmente los más sutiles (disforia, irritabilidad, hiperactividad, síntomas
mixtos), por el consumo de sustancias susceptibles de provocar alteraciones
emocionales y conductuales en sujetos no afectos de un trastorno afectivo. Para
evitar los riesgos derivados de obviar un trastorno que es tratable, es preferible
que los trastornos del estado de ánimo sean tenidos en cuenta como diagnóstico
primario si se mantienen las manifestaciones afectivas marcadas más allá del
periodo de desintoxicación. (Psiquiatría, 2009)
TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

Los trastornos de la personalidad, especialmente los clasificados en el cluster B


del DSM-IV (antisocial, límite, histriónico y narcisista) plantean en algunas
ocasiones dificultades en el diagnóstico diferencial con respecto al trastorno
bipolar II y a la ciclotimia, especialmente cuando las oscilaciones afectivas son
más marcadas y están asociadas con alteraciones significativas y conflictos
interpersonales. (Psiquiatría, 2009)
El trastorno límite de la personalidad es el que supone mayores dificultades. Para
establecer el diagnóstico diferencial sería recomendable valorar, junto con la
clínica, la presencia de antecedentes familiares, los datos biográficos, la
respuesta terapéutica y la reactividad del humor. Generalmente las alteraciones
del estado de ánimo en los pacientes con trastorno límite suelen ser reactivas al
entorno y tienden a finalizar rápidamente en función del estímulo o intervención.
Sin embargo, en el caso del trastorno bipolar la finalización de un episodio no está
directamente relacionada con eventos externos, los episodios tienen una duración
determinada con un inicio y un final bastante claros y un curso relativamente
estable durante el episodio. La hiperfagia e hipersomnia propia de algunos
episodios depresivos, así como la taquipsiquia o la reducción de la necesidad de
sueño comunes en la hipomanía, son más característicos del trastorno bipolar que
del trastorno límite. Young plantea cuatro aspectos distintivos entre ambas
patologías:
 En el trastorno bipolar la desregulación afectiva es bifásica mientras que
en el trastorno límite la desregulación del ánimo se produce en el espectro
depresivo.
 Los síntomas de la depresión bipolar cumplen criterios de depresión mayor
mientras que en el trastorno límite a menudo no lo hacen.
 Los pacientes con trastorno bipolar experimentan una mejoría del
funcionamiento interpersonal durante la eutimia frente a los pacientes con
trastorno límite cuyas disfunciones a nivel interpersonal se mantienen.
 Los pacientes con trastorno bipolar tienen con mayor frecuencia historia
familiar de trastorno bipolar o afectivo mientras que en los pacientes con
trastorno límite es más frecuente la historia familiar de deprivación y abuso.

VII. TRATAMIENTO
VIII. PRONOSTICO
IX. CUADRO RESUMEN
X. PREGUNTAS OBJETIVAS DE EVALUACION

XI. BIBLIOGRAFÍA
Dupont, V. M. (2006). Trastorno bipolar.
OMS. (2003). Clasificación Internacional de las Enfermedades, OMS.(CIE-10).
Psiquiatría, S. E. (2009). MANUAL DE PSIQUIATRIA. Madrid.
Sadock, K. &. (2010). SINOPSIS DE PSIQUIATRIA.
SOCIEDAD DE NEUROLOGIA, P. Y. (2000). PSIQUIATRIA CLINICA. Santiago
de Chile.

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