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CODIGO: 1.102´877.388
CCAV-COROZAL
Tutor
PROGRAMA: ZOOTECNIA
ABRIL 2018
INTRODUCCION
Teniendo en cuenta las estructuras de todo escrito, se caracterizan y se determinan la idea que
se quiere tramontar, siendo de esa forma un mecanismo que le permite al lector que tipo de
documento al cual se enfrenta.
El texto argumentativo tiene como objetivo expresar opiniones o rebatirlas con el fin de
persuadir a un receptor. La finalidad del autor puede ser probar o demostrar una idea (o
tesis), refutar la contraria o bien persuadir o disuadir al receptor sobre determinados
comportamientos, hechos o ideas.
La argumentación, por importante que sea, no suele darse en estado puro, suele combinarse
con la exposición. Mientras la exposición se limita a mostrar, la argumentación
intenta demostrar, convencer o cambiar ideas. Por ello, en un texto argumentativo además de
la función apelativa presente en el desarrollo de los argumentos, aparece
la función referencial, en la parte en la que se expone la tesis.
Vivir para contarla ocupa un lugar peculiar al respecto, ya que se focaliza en la emergencia y
la afirmación de una identidad de autor (el origen de la escritura, la construcción de un sujeto
específico), pasando en particular por ese terreno privilegiado para significar el origen que
son la infancia y la historia familiar. De hecho, el libro presenta dos relatos de lo mismo, es
decir las circunstancias que le permitieron a Gabo transformarse en García Márquez.
A manera de tesis:
Ambos relatos responden a la pregunta de cómo un sujeto se vuelve otro, una figura pública,
la de un autor exitoso. Misma pregunta, pero respuestas que difieren: en el primer relato la
escritura es un don, un estado, una situación en alguna medida predeterminada que sólo
espera las condiciones favorables para desarrollarse, como veremos; el segundo relato, que
ocupa en realidad la mayor parte del libro, pone en escena un aprendizaje, es decir un proceso
progresivo, histórico y documentado.
DESARROLLO O EXPOSICION DE ARGUMENTOS DE LA OBRA
El primer relato de la autobiografía, de tonalidad literaria, narra el regreso del joven García
Márquez a Aracataca junto con su madre para vender la casa familiar. En contra punto al
episodio, cronológico, emerge progresivamente otra línea, la de un movimiento regresivo
hacia el pasado, retomando historias (la de la casa y, partir de ella, la de la familia, la del
pueblo), las circunstancias del nacimiento de Gabriel y una serie de experiencias de la primera
infancia: puestas así en escena y en perspectiva, la filiación y la niñez son fundamentales. El
conjunto relato del viaje, emergencia de otro tiempo, desplazamiento en la memoria- está
enmarcado por una afirmación de identidad de escritor, afirmación hecha en contra la
voluntad paterna transmitida por repetidas intervenciones de la madre. Se trata de un episodio
de autodefinición, de paso de un "hacer" (escribir) a un "ser" (ser escritor), de una actividad a
una esencia, ante la mirada social y familiar. El viaje es el desencadenante de una obra pero,
ante todo, es el punto de origen de un escritor. Volver es empezar una obra y, simétricamente,
transformar a un hombre. El segundo relato, inmediatamente posterior, vuelve atrás para
seguir, después de la primera infancia y del viaje, los meandros de una autobiografía,
convencional y previsible, que expone precisiones verosímiles (fechas, peripecias, nombres).
A partir del fin del período infantil, se narran episodios de formación, es decir la educación,
las lecturas, las influencias, el encuentro de iniciadores, las experiencias juveniles, los tanteos
iniciales de un escritor de cara a la biblioteca universal, todo lo cual se sitúa, como vemos, en
una lógica diferente, si no opuesta, al primer relato: a la determinación infantil de una
creación literaria surgida mágicamente en un otrora impreciso se la prolonga con un proceso
documentado de tipo histórico y progresivo.
en el primer relato, que ocupa el lugar central y que retoma explícitamente la obra anterior.
Porque si el relato histórico busca recordar, ordenar, nombrar y evocar peripecias del pasado
para salvarlas del olvido, el viaje a Aracataca abre el libro, contradiciendo así una cronología
progresiva (la historia de esa vida empieza a los 25 años), pero también se instaura,
rápidamente, como una repetición, una reescritura, una incorporación de la ficción en la
autobiografía. Esas páginas son la historia fabulosa de la infancia de un escritor, no la de la
infancia de un hombre. Leemos en el epígrafe del libro una declaración de principios: "La
vida no es la que uno
vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla". Por lo tanto, la vida es una
narración, ajena a la verdad comprobable; la vida es la obra, o sea las construcciones a las que
la vida dio lugar en las ficciones. Escribir la autobiografía es volver a lo ya escrito. La obra
determina la biografía, y no al revés, en una mezcla inextricable de la vida y la obra de
raigambre romántica (Antoine Compagnon, forjandoun neologismo expresivo, la llama la
"vidobra"). Una historia que se focaliza en la infancia, y más específicamente en la filiación y
en los primeros años, hasta que la muerte del abuelo y el abandono de la casa irrumpan como
una herida irrestañable, una pérdida productiva, un parteaguas que inmoviliza esos años en el
terreno inalcanzable de la niñez legendaria. Una historia que se interrumpe cuando el tiempo,
con almanaques, acontecimientos ordenados, recuerdos documentados, se pone en marcha.
Desde algún punto de vista, la autobiografía de García Márquez se corresponde con las
convenciones del género y no contradice sus postulados básicos, puestos en duda en los últimos
treinta años. Sin embargo, desde otras perspectivas el recorrido propuesto va más allá. Vivir
para contarla narra un mito de origen, que supera la evocación de un puñado de anécdotas
infantiles o de fábulas familiares que aparecen en la obra posterior. De lo que se trata es de una
instrumentalización radical de la idea del tiempo, del espacio y de las creencias originarias.
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CONCLUSION PERSONAL
Hay que aprender a determinar las diferencias en todos los textos que a diario estamos
leyendo o recitando, puesto que cada uno de ellos tiene una diferencia común, en la forma de
exposición de su autor, en el propósito que cada uno le imprime, en el enfoque
predeterminado, en el publico al cual llegar o el objetivo que se quiere alcanzar, y mas si se
trata de escritos del gran maestro de las letras Gabriel García Márquez quien en cada palabra
dio vida a una historia.
De cara a una carrera de escritor, y al final de su vida, García Márquez reanuda, una última
vez y gracias a un nuevo relato de infancia, el gesto de apropiación de un pasado que no fue,
que pudo haber sido, que se sueña como real. Es decir que, al actualizar la vivencia infantil de
pérdida, de creencia, de magia, muestra, hasta el final, que no renuncia a evocar y volver
verosímil ese mundo fantasmático, repitiendo que lo perdido tuvo cierto tipo de existencia,
todo lo cual es una manera privada y quizás anacrónica de defender la enigmática fuerza de
transmisión que tiene la literatura. En lo que se refiere a la melancolía, puede recordarse para
terminar que la queja ante la pérdida de algo que nunca se poseyó o que nunca sucedió o de
algo que es un objeto inventado, ese lamento inexplicable del melancólico es una manera,
retrospectiva, de poseer ese imposible32. Así puede entenderse esta nueva y vehemente
declaración sobre la verdad de lo imaginario; se trata de defender, con uñas y dientes y contra
vientos y mareas, la realidad del deseo, el valor y la trascendencia de la ficción, la realidad de
una pérdida fabulada. Es lo que hace García Márquez; hasta la última palabra, repite: "ya les
había dicho que todo era cierto".
REFERENCIA BIBLIOGRAFIA