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El aire contaminado cambia la expresión genética de las neuronas

Los ratones expuestos a los niveles de contaminación atmosférica de una gran ciudad
presentan cambios en la expresión de genes inflamatorios y cancerígenos en su cerebro.

Muchas veces, la ciencia de laboratorio es cuestionada por alejarse de las condiciones


encontradas en el contexto real.

Así ocurre cuando se abordan los efectos de la contaminación en modelos animales.

Cada vez más, los gobiernos locales de grandes ciudades en el mundo consideran la
contaminación atmosférica como un problema de salud pública, ya que se ha
relacionado con gran número de enfermedades respiratorias.

Sin embargo, se conoce mucho menos sobre los efectos de la contaminación en otros
sistemas del cuerpo.

Por ese motivo, se evalúa el efecto de la contaminación en el sistema nervioso.

Los resultados de la reciente investigación indican que los contaminantes presentes en el


aire urbano cambian la expresión de genes inflamatorios y cancerígenos en el cerebro de
ratones.

Para su estudio, los investigadores midieron la concentración de contaminantes en la


atmósfera de la ciudad de Los Ángeles, centrándose en el material particulado, una serie
de moléculas líquidas y sólidas suspendidas en el aire que forman parte de las sustancias
contaminantes.

Después, simularon estas mismas condiciones en el laboratorio en donde mantuvieron a


los ratones por temporadas cortas (2 semanas), medias (de 1 a 3 meses) y largas (1 año).

Tan solo un mes de exposición fue suficiente para que los científicos detectaran
acumulación de metales tóxicos como el níquel, el cobalto y el zinc en el cerebro de los
roedores.

Analizaron la expresión genética en las neuronas de estos ratones.

Así, encontraron que la contaminación del aire aumentaba la expresión de genes


inflamatorios y de genes promotores del cáncer.

Estos resultados apoyan los de investigaciones previas.

Por ejemplo, se ha detectado un incremento en los marcadores de inflamación en el


cerebro de personas residentes en Ciudad de México, asociado a la polución.

Además, hace un mes se publicó un artículo en el que hallaron una relación entre la
contaminación del aire y la progresión de la enfermedad de Alzheimer.
Resulta sorprendente que los efectos de la polución en el aire no se limiten a los
pulmones y vías respiratorias, sino que los contaminantes tengan la capacidad de hacer
camino hasta el encéfalo.

Pero cabe preguntarse: ¿cómo llegan las sustancias contaminantes al cerebro? Los
investigadores responden a esta pregunta con dos mecanismos.

En el primero, fácil de imaginar, los contaminantes ingresan a los pulmones y pasan a la


sangre en los alvéolos.

Después la sangre los transporta hasta el interior del cerebro.

En el segundo mecanismo, menos intuitivo, los investigadores proponen que la entrada


de contaminantes en el sistema nervioso central se da por medio de la nariz.

La nariz está formada por el epitelio olfativo que, a su vez, se compone de neuronas
modificadas.

Estas se encargan de captar y responder a moléculas solubles en el aire.

Proponen que los metales tóxicos ingresan directamente en estas neuronas y viajan a
través de ellas hasta el bulbo olfatorio alojado en la base del cerebro.

Los resultados de este y otros estudios recientes son un llamamiento a la acción.

Con ellos se pone en evidencia que la contaminación atmosférica afecta el


funcionamiento de los organismos y debería instar a los gobiernos para diseñar planes
de contingencia que permitan reducir los frecuentes picos de contaminación en el aire
urbano.

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