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31 í¡ a la necesidad de salir de un marxismo oficial postestalinista portador
de una herencia funesta, encerrado en el dogma. Althusser permite
pluralizar el marxismo, cruzar su aventura con la de las ciencias
sociales en pleno auge, y llevarse la apuesta, ofreciéndose como el
discurso de los cliscursos, la teoría de las prácticas teóricas. Resucitar
LA EXPLOSIÓN ALTHUSSERIANA
un marxismo científico liberado de las escorias de los regímenes que
lo invocaban, éste es el desafío apasionante que presenta Louis
Althusser a una generación militante, empapada de luchas anticolo-
nialistas.
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"1 DE JESÚS A MARX
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·1 Nacido el 16 de octubre de 1918 en Birmandreis en Argelia, Louis
Althusser es normalista en 1939. Prisionero en Alemania de 1940 a
:!
1945 en el stalag XA de Schleswig Holstein, se cartea con René
Ni Dios, ni César, ni tribuno ... Althusser no deja de aparecer para .¡'1 Michaud, que lo inicia en el marxismo, y no retoma la preparación de
muchos como un salvador supremo del marxismo. Intenta llevar a ¡ la agregación hasta la Liberación, a los veintisiete años. La aprueba
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buen término una empresa difícil, una auténtica apuesta imposible en 1948, fecha en la que entra en el PCF y permanece en la École nor-
que pretende colocar el marxismo en el centro de la racionalidad con- 1
! male supérieure de la calle Ulm, donde se convierte en «caimán»,
1
temporánea al precio de separarlo de la praxis, de la dialéctica hege- , ¡
preparador de la oposición de los normalistas. Deposita entonces un
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liana, para superar la vulgata estalinista en uso, basada en un econo- ~ proyecto de tesis de Estado con lean Hyppolite y Jankélévitch sobre
micismo mecánico. «La política y la filosofía en el siglo XVIII francés».
Para realizar este desplazamiento, Althusser se apoya en el estruc- En sus orígenes, por lo tanto, Althusser es un católico practicante,
turalismo y presenta al marxismo como el único capaz de realizar la : ~ miembro de Acción Católica y confirmado en sus convicciones reli-
,
,~
síntesis global del saber e instalarse en el centro del paradigma estruc- r
giosas por su maestro de khágne en Lyon entre 1937 y 1939, Jean
tural. El precio a pagar implica por lo tanto participar en la separación Guitton. Para este último, Althusser, que vuelve de la guerra meta-
iI morfoseado, ateo y comunista, sigue siendo fundamentalmente fiel a
de lo vivido, de lo psicológico, de los modelos conscientes, así como de
la dialéctica de la alienación. Esta separación del referente toma la su deseo de absoluto religioso, que de hecho habría desplazado hacia
forma de un «corte epistemológico» sobre el modelo de la ruptura de· el marxismo. La amistosa complicidad de ambos hombres nunca se
Bachelard. Hace una división entre lo ideológico por una parte y la vio desmentida, a pesar del alejamiento de sus respectivas posiciones
ciencia por la otra, encarnada por el materialismo histórico. Todas las y la contestación que podía sufrir un lean Guitton en la Sorbona,
ciencias deben por lo tanto ser interrogadas a partir de lo que funda la donde ocupaba la cátedra de historia de la filosofía: «Usted me enseñó
racionalidad científica, la filosofía del materialismo dialéctico, para a entrar en relación con un concepto, con dos, a cornbinarlos, opo-
ser liberadas de su ganga ideológica. Sobre el modelo de lo arbitrario nerlos, unirlos, separarlos, darles la vuelta como una tortilla y a servir-
del signo respecto al referente, la ciencia debe «satisfacer sus exigen- los para que sean comestiblesv", De 1945 a 1948, se vio doblemente
cias puramente internas» 1, Y el criterio de verdad no pasa entonces por atraído por el PCF y por un pequeño grupo de católicos originarios de
una posible falsabilidad de las proposiciones. Lyon, fundaclo por Maurice Montuclard e instalado en París.
Esta separación del marxismo de su propio destino histórico en Esta fascinación por la religión, por la pureza mística, seguirá él
estos inicios de los años sesenta era un medio de salvado de su des- Althusser hasta el fin, puesto que en vísperas del drama de 1980 pide
composición rápida.jnstalándolo en el corazón de la ciencia. Responde a su amigo Jean G uitton que interceda en su favor para reunirse con

I V Descornbcs. 1,<"MPllle,./ i'iuurc. cii., p. 147. Cana de L. AITHl;SSER a J. Gurrro ,julio de 1972, en Lire 14l:\(enero 1(88), p. 85.

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el papa Juan Pablo 11. Obtiene una entrevista con el cardenal Garrone,
y Jean Guition, reunido con el Santo Padre, supo que el encuentro
había sido aceptado. Pero el asesinato de su esposa Hclcne, poco des-
I Con Althusser aparece iu posibilidad de ampliar la ambición de
una filosofía estructura li sta que se ofrece a la vez como tal y como
expresión del fin de la filosofía, posible superación de ésta en norn-
pués, hizo abortar el proyecto. Gran lector de Pascal. A!tll~!SSCr está bre de la teoría. La separación conceptualizada por Althusser entre
atravesado entonces por la inquietud de una mística trágica, por el ciencia e ideología permite por otra parte coincidir con la división en
carácter insoluble de la contradicción. Aunque abandonó el camino trance de generalizarse entre la tecnoestructuru y los ejccutantes. Los
cristiano, desplaza su búsqueda del absoluto a un marxismo purifica- althusserianos «confirman ampliamente la división entre la elite eru-
do, filosofía cristalina, capaz de ir en contra de la fe religiosa, instru- dita y los de a pie, y la llevan a cabo en sus revistas, su movimiento
mento de superación de la metafísica, sustituyéndola por una ciencia maoista, jerarquizados en estados mayores con sus enlaces, sus corni-
total, exclusiva, rigurosa: «En su habitación vi las obras de Lenin junto tés de base: organización calcada de la de la administración france-
a las de Teresa de Ávila, y me hice la pregunta que siempre me ator- 5a»5. El proyecto se inscribe plenamente entonces en una perspectiva
mentó: la del cambio. ¿Cambió Althusser en su intimidad secreta y de unificación del campo de reflexión de las ciencias del hombre
profunda?»3. colocadas bajo la vigilante dirección de los filósofos: «Hubo una ten-
La ontologización de la estructura en boga en estos años sesenta tativa clara de construcción de una problemática unitaria de las cien-
permite a Althusser desplazar el sistema de causalidad en uso en la cias socialess-".
vulgata marxista. Hasta el momento se trataba de limitar los esque-
mas de explicación a la concepción monocausal del reflejo. Todo
debía derivar de lo económico, y las superestructuras se concebían UN OBJETIVO ESTRATÉGICO
entonces como simples traducciones del sustrato infraestructural, Rom-
per con esta trayectoria puramente mecánica tenía la doble ventaja de La intervención althusseriana se inscribe también en el interior de
complicar el sistema de causalidad sustituyendo la relación causal otra lógica. política esta vez, para discutir la validez de las posiciones
simple de efecto por una causalidad estructural en la que es la propia oficiales mantenidas por la dirección del PCF Como hemos visto, La
estructura la que designa el predominio. Pero el modelo de análisis Nouvelle Critique se convierte de marzo de 1965 a febrero de 1966
althusscriano permite también, como dice Vinccnt Descornbes, salvar en el lugar de un gran debate entre intelectuales comunistas sobre las
el modelo económico soviético que sigue siendo considerado como relaciones entre marxismo y humanismo. Es el momento del gran
algo conforme al modelo socialista, disociado de una reaiidad políti- enfrentamiento entre las tesis de Roger Garaudy, partidario de un hurna-
ca e ideológica autónoma y discutible. Althusser podía así explicar nismo marxista, y las de Althusser, que defiende el antihumanismo
una crítica del estalinismo que va más lejos de la simple protesta ofi- teórico: «Esta controversia [... ] nos parece que plantea en términos
cial contra el culto de la personalidad, pero al menor costo, puesto concisos las cuestiones esenciales del estatuto teórico del materialis-
que su crítica preservaba, en nombre de la autonomía relativa de las mo histórico»? Es Jorge Sernprún quien comienza la discusión de la
instancias del modo de producción, la base socialista del sistema. posición althusseriana al disociar el pensamiento marxista, que es un
Enseguida comprende entonces la utilidad que puede representar el pensamiento dialéctico, del pensamiento althusseriano, que funciona
estructuralismo para un marxismo a renovar y para seguir conside- en términos de rupturas. Apoyándose en la Critica de Lafiiosofia del
rando a la Unión Soviética como un país socialista: «La doctrina derecho de Hegel, escrita por Marx en 1843, muestra que incluso el
estructuralista estuvo a punto de ser elaborada en la E IS bajo la égida jC'VCf' -larx nunca tuvo una concepción abstracta del hombre, sino
de Althusser»:', y estuvo especialmente representada por sus discípu- que por el contrario lo define desde esta época como un ser plena-
los de Cahiers pour L'analyse . Cada una de las avanzadas estructura- mente social. Michel Plon insiste en el carácter indisociable del mar-
listas se si tuaba hasta entonces en el interior de una esfera particular xismo y del humanismo, aunque se adhiera a la posición althusseria-
del saber: la antropología para Lévi-Strausx, el psicoanálisis para
Lacan, lu lingüística para Greirnas ...

ldcm.
(, Éti"IlIlC Ralihm, entrevista con <:1autor.
.l. Cuiuon. ibid., p. Xl). «Ouverturc dun débat: ruarx ismc el humanisnl.e),/.a Nouvelle Critique l64 (marzo
-.:l Vinccnt Dcscornbes, entrevista con el autor. 196'i1. p. l.

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na cuando ésta critica el uso de la noción de alienación fuera del vago puramente teórica, exegética, permitía salir de la culpabilización por
dominio de la ideología. Distingue cuidadosamente entre el humanis- ser comunixta tras el descubrimiento de los crímenes estalinistas: «Los
mo abstracto y universalizante de la burguesía en ascenso y las posi- trabajos de Althusscr representaron sin duda una bocanada de aire
ciones marxistas, pero «el humanismo designa algo que, en su propio fresco»". El contexto es favorable al éxito de las tesis nlthusserianas,
fondo, es esencial para el rnarxismo..''. Pierre Macherey, por su parte, puesto que el PCF intenta establecer una nueva relación con los inte-
defiende las posiciones althusserianas puras y duras, y opone al dis- lectuales desde fines de los años cincuenta para salir poco a poco del
curso de síntesis que esbozan algunos ideólogos de la dirección del estalinismo. Se abre a nuevas formas de expresión artística, a las van-
partido una posición tajante de ruptura: «Entre la postura de Sernprún guardias, rompiendo así con el realismo socialista, y a nuevas exi-
y la de Althusser hay rupturas". Rechaza todo diálogo entre dos dis- gencias teóricas, abandonando el delirio Iyssenkista del pasado.
cursos que no dan el mismo significado a los conceptos utilizados. La Maurice Thorez anuncia incluso en 1959 la creación del Centre d' é-
apariencia de utilización de una misma terminología es engañosa, tude et de recherche marxiste (CERM), cuyo director será Roger
puesto que oculta concepciones opuestas. Así sucede con el término Garaudy. El PCF busca entonces compensar las pérdidas del año trau-
práctico, que se refiere en Semprún a un objeto real mientras que es mático de 1956 reanudando el diálogo interrumpido con los intelec-
objeto de teoría en Althusser. Michel Verret también toma partido con tuales. Althusser venía entonces muy bien, como la culminación de
entusiasmo por Althusser: «Este humanismo, y Althusser lo subraya Lll1 proceso que comienza a principios de la década, y que asigna a los
especialmente, no puede más que seguir el destino teórico de la alie- intelectuales un lugar preferente en la definición de la nueva política
nación» 10. postestalinÍsta. Pero sus tesis no son adoptadas por el Comité Central
La posición de Roger Garaudy, que alertaba desde 1963 contra el del PCF que se reúne en marzo de J 966 y que llega a la conclusión
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torpedeo del joven Marx por parte de Althusser. es entonces fuerte- de que «el marxismo es el humanismo e nuestro tiempo» .
mente cuestionada por numerosos intelectuales del partido. Pero la A partir de esta victoria de la línea Garaudy, los trabajos de Althusser
reunión de filósofos de Choisy, que tu vo lugar en enero de 1966 sin son cuidadosamente expurgados por la dirección del partido que los
la presencia de Althusser, permite recomponer el equipo de los ideó- hace desaparecer de la bibliografía de la escuela central de cuadros.
lagos de la dirección alrededor de Garaudy: Lucien Seve, Guy Besse, Este fracaso iba a ser compensado por la influencia máxima del lugar
GilbertMury, Paul Boccara, Jean Tex ier expresan sus desacuerdos, en el que Alrhusser podía retomar la iniciativa teórica: la ENS de la
desde registros diferentes, con las posiciones de Althusser, En esta calle Ulrn. Desde allí podía oponer él la dirección del partido un dis-
ocasión, Garaudy ataca firmemente la concepción de ciencia trans- curso marxista fecundado por el estructuralismo y digno de acceder
mitida por Althusser, calificada de «anticuada», «ingenua, escolar y al rango de racionalidad moderna.
mística», así como su «doctrinarisrno descarnado» 11. Teniendo como profesor de filosofía en 1965-1966 a un discípulo
Al figurar así Althusser como marxista herético, aislado frente al de Althusser, Michel Pécheux , Roger-Pol Droit se entusiasma con
aparato del partido, se comprende el interés estratégico que puede Guv Lardreau, Christian J ambet y muchos otros por lo que entonces
representar para él la unión de sus posiciones con las de la marea le parecía la encarnación de la filosofía del concepto: el althussero-
estructuralista que arrastra la adhesión entusiasta de los intelectuales lacanisrno. Hoy. esta época de formación, la de sus borracheras filo-
de mediados de los años sesenta. Althusser presentaba la ventaja de sóficas, le parece a Roger-Pol Droit una «época enredada: red en el
defender un «marxismo cartesiano, constituido por ideas claras y sentido de marco conceptual de elucidación. Teníamos el sentimien-
netas»!", que devolvía a los intelectuales su orgullo de ser comunis- to de que a condición de ocultar lo adecuado, se vería brotar lo que
tas. La vuelta a Marx , a los textos fundadores con una aproximación no se hubiera podido ver sin la red, La estructura tiene algo de esto:
es del orden de lo que aparece en negativo de lo que no se ve, de la
diversidad coloreada de lo real, Y al mismo tiempo, son redes en el
M. SIMON, ibid .. núm. 165 (ubril 19(5), p. 127. sentido celular del termino»!".
() I).i\1¡\l'IlEI{EY, «Marx isme et hum.uusrne», ibid. 16h (llld}'U 19(5), p. 132.
IU M. VEI<RET, ibid. lóS, (julio-agosto 19(5), p. 96.
11 H. CJAR/\UDY, informe Íntegro de la reunión de filósofos de Choisv en enero de 1966, ¡:; Entrevista (-)4, cu J. Vcl'dt~s-l .eroux , L; Hév('¡¡ dc: SOIJUl({1l1hulcs. ci t.. p. 297,
pp. 125, 12S, 14í\. citado por J, VFIWios·I.EROUX. Le R,;,··,,!! de: S()IIIIIIIIIlI?Ules. Fnyard. 1,)í\7. 1,1 COlnlle' C"llIr,,] del PCF. 1] IJ de nuuv.o dL' 1')(,6, Cnhict» du COIIIIIIIIII!S/l/C.

p.296. )lllliu d.: ]L)Ó(). léll'ldo [lm J Vcrdés·l,crollx, 1.(' ¡(¡'veil de» SOIlIlIlIlIlIJUlcs. cit, pp. ]]')-]
12 D. LiNLlI'NIlFRG, fA: Mrirvismr int rouvnble, rccd ]U/IS. I'n'). p. lS. I\.uger··Pul Dro it , en ue \ iSla con el autor.

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Los althusserianos habían logrado la hazañn de poner de moda la parte, Althusscr no habría querido, con una publicación en (:ditiolls
epistemología. Era la época en la que se hacía cpistemologfu de cual- Sociales, comprometer al conjunto del partido con sus posiciones, y
quier cosa, lo que permitía decir que ya 110 se hacía filosofía, sino por otra parte el deseo de eficacia llevaría a la opción de Maspero,
ciencia. Esta situación era tanto más paradójica cuanto que la episte- cuya influencia permitía alcanzar un público mucho más amplio que
mología. por su discurso hermético y el alto grado de competencia el del PCF Pero parece que tras esta actitud a la vez audaz y ti mora-
exigido en distintos campos, está en general confinada a pequeños ta hubo un bloqueo de la dirección del partido: «En 1979, Althusser
círculos: «Incluso vi una vez a Derrida, al que se le preguntaba si lo me dijo que había publicado en Maspero tras haber soportado un recha-
que hacía era ciencia, decir que no, pero que podría llegar a serio»!", zo» 1\>'
Es en esta perspectiva cientificista donde se inscribe el proyecto alt- Los althusserianos realizan entonces un «retorno a ... » el propio
husseriano. Respondía también a ese deseo de ruptura de una nueva Marx, extraído de los comentarios, de las exégesis realizadas hasta
generación que no quería cargar con el peso de los crímenes estali- entonces sobre su obra, y que actuaba n de pantalla para un conoci-
nistas, y tenía sed de absoluto, lo que permitió la paradójica concilia- miento directo de sus tesis. Es en el acto de leer a Marx donde se ins-
ción de un voluntarismo político delirante, de un militantisrno encar- cribe el primer desplazamiento de los althusserianos, que en este
nizado, con la concepción de un proceso sin sujeto que alcanzaba el punto participan plenamente en el paradigma estructural al privilegiar
compromiso místico: «Como para todos los religiosos, el sujeto se la esfera del discurso y la lógica interna de un sistema cerrado sobre
arranca de sí mismo para ser el agente de un proceso. Yo fui alumno sí mismo. Sin duda el punto de vista de Althusser 110 deriva de la lin-
de los jesuitas. Es evidente, nos separábamos de nosotros mismos, güística, sino que participa de esa autonornización de la esfera dis-
dejando de ser sujetos ante el gran Sujeto que era el Proceso, y así sal- cursiva que debe ser abordada a partir de una nueva teoría del Leer,
vábamos nuestras almas. Era perfectamente conciliable»!". Para toda inaugurada por el propio Marx, ignorada por la vulgata y retornada
una generación, Althusser va a convertirse en el polo de atracción de por Althusser.
los que quieren salir de los academicismos, que encuentran en él un Esta nueva práctica de la lectura es denominada lectura sintorná-
portaestandarte, un punto de sujeción: «Estudié en los años 1955-1960 rica. calificativo directamente tomado del psicoanálisis, y especial-
y Althusser nos aportaba una especie de iluminación. Era extraordi- mente de Lacan. Vol vemos a encontrar aquí el carácter más esencial
nariamente estirnu [ante» I~. de lo que no es visible y que se refiere a la carencia, a la ausencia.
Althusser distingue dos modos de lectura de los clásicos de la economía
política en Marx , En primer lugar, lee el discurso del otro, Ricardo,
EL RETORNO A ... MARX Smith, etc., en el interior de sus propias categorías de pensamien-
J
to, para captar las carencias y establecer en qué son diferentes, mostrando
En 1965 aparecen las dos obras que van a convertirse inmediata- así lo que no fue captado por sus predecesores. El resultado de esta
mente en la referencia principal del periodo: una recopilación de primera lectura hace posible «un trazado de las concordancias y dis-
ar-tículos de Althusser, La revolucián teórico de Mar», y un libro cordancias»?". Tras esta primera aproximación, se perfila una lectura
colectivo, Para leer El Capital, que reúne en torno a Alrhusser con- más esencial de Marx, más allá de las carencias, lagunas y silencios
tribuciones de Jacques Ranciere, Pierre Machyrey,Étienne Balibar y identificados; permite a Marx percibir lo que la economía política
Roger Establet. Ambas obras aparecen en Editions Maspero, v el clásica no veía, aún viéndolo. Hace manifiestas positividades no
éxito es inmediato y espectacular, puesto que de La revolucion '[(;óri- cuestionadas por sus predecesores. Marx hace así aparecer respuestas
ea de Marx, publicado en la colección «Théorie», se venderán 32.000 allí donde no había pregunta, en un juego puramente intertextual
ejemplares. Podemos preguntarnos sí la opción de Maspero (creada donde ve lo no visto de lo visto de la economía política clásica: «No
en 1959) por parte de Louis Althusser es deliberada o si es resultado ver es entonces interno al ver, es una forma de ver, por lo tanto man-
de UIl rechazo previo de Éditiolls Sociales. Según Guy BéS:,C. por una tiene una relación necesaria con ver»?". De la misma manera que el

:'J J. vcrdcs-Lcroux , Le l?é'L'eil rlt:» .V()/lIJ1l11l1!JU[(' ·, cu., p. 2l)).


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le, Jacquc« Houverexxe , cntr...-vist« con el .uuor. e,· L. AUIII.'SSI'!C Lire f." ('''f'''f(//lll)()'iI. Pcute Collccuou Muspcr«. 1<J71.IL 161cd.
n Dominique Lccourt , cuucvista COI\ el autor, cast.: Pu/"a leer «1:.) Capital, México, siglo XXI, Il)()l)J.
IX Pierre Machcrcy, crurcvista con el autor. :: tt-t«, p. 20.

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individuo expresa un cieno número de síntomas de su neurosis sin tador de una ciencia nueva, Althusscr percibe un corte radical entre
poder remitir lo que puede observar de su propio comportamiento a UD joven Marx atrapado en el idealismo hegeliano y un Marx cientí-
lo que lo provoca, la economía política no puede ver y compaginar lo fico de la madurez. Ahora bien, «Bachelard nunca había hablado de
que hace. corte entre una ciencia y un edificio filosófico anterior»?". Según
Este modo de lectura combina una doble ventaja: por una parte. la Althusser. Marx accede al nivel científico cuando consigue efectuar
de inscribirse en el interior de una exigencia de rigor lingüístico, bus- un corte con la herencia filosófica e ideológica de la que estaba
cando la clave de la problemática en el interior del texto, en su eco- impregnado. Althusser establece incluso las fases de gestación de este
nomía interna; y por otra parte, la de ofrecer un método que, al estilo proceso, y data con exactitud el momento de esta cesura que le per-
del análisis freudiano, considera que la realidad más esencial es la mite acceder al campo científico: 1845. Todo lo que precede a esta
más escondida, no situándose en la ausencia del discurso ni en lo fecha pertenece a las obras de juventud, a un Marx antes de Marx.
explícito de éste, sino en el intervalo de su latencia, necesitando por El joven Marx está marcado por la temática feuerbachiana de la
lo tanto una escucha o lectura particular para revelarse a sí mismo. Si alienación, del hombre genérico. Es la época de un Marx humanista,
la inadvertencia concierne al ver, la ad venencia depende de las con- racionalista, liberal, más cercano a Kant y Fichte que a Hegel: «Las
diciones estructurales, de las condiciones de existencia del decir, del obras del primer momento suponen una problemática de tipo kan tia-
campo de posibilidades del decir y el no decir. Este desplazamiento no-fichteanov+. Su problemática está centrada entonces alrededor de
toma cosas tanto de Foucault como de Lacan: «Althusser no hace más la figura de un hombre consagrado a la libertad, que debe restaurar su
que plagiar los conceptos de Foucault y Lacan»22 Esta dialectización esencia perdida en la trama de una historia que lo ha alienado. La
del espacio de lo visible y lo invisible se modela sobre el trabajo de contradicción a superar se sitúa por lo tanto en la alienación de la
Foucault en su Historia de la locura, invocada como ejemplar en el razón, encarnada por un Estado que permanece sordo a la reivindica-
inicio de Para leer El Capital no sólo a propósito de la relación de ción de Libertad. A su pesar, el hombre realiza su esencia mediante
interioridad de la sombra, de las tinieblas y la luz, sino también a propó- los productos alienados de su trabajo, y debe culminar su realización
sito de la atención él las condiciones, aparentemente heterogéneas, recuperando esta esencia alienada para volverse transparente a sí
que constituyen las positividades de saber como unidades: «Térmi- mismo, hombre total, realizado por fin al final de la Historia. Esta
nos que beben de notabilísimos pasajes del prefacio de M. Foucault inversión procede directamente de la obra de Feuerbach: «El fondo de
a su Historia de la locura-J>, la problemática filosófica es feuerbachiana»?".
Según Althusser, es en 1845 cuando Marx rompe con esta concep-
ción que basa la historia y la política en una esencia del hombre, para
EL CORTE EPISTLóMOL.ÓGICO sustituida por una teoría científica de la historia, articulada sobre con-
ceptos de elucidación completamente nuevos, como los de formación
Althusser utiliza también la noción de ruptura epistemológica que social, fuerzas productivas, relaciones de producción ... Expulsa enton-
toma de Bachelard radicalizándola con el término de corte para acen- ces las categorías filosóficas de sujeto, esencia, alienación, y realiza
tuar su aspecto tajante. Toma entonces su modelo de análisis de la una crítica radical del humanismo, asignado al estatuto mixtificador
epistemología cienrffica para utilizado en su lectura de la obra de Marx. de la ideología de la clase dominante. Este Marx , el de maduración,
Bachelard aplicaba especialmente esta noción de ruptura al campo de abarca el periodo 1845- 1857, Y permite la gran obra científica de la
la física, y más concretamente a la mecánica cuántica, para expresar madurez. EL Capital. verdadera ciencia de los modos de producción,
la separación entre conocimiento científico y conocimiento sensible. por lo tanto de la historia humana.
Althusser amplía esta noción de ruptura al valor de concepto gene- Esta cesura fundamental percibida en el interior de la obra de Marx
ral, aplicable a toda historia de las ciencias, señalando In necesidad de fue posible por el desplazamiento del marxismo del terreno de la pra-
discernir las discontinuidudcs a partir de las cuales se edifica este o
aquel edificio científico. En este deseo de presentar a Marx como por-
~..•Donunique Lccourr, enrrevistu con el autor.
7.5 L. .-\,THl'SSf.'I<. /'U/I/" Mnrx lJlJ651. Maspero, J<)69, p. 27 [ed. casi.: L.u revolucián
27_ Daniel Hecquernont, entrevista con el autor. teorice d" Marx, México, Siglo XX!. J 9721.
1; l .. Althusser, Li rc Le Capita], cit.. l. 1, p. 2(,. 2(, lbirt .. p. 39.

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x is al de la epistemología. Gracias a El Capit al, que ocupa un lugar Pero al ofrecerle un sistema cerrado sobre sí mismo, precipitó su
como contribución científica igual a los Principia de Newton, Marx crisis: «Esto acabó con las esperanzas de cierto marxismo, porque
habría roto definitivamente con lo ideológico: «Sabemos que no exis- tras este cierre de circuito sistemático, se gira en el vacío. Si el mar-
te ciencia pura más que a condición de purificarla sin cesar. [...] Esta xismo está vivo, no es por contentarse con exhumar conceptos cien-
purificación, esta liberación sólo se adquieren al precio de una ince- tíficos, Este aspecto contribuyó a un cierto declive del marxismo al
sante lucha contra la ideologíax-". Mientras que hasta entonces la que sin embargo quiso salvar. ¿Cómo construir un marxismo, que es
obra de Marx era percibida como la recuperación de la dialéctica fundamentalmente un pensamiento de la historia, con un método que
hegeliana desde un punto de vista materialista, Althusser opone tér- es fundamentalmente antihistórico?»:". Si en última instancia Althusser
mino a término la dialéctica en Hegel y en Marx. Éste no se conten- cortó la rama sobre la que estaba sentado, no dejó de dar nuevos aires
tó con darle la vuelta al idealismo hegeliano, sino que construyó una de forma temporal al pensamiento marxista, y de confortar a toda una
teoría cuya estructura es totalmente diferente, aunque la terminología corriente intelectual moderna con la búsqueda de una ruptura radical
de la negación, de la identidad de los contrarios, de la superación de teórica, institucional y política.
la contradicción, puede hacer pensar en una gran similitud: «Es deci-
didamente imposible mantener, en su aparente rigor, la ficción de la
inversión. Puesto que en realidad Marx no conservó, al invertidos, los U"lA TOTALIDAD ESTRUCTURADA
términos del modelo begeliano de la sociedad»:".
Esta discontinuidad que percibe Althusser entre Hegel y Marx le Althusser sustituye la vuígata mecanicista de la teoría del reflejo
permite romper con la vulgata econornicista estalinista que se con- por una totalidad estructurada en la cual el sentido está en función de
tentaba con sustituir la esencia político-ideológica de Hegel por la la posición de cada una de las instancias del modo de producción. Así
esfera de lo económico como esencia. Pero esta crítica del mecanis- Althusser reconoce una eficacia propia a la superestructura, que puede
mo en uso en el pensamiento marxista se hace en nombre de la cons- encontrarse en algunos casos en una relación de autonomía relativa
trucción de una teoría pura, descontexrualizada. A título de tal acce- respecto a la infraestructura. Es esta separación de la esfera ideológi-
de al estatuto de ciencia. Para Althusser, el materialismo dialéctico es co-política la que permite a Althusser salvaguardar la base socialista
la teoría que fundamenta la cientificidad del materialismo histórico, de la Unión Soviética, puesto que su autonomía relativa «explica de
y por lo tanto debe preservarse de toda contaminación ideológica que forma muy simple, en teoría, que la infraestructura socialista haya
la asedia sin descanso: «Se ve que no puede ser en último extremo podido, en lo esencial, desarrollarse sin daños, durante este periodo
una cuestión de inversión. Puesto que no se obtiene una ciencia invir- de errores que afectaron a la superestructura»'}. Como se decía en la
tiendo una ideología»?". época, no se tira al niño con el agua del baño, y si se puede hablar
El materialismo histórico es, por lo tanto, la ciencia de la cientifici- lezttimamente de los crímenes estalinistas, de la represión feroz ejer-
dad de las ciencias. Un cientificismo evidente atraviesa la aproximación cida por el poder sobre las masas, no se puede hablar de explotación
althusseriana, lo que no puede menos que dejar perplejo a UIl historia- y de fracaso de un sistema. que ha permanecido fundamental y mila-
dor, aunque esté tan comprometido en la construcción de una historia grosamente preservado en el nivel de su infraestructura, indemne
marxista como Pierre Vilar: «Hay una progresión en el pensamiento frente a la degeneración burocrática, que no afecta más que él las altas
de Marx que no tiene nada que ver con un corte. No estoy en absolu- esferas de la sociedad soviética. Frente a la totalidad ideológico-polí-
to de acuerdo con una concepción aSÍ, que de hecho se vincula con la tica heaeliana, Althusser opone la totalidad estructurada del marxis-
obra de FOLlcault».lo. Althusser ciertamente quiso escapar de la vulgata mo, estructura COJ11pleja, y ·jerarquizada de forma diferente según los
estalinista, que tenía tendencia él percibirlo todo como reflejo de la eco- momentos históricos por el lugar respectivo que ocupan las diversas
nomía, dándole autonomía a un campo científico purificado. A este res- instancias (ideológica, política ... ) en el modo de producción, dando
pecto, provocó una auténtica renovación del pensamiento marxista. por supuesto que lo económico sigue siendo determinante cn última
instancia.
¡bid,p_ 171_
lbid., p_ IOf\_
tu«, p. j 96_ P~~ul Val ad.cr. entrev1sta cun el autor.
JO Picrrc Vi lar, entrevista con el autor. L. /\lthu,'iser. fJOUt cu., p. 240.

340 341
·Con Althusser, la estructura se pluralizu y descompone la tempo- da a sus elementos. de la misma manera que el significante desborda
ralJcI<~dumtana en temporalidades múltiples: «No hay historia en gene- al significado, se relaciona con esa estructura uesférica que define el
ral, sino estructuras específicas de la historicidadx V. No hay enton- Sujeto en Lacan, ese Sujeto construido a partir de la carencia, de la
ces más que temporalidades diferenciales, situadas en una relación de pérdida del Significante primero. Esta dialéctica alrededor del vacío
autonomía respecto al todo: «La especificidad de cada uno de estos se encuentra de forma paralela en Althusser y Lacan, y el principio de
tiempos, de cada una de estas historias, o dicho de otro modo su auto- explicación, evidentemente no falsable, puede acomodarse a cual-
nomía e independencia relativas, están "basadas en un cierto tipo de quier situación como un ábrete sésamo. La purificación del marxismo
articulación con el todo»>'.
alcanza el más alto grado de una metafísica que «hace sacrificios tam-
Althusser participa, por lo tanto, en una deconstrucción de la his- bién a un Dios oculto, en nombre de la lucha contra la teologías-F.
toria, propia del paradigma estructural, sin negar la historicidad, pero Esta filosofía estructuralista, que se adorna con toda la parafernalia de
descomponiéndola en unidades heterogéneas. La totalidad estructura- la cientificidad para renovar el marxismo o el freudismo, se desdobla
da en Althusser es deshistorizada y descontextualizada, tanto más cuan- en una ontolozización de las estructuras gracias al concepto de cau-
to que hay que separarse de lo ideológico para acceder a la ciencia. salidad estructural. Se plantea entonces el hecho de que «las estruc-
~l, conocimiento (Generalidad III) no es posible más que por media- turas son causas profundas y los fenómenos observables simples efec-
cion de ~n cuerpo de conceptos (Generalidades Il) que trabaja sobre tos de superficie; [... ] estas estructuras tienen entonces un estatuto
la .matena prima empírica (Generalidad 1). Una aproximación así asi- ambiguov'". Son en efecto entidades ocultas, no lo bastante sólidas
mila el objeto de análisis del marxismo a los objetos de las ciencias para actuar puesto que, en tanto que estructuras, no son más que puras
físicas y químicas, lo que implica un absoluto descentramiento del relaciones; pero por otro lado son demasiado sólidas para ser estruc-
sujeto: «Es confundir las ciencias experimentales con las ciencias lla- turas en el sentido de Lévi-Strauss, y permiten así explicar en térmi-
madas humanass '>.
nos de causalidad los fenómenos observables.
Los préstamos de Lacan son omnipresentes en Althusser, y la exis-
tencia de una fuerte corriente althusseriano-Iacaniana en la calle Ulm
LA CAUSALIDAD ESTRL;CTURAL está basada entonces en una matriz teórica que permite realizar la sín-
tesis entre ambas aproximaciones: de la lectura siniomática pasando
El estructuralisrno intentó huir globalrnente de los sistemas de por la causalidad estructural ausente en sus efectos, para desembocar
causalida~ simplistas, y desde este punto de vista Althusser participa en otro instrumento conceptual fundamental del althusserismo,
en esta cnentacion rompiendo con la teoría del reflejo. oponiéndole importado del psicoanálisis: la sobredeterminación. «Yo no he crea-
la combinatoria interna de la estructura del modo de producción. Pero do este concepto. Como he indicado, lo he tomado de dos disciplinas
no renuncia, sin embargo, a buscar un sistema de causalidad, indis- existentes: en este caso la lingüística y el psicoanálisis»?".
pensable para plantear el carácter científico de su teoría. Detine por Este concepto es central porque da a la contradicción marxista su
lo tanto una determinación nueva, que califica de causalidad estruc- especificidad, permite explicar la totalidad estructurada, el paso de
tural o de causalidad metonímica: «Creo que entendido como el con- una estructura a otra estructura, en una formación social concreta.
cepto d~ eficacia de una causa ausente, este concepto es adecuado Con la sobredeterminación, Althusser importa otros conceptos freu-
para designar la ausencia personificada de la estructura en los efectos dianos como el de condensación o el de desplazamiento, que hacen
considerados-s-c.
su entrada en el campo del marxismo. Esta intrusión permite plurali-
Este concepto de la eficacia de una ausencia. esta estructura defi- zar la contradicción, cuando no disolverla. «Viene a corroer [... ] los
nida como causa ausente de sus efectos, en la medida en que desbor- confortables arreglos del logos de la contradicción- ".

.\3 L.. ALfHUSSER, Li n: Le Capital. cir., 1. 2, p. 59.


;4 Ibid., p. 47.
~.: .1,-\1. Vinccnt. «l..e théoric-isme et sa rcctification», en Contre Alrhusscr. cit., p. 226 .
.15 K. NA'iR, «Marx isrne ou struclllralislllc·)>>.en Cono" Ahhusscr, 10/I.x, 1974, p. 192
Vinceni
'.1:-: i)escon)b~s. enrrevistu con el autor.
ledo cust.: Contra Allhusser, Barcelona. Madrágora. J 9751.
l·; L Alrhusscr, Pour ;\,1(/)". cit.. P 212, n. 411.
30 L. AlTIIUSSER, Lire I"e Capital. l. 2, cit., p. 17 f.
.'<: .1.-1\11.Benoisi, La Révol utionstructuralc, cit., p. 236.

342
343
EL ANTll-IUMANISMO TEÓRICO y EL. A:'-ITlHISTORIC1S.\10 sin embargo, a una instancia particular, la económica, el lugar dctermi-
nantc, el de 18 relación de las relaciones, el de la causalidad estructural.
La pasiónpor las tesis althusscrianas se corresponde también con A partir de esta elaboración teórica, se hace posible una ciencia de los
un momento del pensamiento en el que el Sujeto se volatiliza del modos de producción, puesto que puede a la vez alcanzar un elevado nivel
horizonte teórico, El programa cstructuralista ya ha logrado reducir el de abstracción, de generalización, y disponer de un sistema de causalidad
Sujeto, destronarlo, dividirlo, hacerlo insignificante, yAlthusser sitúa pertinente. En una ciencia así, el Sujeto brilla por su no pertinencia, es
a Marx del lado de los que, a partir de las ciencias sociales, realizan simplemente inencontrable, cadáver exquisito arrojado con el agua del
y amplían este descentramiento del hombre bajo todas sus formas: baño ideológico: «Los hombres no aparecen en la teoría más que bajo la
«Desde la relación estricta con la teoría, se puede y se debe hablar forma de soportes de las relaciones implicadas en la estructuras, y las for-
abiertamente de un antihumanismo teórico de Marx»:". La noción de mas de su individualidad como efectos determinados de la estructurae ".
hombre pierde todo su significado, es remitida al estatuto de mito Este desccntramiento encuentra entonces apoyo en el paradigma estruc-
filosófico, de categoría ideológica contemporánea de la ascensión de turalista. Reclama también una filiación filosófica, la de Spinoza, en su
la burguesía como clase dominante, La lectura de El Capital conce- definición de los atributos que funcionan como pertinencias captadas en
bida desde la perspectiva del antihumanisrno teórico va a poner en acción el interior del modo de producción en Marx. Es por lo tanto un proceso
las categorías estructurales, esencial mente lacanianas en Althusser v sin sujeto el que, según los althusserianos, anima el curso de la historia,
Iévi-straussianas en Étienne Balibar: «En Para leer El Capital imité Al mismo tiempo que el Sujeto, se rechaza toda concepción histo-
cierto número de modelos de construcción de conceptos que, sin ser ricista, puesto que vendría a pervertir el horizonte teórico, científico, al
de Lévi-Strauss, permitían descubrir con asombro en los textos de que se quiere acceder: «La caída de la ciencia en la historia es aquí sólo
Marx un método comparable, Hay aspectos en Marx que se relacio- el indicio de una caída teórica-'" Este antihistoricismo pasa por la des-
nan ,con un estructuralismo anricipadox". composición de las temporalidades y la construcción de una totalidad
Etienne Balibar escribe, en efecto, una contribución esencial en la articulada alrededor de relaciones pertinentes en una teoría general.
recopilación colectiva Para leer El Capital, donde estudia los conceptos Pero esta totalidad se encuentra inrnovilizada en tanto que estado de
fundamentales del materialismo histórico, Esta explicación de las tesis estructura, al estile de las sociedades frías, sin ser captada en lo que
de Marx parte de un aparato teórico en el que encuentran sin dificultad actúa e11 sus contradicciones internas, en sus posibles superaciones. El
los presupuestos metodológicos del estrucrumlismo lévi -straussiano. estado de estructura sustituye, en una operación metonímica, al cadá-
Los conceptos marxistas son reconstituidos a partir de determinaciones ver del sujeto desaparecido y de su historicidad. Como hay que vincu-
puramente formales, evolucionan según un sistema de diferencias nerti- lar esta estructura atrofiada, petrificada, a algún punto, Althusser le
rientes puramente espaciales que excluyen la naturalez.a material, 1(;sus- ofrece un punto de anclaje, gracias al estatuto que concede al concep-
tancia concreta de los objetos considerados. a la manera del modelo to de ideología: éste va a desempeñar un papel de pivote similar al
fonológico. Como para el estudio de las estructuras elementales de! papel que juega lo simbólico en Lacan o Lévi-Strauss. Althusser hace
parentesco, no se trata de describir empíricamente lo real observable, de ella una categoría invariante, aternporal, a la manera del inconscien-
sino de definir el modo de producción como «la determinación diferen- te freudiano. Esto le permite complicar el tipo de relación puramente
cial de formas, y definir un "modo" como un sistema de formas oue instrumental utilizado en la vulgata marxista cuando considera la ideo-
representa UIl estado de la variación.c+'. La separación de las referencias logía dominante como el simple instrumento de la clase dominante.
da a la aproximación un carácter esencialmente formal que permite aspi-
rar a la mayor amplitud de aplicación para todos los casos: «Esta com-
binación -casi una combinatoria- [,.. J nos incitará a hablar aquí de un U:-; SUJETO SUSTITUTO: LA IDEOLOGíA
estructuralismo totalmente insólito»44, En este,puro juego combinatorio
de las formas. de las diferencias pertinentes, Eucnnc i3aLh¿lr reconoce. Althusscr eleva la instancia ideológica al estadio de verdadera fun-
ción que goza de una nuronomía relativa que no permite ya plegaria
·11 L. Ah husscr, PO/(I" Murs, cii., p. 2:16.
-12 f~ljellJle Hal ibar. cnrrcvista C011 cl autor.
.,. fó. H¡\UUAI(, fjre Le C"I,illl/lI96.'í1 .. Maxpcro 19(,7. p. 2(H.
" (:. 13,dib"" Li,» L,· Ccpit ct], 1. 2. cu .. Jl. 249.
".,iu«, p. 20:).
" l .. !\llhllSScT, Lir« Le C"pilu!' lo 1, ci t., p. 170.

344 345
'l

de forma mecánica sobre lo que la sostiene. Pero esta separación de


la ideología se desdobla en una hipertrofia de ésta, que toma la forma
¡
:,!
32
de un estructura transhistórica a la que Althusser llama a construir la :J
·5,
teoría. La eficacia de la ideología desemboca entonces en la creación,
por las prácticas inducidas, de sujetos en situación de absoluta sumi-
EL SEGUNDO ALIENTO DEL MARXISMO
sión respecto al lugar que les es asignado, los transforma en objetos
mistificados de fuerzas ocultas representadas por un nuevo sujeto de
la historia: la ideología.
Es la época en que todo es ideología: los sentimientos, los com-
portamientos ... Nada escapa a la crítica de la ideología, categoría
englobante en cuyo interior se mueve impotente el individuo. La única
escapatoria de lo que podría ser un círculo vicioso en un sistema
cerrado, la única forma de salir de este laberinto, se encuentra para
Althusser en el corte epistemológico, único hilo de Ariadna que per-
mite el advenimiento de la ciencia.
El marxismo como teoría de las prácticas teóricas, como deter-
gente de lo ideológico en nombre de la ciencia, permite a toda una La nueva lectura althusseriana va a suponer una auténtica cura de
generación reconciliar su compromiso político con una verdadera rejuvenecimiento para un marxismo renovado y expurgado de su des-
exigencia científica que se vincula por su pureza con el deseo de tino funesto. De todas partes se apoderan de este Marx de la madurez
absoluto metafísico. Se comprende que una máquina para pensar para hacer de él la orit1ama de la cientificidad de la disciplina, como
como ésta haya entusiasmado a una juventud ávida de las armas de la atestigua el notable éxito de ventas de La revolución teórica de Marx,
crítica. obra, sin embargo, muy teórica. Por otra parte, la concepción gleba-
lizante del althusserisrno permite a cada continente del saber sentirse
parte de una aventura común. Marx vuelve a encontrarse en la inter-
sección de todas las investigaciones, auténtico denominador común
de todas las ciencias sociales.
Por el campo de la filosofía, Althusser provoca la adhesión, tan
ejemplar como inesperada, de un brillante filósofo cercano a Sartre,
Alain Badiou, que publica un artículo entusiasta sobre el (re)inicio
del materialismo dialéctico en la revista Critique 1: «Este artículo era
muy favorable y todo el mundo se quedó muy sorprendido por este
gin)>>2 Sartre pierde una vez más a uno de sus discípulos, arrastrado
por la ola estructural. Alain Badiou se alegra de la armonía que surge
de las nuevas tesis althusserianas y de la coyuntura política. Percibe
tres tipos de marxismo, al distinguir un marxismo fundamental que se
apoya exclusivamente en el joven Marx de los Manuscritos de J 844,
un marxismo totalitario basado en las leyes dialécticas, y sitúa al alt-
husserismo como la realización de un marxismo analógico para el
que El Capital es el objeto privilegiado y que «utiliza los conceptos

I A. 8,\1J1()(:. "Le (IT)col11ll1cnCemenl du marérialisrue dialecuquc», Critique, (mayo


1%7)
2 Pierrc Machcrey. entrevista con el autor.

346 347
marxistas de tal forma que desmonta su organización. En efecto, con- Pages, en una disciplina que en la época es para los ojos de los al-
cibe la relación entre las estructuras de base y las superestructuras thusserianos el peor de los horrores. Se integra en este marco en tanto
[... ] como puro isornorñsmo»>. Tras la publicación de este artículo, que discípulo de Althusser y Canguilhern, con una perspectiva críti-
Alain Badiou es requerido por el grupo de trabajo de Althusser para ca, como caballo de Troya del psicologismo. En 1966 conoce a dos
participar en el curso de filosofía para científicos que se desarrolla en investigadores de otro laboratorio de psicología social, el de la VI
la ENS en 1967. Es entonces cuando, ante una increíble multitud, sección de la EPHE, dirigido por Serge Moscovici: Michel Plon y
Badiou da un curso sobre la idea de modelo. Paul Henry. Los tres van a realizar una crítica desde el interior de las
Esta simbiosis entre compromiso político, reflexión epistemológi- formas clásicas de las ciencias humanas: «Habíamos constituido una
ea y nueva aproximación al marxismo no se limita por otra parte al especie de equipo informal y trabajábamos juntos prácticamente toda
ámbito de influencia del Barrio Latino, sino que extiende sus ramifi- la sernana»>.
caciones sobre la mayoría de los carnpus universitarios de Francia. En Michel Sirnon era un técnico del laboratorio convertido en investi-
Aix-en-Provence, Joélle Proust, que en esta época tiene veinte años y gador; en cuanto a Paul Henry, se había formado como matemático,
trabaja bajo la dirección de Gilles-Gaston Granger en epistemología, pero, interesado por la etnología, había ido a ver a Lévi-Strauss en 1962,
descubre La revolución teórica de Marx con pasión y discute estas al acabar la licenciatura de matemáticas, para expresarle su deseo de
nuevas tesis en su grupo de trabajo: «Estábamos totalmente conven- hacer etnología. Lévi-Strauss había atraído su atención por su utiliza-
cidos. Para nosotros suponía el descubrimiento de un horizonte teóri- ción de modelos matemáticos y por su voluntad de construir una teo-
co ligado a posiciones pol íticas, e indisociable del estructuralismo ría global de la comunicación. Paul Henry recibe el consejo de hacer
que aparecía como la clave de interpretación de numerosos campos lingüística y un diploma de etnología. Cuando entra en este laborato-
diferentes. Lo que era fascinante era que funcionaba en lingüística, rio de psicología social, se sitúa, igual que Pécheux, en una perspectiva
así que todos hacíamos algo de Iingüística»:'. crítica. Se asombra de la utilización de las matemáticas, de la prolife-
Este retorno a los textos de Marx, a su construcción interna, que ración de ecuaciones sin construcción conceptual, y sus proyectos de
no deja de recordar el método de Martial Guéroult, representó para una investigación se orientan cada vez más hacia la lingüística, hacia las
generación de filósofos la posibilidad de romper con una enseñanza estructuras de lenguaje, las nociones de implícito, de presuposición ...
en la que se tenía tendencia a disolver la especificidad de los proble- que lo situaban en el centro de la problemática estructuralista: «Nos
mas filosóficos en beneficio de un análisis de influencias, puramente interesábamos por el estructuralismo porque era un medio de criticar
doxográfico. Si bien el marxismo estructural althusseriano pudo pre- la psicología social, la idea de sujeto en particular-".
sentarse como la base de una nueva era de la filosofía, todos los con- Este pequeño grupo de trabajo, animado por Pécheux. va a inten-
tinentes del saber experimentaron la sacudida telúrica de 1965, Y el tar la aplicación de las tesis althusserianas a la lingüística. Tendrá múl-
modelo althusseriano que se apoyaba sobre la marea estructuralista tiples prolongaciones, especialmente en Nanterre con las investigacio-
fue a su vez la rampa de lanzamiento de empresas de transformación nes de Régine Robin, Denise Maldidier, Francoise Gadet, Claudine
de las ciencias sociales. Norrnand ... Michel Pécheux, bajo el seudónimo de Thomas Herbert,
firma dos artículos en Les Cahiers J70ur /' analyse en 1966 yl 9687.
Este trabajo teórico se inscribe en la filiación del doble retorno él
EL ALTHUSSERlSMO EN LJNGüíSTICA Marx, tal y como lo emprendió Althusser, y del retorno a Freud por
parte de Lacan. Es este trabajo de elaboración teórica el que va a ser-
Un discípulo muy cercano de Althusser, Michel Pécheux , pensa- vir de marco a la publicación de la obra que hace el papel de mani-
ba que la mejor manera de hacer filosofía en estos años sesenta era fiesto rnetodológico, EL análisis automático del discurso, publicado
hacerla en el campo de las ciencias sociales. En este sentido, es algo
excepcional entre los discípulos de la ENS. Entra en el CNRS en UD
laboratorio de psicología social de la Sorbona, bajo la dirección de , Paul Henry, entrevista con el autor.
" Ibid.
7 TH. HE1UlERT. «Réflexions sur la situurion théorique des sciences sociales, spéciale-
rnent de la psychologie sociule», Cuhiers pour I 'U na Iy\ (' 2, (marzo-abril 19(6), reed. J -2,
.• A. Budiou, Critique, un. cit., p. 44). pp. 141-167; TI-!. HERI3ERT, «Rernarques pour une théorie générale des idéologies», Cuhiers
" Joélle Proust. entrevista con el autor. pour I'analys« 9 (verano 19M;), pp. 74-92.

348 349
8
en ,~969 . Estel:abajo va a servir de pasarela del althusserismo hacia más bien sartriano, gran admirador de la Crítica de la razón dialécti-
el cam. po de. las 1l1\./es.trgaClOneSliugüísticas <.]V 11 Iichel- p~
r • , • ~, '. ec'1',lCUXlIe fleo. de
, ea. Con Emmanuel Terray, toda una rama estructural-marxista va a
t~mblen. la tests ?el corte en el proceso de construcción de una cien- transformar la antropología. Terray tuvo a Althusser como profesor
era, y ofr~ce el ejemplo de prácticas técnicas transformadas solamen- en la ENS, pero abandona Ulm en 1961, justo antes de que Althusser
te ~I~ un, segundo momento en prácticas científicas, como los alambi. emprenda su trabajo sobre Marx. En el momento de la publicación de
que~ o las balanzas ... Antes de ser objetos de la teoría de la ffsi las tesis althusserianas,Terray está en el campo en Costa de Marfil, y
GalIleo,. las balanza~ se utilizaban desde hacía mucho tiemp~l~~ cl~~ es su amigo Alain Badiou el que lo mantiene al corriente de los acon-
~anSa?,CIOnes com~rclale~: ~<E~;eproceso es exactamente lo que Pecheux tecimientos: «Leí La revolución teórica de Marx y Para leer El Capital
arn:r. repro~~cclOn metódica del objeto de una ciencias".
con mucha más atención y pasión» 12. Lo que le parece más esencial
ció ~c~el ~ec~~l1X, ~,~e ve en este segundo estadio la auténtica realiza- es el artículo de Althusser aparecido en La revolución teórica de
l~n e a clencl~, esta convencirin de que las ciencias sociales no son
Marx «Contradicción y sobredeterminación», en la medida en que
mas que ld~~Io?la~: ~ ,que las crítica:, que se les pueden dirigir desde el
permite apartar al marxismo de los problemas de origen, de la meta-
pun~ d; vlstdf¡lo~oÍ1co Son vanas. Espera transformarlas desde el inte-
física, para hacer de él un instrumento de análisis científico. Pero lo
~lOr otandol~~ de mstrum~ntos propiamente científicos aplicables en su
que va a influir sobre todo en su perspectiva de antropólogo es la con-
campo específico Ahora bien, la proximidad de esta ideología ro ia de
tribución de Étienne Balibar «Los conceptos fundamentales del mate-
las Cle~cl.a~. socl,ales,con la práctica política en su función rep:ad~ctora
de las relaciones sociales Implica hacer prevalecer el análisis del instru- rialismo histórico» en Para leer El Capital.
Terray va a probar la validez de los conceptos de modo de pro-
~~nto ml:l11o ,del poder político que es el discurso. Es necesario enron-
ce~ elU~ld::tr este vínculo oculto entre práctica política v ciencias socia- ducción, de relación de producción, de fuerzas producti vas, su articu-
~es. :<P:cheL:x ,rechaza totalmente .la concepción del 'lenguaje que lo lación con los estudios de campo de la antropología: «Leyendo este
reduce a un mstrun~el~to d~ COl11ul1Icación de significaciones que exis- texto escribí la segunda parte de mi libro El marxismo ante los
tan y rPue.dan se.r,definidas m~dependientemente del lengué.Ue» íD. sociedades primitivas'r, es decir, una relectura del trabajo de Claude
l~a ,on~ntaCI?n que da P.echeux al análisis del discurso se inscribe Meillassoux a través de la trama conceptual propuesta por Étienne
:n a c(;ncepclOn althussenana de la ideología, erigida en auténtico Balibar»l". Ames de su publicación, envía su texto a Althusser, que lo
~L~Jeto (el dIscurso, elemento universal de la existencia histórica considera no sólo pertinente, sino que enseguida capta el interés de
echeux constru~e su concepto de discurso para explicitar el vfnculo una irrupción de sus tesis en el campo de la antropología. Desde enton-
~ntre lel:guaJe e ídeologra «Se coloca entre lo que se puede llamar el ces, Terray se encuentra integrado en el círculo de los althusserianos.
sUJ~lo, cl~,lI~.ngL~a.Jey el sujeto de la ideologÍél» 11, en el corazón de la En Costa de Marfil en esa época trabajaba otro etnólogo amigo de
pro eruauca de, un marxIsmo estrucruralizado. Terray que también iba a compartir la problemática alrhusseriuna:
Marc Augé. «Althusser tuvo una enorme influencia porque aparecía
como un libertador, un modelo de matices comparado con la vulgata
EL ALTHl'SSER1SMO EN A:\TROPOLOGÍA marxista» 15 En su monograña sobre los alladian, probaba también,
pero solamente en las notas, la pertinencia del modelo althusseria-
La conversi d Al ' B . no!", aunque hoy reconoce haberse sentido poco cómodo con esta
, IOI~l e ain adiou al althusserismo va a traer consi-
go Id del antropologo Emmanuel Ten-ay, también en sus comienzos gimnasia de proyección teórica sobre una realidad mal adaptada a su
trama de lectura de la época: «No se correspondía con lo que empíri-
camente tenía ante mis ojos, es decir, personas que se preguntaban
. ",. M ' PlóCHfUX
'.","L'A na Iyse automatiquc du discours. Duuod I LJH) I ¡ "', .:
1I/1I/{¡.I'IS(IJi/0Il10IlCodeldisCIlf'SO Madrid C"u ' l'nK; ,,1. ec.cd't..Huunu.1!
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rido por PaullJcnrv). '
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~~l;ljy.<~e {'~IOI7Ull{lll(,
INI..\
c/u atscour, de Michc: Pecheux»,
vc flIlIO/uu¡ique t.!1I discoun· (texto rcmi
12
'1
Emmanuel Terray, emrevisra con el autor.
E. TERRAY, L." Mnrxismr del'{IIII les ,\'ociél';S p rimitivcs, Maspero , 19691ed. cast.: LI
10 lbid. - nuirxisrno al/fe las sociedadrs prhnitivus, Buenos Aires, Losada, 197 J l.
1.1 P. J-J LNRY, «F:piskl1l()lo~ie J L.'
Terr.rv, L:'nlre.\"ista con él autor.
:1 J::~nlI11~lI1ueI

Pecheux»_ te.x ro citado. ....- (e._ AlJa(v.')·c (/L/[()}}IOlique du discuun dt.' \1ichd l." Marc Augé. elltr~\'ista COII el autor.
", r\'1 ¡\L.(;É, 1,[' Rimge All adi.n), ORSTOM, IY69.

350
3SJ
por la muerte, la enfermedad, el más allá» 17 Estas formas de interro- invierte la división técnica del trabajo al mismo tiempo que quita a los
gación eran entonces demasiado excéntricas respecto de los instru- obreros su saber propio para transferirlo a una burocracia patronal.
mentos utilizados en el estructural-marxismo ulthusseriano, que, sin Sin embargo, el carácter muy teórico de las tesis althusserianas no
embargo, 110 dejó de suponer una auténtica apertura de la antropolo- permite abrir una brecha decisiva e inmediata en el territorio de los
gía hacia toda una reflexión sobre lo social y lo económico. economistas, que no serán verdaderamente sacudidos por el althusse-
rismo hasta la onda expansiva del movimiento de mayo de 1968.

EL ALTHUSSER1SMO EN ECOf\m!lfA
ALTHLSSER: E\TRODUCTOR DE LACAN
El althusserismo también se desarrolló en el campo de estudios
de los economistas. Suzanne de Brunoff, bajo la influencia directa de Althusser tLlVOtambién el mérito de instalar el psicoanálisis en el
Althusser, publica LaMonnaie che; Mar ..t, libro contemporáneo de La centro de la vida intelectual francesa gracias a la publicación de su ar-
revolución teórica de Marx. Pero fue espectacular en la época el éxito tículo «Freud y Lacan» en 1964, en el momento en que Lacan despla-
del trabajo de Charles Bettelheirn que se inspira en las categorías alt- za su seminario a la El S de Ulm20. Su toma de posición permite abrir
husserianas de las contradicciones entre relaciones de producción V el marxismo al freudismo, y romper así las separaciones impuestas por el
fuerzas productivas para demostrar -y en esto se separa ¿le Althusser- estalinismo, cerrado al discurso psicoanalítico. El retorno a Freud toma
el restablecimiento del modo de producción capitalista en la Unión en Althusser la forma de un recurso a Lacan, La lucha que entablan uno
Soviética. Apoyándose en una invariante, la de la separación entre y otro contra el humanismo, el psicologismo, en nombre de la ciencia
productores y poseedores de los medios de producción que está en la es en efecto similar, y se presenta de forma análoga como una renova-
base de la organización de la empresa en la economía soviética, dedu- ción del tipo de lectura de los textos fundadores de Marx y de Freud.
ce el dominio capitalista de la formación social. En una perspectiva Un mismo trabajo de elucidación epistemológica y de crítica ideo-
estructural-marxista, el sentido es un sentido de posición definido por lógica aproxima ambas empresas, althusseriana y lacaniana: «El retor-
una bipoluridad que opone el proletario al burócrata. el cual, al izual no a Freud no es un retorno al nacimiento de Freud: es un retorno a
que en el capitalismo, está del otro lado de L..i estructuru. 21 interé~ de su madurez»?". Lo que saluda Althusser en la aproximación lacania-
la obra de Bettleheim residía también en una reducción del papel na es entonces la realización de un corte en la obra de Freud similar
dominante atribuido en la vulguta marxista a las fuerzas productivas, al que él percibe en el interior de la obra de Marx: «La primera pala-
colocando el acento, por el contrario, en el papel principal desempe- bra de Lacan es para decir: en el principio Freud fundó una cien-
ñado por las relaciones sociales de producción en la propia organiza- cia»22. Ahora bien, una ciencia debe tener su propio objeto; no puede
ción de la producción IX. Coincide sobre este punto con Balibar al constituirse como simple arte de acomodar los restos. Tras el descu-
considerar que el nivel de las fuerzas productivas es también una rela- brimiento freudiano de este objeto específico, el inconsciente, Lacan
ción de producción. Cuestiona la neutralidad de las fuerzas producti- representa según Althusser un paso adelante en la constitución del
vas, tesis que retornará más tarde Robert Linhart en su estudio sobre psicoanálisis como ciencia, situando el paso de la existencia biológi-
las contradicciones inherentes al desarrollo de! socialismo soviético, ca a la existencia humana bajo el registro de la Ley del Orden que es
Lenin, Los campesinos, Tavlor'", el lenguaje. Según Althusser, la aportación de Lacan se sitúa en el
Roben Linhart muestra aquí la oposición entre la construcción de predominio que otorga a lo simbólico sobre lo imaginario: «El punto
una realidad socialista y la aplicación por parte de Lenin, desde 1918, capital que Lacan ha iluminado: estos dos momentos están domina-
del modelo taylorista que implicaba una marcada división entre una dos, gobernados y marcados por una única Ley, la de lo simbólicoe+'.
tecnocracia dirigente y los ejecutantes. Esta aplicación del taylorisrno

2U L. AITlll;SSFR, «Frcud el Lacun», L(/ Nouvel!e Critique 161·1(,'2 (diciembre-enero


1'; Marc Augé, erurevisui COn el autor.
1964· 1<)6:' l.
I~ CH. Rl:T1T-:l.HEIM. CaICII/ écoJ/onliquc (.'1[ornu-« de jJ!opril;/(;. Le Scuil<Vlü"ipero. " L. Alrhusser, «Frcud er Lncan», ibid. [reirup. CII: Positions, 1~:cI.Soc ialcx, 1076. p.
1 'no 16: ed. casi.: Posiciones, Barcelona. Anagrama, 11)771.
1') R. LINIIAlrf', Leninc, les' jJay.";uI1S, Tavlor, Le Scui l, 1<)76 [er.l. cusr.: i.cnin, lo» catn- :, lbid., p. 16.
pcsinos s Taylor, Barccloua, hlicioilcs :2()()1, 101\0 l. '1 lhid., p. :26.

352 353
Este dcsccntramiento del ego, su subordinación a un orden que se 33
le escapa se relaciona con la lectura que hace Althusser de Marx
según la cual la historia es un proceso sin sujeto. Así, pudo alzar el
vuelo un althussero-Iacanismo y hacer de la pareja Marx/Freud la
gran máquina para pensar de los años sesenta, dando a un marxismo 1966: EL AÑO LUZ /I.
renovado una segunda oportunidad de la que se iba a beneficiar sobre
todo tras el 68. EL AÑO ESTRUCTURAL

«Todo se desbarató a partir de 1966. Un amigo me había prestado


Las palabras y Las cosas, que cometí la locura de abrir. [...] Abandoné
de golpe a Stendhal, Mandelstam y Rimbaud, igual que se deja un día de
fumar Gitanes, para paladear a las personas con las que Foucault nos
alimentaba, Freud, Saussure y Ricardo. Tenía una enfermedad. La
fiebre no me abandonaba y amaba esa peste. Procuraba no cuidarrne.
Estaba orgulloso de mi ciencia como un piojo en la cabeza del papa.
Discutía filosofía. Me denominaba estructuralista, pero no lo gritaba
a los cuatro vientos porque mi saber aún era tierno, frágil, un soplo
de viento lo habría dispersado. Pasaba las noches estudiando por mi
cuenta, de tapadillo, los principios de la lingüística y estaba muy con-
tento. l...
] Me atiborraba de síntagrnas y de morfernas. [... ] Si discu-
tía con un humanista, lo aplastaba de un golpe de episteme. l... ]
Pronuncio, con una voz conmovida, casi temblorosa, y preferente-
mente en las noches de otoño, los nombres de Derrida o de Propp,
igual que un soldado veterano acaricia las banderas tomadas al ene-
migo. [... ] Jakobson es mi trópico o mi ecuador, E. Benveniste mi
Guadalupe y el código proairético mi Club Méditerranée. Veo a
Hjelmslev como una estepa. [... ] Me parece que no soy el únieo en
haberse extraviado en estos desvaríos» l.
Gilles Lapouge describe en estos términos burlones, veinte años
después, lo que fue la auténtica fiebre del sábado noche de este año 1966
para un estructuralismo que alcanzó entonces su apogeo. Toda la efer-
vescencia de las ciencias humanas converge en este momento para

j G. L¡\POl'GE. «Encare un effort et juurai épOLISé mon ternps», Lo Quinraine


Littéraire, núm. 459. 16-30 de m.uzo de 1986, p. 30.

354 355
~---~----------~-------~ ... _-~- -------------------

irradiar el horizonte de las í nvestigaciones y las publicaciones alre- CO»7. Este enorme volumen de novecientas páginas de estilo barroco,
dedor del paradigma estructuralista. 1966 es «el punto central. [... ] Se hermético a pedir de boca, consagra a Lacan en 1966 como el «Freud
puede decir que, al menos en París, hubo ese año una gran mezcla, francés». Cuando las recensiones aparecen en la prensa, el Lacan ya
probablemente decisiva, de los temas más punteros de investiga- había vendido 5.000 ejemplares y Le Seuil debe reimprimir urgente-
ciónx". El año 1966 puede ser año santo estructuralista. Y si podemos mente la obra, que aún no había acabado su carrera, puesto que hasta
hablar de los hijos de 1848 o de 1968, hay que añadir los hijos, igual- 1984 se habían vendido más de 36.000 volúmenes. Aparecido en bol-
mente turbulentos, de 1966: «Soy un hijo de 1966»3. sillo en 1970, dividido en dos volúmenes, batirá todos los récords:
94.000 el primer volumen y 65.000 el segundo.
Siempre en Le Seuil, en la colección «Tel Quel», Todorov da a
LA EDICIÓN EN EL PAÍS DE LA ESTRUCTCRA conocer al público francés la obra de los formalistas rusos con su
Teoría de la literatura, con prefacio de Jakobson. Gérard Genette
La actualidad editorial del año traduce en todos los campos la publica Figures en la misma colección.
fuerza de la explosión estructurulista que adquiere la potencia, en 1966, El acontecimiento del año que relega por su éxito a un segundo
de una auténtica sacudida telúrica. Júzguese por la profusión de obras plano a las demás obras es sin duda la aparición de la obra de Michel
fundamentales editadas en este único año. Roland Barthes publica su Foucault Las palabras y las cosas. Hecho sin precedentes, la tirada se
famosa respuesta al panfleto de Picard, Critica y verdad (Le Seuil), agota en algunos días: «Foucault como rosquillas: 800 ejemplares de
sobre la que Renaud Matignon clama en L'Exp ress: «Es el asunto Las palabras y las cosas vendidos en cinco días durante la última
Dreyfus del mundo de las letras; también aquí hay un Picard, escrito semana de julio (9.000 ejemplares en totalj-", En el año 1966, cuan-
casi igual, y se acaba de proclamar su "Yo acuso'tv", y asimila el lugar do el libro apareció en abril, Las palabras y las cosas vende 20.000
de la obra de Barthes en la historia del pensamiento crítico al de la ejemplares, y en 1987 la venta se elevará a 103.000 ejemplares", cifra
declaración de los derechos del hombre en la historia de la sociedad. totalmente excepcional considerando la dificultad de la obra en cues-
Si bien los franceses no entablaron una auténtica guerra civil para tión.
saber quién tenía razón, Barthes () Picard, el mundo intelectual estu- La obra de Foucault permite el lanzamiento de la «Bibliotheque
vo dividido ese año por esta línea. des scicnccs humaines- por parte de Pierre Nora, que acaba de entrar
Por su parte, Greimas publica en Larousse su Semántica estructu- en Gallirnard a fines de 1965: «Sentí claramente que había un movi-
ral: «Mi semántica se ha convertido, gracias a Dubois, en estructural miento cuya unidad general era lo que se llamaba ciencias humanas.
en letras rojas. Me dijo: "Mil ejemplares vendidos más si usted añade Se inician investigaciones convergentes entre disciplinas distintas alre-
estructural't»". Este calificativo de estructural/estructuralista es por lo dedor de una problemática común basada en el hecho de que los hom-
tanto un buen argumento para las ventas a mediados de los años bres hablan para decir cosas de las que no son necesariamente res-
sesenta. Todos los medios sociales se ven alcanzados por el fenóme- ponsables, que acaban en actos que no necesariamente quisieron, que
no, incluso «el entrenador de la selección francesa de fútbol declara están atravesados por determinaciones de las que no son conscientes
que iba a emprender la reorganización del equipo según principios y que los dirigen. [... ] Por otra parte, un segundo movimiento atra-
6.
estructuralistas» viesa estas investigaciones, y es el contenido sociopolítico de ese
Francois Wahl, gran amigo y editor de Roland Barthes en Le Seuil saber al que se atribuía un valor en último extremo subversivo» 10.
consigue convencer a Lacan para recopilar sus artículos: «Los Escritos Pierre Nora saca simultáneamente en la misma colección, junto al
fueron publicados porque era yo, si digo la verdad: me encontré de libro de Michel Foucault, la obra de Elias Canetti Masa y poder, la de
facto en una posición central, en el sentido simplemente topográfi- Genevieve Calame-Griaule Etnología y lenguaje, y una obra que va a

R. BAIUIIES, «Avant-propos: 1971 N, Essais critirnu-s. Poi nts-Se.uil, 1981. p. 7. Francois \\/a1-11,entrevista con el autor.
\ Philippe Hamon. entrevista con el autor. , Le ;vol/ve! Observateur. núm. 91, 10 de agosto de 1966, p. 29, citado por A.-S.
4 R. MAJ'I(iNON, L' Express, 2 de mayo de 1966. PEPRIAI\X. «Le strucruralisrne en Frunce», memoria de DEA bajo la dirección de J. Julliard.
/\.--.1. C;REflvlAS, citado por J.--C', Chcvalicr. y P. Encre.'/lj. Lun.i~uc.lro'f(\'u¡se, arto cit.. septiembre de 1987. p. J4.
p.97. o Informaciones proporcionadus por Pierre Nora.
() Je.ui Poui llon, entrevista con el autor. lO Pierre Nora. entrevis:a con el autor.

356 357
convertirse en la gran referencia del momento, sacando a su autor del añadir a esta fecha las obras recientes, exhumadas en 1966 y conside-
aislamiento en el que estaba confinado en el College de France: Pro- radas como indispensables en el recorrido balizado del buen estructu-
blemas de lingüística general de Érnile Benveniste. ralista. Así sucede con el libro de Gilles-Gaston Grunger, Pensée for-
Pierre Nora no quiere, sin embargo, limitarse al papel de portavoz, melle et science de L'homme (Aubier, 19(0): «Cuando llegué a la Sor-
de simple eco sonoro del estructuralismo: pide al mismo tiempo a bona en 1965- J 966, pregunté a los que tenían dos o tres años más que
Raymond Aran, cuyo seminario sigue, preparar una obra que apare- yo qué había que leer. Todo el mundo me dijo que había que leer ese
cerá en 1967, Las etapas del pensamiento sociológico. Sin embargo, libro que, por otra parte, citaba todo el mundo»J3. Lo mismo pasa con
su situación de responsable de ciencias humanas en Gallimard en 1966 la obra de Jean Rousset, primordial para toda una generación, Forme
hizo de él, muy a su pesar, el cantor del estructuralismo. Intenta ade- el signification (Corti, 1962), en la que el autor se propone analizar la
más una vía que fracasará con Lévi-Strauss: «Cuando entré en Galli- producción de una significación en el interior de los textos, a partir de
mard, fui a verlo para atraerlo. Por razones anecdóticas, no quiso»!'. su estructurución interna, concebida en términos formales.
Fue en ] 966 cuando Payot decidió publicar un libro originariamente
previsto por un editor alemán, La Religion romaine archaique de
Georges Dumézil. Pierre Nora captó inmediatamente el beneficio que LAS REVISTAS E~ EL PAís DE L.A ESTRUCTURA
podía obtener como editor de la obra de Durnézil en este clima estruc-
turalizante; va entonces a ver a Dumézil: «Intervino Pierre Nora. Fue Este año 1966 es también el de una intensa actividad estructuralis-
él quien me fabricó. Soy una creación de Gallirnard»!". ta por parte de las revistas. Primero se crean muchas de ellas. La revis-
Aunque algunas editoriales como Le Seuil o Gallimard aparecen ta Langages saca su primer número en marzo de ] 966 y presenta el
como puntas de lanza de la empresa editorial e structuralista, otros estudio científico del lenguaje como una dimensión esencial de la cul-
editores participan en la fiesta de este año 1966. Las Editions de tura. Inscribe su proyecto como algo abierto a la interacción de diver-
..,
Minuit publican una obra de Pierre Bourdieu, L'Amour de I'urt, escri- ..;; sas disciplinas que utilizan una ret1exión sobre la lengua. También a
ta con Alain Darbel. En cuanto a Éditions Fruncois Maspero, que comienzos de 1966 aparecen los les Cahiers pour L'analyse, publica-
habia provocado el choque en 1965 con la doble aparición de Para dos por el círculo de epistemología de la École normale superieure,
leer El Capital y La revolución teórica de Marx, publican una obra cuya introducción, firmada por Jacques-Alain Miller por el comité de
althusseriana de Pierre Macherey, Pour une théorie de lo production redacción, se propone la ambición de constituir un discurso a partir
littéraire. PUF reedita la tesis de Georges Canguilhern, Le Normal et de todas las ciencias del análisis: la lógica, la lingüística y el psicoaná-
le pathologique, aparecido inicialmente en 1943. Los historiadores, lisis. El primer número está consagrado a la verdad y publica el famo-
por su parte, no permanecen mudos ante esta creciente oleada de la so texto de Lacan «La ciencia y la verdad», que será reirnpreso en los
estructura, y la escuela de los Annales publica también en este 1966 Escritos, en Le Seuil. En el número 3 de Les Cahiers pour L'analyse,
un cierto número de obras importantes como la tesis de Emmanuel Le aparecido en mayo de 1966, Lacan se sitúa claramente en la órbita
Roy Ladurie Les Paysans de Languedoc, aparecida en SEVPEN estructuralista, en una respuesta que da a los estudiantes de filosofía:
(EPHE), y la obra de Pierre Goubert Louis XIV el vingt millions de «El psicoanálisis como ciencia será estructuralista, hasta el punto de
Francais, que aparece en Fayard. En cuanto al maestro de la escuela reconocer en la ciencia un rechazo del sujeto»!", El discurso analítico
de los Annales, Fernand Braudel, se aprovecha de esta pasión por la debe servir por 10 tanto para la construcción de una teoría de la ciencia.
larga duración y las estructuras reeditando su tesis en Armand Colin,
El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe Il.
Para el aprendiz de lector estructuralista, el año 1966 no es enton- Communications 8: un vasto programa
ces un año de tregua, sino que exige una actividad de lectura casi esta-
janovista. Cada día aporta su lote de al imento conceptual, y hay que Pero el acontecimiento principal fue la aparición del número 8 de
Communications consagrado al análisis estructural del relato y que

" IIÚd.
G.
12 DlJi'vll:':ZJL, entrevistu con .lean-Picrre Sulgus. La (Juií'l':.aint' tiné rnire, 16 de marzo Phiiippc Humou. cntrevistu COIl el autor.
de 1986. ,., .l. L\C'\N, Les Cahicrs pourFunalvse :1 (mayo J 9(6), pp. 5- J 3.

35ts 359
reúne a las grandes firmas de la semiología del momento: Roland El otro gran modelo de análisis narrativo se encuentra en el trabajo
Barthes, Algirdas-Julien Greimas, Claucle Brérnond, Umberto Eco, de Vladirnir Propp sobre los cuentos maravillosos. Su obra Morfologia
J ules Gritti, Violette Morin, Christian Mctz, Tz.vetan Todorov y del cuento, aparecida en 1928 en la U nión Soviética, va a convertirse
Gérard Genette. Más que un número de revista entre otros. tiene valor en la gran fuente de inspiración del método estructuralista, sobre todo
prograrnático. Además de la introducción al análisis estructural del a partir de su aparición en Francia en L 965 en Le Seuil. Este libro, tra-
relato redactada por Barthes, que propone como modelo fundador él ducido al inglés en 1958, ya había atraído la atención de Lévi-Strauss
la propia lingüística para «descronologiz ar» y «relogificar» el relato en 196018. En su artículo, Lévi-Strauss expone el método de Propp, se
en una trama estructural, Greimas sitúa la empresa en la intersección entusiasma por sus anticipaciones calificadas de proféticas, pero criti-
1 ca la distinción establecida entre cuento y mito tal y como la define
de la semántica y el análisis lévi-straussiano de los mitos. Su contri-
bución está escrita como homenaje a Lévi-Strauss, y sitúa su estudio í Propp. Para Lévi-Strauss, el cuento es un poco la versión degradada,
en una perspectiva complementaria a la del antropólogo, como la de debilitada, del mito primario, y su aspecto más maleable a las perrnu-
la constitución de elementos para una teoría de la interpretación taciones más diversas lo hace menos adecuado que el mito para el aná-
del relato mítico: «Los progresos obtenidos recientemente en las lisis estructural. Pero Lévi-Strauss critica con vigor sobre todo el for-
investigaciones rnitológicas, gracias sobre todo a los trabajos de Claude malismo de Propp, al que opone la vía estructuralista: «El formalismo
Lévi-Strauss, constituyen una aportación considerable de materiales niega su objeto. En Propp, desemboca en el descubrimiento de que no
y elementos de reflexión a la teoría semántica» 15 Greimas se instala existe en realidad más que un solo cuento»!", Lévi-Strauss reprocha al
entonces en el campo mismo de Lévi-Strauss, y retorna el mito de refe- formalismo ignorar la complementariedad entre significante y signifi-
rencia bororo que había servido como base al primer tomo de las cado señalada por Saussure. Si bien lo esencial del propósito de Lévi-
Mitolágicas, Lo crudo y lo cocido. Sin embargo, desplaza el ángulo Strauss consiste en una crítica de método, no deja de señalar, sin embar-
de análisis del relato mitológico considerado como unidad narrativa, go, la importancia de la obra de Propp, que va a convertirse en una de
y no como unidad del universo mitológico, para explicitar sus proce- las matrices de reflexión en el marco de la semiología literaria.
dimientos de descripción. Propp responde a estas críticas con ocasión de la edición italiana
Esta aproximación hjelrnsleviana al material estudiado por Lévi- de su libro en 1966: «La morfología y Las raíces históricas del cuen-
Strauss para captar sus estructuras inmanentes no satisface, sin embar- to constituyen las dos partes, o los dos términos, de una gran obra»?".
go, especialmente a Lévi-Strauss, que no considera que deba recibir En efecto, las críticas de Lévi-Strauss no consideran el hecho de que
ninguna lección de rigor, ni siquiera por parte de un semántico de! la morfología del cuento se presenta como el preludio a un estudio
valor de Greimas. Poco después, Lévi-Strauss, que daba cobijo al histórico que es su complemento indisociable; aparecida en la Unión
equipo de semióticos dirigido por Greirnas en su laboratorio de antro- Soviética en 1946, esta segunda obra?' será cuidadosamente ignorada
pología social en el College de France, los desahucia sin previo aviso. en Francia, puesto que hay que esperar a 1983 para que Gallimard la
Ya no podía acoger durante más tiempo a un equipo que pretendía publique, signo de la expulsión deliberada en el curso de los años
hacerlo mejor que él, realizando la síntesis entre su aproximación sesenta de la aproximación histórica.
paradigmática y el análisis sintagmático de Propp: «Greirnas no com- Claude Brémond, que ya había basado su estudio sobre el mensa-
prendió que ambas cosas eran completamente diferentes» 16 Pagó un je narrativo en el método proppiano en Communications número 4
precio muy alto. Las estructuras de Lévi-Strauss en efecto no son las en 1964, retama en 1966 la obra de Propp para definir la lógica de los
estructuras del relato. Lo que estudia no es el encadenamiento lineal, posibles narrativos: «Tuve en mis manos la traducción de Vladimir
sintagmático, de un mito cuyos elementos constitutivos toma aquí y Propp por la señora Jakobson, y efectivamente, encontré que era muy
allá de una estructura paradigrnática: «La estructura del mito es algo
totalmente exterior a la forma narrativa, es algo absolutamente capi-
ta1>,17. , C. LÉVI-STRAUSS. "La structure el la forme», Cahlers de t'Institut de sri ence eco-
nom iqu« appl iqu e« 9 (marzo 1(60). serie M. núm. 7, pp. 3-36 .
.•..Ibid. [rcirnp. en: Anthropologie st ructurale deux, c ir., p. 159J.
15 A.-J. GREIMi\S, «L'uualyse strucruralc du récit», Cornmunication, núm. 8, 1966. 'o V PROPI', en el apéndice a Morfologia della fiabu, Turín, 19661ed. cast.: Mor{<Jlogía
reed. Point s-Seuil , 1981, p. 34. del CUCIlIO. Madrid, Editorial Fundamentos, 19741.
1" Claude Brérnond, entrevista con el autor. " V PROPI'. Les Rocines historiq"es du conte, Gal lirnard, J983 [ed. cast.: Las raíces
17 lbid. históricas del ("lIC1110. Madrid. Editorial Fundamentos, 19741·

360 361
interesante en la medida en quc descentraba la mecánica del relato, Aristóteles y Platón hasta el uso que se hace de ella en la escritura
del personaje, hacia las funciones. Comencé entonces a reflexionar novelesca contemporánea en Philippe Sollers o Jeau Thibaudeau: éstos
sobre esta aproximación, sin considerar nunca que lo que yo hacía se expresan el agotamiento del modo representativo, y anuncian quizá la
inscribía en un proyecto estructuralista. Sin eluda existen las estructu- salida definitiva de la era de la representación. La conjunción de todas
ras del relato, pero no representan más que simples constreñimientos estas contribuciones ofrece un inmenso campo de investigaciones a
lógicos o conveniencias con finalidad dramática. Para mí no hav los literatos, que van a apoderarse de estas nuevas orientaciones para
nada más que buscarv-" Claude Brérnond definía, en su contribución enfrentarse al discurso dominante de la historia clásica de la literatu-
de 1966, un esbozo de tipología de las formas narrativas elementales ra con tanto más entusiasmo cuanto que el proyecto parece a la vez
que corresponden a las categorías universales del comportamiento colectivo y que promete la edificación de una auténtica ciencia nueva.
humano, y a partir de ahí construía una clasificación posible de los
tipos de relato alrededor de una estructura referencial de base que en
un segundo momento experimenta un proceso de complicación, de Les Temps Modernes
adaptación a uno u otro anclaje espacial o temporal.
La contribución de Umberto Eco revela una de las ambiciones del Signo de un éxito que permite desbordar todos los diques, la revis-
programa estructuralista que es descifrarlo todo, no limitar el corpus ta de Sartre, Les Temp s Modernes, consagra en 1966 un número espe-
a las recensiones habituales de los grandes textos de la historia de la cial al estructuralismo ". J ean Pouillon, que se encarga de presentar el
literatura. Eco elige las novelas policíacas populares de Fleming, su número, parte de la constatación innegable de que el estructuralismo
serie de 007 con su héroe Jarnes Bond. Percibe ya en el primer volu- está de moda: «La moda tiene algo de exasperante, y es que al criti-
men de la serie Casino Royal, escrito en 1953, la matriz invariable de caria se cede a ella»26. Define el fenómeno como la expresión de dos
todos los libros futuros y se pregunta acerca de los resortes del éxito grandes ideas: la de totalidad y la de interdependencia, es decir, la
popular de la figura heroica de James Bond. Eco desplaza entonces el búsqueda de las relaciones entre términos diferentes aproximados, no
análisis habitual de las obras de Fleming que valora los aspectos ideo- a pesar de, sino en virtud de sus diferencias. El estructuralismo con-
lógicos mostrando que responden sobre todo a una exigencia retóri- siste entonces «en buscar las relaciones que dan a los términos que
ca. El mundo de Flerning es un mundo maniqueo por comodidad en unen un valor de posición en un conjunto organizado»?". Marc Barbut
el arte de persuadir al lector: «Fleming no es reaccionario por el se pregunta sobre el sentido de la palabra estructura en matemáticas,
hecho de que llene la casilla "::1 malo" de su esquema con un ruso o y evoca la utilización analógica que hace Lévi-Strauss del sistema de
un judío; es reaccionario porque procede mediante esquemass-". Eco las cuatro clases en su análisis del sistema de parentesco kariera.
desplaza entonces la caracterización de reaccionario atribuida él Fleming En cuanto a Greimas, analiza las relaciones entre «estructura e
para calificar un género concreto, que es el de la fábula, cuyo dog- historia» para subrayar la ausencia de pertinencia de la dicotomía
marismo inherente lleva a un pensamiento mediante esquemas inevi- saussuriana entre diacronía y sincronía, a la que opone la concepción
tablemente reaccionarios. de Hjelrnslev de la estructura como mecanismo acrónico. Responde
Por su parte, Todorov se apoya en el desplazamiento realizado por así al reproche de antihistorisrno hecho al estructuralisrno, y evoca el
los formalistas rusos para establecer las categorías del relato literario desacoplamiento de la temporalidad en Fernand Braudel en tres tern-
en el marco de lo que ya llO es un estudio de la literatura, sino de la poralidades: estructural/coyuntural / fáctica, para saludar en ella un
literalidad; ya no comprensión directa de las obras, sino de las vir- esbozo reflexivo y una tentación de integración de la estructura por
tualidades del discurso literario que las hace posibles: «Así los estu- parte de los historiadores, pero sin adherirse, sin embargo, al uso que
dios literarios podrán convertirse en una ciencia de la li teraturas-". se hace de ella: «Una concepción tal no resiste desgraciadamente un
En cuanto a Gérard Genette, se pregunta sobre las fronteras del
relato a partir de las definiciones que ofrece la tradición clásica desde

2' Número especial tituludo Problemes d u siructuratisme, de Les Temps Modernes 246
(noviembre 19(6), contribuciones de J. POlJ1LLON. M. I3AIUlUT, A.-.I. GREIMJ\S, M. (iODELII;i{.
22 Cluudc Brémond, cntrcvistu con el autor. P. BOl.'Rllllól·. P. :VL\CHEREY. J. EHI'\IANN.
L< U. Eco, Communiccnions 8. recd. 1')66, Poiuts-Scuii. 190:1. p. <J1l. ", J PUIIILLO:-i. ibid.. p. 769.
,. 1'. TO))OROV, ibid., p. 131. z: Ibir! .. p. 77 2.

362 363
------------
~----~---~--_.

examen. [... ] En primer lugar, no se ve cómo fundamentar la ecuación Esprit


postulando que lo que dura mucho tiempo es más esencial que lo que
dura pOCO»2S. Para un estructuralista, según Greimas, todo se sitúa en La revista Esprit, que había dedicado uno de sus números en 1963
a una discusión de las tesis de Lévi-Strauss, organiza un congreso
el nivel del modelo metalingüístico, y desde una perspectiva así la
en diciembre de 1966 cuyo contenido será publicado algo más tarde, en
dimensión histórica se ve relegada al papel de «fondo»?",
mayo de 1967 en un número especial consagrado al estructural is-
En el mismo número de Les Temps Modernes, Maurice Godelier
m034. Esprit ofrece a sus lectores un panorama bastante completo.
afirma la pertinencia de la filiación entre Marx y el estructuralisrno. Jean-Marie Domenach percibe el fenómeno estructuralista como una
Marx «anuncia la corriente estructuralista moderna»3ü.Marx es cap- empresa de desestabilización de los términos sobre los que vivía la
tado entonces a partir de la obra de Lévi-Strauss, como el verdadero filosofía hasta entonces, y especialmente el lugar asignado a la con-
precursor del paradigma estructuralista en la medida en que ha per- ciencia. Se pregunta de qué modo esta protesta por parte de hombres
mitido disociar las relaciones sociales visibles y su lógica oculta, en de izquierda que discuten las bases del sistema establecido puede con-
que ha rechazado el historicismo para hacer predominar el estudio ciliarse con su lucha política, puesto que si los hombres son manipu-
estructural, y por último ha desdoblado la contradicción, que no sitúa lados por un sistema apremiante sin poder reconquistar una parte de
en el seno de una misma estructura, sino de «dos estructuras irreduc- conciencia autónoma, ¿en nombre de qué pueden proseguir su pro-
tibles la una a la otra, las fuerzas productivas y las relaciones de pro- testa? El fenómeno estructuralista es complejo y contradictorio, lo
ducción-s ". Por su parte, Pierre Bourdieu enuncia las bases de una que explica la pasión de la que es objeto: «El estructuralismo tiene
sociología del pensamiento intelectual y de la creación artística que dos caras: una expresa la suficiencia epistemológica de nuestra época,
y la otra habla de la angustia de una ausencia, la vuelta de la noche»35.
debe superar la oposición tradicional entre estética interna y externa,
Siempre es la muerte del hombre, su disolución en las estructuras,
gracias a un método estructural riguroso: «El campo intelectual está
lo que provoca las reticencias y críticas de la revista Esprit. Por un
dotado de una autonomía relativa, que autoriza la autonomización
lado, Mikel Dufrenne coloca en el mismo plano el neopositivismo en
metodológica que realiza el método estructural al tratar el campo inte- boga en una Francia que descubre con retraso el positivismo lógico
lectual como un sistema regido por sus leyes propias-F. anglosajón y que lo interpreta a su manera, y el antihumanismo: «La
filosofía contemporánea grita: ¡a por el hombre l e-". Por el otro. Paul
Ricceur reconoce que la conquista del punto de vista estructural es
Aléthéia una conquista de la cientificidad, pero es especialmente costosa, y la
victoria que obtiene se paga al caro precio de dos exclusiones princi-
La revista Aléthéia consagra también un número especial, el de pales, que son el acto de hablar -el habla eliminada por Saussure del
febrero de 1966, al estructuralismo. Encontramos allí un artículo de estudio de la lengua- y la historia. Propone superar esta amputación
Maurice Godelier sobre la contradicción, un artículo de Lévi-Strauss sin volver a caer, sin embargo, en los errores del mentalisrno o del psi-
sobre los criterios específicos en las disciplinas sociales y humanis- cologismo; y por lo tanto «pensar el lenguaje sería pensar de lo que
tas. Kostas Axelos escribe sobre el intento de Lucien Sebag de conci- Saussure dividió, la unidad de la lengua y el habla-V,
liación entre marxismo y estructuralisrno, Georges Lapassade sobre
Hegel. Y en una entrevista, Roland Barthes presenta al estructuralis-
SARTRE SALE DE SU SILENCIO
mo como la posibilidad de «desfechitizar los saberes antiguos o inclu-
so conrernporáneose ". Esta pasión desbordante por el estructuralismo deja sin voz a un
Jean-Paul Sartre encerrado en el mutismo de su travesía del desierto
'X A.-.I. GREIMAS, ibid. [re irnp. en: O" s cns, Le Scuil, 1970, p. 106: ed. cast.: Entorno
,,1 sentido; Madrid, Fragua, 1')731.
2<) lbid., p. 107. ;.¡ Número especia! titulado ,Strw:¡urtllisrl1es. ideolo gir» e! rnétlurdes. dé Esprit 360
JO M. GO!)EUER, «Systeme, structurc el conrradicuon dan, {,e Capital», Les 7('i1I{!S (mayo 1(67).contribuciones de .l.-M. DOMENI\Cfl, M. DUFRI'NNE. P. R1C'(EUR, J. LI\DRIERE,
Mudernes 246 (noviembre 19(6). p. ¡{32. J. CU¡SENll'R. 1'. BLJRGELl\:.)'~ BI~XrJIERAT, J~ C()RNlI~H.
3' M, Goue lier, Les Ternps Muden/es 246. art. cit., p. K'<). j) J .·M. DOME\:Acl-l. "Le systcmc el la persoune». Esprit 360 (II1"Yo 19(7), pp~ 771-7¡{O.
'2 P. 130¡IRLJIEU, «Champ iruetlectuc) el projci cré.ueur», ¡!>id.. p. X66~ }f, M. DUFl<I''<I'E. "La philosophic du néo-posit ivisme». ibid., pp. 781·800~
J, R. 13.~RTHEs, Alélfl";u. tebrero de 1<)66. p. 21 R. '7 P. Rlt'U'UR. "La strucrure. k mot, lévénernent», ibid., pp. X01-~21.

364 365
----------. __ ._---_.

mientras cada éxito de edición socava un poco más las bases de su tilo- ción freudiana en las palabras de Lacan, puesto que el estatuto con-
solfa existencialista, En 1966 el exceso estructura lista le hace salir de su cedido al sujeto en Freud era ya ambiguo y la cura analítica presupo-
s~lencio. El peligro es grande puesto que Foucault, en la cima de la glo- ne por principio que el paciente se deja hacer abandonándose a las
na, acaba de colocarlo en el museo Grévin de los filósofos del siglo XiX. asociaciones libres. La misma crítica de antihisrorismo es dirigida a
Esto es demasiado: decide salir del mutismo v entablar la lucha con Althusser, que privilegia el concepto en su atemporalidad a expensas
ocasión de un número especial que le dedica Ía revista L'Are a fines de la noción, sin percibir la «contradicción permanente entre la estruc-
de 19663x. Bemard Pingaud presenta el número constatando el cambio tura práctico-inerte y el hombre que se descubre condicionado por
r_adica~de los qu~nce últimos años que han visto la desaparición de la ella»:".
filosofía en beneficio de las ciencias humanas: «Ya no se habla de con- Por último, Sartre remite esta explosión de las ciencias humanas
ciencia o de sujeto, sino de reglas, de códigos. de sistemas; ya no se dice alrededor del paradigma estructuralista a una importación americana:
que el hombre construya el sentido, sino que el sentido le llega al hom- sería la adaptación ideológica a una civilización tecnocrática en la
bre; ya no se es existencialista, sino estructuralistasV. Jean-Paul Sartre que ya no hay lugar para la filosofía: «Vean lo que pasa en los Estados
responde a las preguntas de Bernard Pingaud, y esta intervención reve- Unidos: la filosofía ha sido reemplazada por las ciencias humanas»:".
la por su tono polémico la cólera contenida del filósofo y la situación En este año 1966 durante el cual los B52 del presidente Johnson bom-
difícil en la que se encuentra. Al gran éxito del año 1966, Las palabras bardean cotidianamente Vietnam del Norte, se comprende hasta qué
y Las cosas de Michel Foucault, opone que «el éxito de su libro prueba punto esta apreciación puede ser insultante para los mosqueteros estruc-
lo que se esperaba: ahora bien, un pensamiento verdaderamente original turalistas.
nunca es lo que se espera. Foucault da a la gente lo que ésta necesita: El asunto hace mucho ruido porque se deseaba vivamente que
una síntesis ecléctica en la que Robbe-Grillet, el estructuralismo, la lin- Sartre ofreciese su punto de vista sobre los sucesivos cuestionamien-
güística, Lacan, Tel Quel, son utilizados para demostrar la imposibilidad tos de su filosofía desde comienzos de los años sesenta. Le Fígaro Lit-
de una reflexión histórica. Tras la historia, por supuesto, a lo que se téraire practica la dramatización máxima al titular en portada: «Lacan
apunta es al marxismo. Se trata de construir una ideología nueva, la últi- juzga a Sartre». Lacan responde a una entrevista en la que ironiza y
ma barrera que la burguesía puede levantar contra NIarx»40 relativiza la posición de Sartre: «Yo no me sitúo en absoluto respec-
Tras este asalto algo reduccionista, Sartre modera sus palabras to a éh>45 La línea de defensa de Lacan consiste en rechazar la vali-
precisando que no rechaza en bloque el método estructuralista él con~ dez de la referencia a un grupo estructuralista que fuese homogéneo:
dici?n de que sea consciente de sus límites. Si bien para Sartreel pen- «¿Quién va a creer que nos ponemos de acuerdovv". Sin duda no se
sarrnento no se reduce al lenguaje, éste es una pieza fundamental de trata de un complot, sino de debate de ideas, y Jean-Francois Revel,
su filosofía que corresponde a un elemento constitutivo del práctico- virulento crítico de las tesis estructuralistas en su crónica de
inerte. SI ~Ien la obra de Lévi-Strauss merece la gracia de Sartre, L'Express, titula para hablar del informe sobre Sartre de L'Are: «Sartre
responde, sin embargo, a la polémica contra él de El pensamiento sal- en segunda vuelta». Evoca a este respecto «al rey Leal' negado, des-
vaje ~I co~s!derar que «el estructuralismo, tal y como lo concibe y pojado por sus hijas»?", y añade a la analogía sartriana de la corres-
practica Lévi-Strauss, ha contribuido mucho al descrédito actual de la pondencia entre la llegada de una tecnoestructura y el éxito de una
hiistorra»
. 41 . P ara Sartre, Lacan participa plenamente en el estructura- doctrina anrihistórica y negadora del sujeto, una correspondencia de
lismo en la medida en que su descentramiento del sujeto está relacio- orden político con el gaullismo que le habla al ciudadano francés
nado con el mismo descrédito de la historia: «Si ya no hay praxis, no cuando su papel se reduce a escuchar al general encarnar la palabra
puede haber tampoco sujeto. ¿Qué nos dicen Lacan y los psicoana- de Francia durante sus famosas conferencias de prensa.
listas que apelan a él? El hombre no piensa, es pensado, igual que
para algunos lingüistas es hablado»:". Reconoce sin embargo la filia-

"-' lbid., p. 9:1 .


L'Ar« 30 (4" trimestre
.]K 196(¡), número especial J. P. Surtre. 4' lbid., p. 94 .

.1" B. P':--JGAUf), ibid., p. 1. "' J. LACA.", Le Figuro i.itt craire, 29 de diciembre de 1<¡óó, p. 4.
,10 .I.-P. SARTRL: ibid., pp. 87-88. "" lbid., p. 4.
41 Ibid., p. 89. lC J.-E REVEL. «Sartre en ballotage», L'Express, núm. 802. 7 13 de noviembre
c
de
42 lbul., pp. 91-92. 1966. p. 97.

366 367
EL ESTRlJCTURALISMO ATRAVIESA EL ATLANTICO Jean-Pierre Vernant realiza una intervención sobre «La tragedia
griega: problema de interpretación», en la que muestra que 110 se
El año 1966 es también el de los grandes encuentros, simposios puede comprender la tragedia sin apelar al contexto, pero no en el
y coloquios. El castillo de Cerisy sigue siendo un importante lugar sentido clásico del término: «Lo que llamo contexto no es algo que
de actividad intelectual, y acoge ese año un coloquio sobre «Los está fuera del texto, sino que está bajo el texto. Es en la lectura del
caminos actuales de la crítica» cuyas actas aparecerán en Plon en 1968. propio texto, descifrándolo, donde se percibe, en razón de los campos
A orillas del lago Lernan, se celebra en Ginebra en septiembre sernánticos, que estamos obligados a hacer intervenir elementos que
de 1966 un congreso de filosofía de lengua francesa sobre el lengua- son exteriores a la tragedia y que vienen a alimentarla»>'. Jean-Pierre
je, cuyas discusiones se centran en las conferencias de Émi1e Benveniste Vernant insiste en la necesidad de partir del texto en su estructura
y de Mircea Eliade. Pero la efervescencia francesa del momento interna, en su cierre sobre sí mismo, pero a condición de exhumar lo
comienza también a provocar interés fuera de Europa: en octubre que recubre con juegos verbales, semánticos, ideológicos, que permi-
de 1966, se organiza una gran ceremonia del estructuralismo en los ten los efectos específicos del discurso trágico.
Estados Unidos bajo los auspicios del centro de humanidades de la Es en Baltirnore donde Vernant conoce personalmente a Lacan,
Universidad Johns Hopkins. Es la primera vez que el estructuralisrno Encuentro sin continuación, aunque algo más tarde, dc vacaciones en
atraviesa el Atlántico para alcanzar el Nuevo Mundo. Los americanos Belle-Íle, un estupefacto Vernant verá llegar a tres lacanianos que vie-
perciben claramente el fenómeno del pensamiento crítico en Francia nen a explicarle que es indispensable que asista al seminario del maes-
tro Lacan (<<Me explicaron que en realidad yo hacía lo mismo que
como multidisciplinar, e invitan a representantes de las distintas cien-
Lacan sin saberlo. Lo que demostraba que yo necesitaba un buen psi-
cias humanas'": Lucien Goldmann y Georges Poulet son invitados
coanálisis. Les respondí que era un poco tarde, pero me repitieron que
para representar a la crítica literaria de tipo sociológico, Roland Barthes,
Lacan estaba muy interesado por mi trabajo, que seguía con aten-
Tzvetan Todorov y Nico las Ruwet por la semiología literaria, Jacques
ción»:"). Lacan, cuyo discurso era ya difícilmente inteligible en su
Derrida en tanto que filósofo por su trabajo sobre Saussure v Lévi-
lengua natal, intentó expresarse en inglés en Baltimore, cuando no
Strauss publicado a fines de 1965 en la revista Critique'", ]ea~-Pierre
dominaba el idioma, lo que acentuaba todavía más el hermetismo de
Vernant por su antropología histórica de la Grecia antigua, y Jacques
su intervención, que no por ello dejaba de percibirse como la de! gran
Lacan por su relectura estructuralista de Freud. Este simposio apare-
gurú del estructuralismo.
cerá algunos años más tarde en los Estados Unidos?",
Roland Barthes está invitado evidentemente como una de las vedet-
tes de la justa que se disputa en Francia. Habla del arrinconamiento
de la retórica en el siglo XIX y de su sustitución por el positivismo,
que ha separado de forma duradera el destino de la literatura y de la
teoría del lenguaje. Por este rodeo, demuestra el arraigo histórico de
la renovación del interés por una reflexión sobre el lenguaje, y esta
nueva conj unción entre literatura y lingüística, calificada de sernio-
crítica, basada en la escritura como sistema de signos, en una relación
de objetivación. Evoca las nuevas fronteras a conquistar en la explo-
ración del lenguaje a partir de la simbiosis moderna entre lingüística,
psicoanálisis y literatura, realizada por el estructuralismo.

In í'orrnncione-, toruada-, de É:, Roudincsco, Hísroí¡r- d: /U !J,\'yc!lUrtal)',l(' en Frunce,


l. 2, cit., p. 414.
J. [)[~RRIj)A, «De la granunatoJugie», Critique 22J-224 tcliciLl11hrt' !l)(¡S)
'lO VV. AA., TI/(, Stnururnlist 's CO!lIF()t·('rsy. Th.. !.O!1,i-iU,gCS nI Crituisn- an d the
Scicnccs Oj"/v1(/II, R. MAI,KSEY y E. I)ClNAru (cds.). Thc .lohri-, Hopk i;i-, !'rlOSS, Baltill1urc \' i Jcan-Pierre Vernunt. cntrcvis:« con el autor.
Londres, 1970 y 1')72. ' l bid.

368 369
34 fía, su dispersión en otras actividades del pensamiento: «Llegamos a una
era que es quizá la del pensamiento puro, del pensamiento en acto, y
una disciplina tan abstracta y general como la lingüística, tan funda-
mental como la lógica o incluso la literatura después de Joyce son
1966: EL AÑO LUZ J u. actividades de pensamiento. Hacen las veces de filosofía, no es que
ocupen el lugar de la filosofía, sino que son el despliegue de lo que antes
FOUCAULT COMO ROSQUILLAS
era la filosofía»3.
Su proyecto de arqueología de las ciencias humanas (originaria-
mente la obra debía llevar como subtítulo «Arqueología del estructu-
ralisrno») es definido por Foucault en este programa como la expre-
sión de la voluntad de colocar a nuestra cultura en una posición de
extrañeza similar a la forma en la que percibimos a los nambikwara
descritos por Lévi-Strauss. No se trata en absoluto de trazar las lí-
neas de continuidad del despliegue de un pensamiento en una lógica
continua y evolutiva, sino por el contrario de observar las disconti-
Como hemos visto, el acontecimiento editorial del año. el más nuidades que hacen que nuestra cultura pasada nos parezca funda-
ve!ldido del verano, es indiscutiblemente Las palabras V las cosas de mentalmente otra, extraña a nosotros mismos, en una distancia restaurada:
Michel F?ucélult. Au~que Sartre pudiese decir que esta obra era espe- «Es esta situación etnológica lo que he querido reconstruir-"; y
rada, Sll exito no. dejó d~ sorprender al editor Pierre Nora y al autor, Foucault ataca toda empresa de identificación con la figura puramente
puesto qu~ la pnmera tirada fue modesta: 3.500 ejemplares, que se efímera del hombre, a la vez reciente y abocada a la desaparición pró-
a~otaro.n rápidamente. Publicado en abril de 1966, hubo que reirnpri- xima. Dios ha muerto, y el hombre lo sigue hacia una desaparición
rrur ~n junio 5.000 ejemplares, luego 3.000 en julio, y 3.500 más en ineluctable en la que trabajan especialmente las ciencias que invocan
septiembre ... Michel Foucault es arrastrado por la ola estructuralisra su existencia: «Paradójicamente el desarrollo de las ciencias humanas
y su obra aparece como la síntesis filosófica de la nueva reflexión de nos invita a una desaparición más que a una apoteosis del hombre»'.
hace una quincena de años. Si bien el autor marcará más tarde sus dis- Es claramente esta muerte del hombre la que fascina a la época, y
tancias ~especto de la etiqueta estructuralista, que considerará infa- son muchos los que se apresuran tras el cortejo fúnebre. Las negacio-
mante, sin embargo en 1966 se sitúa en el corazón del fenómeno: «El nes sucesivas del sujeto en la lingüística saussuriana, en la antropolo-
~slructuralismo no es un método nuevo; es la conciencia despierta e gía estructural y en el psicoanálisis lacaniano acaban de encontrar en
inquieta del saber moderno» '. Foucault al que recoloca en el centro mismo de la historia cultural
Invitado por Pierre Dumayet a la gran emisión literaria de televi- occidental a esta figura en tanto que ausencia, en tanto que falta alre-
sión de la época, «Lectures pour tous», se expresa en nombre de un dedor de la cual se despliegan las epistemes.
«nosotros» fundador de una ruptura colectiva donde se sitúa al lado
de Lévi-Strauss y D~mézil distanciándose de la obra de Sartre «que
es un hombre del siglo XIX, puesto que todo su esfuerzo pretende EL EFECTO FOUCAULT
devolver el hombre adecuado a su propia significacións,", Las conver-
saciones con Pierre Dumayet para ilustrar su obra ante el gran públi- El recibimiento está al nivel del acontecimiento: resplandeciente.
co de telespectadores participan plenamente de la nueva ambición lean Lacroix saluda en Le Monde a la obra de M. Foucault como «una
estrucluralista.M. Foucault afirma aquí la desaparición de la filoso- de las más importantes de esta éPOCH»6; CS «UIUI obra impresionan-

J Ibid.
IM. Foucault , Les MOf.I' ct les choses, cit., r 221,
4 lbid.
, Id, «Lectures pour tous», 1\166, docurneru (NA, difusión Occaniqucs, FR3, 13 de , Ibid.
enero de 1988.
J. L\CROIX, «l .a fin de lhurnanisrne», Le Monde, ') de junio de 1966.

370
371
te»7, responde como un eco Robert Kanters en Le Fígaro. Francois En todas sus intervenciones, múltiples en este año 1966, Foucault
Chátelet consagra como filósofo el acontecimiento que revoluciona el no deja de remitir a Sartre al siglo XIX y de situarse firmemente al
pensamiento en La Quinraine Littéraire. La lectura de la obra de lado de Lévi-Strauss, de Durnézil, de Lacan y de Althusser, es decir,
Foucault hace surgir «una mirada radicalmente nueva sobre el pasa- de la modernidad del siglo xx. Es lo que justifica plenamente la obser-
do de la cultura occidental y una concepción más lúcida de la confu- vación de Didier Éribon: «Parece evidente que Foucault se instala fir-
sión de su presentes", En L 'Express, Madeleine Chapsal abre un gran memente en la galaxia estructuralista»13, aunque se trate de un estruc-
artículo a tres páginas con un título sugerente: «La plus grande révo- turalismo muy particular, puesto que el estructuralismo de Foucault
lution depuis I'existencialismev". Y en Le Nouvel Observateur es no está basado en la existencia de estructuras. Es «un estructuralismo
Gilles Deleuze quien recensiona también en tres páginas el libro de sin estructuras» 14, lo que hace decir a Francois Ewald que Foucault
M. Foucault: «La idea de Foucau1t: las ciencias del hombre no se han nunca fue estructuralista, y que su proyecto era incluso luchar contra
constituido en absoluto cuando el hombre se ha tomado como objeto la idea de estructura y por lo tanto contra el estructuralismo. Según
de representación, ni siquiera cuando se descubre una historia; es al Francois Ewald, toda la empresa foucaultiana apunta a que sea posi-
contrario, cuando se ha deshistorizado» 10. ble una política, de ahí su hostilidad a la idea misma de estructura:
Foucault es muy solicitado evidentemente para responder de esta «La estructura es una de las formas del gran sujeto histórico, de la
muerte del hombre cuya paternidad le atribuye generosamente toda la gran identidad que atraviesa la historia, mientras que Foucault expli-
prensa. A la pregunta de cuándo dejó de creer en el sentido, plantea- ca perfectamente que es eso lo que quiere destruir»!", Esta tensión
da en una entrevista concedida a La Quinzaine Littéraire, Foucault interna aún no experimentada por el Foucault de 1966, viene de su
responde: «El punto de ruptura se sitúa el día que Lévi-Strauss para posición ambigua de filósofo que se instala en el centro de las cien-
las sociedades y Lacan para el inconsciente nos han mostrado que el cias sociales para subvertirlas desde el interior. Pero esta posición,
sentido no era probablemente más que una especie de efecto de super- lejos de ser la de una contestación del fenómeno estructuralista, se
ficie, una reverberación, una espuma, y lo que nos atravesaba profun- alimenta de él, aunque Foucault no comparta el cientificismo propio
damente, lo que estaba antes que nosotros, 10 que nos sostenía en el de los demás partidarios del movimiento, que por su parte buscan la
tiempo y el espacio era el sistema» 11. Raymond Bellour ofrece su legitimación de su disciplina.
apoyo decidido a las tesis foucaultianas, mientras que la acogida que
le va a reservar su partido (el PCF) será claramente más reservada;
pero goza de una cierta autonomía en Les Lettres Francaises donde EL HOMBRE: FIGLRA TRANSITORIA Y EFíMERA
entrevista a Foucault. Ve en él al iniciador de una auténtica revolución
en el campo de la historia de las ideas cuando restituye la totalidad Las palabras y las cosas se sitúa entonces en la filiación del tra-
lógica de los conceptos de una época, relegando a las mazmorras de bajo de Georges Canguilhem. Foucault considera de forma paralela la
la historia lo que en este campo era el evangelio hasta entonces, el historia científica a partir de las discontinuidades y de la deconstruc-
famoso «Hazard», La crisis de la conciencia europea. Con lucidez, ción nietzscheana de las disciplinas establecidas. Esta base nietzs-
Rayrnond Bellour percibe bajo el filósofo al escritor de estilo brillan- cheana de la vía de Foucault se encuentra en un rechazo radical del
tísimo: «Esta época ha visto nacer, con los rasgos de los descifrado- humanismo. El hombre-sujeto de su historia, que actúa, consciente de
res del sentido, a un nuevo tipo de escritores»:2 su acción, desaparece. Su figura no aparece más que en una fecha
reciente y su descubrimiento anuncia su próximo fin. Su situación
central en el pensamiento occidental no es más que ilusión, a la que
7 R. KANTERS, «Tu causes, tu causes, ees: tour ce que tu s¿lis faire». Le Figuro, 23 de disipa el estudio de los múltiples condicionamientos que sufre. El
junio de 1966.
(') F CHr\.TELET, «L'homme. ce Narcisse incerrain», l.r¡ Quin::,niJ/(! Littémin-, 1 de ahríl
hombre es así descentrado, rebajado a la periferia de las cosas, bajo
de 1966. influencias, hasta el punto de perderse en la espuma de los días: «El
" M. CI1APSAL, /,'1o\pr",I's, núm. 77'). 23-29 de mnyo ck 1966, PIJ, 119-121
10 G. DELElJZE, <d.,'Í10111I1lC', une cxisrencc doutcusc», Le /\"Oi{\'C¿ Obvcrvnt cur 1 de
junio de 1966 D. Eribun. Fo utuult, cu., p. 1XL)
11 1\1. FOUCAtll.'L e.ntrevixí a, Lo Quj¡I~'(/iJ1(, iincrnirr: núm. 1~ dL~ mayo dl:' 19(,6 1, J. «Que ~;Jis-jc?:». Le Structumlisrnc, PUl:, p. jOg ledo casr.:
P1.-\.<.;1.::T FI cxt ru clu rct-
l' R. BI'LL])LlR, Les Len ns Francaisc», núm. 1125, .11 cÍlé marzo de J9ó6 [rcimp. en: II\//!(I, Barc·clol1a. Oiko, Tau. 1l)SD].
Le Livrc des autrcs, IO/lS, 1975. p. 14[. I ~ Francois Ewah.í. cntrcv iSla con el autor.

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hombre [__o] no es sin duda nada más que un cierto desgarrón en el aparición de la Iiloiogía de Propp, de una economía política con Smith
orden de las cosas. [... ] El hombre no es más que una invención recien- y Ricardo, de una biología con Lamarck y Cuvier, Aparece entonces
te, una figura que no tiene ni dos siglos, un simple pliegue en nuestro la figura singular de un sujeto vivo, hablante y que trabaja. El hom-
saber»!". Foucault se dedica entonces a historiar la llegada de esta ilu- bre habría nacido entonces de esta triple resultante, ocupando el lugar
sión que sería el hombre y que nacería en el mundo del siglo XIX. Lo central de estos nuevos saberes, figura obligada de estos dispositivos
que existía en la época griega eran los dioses, la naturaleza, el cos- de conocimiento, su significado común. Pudo entonces reinstalarse
mos, no había lugar para un pensamiento del sujeto responsable. En en una posición soberana respecto a la naturaleza. La astronomía
la problemática platónica, la falta es atribuible a un error de juicio, a la permitió la física, la biología la medicina, el inconsciente permitió el
ignorancia, y no a la responsabilidad individual. psicoanálisis. Pero esta soberanía es para Foucault a la vez reciente,
De la misma forma, en la episteme clásica el hombre no tiene nin- abocada a desaparecer e ilusoria. Tras las huellas de Freud que ha
gún lugar. i el humanismo del Renacimiento ni el racionalismo de descubierto lo inconsciente de las prácticas del individuo, y de Lévi-
los clásicos pudieron pensar al hombre. Hubo que esperar a una falla Strauss que se dedica al inconsciente de las prácticas colectivas de las
en la configuración del saber para que el hombre se sitúe en el cora- sociedades, Foucault parte en busca del inconsciente de las ciencias
zón del campo del saber. Luego la cultura occidental es la que ha que creemos habitadas por nuestras conciencias.
dedicado el mayor espacio al hombre. Aparece en una situación cen- Ésta es la revolución copernicana que quiere realizar para desha-
tral, la de rey de la creación, referente absoluto de todas las cosas. cer el engaño del humanismo, que para él es la gran perversión del
Esta fetichización se expresa especialmente bajo una forma filosófi- periodo contemporáneo: «Nuestra Edad Media en la época moderna
ca, con el ego cartesiano que introduce al sujeto como sustancia, es el humanismcv". El papel principal del filósofo, según Foucault,
receptáculo de verdades. Invierte la problemática del error y de la es por lo tanto levantar el obstáculo epistemológico que constituyen
falta tal y como funcionaba en la Antigüedad, e incluso en la esco- los privilegios concedidos al cogito, al sujeto como conciencia y sus-
lástica medieval: «La subordinación se invierte, y es el esquema del tancia. Foucault teoriza por completo la constitución de una auténti-
error el que se relativiza respecto al de la falta: equivocarse [... ] es ca base filosófica que vincula las diversas sernióticas, todas con el
afirmar libremente por medio de su voluntad libre e infinita los con- texto como punto cardinal, sometiendo al hombre a una red que lo
tenidos de sentido del entendimiento que siguen estando confusos»!" disuelve a su pesar: «Acabar con el viejo filosoferna de la naturaleza
Sin embargo, como señala Foucault tras Freud, este hombre ha cono- humana, con este hombre abstracto»!". Ésta es la perspectiva fou-
cido en la historia del pensamiento occidental cieno número de gran- caultiana. Se une así con la de Lévi-Strauss, que evoca también la
des heridas narcisistas. Copérnico, al descubrir que la tierra no es el figura fusitiva del hombre: «El mundo ha comenzado sin el hombre
centro del universo, revoluciona el campo del pensamiento y despla- y termin~rá sin él»?". Foucault rinde por otra parte homenaje a Lévi-
za la soberanía primitiva del hombre. Darwin, al descubrir que en el Strauss cuando éste permite, gracias a la etnología, disolver al hom-
umbral del hombre está el simio, rebaja al hombre al estadio de epi- bre, deshacer sucesivamente todos sus intentos de positividad. La
sodio en un tiempo biológico que lo sobrepasa. Luego Freud descu- etnología y el psicoanálisis ocupan un lugar privilegiado en nuestro
bre que el hombre no puede conocerse solo. que no es plenamente saber moderno. constata Foucault: «Se puede decir de ambas lo que
consciente y se comporta bajo la determinación de un inconsciente al Lévi-Strauss decía de la etnología: que disuelven al hombre»:".
que no tiene acceso y que sin embargo hace inteligibles sus hechos y Esta esquela de defunción cuya parábola elabora Foucault puede
gestos. parecer paradójica en el momento de la explosión de las ciencias
Por lo tanto, el hombre se ha visto desposeído por etapas de sus humanas, pero Foucault concibe el psicoanálisis y la etnología como
atributos, pero se ha reapropiado de estas rupturas en el campo del «conrraciencias e F: y el valioso estatuto que les confiere se vincula
saber para hacer de ellas otros tantos instrumentos de restitución de con el paradigma estructuralista que las ha puesto por delante como
su reino. Aparece así en el siglo XIX en su desnudez, en la confluen-
cia de tres formas de saber, corno objeto concreto, perceptible, con la
rx M. FOL'l'.'\lXl'. France-Cuhurc. rcdi lusióu , junio de I')X4.
'o .I.-t,,1. Bcnoist, l .« l<él'olj{{inJl st ructurul c cit., p. 17.
:~o C. I.~vi-slrall"s, Tristes Tropiqucs, cit., p. 447.
](, M. Foucault. Lcs Mms el les rlioses, cit., [>. I s_ l, ;\1. l-oucuult. Lc« ,\-101.\ ,,1 I.'S rhoscs, o/J, cit, pp, 390-3<) l.
n .1.-1\:1. Benoist, La Révo/Ulioll structu rale, cit., p. 201. =-~ tu«. p, 391.

374 375
claves principales de la inteligibilidad moderna. La revolución estruc- aparece a comienzos del siglo XIX está deshistorizado»?". La con-
tural es en este terreno «guardiana de la ausencia del hornbrcv-". ciencia de sí se disuelve en el discurso-objeto, en la multiplicidad de
historias heterogéneas.
Foucault procede a una dcconstrucción de la historia del sujeto a
TEMPORALlDJ\I)ES MÚI.TIPJ..ES, DISCO"lTINLJAS la manera del cubismo, a un estallido de ésta en una constelación des-
humanizada. La unidad temporal no es más que una ficción, no obe-
Este descentrarniento del hombre, cuando no su disolución, lleva dece a ninguna necesidad. La historia pertenece al único registro de
a otra relación con la temporalidad, con la historicidad, su pluraliza- lo aleatorio, de la contingencia como en Lévi-Strauss, es a la vez insos-
ción y su inmovilización, así como a un desplazamiento de la mirada layable e insignificante. Sin embargo, a diferencia del estructuralis-
sobre las condiciones exteriores que determinan las prácticas huma-
mo lévi-straussiano, Foucault no elude la historicidad, e incluso la
nas: «¿La historia del hombre será más que una especie de modula-
toma como campo privilegiado de análisis, lugar por excelencia de su
ción común de los cambios en las condiciones de vida (climas, fecun-
búsqueda arqueológica, pero para descubrir en ella las discontinuida-
didad del suelo, formas de cultivo, explotación de las riquezas), de las
des que la labran, a parrir de grandes fracturas que yuxtaponen cortes
transformaciones de la economía (y como consecuencia de la socie-
sincrónicos coherentes.
dad y de las instituciones) y de la sucesión de las formas y el uso de
la lengua? Pero entonces el hombre no es histórico: el tiempo le viene
de un lugar distinto de él mismo»>'. El hombre sufre entonces tem-
poralidades múltiples que se le escapan, en este marco no puede ser LAS EPISTEMES

sujeto, sino solamente objeto de puros acontecimientos exteriores a


él. La conciencia es por lo tanto el horizonte muerto del pensamien- Es así como Foucault descubre dos grandes discontinuidades en la
to. No hay que buscar lo impensado en el fondo de la conciencia episterne de la cultura occidental: la de la época clásica, a mediados
humana, es el Otro en relación con el hombre, a la vez en él y fuera del siglo XVII, y la del siglo XIX, que abre nuestra era moderna. FoucauIt
de él, a su lado, irreductible e incomprensible, «en una dualidad sin capta estas alteraciones en el orden del saber a partir de campos tan
recursox-é>. El hombre se articula sobre lo va comenzado de la vida diferentes como el lenguaje, la economía política, la biología, y efec-
del trabajo y del lenguaje, y por lo tanto e~cuentra cerradas las vía~ túa la división en cada etapa de lo que es pensable y lo que no lo es:
de acceso a lo que sería su origen, su llegada. «La historia del saber no puede ser realizada más que a partir de lo
Para Foucault la modernidad se sitúa allí, en el reconocimiento de que fue contemporáneo a él»27. Las discontinuidades observadas por
esta impotencia y de la ilusión inherente a la teología del hombre del Foucault, en la medida en que se deshace de toda forma de evolucio-
cogito cartesiano. Tras haber hecho bajar al héroe y fetiche de nues- nismo, son otras tantas figuras enigmáticas. Se trata de auténticos sur-
tra cultura de su pedestal, Foucaulr ataca el hisroricisrno, a la historia gimientos, de desgarros, cuyas modalidades y lugar se contenta con
como totalidad, como referente continuo. La historia foucaultiana ya señalar, sin plantearse la cuestión de su proceso de emergencia. En
no es descripción de una evolución, noción tomada de la biología, ni esta aproximación, los acontecimientos-advenimientos siguen siendo
descubrimiento de un progreso, noción ético-moral, sino el análisis fundamentalmente enigmáticos: «Una tarea semejante implica que se
de las transformaciones múltiples en acción, localización de discon- ponga en tela de juicio todo lo que pertenece al tiempo, todo lo que
tinuídades, como relámpagos instantáneos. La inversión de la conti- se ha formado en él. [... ] de forma que aparezca el desgarro sin cro-
nuidad de la historia es el corolario necesario del descentramiento del nología y sin historia de donde proviene el tiernpoe ". La disconti-
sujeto: «El ser humano ya no tiene historia. o mejor, puesto que habla, nuidad aparece en su singularidad, no reductible a un sistema de cau-
trabaja y vive, se encuentra en su ser propio, enmarañado en historias salidad en la medida en que está separada de sus raíces, figura etérea
que no SOIl homogéneas ni le están subordinadas. [.. ,1 El hombre que
salida de la bruma de la mañana de la creación del mundo.

2.\ J.-M. Beuoix}, 1.11 f{,{~\-,(jI/(,i(1Jl st nuturalc, cir., p 3:-). ]"iu«. p. :\80.
2,:1 M. Foucauh, Les Mo¡» e{ tes choscs, (1), cit., p. JKU. :\11. Fouraulr , Les iVlo!s ct les rhosc», O/), cit .. p. 22l.
l.', tst«, p. 337.
.:S tbid.. p. 34.1.

37(,
377
La aproximación de Foucault implica entonces romper radical- y el juego de simpatías, todos tienen el poder de asimilar las diversas
mente con toda búsqueda de los orígenes o de un sistema cualquiera cosas a una identidad fundamental. El siglo XVl ha superpuesto semio-
de causalidad, que se sustituye por un polirnorfisrno que hace impo- logía y hermenéutica en la forma de un saber pletórico, en la medida
sible la restitución de una dialéctica histórica. Su arqueología de las en que la similitud, la remisión a un parecido es ilimitada, pero al
ciencias humanas, Los palabras y las cosos, se dedica a restituir el mismo tiempo pobre, puesto que el saber se construye bajo la forma
cómo del surgimiento de una nueva configuración del saber a partir de la simple adición: «El saber del siglo XVI se ha condenado a no
de un método, el más esrructuralista en la travectoria de Foucault que conocer nunca más que la misma cosa--". La naturaleza no es aquí
lleva de una episteme a otra, de un tejido ~discursivo a otro, en un más que una figura doble del cosmos; erudición y adivinación parti-
desarrollo en el que las palabras remiten a otras palabras. Esta vía, cipan de una idéntica hermenéutica.
propiamente estructuralista, de valoración de la esfera discursiva en Esta episteme va a vacilar en el siglo XV¡ a partir de un desgarro
su autonomía respecto al referente, permite, por su dimensión sincró- que va a afectar al viejo parentesco entre las palabras y las cosas,
nica, encontrar coherencias significativas entre discursos que aparen- lugar a partir del cual el hombre va a poder nacer para sí mismo, a
temente no tienen relación entre sí, sino simultaneidad: «Lo que me convenirse en objeto singular de saber. Esta mutación está simboli-
aportó fue esa audacia de efectuar un acercamiento inteligente entre zada por la búsqueda de Don Quijote que intenta leer el mundo para
biología, astronomía, física. [... J La sociología contemporánea no demostrar la veracidad de los libros. Choca con la no concordancia de
tiene esta potencia expansiva»?". los signos y lo real, con un desacuerdo perfecto con el que tropieza
Pero es esta noción de epistemeIa que planteará más preguntas, su utopía. Persiste, sin embargo, en querer descodificar el mundo a
no sólo la no resuelta de saber cómo se pasa de una episteme a otra, través de su anticuada mirilla. Su aventura es doblemente significati-
sino también la planteada al propio Foucault: ¿de qué episteme parte va, en tanto que nos revela el nacimiento de una nueva configuración
él? Esta noción, omnipresente en 1966 en Las palabras y las cosos, del saber así como la historicidad del lenguaje. El desfase que vive
será discutida hasta tal punto que no se la vuelve a encontrar en la Don Quijote entre las palabras y las cosas, el carácter inadecuado de
obra posterior de Foucault. Su arqueología busca en el subsuelo de su forma de saber pueden engendrar la locura en la medida en que no
los continentes del saber las líneas de falla, las rupturas significativas: nota la diferencia: «Las palabras vagan a la ventura, sin contenido, sin
«Lo que queremos sacar a la luz es el campo epistemológico, la epis- parecidos para llenarías: ya no señalan las cosas»33.
teme en la que los conocimientos, considerados aparte de todo crite- La nueva episterne, la de la época clásica, del siglo xvn, del racio-
rio que se refiera a su valor racional o a sus formas objetivas, hunden nalismo cartesiano, sustituye la jerarquía analógica por el trabajo de
su positividad y manifiestan así una historia- ". análisis crítico. Todo parecido es sometido a la prueba de la compa-
ración: «La razón occidental entra en la edad del juicio»?", Lo que en
esta episteme clásica hace posible el proyecto de una ciencia general,
LA REPRESENTACiÓN DE LO REPRESE"\T!\DO de una teoría de los signos, es el recurso a una mathesis para las estruc-
turas simples cuyo método universal es el álgebra, y una taxonomía
La primera configuración del saber estudiada por Foucault es la para las naturalezas complejas. Es en el interior de esta construcción
episteme del Renacimiento hasta el siglo xvi. El saber se fundamen- de un orden crítico donde nace la gramática general: «La tarea fun-
ta entonces sobre lo mismo, sobre la repetición. la representación de damental del discurso clásico es atribuir un nombre a las cosas y con
lo representado. Es el parecido lo que desempeña entonces el papel este nombre nombrar su ser»35. Nace por lo tanto una ciencia del len-
fundador del saber en la cultura occidental. Hav un desdoblamiento guaje de esta distancia nueva entre las palabras y las cosas, y lo
de la relación de la idea con su objeto: «El mundo se enrolla sobre sí mismo sucede en esta época con el nacimiento de una historia natu-
mismo»ol. Los procedimientos de similitud son numerosos en esta ral, no disociable del lenguaje. Esta historia natural subdivide su
episterne: In proximidad de los lugares, el simple reflejo, la analogía campo en tres clases: los minerales, los vegetales y los animales, pero

" lbi.l , p. 45.


'll} PieJ:j-l.: Ansun, cnrrcvistu con el .nuur,
l'!/Jid.p.(¡1.
itl M. Foucauh , Le.\"/V/o!S ct l cs ihoses, cit.. p. J 3. .1·. lbid., p. 75.
11 un«. p. 32.
" lbid.. p. 13(L

378 379
el corte no se sitúa todavía entre lo vivo y lo no vivo. La episterne clá- que se hace determinante: «La lengua se define entonces por el núme-
sica se caracteriza también por el nacimiento del análisis de las rique- ro de sus unidades, y por todas las combinaciones posibles que en el
zas que obedece a la misma configuración que la historia natural v la discurso pueden establecerse entre ellas; se trata por lo tanto de una
gramática general. Mientras que el pensamiento económico -del unión de átomosv-".
Renacimiento reducía los signos monetarios a su exactitud de medi-
da en cantidad de metal elegido como patrón, el siglo XVl1 cambia de
sentido el análisis; es ahora la función de cambio la que sirve de fun- LA ERA DEL RELATIVISMO
damento y como nacimiento del mercantilisrno. La moneda recibe su
puro valor de signo porque el oro es una moneda que entonces es pre- Esta sucesión de epistemes hasta nuestro periodo contemporáneo,
ciosa, y no a la inversa como se creía en el siglo XVI. esta historización del saber y del hombre, figura hecha posible sola-
mente en la última configuración epistemológica, desemboca en un
relativismo histórico por parte de Foucault, un relativismo similar al
LA EPISTEME DE LA MODERNIDAD de Lévi-Strauss. De la misma forma que no hay inferioridad o ante-
rioridad entre sociedades primitivas y sociedades modernas, no hay
Esta episterne va a vacilar una vez más a fines del siglo XVlll y verdad que buscar en las diversas etapas constitutivas del saber, no
c;omienzos del XIX para dejar su sitio a nuestra episterne moderna. hay más que discursos históricamente reconocibles: «Puesto que el
Esta nace de una diferencia que hizo bascular todo el pensamiento ser humano se ha convertido en histórico de parte a parte, ninguno de
occidental. Las nuevas ciencias que aparecen en el siglo XIX tiene en los contenidos analizados por las ciencias humanas puede permane-
común construir su objeto en un campo cuyos componentes escapan cer estable en sí mismo ni escapar al movimiento de la historia+". La
a la ?bservación. En el siglo X1X, la vida, el trabajo y el lenguaje se base de nuestro saber contemporáneo, representado por disciplinas
convierten en otros tantos «trascendentales». El análisis de las rique- auroestructuradas y curtidas en una práctica científica a toda prueba,
zas va a dejar lugar a la economía política. La primera reflexión impor- no son más que figuras temporales, configuraciones transitorias. Este
tante data de Adam Smith. Para el economista, lo que circula bajo la relativismo absoluto que historiza totalmente el campo del saber se
forma de cosas puede ser referido al trabajo: «A partir de Smith, el vuelve paradójicamente contra la aproximación del historiador, en
tiempo de la economía ya no será el cíclico de empobrecimientos y beneficio de una concepción esencialmente espacial, la del espacio
enriquecimientos, L ... ] será el tiempo del capital y del régimen de pro- epistemológico, pura sincronía a la que le corresponde delimitar el
ducción- ", Ricardo va a concluir este advenimiento de la economía dentro del fuera, pero cuya positividad vuelve la espalda a la dura-
política al asegurar, en el corazón del pensamiento económico, la ción. a la historia.
primacía del trabajo que determina el valor ya no como signo, sino Es entonces a una mirada sobre una temporalidad tan fría como la
como producto. que maneja el etnólogo en las sociedades primitivas a lo que nos invi-
Una revolución similar afecta al campo de la historia natural y ta Foucault. El malentendido con los historiadores procede de que
permite el nacimiento de la biología. Con Jussieu y Lamarck, el carác- Foucault no tiene en cuenta alguna realidad o referente histórico, sino
ter ya no se va a fundar él partir del campo visible, en un principio solamente la esfera discursiva en sus modulaciones internas. No capta
intemo, el de la organización que determina las funciones: esto pre- más que el nivel único de los discursos, en una vía norninalista en la
supone hacer Un corte transversal en el interior del organismo para que la palabra es tratada de forma casi física como una cosa, y de
captar las funciones vitales tras los órganos superficiales. La biología hecho sustituve a ésta. El discurso, el documento, ya no es concebi-
es entonces posible, y es Cuvier quien retorna este descubrimiento do como documento, sino como monumento: «El texto es un objeto
para afirmar la primacía de la función sobre el órgano. tan histórico como un tronco del árbol»:". Esta vía lleva el Foucault a
En el campo del lenguaje, la revolución epistcmológica es serne- valorar la coherencia interna de las cpistcmes sucesivas, a dejar de
junte con la aparición de la filología. Es el salto de la palabra Juera de
sus funciones representativas, pertenece ya a una totalidad gramatical
,.; //)/(1., [J. 2lJlí.
5~' lbu! .. p. 3H2.
el" ¡bid., p. 238. J" '.1. f'un:AuIT. France-Cuhurc, l O de julio de 1969.

380 381
· _._ _ __ _._
.. .. _-------

lado los procesos de transformación, las mediaciones, la dimensión tiendo de la primacía de la razón pura, de la representación de las
diacrónica, y las discontinuidades siguen siendo entonces fundamen- estructuras de la experiencia en tanto que articuladas sobre la consti-
talmente enigmáticas. tución de objetos episremológicos.
Las palabras y Las cosas consagran la fase más estructuralista de Es el medio que tiene para aparecer como jefe de filas potencial
Foucault, la de la ciencia de los sistemas de signos, donde detrás de la de todos los estructuralistas unidos en su lucha contra la filosofía del
descripción de la sucesión de las diversas epistemes desde la época sentido, contra el humanismo y la fenomenología, planteando inclu-
clásica, busca lo impensado de cada una de estas etapas de la cultura so, a la manera de Kant, la pregunta de la actualidad de la ti losofía en
occidental, su modalidad del orden, su a p riori histórico. A la mane- tanto que presente, y de captarla en su capacidad crítica y desmistifi-
ra en que Lévi-Strauss percibe lo impensado de las sociedades primi- cadora.
tivas, Foucault descifra lo impensado del zócalo constitutivo del saber
occidental, prolongando así el esfuerzo kantiano para «sacamos de
nuestro sueño antropológicos '".
Es para escapar de este espacio antropológico, de la analítica de la
finitud, del plano empírico-trascendental, por lo que Foucault asigna
al final de la obra un estatuto particular a tres disciplinas: el psico-
análisis revisado y corregido por Lacan, la etnología en su versión
lévi-straussiana y la historia en una versión nietzscheana, deconstrui-
da. La obra termina entonces con una episteme concreta: la del estruc-
turalismo que aparece como la realización de la conciencia moderna.
En este programa que se inscribe plenamente en la coyuntura
estructuralista, se destaca una ausencia notable. Es Marx, relegado en
la obra a la episteme del siglo XiX: «En el nivel profundo del saber
occidental, el marxismo no ha introducido ningún corte real; se ha
acomodado sin dificultad [... ] en el interior de una disposición epis-
temológica que lo ha acogido favorablemente. [... ] El marxismo está
como pez en el agua en el pensamiento del siglo XIX: es decir, que en
cualquier otra parte deja de respirar-" '. Hay aquí una fractura impor-
tante entre la posición de Foucault que busca separarse tanto del
modelo marxista como del modelo fenomenológico, y la de la corrien-
te althusseriana, que por el contrario trata de dar a Marx una segunda
oportunidad, al convertirlo en el iniciador de la ruptura principal en
la historia de las ciencias. Foucault deberá responder de su posición
considerada provocadora por el grupo althusseriano del círculo de
epistemología de la ENS, y rectificará más tarde con la redacción de La
arqueología del saber: «Cuando escribió Las palabras y Las cosas,
ignoraba la lectura althusseriana de Marx, mientras que en La a rque-
ologia del saber habla de un Marx revisado por Althusser» ". La pers-
pectiva del Foucault de 1966 participa plenamente del teoricismo
ambiente del estructuralismo, al que da una respuesta filosófica par-

4" H.-L.. DRLYFU:;, y P RAlllNOW, FO/./C<lU!l, LlII parco urs phi!o.\op!Jl(!"e. Gullimard,
IC¡X4, p. 71.
" M. Foucauli, I.n· MUl.,- el les choses, cu., p. 274 .
~!:~li~nlleBulibar, entrevistu COI1 el autor.
.I.!

382 383
serniolinsüfsticu. El momento decisivo es, sin embargo, el encuentro
3S
con Philippe Sollers, que provoca un flechazo mutuo: «Siempre la
veré como se me apareció en ese momento. encantadora. Hay algo
sorprendente en ella, su gracia, su sensualidad, esa alianza entre la
~racia, 1<1 belleza física v su capacidad de reflexión. Desde este punto
1966: EL AÑO LUZ / ru. de vista, es un caso único- I . . '

CUANDO JULIA LLEGA A PARÍS Su unión sella el arraigo intelectual de J ulia Kristeva en el interior
(¡el grupo más inquieto de J 966, el grupo Te! Quel, que coloca a Julia
en el centro del «todo París» intelectual. Conoce a Todorov, su com-
patriota, entabla amistad COi! Bcnveniste , descubre a Lacan él través
de Scllers y frecuenta su semi uario. Cercana al PCF, al menos a sus
márgenes intelectuales (La Nouvelle Critique, Les Lettres Francai-
.les), defiende posiciones mur x istas. Julia Kristeva, con el tiempo, se
convierte en la portaestandarte del estructuralisrno en su ambición
generalizadora, mezcla explosiva de semio-rnarxo-freudismo. expre-
sión misma del vanzuardismo intelectual en su voluntad de revolu-
cionar el mundo ... mediante la escritura. Es una extranjera la que
Una joven búlgara de veinticuatro años desembarca en París en
vísperas de la Navidad de 1965. No tiene más que cinco dólares en el meior va a encarnar esta ambición, la más parisina, de la capital.
bolsillo cuando su avión aterriza en la pista de Orly bajo una fuerte Philippe Sollers, q ue se convierte en su marido en 1967, se interesa
nevada. No sospechaba en ese momento que iba a convertirse en la entonces por la semiología literaria. Redacta en 1966 una conteren-
Egeria del estructuralismo con el nombre de Julia Kristeva. El gran cia que había dado en el seminario de Barthes del 2S de noviembre
momento del pensamiento en Francia es también esto: el encuentro de j 965 sobre Mallarmé, El escritor es definido como ei gran inicia-
de una aventura cultural audaz y de una mujer de talento. El momen- dor de la aproximación actual entre la literatura y la teoría literaria:
to es propicio, su llegada a Francia en el umbral del año 1966 la sumer- «Para Mallarrné, la literatura y la ciencia están ya en estrecha comu-
ge en un a~lténtico torbellino cultural que va a captar con la pasión de nicación»:' .
una extranjera con muchas limitaciones en su Bulgaria natal. Las cir- Todo el proyecto de Tel Que! se inscribe en el interior de! proyec-
cunstancras la van a colocar en el ojo del huracán, tanto más cuanto to mallarrneano en tanto que experimentación de la literatura, más
que los fran~eses, atentos al formalismo ruso cuyos textos publica allá de géneros y límites, como expresión de la conciencia de sí en la
Todorov, estan a la escucha de lo que pasa en el Este tanto en el plano
muerte. verdadero suicidio <l curtir del cual el lenguaje recupera sus
cultural como en el político, en este momento de deshielo de las rela-
derechos. sobrepasado las iin::itaciones de la subjetividad de lu COI1-
cione~ Este/Oeste. Es en este contexto privilegiado en el que pudo
~i~li;:iadeí <luto;-. Mul larrné. atento a la retórica yla filología, invita a
b,eneflcIarse de una beca del gobierno francés del general De Gaulle,
Especialista en literatura, Julia Kristeva se pregunta sobre lo que apa- L.I reflexión semiológica. igLí:Ü qll":~ El Libro él escribir remite a lo
rece como la expresión misma de la modernidad en Francia, la nueva imposible como perspectiva. Ya no quedan más que fragmentos que
11?,veJa.Emp~ende la realización de una tesis universitaria bajo la direc- hacer brillar eli un porvenir prescrito que, según Mallarrné, «no es
cion de Lucien Goldrnann, pero muy pronto el contacto directo con nunca más que el resplandor de lo CJlIe ha debido de producirse antes
la reflexión semiótica, entonces en pleno auge, la lleva el decoristruir de o cerca del oriS!cn;,". Mallurrné inauzura entonces el vasto progra-
su objeto de estudio para preguntarse por la constitución de la nove- ma de!' pcnsamie¡;tu formal, el de la revolución en sentido literal, el
la como género, por la narración ... Participa a partir de entonces de
pleno en la efervescencia cultural en curso.

PI i. ,"';O:i

L« PASiÓN POR EL r:ORM¡\USMU id .... .Li uév.u ur« el tUlalii¿);- ! 1t)6() l. en l . 'l,.riruf'e CI ¡"t'.\'1J(;"Ú'JICl" tlcs limin-», Points-
SL~HiL J ,)(\K., p. 7:; [cd Cl';t.. Li¡ l'.Ú rituru y /0 ('.~j}(.!rie}}('¡t¡ de lo ....,.l inntc», Valcuc ia. Prc-
Acude al scmi nario de Barrhes el] los Hautes étudcs y al l.rborato- Tc':,lu~. jL)77j.
rio de antropología social de Lévi-Strauss, que acoge una sección de S. :VLilL'rnl;,5. CiCH.lP porPh. Sollcrs, ihid., p. X7.

384
de la vuelta de la retórica, la vuelta del Este, la «vuelta a ... >', y de la estructuralista por el otro. Habría así un reparto del campo literario
llegada desde el Este de una tal Julia Kristeva. Este gusto por el for- entre una literatura susceptible de ser vivida por la conciencia crítica
malismo es un componente muy francés, según Jean Dubois: «La que se deja a la hermenéutica, y una literatura en el sentido remoto,
pasión por el formal ismo es la expresión de una tendencia profunda, mal descifrable, que se convierte en el objeto privilegiado de análisis
antes incluso del estructuralisrno. Siendo un joven agregado, eran las del estructuralismo: «La relación que une estructuralisrno y herme-
estructuras formales las que me interesaban y si era un buen gramáti- néutica podría ser no de separación mecánica y exclusión, sino de
co del griego y del latín es porque son estructuras formales»:'. complernentariedad>". Genette sitúa perfectamente la inversión en
curso cuando observa la oscilación de un determinismo temporal a un
deterrninismo espacial. Este rechazo de la historicidad y este replie-
LA LITERATURA EN FIESTAS gue a un presente estacionario cuyas líneas no hay más que trazar son,
en efecto, la característica esencial de la nueva sensibilidad estructu-
Si bien Julia Kristeva se sumerge enseguida en este clima de los ral: «Cada unidad es tú definida en términos de relaciones y ya no de
años sesenta, su posición de exterioridad, de extranjera, le da una filiación» iu Como Pierre Macherey, Gérard Genette discute sobre
lucidez que le va a permitir muy pronto señalar las dos aportas del todo el aspecto individual del psicologismo que domina en la historia
paradigma estructuralista: la historia y el sujeto, especialmente a par- clásica de la literatura, su atención exclusiva a las obras y a los auto-
tir de la obra de M. Bajtin. Este año 1966 es decididamente un año res, a expensas de los circuitos de producción literaria y de lectura.
privilegiado de reflexión sobre la literatura. El althusserismo se apo- Coincide plenamente en este terreno con Pierre Macherey: «Al mismo
dera incluso del objeto literario, concebido como producción, en la tiempo que el libro, se producen las condiciones de su comunicación
obra que le dedica Pierre Macherey". Se pregunta sobre ese nuevo [o .. ], el que hace el libro hace también el sus lectores»I l.
personaje que es el crítico literario en la época del estructuralismo: La aparición de los Escritos en este año 1966 provoca muchas
casi un escritor, ha dejado de ser un suplente: «El crítico es un ana- conversiones al freudismo lacanizado. Miembro del equipo de Esprit
listas". Su tarea, constituida por descifrarnientos, de reconstrucción desde 1946, Gennie Lemoine abandona la revista para adherirse a la
del sentido, ya no esté) limitada a un papel de restitución de un senti- escuela de Lacan en 1966. Por su parte, Antoinette Fouque, que hacia
do simplemente depositado en la obra que habría que recoger. Si bien una tesis con Barthes sobre la vanguardia, se convierte al psicoanáli-
Pierre Macherey no comparte los principios del formalismo ambien- sis desde la lectura de los Escritos: «Podría casi decir que conocí a
te, e incluso percibe en él «una reminiscencia platónica»? que condu- Lacan antes que a Freud- P. Al final de su obra, Lacan republica un
ce a una actividad idealizadora, preconiza una lectura sintornáticu artículo esencial aparecido en enero de 1966 en el primer número de
sobre la literatura, similar a la realizada por Althusser y su grupo sobre Cahiers pour i'analyse, «La ciencia y la verdad». Rechaza allí la
la obra de Marx. No se trata de buscar la piedra filosofal oculta tras noción en boga de «ciencias humanas»: para él, remite a un estado de
el texto, sino de decir aquello de lo que el texto habla sin decirlo: «Un servidumbre que Georges Canguilhem ya había captado a propósito
verdadero análisis [... ' debe encontrar algo nunca dicho, un no-dicho de la psicología, que se habría deslizado por el tobogán desde el
inicial»>. Panteón a la comisaría de policía.
Decididamente la literatura está en fiestas. en el centro de una Pero la repugnancia que le provocan esas «ciencias humanas»
apuesta teórica fundamental en este año de la aparición de la res- desaparece cuando el estructuralismo, que implica una nueva con-
puesta de Barthes a Picard, Crítico y verdad. Sin embargo, Gérard cepción del sujeto, se instala en ellas y las metarnorfosea: «El sujeto
Genette defiende una posición más matizada y parece tener preferen- está, si se puede decir as en exclusión interna a su objeto» u En este
í,

cia por una coexistencia pacífica, basada en una división comple-


mentaria del trabajo entre la hermenéutica por un lado y la corriente
\1 ej, c..Jj·:~r:T'T1 . «Sirucuualismc l~t critique littcrui rc». L '¡\n' 2(1 [rcim¡» en: Figures / Le
1

Seui!. 19hh. \" I'"inl,-S"uil. 1 Y/(l. P 161: "do c.isr.: Figuro,\o. Córdob«, Nag,:lkup. 'no1 lo
I .J1:~;!n
Dubuis. cutrevist.r COJl el uutor. <, tu«. jlo 1 ~ho
'i [>, ¡VI.'\CI1LRE'{, Pou : une: ¡/u.\),-¡e de [u pnrducn,»¡ /il!é((¡'i!"(~. ,\'l<L"peru, 1()6fl. 1: P. .vlachcrey, FOil!" un e lfuJu"ic de lu prodnctu»¡ li ncrair«, cii., p, ~X.
<, iu«. po 1('')0 l.) 1\. F()l;(~H__ t-. «Le bun pl ai sir». l-;r:lIlct.'-Cll!llln~, junio de !0X9,
I ¡bido.poI670 :' .1 L.'\C°.-\~. "La scicnce
o el la vcriié», Caliiers pour I'onulysc 1 (1966) I reimp. en:
x Ibid., p. 1740 {erilso lo 2. cit.. po 226Jo

386 387
· _ ... _ ..... _---- -~--

año estructural y a pesur de un giro lógico desde 1964. Lac~H1 se bajo solitario se inscribe como trabajo solidario con la antropología
apoya todavía insistentemente en Lévi-Strauss: «La fidelidad que la estructural de Lévi-Strauss: «He releído El Capital solo en un momen-
obra de Claudc Lévi-Strauss muni fiesta hacia ese cstructurnlisrno no to en que nadie se interesaba por relecrlo»!". Tras la agregación de
va a ser llevada aquí más que a contentamos durante un instante con filosofía, Maurice Godelier siguió una formación de tres años en eco-
su peri feria» 14. Evoca poco después el «grufo lévi -straussiano» para l1(llT1Í". e intenta entonces constituir una antropología económica que
hacer exnlotar al sujeto, el famoso egu de Descartes que no tendría permita un estudio comparado de los diferentes sistemas económicos
más existencia que la denotación. Según Élis<:beth Roudinesco, Lucan en el tiempo y en el espacio, él partir de una acepción amplia de la
sufre aún en 1966 por no ser lo suficientemente reconocido, lo que economía política que incluiría todas las dimensiones del campo
explicaría sus intentos por encontrar puntos de apoyo, sea en Lévi- social: «No hay racionalidad económica en sí ni de forma definitiva,
Strauss o sea en Foucault, cuyo El nacimiento de la clinicu mencio- ni modelo de racionalidad económica»!".
na en los Escritos'>, sin caer en lo que calificará mas Urde de «tina Evidentemente, en el contexto de los años sesenta es sorprendente
estructuralista» . que no haya habido elaboración común entre los althusserianos y
Julia Kristeva atraviesa entonces un París sacudido por el estruc- Godelier, tan grande es la proximidad de puntos de vista. Godelier va,
turalisrno, lugar de intercambios entre los que comparten con entu- sin embargo, un domingo por la mañana a la calle Ulm a una reunión
siasmo la misma impresión de pertenecer a un mundo nuevo: el del constitutiva de un gran programa de investigación colectiva dirigida por
concepto, en el más allá de la noción de sustancia y de anclaje» dis- Althusser: «Vimos ante nosotros una operación monstruosa. Althusser
ciplinarios, en el vértigo abismal del juego infinito de las relaciones estaba allí como intérprete sagrado de la obra sagrada que distribuía
en su cornbinatoria, trastornando las fronteras, e instalándose lo más el trabajo: Badiou debía ocuparse de hacer la teoría marxista de las
cerca posible de los límites, tras los pasos de lo posible que siempre matemáticas, Macherey de la literatura ... »18. Según Emrnanuel Terray,
se escapa, nunca accesible. Godelier cayó mal en el grupo althusseriano porque era sospechoso de
intentar un compromiso imposible entre Marx y Lévi-Strauss.
Si bien los conceptos circulan con rapidez este año 1966, si bien
EL CAMiNO SOLlTARIO DE ]ViAlJJ<.:CE GODEUE'{ todos los caminos ll~\"an a la estructura, la ocupación de la posición
central, potcnciaimente hcgcmónica, no es fácil de detentar en este
Las dos grandes figuras tutelares son entonces Marx y Freud. La caldo de cultivo estrucruralista. Las plazas son difíciles, y es grande
lectura lacaniana y su vuelta a Freud se imponen cono ;a renovación el riesgo de caer en la tina. El juego elebe ser sutil. No, está claro, el
indispensable de la obra fundadora, de la misma forma que en el caso París e~qructuralista es difícil de conquistar.
de Marx con la lectura que hace de él Althusser. pero hay casos híbri-
dos de tentativas de conciliación de aprox imucicnc-, que de salida
podían parecer antagónicas. Es el C<lSO de :vLcrice Gocie lier, que
intenta una síntesis entre Lévi-Srrauss y Marx mediante un retorno,
también innovador, estructural, él la obra de Marx.
Es en 1966 cuando Gode lier publica en Maspero Racionalidad e
irracionalidad en [a economia; pero la segunda parte de Se' obra está
formada por artículos aparecidos entre 1YÓO y ¡ 965 en La Pcnsé« y
É'col1omi!! el Politique, es decir, antes de la reiectura althusseriuna de
Marx. Maurice Godelier efectúa ya como francotirudor un retorno "
Marx , al método ya la estructura en acción en El Capital. Di íercnciu
en Marx el método hipotético-deductivo del in:5:udu dialéctico. Mauricc
Godelier no esperó por lo tamo la vuelta <J Marx eL Althusser. y su '[¡'<I-

:1, ~\l;¡uricc CllJLkliCL e ntrevixt.; con el autor.


1"' M. C;()t)FLlU~. !?(/!iol/o/i/rí el irrationalité en ,5conoJlú",Maspl'ro, 19()6, p. 9:') k·d.
;. lbid.. p. 226 ca:-.l.: /\)uc;o}JolifÍuc.! e irracionalidad en ta econamiu. México, Siglo XXI, I t)f>71.
1'1 J. Lacnu, L.'ril'\", 1. 1, cii., p. XO, 1l01¡L l~; "};.Iurlce Godr-:lieL cnm ..'\'bla COI: el autor.

380
III

UNA FIEBRE HEXAGONAL


-- -------------------

36

LA HORA DE LA MODERNIDAD

Una nueva relación con la temporalidad se ha asentado impercep-


tiblemente al filo del siglo xx en Occidente. Europa ha perdido al
mismo tiempo su posición dominante y su papel de modelo para el resto
de la humanidad. Desde comienzos de siglo en Viena, en el corazón
del viejo imperio decadente de los Habsburgo, surge una cultura ahis-
tórica'.
La fractura de la Primera Guerra Mundial ha sido decisiva tanto
en el terreno de la redistribución de las cartas económicas a favor de
potencias extraeuropeas como en el plano de la crisis de conciencia
de una Europa que ha tenido que entregar el testigo de la modernidad
él la joven potencia americana, y preguntarse por esta quiebra que
rompe el evolucionismo lineal de su propia historicidad. En 1920, Lo
decadencia de Occidente de Spengler pone en su sitio provinciano a
una Europa que comienza a ver cómo se tambalean los cimientos del
evolucionismo decimonónico.
Herederas de la Ilustración, de la Aufkldrung ; las ciencias sociales
vivían entonces la belle ép oque de los avances hacia la era de la per-
fección, de la razón triunfante. Los defensores del inmovilismo o del
cambio se entienden alrededor de un esquema global de evolución de
progreso continuo, ya sean Saint-Sirnon, Spencer, Comte o Marx. Se
ve perfilarse en el horizonte de toda la humanidad la sucesión en
Auguste Comte del estado teológico, luego metafísico y pUl' último
positivo; y en Karl Marx , el paso de la esclavitud a la servidumbre, al
capitulismo, para acahar en el socialismo. Estas certidumbres de estar

e SCIlU¡;Sc;i. Fin de .lliTle VinillO, Alfred A. KII()pf. Nueva YU1k, J L)70 ¡¡¡-ad. ti·. Le
Se'uil. 1 trad. . nll del/g/(). Burccloua, Gustavo Gil i, 1l)~II.

393
prácticas colectivas. La posmodemidad se construye entonces en la
construyendo desde la perspectiva del progreso van a chocar con la
búsqueda de los mecanismos subyacentes, y se ve como deconstructo-
trágica realidad de un siglo xx que no dejó en 1920 de reservar sor-
ra del humanismo calificado de Edad Media por Michel Foucault que
presas al eurocentrismo.
se apoya en esta revolución epistemológica triunfante en los años
La Segunda Guerra Mundial y el descubrimiento del Holocausto
sesenta para glorificaría: «El estructuralismo no es un método nuevo;
van a provocar un nuevo traumatismo para un Occidente que, apenas
es la conciencia despierta e inquieta del saber modernos".
recuperado de sus heridas, ve discutida su situación de dominación en
el mundo por continentes enteros que se sacuden el yugo colonial.
Una Europa desnuda se cuestiona su pasado dramático sobre un fondo
EL DESENCANTO DE LA RAZÓN
de pesimismo cada vez más radical. Con cada una de estas sacudidas,
Europa hace duelo por la idea misma de un porvenir de ruptura.
La provincialización de la razón occidental, el descubrimiento de
la irreductibilidad de la resistencia de otras lógicas, de la pluralidad
cultural, alimentaron un pesimismo fundamental, una especie de
UN PRESE TE SIN DEVE~IR
teología negativa. Los «decepcionados del racionalismo occide~tab~5
defienden la opinión contraria al racionalismo optimista para lI1cJ¡-
De ello resulta una dilatación del presente, una presentificación
narse hacia una especie de nihilismo, de pensamiento del límite, en
del pasado, y una nueva manera de relacionarse con la historicidad en
las fronteras del sentido y del sinsentido. Situación compleja puesto
la que el presente ya no es pensado como anticipación del futuro, sino
que mezcla una idiosincrasia personal hecha de desilusión, de recha-
como campo de un posible reciclaje del pasado según el modo genea-
zo, pero marcada por sus bases contestatarias iniciales. La teorización
lógico. El porvenir se disuelve y el presente estacionario permite no
de la incapacidad del hombre para controlar su historia colectiva o
alejarse más del pasado: «Cuando la diferencia del porvenir ya no hay
personal, el acento que se pone sobre su incornpletud, la pavana
que excavarla en el presente, resulta que fluye hacia atrás, a contra-
muerta de la razón occidental anuncian al mismo tiempo un trabajo
corrientev-. Es una relación sin crispaciones entre pasado y presente
más riguroso, más lúcido, de la misma razón occidental. Es lo que
la que se instituye, cuando ya no se trata de investigar lo que perrni-
está actuando en Lévi-Strauss cuando exhuma las sociedades primiti-
te construir un devenir distinto, cuando el porvenir está bloqueado ..
vas, es lo que permite a Lacan cuidar a sus pacientes, es también lo
atrapado en un equilibrio presente destinado a repetirse indefinida-
que permite a Foucault colocarse junto a los olvidados, los rechaza-
mente. La marea de lo nuevo, escenografía publicitaria de nuestra
dos, los prisioneros. Astucia de una razón que trabaja para su propio
vida cotidiana, permite diluir todavía más cualquier eventualidad de
descentramiento.
alteridad futura". Sobre la base del rechazo de toda teleología históri-
Las relaciones entre el paradigma estructuralista y la atmósfera
ca, de todo sentido asignado a la historia de la humanidad se vuelven
desencantada del periodo son entonces complejas. No hay un reflejo
a encontrar las bellezas perdidas del «mundo que hemos perdido», de
mecánico, una relación especular entre los dos estratos de fenóme-
una Edad Media rnagnificada como lugar de una alteridad vinculada
nos. sino autonomía de desarrollo del espíritu científico respecto al
a la búsqueda de raíces identitarias.
contexto. Afirmar una relación de igualdad entre ellos sería «como si
En este contexto de descentramiento, de dislocación de In cultura
se dijese que la relatividad de Einstein es una desilusión a partir de la
europea, de deconstrucción de la metafísica, se impone una conciencia
idea de que todo es relativo»>. Sin embargo, hay que añadir otra pieza
nueva, etnológica, que sustituye a la conciencia histórica. Occidente se
en el contexto de desencanto que predomina durante la eclosión del
pregunta por su envés, por las formas de ser de la otra escena, invlsJ.ble,
estructuralismo, y es el agotamiento de los paradigmas evolucionista,
lugar de un presencia revelada por su propia ausencia. Tras la concien-
fenomenológico, funcionalista, y la búsqueda de una renovación epis-
cia, Freud descubre las leyes del inconsciente, tras el desorden sublu-
temológica. Se pone de manifiesto aquí la misma ley de evolución de
nar de nuestra sociedad, Durkheim descifra el inconsciente de nuestras

iv 1. Foucaulr, Les Mots el les choses, cit., p. 22].


2 F. TORRES, 1J,;j'/ VL/, Rumx.iy, J 986, p. 142. ; Paul Valadier, entrevista con el autor.
-' Ver J.~L. MARION, «Une modernué sans avenir> .., L" Déb at 4 (septiembre 19iiO), (¡ Jcan Jamin. entrevista con el autor.
pp,54-60.

395
394
la trayectoria científica, hecha de rupturas succs: vas, él partí 1" del ago- Los años sesenta no van 2!. ser más propicios a la eclosión de rup-
tarnicnto de sus modelos y programas, verdadera historia de fracasos Curas nositivus. Si bien el movimiento internacional de 1968 iluminó
teóricos. Igual que en Occidente se descubre una historia no lineal. durante una primavera a la sociedad francesa, el mismo año dejará el
las ciencias humanas ya no se piensan como acumulaciones sucesivas recuerdo cruel del aplastamiento de otra primavera .. la de Praga, bajo
de capas sedimenrurias. k bota soviética. Una nueva oleada de intelectuales va a sufrir este
nuevo seismo: «En 1961S yo estaba en Nueva Guinea, y lloré al oír que
los rusos habían invadido Checoslovaquia. [... ] Veíamos que la legiti-
LA IDEOLOGíA DEL RECELe midad se hada a golpe de tanques y no mediante la democracia, era
el J'in»JO. Para toda una generación, la esperanza revolucionaria, blan-
El siglo xx de las rupturas ha llevado a un pesimismo fundamen- co de las fuerzas de la opresión, es enviada al reino de la mitología,
tal respecto a la historia, y al advenimiento de esta era oosmoderna. es reducida al estatuto de fantasía y confinada, rechazada como mito
Podemos datar, con Francois Lyotard, la ruptura de fa¡ja del evolu- del siglo xx. Estos grandes pasos en el límite a los que llamaban los
cionismo occidental en 19437, momento de la «solución final», vuel- intelectuales sufrieron una erosión irreversible en una sociedad occi-
co radical hacia el horror. Luego habrá que pensar después de Dachau, dental que ya no se piensa como signo de una historia caliente, sino
de Auschwitz, como dijo Adorno. La modernidad tecnolóaica, al que parece emparentarse con las sociedades primitivas, para privile-
transformarse en apisonadora, en máquina mortal él escala planctaria, giar una relación fría con una temporalidad clavada al sucio, en la
se ve cargada negativamente y atrapada en las redes de la ideología inmovilidad.
de la sospecha. A esto se añade el descubrimiento de lo Que nav tras
el telón de acero, bajo lo que aparecía como modelo, y que ~;erevela
como la realidad del totalitarismo. Bajo la razón, sus implacables IvluERTE :)EL EVOLUCIONISMO
argucias que cierran la tapadera sobre las esperanzas de creación de
un mundo mejor, y la constatación de una necesaria discontinuidad: La escatologja revolucionaria se disuelve en el molde de las resis-
«Debemos volver a empezar de ceros". Una cierra mirada ingenua en tencias, bloqueos e inercias propios de nuestra sociedad. Al descrédi-
cuanto a la exaltación del progreso continuo :e la libertad y de la ,0 que afecta al cornprorniso y al voluntarisrno políticos le corres-
lucidez humana ya no es posible. El humanismo, en el sentido del ponde en el plano teórico un mismo descrédito que esta vez alcanza
hombre dueño de su destino, perfectible, caminando firme hacia la a todo lo oue tiene que ver con la historia, Es a partir de esta nega-
perfección, ya no es de recibo. La visión de un futuro que sonríe se ción de la í1istoricicü~d, de la búsqueda de los orígenes, de la génesis
sustituye por el enfoque de tópicos de cambios parciales, cuyos ;;mi- de la reflexión sobre los ritmos temporales, como va a construirse y
tes posibles es necesario definir. expandirse el paradigma estructuralista. Va a fijar el movimiento, a
1956 con su cortejo de desilusiones, de Budupest a Alejandría, enfriar la historia. a aatropologizarla cuando «los indígenas se con-
pasando por Argel, interrumpió en Francia las alegrías de la Liberación viertan en iridi gentes»! l.
y de una cierta esperanza colectiva. A mediados de siglo retumba Dar La fascinación de un Occidente que rompe con su historicidad por
el contrario la voz del a1110 que viene a acabar con cualquier eSDer~ln- el modo de vida inmutable de los narnbikwara rehabilitado por Lévi-
za mientras se espera la llamada, en 1958, a un nuevo ~eño~ de la Strauss nos revela a mediados de los años cincuenta que Occidente
nación, ese general que se presentaba como la encarnación de lu entra en la era de la posrnodernidad. Es la idea misma de progreso la
«encurnación». Estos años cincuenta van a representar una especie de que se somete a la desinfección, en todo caso como fenómeno unifi-
nueva fractura en el paisaje intelectual francés: ,,1956 [... ] nos ha lle- cador. El progreso se pluraliza, ya no es la fuerza motriz de la evolu-
vado a no estar ya obligados a esperar algo»". ción social. Sin negar algunos avances, éstos ya no participan de una
consideración global de la sociedad. Esta dcconstrucción está en la
base de una auténtica revolución intelectual que inaugura el esrructu-
" J.-1'. LYOT'\RO. Le Mogo:.i!l(' Lillt;ruin' 22', (diciembre J 'lX»), p. 4:1.
¡.; 1\1. FO(Je¡\UIT. erurevistu con K. Bocscrs. ~,f)ic !-nlkr. das iSl die \-'t..:rtlUnrb;..
l.iteruH/rIlltlgll::il/ ¡;. Rcibck , Rowohlt, 1977 .
., M. FOl!C:\lILT, convcrs •.u,..ión
. con Mauricc Clave] en VézcJ;¡y en ]077, ()céonújf.lc,\·, 10 vlaurice Godclier. eurrevisiu con ei autor.
13 de encro de J 9K8. Dunicí Dory, entrevista con el autor.

396
--- ._ .. _ .._---_._. __ ._--- ------

ralismo, especialmente a través de la antropulogía, por la idea de la fines del siglo XIX por una nueva estructura del pensalniento científi-
equivalencia de la especie humana. Es el paso decisivo de Lévy-Bruhl co, de la perspectiva pictórica, de la escritura, que pnvtlegw la dIs-
a Lévi-Strauss. Éste muestra que, más allá de las latitudes, de la plu- continuidad, la deconstrucción. De lo arbitrario del signo xaussurtuno
ralidad de formas de ser y de pensar, todas las sociedades humanas a los nuevos modelos matemáticos y físicos, la teoría cuántica, a la
son expresiones plenas de la humanidad sin valorjerárquico. Este aspec- dislocación de la perspectiva clásica con los impresionistas Y luego
to de la revolución estructuralista sigue siendo insuperable e inaugu- los cubistas, una nueva visión del mundo impone la discontinuidad,
ra una nueva percepción del mundo que traza una línea de equivalen- el distanciamiento del referente.
cia entre todas las formas de organización social. La razón occidental, por lo tanto, está siendo desde el siglo XIX
Ya no hay, a partir de esta nueva visión, estadios superiores/infe- rernodelada desde el interior en el sentido de su pluralización. Ya no
riores, ni anteriores/posteriores. El estructuralismo ha contribuido se piensa como reflejo, sino como figuras sucesivas y discontinuas de
enormemente a poner en crisis la idea de progreso: «Para que haya estructuras diferentes. El psicoanálisis acentúa este fenómeno al mos-
idea de progreso, tiene que haber primates al principio, [... -1 Es un trar que no hay continuidad entre lo inconsciente y lo consciente, sino
logro del estructuralismo del que no se habla, puesto que se ve mal el una ruptura que necesita de la presencia de un tercero en .Ia cura ana-
paso. Es algo adquirido, es una especie de evidencia»!". Sin duda lítica. Se asiste entonces al despliegue infinito de las episternes que
pronto se da el paso de la relatividad al relativismo, pero sea cual sea sustituyen al esquema unitario del evolucionismo. ,
la posición defendida, la aprehensión del Otro como manifestación El baile cruzado que tiene lugar entre el siglo XIX y el XX acentua
parcial del Universal humano provoca la salida del esquema históri- todavía más esta mutación. Al siglo XIX europeo historicista que piensa
co evolucionista del siglo X1X. Las ciencias humanas han sustituido la historia humana como una liberación de las leyes de la naturaleza se
la conciencia de una Europa modelo, vanguardista en la marcha de la opone un siglo xx que marca las distancias con la historia para volver a
humanidad, por una conciencia crítica destructora del S ujero y de encontrarse con una naturaleza percibida como «ideal regulador del
la Historia, por el retorno de la conciencia sobre sí misma, o más bien paraíso que hay que recuperar»!". Las luchas emprendidas por el hom-
sobre su envés, lo que rechaza. Esta idea de una igualdad de los pue- bre por los grandes valores de libertad y de igualdad son a~ora conside-
blos, que surge en la posguerra para imponerse con la descoloniza- radas dudosas, parciales y abocadas en su mayor parte al fTa~aso., .
ción, es una idea completamente nueva que modifica todos los pun- Una conciencia planetaria, topográfica. rechaza la conclencl~ hIS-
tos de referencia para pensar el espacio geopolítico. La percepción de rórica. La temporalidad bascula hacia la espacialidad. El alejamiento
la humanidad se ve descentrada para el intelectual occidental. La del orden natural deja sitio a una búsqueda de las lógicas invariables
identidad ya no se lee desde el interior, sino que es proyectada sobre surgidas de la unión naturalezaJculturu- Frente a un futuro cerrado, la
un espacio exterior. Esta inflexión de la mirada impone la dialecriza- mirada se vuelve hacia la búsqueda de la inmutable naturaleza huma-
ción de los espacios, y necesita las gafas de la antropología, escru- na percibido en sus constantes: barreras mentales, ec,:s~slema, larga
tando el universo del Otro. duración, estructuras, extensión del concepto de geogratJcldad, el para-
digma de la naturaleza se desquita: «Hoy vemos cómo la desacrali-
za::ión de In historia supone, por el principio de los vasos comuni-
LA TEMPORALIDAD BASCULA HACIA LA LSl'/\CIALlDAD cantes, una resacralización de la naturaleza» 15.
Si las rupturas son trágicas, hay una vuelta, como precaución,
Una ruptura radical se abre paso en relación con la l lustración y hacia las constantes y lastres tanto culturales como étnicos y natura-
con la creencia en un progreso continuo a la manera en que lo pensó les. La aproximación pretende prevenirse contra la h.ist~ria, p!eser-
un Condorcet:'. El hombre occidental estaba en el centro del disposi- varse de ella a través de la solidez de un zócalo identitario, mas que
tivo de conocimiento y de juicio, antes de sufrir el descentramiento construirla a partir de una lógica diacrónica significativa. Las dudas
de su punto de vista antropocéntrico. Esta revolución se prepara desde de la historia, el culto al pasado, las restauraciones que ocultan las

"Mareel Gaucher,
entrevista con el autor.
" J.-A. Esquisse "'UH rableau historique de progre.l· de iespritlnonain,
DE CONDORCET,
,. R. DEBRAY, Critique l/" la raison politiquc, Gallimard, 1'.I8J, p. 2')0 [ed. cast.:
1793 [cd. cast.: Bosquejo de UI1 cuadro historico de 10.1progresos del espíritu hWlllIIIO. Critira de 1" raián p aliticcr, Madrid. Cátedra, 1983[.
Madrid. Editora Nacional, 19801. ¡, /hid.. Jl. 29l).

398 399
grietas de la superficie, transforman al hombre-sujeto de su historia desesperada de la verdad del hombre en un universo en el que el íutu-
en objeto de una historia que lo supera. La relación del hombre con ro ha caducado.
el hombre se ve así «sometida a un estatuto zoológico»!", Francois Furet ve desde 1967 al ambiente intelectual de izquierda
Las transformaciones de la sociedad occideruul suruidas de los marxista como el más receptivo a la ola esrructuralista "', Este ambiente
«gloriosos trc inta»:" han contribuido también a Ia di~lu;aci,)n de la habría efectuado una inversión en la que pudo expresarse la nostalgia de
relación pasado/presente/futuro. Allí donde el devenir es reducido por un marxismo cada vez más abandonado al ritmo de las revelaciones del
la programación informática a una re-producción de modelos presen- gulag, y encontrar, gracias al estructuralismo, la compensación de una
tes proyectados en el futuro, ningún futuro diferente puede ser plan- misma ambición universalista, totalizadora, determinista, pero liberada
teado y discutido. El fin de las patrias chicas y el advenimiento de una de la historia. En esta hipótesis, el estructuralismo sería la expresión de
sociedad alejada de la tierra han contribuido a crear un estado de un momento histórico muy particular, de una coyuntura marcada por el
ingravidez temporal, una relación fría con la temporulidad: «Lo que inmovilismo político y lu consolidación de los sistemas.
hace medio siglo se llamaba la aceleración de la historia ¡... ¡ se ha El toque a rebato del progreso que es la oleada estructura lista se
convertido en el aplastamiento de la historia» ". De la misma mane- traduce en un cuestionarniento del pensamiento dialéctico. Los filó-
ra, esta relación aternporal se fragmenta en Ui1« miríada cie objetos sin sofos son los portadores de una nueva lectura que debe volver a dis-
correlación, segmentación de saberes parciales, desarticulación del cutir las bases hegelianas de sus análisis. Se sustituyen por una lectu-
campo de [os conocimientos, y expulsión de los contenidos reales. ra sintornática que permite descubrir un corte episiemológico entre el
Este mantillo económico-social va a ser parr ic uarmente favorable al «joven Marx» todavía hegeliano y el «viejo Marx» de la madurez
éxito y la expansión de una lógica estructural. de UD<.! lectura sinto- científica, estructuralista por adelantado: «Está en trance de formarse
mática, de un logicisrno o formalismo que V~L :.'. encorurar sus cohe- una cultura no dialéctica»!". En ese mismo momento, Fruncois Furet
rencias fuera del mundo de los simples realia. reduce la dialéctica a una retórica y Gilles Deleuze anuncia «un reflu-
Algunos, como Henri Letebvre, han establecido a e"te respecto un jo del pensamiento dialéctico a favor del estrucruralismo»?". Como
vínculo directo entre el éxito del estrucruralismo y la aparición de id se acostumbra a decir hoy, el reflujo de las ideologías permitió que se
sociedad tecnocrática. El estructuralismo desempeñaría en este caso abrieseu las cien flores estructuralistas. Del mismo modo que los
el papel de una ideología de legitimación de una casta socia: .. la lec- límites de la praxis provocaron el descenrrumiento del hombre, una
noestructura de! nuevo Estado industrial. justificación de "l: lU2H~ ej! lectura inrnanenrista de las ciencias humanas encuentra en el deseen-
el nivel más elevado de las responsabi J idades c;cl poder, y tecrización tramiento de las prácticas humanas las fuentes del rigor científico.
de la liquidación de lo histórico. En una perspectiva así. el esuuctu-
ralismo sería el anuncio del fin de la historia para una clase inedia
advenediza en la posición dominante. Idcoiogíu de la coacción, del LA CO\llPULS1ÓN DE REPET1CI()N
peso de lo estructural sobre una libertad humana reducida a los zanun-
ciales, que sería el reflejo del consumisrno e¡; e! que el ciu¿¡dano La poshisioria nos hace entrar en una relación nueva con un pre-
deja su puesto al usuario. El universo socia! y la representación de] sente dilatado que se presenta como ahistórico, eterno reciclaje de las
mundo que engendra se encuentran entonces perfectamente conecta- distintas configuraciones del pasado. Este presente, horizonte cerrado
dos con una situación de desengaño de una izquierda europea que en sobre sí mismo, no puede más que autorreproducirse en el presentís-
íos años sesenta da la espalda él la historia y las ideas de progreso. El 1110 dominante. La moda de las conmemoraciones ilustra perfecta-
cstructuralismo se encuentra así con que responde a una demanda mente esta nueva relación con la historicidad. La memoria rechaza la
social, cristalización de una sociedad histórica particular en. ía que cl historia, que ya no es búsqueda de los orígenes para desarrollar las
desplazamiento de la mirada hacia la figura del «salvaje» ya no sig- potencialidades del devenir. sino simple recuerdo del universo de sig-
nifica la respuesta él una necesidad de sine tél búsqueda

¡.-: r:, FL'!.:.ET.«Lc-. imcllcc tucis t'uIlH¿aís el le xtructural ixmc». F'rcnvc:: \)'2, t Icbrcro
Il)()7¡ [rcimp. en: [.'.A!{'!íCF de llrisroin-, Flallllllariu[I, 19~21.
Ir, ibi d., p. 52. .v 1\1. hJ['C".A[;LT, .'1n.1. 15 de junio de 1')(,6.
:}: El periodo J9~J5-1lJ75, cuructcriz.u lo por UJl gran crccimicn.o económico I:\', de la 'L]. '·l G. DEJ.EL/T. Le Nonvt-t Olrservou-ur, 5 de abril de 1')67 [rcimp. en; L.. S"Vlo,
J) J. el JESNlAUX. De la inodernit«, Maspcr», 1973, p. 50. Srructuralixnu: el diulcctiqu«, ÉL!. Sociales 1(84).

400 401
nos del pasado que sobrevive en el presente inmutable. Signos que se CRISIS DE LOS DISCURSOS DE l.EGITIMACI()N
remiten los unos a los otros y no tienen más referentes que los luga-
res de la memoria, huellas dejadas en el espacio de un pasado perci- Esta retirada de la historia, esta crisis de los discursos de legitimación,
bido más allá de las líneas de una falla infranqueable. Conocemos «el propias de la posmodernidad, se nutren a la vez de un fondo pesimista,
fin de lo que vivimos como una evidencia: la adecuación de la histo- crítico de las ilusiones de la razón, y de una voluntad deconstructora de
ria y la memoria»?". Estos lugares de la memoria ya no son revisita- todo lo que aparece corno coherencia global, imperativo categórico, orden
dos desde una perspectiva reconstructora, sino que son simplemente natural, sometido a la descomposición de una crítica radical. La propia
considerados como los restos de un pasado reprimido, desaparecido. noción de realidad se ve puesta en tela de juicio. Al no provocar más que
Mantienen todavía un valor simbólico e inauguran una relación archi- desilusiones todo lo que remite a sus categorías, es expulsada hacia el
vística con el tiempo pasado. orden de lo insignificante. El estructuralismo habría sido en este aspecto
Una discontinuidad radical opone la memoria de un pasado inde- una etapa en el proceso de desconstrucción por su facultad de des-reali-
finible para siempre, invisible como real, excepto en la materializa- ZéU·. El espacio público se transforma insensiblemente en espacio publi-
ción de sus múltiples signos, a un presente estacionario que recicla, citario en la era del simulacro, en el momento en que todos los puntos de
conmemora, rememora. La relación con la temporalidad se ve dividi- referencia se desvanecen, desde los marcos espacio-temporales a los
da, y la memoria se pluraliza, se atorniza. a falta de una memoria valores que se creían eternos y con vocación universal.
colectiva plena. La historia vuel ve sobre el instante, favorecido por la La filosofía de la búsqueda de la cara oculta hace eco a una esté-
unificación de las formas de vida y las mentalidades cuando va no tica de la desaparición como la ve Paul Yirilio, donde el efecto de rea-
hay verdaderos acontecimientos, sino una profusión de «noved<;des». lidad suplanta a la realidad. Un escepticismo generalizado pone en
El presente hunde sus ramificaciones en el pasado mediante una rela- crisis todo merarrelato en la sociedad postindustrial o posmoderna.
ción puramente museográfica, sin dedicarse a las líneas de la defini- Según Jean-Francois Lyotard+', este paso a una nueva economía del
ción de un futuro. Lo que se desestabiliza es la función del discurso discurso tiene lugar a fines de los años cincuenta en Europa, en el
histórico como interrelución entre pasado y futuro. momento en que termina la «reconstrucción».
El pos modernismo insraura una relación con la historia que puede Con las tecnologías modernas de comunicación, con la inforrnati-
ser asimilada a la del individuo senil que ya no puede más que colec- zación de la sociedad, tiene lugar una inversión del saber: se convier-
cionar sus recuerdos, separado como está definitivamente de toda te en la cara inseparable del poder de los que deciden, de los progra-
posibilidad de proyecto futuro. El éxito del estructuralismo correspon- madores, que relegan poco a poco a la vieja clase política tradicional
de entonces a un fenómeno global de civilización, hay que remitido ti a un papel subalterno. En un marco así, la cuestión de la legitima-
la aparición de una sociedad tecnocráticn, a ese hombre unidirnen- ción se desvía para provocar la crisis de los grandes relatos: «Una
sional que ve nacer Herbert Marcuse, a una reificación del hombre erosión interna del principio de legitimidad del saberv-", La decons-
reducido a su dimensión de consumidor. A este respecto, y sin ser trucción del Uno, de los metadiscursos, deja su lugar a una prolifera-
reductible a ella, es la ideología de las no-ideologías, es el En de las ción de discursos múltiples no asignados a un sujeto, simples juegos
ideologías revolucionarias, de las ideologías coloniales, de las ideolo- del lenguaje, fibra sin malla. El horizonte humanista se desvanece, es
gías cristianas ... Este aspecto es, sin embargo, en los años sesenta lo reemplazado por una «legitimación por el hecho- ".
que no se dice, lo no consciente de las transformaciones profundas que
serán transparentes en los años ochenta y reivindicadas positivamente.
Este proceso de pacificación, este fin de las rupturas significativas cie- CNA MIRADA CREPUSCULAR
rran el presente sobre sí mismo y hacen que domine el sentimiento de
repetición, de estancamiento, sociedad en la que «lo nuevo se acoge El estructuralismo respondía a esta crisis de los discursos de legiti-
como viejo, en la que la innovación se banaliz.a»?". mación reduciendo las ambiciones del hombre a dimensiones provin-

2; J.-F LYOT~RD, La Conditi on post-moderna, Minuit, 1979, p. 11 [ed. cast.: La CUII-

21 P. L.:.\ Lieux de tnérnoire, La RépubluIW', 1 [, Gul limurd. 1')84. p XVIU


OKI\, dicián posmodernu, Madrid, Cúiedra, 1989 j.
n G. L1I'OVEl'SKY. L'Ere du vide, Gallimnrd, 1':183. p 11 le" cast L(I era del vacío '" [bid .. p. ó5.
Barcelona. Anagrama. 20001. 2' [bici .. p. 77.

402 403
.. _. - ---_._---- ._-----------

cianas, simple receptor. sin privilegio, de los seres vivos del planeta, versalisrno: «Sueño COI'. el intelectual destructor de las evidencias y
sufriendo una historia que ya no le pertenece. a escala geoiógica. Lévi- las universalidades»?". A la lucha sartriana, optimista, por la libertad,
Strauss es sin duda a est~ respecto el representante más eminente de I-oucault opone una microfísica de la resistencia tópica a los poderes,
este pesimismo fundamental, de esta retirada del hombre. Su mirada es una tarea intelectual específica y especificada por las delimitaciones
de las más crfiicas respecto de la evolución de la modemidad occiden- precisas de su campo particular de saber. Presenta, cn el momento
tal, a la que opone un escepticismo y un pesimismo profundos que lo estructural, el fin del intelectual universal, para oponerle la del que
colocan en la estela de una larga tradición del pensamiento conserva- describe lo impensado de las categorías oficiales del conocimiento,
dor, de Edrnund Burke a Philippe Aries: «Aceptaría voluntariamente 18. por una transgresión permanente de los limites.
acusación de pesimismo si se añadiese el calificativo de serenox-".
La mirada desengañada se acentúa más por la propia posición del
antropólogo que ve desaparecer tras sus pasos su campo de estudio, LA FEC¡;:--':DlDAD DE UI CIERRE
bajo los ataques violentos de una aculturación frecuentemente forza-
da. En Australia, se ha pasado de 250.000 indígenas a comienzos de] Esta nueva problemática, ya sea de Lévi-Strauss o de Foucault o de
siglo XIX él 40.000 él mediados del XX, y en :0 esencial se trata de todo el pensamiento estructuralisra. más allá de su extrema diversidad,
supervivientes golpeados por el hambre y la enfermedad. En cincuen- se enraiza en esta retirada de la historia propia de la posmodernidad,
ta años, de ] 900 a 1950, noventa tribus han desaparecido en Brasil. .. en ese pesimismo que fue no sólo sereno, sino fecundo. Fallo de pers-
Estas desapariciones del campo específico de la- etnología obligar. a pectiva histórica, habiendo desestabilizado el estatuto del hombre, y
esta última a volverse hacia su sociedad de origen. SO~)Te la que sir: distanciado de la realidad de lo real, el estructuralisrno hace prevale-
duda puede aplicar sus métodos de análisis, pero a partir de b uni- cer los sistemas cerrados, lugar de refugio de métodos con vocación
forrnización de la modernidad que impone sus leyes. Es entonces una cienufica, lugar inaccesible, rechazado hacia otro escenario, fuera de
atmósfera crepuscular la que escruta Lévi-Strauss. Tras el crenúsculo la conciencia. La complejización de lo social y la incapacidad para
de los dioses, el de los hombres: «Se acerca e! día en que la última de captar su lógica unificadora han favorecido este repliegue sobre la bús-
las culturas a las que llamamos primitivas habrá desaparecido de fa cueda de una unidad de la cara oculta de lo real, desplazamiento del
superficie de b tiernJ»27 . Al fina! de Si! te!'·~,k1gf:\ sobre los mires, positivismo al otro lado del espejo. El sentido desvelado se hunde en
Lévi-Strauss concluye, desengañado, con una involución de los recur- la insigni1'ic:lncia puesto que ya no forma parte del campo cerrado de
sos de la cornbinatoriu universo/naturaleza/hombre que acaban por este universo de signos, separado del referente, que se remiten los
«aniquilarse en la evidencia de su caducidad- ". unos (l los otros en ausencia de toda causalidad material. La verdad del
Desde 1955, Lévi-Strauss advierte a Occidente de los desastres, sistema cerrado va no será buscada mediante una hermenéutica que
del envés de su despegue en los «gloriosos treinta». Se proponía parte de la significación revelada, sino que deberá captar las relució-
hacer revivir con Tristes trópicos a las sociedades primitivas sepulta- nes e interrelaciones entre signos en el interior de la estructura deli-
das bajo «nuestra basura» lanzada al rostro de la humanidad. el hor- mirada, y del juego que define entre los signos.
migón que brota por todas partes como la grama, la pauperización de De este entrelazumiento de relaciones son expulsados tanto la
las bidonvilles, la desaparición de los bosques. Trist~ t>;tlunce de una contingencia histórica como el libre juego de la iniciativa. Si bien el
civilización conquistadora y que da lecciones como J<: de 1<1muerte :Dodci~ de aproximación privilegiado es la lingüística estructural, se
tras el rostro hipócrita de la aventura y el encuentro con el Otro. La pueden encontrar algunas similitudes en la vía cibernética que des-
antropología estructural de Lévi-Strauss ataca la Ilustración, su ore- centra la perspectiva finalista y antropocéntrica para privilegiar los
tensión de un mensaje de vocación universal. ' procesos de autorregulación. La combínatoria de una física de las
De la misma manera, Foucault expresa, en el nivel especulativo y relaciones, los juegos reiterados de lo mismo y lo otro descentran al
no él partir de un campo etnográfico, ese deseo de zarandea; el uni- hombre, que no ocupa más que un lugar ilusorio: «Necesitamos a
todo trance romper esa red de apariencias que llamamos hombre»?".

1c, C. I .tVI--STI<AlISS. entrevista


con J.-M. Bcnoisi, Le Mr.nde, 21 de enero de 1979. .:?:~¡ VI. I:OLCAUIT, cnrrevisia con 13.-11. Lévy, Le Nouvcl Ohsen'Cilcu/". 12 de marzo de
n Iri., Anthropologie structurale deux, cit., p. 05. 1977, republ icada en 2<) de junio de ! 984.
"" Id., L'Hoinme nu, cit., p. (,20. ;\: P. ·DAI>: .• )'¡r/lcruJ"u!ÜlIIC et révolution cult urcllr. Casterruan, I CJ71; p. 29.

404 405
~n el momento e~.que las ciencias humanas parecen fascinadas por
el n;o.delo C1ben~etlco, la variable humana, en sus componentes osi- 37
co~oglcos e históricos, .sc hace inconsistente, y debe dejar sitio: un
meto~lo riguroso que dice tener el nivel de eficacia que se utiliza en
las ciencias exactas. El sistema cerrado que se impone va a hacer
pagar muy caro su distanciamiento del mundo real. Sin ernbarzo ten- LAS RAÍCES NIETZSCHEO-HEIDEGGERIANAS
drá una eficacia notable por la apertura del campo del saber que va a
suponer.
El estructuralisrno, en su búsqueda del inconsciente de las prácti-
cas sociales, va a ~brirse al universo de los signos, de lo simbólico.
d~ !as representaciones colectivas, de los ritos y costumbres en SL;
l~gica mterna, del estrato de lo no explícito de las huellas de la acti-
vidad humana. El acceso a estos nuevos objetos, su pluralización, van
él contribuir al estallido de los sistemas de causalidad: «El método
estruc.tural permitió vencer los causalismos o las determinaciones
simplistasv-". La coherencia unificadora de la historia social se des-
va~~ce en las arenas movedizas de la combinatoria estructural, que
r~vI.ste el dobl~ aspecto de la unidad y de su pluralización, juego dia- En el corazón del siglo de la historia occidental triunfante, el
l~ctic~ de lo mismo y de la alteridad que abre la nueva era de una pos- siglo XIX, un filósofo experimenta con intensidad sus puntos muertos:
historia. Nietzsche. La razón en acción socava el lecho de un Estado despóti-
co. Se lleva él cabo la unidad alemana. pero al precio de la constitu-
ción de un Estado prusiano militarizado y agresivo. Nietzsche escri-
be entonces Consideraciones intempestivas (1873-1874) sobre los
peligros de la historia en sus dos acepciones de historicidad (Geschichte¡
y de conocimiento del devenir histórico. Nietzsche teoriza el suicidio
de la historia occidental y la muerte del Humo historicus. A la teodi-
cea. que lleva a la creación del más frío «de los monstruos fríos» (el
Estado). opone la apología de los valores plurales, locales y presen-
tes. Preconiza el resurgimiento de una Europa envilecida por sus
sucesi vas mezclas de razas y por su mensaje uní versalízador desfigu-
rado por una salida radical de la historicidad. En este siglo XIX, es
también el momento en que Darwin revela el origen simiesco de la
especie humana. La perspectiva antropocéntrica, el pensamiento
metafísico, son puestos a prueba por los descubrimientos científicos.
El discurso nihilista de Nietzsche puede desarrollarse y oponerse
a la perspectiva de la Ilustración triunfante. Esta herida narciscista se
añade a la revelación copérnico-galileana, según la cual la Tierra no
está en el centro del universo, para trastocar la metafísica occidental.
El desarrollo de la razón lleva por lo tanto a su contrario, a la torna de
conciencia de un no-sentido, de la relarividad, y a la relarivización
de la propia figura del hombre. Nietzsche da carpctazo tanto a la his-
toria como a la dialéctica de la razón.
Más tarde, Hcidegger retorna la herencia nietzscheana en su críti-
31 Paul Valadicr, entrevista con el autor. ca radical de la modernidad. Su pensamiento se enraíza en el contex-
lo de la Decadencia de Occidente dibujada por Oswald Spengler,
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cuadro llevado él su paroxismo por l-ieidc!!gec, marcado oor el trauma can en primer lugar una determinada concepción de la historicidad,
de la Primera Guerra Mundial y el desa~t~'e que resulL(; ser ¡a repú- como portadora de progreso. Si hay un sentido de la historia, es el que
blica de Weirnar en los años veinte. Vuelve a trazar el recorrido de] lleva inexorablemente a la decadencia. Para Nietzsche, la conciencia
Olvido del Ser, de un constante rechazo tras el predominio del SCr- está sobrecargada de historia, de la que hay que liberarse para juzgar
ahí. La revelación de 1<1verdad ya no es acccsil)le al hombre en la el presente: «Expulsa la dialéctica de la razón»". Tras las pretensio-
medida en que cada manifestación de ésta «es al mismo tiempo V en nes de universalidad de la Ilustración, Nietzsche percibe las lógicas
sí fingirniento»'. La historia se convierte en sólo el triste desarrollo de inmanentes V disimuladas de la voluntad de poder. El devenir es un
una razón mistificada tras la fisura inicial. L;l temática de! eterno sinseutido o' más bien el aprendizaje trágico de las cosas que es la
retorno encuentra su eco en la concepción hcideggeriana de lu filoso- esencia misma de las cosas: «La historia es en nuestro caso una teo-
tía a perennis, auténtica rumia de lo mismo <l parrir de la cuestión de logía camutlada»:'. Evidentemente, el sinsentido conduce al hombre
saber por qué hay Ser y no nada; la respuesta es que no hay respucs- a la impotencia, al nihilismo, asumido por una elite aristocrút ica, la
la. Filosofía de la impotencin, significa nuestra imposibilidad de res- de los fuertes, V vuelve caduca toda ilusión de acción humana. El
ponder si no nos reapropiarnos de las «Escrituru-, de la SUl~fa Izlcs¡a esuíritu de raci()nalización del hombre se ve como continuidad del
apostólica y romana, 1.0 que por otra parte no quiere decir que Heickgger espíritu religioso. La razón sustituiría a Dios en una ilusión similar.
fuese creyente»:'. El esfuerzo de control humano es por lo tanto irrisorio.
l! n pexi mismo fundamental ani ma a estos dos filósofos que quie- Nietzsche remonta el declive de la humanidad a los orígenes del
ren fundar el fin de la filosofía: «Parece que todo vuelve al caos, que pensamiento griego. a Sócrates, que aparece en Ecce Humo como el
lo antiguo se pierde, que lo nuevo no vale nada v 10 irnpreuna iodo al síntoma mismo de la decadencia. El instinto y la hvbris dionisíaca se
debilitarse»' Esta razón que perrrute desccn:rJ;' al ho,'n!J~~':aumenta oponen a la ética socrática, que más tarde será relevada por la moral
en Nietzsche la ilusión de su omnipotencia, se consuela cada vez más religiosa para inhibir y sofocar las pulsiones vitales. Toda la historia
de las heridas que provoca. De la misma forma. el Olvido del Ser se de la civilización se despliega entonces según la lógica infernal de
acentúa con el desarrollo de la modernidad, COI; la general izac ió n de una razón castrante, y de una moral mistificadora. En cuanto a la filo-
la técnica. sofía, debe vol ver él. encontrar su pulsión creadora sepultada bajo la
máscuru de la civilización. Nictzsche preconiza e! olvido para des-
prenderse de lo ilusorio y la mistificación: «Es posible vivir casi sin
Los ANTI-ILUSTl<ActÓ'\' recordar V vivir feliz, como lo demuestra el animal. Pero es imposi-
ble vivir sin olvidar»7 Pensador fundamentalmente pesimista, hostil
Estos dos pensamientos aparecen como unti-Jlustración, \ Nietzsche a la historicidad. Nietzsche tiene un odio visceral él las masas, a la
denuncia el carácter brutal y violento que pone de manifiesto la filo- revolución.
sofía de la Ilustración al desembocar en la Revolución francesa. Todo En su correspondencia con UD oficial alemán durante el sit io de
giro, toda ruptura revolucionaria no puede dejar de hacer surgir la París en ¡870. le comunica sus reflexiones. Considera la guerra como
imagen de la barbarie: «No es Voltaire, con su naturaleza moderada una útil prueba de virilidad, pero lo que por el contrario le horroriza
[... ] sino Rousseau, sus locuras y sus medias verdades apasionadas. lo es la Comuna de París, la revuelta de los «esclavos» que violan las
que ha provocado este espíritu optimista de la revolución contra el rez las, espectáculo horroroso. En cuanto a la enseñanza generalizada,
que lanzo un llamamiento: ¡aplastad al infarne !»:'. Aquí Nietzsche se lle~va cíire~tamente a la «barbarie», escribe en 1871-1873 en sus borra-
convierte en defensor de la Ilustración moderada, progresiva, contra dores de su ensayo sobre el porvenir de los centros de enseñanza. Los
la Ilustración radical, la que actúa para que se lleve él cabo la revolu- dispensadores de la felicidad terrena, los socialistas de fines del
ción. Pero en lo esencial la obra de N ietzsche, como la de Heidegger, siglo XIX, no pueden más que culminar el espíritu metafísico que está
se ccnlifiica él partir de una crítica radical de la lluxtruc ión. Ambos ~eata-

.1 H,\\licRMAS,(e Discours 1,/¡ilosophilfl.11! de 1(/ modcrnitc; Gallinuu«}. J'iXX. p. 105


¡ M. 1.-It.;JDLGéiER, Questions 1, Gul] imnrd, p. I ss.
.ed. caxt.: El discursojitosofico
(Ir-- fa modrrnidrul . M.adritl, T~lII1TIS. 1942J.
2 P. Fougeyrollas. ellrrev.lsta con el autor.
., F :\\r~T7.SCHE, Considératons incutucllcs; 2. Aubier (J ¡06), p. 327 [cd. cast.:
F NII.:rISCIII', Humain, trop IWl1IailJ I [J S78j, Gullimard, J 96~. p. 225. Consideraciones intempestivas. ! l adrid, Alianza}.
" lbid., p. JT2 /<,,1. cast.: Hunurno, dCI/U/súlc/" hunumo. :"I¡¡drid. Akal. 1')961. lbir! .. p. 207

408 409
actuando en toda la historia occidental, y por lo tanto hacerla caer en Por una parte, la que califica de metafísica de la, ~istoria, a partir ~e
la decadencia, en la catástrofe, Sin embargo, la revelación de la era la cual la libertad actuaría en la evolución histórica, Esta accpcion
metafísica deja ver un individuo despojado, sin apoyos, condenado a tiene que ver con la metafísica en la medida en que presupone qu~ el
lo efímero, y que contrasta con la falsa felicidad de las eras metafísi- hombre está en el centro del proceso histórico. Una creencia aSI es
cas. De ahí la tentación de inclinarse hacia la construcción de un por- muestra por 10 tanto de una ilusión, de una metafísica de la subjetivi-
venir mejor, pero éste participa siempre de una ilusión reconfortante: dad para Heidegger. Por otra parte, ataca el hegeha;llsmo como te-
«Todo futuro mejor que se desea a la humanidad es necesariamente leología en la que la razón se revela poco a ~oco a SI mlsm~ al auto-
también un futuro peor desde más de un punto de vistas". desarrollarse en el curso de la historia, otra forma de metarísica que
El verdadero enemigo es entonces el socialismo: «El socialismo somete la historia al principio de razón, variante que reintroduce al
es el hermano menor y caprichoso del despotismo agonizante>". «El Sujeto en un lugar central, no porque controle un proceso de cuyas
veneno de esta enfermedad que contamina hoya las masas cada vez astucias es frecuentemente la víctima, sino porque puede acceder a la
más rápido en forma de sarna socialista del corazón» io Puesto que la intelección del sentido del proceso. Ahora bien, en este sentido, lo
historia en este fi.n del siglo XIX parece asegurar el éxito irresistible modela sobre la estructura de su propia razón, la del hombre, y no la
del movimiento socialista, hay que liberarse de la historia para ani- del Ser que permanece confinado en el Olvido. ._ .,
quilar el peligro que amenaza a Occidente: la historia es asimilada él Heidegger sustituye estas aproximaciones. que califica de metafí-
una rnistificación, a la decadencia, a un olor a moho, a una camisa de sicas por la historia del Ser, historia sin histona, slmpledespll~gue c~e
fuerza. Nietzsche aparece así en pleno siglo historicisra como parti- lo que se ofrece a través de sus imágenes sucesl~~s, S1l1 sentido, S1l1
dario radical de una disolución de la categoría de lo nuevo, C0l110 el filiación, sin periodización. La metáfora que utiliza para p~n~ar la
pensador del fin de la historia. historia es la floración de un rosal en primavera con brotes múltiples,
Es a título de precursor de la posmodernidad como va a triunfar sin tronco, sin raíz, que traduce perfectamente la historia ~'ra?~1enta~
más tarde, a mediados del siglo xx. Bosquejaba ya la deconstrucción da, en migajas, sin sujeto que dé sentido al desarrollo histórico, 111
del marco unitario, total, del movimiento de la historia, para hacer sujeto subyacente, oculto, cuya huella ~abría qu~ ~uscar. .
sitio a una inmovilidad, a un presente estacionario en el que las his- Desde El ser V el tiempo (1927) Heidegger sitúa la temporalidad
torias experimentan un proceso de atomización. de pluralización, cuan- del Ser como la de un declive progresivo que lleva al apocalipsis, del
do no se construyen más que a escala individual: «Nietzsche y Heidegger que por otra parte se sabe que participó. La d~cadencia es estructural
[... ] pusieron las bases necesarias para la construcción de una imagen a la historia humana: «Perteneciente al ser mismo del Dasein, es un
de la existencia que responda a las nuevas condiciones de no-histori- existencial» J2. Desde el discurso del rectorado hasta la entrevista en
cidad, o mejor, de poshistoricidad» 11. Der Spiegel no deja de reiterar sus advertencias de Casandra contra el
declive (verfall¡ en el que se hunde inexorabl.e~ente OCCIdente: ~<La
fuerza espiritual de Occidente flaquea y su edificio vacila, la ap~nen-
EL OLVIDO DEL SER cia muerta de la cultura se derrumba»!". Heidegger opone a ~sta lIlVO-
lución la fuerza del arraigo, la de la tradición y la de la patria: deben
Heidegger retama la crítica nietzscheana de la modernidad en sus ser otros tantos rompeolas frente al tecnicismo del mundo moderno
conferencias de los años treinta, para radicalizarla aún más. Reesta- que arrastra la totalidad del ser como fenómeno con el que se disuel-
blece la preeminencia de la filosofía. También en él, la historia no es ve el ser-ahí del Ser. Si la historia de la civilización occidental es la
más que el despliegue de un lento declive que se enraíza desde la historia de un Olvido progresivo del Ser, el siglo xx es el punto cul-
época griega en el Olvido constante del Ser. En La proposición de minante de esta amnesia.
fundamento (1957) critica dos formas de pensamiento de la historia. La crítica que desarrolla Heidegger de la modernidad, de la téc~li-
ea, de la civilización de masas, no reviste para Jürgen Haberrnas run-
" F. NIFTLSCHE, Humoin, trop humain, cit., p. 219.
') lbid., p. 335.
10 lbid., r. 2. p. 172.
" L FLRRY Y A. Heidegge r el les modcrnes, Grasset , 1988, p. 82.
RE"1AUT,
" G. VAIT!MO, La Fin de irt mode rnire 119~51, Le Seuii. 1987, p. 11 [ed cast.: Cljin 1) M. HEIDEGGER. "Le discours du rcctorat», 27 de mayo de 1933, Le Débat 27
de la modernidad, Barcelona, Planeta-De Agustini . .1994 ¡
(noviembre 19~3). p. 97.

410 41 J
guna origin.alidad, puesto que se contenta <:0:1 retornar el repertorio de dad total del hombre, tanto en lo que se refiere a sus actos corno a su
Ideas rCClbId<:s de los mandarines conservadores de su generación. ser, es el trago más amargo del conocimiento que debe beber el horn-
Habcrrnas suua la deriva que lleva a la adhesión al naciorwl-socialis- bre»!". Nictzsche ataca el humanismo corno doctrina que asigna a!
lTlO en la teoría hcideggeriana en la llueva colocación de las carczo- hombre el papel central de sujeto como ser pleno, sede de la evidcn-
rías de la ontología fundamental en 1933. El Dascin de;,i~,naba h~;"ta cia de la conciencia de sí. Nietzsche traduce aquí la imposibilidad de
esta fecha el ser-Dura la muerte en su sinzularidad
• ! • ~ ~ b
Ahora ~l'·~;prl a par
.• • t._ •••.,•• ~.. ,\, 1 '-'~ , L C!. - apoyarse, con la muerte de Dios, en cualquier fundamento trascen-
ur de J 933 adopta una acepción colectiva: es el del pueblo unido. dental,
Abandonando así el recorrido de la razón triunfante, H~ide~ger torna ESta crítica del humanismo es retornada y radicalizada por Heidegger.
un camino sinuoso, el de las peregrinaciones de un interv~l-;, de un El hombre está aquí fundamentalmente desposeído de todo control,
mundo oscuro que «no va a llevar a ninguna parte». Pensamiento puesto que su realidad sólo va a aparecérsele como ocultación: «La
vagabundo para aproximarse i.l los caminos que llevan al oús de los pregunta ¿qué es el hombre? 110 puede ser planteada más que al pre-
orígenes, al logos. Esta temática del camino cjue no tiene ~;n ounto de zuntar oor el Ser» [7. Este cuestionarniento nos remite él la indetermi-
llegada terrestre, estos peregri najes de! «pastor de! Ser. (;. le (os ~, ;ación )/ a lo inaccesible, a aquello cuya huella, cuyo producto, cuyo
hombre no dejan de evocamos L1na~ariaci()n' ~1¡red~d~H· ja~~o¡~~í:: (¡~ testigo, es el hombre. La eficacia de la crítica de Heidcgger es subra-
«Así se explica el hecho de que los teólogus fuesen lo;, Dril1lero.~ en yar el hecho de que lo propio del hombre es no tener nada propio, de
adoptar Sein und Zeitw'", Heidez '" DO
ser habri: •.•.....
separado
J.(.~\.'--'- r.o,'¡:C.¡in1"",p .,1
'-_H ..,_ ct t
.LtlJ (,,_ c¡hf su capacidad para alejarse de los códigos que lo encierran en defi-
Ser de la realidad
.
empírica
'
de J:¡~....misma muneru (,:!~. )'1'1"'·1".1
•..••• ~ l.. """1"" "- •• '."",':',.,,!..,
L. !'--, JtL"_~,-!.,,-.J_ niciones contingentes, en determinaciones particulares. La ck-si sten-
e! acahamiento de la historia. cia precede a la esencia, es lo que especifica el hombre en su prime-
ra negación, y su vocación de universalidad.
Heidegger representa una ruptura importante respecto a la idea del
EL A1':T!HUMANISMO hombre como dueño v señor de la naturaleza. Sartre se inspirará en
ello más tarde: «El hombre, tal y como lo concibe el existencialismo,
Si bien el estructuralismo se nutre de este amihistoricismo. encucn- si no es definible es CjLlC 110 es nada»!", A partir de este postulado, el
In! tarnbién en Nietzsche y Heideggc:· una crítica radical de: hurnn- nroblema cue se plantea es saber si el existencialisrno es un huma-
nisrno que permite hacer desaparecer la figura de! hombre como un ;ÜS!i10, lo uue defiende Sartre, o si lleva a una posición antihurnanis-
castillo de arena a la orilla del mar, Volvemos a encontrar la fractura '-(.~, cue
"1 .1
Lt ps J-(, que ciens: Heidecser
~ •.• .J ~/o. •• '1bb .
- '-'- •••••..•

que abre Nietzsche con la muerte de Dios, que desestabilizu la idea Explícita su tesis en Carta sobre el humanismo que envía a lean
del dominio de un hombre identificable, definible, en el corazón de la Beaufrer en 1946, Aquí parte de un tajo la interpretación humanista
historia. Nietzsche denuncia la divinización del hombre que sustituye de su pensamiento. Para Heidegger, la ek-sistencia no se ofrece al
a la religión en la época de la Ilustración y que prosigue en este hombre a la manera del cogito cartesiano, que no es más que una
SIglo X1X,
hipótesis racionalista que hay que invertir en la fórmula «Soy, luego
Si ya no hay Dios, no podemos referimos a una naturaleza huma- pienso». Pero el hombre está en una situación de alienación insupe-
na inmutable, como acte rna veritas, como medida de todas las cosas. rable: «El hombre. exiliado de la verdad del Ser, da vueltas alrededor
Nietzsche deduce de este relativisrno un nihilismo radical. El juicio de sí mismo como animal racional» ¡y.
moral ya no es posible: ¿en nombre de qué pretendería erigirse en El ser-en-el-mundo, en lugar de asumir su posición de pastor del
norma? «Que la virtud duerma, se levantará más fresca» 15. El juicio Ser, se ha perdido en el ser como fenómeno, pérdida que se traduce
ético presupone una libertad de acción, un nivel de responsabilídad
9ue el hombre no posee. No hay otro criterio que lo que el individuo
Juzga correcto hacer en una circunstancia especitrcn, todo el resto no ,( lbid., p. J 12.
es más que la escuela de csclavización del sujeto: «La irresponsabili- ,- M. HEIDEl;G"R. tnrroducrionn la n"iwl'''ysltjl.le 1 1lJ5X 1. GaJlirnard. 1967, p. 1571ed.
caxt.: Imrodurcion u la mctatisicu, Barcelonu, Gedisa, 19<)2].
I J.-·E SARTRI-:, l.'cxisu ..·.:¡ci(llis}}/(' cst u.n 1I11/fu/JÚ.\')}IC N~lgel, 1c)()6, p. 22 !r~d. cast.: El
exist cncialismc. es IUI IlllIlUUÚSIIIO. 8arcdona. Edhas«. i 9921,
1-1 G. STEINEI{, Martin f/ejdeggeJ", Fla111lllariol1. 1981. p. N7.
;., VI. I!E'[)J:GGi'R. lctt rc: sur !"lIlIlIlWÚSIIIC IltJ461. Aubier. !tJ1B. p. 107 [ed. casi.:
" F Nictz.schc, lILIIJ7uil/. trop htnnain l. cii.. p. <)5.
Co n»¡ sob n: el tnunanisn«». .vladrid. Taurus. 19701,

412
4J3
Para Heidcgger, que desconocía los avances de la pragmática, no
en el si!?lo xx por la tecnificación del mundo, la generalización de la
es el hombre el que habla, sino el lenguaje, el hombre se contenta con
modernidad, el Ge-Stell, el hacer técnico. La suerte del hombre no
ser hablado. De ello resulta una aproximación nominalista y una feti-
depende ,de él en la concepción heideggeriann; no tiene marzcn de
chización del nivel discursivo puesto que el hombre se diferencia del
autonorrua en sus facultades subjetivas, no puede dejar de esu;; aten-
mundo vegetal y animal por el lenguaje; éste representa a la vez su
to a la voz del Ser, y a este respecto el filósofo y el poeta son presen-
tados ~omo los que han conseguido estar lo más cerca posible de ese diferencia y su carga.
De la misma manera, la crítica nietzscheana de la metafísica efec-
ser-ahí del Ser, por otra parte presentado normalmente como un «abis-
túa este descentramiento del cogito hacia el lenguaje presentado en su
mo».
«natural» retórico. Los procedimientos metafóricos o metonímicos
El Ser remite a la condición del hombre como ser-hacia la muer-
clellenguaje fundamentan una crítica de la verdad, imposible de alcan-
te, raíz primaria que vio surgir el mundo del pensamiento. Desplaza
entonces el p'unto de vista del cogito cartesiano o del psicologismo. zar, sustituida por el laberinto infinito de las interpretaciones que no
Ya no se. sitúa en el plano en el que la conciencia se domina a sí tienen valor más que en la re latividad de su lugar de enunciación: «El
mlsnu:, SI!10 en el nivel de las condiciones de existencia del cogito, mundo, para nosotros, se ha vuelto infinito otra vez, en el sentido de
De a~1 ~l reproche que dirige a Sartre de partir del cogito ; mientras que no podemos negarle la posibilidad de prestarse a infinidad de
que el intenta vol ver a encontrar las condiciones de éste. En esta inrerpretaciones»:". Este nuevo campo de la interpretación debe huir
arqueología ?el cogito, el hombre se encuentra inexorablemente des- de la metafísica que vuelve a magnificar la búsqueda de los orígenes,
ce~trado, sujeto a una historia de la que no es ya el sujeto, sino el de la génesis, para establecer las continuidades y causalidades alre-
objeto o el Juguete. dedor de la unidad del sujeto. Por el contrario, Nietzsche preconiza
una genealogía deconstructora del sujeto para descifrar las condicio-
nes de los sistemas de creencias a partir de lo que ocultan o inhiben.
LA PRIMACÍA DEL LENGUAJE Esta deconstrucción apunta al modelo de inscripción originaria de
una verdad primera, anterior a su formulación, apunta a todo absolu-
En es~a búsqueda de los orígenes de lo pensable, tanto Nietzsche to que se supone que lleva consigo el ser humano.
como Hcidcggcr .otorgan un valor privilegiado al lenguaje y al estudio
de. s.us leyes de funcionamiento. La lengua habría perdido su pureza
o~lgll1al, d:scarnada por la funcionalidad del ser como fenómeno. La EL PROGRAMA GENEALÓGICO
búsqueda Íllosófic~ o poética pretende cubrir esta carencia para volver
a encontrar el sentido del logos perdido. El ser como fenómeno ocul- AqUÍ también Nietzsche, como Heidegger, privilegia la lengua
ta las condiciones que presiden su realidad. Heidezser oreconiza enton- que debe ser liberada del sometimiento al imperativo de verdad: «Con
ce~ pas~r por la int~rpr~tación del lenguaje que~~on~tituye el medio sus aforismos, Nietzsche establece el retorno de los elementos censu-
privilegiado de la historia del Ser: «Heidegger da al método fenorne- rados, inhibidos, su puesta en perspectivav+'. Esta genealogía nietzs-
nológico el sentido de una hermenéutica ontológica»2u cheana debe desplegar otro acercamiento a la temporalidad y a la
En la perspectiva heideggeriana, el campo del lenguaje será enton- relación con la verdad. Se ofrece como oposición punto por punto a
ces el objeto de estudio privilegiado. Encontramos aquí evidente- la aproximación platóriica, oponiendo al recuerdo/reconocimiento el
mente una base esencial de lo que va a caracterizar al estructuralis- uso destructivo de la realidad; a la tradición, el uso de irrealización y
mo, que levantará el vuelo al generalizar el modelo linzüístico a todo disociativo de las identidades; y sustituye la historia-conocimiento
el campo d:l sabe~ de l~s ciencias humanas. Impulso bfecundo, pero por la destrLlcción de la verdad: «La genealogía es la historia como
que~ se edifica a distancia de lo que tiene que ver con el ser como
Jenomen~ '.Además, esta influencia está marcada por la Ignorancia de
la pragmauca de Charles Sanders Peircc, así como de la fi losofía I i 11- :: F "I1FIZSCHE. Le Gai Savoi r, IO/l3, [J. 374 red. cast.: Lo Gaya Ciencia, Madrid,
güística de Ludwig Wittgenstein o de John L. Austin. - - r\k¡¡j. l LJS8].
:, J-:,,1. REY. "La philosophic du monde scientifique el industric!». Histoire de la phi-
lovophir, F. Chate!e.t (dir.), Huchette, ILJ73, pp. 151-187 [ed cust.: Historia de la jilosofia,
Madrid. Espasa-Calpe, 1970J.
zo J. H AllERMAS. Le discours philosophiquc de la maderniré, Galli mard, 1983, p. 172.

415
414
carnaval concertudov+'. La búsqueda de verdades C',", doblemente inuc- LI estructura intelectual de los sixties fue sistematizada por Luc
cesi hle. Por una parte, las verdades no son más C! ue bandadas de Ferry y Alain Renaut-", aun cuando se equivoquen en la correlación que
metáforas, metonirnias, antropomorfismos, hasta tal punto que las cre- establecen entre este pensamiento y mayo del 68. Vuelven a aparecer
las orientaciones principales del nietzscheo-heideggerismo con el tema
el110S estables, simples valores de cambie cuyo valor de usu se ha
del fin de la filosofía, csoecialmente en el caso de Jacques Derrida que
olvidado. El segundo término de la ilusión se encuentra en !;r Iicción
actúa pan: sacar al pensamiento de su cautividad, Preconiza la escritu-
del cogito: «No hay nadie ya lo bastante inocente par" plantear a la
ra de un puro trazo, un pensamiento «que no quiere decir nada», una
manera de Descartes el sujeto "Yo" como condición del
pura significación liberada del significado. En segundo lugar, vuelve a
El cogito aparece para Nicrzsche como el modelo d . '; les enunciados
'1'''i''P('I''¡'
'-~i--'':'
1 ~~ '-'. 1»' oaradi
r
'--' (>(11;\....de la e
~ b~ oe'1ealo
- ía es decir, la consideración
ub' de las
metafísicos, la hipostasis del sujeto ficticio CL;Yel iscrnia analiza,
condiciones exteriores de producción de los discursos, y ya no el con-
La oGenealogía' valora el espacio del signo que cebe ser descrito en
'-- t
tenido de éstos. En tercer lugar, la idea de verdad, que podría permitir
una revelación del discurso unitario metafísico, El sentido se encuentra
verificar la adecuación del discurso a su contenido, pierde toda base y
detrás de la opacidad del texto, siempre negado, Es necesario el'lO'1CCS"
se disuelve al mismo tiempo que el referente, radicalmente apartado,
tras haber deconstruido las máscaras carnavalescas. reconstruir bs cade-
Por último, se asiste a la historización de las categorías y al fin de toda
nas significantes ininterrumpidas de las interpretaciones
referencia a lo universal. A esta sistemática sacada a la luz por Luc
cadenas no se presentan en su continuidad, sino ;d conrrurio, él r de
Ferry y Alain Renaut hay que añadir la desaparición del nombre del
las discontinuidades. de los síntomas, de las faltas. L, trayectoria gene-
autor, de la significación de su existencia: se esfuma tras las leyes
alózica privilegia el otro lado del decir, se define como un juego de des-
e- j "- ....' . • _ , o', _o' 1" _ 1 _, _~ del lenguaje, respecto a las cuales no es más que un polo ejecutante de
plazarnientos para des-invertir, des-implicar las cap:'h estranncacas cre
una composición que no le pertenece, Esta concepción que tambié,n
los signos de su contenido metafísico. Lo que pretende restituir son más
ataca al sujeto, a la enunciación del discurso, lleva a una nueva aproxi-
las condiciones del discurso que su contenido, Este desplazamiento
mación al texto literario y al trabajo del crítico que debe desplazar su
hacia lo discursivo es común a Heidegger ya Nierzsche.
mirada del autor al texto como sistema cerrado.
Sin duda estos desplazamientos están en acción entre el nietzs-
cheo-heideznerismo v el estructuralisrno. Así, el antihurnanismo de
LA RECUPERAC10N DEL PJC(UGRAMA NIETZSCHLlH-iE1DLU(JE;"¡;\SC)
Hcidegger ~y~el del estructuralismo, aunque se encuentran en una
posición de filiación, no son verdaderamente de la misma naturaleza.
La búsqueda heideggeriana del lagos se une aquí con la gencalo-
gía nietzscheana, y ambas encontraron en el estructuralismo un mag-
El punto de vista estructuralista remite el humanismo a una episterne
del pasado, encuentra por ello una justificación episternológica fuer-
nífico destino. La crítica del etnocentrisrno, del eurocentrismo, van a
te, mientras que el antihumanismo heideggeriano sigue siendo de
acentuarse en los años cincuenta y sesenta con la marea estructura-
naturaleza metafísica: «Él hipostasia al Ser a todas las dimensiones
lista, que va a retomar el paradigma crítico del nietzscheo-heidegge-
de la historias ". Produce una filosofía que, más que un pensamiento
rismo. Tras el desarrollo continuo de la razón triunfante, se ve la ima-
del fin de la historia, es un pensamiento de la metahistoria centrado
<Tendel loco, del primitivo, del niño, como otras tantas figuras ocul-
alrededor del Ser, perspectiv-a que no será en absoluto la del estrucru-
~ldas para instituir el reino de la razón. Lévi-Strauss rehabilita el pen-
ralismo en sus diversos componentes.
samiento salvaje, la infancia ya no es percibida por ?iaget como el
negativo de la edad adulta, sino comprendida como edad específica:
Foucault describe la larga deriva de la locura hacia su encierro: en
FOUCAULT: «SOY SIMPLEMENTE NIETZSCHEANO»
cuanto a Lacan, realiza una auténtica pulverización del Sujeto, mos-
trando, u contrario del cogito cartesiano, que: «Pienso allí donde no
La filiación nictzschcana es evidente y reivindicada como tal por
existo, luego existo allí donde no pienso».
Foucault: «Soy simplemente nictzschcano»?". Foucault escribe desde

M. FOUCAULT, !JO/lilllilXC tÍ HVI'I'0!iI(', PUF. I (n 1, p. 1(,8 L. Fr:RI<Y v /\. RICNAL'T. Lo Pensé" 68, Gal lirnard. 1985, pp, 28-36,
F NWJ'/SClll, Lo Vofolll'; de puiss.nu:«, t. 1, Gall irnard. pp 79) 141 !cd. eas'.: 1.0 -,,',CTc('l~ge,,-Elia Sarfati, enrrevist» con el autor.
voluntad de poder. Madrid, Edut. 2(j()()1. M. FOUCi\L'LT, Les ,..\"O¿fi.'('lIcs Lincruircs ; 28 de junio de l ()i)·4.

416 417
el interior del pensamiento de ietz schc, hasta la metáfora de la figu- do la historia corno campo de investigación, hasta trabajar con histo-
ra del hombre que se desvanece al final de Las palabras y las cosas. riadoras (Michcl!e Perroi, Arleue Farge), aconsejado en los últimos
Rca liza la misma deconstrucción del sujeto pura sustituido por el uño-, de su vida por Paul Vcyne. todo esto no es fortuito, sino que
proyecto de una genealogía: «Todo es ya interpreracióll"c" Escudri- corresponde él lu aproximación gencalógica de Michel Foucault: «El
fiador de los bajos fondos, al estilo de Nictzsche, Foucault va a exhu- genealogista necesita la historia para conjurar la quimera del ori-
mar a los olvidados de la historia, y a descifrar detrás del progresu de gen,,.'! Sacar a la luz la heterogeneidad, deconstruir la historia, tra-
la Ilustración los avances de una sociedad de la disciplina oculta por bajar en el sentido de una facrualización de la miríada de aconteci-
el dominio de un discurso jurídico-político liberador. La locura fue mientos desaparecidos: éstas son las orientaciones de un Foucault que
rechazada por el propio despliegue de la razón. de una cultura occi- lleva el nictzschcísmo al campo de la historia.
dental que vacila en pleno siglo xx. La enseñanza nietzscheana será Se puede ver, en menor grado, la influencia de Nietzsche en la
plenamente asumida por Foucault con la disolución de la figura del obra de Lévi-Strauss. Es lo que percibe Jean Duvignaud, especialmen-
hombre, captada como simple paso fugitivo entre dos modus de ser te en Tristes tropicos y en el «finale» de El hombre desnudo, donde
del lenguaje: «Más que la muerte de Dios, [... J lo que anuncia el pen- la visión global de Lévi-Strauss está impregnada de una voluntad
samiento de Nietzsche es el final de su asesino. e~ el estallido del ros- estéticu cuyo origen habría que buscar en Nietzsche: «La estética
tro del hombre»?". Obtiene así la primacía de una filología. de un ernerge siempre que se elimina la historiav'". Así, la circularidad del
estudio discursivo, empresa anunciada por Nietzsche y ya rerornadu cstructurulisrno de Lévi-Strauss, a partir de la cual los mitos se remi-
por Mallarmé. ten los unos el los otros en una magnífica construcción lógica, remiti-
La hermenéutica se transforma en una semiología cuando se con- ría al eterno retorno nietz scheano.
vierte en interpretación de las interpretaciones hasta el infinito, con el
signo rompiendo [as amarras con el significado original. El humanis-
mo se había edificado sobre los falsos cimientos de la falta. de la ine- EL APRESAMIENTO DE LA RAZÓN
xistencia, como forma de consuelo. La pregunta central es entonces
por qué, y en qué condiciones, el hombre piensa lo que va a estar ya La huella de Heidegger es aún más transparente y se extiende por
para siempre situado en una posición de exterioridad. todos los componentes del estructuralismo. Foucault declaró: «Heidegger
Nietzsche, él ojos de Foucault, habría representado el primer desa- siempre fue para mí el filósofo esencialw". A diferencia de Nietzsche,
rraigo de la antropología, cuyo hundimiento anuncia «la inminencia referencia constante, Heidegger influye de manera implícita sobre las
de la muerte del hornbrev-". La genealogía nietzscheana inspira tam- orientaciones de Foucault. Muy pronto la obra del filósofo alemán fue
bién un trabajo que arraiga no en la búsqueda imposible de los oríge- muy familiar para él. Su amigo Maurice Pinguet" cuenta su primer
nes, sino en una actualidad, en el presente histórico. No busca captar encuentro en Ulm con el joven Michel Foucault, oyéndolo hablar
las continuidades que anuncia nuestro mundo al enunciarlo, sino que apasionadamente y con conocimiento de causa, con su voz metálica,
al contrario señala las discontinuidades, los cambios de episterne. El con 1I110~ compañeros sobre las nociones de Dasein, de ser-para la
saber histórico tiene como virtud cuestionar, quebrar las certezas, el muerte. Nada más banal para un joven normalista de 1950, momento
juego consolador de los reconocimientos. en que el heideggerisrno representaba la koiné de todo filósofo. Pero
Su trabajo de arqueólogo va a llevar él Foucault a prestar una aten- se ve la huella de Heidegger en la propia obra de Michel Foucault.
ción particular al archivo, al documento visto como monumento para En Las palabras y las cosas, Foucault retorna a propósito de Kant
dibujar las líneas de falla, señalar la singularidad de los aconteci- la expresión, típicamente heideggcriana, de «analítica de la finitud»,
mientos separados de toda finalidad teleológica. El hecho de que según la cual el hombre descubre que está «siempre ya» en el mundo,
Foucault haya entablado un diálogo con los historiadores. normal- y por lo tanto que es vano buscar los orígenes: «Él está, separado de
mente lastrado por una incomprensión mutua, y que haya privilegia-

:" M. FOllCAl:t:r, Acres du Colloque de Rovaumont: Nicicsch«. Frrud, Mrux 11964], t : M. Foucuuh, H'J/IIII/ag<' " I1YfJlw!iI(',ci L, p. ISO,
Minuii, 1967, p. 189 ledo cast.: Niet ischc, Freud, Mor», Barcelona, Anagrama, 19~ l ]. " .1, Duvig naud. Le ¡ul/gage pcn!«, cit.. p. 225.
'" Id, Le" Mot): el les choses. cii., pp. 396-397. ':; LvI. FOl.iC.-\ULT, Le« !VOU\"('I/cs Litt cruircs, enucvistu, 2H i..k junio de J 9X4.
'HI lbid., p. 353. ," IV], Pl:-'C;t:ET, 1.(' DJlJilI ~ 1 l,eplil'mbrc I()~(Í).

418 419
todo origen, y.: ahí,,35. El corte en cpisiemes discontinuus viene tum- PÜ/f()Il, publicado por Heidegger en 1<)41-1l}42»·n Luego Lacun vi si-
bien de la herencia hcideggcriana, al mismo tiempo que de la gcnea- tará a Heidegger en Friburgo-". Traduce poco después el artículo
IOgÍ<l nictzscheuna. Volvemos a encontrar a Heidcgger también en Lagos, lo revisa con Heidegger y lo publica en 1953 en el primer
Historia de ta locura. donde «toda la temática de la razón que no se número de su revista, La Psvchanalvse . Lacan rinde en esta ocasión
constituye corno razón más que por exclusión es típicamente heideg- un vibrante homenaje al filó'sofo: «f-:n cuanto a la presencia aquí del
gcriana»?", La arqucologíu del saber es un debate imp líciro con la
señor Heidegger, es 'por sí sola, para todos los que saben dónde se rea-
Curta sobre el humanismo de Heidegger, De la misma manera, la forma liza la reflexión más elevada del mundo, la garantía de que por lo
de ver una sociedad de la disciplina que se despliega tras la sociedad de menos hay una forma de leer a Freud quc no es testigo de un pensa-
la Ilustración en Vigilor)' castigar corresponde al apresamiento de hl miento tan barato como repite tal partidario de la fenomenologíu»:".
razón en Heidegger, y remite por lo tanto a una visión fundamental- A pesar de este entusiasmo, es significativo que sólo traduzca las
mente pesimista del destino occidental, evidentemente sin ninguna cuatro quintas panes del texto, y que corte el final donde Heideggcr
asimilación en cuanto a las enseñanzas que se obtienen de este diag- oercibe' en la escritura poética una salida al drama de la existencia
nóstico, porque hay pocas relaciones, en el terreno de la praxis, entre humana. Para Lacan, no hay salida posible, no hay salvación, 110 ve
el compromiso en e! sentido de resistencia a los poderes de Foucauit ninguna mejoría del Ser. l';:lisabeth Roudinesco relata el primer viaje
y el «compromiso» de Heidegger. de Heidegger el Francia, que no deja de ser pintoresco en ese mes de
En el caso de Lévi-Srrauss, la influencia de Heidegger no es direc- a~osto d~ 1955. Viene él participar en los encuentros de Cerisy-Ia-
ta ni se reivindica, él diferencia de Foucault. No de estar difusa y S~LÍle, organizados por kan Beaufret y Kostas Axelos. En esta oca-
presente en el gran escepticismo de Lévi-Strauss respecto él la moder- sión, Lacan organiza en Guitrancourt una pequeña reunión en honor
nidad, en su crítica de la tecnificación del mundo, en la denuncia de del ilustre invitado: «Heidegger se aloja en la Prévóté, luego va a visi-
su carácter destructor, germen del etnocidio. El cuestionamiento de la tar la catedral de Chartres. Lacan conduce a la velocidad de sus sesio-
homogeneización planetaria, de la supresión de las diferencias, par:i- nes. Sentado delante, Heidegger no rechista, pero su esposa no deja
cipa de una misma sensibilidad. de protestar. Svlvia transmite a Lacan sus inquietudes. Ojalá no lo
hubiera hecho: el maestro corre cada vez más. A la vuelta, Heidegger
J

permanece si lencioso y !a~~: protestas de su esposa aumentan, mientras


L.A.CAN y HEIDEGGER Lacan pisa el acelerador. El viaje acaba y cada uno se va a su casa»!".
Como se puede adivinar, las relaciones hubieran podido ser más calu-
La influencia de Heidegger sobre Lacan es también decisiva. Como rosas, pero lo que cuenta es el préstamo conceptual más allá de una
destaca Élisabeth Roudinesco, está fascinado por el estilo de Heidegger, comunicación directa difícil por el hecho de que Heidegger conside-
como toda la intelligentsia francesa de la posguerra. Su primer ra que no hay más que una auténtica lengua, el alemán, que Lacau
encuentro data de 1950. Pero es sobre todo el discípulo francés del puede traducir pero no hablar.
pensamiento heideggeriano, Jean Beaufret, quien entra en análisis Lacan retorna el concepto de ek-sisrencia, la idea de que el hom-
con Lacan hacia 1946. Este último tiene entonces acceso a la fuente bre está separado de toda forma de esencia. Se inspira en este distan-
misma de la difusión del heideggerismo en Francia, con esta fuente en ciamiento del Ser respecto del ser como fenómeno. Cada vez que cita
su diván, y más allá, en la medida en que lean Beaufret y Jacques a Heidegger, es para utilizar el concepto de ek-sistencia así como el
Lacan establecen relaciones de amistad, facilitando la impregnación ser-pura la muerte. La idea lacaniana según la cual la vida real no es
del analista del lenguaje heideggeriano. un ~ida real. sino simbólica «es una idea que en Heidegger está por
La primera referencia a Heidegger data precisamente de este todas partes. '.Es incluso .lo esencia. I de su fil . f
[OSO 'la"
41
.
periodo: «En septiembre de 1946, en el coloquio de Bonneval, donde
pronuncia su conferencia "Propos sur la causalité psychique". La alu-
,/ I~. ROl,!I'i¡;""FSCU, Les Enjcu« jl/u'/OSop/tiq!fes des annec:» ciuquant«, Ed. Centre Cjeorgcs
sión muestra que Lacan ha leído La doctrino de la verdad según
POlllpj(h)ll, J 9X9. p. 93.
.x Id .. Histoir« de lu iJsycJ/([lIuly.\"(' ('/1 ¡:rtIlICt', 1. '2, O!J. ('11., p. 30l) .
.,., .l. L __
'l·.~". /.<1 f'."'c!/(IIIU!I'.\'(' l . PUF. [95(>,1'.6.
l") ~~. RpudlJ1L'Sl"P, i-ii.~/()¡n:dr> I(Jpsvchunulvs«: en t-rauc«, cu.. pp. 30')··310. eutrC\'ista
~) M. Foucault , Le.";¡\:fol.\ el les chosrs, cir., p. :~43.
.le. Marcel Gauchct. cnrrevisu, con el autor. L'OIl Sylvi:t Lac.m .
.11' Bcrrr.md Ugil\'ie, cuu'e vrxt« COll el autor.

420 421
Esta influencia se ve fúcilmcntc en los propios paradigrnas de de las cuestiones heidcggerianas, [... ] sin la atención a lo que Hcidegger
Lacan. No solamente se encuentra en ellos el pesimismo de base llama la diferencia entre el Ser y el ser como fenómeno, la diferencia
de Heidcgger. el descentramiento del hombre, la deconstrucción del óntica-ontológica que en cierta medida sigue siendo impensada por la
sujeto que se encuentra dividido, inaccesible para siempre para sí f¡losufía»,-l Jacque s Derrida sin eluda no retorna servil mente el pell-
mismo, el largo camino de la pérdida, del Olvido del ser a partir del sarnienro de Heidegger, su deconstrucción ataca también los propios
estadio estructurante del espejo, sino que se pueden observar también núcleos de este pensamiento, y como Lacan, pretende radical iz.ar SlIS
los préstamos del vocabulario heideggeriano. Todo lo q L1econcierne tesis.
a la relación con la Verdad, con la autenticidad, la palabra de lo lleno Para Derrida, el Ereignis, el hombre como pastor del Ser, son en
y lo vacío, pone de manifiesto una aproximación heideggeriuna trans- Heidegger una supervivencia de un humanismo que hay que decons-
portada al campo del psicoanálisis. Todo el comentario de la filosofía truir. El punto de partida de Derrida no deja de ser el privilegio otor-
griega, de la aletheia, les es común. En el Seminario sobre la carta gado por Hcidegger al lenguaje como médium del Ser, y el paso de la
robado, la circularidad de la carta que remite al modelo estructuralis- filosofía de la conciencia a la del lenguaje. Vol vemos a encontrar la
la está al mismo tiempo sostenida por toda una temática he ideggeria- misma fascinación por el comentario a partir del cual Derridu, aun-
na de un lugar de desvelamiento de la verdad que es el lugar mismo que participando de la orientación general del estructuralismo, se va
de la carta, lugar del que falta. Hay entonces en estos comienzos de a diferenciar al criticar a Claude Lévi-Strauss en De Lo gramatologia,
los años cincuenta una auténtica fascinación de Lacan por Heidegger, a Michel Foucault en La escritura y la diferencio y a Jacques Lacan
no compartida por otra parte, puesto que este último nunca se intere- en Le Facte ur de la verité, Estas críticas, sobre las que vol veremos,
sará por los trabajos de Lacan, No se puede decir entonces que «Lacan nos introducen en la multiplicidad de los ecos del nietzscheano-hei-
nunca fue heideggerianos+', y reducir sus préstamos a una cuestión deggerismo francés que tomó como emblema el estructuralisrno para
de vocabulario, aunque efectivamente sobre el problema de la ciencia desplegar potencialidades de investigación especialmente diversas en
sus posiciones son antinórnicas. En lo esencial, a saber, el hecho de todo el campo del saber de las ciencias humanas.
que Heidegger haya propuesto una filosofía como lengua común para
todas las ciencias humanas, existe una filiación que sobrepasa a Lacan
y el lacanisrno.

LA IMPREGNACIÓN HEIDEGGERIANA DE DERRIDA

Esta influencia es todavía más manifiesta con Jacques Derrida,


diga lo que diga tras el «caso Farias». Considera que el epíteto de hei-
deggeriano es una necedad que rechaza'!", al mismo tiempo que afirma
que Lévi-Strauss, Althusser, Foucault, nunca han sido influidos por
Heidegger. Y para apoyar su tesis de la ausencia total de impregnación
de heideggerismo en Francia, Jacques Derrida relata una anécdota que
se remonta a los años 1967-1968. Cuando iba en coche con Foucault,
le pregunta por qué nunca habla de Heidegger. Foucault le responde
que es a la vez muy importante y muy difícil, fuera de su alcance.
Pero si vamos a los propios textos de Derrida, la impregnación
heideggeriana es no solamente transparente, sino rci vindicada corno
tal: «Nada de lo que intento hacer habría sido posible sin la apertura

'L.' É:lisabcth Roudinesco, entrevista con e! autor. J DLRRID,\, POSiliolls Minuit. 1972, p. 1H [cd. cust.: l)osicicul('S, Valcucia. Prc-
11 J. Dcrrida. Fr.mcc-Cuiuuc. 21 de m arzo de 1()SS. Tcx to-; 19761.

422 423
3g ideológicos el, este periodo, puesto que csra socialización intensa-
mente buscada lleva a la idcologización del discurso científico. Dejar
en la sombra los componentes ideológicos para no considerar más
que el método estructural es una trayectoria vana, puesto que pode-
mos preguntamos si ,das revofuciones cieuttficas 110 son juxtarucntc
LA CRISiS DE CREC~M!Er"rrO
esta intensa socialización);.
DE LAS CmNCIAS SOCIALES Ninguna ciencia está a esle respecto al abrigo de la ideologizu-
ción, de la socialización, y aSÍ, la observación física fue plenamente
una apuesta ideológica en la época de Copérnico y de Galileo con los
conflictos teológicos que provocó, por el hecho del paso de un mode-
le geocéntrico a un modelo heliocéntrico. Paul Rivet vio la necesidad
de esta socialización para conseguir la institucionalización de la
joven etnología francesa. Nacida bajo el condicionamiento del colo-
nialismo, 18 etnología caía de plano en 10 ideológico, y Paul Rivet vio
que podía servirse de estas condiciones para darles la vuelta, y per-
mitir una mutación radical en la percepción de la alteridad social y
Para comprender el éxito del estructuralisrno, no es suficiente cultural. De condicionada, la etnología vn a convenirse en condicio-
reconstruir el amplio contexto histórico del fenómeno, ni apuntar nante, portadora de una ética, de una política anurrucista. Paul Rivet
algunas filiaciones de orden filosófico; es necesario también evocar el hizo entonces deliberadamente de la etnología un arma ideológica, un
estado del propio campo de las ciencias sociales, su morfología, su elemento fundamental en el debate intelectual de los años treinta, per-
especificidad. Puesto que, contrariamente a lo que piensan todos íos mitiendo así su institucionalización. La intensa socialización, la ideo-
reduccionisrnos, hay una gran autonomía de la historia de cada disci- logización corresponderían entonces a la forma de ser de ciencias
plina, de cada ciencia, respecto a la historia que las ha producido. Se rearrnadas en el terreno conceptual, pero desarmadas en el plano de
puede hablar a este nivel de una vicia autónoma de los conceptos, la legitimidad institucional. Es sin duda el caso de las ciencias del
como dijo Gilles-Gaston Granger. Las condiciones sociales de apari- signo en los años cincuenta y sesenta, y de forma mucho más espec-
ción y de transformación de una teoría como el estructuralismo pue- tacular que para la etnología en los años treinta, puesto que disponen
den ser parcialmente iluminadas por la consideración de los roces entonces del apoyo de los medios, que desempeñan un papel crecien-
interdisciplinares en el interior del campo de la investigación y la te en el campo intelectual, permitiendo multiplicar las capacidades de
enseñanza, y de forma más amplia en el paisaje intelectual. socialización.
Los medios de comunicación se apoderaron en efecto del debate
en el curso de los años sesenta para presentar sus apuestas ante el
LA INTENSA SOCIALlZACiÓN DE LAS CIENCIAS SOCIALES público. Incluso se pudo hablar de «asunto Dreyfus» a propósito del
famoso duelo Picard/Barthes. Esta mediatización a ultranza es consi-
El periodo que ve florecer la actividad estructuralista es el de un derada por algunos la única realidad tangible del estructurulisrno. Si
desarrollo espectacular de las ciencias sociales, y especialmente de nos desembarazamos del estruendo mediático «el estructuralismo ya
todos los brotes nuevos que intentan hacerse un lugar en un jardín ya no existe»". De la misma manera que entre Descartes, Spinoza, Pascal
muy lleno. Ahora bien, estas nuevas ciencias sociales están buscando o Hobbes, son las divergencias, las contradicciones, lo que importa,
una legitimidad. Para conquistarla, van a darse una identidad basada para los estructuralistas también, si bien hay puntos comunes que tie-
en la ruptura, e intentar ganarsc a un público intelectual creciente en nen que ver con el hecho de pensar en la misma época, las oposicio-
estos años cincuenta y sesenta, con el fin de rodear las posiciones tru- nes serían más pertinentes, y tras 1<1 lectura de su homogeneidad, los
dicionales establecidas. La ruptura cstructuralista que se va <l presen-
tar como una revolución científica, incluyendo bajo su bandera a nume-
rosos campos disciplinares, busca una socialización intensa para ganar J('~ill Jamin. cntrevisn. con ti autor.
la partida. He ahí el carácter indivisible de los aspectos científicos e Benralld Ugilvic, cntrcvixta COII el autor.

424 425
conflictos y polémicas que han agitado a estos invcst igudorcx han La filosolfa conocía en esta época dos programas cuya vitalidad
sido especialmente vivos. Pero este rnultiplicador rucdi.itico fue bus- tendía a agotarse. El primero. el ex istenc iulismo sartriano. articulado
cado por un deseo de difusión, de reconocimiento. de búsqueda de alrededor de un sujeto constituyente del que procede lodo, toda espe-
legitimidad erudita. cie de sentido, sujeto trascendental, omnipotente, plenamente abstrac-
En otro intento de disociación entre el pensamiento y la ciencia de to. Esta filosofía está en plena derrota en los años sesenta, enfrenta-
un lado y la ideología de otro, Maurice Godelier' realiza un distingo do, como hemos visto, a los arrecifes de la historia contra los que va
radical entre el método estructural, por una parte, que es el análisis a chocar: "Uno de los últimos modelos del idealismo de la Universidad
pertinente, riguroso, científico, de las relaciones de parentesco, las france sao".
estructuras de los mitos ... , y el estructurulismo. por otra parte, que Los filósofos que quieran desmarcarse de este idealismo del suje-
tiene que ver con lo ideológico, con declaraciones especulativas to van a encontrar en el estructuralisrno el medio de reaccionar radi-
generales sobre la humanidad, sobre la sociedad. sobre los progresos calmente, por el predominio de la inmovilidad de las estructuras, por
del pensamiento. La disociación entre ambos es total, aunque se encuen- el desccntramiento, cuando no la extinción, del sujeto ... Sartre había
tre el método y lo ideológico combinados en los mismos investigado- inaugurado un nuevo esti lo de filosofía como apuesta por un debate
res: «Yo sostengo que en el análisis estructural de lo:" mitos, el método público, lo que contribuirá mucho a su popularidad en los años de la
de Claude Lévi-Strauss no implica en absoluto su estructuralismo. es posguerra y los años cincuenta. Pero va a ser la primera víctima de
él quien interrumpe su método, no porque su método sea limitado, esta nueva forma de relación con un público que va a escapársele en
sino porque quiere interrurnpirlo por otras razones»:'. Ciencia. ideo- beneficio de lo:" est ructuralixtus, que utilizan contra él las mismas
logía, socialización, aparición en los medios, el estructuralismo es a armas de las que se había servido para imponerse. La coyuntura, el
la vez todo esto, ovillo delicado de separar si no percibimos los fin de la guerra de Argelia, la liberación del compromiso, las desilu-
momentos, las corrientes. las apuestas. siones, van a generar un nuevo estilo de intelectual al que ya no
encarna Sartre, víctima expiatoria de la relajación de la tensión.
El segundo polo de ret1exión filosófica del que van a separarse los
Los FILÓSOFOS RESPONDEN AL DESAFío DE LAS CIENCIAS SOClALES filósofos estructuralistas es la fenomenología. Sin duda, el estructu-
ralismo puede captar en la fenomenología orientaciones que va a
Esta pasión por el estructuralismo se corresponde entonces con una retomar, el privilegio concedido a las estructuras, la búsqueda del sen-
intensa socialización de las ciencias sociales, con un fenómeno de tido, hasta el punto de que Jean Viet, autor de la primera tesis sobre
explosión tal que se transforma en auténtica política de desarrollo de las el estructuralisrno, percibe la fenomenología como una tendencia
ciencias humanas desde fines de los años cincuenta. Es en 1958 cuan- específica del estructurali srno". Sin embargo, la fenomenología sigue
do, a impulsos de Raymond Aron, la sociología progresa en su implan- siendo una filosofía de la conciencia, y se dedica esencialmente a la
tación institucional con la creación de una licenciatura en sociología. De descripción de fenómenos. La fenomenología sigue estando, para
forma más global, los actores de las ciencias sociales en plena eferves- Jacques Derrida, encerrada en la «clausura de la representación» al
cencia «no buscan el reconocimiento de los filósofos, de los que por el mantener e! principio de! sujeto: «las deconstrucciones han ocupado
contrario se desmarcan con ostentación»". Se puede ver a este nivel el el lugar de las descripciones>". El concepto de deconstrucción, que va
éxito del estructuralísmo como una respuesta de los filósofos al desafio a orientar todo el pensamiento estructuralista, fue introducido en pri-
lanzado por las ciencias sociales, en lo esencial salidas de la misma mer lugar por Jacques Derrida para traducir la Destruktion de
morada filosófica. Los filósofos, sacudidos por la competencia de disci- Heidegger, término que no debe tener una connotación negativa ni ser
plinas con vocación más científica, más pragmática. que realizan una concebido C0l110 positividad: «La meta de la deconstrucción es pro-
articulación entre los conceptos y el campo, reaccionaron apropiándose poner una teoría del discurso filosófico. Un programa así es mani-
de su programa para regenerar su posición en el campo intelectual. fiesiamen te critico» 9

Paul Valudier. entrev istu con el autor.


J Maurice Godelier, entrevista con el autor, .J. V¡i·ó·l, Le« !\!I,'¡/,,)des structumlistcs, Muurou, 1L¡('5, p. 1 l.
.j Ihid. ~ V. Dcxcombcx. 1,(, .\1i'JlJu' c't l'ruu rc, cu., p. 96 .
s J.-L. Fabiaui, Les Enjeux philosophiquc» des tllI!Jr.-;I'S cinqucsntc, cir., p. 125 Ihit!.. p. l)iI.

426 427
Si bien los gurúes del estrucruralisrno quisieron absorber las cien-
Este cstructuralismo fi losófico, nacido de la protesta contra 1L! ferro- cias sociales, no por el lo dejaron de batirse con ellas, criticando su
rnenología, lleva a su más alto nivel el paradigma crítico, y va el poder modelo de positividud. Los filósofos cstructuralistas multiplicaron
uti liznrlo corno medio de apertura y de captación respecto al campo
sus virulentos ataques contra las pretensiones ciernificistas de las cien-
de investigación de las ciencias sociales ",'11 auge. La mayoría .Ie los cias sociales. Lacan contra la psicología, Althusser contra la historia,
cstructuralistas provienen de la disciplina filosófica: Claude Lévi- Foucault '_:ont¡-8.los métodos de clasificación de las ciencias humanas.
Srrauss, Pierre Bourdieu, Jacques Lacan, Louis Alihusser, Jucques Se asiste a un auténtico fuego cruzado contra lo que se presenta como
Derrida, Jean-Pierre Vernant, todos son de formación filosófica. Sin una impostura, la de las ciencias humanas instaladas en sus certi-
embargo, tienen en común romper con la filosofía tradicional, uni- durnbres de cientificidad. Contra ellas, los estructuralistas oponen
versitaria. Buscan algo completamente distinto. Es una generación una crítica episiemológica nutrida de Gasten Bachelard y de Georges
filosófica consciente del desafío de las ciencias sociales, y que rompe
con la retórica del ejercicio universitario. Para esto hay que rodear,
Canuui ,. lhern.
Etienne Bulibar describe bien este giro que va a llevar a las cien-
desbordar los viejos aparatos legítimos y rutinarios de la institución cias humanas depuradas por los estructuralistas a buscar su positivi-
para dirigirse directamente a la intell igentsia, escogiendo nuevos dad a partir de los modelos y conceptos elaborados por los filósofos:
objetos de la filosofía para un enfoque específico de ia actualidad, «Así el texto que escribí en Para leer El Capital (1965) sedujo a los
articulando el pensamiento en campos sociales, instituciones, obte- antropólogos y a algunos historiadores, puesto que construía un con-
niendo así un valor práctico. cepto de modo de producción y ellos 10 encontraron operativo»!". El
Además, para estos filósofos el estructuralismo ha servido para estructuralismo. al privilegiar un discurso esencialmente conceptual,
renovar un discurso que se ha hecho más científico, que les ofrecía LID teórico, y al llevar el problema hacia el corte, las fronteras, las deli-
alarde respecto a las ciencias humanas. Es lo que Pierre Bourdieu mitaciones de las diversas jóvenes ciencias sociales en auge, podía así
llama «efecto-logia» 10, que constata en el éxito de la arqueología, de preservar la primacía de una filosofía renovada. Ésta se edifica sobre
la gramatología, de la semiología". Esta desinencia evoca la ambi- la base de una «fórmula de compromiso»!" entre, por una parte, la
ción científica de un estructuralisrno especulativo, que toma cosas redefinición dinámica, crítica del humanismo, que lleva en sí una rup-
tanto de la lógica matemática como de la lingüística para constituir tura radical. científica, y, por otra parte, la preservación de la altura
un polo erudito que se asiente en la historia de las ciencias. Foucauh estatutaria de la disciplina filosófica, aunque la referencia frecuente
describe esta línea de separación que él acentúa y que trasciende roda al fin de la filosofía parece ocultar el fenómeno. Con este deseo,
otra forma de oposición: «Es la que separa una filosofía de la expe- como destaca Louis Pinro!", la fórmula de la arqueología en Foucaulr
riencia, del sentido, del sujeto, y una filosofía del saber, de la racio- permite satisfacer la doble exigencia de proponer un discurso históri-
nalidad y del concepto. Por un lado, una filiación que es la de Sartre co sobre las ciencias humanas pero que sea el medio de pensarlas
y Merleau-Ponty; y luego otra, que es la de Cavailles, de Bachelard, filosóficamente, de otra forma y mejor de 10 que pueden hacerlo ellas
de Koyré y de Canguilhern» 11 ,
mismas.
Al apropiarse las ciencias sociales de toda una serie de cuestiones En este nivel, la vanguardia filosófica ha respondido plenamente
hasta entonces privilegio de una ret1exión de orden filosófico, la van- al desafío de las ciencias sociales, ha favorecido además su auge en
guardia filosófica, bajo la bandera del estructuralismo, realiza con estos años sesenta, preservando a la vez el lugar más prestigioso del
éxito la contraofensiva. La disciplina filosófica, abierta, renovada, lle- dispositivo para la filosofía. Sigue siendo «la disciplina de corona-
vada por su público creciente, sale vivificada de la lid, Y se beneficia ción». con sus posiciones en la cumbre del cursas de la enseñanza
de un fuerte crecimiento de su personal docente!": el número de pla- secundaria, y sus bastiones especialmente representativos en el papel
zas de instituto en filosofía pasa de 905 en 1960 a 1.311 en 1965, y de reproducción de las elites: las khágncs y las Écoles normales supé-
1.673 en 1970, En cuanto al número de puestos docentes en la euse- rieures. A este respecto, la filosofía habría resistido muy bien la ofen-
ñanza superior, era de 124 en 1963 y es de 267 en 1967.

10 P. Bounuu:u. ('Iu)sc\' di/es. Miuuit, II)X7, p. Ih [cd. ca~t.: ('(JSO\ dichus, !-3;¡rn:ldlk.
l::¡icIlIH.: Balib:1L cntrcvistu con el autor.
(;l'disa. I()8ii l. [·1 L. F:llto. l.l'" P¡¡iio.\()l'he:.; entre h IYl'¿(' ct lrivont-gnrd«. cir.. p. 7X.
11 M. J:, Ill('i\ULL (1')77). f?!"'/II' de rv¡"llIflhl'sique el d{' fvfomle I (enero-u i.uvo I C¡~51. p. ~.
thid.. p. 96.
11 L. PINTU. Le» jJ/úlcJ.\"()/)!Jes cut n- /e l v« 'h·> (,11'(f\'lllll·.j~fl.rti('! L'Harman.m, 19X7. p. úX.

429
4n
si va, como atestigua la seguridad con la que Louis Althuxser rcchuz a en punta del modernismo en la disciplina histórica en París VII, reali-
esas «ciencias llamadas sociales», anatema que "no puede cxplic.usc zó en la época un seminario con los literatos que se convirtió en un
sin hacer referencia al estado de debilidad inxtirucionn! (y frecuente- diálogo de sordos. Michelle Perrot pensaba realizar así un avance
mente intelectual) en el que se encontraban en lus uñox cincuenta»!". interdisciplinur. y sin embargo tuvo, bajo los ataques contra toda refe-
En este terreno, la batalla de las humanidades respecto :1 las ciencia'. rencia a cualquier contexto histórico, «el sentimiento de estar fuera de
sociales reproduce la lid que se entabló en la reproducción de l:t,~di- onda». En efecto, para los partidarios de la llueva crítica literaria «la
tes entre la ENS y la ENA, entre la elite clásica y la llueva elite téc- propia palabra contexto repugnaba, era deshonrosa. Había que perma-
nica. necer en el texto cerrado, lo que hizo el diálogo muy difícil» IX.

LA EMANCJPACIÓN FRENTE A LA HtSTORtA EL A"iTIACADEMICJSMO

Si el estructuralisrno se opone a una filosofía acadérruca. también Esta voluntad de pelearse con las disciplinas canonizadas, ya sea
ataca a otra vieja disciplina, instalada, canonizada, segura de sf misma la filosofía tradicional, la historia, la psicología, se inscribe en un
y de sus métodos: la historia. Es otro rasgo dominante del estructura- contexto más amplio de revuelta antiacadérnica, único medio para la
lismo esta desestabilización no solamente de la historia como disci- vanguardia filosófica o para las jóvenes ciencias del signo de hacerse
plina universitaria, sino también de la hi storicidad en general. Se va un sitio en la institución. La mayoría de los partidarios del estructu-
entonces a la guerra contra el historicismo, el contexto histórico, la rali smo tenían en efecto un estatuto precario.
búsqueda de los orígenes, la diacronía, la teleología para hacer predo- La innovación viene esencialmente de instituciones consideradas
minar las permanencias, las invariantes, la sincronía, el texto cerrado en la época como marginales, como la VI sección de la EPHE o inclu-
sobre sí mismo. La escuela de los Annales reaccionó contra este desa- so el College de France, sin duda considerado una cumbre de legiti-
fío en dos tiempos, con Fernand Braudel en 1958 que preconiza la mación académica, pero al margen del aparato central de enseñanza
larga duración y la tripartición temporal como lenguaje común a todas e investigación que es la Universidad.
las ciencias sociales bajo la batuta de la historia, y a fines de los años Las trayectorias de los estructuralistas son significativas a este
sesenta con la deconstrucción de la historia, la historia fragmentada, la respecto, puesto que se llevaron a cabo esencialmente fuera de la
historia antropologizada de la tercera generación de los Annales'", La Universidad. Es el caso especialmente, entre otros, de Lévi-Strauss,
crítica literaria estructuralista, la semiología, comienza a definirse al que lo reconocía claramente: «Fue por lo tanto una carrera universi-
repudiar la historia. Sin duda necesitaba separarse de una historia de taria muy agitada cuyo rasgo más chocante es sin duda haberse desa-
la literatura académica, tradicional, la del hombre y la obra, pero llevó rrollado siempre fuera de la Universidad propiamente dicha»!", Es
muy lejos la negación del enfoque histórico en un deseo de formaliza- también el caso de Barthes. de Greirnas, de Althusser, de Dumézil, de
ción que la separó de todo referente psicológico o histórico. Todorov, de Lacan ... Si se examina el organigrama de los cursos de
Los historiadores, incluidos los que estaban más abiertos al diálo- la Sorbona en 1967, se comprueba con estupor que la docencia en
go con las demás ciencias sociales, no podían dejar de sentirse agre- lingüística, aparte de André Martinet, no la realiza ninguno de los
didos por el reto estructuralista. Respondieron privilegiando lo que ya investigadores que hoy son conocidos: «En 1967, no había siquiera
era desde hacía mucho tiempo parte de su propio programa, él saber, el departamento de lingüística en la Sorbona, sino un simple instituto de
estudio de las estructuras económico-sociales, de los ciclos y fenóme- lingüística. [... ] Cuando hice la tesis de lingi.iística, siendo profesor de
nos repetitivos, sin poder proclamarse estructuralistas, puesto que la instituto, era para irme al paro, no servía de nada»?".
antinomia era demasiado grande. Existe entonces una voluntad radical El peso de las tradiciones, el conservadurismo de la vieja Sorbona
de emancipación respecto a la historia, llevada hasta la negación cerrada a las nuevas influencias, cubrieron con una capa de plomo la
absurda de todo fundamento histórico. Fue así como Michclle Perroi.

1""Michelle Pcrroi, entrevista con el autor.


[(, J.-L. Fabi.uu , Le." Enjeux phi/o.\"op/¡icjl.le.y dex UJ/Jlécs (¡'lljIlUJ/h'. c it., p, 11(1. tv C. Lr:VI-STR.'\L:SS. entrevista, Liberution, 2 de junio de IYXJ,
17 F'. Dosst:.~, L'Histoi n- en miettcs, cit. '" Louiv-Jean Culvet , cntrevistu con el autor.

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Universidad francesa y la encerraron eu el inmovilismo. Este ulirncn- ti viciad científica y su relación con lo político, corno la sociología; y
ró la revuelta, la necesaria ruptura. Las ciencias del signo, para hacerse por último, aquellas que, como los estudios de literatura II la filoso-
un sitio, debían desbordar la institución, encontrar apoyos masivos y fía, estaban plenamente comprometidas en una querella entre anti-
eficaces. El csirucrurulismo que permitía reunir ~t. las véLngllardi~ls de guos y modernos. Esta conjunción contribuyó ~I. debilitar las fronteras
las diversas disciplinas podía permitir transformar la revuelta que ~e entre las disciplinas. El cstrucruratismo se presentó corno Ull proyec-
incubaba en revolución. tu unificado": «Parccíu necesario, a fines de los años sesenta, unificar
Es en este contexto donde las referencias él Nietzsche, Marx, Saussure, los diversos intentos de renovación de las ciencias humanas en una
van a ser operativas, auténticas armas de la crítica antiacadémica con- única corriente, cuando no en una única disciplina, más general que
tra los defensores de la ortodoxia universitaria y mandarinal, Los la linguistica»?". Esta intención está clarfsirnamente expresada por
estructuralistas retornan de hecho un programa más antiguo para actua- Roland Barthes o Lmberto Eco, que se ponen de acuerdo para pro-
Iizarlo y renovurlo. La voluntad de hacer aparecer en el campo de las poner una semiología general capaz de agrupar él todas las ciencias
ciencias del hombre ámbitos que obedecen él racionalidades específicas humanas alrededor de la ciencia del signo.
es una idea que se encuentra ya en acción en Auguste Comte, La modernización se conjuga entonces con la interdisciplinarie-
En cuanto al otro paradigma central del estructuralisrno según el dad, puesto que es necesario violar las sacrosantas fronteras para
cual lo que es determinante no son los elementos tomados aislada- hacer penetrar el modelo lingüístico en todo el campo de las ciencias
mente, sino sus relaciones objetivas sin que la conciencia interfiera en humanas. A partir del momento en que todo tiene que ver con el len-
estas redes, la idea de una diferencia entre comportamiento y con- guaje, en que todos somos lenguaje, en que el mundo es lenguaje,
ciencia, esta visión de las cosas es ya la de toda la corriente durkhei- «entonces todo se hace intercambiable, permutable, transformable,
miana o hegeliana. convertible, todo»22 Esta interdisciplinariedad que viola el modelo
Lo que es innovador se sitúa más en la actualización de las vir- humboldtiano de la Universidad donde cada disciplina ocupa su lugar
tualidades de un programa que en su contenido, así como en la ace- con límites estrictos, provoca una verdadera pasión por todas las
leración de la puesta en acción de estos programas, que obtienen resul- variantes del formalismo, por un saber inmanente a sí mismo. La
tados científicos tangibles. palabra clave del periodo es comunicación, que, más allá de la revis-
ta del mismo nombre, evoca esta euforia interdisciplinar.

UN PROGRAMA COMÚN: LA LINGüíSTICA


LA A:V1BICIÓN DE UNA CIENCIA UNITARIA
La esperanza de renovación científica de las ciencias sociales encon-
tró en la lingüística estructural el método, el lenguaje común capaz de Lévi-Strauss fue el primero en formular este programa unificador
imponer el cambio. La lingüística aparece entonces como el modelo de las ciencias humanas desde la posguerra. Evidentemente, la cons-
para toda una serie de ciencias con ganas de formalismo. Se difunde telación que elaboró gravitaba alrededor de una antropología social
hacia la antropología, la crítica literaria, el psicoanálisis, y renovó de la que él era el representante, y que era la única que podía llevar a
profundamente la forma de interrogación filosófica. Sin embargo, buen puerto esta empresa totalizadora. Lo que a ojos de Lévi-Strauss
determinado número de ciencias sociales permanecieron en lo esen- fundamenta la vocación particular de la antropología es su capacidad
cial apartadas de esta conmoción o simplemente se vieron afectadas para encontrarse en la intersección de las ciencias de la naturaleza y
en sus márgenes; sostenidas por su positivismo fundamental, pasaron de las ciencias humanas, y a este respecto la antropología «no deses-
al lado del debate. Es el caso de la psicología, que atravesó el perio- pera de despertarse entre las ciencias naturales en el momento del jui-
do desarrollando sus sistemas de modelización, sus aparatos científi- cio final»:".
cos sin problemas metafísicos. Es también en 10 esencial el caso de la
economía.
Los sectores más afectados por el contagio lingüístico fueron las n.. Pavel. l.!' 'V/imge Iillglll.\liqllc, O/J. cit., p. 61.
disciplinas que se encontraban en una situación todavía precaria en C;enrges Babndier, clHrcvista COIl el autor.
el terreno institucional, o que estaban buscando una identidad, por el e LLV1-STRi\USS, ,d.,l?l;On in;lugurale au Cullege de Francl»,:; de enero de 1960, en
A.II!/!l'{)!)o!ogie st ructn ral e deux. 0IJ. cit., p. 27.
hecho de sus contradicciones internas entre sus pretensiones de posi-

432 433
Lévi-Strauss se inspira entonces en las ciencias naturales y exac- es de la misma medida que la dificultad que experimentó la antropo-
tas para tornar de ellas cierto número de modelos lógico-matemáticos logía en sus inicios para colocarse institucionalmente: «Es la suerte
o técnicos, operatorios para la construcción de su antropología. Su de las ciencias jóvenes, entrar difícilmente en los marcos estableci-
ambición es borrar la frontera entre ciencias de la naturaleza y cien- dos. [... J [La antropología] tiene, si se puede decir así, los pies sobre
cias humanas gracias al rigor científico. las ciencias naturales; está adosada a las ciencias humanas; mira
Armado con su fructífero encuentro en los Estados Unidos con hacia las ciencias sociales-.-". Si bien la antropología por sí sola no
Jakobson durante la guerra, Lévi-Strauss concede un lugar privilegia- consiguió desalojar a las ciencias del hombre, el estructuralismo que
do al modelo lingüístico en su trayectoria antropológica. En su bús- tomó el relevo fue en efecto el paradigma común, a falta de ser una
queda de las invariantes, en sus desconstrucciones paradigrnáticas y escuela común a toda una serie de disciplinas que actuaban en el
sintagrnáticas, retorna las enseñanzas de la fonología de Jakobson: las mismo sentido de la construcción de una ciencia total unificada.
oposiciones binarias, las separaciones diferenciales ... Con él, la lin-
güística habrá fecundado un campo del saber particularmente rico. Si
bien Lévi-Strauss, gracias al privilegio concedido al lenguaje, a la eN FENÓMENO FRANCO-FRANCÉS
descodificación de los signos, orienta la antropología en una direc-
ción cultural, no abandona sin embargo su ambición de la unidad. Su La llamarada estructuralista fue un fenómeno esencialmente hexa-
búsqueda de las estructuras mentales alcanza también el terreno de lo gonal que tuvo una proyección internacional. Las múltiples obras que
biológico, El estatuto concedido a lo biológico en su antropología ilustran el momento estructuralista han sido reunidas en el mundo
estructural es totalmente primordial, incuso aunque este campo no anglosajón bajo la rúbrica French Criticismo
fue verdaderamente prospectado. El análisis estructural encuentra «su
¿Por qué Francia ofrecía un campo más propicio que otros luga-
modelo en el cuerpo. Ya he señalado investigaciones muy estimulan-
res para la eclosión y expansión de la actividad estructuralista? A este
tes sobre el mecanismo de la percepción visual en diversos anima-
respecto se pueden emitir algunas hipótesis. En primer lugar está el
les»24. «Los datos inmediatos de la conciencia se sitúan a medio cami-
peso en Francia de las humanidades, que desempeñaron un papel de
no, ya codificados por los órganos sensibles y por el cerebro, a la
bloqueo frente a la implantación de las social sciences, triunfantes
manera de un texto»25.
por el contrario en las universidades americanas, En Francia, la reac-
La totalidad a la que aspira Lévi-Strauss, retornando así la ambi-
ción de la vanguardia filosófica frente al auge de las ciencias sociales,
ción de construcción del «hecho social total» de Marcel Mauss, pre-
acaparando el programa estructuralista, permitió que predominasen
tende entonces abarcar todo el campo científico y finalmente hacer de
la antropología estructural la ciencia del hombre, federadora de cien- las humanidades renovadas en una querella entre antiguos y modernos.
cias convertidas en auxiliares, provista de modelos lógico-matemáti- Por otra parte, la lid entre los defensores de la tradición y los del
cos, provista de la aportación de la fonología, dotada de un campo de modernismo es también una característica muy francesa, y no hace
investigación sin orillas que engloba con una misma mirada a las más que repetir los debates de comienzos de siglo entre la «nueva» y
sociedades sin historia, sin escritura, con una dimensión planetaria. la «vieja» Sorbona. El peso de las humanidades permite al intelectual
El antropólogo puede entonces tener acceso al inconsciente de las francés, por otra parte, hablar en nombre de la humanidad, compro-
prácticas sociales, puede restituir las combinatorias complejas de meterse, ponerse en situación de portavoz más allá de su competen-
las reglas en vigor en todas las sociedades humanas. Se comprende cia específica.
que una ambición así haya supuesto un desafío importante para todas Hay también una tradición que se remonta en lo esencial al siglo
las ciencias que tenían al hombre como objeto, y que haya provoca- XVIII, pero que fue ampliada en el siglo XIX con el asunto Dreyfus, y
do reacciones para competir con un programa así él partir de otros encarnada en el siglo xx por Jean-Paul Sartre. Incluso aunque el estruc-
lugares del saber, o al contrario, para apoyarse en esta dinámica con- turalisrno marque sus distancias con esta figura del intelectual com-
quistadora con el fin de ganar legitimidad. La ambición así definida prometido, no deja de ser cierto que esta corriente va a servirse amplia-
mente de esta práctica que consiste en desbordar los aparatos para

24 c. Lcvi-Strnuss, L'Homme nu, cit., p. 619.


2, Id, Le Regard élo;gné, cii., p. J 64. c:. Lévi-Strau ss. /vnthropolovi« structurale, cit., p. 395.

434 435
dirigirse directamente a los lectores, al público. para imponer sus A este aspecto nuevo que va él contribuir a la desestabilización
tesis, cortocircuirar a sus iguales. En los Estados Unidos. por el con- radical de la historia. y por lo tanto al éxito del estructuralismo en tie-
trario, el profesor de universidad es evaluado en dólares y «no tiene rras francesas, hay que añadir un elemento que, por el contrario, es
ningún derecho a hablar en nombre de la hllmanidad,,27 En Alemania, muestra de la preeminencia de una tradición espiritualista antirnoder-
corno en los Estados Unidos, pocos universitarios se implican en un na entre los intelectuales franceses. Esta tradición se ve reforzada por
circuito mediático en el que eventualmente pudieran abrirse paso. Fue la dominación de una filosofía construida, si no contra la ciencia, al
el caso del canadiense Mcl.uhan, pero la institución universitaria se menos separada de ella, subordinándola, «lo que lleva a ese increíble
lo hizo pagar muy caro. truco en el que vemos él Althusser dando cursos de cientificidad a
En Francia, por el contrario, se constata un debilirumiento de la científicos>;,'¡·. Marce l Gauchet encuentra en la expresión de este ant i-
autonomía del campo universitario, desafiado por otras instancias de modernismo de la comunidad intelectual la vieja oposición entre el
consagración. Las apuestas de poder subyacentes al debate teórico espíriru y la industria, el arte y los «horrores» de la civilización de
del estructuralisrno están representadas por la ambición nueva de las masas, viejo tema recurrente de la historia intelectual francesa.
jóvenes ciencias sociales frente a la situación de monopolio de las La otra hipótesis que permite comprender por qué Francia fue la
humanidades tradicionales. Aquí también nos encontramos la especi- tierra prometida del estructuralisrno la propone Thomas Pavel, que
ficidad francesa de una Universidad particularmente centralizada, ruti- privilegia como factor explicativo la lógica interna del desarrollo de
naria, vieja herencia napoleónica, sin cambios desde los años cin- la epistemología en Francia. La pasión por el estructuralisrno vendría
cuenta y sesenta. El peso de las humanidades se manifiesta también del retraso acumulado en Francia respecto él sus vecinos europeos.
por la posición central que ocupó, en la elaboración del paradigma Francia permaneció aparte de los debates de comienzos de siglo alre-
estructuralista, una institución como la École normale supérieure de dedor de la problemática del lenguaje. Así, la escuela de Viena (Rudolf
la calle Ulm, lugar de creación y de la elaboración de las revistas Carnap, Otto Neurath, Herbert Feigl, Karl Popper ... ) fue ignorada por
principales del periodo, los Cahiers pour L'analyse y los Cahiers los franceses en los años treinta, de tal modo que en el momento del
marxistes-léninistes. Es en Ulm donde están Althusser, Den-ida, Lacan ... exilio de esta escuela con la llegada del nazismo, la diáspora encuen-
Otro dato del periodo que excede el campo universitario es la rela- tra refugio en los países anglosajones, esencialmente los Estados
ción que mantienen los intelectuales franceses con la historia de su Unidos, significando así el distanciamiento epistemológico de
país. Enseguida toman conciencia, en una Francia descolonizada y Francia, y acentuándolo de hecho al ignorarla como posible tierra de
pacificada, de que ya no viven en lo que se presentaba como el faro de asilo: «Los trabajos de Claude Lévi-Strauss, del primer Barthes, de
la humanidad desde 1789. Francia ya no es una gran potencia, sino un Lacan en parte, representaron en Francia la explosión retardada _y
simple componente modesto de una Europa plural. De ahí que, como por lo tanto más visibie- del debate oculto sobre el lenguaje y la epis-
percibe claramente Francois Furet, el intelectual francés, «a pesar de temología del saber»32 Después de Lévi-Strauss que asimila la lin-
la retórica gaullista, ya no tiene el sentimiento de hacer historia huma- güística como modelo para la edificación de una antropología estruc-
na: esta Francia, expulsada de la historia, acepta perfectamente expul- tural, los fi lósofos de vanguardia, separados de la corriente anal ítica,
sar a la historiav-". Lo que confirma Jean Duvignaud, que percibe la se precipitaron también para apoderarse del modelo lingüístico, pero
especificidad francesa del éxito del estructuralismo como «una huida sin precauciones episternológicas, y se apropiaron de una lingüística
ante la historia»?". El recogimiento sobre el Hexágono, el mano a saussuriana ya superada por los avances de la filosofía del lenguaje.
mano de los franceses consigo mismos provocó en los intelectuales la La intensidad de la vida parisina que permitió cortocircuitar las
necesidad de montar una ideología capaz de crear una cohesión rran- ramificaciones universitarias tradicionales de reconocimiento hizo el
quilizadora, una ambición nueva: «Hay aquí la búsqueda de un orden, resto para asegurar una rápida difusión clel paradigma estructuralista
casi en el sentido caballeresco. iniciát ico, del térmi no»:". en el mercado cultural francés, transformando a sus defensores en
estrellas mediáticax, nuevos gurúes de un público ampliado por la pro-
gresión espectacular del número de estudiantes en facultades de letras
r¡ Muuricc Godel icr, enrrevista L"OIl L:I autor.
ex 1-':",FURt:r,HL e' ~ intcf Iectucl-. fr~I!\~~lis
el 11...·structural isrne». l 'rcuvc», febrero de: 1')()7:

p. (j 1reirup LOn: l.'A/,,!ier di! /'IÚS/lJÍ/i!. op. cii., p. 421.


?'J Jeun Duvignaud, cnrrevist« con el autor. I .vlarce l Gnuchcr , entrevista con el autor.
,,, ¡bid. TII. Pavr l. Le i\1inlJ.;e linguistiqu« cit.. p. 1R8.

436 437
y ciencias humanas en los años sesenta. Es entonces bajo la bandera ANEXO
tricolor de Francia, y sólo de Francia, como el estructuralismo va a Lista de entrevistas realizadas
expandirse hasta fascinar a los demás países, pero como un producto
específico de la tierra francesa que se prueba por un deseo de exotis-
mo.

Marc ABÉLES, antropólogo, investigador del laboratorio de antropo-


logía social, EHESS.
Alfred ADLER, antropólogo, investigador del laboratorio de antropo-
logía social, EHESS.
Michel AGLIETTA economista, catedrático de economía en la Uni-
versidad París-X.
lean ALLOUCH, psicoanalista, director de la revista Littoral.
Pierre ANSART, sociólogo, catedrático de la Universidad París-Vll.
Michel ARRIVÉ, lingüista, catedrático de la Universidad Parfs-X.
Marc AUGÉ, antropólogo, director de estudios en la EHESS, presi-
dente de la EHESS.
Sylvain AUROUX, filósofo y lingüista, director de investigación del
CNRS.
Kostas AXELOS, filósofo, antiguo redactor jefe de la revista Arguments,
da clase en la Sorbona.
Georges BALANDIER, antropólogo, catedrático de la Sorbona, direc-
tor de estudios en la EHESS.
Étienne BALIBAR, filósofo, profesor titular de la Universidad París-I.
Henri BARTOLI, economista, catedrático de la Universidad París- VIII.
Daniel BECQUEMONT, anglicista y antropólogo, catedrático de la
Universidad de Lille.
Jean-Marie BENOIST, filósofo, subdirector de la cátedra de historia de
la civilización moderna en el College de France, muerto en 1990.
Alain BOISSINOT, historiador de la literatura, profesor de letras en
el preparatorio del liceo (instituto) Louis-Ie-Grand,
Rayrnoncl BOUDON, sociólogo, catedrático de la Universidad París-IV,
director del grupo de estudio de los métodos de análisis sociológico
(GE\!JAS).

439
438
Jacques BOUVERESSE. filósofo, catedrático de la Universidad París-I.
Jcan-Christophc CODDARD, filósofo, profesor de clase preparatoria
C1audc BRÉMOND, lingüista, director <k estudios en la EHESS. !-lEC.
Hubert BROCHIF;:R, economista, catedrático de la Universidad París-I.
Mauricc CiODELlER. antropólogo, director científico en el CNRS,
Louis-Jean CALVET, lingüista, catedrático de la Sorbona.
director de estudios en la EHESS .
Jean-Claude CHEVALIER, lingüista, catedrático de la Universidad
Wladimir GRA0iOfF, psicoanalista, médico jefe del centro médico-
París- VII, secretario general de la revista Lang u e
psicológico de :\anterre.
Jean CLAVREUL, psicoanalista.
André GREEN, psicoanalista, antiguo director del lnstitut de psycha-
Claude CONTÉ, psicoanalista, antiguo jefe clínico en la facultad de
nalyse de Paris.
medicina de París.
Algirdas-Julien GREIMAS, lingüista, director de estudios emérito en
Jean-Claude COQUET, lingüista, catedrático de la Universidad París- VIII.
la EHESS.
María DARAKI, historiadora, catedrática de la Universidad París- VIll.
Marc GUILLAU\1E., economista, catedrático en la Universidad París-
Jean-Toussaint DESANT1, filósofo, dio clase en la Universidad París-I
Dauphine, profesor titular en la escuela politécnica, director del
y en la ENS de Saint-Cloud. IRIS.
Philippe DESCOLA, antropólogo, director adjunto del laboratorio de
Claude HAGEGE, lingüista, profesor del College de France.
antropología social.
Philippe HAMON, lingüista. catedrático de la Universidad París-Il l.
Vincent DESCOMBES, filósofo, profesor en la Johns Hopkins Uni-
André-Georges HAUDRICOURT, antropólogo y lingüista.
versity.
Louis HAY, historiador de la literatura, fundador del ITEM.
Jean-Marie DOMENACH, filósofo, antiguo director de la revista
Paul HENRY, lingüista, investigador del CNRS.
Esprit, creador del CREA.
Francoise HÉRTTIER-AUGÉ, antropóloga, profesora del College de
Joél DOR, psicoanalista, director de la revista Esquisses Psychanaly-
France, directora del laboratorio de antropología social.
tiques, catedrático de la Universidad París-Vll.
Jacques HOARAU, filósofo, profesor del centro de formación de pro-
Daniel DORY, geógrafo, investigador del CNRS, en París-l.
fesores de Monlignon.
Roger-Pol DROIT, filósofo, editorialista en Le Monde.
Michel IZARD, antropólogo, director de investigación del CNRS,
lean DUBOIS, lingüista, catedrático de la Universidad París-X, revis-
codirector de la revista Gradhiva .
ta Langages,
Jean-Luc JAMARD, antropólogo, investigador del CNRS.
Georges DUBY, historiador, profesor del College de France.
Jean lAMIN, antropólogo, investigador del laboratorio de etnología
Oswald DUCROT, lingüista, director de estudios de la EHESS.
del Musée de I'Hcrnrne, codirector de la revista Gradhiva.
CJaude DUMf2IL, psicoanalista.
Julia KRISTEVA, lingüista, catedrática de la Universidad París-Vl I.
Jean DUVIGNAUD, sociólogo, catedrático de la Universidad París-VIl.
Bernard LAKS, lingüista, investigador del CNRS.
Roger ESTABLET, sociólogo, miembro del CERCO M (EHESS),
Jérórne LALLEMENT economista, profesor titular de la Universidad
profesor titular de la Universidad de Aix-Marseille. París-l.
Francois EWALD, filósofo, presidente de la asociación para el centro
Jean LAPLA~CHE, psicoanalista, catedrático de la Universidad París-VIl
Michel Foucault.
director de la revista Psychanalyse el I'Université,
Arlette FARGE, historiadora. directora de investigación en la EHESS.
Francine LE BRET filósofa, profesora del liceo (instituto) Jacques-
Jean-Pierre FA YE, filósofo, lingüista, catedrático de la Universidad
Prévert de Boulogne-Billancourt.
filosófica europea.
Serge LECLA1RE, psicoanalista.
Pierre FOUGEYROLLAS, sociólogo. catedrático de la Universidad
Dorninique LECOURT. filósofa, catedrática de la Universidad París- VII.
París- VII.
Henri LEFEBVRE. filósofo, antiguo profesor en las universidades d.e
Francoise GADET, lingüista, catedrática de la Universidad París-X.
Esuasburgo, Nanierre. París- Vl.Il, California.
Gilles-Gaston GRANGER, filósofo, profesor del Collcgc de Frunce.
Viene L~GEJ\DRE. filósofo, catedrático de la Universidad París-J.
Marcel GAUCHET, historiador, responsable de redacción en la revis-
Gennie LEYIOI:'\E, psicoanalista.
ta Le Débat.
Claude LÉ.Vl-STRAUSS, antropólogo, profesor del College de France.
Gérard GENETTE, lingüista, semiólogo, director de estudios en la
Jacqucs LÉVY, geógrafo, investigador del CNRS, coirnpulsor de la
EHESS.
revista Espcues-Tentps:

440
44J
Alain LIPIETZ, economista, encargado de investigación del CNRS y Ernrnanuel TERRAY, antropólogo, director de estudios de la EHESS.
el CEPREMAP. Tzvetan TODOROV, lingüista, semiólogo, investigador del CNRS.
René LOURAU, sociólogo, catedrático de la Universidad París- VIII. Alain TOURAINE, sociólogo, director de investigación de la EHESS.
Pierre MACHEREY, filósofo, profesor titular de París-I. Paul VALADIER, filósofo, antiguo redactor jefe de la revista Études,
René MAJOR, psicoanalista, da clase en el College International de profesor del Centre Sevres de París.
Philosophie, director de Cahiers Confrontations, .leun-Pierre VERNANT, helenista, profesor emérito del College de
Serge MARTIN, filósofo, catedrático del liceo (instituto) de Pontoise. France.
André MARTINET, lingüista, profesor emérito de la Universidad Marc VER='JET, semiólogo del cine, catedrático de la Universidad
René Descartes y en la IV sección de la EPHE. París- III.
Claude MEILLASSOUX, antropólogo, director de investigación del Serge VIDERMAN, psicoanalista, doctor en medicina.
CNRS. Pierre VILAR, historiador, profesor emérito de la Sorbona.
Charles MELMAN, psicoanalista, director de la revista Discours Psy- Francois WAHL, filósofo, editor de Le Seuil.
chanalytique. Marina YAGUELLO, lingüista, catedrática de la Universidad París-Vll.
Gérard MENDEL, psicoanalista, antiguo interno del hospital psiquiá-
trico del Sena.
Henri MITTERAND, lingüista, catedrático de la nueva Sorbona.
Juan-David NASIO, psicoanalista, impulsa el seminario de psicoaná-
lisis de París.
André NICOLAI, economista, catedrático de la Universidad París-X.
Pierre NORA, historiador, director de estudios de la EHESS, director
de la revista Le Débat, editor en Gallimard.
Claudine NORMAND, lingüista, catedrática de la Universidad París-X.
Bertrand OGILVIE, filósofo, profesor en la École Norrnale de Cergy-
Pontoise.
Michelle PERROT, historiadora, catedrática de la Universidad París- VII.
Marcelin PLEYNET, escritor, antiguo secretario de la revista Tel Quel.
Jean POUILLON, filósofo y antropólogo, investigador del laborato-
rio de antropología social, EHESS.
Joélle PROUST, filósofa, grupo de investigación sobre la cognición,
CREA, CNRS.
Jacques RANCIERE, filósofo, docente de la Universidad París- VIII.
Alain RENAUT, filósofo, catedrático de la Universidad de Caen, fun-
dador del College de Philosophie.
Olivier RENAULT D' ALLONNES, filósofo, catedrático de la Univer-
sidad París- 1.
Élisabeth ROUDINESCO, escritora y psicoanalista.
Nicolas RUWET, lingüista, catedrático de la Universidad París- VIII.
Moustafa SAFOUAN, psicoanalista.
Georges-Elia SARFATI, lingüista, docente en la Universidad París-Ill.
Bernard SICHERE, filósofo, catedrático de la Universidad de Caen,
antiguo miembro del equipo Tel Quel,
Dan SPERBER, antropólogo, investigador del CNRS.
Joseph SUMPF, sociólogo y lingüista, catedrático de la Universidad
París- VIII.

443
442
ÍNDICE DE NOMBRES

Abéles, Marc, 7, 102 Aristóteles, 325, 363


Adler, Alfred, 7, 58, 189-190, Aran,lean-Paul,171
439 Aran, Raymond, 11, 160, 203,
Adorno, Theodor 258, 396 224,262,358,426
Aglietta, Michel, 7, 195,439 Arrivé, Michel, 7,58,80-81,130,
Agulhon, Maurice, J 75, 21 1 439
Agusrín (San), 279 Artaud, Antonin 239
Aiméc (caso), 115 Aubry, Jenny, 145
Alain (filósofo), 279, 347,442 .Audry, Colette, 191
Alernbert, lean le Rond d", 111 Augé, Marc, 7, 34, 301, 303-304,
Alquié, Ferdinand, 149 351-352, 439
Althusser, Hélene, 11 Auroux, Sy1vain, 7, 65, 68, 225,
Althusser, Louis, 11, 13,20,107, 251,322-323,439
1 la, 174-176, 221, 273, Austin, John L., 414
317-318,321,324-325,331, Axelos, Kostas, 7, J 91 , 364, 421,
336.428,430 439
Ansart, Pierre, 7. 262-263, 378,
439 Bachelard, Gastan, 107, 112,164,
Antoine, Gérald, 4, 7. 5 J, 73, 230,429
79-82, 86, 223, 228, 240, Backes-Clémenr, Catherine, 292,
252,316 293,317
Antonov,74 Badiou, Alain, 7, 35, 347-348,
Anz icu. Didier, 7. 145 350-351
Apollinaire. Guillaume 223 Bajtin, Michael, 386
Apter, D .. 302 Balandier, Georges, 7, 25, J 87,
Aragon. Louis, 315 262, 299-30 L 306, 433,
Arquímedes, J 62 439
Aries. Philippe, ! 82- i 83, 404 Balfet, Hé1enc167

445
Balibar, Étienne, 7, 325-326, 329, Berten, André, 173 Brondal, Viggo, 90 Clastres, Pierre, 189-190, 292
333, 336, 344, 351, 382, Bertherat, Yves 365 Bruneau, Charles, 87 C1audel, Paul, 230
429,439 Bertucelli, Je an-Louis. 307 Brunoff', Suzanne DE, 352 Clavel, Maurice, 188, 396
Bally, Charles, 62 Besancon, Alain, 21 1 Brunschvicg, Léon, 27 Clavreul, Jean, 7,120-121,277,
Barbut, Marc, 363 Besse, Guy, 334, 336 Buci-glucksmann, Christine, 317 283,440
Barthes, Roland, 10-11, 13, 21, Bcttelheim, Charles, 352 Bülher, K., 76 Clémens, René 198
64, 82-83, 88, 92, 94-95, Biardeau, Madeleine, 166 Burgelin, Pierre, 365 Clérambault, Gaétan Gatian de,
97, 114, 183, 191, 222, Blanchot, Mauriee, 172, 176, 183 Burke, Edmund, 404 115
229, 232, 234, 236, 241, Bloeh, Jules, 51 Butor, Michel,237 Cohen, Mareel, 80, 86, 227-
246, 254, 258, 311-312, Bloch, Marc, 27, 86, 210, 302 228,240
356,360,364,368,433 Boas, Franz, 32 Caillois, Roger, 154-156 Cohen-Solal, Annie, 20, 23
Bartoli, Henri, 197, 200, 439 Boccara, Paul, 334 Calame-griaule, Genevieve, 357 Colombel, Jeanette, 317
Bastide, Francois-Régis, 160 Boesers, K., 396 Calvet, Louis-Jean, 7, 69, 95, Comte, Auguste, 29-30, 197,
Bastide, Roger, 165, 167, 198, Boisrouvray, 312 97,258,431,440 393,432
201-202,299 Boissinot, Alain, 7-8, 219-220, Camus, Albert, 20 Condorcet, J. A. de, 111, 154,
Bataille, Georges, 58,115,160, 439 Canetti, Élias357 398
172,176 Bonaparte, Marie , 136 Canguilhem, Georges, 7, 20, 108, Conté, Claude, 7, 121, 142, 146,
Bataille, Sylvia, 115 Bonaparte, Napoleón, 25 111,164,170,174,178, 440
Baudelaire, Charles 229 Bonnafé, Lucien, 125 182, 319, 327, 358, 373, Cooper, David, 184
Baudelot, Christian, 7, 325 Bonnafé, Pierre, 304 387,429 Copérnico, Nicolás, 374, 425
Baudrillard, lean, 7 Boole, George 147 Carnap, Rudoif, 90, 105,437 Coquet, Jean-Claude, 7, 65,90,
Bayet, A1bert, 34 Bopp, Franz, 50 Carnot, Lazare, 109 241,245,440
Beattie, J., 302 Borges, Jorge Luis, 318 Carpentier, Alejo, 164 Comeille, Pierre, 230
Beauchamp (doctor), 174 Boudon, Raymond, 7, 29,41,439 Cartry, Michel, 164, 189-190, 308 Comilh, Jean, 365
Beaud, Michel, 7 Bouglé, Célestin, 27 Castel, Robert, 184 Cottet, Serge, 7
Beaufret, Jean, 175, 328, 413, Boulez, Pierre, 237 Castex, Gérard, 223 Coudol,312
420-421 Bourbaki,40, 105, 250, 322 Castoriadis, Cornelius, 7, 149, COUfI1ot, Jacques, 225
Beauvoir, Simone de, 41 Bourdet, Claude, 305 189, 191 Crevei, Rene, 1 15
Beckett, Samuel, 176 Bourdieu, Pierre, 7, 13, 1 10, 358, Cavailles, Jean, 106-107, 322 Cuisenier, Jean, 269
Becquemont, Daniel, 7-8, 193, 363-364, 428 Cazeneuve, Jean, 160 Culioli, Antoine, 7, 81, 223, 228,
338,439 Bouveresse, Jacques, 7, 324-325, Certeau, Michel de, 279 240,252
Becquemont, Trudi, 8 336,440 César, Julio, 330 Curien, Raoul, 177
Bédarida, Francois, 173 Bouvet, Maurice, 124 Chapsal, Madeleine, 160, 372 Cuvier, Georges, 375, 380
Bellefroid, Jacques, 182 Boyer, Roben, 196 Char, René, 176
Bellour, Raymond, 292, 372 Braudel, Fernand, 166, 189, 194, Charbonnier, Georges, 2 I 6, 238- Daix, Pierre, 315
Benoist, Jean-Marie, 7, 58-59, 196, 209-210, 235, 273, 239,249 Dalí, Salvador, 115
280,439 358,363,430 Chateaubriand, Francois René de Danton, Georges, 25
Benveniste, Émile, 34, 51, 202, Brecht, Bertolt, 98 Chatelet, Francois, 372 Daraki, Maria, 7, 440
212, 216, 245, 309-310, Bréhier, Louis, 27 Chcsneaux, Jean, 400 Dnrbel, Alain, 358
358,368 Brérnond, Claude, 7, 233-234, Chevalier, Jean-Claude, 7, 78, Darwin, Charles, 234, 374,407
Berger, Gaston, 81-82 243-244, 246, 312, 314, 80-84,221,227-228,440 Davy, Georges, 34, 263
Bernot, 12 360-362, 440 Chklovski, Vietor.73 Dayan, Sonia. 263
Berque, Jacques, 10, 316 Breton, André, 19, 28, 115 Chomsky, Noam, 227 Debray, Régis, 20, 301, 325
Berryer, Jean-Claude, 161 Brochier, Hubert, 7, 440 Cixous, Hélcne, 7, 292 Dédéyan, Charles, 223

446 447
Defert, Danicll72 Dulrenne. Mikel, 164, 365 Faye, Jean-Pierre, 7, 74. 189, Frcund, Julien, 7
Dchove, Mario 196 Dumayet, Pierre, 370 312,315,440 Freyre, Gilberto, 161
Delay, lean, 1íQ Durnézil, Claude. 7.25,123, l82, Febvre, Lucien. 51, 100, 160, Friedrnann, Georgcs, 312
Deleuze, CfiIles, 7, :172, 401 212,237,283,440 209-210, 255 Frornm, Erich, 126
Deloffre, Frédéric, 223 Dumézil, Georges, 7, 25, 28, 49, Fcigl, Hcrbert, 437 Furet, Francois, 173, 401, 436
Deltheil, Robert, 108 51,53,123,1 182,212- Fcjtb, Francois, 191
Derrida, Jacques, 7,13,277,314, 213,237,358 Felipe n, 210, 358 Gadet, Francoise, 7, 62-63, 76,
368, 417, 422-423, 427- Dumont, Louis, 7, 166 Ferry, Luc, 417 223,349,440
428 Dumont, René, 166 Feuerbach, Ludwing, 325, 339 Galileo, 350, 425
Desanti, Jean- Toussaint, 7, 175, Dumur, Guy, 98 Fichte, Johann Gottlieb, 10 1, Ganclillac, Maurice de, 178, 201,
321-323, 440 Duraffour, 87 103-104, 339 204
Descartes, René, 442 Durkheirn, Émile, 30 Flaubert, Gustave, 24, 96 Garaudy, Roger, 333-335
Descola, Philippe, 7, 31, 207,440 Duroux , Yves, 325 Fleming, Ian. 362 Garbo, Garbo, 96
Descornbes, Vincent, 7, 47,55- Durry, Marie-Jeanne, 223 Fleury, .\1., 69 Gardin, Jean-Claude, 237
57,61, 106,332,343,440 Duvignaud, Jean, 7, 98. 191-192, Florenne, Yves, 267 Garrone (cardenal), 332
Destutt de Tracy, Antoine Louis, 208, 262-264. 299, 307, Fontana, M., 178 Gaston-Granger, Gilles, 7, 10 1
43 419,436,440 Fontenelle, Bernard le Bouvier Gauchet, Marcel, 7, 184-185,
Detienne, Marcel, 53, 292 de, 12 187,398,420,437,440
Deyon, Pierre, 2] 1 Eco, Umberto, 360, 362, 433 Fortes, Meyer, 302 Gaulle, Charles DE, 122, 187,
Diatkine, René, 147 Ehrmann, J., 363 Fortini, Franco, 192 305,312,384
Diderot, Denis, í 1 i Eikhenbaurn, Boris Mijailovitch, Foucau1t, Anne, 171 Gelly, René, ~
Dieterlin, Gerrnaine, 308 73 Foucaulr, Miehel, S, 11, 13,45. Geneue, Gérard, 7, 13, 83, 175,
Do1to, Francoise, ] 2 1, 279 Einstein, Albert, 395 59, 65-66, 102-lO4, 107, 189,222,225,241,357,
Dornenach, Jean-Marie, 7, 269, Eliade, Mircea, 368 i09-111, 169-180, 182-185, 360,362,386-387,440
298,365,440 Encrevé, Pierre, 80-82, 227, 229, 188-189, 221, 232, 237, Gentilhornme Yves, 241
Donato, Eugenio, 368 311,356 270, 317. 357. 366, 370, Geofíroy Saint-Hi laire, Étienne,
Dor, Joel, 7,120, 142,253,278, Engels, Friedrich, 31 395,419,423,440 65
440 Erasrno, 179 Fouché, Pierre, 81 Georges, Francois, 7
Don, Bernard, 98 Éribon, Didier. 177, 373 Fougeyrollas, Pierre, 7, lO8- J09, Georgin, R., 138
Dory, Daniel, 7. 397. 440 Ernout, AlfrecL 5 1 146.188-189,191-192,440 Gernet, Louis, 212
Dosse, Francois, 3 Escurra, Jean, 34 Fouque, Antoinette, 387 Geze, Francois, 8
Dreyfus, Alfred, 24, 188, 356, Espinas, Alfred, 57 Fournié, Georges, 95 Gide, André, 171
425,435 Esrablet, Roger, 7, 262, 325-326. Francastel, Pierre, 316 Gilson, Étienne, 100
Dreyfus, Francois. 2 J J 336,440 Frank, Manfred, 296 Goddard, Jean-Chri stophe, 7,
Dreyfus, Hubert L., 382 Étiemb1e, Rene, 20. 161. l62 Frege. Gottlob, 252 102-104.441
Droit, Roger-Pol. 7, 224. 335, 440 Evans-Pritchard, Edward. 302 Freud, Sigmund, 24, 30, 35, 56, Godel, Kurt, 253
Drouet, Minou. 96 Ewald.Francois. 7, 224, 373, 440 61,111,114-116,118-124, Gode lier, Maurice. 7, 207, 292,
Dubois, Claude. 7, 232 Ey, Henri, 122-123.147 126-127,129-130,132-133, 308, 364, 388-389, 397,
Dubois, Jean, 7, 80-82, 226-228, i 35-137, 139-141, 144, 146, 426,436,441
2:\1-232. 240, 258, 310- Fabiani, Jcan-Louis, !00, 426, 174,176.252,266.271,277, Goethe, Johann WoJJgang Von,
31 J, 386, 440 430 279-282,293,3l6.327, 329, 65,279
Du by, Georges, 7, 53, 3 16, 440 Faral, Edrnond. 51 349.353-355,357,367-368, Goldmann, Lucien, 23, 201, 203,
Ducrol, Oswald, 7, 70, 229, 240- Farge. Arlettc. 7, 419, 440 374-375.387-388,3')4,418, 258, 262-263. 368, 384
24 J , 25 J , 3 1 l. 440 Farias, Victor, 422 421 Goldmann, Pierre, 10. 203. 262

448 449
Goldschrnidt, Victor, 101 Hamon, Philippe, 7, 83, 223, 356, Izard, Francoise, (ve r Francoise Klein, Mélanie, 277
Goldstein, Kurt 122 359,441 Héritier-Augé), 7, 165, Klossowski, Pierre, 172
Gomulka, Wladyslaw, 189 Harris, Zellig, 232 292 Kojeve, 114-115, 174
Gorki, Máximo, 74 Haudricourt, André-Georges, 7, Izard, Michel, 7, 23-24, 58, Kolm, Serge-Christophc, 8
85-86, 162, 216, 228, 441 163-167, 190, 306-308, Koyré, Alexandre, 100
Goubert, Pierre, 358
441 Kriegel, Annie, 211
Gougenheim, Georges, 80, 82 Hay, Louis, 7, 226, 245, 441
Kristeva, Julia, 7, 69, 221, 241,
Gouhier, Henri, 178 Hazard, Paul, 372
Jacquart, Jean, 211 248, 314, 384-386, 388,
Gourou, Pierre, 216, 310 Hécaen, Henry, 31 1
Jakobson, Madame, 12,28,32, 441
Gracq, Julien, 161 Hegel, Georg Wilhelm Friedrich,
38-40, 47-48, 62-63, 69, Kruschev, Nikita, 186
Gramrnont, Mauriee, 79 12, 109, 111, 115, 118,
Granai, Georges, 162 126, 150, 154-155, 173- 71-78, 84, 86, 93, 129-
130, 134, 146, 193, 202, Labiche, Eugene, 140
Granet, Mareel, 50 174, 176, 190, 203, 333,
228-229, 236, 247, 256, Labrousse, Ernest, 210-211
Granoff, Wladimir, 7, 119-120, 339-340, 364 Lacan Jacques, 11, 13, 46, 58-
124,282,441 Heidegger, Martín, 412 315,355,357,361,434
59, 67, 78, 92, 105, 114,
Green, André, 7, 97-98, 122, Heller, Clémens, 166 Jakobson, Roman, 28, 38, 71-
135, 150, 171, 190, 252-
140, 147, 270-271, 278, Henry, Paul, 7, 349-350, 441 72, 75, 229
253, 277, 328, 368, 420,
280-281,283,441 Herbert, Thomas (Michel Pé- Jamard, Jean-Luc, 7, 441
423,428
Greimas, Algirdas-Julien, 7, 13, cheux), 349 Jambet, Christian, 8, 335
Lacan, Marc-Francois, 126
43-44,58,63,82,87,231, Héritier-Augé, Francoise, 7, Jamin, Jean, 7, 33, 44,395,425,
Lacan, Sylvia, 129,421
235, 240-242, 246, 253, 165,308,441 441
Lacroix, J ean, 160, 175, 266-
310, 360, 441 Herrenschmidt. Olivier, 164, 166 J ankélévitch, Vladimir, 164, 331
267, 371
Griaule, Marcel, 34, 58, 163, Hertz, Robert, 44 J aulin, Robert, 23
Ladriere, Jean, 365
167, 308 Hesíodo, 204, 212-214 Jeanneney, Jean-Noel, 301 Lagache, Daniel, 123, 125,
Gritti, Jules, 360 Heusch, Luc de, 163 Jespersen, 84, 90 135,175-176,178,202
Grosrichard, Alain, 319 Hitler, Adolf, 108, 162 Jesús, 331 Lagarde, André 15
Gross, Maurice, 227, 240, 311 Hjelmslev, Louis, 75, 82, 227, J odelet, Francois, 222 Laing, Roland, 184
Gruson, Claude, 196 250 Johnson, Lyndon, 367 Lalande, André, 12
Guattari, Pierre, 164 Hoarau, Jacques, 7, 244, 250, Joyce, J ames, 371 Lallement, Jéróme, 7, 441
Guérin, Daniel, 305 441 Juan (San), 142, 279 Larnarck, Jean-Baptiste de Monet,
Guéroult, Martial, 100-10 1, Hobbes, Thornas, 425 Juan Pablo Ir, 332 caballero de 375, 380
174,323,348 Houphouet-Boigny, 300 Juana de Arco, 115 Lapassade, Georges, 364
Guilbert, Louis, 231 Hugo, Victor, 25 Julliard, 169, 357 Laplanche, Jean, 7,120,147-150,
Guillaume, Gustave, 7, 80, 441 Huguenin, Rene, 312 Juranville, Alain, 279 174,272,278,280,283,441
Guillaume, Marc, 7, 441 Husserl, Edrnund, 54, 73, 75, Jussieu, Antoine Laurent de, Laporte, Jean, 27
Guiraud, Pierre, 83 107,111,321, 328 380 Lapuge, Gilles, 355
Guitton, Jean, 11, 331-332 Huston, John, 24 Lardreau, Guy, 335
Gurvitch, Georges, 43, 260, 262, Hyppolite, Jean, 20,118,147, Kanapa, Jean, 315 Lawrence, D. H., 257
299 164, 173-175, 178, 301, Kant, Ernmanuel, 103, 108, Léboviei, Serge, 147
331 339,383,419 Le bret, Francine, 7, 29, 441
Habermas, Jürgen 409, 412, 414 Hyppolite, Madame, 174 Kanters, Robert, 267, 372 Lcclaire, Serge, 7, 121, 145,
Hagege, Claude, 53 Karady, Victor, 8 147-148, 275-277, 280,
Hallier, Jean-Edern, 312, 314 Ipola, E. R. de, 138-139 Karcevski, Serge, 62, 75 283,441
Hamon, Hervé, 7, 83, 223, 226, Irigaray, Luce, 7 Kerbrat-Orecchioni, Catherine, 8 Lecourt, Dominique, 7, 318-
229,318,356,359,441 Isambert, Liliane, 232 Khlebnikov, Vélimir, 73 319,336,339,441

451
450
Lefebvre, Henri, 7, 147, 202, Lulin, Mouique, 8 Mayakovskí, Vladimir. 73, 74 Morin, Edgard, 8, 192
262,400,441 Lutero, Martín, 100 Mazon, André, 5 I Morin, Violette, 312, 360
Lefort, Claude, 8, 20, 22, 42, Lyotard, Jean- Frnncois, 8, 189 Mcarthy, Joseph, 156 Morvan-Lebesque, 98
48,149,164,189-191,263 Mcad. Margaret, 47 Moscovici, Sergc, 349
Lefranc, Georges, 27 Macherey, Picrrc, 7, 1 10-1 1 l , I'vlcillassoLlx, Claude, 7, 232, Mounin, Georgcs, 98-99, 133,
Legendre, Pierre, 7, 441 178, 325-326, 329, 334, 305-306,351,442 208-209, 310, 317
Le Goff, Jacques, 303, 316 336,347,358,386-387,442 lVIeillet, Antoine, 51, 73, 79-80, Murdock, George Peler, 202
Leibniz, Gottfried Wilhelrn, 112 Macluhan, Marshall, 436 86 Mury, Gilbert, 334
Leiris, Michel, 41, 57-58, 299- Major, René, 7,128,442 Melman, Charles, 7, 128, 143,
300 Makarovsky, r., 75 442 Nacht, Sacha, 125
Lejeune, Michel, 81 Maldidier, Denise, 232, 349 Mendel, Gérard, 7, 141, 280, 442 Nadeau, Maurice, 94-96
Lejeune, Philippe, 8 Malévitch, Kazirnir S., 73 Mendes-France, Pierre, 301 Nadel, Siegfried Freclerick, 302
Lemaire, Anika, 150 Malinowski, Bronislaw, 31-32. Merleau-Ponty, Maurice, 20, 54, Nair, K., 342
Lemoine, Gennie, 7, 253, 277, 205, 266 147 Napoleón IIl, 312
387,441 Mallarmé, 72,385,418 Meschonnic, Henri, 82 Nasio, Juan David, 7,275,442
Lenin, 317, 332,352 Mandela, Nelson, 304 Mesliand, Claude, 211 aville, Pierre, 232, 305
Leroi-Gourhan, André, 167, Mandelstam, Ossip, 355 Métraux , Alfred, 28, 58 Needharn, Rodney, 305
216,316 Mandrou, Roben, 184 Metz, Christian, 229, 241, 360 Newton, Isaac, 40, 69, 340
Le Roy Ladurie, Ernmanuel, Mannoni, Octave , 145 Meyerson. Iguace, 2 J 2 Nicolai'.André.Y, 194, 1%, 199
211,358 Mao Zedong, 329 Meyriat. L 160 Nietzsche, Friedrich, 171, 174,
Lévinas, Emrnanuel, 8 Marcellesi, Jean-Buptiste, 232 Michaud. René, 33 i 17ó-177, 187, 3t2-313,
Lévi-Strauss, Claude, 7, 11, 13, Marchal, André, 198, 203 Michelet. J ules, 88 407-410, 412-416, 418-
21-26, 33-34, 39-42, 48- Marchal (hermanos), 196 Middleton, John, 302 419,432
49,56-58,71,135-137, Marchand, Jean-José, 157 vIi lhau, J acques, 316 Nkrurnah, Kwarne, 300
147, 149, 152-153, 160, Marcuse, Herbert, 402 Miller, Gérard, 8 Nora, Pierre, 7-8, 169, 215,
170, 182, 191, 197, 207- Marion, Jean-Luc, 394 Miller, Jacques-Alain, 8,98,224, 357-358,370,442
208, 211-212, 215-216, Marksey, Richard, 368 252, 278, 318-319, 326, Norrnand, Claudine, 7, 64, 232,
237-238, 242, 253, 264, Martin, Serge, 7,91,153,442 328. 359 349,442
266-268, 300, 360, 388, Martinet, André, 7, 65, 80-86, Milner. Jean-Claude, 8, 65, 98,
423,426,428,437,441 90, 220, 241, 246, 310, 431, 319,326 Ogilvie, Bertrund, 7, 154,422,
Lévi-Strauss, Monique, 143 442 Mitterand, Henri, 7, 82. 226- 425,442
Lévy, Bernard-Henri, 95, 405 Marx, Karl, 393 228,442 Ortigues, Edmond, 266
Lévy, J acq ues, 7, 441 Mascolo, Dionys, 191 Mitterrand, Francois, 10 Ory, Pascal, 20, 188
Lévy-Bruhl, Lucien, 57, 264 Massignon, Louis, 51 vloisés, 280 Ozouf, Jacques, 21 I
Lhomme, Jean, 196 Mathesius, Vilern, 75 Molierev ó l
Lindenberg, Daniel, 334 Matignon, Renaud, 356 Molino . Je.m, 176 Pages, Robert, 202
Lingat, Roben, j 66 Matonti, Frédrérique, 3 i6-317 Mondrian, 237 Papin, Christine y Léa (herma-
Linneo, Carl VON, 234 Maroré, Georges, 87, 226 Monnet. Georges, 27 nas Papin), liS
Lipietz, Alain, 7, 442 Mauriac, Claude , 267 Moruaigne, 95,154,188 Paquot. Thierry, 8
Lipovetsky, Gil les, 402 Mauron, Charles, 258 Montcsqllieu,325-326 Parain, 13rice, 182
Locwcnstcin, Rudolph, 149 Mausi , Roben, J 73 Montherlant, Henry cle. 154 Pariente, Jean-Claude, 174
Longcharnbon. Hcnri, 30 ¡ Mauss, Marccl, 30, 43-48, 50-51, Montuclard, Maurice, :131 Parisot, Théresc, 8
Lourau, René, 7, 188, 442 56-57, 86, 135, 138. 2 ¡4, Moreno, Jacob-Lévy. 202 Pascal, B laise, 17Y-180, 203,
Lowie, RobertH., 28, 32 434 Morgan, Lewis Henry, 35 278,332,425

452 453
Passeron, Jean-Claude, 8 Proust, Jacques, 7, 174,442 Rossi, Tino, 87 Senghor, Léopold Sédar, 156,
Pavel, Thornas, 437 Proust, Joelle, 7, 348, 442 Rotman, Patrick, 3 18 300
Pécheux , Michel, 325, 327, Proust, Maree!, 94, 297 Roudinesco, Élisabeth, 7, 124, Scrge, Victor, 28
335, 348-350 Pushkin, A. S., 72 223-224, 252, 317, 388, Serres, Michel, 8, 13, 111-113,
Peirce, Charles Sanders, 414 420-422, 442 174
Perriaux, Anne-Sophie357 Quémada, Berriard , 82, 87, Rousseau, Jean-Jacques, 208 Seve, Lucien, 317, 334
Perrier, Francois, 147 226,231 Roussel, Rayrnond, 176 Sichere, Bernard, 7, 171, 280
Perrot, J ean, 7, 81 Rousset, David, 20 Silva, Christine, 8
Perrot, Michelle, 7, 211, 419, Rabelais, Francois, lOO Rousset, Jean, 230, 359 Simiand, Francois, 204, 210
430-431, 442 Rabinow, PauL 382 Roustang, Francois, 8, 141-142, Sirnonis, Yvan, 39
Perroux, Francois, 196-198, 203 Racine, Jean, 256 279 Singevin, Charles, 88
Piaget, Jean, 104-105,201,203, Radcliffe-Brown, A. R., 32 Roy. Claude, 160,188,207,211, Sirinelli, Jean-Franccois, 20, 108,
251 Ranciere, Jacques, 7, 170, 325- 266 188
Piatier, Jacqueline, 258 329, 336 Royer-Collard, Pierre Paul, 269 Smith, Alan, 69, 302, 337, 375,
Pieard, Rayrnond, 254, 256- Rastier, Francois, 245 Russell, Bertrand, 105 380
258 Raulet, Georges, 59 Ruwet, Nicolás, 7, 240, 269, 292, Srnith, Michael Garficld, 302
Pichon, Édouard, 80, 133 Raymond, Pierre, 250 311,368,442 Srnith, madernoiselle, 69
Picon, Gaetan, 230 Redondi, Pietro, 100 Sollers, Philippe, 280, 314, 363,
Piganiol, André, 51 Renaud, PA., 160,356 Safouan, Moustafa, 7, 118, 145, 385
Pingaud, Bernard, 366 Renaut, Alain, 7, 187, 417, 442 442 Soustelle, Jacques, 28, 165
Pinguet, Maurice, 176 Revault d' Allonnes, Olivier, 7, Saint-Sernin, Bertrand, 108 Souvarine, Boris, 115
Pinto, Louis, 428-429 34-35,175,189,258 Saint-Simon, Claude Henri conde Sócrates,409
Piot, Colette, 232 Revel, Jean-Francois, 248, 367 de, 393 Sófocles, 140
Pividal, Rafael, 263 Rey, Jean-Michel, 131, 140,181, Salgas, Jean-Pierre, 358 Spencer, Herbert, 12, 393
Platón, 61, 262, 325, 363,421 367,374,415 San Antonio, 251 Spengler, Oswald, 407
Pleynet, Mareelin, 7, 313-314, Rebeyrol, Philippe, 258 Sapir, J. David, 72 Sperber, Dan, 7, 304-305, 442
442 Régnault, Francois, 319, 325 Sarfati, Georges-Elia, 7, 98, 417, Spinoza, Baruch, 101, 104,107,
Plon, Miehel, 182-183, 333, Ricceur, Paul, 8, 147, 269-270, 442 273,345,425
349 365 Sartre, Jean-Paul, 11, 19-20, 188, Spitzer, Léo, 83, 230
Poe, Edgard, 131 Ricardo, David, 337, 355, 375, 224,264,365-366,435 Stalin, Joseph, 175, 177, 186,
Poincaré, Henri, 106, 240-241 380 Saussure, Ferdinand de, 61, 63, 188~189, 200
Polivanov, Evgeni, 73-74 Ricardou, Jean, 314 77,214 Starobinski, Jean, 69
Pommier, J ean, 5 I Richard, Jean-Pierre, 230, 237 Sauvy, Alfred, 196 Stein, Conrad, 147
Pontalis, Jean-Bertrand, 8, 94, Riffaterre, Michael, 228 Schaff, Adarn, 316 S teiner, George, 412
147,281 Rirnbaud, Arthur, 239, 355 Schlegel, August Wi1helm Von, Stendhal, 355
Popper, Karl, 437 Rivaud, Albert, 27 SO Stocking, George W., 58
Pottier, Bemard, 81, 227, 231, 240 Rivet, Paul, 58, 152,425 Schlegel, Friedrich Von, 50 Straka, Georges, 82, 226
Pouillon, Jean, 7, 21-24, 40-42, Riviere, Georges-Henri, 216 Schleicher, Auguste, 50 Sullivan, henry Stack, 126
308,356,363,442 Rohhe-GrilJet, AJain366 Sch1ick, Moritz, 105 Sumpf', Joseph, 7, 232, 442
Poujade, Pierre, 162 Robín, Réginc, 349 Schorske, c., 393 Swain, G1adys, 185
Poulantzas, Nicos, 10 Roche, Arme, 115,314 Sebag, Lucien, 189-190, 240, 364
Pou1et, Georges, 230, 368 Rockefeller (fundación), 28 Séchehaye,Albert.62 Tarde, Gabriel, 14, 19, 22, 24,
Propp, Vladimir, 229, 234, 237, Rodinson, Maxirnc, 162 Seghers, Alma, 28 29, 42-43, 50, 59-60, 67,
243, 284, 361 Romilly, Jacqueline de, 8 Scrnprún, Jorge, 333 69,93, J02, 107, 111,

454 455
[[4, ] 16, J 37, 144, 146, Verlaine, Paul. 72 'DICE GENERAL
150, J 64. 170, 172, 176, Vernant. Jean-Pierre, 13, 53,204,
179, 183, J96, J99, 213, 212-214, 292. 368-369,
229, 261, 273, 290, 352, 42g, 443
365, 368-370, 382, 388, Vcrnet, Marc, 244, 443
407,409-410,413 Verret, Michcl, 334
Tarditz, Claude, 308 Verstraeten, Pierre, 268
Taylor, Frederick Winslow, 352 Veyne, Paul, 176,419
Teresa de Ávila, 332 Vico, Giarnbanisra, J 54
Terray, Emmanuel, 7, 35, 301, Vidal-Naquer, Pierre, 53
306, 308, 350-351, 389, Viderman, Serge, 282, 443
443 Viet, lean, 427
Texier, lean, 334 Vilar. Jeun, 98
Thibadeau,Jean, 314, 363 Vilar, Pierre. 7, 203. 2\ J. 317,
Thiers, (fundación), 175 340,443
Thornas, Louis- Vincent, 8, 349, Vinceru, Jenn-Marie. 7, 440
437 Vinogradov, 228
Thorez, Maurice, 335 Virilio, Paul, 403
Toclorov, Tzvetan, 7, 13,222,233, Agrwl('('imiel/tos . 7
Voltaire,408
240-241,360,368,443 Introduccion ..... 9
Togeby, Knud, ~2, 227 Wagernann, Erml, 198 1. Los A\ÜS C!:'':CUENTA: LA ÉPOCA ÉPICA
Tomás (Santo), 28J
Torres, Félix, 394
Wagner, 80, 82. zzs. 231, 292-
293, 298 l. El. ECLIPSE DE lJ'iA ESTREU ..-\: JEAN-PAUL SARTRE . 19
Tort, Michel, 326 Wagner, Robert-Léon, 228, 23 ¡ kan Pouillon: el hombre del centro, 2 [ - La crisis del intelectual
Touraine, Alain, 7, 443 Wahl, Francois. 7, 273, 312, 356- comprometido, 24
Touré, Sékou, 300 357,443
Tracy, Destutt de, 43 .., EL .'!;\Cl:VllE:\TO DE L::\ HÉP.CJE: CLAUD[ LÉv[-STRAUSS . 26
WahJ, lean, 111, 164, 174-175
Tristani, 263 Wallon, Henri. 1 16 La llamada de lo amplio, 27 - La ambición cientifica, 29 - Contra
Trotski, León74 Wanters, Arthur, 26 el funcionali srno y el empirisrno, 30 - La importación del modelo
Troubetzkoy, Nicola'i, 237 Weil, André. 40, lOS lingüístico,33
TudesC]. André, 211 Weiller, lean. 196
3. Ex 1./\ FRO:-:TER.·\ .'ATURALEZJ\/CUl..TURA: EL INCESTO . 34
Wesrerrnarck. Edvard, 35
Uri, Pierre, 196 Winnicort, Donald W .. 277-27'6 Lo invariunte universal. 35 - El encuentro con Jakobson, 38, - Un
Wittgensre in, Ludwig, 90, 105, acontecimiento muy sonado, 41
Vuchek, J., 75 414
Vailland, Roger, 188 4. PIDA El. I'ROGlZA\'I!\: EL l\ll.'\LSS . 43
Wolft, Étienne, 202
Valadier, Pau[, 7, 341, 395, 406, Worrnser, André. 173 El inconsciente. 4S - La deuda con Maree! Mauss, 46 - Una forma
427,443 de kuutismo, 47
Valéry, Paut, 230, 266
Yagllc!lo,Manna, 7, 74. 223, 'i U'\ 1'¡<.'\'\CUTIR\1l0R: CiJ'.(.l"C;FS J)UM¡":ZII . 49
Vatti 1l10. Giann i, 410
443
Vaugelas, Cluude Favre de, J 2 loa uifuucionalidad, 51
Yakoubinski,73
VeilJa, Jacques, 95
6. 10'-\ I'AS.\RFI..'\ FE!'o'O\IL"OI.ÓGICA . 54
Vcndrycs, Joseph, 84
Zola,112
Verdcs-Leroux , Jcarmine, 263 l::!programa fcnornenológ ico. 55 - La j nversión del paradigma. 56
Zonabend, Franyojsc. 292

456 457
7. EL CORTE SAUSSURIANO . 61 18. LA RAZ(),\ SINRAZÓN: LA OBRA DE MICHEL FOUCAlJIT . 169
El terna del corte, 63 ~ Predominio de la sincronía, 65 ~ El cierre de Ha nacido una estrella, 171 ~ La enfermedad mental, 174 En
la lengua, 66 ~ ¿Dos Saussures?, 68 ~ El sujeto ausente. 69 busca de los límites del pensamiento, 175 ~ El exilio, 177 La tesis,
8. EL HOMBRE ORQUESTA: ROMAN lAKOBSON . 178 ~ Darle un voz al silencio: la locura, 179 ~ Locura y sinrazón,
71
182 ~ ¿Exclusión () integración'?, 184
El Círculo lingüístico de Moscú, 72·- El Círculo de Praga. 74 ~ La
apertura hacia el psicoanálisis, 77 19. CRISIS DEL MARXIS:V¡O:¿DESHIELO O CONGELACIÓN'? . 186

9. UNA CIENCIA PILOTO SIN AVIÓN: LA LINGüíSTICA . La era de las rupturas: 1956, 187 ~ El estructuralismo como salida
79
para la crisis del marxismo, 189, ~ El deshielo, 191 ~ ¿Congela-
La periferia rodea al centro, 81 ~ La brecha en Francia: André Marti- ción", 192
net, 83 ~ Un itinerario poco clásico: André-Georges Haudricourt, 85
20. LA VÍA ESTRUCTLRAL DE LA ESCUELA FRANCESA DE ECONOMÍA . 194
10. LAS PUERTASDE ALEJANDRÍA . 87 Las bodas del Estado y la estrucutura, 195 ~ El hombre de la con-
La filiación hjelmsleviana, 88 fluencia: Francois Perroux, 197 ~ El intento de una antropología
económica, 199 ~ La econornctrta, 199
11. LA FIGURA MADRE DEL ESTRUCTURALlSMO:ROLAND BARTHES . 92
21. ¡QuÉ BELLA ES LA ESTRCCTURA! . 201
El grado cero, 93 ~ Itinerario, 94 ~ Mitologías, 96 ~ La nueva esté.
tica,98 La consagración de Cerisy: el estructuralismo genérico, 203 ~ La
ambición hegemónica de la antropología estructural, 204 ~ La
12. LA EXIGENCIA EPISTÉMICA . 100 ontologización de la estructura, 207 ~ El soporte lingüístico de
El método Guéroult, 10 l ~ La respuesta de Guéroult a la modemi- Lévi-Strauss: un valor estratégico, 208 ~ La vía de los historiadores
dad, 103 ~ El todo-epistemológico, t04 -- La filosofía del concepto: hacia la estructura, 210 ~ La antropología histórica: Jean-Pierre
Cavailles, 106 ~ Bachelard y la ruptura, 107 ~ El papel serninal de Vernant, 212 - La consagración de Lévi-Strauss, 214
Canguilhem, 108 ~ Los lugares del discurso científico, 11 O ~ El
logoanálisis de Michel Serres, 1 1 1 Il. Los A1\OS SESENTA. 1963-1966: LA BELLE ÉPOQUE

13. UN REBELDE LLAMADO lACQUES LACAN . 114 22. LA SORBOI\A DrSCLTIDA: QCERELLA DE ANTIGUOSY MODERNOS..... 219
La escansión, l18 ~ Releer a Freud, 120 La vuelta de André Martinet, 220 Un innovador aislado: lean-
Claude Chevalier, 221 ~ Todorov enfrentado a la nada, 221 ~ La
14. EL LLAMAMIENTODE ROMA (1953): LA VUELlA A FREUD 122 insatisfacción de los literatos, 223 ~ Los focos de la modernidad,
El necesario sobresalto, 124 - La ruptura, 125 ~ Todos los caminos 225 ~ Una creciente efervescencia, 228
llevan a Roma, 126 ~ El retorno a Freud por Saussure. 129 ~ El 23. 1964: LA BRECI-li\ PARA LA AVENTURASEMIOLÓGICA 231
inconsciente estructurado como un lenguaje, 130
Communications 4: un manifiesto semiológico. 233 ~ Barthes defi-
i 15. EL INCONSCIENTE: UN UNIVERSO SIMBÓLICO . 135 ne la actividad estructuralistu, 236 ~ La vocación crítica, 238
Levi-Strauss y el freudismo, 136 ~ El inconsciente simbólico, 137 24. LA EDAD DE ORO DEL PE1\SA:VllENTOFORMAL . 240
~ Los recintos mentales, 138 ~ La rivalidad: psicoanálisis/antropo-
logía, 139 ~ Lacan se apropia del inconsciente de Lévi-Strauss. 140 La semántica estructural: el greimasismo, 241 ~ Barthes sernióti-
co, 246 ~ La ideología del rigor, 250 - El giro lógico de Lacan, 252
16. RSI: LA HEREJÍA . 144 25. Los GRANDES DUELOS . 254
¿Es Lacan estructuralista", 146 ~ Bonneval: el un-consciente. 147
Barthcs/Picard. 254 ~ Lévi-Strauss/Gurvitch, 260 ~ Un libro-acon-
17. LA l.I .AMADA DE LOS TRÓPICOS . 152 tecimiento: El pensamiento salvaje, 264 - Lévi-Strauss/Sartre, 267
~ Ric.cur/Lévi-Straus s. 269
La polemica: Caillois/Lévi-Strauxs, 154-- Un lihro-acontecimien-
to: Tristrcs tropicos, 156·~ Un éxito clamoroso, 159 ~ La conver- 26. Lxs CADEI\AS SIG"IFlCANTES . 272
sión de los filósofos, 162 ~ El polo indianisru, 166 ~ El polo técni-
La escisión. 272 ~ El signit1cante, 274~ El objeto (a), 275 ~ El
co: Lcroi-Gourhnn, 167
afecto, 21-\0

458
459
27. LA TIERRA DE LA MITOLOGÍA ES REDONDA . 284 111. U'-1A FiEBRE HEXAGONAL

El mito como forma de no-realización, 28.5 - La cadena signifi-


cante del mito, 2S6- El mito de referencia, 288 - La dcscodifi- 36. Le" HOR,\ DI, LA MODER;-"¡lIJAD . 393
cación: la mediación culinaria, 288 - Lo iutra- y lo supraculinario. Un presente sin devenir, 394 -. El desencanto de la razón, 3Y5 - La
289 - La moral culinaria. 291 .- La tetralogía, 29 ¡ _. Un estructu- idcolog í« del recelo, 396 .- Muerte del evolucionismo, 397 - La
ralismo naturalista, 294 - Una máquina de suprimir el tiempo, temporalidad bascula hacia la espacialidad, 398 -- La compulsión
296 - El crepúsculo de los hombres, 297 de repetición, 4CJ I - Crisis de los discursos de legitimación, 403 -
Una mirada crepuscular. 403 - La fecundidad de un cierre, 405
·28. ÁFR1CA: UN CONTINENTE LÍMITE DEL ESTRUCTURALlS:\·1O.. 299
Georges Balandier: el africanisrno, 299 - Los hijos de Balundicr 37. L.·\S RAÍCES NIETZSCHEO-HEIDEGGERIANAS . 407
V de Lévi-Strauss, 303 - Los africanismos reacios al estructura- Los anti-Hustrución. 408 - El Olvido del Ser, 410 - El antihurna-
Iismo, 305 - África atrapada por el estructurnl ismo 307 nismo. 412 - La primacía del lenguaje, 414 - El programa gellea-
29. EL REV¡ST'¡SMO 3()') lógico. 415 - La recuperación del programa nictzscheo-heidegge-
riano, 416 _. Foucault: «Soy simplemente nietzscheano», 4! 7 - El
Lenguajes, 310 _. Cotnrnuni.cation», 31 I - Te! Quel . 312 - El des- apresamiento de la razón, 419 - Lacan y Heidegger, 420 - la
hielo comunista, 315 - El polo rnaofsra, 317 impregnación heideggeriana de Derrida, 422
30. ULM O SAINT-CLOUD: ¿AUHU O TOUK1?.................. 321 38. L." CRISIS DE CRECI\1IE",TO DE LAS CIENCIAS SOCIALES . 424
Saint-Cloud, 321 - Ulrn, 324 - iMm'x en Ulm!, 325 - El refuerzo La intensa socialización de las ciencias sociales, 424 - Los filó-
de Lacan, 328 sofos responden al desafío de las ciencias sociales, 426 - La
emancipación frente a la historia, 430 - El anriacadernicisrno, 431
31. LA EXPLOSIÓN /ü:r¡'¡USSER1ANA :nn
- UI\ programa común: la Iingüística, 432 La ambición de una
De Jesús a Marx , 331 - Un objetivo estratégico, 333 - El retorno ciencia unitaria, 433 - Un fenorneno franco-francés, 435
... a Marx , 336 - El corte epistemológico, 338 - Lila totalidad
A"'EXO. LJS1~'\ DE E:\TREVIST.-\S REALIZADAS . 439
estructuradu, 341 - La causalidad estructural, 342 - El antihumu-
nismo teórico y el untihistoricismo, 344 - Un sujeto sustituto: la Í'WICE [)[' "'OMHRES . 445
ideología, 345

, 32. El. SEGUNDO ALIENTO DEL M!\RXISMO . 3-+7


El althusscrisl1lo cn Iingü íst ica. 348 - El althusserislllu en antro-
pología. 350 - El althusserismo en economía, 352 - Althusser:
introductor de Lacan. 353

. 33. 1966: EL AÑO LUZ / 1. EL AÑO ESTRUCTURAL .


355
La edición en el país de la estructura, 356 - Las revistas en el país
de la estructura, 359 - Sartre sale de su silencio. 365 - El estruc-
turalismo atraviesa el Atlántico, 368

34. 1966: EL AÑO LUZ / .11. FOUCAUL.T COMO ROSQUILLAS 370


El efecto Foucault. 371 - El hombre: figura transitoria y efímera,
373 - Ternporalidades múltiples, discontinuas. 376 - Las episte-
mes, 377 La representación
oO, de lo representado, 378 .- La cpis-
teme de la modernidad. 380 -- La era del rcl.uivismo. 3S 1
35.1966: El. /\ÑO I.L'Z /111. ClJANI)() .JlJLlA LI.EGA ,\ l'!\I<iS.. :,g'1

l.u pasión rol' el formalismo, 3S4 -- La litcraturn en fic,las. 3í:ih.


El camino solitario de Mauricc Godc licr. 3i\~

460 461

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