Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
I. Introducción
1
Daniel Bustamante Fernández
existencia de redes de interés que centraron sus actividades de presión en este actor y al
escaso protagonismo que tiene la Iglesia como institución subsidiaria o de consulta, a
diferencia del trámite legislativo que debieron surtir ambos campos en Chile, la existencia de
redes de interés sin abanderados claros y organizados, y a la preeminencia de la Iglesia
Católica como institución reguladora de la vida social.
La regulación de la vida social y de los asuntos privados es un asunto que suscita profundo
interés investigativo entre círculos académicos de distintas disciplinas sociales. En el año
2003, la profesora Mala Htun presentó Sex and the State, una investigación acerca de las
regulaciones que los Estados latinoamericanos del cono sur, Argentina, Brasil y Chile, habían
adelantado durante el último tercio del siglo pasado con respecto al aborto, el divorcio y el
régimen patrimonial familiar. A medida que los tres países emprendían sus transiciones hacia
la democracia, se presentaron álgidos debates en torno a estos temas, impulsados por el
crecimiento del movimiento feminista, los cambios sociales y las relaciones entre Estado e
Iglesia Católica. Los principales hallazgos del mencionado libro dan cuenta que, durante las
dictaduras militares, los derechos de las mujeres fueron expandidos en los tres países. Bajo
el gobierno dictatorial brasileño se legalizó el aborto, mientras que esta práctica continuaba
siendo ilegal en Chile aún tras su tránsito a la democracia. De igual forma, ningún país
latinoamericano propendió por liberalizar el marco penal en torno al aborto.
Las transformaciones que efectivamente se llevaron a cabo en los tres países estudiados, ya
sea durante el régimen militar o gracias a la transición hacia la democracia, en materia de
derechos de las mujeres, son explicadas en la autora con base en un argumento que recalca
la necesidad de abordar específicamente los asuntos de género particulares sobre los cuáles
se configuran redes de interés. Dichos asuntos de género “difieren en cómo son procesados
políticamente, los grupos que crecen en el debate político y las ideas en confrontación” (Htun,
2003, p. 4). La autora sostiene que, por ejemplo, algunas preocupaciones políticas que ocupan
la agenda pública provocan un debate retóricamente cargado e informado en el que se
confrontan cosmovisiones, creencias arraigadas y tradiciones éticas y religiosas. Por otro
lado, existen preocupaciones políticas que ocupan grupos pequeños que dedican días a
argumentan sobre detalles de sintaxis y secuencia. Estas diferencias se traducen, a su vez, en
2
Daniel Bustamante Fernández
el enfoque con que son adoptadas las políticas en torno a estos temas. Cuando se abordan
desde un sentido absolutista, las políticas tienden a ser vistas en términos simbólicos,
provocando “respuestas viscerales y choques de valores” (Htun, 2003, p. 4). La Iglesia
Católica juega un rol importante en el cambio hacia una agenda absolutista. Por su parte,
cuando los asuntos políticos se abordan desde una perspectiva técnica, se demanda de
conocimiento experto en la materia, provocando usualmente escasa controversia pública, en
tanto los grupos religiosos no adoptan una posición defensiva sobre tales asuntos.
Además de la influencia que tiene este procesamiento diferenciado de los asuntos de género
sobre el éxito de los ímpetus reformistas, el segundo elemento —y, a la postre, el principal—
que determina el alcance del cambio en la política de género lo constituyen las denominadas
“redes de interés”, concebidas como “coaliciones de élite de abogados, activistas de
movimientos feministas, doctores, legisladores y oficiales del Estado” (Htun, 2003, p. 4).
Estas redes, influenciadas por las ideas de la modernidad, equidad y libertad, los cambios
emprendidos en otros países —primordialmente en Europa—, así como los tratados
internacionales, configuran las dinámicas que subyacen a la reforma.
Las reformas que se pretendían implementar para entonces en materia de asuntos de género
atañen modificaciones sustanciales a los códigos y leyes criminales de los países
latinoamericanos, las cuáles presentan un arraigo social significativo, por un lado, y, por el
otro, un fuerte y sensible componente ético, sobre el cuál convergen agudas perspectivas
morales y sociales, lo que sitúa el debate no sólo en términos prácticos, técnicos o de salud,
sino también en un espectro ideológico altamente polarizado. Así, consecuentemente, las
posibilidades de éxito del cambio político dependían en cómo estas redes de interés sean
capaces de conectarse a las instituciones estatales. Las características institucionales de los
regímenes militares y democráticos, así como la relación entre Iglesia y Estado dieron forma
a este encaje entre las redes de interés y la burocracia estatal (Htun, 2003, p. 5).
Un gobierno democrático supone, al menos en teoría, una ventana de oportunidad para que
dichas redes logren canalizar sus prerrogativas en un marco institucional que, de entrada, se
presenta como significativamente más proclive a la integración de opiniones disímiles. El
éxito de las redes de interés en un sistema político como este podría llegar a ser más variado,
en tanto, en palabras de Htun, “dependía del peso del legado autoritario, del sistema de
3
Daniel Bustamante Fernández
partidos políticos y de la fuerza de los compromisos ejecutivos y partidarios con los derechos
de la mujer” (2003, p. 5). No obstante, los gobiernos militares también adelantaron reformas
que beneficiaron las prerrogativas instauradas por dichas redes. Las dictaduras del cono sur,
particularmente la brasileña, se respaldaron en el criterio técnico de comisiones de expertos
con el propósito de modernizar el Estado y la sociedad. “Influenciados por tendencias
internacionales e ideas circulando en los círculos legales cosmopolitas —sostiene la autora—
estos expertos propusieron reformas que en algunos casos dieron luz a significativas
modificaciones al estado civil de las mujeres y a sus derechos de propiedad” (Htun, 2003, p.
7). A pesar de los avances en estas materias, el aborto continuó provocando
considerablemente mayor escándalo moral y polarización social (Htun, 2003, p. 153). Los
opositores al aborto se vislumbraban a sí mismos como defensores absolutos de la vida
humano, una posición que restringió la posibilidad de un compromiso político fuerte y
variado, la cual limitó, inclusive, la generación en la opinión pública de un debate riguroso
en torno a la conveniencia de descriminalizar o liberalizar la práctica del aborto.
Sobre esto último, la autora presenta una aclaración conceptual que permitirá comprender los
alcances de su argumento. Según esta, descriminalizar el aborto implica legalizar la práctica
de este. Por su parte, liberalizar el aborto significa promulgar leyes menos restrictivas. (Htun,
2003, p. 144). La liberalización de la legislación busca ampliar la normatividad existente
añadiendo más campos al aborto legal. Así, un país que solo permite la práctica del aborto
bajo una circunstancia específica y claramente delimitada liberalizará dicha práctica en tanto
amplíe las circunstancias en las cuáles esta no acarrea sanciones legales. En América Latina,
sostiene la autora “El rompecabezas no sólo se refiere al fracaso uniforme en la
despenalización, pero también la incapacidad de todos los países, excepto Cuba, de ampliar
las bases para el aborto legal” (Htun, 2003, p. 144).
Esta incapacidad se explica, en términos de Htun, a raíz del escaso alcance y tamaño que
adquirieron las coaliciones en pro de ampliar los derechos de interrupción del embarazo.
Estas redes de interés raramente han trascendido a “algunos políticos individuales, algunos
médicos y practicantes de la medicina, los movimientos feministas de derechos
4
Daniel Bustamante Fernández
Los casos chileno y colombiano son ejemplarizantes respecto a la limitada liberalización que
se ha dado en materia de interrupción voluntaria del embarazo. En lo que concierne al
panorama colombiano, la Corte Constitucional estableció, por medio de la sentencia C-355
de 2006, que la interrupción voluntaria del embarazo por alguna de las tres causales —peligro
para la salud física o mental de la gestante, embarazo resultado de una violación o de incesto
y malformaciones en el feto que son incompatibles con la vida extrauterina— es un derecho
fundamental de las mujeres que debe ser garantizado por el Sistema de Seguridad Social en
Salud. La puesta en práctica de esta liberalización del aborto ha contado con sendas
limitaciones, principalmente por parte de las instituciones de salud que se niegan a adelantar
tal procedimiento médico. Asimismo, distintas tutelas han intentado limitar la decisión,
buscando establecer un número máximo de semanas hasta donde sería legítimo interrumpir
la gestación. Sin embargo, la misma Corta he desestimado tales consideraciones y ha
mantenido en firme la sentencia del 2006. No obstante, en Colombia aún no se suscita un
debate riguroso acerca de la posibilidad de ampliar los derechos de decisión sobre el cuerpo
de las mujeres.
5
Daniel Bustamante Fernández
En Chile, por su parte, hace poco más de un año, a mediados de septiembre de 2017, fue
promulgada una ley que despenaliza parcialmente la práctica del aborto únicamente en las
causales de violación, inviabilidad fetal y riesgo de vida de la madre. El gobierno de Michelle
Bachelet presentó el proyecto hacia 2015. Durante años anteriores, se había generado un
debate en la opinión pública y en comisiones de expertos que destacaban la necesidad de
legitimar la práctica del aborto al menos bajo las señaladas circunstancias. La Iglesia Católica
ha sido un férreo contradictor de la despenalización del aborto, lo que explica, entre otras
cosas, la tardía legislación en torno a esto, así como los incipientes debates en torno a la
despenalización total del aborto.
6
Daniel Bustamante Fernández
las 17,3 personas cada millón de habitantes que constituyen el promedio de los demás países
europeos (Oakford, 2018).
En Chile, por su parte, ha sido el legislativo quien, por medio de la promulgación de la Ley
20.000 de 2005, ha reglamentado el consumo de sustancias psicoactivas. No obstante, esta
ley es ciertamente ambigua en tanto, si bien señala que el consumo de drogas no es una
actitud punible, si acarrea sanciones y censura social. Las sanciones, estipuladas en el artículo
50, propenden por obligar a los consumidores que sean requeridos a hacer trabajo social en
sus comunidades. Durante el año 2013, se suscitaron debates en torno a la posibilidad de
precisar las instancias de consumo que no acarrean sanciones, en tanto la ley es ciertamente
ambigua (Gallardo, 2013). No obstante, la legislación ha permanecido estable desde
entonces.
7
Daniel Bustamante Fernández
limitando sus libertades como tal (Rounavaara, 1997). Estas discusiones han conducido, por
distintos medios, a lograr avances significativos en tales materias en países como Chile y
Colombia. Partiendo de la propuesta teórica recogida líneas atrás, es posible señalar que en
lo que concierne al aborto, la despenalización de las tres causales sucedió en Colombia antes
que en Chile debido a que esta, en primer lugar, fue estipulada desde la Corte Constitucional
y no mediante un trámite legislativo. En segundo lugar, las redes de interés que se
constituyeron en torno a este tema lograron aislarse de un debate público que censuraba
moralmente dicha práctica, centrándose en ejercer presión frente a la Corte Constitucional
para lograr tal propósito. Por último, en tanto las relaciones entre Iglesia y Estado se
desarrollan a partir de un enfoque laico, la incidencia de la primera es menor. Situación
similar sucede en el caso de la despenalización del consumo de la dosis mínima de drogas.
Fue la Corte Suprema la encargada de liberalizar el porte y consumo, pese a contar con un
rotundo rechazo a sus intervenciones por parte de la administración Uribe, cuyos intentos por
bloquear el alcance de la normativa fueron insuficientes. No obstante, ante la inexistencia de
un movimiento pro-legalización suficientemente consolidado y con capacidad de injerir en
el marco institucional, ya sea mediante congresistas abanderados o mediante círculos de
debate abiertos, la despenalización completa del consumo de sustancias psicoactivas
continúa representando un tema tabú en el país, facilitando la implementación de medidas
que responden más con un populismo punitivo y que criminalizan al consumidor.
En Chile, podría señalarse que, en tanto la Iglesia ha jugado un papel fundamental como
articulador social en la era democrática, continuando con el lugar que ocupó durante la
dictadura, ha sido más complicado adelantar las iniciativas, en la ausencia de una Corte que
entre a ocupar el vacío y el inmovilismo con el que se desarrolla el quehacer legislativo.
Asimismo, la aprobación de las causales de aborto responde antes que a una liberalización
directa de la autonomía de la mujer sobre su cuerpo, a un concepto técnico impulsado por
una red de interés en donde las posiciones del Ministerio de Salud Pública, así como en los
círculos académicos de medicina, jugaron un papel trascendental en apoyo al movimiento
feminista. Por su parte, la legislación continúa siendo ambigua en materia de porte y consumo
de sustancias psicoactivas, en tanto no es preciso el alcance de la ley de drogas en lo que
concierne a estos aspectos. Por ello, diputados de distintos partidos han buscado poner en la
agenda la necesidad de ampliar la desregularización del consumo de drogas. Esto ha
8
Daniel Bustamante Fernández
conllevado a que la opinión pública chilena parezca cada vez estar más abierta y proclive a
ampliar las condiciones de consumo, aunque sin acercarse al estándar de Portugal. Inclusive,
su legislación en torno al consumo de drogas le deja distante de lo que hasta hace unos meses
era el marco normativo colombiano.
Bibliografía
Colombo, S. (julio 15, 2017). ¿Por qué fue posible legalizar la marihuana en Uruguay? The
New York Times. Disponible en https://www.nytimes.com/es/2017/07/15/por-que-
fue-posible-legalizar-la-marihuana-en-uruguay/
Gallardo, C. (junio 25, 2013). Diputados piden revisar Ley 20.000 de drogas. 24 Horas.
Disponible en https://www.24horas.cl/nacional/diputados-piden-revisar-ley-20000-
de-drogas-711634
Htun, Mala (2003) Sex and the State. Abortion, Divorce, and the Family Under Latin
American Dictatorships and Democracies. Cambridge: Cambridge University Press.