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c le n c lii-

V.

R e a d : E l sim iesco
de H itle r. - I. N-
E l a r te b a jo la dic-
In g e n ie ro s d el a lm a hu-
J. C a rm o n a B la n c o :
'^Uón y e x is te n c ia lls m o —
“ Fedeli; H is to ria d el m ovi-
a n a rq u is ta . D e le s p rm -
; ' i y de lo s m étodos de or-
•_taclc"i. - G eorge W ood-
*= El e sc rito r y la p o lítica
' -.'rm a n d o B o rg h i: D ilem a^
^^uestro tiem p o . O esa rism o o
-fquism o.- -E m ilio M use; Es-
“‘leismo y p o rv e n ir so c ia l
. .'E d u a r d o M a lle a : R e la to .
••‘W la . -i,e ó n F e lip e : E l a r t e .
|. ®undo d e lo s p in to r e s .—
^ rto Car.si: A stro n o m ía ele-
, ^ L os c a m in o s síde-
* ^ X X X : C ie n cia y té c n ic a ,
^ jb e rn é tic a e n la produc-
f u t u r a .- - B . t l i l U : E quili-
tn 'f'* p o te n cia s y r e g im e n ti-
ii-c*''® '- -N o ta s v a r ia s . .\bel
tio: P rim e v e ra . R o s a de
‘ “ • "P o rta d a de L a m o lU .

'«Yo

852

^EV i s t A M E N S U A L Ayuntamiento de Madrid


a i í í S “ ' ~ ' ~ s

m r n m m m
Wiüil®
nes insuflaron nueva vida D e ^ n iiíit i x- a q u ie -

n u J L ' i T , , . :„1 „ f ; e T “ : f
ZZ' do" c o „ f ™ d e ' T p o r S é r ’ É r Q l° - „ ° a
yelm o de M am bd no . P . lp e o d o s e '^ L l^ o ií n
h e c h T E b rT E T^n^siictm o" ' | ^ e l C risto sacramental
da lo , b e o , c o 'c . L l™ n e r , T , r : b „ " l o : ' ’™ '

L A P E N S É E C H I N O I S E E T S O N ROLE
DAN5

LA G RAN D E SYNTHÉSE HUM AINE


R E V IS T A MENSUAL
p o r Pauf G IL L E DE SO CIO LO G IA . CIENCIA
Y L IT E R A T U R A
Se trata de un breve estudio de psico­
X
lo g ía . en d on de , d e una m anera clara
y concisa, queda re fle ja d o el fo n d o mo­ Comisión de R ed acció n ; P ontau-
r a . P elrats. P errer.
ra) q ue ha caracterizado, desde los tie m -
A dm inistrador: J . Cazorla. — 4
POj rem otos, la filosofía de los p e n ­ ru é B e lío rt, Toulouse (Haute-Ga-
sadores chinos. Es una exposición o b je ­ ronne).
tiva que ha de interesar a to d o aquel suscripción : F ra n c ia ,
q ue se complazca en estudiar la e volu ­ i . t /'■'^ncos tr im e s tr e ; E xterior
240 francos.
ción d el pensam iento ético al través de Número suelto. 80 francos.
los tiem pos y d e los pueblos. Paqueteros. 15 por 100 de des-
Este opúsculo, incluidos gastos d e en­ p l'are° ^
vío , se sirve a 60 francos. Pedidos a
hebdomadaíre.
ÍH * % ■ ''“ ® B e lfo rt. Toulouse C-C.p. iig 7 -2 l, 4 , ru é B elfo rt,
(n a u te -O a ro n n e ). TO U LO U SE <H,-G.).

Ayuntamiento de Madrid
ílB m iA S O C IO iO © l^ \ . € J£ l> IO ^ ¥
Año II. Toulouse, mayo 1 9 5 2 N. 17

El simiesco imitador de Hitler

OS procesos colectivos de presos políticos posibilidades de desenvolvimiento; una economía


que tienen lugar en España son un sínto­ basada en extremos contrastes de riqueza, y un re­
m a del hondo sufrimiento existente en ducido grupo de capitalistas explotando a las m a­
aquel país. La situación de los trabajado­ sas; una economía cooperativa basada en pequeñas
res y de los campesinos es tal que la unidades (pueblerina o de gran fábrica) llam ada
«acción directa» no puede dejar de ser em­ a asegurar una modesta pero decente manutención,
pleada por los desesperados. La «acción l.os naturales recursos del país—para las necesida­
d irecta .; puede tom ar diversas formas y la menos des domiésticas y p ara el comercio exterior—son in­
^ertiva no es precisam ente la de forma p acifica: suficientes conuparándolas con la economía burgue­
huelga de brazos caídos, etc. Pero un dictador sa de tipo inglés o americano. Constituye esto la
ascista no es capaz de distinguir entre finezas de justificación económica del carácter anarcosindi­
tica. Donde no existe el derecho de huelga, ni li- calista de las organizaciones obreras españolas. El
de opinión, n i libertad de asociación, un sim­ tradeunionismo británico, sin fibra y sumiso a una
ia , es tratado como un crim inal y con arls'tocracia degenerada, repantigada muellemente
del ruda violencia que otro cualquier enemigo en oficinas centrales de control, dominando colme­
j . Estado. La violencia, indudablemente, es a n ti­ nas de laboriosas abejas, es inconcebible en España.
san España Católica, donde la Allí el sol es ardiente, y hombres y mujeres viven
p es tan espesa como el vino de la comunión, en íntim a satisfacción, en dura y penosa lucha con
“fico ha hecho de España una ferm entación de la tierra reseca. Esta intimidad terrenal predomina
t» violencia responde hoy a la violencia. inclusU-e en un gran centro industrial c <m u o Barcelo­
sólo el’- gran tiran o es responsable, na, donde no existe un fuerte sentido proletario y ape­
nace ahora quince años que la dictadura fascis­ nas una clase medía desarraigada y de cuello blan­
ta fué co; pero siempre el sentim iento de un pueblo vivien­
establecida. Lo lUCfué Acon la ayuda
VI! Id del extran-
d j UUd UCl CAA! dia*
y pasando sobre los cuerpos inánimes de cen- do en fam ilia, en vida hogareña, con alternativas
di de miles de españoles demócratas. Esta en el café y en la fábrica, siempre en comunidades,
jg J^ u t-a no h a sido aceptada nunca por el pueblo celular, independiente. El fascismo ha tratado de
eoi, 1 • Impuesta por la fuerza bruta, ha chocado destruir esta intimidad; h a querido imponer su
de I. ,, ^^^'^tencla de todos los españoles am antes pauta corporativa; fundir esas celdas en el Estado
vivj.n» • interior de España, los super- único; aplastar la independencia y !a individuali­
b^_j~tes de la acción m ortífera de !os cañones y dad, sin lograr su propósito.
tluanf* han ido desenvolviéndose clandes- No lo conseguirá jam ás. La furia fascista aumen­
nienj ®fite. Secreta pero firmemente, han ido au- ta actualmente. Casi diariam ente llegan noticias
leg rtp ? fuerza. En el exterior de España, mi- de nuevas y masivas arrestaciones, en toda España;
h^rsisfrt* mantenido organizados y en La Coruña, en Sevilla y en Vitoria, sin discri­
propósito de un eventual derroca- minación. de rango o de religión. No es cuestión de
interio • tirano. Ni por un solo momento, en el religión ni de condición social. La conciencia del
iueha V r * exterior de España, h a cesado la pueblo es ultrajada, y los hombres son detenidos,
dades • de la libertad reviste estas cuali- encarcelados y fusilados porque sus conciencias no
parece extinguirse, fuentes invisibles pueden ser acalladas. ¿V la conciencia de Europa?
•ntpn..4j ** llam a la cual resplandece con má.s ¿Y la conciencia de América? Obsesionadas por el
miedo hacia el poderoso demonio dei Este, nuestros
* es una tierra que ofrece solamente dos políticos y m ilitares se aprestan a p actar con el

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gordinflón y pequeño diablo del Oeste por unos po­ ahorcar a Gipring. Franco no difiere ni ha diferido
cos acres de tierra empapada de sangre, sobre ia nunca de estos azotes de Europa. Un día term inará
cual levantar sus bases aéreas. Y le ofrecen dóla­ su vil tiranía, como terminó la de Hitler, como ter­
res por miedo a que el régimen fascista se desmo­ mino la de Mussolini, en medio del regocijo de los
rone y pueda España ser conquistada, no por los am antes de la libertad a través del mundo. Pero
comunistas, sino por cierto régimen poco inclinado m ientras tanto, nuestro deber es levantar la con­
a los dólares. Aparentemente es m ejor un diablo ciencia del mundo, ayudar a los oprimidos con núes-
en la m ano que dos diablos en e! monte, Aunque tra sim patía y vet a nuestros gobiernos romper to-
no todos los diablos procedan del mismo inñerno. das las relaciones con el imitador simiesco de
Hemos sido complacientes demasiado tiempo. Al Hitler.
final de la guerra, el pequeño y más feroz amigo de
llitle r pudo haber sido llevado ante el'm ism o tribu­ H e rb e rf R EA D
nal de justicia que ahorcó a Ribentrop y trató de (Trad, de J , Peirats )

Campos de concentración.—Todos los campos de


concentración se parecen, hasta el extrem o de que críticos de la anarquía.—La desgracia de que
lodos los relatos sobre la vida en los mismos se todo o buena parte de lo que se escribe sobre la
trate de los de Francia. Alemania o Rusia, insis­ anarquía y los anarquistas sea escrito por indife­
ten sobre detalles comunes. En unos y otros la rentes especialistas o adversarios decididos hac-'*
misma crueldad, igual degradación de la condición que las imágenes más significativas del ideal liber­
humana. Peores que la cárcel en el sentido de que tario y sus m ás salientes aspectos aparezcan con­
siendo el régimen celular m ás restrictivo en cuan­ trahechos, desfigurados, horrorosos. El estudio que
to a contactos humanos, el preso consume sus pa­ hace Armand Ouvillier de Proudhon, y que la edi­
siones, sus odios y la brutalidad acumulada sobre torial Pondo de Cultura, de México, publicó en cas­
t e ll a o . es un digno botón de muestra de lo que
su alm a dentro de si mismo. Es el suyo un proceso decimos. E l autor se demuestra m arxista impeni­
de desmoronamiento interior y extinción fisica so­ tente, y con citas tomadas aquí y allá de Marx y
litaria hasta cierto punto.. Pero el campo de con­
centración transfiere todos esos síntomas a la m a­ sus secuaces, intenta componer una imagen de
Proudhon. Así sale ella. Cuando al final tiene que
sa de los hombres que los pueblan, y el contacto referirse a la influencia del pensador francés lo
permanente implica la fricción permanente. El hace desvirtuando groseramente las ideas del
concentracionarío tiende a considerar .como enemi­ maestro y las de los que le siguieron. Hasta, se ríe
go cuanto vive a su alrededor, partiendo de la con­ de las primera arm as literarias de R oben Áron y
vicción, consciente o no. de que cuantos le rodean
son la causa de sus inmensas necesidades, su ham ­ Denis de Rougemont—que han hecho mucho más
bre, sus piojos y sus llagas. En este sentido, nada ruido que las de Cuvilller—cuando se afirm an a sí
mas inhumano que el campo de concentración, que mismos continuadores dtel pensamiento proudho-
niano. Eso hacia exclam ar a Cuvillier: «¡T an ver­
reúne a millares de personas para que se degraden dad es que el idealismo del autor de la «Justice»
en el espectáculo cotidiano de su propia irrisión,
^ t o no se consigue siempre plenamente, pues se Ilusiona todavía hoy a muchos!» Y así, entre iro­
na demostrado que en todos los campos de concen- nías, denuestos y falsificaciones van pasando las
t^ración han existido grupos de resistencia empe­ paginas del libro de este profesor sofisticado por
ñados en no sucumbir, en no abdicar su condición el marxismo. No puede evitar revivir, en toda su
fraternal. Pero esas reservas son ínfimas ante la repulsiva intensidad, la fobia que su jefe le demos­
masa concentracionaria y el valor de su testimonio tró en vida a Proudhon. Hay defectos de escuela
tiene, mas que una utilidad moral inmediate un que siguen sirviendo generación tras generación
Eso pasa ccn el marxismo.
alcance ejem plar para el futuro. (Sobre los reíatos
ne los Campos de concentración soviéticos.)
B. M.

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SL acta haia la dictaduca
INGENIEROS del ALMA HUMANA"
S un hecho incontrovertible que todo cía, del espíritu pequeñoburgués y de la tontería.»
lo que acaece en la Rusia Soviética Otro orador oficial proclamó que «nuestra lite­
suscita en el extran jero las más va­ ratura es la m ejor y la más progresista del mun­
riadas discrepancias. Existe, empero, do.» Gorkl fué tan lejos que h asta señaló el nú­
un terreno en que el antagonismo mero de los talentos para el porvenir in m ed iato:
de las opiniones se detiene; en que «Para no engañarnos, impongámonos como objeti­
amigos y adversarios del régimen vo producir cinco escritores geniales y cuarenta y
actual soviético reconocen los éxitos cinco muy talentosos.»
considerables alcanzados por este Dejemos a un lado estos delirios de grandeza,
último. Es el terreno del arte, de la que no están permitidos a ningún pueblo, y fijé­
música, del teatro y especialmente de la literatura monos atentam ente en los debates del susodicho
ruscs. El encanto inm ortal de los nombres de Congreso, y entonces nos será dado descubrir algo
Puschkin, de Toltoi, de Dostoyewski, de Gogol, de muchc' más importante. En varias manifestaciones
Chejov, que parece extenderse sobre la literatura hechas por prosistas o poetas, por dramaturgos
rusa toda, ha a p risio n ^ o desde hace mucho tiem ­ o satíricos, dejóse traslucir, en form a semivelada,
po-al lector europeo, Este encanto se h a hecho ex- el descontento gen eral:
'ensivo también a la literatura artística de la Ru­ «¿De qué nos sirve la formidable tem ática de la
sia Soviética. En Europa se está convencido que revolución?~quejóse Mikitenko—, Nuestros temas
ios escritores gozan allí de la máxima libertad y son la industrialización, la colectivización, la re­
alegría deproducir, y no es extraño que los escri­ construcción de la pslquis humana. Muchos de es­
tores europeos sientan ta n ta nostalgia por el país tos temas grandiosos han sido empleados y hasta
donde el arte ha conquistado por fin sus derechos, comprometidos. Mas ninguno de ellos ha sido do­
donde se ha convertido en una potencia indepen­ minado h asta ahora.»
diente de la nueva vida en formación. «Es una suerte vivir en plena época heroica de
¿tó exacta esta supcsiclón? E l Congreso de los la historia—declaró Leonov—, pero el principio
escritores soviéticos de Rusia, celebrado reciente­ entre el arte y la vida subsiste también en la ac­
mente en Moscú, ofrece un cuadro del estado de tualidad. Todavía no hemos aprendido a escribir
ia vida espiritual en aquel país, ahora, a los diecl- palabras que hagan explosión sobre el papel, que
siete años de la revolución. Seiscientos delegados puedan mover el verdadero motor de nuestro país:
y mil huéspedes participaron en el parlam ento de el corazón colectivo de los constructores socialis­
esOTtores, que duró tres semanas tas.»
w m o (xurre siempre en los congresos organi­ Gladkow, el autor de la conocida novela «Ce­
zados políticamente (pues el sesenta por ciento de mento», censuró en términos severos la superfi­
JOS delegados eran comunistas), buena parte de los cialidad artística de sus colegas:
discursos oficíales estuvieron destinados a ensalzar «El defecto mayor de nuestra obra es nuestra
•os propios éxitos y a condenar la cultura bur­ incapacidad de crear figuras típicas de héroes
guesa, El presidente, Máximo Gorki, dleclaró de que exciten, que entusiasmen, que arrastren.
entrada, en su discurso in au gu ral: Nuestros libros están llenos de retratos y de foto­
fnrf? literatura burguesa es el esta- grafías, ejecutadas, además en form a pálida y
mdrón, luego el espía y nuevamente el la- aburrida.»
-oE ®sta vez el ladrón-gentleman. Esta lite- Erhemburg, casi el único escritor ruso que tiene
¡Q ií!"? r^íleja el verdadero gusto, los intereses y la posibilidad de viajar constantemente entre Moe-
a moral práctica de los consumidores... Nosotros. cú y Europa, encontró palabras más cáusticas aún:
’ aparecemos como jueces del mundo «Nuestro hombre nuevo es mucho más rico, más
rnr ^ extinguirse y como hombres que en- bello, más complicado que su sombra en las pági­
nnl vv humanismo genuino del proletariado nas de -los libros. La novela burguesa muestra al
que libertara al mundo de la envidia, de la codi- protagonista únicamente en un aspecto: está ocu­
pado siempre con el amor. La literatura nuestra
sufre de otra degeneración. En ella vemos a los
.1 . I ,.. I f a b ' i ' ' . I. N - S l th ih e r g , fué C n m isa rio
'®« p r i m e r o ! g o b ie r n o s del régim en b ol-
hombres solamente en los talleres o en los «Kol-
d u r . fn .' 1- ? i r i n s f o r m t d o « q u e l ré g im e n en u n a d i c U -
jozes». ¿Por qué, empero, el obrerc-protagonisla, el
ca rrn r V®/., s p r o l e l a r i í d n » , S le in b e rg d im itió su
miembro de la brigada de choque, no ha de tener
de i o ¿ ” » le jo d e su p a í s . R a d ic a d o en L o n d r e s , e s c rib ió a fines también, a ratos, sus ensueños? ¿No puede, a veces
tre B s cn r'-H ‘1“ ' t r í n s c r l b i m o s , q ue s p e s a r d e lo s « lío s am ar o estar celoso? Contadnos también acerca de
e< a q u e lla f e c h a , c o n s e r v a t o d a s u lo z a n í a . No lo que piensa en su día de reposo, m ientras con­
de in< m ás co n tra el ré g im e n s o v ié tic o , s in o uno templa el espejo de las aguas del río. Nuestros tra­
n s ic o io v in .
p s ic o ló g ic a s de la d i c ta d u r a in te le c tu a l
so b re la s
s o v ié tic a .
c a ra cte rística s bajadores son ta n poco parecidos a los proletarios
clasicos de nuestros libros, como sus desdichados

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abuelos eran poco parecidos a los pastores galan­ las luchas políticas y del estruendo de las espadas.!
tes de los cuadros idílicos.» Este nuevo rumbo resultó sintom ático. J
También Babel, el extraordinario pintor lírico de S i se quiere conocer la causa más profunda dell
la guerra civil, expresó su procupación por la cre­ descontento general debe acudírse a ese concepto I
ciente industria de palabras, gestos y temas; de la libertad que está desterrado hoy en día dej
«Entre nosotros se habla en form a inusitada­ Rusia. Durante el Congreso nadie pronunció la pe-l
mente bullanguera del amor. S i esto sigue asi, h a­ ligrosa palabra «libertad». Pero ella estaba ocultsl
brá que hacerse las declaraciones de amor por me­ debajo de todas las quejas, de todos los reprochesi
dio de altoparlantes, como lo hacen los jueces en y exigencias. Donde no hay libertad para la per*j
los partidos de fútbol... Las descripciones de la sonalidad artística no existen posibilidades parsi
vida, por sí solas, no bastan. Ideas elevadas, racio­ la verdad artística. E sta verdad sigue su ru ta pro-l
cinio filosófico corresponden aún a esto. De lo con­ pía, que resulta con frecuencia contraria al ordeoj
trario, no existe literatura.» establecido. De ah í que toda gran literatura hayal
«Tan pronto como abarcamos el problema del sido rebelde ta n a menudo. Mas la rebeldía espi4
hombre nuevo, apenas Intentam os fija r la figura ritual, la verdad artística, la libertad Interior soy
del héroe de hoy en día, nuestros músculos se aflo­ m anifestaciones insoportables para un régimen
ja n —se sinceró el dramaturgo K aiko—. En nues­ dictatorial. No es una casualidad que en la BusM
tros rostros se refleja por lo general el éxtasis o Soviética le corresponda la peor suerte a la sátira!
la conmoción. Tememos complicar a l protagonista El talentoso periodista satírico Koltzow refiere <|
con contrastes internos. Nos empeñamos en pre­ este respecto cosas raras: I
sentarlo siempre desprovisto de cualquier duda o «A un respetable director de un periódico <1*1
defecto. De ahí que no nos resulte ningún drama Moscú le fue llevado un relato satírico. Lo leyó y
o comedia, sino, siempre, un himno, un diti­ dijo: «No sirve; para el proletariado es demasíe
rambo.» temprano para reírse; que se rían nuestros ener
¿Por qué la literatura soviética no logra descri­ gos.»
bir al llamado héroe positivo, al bolchevique? Ese director consideraba que en la Rusia Sovie|
«Por qué—preguntó con su conceptuoso discurso tica, donde el Poder está en manos del partido
la señora Gerasimova—ios héroes de nuestro mun­ munista, no había, en general, nada que critica
do com unista están exentos de inteligencia, de fi­ De buena gana quisieran los autores describir
nura emocional y h asta de pasión? Porque los es­ llares de fenómenos y de hombres del país revoL
critores proceden de acuerdo con una receta úni­ cionario. Así tenemos, verbigracia, al excelente no
ca: el capitalism o no sirve, el comunismo es lo bue­ velista Olescho, quien declaró:
no... No es posible, en sem ejante nivel espiritual, «Yo quiero escribir dramas y narraciones en l y
librar la lucha contra el mundo antiguo. Ese mun­ que los personajes resuelvan problemas de c a r ^
do antiguo no se nos aparece tan pobre y lasti­ ter moral. Siento palpitar en mi la convicción » j
mero; se nos presenta munido de las ideas y flgu- que el comunismo no es sólo un sistema econón'
i’as complicadas. Ha producido gigantes como co, sino también ético.» .
Tolstoi, Dostoyewski, Nletszche. Nuestra literatura Los escritores lo anhelan, efectivamente, más o j
debe colocarse a la misma altura.» podrán permitirse hacerlo, pues se exige de e l ^
Resultó muy característico que en el Congreso que escriban exclusivamente según el método
resonaran en todos los discursos los nombres de «realismo socialista». ¿Qué significa este métod<fl
Puschkin, Tolstoi, Goethe y principalmente de ¿Producción literaria amoldada al espíritu del ^
Shakespeare. Fue como si los escritores revolucio­ cialismo en general? No, es algo más concreto:
narlos temiesen la competencia de los «viejos». una literatura ajustada a la línea del partido,
Sabiendo que la m asa de lectores rusos se hallan prim er día del Congreso despachóse este te^\
todavía bajo el encanto de aquellos viejos, busca­ grama a Stalin;
ron febrilm ente las causas de ese secreto, y entre­ «Este día histórico lo iniciamos ccm un salud
tanto, no cesaron de quejarse de si mismos. para usted, nuestro maestro y amigo. Querido St
E l golpe más rudo fue aplicado a la ram a más Im: reciba el saludo lleno de amor y de respeto ^
delicada del árbol de la literatura; a la lírica. Pué cia usted, que con fuerza genial y profétíca cond*|
Bujarín, el fidelísimo hombre de partido y direc­ ce a! proletariado de la Rusia Soviética y del muBj
tor de «Pravda», quien asestó repetidos golpes a do entero hacia la victoria final.»
la lírica soviética. Los nombres cflcialm ente reco­ Al comisario de Guerra, Voroshiloff, se le
nocidos eran, desde hacia mucho tiempo, los De- vió asimismo un saludo que term inaba con est»
m ian Biedny, el poeta cortesano del Estado bol- palabras: «¡Viva el ejéclto rojo, nuestro am<»
quevlsta, y de Maiakowski, el difunto, ardoroso y nuestro orgullo». Al finalizar sus sesiones, el
combativo poeta de la guerra civil. Y he aquí que greso aprobó los estatutos para la Asociación
Bujarín declara; los escritores, una de cuyas cláusulas dice:
«La época de los versos de propaganda al estilo «La condición decisiva del crecim iento de la U®
de los de Maiakowski ha pasado ya. E l m aterial ta tu ra es la íntim a ligazón del movimiento litetf
poético de nuestro bardo, ¿no es pálido y pobre en rio con los problemas actuales de la política pa^
comparación con el contenido de nuestra vida he­ darla y el I ^ e r soviético,»
roica? S ta lin empleó la expresión de que los escrito^
B u jarín exigió un nuevo rom anticism o revolu­ sean «los ingenieros del alma humana», De
cionario en lugar de esa poesía que no es o tra cosa m anera aquellos quedaron entrelazados dentro
que consignas políticas en rim a: «Lo que a noso­ mecanismo técnico del Estado.
tros nos fa lta es cultura, cultura y por tercera vez En sem ejante situación sería inú til esperar
cultura». Y de repente alzó en el estandarte ju sta­ escritor la libertad interior. No podrá revelar to
mente a Paaternak, el hermoso e intim am ente lí­ el problema del hombre soviético, sus ocultos ®
rico poeta cuyo mundo de Imágenes está fuera de seos y alegrías, sus experencias trágicas. L a vi®
Ayuntamiento de Madrid
-------------ÍIEBELION y

ÍXIS TENCIA LISMO—


i'ueítro estado de decadencia involuntaria pero de difícil
Vritis d e la C k ilit a c ió n E u ro p ea
Superación-
Resultó más féci! decirle al europeo sumido en la desespe­
A última guerra mundial constituyó la segun­
ración de sus contradicciones: «E l hombre es podredumbre,
da gran crisis de la civilización europea.
vicio. E l hombre lleva la injusticia por naturaleza y su libei-
L a declaración d? los derechos del hombre,
tad consiste en hacer uso d e esa naturaleza injusta. T u pa-
que definía a la democracia, y el espíritu
sado es sueño. E l prásenle, tu estado actual, es la única rea­
intemacionalista que alentaba al socialismo,
y que parecían haber sido puestos en juego lidad imperecedera.»
E ra mucho más difícil lograr e l éxito gritándole en el
por última vez en 1914 frente a la violen­
rostro: «¡Busca las causas de las contradicciones que te han
cia, cedieron d e nuevo en 1939, arrastran­
traído a este estado. Escarba, hunde las uñas en tu pasado y
do consigo todo el andamiaje de las espe-
arráncale las entrañas si es preciso, hasta que encuentres el
tanzas europeas.
error que te h a negado. L a libertad y la justicia slgueo siendo
Con ello quedaba demostrado, de una forma demasiado
los únicos— mejor, el único— objetivos plausibles del hom-
SMgrienta para no ser evidente, la inoperancia de los proce­
dimientos democráticos ante los problemas internacionales y bre, y esos objetivos son hoy tan posible com o lo eran cuando
los concebiste. Levántate, desanda camino o aplasta 1m itn-
ri estado de inmadurez de la mentalidad socialista para hacer
pedimentos con que has tropezado, peto sigue siendo digno.»
frente al problema d e la violencia entre gobiernos. L a civili.
íu r g ió y tomó primer plano una literatura que arguyendo
^ > ó n europea, apoyada fuertemente en los procedimientos
un pretendido realismo, se com place desde entonces en rem o­
“^ ^ á t i c o s desde el -Contrato Social», y en plena evolución
v er el lodo de todas las miserias sepultadas eo los escombros
¡’»cia el socialismo— que se debatía dentro de si mismo en
europeos. «Kapput» y «La Piel», de Curzio Malaparte, son
de una síntesis de libertad y justicia— acusó el fuerte
Selpe de su contradicción viéndose empujada y resumida en los dos má? grandes exponenles de esta literatura.
Por primera vez h a surgido una mentalidad metafísica-
h í? niuy distinta a la que pretendía: la negación de
lodos los valores que hasta entonces le habían dado forma. m ente igualitaria. Sus bases no fon la igualdad económica,
como en sociología, o la igualdad de derechos, com o en filo-
1-a inminente amenaza de una nueva crisis que se perfiló
on el horizonte europeo cuando todavía no se había disipado .sofia. E l concepto de igualdad d e esas corrientes de decaden-
ri humo del último obús estallado en Berlín, precipitó el cia se enfrenta con el eterno problema del bien y del mal y
proceso de descomposición a que se hallaba sometido el resuelve; todos los hombres son malos. La Igualdad metafí­
pcnsam ^tn europeo. Se abrió amplia brecha a toda clase sica, por lo tanto, justifica todas las desigualdades y todas las
oe corrientes negativas y se dió paso a toda manifestación injusticias sin aportar al hombre— como el catolicismo— ni
^ - poniendo cínicam ente de relieve la podredumbre— es­ siquiera la esperenza de una justa igualdad ante Dios.
combros de la moral europea— d e la posguerra, justificara
R ep ercu sion es universaieg d e la d ec a d en c ia E u rop ea.
E n este escenario, que n o ha cambiado desde 1944, viene
del hombre soviético debe permanecer ve- desarrollándose el drama de la crisis europea, cuyas lógicas
para la literatura, porque ambos, el escritor
repercusiones toman un carácter universal.
siftl no son libres, pues pueden incurrir Las grandes esperanzas, que para las corrientes liberales
en conflictos con la dictadura. Por eso se europeas fu é el entonces incipiente Continente Americano,
pilca que su rja esa ola de literatura acerca de que han venido frustrándose por reflejo, h ^ acusado el
el representante de la editorial oficial ha golpe de la crisis europea con no menos vacilación que el
Que «en los añ os 1928-1931 hemos pu­ V iejo Continente. No podía ocurrir de otro modo. E l pro­
d e ^ ” libros, de los cuales el 75 por ciento carece blema de una cultura americana es algo que no ha podido
»r,v. para una segunda edición; es decir, que ser puesto en claro todavía. L o que hasta hoy podemos dar
libros muy malos», por cierto es que los americanos que han logrado llevar su
en 1 « congreso preguntaron a un obrero, nombre más allá de los límites del continente a caballo de
tíió- o «¿Por qué lees libros?» Y respon- una obra— artística o política— d e marchamo americano, lo
5idñ “ . aprender a vivir dignamente». E sta ha han hecho incorporando a este último ambiente lo mejor de
Rusia la actitud del hombre del la cultura europea.
los irente a la literatura. Y ahora, ¿le traerán Una cierta tendencia— que entronca demasiado bien con
Vida del alma humana» el arte de una las modernas corrientes totalitarias para no hacerse sospe­
O bien oiiedará la razón con e l viejo chosa— a romper la continuidad— semejante a la evolucio­
de .®®.>.Andersetí Nekse, quien en el Congreso nada por la cultura europea desde la griega, y ésta a su vez
^To dijo, en forma tan sencilla y bella: desde las orientales— , plantea un importante aspecto del
manco del artista consiste en tomar en sus drama de la civilización americana. Después de quinientos
manera corazón del pueblo y calentarlo de tal años de una cultura que tendió a relegar, cuando no eliminar,
rpsn!„ \ Qu® iPs sentimientos humanos vuelvan a lo auténticamente americano considerándolo com o manifesta­
''Piandecer en él.» ciones despreciables por lo primitivas, esa cierta tendencia
I. N . S T E IN B E R G de que hablamos pretende a base de una innecesaria apología

Ayuntamiento de Madrid
518 C EN IT

de. lo autóctono, un resurgimiento no bien definido. Por un currir sus días en París, sienten en parisino. No seria lógicui
lado demuestra su aversión— lógica por demás—hacia un
intentar dividir indivisibilidades, pero quizás sea justo de-1
retorno a unas civilizaciones que hallaron la muerte hace
c ii que sobre el Parfa capital de Francia— que equivale a ’
quinieiitos arios y que ya entonces se hallaban retardadas cualquier otra capital del pais— , se extiende a modo di
con relaciÓD a Jas del V iejo Continente. Por otra parte aspi-
te),do sanguíneo, eirculador y vivificante, ese otro París heij
ran a una ruptura de la continuidad de su cultura con el terogéneo y universal con una supeifunción aprovechada!
fin de poderla llamar americana. L a contradicción mani­ pero desbordante. '
fiesta consiste en que no es posible romper con el pasado
Ideas y opiniones que en otros lugares se reducen a in-í
•rin negarse en el presente y anularse para el futuro. E l desa­
dividualidades— quizás más meritorias por el esfuerzo «pie
rrollo de una tendencia semejante significarla para América deben desarrollar frente al ambiente— . en París adquieren
una ciisis de mayores proporciones que la propia crisis d . la
civilización europea. inmediatamente resonancias qu» se resuelven en corrientes,
p cierto que existe un determinado prejuicio universal ante
Los americanos que han comprendido bien esto último, y m parisino, pero no es menos cierto que, como ya hemos
que por lo tanto no desean esgrimir un continentalismo— que
dicho, lo parisino responde en cierto modo a lo universal.
puede degenerar rápidamente en nacionalismo—demasiado Asi, pues, el hombre a quien los problemas de esta de.
peligroso, sufren la crisis europea, en sus proporciones de
cadencia preocupan, se encuentra menos solo en París que
universal, con los mismos síntomas que los europeos.
en cualquier otro lugar. Aquí nos encontramos ant? la pri­
Octavio Paz, refiriéndose a México—sus palabras pueden
mera contradicción— que aunque parezca elemental la con­
aplicarse a toda Centro y Sud América— , en un artículo
sideramos importantísima— del existencialismo. El existen-
recientemente publicado en la revista «Sur» de Buenos Aires
cialismo parisino de la postguerra sitúa a ese hombre solo,
w n motivo del Tercer Centenario de Sor Juana Inés de la
p ío frente a todo cuanto le rodea, en el lugar donde el
Cruz, escribe: «Ahora nos encontramos ante u n a situación
hombre se halla menos solo, Y es en las considerables aglo­
parecida a la d el final del siglo X V II. La crisis actual es tam ­
meraciones del «Dupont Latín» o del «Café de Flore», lu­
bién crisis de los fundamentos del mundo, como en la época
gares en que se respira una profunda atmósfera de relación
de Sor Juana, Resolver la crisis dentro de los supuestos de
humana, q u ? el existencialismo pretende ser profesado. La
nuwtra tradición, permitiría la reconquista del pasado colo­
* con la palabra «snobismo» algunos dan al
nial. Cerraríamos asi la herida de la independencia. No que­
problema es demasiado cómoda para satisfacemos.
n a otra cosa, después de todo, Sigüenza y Góngora; convertir
Cuando el existencialismo afirma la soledad del hombre,
ia ^ n q u is ta e n un hecho americano. Mas sí, com o parece
define con acierto la situación de nuestra época. Cuando el
probable, sorrios incapaces de una creación que armonice los
hombre contempla la sociedad vacía de valores se encuen­
contrarios principios que nos desgarran, nuestra respuesta
tra evidentemente solo, pero ese poder d e contemplación
trente a la historia será la abdicación y el silencio. Y la socie­
es ya en s i una superación de la soledad. L a facultad da
dad que surja d e esa renuncia, si alguna surge, no podré reco
observar la carencia de valores en el am biente que nos ro-
nocerse en nuestras obras, como los liberales no se reconocle-
ron en las del mundo colonial.» dea, inclusive cuando esa observación se hace masoquista e
introspectiva incluyéndonos, significa el reconocimiento de
Para e! hombre a quien ya no es posible crear valores en
una existencia individual que constituye por sí misma un
l « angostos cercados de la «patria», de la «raza» o del con-
valor, e! primero de los valores, Sobre es» principio nace el
rinente, existe un hundimiento universal de valores que se
e'p in tu de lo que Albert Caraus llama Rebelión. Cuando
han dado en llam ar europeos. Hoy podemos afirmar que esos
se m ^ ita en que Sartre no se ha opuesto a la definición
valores son los inherentes al individuo, que es éste último
“lue <re él ha sido hecha: «hombre de café», que significa
quien esta mundialmente en crisis, que el mundo es dema­
en realidad: hombre que precisa de la concurrencia par*
siado pequeño en extensión para que la situación geoKrá-
nca substraiga a nadie d? la crisis de una civilización cuyos sentirse solo, se comprende que al primer existencialista
pansmo no le ha sido pasible asesinar la rebelión.
v a lo r e s -ju e a su vez le fueron confiados, se extendieron
E l existencialismo, com o corriente negativa, lleva la re­
hacia todos los grupos humanos en progresión, E l problema
belión en sus entrañas, perforando en él galerías subterrá-
estaría en saber si los americanos se encuentran en ineiores
n e ^ . E n ese aspecto la rebelión constituye el vértice del
condiciones que los europeos de superar esta crisis y salvar los
existencialismo; la negación de la negación. E ste es e l úni­
valores individuales que hoy están en juego. A esta pre­
gunta, es el incierto futuro americano quien debe contestar. co punto d e complementación, el contacto entre los extre-
inos. A partir de es© punto, existencialismo y rebelión cons-
rituyen dos fuerzas que se , separan por su propio choque.
PARIS: B A R O M E T R O E S P IR IT U A L D E LA
E l primCTo es el fin estable d e Ja decadencia, el recono­
C IV IL IZ A C IO N O C C ID E N T A L
cimiento de ella como estado natural. L a segunda es un
U na vez más nos será necssario señalar como punto comieiizo—c o m ^ r d e nuevo—sobre el más elementa! d<
n ^ r á l^ c o drí drarna d e nuestra civilización en decaden­ los valores, el indestructible: Reconozco, luego soy Ser es
cia a París- E l ^ d r a t e decaimiento que a menudo se se­ rebelión.
ñala de la que fué llamada capital d el mundo, no se debe Desde su acreditado trampolín, París lanza su dilema al
a un desplazamiento de valores, sino a la decadencia uni­ hombre d e Occidente, amasando y seleccionando las más
versal d e los mismos. París sigue siendo la encrucijada del ingenios^ ideas y los más logrados razonamientos de nues­
pensamiento mundial, el laboratorio donde se mezclan las tra civilización en decadencia. Cualquier deseo de elec­
actuales corrientes del pensamiento humano. Ninguna otra ción que este dilema pueda despertar significará una supe­
a u a a d puede todavía disputarle con derecho esa ya tra- ración de nuestro estado y por lo tanto la negación de la
mcional característica a la capital que por su constitución soledad.
heterogénea escapa en trascendencia a la propia riación que
la posee- Cualquier hombre qu? haya vivido la vida espiri­ R E B E L IO N Y E X IS T E N C IA L IS M O
tual de París por algún tiempo, se siente siempre un poco Estamos ante los dos últimos libros qu» responden a!
parisino. Sentirse parisino significa en cierto modo poseer actual momento parisino. Por un lado «L’Homme Révolté»
un sentimiento universal, romper los muros del país d e ori­ de Albert Camus; por el otro «L e Diable et le bon D ieu».,
gen hacia una más sana y completa comprensión interna­ de Sartre. Alguien tendrá que analizar un día ese para-|
cional. Para el propio francés, sentir en parisino es ver a lelismo de encontronazos que significan las respectivas obras
su país bajo un prisma menos «nacional». No todos los de Camus y Sartre. Hay un paralelismo de actualidad y uD ■
franceses, ni siquiera lodos los que han nacido y visto trans­ permanente choque com o resultado de las respectivas con-í

Ayuntamiento de Madrid
C E N IT 519

errores cometidos por el espíritu voluntarista en su camino


clusiones del análisis. S e diría que Carnus es la humana ré­
hacia la emancipación del hombre. E s el más fuerte carn-
plica, paso a paso, a! frío intelcctúalismo de Sartre.
panazo de alarma dado a las corrientes revolucionanas de
Esta vez la trascendencia está de parte de Camus. Sar­
nuestra época, enfrentándolas abiertamente y S'n colores
tre, en «Le D iable et le bon Dieu». ogra sin duda alguna
neutros con el permanentemente soslayado probknw de la
fu ya notada calidad literaria—e l verdadero tnunfo del
violencia. No hay religión, ni ideología, ni futuro aúreo que
existencialismo sartiiano hay que buscarlo en la literatura— ,
valga lo que la vida de un hombre. Cada uno d e os hom­
pero se nota en él. esta vez más que ninguna otra, su im­
bres, y de una manera individual, decide de su vida, único
placable deseo de «épaler les bourgois». L o logrará cier­
objeto real, que le pertenece. A nt? la violencia que los or­
tamente dada la intención con que han sido estudiadas y
ganismos ejercen a través de ciertos hombres, comprende­
escritas la mayor parte de sus fiases, sin retroceder ante
mos, en determinados momentos, la réplica violenta e indi­
ninguna de las formas del léxico. Nosotros no hemos podido
vidual de la Rebelión. Al hombre le « dado decir; «Yo
recoger en toda la obra— qu? por lo que a teoría se f r íis ^
cambio mi vida por la tuya». L o demás es cobaM ia La
marcha muy a menudo por los trillados caminos antirreli­
violencia es ilógica en cualquiera de sus formas; «El hom­
giosos—más que una sola frase con que. a pesar de la
bre en rebelión sólo posee un modo de reconciliane con
aclaración de Sartre en la contratapa de esta primera edi-
-SU acto matador si se ha dejado llevar hasta él: aceptar su
ción-G allim ard, 1951— , culmina la trayectoria del existen-
propia muerte y el sacrificio. M ata y .muere para que que­
cialismo sartriano frente a la ética: «Si deseas m erecer el
de claro que el crimen es imposible. Entonces demuestra
Infierno, te basta con quedarte en la cama, E l mundo es
en realidad preferir el N osotros so m os al N osotros seremos».
iniquidad; si lo aceptaras eres cómplice; si lo cambias erw
L a figura de Kaliayev, ya tratada en «Les Justes», es esta
verdugo... He aquí, en otro lenguaje, el concepto metafisi-
vez estudiada a fondo en «Les meurtriers déhcats», capi­
cament: igualitario d e que hablábamos al principio. «Les
tulo publicado con anterioridad en «La T able Ronde».
jeux sont faits», el hombre no tiene alternativa, d deteimi-
Algún día será necesario también estudiar profundamente
nismo lo rige todo y el hombre mira pasar su vida con la
a nuestro gran poeta Miguel Hernández para entroncarlo
curiosidad de un espectador.
con este gran drama de la violencia a contrapecho. Tomar­
«L'Homme Révolté»— ensayo sobre el espíritu d e rebe­
lión desde sus orígenes hasta nuestros días— es, por el con­ lo desde su grito de angustia: « ¡E l hombro junto al fusil
antes que s e nos destierre, antes que se nos escupa, antes
trario, la réplica que el voluntarismo da a Sartre. Tomamos
que se nos afrente!..,»; después: «Si m e muero que me mué.
*1 azar los apuntes entresacados del texto de Camus y en­
ra con la cabeza muy alta...» y seguirlo hasta_ la celda
contramos, no podia ser de otro modo, la frase exacta con
franquista dcmde murió gritando: «Libre soy, siénlome li­
que el autor de «L'Etranger» contesta al párrafo transcrito
por nosotros de «L e D iable et le bon Dieu»; «L a lógica bre sólo por amor». ,
« L ’Homme Révolté» es un firme mojón en el camino de
d?l hombre en rebelión consiste en querer servir a la jus-
superación de Camus, que con este ensayo entra por la
Ikia para no añadir nada a la condición injusta, « r esfor-
por un lenguaje claro para no hacer más tupida la puerta grande del pensamiento contemporáneo. Sólo cabe
d estar que este libro encuentre el camino de su propio con­
mentira universal, en apostar, frente al dolor de ios hom-
tenido; «el hombre de hoy», y que ese mismo hombre no
por la dicha».
le dé la más d nica de las respuestas enterrándolo e n . el
Para Camus el destino del hombre está todavía entre sus
manos. Lo ha estado siempre. Por eso, de lo que se trata polvo de una posteridad, demasiado posterior para que pue­
es de analizar cada uno de sus pasos desde los comienzos. da interesamos.
‘ La Rebelión del Hombre», que no es sino el voluntarismo J. C A R M O N A B L A N C O
* través de la Historia, es un serio intento de estudiar los

,-^ldous Huxiey y las clases.—Ese gran m uéstra­ «Oontrapunto» esa incordlosa repetición sobre las
l o psicológico que es «Contrapunto», la monumen- clases. Illidge y M arjorie son personajes fru stra­
Povela de Huxiey, abunda en síntomas indefi- dos per el hecho mismo de venir de «abajo». El
nibies más que en biografías concretas. Pero los autor no pierde ocasión de contrastar la ingénita
^ to rn a s son. están, y en conjunto le dan a l libro ridiculez de estos personajes ante los luminosos,
^ eran aire de veracidad, de humanidad palpi- elegantes y bien nutridos personajes de su propia
oiíl » Además, esa presentación sintom ática, más clase. ¿Por qué no se le ocuire a Huxiey trasladar
^ fotográfica o form alm ente analítica de sus a Lucy Tatam ount, rica y depravada, a una fábri­
¡.^{■^onajes, obliga al lector a la movilidad compa- ca de hilados para apreciar su ridiculez desde otro
cotejo inmediato y a la propia iiitros- punto de vista? Todos los adinerados que pasan
^cción. «¿Seré yo así?»—se pregunta uno, creyen- por «Contrapunto» son criatu ras defectuosas, a las
detalles de su propia personalidad se- que desnuda Huxiey. per* los pobres que aparecen
Illiri ' ® Sprandell, un W alter, un son irremisiblemente ridículos. Lo es Illidge, lo es
¡a Esa gran curiosidad del lector, seguida de M arjcrie, lo es Gladys, la dactilógrafa fácil de
n^^^^zón com parativa e introspectiva, es el éxito Sydney Quarles. Son deliberadamente ridículos, in ­
riotable de la novela. Consigue enfrentar al génitam ente ridículos, como una condición inhe­
qu con las situaciones, sentimientos e ideas rente a su situación económica. Los otros, los ri­
¡.Q n, Sil ella, incitándole constantem ente- Pe- cos. son fracasados, decadentes, pervertidos... pero
arrogantes y relucientes.

Ayuntamiento de Madrid
HISTORIA D EL MOVIMIENTO ANARQUISTA

De los principios y de los métodos de organización


En substancia, poco o nada se sabia, de una forma
precisa con respecto a la posición de los anarquis­
UENTA la historia del movimiento tas rusos frente a los acontecim ientos y a los pro­
anarquista con períodos particular­ blemas de su pueblo, a lo largo de las fechas me­
m ente interesantes, dignos de aten­ morables y terribles de la h istoria de la revolución.
ción y de especial análisis. Uno de E l año 1921 señala, por el contrario, el inicio de
ellos es el que precedió a la represión una posibilidad de examen de los acontecimientos
violenta desencadenada por los regí­ de la revolución rusa, cuyos problemas ingentes
menes totalitarios italiano y ruso, pe­ habían tomado—en muchos casos—de sorpresa a
ríodo que sofocó las iniciativas revo­ todos, incluso a los anarquistas, imponiendo la
lucionarlas de estos dos pueblos irre- improvisación de soluciones apresuradas a las que
dentos. faltaba la base de las experimentaciones y estudios
S e canceló entonces un vasto periodo de activi­ necesarios. E l propio inicio de la revolución de
dad normal, para el movimiento anarquista, y sus octubre, con su profundo contenido social, se rea­
m ilitantes se dedicaron a establecer algo así como lizaba en form a y sentido que Marx—pretendido
el balance de la labor pasada. Analizaron deteni­ profeta de la revolución—h abía definido como ne­
damente todo un proceso de experiencias y tra ta ­ gativa y contraria a un movimiento de ese género.
ron de trazar las líneas generales de una actua­ Todas las realizaciones de aq.uellos tiempos eran
ción futura—en cuanto a función y en cuanto a apremiantes y provisionales. Sin embargo, aquellos
acción inm ediata—en base a las ensefianzas dedu­ que hablan logrado apoderarse del aparato estatal
cidas del pasado. se habían apresurado a «teorizar» sobre estas
P er aquellos tiempos, el centro de las preocu­ «Improvisaciones». E l m aterial documental que los
paciones generales era, naturalm ente, la revolución bolcheviques hablan dado a la publicidad—sobre
rusa. el que los estudiosos podían basar sus investiga­
• * • ciones y sus juicios—era escasísimo—. Y lo que
es peor, ta n decididamente parcial, de «motu pro-
Durante los años de lucha del 17 a l 20 poco o prío», que éste ofrecfe una visión deformada y arbi­
nada había conseguido llegar al extranjero sobre traria de todos los acontecimientos.
la actividad y los problemas de los anarquistas en H asta el Congreso Internacional Anarquista, que
Rusia. Sadou—miembro de la misión m ilitar fra n ­ •se reunió en Berlín a fines de diciembre del 1921
cesa en Rusia e informador particular del ministro y principios de enero del 1922, no se pudo tener una
socialista Albert Thomas—se había referido a su idea exacta de lo que habían sido las actividades
obra y sobre todo a su influencia. De ello da cuen­ y el rol de los anarquistas rusos en la lucha revo­
ta en su libro: «Notes sur la Révolutlon Bolche­ lucionaria. Se obtuvo ésta sobre la base de un am ­
vique (octobre 1917-janvier 1919)», en el que decla­ plio inform e presentado por Volin, y sobre la dis­
ra; «E! partido anarquista es el más activo, el más cusión que siguió al Inform e, desarrollada entre él
combativo de los grupos de oposición y probable­ y Gelzmann, representante éste de un grupo de
mente el más popular.» Pero en sus observaciones Siberia que sostenía, en contradicción con Volín,
generales se veía traslucir la influencia que en la necesidad de continuar la colaboración « hi el
aquellos tiempos ejercían sobre él los bolcheviques. gobierno bolchevique, no obstante las dolorosas
experiencias recogidas y la continuidad en las de­
tenciones y fusilamientos de los mejores m ilitantes
(I) E n U ¡iD poeibilidad d e p u b lic a r s u o b r a v o lu m in o s a sob re rusos.
l a ^ H is to ria d e l a A n a r q u í a » , el c o m p a fie ro U g o F e d e li n o s o f r e ­
Siguieron llegando, en aquellos años, los prime­
c e d e ta lle s f r a g m e n ta r l o s del m á s a lto in te r é s . S i el tie m p o y el
e s p a c io lo p e rm ite n p r e s e n ta re m o s a los l e c t o r e s d e « C E N I T » c a ­
ros inform es auténticos, m ás o menos amplios y
p ítu lo s d e l a H is to r ia d e l M o v im ie n to A n a r q u is ta en I t a l i a ; d e la
documentados, derivados de algunos viajes a Rusia,
« R e v o lu ció n M e x i c a n a » , e t c ., e t c . E l q ue h o y d a m o s a c o n o c e r efectuados por parte de m ilitantes anarquistas de
e s d e u n a im p o r ta n c ia p a r t ic u l a r y d e un I n te ré s a c t u a l , y a que varios países de Europa. Se publicó el primero en
en a lg u n o s a s p e c to s s e e stá n re v iv ie n d o b o y m ism o c o s a s y h e­ Fran cia, en «Le Libertaire», por parte del español
c h o s o c u r r id o s en e l p a s a d o , o f r e c id o s h o y c o m o n o v e d a d re v isio ­ Vinker: después se conoció el relato de Agustín
n is ta o in s e n s ib le m e n te in filtra d o s en la m e n ta lid a d y en la p r á c ­ Souchy, en la prensa alem ana, y el de Hugo Tre-
t i c a d e c ie r t o s m ilita n te s . S e p r e s e n ta n h o y b a jo a s p e c to s m e n o s
v io le n to s y p o r lo t a n t o m ás p e lig r o s o s , p u e s so n m á s fá c ilm e n te
ni, que volvía entonces de Rusia, en la prensa de
a s im ila b le s p o r lo s In d e ciso s y p o r lo s d e s c o n o c e d o re s d e n u e s tr a
Italia. Pero es, sobre todo, después del inicio de
H is t o r ia , a s i co m o p o r a q u e llo s q ue s ie n te n la s i d e a : a « d o r de la emigración de m ilitantes rusos, cargados de do­
p ie l» , en p e r e z a i n n a t a p a r a b u c e a r en el co n o c im ie n to de n u e s­ cumentación y de experiencia vivida, cuando co­
t r a s id e a s , d e s u s f u n d a m e n to s y d e su c o n s u b s ta n c ia l fin alid ad . menzó a estarse informado con bastante claridad so­
— ( H o l a •‘e l t r a d u c t o r ). bre ia situación de los pueblos rusos, sobre la po­
Ayuntamiento de Madrid
CENI T 521

sición adoptada por la élite dirigente del Partido fundización y afirmación de la revolución social,
Comunista para asumir el control del desarrollo en su acción ejem plarizante al negarse a «escla­
de la revolución y sobre las condiciones del anar­ vizar a las masas a su servicio exclusivo» (como
quismo en Rusia, después de las tentativas de tipo corriente, organización o partido), cosa que desde
constructivo; de la revuelta de los campesinos en un principio hicieron los bolcheviques.
Ukrania; de la insurrección de los obreros y ma­ En contraste, se conocieron tam bién en la épo­
rineros de K ronstadt y da. tan tas otras acciones ca numerosas publicaciones bolcheviques que tras­
diversas y menores- cendieron al mundo. Entre otros podemos c ita r el
No son ya simples informes verbales, noticias trabajo de Jakovlev: «Los anarcosindicalistas rusos
llegadas al acaso, rumores que se infiltran a tra­ ante el Tribunal del proletariado mundial»; el fo­
vés de las fronteras. Las referencias son cada vez lleto publicado en español por Ohernomordik (P.
más amplias, m ás seguras, comprobables incluso. Sarianos): «Makhno y el Movimiento makhnovista
Y se establecen pruebas irrebatibles acerca del ré­ (Los anarquistas a la obra)»; el folleto publicado
gimen liberticida que, en Rusia, destroza implaca­ por la Alianza Libertaria Argentina; «Sobre la
blemente toda m anifestación anarquista. Se van pretendida persecución de los anarquistas en Ru­
difundiendo a todos los vientos estos datos y pre­ sia»; y muchos otros que no citam os, como no ci­
cisiones por medio de libros, folletos y artículos de tamos todos los nuestros (3).
prensa. Podemos cita r en tre los primeros el opús­ En base a tal documentación, clara y difusa, po­
culo firmado—entre otros—por la propia Alejandra dia extraerse ya alguna conclusión, quedando aún
Kollontai (2), cuando en el seno del P artido Bol­ en el terreno de la crítica. Instruía sobre la acción
chevique se in icia aquella escisión llamada de «La desarrollada por los anarquistas en el pasado, en
oposición obrera», que es a la vez el titulo del fo­ los años duros de la revolución. Pero no podía ex­
lleto; otro opúsculo, de Rudenco, publicado en es­ traerse de esta documentación ninguna indicación
pañol, con el título. «En Ukrania; La sublevación acerca de lo que se debía o se podia hacer en el
popular y anarquista» (traducción de una serie de presente. Más tarde, una vez examinadas las con­
artículos publicados en el periódico «El TYabajo clusiones extraídas de una crítica m ás serena y
Libre» (órgano de la Federación de Grupos anar­ razonada, se intentó pasar al terreno de la acción
quistas de Petrogrado, en octubre del 1919); un io- positiva, de reorlentación y de afirmación.
lleto de Badek, del 1920, en alemán; «Die Anarchis- Los acontecimientos derivados de la revolución
J®n und die Sovíetrepublik»; más tarde el libro rusa pesaron sobre la mentalidad m ilitante hasta
lleno de coraje—verdadera requisitoria contra la el punto de conducir a una revisión genera! de ac­
reacción anti-anarqutsta del gobierno bolchevique tuaciones y métodos orgánicos. E l primer docu­
—itubllcado en el 1923 por el grupo de anarquistas mento mediante el que los anarquistas afrontaron
rusos exilados en Alemania y que apareció tam ­ «ex-novo»—sobre la base de las experiencias ru­
bién en francés con el título de «Répression de sas—el problema de la organización interna del
l’Anarchisme en Russie Soviétique»; pueden agre- movimiento y de su misión en el proceso de la
garse aún «La Révoiution Social» y «El Movimien­ revolución, fué publicado por el grupo de anarquis­
to revolucionario de las m asas populares en, Ukra- tas rusos en el exilio con el título de «Plataform a
nia», ambas obras de Anatol Gorelik; los famosos de organización» (4).
|rticulos de Em ina Goldman, publicados en la gran Antes de que se publicase íntegram ente la edi­
^ e n sa de Norteamérica y reunidos luego en un ción francesa de esta proposición, las ideas inspi­
iolleto; los de Berkm an en alemán, en español e radas en la «plataforma» eran ya conocidas, tanto
•ncluso en italiano; «La Rebelión de Kronstadt»; por los anarquistas residentes en F ran cia como
«1 importante volumen de Yarcluk, también sobre por los de otros países del mundo. L a formulación
a revuelta de K ronstadt; el de Archinoff, sobre de este proyecto de organización se había elabo­
^.m ovim iento machnovista, al que siguió otro del rado a través de varios años de estudio y de dis­
mismo Makhno sobre «La Revolución en Ukranla», cusión en el seno de los grupos de prófugos rusos
etcétera. residentes en París. No era, pues, e l resultado de
.j^ fis tit u ia todo esto una documentación todavía una experiencia o de una exigencia puramente per­
A ltad a, pero precisa, suficiente para poder valo- sonal, sino la expresión de conclusiones colecti­
«r el esfuerzo de los anarquistas rusos en la pro- vas. Tam bién su redacción representaba el esfuer­
zo de todo el grupo ruso, en el cual, en los últimos

<Hctoí K o llo n ta i fué u n o d e tos e s p íritu s m á s c o n t r a -


•dcló' I* P > ftid o b o lch e v iq u e . M ilita n te a c ti v a y a b n e g a d a , c o -
p ... ‘ c á r c e l y e i e x ilio en c a s i to d o s lo s p a U e s d e l m undo, ( 3 ) L a A lia n z a L i b e r ta r l a A rg e n tin a ( A . L .A .) s e c o n s titu y e
« m iri". * d e s t a c a d a , se h a lló a l a v s n g u a r d ia d e l m o v im ie n to c o m o c o n s e c u e n c ia de u n a e s c is ió n p ro d u cid a en el se n o d e la
'a r lo s d e la m u ie r. E n t a l s e n tid o e s c rib ió alg ú n lib ro y P .O .R .A ., c o m o c o n s e c u e n c ia de l a s p o lé m ic a s s u r g id a s en to r n o
,^ t . ° ''e * ó e a n te r io r m e n te a l 1 9 1 7 . E n l o s p rin c ip io s d e la r e - a l a r e v o lu c ió n r u s a , e l p la ta ío r in is m a y lo s m é to d o s d e o r g a ­
mi ' " '*>sa iu é m ie m b ro del C o m ité C e n tr a l del P a r t id o y C o - n iz a c ió n . E l g ru p o e s c is lo n r s ta q u e c o n s titu y ó la A .L .A . s e h a ­
eiabo ° **** p u eb lo en la A s is te n c ia P ú b lic a . T o m ó p a r l e en la lla b a p a tr o c in a d o p o r G a r c i a T o m á s , e le m e n to t r u c u le n to , aunq ue
a lo 1 , * p r im e r le g is la c ió n s o v i é ti c a s o b r e e l m a trim o - a c ti v o y d e g r a n d e s r e c u r s o s , F u é é s t a s ie m p r e u n a o r g a n iz a c ió n
jb d e la m u je r, ei a b o r t o , e t c . E s t a le g is la c ió n d e v id a l im i ta d a , de e s c a s o s a d h e r e n te s , c o n re d u c id a e x te n s ió n
*eres n ' “ ' “ íe b d o R u sia a a c e p t a r l a s n o r m a s « v a l - en el p a í s . A lg u n o d e sus a n tig u o s m ie m b ro s f o r m a h o y p a r t e
* O do i b u r g u e s ía p o d r i d a » . A , K o llo n ta i fo r m ó p a r t e d e la d e l a « U n ió n S in d ic a l L i b e r t a r i a » , se g ú n h e m o s v is to a t r a v é s
to n io sj .O b r e r a en R u s i a » . P e r o en el 1 9 2 2 i n a u g u r a l a v e r - d e a lg u n a s f irm a s q ue h e m o s te n id o o c a s ió n d e c o n o c e r .— ( N . d e !
’ e 'm in a e il * ^ " c a p itu la c io n e s p o litic e s q ue tu v o co m o fin la e x - t r a d u c t o r ). ¡
no e i .f f « v i e ja g u a r d i a » del P a r t id o . A p a r t i r del 1 9 2 6 < 4) « P l a te f o r m e d’ o r g a n is a tio n d e l'U n io n C é n é r a l e d e s a n a r -
P o t e n c i ,* , fu n c io n e s que l a s de e m b a la d o r a . M in is tro P le n l- c h i s t e s » . ( P r o j e t ) . P a r í s 1 9 2 6 , e d ic io n e s d e la « L I b r a ir le I n t e r n a ­
de 1, í' “ V o s c a r g o s del m ism o e s tilo , sie n d o a l e ja d a a s i tio n a l A n a r c h is t e » , 3 2 p á g i n a s a l a que v a a g r e g a d o un « S u p p ie -
M oscú P O 'R Ica in te r n a d e l P a r t id o . A c a b a d e f a ll e c e r , en m e n t á la P l a te f o r m e d ’ O rg a n I s a llo n d e l'U n io n G e n é r a le d es A n a r-
' * la e d a d d e 80 aflo s.— W d el tra d u c lo rj. c h l s i e s » , « Q u e s tio n s e t R é p o n s e s » . 1 5 p á g in a s .

Ayuntamiento de Madrid
522 CENIT

años {25-26-27), habían nigresado muchos jovenes sencia de toda responsabilidad. Los partidarios y
polacos- Oada palabra había sido analizada y dis­ am antes de la afirmación de su propio «yo» en
cutida en el seno del grupo. De modo que, cuando vistas a un goce puramente personalista, se afe-
el «Proyecto» vió la luz, se podía afirm ar que éste rran obstinadamente al estado caótico del movi­
resultaba ser el pensamiento preciso y analítico miento anarquista, y para defender y mantener
de todos los adherentes del grupo ruso, ya que el esta situación se reclam an partidarios «de los prin­
conjunto había tomado parte en su redacción, aun­ cipios inmutables del anarquismo y de sus maes­
que se notase a través de sus líneas, el pensamien­ tros».
to y la mano de Archlnoíf. De aquí conviene exa­ »Sin embargo, tan to los principios inmutables,
m inar su particular y mayor im portancia. A sa­ como los maestros, dicen en esencia todo lo con­
ber: que aún en sus más pequeños pormenores, el trario. ., ^ .
Proyecto de Plataform a había sido meditado y dis­ »La dispersión es la ruina. La unión estrecha
cutido ampliamente por un conjunto de m ilitantes. es el signo de la vida y de su desarrollo. E sta ley
El citado folleto, de 32 ^ g in a s , se dividía en inelectuable de la lucha social es igualmente apli­
tres partes a las que se había agregado una intro­ cable a las clases como a los partidos.
ducción. Una parte dedicada a «Generalidades»; »E1 anarquismo no es una bella fan tasía, ni una
una segunda a la cuestión «Constructiva» y una idea de filosofía abstracta: es el movimiento so­
tercera a la cosa «Organizativa». El apéndice de cial de las masas laboriosas. Por esta misma razón
15 páginas, de la edición francesa, redactado por debe reunir sus fuerzas en una organización ge­
Volín a un modo de preguntas y de respuestas, re­ n eral y permanente, como lo exigen la actualidad
presentaba el punto de vista de una fracción del y la estrategia de la lucha entre las clases socia­
grupo de anarquistas rusos que discrepaba del pro­ les.»
yecto de organización propuesto por la mayoría del
mismo grupo.
L a introducción de la «Plataform a» sintetizaba «...En general casi todos los m ilitantes dei anar­
una tentativa de definición en torno a la misión quismo han combatido las accions desperdigadas
de los anarquistas en el proceso de la revolución. y han pensado en un movimiento anarquista fun­
Entre otras cosas decía : dido de por sí y entre sí en la unidad finalista y
l fl s
«Es muy significativo el hecho de que, a pesar »A partir del 1917, durante los años de la revo­
de la potencialidad positiva que se desprende de lución rusa, la necesidad de una organización ge­
la incontestabilidad de la idea anarquista; a pesar n eral se comenzó a sentir m ás clara, más impe­
de la posición cla ra e integral del anarquismo riosamente. Fué en el curso de esta revolución que
ante los problemas de la revolución social; a pe­ el movimiento libertario m anifestó, en grado más
sar, incluso del heroísmo y de los innumerables agudo, la dispersión y la confusión. L a ausencia
sacrificios aportados por los anarquistas en su lu­ de una organización general impulsó a muchos
cha por el establecim iento del Comunismo Liberta­ m ilitantes anarauistas a lanzarse en los brazos de
rio, e l movimiento anarquista sigue siendo débil los_bolcheviques. Y fué la misma causa la que
y, en la mayoría de los casos, no figura en la his­ obligó a un estado de forzada inactividad a mu­
toria de las luchas obreras como un verdadero fac­ chos m ilitantes más, impidiendo la completa apli­
tor de impulsión, sino más bien como un mengua­ cación de sus fuerzas que, muy a menudo, eran de
do elem ento episódico, una. notable im portancia
«Esta contradicción entre el fiondo positivo e «Sentimos la necesidad vital de una organiza­
incontestable de la idea anarquista y el estado mi­ ción que, agrupando a la mayoría de los partici­
serable en el que vegeta el movimiento libertario, pantes del movimiento anarquista, establezca en
halla su explicación en un conjunto de factores, el anarquismo una línea general de actuación para
en tre los que puede contarse como el más impor­ todo el movimiento.»
tan te el de la ausencia de toda práctica organi­
zativa y ordenada, en la m archa y en el haber del
mundo anarquista. «A nuestro modo de ver. el único método que
»En todos y cada uno de los países, el movimien­ puede conducirnos a la solución del problema o r­
to libertario es apoyado por alguna que o tra orga­ ganizativo general reside en la unión de los mili­
nización local, cada una de las cuales profesa una tantes activos del anarquismo sobre la base de
ideología y una tá ctica contradictorias, sin conti­ tesis precisas de carácter ideológico, táctico y o r­
nuidad en la obra, sin perspectivas serias p ara el ganizativo. Eis decir, sobre la base de un programa
porvenir, que desaparecen de pronto sin d ejar ni homogéneo más o menos definido.
el menor rastro. »La elaboración de un programa sem ejante es
»Si examinamos en conjunto la situación actual una de las tareas principales que la lucha social
y general del anarquiano revolucionario, no po­ de estos últimos años impone a los anarquistas.
dremos calificarla de otra m anera que como el ex­ Y es a esta obra que consagra la mayor parte de
ponente de una «desorganización crónica». sus esfuerzos el grupo de anarquistas rusos en el
»A1 modo de la fiebre am arilla, la enfermedad exilio.
de la desorganización se h a apoderado del anar­ »La Plataform a de Organización que publicamos
quismo, le diezma y le sacude año tras año. a continuación, representa las grandes lineas que
»No puede dudarse el que esta desorganización fundam entan el armazón de un program a seme­
encierre en sí misma cierto defecto o falla de or­ jan te. E sta deberá servir a modo de primer paso
den ideológico. Reside, sobre todo, en una inter h acia la unión de las fuerzas libertarias, agrupa­
jwetación falsa de lo que h a de ser el principio das en una colectividad única, revolucionaria, a c ­
de individualidad en el anarquismo, ya que este tiva, capaz de obrar: L a unión general de los anar­
principio es muy a menudo confundido con la au­ quistas.))
Ayuntamiento de Madrid
CENIT 523

Estas ideas, luego de haber sido conocidas y dis­ propagar y realizar la Idea de la organización
cutidas en los grupos, provocaron polémicas apa­ anarquista (en el sentido y form a de la Unión ge­
sionadas a través del mundo. En pro y en contra neral de los anarquistas), apoyada e inspirada en
del Proyecto se m anifestaron las personalidades los principios de la lucha de clases, del anarquis­
más destacadas del movimiento anarquista in ter­ mo comunista, etc.
nacional, como M alatesta, G alllani, Nettlau, Pab- »A fin de constituir este Secretariado, es nece­
bri, Faure, etc <5). Cuando el am biente se caldeó sario que los compañeros que se h allen en con­
c<Mi estas discusiones h a sta el punto de que el formidad con estas ideas se pongan de acuerdo en
movimiento anarquista se hallaba a punto de es­ la interpretación común de los puntos principales
cindirse internaclonalm ente en «plataform istas» y expuestos en nuestra Plataform a, como asimismo
«anti-plataform istas», el grupo de anarquistas ru­ en los siguientes puntos:
sos intentó dar el paso definitivo, desde la predi­ 1." Finalidad e im portancia del sistem a an ar­
cación teórica a la realización práctica de su pro­ quista en la lucha de clases.
yecto, tratando de actu ar mediante los principios
organizativos por ellos pregonados y extendiendo 2.” E l comunismo anárquico como base y fina­
su práctica desde el campo nacional e internacio­ lidad de nuestro movimiento.
nal. 3.” E l sindicalismo, observado como uno de los
Con ta l fin, el 5 de febrero del 1927, enviaron la medms de lucha de clases de carácter revoluciona­
invitación para una Conferencia prelim inar a nu- rio, que debe ser particularm ente influenciado por
merososo grupos e individualidades de nuestro mo­ el anarquismo.
vimiento, pertenclentes a diversos países y que a 4." Un programa positivo para el día siguiente
la sazón habían afluido en Francia. Leíase en la de la revolución social.
cartarinvitación: 5.'’ Necesidad, en cada país, de una organización
«El Grupo de Anarquistas Rusos supone que vos­ general de los anarquistas, sobre la base de la
otros conocéis el proyecto de su «Plataform a de unidad Ideológica y táctica y sobre la responsa­
Organización» y que os habéis formado una opi- bilidad colectiva.
ifión precisa sobre sus diversos puntos. Por el ca­ »Para deliberar en torno a los puntos más a rri­
rácter de la «Plataform a» habréis comprendido el ba mencionados y con el fin de constituir un Se­
objetivo deseado, que tiende a la creación de una cretariado Internacional Anarquista, concebido en
“U nión general de los anarquistas». Pero esto no el sentido expresado en los párrafos anteriores, el
®s más que un primer paso. E l segundo debería grupo de anarquistas rusos os in vita a una reu­
^ r la extensión a los cuadros internacionales, del nión que tendrá lugar el sábado 12 de febrero, a
trabajo correspondiente a l sentido indicado. las 18 horas en el número 62 de la rué de la Ro-
»Consideramos como necesaria la creación de un quette.
^ cretariad o Internacional Anarquista, que habría E l Secretarlo del Grupo,
de basarse en los puntos principales de nuestra P. Archinoff.
r^iataforina y que debería proseguir la finalidad de
P. S.—E l Grupo de los Anarquistas Rusos h a en­
viado una invitación análoga a los anarquistas de
I T r á t e s e d e v e r , e n tr e o t r o s , e l f o lle to d e 3 2 p á g i n a s que diversas lenguas que, como vosotros, se hallan de
I p u b licad o en P a r í s , en la s e d ic io n e s del « O ro u p e d’ E lu d e a S o - acuerdo con la idea de la organización an ar­
* ‘ s> , s o b r e e L a O rg a n iz a c ió n y la A n a r q u ía » en el q u e s e r e a -
quista.»
alg u n o s a r t í c u l o s d e M a l a te s t a , N e ttla u y O a llia n l. E s t o s a r -
loii* t a b l a n a p a r e c id o y a en l a p r e n s a f r a n c e s a e i ta l i a n a . E l U g o FED E LI
p r e s e n ta ta m b ié n un p r e f a c io d e lo s e d ito re s . (Traducido del italian o por Ildefonso.)

*-^<loba. Ja ciudad de A ddurrahm án, la M eca de y no menos r ic a en la cadencia ra'lstiaca que en e l apo­
ja anH*i ’ ** m a e stra del género hum ano, la vie- geo m usulm án; ciudad que h a s ta en los m ás pequeños
sa a n jr '* * * ' * * en g alan a con algunos restos de accidentes llev a el sello de los sig las; to rtu o sa, arrugad a,
glog _ grandeza; todavía herm osa, a pesar de loa si- defendiéndose de la luz com o s i quisiera o cu ltar su vejez;
sin pasado por e lla ; ya sin Z ahara, escondida e n sus interiores donde guarda Innum erables
pensiles, sin aquellas d oscientas mil m aravillas y siempre asustada a l paso del tran seú n te; pro­
sabios ***** h ab lan los cron istas árab es; s in c a lifa , sin tecto ra de los enam orados p ara quienes h a hecho sus m il
de lag’ orgullosa aún de su m e s q iJta cated ral, la re ja s y h a oscurecido sus calles; devota y coqueta a 1*
* “*tltu£d^ «columnas; trU te y religiosa, habiendo vez, porque cubre con sus jo y as la s imágenee sagradas,
^*«enta • I * • **“ ***'*“ ^ bazares con el culto de sus y se en g alan a y perfum a aú n con los jazm ines de sus
Iglesias y sus cu aren ta conventos; siempre poética patios— B E N IT O P E R E Z G A L BO S.

Ayuntamiento de Madrid
EL ESÍR IT 0 IR Y LA PCLIIICA
11

I volvemos a nuestro examen histórico, veremos F u é con el nacimiento de las sociedades secretas de los
este cuadro mucho más claramente. Fu é con blanquistas y. después, d e los partidos marxislas, que la
el advenimiento d e los partidos revoluciona­ actividad política asumió el carácter que mantiene hoy. Estos
rios disciplinados, en tiempos de la Revolu­ partidos aspiraban a ser grandes grupos disciplinados, los cua­
ción Francesa, que el rompimiento entre los les alcanzarían el control d e la sociedad a través de un for­
grupos intelectuales y políticos llega a set evi­ zado «coup d’état», o por el peso del número e n campaña
dente. Los jacobinos aspiran a un Estado electoral. Para realizar esto estimaban necesario tener no sólo
autoritario bajo una dictadura de partido, im­ un marcado objetivo común, sino también un medio uni­
poniendo uniformidad de opinión, y sus aso­ form e para alcanzarlo.
ciaciones políticas tendían a tomar el mismo Se esperaba qu= los miembros de partidos pensaran, cre­
carácter dogmático y autoritario- yeran y obraran todos en el mismo sentido. Los fundadores
Previamente, la estructura de los grupos y partidos políticos y líderes impusieron sus ideas a sus correligionarios, y des­
había sido suficientemente floja para admitir una amplia li­ pués, estas ideas fueron cristalizando en sistemas dogmá­
bertad de opinión. E l D r. Johnson podía decirse «tory» y al ticos que ataban el pensamiento de los adherentes al partido.
mismo tiempo atacar al patriotismo y a la esclavitud. Pero Estos sistemas de pensamiento político llegaron a ser muy
las sociedades jacobinas tendían progresivamente hacia un penetrantes, de manera que si un hombre entraba en un par­
código de opinión establecido. U na desviación de este código tido, se esperaba que éste, automáticamente, pensase lo mis­
se consideraba herética. Godwin, dándose cuenta de esta ten­ mo que sus correligionarios sobre un gran número de cosas.
dencia, se mantuvo alejado de los principales grupos políticos E n el mejor caso, todo individuo tenia que amoldar sus
organizados. Trabajó por el cam bio social, cooperando indi­ ideas a las de la mayoría. En e l peor, tenía qu© aceptar «1
vidualmente con los otros individualistas. E n su «Political u k a s e o las consignas de un comité central quien, a su vez,
Justice» hace una exposición bastante clara d e sus objecio­ podria estar dominado por un político, cuyas ideas trataba
nes a las asociaciones políticas, distintas a las de los peque­ de introducir com o si fueran mandatos del partido mismo.
ños grupos de individualistas libres. Los efectos de tales circunstancias en la integridad de la
«Si alguna vez los desinteresados y cándidos círculos de vida política y de los individuos envueltos en ella fueron
los investigadores fueran absorbidos por el golfo insaciable desastrosos. U n hombre que deliberadamente acepta la do­
de las ruidosas asambleas, Ja oportunidad de una mejora s e -, minación de otro, pierde pronto el sentido real de la verdad.
ría aniquilada instantáneamente. Las alegres variedades de Lo mismo ocurre al hombre que impone a los otros sus pro­
.sentimientos que tan eminentemente contribuyen a la suti­ pias ideas. L a falsedad en la vida social, cínicam ente admi­
leza intelectual, se perdería. L a actividad de pensamiento es nistrada por los líderes políticos y ciegamente aceptada por
eiKadenada por miedo a que nuestros asociados nos repu­ ios incautos, era el resultado inevitable de tal circunstancia.
dien. S e presenta una falsa uniformidad de opinión a la cual
L a técnica de propaganda adoptada por los nuevos parti­
nadie se acerca por convicción, sino que ésta arrastra a los
dos, y la necesidad de alcanzar el más bajo común denomi­
hombres con una fuerza irresistible. Los clubs, en el sentido
nador por el que las ideas de éstos puedan ser administradas
antiguo inglés, es decir, las reuniones periódicas de circuios
a una gran mayoria de la población, conduce a un nuevo
independientes, se puede admitir y caen dentro del circulo
debilitamiento d e ¡a verdad por la introducción de genera­
d e estos principios. Pero éstos dejan de ser admisibles cuan­
lizaciones blancas y negras y por el reemplazo d e hechos y
do se unen con los tremendos estatutos de confederaciones y
argumentos razonados por e! mito, la consigna y el símbolo.
comités de relaciones. Los seres humanos se reunirán no para
Los partidos políticos, com o las iglesias, empezaron a jugar
imponer la fuerza, sino para investigar. La verdad repudia
mayormente con las emociones, a usar símbolos a fin de in­
la alianza de muchedumbres disciplinadas».
ducir a la gente a aceptar sus dogmas políticos en el mismo
Godwin admite que podría ser necesario asociarse en mul­
sentido que las iglesias los usaban para conseguir la adopción
titud de ocasiones especiales al objeto de conseguir un ob­
de sus dogmas teológicos. E l uso del símbolo y del m ito por
jetivo determinado. E n situaciones criticas él mismo cooperó
los grupos políticos del ala izquierda es un problema que
voluntariamente con otros radicales, com o cuando jugó un
merece un estudio detallado, pero esto conduciría muy lejos
papel principal en contrarrestar al gobierno durante el pro­
del curso principal d e nuestro asunto. Basta decir que el in­
ceso de Estado contra miembros de la London Cotrespon-
tento para alcanzar una uniformidad de pensamiento y los
ding Society. Pero sostuvo que tales alianzas serian tempo­
métodos de propaganda usado* por los políticos, han con­
rales y no sería permitido que éstas tomasen asiento en las
ducido a la aceptación de generalizaciones qu© toleran la
asociaciones con código permanente, determinando e! pensa­
falsedad, y un intolerante sectarismo intelectual para cualquier
miento ideológico que cada uno de sus miembros debería
ciase de pesaroiento que no se amolde al patrón rígido de
sustentar.
Las advertencias d e Godwin estaban bien fundadas. Los la ortodoxia dogmática,
miembros de las sociedades políticas que se inspiraban en A esta tendencia hacia la falsedad debemos agregar la co­
ideas de Godwin cuando les parecía, le ultrajaron por su con­ rrupción de la actitud moral que resalta de la constitución
dena de la asociación permanente, y durante el desenvolvi­ jerárquica de la mayoria de los grupos políticos. Ta> forma
miento político del siglo X IX , las ideas de estas sociedades de organización da oportunidad de poder «interno» cuando
ganaron ascendencia con resultados fatales para el bienestar el partido no está gobernando; «externo» cuando gobierna.
social de Europa. E ste poder, y los privilegios inherentes a él, imposibilita in­

Ayuntamiento de Madrid
CENI T 525

cluso al más sincero de los líderes políticos el permanecer nente que lo dirija. Pero por otra parte, e! pueblo no com­
honesto completamente e a Sus acciones. Cuando está en la prenderá esta necesidad sólo a través de la enseñanza social.
oposición, no le interesa tanto la exposición de la verdad Aquí llegamos a un limite más amplio d r la perspectiva
como las tácticas a emplear para ganar el poder. A este Hn política. Generalmente, el propagandista social más sincero,
se subordinan todas sus acciones. E l bienestar de la humani­ ve solamente una faceta muy limitada de la verdad; la ver­
dad, al que rinde tributo de boca, está arrinconado hasta dad tal com o afecta a los hombres que viven en sociedad.
que !a lucha por el poder ha terminado. Su propia autoridad Por esta razón él trata de encontrar causas sociales externas
dentro del partido es justificada en el fundamento que sólo y remedios para cada mal. Pero el universo, y el hombre
guardando su estructura disciplinada, puede un partido es­ también, tienen muchos más aspectos que aqueUos que los
perar ganar la posición donde sus ideales para ayudar a la sociólogos afrontan. E l hombre es un ser social sólo por
humanidad pueden ser realizados. Cuando, empero, el líder defecto. Sus cualidades más importantes son individuales, y
ha ganado el Poder, sus ideales nunca son realizados. Poder las sociedades llegan a vivir en tanto contengan individuali­
y privilegio son muy agradables y prestos a corromper a aque­ dades. Los anarquistas han remarcado con razón en su? en­
llos que los han buscado por largo tiempo. Por otra parte, señanzas, si no siempre con su actuación, el valor supremo
aquel que los posee está sujeto a la rivalidad, y por fuerza d el individuo por encima de la sociedad. E l significado de
o fraude, debe luchar pata retener su posición. L ucha por este corolario es que el hombre está gobernado por leyes que
conservar el Poder y con él aumenta su propia preocupación. no son completamente sociales. O más bien, tal vez, que
Esto se advierte eij el principal objetivo. L a excusa es que las leyes y principios que gobiernan la sociedad deben ser
debe preservar de posibles ataques, los ideales y la libertad transmitidas a través del hombre individualista, y debe ser
por los que siempre ha luchado. Peto en realidad esto no se parte del sistema d e principios que ese hombre abriga y no
realiza nunca, mientras qu? la falsedad y la tiranía crecen de los externos de la sociedad. E sta actitud no presupone
en nombre de ellos. E ste es un progreso libertino seguido la existencia de un Dios personal, sino que considera la
por todos los lideres políticos. Su éxito en ganar y conser­ existencia de una unidad de ley natural a través del uni­
var el Poder depende, no de su honestidad de principios, sino verso. E sta se manifiesta en e ! hom bre justam ente com o se
de sus facultades de fraude y crueldad. E n política, el em­ manifiesta externamente en la armonía de la naturaleza- El
bustero más astuto, el irascible batallador derrotará siempre objeto de este ensayo no es estudiar las deducciones filosó­
al hombre cuyas acciones están inspiradas por principios tsiles ficas de tal creencia. E s meramente para hacer notar que la
como la verdad, la justicia o la libertad. E n consecuencia, sociedad no llegará a ser armoniosa solamente por el des­
los movimientos políticos, inevitablemente, llegan a ser domi­ envolvimiento social, sino en tanto los hombres no encuen­
nados por hombres cuyas acciones están gobernadas más bien tren armonía en si mismos. E l problema social es fundamen­
por conv,?niencias que por principios. U n líder es escogido talmente un problema a resolver por cada hombre peisoiial-
por su habilidad en las maniobras políticas, no por su rec­ mente. L a sociedad será libre sólo cuando cada individuo
titud moral, y en las discusiones las tácticas de los partidos comprenda su propia armonía; in te p a r, sólo cuando cada
*on más estimadas que la moralidad. individuo llegue a mtegratse a si mismo. E l anarquismo es
solamente una enseñanza social secundaria. Su objeto prin­
Así, los principios sobre los que una sociedad libre y ar- cipal es la comprensión en el individuo de su propia natu­
nwniosa puede ser construida, y con la que el verdadero in­ raleza. Y por esta razón podría ocurrir muy bien que aque­
telectual está interesado y guiado en general, no se encon­ llos que están interesados en el estudio del hom bre como
trarán eo los grupos políticos. E l deseo d e poner uniformidad individuo y que desean hacer claros los principios que se
dentro del grupo tiende a destruir el juicio honesto e inde- originan en los hombres, contribuyan tanto hacia la eventual
Peridienle. La necesidad de la propaganda incita a aceptar anarquía com o aquellos cuya preocupaciós se cifra en pri­
*lgo menos que la verdad exacta, la cual pronto se aproxima mer lugar en el hombre como ser social. P or ejemplo, es
• una tolerancia d e la falsedad. La necesidad táctica d.‘ la probable que un psicólogo como Jung o E rich Fromm, que
mcha por el Poder y la estructura jerárquica interna del par. hacen de a libertad una realidad interna, puedan dar tanto
¡ido, tienden a descartar la necesaria moralidad de las re­ ni futuro de la armonía del género humano com o el teórico
g io n e s humanas, a afirmar el fraude política, la intolerancia social que aspira a hacer de la libertad una realidad externa.
v la supresión de la oposición. Todos los partidos se desen- D esde este punto d e vista, soportaríamos mejor a los que
'■uelven en este ambiente de falsedad que caracteriza la lucha pretenden que la paz social vendrá solamente de un «cam­
PUr el Poder, E llo es la consecuencia inevitable de estructu­ bio del corazón» del hombre. Pero esto no quiere decir que
ras y métodos, y nadie que aspire a una amplia medida de el desenvolvimiento social tenga que ser desatendido. Real­
uniformidad interna está líbre de ellos. Inclusive los grupos mente la dualidad de individuo y sociedad, es en gran parte
anarquistas, cuando han llegado a ser grandes movímieotos quim érica, como lo es cualquier otra fragmentación de la
organizados, interesados mayormente en la táctica de la lu- vida. T ai vez la aproximación más efectiva al problema del
ofia y la propaganda de generalizaciones, símbolos y consig- futuro de los hombres sea aquel que reconoce el sentido
nas, han sufrido en algún grado estos defectos, y han llegado interno que debe gobernar las acciones de los hombres y
a ser proporcionalraente menos valiosos como agentes del al mundo exterior donde aquellas acciones pueden set esta­
anarquismo de lo que ellos mismos deseaban. blecidas sin perturbar la armonía social. Pero es obvio que
Unos años de preocupación por el problema de alcanzar tal comprensivo parecer no puede conseguirse dentro de los
j iristicia social, y de trabajo práctico hacia ese fin en unión límites d e movimientos políticos cargados d e dogmas.
® ^ p o s políticos y revolucionarios, m e han llevado a acep- L as más valiosas reflexiones sociales han sido siempre he­
^ las ideas de Godwin referentes a partidos y asociaciones. chas fuera de los limites de las organizaciones sociales, por
^ clase de grupo que no está sujeta a corrupción o a escritores y filósofos individualmente. Estos hombres fueron
^ *b r de sus hombres, al menos, alguna dejación de sus jui- capaces d e hacer esto precisamente porque pudieron enfo­
^ v a d o s , es el pequeño y flojam ente conectado gruTO car la sociedad de una forma destacada y aplicarle no el
* ¡ " “ ividualislas, cuyo objeto es la indagación y la publi- criterio que les había sido impuesto a través de credos ex­
¿g ^ de la verdad social. Y en verdad ésta es la sola clase ternos, sino por las medidas que ellos habían ensayado por
la 11^ * ^ ** realmente necesaria para la consecución de cuenta propia. E l ejemplo de Tolstoy, Godwin, Kropotkin,
■nertad- Fundamentalmente, el problema de la revolución John Stuard Mili, Cerrad Winstanley, muestra que el escritor
problema de educación. Cuando el pueblo haya individual puede jugar una parte más importante en la evo­
^ “ ■prendido la necesidad de la libertad, actuará y luchará lución social que el político o políticos embaucadores. La
cooperación espontánea sin organización política perma­ misma naturaleza d e los gmpos políticos com o hemos visto,

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526 C E N IT

imposibilitan al escritor permanecer dentro de los rpismos y él «nunca escribió una línea que lamiera el polvo». Si no
conservar su integridad. D ebe separarse y hacer lo que pue­ hubiera hecho más que eso, si no hubiese escrito raí sentido
da individualmente, o quedarse, degenerarse en la inanición social positivo, su osada expresión de la verdad, dondequiera
y la corrupción de escritor alquilado al partido. que la encontró, hubiera sido un desafio a la autoridad y
No obstante, el escritor forzado a la actividad política or­ hubiera servido un fin revolucionario.
ganizada, no es necesario llegue a ser socialmente inútil, Sin embargo, mientras el deber d el escritor está tal vez
Verdaderamente, com o hemos demostrado ya, com o indivi­ limitado a la adherencia a la sinceridad y a la verdad, en
duo, puede hacer más por la realización de una verdadera cualquier cosa que éJ escriba, tiene la posibilidad, sí quiere,
revolución en la naturaleza básica de la sociedad. Elste he­ de hacer mucho más. Pues es el escritor quien puede expre­
cho ha sido ignorado por mucha gente porque la actividad sar más fuertem ente aquellos principios íntimos que hemos
social de nuestro tiempo se h a convertido en la obligación visto y son Ja base d e la vida social así com o de la indi­
usurpada por el partido político. S e comprendió tan poco por vidual. E s el escritor quien puede examinar el corazón del
los escritores ingleses d e 1930, que una vez cesaron de Aso­ hombre y expresar las l ^ e s naturales que rigen la vida, la
ciarse con los grupos políticos, abandonaron su deber para armonía universal sobre la que se pueden edificar la liber­
hablar com o personas socialm ente articuladas. Ciertamente tad y la justicia. Su trabajo no es necesario que sea filosó­
no atinaron a comprender que cada palabra que hablaran fico. Puede escribir sobre la más humilde función o relación
como individuos valdría más que diez d e las que hablaran de la vida, y aun escribir con v ita li^ d , si observa sincera­
corno míembras de partidos o como simpatizantes de los mis­ mente su propio valor. N o necesita escribir una literatura
mos. E l lim ite que alcanzaron en su esfuerzo para estable­ fina o sacar sus pensamientos d e un gran archivo. Si siente
cer el deber de escritor a proclamar principios, es m.ircado la necesidad d e abandonar sus primeras normas literarias,
por Esender en un ensayo sobre «El arte creador d e nuestro como hizo Tolstoy, a fia d e escribir humilde y simplemente
tiempo». para ser inteligible a hombres y mujeres ineducados, enton­
«En un mundo de transición, en el que los principios ces está justificado que siga tal impulso. Lo que no está
y normas del pasado están dando paso a nuevas normas, justificado es escribir obedientemente, de acuerdo con cual­
hasta e l significado de las palabras se pierde en provecho quier credo, com o hacen los escritores que actúan al dictado
d e los anunciantes y gobernantes que no tienen otro objeto de partidos políticos.
que el de situar sus propios intereses en el lugar más be­ H oy estamos tal vez muy tristem ente persuadidos de la
neficioso. Palabras con sentido concreto han sido usadas bas­ clase de política a desear para reclamar como Shelley, e!
tantes veces con intenciones completamente contradictorias, dudoso honor d e ser los legisladores d el mundo. L a tarea del
finalmente la palabra pierde todo su significado y la idea escritor no es la de hacer leyes o elaborar dogmas. E s la
concreta corre «1 peligro de perderse, o ser considerada comn humilde tarea d e comprender la verdad y retratarla. E s una
un sinsentido. La tarea del poeta es organizar las palabras tarea de revelación, y la revelación verdadera no es más que
en tal sentido que su significado sea claro e inconfundible. persuadir a los hombres d e las leyes naturales y armoniosas
S e traiciona esto s i el poeta se h ace cargo de la propaganda que existen en ^los.
de los partidos politicos y em plea palabras con falso sentido. E sta funcióii no quiere decir que el escritor se mueve fue­
Si se perm ite que el significado de las palabras llegue a per­ ra de la cruda realidad d e la vida. AI contrario, son estas
derse, se pierde el vivo sentido o queda descartado éste del crudas realidades las que deben explicar y dar signiÍBcado.
ie tenía en contextos anteriores, en los que s« expresaba
a go real.»
Esto es excelente hasta este punto. L a preservación del
Tampoco les confiere, en ningún sentido, un palio de «esco-
gidos> o «elegidos». E l escritor es un hombre a quien le
h m dado al nacer, por circunstancia, un feliz don de expre­
sentido real de las palabras e ideas hemos demostrado que sión por el cual puede comunicar al prójimo Jo que h a ga­
es necesaria para cualquier movimiento de pensamiento que nado en sabiduría. D e acuerdo con Coomaraswaray, cada
pudiera afectar decisivamente el desenvolvimiento social y hombre es un artista. Cada hombre, potencialmente al me­
moral d e la humanidad. Separarse de la falsedad y exponer­ nos, está en posesión de algún discernimiento. E l escritor
lo en escritos y pensamientos es un obvio deber d el escritor no puede dar nada, sólo puede despertar lo que ya ha sido
sincero. E n verdad, es el solo deber en el cual se pued.? dado.
decir incurre. Y en tanto que defiende la verdad en no im­
porta qué reducido campo, cmitribuye a socavar los cimien­ G e o rg e W O O D C O C K
tos de la mentira y de la injusticia. Hazlitt alardeaba que (T ra d u cid o d e l inglés p o r Ju a n Rufa),

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D I L E M A S E C N L C S T E C T I C ^ P C

C e s a r is m o o a n a r q u ía
Nosotros éramos acusados de cristianos porque
, S ía ta l el progreso? ¿Lo e s la oponíamos que es necesario enseñar a los debiles a
ciencia? ¿Lo es la «clase»? ¿Es
fa ta l la anarquía? E l aserto de rebelarse y a todos a no imponerse, a «no» que­
Bovio. «hacia ia anarquía va rer dominar, que tam bién somos débiles, que a fin
la historia», parece que quiere de cuentas no somos inferiores sino superiores, co-
decir «duerme tu sueño tra n ­ S o era superior Arquímedes a los soldados r o a n o s
quilo, anarquista, que la an ar­ que lo asesinaron estando absorto en su estudio.
quía es fatal». E n el fondo, Bo­ He aquí los hombres pacíficos, de buena fe, de es­
vio, después de una crítica ver­ peranza, de alegría moral, ta l vez de honesta w h-
tical de todos los siste m ^ de gión sorprendidos por una banda de brutos arm a­
dos que quieren la piel, el dinew y el « r e b r o en
gobierno, después de haber establecido que güelíc' prenda. Pobres victimas. Hay duchos en el arte
o gibellno, jacobino o de la Gironda, en manos de del pólipo, el cual se presenta siempre como un m al
éstos o de aquéllos, de pocos o de muchos, el Es­ menOT en frente de un m al mayor, que se ha que­
tado es siempre la máquina de la opresión. m rido. se- h a creado, como el incendiario de la pro­
quiere poner el dilema que había puesto Proudhon, pia casa que espera la prim a del seguro. Acaben
«cesarismo o 'anarquía», y concluye que la huma­
nidad sabrá liberarse, y de ahí, hacia la anarquía con dividirse entre ellos, en resignados,
tos tremendos, cómplices pagados, rebeldes que
irá la historia. , ___ quieren reemplazar a l amo, rebeldes que quieren
Excluyendo la recaída en el cesarismo, queda toda suerte de amos. Pero la máquina de la oprís
siempre veraz la profecía boviana; pero el evento sión m archa a , toda presión. Es dem ^iado ta r te
de la democracia, tam bién hoy, después de una para pararla. La gran mayoría de los hombres pre­
orgia de totalitarism o que h a ensangrentado e! mun­
do, da aquí confianza de que la dem ocracia había sionan (?) separadamente, y en su vida común no
serían capaces de producir la cantidad de los ma­
realizado algo y que“ no labora. ccHno en el pasado, les que una pequeña m inoría que dirige la máqui­
éñ pro del cesarismo. - . „ na de la criminalidad del Estado consigue pr<^u-
Precisa, pues, renunciar a la vigilancia activa,
cir Es necesario, en vez de m ejorar a l hombre,
porque hacia la anarquía va la historia. m ejorar su cualidad de ser sociable: acrecer su po­
Aquí digo: ¿Pero también vosotros caéis en la
metafísica de los adoradores del Estado, atribu­ der de rebelión: pero es necesario tender a la su­
presión de la máquina y de la oficina del mal. el
yéndole los atributos del hombre? Hacéis como el
hombre que inventó a dios y lo quiere a su modo; EjStddo
S i os proponéis hacer la suma de las maldicio­
inventáis que e l Estado sea el creador de los vi- nes que los hombres han mandado contra cual-
cios y de los defectos, de las ruinas, de las bruta­
lidades, que son en el fondo el producto del hom­ ouier Estado a través de los siglos y a través de
bre. las generaciones de nuestro tiempo, encontrareis
Ciertamente, si no existieran los hombres in fa­ que ningún Estado h a conseguido nunca hacerse
mes, mezclados a la prehistoria, no seria posible amar- que todos son Estados malos sin excepciones,
la monstruosidad que revelamos cuando hablamos que todos los hombres, en un sentido genenco.
Estado. Pero cuando se piensa en quien da fueron anarquistas. j
una orden para la bomba atóm ica, es necesario ¿Cómo se puede, pues, andar a la busca de la
P ^ ir excusa a la prehistoria. Hay que poner aten­ fuente original del anarquismo? E l pretexto de
ción al reverso de la medalla: si no existieran los querer asegurarse de! estado civil de la historia,
hombres pacíficos, laboriosos, amorosos, estudiosos, de la paternidad de la anarquía, es un hallazgo
Idealistas, artistas, etc., si estos hombres «huma­ muy de este tiempo. No se h a discutido nunca en
nos» constituyeran la gran mayoria sobre los ban­ el pasado, ¿Por qué se insiste tanto hoy en este
didos estatales, no tendría éxito el bandidismo- Pa- argumento? ¿Por qué se quiere m eter el anarquis­
un absurdo pero es así: a la tiran ía le es mo junto a las otras «fatalidades»? Sm esta o
lacil la tarea porque somos hombres buenos, hom­ aquella form a de producción n o se hubiera nabla-
bres pacíficos y somos la gran mayoría. Lo cual cio del anarquismo. E ra fatal que se hablase de él
es prometedor para un m añana de vida pacifica e una vez entrados en la época de la maquina y ae
gualltaria. E ra el argumento (absurdo para el que la gran industria. Y aquel adorno de experiencia
^ llama anarquista) de los superindividualistas descubre los muslos a la h istoria y dice que en
hsoe cuarenta años: que se convirtieran todos el país de mayor maquinismo y de mayor indus­
US hombres en brutos para no hacerse dominar. tria el anarquismo hace menos fortuna. La Alema­

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528 CENIT

nia de después del setenta fué el país del humo descubrimiento científico ni de un sistema filosó­
del hierro, del carbón, de la clase, y fué el país fico que la anarquía tiene su origen».,,
en el cual el anarquismo pudo menos desenvolverse. E l primer hombre piensa, ríe, ruega, amó, o
La América se divide en dos grandes Américas. creó un medio de regocijo, de asociación; desde
L a latin a es menos Industrial y más anárqui­ aquel día, en la profundidad insondable y negra
ca que la nórdica. Norteamérica es la m aravilla de los milenios, entró en acción un factor nuevo,
del mundo en cuanto a máquinas. Porque, en cada potente y creador. Desde entonces empieza la re­
casa se puede lavar, desempolvar, escribir, ver, co­ belión del hombre.
ser eléctricam ente. Precisam ente por eso, el anar­ Establecida esta verdad fundamental de la agi­
quismo es a llí desconocido'. E l anarquismo no es tada revuelta del pensamiento libre, buscad en qué
una invención o un descubrimiento. E l descubri­ clase, en el diverso tiempo secular—y también hoy
miento de un viejo mal—secular—y de un antiguo bajo vuestros ojos—ha radicado mayormente este
remedio. E l tiempo no h a hecho más que madurar espíritu de liberación. Un reducidísimo número de
los medios de lucha contra aquel mal y por aquel profesores se rebelaron al juram ento de cbedien-
remedio. De aquí el anarquismo especificc, el mo­ cia reclamado por el fascismo. Es verdad. Pero
vimiento anárquico. quince millones de votos proletarios, en la patria
Después de todo, ¿qué es un movimiento anár­ de la clase de Carlos Marx, fueron a .las urnas
quico? Es el instinto, dicen unos. Es la ciencia, —que tan to habían servido a la sccialdemocracia__
dicen otros. E l instinto es ciertam ente una fuer­ para ex altar a l omnipotente Hitler.
za, una condición de fuerza. Un tipo paradojal me Rodolfo Rocker, que no despreció la lucha pro-
decía que el mundo está dividido en... dos mundos: Ictaria, llamada tam bién «de clase», eii oposición
el que bebe cerveza y e l que bebe vino. Puesto que a la colaboración gubernamental o al reformismc
el vino indicaba la potencia del sol, puede que se o masonismo del pasado, escribe que la palabra
avecinara en algo a la verdad. La indisciplina ins­ «clase» ceno constituye en el m ejor caso sino un
tintiva, el desprecio de curas y m ilitares. Habéis concepto de clasificación social, que puede ser vá­
encontrado a su madre en este momento: la indis­ lido en determinadas circunstancias. Ni Marx ni
ciplina. otros son capaces de determinar el limite de una
La ciencia fa ta l se puede entender en el sentido definición exacta. Pero el mayor error es el de
de la rebelión y como muelle de la vida. Pero lo atribuir a un» clase determinada cierto destino
repito, ahora hagamos depender la ciencia de la historie© y convertirla en representante predesti­
revuelta, no la revuelta de la ciencia. Y esta es nada de cierta corriente ideológica».
la verdad. Iríam os muy lejos si quisiéramos inda­ El concepto m aterial de ciase adquiere cierto
gar si era como científicos o como rebeldes que sentido coherente en el marxismo, porque se trata
los herejes iban a la hoguera. Es cierto que eran de derribar la escala del Estado con el Estado so­
antes que nada rebeldes. T an to es verdad que fre­ cialista a sus grupas.;
cuentemente estaban en el error los curas que No esterilicemos la idea en su base. Y no fecun­
los tostaban, y estaban en el error los herejes en demos la ilusión del gobierno de clase como una
sus especulaciones, que ayudaban a la primera in­ autoridad beneficiosa.
vestigación de la ciencia; estaban imbuidos de su­ Hoy, cuando el principio de autoridad, aureolado
persticiones y de bigottismo herético en abundan­ también con la gloria de revoluciones recientes
cia.
avergüenza a l hombre libre hasta de respirar el
Oomo quiera que en las sagradas escrituras es­ mismo aire de los compañeros «antifascistas» de
taba presente todo el sistem a de dominio eclesiás­ ayer; hoy, cuando los árbitros del gobierno han
tico y estatal, el ataque a las sagradas escrituras dado m as arm as a la fuerza que todos los Loyolas
prevé el ataque de la ciencia contra el oscuran­ del mundo; hoy, escuchar los sermones del sufra­
tismo; pero m ás tarde la rebellón debió tomar otro gio, de la autoridad benéfica, haría desaparecer el
camino y apuntar a otro objetivo. Entonces, la buen sentido de los hombres.
ciencia, en plena madurez, se convierte en la cria­ P ara que una idea arraigue, para que no con­
da del Poder.
tenga el germen del propio raquitismo, debe ser
El anarquismo, hijo de la revuelta, como la cien­ llena, rebosante.,. Más volcán que humo de pajas
cia, continúa siendo la rebelión, con la ciencia, Fuera del limbo. Hoy truena aun la protesta de
sin la ciencia o contra la ciencia. O bien contra Proudhon: «O cesarismo o anarquía. Eligid »
los científicos, convertidos en los sacerdotes laicos
del Estado. Pedro Kropotkin, en la primera pági­
n a de su estudio sobre la ciencia moderna, insis­ A rm ando B O R G H I
te sobre este asunto: «No es precisamente de un (Tradujo del italiano J . P.)

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ESCEPTICISMO Y PORVENIR SOCIAL

sociedad en decadencia; presupone que el trabajo significa


N la Edad Media, como antes y después, se fo­
para el hombre un mal del que tiene razón en aspirar a li­
mentaron guerras, se practicó el comercio de
esclavos, ss amasaron fortunas con el saqueo y berarse». , I
Sobre la primera frase, quisiera que Koeciilin me señalar,i
con la especulación, se oprimió politicamente
el punto de mi escrito en el que yo he formulado U n burda

I y se explotó económicamente a los pueblos.


Cuando• -•Venecia, a partir del siglo IX , co-
menzó a exportar a os harenes
......... de Egipto y
de Sitia las esclavas qu-- capturaban o com­
afirmación. Expresé textualmente lo que ya transcribí cuando
me referí a la Edad Media, señalando ad em ^ : «Lo que esto
entraña como p o sib ilid a d de elevación individual y social,
ya es inmenso de por si. Actualmente, aun el obr.?ro que
praban en la costa dálmata, o cuando ven­
ocupa el puesto más ingrato d e la cadena, puede ser mas
día a los «infieles» la madera y el hierro que
capaz y más inteligente que cualquier productor del pasado,
no tenían y que necesitaban para armar los barcos con los
precisamente por esa reducción horaria de la jornada m o­
que luego les iban a hacer la guerra, a nadie se le ocurno
derna». Hay una gran diferencia, otra vez, entre la afirma-
invocar la «religiosidad interior». , , _ - , ción y la interpretación. Considero que el margen de tiempo
Hubo amenazas del Papa y prohibiciones dM Emperador,
libre que !e queda al productor contemporáneo, por su re­
pero todo esto no sirvió de nada. Las ventajas que les pro­
gularidad y duración, abre una posibilidad cultural ccm la
porcionaba este comercio, los venecianos se las agradecían a
que ni remotamente pudieron soñar aquellos analfabetos
San Marcos, la reliquia que los recompensaba con creces por
la astuta veneración que e profesaban. Por otra parte, cuando campesinos del medioevo- . i • •
Koechlin se apresura a indicar las contramcdidas del régi­
las ciudades de la costa occidental de Italia se lanzarcm a la
men capitalista para canalizar desfavorablemente las energías
reconquista del Mediterráneo caído bajo el dominio del I s ­
libres. Estamos perfectamente de acuerdo. E l principio de
lam. sacerdotes hubo que encabezaron los saqueos m ^ su­
esa canalización ya es antiguo. No eran menos eficaces el
culentos. Los que fomentaron las Cruzadas, abrazando la
circo romano, las farsas milagreras en el templo, que los
causa del hierro antes que la d e la Cruz; los que inauguta-
consejos de los psicólogos modernos. Pero el caso es qiw yo
ron ocho siglos de Inquisición, abrazando la causa del abso­
no soy un defensor ni un apologista de la burguesía. Tam ­
lutismo antes qu» la de la tolerancia, no conocían frenos de
poco he cerrado los ojos frente a este género de peligros.
ninguna especie, salvo los que, en el tormento de la hoguera,
Incluso señalé que el obrero— así, en general— «puede ser» y
aplicaban a los audaces, a los rebeldes, a los pensadores, a
«no es». Sin -embargo, sería absurdo desconocer que erte
todos esos espíritus constructores que murieron afirmando y
li.m p o libre resulta cada vez más difícil de domeñar. D»
qu" ciertamente, no lo hicieron en vano- todas maneras, la posibilidad vale el nesgo, y esta posibili­
L a «seguridad social» de ese período la he visto afirmada
dad no estuvo en las manos de Jos trabajadores del pasado-
incluso por historiadores de la talla de uii Pirenne, en fla­
E n cuanto a su segunda frase, si ella fuera cierta, la hu­
grante contradicción con sus propios escritos. Si ya en la
manidad habría recorrido su milenario camino en_ un estado
legislación d-- Carlomagno encontramos disposiciones contra
de perman.’nte decade ncia- ¿Qué pueblo, eu qué época, cua­
los vagabundos, si los hijos abandonaban la parcela de tierra
les hombres han sentido la alegría del trabajo? E l trabajo
de sus padres pbrque la misma no alcanzaba a producir para
como esfuerzo físico destinado a la supervivencia y a la pro.
lodos; si el crecimiento de las ciudades se realizó con la U cción del cuerpo, jamás ha constituido un placer y siempre
afluencia de campesinos descalzos y hambrientos que iban a
se ha tendido a la liberación del mismo. Desde el remoto
protegerse detrás de los muros urbanos; ?i el crecimiento
antepasado que debía recorrer inmensos espacios para pro-
de la población empujó a los hombres hacia los pantanos y
curarse el magro alimento arrancado afanosamente a la na-
las regiones más áridas, etc., etc., no vemos dónde se en­
turaleza, pasando por la bestia de dos patas que estuvo con­
cuentra esa famosa seguridad social. denada a haczt de buey entre las cadenas del arado, sin
Al respecto, es oportuno recordar este elocuente párrafo de
olvidar a los esclavos que levantaron pirámides o murallas,
Gerson, el eclesiástico que el 7 de noviembre de 1405 pro­
desde lodo ese oscuro pasado de esfuerzos bárbaramente
nunciara en el palacio de la reina, en París, un sermón polí­
desconsiderados para con la contextura humana, hasta el
tico paradójicamente titulado «Vivat Rex»; obrero que hoy controla una máquina, todos han sentido la
«E l pobre hombre no tendrá pan que comer, sino por veu-
tura un poco de centeno o de cebada; su pobre mujer habrá tiranía y la maldición del trabajo.
No se busquen razones morales o de otro orden pata la
dado acaso a luz y tendrán cuatro o seis niños pequeños
aspiración a liberarse del mismo. E lla es consecuencia de la
junto al hogar o junio al hom o, qu? por ventura estará ca­
propia anatomía del hombre, esta criatura más apta para el
liente: pedirán pan, gritarán rabiosos de hambre, L a pobre
juego, la'creació n artística o la ciencia. No prestemos aten­
madre no tendrá qué poner entre sus dientes, si no es un
ción a esos casos de degeneración por atrofia de las mejore.?
poco de pan en que hay algo de sal. Bien debería bastar
virtudes humanas., tipificados en esos pobres diablos que por
esta miseria; pero vendrán esos canallas que cargarán de
una causa o por otra parecen fieras ávidas de esfuerzo. Tain-
todo... lodo será puesto en un bulto y arrebatado, y buscad
poco interesan los pocos privilegiados que en la historia,
ai que paga». _ sin hambre y sin prisa, elaboraron bellos objetos sintiendo la
<>La reducción de las horas de trabajo no significa una
alegría del trabajo convertido en juego y en inspiración.
liberación verdadera del obrero y por consiguiente una solu­
Toda visión histórica ha de abarcar el más grande espacio y
ción del problema social— dice Koechlin— . E l deseo de tra-
U mayor cantidad de hombres. P or eso dije que la nostalgia
liajar tan poco como sea posible es un deseo natura! en una

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artesanal im plicaba una parcialidad en la consideración re­ necesidad, en el más amplio sentido de la palabra: desde la
trospectiva. necesidad del estómago hasta la necesidad del espíritu. La
E sta desproporción entre el esfuerzo físico necesario para humanidad ha tendido permanentemente hacia estos domi­
la supwvivencia en la lucha contra la naturaleza y la propia nios, en su impresionante y maravillosa lucha por la conquis­
capacidad del hombre, ha representado un papel estimula- ta y el aprovechamiento d e la naturaleza. Cada período, cada
tivo en e l desarrollo original de la técnica. Posteriormente época, ha realizado un esfuerzo e n este sentido. Desde el
fueron consideraciones intelectuales y artísticas las que con­ estadio más primitivo del hom bre hasta la moderna civiliza­
dujeron a un creciente anhelo de liberación material. Se des­ ción, cada uno h a legado sus descubrimientos y sus perfec-
cubrieron la necesidad, las ventajas y el goce del ocio. El cionam iaitos. Pero solamente ahora los principios y las leyes
hom bre se hacía más humano. del conocimiento constítuyen patrimonio d e todos los pue­
Toda la técnica y toda la ciencia aplicadas a la vida con­ blos; y por primera vez en la historia los hombres tienen en
ducen a este segundo y fundamental camino: reducir la uti­ sus manos la p o sib ilid a d de transformar revolucionariamente
lización de la energía humana. L a piedra q u e ' se afila, la la existencia y de establecer un equilibrio casi perfecto qu?
palanca que busca el punto de apoyo, la rueda que reem­ nos libraría del hambre, d el tem or y d e la ignorancia.
plaza a la cuerda, el agua que mueve la rueda, la roldana, Por eso la última pregunta d e Koechlin m e parece injusta
la grúa... todo ese infinito proceso concatenado a través del para con el intelecto. Más que d e liberación espiritual en el
tiempo, a pesar de los siglos de aislamiento y de pelea, has­ sentido intelectual de la palabra, para la burguesía debe ha­
ta la moderna experimentación para aprovechar la radiación blarse de liberación de normas y d e preceptos saludables, de
solar, todo él tiende a ahorrar esfuerzos humanos y a domi­ ya vieja raigambre, cuyo respeto hubiera significado un
nar energías mayores que las del hombre para una conquis­ freno para su codicia. E l sentido d e la justicia no es un sen­
ta más definitiva y más real de la naturaleza. timiento nuevo en el hom bre y h a mordido siempre incluso
No deseo abandonar este punto sin transcribir un pasaje las conciencias que, en la práctica, rechazan sus lamentos. Los
muy citado de Antípater d e Tesalónica, contemporáneo de cartagineses se liberaron d e todo, menos de su tremendo amor
Cicerón, referido al concepto que los antiguos tenían d el tra­ por la riqueza. Esto no hizo avanzar, sin embargo, ni la téc­
bajo: «D ejad de moler, oh mujeres que trabajáis en el mo­ nica ni la ciencia. L a verdadera liberación d e! espíritu, es
lino; seguid durmiendo, aunque e! canto de los gallos anun­ tanto anterior como simultánea y posterior a la burguesía.
c ie el nuevo dia. Porque Dém eter ha ordenado a las Ninfas S e desarrolla en la remota civilización del valle del Ñilo y
que lleven a cabo «1 trabajo de vuestras manos, y ellas, sal­ alcanza un vuelo estupendo con e l ascenso de la Hélade,
tando sobre el topo de la rueda, hacen dar vueltas a su eje, cuyo Aristarco de Samos fué acusado de atentar contra los
el cual, con sus girantes rayos, mueve las pesadas y cónca­ dioses al lanzar la teoria helicénlrica del universo que mu­
vas muelas nisirianas. D e nuevo probamos los goces de la chos siglos más tarde había d e sostener Copém ico.
vida primitiva tomando los productos d ° Dém eter sin tra­ P or otra parte, esta liberación se relaciona no solamente con
bajar». la especulación de! espiritu, sino con el atrevimiento de los
Que en la actualidad sólo se pueda decir «la liberación hombres que cruzaron los limites impuestos por la tradición y
de mi trabajo» y no «mi liberación d el trabajo», com o re­ las creencias. E l fuego que los hombres «robaron a los dio­
cuerda Koechiin, es muy cierto. Pero es d e hacer notar que ses» tipifica m uy bien la audacia rebelde d e la criatura hu­
esta posibilidad verdaderamente revolucionaria nunca ha sido mana.
factible sino a partir del desarrollo de la máquina. E s lamen­ L a técnica es un proceso peno.so, concatenado a través del
table que la poética descripción de Antípater de Tesalóni­ tiempo a pesar de todos los obstáculos, y tan natura! y nece­
ca, poética y humana, no pueda ser dicha para todas las má­ saria ha sido su evolución, que algunas viejas invenciones de
quinas en la actualidad. Porque es bueno recordar que la pueblos determinados, desconocidas por otros, fueron redes-
inocente estampa d el molino pertenece también por natura­ cubiertas siglos más tarde para una misma finalidad y en
leza a] «demonio» del maqumismo, el viejo molino que ha idéntieo proceso. Innumerables elementos de producción mo­
trabajado e n paz con todos los pueblos y bajo todas las re­ derna son la continuación de métodos y elementos muy anti­
ligiones. E s lam entable, pero de esto no tienen la culpa las guos. E l martinete, por ejemplo, es la continuación del prin­
«Ninfas» creadas por los hombres para su liberación. cipio del hacha de pedernal; la velocidad s e deriva del per­
feccionamiento de la rueda lejana; la astronomía tiene sus
raíces en aquellos antiguos que se empeñaron en arrancar los
secretos a las estrellas rutilantes; los forjadores que aprendie-:
Koechlin pregunta si »o estoy afenad o a un fantasma «pre­ ron a fundir e l mineral y a separar la escoria, inauguraron
dicando con el progreso humano inmanente al desenvolvi­ toda la siderurgia moderna; eJ vuelo, la reciente conquista
miento de la ciencia y de la técnica». Más adelante expresa: del hombre, n o sólo estado presente en el sueño remoto ;
«La cuestión de s i es la burguesía la que ha producido la de los pueblos, sino hasta en tentativas concretas como la
técnica, o si es la técnica la que ha producido a burguesía, de Abu! Qazim, en el año 880, o la de Oliver de Malmes-
no es cuestión que hayamos de resolver». Hace notar la re­ buiy, en 1065. Aquellos hombres que desafiaron al cielo con j
ciprocidad que existe entre ambas, «lógica pero n o fatal», y su fantasía audaz, no trailan nada que ver, ciertamente, con '
plantea el interrogante: «Una emancipación d e la naturaleza la burguesía.
como la que significaba ¡a técnica moderna, ¿era posible sin P or otra parte, el espíritu de las invenciones no ha partici­
una «emancipación» del espíritu com o la que significa la bur­
guesía?»
E n primer lugar, yo no he manifestado en ningún momen­
to que el progreso humano— asi, progreso humano en gene­
pado jamás del anhelo d e explotación del hom bre adherido
al alma d e cuanto burgués h a conocido la historia. Podría
recordarse la famosa frase d e Aristóteles, ajusfada pura­
m ente a la cuestión económica y destinada a justificar la escla­
I
ral—sea inmanente al desenvolvimiento de la técnica. Koech­ vitud antigua. Pero hay algo más cercano y más general
lin también aquí ha extremado m i punto de vista. Una so­ sobre el progreso, «ipresado en 1661 por Glanvill en lo*
ciedad determinada puede ser técnicamente adelantada y a siguientes términos: «No tengo la menor duda de que la pos­
la vez atrasada en los aspectos morales o artísticos, por ejem ­ teridad encontrará muchas cosas que ahora sólo son rumores _
plo. Sin embargo, una sociedad que pretenda elevar a todos y las convertirá en realidades prácticas. Puede que, dentro
sus integrantes en el triple aqrecto material, moral e inte­ de algunos años, un viaje a los confines del sur y posiblemente ,
lectual, no podrá conseguirlo sin el conocimiento científico y a la luna, no parezcan empresa más difícil que un viaje a
sin la práctica tecnológica. América... A la larga, quizá pueda devolverse el color natu­
Fundamentalmente, la técnica es la consecuencia d é la ral a los cabdloa grises y renovar el tuétano cansado sin qu*

Ayuntamiento de Madrid
I.
CENI T 531

Por todo esto la producción local d e que habla Koechlin,


intervenga en esta operación ningún milagro; y e! convertir
lo que hoy es un mundo comparativamente desierto en un a pesar de ser loable en algún sentido, resultaría ¡mposible en
la actualidad. Necesitamos del intercambio porque los cu­
paraíso, quizá no sea una imposibilidad para la agricultura
mas no son iguales y la distribución de ciertas materias
del futuro». Hasta razones d e belleza y d e juventud consti­
esenciales es m uy irregular sobre la superficie d el planeta.
tuyeron incentivos para el desarrollo d e la ciencia.
E n general se hace coincidir el desarrollo de la técnica Por otra parte, nunca esta producción fu é suficiente. E n los
tiempos de los peores y más peligrosos caminos, en las épo­
con el desarrollo d e la Ijurguesia. Creo que es más conecto
hacerlo coincidir, por una parte, con el crecimiento d e la cas más temerarias del mar; los pueblos buscaron el intercain-
población y el consiguiente aumento de las necesidades, y por bio. A pesar de todo lo que se puede conseguir, gracias a la
otra, con el renacimiento vigoroso de !a curiosidad y del an. ciencia, para una producción local, siempre quedaría un mar­
sia de sabiduría de los hombres. P or eso las cal^caciones de gen para el mismo. L o que se exporta, de todos modos, se
Edad Media y Renacimiento para dos periodos históricos, aun­ exporta para s a tis fa c e necesidades humanas; que sean ame­
que resultan injustos en alguna medida, corresponden a las ricanas o chinas, poco importa.
T odo este desarrollo h a proporcionado las grandes realida­
realidades fundamentales de esas dos épocas.
Por un momento, dejemos d e lado a la burguesía, a la Ig le­ des y las inmensas posibilidades de nuestra época, aunque ai
sia y al Estado, dando el primer puesto a esa realidad más mismo tiempo haya producido factores que atenían contra la
general que es la humanidad. Sabemos que la lucha contra personalidad y la seguridad. Pero esto no depende de la cien­
las enfermedades y la muerte es tan vieja com o el hombre. cia o de la técnica, sino d el uso que dan los pueblos a sus
Supongamos, para el fin que n»e guía, que la humanidad hu­ conquistas. Seria un error,, sin embargo, buscar los orígenes
biera progresado hasta un punto semejante a l d e hoy en el de todo lo que es destructor para la vida en la hora presente,
arte y en la ciencia d e curar, sin que este p ro g r« o hubiera en los últimos desanollos tecnológicos. L a división d el tra­
sido acompafiado por un desenvolvimiento simultáneo en la b ajo aparece mucho más allá d e la Edad M edia; se practi­
agricultura y en la industria. L a victoria sobre el dolor y caba casi en sus formas modernas en Roma y en Atenas y
la prolongación de la existencia aumentan la población. El de manera menos acentuada en períodos anteriores. Quemar
<*ecimiento de la misma ejerce presiones vigorosas sobre la libros, controlar hasta las producciones artísticas, frenar el
®®»oinla; aumentan las necesidades; se requieren más vivien­ vuelo de la mente, castigar la libertad espiritual, someter
das, más tejidos, más alimentos, más bienes sociales para el mediante el absolutismo, son acciones y tendencias de los
consumo g e n e i¿ . ¿Seria posible alimentar, abrigar y proteger, que los tiempos han sido ya testigos, y el dominio tiránico
con los métodos productivos de la Edad Media a más de dos de la Iglesia rom ana llena un capitulo larguísimo y horrendo
en este sentido. E l control estadual d e la economía, el mono­
mil millones de personas?...
Siempre se ha exagerado sobre el crecimiento demográfico, polio, etc., son tan viejos com o los faraones. Tam bién es in­
pero es iimegable que la humanidad viene cumpliendo inexo­ justo atribuir a la corriente revolucionaria d e los últimos
rablemente y hasta un punto que nadie puede predecir, con tiempos formas de vida repudiables. Aunque no se hubiera
esa ley primaria de la biología. L a lucha contra el mismo es producido una metodización intelectual d e la revolución, las
*rttígua, lo que evidencia la realidad d e sus presiones. Estas revoluciones se hubieran efectuado lo mismo. Tam bién se
Pfeaiones fueron causa de grandes cataclismos sociales en la rebelaron los campesinos y los artesanos del m edioeva Las
historia, y la salida habitual fu é la guerra económica, tan realidades, antes que las teorías, constituyen e l motor de las
estúpida y tan contraproducente en toda época como lo es insurreciones humanas. .
en !a actualidad. ¿A qué equilibrios se refiere Koechlin? E sto es tan “ Ufo-
. ha respuesta a la pregunta planteada es categórica: sería rio como la seguridad medieval. No es que se haya perdido
•mposible abrigar, proteger y alimentar a tantos millones de ningún equilibrio. Lo que sucede es que el viejo desequili­
**res, con los antiguos métodos d e producción. Por eso he brio, por muchas causas, resulta más visible en la actualidM .
mwifestado en mi articulo anterior que la producción d e la Por olvidar esto, mucha gente habla d el fin del período
Media no respondía a las necesidades colectivas, pues revolucionario. No es así. E l socialismo lucha contra tenden­
habiendo progresado en la realidad tanto la ciencia y la cias que están metidas desde hace siglos en el espíritu y
como la medicina, el déficit de bienes sociales, en su la m ente del hom bre. L a te.ndencia a la propiedad, por e j ^ -
*^®cto mundial, ha sido permanente. L a E d ad Media cono- plo, es d e un vigor incalculable. Contra esto no se lucha sola­
^ también las presiones demográficas, y en el propia corazón mente con la fuerza, aunque d ejercicio d e la misma sea n ece­
época los hombres tuvieron que marchar a la con- sario para la defensa, las grandes y rápidas realizaciones y
^ ^ t a de nuevas tierras y se viercm forzados a renovar par­ la destrucción de obstáculos poderosos. L a revolución no se
a m e n t e sus técnicas primitivas. E sta conquista ha sido posi- h ace en un dia n i en u n año. Es una época. L a burgueria
I * gran parte, gracias a ¡a máquina, como en el caso de no nació en 1789 con la revolución francesa; com batió de
* holandeses que, mediante la utilización de molinos, logra­ todas las maneras imaginables durante la Edad M edia, hMta
o s ganar grandes extensiones d e tierras feraces a! mar. dar el gran salto final que la convirtió en la principal clase
j ^ ^ e s religiosas se dedicaron a la roturación de suelos rectora de los últimos tiempos. L a lucha del proletariado y
r^ ^t> s y gentes desplazadas se i e r o n a la tarea de hacer del campesinado modernos y en ella la d e todos los que an­
^ ^ n a r los mismos pantanos, en su lucha por un puesto es- sian crear un mundo nuevo, conducirá a fracasos como los
v J ^ * ° b r e !a tierra ingrata. Pero todos los esfuerzos fueron que tuvo la burguesía, pero los mismos no cierran el ciclo.
aunque marcaron en cierta medida la verdadera rula A pesar d e todo lo que hemos conquistado en la época en
^ e se debia seguir. L a vida fu é miserable eo ese período que se habla de aprovechar la energía solar, millcmes de
de las contrarias afirmaciones d e Koechlin), las nece- seres tienen hambre, sienten frío y son analfabetos. Ellos se
*slaban sumamente restringidas y sin embargo los . agitan revolucionariamente.
cesa^^'i* tierra no eran suficientes para lodos, F u é ne- Tampoco carecemos de valores morales. E l concepto de. Ia
la máquina y los productos d e la máquina, en un dignidad individual, el sentido d e la justicia, la reprobación
muy posterior, para que la riqueza de la tierra fuera d e la explotación económica y de la opresión política que
( ^ ^ d a y se incrementara su capacidad de rendimiento. palpitan en la inmensa mayoria de los hombres, son grandes
'® t o sucedió con la producción industrial. Si se piensa valores morales. Ellos están jugando un importantísimo papel
eepor,**® libro, se comprederá que de nada serviiia el en la lucha contra los nuevos absolutismos que hoy preten­
g fjf del alfabeto sí ahora dependiéramos de los calí- den retrotraemos a corporativismos que no corresponden ni a
para la divulgación del caudal abrumador de los sentimientos ni a las tendencias más intimas de la huma­
nidad.

Ayuntamiento de Madrid
A IR A B C L L A
E s el anochecer, es verano. Mis reflexiones h iyeri despa-
STO Y fatigado, hueco. Tres mañanas, ties tar-
voridas ante los pensamientos niños que han tenido la auda­
des, tres noches de agitación. Dias d e ir y
cia de perder su timidez. La sonrisa de la dactilógrafa d-
venir, d e sobresaltos en ayunas a l leer U j
Aley. el cuello mórbido de la profesora d e inglés que toma,
noticias de la Bolsa, de sofocaciones, de sed
por las mañanas, el ómnibus, por las tardes, el te en Ha-
e a los cau ris de tenis, de tertulias intimas en
irod’s, los ojos de Susana, se miran envidiosamente^ en mi
casa d e Ivonne G reniet. oyendo v ^ o s ge­
imaginación. Ayer, a la salida del clu b, una mujer envuelta
niales declamados por una joven ruborizada,
en sedas, primero elástica, luego lenta, despertó en mi in­
oyendo carcajadas y un instrumento sollo­
sólitas ansias persecutorias. L a segui, me canse; después, arre-
zante. Dias en que el mozo del restaurante
pentido, m e llené de denuestos inexpresables y que me deja­
m e alcanzaba en plena calle, sin aliemos,
ron aterrorizado. Hoy tengo deseos de descolgarme por el
para entregarme el bastón que yo olvidara en la percha. Días
cable del teléfono y abrir esa ventana de enfrente, pertinaz­
L que las miradas de las mujeres acces b es resbalaban so­
mente cerrada, para sacar de allí a la mujer sin oriente, a a
bre mí sin penetrarme. Días en que el í^ l e r de rni corbata, muíer infeliz, que consume sus v ia d a s en silencio, leyenao
incómodo, se asomaba demasiado sobre el mundo. Estoy can­
las novelas de Mr. Feulllet, de M r, Ohnet. Deseos de c e - J
sado, cansado. E ste sofá de grandes brazos acogedores s.- ha
rrar mis maletas y partir hacia C alcuta para c o n o c e el color -
dignado compadecerse, me presta t(^ o lo que es capaz de exacto de los bastones de la señora del virrey. Deseos de
ofrecer a la humanidad exhausta. Mi alcoba se despide de
reírm e como un loco, en China, con el asombro de un
los últimos rayos del sol. que antes ^ irse, visitan el reüato
darín que lee mi nombre, escrito en castellano con tiza blan-
de Dempsey, luego una estatuilla cnselefantina de Penelope,
ca, sobre la Gran Muralla, Deseos de ser lasad o por una
luego ia botella d e whisky, los vasos Cada uno de 1 «
joven impresionable, lívida, roja, en lo más alto de la m ea 1
metros de mi cuarto es un m etro de soledad. Sobr? la mesa del Igopxng-iheA oop, mientras el mundo desaparece y 1« ar* l
hav un instrumento musical, algo asi com o un banjo, hecno
terias, indecisas, esperan la orden d e seguir latiendo. D e se^ 1
con una cacerola d e hierro cruzada por tres cuerdas r ^ a lo
imbéciles, com o nos sentimos todos, un instante, después de i
de Fébx, ex com batiente en un campo de batalla de x-na-
h a b íf olvidado la cartera en un séptimo piso. S i^ t o un
vonne-Soupir. D e las e^fedes p e n d ^ tres banderas dolor en la espalda, un dolor largo, persistente. «Nervioso, rj
triangulares, una de Yale, otra del O iiel College d e Oxford,
nada más que nervioso», me ba dicho Greenwald, que e
otra, no sé de dónde. Dentro de un marco sencillo he puesto
médico, filósofo, poeta. «Te volverás neurasténico como siga» ^
una fotografía d e mujer, una bella fotografía de una mujer
llevando esa vida de encierro, sin expansión, sm luces, sin
bellísima, la que ¡ah! no es ninguna amiga, ni hermana, ni alma». Neurasténico, ¡ah!, neurasténicos son los caballos de
circo, las bailarinas de café-concierto, los multimillOTaiio^
Es simplemente, una actriz de cinematógrafo. Tampoco
Neurasténicos los casados con viudas de tres mandos. Y
podía ser de otro modo. En mi estancia jamás hay un guante
padezco otra dolencia indefinible que me hace reír, entnsl--
olvidado, jamás una cartera con monograma, jamas un pa­
cerme pensar gozoso en la representación teatral, un poco I
ñuelo perfumado, minúsculo; no he descubierto sobre unos
cruda, que veré por la noche y. en seguida, quedarme coo 1
labios pintados, sobre unos párpados violáceos, una nueva
los ojos tristemente abiertos, contemplando una estrella leja­
manera de besar; no tengo en el día una sola hora fragante,
na, detrás de la última chimenea d e la ciudad. Una necesidad
ni mis amigos, en el club, han hallado isunca en mi solapa,
de cantar desesperadamente, de escapar de los silencios trá­
un cabello rubio de mujer. Deplorable soledad cuyo signifi­
gicos. d e las armas- U n ansia de llorar en el interior de un
cado verdadero, cuyo peso, cae lamentablemente sobre el
sobre de pergamino y enviáredo al día siguiente, por el pf*"
único platillo de mi corazón. m er correo, a Gloria Swanson, para que me responda, com­
padecida, mandándome un retrato c « j dedicatoria, un hesO
Aunque la vida no fuera más que una eterna re cm e n cia , manuscrito, una flor... E l amor, ¿qué será el amor? Anofc
aún manejando la hipótesis de que los puebles serán inca­ años blandos, duros, h e aguardado su revelación. Años en
paces de quebrar d ^ nitivam ente la larga espina dorsal de que me he encontrado, indiferente, con muchas escaleras tea
la opresión, vale la pena luchar por esos valores inmensos les, años en que he visto, sin emoción, cinco suicidas extraí­
dos de las aguas d e un balneario aristocrático; añas en qu»
qu» alimentan los sueños del hombre.
Por eso, com batir una tendencia determinada, w apoyo he aprendido a pegar botones sin romper la aguja, sin en­
de una tendencia más amplia, no es una infamia. Aquí, redar el hilo; años en que alcancé a descubrir, triunfante,
Koechlin no ha hecho más que un puro juego d e palabras. verdadero punto del café. Años en que no encontré una h*^
Infam ia-es la que realiza el escéptico cuando tiende a apagar­ medad sugestiva en los ojos de G iace, un temblor en lu®
los entusiasmos que impulsan a la creación, pues este no labios de...
apaga una esperanza, sino la esperanza, que es algo muy dis­
tinto. Si esto se lograra, entonces sí podríamos retroceder.
De io contrario, no. •
<-No creáis que estamos al fin de la revolución— ya expreso ...d e Arabella. De esta misma mujer adorable, toda de
Bakunin— ; estamos al comienzo. Preparémonos.» azul, que acaba d e abrir silenciosamente, temerosa de sobre­
saltarme, la puerta de mi cuarto. D e esta Arabella inconstan­
Emilio M U S E te, rub‘a, insoportable, orgullosa, sn ob, instruida muy puc»

Ayuntamiento de Madrid

CENIT 533

E lla me mira con largo palpitar de párpados. Luego, con


en geografía, absolutamente nada e n historia sagrada y d e­
un ademán displicente, lento: _ .
masiado en francés. , , — Oh—m e dice— , no. No. Usted tiene una habitación in­
Atabella m e tiende su mano enguantada, adopta una pre­ genua, un aire ingenuo, un alma ingenua. Usted m e acom­
meditada seriedad y se sienta frente a mi. eitóefiándome sus
pañará ahora, complacido, porque yo quiero que lo esté, a
medias estupendas, sus zapatos con reIo¡. H abla con voz cla­
casa d e Axel; allí le hará una escena, le dirá que las deu­
rísima, un poco afectada, subrayando graciosamente cada pa­
das de amor, como las de juego, son deudas de honor.
labra Dice bagatelas, bagatelas detrás de las cuales yo sal­
Arabella se h a acercado a mi, sabia, ha puesto su mano
dría como un andarín, d e Hawaü rumbo a V enecia; recone
sobre mi hombro, y mientras espera tiene los ojos y los
con la vista el velador, la psiquis, un proyecto arquitectónico
labios elocuentes. Humildemente hubiera querido para mi
fijado en la pared, cierto esbozo d e H anison Fisher atran­
esos labios húmedos que sorben mis miradas; humudemente,
cado de «Cosmopolitan». Por fin, rie. M e siento vencido.
Pienso honorizado, pesando síntomas, que voy a set presa esos dientes brillantes; humildemente, ese cutis adonde ios
besos, asombrados, han de llegar siempre con timidez.
de alguna timidez; entonces, me pongo de pie, doy d « ,
Ella, de pronto, esboza un gesto admirable. Tom a mtó par­
tres pasos firmes, abro el balcón. No sopla aire, sino una le­
pados, mis párpados cansados, entre sus dedos larguísimos,
vísima brisa caliente, que m e enardece. Arabella me observa
os entreabre y , silenciosa, mira con atención mis pupilas,
sin decir palabra. ,
¡Ah! Está exquisitamente hermosa, excesivamente trwca. cayendo después en una sonrisa.
excesivamente juvenil. Advierto complacido que se me ofrece Querido Virgilio, este briUo de sus ojos... esta luz, no
la exclusividad de unas cuantas poses flamantes, apenas en- se la conocía a usted. ¿Será posible que sea un hom bre tris­
say^ as. Advierto también, con escaso halago, que mis dere­ te, un hombre al borde d e la gran calzada, pensatrvo(... Y
chos de amigo, de humilde amigo, violentados, han cedido el tiene dos, cuatro, muchísimas canas en los aladares, Enve­
paso a mi imaginación. .. jece... ¿No será acaso agradable vivir con usted en una casa
— ¿A qué no adivina usted qué vientos me traen por a q u í.... roja, con grandes jardines y setos interminables en Edim
—Qué vientos, Arabella, qué vientos desconsoladores... burgo, cerca del mar, en la sosegada vecindad de un pá­
rroco? Virgilio, ¿estaré, por ventura, enamorada d e usted:-
—¿Desconsoladores?
—Sí, Desconsoladores, porque h a venido usted con ese traje ¡Bendición de la estancia respetuosa, d e los divanes res­
odiosamente planchado, insultante, a! que no me será petuosos, de la ciudad, bajo los balcones, respetuosa, callada.
tido hacerle, en venganza, la más leve a r r u g a ; des<»nsolado. Siento la m ente fresca, d corazón veloz, la boca entreabierta
íes porque usted es la meior amiga de Axel, mi mejor amigo; en una exclam ación cortada. H e tomado la mano de Arabe­
desconsoladores porque usted no consentirá que yo mire w lla y cuidadosamente, la he sacado el guante, menos suave
sus ojos, extasiado, uno a uno, los cuatro respiradores del que la piel d e ella. Después nos hemos besado en la boca,
techo..., con furia, con lentitud... E l balcón, acogedor, lleno de plá­
—Basta, por dios. H e venido a hacerle una visita espanto­ cemes, nos esperaba.
samente burguesa. H e venido a decirle que Axel y yo he- ¡Pobre dichoso de mil M e h a llegado ei momento de can­
"Ws suspendido nuestras relaciones, que Axel ha perdido su tar a voz en cuello, desde aquí: My daT lin ¿s lo c e ; el niomen-
amor, que actualmente sólo dedica sus versos a la cocklelera, to d i saludar com o a un viejo cam arada al vendedor de
al patrón d e su casa, a los perros tristes y vagabu nd a. Yo diarios d e la esquina, d e nombrarlo mí secretano privado;
para él, no soy otra cosa que un recuerdo fácil d e boirar, el momento d e llamar a aquel cartero obeso, abrumado, de
un estorbo presente... Ahora bien, usted es su gran ^ i g o ; hacerle subir, de mostrarle con gozo la adorable excelencia
'ttbed, el único capaz de piovocar en él, con las palabras, de ArabeHa sonriente, d e ponra-le en la mano un billete de
una escena de malestar. Por eso vengo a pedirle que inter- cien pesos y decirle, alborozado, que la vida es bella, bella,
por mí, que... bella, que m e deje aquí sus cartas para yo repartirlas luego,
—Arabella, Arabella. Me ofrece usted su corazón para que que el viejo rosal abandonado acaba de florecer con una son-
>n la acaricie, yo lo admire, yo se lo entregue luego, listo pecado de leso afecto.
P*ra un mayor amor, a cierto amigo d e lamentable discer­
nimiento. E l suyo Arabella, es un pecado sin nombre, un Eduardo M A L L E A
P*c«do de leso efecto.

Otro inglés habla de España.—E l libro de Gerald despierto para captar algunas de las m ^ tnstós
“ fénan, «La faz actual de España», lo h a dado a realidades de la España actual. Esas realidades h a­
^riocer ahora en castellano la Editorial Losada, cen referencia a la situación económica de obreros
^ Buenos Aires. Hay en el autor como un inten- V campesinos, a l estado lam entable de la infancia
^ destJesperado de ser im parcial, pero sucede que deambulando por calles y plazas, a la presencia
imparcialidad entiende hacer hablar a unos aterrorizante de la Guardia Civil, a los odios acu­
' otros, esos tremendos antagonistas españoles, mulados ante la inju sticia permanente a que vive
sacar una conclusión que fué la del Foreign sometida la población de España en general. Todo
en tiempos de Bevin y la de Prieto en los esto lo h a-reten id o Brenan, y habla de ello con
‘.'uices
» momenf/^c.
momentos de sus0. 1C cabildeos
/.ahiiHpniti con
cnri los enviados am argura Es tal vez lo que salva al libro de ser
rtp • Juan. Políticam ente, pues, el libro carece lo que han sido muchos libros ingleses desde los
tiempos de la No-Intervención. Y lo que hace que
® porque las
ms ideas
lueas políticas
pouucua uc de su
&u autor
auirv* pueda ser leído, siempre que se tenga la capacidad
tau rebatidas por la realidad y hoy le son ya de hacer abstracción de las conclusiones políticas
5i ^Rópicas como la anarquía, por la que Brenan
co t gusto. Aparte este aspecto políti- del autor y de su insistente m anía de presentar a
Utiii- poco consistente, el libro contiene aciertos los españoles como gentes demasiado elementales
‘ úrlos, belleza descriptiva y hasta un sentido y crueles.

Ayuntamiento de Madrid
EL ALTE

l m íim d-ñ d e ÍB á piim-M má \


* ^ * n R R E O que la pintura, lo mismo que la poesía— y decir: «Hay hoy en España, en la tragedia española, mucho
apoyándome en la poesia es como yo puedo más que lo que cabe en los caprichos de Picasso y en la*
hablar únicamente de pintura—no suele sin­ pesadillas monstruosas d e los surrealistas».
cronizar c « j el momento que vivimos, cuan­ Los deshumanizadores se caHaron y a hace tiempo y los sur­
do caminamos sin conciencia propia y nos realistas se han callado casi todos también. E l hombre c*
movemos arrastrados por el impulso d e otras subconscÍHicia y otras cosas más, E l subconsciente estaba en­
épocas o por experiencias extrañas. Y ha su­ tonces alli más a flor d e piel que nunca, empinado sobre
cedido algunas veces entre nosotros que la nuestros hombros mismos, con dos halcones viejos y carni­
dirección d e los artistas n o coincide con los ceros, viendo su hazaña ^tlnva sobre las tierras engrentada*
anhelos ni con los i>eTfiles inmediatos, no ya de España, pero estaban también allí, más vigilantes qu*
del español, sino del hombre mismo. nunca, nuestros ojos, los ojos d e nuestra cara y d e nuestra
E l artista se divorcia entonces del mundo que le rodea y coriciencia, contemplando y queriendo explicarse y entender
acaba por no encontrar tierra donde apoyarse. E s cuando re­ la razém de tanta sangre vertida.
pite los viejos tópicos agotados ya, o de tentativa en tentativa T al vez en la revolución española el subconsciente ha an­
salta de la extravagancia a la pirueta. dado más desenfrenado y sue to que antes, pero también e*
Antes de la re v o lu ci^ españcJa hemos tenido oonvivi«ido cierto que la ccmcieooía expresó más claramente que nunca
casi juntos a unos artistas anacrónicos y unos artistas de lo que quería y por qué luchaba. L a Prensa venal y la p » "
vanguardia. Y tan fuera de la realidad estaban leu unos como paganda mercenaria sólo hablaban d e crimenes y d e moQ*"
los otros. Los artistas anacrónicos, para nuestra alegría y truosidades y guardaban silencio sobre nuestros designios m®-
nuestro provecho, se fueron con los facciosos, y no pueden ditados y sobre nuestros sacrificios esperados. H acían lo mis­
entrar en nuestra historia de hoy n i en la historia española mo que el surrealiano: no querían ver más que una parte
d e mañana. No porque fueran facciosos, sino porque son del hombre. Pero la historia, igual que el arte, es algo nJá*
anacrónicos y pertenecen a uua historia que ya está liqui­ que subconsciente.
dada. Los artistas d e vanguardia casi todos quedaron con Vuelvo a mi tesis, que ya c<»océis, sobre ©1 artista integr*!'
nosotros. Estos artistas eran, y son algunos todavía, los com ­ Pero hablando del pintor, quiero añadir ahora unas palabra*-
prendidos en esa curva última d e más de quince años que E ntre las dos grandes guerras europeas, la que va de 191^
va desde lo que se llamó deshumanización d el A rte hasta a 1918 y la guerra española, más grande tal vez y más se­
las postreras escuelas surrealistas. Maneras francesas las dos, ñera, desde luego, para abrir y cerrar cid o s y periodos his­
o nacidas, por lo menos, d e la experiaicia de la guerra de tóricos en los destínos d e España, nuestra pintura, nuestw
1914-18, que nosotros no vivimos trágicamente. Pecado o c ir­ arte « i general, no ha sido más que una serie inintenumpid*
cunstancia simplemente que luego pagó nuestro arte, porque d e tentativas y deserciones. No h a habido pintores con uo
aquella experiencia dió una sotsibilidad al artista francés mensaje. Hubo pintores maravillosamente diestros en el oí*'
que nosotros n o ganamos y quisimos imitar. L a falsedad de c ío y en la técnica, p « o casi ninguno tuvo nada que d e c f t
todo nuestro arte deshumanizado y surrealista arranca de a los hombres. Los mejores han tenido mensaje, acaso, drt>-
aquí. No porque fuera una importación forastera, com o tan ­ tro d e su propio oficio para los otros pintores, pero no p***
tas veces, sino porque venía sobre todo d e unos hombres—de el hombre, Y este mensaje humano es lo que ha valorad»
unos pintores y poetas— que habían s u i ^ o en una guerra sienqira el arte. Después d e la técn ica y el oficio, «í artist»
d e trincheras, que nosotros no nos imaginábamos siquiera. tiene que creer su mundo. Y en e«e mundo ha d e moverse
Ahora empezamos a entender esto mejor. Ya vamos viendo la intención de su mensaje. L a té ra ica y el oficio no puede*
que el pintor y poeta españoles que salieron de nuestra gue­ servir más que para esto. O, acaso, esta intención misma sub­
rra tendrán una expresión y un lenguaje que no van a al­ consciente sea la que crigine la técnica. Volverán otra ' f *
canzar fácdm ente los artistas del resto del mundo. las actitudes bizantinas y s e volverá a disputar nuevameut*
Deshumanización y surrealismo. Deshumanización eran las sobre e l arte puro y el arte por e l arte. Ya lo sé, pero esW
dos escuelas, porque tan lejos del hombre, del hombre inte­ es io espúreo y lo caduco. Bizancio es siempre decadencia >'
gral, w tá la expresión fría y objetiva del mundo com o la defenderá eternam ente las formas vacías del arte.
expresión subconsciente y primaria. Y estas dos actitudes E l arte n o es más que medio, una manera, una «hert*-
llegarmi nuestros artistas a las puertas d e nuestra tragedia. mienta», sí. Y digo esta palabra sin demagogia. U na hert*'
Pero ap en ^ empezaba la lucha, lo mismo el pintor que el mienta, pero de la misma calidad que la utilizó dios p**®
poeta legítimos tuvieron que abandonar estos armatostes como crear el Universo. E l artista, el gran artista, el artista ante
cabalgaduras limitadas, incómodas, impertinentes. «Hay en todo genial, es creador de un Universo.
el mundo mucho más que lo que puede imaginar la pobre Yo no creo que los grandes pintores sean los que m ejcí
filosofía de] hombre», decía Hainlet en su tragedia doméstica. pinten, ni que los grandes artistas sean los que conocen trie-
Nosotros, dando a esta frase otras dimensiones, podíamos jo r el oficio. Ni creo en d estilo tampoco. N i técnica ni

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 535

tilo. Atmósfera, mundo es lo que tienen los grandes pintores — ¡Fuera d e aquí! ¡Ni un paso más, fuera!
para mi. Mundo, un mundo distinto d e éste en que vivimos, E l hom bre se va asustado, atolondrado, asfixiado casi. Un
pero hecho con substancias encontradas o intuidas aquí aba­ hombre aqui es tan impertinente com o en los dibujos ani­
jo. E l hombre y las cosas entran en este mundo dentro de mados d e W alt Disney. Veláquez se vuelve de nuevo a la
unas leyes que suelen ser exactamente las físicas de nuestro sombra. Y asi hemos recibido el cuadro. Pero yo pienso siem­
Universo en una lógica que no es la euclidiana y en unas pre que Velázquez mismo apenas puede respirar aquí y le
dimensiones y una luz que no son tampoco las ordinarias. veo alejarse, perderse en la oscuridad com o el director de
El hombre no se nos escapa, sin embargo, ni a la abstrac- una farsa d e muñecos que mueve los hilos y me parece que
eión ni a la monstruosidad. E l hombre está aquí, con sus al echarse para atrás empuja con el pie todo el retablo de
posibilidades, siempre más ingrávido unas veces y más pesa­ las enanas, la infantina y d perro, com o diciendo: ¡Ahí está
do otras, pero siempre con sus problemas. Con sus problemas, esol
sí, con sus sueños y c o n sus miserias, Los grandes pintores L a luz magnifica y clarísima no hace más que subrayar
eapañoles no se han desentendido jamás d e los problranas el mundo de Velázquez; e l hombre estái en derrota siempre.
inmediatos del hombre. Problemas religiosos, políticos, socia­ E s un reino bajo, donde la inteligencia humana no florece.
les, revoludcmarios. Y a mi m e da la sensación de que todos E l niño, e l enano, el perro y el idiota marcan la altura ordi­
han aprendido a pintar para subrayar precisamente estos pro­ naria de este cam po de espigas humanas rotas, y que no se
blemas. Para subrayar, para denunciar precisamente estos pro­ logran nunca. E l pintor lo sabe y no es que pinte lo que en.
blemas. crean los pintores su mundo. Todos los grandes pin­ cuentra. Pinta lo que quiere cuando le dejan solo las exigen­
tores crean su mundo. H ay un mundo velazqueño y un mun­ cias de la corte. Y cuando pinta lo qu» quiere, pinta y sub­
do goyesco. Y el G reco y Solana y Souto tienen su mundo raya, además, lo que pinta.
^embién. E ste mundo es la atmósfera donde se mueve su Los críticos d e arte podrían saliim e al encuentro cop las
intención, su denuncia, su mensaje. Todo lo que entra en viejas teorías d el pintor d e la luz y por la luz. Sin embargo,
« l e mundo se tiñe en seguida d e esta intención y lo que yo sigo creyendo que V d áquez aprendió a pintar para de­
oo puede recogerla se segrega, huye, escapa. L o que no sea nunciar nuestra decadencia y la ruina física y espiritual del
pluma y llam a no puede entrar en el mundo ingrávido y hombre. Como Cervantes aprendió a escribir para componer
••ccBidido del Greco. Hasta los elranenlos de contraste tie­ el «Quijote», L a luz en los cuadros d e Velázquez no es más
nen una medida casi alada alil. E l centurión derribado no da que el índice definidor y exegético. ¿O es que los idiotas han
la sensacita pesada de los cuerpos caldos. Hay un viento nacido nada más que para que ciertos pintores los ptaten sin
''ertical. una tromba invisible en este mundo que v a ic e en más trascendencia? Hay un mundo fracasado que el pintor
todas partes a la gravedad d e la materia y la aúpa, la ver- tiene qua pintar, pero aquél que deje más abierta e c su obra
ík»liza, la pone de puntillas y la empuja religiosamente ha- la puMta del comentario y d e la interpretación para que
f'S am ba. Para el místico, el mundo, nuestro mundo, es im ­ entre un poco más de luz en las tinieblas de nuestro des­
perfecto y sus leyes están rotas. E l hombre está eo sazón ya, tino será el que haya pintado m^'or. E sta es el secreto del
y nada tiene que hacer aquí abajo. E l justo y el réprobo han g s iio . E l «Niño de Vallecas», me decía Moreno Villa, que
volar hasta la presencia d e dios para recibir el premio y no es lo mejor pintado d e Velásquez, pero es el retrato más
eí castigo. desolador de toda su galería d e monstruos. Representa a un
E n la atmósfera de Velázquez ya no hay impulso religio- niño deforme, paralítico, idiota; con los resortes de! espíritu
*0 , dinamismo vertical. Una fuerza política es lo que aquí quietos y el cerebro sin riego. Aquí está el hom bre roto y
organizar el mundo. Hay aquí una ley horizontal y malogrado. E l niño se perfila sobre el fondo rojo de un cor­
P*“ da que pretende regir las cosas y los hombres. Todo está tinaje que se abre hacia la mitad del cuadro para mostrar­
quieto ahora. Y ^ hom bre no es más que un fracaso. E n el nos un paisaje severo de Castilla, por donde entra la luz y
del Greco las leyes cósmicas están rotas y el hombre Se entra por todos los rinccmes, pregonando y denunciando
^ e d e más que la m ateria. Aquí d que está roto es «1 hom- nuestra injusticia y nuestro abandono. S e queda roja sobre el
la materia le vence. Idiotas, enanos, locos, cuerpos pe- cortinaje destacando valiratem ente la deformidad infantil del
cabezas hipertrofiadas. N i e l asceta ni e l hombre ordi- idiota. E s com o un grito agudo todo ese medio fondo. Lue­
siquiera pueden respirar la atmósfera de este mundo, go, la luz se escapa al cam po abierto para ofrecem os las
tengo una c^inión personal d e «Las Meninas», que tal fuerzas d e la naturaleza y e! horizonte sin limites. Allá lejos
xcz a los pintores y a los críticos que m e lean les haga reir. está dios esperando stn prisas a que nosotros enderecemos
« o la voy a exponer, sin embargo. nuestros yerros. Este problema lo subraya aún cien veces V e­
en los desvanes altos d e! palacio, trabaja Veláz- lázquez en sus enanos, e n sus bufones, e n sus locos, para
supongo yo que vive casi siempre solo, como un decirnos siempre: ¿Quién h a hecho esto, quién h a dado vida
^ P ^ a n t e , ¡ejos de las gentes y de la corte misma. Allí a estos monstruos, por que hay seres así en el mundo?
su estudio y su laboratorio. Allí es donde crea sus ¿Quién los ha engendrado? ¿Nuestras pecados o el signo fatal
y su atmósfera. Una atmósfera donde sólo pueden de las estrellas?
y r a i z a r ciertos seres humanos. Ahora, en el momento, E n todo retrato tiene q u e haber una interrogación y para
trabajando el pintor sobre su gran proyecto «Las Me- marcar esta interrogación aprende e! pintor a pintar.
Todo está y a casi terminado. E s un mundo de seres C oya entra en una España más decadente aún. E l espa­
'uia infantina, unas azafatas enanas y un perro ñol vive ya sin leyes religiosas ni políticas. Ni iglesia ni
“*“8*11000. realeza, L a religión es un mercado y la corte una mance­
hcMb **** “ tundo de «Las Meninas» todo está quieto y el bía. E l español, para salvarse, se olvida de su historia, se
Se h a parado. S e h a parado para siempre en su pro- acoge a sus principios ibéricos y vuelve a los viejos instintos
m ®'’^ u fi''o . Todo está retrasado y fijo, mental y física- del clan. No hay leyes horizontales n i verticales y aparece el
mniD» I ° j - “ I ^ u e ñ o , infantil, instintivo y nada puede caos en la pintuia, en los temas de la pintura, quiero decir.
t a ii las dimensiones de inteligencia y de volumen eo que Nuevos monstruos humanos empiezan a caminar por los cua­
°^^nizado el cuadro. E l perro cabe en este mundo, pero dros. Y las leyes del caos y de la desesperanza son las que
determinan el mundo de Coya,
Vh *• Goya es el m ejor documento del com iaizo de nuestro úl­
jg j *qu i que ahora, cuando todo está terminado, un cor-
‘inpertinente, tal vez un recadero de palacio qu© trae timo periodo d e decadencia, que dura más d e un siglo, y
íundo 4 e l rey para el pintor, abre la puerta de! que se cierra con las pinturas de Solana, con los esperpentos
eci,, ^ quiere entrar. Veláquez lo detiene y lo echa. Lo de don Ram ón Valle-Inclán y con la atomización gregueria-
en seguida. na d e la obra de Gómez de la Sema.

Ayuntamiento de Madrid
536 CENIT

España se h a ido desorganizando, desaglutinando, descom- bre de mañana. Todo va hacia el hombre en este mundo y
ixjniendo, atomizando para terminar en polvo. Polvo, pcJvo nada es el hom bre todavía. Es un mundo dramático, ululan­
sucio es toda nuestra vida y la nación que nos dejan en te y sanguinario con una bandera d e esperanza clavada en
mano al comenzar nuestra tragedia. Y ahora no nos queda todas las tierras rojas de sangre, donde se ha enterrado la
más que esta pregunta: Y este polvo sucio, ¿es polvo infe­ sem illa revolucionaria.
cundo también? M irad ese cuadro. E se parece un descendimiento. E s el oue
Los revolucionarios dicen que no. Algunos poetas españo­ aparentemente tiene más reposo y donde más se acusan los
les decimos que no. Y Souto, el pintor Souto, dice también perfiles. Sin embargo, en él convergen dos ráfagas contrarias y
que no. Que aquel puñado de tierra molida y sucia que es violentas. E n él respiran y viven aún dos mundos, dos clases
nuestro único legado, no es una tierra estéril, pero que ne­ de hombres empujados por vientos enemigos entre sí. Uno,
cesita un riego d e sangre y unos vientos huracanados que el que se ¡leva hacia atrás, a su origen primario y animal a
levanten y lleven a los hombres por los aires y los hundan los dos guardias civiles y al escribano porque no quieren ele­
en el suelo como sem illa de esperanza. varse ni cam inar hacia adelante, E l civil d e la izquierda del
cuadro es casi un gorila, ya que se vuelve a la sombra del
Souto es el pintor de un nuevo cielo. D e un cielo de re­
bosque, de donde qació, para vergüenza d e la vida, que se
construcción en el que va a comenzar otra vez nuestra ha­
toma remisa, reaccionaria, retrógrada e n estos seres miedosos
zaña milenaria que repite sin descanso la esperanza ilimitada
ante los nuevos problemas de la conciencia rejuvenecida. El
del hombre. Estamos en un mundo donde las esencias pri­
escribano es un personaje ruin, singularmente desdeñado y fla­
marias y virginales siempre gritan, y se mueven queriendo
gelado por los artistas gallegos. Souto le pintó primero con
organizarse d e otro modo. Estamos en un mundo de ráfagas,
una chistera y con un indumento del siglo X IX . D ebió de­
de vientos arremolinados, que se levantan en tromba, sacu­
jarle así, perdido ya en un anacronismo y caminando hacia
d en los árboles y empujan al hombre hacia rutas descono­
cidas, E s un mundo d e agonía, de lucha. D e tránsito, de su casa, hacia la caverna. E l resto del cuadro está movido
lodo hacia adelante por á viento d e la esperanza, de4 marti­
espera. Algo va a nacer. Es un mundo de sombra y d e al­
borada, Se van muchas cosas para siempre en esta tierra v rio, d e la sangre y del llanto. U n cristo y mujeres que llo­
empiezan a nacer otras. Y todo anda borroso y sin definir ran. Sem illa y riego sobre la tierra seca y molida que hemos
todavía. Nada está acabado aquí. Y los cuerpos aparecen sin heredado...
Y o mismo, en este retrato, no soy más que un poeta de
limites precisos. L o que hoy es de este modo, mañana va
a tener otro contorno. Algo vibra dentro de las formas qu® tránsito y esperanza. M i voz aún no es nueva y mi lenguaje
las muestra sin silueta y temblorosas. Todo está germinando no es tampoco el que ha de venir. No soy más que la se­
m illa de un poeta que apenas empieza a romper la costra
y en proceso doloroso de cambio. Se anuncia un parto. Hay
primera de la tierra. U na promesa, Mañana, detrás d e mi,
sangre y gritos de viento encolerizado. ¿A dónde van y de
detrás de nosotros, vendrá la palabra y la canción madura
dónde vienen esos segadores d e las hoces levantadas entre
que todos estamos ayudando a florecer.
la interrogación de los molinos?
Van a abrirle camino al hombre, al Hombre nuevo, al hom­ León F E L IP E

E l a r te n o h a p o d id o m ed ra r nunca sin o en p u e b lo s li­ H a b ló alU m ás a los sen tid os q u e a l corazón ; a q u i m ás ol


bres, E n tre ¡as c iu d a d es d e G recia es c o g ió A tenas; e n R om a corazón q u e a los sen tid os. P in tó e n una y o tr a p arte
lan g u id eció y m u rió p o r h a b e r s id o en treg a d o a los escla- divin idad, p e r o no a im pu lso d e la s mismas ca u sa s; a<j"*
coa. R ev iv ió a l sentir h erid a su fren te p o r la luz d e l ev a n ­ la pintó m o v id o p o r un a aspiración g en era l p u ram en te mís­
g elio. C a y ó b a jo la m an o tiránica d e l sa cerd ocio y retro­ tica; oUi p o r u n a asp iración n a cion al p u ra m en te estética-
c e d ió ; f u é pu esto e n lib erta d por las cru za d a s y a d ela n tó a F u é allí individu al, a q u i so cial; re tra tó a q u i la hum anidad,
pasos d e gigante. F td to d e asüo, se a c o f f ó a la som bra d e alU e l h o m b re. N o en co n tró olí» m ás q u e p u e b lo s sensualés
las rep ú b lica s d e Ita lia . Saltó d e ellas, p er o cu an d o es ta b a ij f-ué sensual; en con tró a q u í p u e b lo s q u e fija b a n constante-
y a ex p iran d o el feu d a lism o , cu an do em p ez a b a a respirar m en ie sus m iradas en e l m u n do fu tu ro, d o n d e só lo gaber-
e l m undo. P en etró e n E spaña, e n F ran cia, en A lem an ia; liaría e l am or, y lucfur p o r re p ro d u cir e l espíritu, aun an­
volvió la esp ald a a Rusia, dividida en siervos y señores. tes d e h a b e r d o m in a d o la m ateria. L leg a ro n p o ra él, en unO
E l a rte e s hijo d e l sentim iento, q u e rep ro d u ce, p o r con­ y o tro p erío d o , m om en tos d e d e c a d e n c ia ; p e r o ¿cuándo?
siguiente, la v id a in terior; q u e h a d e se r y es, en últim o C u an do d e jó d e ser e c o d e los sen tim ien tos q u e le daban
resu ltado, e l re fle jo d e las é p o c a s y d e los p u e b lo s en q u é v ida, cu an d o s e setu u alizó en E u ro p a cristiana y se em bru ­
vive. F lo r e c ió en ¡a an tig ü ed a d b a jo e t entusiasm a p a trio y te c ió e n los an tig u os p u eb los, c u a n d o p o r n o crear, repro­
d e l a m or a la b e lle z a . En la E u ropa cristiana, b a jo e l sol d u jo. N o sólo p u d o en ton ces d eca er, sin o m orir.
d e una religión q u e v in o a es ta b le c er la fra tern id a d univer­
sal y a reju v en ecer un a so c ie d a d yo próxim a a l sepu lcro. PI Y M A R G A LE.

Ayuntamiento de Madrid
A stron om T a e le m e n ta l

D
\ contem plación de las estrellas despier­ La Ciencia de los astros no se ha desdeñado ni
ta en el hombre prim eram ente admi­ discutido jam ás, siempre h a sido respetada, admi­
ración, porque son belleza, después gra­ rada, cultivada y am pliada sin cesar, porque cada
titud, porque son utilidad; finalm ente vez h a sido m ás útil y necesaria a la obra humana,
amor, porque son fieles y constantes- tan to bajo el punto de vista m aterial y práctico,
Los primeros hombres se supeditaren c»mo bajo el punto de vista especulativo, m oral y
a ia Naturaleza por su serenidad y su simbólico. Y , a través del tiempo se crearon apa­
grandeza. E l esplendor del día y la so- ratos, manuales y fijos, transportables e inamovi­
lernne calm a de la noche, tuvieron por bles. Se escribieron sus normas y principios. Se fun­
cojfccu en cla, form ar, en el fondo de las daron estudios y se editaron libros. Tomó cuerpo
almas n a c ie n t jp e l primer sedimento de su propio soberano de Ciencia lo que empezó siendo_ un sim­
poder,puesto que de una manera reflexiva Ies ma.r- ple motivo de curiosidad. De la Astronomía se de­
caba la norm a de su vida, y la senda de su porvenir, rivan hoy todas las ciencias, incluso la Biología,
y ellos lo comprendieron. con su «origen de las especies» en tre las que figu­
La primera vez que pudieron comunicarse los ha­ ramos los hombres. Y en la tierra misma, impre­
bitantes de uno y otro hemisferio, se hallaron fren ­ so en sus rocas, en sus minerales, en sus aguas, se
te a la mayor de las interrogantes respecto a los puede observar hoy el trazo enérgico y poderoso
bechos naturales. L a diferencia de la cantidad y de la vida colectiva del universo desde siempre.
disposición de las estrellas que lucían en la bóveda Los marinos han sido h a sta .e l presente los más
negra de la noche, el contraste de las estaciones obligados cultivadores de la Ciencia Sideral, porque
*istronómicas y meteorológicas, así como la varie­ en los desiertos de agua, ya mencionados, son los
dad de duración del día y de la noche en los dife­ astros los únicos puntos de referencia o.ue tienqn
rentes puntos del planeta, les eran sorprendentes los viajeros, puesto que las m ontañas líquidas son
revelaciones. siempre desiguales, sin orientación fija, fugaces. En
Otro hecho asombroso debieron observar: la sali­ la tierra, a l menos existen los hitos de roca, los
da y puesta del sol de dia. y la salida y puesta de picos de las montañas y las form as geográficas que
inedia docena de estrellas, de noche, m ientras las nos guian.
nemás, incontables en número, estaban solamente Pero acaba de nacer otra navegación, la aérea,
dotadas de un suave y majestuoso movimiento de que bogando por encima de las m ontañas ve apla­
rotación, sin esconderse jam ás por debajo del ho­ narse éstas como leves trazos que no sirven para
rizonte. orientar ni de noche ni de día, y la aviación ha
El orden, la armonía, la exactitud, la invariabili- puesto sus m iradas anhelantes en las estrellas y
dad, reflejados en la superficie de la Tierra, en las en el Sol. que es una estrella más. para guía y fija­
c^tumbres de los animales y en la vida de las ción de sus caminos aéreos, m ás difíciles au n de
Plantas, debieron in trig ar sus espíritus inquietos e seguir que los de agua y los de arena frecuentados
incitarles a buscar las'cau sas de tan tas maravillas. hasta ei presente.
EueEon los pastores, y en conjunto todas las per­ Las estrellas son siempre herm anas cariñosas y
dona* dedicadas a Ies trabajos del campo y de la serviciales de los hombres en general, no tienen
^hstrucción, las que tomaron las normas de la ac- cambios ni veleidades, informalidades n i engañes
tivldad de sus vidas, del rodar de las estrellas, o con lo que son símbolos de lo que debe ser nuestro
las que leyeron las bases de la vida que les re- carácter.
en los signos luminosos, destacándose sobre el
‘onOo negro del infinito misterioso. Y el ritm o de
^ Producción ágricola, y la orientación de las vi­ Tengo en las manos un libro del capitán de fra­
viendas a l aire libre, y el emplazamiento de los gata Pedro Sizaire titulado «El Guía de las Estre­
lemplos, y la form a de las ciudades, se fueron mo- llas», abundante en dibujos y redactado en ícrm a
aelando de acuerdo con el sutil y elocuente man- sencilla para que todos puedan aprender fácilm en­
fie los astros. te a conocer las estrellas y fam iliarizarse con su
Más tarde nació la navegación que es el viajar trato y con su utilidad. Yo bien quisiera traduciros
ppr los desiertos de agua, y aun en los desiertos todo el libro y haceros conocer todos sus preciosos
V arena, se encontraron los hombres, que los as- mapas, pero siendo imposible m e lim itaré a daros
sav,^ eran sus únicos orientadores y guías, y se pa- cuenta de lo esencial de una obra tan Interesante.
,®ban unos a otros sus fórm ulas y observacioiiss, Lo primero que gusta a un estudiante de la bó­
t ®Pfio ello la base de la Astronomía, la que nacía veda estrellada es distinguir los ocho astros de
R ie n d o bien sembrando la fraternidad, el interés nuestro sistema planetario (exceptuando la Tierra)
'fi-Po, y la gratitud) a manos llenas. de lo que llamamos estrellas fijas. Dichos astros

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538 C EN IT

no centellean como las estrellas fijas, se ven fácil­ que se h alla sobre nuestro horizonte, y existe el
mente desplazarse y sus discos se acusan con sólo hecho de que la mayoría de las más brillantes s e .
observarlos con unos gemelos de teatro. Además ven sobre la Via Láctea o cercanas a ella, la cual,
no nos es difícil el localizarlos porque se apartan en sí. ya contiene incontables billones de soles, que
muy poco de la Eclíptica o trayectoria del Sol, y los vemos en form a de polvo brillante.
no se encuentran nunca fuera de las 12 constela- Se han hecho listas de estas estrellas de mayor
cienes zodiacales. brillo y las que podríamos llam ar de primera mag­
Las estrellas ostentan sus colores particulares; nitud. no pasan de cincuenta.
las hay azuladas, como Canopus, Vega, Régulo y En cuanto a constelaciones, las que están for­
.Altair. B lancas, como Sirio, y La Espiga. Amari­ madas por estrellas de todas las magnitudes visi­
llas doradas como Prooión, Polux y la Polar. Ver­ bles sin aparatos, se cuentan 89, siendo 29 las bo­
des come Castor y Rigel, y rojas como Betelgeuse, reales, 13 las eclípticas, y 47 las australes.
Aldebarán y Antares. Ahora bien, la belleza soberana de estos estu­
Estos colores son sumamente im portantes en fí­ dios prácticos, consiste, en que no pueden efectuar­
sica sideral, pues corresponden, ellos y sus m ati­ se bajo techado; en casa, en Academia ni en Mu­
ces intermedios, a los distintos periodos de naci­ seo, sino en lo que llamamos «aire libre»; mejor
miento, vida y muerte de los astros, esos colosos, sobre una prominencia del terreno y siempre en
al parecer inm utables y eternos y sin embargo su­ plena noche. Hagámoslo asi. Solam ente la contem­
jetos, como nosotros, a la fatalidad de las tran s­ plación de la bóveda estrellada en plena Natura­
formaciones. leza acompañados de seres afines en elevación es­
piritual nos producirá felicidad infinita y placer
selecto. Viviremos, volará nuestra alm a desprovis­
E n cuanto a las distancilas astronóm icas, hay ta del lastre de la vulgaridad y seremos meiores;
una escala popular que ilustra mucho en este sen­ que es en definitiva la misión de la A e n c ia : Ver la
tido, si tenemos en cuenta que la luz recorre en Naturaleza grande y los hombres ^ p n in u tos. Este
im segundo de tiempo 300.000 kilómetros en el es­ criterio se m aterializa y evidencia mirando a nues­
pacio. Y> se c u e n ta : tro compañero con auxilio de un telescopio, de
P ara la Luna: por segundos un anteojo de larga vista, o simplemente con unos
P a ra el Sol y los planetas próximos: por minu­ gemelos de teatro. Visto p e r el lado ancho del ins­
tos. trumento oue supondremos el extremo del orgullo
Para los planetas alejados: por horas- y la superioridad, lo veremos pequeño y alejado,
P ara las estrellas: por aflos. pero si lo observamos por el lado estrecho, por el
Para ios grupos estelares: por cifras de 100 a ocular que significa el lado de la modestia y la
iO.OOO años. realidad, lo veremos inmenso y próximo, que es
P ara las nebulosas en espiral: por millones de como se funden los tiernos sentimientos, durade­
años. ros y eficaces, las firmes amistades, y los laz:.s
Las teorías modernas hacen retroceder los limi­ inouebrantables del ideal eterno.
tes del Universo conocido a varios billones de años He aquí un aspecto más de la belleza de los ca­
de luz minos siderales.
L a cantidad de estrellas observables a simple
vista es de unas 3.000, .situadas en la semi-esfera A lb e rto C A R S I

Los astrónom os, los gfólogos y otros sabios que estu­ El S o l, incandescente todavía, es mucho menos ardien­
dian la F ísica , h a n podido proporrionarnos cierto s datos te que an tes, y evoluciona m ás len tam en te y continuara
sobre el origen e h isto ria de la T ie rra . E stim an que en enfriándose y frenando su m arch a. La velocidad de los
un le ja n o pasado, el Sol no era m ás que una m asa de m ovim ientos terrestres decrece tam bién sin cesar. E s de­
m ateria incandescente girando sobre si m ism a, un brasero cir, que nuestro dia te rre stre aum enta a medida que des­
com pacto de calo r y de luz. D icha m asa era m ucho más ciende lentam ente el calor c e n tra l de la T ie rra , E n algún
v asta que en la actualid ad ; se h a lla b a dotado de un mo­ tiem po la duración del día e ra la m itad o quizá un tercio
vim iento de ro ta c ió n mucho m ás rápido, y es de e lla que de lo que es actualm ente. U n hipotético observador hu­
se desprendió u n a serie de fragm entos: uno grand e, la biera podido con tem plar, m irando al cielo, un Sol tórrido,
T ierra; otro pequeño, la Luna, silenciosa y fr ía hoy. mucho m ayor que el actu al. Tiem pos vendrán en qu*
Los astrónom os aportan razones convincentes en apoyo cada dia será de ta n ta duración ccmo nuestros actúale^'
de la opinión de que el S o l, la T ie rra , la L una y todo años; y en que el S o l, en proceso de en friam ien to, despo­
el sistem a solar fueron e n esa época impulsados a una seído de sus rayos, perm anecerá suspendido e inm óvil e "
velocidad mucho m ás considerable, y que a l ‘principio el espacio. '
iiiiestrc globo no e ra más que un cuerpo inflam ado sobre
el que ningún género de vida era posible. H. G . W ELLS.

Ayuntamiento de Madrid
c ENCIA E niEa l a c y b e r n e t i c a
en la producción futura
.solución satisfactoria, permitiendo una rcadaptación rápida a
- . 3 E S D E la guerra planetaria, la técnica tiende a
la situación determinada por un estadio de perenne evolución
V conmover todo el sistema de la producción
industrial y agrícola, con sus infinitas apli­ del saber humano. .
caciones a base del poder magnético d e la ¿Puede el hombre ser victima de su propia vida.
E n el sentido del mal, el instinto de co^ ervación , propio
electricidad.
en la persona del más sabio entre los sabios, perm ite terror
Cabe, pues, preguntarse lo que será el hom­
un mínimo de confianza en una reacción favorable en los
bre en la sociedad si ese proceso de evolu­
hombres de ciencia. Esos hombres dedicados a la investiga­
ción técnica no c o n e pareja con una profun­
ción científica, si no acoplan sus actividades con las acti­
da transformación de la condic.ón humana.
vidades de sus auxiliares los obreros, también serán relega­
La revolución c y ^ r n é tic a reclama una aten­
dos a una vida de automatismo mecánico, condición deni­
ción y un estudio sobre lo que debe ser el sistema de co- grante para quien se ere,' un ser de inteligencia superior.
lirdinación económicosocial en la vida de los pueblos. Si el
S i el tecnicismo en todo esplendor radia destellos de “y*®''"
dirigismo persiste en la «racionalización» de la vida como
te, ¿por qué no puede ser signo de bienestar y de felicidad?
lo inician los técnicos, el hombre en si, como trabajador,
E s aqui donde radica el nudo gordiano d e la cuestión so-
no será más que monigote esclavo del «tobot». cial. Y la solución e s una condición de voluntad, nada
E s evidente que la técnica, rebosante de un egoísmo ma­ que de voluntad; si los técnicos de no importa qué especia­
terialista, im plica condiciones nuevas en el sistema de pro­ lización pueden dar libre elucubración a su materia gris, no
ducción. Unas condiciones de atrofiamiento en el e jítcicio es menos cierto que necesitan del concurso del músculo. E n ­
de las funciones mentales, aparte el núcleo de privilegiados tonces, como obreros, los futuros reclutas del ejército del
del sistema estático que forman la legión de los nuevos aris­ hambre, es hora que reflexión .“n y piensen en su propia de­
tócratas del dirigismo técnico. E l resultado será un cúmulo fensa del derecho a la %ida, negando su cooperación a los
de consecuencias graves e insospechadas en la persona de los que no se consideran sus iguales, puesto que sólo tienen
productores manuales a pesar de que se augura realizar ma­ interés en perpetuar la desigualdad social.
quinalmente todas aquellas tareas semiautomáticas efectua­ Pocas palabras son suficientes para afirmar, sin jactancia,
das sin necesidad de especialización técnica. que las aplicaciones técnicas que se incuban en los labora­
Esas máquinas suplantadoras d e la mano de obra, ..unas torios de investigación científica, serán lo que proyectarán
«wcebidas y otras en estudio, han empezado a construirse los p ro d u cto res organ izados a l m argen d e to d a tu tela está ­
esta última década. tic a o d e p olítica. No han sido superadas ni las ideas, ni las
Pensando en lo que representa la energía nuclear, -'i organizaciones antiautoritarias que dieron nacimiento al sin­
«plica en la producción, puede vislumbrarse lo que sobre­ dicalismo revolucionario com o expresión económica de la
vendrá en la vida social de los pueblos técnicamente evolu- sociedad comunista libertaria.
riionados. Los efectos serán perjudiciales a la clase trabaja­ Siguiendo la evolución inventiva e n la ’.ía que conduce a
dora durante un período de difícil cálculo, porque ni el E s­ la «cybem élíca», Paul L . Bret, dice:
tado, ni los financieros se apiadarán de la masa privada, twl
tecurso de alquilar sus brazos al mejor postor. U na idea de «Sin remontarse en la noche de los tiempos, por trazar
*sa situación se deduce por simple deducción histórica d e la un conjunto del progreso en uo orden solitario, puede de­
••rtividad humana, desde que empezó la domesticación del ducirse que e l origen de los aparatos revolucionarios en
caballo, pasando por la rueda y llegando por la máquina de cuestión se encuentra en la máquina de cálculo de Blaise
vapor hasta la potentísima dinamo, en cuyo proceso se re- Pascal. S«nejantes aparatos son mecánicos. Sus ruedas al­
cja una permutación gradual del esfuerzo muscular por menadas con diez dientes, se comandan unas y otras, en for­
*fiaptar los órganos al conjunto mecánico, base de ia explo- ma de sumar los signos de la numeración decimal. E l prin­
~ci6n manufacturera e industrial. Todo ciclo de esta evolu- cipio de base, es, en efecto, que toda operación matemática
c’ón mecánica b a producido un caos económico en los ho- es susceptible de convertirse en una serie de sumas. De he­
Sares humildes de los productores. Hoy, e! problema técnico cho, las máquinas al principio no efectuaron más que la suma
tiene solución de continuidad, en el sentido de elevación y la sustracción, ésta por el método del complemento a 9.
^ jp r o c a del bienestar generalizado a toda la colectividad Una multiplicación consistiendo en sumar el multiplicando
humana, mientras queden en pie los pilares del Estado— ex- con el mismo tantas veces como el multiplicador contiene
Presión autoritaria en todas sus formas y sistemas— y las unidades, se consideró demasiado extensa hasta el día en
del sistema d? propiedad individual- que Lelbnitz inventó el tambor de dientes desiguales, co­
gradual carrera en que se transforma la industria, ad- rriendo sobre su eje, a manera de engranaje sobre ruedas
qu'ere un volumen indefinible d e profundas inquietudes mo- dentadas, lo que redujo considerablemente el proceso ope­
e indesdeñables para el anarquista. L os problemas del ratorio. En cuanto a la división, se hizo por sustracciones
®®’cismo en la parte substitutiva de brazos, fatalmente— si sucesivas del dis'idendo, sin que la suma de las retenciones
j so produce la revolución social— creará una miseria, cuj^a adquiera la automaticidad deseable.
^ p litu d y naturaleza impiden remontarse en el pasado co- «Todo.s estos principios se hallaron en la máquina eléc­
1 n i’dio de tener un punto d e partida con miras a una trica en la cual el movimiento de la rueda fué reemplazado

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por el paso breve de una corriente. L a suma de las impul­ »Los aparatos ya descritos no son autónomos. Ellos ejecu­
siones reemplazó la de los dimites metálicos, operación que tan el programa preestablecido. Al contrario, los mecanismos
se hizo primero por el intermedio de alternativas d ectro- cybem éticos superiores los que constituyen realmente el ob­
magnéticas en la máquina d e Mark, constm ida en 1943 por jeto de la nueva ciencia, disponen de autonomía en, el escoger
el americano Aiken, profesor a Harvard. L a ganancia de de los medios por alcanzar el «objetivo» que les ha sido mar­
iiempo fué considerab e y el proceso sumativo dejó asi de cado por el constructor. E n tre ellos— además de la famosa
representar un contratiempo para la máquina- Por demás, máquina para jugar a!| ajedrez— , lo más curioso es la tor­
la dimensión y el coste de sem ejante aparato prohibieron tuga eléctrica de Grey W alter, y el sensacional homeostato
considerarle d e otro modo que como instrumento de labo­ de Hoss Asbhy.
ratorio. »Bajo su concha animal, la tortuga es un triciclo cuyas
) Un in\ento capital debió abrir perspectivas más amplias: motrices traseras y la rueda delantera con dirección son accío-
el tubo electrónico. Combinado con el amplificador permitió nadas en el comando por una célula foto-eléctrica situada en
e l control d e corrientes y d e potenciales considerables, m e­ la cabeza. E l aparato se mueve según la intensidad de la»
diante corrientes y potenciales de poca densidad. L a inercia luces que percibe, yendo hacia la luz viva o hacia la pe­
del metal en movimiento en las alternativas se reemplazó por numbra, según la débil o fuerte carga de los acumuladores.
la ausencia de inercia propia a los simples fenómenos ondu­ ;>Dando vueltas alrededor de los obstáculos para llegar al
latorios. objetivo, el pseudoanlmal posee aparentemente la autonomía
»Con ello la máquina dió un enorme salto hacia adelante; de un ser viviente.
en primer lugar, en las operaciones sucesivas, el factor tiempo »Sin pretender hacer ilusión sobre su naturaleza metálica,
se convertía prácticam ente en poca cosa, puesto que el tubo el homeostato de Asbhy es un aparato compuesto d e cuatro
electrónico puede «tratar» cerca de u n millón d? impulsio­ elementos, que restablece toda ruptura d e equilibrio. Para
nes distintas al segundo. Segundo, ella llevaba una solución llegar a ello, éste procede por tanteos, escogiendo y variando,
satisfactoria al problema de la «memoria», el obstáculo ma­ si es nec3sario, los actos propios para alcanzar el objetivo
yor con el c u é J topaba hasta el preserte el progreso del propuesto. La regularización d e los equilibrios es, com o se
cálculo llamado mecánico. Sabe, una de las características esenciales de los organismos
»En las máquinas electro-magnéticas, la memoria, y ma­ vivientes, y el homeostato lleva a ese problema mayor una
yormente los letengos, sg encuadraban en una tira de cartón- solución com parable a la haUada por la naturaleza.
E sta h a sido substituida en los recientes aparatos. Y notable­ «Estos progresos han chocado tanto con los espíritus al ex.
m ente en la EN IA C americana, por tubos electrónicos, la tremo de calificar las realizaciones electrónicas d e «máquinas
onda correspondiendo a la cifra a guardar camina, a 300.000 pensantes». No es verdad más que en el limite trazado por
quilómetros por segundo, entre dos cuarzos, terminando un el hom bre a la invención, y en vista del resultado final que
tubo de mercurio. Llegando bajo forma eléctrica, la onda se le ha fijado, Ciertamente, es concebible hacer efectuar a es­
transforma por e l primer cuarzo en forma sonora, para vol­ tas máquinas unos razonamientos tales como silogismos, a
ver a su primera naturaleza a través del segundo cuarzo que condición de escoger unos símbolos apropiados, y establecer
la d¿vuelve al primero, y asi de continuo. E l recuerdo es. los circuitos d e manera a satisfacer las reglas de la lógica.
pues, disponible a todo instante en el interior del tubo. Otros Pero antes de hablar de verdaderos seres, existe una laguna
procedimientos bastante diferentes, pero todos a base de pro­ que debemos guardar de franquearla.
piedades electrónicas, han estado o están en curso de ser »Las máquinas n o se crean, no se reparan, ni se reprodu­
puestos a punto. cen ellas mismas. Tampoco establecen sus programas, ni fi­
»U n sabio francés. M . Couffinal, director del Instituto Blai- jan ellas mismas su objetivo. No tienen capacidad intuitiva,
se Pascal, h a construido, y está perfeccionándola, una má- ni de suposición, ni de negativa, esa última forma d e la li­
(juina m is simple que las precedentes. E n lugar de operar bertad. Su dominio es el de los actos automáticos del pen­
sobre el sistema decimal, el aparato utiliza el sistema llamado samiento, con exclusión de toda verdadera creación. E l hom­
binario, que sólo reclam a dos símbolos, el cero y el uno, gra­ bre conservará solo la facultad soberana de poner los pro­
cias a ello el funcionamiento es fundado sobre el principio blemas. Pues, encontrándose la solución e n el enunciado, en
bien conocido en electricidad del «todo» o «nada». La aper­ muchos casos no es más que un trabajo de esclavo. L a libe­
tura d e un circuito corresponde entonces a cero, y su cierre ración de las labores automáticas perm itirá a la inteligencia
a uno, o viceversa. consagrarse a la creación lo que es verdaderamente su con­
» L a simplificación es inmensa; el número de operaciones se dición,
llalla ciertamMite aumentado, pero la rapidez con la cual »La conjunción de los mecanismos de programa, de m e­
ellas se efectúan es tal que la ganancia de tiempo es im­ moria, d e lectura, de «feed-back», permite, pues, concebir
portante. que en principio, la mayor parte d e las tareas automáticas
»Además del dispositivo de la memoria, otro órgano esen­ pueden efectuarse por las máquinas, y que los limites del
cial d e las máquinas d e calcular es el «programa». E ste re­ automatismo son susceptibles d e ser retrocedidos.
presenta la continuación y el orden de las operaciones que »E n su obra C erveaux G éan ts, Edmundo C. Berkeley, des­
el hombre h a prescrito. Registradas antes sobre una tira de pués de haber expuesto todos los cálculos que harán las má­
cartón perforada, el programa lo es boy sobre un hilo mag- quinas en lugar de los matemáticos, en los laboratorios como
netizado- en fábricas, enumera las demás tareas que pertenecen ya al
vEsta evolución técnica h a dado nacimiento a una nueva dominio de las aplicaciones electrónicas.
ciencia; la «cybem ética», así bautizada por su «píormier», el »En primer lugar figuran los archivos, el repertorio de los
americano N orbet W iener, según la palabra griega que sig­ conocimientos humanos. Nadie puede actualmente pretender,
nifica «tomonero». como el humanista del Renacimiento, poseer la suma del sa­
» S ? puede definir esa disciplina com o siendo la que se ber de su tiempo. L a máquina dará al hombre esta posibili­
ajusta a los mecanismos autogobemados, es decir a los que dad. E lla recordará perfectamente lo que le habrán enseñado
en curso de ejecución, modifican por su propia voluntad sus los especialistas de cada disciplina. Sólo hará falta pregun­
actos, al objeto de obtener el resultado final mejor. E se re­ tarle, y contestará inm ediatam e'te de manera completa y
sultado se obtiene por un dispositivo dicho «feed-baek». Las segura a la pregunta,
correcciones subsiguientes a la operación en curso son, en »E1 mismo autor expone después cómo funcionan los m e­
las máquinas electrónicas, por circuitos reactivos interviniendo canismos automáticos que estenegrafian, dactilografían, tra­
sobre el circuito principal en función de las últimas «infor­ ducen verbaimente o por escrito, un texto de una lengua a
maciones» registradas. otra. También describe el «direcciógrafo» (adressographe).

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nazados de paro intentaron romper las máquinas que iban a


al cual un servicio comercial puede pedir la lista de los sustituir a un cierto número d e ellos. D e hecho, el desarrollo
clientes susceptibles d e interesarse por una nueva produc­ técnico fué tan general que abrió a la mano de obra nuevos
ción el cual selecciona los nombres y busca las direcciones campos de actividad al tiempo en que los a n tig u » se re­
entregando los sobres dispuestos a la exp^ición. servaban D e más en más, con lo que se puede decir por
»Si estos aparatos n o están aun construidos, se esta en el momento, el proceso no tuvo jamás un carácter masivo y
posesión de su plan y son realizables. E n un general, y su desenvolvimiento dejó el tiempo necesario a
visible, una parte im p o rtan te.d e los t r a b a ja actualmente
una cierta adaptación.
realizados por hombres y mujeres en las administraciones pu­ «E sta vez, al contrario, en lugar d e una evolución, |e co­
blicas y privadas, los centros d e estudios, los laboratorios, rre el peligro d e encontrarse en presencia de una verdadera
oficinas de investigación, el comercio, serán efectuados por revolución técnica. E l hom bre puede ser literalmerite sacu­
dido por su invención, cuya amplitud y consecuencia vuelve
mismo en la industria. No se trata aqui solamente de a poner en causa las condiciones h a b itu a l» de su existencia,
organización de precio d e coste, d e invesügaciones. de con­ fundada, siempre, sobre la noción deJ trabajo. Si esta base
tabilidad y de correspondencia de lo que se encargará desaparece, o disminuye, al punto d e n o ser ya esencial,
«cvbem ética» aplicada, sino del mismo trabajo m anu^. ¿cómo reemplazarla por otra? Se trata realmente de resolver
»Se sabe que las cadenas de producción y de ajustaje ca­ un problema sin precedente por su amplitud y por su urgen­
racterizan d e más en más la industria moderna. Pues p n j- cia: la oreatúzación de una sociedad nueva. _
cipio d e la cadena es dar el gesto siempre mas acentuado xNo obstante, la cuestión no revestirá un carácter de
de repetición automática, al punto que en ciertas empr^as apremio más que si no se dispone del tiempo necesario por
americanas, la atención de los obreros y empleados m dis­ aiustar la sociedad a sus nuevas condiciones d e existencia.
traída, durante el trabajo, con m úsica o «Sobre esto, las apreciacitmes de los té c n ic » varían entre
«•ir que el re p etid o r elec tró n ico p u e d e , en es to s tom ar 20 y 50 aftos para la generalización de las cadenas, la tabii-
sin ^ ta rd ar e l lu g ar d e l h o m b re. D esck 1946. la revista cación d e los aparatos d e control y la adaptación de las
americana Fortune, describe una fábrica del porvemr trans­ máquinas ustensiles. Si se adopta la cifra m ed ia-d e treinta
formada asi. Y desde hoy, dado que la vida no r « is te a ^ años ese tiempo será suficiente, a condición de tomar de hoy
radiaaones de la m ateria en curso de desintegración, son m en adelante el problema en toda su extensión y tratarlo en
ro b o ts quienes operan en las fábricas americanas de pluto-
su conjunto.
nium. . , «Pues según toda probabilidad, «la automatización» de las
..Esta vez escribe Norbert W iener, no es la energía hu­ fábricas no se operará paralelamente al rnismo n tm o en to­
mana que reemplazamos por la máquina, sino el hombre dos los dominios d e la producción. S e ^ alizará sucesivamen­
comunicativo, el hombre en tanto que sector que decide te en cada ram a, empezando por aquellas en que el
.si sus decisiones r.o son tomadas en un nivel demasiado ele­ a la cadena es el más en uso. E s decir, que la mano de obra
vado. si n o son más que decUiones d e un se verá desalquilada por sdección e n una misma industria,
fábrica condenado a repetir una secuela d e decisiones ba­ lo que impedirá toda leealificación e n la misma especialidad.
nales E l cerebro electrónico hará, de esta fortM , ejecutar L a traitación será grande d e acogerse al ^ p in s m o , y de
las máquinas las operaciones previstas por el programa», traiisferir los obreros a otras fábricas qu» tendrán fuertes pro-
registrado una vez por todas sobre un hilo inagnetizado. habilidades d e ser a su vez equipadas de roBots años más tw -
»Lo mismo, escribe el padre d e la « cy ^ m e tica». en ina- de Entonces sólo se habrá retardado la dificultad sm haber
teria agrícola un tractor y su arado pueda» s a .equipados aprovechado el tiempo acordado por las circu n stan c^ .
por un dispositivo electrónico que les hará mover a una dis »A1 fin, «1 todo caso, habrá una reducción masiva dri em.
tancia constante del precedente surco. «Una vez el pnmero pleo. al mismo tiempo que multiplicación del número y de
trazado sobre todo el borde del campo, unos tracto r^ sin la rebaja d e los productos manufacturados según los proce­
conductor labrarán toda la superficie pata detenerse finalmen­ dimientos automáticos. L a ecuación a resolver tendrá, p u » ,
te una vez el trab ajo terminado». varias incógnitas. Y, supcmiendo que en este m om ralo la
..Sin duda, se dirá: ¿estas posibiUdades técnicas e x ist^ , parte d el trabajo humano haya sido reducida, por ejeinp'®;
pero el precio d e semejantes aparatos es que no es en mucho en un 8 0 por 100 en la metalurgia y el t e x t i l , ^ 6 0 por m i
supCTÍor al del trabajo humano? . ^ i„ en la industria química, y sólo de un 20 por 100 en la agri­
»Eso es incontestablranente verdad en los prototipos. La cultura, ¿cuáles serán las normas que se aplicarán a los sa-
máquina d e calcular E N IA C . que p c ^ 18.000 lamparas e l « -
trónicas, h a costado medio millón d e dólares, pero las sim­ ^“" l I solución se ha sugerido. Puede set encontrada en c a ^
plificaciones ulteriores reducen, sensibleTOnte su precio que rama, dividiendo el número de horas de trabajo requerido
podria establecerse alrededor d e 150.000 dólares E s asi que por el número d e obreros especializados en » t a rama. Esa
la I B P francesa de M . Louis Couffignal n o tiene necesidad proposición «no cuadra» con las exigencias de la ttenica e l « -
más que de 2.000 lámparas por un rendimiento al mOTOs tjónica. L a mano de obra conservada será esencialm w te téc­
igual al d e su antecesora americana. Fabricados en sen e— nica y d e control, T écn ica por los obreros de élite,
20 millones han sido producidas en los E s ta d » U n id » en cinos de los ingenieros pot el trato, y ejecutarán sobre a
1950—los tubos electrónicos son hoy de un precio abordabie. m áquina madre los movimientos ta n p e r f ^ iK com o posible
Desde luego, considerando el problema sobre su aspecto eco­ sea y que d hilo magnetizado registrará. Craitrol por los
nómico. W iener concluye que «si el valor en capital_ de un vigilantes d e la ejecución, sentados en sus observatorios mul­
hombre puede ser evaluado en diez mU d ó lar», 1 » maqiunas ticolores para asegurar el buen funcionamiento o ejecución
que pueden reemplazar a una docena d e hombres existen del «programa». Estos técnicos serán intercambiables y des­
ya». Por otra parte, no hay duda que cuando las maquinas
empeñarán un papel aristocrático.
de control sean construidas en serie, su precio d e coste ba­ »Es en esto que los datos son sin precedente. E n su «cn-
jará en una importante proporción. Hca del Programa de Gotha», M arx habla d e la fase supe­
»E1 reemplazo gradual del hom bre por a m á q u m es, pues, rior» de la sociedad donde el trabajo se convertirá no sola-
ineluctable, puesto que por una especie de ley o de fatalidad m ente en el único medio de vivir, sino en la pnm era nece­
el progreso técnico no vu.five atrás y sigue al ^ n trtm o .
sidad de la existencia», . j j
siempre adelante. Pero entonces, ¿qué será del hombre libe­ Pero que esU primera necesidad, en un momento aaao,
rado de una parte cuantitativa de sus tareas? deie de poder ser satUfecha no ha podido merlos que in­
..E l problema no es nuevo. E ste sobrevino en el curso ae quietar el espritu de sociólogo. Pues, en las fábricas de ma-
la evolución industrial, y, más d e una vez, los obreros ame­

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ñaña, no habrá casi más que ingenieros y directores. Y vol­ la n o c ió n d e servir r e e m p la c e la ^ dom in ación . Que se quie­
veremos siempre a la misma pregunta; ¿Qué harán los de­ ra o no, el trabajo dejará de ser una mercancía volviéndose
un valor. Valor creador del sabio que retarda los límites de
más?
«Los cibem eticiaros no se han equivocado. Los físicos nu­ lo posible, del ingenio que traduce la invención en máquinas
cleares se hallan encantados y algunas veces horrorizados por nue.vas, del maestro obrero responsable del primer movimien­
las consecuencias de su invención. E n todos los casos, la so­ to que repetirán los robots, pero valor creador también de
lución colectiva propuesta es idéntica; crear una autoridad los pensamientos y de los brazos que, después de haber cum­
internaeicMial que regularizará la marcha del progreso en el plido las tareas requeridas por la producción automática,
sentido del interés humano. Se conoce lo que h a ocurrido consagrarán lo más daro de su tiempo, al contacto directo
en este orden razonable cuando se ha querido aplicarse a la y fecundo con la realidad natural, llegando a creaciones don­
desintegración del átomo. ¿Es que tiene más probabilidades de cada u ro se expresa y descubre diferentemente, pero
d e éxito en la materia cibernética? Puede ser, porque ésta quedando solidario. Eso será menos la hora «de los placeres
sobrepasa las concepciones capitalistas y comunistas que se organizados», distracciones en com ún a hora fija y sobre
refieren a un orden virtualmente sobrepasado. Puede dudar­ mando, que el tiempo de los artesanos d e la herramienta,
se, sin embargo, que el buen sentido triunfe pronto en el de la pluma, del pincel, del jardín, igual como en los siglos
mundo actual, donde la carrera por la rebaja del precio de de las catedrales.
coste condiciona las exportaciones, y por supuesto el estan­ »Al lado de los productos automáticos muy baratos, habrá
darte de vida de los pueblos competidores. ¿Es que el más los del esfuerzo individual, cuya calidad fija el valor. L ibe­
rico no será tentado de equiparse e l primero, al objeto de rado del anonimato, dejando d e ser un engranaje de la ma­
inundar los mercados, pero sin darse cuenta de que sus com­ ñana a la noche, cada uno, en la medida d e sus medios, hará
petidores son también sus clientes? ¿Es que deberá llegarse frente a las cuestimies esenciales que convienen a su dig­
u una ruina general antes que recMiocer que la dicha hu­ nidad de hombre,
mana no puede basarse más que sobre una minuciosa orga­ »Pero eso exige un acto fundamental. E s el abandono al
nización nacional 'e internacional fundada sobre una distin­ destino que es la vía del fatalismo, o bien sea la orientación
ción entre las tareas automáticas y las que no lo son? voluntaria del destino; lo que es asunto de lucidez y do
•Ciertamente, el tiempo de reflexión y de adaptación pue. decisión.
den sér aumentados por la prohibición gubernamental d e in­ »E1 género humano, llega «al límite», a ese punto donde
troducir, en los talleres, los repetidores electrónicos, pero na­ la negativa de obrar reviste un carácter tan fatal com o una
die puede mantenerse en un estado de inferioridad aplas­ decisión equivocada.
tante. »Esto es verdad por la energía nuclear como pOT la c i b e r ­
•Además, puede ser que la humanidad no tenga ningún n ética, pero la amenaza que representa la primera, aterroriza
reposo. W iener ha denunciado ese peligro. Si—d ice él— hay por su aspecto espectacular, mientras que el peligro que con­
una tercera guerra mundial, la generalización del automatis­ lleva la segunda no tiene el mismo carácter de dramática
m o se impondrá a los antagonistas a fin de producir más evidencia. No obstante, los distintos caminos conducen al
a prisa, mejor y de librar la multitud de combatientes re­ mismo impace. L a invención condena al inventor a escoger
queridos por un conflicto d e tipo mundial. E n dos años, es­ inmediatamente entre la tazón y el absurdo, el ser o la nada,
tim a e l mismo autor, la transformación estará hecha. ¿Qué la libertad o la servidumbre.»
decir entonces del retom o a la paz, donde una gran parte Con d encabezamiento puesto a este artículo hemos lla­
de los movilizados no encontrarán ningún empleo? L a pers­ mado Ja atención al objeto d e que estudiemos estos proble­
pectiva de una paz electrónica no hace más que prolongar mas de la técnica en bien del futuro inmediato de la huma­
lo trágico d e la guena atómica. nidad con la extensión que requiere d progreso mecánico en
»Y sin embargo, e l automatismo, dominado por la razón, la fase d e la desaparición de un sistema de civilización por
puede hacer la felicidad de! hombre, sustituyendo a l con­ empuje de modalidades nuevas a tono con las necesidades
cepto envilecedor y nivelador de la masa, por el de la liber­ humanas presentidas por los teóricos d e la Anarquía.
tad de la persona.
»No hay problema d e organización que la eficacia de una XXX
inteligencia, desdoblada por sus máquinas de calcular, de
razonar, de trabajar, no pueda resolver, a condición de que (T rad u cción d e i fra n cés p o r B ern ardo Pou).

R efiérese q u e en tan to q u e M igu el A n gel p in taba e l fres­ — Señor, m e p a r e c e m ás a pro p ó sito p a ra d e c o r a r una
c o d e la ca p illa d el V atican o, e l P on tífice P au lo I I I fu é a ta bern a q u e p a ra servir d e ornato a un tem plo.
cisitarle en su gran taller. E l c o rtejo d e l P apa er a n u m e­ O yó M igu el A n gel a qu ella s p a la bras; p e r o ni un so lo g es­
roso y no fa lta b a algu n o d e los q u e , en vidiosos d e los f a ­ to d em o stró q u e las h u b ie s e co m p ren d id o . P oco despu és,
v o res d e q u e M iguel A n gel e r a o b jeto , n o perdían ocasión c o m o e l P ap a v o lv iese a visitar la ca p illa Sixtína, o b serv ó
d e m alqu istarle con e l P ontífice. D el n ú m ero d e los en vi­ q u e h a b ía e n e l fres co una figu ra m ás. E l m aestro d e c e ­
diosos era e l m aestro d e cerem on ias, B las d e C esen o, h o m ­ rem on ias a p a recía en un gru po d e co n d en ad o s cOn un a ser­
b r e d e esca so gusto y so b rad a m alicia. p ien te ro d ea d a a l cu erp o (la invidia) y ten ien d o p o r atri­
— ¿Qué o s p a r e c e la obra?— le pregu n tó P aulo ¡II. bu tos d o s en orm es orejas d e asno-— SO L E D A D GU STA V O .

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RI©l»íIIPM CiO I« SO CIM


Q ^ ' ^ C ) NTRE Rusia y los Estados Unidos prácticam ente bajo su égida son pnmordialmente
m iiem i establecerse diferencias de
quieren m ilitares. E l m ás eminente designio estadouniden­
estructura que cada día son nvenos se en Europa es el fortalecim iento m ilitar del Pac­
distantes entre si. La creciente mili­ to del A tlántico por encima de cualquier otra con­
tarización de la órbita de influencia sideración de principio, Que no existen considera­
occidental demuestra en qué medida ciones de principio lo demuestran las veleidades
las prácticas totalitarias van enrai­ con el régimen fascista de Franco, con el que ya
zando en el sistem a tradicional de la se h an abierto amplias relaciones, siempre por
democracia política tras la crisis del misiones m ilitares. En América, con característi­
liberalismo que le dió origen y savia. cas distintas, el Pacto de Río Jan eiro evidencia de
El intervencionismo del Estado en el hasta hace la misma m anera las preocupaciones m ilitares de
poco coto cerrado de la Economía, acaparado en­ los yanquis, y su afán por someter a una política
teramente por las actividades capitalistas, prueba de guerra a todas las naciones que de una u otra
que la estatización del mundo occidental sigue su m anera dependen de ellos. En frente, Rusia y sus
curso como una tendencia incontenible hacia el satélites realizan en una vasta zona de Europa y
equilibrio versus el sistem a antagonista, o sea el Asía m aniobras idénticas, dándole a nuestro siglo
stalinismo. una apariencia siniestra y justificando su clasifi"
L a democracia de las estrellas y las bandas se cación histórica como era de las grandes guerras.
X
había distinguido por el rol secundario jugado en
política por sus m ilitares. M ientras en la América Nos encontramos, pues, bajo el signo catastrófi­
latina, por ejemplo, se continuaba la tradición co de una civilización derrotada, en trance de
Ochocentista española del cuartelazo y el pronun­ transgredir definitivamente cuánto podía justifi­
ciam ien to -térm in o que h a adquirido, finalmente, carla moralmente. Desde el momento en que salió
a fuerza de uso, carta de ciudadanía en todos los del caos medieval, la estructura intelectual de
idiomas del mundo—, los norteam ericanos poster­ nuestra civilización se distinguió por una premisa
gaban a los solidados a la tercera categoría, yendo capital: la brutalidad, la injusticia, la violencia y
delante en los asuntos del Estado financieros y po­ la guerra se producían sin justificarse. Se hacía el
líticos profesionales. La guerra 14-18, primer acon­ mal, pero se gloriaba el bien. Sólo esta escisión en­
tecimiento serio en la carrera m ilitar estadouni­ tre el pensamiento y la voluntad de varios siglos
dense, no alteró la costumbre ya añeja, y el ele­ permitió la lenta elaboración de una cultura fun­
mento civil continuó sosteniendo firmemente la damentada en principios morales Idealistas, que
sartén por el mango. Con Roosevelt se acaba esa es hoy violentamente combatida por todos los fac­
tradición, y por fin los m ilitares se cuelan con nu­ tores de regresión, principalmente por las mismas
merosas prerrogativas en la Casa Blanca. El gro­ instituciones que representan el viejo principio
tesco reinado de Trum an confirma la apoteosis in­ bárbaro de la fuerza. Y a hemos visto que en, algu­
tervencionista del m ilitarismo americano, que h a nas de las m ás trágicas derivaciones de un acon­
acaparado todo el terreno en asuntos de política tecimiento humano residen los elementos corrup­
extranjera. tores y destructores de los valores de la cultura y
La pasada guerra mundial estimuló los apetitos la civilización. La invasión actual del guerrerismo
del m ilitarismo americano. Por otro lado, las con­ no es otra cosa que la culminación de un proceso
secuencias resultantes de la misma—paz armada, destructor y, paradójicam ente, el retorno a las for­
Zonas de ocupación, guerra de Corea, extensión del mas deshumanizadas de la barbarie-
ccmunismo a China y agitación en los países colo­ La aceptación masiva <Je la posibilidad y el prin­
nizados por F ran cia e Ing laterra—parecen indicar cipio mismo de la guerra presupone la vigencia y
o justificar la necesidad de una primacía m ilitar el predominio de lo gregario. La guerra como prin­
en la dirección de la política internacional norte­ cipio universal de una civilización significa la
americana. L a precaria paz de que disfruta el mun­ afloración de los prestigios primitivos. Indejpen-
do, con la U R SS en frente como enemigo perma­ dientemente de los factores económicos, políticos
nente, redobla las ven tajas p ara afianzar la posi­ y de poder que puedan en trar en juego en el esta­
ción del m ilitarismo yanqui en Washington. Toda llido de las guerras modernas, están esos presti­
ia política Internacional yanqui se desarrolla bajo gios regresivos que hallan su raíz en el espíritu
nn signo m ilitar, y ya no es improbable que la pró­ mixtificado del hombre mismo. Sólo esa existencia
xima Presidencia sea un m ilitar quien la deténte­ de factores regresivos puede justificar la larga au­
l a s inspiraciones y exigencias de la Casa Blanca diencia que ciertos megalómanos como H itler, Sta-
de cara al grupo de naciones que han quedado lin o un dios aterrorizante como la bomba atómica

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destrucción. Son ellos los que mandan, a pesar de


encuentran en el alm a humana. Ha explicado muy su apariencia inerte, y no los que los construyen
bien este proceso Roger Caillois en un ensayo de y dirigen. Porque han sido elevados a ia categoría
profunda penetración. Afirma que casi no existen m ágica de símbolos, y toda simbologia ejerce un
ias filosofías de la guerra antes del siglo X IX , La domináo espiritual incontrastable. E sta situación
larga tradición hum anista había arrinconado esos sólo es explicable en base a ese sentim iento reve­
principios bárbaros, por lo menos en el dominio rencial del hombre hacia todo lo que lo aplasta.
cultural. Con Hegel y el hegelismo la guerra se No se tra ta únicamente de que los gobiernos diri­
convierte de pronto en el motor de la Historia, gen, los Estados Mayores planean, y los soldados
pues es ella la que forma los Estados. Sabemos que tienen que combatir. Hay por debajo de todo eso
los frutos ideológicos del hegelismo son el m ate­
rialism o dialéctico y el super-Estado. Tam bién era un prestigio destructor latente que encona la apa­
inexcusable la fa ta l consecuencia de la guerra en riencia del poderío. E l poderío es el estimulo tre­
mendo de las ideologías masivas de nuestro tiem­
sus aspectos más deshumanizados. po. De ahí que la deificación de la máquina como
Según Caillois. «la guerra cumple, en la so cied ^ símbolo de poder y eficacia y su culto en el mundo
mecanizada, la m isma función que la fiesta en la occidental conduzca la conciencia del hombre me­
sociedad primitiva, ejerce la m isma fascinación y diocre hacia un misticismo agresivo que tarde o
aparece, en fin, como la única m anifestación de lo temprano tiene necesidad de comprobarse y reali­
sagrado que el mundo contemporáneo haya sabido zarse. Es esa la explicación del nazismo y su fatal
producir a la medida de los recursos gigantescos
de los que dispone». Y a no es la guerra la que se Puede objetarse que no toda la conciencia occi­
adapta a las leyes generales de la civilización, sino dental está en la misma situación, y el reconoci­
al contrario, la civilización en su conjunto la que miento de esa realidad es la que permite que escri­
debe adaptarse a las condiciones de los combates bamos esto y nos dirijam os a otras personas. Pero
futuros. Un porcentaje elevadisimo del potencial los hechos no menos reales puestos de relieve que­
industrial de nuestro mundo responde a los estí­ dan confirmados por una actividad siniestra y co­
mulos del m ilitarism o en auge, no a las necesida­ tidiana que tiende a centralizar en dos únicos an­
des básicas de la población mundial, ni aun a los tagonistas todo el poderío necesario para la gran
mismos intereses nacionales de las potencias do­
minantes. Estam os viendo que los impresionantes catástrofe.
recursos industriales de nuestra civilización, mas B . M IL L A
que servicio del hombre están destinados a su

p alabra, es u n a form a in ferio r, u n a fo rm a rudim entaria


S e declaró individualista un interlocu tor de Elíseo R e-
de vida a n te rio r a la con ju g ación de los sexos y a su
clus, y éste contestó: d iferenciación, an terio r a l grupo fam iliar, a l rebaño, a
—S in em bargo, hay que confesar que hay algo fuera
la hord a, a l c la n , a l n acim ien to de la seriedad gregaria,
de nosotros. fo rm a prim itiva y grosera de la solidaridad social.
L as p alab ras de R eclu s tien en ta n ta sensatez y ta n ta
agndeza que d errotan a los sofistas del sim plism o subje­ _ o —
tivo, a las doctorales logom aquias que im p lícita o explí­
citam en te postulan la prim acía absointa del icyo» p ara Ni individualUmo n i gregarism o, he aquí la fórm ula
engendrar, en fin de cuentas, el argum ento egoísta. concienzuda, sa n a y ju sta de la vida hu m ana. El indivi­
o— dualismo n o s conduce a l a le ja n ía del origen de la vida
Según d icta la experiencia propia m ás antigua, el hom­ an im al, entregada a l a rb itrjo de cad a uno; el gregarism o
bre es psicológicam ente y e n la tie rra donde vive, un nos conduce a la in iciació n grosera de la vida en común.
ser social. E l separatism o individualista, el ncada cual Todo ello rep resen ta el pasado que exaspera e n su propia
p a ra si mismo.i, fu en te del caos a ctu al, no es p a ra el u g cn ia. L a psicología hum ana, las adquisiciones del espí­
espectador reflexivo m ás que u n a ab erración m etafísica, r itu y de la razón 9« oponen a los dos anacronism os: in­
dividualismo y espíritu gregario, S o n estas dos m an ifes­
u n a teo ría absurda y a n tin atu ral.
o __ taciones igualm ente n e fa sta s, y en vano se tr a ta r ía de
El individualism o, e n el sentido preciso y pleno de la acom pasar la vida a sus dictados.— PA BLO O IL L E .

•Socíété Générale d'Impression. — L e G éran t : E tien n e G U IL L E M A U .

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IP©IEl/iS
y^YER Y DE hO Y
O O
o <►
o <►
o <►
o <►
o N ubes, sol, p rad o verd e y caserío <►
o <►
o en la lom a, revueltos. Prim avera
O
o puso en el aire d e este campo frío <►
o la gracia d e sus chopos d e ribera. <►
o <►
o Los caminos d el v a lle van al río o
o y a llí, junto al ag u a, amor espera. o
o ¿Por t í se ha puesto el cam po ese atavío o
o d e joven, oh invisible compañera? <►
<> <►
o ¿Y ese perfum e d e l habar al viento? <►
o <>
i>
¿ Y esa prim era blanca m argarita?
«Tú me acompañas? En mi mano siento
o
o <►
o <>
o d o b le latido; el corazón me g rita ,
o
o que en las sienes me asorda e l pensamiento: <►
o eres tú quien florece y resucita. <>
o <►
o <►
o 0
o 0
o 0
0
o
o de 0
o 0
o Tejidos sois d e p rim avera, amantes, 0
o d e tierra y agua y v ie n to y sol tejidos. 0
o
La sierra en vuestros pechos jadeantes,
0
<> 0
o en los ojos los campos florecidos, 0
o
pasead vuestra mutua p rim avera,
0
o 0
o y aun b e b e d sin tem or la dulce leche 0
o q u e os b rinda hoy la lúbrica pantera, 0
o antes q u e, torva, en el cam ino aceche. 0
o 0
o C am in ad , cuando el e je d el p lan eta 0
o se vence hacia el solsticio d e verano, 0
o verd e el alm endro y mustia la vio leta. 0
.'í> 0
o cerca la sed y e l hontanar cercano, 0
o hacia la ta rd e d el am or, co m p leta, 0
o 0
o con la rosa de fu e g o , en vuestra mano.
0
o A b e l M A R T IN 0
o 0

Ayuntamiento de Madrid
T ü im m r m m á
¿CUALES SON LOS O RIGENES DEL MO­
VIMIENTO O BRERO ANARCO-SINDICA-
L IST A ESPAÑOL? ¿Cuáles son sus princi­
pios ideológicos? ¿Cuáles son sus tácticas y
cuáies sus objetivos? ¿Cuáles han sido sus
luchas, sus triunfos y sus m artirios? ¿Cuál
ha sido su trayectoria desde los tiempos de
la Prim era Internacional h asta nuestros
dias?
Dos obras, que no deben fa lta r en la bi­
blioteca de todo aficionado a los estudios so­
ciales, satisfacen plenamente a estos inte­
rrogantes:

E L P R O L E T A R I A D O M IL IT A N T E
(O rig e n d e l S in d ic a lis m o )

Por Anselmo LORENZO. Dos tomos con


52S páginas. Precio de los dos tomos inclui­
dos gastos de envío; 250 francos.

U C.N.T. EN111REVOlUflDN ESPflÑflLB


Por Jo sé PEIR-VTS. Un tomo con 416 pá­
ginas, fotocubierta a dos colores e ilustra­
ciones sobre papel conché. Precio del primer
tomo (el segundo se h alla en prensa): 600
francos.
Pedidos a J- Cazorla, 4, rué Belfort.
— T o u lo u s e (H a u t e - G a r o n n e ) .

80 irs
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