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Universidad de Guanajuato
División de Derecho, Política y Gobierno
Departamento de Derecho
Año 3, núm. 6
P. 69
Sumario:
I. Introducción. II. Perspectiva histórico-política del principio de división de poder. III. División del
Poder vs Órganos Constitucionales Autónomos. IV. Los Órganos Constitucionales en México y su
evolución constitucional. V. Conclusiones.
Resumen: La existencia del principio de división del poder en toda Constitución implica
que éste se divide para su ejercicio en tres funciones que caracterizan al Estado moderno, a
saber: legislativa, ejecutiva y judicial. Sin embargo, en nuestro país, con la multiplicación de
órganos constitucionales autónomos se asoma lo que podría ser una crisis entre éstos y aquél.
El reto de armonizar las potestades conferidas a los poderes constituidos con las facultades
que se les confieren a las autonomías constituye, sin duda, uno de los compromisos de nuestro
constitucionalismo contemporáneo.
Abstract: In every Constitution, the existence of the principle of division of power implies its
dissection in three functions that characterize the modern state, namely: legislative, executive
and judicial. Nevertheless, the proliferation of constitutional autonomous organisms in our
country raises the possibility of a crisis among these and the former. It is a challenge of modern
constitutionalism to harmonize the attributions bestowed upon the constitutional branches
with those vested in autonomous bodies.
1
Profesor de la División de Derecho, Política y Gobierno de la Universidad de Guanajuato.
I.INTRODUCCIÓN
Se ha decidido que el viejo Leviatán entre al quirófano y se le practique una cirugía que le
SHUPLWDVHUYHUGDGHUDPHQWHH¿FD]\FXPSOLUFRQORVSURSyVLWRVTXHMXVWL¿FDQVXH[LVWHQFLD
Así, el concepto y estructura del Estado —herencia del siglo XVIII—, se encuentra inmer-
so en una vorágine de ajustes y cambios que bien a bien nadie puede prever cómo habrá
GH SODVPDUVH VX WUD]R ¿QDO 8QR GH ORV SLODUHV FRQVWLWXWLYRV GHO (VWDGR PRGHUQR ²KR\
a debate—, es el principio de división del poder. Se reconoce que su esencia data desde
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conquista política de la burguesía revolucionaria. A partir de entonces, prácticamente en
WRGR2FFLGHQWHQRH[LVWHXQD&RQVWLWXFLyQTXHQRORSUHYHDD¿QGHTXHSUHFLVDPHQWHSRU
la proyección de un poder político fragmentando, se logre tutelar la libertad de la persona
humana. Empero, en las últimas décadas esta tesis se encuentra en crisis. La causa es la apa-
rición —vía reforma constitucional—, de un elenco de instituciones u órganos denominados
“constitucionalmente autónomos”(VGHFLUHVWiQHQODSURSLD&RQVWLWXFLyQSHURJXDUGDQ
celosa autonomía respecto de los poderes constituidos, los cuales por cierto, representaban
hasta no hace mucho el recipiente natural de las funciones clásicas en la que se desenvuelve
HOSRGHUSROtWLFRGHO(VWDGR+R\HVWR\DQRHVDVt¢&yPRVHH[SOLFDODDSDULFLyQ\PXOWL-
plicación de estos órganos en nuestro sistema constitucional? ¿Qué atribuciones se les han
HQFRPHQGDGR"¢4XpYtQFXORMXUtGLFRSROtWLFRWLHQHQFRQORVSRGHUHVFRQVWLWXLGRV"¢&yPR
DUPRQL]DUVXH[LVWHQFLD\SRWHVWDGHVIUHQWHDORVSRGHUHVHMHFXWLYROHJLVODWLYR\MXGLFLDO"
A la respuesta de cada una de estas interrogantes se encamina esta modesta colaboración.
6LORVH[SHUWRVGHHVWRVWHPDVHQFXHQWUDQDOJXQDOX]HQHOODVHODXWRUVHVHQWLUiVDWLVIHFKR
con su tarea.
$ULVWyWHOHVIXHTXLHQH[SUHVyODQHFHVLGDGGHGLYLGLUHOSRGHUSROtWLFRGHVGHVXPL-
UDGRUGHOD&LXGDG(VWDGRHQOD*UHFLDDQWLJXD6LJORVGHVSXpV\DFRQODFUHDFLyQ
GHO(VWDGR0RGHUQRpVWHVHGLYLGLySUHFLVDPHQWHHQWUHVSRGHUHVD¿QGHSUR\HFWDU
XQHTXLOLEULRHQWUHODVGLVWLQWDVIXQFLRQHVGHO(VWDGR\FRQHOORJDUDQWL]DUODVDQD
70
UHODFLyQHQWUHHOSRGHUWHPSRUDO\ORVJREHUQDGRVD¿QGHGLOXLUHQORSRVLEOHHO
fantasma del absolutismo político.2
Francia daría puntual cuenta de este histórico hecho. El espíritu insurgente y liberal de
su burguesía —inspirado en Montesquieu, Voltaire, Diderot, Rousseau, D´Alambert, entre
otros destacadísimos liberales—, cristalizaría de manera categórica e inequívoca en el prin-
cipio de división del poder como único medio de acabar con el poder absoluto del Monarca.
Así, la Asamblea Nacional Constituyente, en su sesión de 18 de agosto de 1789, determinó
2
“Locke encontró las garantías constitucionales de la limitación del poder estatal en la famosa doctrina de la
separación de poderes. Ya los griegos habían hecho distinciones en la actividad estatal, subrayando que ésta
no era unitaria, sino que tenía aspectos diferentes. Así, Aristóteles señalaba que una cosa era la actividad
deliberativa de las asambleas y otra la ejecución de sus órdenes. Ahora bien, Locke, constitucionaliza la di-
visión o distinción de las actividades del estado, es decir, establece diversos organismos especializados para
cada una de las actividades que, según él, son tres; a saber: el poder legislativo, el poder ejecutivo y el poder
federativo. GINER, Salvador, Historia del pensamiento social, Ediciones Ariel, Barcelona, España, 1966, pp.
271-272.
CIENCIA JURÍDICA. Departamento de Derecho. División de Derecho Política y Gobierno, Universidad de Guanajuato - Año 3, No. 6, 2014
El principio jurídico-político de la división del poder y los
órganos constitucionales autónomos
3
“…Ya en la sesión del 23 de junio, el rey había ordenado a los representantes populares separarse inmediata-
PHQWH(QDTXHOLQVWDQWHVROHPQHVHHVFXFKyDO&RQGHGH0LUDEHDXTXLHQHOHYDQGRODYR]GLMR«¢4XLpQGD
esta orden? Vuestro mandatario. ¿Quién os da leyes imperiosas? Vuestro mandatario, él, que debe recibirlas
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6,(55$+XPEHUWREl artículo 16 de la Constitución mexicana81$00p[LFRS
4
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VHxDODGRFRQVLVWHHQTXHQRKD\GLYLVLyQGHSRGHUHVVLQRTXHH[LVWHXQVRORSRGHUHOVXSUHPRSRGHUGHOD
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SRGHU²ORVSRGHUHVFRQVWLWXLGRV/HJLVODWLYR(MHFXWLYR\-XGLFLDO²HVFUHDGDSRUODSURSLD&ODTXHOHV
VHxDODH[SUHVDPHQWHVXVIDFXOWDGHVVXFRPSHWHQFLDORTXHQRVHOHVDWULEX\HQRORSRGUiQHMHUFHU´&$5-
BONELL, Miguel [coord.], Diccionario de Derecho Constitucional,HG0p[LFR3RUU~D81$00p[LFR
W,,S
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Juan Antonio Rodríguez Corona
de este instrumento de política económica como se salva durante toda la anualidad el gasto
público del Estado.
Otro supuesto en el que se presenta la preeminencia de un poder a diferencia de otro —en
este caso el Poder Ejecutivo sobre el Legislativo—, es precisamente en la facultad de veto; y,
en el caso del Poder Judicial de la Federación, baste decir que es precisamente en este poder
en donde reposa la defensa última de la Constitución.5
No pretendo agobiar al lector con los diversos procedimientos jurídico-constitucionales
en los que, a mi parecer, descuella un poder en sus vínculos con los otros dos; por el contra-
rio, mi propósito ha sido el dejar patente que, en efecto, el sistema de pesos y contrapesos
que en sí mismo implica la teoría de la división del poder no ha sido jamás ni lo puede ser
en modo alguno, jurídica y políticamente absoluto.6
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TXHUHSURGX]FRin extensoSRUVXLPSRUWDQFLDWRGDYH]TXHVHSUR\HFWDGHVGHQXHVWUR$OWR
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5
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GHVHPRGL¿FyHOHVTXHPDHQHOTXHORVyUJDQRVMXULVGLFFLRQDOHVGHEHQHMHUFHUHOGHQRPLQDGRFRQWURO
de constitucionalidad. Ergo, a partir de la referida fecha, todas las autoridades de orden público, en atención
a sus propias órbitas de competencia, tienen el deber de promover, proteger, respetar y tutelar los derechos
KXPDQRVUHFRQRFLGRVHQQXHVWUDSURSLD&RQVWLWXFLyQ\HQORV7UDWDGRV,QWHUQDFLRQHVHQORVTXH0p[LFRVHD
parte.
6
“Las nuevas relaciones entre poderes, desarrolladas a partir de la alternancia, han estado marcadas por dos
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ODVUHIRUPDVHVWUXFWXUDOHVKDQDVXPLGRODSRODUL]DFLyQSROtWLFD\HOHFWRUDO\KDQFRQYHUWLGRVXVUHODFLRQHV
en enfrentamientos partidarios. La segunda, derivada directamente de la anterior, es que ante esa falta de
FRODERUDFLyQOD6XSUHPD&RUWHGH-XVWLFLDSDXODWLQDPHQWHVHKDFRQYHUWLGRHQHOiUELWURGHORVDFWRUHVH
instituciones políticas, para lo cual no siempre ha aplicado la ley de manera objetiva o, lo que ha sido aún
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5RJHOLR+DFLDXQQXHYRHTXLOLEULRHQODUHODFLyQGHSRGHUHVLos grandes problemas de México0p[LFR(O
&ROHJLRGH0p[LFR$&W,9S
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El principio jurídico-político de la división del poder y los
órganos constitucionales autónomos
del poder público, garantizando así la unidad del Estado y asegurando el establecimien-
to y preservación del estado de derecho. Por su parte, el artículo 133 de la Constitución
Federal consagra el principio de supremacía, que impone su jerarquía normativa a la que
deben sujetarse todos los órganos del Estado y todas las autoridades y funcionarios en el
ejercicio de sus atribuciones, por lo que, el hecho de que la división de poderes opere de
manera flexible sólo significa que entre ellos existe una colaboración y coordinación en
los términos establecidos, pero no los faculta para arrogarse facultades que corresponden
a otro poder, sino solamente aquellos que la propia Constitución les asigna. De este modo,
para que un órgano ejerza ciertas funciones es necesario que expresamente así lo disponga
la Constitución Federal o que la función respectiva resulte estrictamente necesaria para
hacer efectivas las facultades que le son exclusivas por efectos de la propia Constitución,
así como que la función se ejerza en los casos expresamente autorizados o indispensables
para hacer efectiva la facultad propia.7
Asentado el procedimiento de permanente vinculación política entre los tres poderes forma-
les del Estado, es posible mencionar que en los últimos años nuestro constitucionalismo se
ha caracterizado por establecer lo que en la teoría y en la práctica se conocen como órganos
constitucionales autónomos.8 La mayoría de los estudiosos de este fenómeno sostienen que
su aparición en la vida política del Estado mexicano ha venido a “enriquecer la doctrina de la
división de poderes”, en razón de que, derivado de las características que acompañan a estos
órganos, precisamente los ubican a la par de los conocidos poderes constituidos.9 En ese sen-
tido, podemos anotar como elementos esenciales de los órganos autónomos los siguientes:
iii) No reflejan dependencia orgánica o funcional con ninguno de los poderes constitui-
dos; 73
7
Jurisprudencia P./J. 78/2009, emitida por el Tribunal Pleno, publicada en el Semanario Judicial de la Fede-
ración y su Gaceta, Novena Época, t. XXX, julio de 2009, p. 1540.
8
“Los órganos constitucionales autónomos surgen sobre todo a partir de la segunda guerra mundial, aunque
fueron ya teorizados por Georg Jellinek y Santi Romano desde finales del siglo XIX. La existencia de dichos
órganos supone un enriquecimiento de las teorías clásicas de la división de poderes que postulaban que
dentro de un Estado solamente había tres funciones: la legislativa, la ejecutiva y la judicial”. CARBONELL,
Miguel, [coord.], Op. Cit., nota 4, p. 1053.
9
Disiento de Narciso Sánchez G., cuando afirma: “Con la creación y funcionamiento de los organismos cons-
titucionales autónomos, se ha dado un paso muy relevante en la vida institucional de México, con lo que
se demuestra que ha evolucionado el principio de la división de Poderes, lo cual ya no puede verse de una
manera tan rígida como ocurrió en el pasado; por el contrario, es una manera de fortalecer dicha teoría que
está contemplada en la misma Constitución Política Federal… no obstante, insisto en que se requiere hacer
algunas adecuaciones a ese principio que ya está desfasado”. Distribución del poder público y el sistema pre-
sidencial, México, Porrúa, 2011, pp. 155-156.
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El propio Poder Judicial de la Federación —dentro de los criterios que sobre el particular ha
emitido—, comprende y participa de los argumentos que la doctrina ha elaborado sobre las
autonomías:
Por lo tanto, esta tesis en principio podría ser cierta. Sin embargo, refiriéndonos a nuestro
país, la reciente y acentuada creación de órganos autónomos ha venido, por una parte, a
fortalecer el argumento que establece que la división de poderes se enriquece cuando la
asunción de nuevas potestades por parte del Estado Mexicano se materializa con el estable-
cimiento de instituciones públicas de naturaleza autónoma; empero, en contraste, también
podría afirmarse que en no pocos casos la creación de este tipo de instituciones se ha expli-
74 cado y explica por razones fundamentalmente políticas que en modo alguno se vinculan con
la consolidación del poder público.
Esto no quiere decir, de ninguna manera, que con el devenir del tiempo, estos órganos
carezcan de legitimidad en nuestro ordenamiento jurídico.11 Es evidente hoy en día la im-
portantísima función que realizan la inmensa mayoría de ellos; v.gr., el Banco de México, la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos o el Instituto Nacional de Estadística y Geo-
grafía, entre otros. Sin embargo, somos conscientes de que su génesis no siempre se explica
10
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UDFLyQ\VX*DFHWD1RYHQDeSRFDW;;9,,IHEUHURGHS
11
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XQDIXHQWHLPSRUWDQWHGHLQQRYDFLRQHVSDUDLQFRUSRUDUDOWH[WRGHODFDUWDPDJQDFRQPLUDVDVXSHUIHFFLR-
QDPLHQWR6Xp[LWR\SRVLELOLGDGRSHUDWLYDUHDOGHSHQGHGHOEXHQGLVHxRLQVWLWXFLRQDOTXHVHUHDOLFH\GHO
WDODQWHGHVXVLQWHJUDQWHVFRPRELHQVHKDGHPRVWUDGRHQHOFDVRGHOD&RPLVLyQ1DFLRQDOGHORV'HUHFKRV
+XPDQRV GLULJLGD HQ VXV SULPHURV DxRV SRU EULOODQWHV MXULVWDV´ &$5%21(// 0LJXHO Constitución,
reforma constitucional y fuentes del derecho en México0p[LFR3RUU~D81$0S
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El principio jurídico-político de la división del poder y los
órganos constitucionales autónomos
por una decisión de alta técnica-constitucional sino que, en algunos casos, responden a una
elemental coyuntura electoral o de negociación político-partidista encaminada —se dice—,
a agilizar la acción política del Estado.
“La autonomía e independencia del IFAI y el INE son presa de una rebatinga partidista.
La conformación del pleno de comisionados del nuevo Instituto Federal de Acceso a la
Información y Protección de Datos, así como de los consejeros electorales de lo que será
el Instituto Nacional Electoral, está marcada por la opacidad, la discrecionalidad en los
criterios y la lucha entre los partidos políticos. Definidas las 11 quintetas con 50 nombres
para integrar el órgano electoral, ahora las disputas partidistas para colocar a sus candi-
datos afines están impactando en la definición de quién presidirá y quienes integrarán el
Instituto. La decisión será tomada por los líderes de bancadas en Cámaras de Diputados
en reuniones privadas en la Junta de Coordinación Política. En la negociación, Acción
Nacional insiste en rearmar las quintetas y colocar a un aspirante afín en la lista para pre-
sidente. El PRI y el PRD señalaron que la petición del PAN es difícil de cumplir, mientras
que los albiazules expresaron su intención de no votar a favor de la planilla que se presente
y forzar la insaculación del presidente, ya que se necesita el acuerdo de las dos terceras
partes para los nombramientos. Ayer un grupo de 40 organizaciones sociales y 60 per-
sonalidades hizo público un llamado a la Cámara baja para que evite la designación por
reparto de cuotas partidistas. “Estamos muy preocupados y no queremos que los conseje-
ros del INE tengan ADN de los partidos. Ya tuvimos la experiencia con (el ex consejero)
Sergio García Ramírez”, dijo Clara Jusidman, presidenta de Incide Social. En cuanto al
nombramiento de los siete miembros del IFAI, ayer las comisiones unidas del Senado
encargadas del proceso aprobaron los criterios para escoger entre los 158 aspirantes que
cumplieron con los requisitos y que deberán comparecer a partir del próximo lunes. En
dicha reunión, Pablo Escudero, presidente de la Comisión Anticorrupción aceptó que el
valor que le dé cada legislador a los criterios para calificar a los aspirantes será subjetivo,
pues alguien podrá valorar más la experiencia o que “hablen otro idioma” sobre los méri-
tos académicos. Juan Pablo Guerrero, ex miembro del IFAI, alertó que, ante la falta de un
método efectivo, van a imperar las arbitrariedades y la discrecionalidad en la integración
del Instituto”.12
75
IV. LOS ÓRGANOS CONSTITUCIONALES AUTÓNOMOS EN MÉXICO Y SU EVOLUCIÓN
CONSTITUCIONAL
En los últimos lustros, nuestro régimen constitucional ha sido objeto de una serie de re-
formas con el propósito de incorporar las autonomías constitucionales. A mi juicio esta
tendencia es preocupante; me explico: se trata de una inercia que no por sus propias pausas,
paréntesis silenciosos y hasta en ocasiones dilatados, resulta menos inquietante y que consis-
te precisamente en sustraer —bajo el argumento de que no se ha cumplido o se ha cumplido
de modo insuficiente, parcial o ineficaz— de los poderes formales del Estado alguna o varias
12
6$/$=$5&ODXGLDHWDO³'LVSXWDQSDUWLGRVyUJDQRVDXWyQRPRV´Reforma0p[LFR')DxR;;,Q~-
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³/RVyUJDQRVFRQVWLWXFLRQDOHVDXWyQRPRVGHEHQVHUGLVWLQJXLGRVGHORVOODPDGRV³yUJDQRVDX[LOLDUHV´X
“órganos de relevancia constitucional”. Estos últimos compartirían algunas, pero no todas, las caracterís-
WLFDVTXHGH¿QHQDORVyUJDQRVFRQVWLWXFLRQDOHVDXWyQRPRV1RUPDOPHQWHODFDUDFWHUtVWLFDTXHOHIDOWDHV
la que tiene que ver con la no inclusión en la estructura orgánica de alguno de los poderes tradicionales”.
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El principio jurídico-político de la división del poder y los
órganos constitucionales autónomos
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“La soberanía burocrática”, Reforma0p[LFR')DxR;;,Q~PHURPD\RS
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El estado contra sí mismo0p[LFR1RULHJD(GLWRUHVSS
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El principio jurídico-político de la división del poder y los
órganos constitucionales autónomos
mera intención la posibilidad de que ésta pueda desarrollarse por alguno de los poderes
tradicionales —estoy cierto que la vigencia del principio de división de poder se mantiene
en el constitucionalismo contemporáneo intacta—; de lo contrario, bienvenida desde luego
la posibilidad de que aquélla se despliegue precisamente a través de una autonomía a fin de
armonizar —apoyado en la técnica legislativa y la práctica parlamentaria— la manera en
que se comportan los poderes constituidos y las funciones que una determinada autonomía
habrá de asumir. Sin embargo, cuando se trata de ponderar, evaluar o excluir una potestad
jurídica desarrollada por algunos de los tres poderes de la Unión, debemos ser muy cautos
al momento de proponer que ésta sea eliminada del conjunto de atribuciones de un deter-
minado poder para desplazarla sin retorno a un órgano constitucional autónomo creado ex
profeso.
Mucho alivia el hecho de que el procedimiento del artículo 135 Constitucional requiera la
participación del Poder Legislativo Federal y el de las Entidades Federativas —con excep-
ción del Distrito Federal—, a fin de que se analice y estudie en un genuino debate técnico-
constitucional organizado precisamente por las instituciones involucradas, si ante una nueva
atribución del Estado Mexicano o la crisis de una ya existente, conviene crear una autonomía
constitucional o bien, de lo contrario, realizar si fuere el caso, ajustes o enmiendas a una po-
testad que ya gravite en una poder tradicional.
México ha proyectado una serie de reformas constitucionales —conocidas por todos como
estructurales— y, como consecuencia natural, para su debida instrumentación será indis-
pensable acompasarlas de sus propias normas secundarias; insistimos pues en que debe
privar la suficiente prudencia jurídico-política para no confundirnos y, en aras de una mo-
dernidad institucional en fuga, determinemos que lo más conveniente es crear autonomías
por doquier a fin de que tales enmiendas constitucionales garanticen inequívocamente los
resultados institucionales que se esperan de ellas.16
Finalmente, el hecho de que estas autonomías constitucionales se encuentren a la par de
los poderes constituidos no implica, en modo alguno, que sus actos jurídicos se encuentren
sustraídos del control constitucional. Su existencia como órganos del Estado mexicano los
vincula indefectiblemente con la necesidad de que —como sucede con las funciones clási-
cas—, sus decisiones sean analizadas a partir del prisma del Poder Judicial de la Federación
y las acciones de control constitucional que por mandato de nuestra Carta Política le corres-
ponde a éste conocer y resolver a fin de que el actuar de aquéllos se ciña a lo que la Constitu- 79
ción les mandata, garantizándose así la consolidación del Estado de Derecho.17
16
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FLyQGHOD3ROtWLFD6RFLDO%DQFRGH0p[LFR&RPLVLyQ)HGHUDOGH&RPSHWHQFLD(FRQyPLFD,QVWLWXWR)HGHUDO
GH7HOHFRPXQLFDFLRQHV&RPLVLyQ1DFLRQDOGH+LGURFDUEXURV&RPLVLyQ5HJXODGRUDGH(QHUJtD,QVWLWXWR
1DFLRQDO(OHFWRUDO)LVFDOtD*HQHUDOGHOD5HS~EOLFD\&RPLVLyQ1DFLRQDOGHORV'HUHFKRV+XPDQRV´Op.
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17
³/RVDFWRVGHOD6XSUHPD&RUWHUHDOL]DGRVHQLQWHUSUHWDFLyQFRQVWLWXFLRQDOVRQORV~QLFRVDFWRVGHXQSR-
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VLHPSUHQRVREUHOD&RQVWLWXFLyQVLQRHQVXQRPEUH´7(1$5$0Ë5(=)HOLSH'HUHFKR&RQVWLWXFLRQDO
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V. CONCLUSIONES
La filosofía que inspira el principio de división del poder político descansa en la idea de
que sólo el poder fragmentado representa una garantía para la libertad y la seguridad del
individuo.
Así, en el Estado moderno el poder político es uno y se divide para su ejercicio en tres
funciones clásicas: ejecutiva, legislativa y judicial. Esta es la premisa que está plasmada en
nuestro artículo 49 Constitucional.
En forma reciente, se registra una expansión de estas autonomías reflejadas en nuestro texto
constitucional. De ahí que se sugiere reflexionar y analizar la inercia que hemos descrito y
que consiste en crear instituciones de esta naturaleza —desairando las funciones clásicas— a
fin de aliviar los problemas inherentes al ejercicio del poder político.
Cierto es que el Estado de hoy exige asumir con toda solvencia ciertas responsabilidades que
le son encomendadas bien por su agenda local, bien derivadas de compromisos de carácter
internacional y para ello, el órgano autónomo se convierte en un paradigma institucional.
Evidentemente, existen también supuestos en que el ejercicio de una potestad relacionada
con un poder constituido puede reflejar un severo deterioro que pretenda ser salvado con la
creación precisamente de una autonomía.
Empero, esto no debe convertirse en un “constitucionalismo de escape”, por virtud del cual,
toda crisis o parálisis relacionada con la arquitectura jurídico-política vigente en el país,
80 deba ser resuelta irremediablemente por la creación ad infinitum de una autonomía consti-
tucional, dejando en no pocas ocasiones, en plena orfandad jurídica a los poderes clásicos
que vertebran la estructura del Estado.
Se debe tener presente que los actos jurídicos emanados de estas autonomías quedan sujetos
al control constitucional que ejerce el Poder Judicial de la Federación.
BIBLIOGRAFÍA
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El principio jurídico-político de la división del poder y los
órganos constitucionales autónomos
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