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Trabajo indi'gena en la frontera araucana de Chile

Por Luz Maria M4ndez Beiträn

El trabajo indfgena ha originado un gran interes histörico en las ültimas


decadas, al igual que en otras disciplinas cotno la etno-historia y la antro-
pologia. El tema es atrayente por su dimensiön social, econömica, re-
gional y conceptual. Valgan estas breves lineas introductorias para dar el
enfoque necesario y abrir las perspectivas de este estudio al panorama his-
panoamericano colonial'.
Los diversos pueblos de Amörica prehispana con modalidades de vida
sedentaria, en especial los dominados por los imperios Inca y Azteca, te-
nian por costumbre el trabajo comunitario. Algunas familias o comuni-
dades proporcionaban una cantidad fija de sus individuos adultos, por
pertodos de tiempo breves y determinados, con el propösito de efeetuar
obras de interes püblico. De uso frecuente en el Peru fuc el vocablo mi-
tachanacuy para designar la prestaciön rotativa y mutua de servicios. Asi,
los miembros de los ayllu por unidad de parentesco se debi'an servicios
mutuos sin retribuciön alguna, y si la obra era de gran envergadura partici-
paban varias familias hasta terminarlo^. El Estado Inca tambi^n re-
quen'a de prestaciones rotativas de trabajo de las etnias para el cultivo de
las tierras reales y del culto, para el tejido, las obras püblicas, las minas
y el servicio militari Una situaciön parecida a la del Perü existiö en Me-

' La investigaciön de los manuscritos se realizö gracias al apoyo financiero de la


Universidad de Chile a trav« del proyecto H1873 8523 aprobado por la Direcciön de
Investigaciön y Bibliotecas. Se agradece muy especialmente al profesor Alvaro Jara
algunas indicacioncs bibliogrificas y las gestiones pertinentes a la publicaciön de este
estudio.
' John Murra, La organizaciön econömica del Estado Inca (Mexico, 2a. ed. 1980),
p. 136.
^ Murra, La organizaciön, p. 165.

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xico, donde se daba un trabajo comunitario que en lengua nähuatl se de-


signaba coatequitl.
Este trabajo obligatorio impuesto a ciertas comunidades y no a otras,
fue adoptado por los conquistadores hispanos desde el siglo XVI, emple-
ando a los Indios en faenas similares a las mencionadas y especialmente
en la minen'a. Despuds de la Conquista se desarrollaron hasta veinie vo-
cablos distintos para nombrar este trabajo en Mexico, los mäs comunes
fueron los de repartimiento forzoso, servicio forzoso"*. En Colombia al
igual que en Peru se le llamö mita. Los indios que integraban los grupos
de trabajo se nombraban respectivamente, maceguales, capocamayos y
mitayos en cada una de esas äreas.
Esta instituciön laboral tenia algunas diferencias respecto de la enco-
mienda. Los indios recibian jornal y alimentaciön. Para tener derecho a
usarlos no era imprescindible la condiciön de encomendero, cualquier ve-
cino podia solicitar mitas y eran los corregidores los encargados de asig-
narlas. El trabajo variaba anualmente respecto a su destinatario, y recaia
en forma fija sobre ciertas comunidades indigenas y a veces se exigi'a a
estas hasta un tercio de su poblaciön adulta. Las faenas en Mexico tem'an
una duraciön de un mes al ano y durante tres pen'odos anuales consecuti-
vos. En Peru fueron tambirä en algunos casos de un mes por ano.
El empleo de esta forma de trabajo no fue uniforme en Hispanoamöri-
ca. En M6xico era mucho mäs variado el campo laboral de los reparti-
mientos e igualmente en Colombia; en cambio, en Peru se daba una ten-
dencia muy marcada a su utilizaciön en la minerfa, por eso el concepto
de mita y repartimiento se aplicö mäs al trabajo minero.
Desde el punto de vista lingüistico esta forma de trabajo dio origen a
muchos vocablos cuando se empleaba en las faenas mineras. Usändose
simultäneamente palabras prehispänicas o sus derivados, y otras de origen
hispano que se ajustaron al concepto. Asi en Mexico, hubo vocablos tales
como: coatequitl. coatequil, quateguiti, cuatequit, tequiotl, tequio, y mi-
ta; y SU forma espanola de servicio y repartimiento forzoso'. Incluso el

* Silvio Zavala, "Investigaciones lingüisticas en a Universidad Nacional Autönoma


de Mexico sobre la historia del trabajo en la Nueva Espana", Memorias de! Colegio
Nacional IX, 4 (Mexico 1981), p. 19. Interesante anälisis del lexico usado en Mexico
en las faenas laborales en el periodo colonial. Silvio Zavala, El servicio personal de
los indios en el Peru, tomo I (Mexico 1978).
' Zavala, "Investigaciones lingüisticas", p. 20.

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termino mita de origen quechua fue trasladado posiblemente desde Peru


a Mexico por los criollos que viajaban entre esos virreinatos
La rotaciön del trabajo semanal se llamö en Mexico rueda y turno du-
rante el siglo XVI y posteriormente tanda. El salario de los indios tanda
ojornal^.
Interesa precisar que esta forma de trabajo indigena inciuyö como he-
rencia prehispana el sentido rotativo, la alimentaciön, la obligatoriedad
para ciertas comunidades y en su origen era gratuito. Los espanoles agre-
garon su condiciön de trabajo remunerado y su sentido compulsivo. Otra
de sus caracten'sticas la seüala G. Lohmann para el caso de la mita de
Huancavelica, la cual no se consideraba: "una obligaciön personal, indi-
vidual, sino una contribuciön de una comarca determinada, un alista-
miento territorial"^. Ademäs, cada grupo de indios teni'a asignado un
solo tipo de trabajo y no varios simultäneos.
La brutal y progresiva disminuciön demogräfica de la poblaciön indige-
na en America en el siglo XVI, por las pestes, el rechazo psicolögico a la
dominaciön, los suicidios colectivos, la ocupaciön de sus tierras de labor
y la compulsiön laboral, incidiö tambien en la mita y por ende en los luga-
res donde se requeria mucha mano de obra, sobre todo en los mineros'.
En Perü, se produjo a pocos anos de la conquista la huida de los indios
hacia otros ayüu no afectos a la mita. Asi, los indios evitaban ser enrola-
dos en un trabajo que psicolögicamente rechazaban como era, en especial,
el minero desde epocas prehispänicas.
Por otra parte, el Singular desarrollo de importantes centros mineros
como Potosi, fue un destino fatal para los indios que morian a raudales
por la dureza e inclemencias de este tipo de faenas y a la vez, un centro
succionador de mano de obra para las äreas agricolas del Perü, para los
indios del norte argentino y para los indios de Chile. Por esas razones,
hacia mediados del siglo XVII, observamos un proceso profundo de
transformaciön de este sistema de trabajo en varias regiones de America.

La idea sobre el traspaso del vocablo desde Peru a M6xico fue sugerida por el pro-
fesor Rolando Meltafe.
' Zavala, "Investigaciones lingüi'sticas", p. 20.
* Guillermo Lohmann Villena, "La mineria en el marco del virreinato peruano. In-
venciones, sistemas, tecnicas y organizaciön industrial", La Minen'a Hispana e fbero-
americana, vol. I: Estudios (Leon 1970), p. 654.
' Nicolas Sänchez-Albornoz, La poblaciön de America Latina (Madrid 1977), pp.
4 4 - 8 6 ; i'd„ Indios y tributos en el Alto Perü (Lima 1978).

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En Mexico el repartimiento tuvo una gran importancia laboral para las


faenas mineras hasta mediados de ese sigio, porque despues se incorpora-
ron mestizos, mulatos e indios aculturizados dando origen a una fuerza
de trabajo importante entre los operarios del siglo XVIII
En Colombia, al ser abolida la encomienda de servicio personal en 1601
por una real cedula que imponi'a ei alquiler voluntario de los indios, se
hizo remunerado su trabajo, por lo cual la mita logrö mayor auge y se im-
puso como forma laboral. Los capocamayosst emplearon desde entonces
en reparar casas y conventos, en acarreo de piedras, cosechas y en desyerbar
la tierra. Recibian jornal y comida, eran repartidos una vez al aiio en for-
ma proporcional entre los vecinos y el corregidor quedö a cargo de regulär
las mitas y pagar los salarios. No obstante, su mayor incidencia estuvo
en las minas donde se ocupaban grupos de personas (compuestos de 300
a 400 individuos) que constituian el 50% de los indios tributarios colom-
bianos". En Peru la mita minera tuvo vigencia hasta el siglo XIX, fue
abolida en 1812, pero sobreviviö en algunas regiones como Puno, donde
mantuvo importancia econömica al menos hasta 1827'^.
El trabajo de los indios fue tan coercitivo en el Peru colonial que, desde
el siglo XVI, los indios huian de la mita y vagaban para no ser enrolados.
Los mineros para proporcionarse mano de obra tuvieron que recurrir a
indios voluntarios, los llamados indios aiodios que cobraban un salario
triple al de los mitayos". Ya desde el siglo XVII solo unas cuantas pro-
vincias del Peru quedaron obligadas a enviar mitayos a la minen'a. A fines
del XVIII, en 1776, de las 52 provincias peruanas sölo 3 enviaban fuerza
laboral a Potosf
Por esa epoca, hasta los indios voluntarios se resistian al trabajo de la
mita en ei Peni, y mediante la fuerza se los impeh'a a trabajar. En la docu-
mentaciön se los acusaba de ociosos, entregados a la embriaguez y a otros

'o D.A. Brading y E.C. Harry, "Colonial Silver Mining: Mexico and Peru", The
Hispanic American Historical Review 52 (1972), p. 558.
" S. Padilla, M.L. Löpez, A. Gonzalez, La encomienda en Popayän. Tres estudios
(Sevilla 1977), p. 229. Edda O. Samudio de Chaves, "La mita en M^rida colonial", Bole-
tin de la Academia Nacional de la Hisloria 56 (Csitacas 1982), p. 82. Juliän Ruiz Rive-
ra, "La plata de Mariquita en el siglo XVIll: Mita y producciön", Anuario de Estudios
Americanos 29 (1972), pp. 121-169.
John Fisher, Minas y mineros en Peni colonial 1776-1824 (Lima 1977), pp. 183
y 186. Este estudio sobre la mineria peruana aporta algunos datos atingentes al trabajo
indigena.
" Lohmann, "La minen'a", p. 655.
Fisher, Minas y mineros, p. 184.

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vicios. Incluso las comunidades preferian pagar un canon fijo a cambio


de ser exentas de las mitas. Lo cual ocasionö una autentica escasez de ma-
no de obia en la minen'a peruana. Los sueldos eran relativamente elevados
y SU proporciön incidia fuertemente en los costos de la producciön argen-
ti'fera, hecho inevitable porque todos los trabajos mineros en la epoca
preindustrial se efectuaban en forma manual'^.
Respecto a la legislaciön que regulö el trabajo indi'gena, fuera la enco-
mienda de servicio personal, la mlta o el repartimiento forzoso, existiö
desde los albores de la Conquista. En Nueva Espana, la iniciö el virrey
Antonio de Mendoza en 1537, en Peru las primeras normas para el trabajo
minero las dio el licenciado La Gasca en 1550, y en Chile las primeras or-
denanzas de minas fueron dictadas por el Cabildo de Santiago en 1546
y 1550.
Diversos cuerpos legales se sucedieron desde entonces para regulär el
trabajo indigena, dando normas, fijando obligaciones a los mineros y en-
comenderos, especificando las formas del trabajo, las obligaciones y de-
rechos de los indios, y tambien el sistema de mita. Los estudios sobre estos
temas y sobre la aplicaciön de la legislaciön existen en distinto grado, pero
son mäs frecuentes para las regiones y lugares donde hubo importantes
faenas como, por ejemplo, las minas de P o t o s i y Huancavelica en Pe-
ru Tambien existe una importante cantidad de fuentes impresas para
el caso chileno y mexicano'®.
Asi el devenir histörico fue dando origen en cada regiön americana a
una forma particular de trabajo rotativo, el cual tuvo una vigencia secular
durante el pen'odo colonial aunque con las adaptaciones y transforma-
ciones singulares en cada lugar.
Las mitas se hicieron mäs escasas hacia fines del siglo XVIII cuando
en America se extendi'a el peonaje mestizo, libre y asalariado Subsis-

Ibd., pp. 189 y 199.


"" Alberto Crespo, "El reclutamiento y los viajes en la mita del cerro de Potosi", La
Minen'a Hispana e Iberoamericana I, pp. 4 6 7 - 4 8 2 . Ramön Ezquerra, "Problemas de
la mita en Potosi", ibd., pp. 483-511.
" Guillermo Lohmann, Las minas de Huancavelica en los siglos XVII y XVIII
(Sevilla 1948).
Alvaro Jara y Sonia Pinto, Fuentes para la Historia del Trabajo en el Reino de
Chile, 2 vols. (Santiago 1982 y 1983). Silvio Zavala, Fuentes para la Historia del Traba-
jo en la Nueva Espana, 5 vols. (Mixieo 1939).
Marcelo Carmagnani, El salariado minero en Chile colonial. Su desarrollo en
una sociedad provincial: El Sorte Chico 1690-J800 (Santiago 1963). D.A. Brading,
Mineros y comerciantes en el Mexico borbönico {1763-1810) (Mexico 1975).

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tieron en algunas partes, desde luego en Potosi y tambien en Huantajaya,


minerai situado al sur del virreinato peruano, donde se creö una mita en
1758 con acuerdo de los caciques de la regiön^*'. Expresiön tardi'a de un
sistema de trabajo que tenia hondas rai'ces en la historia del continente
americano.
Tambien lo fue a pesar de su diversidad y de permanecer inedito hasta
el presente: La mita entre los araucanos y el trabajo asalariado en faenas
madereras; - investigaciön que proyecta nuevas pcrspectivas acerca del
trabajo indi'gena en Chile. El primer tema complementarä el estudio avan-
zado por Alvaro Jara sobre la mita trasandina de "indios huarpes" oriun-
dos de Cuyo. Indi'genas que fueron transportados a Santiago y La Serena
para compensar la disminuciön demogräfica de la poblaciön nativa en la
construcciön de obras püblicas proyectadas por el cabildo de Santiago,
siendo tambien alquilados a particulares a principios del siglo XVII
Para este estudio ademäs de la bibliografi'a citada, se ha dispuesto de
una documentaciön inedita, manuscrita, menuda y muy dispersa y de una
importante colecciön de documentos contables, depositados en el Archi-
vo Nacional de Chile y en la sala Jose Toribio Medina de la Biblioteca
Nacional de Chile.

A. Mitas en la frontera araucana

I. ANTECEDENTES Y SITUACIÖN REGIONAL

Hasta ahora se desconoci'a que los indios araucanos trabajaron, en va-


riadas ocasiones, en la construcciön de los fuertes y plazas militares que
los hispanocriollos edificaban para defenderse de los ataques de esos mis-
mos aborigenes. El tema pareciera contradictorio y sujeto a fuertes obje-

^^ Sergio Villalobos, "La mita deTarapacä en ei siglo XVIll", Revisla Norte Gran-
del,'i y A (Santiago 1975). Este articulo fue incluido en el libro del mismo autor, La
economia de un desierto. Tarapacädurante la colonia (Santiago 1979), pp. 212-237.
Hace un anälisis de la mita tardia que solicitaron los indios de la regiön.
Alvaro Jara, "Importaciön de trabajadores indi'genas en Chile en el siglo XVII",
Revisla Chilena de Historiay Geografta 124 (1956), pp. 177-212. Es el primer estudio
sobre mita en Chile y aporta un anälisis sobre el trabajo de los indios Huarpes. Id.,
Los asientos de trabajo y laprovisiön de mano de obra para los no encomenderos en
la ciudad de Santiago 1586-1680 (Santiago 1959); id., Guerra y sociedad en Chile y
otros temas ßfines. (Santiago, 3a. ediciön en espanol, 1984), pp. 275-293.

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ciones, si se piensa en el enfasis hecho acerca de la indömita rebeldi'a del


pueblo mapuche. Estudios recientes demuestran con distintas perspecti-
vas disciplinarias, en lo social, econömico y cultural, y en lo antropolögi-
co e histörico que aquella generalizaciön distaba mucho de la realidad".
La frontera araucana fue un ärea limi'trofe, de contacto entre los hispa-
nocriollos y los indios araucanos per el sur, y los indios pehuenches per
el este, enmarcada entre los n'os Maule y Biobi'o donde surgiö una so-
ciedad heterogenea, tipica de frontera. La situaciön regional belica y
esciavista del siglo XVII, evolucionö desde mediados de esa centuria hasta
conformar comportamientos de convivencia pacifica durante el siglo
XVIIL En ese espacio y periodo cronolögico, como se verä, los indios
araucanos fueron incorporados al trabajo en las plazas y fuertes.
Un estudio reciente registra el uso de trabajadores forzados, vale decir,
presidiarios en la construcciön de las importantes fortalezas de Valdivia
en el siglo XVIII^^ En la frontera araucana se ha detectado un fenöme-
no un tanto diverso. Se empleö a los indigenas y tambien una forma mixta,
en la cual los indios araucanos laboraban junto con una mano de obra
de procedencia forzada y otra libre especializada. Respecto a la extracciön
indi'gena fueron algunas reducciones, las mäs aculturizadas por el largo
contacto belico y de convivencia, las que cooperaron con mayor frecuen-
cia. Por ejemplo, las tribus o lebos del Butalmapu de la Costa, y aquellas
cercanas a las plazas y misiones situadas en las proximidades de los n'os
Laja y Biobio.
Las primeras referencias al trabajo de los araucanos aparecen en la le-
gislaciön del siglo XVII. En cedula de Felipe IV del 17 de julio de 1622,
contenida en la Recopilaciön de Leyes de las Indios se indicö que los "In-
dios del Patrimonio Real" no eran encomendables. Asi, quedaba prohibi-
do el servicio personal y las mitas, concedidas a particulares y a comuni-
dades, en las siguientes äreas: Arauco, Tucapel, Catiray, los Coyunchos
del n'o Laja, Colcura, Coronel, Chibilengo, Laraquete, y los reducidos en
Santa Fe, Pailigüe, Boca del rio Claro y del Laja, y de los fuertes del rio
B i o b i o V a l e decir, los naturales considerados belicosos despues de la
sublevaciön de 1598 y aquellos otros ya pacificados.

" Sergio Villalobos, Carlos Aldunate, Horacio Zapater, Luz Maria Mendez,
Carlos Bascunan, Relaciones fronierizas en la Araucam'u {Santiago 1982).
" Gabriel Ouarda, "El servicio de las ciudades de Valdivia y Osorno en
1770-1820", Historia 15 (1980), p. 70. Se refiere al trabajo de los indios huilliches en
esas dos ciudades del sur de Chile.
Recopilaciön de leyes de los Reines de Indias (Madrid 1943), 3 vols., Libro IV,
ti'tulo XVI, ley V y VI.

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Luego se especificö el tipo de trabajo que podi'an realizar esos indios


pertenecientes a la Corona, el cual quedö condicionado solo a faenas del
Servicio Real. Entre las labores autorizadas se precisaron las siguientes:
hacer fuertes y repararlos, aserrar maderas para los barcos con un salario
de un real diario; de mensajeros de correos entre los fuertes a medio real
ida y vuelta; y de barqueros en los n'os a ocho reales por mes. Se les asigna-
ba salarios a los indios porque: "eran Hbres de pagar tributos". Ademäs,
se considerö la obligaciön de darles comida en los dias de faena, pagarles
segün un certificado que debi'a entregarles el capitän o cabo del fuerte con
el testimonio del interprete correspondiente a la reducciön^^. Por el
contrario, se determinö que los indios de Concepciön, San Bartolom^
(Chillän), Santiago y La Serena, eran encomendables y quedaban obliga-
dos a pagar tributo al rey^®.
Asi, la legislaciön del siglo XVII, confirma la intenciön de las autorida-
des metropoiitanas por emplear a los indios araucanos desde 1622 en las
faenas descritas. Lo cual permitia un tipo de trabajo remunerado para es-
tos indios libres y no encomendables, que se advierte anos despues en la
frontera.
La documentaciön sobre el trabajo indigena en la Araucania es muy es-
casa en los archivos chilenos, por eso se estima que los manuscritos en-
contrados aportan un conocimiento original y son significativos en su
contenido. El texto mäs antiguo que se dispone, es una carta del goberna-
dor Enriquez fechada en Concepciön el 8 de febrero de 1673, donde alude
a una consulta del Cabildo de Concepciön sobre el empleo de mano de
obra indigena en la reconstrucciön de la ciudad destruida por un terremo-
to. Posiblemente considerando la legislaciön vigente, el gobernador dis-
puso:
"me pareciö sen'a de grandi'sima importancia y utilidad asi para los vecinos
y hacienda del real cjörcito, como para los mismos indios, disponer que vi-
niesen por mitas a esta ciudad para la asistencia de las obras püblicas y se-
menteras pagändole su trabajo a real y medio cada dia y dändoles de comer
hasta que acabasen en tiempo su mlta, siguiendo a una y otros en la forma
que se hace en el Peru; que han abrazado con grande gusto por el interis
de la paga con que aseguran sus vestuarios"

" Ibd., Libro IV, titulo XVI, ley X.


" Ibd., Libro IV, titulo XVI, ley XII.
" Biblioteca Nacional de Chile, Manuscritos de Jose Toribio Medina (en adelante
M.M.), vol. 159, f. 102. Carta del Gobernador Enriquez, 8 de febrero de 1673.

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Trabajo indtgena en la frontera araucana 221

En opiniön del gobernador, se evitaba con el trabajo la ociosidad de


los indios, y las juntas que propiciaban revueltas y borracheras. Ademäs,
las mitas habi'an incidido en el aumento de las cosechas de la regiön decre-
ciendo el precio del trigo, lo cual influi'a en un mejor abastecimiento del
ejercito real establecido en la frontera desde 1603.
No obstante, per real cedula de 8 de febrero de 1679, se acordö revocar
en parte la resoluciöri del gobernador. Se prohibiö imponer mitas a los
araucanos, con excepciön de aquellos casos que los indios las solicitaran
a traves de sus capitanes de amigos, caciques y protector de naturales. En
esa situaciön ta Corona permitia las mitas bajo ciertas condiciones, tales
como: ofrecer un salario adecuado a los indios, prohibir que se les hiciera
recorrer largas distancias, trabajar de noche y en di'as festivos^®.
La ambigüedad en el texto de la cedula hizo posible la aplicaciön de las
mitas en la Araucam'a. Modalidad que permitia incorporar a la vida labo-
ral a los indios varones efectuando trabajos esporädicos. En circunstan-
cias, que en el pueblo mapuche por sus tradiciones y costumbres ancestra-
les, la actividad productiva era desempeiiada de preferencia por las muje-
res, ninos y ancianos, ya que los hombres se reservaban para la caza y la
guerra. Se debe insistir que la mita en la Araucam'a no tiene un sustrato
prehispänico, sino es copia y adaptacion de la mita peruana.
Los documentos concernientes a las relaciones paci'ficas confirman
desde 1692 la existencia continua de mitas en la frontera araucana. Ya en
el parlamento de Yumbel de aquel ano, se mencionaba la intenciön de no
ocupar a los indios, salvo en trabajos imprescindibles al servicio del rey,
tales como: "fabricar iglesias, edificar fuertes y reconstruirlos" Luego
en 1726, al termino de la primera sublevaciön indi'gena de las dos existen-
tes en el sigio XVIII, en el parlamento de Negrete se exigiö a los indios:
"a quedar obligados a dar la mita para las obras del r e y " E l interes en
las autoridades hispanocrioilas por asimilar a los indios araucanos al tra-
bajo de mitas era indudable, y en su pensamiento era considerado perfec-
tamente posible.

Jara y Pinto, Fuentes I, pp. 335 y 336. En esta completa transcripciön de docu-
mentos, se editö la real cedula de 8 de febrero de 1679.
" M.M. vol. 322, f. 306. Acta del Parlamento de Yumbel, 16 de diciembre de 1692.
Archivo Nacional de Chile. Fondos Varios, (en adelante F. V.), vol. 251 y M.M.
vol. 322. Junta de Guerra de 1726 y Acta del Parlamento de Negrete de 1726. Las presta-
ciones de mitas serfan proporcionadas por las reducciones pröximas al lugar donde
se efectuaban los trabajos, solo por orden del gobernador y maestro de campo, y se
repartlrian equitativamente.

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222 Luz Maria Mendez Beiträn

Como la sublevaciön indi'gena de 1723-1725, habi'a producido el aban-


dono y destrucciön de la mayoria de los fuertes ubicados desde el siglo
anterior en pleno territorio araucano - como Tbcapel el Viejo y la plaza
de Puren - su reconstrucciön planteaba un grave problema a las autori-
dades militares de la frontera. El gobernador Gabriel Cano y Aponte deci-
diö situar una Hnea de fuertes en la orilla norte del Biobio, poh'tica que
fue aprobada por real cedula del 10 de diciembre de 1727. Empero, la edi-
ficaciön de las fortalezas requen'a de recursos, tiempo y mano de obra^'.
Para subsanar esta älgida situaciön, se obligö a los indios a propor-
cionar mitas segün correspondiera a cada Butalmapu por la proximidad
al lugar. A cambio de su trabajo se les dan'a a los indios alimentacion y
salario, y las mitas se repartin'an en forma equitativa entre las reduc-
ciones. Por ello el asunto fue un punto importante en las conversaciones
del parlamento de 1726.
Otras referencias al tema se encontraron en los documentos de una Jun-
ta de Guerra de 1738 y en los del parlamento de 1746. La intenciön de las
autoridades de la frontera, por entonces, era trasladar contingentes mili-
tares a la orilla sur de! Biobi'o para elegir nuevos lugares para los fuertes.
Se opinaba que los indios debian proporcionar mitas: "segün la cos-
tumbre" y "como fueron obligados a hacerlo por uno de los tratados del
parlamento de 1726, ya que siempre han concurrido en esto demostrando
la fidelidad y vasallaje". Se agregaba, la obligaciön laboral de los indios
para construir las iglesias y casas de los padres misioneros^^. Otro de los
presentes en la Junta, Pedro Illanes, expresö que para restituir los fuertes,
el Butanmapu de la Costa tenia "la obligaciön en asistir a la plaza de
Arauco y Tucapel en las faenas o trabajos que en ellas se ofrezcan"; y los
dos Butanmapu de los Llanos, "el que dicen del gobernador estä obligado
a acudir con su gente a la plaza de Yumbel y el del Sargento Mayor a la
de P u r e n " " .
Las mitas a principios del siglo XVIII, como se evidencia, ya eran consi-
deradas indispensables para la construcciön de los fuertes y se daba por

Jara y Pinto, Fuentes II, pp. 80-82. Viase real cedula de 10 de diciembre de
1727.
" M.M. vol. 184, ff. 172 a 177. Informe del veedor general del ejercito Miguel del
Solar, e informe de Pedro de Cördova.
" Ibd., f. 211. Informe de Pedro Illanes. Ademds de esa ocasiön el sargento mayor
opinaba: "que para la fäbrica [de las plazas militares) hayan de asistir con las mitas
sin escasez y por tiempo de un mes cada mita, asegurändoseles que se les pagara un
real cada dia de los que trabajaren, en ropa, aniles, a los precios corrientes y que no
se les harä agravio".

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Trabajo indigena en la frontera araucana 223

costumbre el trabajo de los indios. Hacia la mitad de la centuria, cuando


las relaciones paci'ficas lograban un nivel de gran estabilidad, el goberna-
dor Domingo Ortiz de Rozas, en su discurso en el parlamento de 1746,
exigiö a los caciques que debian acudir "con las mitas acostumbradas"
para reedificar los antiguos fuertes. Tknta peticiön en los Parlamentes po-
siblemente indica una resistencia de los indios para facilitar las mitas, pero
es probable que las autoridades hispanocriollas lograran su propösito.
La peticiön de mitas a mediados del siglo XVIII, estaba ligada con los
afanes de expansiön hispanocriolla hacia el sur del Biobio, cuando se in-
tentaba establecer una comunicaci6n por tierra expedita y definitiva con
la plaza de Valdivia^''. Pör otra parte, los vecinos del sector se introdu-
ci'an al alero de las fortificaciones ocupando tierras en el territorio arauca-
no. Aspectos ya muy m'tidos hacia mediados del siglo.
La situaciön de paz, la ausencia de hostilidades, hizo que los militares
que custodiaban los fuertes establecieran toda clase de contactos con los
indios araucanos y pehuenches. Desde un activo intercambio de vino,
aguardiente, telas, elementos de fierro como arneses, cuchillos, etc., hasta
una convivencia mayor de tipo familiar que conducia al mestizaje, a la
aculturaciön, al intercambio cultural^^. Por este proceso, la situaciön de-
fensiva se hizo precaria, los fuertes se deterioraban, los armamentos
quedaron sin mantenciön, los militares se iban a vivir entre los indios con-
formando familias mestizas que poblaban los campos cercanos'^.
Un interesante testimonio sobre la situaciön militar de la frontera hacia
1750, dejö de su visita el oidor Jos6 Perfecto de Salas, en su «Informe
sobre el Reino de Chile»:

"Los sobredichos soldados fronterizos, dije que no solamente son inütiles,


sino tambi^n perjudiciales, y con razön, porque como n o tienen ocupaciön
ni entretenimiento el menor en las armas, viven entregados al ocio, el que
divierten con el träte y comunicaciön de los indios confinantes . . . y cuan-
do los destacan a guardar los pasös por donde se introducen vinos y otros
generös prohibidos, fomentan y guian a los interesados . . . por una muy

" Luz Maria M6ndez Beiträn, "La organizaciön de los parlamentos de indios en el
siglo XVIH", Relaciones fronterizos, p. 130. Estudio sobre las relaciones pacificas en
la frontera araucana.
" Ibd., p. 110.
" Archivo Nacional de Chile, Archivo de la Capitani'a General, (en adelante C.G.)
vol. 519. "Reconocimiento de la frontera. Carta de Joseph de Salas a la Junta de Si-
tuado, diciembre de 1748". Aquel funcionario expresaba: "pas6 a Nacimiento donde
hallö aquel fuerte en un total abandono, ninguna obediencia en los soldados, todo
destruido, la estacada (aunque en pie) de ninguna resistencia, la Iglesia por tierra, la
guardia casi lo mismo, no hay casa para la tropa, y sölo permanece una para el cabo
muy mala, y no hay duda que la aplicaciön es muy poca".

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224 Luz Maria Mendez Beiträn

corta remuneraciön; y a esta manera son la capa de infinitos delitos que


cometen con el seguro de la impunidad, mediante la fuga que emprenden
al menor rumor , . . retirändose a vivir tierra adentro, donde se quedan
muchos de ellos por largo tiempo . . . tomando mujeres segün la usanza
y rito de ellos, como he visto y tratado, sin que se les reconozca la menor
apariencia de cristianos"^^.

El deterioro material en los fuertes tambien fue comprobado por el go-


bernador Antonio Guill y Gonzaga. En carta al rey se quejaba de los esca-
sos recursos dispuestos por el Reglamento Militär de 1753 para la manten-
ciön defensiva de las plazas, ya que estas: "no podfan resistir por mäs
tiempo el abandono". Por lo cual, dispuso reclutar: "a los ociosos, vaga-
bundos y delincuentes y dado principio a su reparo aün antes de la real
Orden de 30 de diciembre de 1757". AI ano siguiente, el gobernador visitö
las fortificaciones y mandö hacer una tasaciön para efectuar las repara-
ciones necesarias. Hay constancia que en esas obras se gastaron diez mil
pesos y se consideraba necesario una suma equivalente para termi-
narlas'^
Por otra parte, los fuertes de la frontera se deterioraban constantemente
porque eran construidos en piedra y madera. No obstante, sus repara-
ciones tampoco implicaban una gran Inversion. Segün el oidor Salas, ha-
bia constante malversaciones en los fondos dispuestos por la real hacien-
da con ese objeto.
Tämbien debe aludirse aunque brevemente a la situaciön de los aborige-
nes para comprender la aceptaciön al trabajo en mitas. El mismo oidor,
testigo presencial, indicabaquedespuesde 1723, losindiossehabi'andedi-
cado "al cultivo de las tierras y a la crianza de ganados, en tanta abundan-
cia, que no he visto entre los mismos espanoles, ni casas tan abastecidas
de legumbres, granos y provisiones, ni campos tan poblados de toda suerte
de ganados"^'. Lo cual era posible, en nuestra opiniön, solo en condi-
ciones histöricas sustentadas en la paz y en las relaciones mutuas de caräc-
ter pacifico.

" Armande Donoso, Un letrado de! siglo XVIII, el doctor Jose Perfecta de Salas,
2 vols. (Buenos Aires 1963), vol. I, p. 124. Contiene la transcripciön del informe citado.
e.G. vol. 508. Se encuentra un testimonio adicional sobre el abuso de los militares en
los fuertes. Los caciques Juan Guayquimilla y Antonio Quinchamala piden se Ics de-
vuelva 70 yeguas con sus crias, 8 ponchos y 3 pellones nuevos, que les sustrajeron violen-
tamente Domingo de Leon, cabo de la plaza de Puren y la tropa que comandaba. 1743.
»« e.G. vol. 723, ff. 200 y 220 v. y archivo Claudio Gay (en adelante C. Gay), vol.
34.
" Donoso, Un letrado de! siglo XVIU I, p. 120.

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Trabajo indigena en la frontera araucana 225

Tambien aquel oidor expresö sus ideas sobre el comportamiento de los


indios, que difen'an de las sustentadas por otros coetäneos suyos interesa-
dos en desprestigiar a los naturales. Dice al respecto: "Los indios, senor,
que el miedo, el interes y la adulaciön han fingido tan bärbaros y fieros
e inhumanos, ha hallado mi experiencia, mansos, döciles, racionales, y lo
que es mäs prodigioso, al oir solo el nombre de Vuestra Magestad no hay
demostraciön de rendimiento y veneraciön que no p r a c t i q u e n " S e de-
duce un comportamiento indigena aculturizado, adaptado ya al modelo
ideal de la sociedad criolla de la epoca, perceptible tambien en otros docu-
mentos que no es posible aludir en estas breves päginas y comprobado en
el siglo XIX, por los viajeros Ignacio Domeyko y Edmond R. Smith'".
Tambien en la epoca, aparece en la frontera el uso de mano de obra for-
zada en la reparaciön de los fuertes. Elemente asociado a la mano de obra
indigena en la reconstrucciön, afios despues, de la plaza de San Carlos
de Puren.
La convivencia entre los criollos y los indios araucanos, salvo interrup-
ciones locales como en 1759, subsistiö en estado de equilibrio hasta la apli-
caciön de una nueva politica dispuesta por la Corona, apoyada por la Jun-
ta de Poblaciones y aplicada por el gobernador Antonio Guill y Gonzaga
desde 1764. El objetivo de esa politica era agrupar a los indios araucanos
en pueblos con el propösito de conseguir una mäs efectiva evangelizaciön
y asimilaciön cultural. Proyecto que no era original, en muchos lugares
de America los. indios sedentarios se agrupaban en pueblos. Incluso en
el ärea norte del virreinato de Mexico, poblada por indios fronterizos, nö-
mades y muy belicosos, comparados en la 6poca con los araucanos, se en-
sayö tambien una politica de reagrupacion en torno a grandes misiones.
En Chile no se habia intentado aplicar esa modalidad entre los arauca-
nos. Atraidos en principio, los caciques de muchas reducciones acce-
dieron. Con el apoyo del real ejercito" de la frontera los indios trabajaron
en talar bosques, en la recolecciön de coligües y paja, destinados a la cons-
trucciön de las viviendas e iglesias de sus futuros poblados. La Corona
financiö herramientas, bueyes, implementos de trabajo, regalos, etc., que
fueron distribuidos a los aborfgenes'*^. Los pueblos, en total 39, estu-

lbd„ p. 120.
Ignacio Domeyko, Araucania y sus habitantes (Santiago 1971). Edmond Reuel
Smith, Los araucanos. Notas sobre una gira efectuada entre las tribus indigenas de
Chile meridiona! (Santiago 1914).
F.V. vol. 276, pza. 6. El texto de la crönica y un anälisls crftico fue publicado en
L.M. Mendez, "Relaciön anönima de los levantamientos de indios", Cuadernos de

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226 Luz Maria Mendez Beiträn

vieron dispersos por todo el territorio araucano congregando a muchas


reduccioncs, incluso algunas situadas en la parte mäs meridional de la re-
giön, en las proximidades del n'o Imperial
En 1765, el maestre de campo Salvador Cabrito visitö las plazas milita-
res de la frontera preparando la aplicaciön de esa poli'tica. Encontrö el
fuerte de Puren totalmente derrumbado por las Iluvias y las armas guar-
dadas en un pobre rancho. Sugiriö entonces al gobernador reconstruirlo
en la orilla sur del Biobio porque asl tendrian los "milicianos donde
sembrar y lo mismo la tropa porque son tierras de lomas prodigiosas"
El gobernador Guill empenado en que resultara esa poli'tica, le reco-
mendö cautela a Salvador Cabrito, era de opiniön que el traslado del fuer-
te podn'a ayudar a "destruir y contener el comercio clandestino que hacen
los mismos espaiioles con ilicitos conchavos en que maltratan a los in-
dios""". Le exigiö evitar posibles sospechas entre los araucanos y conven-
cerlos de las ventajas de los poblados. En caso de encontrar oposiciön al
traslado del fuerte, este debi'a ser reconstruido en el mismo lugar. Y por
ultimo, ie obligö a que consultara personas expertas en la regiön sugirien-
do que fueran los mismos indios los que hicieran formalmente la peticiön
del traslado. Cabrito celebrö dos juntas con los caciques de las cercani'as
del fuerte de Puren, con tanto exito que los indios aceptaron la idea y tam-
bi^n solicitaron se les designara a un padre jesuita como misionero en su
reducciön.
Consultado el ingeniero Juan Garland, aprobö el traslado de Purrä,
propuso reducir al minimo la guarniciön de Yumbel que ya no tem'a senti-
do defensivo alguno, y mantener la de Tbcapel por su posiciön estrategica
en la Vigilancia del paso de los pehuenches por el volcän de la Sierra Vellu-
da y de apoyo al fuerte de Santa Bärbara. El maestre de campo Cabrito

Historia 4 (Santiago 1984), pp. 169-191. FV. vol. 813, f. 43. Carta dd gobernador An-
tonio Guill a S.M, de 17 de febrero de 1766. Aquel hace una referencia muy precisa
sobre la construcciön de los pueblos de indios y el trabajo de los aborigenes. Archivo
Nadonal de Chile. Archivo de la Contadun'a Mayor, la. serie (en adelante C.M.), vol.
3603. "Cuenta de las inversiones realizadas en los pueblos de indios de la tierra", hecha
por el maestre de campo Salvador Cabrito en mayo de 1767. Expresa que los gastos
hechos en obsequios para los indios, entre septiembre y diciembre de 1766, fueron de
1.494 pesos.
Mindez, "Retaciön anönima", p. 172.
^ C. Gay, vol. 48, pza. 58. "Autos sobre la reedificaciön de las plazas de Puren el
Nuevo y el Viejo, como tambien para fortificar Tolten".
C. Gay. vol. 48, pza. 58. Ibd. Carta del gobernador Guill a S. Cabrito de 3 de no-
viembre de 1765.

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Trabajo indi'gena en la frontera araucana 227

reuniö luego a las autoridades y al vecindario de Concepciön en dos juntas


sucesivas el 1° de diciembre de 1765. Los hizo presente la solicitud de los
indios y las ceremonias de entrega de tierras que hicieron al Sargento Ma-
yer Agustm Burgoa, simbölicamente representadas en un punado de
tierras''®.
En 1766 los indios solicitaron formalmente la reconstrucciön de la plaza
de Puren. Esta habia sido demolida en 1723 a causa de la sublevaciön y
no se habia vuelto a reedificar en su antiguo emplazamiento, sino otra for-
tificaciön con ese nombre en la orilla norte de! Biobi'o que existia hacia
1758. Ese ano segün un expediente, se la habi'a reparado trasladando 4.000
carros con piedras extraidas de una cantera cercana para construir su es-
carpe, murallas y reparar el foso"*'.
La peticiön de los araucanos fue aceptada e informada positivamente
por el gobernador Guill y Gonzaga, senaländole al rey "hoy desean
poblarse al abrigo de ella" La acogida de los indios al proyecto y la so-
licitud del traslado, solo se explica en razön de la conveniencia que
aquellos veian en la existencia de los fuertes. Estos ya no tenian una fun-
ciön belica primordial sino de ejes de contacto y de comercio. El träfico
de vino, aguardiente y toda clase de baratijas haci'a atractivo el intercam-
bio a los indios, que trocaban asi sus tejidos y ganados. La otra posibili-
dad, un tanto inverosimil, es que los indios hayan proyectado con mucha
anticipaciön la sublevaciön posterior que acaudillö el cacique Curifiancu.
El fuerte de Puren fue trasladado y se edificö en la orilla sur del Biobio;
el maestre Cabrito dirigiö las faenas. Pero como este militar teni'a una
odiosidad hacia los indios y los compeli'a a trabajar, su acciön fue el deto-
nante de la sublevaciön. Toda la correspondencia oficial de la ^poca atri-
buye a ese alto oficial la responsabilidad de los sucesos, a tal grado que
se lo sometiö a juicio y se lo depuso del cargo. Luego de la sublevaciön
prolongada entre 1766 y 1771, al ser concertada la paz en Negrete que puso
termino a este pen'odo belico, los indios impusieron como condiciön para
aceptar la paz, que los dejaran libres en sus tierras "quitändose de ellas
la referida Plaza'"".

C. Gay, vol. 48, pza. 58. Ibd. Junta de Salvador Cabrito con el cacique goberna-
dor de Puren, Juan Llaupillauquen, en la cual este indio solicitö como misionero al
padre Diego Fonseca y ademäs que se reedificara el fuerte. Tkmbidn se encuentran alli
los documentos sobre las dos reuniones en Concepciön.
C.M. vol. 1058. Expediente sobre reparaciön de las plazas de la frontera en 1758.
"" F.V. vol. 813. Carta del gobernador Guill y Gonzaga al rey, 17 de febrero de 1766,
M.M. vol. 192. Carta del gobernador Morales Castejön al ministro de Indias,
Concepciön, 23 de enero de 1775.

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228 LU2 Maria Mendez Beiträn

Cuando aün no terminaba el conflicto, en 1770, se efectuö una inspec-


ciön a las fortificaciones. El fuerte de San Baptista de Puren era descrito
como un fortin: "cercado con setecientas cincuenta estacas y su postigo,
dos llaves corrientes y cuatro baluartes de madera, y alrcdedor de dicha
estacada en tres lienzos techados con tejas sus medias aguas". Contenia
un galpön para alojamiento de los soldados de 26 varas de largo (18,2
m construido sobre postes y techado con tejas, coligües y barro. Dispo-
nia de una casa para el comandante y un galpön que servia de cuartel a
los oficiales y soldados, una casa para el guardia, una capilla, todo lo cual
se edificö sobre postes para evitar la humedad continua del terreno'".
En ese momento dirigia el fuerte el teniente de caballeria Francisco
Bello, quien al entregar el mando al comandante de infanteria Laureano
Bueno, dejö un prolijo inventario de su armamento y herramientas, que
evidencia el tipo de implementos existentes en una de las plazas de la fron-
tera araucana. El cual, es ejemplo de la pobreza material y del deterioro
progresivo del armamento, por el clima y la falta de recursos para su repo-
siciön^'.
Otro documento similar, del mismo afio, fruto de una visita inspectiva
a las guarniciones militares de la frontera, permite aclarar la cantidad y
composiciön de las tropas del fuerte de San Baptista de Puren. La dota-
ciön de oficiales y soldados era de 50 individuos, mäs un contingente de
milicias reclutado entre los habitantes de las cercani'as con un total de 136
individuos. Se agregaba un grupo compuesto por 18 indios amigos al ser-
vicio del rey, y 2 balseros que haci'an una faena de conexiön con los fuertes
situados en la ribera opuesta del rio Biobfo. En total, una guarniciön de
188 personas de origen hispanocriollo y 18 i n d i o s " . Lo cual es un reflejo
indirecto del mestizaje y la aculturaciön existente en esa sociedad fronteri-
za. Este contingente, segün el mismo documento, subsisti'a con carne de
vacuno, charqui, legumbres, bizcocho y sal, ademäs de las verduras que
cultivaban las familias en el contorno'^.

e.G. vol. 861. "Estado de la artitleria, armas y pertrechos del fuerte de San Bap-
tista de Puren. 25 de enero de 1770".
" Ibd. Entre diverses arti'culos, especifica la existencia de: 7 cafiones, de los cuales
3 estaban en servicio, 2 desmontados de su curena y 2 inservibles; habia 76 fusiles, 16
arcabuces, 11 mosquetes; 3.850 balas de fusil, II arrobas de pölvora de fusil, 9,5 para
artilleria; 44 azadones, 18 palas, 11 barretas, 200 tablas, 2 yuntas de bueyes, 10 libras
de acero, etc.
" Ibd. Una carta de Laureano Bueno a Salvador Cabrito agrega que en la lista de
los milicianos iban 16 nifios, y "atendiendo a la mayor fatiga . . . arbitre darles raciön
y medio sueldo respecto de aquel asignado a dichos milicianos".
" Ibd. La guarniciön militar del fuerte de San Baptista de Puren, el 20 de enero de

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Trabajo indi'gena en la frontera araucana 229

AI producirse el cambio de gobernador en el Reino, los indios pidieron


en el parlamento de Negrete de 1771, un nuevo traslado del fuerte de Pu-
ren. El gobernador Morales Castejön viajö a inspeccionar el lugar y dejö
constancia de su estado "tan ruinöse y mal parado" que sus reparaciones
costan'an lo mismo que su traslado. Concluyö que aquella plaza ya no te-
nia sentido en la defensa de la regiön y era muy dificil auxiliarla en caso
de peligro; su ubicaciön al sur del n'o contribui'a para continuas sospechas
entre los indios de otro intento por agruparlos en pueblos; y agregaba ade-
mäs, que era: "constante y notorio haber sido esta la causa principal de
la sublevaciön". Razones que lo impulsaron para acceder a la peticiön de
los abon'genes previa consulta al rey^"*.
Propom'a el gobernador que se reconstruyera en su antiguo sitio donde
existi'a aün el foso y muralla. Ya que en su opiniön, lo ünico que habia
conseguido Salvador Cabrito en 1766 era el cambio de lugar del fuerte.
La propuesta del traslado definitive fue enviada a Madrid junto con un
par de planos diseüados por el ingeniero Leandro Badarän, a quien se en-
cargaron los futuros trabajos. Fue aceptada el 8 de julio de 1775 por el
ministro de Indias Julian de Arriaga, previa consulta al virrey del Peru,
el cual tambidn accediö. Finalmente, el nuevo ministro Josd de Gälvez,
en real orden de 25 de febrero de 1776, dispuso la reconstrucciön de una
plaza militar en el antiguo lugar
Se exigiö al gobernador un empleo moderado de fondos, advirtiendole
la responsabilidad frente a cualquier malversaciön de dinero y se encargö
de las cuentas a los oficiales reales de Concepciön y al contador mayor
del Reino. Asi la contaduria mayor, organismo recien creado y con plenos
poderes fiscalizadores desde 1768, en apoyo de ia poh'tica de control ha-
cendario impuesta en America durante el gobierno de Carlos III, asumiö
en definitiva el control sobre las reparaciones de los fuertes de la fron-
tera'^

1770, se distribuia de la siguiente manera: 5 oficiales y 24 soldados de infanteria; 2


oficiale.s y 19 soldados de caballeria; 6 oficiales, 130 soldados de milicias; 18 indios,
subdivididos en 1 capitanejo y 17 mocetones; y 2 balseros.
M.M, vol. 192, ff. 263-266. Carla del gobernador Morales Castejön, 23 de ene-
ro de 1775.
" Ibd. La correspondencia entre la Corona y los gobernadores es abundante sobre
la materia. Vease adennäs: M.M. vol. 196. Informe del gobernador Jäuregui; C.G. vol.
729, real orden de 30 de enero de 1778; M.M. vol. 197, f 63. Informe del gobernador
sobre el estado de la plaza de Puren.
" Sonia Pinto, Luz Maria Mendez, Sergio Vergara, Antecedentes HislöHcos de la
Contralon'a General de la Repüblica 1541-1927. Ediciones de la Contraloria General
de la Repüblica (Santiago 1977), pp. 145-193.

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230 Luz Maria Mendez Bellrän

Mas, el cambio de fortalezas no era un asunto muy simple, habi'a que


considerar el traslado de los vecinos de origen mestizo y criollo que se ha-
bian instalado al alero de esas fortificaciones. El gobernador consideraba
que en esta ocasiön debian abandonar sus casas y las tierras que habian
ocupado en territorio indigena, lo cual contribuin'a a repoblar el territorio
de la Isla de la Laja que habia sido abandonado por la sublevaciön".
Por otra parte, el trabajo indigena mediante el sistema de mitas se consi-
deraba indispensable para la construcciön y reparaciön de las fortifica-
ciones. El caso de la plaza de Puren lo confirma segün se estudia a conti-
nuaciön. Otros ejemplos, son sugerentes tambien para apreciar la exten-
siön que tuvo el trabajo aborigen en la segunda mitad del siglo XVIII en
la regiön de la frontera.
En 1771, se estimaba que los indios situados cerca del fuerte de Tälca-
mävida podian ofrecerse para las mitas requeridas por las autoridades
fronterizas. En 1776 y 1777 participaron junto a otras reducciones en la
reconstrucciön de Puren'®. Otro documento, permite afirmar que en
1772, los indios pröximos a la plaza de Arauco, situada en la costa "se
encontraban constantemente ocupados" en las obras de dicha forta-
leza^'.
AI finalizar la centuria, en 1795, los indios de la reducciön de Tälcamä-
vida aparecen colaborando en las reparaciones del fuerte. Senala un docu-
mento: "Siendo practica de inmemorial tiempo, que la reducciön de esta

" M.M. vol. 192, f. 263 a 266. Carta de gobernador Morales, 23 de enero de 1775.
" e.G. vol. 508. La ubicaciön de fortalezas con propösitos expansives se comple-
mentaba con la designaciön de "capitanes de amigos", sujetos pagados por el ejercito
para que vivieran con los indios y ayudaran a la pacificaciön. En 1771, se creö un puesto
de capitän de amigos en la reducciön de Iklcamävida porque esa fortaleza se la consi-
deraba necesaria "para la sujeciön de los indios y arreglos de la administraciön del San-
to Sacrificio de la Misa y Sacramentos de la Iglesia y demäs ministerios que se ofrecen,
y puedan ofrecerse mitas para las obras del real servicio". Para un anälisis mäs profun-
de del rol de los capitanes de amigos en las reducciones de la frontera araucana, vdase
los trabajos de: Sergio Villalobos, "Tipos fronterizos en el ejercito de Arauce", Re/a-
ciones fronterizas, pp. 187-195; y Leon Leonardo, "La Corona espanola y las guerras
intestinas entre los indigenas de Araucani'a, Patagonia y las Pampas 1760-1806",
Nueva Historia II, 5 (Londres 1982),
" C.G, vol. 508. El protecter de indios de Concepciön en 1772 hace una representa-
ciön a nombre de 3 caciques de Butalmapu de la Costa, solicitando raciones alimenti-
cias especiales porque "llega a tal el estado de su inopia que la indigencia los obliga
a buscar las yerbas del campo para su mantenimiento" y "estar su gente (los indios
jövenes) continuamente ocupados en las obras del real servicio en la plaza de Arauco".
Lo cual se les concediö.

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Trabajo indi'gena en la frontera araucana 231

plaza haga todos los anos los reparos precisos, para el resguardo de los
edificios de ella. . 1'. Interesa analizar mäs ese expediente, pues en ese mo-
mento los indios se negaban a trabajar porque no se les daba contribuciön
alguna, "por ser puramente servicio de S.M!'. Solicitaban para reiniciar
las faenas, que les dieran hachas, yuntas de bueyes y alimentaciön a
aquellos que debian trabajar en el "acarreo de faxina y varazön"®°.
El Intendente de Concepciön, Francisco de la Mata Linares, se opuso
a esa peticiön aduciendo que, aunque las leyes favoreci'an la posiciön asu-
mida por los naturales, estos realizaban trabajos livianos y de corta dura-
ciön. Fundamentaba que si se accedi'a, "seguirä la misma pretensiön per
las demäs reducciones que se hallan en iguales circunstancias y resulta el
mayor gasto a la Real Hacienda", El gobernador finalmente desechö esa
proposiciön y acogiö la peticiön de los indios de Talcamävida .
Todo lo cual indica y confirma en nuestra opiniön, que las fortalezas
servian de apoyo a la penetraciön hispanocriolla en los territorios indfge-
nas. A la vez, que se reclutaba mano de obra indigena para el servicio real
en calidad de mitas asalariadas, lo cual deriv6 finalmente en una obliga-
ciön consuetudinaria. A fines del siglo XVUl, es notoria la aculturaciön
de esos abon'genes pacificados y su disposiciön a efectuar los trabajos de
mantenciön en los fuertes de la regiön.

I I . E L TRABAJO EN LA CONSTRUCCION DE LA PLAZA DE SAN CARLOS DE P U R E N ,

1777-1778

Para abordar el anälisis histörico de este capi'tulo se ha dispuesto de do-


cumentaciön diversa y sobre todo, una serie contable que permite una vi-
siön muy cercana a la realidad de la epoca. Documentaciön que se ha se-
riado y cuantificado de acuerdo a los metodos actuales de la historia eco-
nömica".

e.G. vol. 489. "Sobre que a los indios de la plaza de Talcamävida se les submi-
nistre la comida y herramientas necesarias para hacer reparo anual a sus edificios",
1795.
Ibd. En 1795, Pedro Bergara testifica en Talcämavida en mayo: "me Consta a mf
no haberseles dado providencia atgunas jamäs para dichos reparos y que asi los debi'an
hacer a su costa y minciön". Lo cual demuestra el paso de la mita asalariada a un traba-
j o que se consideraba usual, reflejo de la aculturaciön del indio en esas reducciones
pröximas a los fuertes y misiones.
" C.M. vol. 56. En este tomo estän los documentos sobre el uso de los fondos
empleados cn la conslrucciön del fuerte, incluyen las boletas de pago a los indios,

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232 Luz Maria M e n d e z Beiträn

La edificaciön de esta fortaleza se iniciö con la aprobaciön real, del


virrey del Peru y de la Junta de real hacienda chilena. El 4 de enero de
1776 se autorizö el financiamiento con un presupuesto inicial de 5000 pe-
sos, que fue ampliado el 18 de febrero siguiente, con 22.000 pesos adi-
cionales girados por las cajas de la real hacienda de Santiago y conducidos
a las de Concepciön".
Las faenas se ubicaron en dos lugares diferentes: en Santa Barbara tra-
bajaron las mitas en talar los bosques cercanos; y las obras del fuerte
fueron situadas en el mismo lugar del antiguo emplazamiento en la orilla
norte del Biobio. La duraciön de aquellas se extendiö entre los meses de
enero de 1776 y junio de 1777. El costo global del fuerte fue de 7.168 pesos.

1. L A M A N O DE OBRA

La estructura laboral fue mixta e integrada por tres tipos diferentes de


trabajadorös: indios de mita de las reducciones araucanas de Santa Fe, San
Cristöbal, Santa Juana, La Mochita, Talcamävida y Noguen, todas si-
tuadas en las cercam'as de plazas militares y misiones de la frontera pröxi-
ma al Biobio; mano de obra forzada, es decir, presidiarios condenados
por la justicia a trabajos en los fuertes para cumplir las penas impuestas;
y trabajadores especializados, vale decir artesanos. Todo lo cual indica
una faena integrada por indios, mestizos, criollos, negros, mulatos y espa-
üoles, que eran los grupos conformantes de la sociedad fronteriza del siglo
XVIIL
a) El trabajo de mitas. Complementa el anälisis que se harä a conti-
nuaciön acerca del trabajo de los indios araucanos, algunos cuadros esta-
disticos que permiten profundizar en el concocimiento de esta singular
forma de trabajo".
El reclutamiento de los indios provem'a de las reducciones cercanas y
SU labor se concentrö en el corte y labrado de maderas, en el transporte

trabajadores, oficiales, y los certificados emitidos por los vendedores de mercaderias


y animales. Con esa documentaciön menuda y los estados de situaciön contable se pu-
do construir los gräficos y anexos de este capitulo. La imposibilidad de publicarlos
en esta ocasiön por su temario y extensiön, hace que la autora se reserve el derecho
para editarlos posteriormente.
" M.M. vol. 197. Carla del gobernador Higgins al rey, 2 de junio de 1778; y C.G.
vol. 729, f. 194. Real orden de 3 de novlembre de 1778.
" Se contruyö un cuadro estadlstico con las listas de pago de cada mita que incluye
nümero de indios, dias de trabajo, salarios, raciones, costo de mantenciön (cfr. nota
62).

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Trabajo indi'gena en la frontera araucana 233

de troncos, vigas, tablones y coligües (varas de cana) desde los bosques,


en el corte de paja y totora, para techar los galpones y otras viviendas del
fuerte. Las faenas de las mitas sc iniciaron el 1 ° de mayo de 1776 y conti-
nuaron sostenidamente hasta marzo de 1777, vale decir casi un afio. Hasta
diciembre de 1776, las reducciones araucanas proporcionaron un contin-
gente de 14 a 17 indios por mes, con una media de 15 individuos. El
ejemplo mäs claro lo dio la reducciön de Santa Fe, con un aporte constan-
te de indios lo que demuestra la condiciön particular de la mita, en la cual
todos los indios del grupo trabajaban en una misma faena, en este caso
talando maderas.
En la epoca del verano, meses de diciembre, enero y febrero, cuando
la Iluvia disminuye en la regiön, hubo un aporte adiclonal de otras mitas
provenientes de Santa Juana, Santa Fe, Talcamävida, Colcura, con canti-
dades algo superiores de indios, en nümero de 18 a 20 individuos por re-
ducciön. Hacia los meses de marzo y abril, epoca de las cosechas, bajö
notoriamente el aporte de las mitas a 4 y 8 indios por grupo. Situaciön
coincidente con actividades de transporte que permitfan subsanar la re-
ducciön numerica y finalizar las obras de la plaza.
La duraciön de cada mita fue fluctuante, posiblemente a diferencia del
sistema usado en Mexico y Perü, y similar al de Nueva Granada. Los di'as
trabajados oscilaron entre 16 y 38 dias segün la mita, esto se explica segün
la procedencia de las mitas, las mäs alejadas del lugar del fuerte tenian
mayor duraciön y las mäs pröximas un regimen regulär de 30 di'as, cam-
biando sus indios por otros.
Los salarios de los indios no fueron equivalentes para cada reducciön.
Ciertas mitas recibieron 1 real diario por reducciön (Santa Fe), 1,1 real
(San Cristöbal), y hacia el verano se les aumentö a 1,5 reales, decreciendo
al iniciarse el otoiio a 1 real nuevamente. El alza del verano fue por la nece-
sidad de atraer a los indios para aprovechar el clima cälido, y la existencia
de madera seca para construir el fuerte. El gasto en salarios de los 26 gru-
pos de mita, integrados por 319 indios, fue en total 1522 pesos y 5 reales
en el gasto global del fuerte, y con una equivalencia de un 21,5%.
La alimentaciön de los indios se basö en trigo y charqui, y un poco de
carne fresca, productos muy vinculados a la dieta hispanocriolla, que no
eran extranos a los indios por la aculturaciön alimenticia ya existente en
la epoca entre los araucanos. La raciön por cada indio de mita era la si-
guiente: 6 almudes de trigo mensual (48,5 litros) equivalente a una raciön
diaria de 1,6 1; y 2 arrobas de charqui mensual (71,11) con 2,4 1. diarios.
Lx) cual indica una porciön abundante si se compara con los mismos ali-

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234 Luz Maria Mendez Beiträn

mentos de la raciön diaria de los marinos y mineros de la epoca, pero me-


nos variada que la de estos^^ El gasto total en alimentos para los indios
de mita fue de 74 fanegas de trigo (7.177,3 1) y 242 arrobas de charqui
(8.603 1) mäs 22 vacas, porque los araucanos preferian la carne fresca al
charqui, y 8 quintales y 76 libras de bizcocho que se les dio de agasajo®^.
El gasto en alimentaciön fue de 777 pesos, mäs 30 pesos en regalos, lo cual
da un total de 807 pesos, con un 11,4% del gasto total de la obra.
b) El trabajo de los forzados. Estos presidiarios cumplfan dolorosa-
mente las penas impuestas a sus delitos, trabajando encadenados y dur-
miendo en celdas con barrotes, elementos que fueron forjados por los
herreros especialmente para esta faena. Aunque las fuentes no especifican
el tipo de trabajo que desarrollaron, se puede inferir que junto con los
trabajadores especializados fueron los que construyeron el fuerte, levanta-
ron los muros y las viviendas''. Entraron a las faenas despues de los in-
dios y permanecieron dos a tres meses mäs, extendiendose su trabajo entre
el 30 de noviembre de 1776 y fines de junio de 1777, es decir, ocho meses.
El trabajo agobiador de los 509 forzados se observa dividido por turnos
durante los cuatro primeros meses. Algunos permanecieron sölo un mes,
otros sölo la mitad, y hubo casos de pocos di'as, lo cual indica probables
deserciones y enfermedades bajo los indices numericos^'. El promedio
mensual de presidiarios en faena era de 60 a 70 individuos. Su salario pro-
medio entre 14 y 16,5 reales al mes. A esto se agregaba una raciön alimenti-
cia estimada en 0,5 real, similar en valor a la de los indios y probablemente
tambien en harina y charqui. Incluso en una ocasiön se enviaron 8 qq. y
76 Ib. de bizcocho para los forzados pero se prefiriö entregärselas a los

' ' Ren6 Sahnas, "Raciones alimenticias en Chile colonial", Historia 12 (1976), p,
70. Este trabajo tiene por objeto calcular las raciones alimenticias de los marineros.
Jorge Pinto Rodn'guez, LMS minas de azogue de Punitagui. Estudio de una faena mine-
ra de! sigio XVIII (Coquimbo 1981), p. 92. Este libro ofrece cälculos sobre la dieta
de los mineros. Armando de Ramön, Jos6 Larrai'n. "Una metrologia colonial para
Santiago de Chile: de la medida castellana al sistema mötrico decimal, Historia 14
(1979).
Luz Maria Mrädez, "La organizaciön de los parlamentos de indios", p. 147.
lämbi^n F.V. v, 283, pza. 2. Es un documento sobre la distribuciön de fondos para gas-
tos en los fuertes, se especifica que los araucanos les gustaba la carne fresca y no la
carne seca que se denominaba charqui.
" Se construyö un cuadro con las listas de pago de los forzados que incluye nüme-
ro de trabajadores, tipo de trabajo, costo de salarios y alimentos e indices globales (cfr.
nota 62).

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Trabajo indi'gena en la frontera araucana 235

indios de la mita de Santa Fe, como agasajo para tenerlos gratos. Por lo
cual, se deduce, que era mäs importante en la öpoca tener cierta considera-
ciön hacia los indios en desmedro de los forzados. El costo de los salarios
de los forzados fue estimado en 1.202 pesos 3 reales, es decir, un 17%;
y las raciones en 922 pesos con un 13%. Lo cual ascendiö a 2.124 pesos
3 reales, y con un 30% en el costo total de la plaza de Puren.
c) El trabajo especiatizado. Este grupo estuvo compuesto por mano de
obra libre, de origen mestizo o criollo y en la cual se observa una diferen-
ciaciön clara segün las tareas desempenadas. Hubo trabajadores asala-
riados como lenadores, sobrestantes (capataces), peones a sueldo fijo,
y carpinteros. Los dos primeros trabajaron de preferencia junto a los in-
dios de mita en los bosques pröximos a Santa Barbara, talando ärboks
y cortando coligües para la Plaza de San Carlos de Puren y para el fuerte
de Mesamävida. Se les asignaba una cuota fija de maderas. Y tambien
los hubo en las faenas del fuerte dirigiendo las tareas de los forzados y
preparando las maderas. El trabajo de estos sujetos tuvo una duraciön,
segün el individuo, entre un mes y medio hasta 8 meses seguidos. El sala-
rio fluctuaba entre 6 y 10 pesos mensuales. Tambien se les daba una raciön
de alimentos en charqui y trigo en forma individual, lo que demuestra un
grado de mayor responsabilidad de subsistencia^.
El consumo diario de alimentos no era similar, fluctuaba, a modo de
ejemplo, entre 1,21 y 1,41 diarios de charqui, y 1,5 a 1,71 de harina diario.
Si se compara la alimentaciön de estos trabajadores con la de los indios,
resulta que los abon'genes consumieron una dieta mayor en charqui y hari-
na, y en este ultimo producto tambien casi se duplica la raciön entregada
a los forzados. Y si comparamos con la dieta de los mineros de la epoca,
tambien resulta muy superior el consumo de los indios y de estos trabaja-
dores, aün cuando los mineros tenian sueldos que duplicaban al de los for-
zados®'.
En el caso de los carpinteros y peones a sueldo fijo, el trabajo se realizö
en el lugar de las faenas. Su objetivo fue construir las carretas para trasla-
dar las maderas, las ruedas, los ejes y otras herramientas como palas, aza-
dones, hachas, y trabajos mäs especializados de carpinten'a. Tambien hu-

El cuadro de los trabajadores especializados se hizo con el libro de cuentas del


contador del fuerte Juan Segundo Löpez, incluye nombre, oficio, lipo de trabajo, dura-
ciön de faenas, costo de salarios y alimentos, totales (cfr. nota 62).
Pinto R., Las minas de azogue, p. 88.

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236 Luz Maria M e n d e z Beiträn

bo un grupo dedicado al transporte de maderas entre Santa Barbara y la


plaza de Puren, y al flete de los alimentos necesarios para las mitas y de
herramientas. En total figuran en las cuentas: 2 lenadores, 3 sobrestantes,
3 carpinteros, 5 peones, 1 albanil, 7 transportistas. Todos ellos recibieron
un salario de acuerdo con los dias trabajados y en cantidades muy dispa-
res que sen'a demasiado extenso analizar, pero muy superiores al de los
indios y forzados. En total 384 pesos, con un 5,4%.
Un segundo grupo estuvo compuesto por trabajadores a contrato. Lo
constitui'a bäsicamente un artesanado especializado en herren'a al cuäl se
le cancelö tasando el valor de cada pieza. Los once herreros tuvieron a
SU cargo la confecciön de los grilletes, bragas y cadenas "para prisiones
de los forzados"; en la confecciön de herramientas tales como: hachas,
azadones, barretas, martillos, sierras, escoplos, clavos y ruedas de gonces,
etc.; y tambien la reparaciön de estos implementos. El hierro que necesita-
ban se lo^ proporcionaba el encargado de las finanzas del fuerte que lo
adquin'a con los fondos del presupuesto. El salario de este grupo fue de
697 pesos, con un 9,8% en el gasto total.

2 . LAS ADQUISICIONES

Los comerciantes y productores de la regiön vendieron los insumos nece-


sarios para la obra. Estos no fueron de gran variedad, pero reflejan la vida
econömica de esas faenas. Se compraron los siguientes productos: 26 yun-
tas de bueyes y 53 yeguas para el transporte de materiales; 22 reses vacunas
para los indios; 131 fanegas y 11 almudes de trigo (12.7001) de raciön para
los indios; 54 lios de charqui con 100 qq. (4.600 1); 2 botijas para el agua
de los forzados; varios cueros de novillo para hacer lätigos y tiradores;
4 cuchillos; 2 candados y un cerrojo; 10 fanegas de cal (970 1); 25 qq. 25
Ib. (1.156,9 kg) de hierro para "la construcciön de las prisiones de los for-
zados, y otracantidad superior para las herramientas". Y ademäs un indio
de la reducciön de Santa Fe vendiö un compäs, presumiblemente usado
para medir distancias.

3 . E L COSTO DEL FÜHRTE: SALARIO, ALIMENTACIÖN, ADQUISICIONES Y OTROS

De acuerdo con las fuentes documentales el costo de la mano de obra


se pudo obtener de los indices de salarios y alimentaciön de los trabajado-
res. Y si a ellos se agregan las adquisiciones y otros gastos, se logrö deter-
minar con aproximaciön el costo real del fuerte respecto al costo oficial
dado por las autoridades de la epoca.

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T r a b a j o i n d i g e n a en la frontera a r a u c a n a 237

CuADRO 1

El costo del fuerte de Puren: salarios, alimentaciön y otros gastos

Salarios indios 1.522 pesos ( 21,5%)


forzados 1.202 pesos ( 17,0%)
trabajadores especializados a s a l a r i a d o s 384 pesos ( 5,4%)
trabajadores a contrato 697 pesos ( 9,8%)
total 3.805 pesos ( 53,7%)
Alimentos indios 807 pesos { 11,4%)
forzados 922 pesos ( 13,0%)
total 1.729 pesos ( 24,4%)

Gastos mercaderias 1.228 pesos ( 17,3%)


diverses salarios director de la obra 200 pesos ( 2,8%)
gratificaciön contador 125 pesos ( 1,8%)
total 1.553 pesos ( 21,9%)

Total 7.087 Pesos (100,0%)

S e ha p o d i d o c o m p r o b a r un gasto de 7.087 pesos en la construcciön del


fuerte y si se lo c o m p a r a con la cifra oficial q u e fue de 7.168 pesos, q u e d ö
una diferencia de 81 pesos con 1,1% que no se logrö determinar, lo cual
no tiene mayor incidencia en el total. De ello resulta que los salarios de
los 319 indios fueron superiores a los de los 509 forzados, y proporcional-
mente, los süeldos de los d o s tipos de trabajadores especializados de ma-
yor nivel aün que los anteriores. L o que se explica porque estos d o s ülti-
m o s se consideraban trabajadores libres y con conocimientos de tipo arte-
sanal. Y en el c a s o de los indios, las autoridades hispanocriollas tenian
que atraerlos para que proporcionaran las mitas, evitar nuevos conflictos
y aprovechar su conocimiento del bosque. Ademäs, debe considerarse que
los indios pidieron en d o s oportunidades el traslado del fuerte, lo que
explica el trabajo que hicieron.
El costo de la m a n o de obra f u e muy alto, c o m o ocurn'a en general en
todo tipo de faenas en esta epoca, donde el trabajo manual era indispen-
sable en America por la falta de un desarrollo industrial. Fue de un 78,1%,
en el total de la obra, y el costo de las mitas un 32,9%. L o que indica la
fuerte incidencia del gasto hecho en la alimentaciön y salarios de los in-
dios, en comparaciön con los f o r z a d o s y otros trabajadores.

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238 Luz Maria Mindez Belträn

4 . ASPECTOS SOCTALES DEL TRABAJO

AI individualizarse el pago de salarios a los indios de mita se consignö


en la documentaciön el nombre de cada uno de los aborigenes. Aparecen
en la mayon'a su nombre de pila de origen espanol y el apellido de origen
araucano; por ejemplo Pascual Toramilla; Lorenzo Guenupi, etc. Lo que
demuestra a nivel de la denominaciön personal una fuerte aculturaciön,
que fue resultado del proceso de convivencia y de la tarea evangelizadora
de jesuitas y franciscanos.
Respecto a la organizaciön del trabajo, las mitas de cada reducciön se
subdividian en dos grupos mäs pequenos a cargo de un capataz de proce-
dencia nativa. Estos grupos oscilaban entre 1 capataz y 3 indios (Santa
Juana) a 1 capataz y 8 indios (Santa Fe). Lo que indica que los turnos se
arreglaban segün la cantidad de indios que integraban la mita. En oca-
siones, dirigia el trabajo de los indios un capitän de amigos de origen his-
panocriollo, los cuales no recibfan estipendio, porque ya tenian un salario
mensual contemplado dentro del presupuesto del ejercito^". En relaciön
al pago del salario correspondiente a los indios, este se efectuaba al törmi-
no del trabajo de la mita y por separado a cada grupo. Lo que se consignö
en certificados especiales que permitieron construir los cuadros estadi'sti-
cos.
Las referencias al trabajo indi'gena y de los forzados son escasas y de
tipo indirecto. Sabemos que los indios trabajaron en los bosques, pero el
de los forzados era especialmente mäs duro, ya que trabajaban encadena-
dos, y pernoctaban en viviendas protegidas con barrotes. En cambio, los
trabajadores especializados tuvieron una gran movilidad, trasladändose
constantemente entre Santa Barbara y Puren, o bien por los bosques, y
en el recinto mismo del fuerte. La impresiön generai es que el trabajo de
los forzados era mäs cruel y agotador en comparaciön a cualquiera de los
otros grupos, y se observa unä tendencia a mantener contentos a los in-
dios.

5 . OBRAS FINALES Y HABIUTACION DEL FUERTE

Hacia mediados de marzo de 1777, ya se habfan construido en Pur6n


las casas del comandante, los cuarteles de infanten'a y caballeria, las habi-

™ Villalobos, "Tipos fronterizos", p. 191.

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Trabajo indi'gena en la frontera araucana 239

taciones de los oficiales, se estaba techando la iglesia. A mediados de ma-


yo, se finalizaban la casa de la guardia, la sala de armas, las puertas y ven-
tanas aün no se podi'an concluir por falta de carpinteros especializados
en eile.
El traslado desde el fuerte de San Baptista de Puren al de San Carlos,
con SU gente y pertrechos, se efectuö el 20 de febrero de 1777, cuando aün
no se conclui'an ni las viviendas. El gobernador sugiriö al rey para reforzar
la vigilancia del sector, que se reforzase la guarniciön del ärea con destaca-
mentos de caballerfa de los fuertes de Puren, Santa Bärbara y los Angeles
para resguardar los vados del n'o Biobio y evitar el paso de los indios.
Finalmente, por real Orden del 3 de noviembre de 1778, el rey aprobö
definitivamente el traslado y los gastos, ordenando que no aumentaran
los contingentes en la zona, sino efectuar la vigilancia necesaria "para
contener los ladrones enemigos que rodean las orillas de aquel rio"^'.

B. Trabajo indfgena asalariado y la exportaciön de maderas para el Perü

Otra perspectiva acerca del trabajo de los indios araucanos, se refiere


a faenas de extracciön de maderas y coligües relacionadas con las necesi-
dades de la flota y del armamento virreinal. Su estudio muestra otra for-
ma de aculturaciön de los indios que vivian pröximos a los fuertes y mi-
siones de la frontera, como resultado de la convivencia pacifica en la
Araucani'a. Aunque se debe precisar tambien que el tema se refiere a si-
tuaciones esporädicas y que una investigaciön mäs amplia podn'a aclarar
sus verdaderas proporciones'^.
Es sabido que el virreinato del Peru fue el eje administrative de las pose-
siones coloniales hispanas en la Am6rica del Sur. Su riqueza minera y sus
relaciones comerciales requerian una flota naviera en la epoca colonial.
Como su puerto principal, el Callao, y su capital, la ciudad de Lima,
quedaron ubicados en una costa semi-desertica, las necesidades de made-

" M.M. vol. 197. Carla del gobernador Ambrosio Higgins, 2 de junio de 1778; y
e.G. vol. 729. Real orden de 1 de junio de 1778.
Estos datos fueron encontrados luego de una revisiön de 40 volümenes-de la
Contaduria Mayor, que se estaban catalogando con la colaboraciön de un grupo de
alumnos de Licenciatura en Historia, del Departamento de Ciencias Histöricas de la
Universidad de Chile, inscritos en un seminario que dirigi en 1984 en el Archivo Na-
cional de Chile,

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240 Luz Maria M e n d e z Beiträn

ra para la construcciön y reparaciön de naves, hacian insustituibles el


comercio maderero con distintas regiones del Reino de Chile situado en
el ärea meridional del virreinato. La regiön de la Araucani'a posela los bos-
ques vi'rgenes y la madera necesaria para satisfacer dicha demanda. Eso
explica las peticiones qua hicieron los virreyes a las autoridades chilenas
acerca del envio de maderas y coligües (canas de gran dimensiön) a fines
de la centuria. Exportaciones que se realizaron desde el puerto de Talca-
guano con destino al Callao.
En 1770, cuando aün no se caimaban los efectos de la segunda insurrec-
ciön araucana del siglo XVIII, los indios de Talcamävida, lugar situado
al sureste de la ciudad de Concepciön, trabajaron desmontando bosques
y aserrando maderas para la construcciön y reparaciön de unas fragatas,
junto con otros peones asalariados. El trabajo fue organizado en pe-
quenos grupos constituidos por 8 a 13 individuos a cargo de varios capata-
ces. Laboraban como hacheros y aserradores asalariados, en periodos de
tiempo que fluctuaron de 15 a 30 dias en promedio. Su jornal se estimö
en dos reales diarios. En total, participaron en estas faenas 116 individuos.
En el siguiente cuadro se han agrupado las evidencias documentales sobre
la labor de aquellos indios pacificados junto con peones asalariados'^.

CUADRO 2

C o r t e d e maderas para fragatas en T a l c a m ä v i d a , 1770

fecha capataz o nümero de in- trabajo dias jornal total


contratista dios y peones diario (pesos:
(rs.) reales)

22.2. Joseph Monsalve - Indios - - - 31:1


15.3. A n t o n i o Bergara 8 indios aserradores 15 2 30:0
4.4. Santiago Lizama 9 peones hacheros 29.5 2 66:3
4.4. A n t o n i o Bergara 8 indios hacheros 15 2 30:0
10.4. Hilario Monsalve 12 peones aserradores 15 2 45:0
13.3. A n t o n i o Chavez 13 peones aserradores 15 2 86:0
18.3. A n t o n i o Chavez 12 peones hacheros 30 2 90:0
26.4. A n t o n i o Chavez 42 peones hacheros 15 2 175:4
14.5. A n t o n i o Lizama 12 peones desmonte y
Corte 239 2 59:6

total de jornales 595:6

C.M. vol. 3544, f. 131v. J u k i o de cuentas a los Oficiales Reales de Concepciön.


Fliege de Data de la cuenta sobre el corte de maderas para fragatas, 1770-1771.

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Trabajo indi'gena en la frontera araucana 241

Se detecta un trabajo mixto de indios y mestizos asalariados, en faenas


madereras destinadas a la reparaciön de navi'os, a los cuales se pagö id^nti-
co jornal por un trabajo similar,
En 1772, los oficiales de la Real Hacienda de Concepciön aparecen re-
mitiendo al virrey del Perü en el navio de guerra "El Peruano", un total
de 458 cargas de lena, de 40 lenos cada una, desde el puerto de Tklca-
guano. La madera fue vendida por el comerciante Antonio Lopez en 114
pesos y 4 reales, siendo estimada cada carga en 2 reales. Ademäs, en esa
ocasiön por un especial encargo de) virrey se incluyö en el mismo navio
una exportaciön de madera labrada para cubrir las necesidades del
virreinato en el equipamiento de barcos^''. Aunque los documentos no
especifican en ese caso la mano de obra empleada, ya se paede inferir el
uso de abon'genes y peones mestizos en faenas madereras en los bosques
cercanos a la ciudad de Concepciön.
Casi una decada despues, en 1780, la necesidad de reponer el mästil
principal del navio de guerra San Pedro de Alcäntara que habia sido
quemado por un rayo en el puerto de Talcaguano, motivö el envi'o de un
par de expediciones a los bosques de las cordilleras de Nahuelbuta y de
los Andes'^. La primera se dirigiö al ärea circundante a la antigua plaza
de Santa Juana, muy pröxima a la ciudad de Concepciön y a orillas del
rio Biobio. Logrö detectar la existencia de grandes pinares de araucaria
chilensis. Estos ärboles fueron considerados muy apropiados en dimen-
siön y diämetro para reponer "arboladuras de navios". En total, se detalla-
ban mäs de 360 unidades de 30 a 36 varas de largo (25 a 30 m) y hasta
30 pulgadas de diämetro (1,30 m). Ademäs, se encontraron numerosas
variedades de coigües, lingues y cipreses'^. Informando del asunto
Ambrosio Higgins, quien ejerci'a como maestre de campo y gobernador
poli'tico militar de la ciudad de Concepciön, estimö que sen'a necesario

C.M. vol. 3534, ff. 118-121. Expediente de documentos de! registro del navio
"El Peruano" sobre exportaciön de maderas al Perü, 1771-1772. El documento men-
ciona maderas para la construcciön de navios y tabloneria. Entre ellas: astas de Popa,
palo para lablones, palo para peön de cabrestante, etc. Es decir, maderas de grandes
dimensiones exiraidas de los bosques virgenes de la Araucania.
Archivo Nacional de Chile, Archivo Moria Vicuüa (en adelante M.V.), vol. 6, f.
287. Carla del gobernador Ambrosio Benavides al virrey del Perü, 3 de abril de 1781,
sobre el descubrimiento de pinares en las tierras de los indios. M.M. vol. 196. Otra co-
pia similar al expedienle anterior.
''' M.V. vol. 6, f. 289. Carta del maestre de campo Ambrosio Higgins al gobernador
de Chile, Ambrosio Benavides, de 16 de marzo de 1781. Expresa que la calidad de los
pinos no desmerece a las del mar Bältico.

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242 Luz Maria Mendez Beiträn

recurrir a los indigenas para ubicar los maderos en los bosques. En una
carta senalaba: "vere ei modo de interesar a los mismos indios vednos a
ayudar a las faenas, dando los caminos y halländolos para estas diligen-
das"^^
Otra expediciön fue enviada en 1781 al interior de la cordillera andina,
al este de la plaza de Santa Bärbara, regiön de los indios pehuenches. Muy
cerca del nacimiento del rio Biobio, en la cordillera de Charqui Lauquen
y en el lugar de Callaqui, se encontraron inmensos bosques de pino
araucaria. Como ese territorio pertenecia a los indios fue necesario agasa-
jar a los caciques, como era costumbre, con muchos alimentos y regalos
para que facilitaran el acceso al lugar. Aün mäs, esos expedicionarios
lograron que los caciques cedieran al rey esos lugares, lo que motivö un
formal acto de posesiön^®.
Un extenso informe de los expedicionarios permite aproximarse a las
dificultades habidas en la 6poca para extraer posteriormente esas made-
ras. El Corte de los ärboles debia realizarse antes de abril porque dos meses
despues empezaban las nevadas. La madera disponible estaba cerca de un
estero que era afluente del rio Biobfo, e implicaba labores de desmonte
que requeria un total de 30 hombres durante 40 dias de faenas. Luego se
debian esperar las Iluvias invernales para conducir los maderos flotando
uno a uno, pues era imposible trasladarlos en balsas por las corrientes y
numerosas rocas que el rio tenia en su curso superior. Tambien, era nece-
saria la construcdön de carretones para extraer la madera desde el monte
y disponer de varios bueyes para su acarreo^'. Se sabe que en 1782, la ex-
pediciön comandada por el capitän Vicente Carvallo y Goyeneche, extra-
jo finalmente madera de pino araucaria en esos bosques de la cordillera
de los Andes. Esas faenas permitieron reponer el mästil del San Pedro de

" Ibd,
™ M.V. vol. 6, f. 302. Informe de Vicente Carvallo y Goyeneche sobre la expediciön
al interior d e l a plaza de Santa Bärbara. Expresa que fueron conducidos; "por los caci-
ques de nuestra ruta a quienes . . . hicimos mucho agasajo, acompafiado de dädivas
para suavizar sus agrestes indoles , , . nos dimos tal mana con los caciques Manquilivi,
Cademan y demäs duenos de los pinares, que no sölo nos acompanaron sino . . . tam-
biin logramos los cediesen en favor del Rey y tomamos posesiön de ellos en nombre
del soberano con la mayor solemnidad . . '.'
™ M.V. vol. 6 , ff. 2 9 5 - 2 9 6 V . "Observaciones hechas por el interino maestro mayor
de carpinteros de la escuadra, de la cordillera de Charqui Lauquen, sitio de Callaqui,
sobre la calidad de los pinos descubiertos en este paraje y metodo que se debe seguir
para su corte y conducciön!'

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Trabajo indigena en la frontera araucana 243

A l c ä n t a r a , considerado el m e j o r barco de la escuadra, y obtener u n a can-


t i d a d de maderas p a r a las reparaciones de otros navi'os®".
Ese m i s m o ano, se a u t o r i z 6 o t r a expediciön al m a n d o de J u a n Cela,
c o n s t r u c t o r y maestre mayor artillero del puerto de San Vicente, a los bos-
ques de C a r a m ä v i d a en las cercanias de la costa de Arauco. Tuvo p o r obje-
tivo reparar al navi'o San Miguel de propiedad de u n a casa comercial d e
L i m a . Hay testimonios q u e se extrajo madera p a r a sus reparaciones®'.
Esos d o c u m e n t o s r e f r e n d a n el inter^s que habi'a en la 6poca p o r iniciar
las exploraciones de los bosques de la Araucanfa con el propösito de obte-
ner la m a d e r a requerida p a r a los barcos de la escuadra virreinal. Tambien,
demuestran e! tardi'o descubrimiento de los bosques de araucaria en las
cordilleras de N a h u e l b u t a y de los A n d e s en pleno territorio p e h u e n c h e
y a r a u c a n o respectivamente. Preludio d e una actividad maderera q u e h a r ä
eclosiön en la f r o n t e r a chilena a fines del siglo X I X e inicios del X X .
El reino de Chile no solo abasteci'a de maderas para los navi'os del
virreinato, sino tambien p r o p o r c i o n a b a los elementos requeridos para el
a r m a m e n t o d e los milicianos que custodiaban el p u e r t o del Callao. E n dos
o p o r t u n i d a d e s se evidencia d o c u m e n t a l m e n t e lo antedicho. E n los afios
de 1778 y 1779; y en 1800 y 1801, se enviaron desde la A r a u c a n i a u n a gran
cantidad de coligües p a r a usarlas c o m o "astas p a r a lanzas". La primera
solicitud e m a n ö del virrey p o r orden de 27 de julio de 1778, quien pidiö
al g o b e r n a d o r de Chile Agustin de Jäuregui, una remesa de 3.000 coligües
p a r a lanzas a cuenta de las cajas de Lima. En un d o c u m e n t o de 25 de di-
ciembre de 1779, el maestre de c a m p o de la frontera a r a u c a n a , A m b r o s i o
Higgins, aparece c o m o responsable del "corte de dichos coligües, con-

"" M.V. vol. 6, ff. 297-299. Carta de A. Higgins de 9 de febrero de 1782. Informa
sobre la recepciön de una real orden de 31 de julio de 1781 que manifiesta el interes
de la Corona por el hallazgo de los pinares, y se refiere a la expediciön de Timoteo
Perez y Vicente Carvallo en los pinares de Ralco. Tfestimonio sobre el usufructo de los
bosques para reparar los navios en la crönica de Vicente Carvallo y Goyeneche.
Descripciön Histörico Ceogrüfica del Reino de Chile. Colecciön de Historiadores de
Chile y documentos relatives a la Historia Nacional, vol. X, pp. 177—178. Expresa
el autor: "En los montes de los Andes . . . estän los cerros de Callaqui, entre los rfos
Queco y Biobfo, que no tienen otros ärboles que pinos chilenos, y de ellos se sacaron
en 1782, los que se necesitaron para la reposiciön de la arboladura de la escuadra de
bajeles guardacostas del Mar del Sur, cuya comisiön fui encargado de sostener para
que los pehuenches, no sorprendiesen a los trabajadores".
M.V. vol. 6, f. 297 a 299. Carta de A. Higgins al gobernador A. Benavides, 19 de
febrero de 1782.

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244 Luz Maria Mendez Beltrdn

ducciön y embarque" Las cuentas de las faenas las suscribiö el coman-


dante de la plaza militar de los Angeles, Vicente Carvallo y el total del
gasto ascendiö a 109 pesos y 1/4 reales
Estos documentos confirman nuevamente la utilizaciön de mano de
obra indigena, ahora en el corte de coligües, en las estribaciones occiden-
tales de la cordillera de los Andes, al interior de la villa de los Angeles.
Los coligües fueron cortados y conducidos por grupos de indios a cargo
de capataces, por el rio Duqueco afluente del n'o Biobio, llevändose por
esas vias fluviales hasta la ciudad de Concepciön. AUi, se los cargö en
carretas para su traslado hasta el puerto de Takaguano que servi'a de eje
portuario en la exportaciön al Peru. En este caso la mano de obra bäsica
fue indigena, el salario de 1 real diario fue inferior al comentado anterior-
mente, pero la diferencia se supliö en parte, al considerar 0,5 reales de ra-
ciön diaria; en cambio al capataz, se le otorgö una gratificaciön por su
labor de 4 reales diarios, sin raciön adicional.

CUADRO 3

Costo del corte de coligües en la cordillera de los Andes, 1779

partidas no. de duraciön salarios y raciön costo


indios de las alquileres (rs.) total
faenas diarios (rs.) (ps.:rs.)

indigenas
corte de coligües 6 9,5 1 0,5 10:4
traslado hasta el rio Duqueco 8 13,5 1 0,5 20:2
conducciön fluvial por los
rios Duqueco y Biobio 8 12 1 0,5 18:0
capataz Francisco Ortega 35,2 4 17:5
varios
6 yuntas de bueyes 3,5 2 5:2
3 carretoncillos 10 6 22:4
6 carretas 6 20 90:0

total 184:1

" C.M. vol. 3531, f. 233. Carla del gobernador Jäuregui a los oficiales reales de
Concepciön, 9 de septiembre de 1778; y carta del maestre de campo A. Higgins de 25
de diciembre de 1779.
" C.M. vol. 3531, f. 224. Cuentas sobre el corte y la c0ndücci6n de coligües para
astas de lanzas, de 12 deenero de 1779. Seobserva en estas cuentas una apreciable dife-
rencia en la adiciön entre los cälculos antiguos (109 pesos 1/4 real) y las actuales (184
pesos 1 real).

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Trabajo indi'gena en la frontera araucana 245

Varios anos, la Junta provincial de la Real Hacienda de Concepciön,


acordö cancelar el valor de lOOÖ coligües, que mandö cortar en las cerca-
nias de la Plaza de Nacimiento el intendente Luis de Alava, para "astas
de Lanzas" destinadas a rearmar a las milicias de esa ciudad. El motivo
era la guerra que se habia declarado entre Espana e Inglaterra y la necesi-
dad de una eventual defensa del puerto. Ese armamento costö 13 pesos
mäs 2 pesos adicionales por el transporte en carretas desde el n'o a la
ciudad'''.
Con el inicio del nuevo siglo el ano de 1800, se recibiö en Concepciön
una Orden del gobernador de Chile que transcribia una peticiön del virrey
del Peru sobre un nuevo envi'o de 4000 coligües para astas de lanzas. En
ella se indicaba que la exportaciön debfa realizarse en Talcaguano, en la
fragata Ceres a consignaciön del virrey y a cuenta de las Cajas de Li-
ma En esta ocasiön se encargö al comandante de la Plaza militar de
Santa Juana, Bartolome Roa, el corte de los coligües. Aquel expresaba:
"y no encuentro sugeto que los venda por menos de quatro pesos el miliar
por la distancia en que se hallan los que son aparentes para el efecto indi-
cado"®^. Esas cafias fueron transportadas por el indio Pedro Guenchul
el 1 ° de septiembre y las entregö en Concepciön el 4 de ese mes, solicitando
se le cancelara su valor estimado en 16 pesos. El 6 de ese mes, Juan Jose
Villegas firmö un recibo para cobrar 2 pesos y 4 reales por la conducciön
de los coligües desde el Biobi'o al cuartel de Dragones; y el 25 de octubre
Jerönimo Garcia y Diego Peralta cobraron 7 pesos cada uno, por el trasla-
do de 2000 coligües respectivamente, hasta el puerto de Talcaguano®^. El
costo total de este envi'o fue de 32 pesos y 4 reales y el 30 de abril de 1801,
los coligües ya estaban embarcados para su envi'o al Perü.
Los documentos testimonian claramente el uso de mano de obra indi'ge-
na y mestiza en las faenas madereras destinadas a cubrir la demanda del
virreinato peruano. Tambien ejemplifican un tipo de labor que estaba
contemplada en la Recopilaciön de leyes de Indios especi'ficamente para

** C.M. vol. 3533, ff. 288 y 288v. Acuerdo de la Junta provincial de Real Hacienda
de Concepciön, 30 de octubre de 1797.
Ibd-, ff. 396 y 396v. Orden del Intendente Luis de Alava a los oficiales reales de
Concepciön, II de julio de 1800.
Ibd., f. 398v. Carla de Bartolome de Roa a los Ministros de la Real Hacienda,
en Santa Juana, 22 de julio de 1800.
" Ibd., ff. 399-401. Reclbos de pago firmados por los transportlstas; y cuenta de
gastos de la remesa de coligüe.s, 30 de abril de 1801.

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246 Luz Maria M 6 n d e z Beiträn

los indios araucanos, considerados legaimente como indios del Patrimo-


nio Real. En ese sentido, se constata que el trabajo indfgena en la Arauca-
tii'a se ajustö a las disposiciones legales vigentes. Desde el punto de vista
de la ubicaciön geogräfica, esas faenas se situaron en la cordillera andina,
al interior del fuerte de Santa Barbara, y tambien junto a los fuertes de
Nacimiento, Talcamävida y Santa Juana, pröximos al Biobio y al territo-
rio indi'gena denominado Butalmapu de la Costa.
A principios del siglo XIX, es tan notoria la convivencia entre indi'genas
y criollos que se suscitaban problemas graves per la penetraciön de !a
poblaciön crioila en los territorios indigenas tras el usufructo de los bos-
ques. En 1811, el cacique del pueblo de Nonquem a 10 km de la ciudad
de Concepciön se queja por el permiso concedido por el gobernador de
armas para que se extrajera lenas y maderas en los terrenos de su pueblo
"sin compensar a los indios el expresado corte y saca de sus montes y ma-
deras" Peticiön a la cual se accediö prohibiendo esas actividades
extractivas sin "el libre convenio y permiso" de los naturales. En otras pa-
labras, se les reconoci'a el derecho de su propiedad territorial, aunque de
hecho se abusaba de sus bosques que eran su fuente de sobrevivencia.
En resumen, este estudio ha permitido aclarar que en esta frontera sep-
tentrional del territorio araucano, los aborigenes estaban mäs aculturiza-
dos por el contacto secular con los criollos y mestizos que poblaban el
sector. Se demuestra tambien que los araucanos fueron permeables a la
hispanizaciön cuando la convivencia pacifica les hizo posible tener acceso
a los fuertes y misiones de la Araucanfa, proceso de larga duraciön que
se desarrollö entre 1655 y 1800. Los contactos culturales permitieron la
asimilaciön de los indios araucanos a diferentes formas de trabajo, prime-
ro a la mita y despuds ai trabajo asalariado, en un proceso que se iniciö
en la segunda mitad de los siglos XVII y XVIII respectivamente.

CONCLUSIONES

El trabajo indigena en America en la forma de mita tiene un indudable


origen prehispano. Desde epoca temprana fue incorporado por los con-
quistadores espafioles y se adaptö su uso segün las necesidades locales de

" e . G . vol. 508. Expediente seguido por el cacique de N o n q u e m pidiendo que se


les cancele por el corte de maderas en sus tierras,

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Trabajo indigena en la frontera araucana 247

cada regiön americana, subsistiendo en algunas äreas de Perü y Chile has-


ta fincs del periodo colonial. Si bien esta forma de trabajo fue empleada
intensivamente en diversas regiones del continente, especialmente en las
mineras, la existencia de mitas en Chile colonial es un tema poco aborda-
do por la historiografia.
Pensamos que la mayor originalidad que se puede extraer de este estu-
dio es la constataciön documental de la incorporaciön de grupos de indios
araucanos, tradicionalmente considerados sumamente hostiles a la hispa-
nizaciön, a una forma espedfica de trabajo en epoca temprana del proce-
so colonizador del pais. La idea fue aceptada ya en 1622, a nivel de la Mo-
narquia y ratificada con posterioridad en la Recopilaciön de leyes de las
Indias. Los araucanos quedaron incorporados legalmente como sübditos
de la Corona bajo la condiciön especial de "Indios del Patrimonio Real",
no sujetos a encomienda ni al pago de tributo. Fueron considerados
hombres libres y en el aspecto laboral quedaron facultados para recibir
salarios.
Legislaciön que realza una situacion de excepciön para estos aborfgenes
que sin duda tambien causaron admiraciön por su valentia y ofensiva
guerrera a los conquistadores. Se considera que esa legislaciön ratifica la
büsqueda de condiciones particulares para la asimilaciön paulatina de los
araucanos al trabajo y a la vida paci'fica. Primero se adoptö la mita y luego
el trabajo asalariado en faenas especiTicas, situaciön que se altera cuando
son capturados como prisioneros de guerra, ya que en esas condiciones
de belicosidad se permitiö en variadas ocasiones legalmente esclavi-
zarlos«'.
El sistema de trabajo forzado de la encomienda que tanta riqueza pro-
porcionö a ios espanoles cuando fue aplicado a los abon'genes pacificos,
no dio buen resultado con los araucanos y por el contrario, motivö violen-
tas sublevaciones que culminaron con la insurrecciön de 1598 a 1602, la
cual puso termino a la penetraciön hispänica urbana en esos territorios.
Ese trato deferente hacia estos indios hostiles, se explica por la alta den-
sidad demogräfica indigena, la riqueza aurifera y agraria de la Araucam'a,
que hacia muy atractiva y necesaria para los espanoles la dominaciön per-
manente de la regiön, considerada desde el siglo XVI una de las mäs bellas
y promisorias del pai's. Segün los datos disponibles, se puede constatar la
asimilaciön de grupos de indios araucanos al sistema de mitas ya en 1673,

Jara, Guerray sodedad, pp. 196-219; y Walter Hanisch Espi'ndola, S.J., "Esda-
vitud y libertad de los indios de Chile, 1608-1696", Historia 16 (1981), pp. 3 9 - 6 5 .

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248 Luz Maria M^ndez Beiträn

y en forma sostenida desde 1692, empleändolos especificamente en la


construcciön de fuertes e iglesias en la frontera chilena. Esta ultima fase,
coincide con el pen'odo de expansiön de la obra evangelizadora de los je-
suitas, de la difusiön del proceso esclavista entre esos naturales, y del
aumento notorio del intercambio comercial entre los grupos hispa-
nocriollos e indigenas en la regiön.
El trabajo de los araucanos y la prestaciön de grupos de indios para la
labor rotativa de las mitas, se hizo mäs frecuente y organizado despues
de la sublevaciön de 1723-26, que implicö el traslado de la linea de fuertes
y SU reconstrucciön en la ribera norte del n'o Biobio. Las mitas subsis-
tieron como forma de trabajo empleändose a los indios en las repara-
cionesy trasladosde fortalezashasta fines del sigloXVIII. Por otraparte,
la construcciön de los fuertes y la permanencia de militares, campesinos,
comerciantes y sus respectivas familias en la regiön, contribuyö al proceso
de intercambio y aculturaciön con los abon'genes. Actualmente, se puede
considerar al pen'odo comprendido entre 1655 y 1800 como el mäs crucial
e importante en el proceso de aculturaciön entre los diverses grupos de
habitantes de la regiön. Epoca de convivencia paci'fica, de mestizaje racial
amplio y de profundos procesos de intercambio cultural.
Respecto a la mita en la frontera, esa forma de trabajo no tenia un
sustrato cultural prehispänico, sino es una transferencia de modalidades
empleadas en Perü y aplicadas en Chile por las autoridades hispa-
nocriollas, primero en el valle central y luego en ia frontera araucana. En
el caso de la construcciön de la plaza militar de San Carlos de Puren y
de las faenas madereras en la regiön, se pudo constatar un sistema de tra-
bajo mixto, indicio de una convivencia en el piano laboral entre los grupos
hispanocriollos e indtgenas a fines del siglo XVIIl. El trabajo fue des-
arrollado en esa plaza militar por indios araucanos, forzados o presi-
diarios, y trabajadores especializados, tuvo el caräcter de ser asalariado
y con alimentaciön complementaria. En el costo global de las faenas, el
gasto en mano de obra incidia mayoritariamente con un 78,1%. Desglo-
sando esa cifra, el gasto en alimentos era un 24,4"yo y el resto se ocupö
en salarios. Siendo de incidencia notable el costo de la mano de obra
indigena que significö el 32,9% en el gasto global que implicö esa forta-
leza.
En el aspecto social del trabajo, las faenas de los forzados resultaron
de mayor dureza y agobio para los hombres, en comparaciön a cualquiera
de las realizadas por el resto de los trabajadores. Se observö tambieri, la
tendencia de las autoridades por mantener gratos a los abon'genes a fin

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Trabajo indigena en la frontera araucsna 249

de conseguir su participaciön periödica en las mitas y evitar posibles


conflictos en la regiön.
Tambien, resulta atractivo constatar que esa plaza fue trasladada de lu-
gar en dos ocasiones diferentes por peticiön expresa de los araucanos, idea
acogida por las autoridades regionales, aceptada y financiada por la Mo-
narquia. Lo que indica tambien el profunde deseo de mantener una politi-
ca pacifista en la regiön. Los fuertes en el siglo XVIII ya no tenian una
funciön ofensiva ni defensiva muy precisa, sino mäs bien de contacto cul-
tural, penetraciön comercial y de ocupaciön demogräfica, proyectando el
proceso de expansiön hispanocriollo sustentado en las relaciones de paz.
Lx) cual demuestra el grado de interacciön existente entre los abon'genes
y la poblaciön criolla de la regiön. Avalando otra vez, nuestra tesis que
considera las relaciones intergrupales y la convivencia paci'fica como los
rasgos mäs predominantes en la frontera chiiena del siglo XVIII

M6ndez, "La organizaciön de los parlamentos", p. 112.

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