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PREÁMBULO: (*)
III
Necesité mucho tiempo para comprender de dónde venía. El principito, que me acosaba
a preguntas, nunca parecía oír las mías. Y sólo por palabras pronunciadas al azar pude,
poco a poco, enterarme de todo. Cuando vio mi avión por primera vez (no dibujaré mi
avión porque es un dibujo demasiado complicado para mí), me preguntó:
Y el principito soltó una magnifica carcajada que me irritó mucho. Deseo que se tomen
en serio mis desgracias.
Después agregó:
-Entonces, ¡tú también vienes del cielo! ¿De qué planeta eres?
Entreví rápidamente una luz en el misterio de su presencia y pregunté bruscamente:
-¿Vienes pues, de otro planeta?
Imaginaos cuánto pudo haberme intrigado esa semiconfidencia sobre los “otros
planetas”. Me esforcé por saber algo más:
-¿De dónde vienes hombrecito? ¿Dónde queda “tu casa”? ¿Adónde quieres llevar a mi
cordero?
PREÁMBULO (*)
Última Parte de éste Preámbulo
XXI
L, comenta tener “algo así como una misión”: “besar y abrazar a un delfín”. Esta idea
surge en él como un sufrimiento, un tormento y como todo delirio, al decir de Freud,
tiene un correlato de “realidad histórica”, allí, hay un núcleo de verdad histórica, que
insiste; que es del orden de lo pulsional, pulsión de muerte. En la palabra del-fin se
escucha algo mortal.
Además, aparecen rituales obsesivos, defensas como la anulación y todo un tema con el
aseo personal. Tiene una particular relación con los animales, en general no domésticos,
le interesan los reptiles, entre otros animales exóticos, al menos no son animales que se
pueden tener en la casa.
Es muy importante el lugar que ocupó el padre, en el momento que consultan y que
duró el tratamiento, ya que se interrumpe con la muerte de este.
El padre aparece como su enemigo; es una familia judía y el padre lo sitúa como su
enemigo-rival. Paradójicamente su nombre es Adolfo y dice que su hijo es Hitler.
En este momento, L necesita un orden distinto del orden “loco” que está instalado en su
casa; la madre es una depresiva importante; la hermana, dos años mayor que él, se fue a
vivir sola. El padre evita comprometerse, al igual que la madre. Ambos no pueden
implicarse como padres.
Es así, como es derivado a una institución, donde los pacientes pueden tener talleres, un
aprendizaje de un oficio a modo de micro-emprendimiento, donde además se les paga
por esto.
No obstante, continúa el tratamiento una vez por semana. Que luego se conjuga con
sesiones familiares.
- La madre comenta que todo fue normal hasta que él comenzó a deambular y hablar,
dice que de chico repetía lo que ella decía, por ejemplo: “vamos para allá”, repetía,
“…para allá”, etc. Parecería que L. tenía ECOLALIA.
- El padre dice que no se asea, “que tiene olor a caca”, que orina en cualquier parte, que
acuchilló dos veces a la perrita y descuartizó a un lagarto que era su mascota.
- En ese momento está sancionado en el Zoo, por haberle tirado piedras a un médico. El
padre dice que es muy vengativo, que lo hizo porque el médico le sacó un revólver de
juguete que usaba para agredir a los animales.
- Cuenta además que le robó cosas de valor y que las vendió para comprar armas de
juguete, un día trajo a la casa un rifle que el padre devolvió.
- El padre comenta que en menor escala, robaba monedas del kiosco de sus padres para
comprar juguetes pero ellos nunca se enteraron.
- Ambos padres, hablan de su hijo como no sabiendo que hacer con él; el padre quiere
irse de la casa y la madre no cocina, se la pasa en la cama por su depresión, tuvo dos
brotes psicóticos.
L llega con un discurso sin pausa, cuenta primero que él tiene un “medidor en su
cerebro”, además “un receptor de imágenes visuales de animales” y que tiene miedo que
se den cuenta.
La analista pregunta: ¿por qué se darían cuenta?
Dice, que porque cuando aparecen estas imágenes, él hace una serie de movimientos
con la cabeza. Parece que está diciendo que tiene alucinaciones. Comenta además de
cierto ritual que tiene cuando le aparecen “malos pensamientos”. La analista piensa en
la anulación.
Dice que él tiene una misión: “abrazar, besar al D.L.F. y tocarlo”. No puede pronunciar
la palabra, la deletrea.
Lo excita el ano de la yegua, pero con el D.L.F. no es correcto que haga eso, pero si le
gustaría que le chupe su P.E.N.E. con la lengua y también tener relaciones por el ano.
Que el D.L.F. le gusta porque tiene la piel muy suave para acariciar que es muy
inteligente y simpático.
• La transferencia masiva:
Ese día cuenta que a él le gustan las mujeres rubias y de pelo lacio (coincide con cambio
de look de la analista).
Otro día, entra al consultorio y hace el ritual de entrar y volver a salir, volviendo a
entrar. Se sienta frente a la analista quien pregunta: “¿Qué pasó, qué pensaste?”
Con molestia, dice: “¿Vos qué me tenés que decir?”
Analista: Hola, ¿cómo estás?
Afirma: “Y por qué me preguntas algo que ya te conté, pareces un robot”
La analista le hace un chiste: “No soy un robot sino diría: ho-la-L-có-mo-es-tás?”, como
si fuera un robot.
L se ríe a carcajadas acusando recibo del chiste. Es decir, entra en juego lo simbólico a
través de la risa, entiende la diferencia entre una máquina y un ser humano. Pide que la
analista no se comporte como una máquina, la humaniza.
Para ir a México, lugar donde hay delfines, cree que lo mejor es matar a su abuela,
vender su casa y conseguir dinero. El dinero es algo muy importante para L.
La analista le comenta que otra posibilidad es ir a San Clemente donde también hay
D.L.F., que hablará con Juan, el coordinador de “Cuidar-Cuidando”.
El padre llama con urgencia a la analista, pide un horario antes del día que le
corresponde, antes, concurre L, llega tarde. Tiene la oreja toda lastimada y también el
brazo.
Había acuchillado cinco veces a la perra y quiso matarla con un rifle de aire
comprimido que falló.
Responde, Blacky, la perra. El equívoco era más que notable, parece que la madre era la
perra.
Ese día comenta que tiene relaciones con un lagarto que había comprado. Dado que
anatómicamente es imposible, más allá de la idea delirante, tal vez se masturbe con el
bicho.
Hasta antes de ese episodio para la analista los rituales obsesivos, y la zoofilia, eran una
defensa ante la desestructuración psicótica pues pensaba que la Metáfora Delirante
(Misión con el delfín), estaba relacionada con su SER NIÑO puesto en el Delfín.
• El Delfín:
Las características del delfín es lo que hace pensar en su ser infantil, la ternura que no se
conjuga con la corriente sensual.
El sonido que hace este animal es una ECO-LOCALIZACIÓN para reconocer un objeto
a distancia, parece tener la inteligencia de un niño de cuatro o seis años y entre ellos
hacen juegos grupales como niños.
El deletreo habla de una imposibilidad para armar la palabra, recordemos que la falla en
el punto de ALMOHADILLADO ligado al padre nos habla, en la psicosis, de una
división entre el significante y el significado.
Por otro lado, DELFÍN, más allá de toda interpretación significativa, más que tener que
ver con el padre, nos habla del hijo, del lugar que ocupa un hijo. Delfín era el título que
se daba al primogénito del rey en Francia.
• Nuevo Episodio:
Ocurre algo que lleva a la analista a no hablar más con el paciente de animales.
Pero antes, es necesario comentar un hecho que contribuyó a que se instale de un modo
masivo la transferencia. L comenta luego del episodio de fin de año, cuando acuchilló a
la perra, que él también tiene plantas en su casa y que las cuida; entre ellas tiene
brotecitos de lazos de amor.
La analista le pregunta si no le regalaría un lazo de amor, L dice que sí, que la invita a
su casa. Invitación que acepta, excepcionalmente.
L. había tenido una intervención judicial pues como en San Clemente no se le permitió
tocar al delfín, había enviado e-mails amenazando que se iba a suicidar, con fotos de
cómo lo haría, si no le permitían concretar su deseo.
Si bien los dos correos parecían trucados, la impresión fue de perplejidad, quedó en un
lugar de Sujeto Barrado, pensó “me quiere calentar”, tal hecho hizo pensar que quería
angustiar.
Pero la angustia es una señal y como tal había que descifrarla. L. había realizado una
suplencia perversa.
El animal era un deseo que no se humanizaba pero a partir de la relación con la analista
se humaniza el deseo.
L estaba mejor, había comenzado a “trabajar en todo sentido”, trajo como regalo un
jabón y una vela artesanal que él mismo realizaba, ganaba dinero. Pero la familia
comenzó a estar mal; la hermana dejó de concurrir a las entrevistas, la madre deliraba en
las entrevistas familiares quejándose de que el mundo estaba en su contra, el padre sólo
se quejaba de L. y de la plata que tenía que gastar en la casa porque tenían que recurrir
al delivery ya que su mujer nada hacía, la madre quería irse de mochilera, no soportaba
la casa.
Pues bien, la analista había decidido no hablar más de animales. El paciente siguió
insistiendo con sus invitaciones. De pronto, el padre deja de concurrir pues se enferma y
al mes muere de un cáncer terminal.
Continúan asistiendo a las entrevistas L. y su madre algunas veces más, hasta que se
produce “una locura de dos”.
La analista habla con el psiquiatra para ver que se puede hacer con L. y su madre loca,
el psiquiatra considera una internación a modo de protección para L. Luego interviene la
Finalmente, el paciente que había dejado de concurrir unas semanas, envía un correo
con dibujos de delfines donde sólo se veía la forma y los órganos internos de los
animales. Lo más real de lo real.
• La última sesión:
L. con su madre comentan que no habían concurrido pues habían viajado primero a Mar
del Plata y luego a San Clemente para ver al delfín, que habían vendido los muebles
pues la hermana no quería darles el dinero que les había dejado el padre.
La madre dice que desea vivir en San Clemente, que acá no va a conseguir trabajo, no
muestra ninguna tristeza por la muerte de su esposo. L. dice que esa tristeza por el padre
se le iba a pasar que es como cuando murió su abuelo, que la mayor tristeza es que hay
una ley que no le permite besar y abrazar al delfín. Que en San Clemente se la
mostraron, un escrito.
Pregunta si se puede hacer algo contra una ley como esa, si se la puede sacar (quiere
decir abolir), que esa ley desaparezca. Por ejemplo juntando firmas, etc.
La analista dice que la ley no se puede borrar, que hay una ley que impera y es la única
que interesa, que es la ley del padre.
Pregunta: ¿Cómo es eso? ¿Qué es?
La madre contesta: “Claro es una función”, sigue hablando de lo difícil que es la vida
acá en Bs. As., que no se puede vivir, que no se puede trabajar, que ella necesita plata
para ir a un psiquiatra, que después del viaje sólo le quedaban $120 y que su hija no le
quiere dar más plata. L. se queja de lo mismo, que no le dan la plata que a él le
corresponde por lo que le dejó su padre.
Analista: “Si, que si quiere venir que llame y que cuando venga tiene que pagar la
sesión, sino no será atendido.”
La intervención fue calculada, de algo se tenían que desprender, pues “la mierda” no
circulaba para convertirse vía ecuación simbólica en el hijo que L. reclamaba ser.
Jacques Lacan, yendo más allá del padre del psicoanálisis, dijo que no había que
retroceder ante la psicosis. En su Escrito, “De una cuestión preliminar a todo
tratamiento posible de la psicosis” (1) realiza un análisis exhaustivo de cómo se puede
pensar la psicosis para un posible tratamiento.
Por eso quienes trabajamos en la clínica psicoanalítica consideramos que es posible una
dirección de la cura en esta estructura, tan compleja. Pensamos en otro discurso; el
discurso psicótico es diferente del discurso neurótico.
Es necesario, pensar que cuando hablamos de DISCURSO, que existen elementos que
aparecen en la neurosis y también en la psicosis pero de un modo diferente, estos son: la
metáfora paterna y el significante fálico. En una estructura psicótica, es necesario pensar
en ellos en la dirección de la cura.
Pues bien, lo que descubre el estructuralismo, es que esto está regido y determinado
desde una ESTRUCTURA DISCURSIVA, que crea una serie de costumbres que no
tienen sentido en sí mismos, que son arbitrarias.
Es decir, que lo social como discurso, como estructura, es lo que hace que todo se
constituya en significante, cosas que no tienen sentido en sí mismas, que son arbitrarias,
las vivimos como naturales.
Recordemos que para Saussure el sujeto está fuera del discurso; en cambio Roman
Jakobson (2) piensa la teoría del sujeto o del hablante con respecto al sistema
lingüístico. Para Jakobson, en los discursos donde predomina la SIMILARIDAD, que
viene de la relación de valor que llamó PARADIGMA, es un discurso de tipo
Metafórico. En cambio, en los discursos que predomina la CONTIGÜIDAD es un
discurso de tipo METONÍMICO, porque el toma de la retórica estas dos figuras.
• El significante fálico:
La Premisa Universal del Falo: sabemos que para la mujer y para el varón existe algo
llamado Falo. El falo es la creencia del sujeto, que todos tienen pene, lo animado y lo
inanimado, esta es la premisa fálica y que Freud describe en la “Organización Genital
Infantil” (1923)
La premisa está edificada sobre algo que tiene que ver con el narcisismo: todos son
iguales al sujeto, no existen diferencias y el derrumbe de esta creencia tiene que ver con
lo que se llama Complejo de Castración, cuando la niña o el niño, descubre la castración
de la madre; en tanto, que la madre puede aceptar su propia castración y puede mirar
hacia el padre, más fácil le va a resultar al sujeto pensar que ella está castrada. Por eso
es importante como se configura el Complejo de Edipo en el sujeto. Pues bien, ¿cómo
se articula el significante fálico con lo que Lacan llama Metáfora Paterna?
El dice que la significación del falo, debe evocarse en lo imaginario del sujeto por la
metáfora paterna. “Y que esta se aplica así a la metáfora del Nombre del padre o sea a la
Metáfora que sustituye este Nombre en el lugar primeramente simbolizado por la
operación de la ausencia de la madre” (3)
Lo que Lacan dice es que en el lugar de esa ausencia (de falo de la madre), debe haber
una sustitución, una metáfora que simboliza al Nombre del padre. Dice: “La atribución
de la procreación al padre no puede ser efecto sino de un puro Significante, de un
reconocimiento no del padre, sino de lo que la religión nos ha enseñado a invocar como
el Nombre del Padre” (4). Sabemos, que en “Tótem y Tabú” Freud ha llevado a ligar la
aparición del significante del padre, en cuanto autor de la ley: con la muerte, incluso el
asesinato del padre; padre simbólico pues significa esa ley, es por cierto el Padre
Muerto.
Es decir, el niño, al mirarse en el espejo, se capta como una imagen unificada. De ahí, la
famosa frase de Lacan de que el yo está, fundamentalmente, enajenado al otro, en tanto
el yo es el otro, es ese otro que ve, es a través del otro como capta su yo. Lacan dice
que, para que el niño pueda captarse, al mirarse en el espejo, como una unidad, tiene
que encontrarse, ante todo, con el asentimiento de la mirada de la madre. Es la madre
quién, al reconocer al niño como unidad y revestirlo narcisisticamente, le permite
captarse como unidad y separar algo que tiene que ver con el cuerpo fragmentado.
Se dice que la madre del psicótico, es una madre para la cual NO HAY LEY. Lejos de
remitir al niño a una ley a un tercero (el padre) mantiene con el niño una relación de
dualidad. La madre al no simbolizar adecuadamente al niño como falo, condena al niño
a su vez, a una falta de simbolización.
Si no se ha podido constituir adecuadamente algo que tiene que ver con el narcisismo y
con el hecho de ser el niño el falo de la madre, mal va a ser recibido algo que tiene que
ver con la castración.
• Puede sobrecargar al cuerpo, dando lugar a la Hipocondría, que sería una fase más
relacionada con la Esquizofrenia.
• Otro paso que puede darse o no, es cargar al propio yo, dándose la Megalomanía, que
es más típica de la Paranoia
• Luego cuando la carga vuelve a cargar a las palabras, que son palabras vacías porque
no aluden a las cosas que designan, se da lugar al DELIRIO, que es un intento de
curación o restitución, en tanto el psicótico, mediante el delirio, intenta conectarse otra
vez con el mundo.
Pues bien, el mecanismo del REPUDIO, fue descripto por Freud en el “El hombre de
los lobos”, en “Neuropsicosis de defensa”, (5) e incluso en el Caso Schreber; pero el
mecanismo de FORCLUSIÓN que implica que lo que no ha sido integrado
simbólicamente en el Aparato Psíquico retorna desde lo real en forma de
ALUCINACIÓN, fue descripto por Lacan.
Para pensar esta idea, Lacan, hace necesaria la inclusión de los registros: LO REAL, LO
SIMBÓLICO Y LO IMAGINARIO. Pues entonces, hay una falla en la simbolización,
pero aquello que no ha sido simbolizado no por ello deja de tener eficacia. LA
SIMBOLIZACIÓN DOMESTICA A LA CASTRACIÓN.
Si el sujeto ya ha aceptado algo que tiene que ver con la castración simbólica, la pérdida
imaginaria NO es vivida como castración, esto es lo que le ocurre al neurótico, toma
La metáfora paterna no puede constituirse, por ausencia del significante fálico; es decir,
falta el reconocimiento del padre por parte de la madre como agente de la castración.
Esto implicaría la ley como prohibición del incesto. En su lugar aparece la “Metáfora
Delirante” sustituyendo al significante que falta, el Nombre del padre.
El delirio como tal posee “un resto de verdad histórica”: “abrazar y besar al delfín” es
de algún modo, abrazar y besar al hijo que no fue reconocido, más que como un
DOBLE- SINIESTRO, en ese ser el Nombre del Padre: padre Adolfo – hijo Hitler.
Dos en uno, siendo al mismo tiempo tan familiar como ajeno, es otro que lo completa y
constituye en calidad de enemigo-rival e ideal, no tan familiar. Con quién el sujeto se
identifica.
Aparece la FORCLUSIÓN del Nombre del Padre fallida pues, a la vez que opera, falta,
y en ese sentido se “rompe lo que la estructura edifica” que se había configurado de
modo loca. Pues, algo de la ley de ese padre funcionaba al modo de una ley del padre
como agente de la castración, separándolo de la madre.
Dicho de otro modo, falla la metáfora que humaniza el deseo porque el sujeto queda
ligado a lo animal. En el análisis se da un pasaje del lagarto (lo más alejado de lo
humano) al delfín (que tiene contacto con lo humano). En la progresión con el delfín se
organiza la metáfora del hijo, no la del padre. Lo que repondrá del Otro en la
transferencia hace que divida a la analista, esto es: ese goce autoerótico la divide a la
analista. Ese goce lo incluye en el Otro, haciendo que le cause algo a la analista
(angustia), es el delfín que quiere penetrar a la analista.
La Metáfora Delirante viene a cubrir, a sustituir ese lugar vacío, es decir el significante
paterno que hace cadena, esto es: “un sujeto es lo que representa un significante para
otro significante”. El delirio de abrazar y besar al delfín supone re-encontrarse en ese
lugar de niño-(a) niñado en el que quedó atrapado en lo pulsional de ese goce materno
arbitrario, sin reglas marcadas por la ley contra el incesto y el parricidio, la ley
simbólica que instaura un padre y que lo separa de “eso/ello” gozoso de la madre. Ante
esta imposibilidad aparece el delirio denotando una “verdad” histórica: “el Delfín es el
hijo de ese padre rival”.
Entonces, la suplencia per-versa, otra versión del padre, es una “señal” (de angustia)
para la analista pues indica para el análisis una per-versión del padre, donde la analista
dividida, es ubicada desde su presencia, en un lugar vacío, agujero que ocupa un
analista, ahí, en la escena televisiva no estaba. En realidad nunca estuvo en la ficción de
la transferencia, LUGAR DEL ANALISTA, NINGÚN LUGAR, en esa escena del
psicoanálisis.
Dedicado, este escrito, a Mikita, Nala Minerva, Kiara, y Manzanita, mis mascotas, y a
mis plantas, seres de la Naturaleza Viva.