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¿QUE ES LA MAGIA?

Ésta es una pregunta que ha aparecido y sigue apareciendo muchas veces en mi


vida como mago. Muchos ilusionistas han dado respuesta a este interrogante:
René Lavand, mago argentino admirado por colegas de todo el mundo – que en
paz descanse- dice en su libro “La belleza del asombro” que la magia “es el arte
de engañar sin engañar”. En otras palabras, la magia es un engaño, y todo
engaño conlleva algo negativo, porque en cierta parte significa ocultarle algo a otra
persona quien confió en nosotros, pero seguidamente dice “sin engañar”, porque
se trata de otro tipo de engaño, un engaño sano, un engaño con el consentimiento
del público. Ellos saben la verdad, saben que no tenemos superpoderes, saben
que lo que vamos a mostrarle frente a sus ojos no es real, pero aún así se dejan
engañar como si fueran niños, y ahí se genera la mejor de las emociones: el
asombro.

Norberto Jansenson, otro mago argentino, cuenta en una entrevista lo siguiente: “.


Pero esa espectadora le mostró que no debía sentirla, porque cuando se engaña
con la magia la mente entra en cortocircuito.

Otra definición, un poco más extensa pero no menos importante, la leí hace varios
años en un libro, no recuerdo su autor, pero me ha gustado tanto que la tengo
anotada en un cuaderno: “¿Qué es la magia? ¿No es la producción de efectos
para los que parece no haber causa? Detrás de toda la magia, hay una
explicación, pero no es sensato buscarla con demasiada insistencia; hay cosas en
la vida que se disfrutan mucho más cuando no se comprenden del todo. Un buen
efecto mágico es una obra de arte y debería respetarse como tal; es una flor, no
un reloj despertador, y si desmontas las piezas para ver cómo funciona, lo
destrozarás irremediablemente, y con él tu propio placer”

En mi caso, cuando comencé con este arte me pregunté (y cuestioné) qué era
para mí la magia, y cuando trato de responderla me lleva indefectiblemente a un
segundo interrogante: “¿por qué hago magia?”.

Me es muy útil plantearme cada tanto estas dos cuestiones, en primer lugar para
ver dónde estoy parado, si estoy haciendo magia, con todo lo que ello conlleva, o
sólo soy un “haceedor de trucos”. Porque la magia no es sólo un truco, se trata de
transmitir lo que yo siento al espectador, y esa transmisión se puede lograr, y
cuando se logra se nota. L a segunda pregunta, “por qué hago magia”, tiene que
ver con el fin, el objetivo, lo que queremos conseguir en el espectador.

Antes de comenzar cada show, para motivarme a mí mismo y poder transmitirle al


público todo lo siento por este arte, me pregunto en voz alta: ¿por qué hago
magia? y la respuesta es siempre la misma: PARA ASOMBRAR.
Santiago Bueno

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