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Socialdemocracia

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No debe confundirse con socialismo democrático.

La rosa roja, símbolo internacional de la socialdemocracia.

En sentido amplio, la socialdemocracia es una ideología política, social y económica que


busca establecer un socialismo democrático mediante medidas reformistas y gradualistas1, o
bien apoyar las intervenciones económicas y sociales para promover la justicia social en el
marco de una economía capitalista así como un régimen de política que implica un
compromiso con la democracia representativa, medidas para la redistribución del ingreso y
regulación de la economía en las disposiciones de interés general y estado de bienestar. La
socialdemocracia tiene como objetivo crear las condiciones para que el capitalismo conduzca
a mayores resultados democráticos, igualitarios y solidarios; y se asocia a menudo con el
conjunto de políticas socioeconómicas que se hicieron prominentes en el norte y el oeste
de Europa -particularmente el modelo nórdico en los países nórdicos- durante la segunda
mitad del siglo XX.23
La socialdemocracia moderna se caracteriza por un compromiso con políticas destinadas a
reducir la desigualdad, la opresión de los grupos desfavorecidos y la pobreza, incluido el
apoyo a servicios públicos universalmente accesibles como atención a personas mayores,
cuidado infantil, educación, atención médica y compensación laboral. El movimiento
socialdemócrata también tiene fuertes conexiones con el movimiento laboral y los sindicatos y
apoya los derechos de negociación colectiva para los trabajadores, así como medidas para
extender la toma de decisiones democráticas más allá de la política hacia la esfera económica
en forma de codecisión para los empleados y otras partes interesadas económicas. Se
diferencia de otras concepciones del socialismo por la manera que interpreta el significado e
implicaciones de ese término, especialmente en materias políticas ya que los
socialdemócratas se caracterizan por sus políticas reformistas ligadas a la participación
ciudadana, a la protección del medio ambiente y a la integración de minorías sociales en las
democracias modernas, y abordan los valores sociales desde un prisma progresista.
En sentido estricto, la socialdemocracia es una tendencia política que surgió en Europa en la
segunda mitad del siglo XIX, como una ideología política de izquierda de
carácter europeísta que promueve un socialismo democrático y Reformismo.4 Es una versión
socialista peculiar de países altamente desarrollados. Es propiamente un fenómeno del norte
de Europa —Finlandia, Suecia, Noruega, Alemania, Austria, Dinamarca— que obedece al
avance del movimiento obrero de los países nórdicos. La socialdemocracia defiende en esos
países el sistema de economía social de mercado, sostiene que la autoridad pública debe
intervenir para restablecer el equilibrio y la libertad económica. “Competencia donde sea
posible, planificación donde sea necesaria”, fue la proclama del Partido Socialdemócrata
Alemán en su Programa de Godesberg de 1959.5

Índice

 1Historia
o 1.1Orígenes (1848-1880)
o 1.2El «periodo clásico» de la socialdemocracia (1880-1914): la «edad de oro del marxismo»
o 1.3La asunción de las tesis revisionistas y reformistas (1918-1945)
o 1.4El abandono del marxismo después de 1945
 2Programa actual
 3Véase también
 4Notas y referencias
 5Bibliografía utilizada
 6Bibliografía adicional
 7Enlaces externos

Historia[editar]
Orígenes (1848-1880)[editar]

Louis Blanc en 1848.


Desarrollo de la socialdemocracia alemana antes de la Segunda Guerra Mundial.

El término socialdemocracia apareció en Francia durante la revolución de 1848 en el entorno


de los seguidores del socialista Louis Blanc.6 Karl Marx lo utilizó en su célebre obra El 18
Brumario de Luis Bonaparte, cuya primera edición se publicó en Nueva York en 1852, para
designar la propuesta política del que llama partido socialdemócrata formado tras las
«jornadas de junio» por la unión de la pequeña burguesíademocrática con la clase
obrera socialista.7 «A las reivindicaciones sociales del proletariado se les limó la punta
revolucionaria y se les dio un giro democrático; a las exigencias democráticas de la pequeña
burguesía se las despojó de la forma meramente política y se afiló su punta socialista. Así
nació la socialdemocracia». Según Karl Marx, en esta alianza predominaba la ideología de la
pequeña burguesía: «su carácter peculiar» estribaba «en el hecho de exigir instituciones
democrático-republicanas, como medio no para abolir los dos extremos, capital y trabajo
asalariado, sino para atenuar su antagonismo, convirtiéndolo en armonía», o lo que es lo
mismo, «la transformación de la sociedad por vía democrática, pero una transformación dentro
del marco de la pequeña burguesía».8
Los dirigentes de la socialdemocracia alemana en sus inicios: (arriba) August Bebel, y Wilhelm
Liebknecht; (en medio) Karl Marx;(abajo) Carl Wilhelm Tölcke y Ferdinand Lassalle.

Sin embargo, según el marxista revisionista alemán Eduard Bernstein, el término había sido
acuñado tras la revolución de 1848 por el poeta alemán Gottfried Kinkel.6 Y lo cierto es que el
primer grupo que se autodenominó socialdemócrata fue un partido alemán fundado en 1863
por Ferdinand Lassalle con el nombre de Asociación General de Trabajadores de
Alemania (Allgemeiner Deutsche Arbeiterverein) y cuyo periódico se llamó La
Socialdemocracia. Este grupo se fusionó en 1875 con el Partido Socialdemócrata Obrero de
Alemania(Socialdemokratische Arbeiterpartei), de inspiración marxista, creado por Wilhelm
Liebknecht y August Bebel en 1869, dando nacimiento al Partido Obrero Socialista de
Alemania (Sozialistische Arbeiterpartei Deutschands), que años después adoptó el nombre
definitivo que mantiene en la actualidad de Partido Socialdemócrata de
Alemania (Sozialdemokratische Partei Deutschlands, SPD).9 El nuevo partido intentó aunar las
dos herencias de las que había surgido, la lasselleana y la marxista, mediante el Programa de
Gotha aprobado el año de su fundación (1875) pero éste fue objeto de una dura crítica por el
propio Karl Marx —en un famoso opúsculo titulado Crítica del Programa de Gotha—. Este
decía que a la sociedad sin clases no se podría llegar con «lindas menundencias»
democráticas meramente «burguesas», sino tras un período de «dictadura del proletariado»
que pusiera fin a la «lucha de clases». En efecto, en el programa de Gotha se recogían
objetivos de «raigambre lassalleana» como la «organización democrática del Estado nacional
que aceptara reformas concretas como el sufragio universal, la milicia popular, la educación
obligatoria o la restricción del trabajo de mujeres y niños», y en un plano más general, la
finalidad última del reparto igualitario del poder político, social y económico. Una
posición reformista «volcada sobre todo en la acción del Estado».10
Tras el SPD alemán se fundaron el Partido Socialista Obrero Español (1879), el Partido
Obrero Belga (1885), el Partido Socialdemócrata de Austria (1889), el Partido Socialdemócrata
Húngaro (1890), el Partido Socialista Polaco (1892), el Partido Socialista de Rumania(1893),
el Partido de los Socialdemócratas Búlgaros, el Partido Socialdemócrata de los Trabajadores
de Holanda (1894), el Partido Socialista de Argentina (1896), y el Partido Obrero
Socialdemócrata de Rusia (1898). Un desarrollo político muy importante tuvieron los partidos
socialdemócratas escandinavos (Partido Socialdemócrata de Dinamarca, 1871; Partido
Laborista Noruego, 1887; Partido Socialdemócrata Sueco, 1889). En Inglaterra y algunos otros
países los partidos socialistas siguieron una línea más laborista y adoptaron ese nombre.
El «periodo clásico» de la socialdemocracia (1880-1914): la «edad de oro
del marxismo»[editar]
Friedrich Engels, cofundador del marxismo, en 1893, dos años antes de su muerte.

Entre 1880 y 1914 la socialdemocracia asumió plenamente las tesis marxistas, por lo que ese
período también ha sido llamado «la edad de oro del marxismo». Sin embargo, la
interpretación del marxismo que hizo la corriente mayoritaria («ortodoxa») de la Segunda
Internacional, fundada en 1889, acentuó los aspectos mecanicistas y materialistas del
marxismo («economicismo») convirtiéndolo «en un dogma, que mediante el análisis de
las relaciones productivas, era considerado capaz de prever, en sus grandes trazos al menos,
el inexorable curso de la historia», que culminaría con la «inevitable victoria del proletariado»
como consecuencia del desarrollo del propio capitalismo que llevaba consigo la progresiva
concentración del capital en unas pocas manos y la creciente miseria de la clase obrera. Esta
concepción del inexorable derrumbe del capitalismo era la que sostenían August Bebel y Karl
Kautsky, en Alemania; Paul Lafargue y Jules Guesde en Francia; Achille Loria y Enrico Ferri,
en Italia; y Jaime Vera y Julián Besteiro, en España.11
Pero existía una contradicción entre la teoría revolucionaria que defendía la corriente
«ortodoxa» y la práctica política reformista que aplicaba. El principal teórico de la
socialdemocracia alemana Karl Kautsky creyó encontrar el apoyo a esta política en el que se
consideró el testamento político de Engels, la «Introducción» a la edición de 1895 de la obra
de Marx La lucha de clases en Francia. Allí el cofundador del marxismo y principal depositario
de la herencia de Marx (muerto doce años antes) defendía el sufragio universal como un
medio para conseguir la victoria del socialismo tras una «labor larga y perseverante» de las
masas, aunque Engels también preveía que las fuerzas burguesas acabarían violando su
propia legalidad para impedir su triunfo, lo que entonces legitimaría otros medios de alcanzar
la sociedad socialista.12
Eduard Bernstein en 1895.

Uno de los primeros en señalar la contradicción entre teoría y práctica fue el alemán Eduard
Bernstein en una serie de artículos publicados en Die Neue Zeit entre 1896 y 1898 y sobre
todo en su libro de 1899 Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia. En
una Alemania a punto de convertirse en la primera potencia industrial europea Bernstein
constató que las predicciones de Marx no se estaban cumpliendo pues ni se vislumbraba el
colapso del capitalismo víctima de sus propias contradicciones ni el proletariado vivía en unas
condiciones cada vez más miserables. Así pues, Bernstein procedió a «revisar» buena parte
de las tesis marxistas —como la teoría del valor-trabajo o la de la polarización social entre
burguesía y proletariado que haría desaparecer a las clases medias—, y en consecuencia
defendió las políticas reformistas para alcanzar el socialismo—, con lo que la contradicción
entre teoría y práctica desaparecía.13

Karl Kautsky hacia 1920.


La «revisión» de Bernstein, influida por el neokantismo, suscitó un gran debate en el seno de
la socialdemocracia alemana y europea en el que Karl Kautsky, el teórico más influyente del
SPD, fue el principal defensor de las tesis «clásicas» marxistas —o de la interpretación que
había hecho de ellas la corriente «ortodoxa» mayoritaria—.14
El punto central del debate fue la alternativa reforma o revolución para alcanzar el socialismo.
Bernstein defendió la primera, tomando como referencia las ideas de la Sociedad Fabiana —
fundada en 1884, y que fue el principal origen doctrinal del laborismo, «la versión británica de
la socialdemocracia europea»— que Bernstein conoció durante su exilio en Londres en la
última década del siglo XIX. Los fabianos ajenos a la tradición marxista y opuestos a la
revolución, defendían alcanzar el socialismo mediante la «extensión gradual del sufragio y la
transferencia de rentas e intereses al Estado, no de golpe, sino poco a poco», como escribió
en 1889 Bernard Shaw, el fabiano más conocido.15 Por su parte Sidney Webb, fundador de la
sociedad junto con su esposa Beatrice Webb, remarcó la estrecha relación entre democracia y
socialismo:16
El resultado inevitable de la democracia es el control por parte del propio pueblo no sólo de la propia
organización política, sino también de los principales instrumentos de riqueza… El aspecto económico
del ideal democrático es, en realidad, el socialismo.

Al igual que los fabianos, Bernstein veía la democracia como «el medio para la lucha en pro
del socialismo» y la «forma imprescindible de realización del socialismo», mientras que
la dictadura del proletariado la consideraba una forma de «atavismo político». En
consecuencia, enlazando en esto con Lassalle, no consideraba al Estado como un
instrumento de dominación de clase, como sostenía la interpretación marxista «ortodoxa»,
sino como el «legítimo guardián del interés general de la colectividad».17

Edición de 1906 de Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia de Eduard
Bernstein.

Bernstein, citando a Engels, decía que el socialismo se lograría a través de una lucha
«prolongada, tenaz, avanzando lentamente de posición a posición»,18 lo que produciría una
especie de evolución del capitalismo dado que por un lado: a) Las condiciones económicas no
eran las suficientes como para permitir la aparición del socialismo; y b) Que la concentración o
acumulación del capital no se había realizado en los términos previstos por Marx, sino por el
contrario, se había extendido a través de la generalización de las empresas de capital social.
Lo que significaba que en lugar de pauperizar habían mejorado los niveles de vida de amplios
sectores de ella19 y que, por otro lado, la ampliación de la democracia y los logros de
beneficios sindicales que esa extensión hacía posible significaba que el proletariado tendría
cada vez más derechos a defender y por lo tanto, menos razones para una insurrección. Todo
lo anterior "ha revolucionado completamente las condiciones de la lucha del proletariado. Los
métodos de 1848 (la referencia es al Manifiesto Comunista) son obsoletos en todo sentido".18
Paralelamente Bernstein argumentaba que la extensión de derechos democráticos a las
clases desposeídas -específicamente, el derecho a voto a quienes no son propietarios-
cambiaba las reglas de la política: la democracia se había transformado en conquista y
herramienta popular y por lo tanto superaba la necesidad de una insurrección y/o guerra civil a
fin de instaurar una dictadura del proletariado. Consecuentemente, Bernstein analizaba la
posibilidad de transformación del capitalismo al socialismo mediante un proceso
de reformas políticas y económicas; la consecución de estas reformas debían figurar en
adelante como objetivo prioritario del movimiento obrero, por lo que la confrontación electoral y
la presencia parlamentaria de los partidos socialdemócratas se transformaba en método
central de avance al socialismo. Aunque las tesis de Bernstein fueron condenadas por casi
todos los partidos, su posicionamiento (denunciado por los continuistas como revisionismo)
tuvo una amplia influencia en el socialismo internacional.
Es importante tener presente que las reformas que Bernstein está postulando no se refieren
solo un sistema de beneficios, sean sindicales o sociales, sino que al sistema político mismo -
especialmente el de su tiempo- Para el, la democracia es un concepto no solo mejorable sino
un objetivo político que se debe lograr o implementar -por ejemplo, a través de la lucha por el
derecho de los sindicatos a participar no solo en la administración de empresas sino también
en la dirección política de un país- Así, define democracia, negativamente, como: “la ausencia
del gobierno de clases (...) el principio de la supresión del gobierno de las clases aunque no
todavía la actual supresión de las clases”.20
La asunción de las tesis revisionistas y reformistas (1918-1945)[editar]
La Revolución de Octubre de 1917 supuso la ruptura del movimiento socialista europeo ya que
los partidarios del modelo leninista que acababa de triunfar en Rusia abandonaron los partidos
socialistas y socialdemócratas para fundar los partidos comunistas adheridos a la
nueva Tercera Internacional, mientras que aquéllos asumieron plenamente los valores
democráticos y la vía reformista para alcanzar el socialismo —con la excepción del Partido
Socialista Obrero Español que protagonizó la fracasada Revolución de octubre de 1934—.21
Ramsay MacDonald, líder del Partido Laborista entre 1922 y 1931 y primer ministro británico en 1924 y
entre 1929 y 1935.

Así el sector «revisionista reformista» encabezado por Bernstein, —y al que hicieron


importantes aportaciones el italiano Carlo Rosselli y el belga Henri de Man— 22 acentuó la
estrecha relación entre el socialismo y la democracia —«La clase obrera exige la
democratización del Estado y de la administración pública, la democratización de las
empresas, la extensión de la democracia a todos los terrenos, a la enseñanza, a la cultura
física, al arte, al comercio», escribió Bernstein en 1922—.23 Pero también obligó al sector
«ortodoxo» a definir con precisión el significado del concepto marxista de «dictadura del
proletariado» y su relación con la democracia. En 1911 Kaustky ya había admitido que «un
verdadero régimen parlamentario puede ser igualmente un instrumento de la dictadura del
proletariado como de la dictadura de la burguesía», y tras el triunfo de la "Revolución de
Octubre" denunció que en Rusia se había sustituido la «dictadura del proletariado» por la
dictadura del partido («la dictadura conduce a que el partido que sustenta las riendas del
poder tenga que procurar mantenerse por todos los medios, sean éstos limpios o sucios,
porque su derrocamiento equivale a su derrumbamiento total»), lo que provocó la airada
respuesta de Lenin denunciando el «democratismo pequeñoburgués» del «renegado
Kaustky» (La revolución proletaria y el renegado Kaustsky, 1918; El Estado y la revolución,
1918).24
Leon Blum (1927), líder del SFIO y presidente del gobierno francés entre 1936 y 1937 al frente de la
coalición del Frente Popular.

La socialdemocracia también cuestionó la identificación


entre socialización y nacionalización o estatalización de los medios de producción, el modelo
que se estaba aplicando en Rusia. El mismo Kaustky siempre había aceptado que en la
sociedad socialista pudieran convivir formas variadas de propiedad junto a la estatal, como la
municipal, la cooperativa, la sindical e, incluso, en algunos casos la propiedad privada. «El
mecanismo económico de una sociedad socialista admite la misma variedad que en la
actualidad. Lo que desaparecerá es nuestra febril agitación, la lucha a ultranza en la que se
trata de vencer o morir, a la que nos condena el sistema actual de la competencia. Lo que
desaparecerá, en definitiva, es el antagonismo entre explotadores y explotados», había escrito
en 1902. Una idea que reiteró para criticar la revolución bolchevique —tanto la democracia
como el socialismo «son medios, que deben darse conjuntamente, para el fin de suprimir toda
opresión», escribió en 1918— y que los reformistas, siguiendo la estela de los fabianos, aún
llevaron más lejos al identificar el socialismo con la democracia extendida a todos los terrenos
de la vida social.25 «Berstein llegó a negar la eficacia milagrosa de la socialización de la
propiedad, que no veía como un fin en sí misma y que, por ello, no tenía por qué afectar a
todos los sectores económicos ni recibir la forma jurídica de apropiación pública, pudiendo
bastar la mera intervención estatal en las empresas privadas y el control del conjunto de la
actividad económica».26
Un intento de conciliación entre la socialdemocracia y el leninismo lo representó la creación de
la llamada Segunda Internacional y Media que asumió en gran medida la posición más
benévola sobre la Revolución de Octubre sostenida por el austromarxista Otto Bauer —
consideraba la dictadura del proletariado en Rusia como una fase de transición hacia la
democracia, lo que nunca llegó a realizarse—.27 Finalmente los partidos o corrientes que
seguían las tesis de Bernstein, que continuaron denominándose socialistas o
socialdemócratas, fundaron en 1923 la Internacional Obrera y Socialista.
Durante este período de entreguerras se produjo la primera participación de los
socialdemócratas en los gobiernos, (en Alemania, en Austria, en Bélgica, en Gran Bretaña, en
Dinamarca o en España), aunque la misma fueron efímera salvo en el caso del Partido
Socialdemócrata Sueco que se mantuvo en el poder desde 1932 hasta 1976.22
Entre los pensadores y políticos más conocidos que tuvieron más influencia sobre la
socialdemocracia en este periodo se encuentran: Léon Blum; Ramsay MacDonald; Pierre
Mendès France; Tony Crosland (principal implementador político de las ideas de
Keynes), John Maynard Keynes; John Kenneth Galbraith, Olof Palme, Nehru, etc.
El abandono del marxismo después de 1945[editar]
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial la socialdemocracia europea abandonó el
marxismo y elaboró una «una visión diferente de las relaciones entre capitalismo y
socialismo»,28 y su propuesta se centró en «una mayor intervención estatal en los procesos
de redistribución que en los de producción, de forma que una política fiscal progresiva permitió
consolidar eficazmente la red asistencial que configura el Estado de bienestar.29

Willy Brandt, líder del SPD y canciller de Alemania entre 1969 y 1974.

El momento decisivo se produjo en 1959 cuando en el Congreso de Bad Godesberg el Partido


Socialdemócrata Alemán abandonó el marxismo, renunciando a «proclamar últimas
verdades», e identificando completamente socialismo y democracia. Así el SPD se propuso
crear un «nuevo orden económico y social» conforme con «los valores fundamentales del
pensamiento socialista» —«la libertad, la justicia, la solidaridad y la mutua obligación derivada
de la común solidaridad»— y que no se consideraba incompatible con la economía de
mercado y la propiedad privada.30
Frente a la aceptación del capitalismo propugnada por el SPD y el resto de partidos
socialdemócratas del centro y del norte de Europa, sus homólogos del sur elaboraron una
alternativa que llamaron socialismo democrático en la que no renunciaban a alcanzar el
socialismo, aunque siempre mediante el respeto a las reglas de la democracia —los partidos
comunistas del sur también se sumaron a esta iniciativa construyendo su propia alternativa
«socialista democrática» que llamaron eurocomunismo—.31
Olof Palme, líder del Partido Socialdemócrata de Suecia y primer ministro de su país entre 1969 y 1976,
y 1982 y 1986.

Los ideales de la nueva socialdemocracia heredera del «revisionismo reformista» quedaron


plasmados en la Declaración de Principios de la Internacional Socialista de 1989 en la que se
proclamó que «una democracia más avanzada en todas las esferas de la vida: la política, la
social y la económica» es el marco y a la vez el fin del socialismo. 32
Así pues, según los socialdemócratas no existe un conflicto entre la economía capitalista de
mercado y su definición de una sociedad de bienestar mientras el Estado posea atribuciones
suficientes para garantizar a los ciudadanos una debida protección social. En general, esas
tendencias se diferencian tanto del social liberalismo como del liberalismo progresista en la
regulación de la actividad productiva, y en la progresividad y cuantía de los impuestos. Y esto
se traduce en un incremento en la acción del Estado y los medios de comunicación públicos,
así como de las pensiones, ayudas y subvenciones a asociaciones culturales y sociales.
Algunos gobiernos europeos han aplicado en los últimos años una variante de la Tercera
Vía que es un poco más próxima al liberalismo, con un menor intervencionismo y presencia de
empresas públicas, pero con el mantenimiento de las ayudas y subvenciones típicas de la
socialdemocracia —cuyo principal exponente ha sido el laborista británico Tony Blair. Por lo
demás, su ideología en temas sociales es equiparable a la del resto de la izquierda política.
Entre los pensadores y políticos que han tenido más influencia sobre la socialdemocracia en el
presente se encuentran Gerhard Schröder, Paul Krugman, Robert Solow, Joseph
Stiglitz, Amartya Sen, Claus Offe, y, principalmente, Norberto Bobbio y Zygmunt Bauman. Las
ideas que han dado origen a las posiciones de Tony Blair y Gordon Brown se asientan
principalmente sobra la obra de Anthony Giddens y Jeffrey Sachs. Gordon Brown ha sido
también influido por alguna de las percepciones de Gertrude Himmelfarb.
Los partidos socialdemócratas se encuentran entre los más importantes en la mayor parte de
los países europeos, así como en la mayor parte de países influidos por el viejo continente,
con la notable excepción de Estados Unidos, donde Bernie Sanders es el único senador
independiente que se declara abiertamente como socialista democrático. Además, en
Hispanoamérica, tienen gran importancia ya que, por ejemplo, la Unión Cívica
Radical de Argentina, el Partido Socialista de Chile, el Partido Liberal Colombiano, el Partido
Liberación Nacional de Costa Rica, el Partido Aprista Peruano, el Frente Amplio de Uruguay y
la Acción Democrática de Venezuela han dado varios gobiernos a sus respectivos países.

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