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1. INTRODUCCIÓN

En el mundo se estima que anualmente el consumo de plástico aumenta en un


4% (Arandes et al. 2004). El año 2012 se alcanzó un consumo de plástico a nivel
mundial de 288 millones de toneladas, donde un 4,2% corresponde a la
agricultura. Este masivo consumo de plástico sintético ha derivado en un sinfín
de problemas debido a su lenta degradación y su alta residualidad. Esto ha
impulsado a la sociedad en la búsqueda de nuevas materias primas para su
reemplazo (Arandes et al. 2004).

De acuerdo al Servicio Agrícola y Ganadero en el año 2013, se encuentran


registrados 2.972 viveristas, los que ocupan un total de 5.253 ha. La producción
de platines hortícolas alcanzó 715 millones de unidades, en frutales fue de 73
millones de unidades, todos ellos utilizaron un sistema de contenedor para la
producción de las especies (Fuentes 2014). En los viveros de especies frutales,
hortícolas y ornamentales se utilizan contenedores de polietileno y poliestireno
para la multiplicación de las plantas, los que generan después de su uso un nivel
de residuos considerable.

Es posible reemplazar estas macetas o contenedores utilizando en su fabricación


materiales biodegradables, por lo que reciben el nombre de biocontenedores.
Los contenedores fabricados a partir de materiales orgánicos son capaces de
degradarse en un menor tiempo y sin producir materiales nocivos al medio
ambiente. Las materias primas que se incluyen en su fabricación pueden ser
fibras vegetales o materiales orgánicos de distintos tipos. En el mercado existen
diversos tipos de macetas biodegradables en base a fibra vegetal como turba,
papel reciclable, fibra de coco, cáscara de arroz y otros componentes orgánicos.
Respecto a los fabricados de material procesado o bioplásticos, son aquellos
polímeros producidos a partir de materiales orgánicos como almidón y celulosa,
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que pueden ser asimilados por distintas especies, sin producir sustancias tóxicas
(Luengo et al. 2003). Los biopolímeros, elaborados mediante microorganismos
para la fabricación de biomacetas, son principalmente fabricados a partir de
almidón de maíz, almidón de papa, aceite vegetal y ácido láctico procedente de
maíz o remolacha (Straeter 2004).

A través de esta investigación se busca identificar las características físicas y


químicas que deben cumplir los biocontenedores disponibles en el mercado
internacional para su uso en viveros. Estos antecedentes permitirán proponer los
requerimientos necesarios que debe cumplir un biocontenedor para el desarrollo
de un nuevo prototipo de maceta y prospectar el interés por este tipo de productos
en viveristas chilenos.

1.1 Objetivo General

Determinar las características de biocontenedores existentes en el mercado y


prospectar el interés por parte de viveristas nacionales para su aceptación.

1.2 Objetivos Específicos

• Identificar y caracterizar los biocontenedores existentes en el mercado.

• Determinar los parámetros físicos que deben cumplir los biocontenedores.

• Determinar el interés y requerimientos por parte de viveristas nacionales para


incorporar los biocontenedores en su proceso productivo.
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2. REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA

2.1 Antecedentes generales de los contenedores

Una maceta corresponde a un recipiente de metal o plástico, con un agujero en


su parte inferior, que contiene tierra o sustrato, con la finalidad de criar una planta
(Real Academia Española 2014). Por ende, el macetero cumple con la función
principal de sostener el sustrato necesario para el desarrollo de una planta, pero
a su vez mediante propiedades adicionales puede favorecer al sustrato y la planta
(FAO 2012).

A lo largo del tiempo se han desarrollo diversos tipos de contenedores,


individuales o bandejas de contenedores, con la finalidad de producir plantas o
propagar material vegetativo. Las diversas macetas están hechas de diferentes
materiales, como madera, metal, plástico o material vegetal. En la actualidad
(figura 1) la comercialización se centra en dos tipos, los contenedores de plástico
sintético y biocontenedores (Lemaire et al. 2005).

Figura 1. Distintos tipos de maceteros, elaborados que diversas materias primas:


Traducción de material de elaboración de las macetas, de izquierda a derecha:
Cascara de Arroz, estiercol de vaca, turba, fertilizante, bioplástico, paja, papel,
plástico convencional, fibra de coco (Taylor, 2010).
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Existen recipientes de diversas formas y composición en el mercado, de acuerdo


a las necesidades del viveristas o propagador. Así se encuentran en el mercado
bandejas propagadoras de semillas o esquejes, maceteros para el crecimiento
de plantas ornamentales o decorativas, bolsas de polietileno, contenedores de
tipo libro o funda, contenedores en bloque, contenedores separados y
contenedores en miniatura. Estos tipos de contenedores normalmente se usan
para sistemas de propagación en viveros, en la producción de semillas,
hortalizas, árboles, especies ornamentales, frutales o forestales, donde su
elección dependerá de los fines productivos y comerciales del viveristas (Landis
1990).

Existen múltiples tipos de contenedores para la propagación de material


vegetativo, de distintas formas, tamaño, estructura, composición y elaborados en
base a diversas materias primas. Se pueden encontrar macetas biodegradables
o de lenta degradación, macetas de plásticos, ya sean bioplásticos o plásticos
sintéticos. En el mercado se hallan macetas de fibra vegetal, como fibra de coco
o turba, de residuos de reciclaje como papel reciclado, de polietileno y polímeros
naturales (Ruiz 2006).

En la actualidad la mayoría de los maceteros corresponde a los de plástico y


están elaborados de todas formas y tamaños, existiendo contenedores desde
una celda hasta 400 celdas, para la germinación de las semillas. Además, estos
maceteros requieren un costo de producción mayor y la necesidad de eliminar
los residuos de elaboración y reducir los contenedores utilizados, lo que ha
provocado un aumento en los programas de reciclaje de plástico (Hartmann et al.
2002).
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2.2 Materias primas utilizadas para la fabricación de biocontenedores

2.2.1 Bioplásticos de PHA

El bioplástico es polihidroxialcanoato (PHA), un biopolímero sintetizado por


diferentes géneros de bacterias y que se acumula en condiciones de escasez de
nutrientes, convirtiéndose en una fuente de energía en circunstancias de estrés
nutricional para distintos tipos de bacterias. Esta condición le otorga la propiedad
de rápida degradación en el medio ambiente. Los bioplásticos son
termoplásticos, es decir a temperaturas altas se vuelven flexibles, además este
material posee características similares al plástico derivado del petróleo (Almeida
et al. 2004).

2.2.2 Polímeros naturales

Las macetas fabricadas a partir de material vegetal, en la mayoría de los casos


son producidas a base a biopolímeros, que son macromoléculas contenidas en
seres vivos y que pueden ser sintetizadas por diversos tipos de bacterias o
productos orgánicos, con capacidad de ser biodegradables, impermeables,
homogéneos y resistentes a agentes químicos (Columbri 1993). Los principales
biopolímeros usados son el almidón y proteínas, los cuales son derivados de
material vegetal contenido en forma de pequeños gránulos microscópicos que
forma capas estratificadas (Ruiz 2006). La producción del plástico biodegradable
se inicia con el almidón que se extrae de la fécula de la papa, luego los
microorganismos lo transforman en una molécula de ácido láctico más pequeña,
que sirve como base para la elaboración de cadenas poliméricas de ácido
poliláctico (PLA) (Arichávala et al. 2011).
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2.2.3 Fibras

Otros tipos de materiales vegetales utilizados en la composición de un macetero


degradable, son las fibras vegetales, materiales de origen vegetal principalmente
obtenidos del floema, las hojas, semillas u otras partes de las plantas. Los
principales biocontenedores que incluyen a fibras vegetales son producidos en
base a papel (celulosa), fibra de coco, turba, yute, entre otras (Straeter 2004).
Son recipientes de diversos tamaños, redondos o cuadrados como se observa
en la figura 3, con capacidad de biodegradarse al trasplantarlas directamente al
suelo con el almácigo, donde el recipiente se va secando y desintegrando en
fibras mechas, las cuales son desintegradas por micros organismo al
incorporarse al suelo. Las macetas de fibras naturales tienen un tiempo de vida
limitado, a esto se suma que, al crecer el almácigo en ella, se deteriora por la
humedad presente, por lo que algún movimiento fuerte puede provocar su
desintegración (Hartmann et al. 2002).

Figura 2. Maceteros y contenedores elaborados en base a fibras vegetales (Projar


2015).
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2.3 Características físicas de los contenedores

En la producción y manejo que permiten alcanzar una planta de calidad, es


necesario considerar los tipos de contenedores. Estos permiten el desarrollo
adecuado de las plantas. En una maceta, el volumen de exploración del sistema
radícula está limitado y expuesto a rápidas fluctuaciones ambientales. Las
condiciones ambientales están dadas por la pequeña cantidad de sustrato, que
a su vez abastece a las raíces con agua, aire y nutrientes minerales. Se genera,
por lo tanto, la necesidad de minimizar los factores de estrés que puedan afectar
al cultivo por esto, se requiere de técnicas de manejo que consideren la forma y
el tamaño del contenedor, el volumen y la calidad del riego, la fertilización y el
tipo de sustrato adecuado para proveer al cultivo del soporte, de la retención de
agua y los nutrientes necesarios (Barbaro et al. 2011). Además, provee soporte
físico mientras la planta está aún en el vivero. Para ello los contenedores deben
cumplir con diversas características físicas, que le otorguen las propiedades
necesarias, tales como forma, tamaño, color, diámetro, volumen, porosidad,
resistencia, entre otras (Landis 1990).

2.3.1 Geometría de los contenedores

La producción de los maceteros y contenedores debe considerar su geometría,


donde se involucra tanto la forma como el volumen del contenedor, lo cual está
relacionado directamente con la finalidad del macetero, y dependerá de la función
que debe cumplir. Esta característica física es de gran importancia en la gestión
del cultivo (Lemaire et al. 2005).

2.3.2 Densidad de las paredes de los contendores

La densidad está determinada de acuerdo a la cantidad de masa contenida en


un determinado volumen (Whitman et al. 2000) y su valor físico va a depender
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del tipo de material a utilizar en la producción de un contenedor. Los


contenedores hechos en base a plástico, presentan un bajo rango de densidad,
característica otorgada por el peso de los átomos, que en general son más
livianos, cuya base es C, H, O y N y también por la estructuración de estos átomos
en el espacio, mayor distancia entre sí (Meneses 2007).

2.3.3 Resistencia

El material utilizado en la producción de contenedores debe formar una cierta


resistencia entre sus partículas, generando una fuerza máxima de soporte entre
ella antes de romperse, se define como resistencia de atracción (Carcedo 2011),
lo que permite darle consistencia a la estructura y soportar el crecimiento
radicular de la planta. La resistencia entre las partículas se va a ver afectada
dependiendo de si se encuentren en estado húmedo o seco. Por ende, la
resistencia de atracción está relacionada con la dureza y la duración del
contenedor. una resistencia óptima entre las partículas otorgará una mayor
firmeza frente a la presión que puede ejercer la zona radicular de la planta en las
paredes de la maceta (Lemaire et al. 2005).

2.3.4 Porosidad y permeabilidad

La porosidad y permeabilidad de las paredes de los contenedores, depende del


material utilizado en su composición. Los elaborados a partir de plástico,
presentan nula porosidad y permeabilidad, debido a la alta densidad de sus
paredes. En cambio, los contenedores fabricados a partir de fibra vegetal,
presentan porosidad y permeabilidad en sus paredes, permitiendo una pérdida
del contenido hídrico del sustrato en el tiempo (Lemaire et al. 2005).
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2.3.5 Color del contenedor

La elección del color de los recipientes está relacionada más que nada con una
condición estética. Sin embargo, interviene levemente en la ganancia térmica que
le ofrece a la zona radicular, por ende, se debe tener en consideración con los
contenedores que están expuestos al sol (Hartmann 2002).

2.3.6 Opacidad de las paredes

El crecimiento de las raíces debe ocurrir en un lugar hermético respecto al ingreso


de radiación solar. Por ende, el recipiente debe ofrecer el resguardo suficiente
para impedir el ingreso de la radiación solar, lo cual se logra con una determinada
forma, densidad, y color de las paredes (Lemaire et al. 2005).

2.3.7 Degradabilidad del material

La durabilidad del contenedor depende del material utilizado en su fabricación.


Los elaborados en base a plásticos sintéticos o bioplásticos, presentan una
prolongada durabilidad, por su lenta degradación. Los realizados a partir de
material vegetal, como fibras o desechos orgánicos, tienen durabilidad escasa,
su rápida degradación y por sus características físicas (Hartmann 2002).

Para los plantines destinados a trasplante directo al suelo, es preferible usar


biocontenedores plantables. Estos presentan una rápida capacidad de
biodegradación para integrarse al suelo, sin causar toxicidad en este (Lemaire et
al. 2005).

Los biocontenedores en base a materiales vegetales, se pueden degradar


rápidamente cuando se plantan en el campo, por lo que se denominan plantables,
o bien si después de su uso se someten al compostaje, se denominan
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compostables. La biodegradabilidad, está definida bajo la norma ASTM D 5488-


944. En esta norma se especifica la capacidad de un material para
descomponerse por medio de una acción enzimática, donde el metano, agua
dióxido de carbono y componentes orgánicos o biomasa, tienen la capacidad de
degradarse en un determinado tiempo (Prada 2012).

2.4 Características físicas de un contenedor

Un factor importante en un biocontenedor es su comportamiento frente al agua,


la capacidad de absorbancia y que no actúe como competencia frente a la
hidratación de la planta (Evans et al. 2010).

Las propiedades de absorción y conducción del calor del contenedor, pueden


resultar significativas en un ambiente de “alta energía” en un vivero con
producción en contenedores. Las elevadas temperaturas en la raíz pueden inhibir
su crecimiento y aún provocar la muerte de la planta (Furuta 1978).

2.5 Características biológicas de un contenedor

Para disminuir al mínimo la probabilidad de crecimiento de microorganismos


(algas u hongos) en las paredes del contenedor, que pueda afectar el desarrollo
de las plantas, se controla el contenido de humedad del recipiente mediante
aditivos en su proceso de fabricación (Evans et al. 2010).

2.6 Viveristas

Los viveristas son personas dedicadas a la propagación de patrones y simientes,


con el fin multiplicar y comercializar el producto obtenido. En Chile se
comercializan 500 millones de plantines de hortalizas y más de 60 millones de
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plantas frutales al año. Estas últimas, agregadas a aquellas que se exportan y al


remanente en stock, suman cerca de 130 millones de plantas anuales.

La Asociación de Viveristas de Chile, está constituida por 43 socios, dedicados a


la producción de plantas frutales, plantines de hortalizas, especies ornamentales
y de variedades protegidas a lo largo del país. La producción de los diferentes
socios de cada área, se estima engloba un 90% de las especies forestales, el 80
% de las especies ornamentales y hortalizas y el 100% de las especies protegidas
en el país (AGV 2015).
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3. MATERIALES Y MÉTODO

3.1 Materiales

3.1.1 Área de estudio

El estudio se llevó a cabo en la Región Metropolitana, Chile.


3.1.2 Período de estudio

El período de duración de la investigación fue desde Julio 2015 hasta enero del
2016.

3.1.3 Fuentes de información

3.1.3.1 Fuentes primarias

Para la obtención de información de fuentes primarias se realizaron encuestas


en línea y vía telefónica a distintos viveristas, del rubro de producción de especies
forestales, frutales, ornamentales y de hortalizas.

Estas entrevistas fueron realizadas a asesores, dueños de los viveros, gerentes


en las cuatro áreas.

3.1.3.2 Fuentes secundarias

Para la obtención de información de fuentes secundarias vinculadas con la


fabricación de contenedores e identificar las características necesarias para la
producción y su comercialización en la industria de viveros, se utilizó artículos de
revistas científicas nacionales e internacionales, libros, y tesis disponibles en
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bibliotecas de universidades, y de organizaciones tales como INIA, FAO, ODEPA,


entre otros.
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3.2 MÉTODO

3.3 Etapas metodológicas

Esta investigación comprende dos etapas metodológicas.

Etapa 1. Recolección de información para especificar las características


requeridas para la construcción de un biocontenedor.

Etapa 2. Determinación de la aceptabilidad del uso de biocontenedores por parte


de viveristas forestales, hortícolas y ornamentales.

3.3.1 Recolección de información

En la recolección de información para determinar los requerimientos que debe


poseer un contenedor, se enfatizó en los siguientes aspectos:

• Identificación de los diversos tipos de contenedores biodegradables


existentes en el mercado y clasificarlos según su composición.
• Composición de biocontenedores
o Materias primas
o Proporciones de mezcla de materias primas
o Aditivos
• Formas geométricas de los contenedores existentes según su finalidad
productiva.
• Características físicas de biocontenedores
o Volumen
o Grosor de paredes
o Densidad mínima de la pared
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o Porosidad y permeabilidad de las paredes


o Tonalidades
• Factibilidad de reutilización de biocontenedores
• Tiempos y condiciones requeridas para la degradación
• Características biológicas de biocontenedores
o Aditivos agregados en las paredes
o Desarrollo de patógenos en las paredes

3.3.2 Determinación de la aceptabilidad

Se realizó una encuesta a viveristas del rubro forestal, frutícola, hortícola y


ornamental, con la finalidad de recolectar información respecto sus
requerimientos y a la aceptación de un biocontenedor, la encuesta aplicada se
encuentra en el Anexo 1.
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4. RESULTADOS Y DISCUSIÓN

4.1 Composición de biocontenedores

4.1.1 Materias primas

En el mercado se encuentra contenedores biodegradables clasificados en dos


grandes grupos, los elaborados a partir de fibra vegetal y de productos
procesados (Straeter 2004).

Para la producción de maceteros a partir de fibra vegetal, se usan fibras de coco,


madera (viruta), papel, yute, turba, paja, cáscara de arroz y pluma de aves de
corral como principales materiales (Goy 2014). En la elaboración de maceteros
con productos procesados se encuentran principalmente la utilización de
biopolímeros, los que se obtienen del almidón. Estos pueden ser obtenidos de
arroz, maíz, papa, aceite vegetal y ácido láctico procedente de maíz o remolacha
azucarera (Straeter 2004). También se usan bolsas residuales de material
biodegradables para transformarlos en un bioplástico y con ellos producir
macetas biodegradables (Goy 2014).

En la elaboración de macetas se usan diversas proporciones de materias primas


para su formación, en el caso de los contenedores hechos de fibra vegetal, se
mezclan fibras con fibras o almidón con fibras (Lemaire al et. 2005).

4.1.2 Macetas elaboradas con fibra vegetal

La utilización de fibras para la elaboración de biocontenedores, es el resultado


de la búsqueda de un contenedor ligero, de vida limitad y que se degrade
bastante rápido después de su plantación. Las propiedades que ofrecen los
materiales orgánicos, permiten plantar el recipiente con la planta, favorecen la
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conservación del plantín, facilitando el trasplante mecanizado, aportan abono al


suelo y disminuyen el estrés del cultivo (Lemaire et al 2005).

• Macetas elaboradas de papel

Las macetas en base a fibra de papel son fabricadas con un 100% de papel y se
adicionan resinas naturales, para darle formas y consistencia al contenedor
(Samet 2013). Sin embargo, estos tipos de contenedores pueden provocar
toxicidad en las plantas, produciendo síntomas tales como clorosis y reducción
del crecimiento (Lemaire et al. 2005).

Las macetas de papel son más bien tubetes usados principalmente en


propagaciones de periodos cortos, en especies ornamentales, hortícolas y
forestales. Sus dimensiones y formas permiten una mayor mecanización en el
llenado del tubete y la utilización de sembradoras automáticas. Los maceteros de
papel están elaborados por una serie de células interconectada de papel,
dispuesto en un patrón de panel, el cual se puede separar ante de trasplantar al
campo (Landis et al. 1990). Los recipientes de papel son biodegradables,
permitiendo su plantación junto con la plántula directamente al suelo,
manteniéndola intacta, sin perturbar a las raíces. Algunas macetas de cartón
piedra (papel, cera, asfalto) vienen tratados con hidróxido de cobre, lo que mejora
el desarrollo de raíces y retrasa el deterioro de la maceta (Hartmann et al. 2002).
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Figura 3. Tubetes elaborados de papel (Pérez 2015).

• Macetas de Fibra de coco

Estos contenedores se fabrican con un 100% de fibra de coco como materia


prima principal, que es mezclada con un látex natural comprimido (leche del árbol
del caucho), otorgando elasticidad y consistencia para dar forma al recipiente, y
a su vez resistencia. La ventaja de usar la fibra de coco, es que ayuda a las raíces
a expandirse de mejor forma que en su estado natural, además al ser una fibra
natural tiene la capacidad de biodegradarse en un menor tiempo, la cual se
acelera si se planta directamente al suelo en conjunto a la plántula, disminuyendo
el estrés a la planta (Straeter 2004).

Una vez que se degrada el contenedor en el suelo, este pasa a actuar como
sustrato. Aunque la fibra de coco es inerte en cuanto sus propiedades químicas,
si es un excelente retenedor de humedad y de aireación, mejorando de esta
forma la estructura del suelo (Reed 1999).
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Figura 4. Maceteros y contenedores elaborados de fibra de coco (Greengift 2015)

• Macetas de fibra de coco con cáscara de arroz

En la combinación de fibra de coco con cáscara de arroz en la elaboración de un


biocontenedor, se usan proporciones de 99 a 1% y 1 a 99%. Una proporción más
aceptable es de 70 a 90% de cáscara de arroz y un 10 a 30% de fibra de coco.
También se usa un 75 a 85% de cáscara de arroz combinado con un 15 a 25%
de fibra de coco. Esta combinación proporciona un macetero con una duración
de dos meses como estructura de soporte (Van de Wetering 2010).
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Figura 5. Macetas elaboradas en base a cáscara de arroz mezclada con fibra de


coco (Johnson 2009).

• Macetas de yute

Los contenedores de yute, son fabricados con una tela de yute y utilizan
pegamentos o resinas naturales para dar forma y rigidez a sus paredes. Al ser
un material totalmente degradable, permite ser un producto plantable, las raíces
pueden a travesar las paredes del contenedor para seguir creciendo (Vitainer
2015). Otro tipo de contenedores, es fabricado con un 50% de yute combinado
con un 50% de lino, mezclado con una emulsión de cera de abeja. Las fibras de
yute y lino deben tener una longitud óptima entre los 5 a 20 mm cuando se utilizan
en una mezcla (Samet 2013).
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Figura 6. Macetas rígidas elaboradas a partir de yute y resina (Laura 2014).

• Macetas de turba con celulosa

La turba es un material orgánico, rico en carbono y ligero utilizado principalmente


como sustrato en la propagación de especies esenciales, mejorando la estructura
del suelo, aportando carbono, manteniendo la alta humedad, por su alta
capacidad de retención hídrica (Dobles 2008). La turba al ser un material
orgánico, presenta una rápida degradación, la que aumenta si es expuesta al
suelo directamente. Estas macetas son plantables y una vez degradadas en el
suelo actúan como un mejorador de suelo, aportando propiedades físicas y
favoreciendo el desarrollo de la planta (Finck 1988).

Sus cualidades permiten utilizarla en la confección de contenedores,


mezclandose con un 50% de celulosa reciclada, con un 50% de turba rubia, unida
con resina natural (Maple Vila 2015).
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Figura 7. Maceteros elaborados a partir de turba con celulosa (papel picado).

• Macetas de fibra de madera y turba

Las macetas de turba son livianas y de rápida degradación, por lo que se pueden
plantar junto con la planta directamente al suelo, para así ser desintegrada y
actuar como un sustrato, otorgando propiedades físicas al suelo, ya que la turba
mantiene altos niveles de humedad y mejora la aeración del suelo. En la
elaboración de maceteros de fibra de madera con turba (rubia) se mezcla en una
proporción de un 80% de fibra de madera (viruta) con un 20% de turba, unidas
con resinas naturales (Goy 2014).
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Figura 8. Fertilpots, son macetas de fibra de madera biodegradables compuestas


principalmente de fibras Abeto y se fabricadas sin el uso de pegamentos o
aglutinantes (Fertil 2016).

• Macetas de estiércol de vaca

Recipiente elaborado de compost, específicamente de estiércol seco y


compactado de vacuno, diseñado para ser plantable junto con la planta. El
estiércol producido por un rebaño, en donde consiste se fermenta el purín, donde
se obtiene biogás y luego procede a separar las fases líquidas de la sólida. Esto
último es un residuo de color verde, el cual permanece un tiempo en compostaje
y con el resultado final se elaboran las macetas. Compuestas en su totalidad por
estiércol de vacuno. Estos recipientes permaneces intactos durante 12 a 16
semanas, sin sufrir ninguna alteración, y se descomponen íntegramente en
cuatro semanas después de su colocación en la tierra. Se comportan como
perfectos fertilizantes y proporcionan los nutrientes necesarios para el
crecimiento de la planta.
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Las características que aportan este contenedor, permite una poda de aire y la
formación de brotes de raíces y desarrollo de las raíces secundarias en todo el
bote. El resultado es un sistema de raíces fuertes, densas y saludables que es
fundamental para el cultivo de plantas sanas (Freund, 2009). Una vez plantado
se degrada rápidamente y es aprovechado como abono, que aporta el estiércol
y no genera residuos (Gallagher 2012).

Estos tipos de recipientes favorecen el desarrollo del cultivar durante su etapa


inicial en el vivero, otorgando una fuente constante de macronutrientes, como el
fosforo, el cual es gran parte absorbido en su etapa inicial Sierra . Además, es
un micronutriente y de una fuente elevada de carbono para la planta en sus
primeros estadios de crecimiento (Rosgurg 2014). Un aporte nutricional bueno al
inicio de la plántula, determina en gran medida el crecimiento del cultivar una vez
que este se establezca en el campo (Aljaro 1983).

Figura 2. Macetas de estiércol de vaca (Freund, 2009).


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4.1.3 Macetas elaboradas de fibras vegetales con almidón

También es posible la elaboración de macetas mezclando fibras vegetales con


productos procesados como el almidón, mezclando fibras como de coco, cáscara
de arroz, turba o yute, y almidón obtenido de papa y maíz principalmente. La
proporción de los compontes varía de acuerdo a los materiales usados. En
general se usa una proporción de 50 a 90% de fibras y un 50 a 10% de almidón
(Kharazipour et al. 1994).

• Macetas de plumas de ave con almidón

En la fabricación de estos recipientes se utilizan proporciones de un 90 a 50% de


fibra animal (plumas de aves de corral) mezclado con un 10 a 50 % de almidón
de papa. El almidón de papa posee partículas de menor tamaño, favoreciéndose
a la integración de la mezcla y su degradación. La unión de esta mezcla se
realiza con una emulsión de cera de abeja (Samet 2013).

4.1.4 Macetas de biopolímeros

Los maceteros elaborados con bioplástico, se desarrollan principalmente a partir


de almidón obtenido de distintas fuentes. En el mercado se encuentran
contenedores y bandejas producidas con bioplásticos, los cuales son de Master-
Bi, material obtenido del almidón de maíz. El almidón obtenido de la papa, es el
más utilizado para la fabricación de maceteros biodegradables, por tener
partículas de menor tamaño. También se usan aceites vegetales para la
elaboración de láminas de bioplástico (Bastioli 1998).

La fabricación de los contenedores degradables, se inicia con la extracción del


almidón desde su fuente de origen (maíz, papa o aceite vegetal) que luego
mediante microorganismos es transformado en una molécula más pequeña de
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ácido láctico, que sirve como base para la elaboración de cadenas poliméricas
de ácido poliláctico (PLA). El entrecruzamiento de cadenas de PLA da lugar a la
lámina de plástico biodegradable que sirve de materia prima para la elaboración
de numerosos productos plásticos no contaminantes (Goy 2014).

Figura 3. Contenedores y maceteros elaborados de biopolímeros (Leroy Merlin


2015).

• Macetas de bolsas biodegradables recicladas

Se utilizan bolsas de bioplástico (almidón extraído de la papa) recicladas, para


formar un contenedor biodegradable, plantable. En la elaboración de los
contenedores se incluyen las bolsas biodegradables ya utilizadas y se reciclan
para formar un cuerpo cilíndrico con orificios laterales (Goy 2014).

Al considerar todos los antecedentes recopilados anteriormente es posible indicar


que en la producción de un contenedor biodegradable es importante considerar
las características de la materia prima utilizada, esencialmente el tamaño de las
partículas, ya que, al tener un menor tamaño, su tiempo de degradación es
menor. Por esto es preferible la incorporación de almidón en las mezclas,
obtenido de la fécula de la papa, porque sus glomérulos miden 350 micras. En el
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caso de la utilización de fibras, su longitud debe estar entre 5 y 20 mm como


máximo y su diámetro igual o menor a 2 mm. Un menor tamaño de las partículas
permite una mejor penetración entre las capas de fibra, lo que lleva asociado una
mejor fuerza de resistencia.

La proporción de las materias primas en las mezclas depende del tipo de material
que se desea combinar, es decir, si corresponde a fibras con fibras, o fibras con
almidones. Al mezclar fibra con fibra, influye el tipo de fibras en particular, donde
las proporciones varían entre 10 a 90%, 30 a 70%, 50 a 50% incluso 99% a 1%.

La unión de los distintos tipos de materiales orgánicos, que debe entregar


estructura y resistencia al contenedor, depende en su totalidad del tipo de
ingrediente que se utilice para ligar las mezclas. En general se utilizan resinas
naturales, obtenidas de la savia de árboles, de cera de abeja (emulsiones), entre
otros productos naturales. Su tiempo de degradación es corto, en comparación
con las resinas artificiales.

4.2 Formas geométricas de los contenedores existentes según su


finalidad productiva

La forma del recipiente estará relacionada con la tendencia de las raíces a


enrollarse en la maceta, por lo que se busca evitar este problema. Las macetas
tienen en su interior estrías o costillas laterales en dirección longitudinal y un
agujero en la base para facilitar el drenaje. Sin embargo, si el agujero de drenaje
es demasiado grande, facilita la pérdida de sustrato. Si es demasiado pequeño,
tiende a aglomerarse el agua, en la base del contenedor. Otro factor que influye
en el enrollamiento de las raíces, es el ángulo de las paredes, siendo los ángulos
agudos los más favorables para una buena arquitectura radical. Las formas
cilíndricas favorecen el enrollamiento de raíces laterales (Cemagref 1987),
aunque el uso de maceteros de formas cuadradas o triangulares no eliminan
28

completamente el enrollamiento de las raíces laterales (Kinghorn 1978). Las


deformaciones radicales pueden limitar el desarrollo posterior de la planta en
campo por la deficiente proliferación de raíces nuevas después de la plantación,
lo que implica una pérdida de capacidad para la absorción de nutrientes y
almacenamiento de sustancias de reserva (Rodriguez 2011).

Los biocontenedores existentes básicamente se fabrican en tres formas, como


maceteros, bandejas y tubetes, variando solamente en su tamaño y la materia
prima ocupada para su elaboración.

Las macetas individuales, de formas cilíndricas o polígonas, se utilizan para


especies ornamentales, hortícolas, frutícolas y forestales, donde varía
principalmente el tamaño (Lemaire al et. 2005).

Los tubetes requieren una bandeja de sostén. Estos son cilíndricos, fabricados
de bioplásticos o papel ecológico degradable, su uso está dirigido al área forestal,
aunque también se han implementado para el uso en viveros ornamentales
(FUNDACIÓN ALECO 2012).

Las bandejas de contenedores, también conocidas como bandejas de


propagación, son fabricadas con fibras vegetales como fibra de coco y turba, y
otras a partir de bioplástico (almidón). Estas están dirigidas al rubro hortícola
principalmente (Pot Garden 2015).

4.3 Características físicas de los biocontenedores

• Geometría del contenedor

La forma del contenedor está directamente relacionada con el desarrollo del


cultivo, por lo que su forma y dimensión tiene gran importancia en la gestión del
cultivo. La existencia de un gradiente de humedad, de arriba hacia abajo, en los
recipientes implica que la capacidad de retención de agua esté relacionada con
29

la forma del envase. Es decir, la capacidad de retención de agua será tanto menor
cuanto mayor sea la relación altura/diámetro. La utilización de una forma
troncocónica supone una disminución del porcentaje de sustrato húmedo en el
fondo del recipiente, en relación con el sustrato más seco de la parte superficial.
Por lo tanto, en este caso, la retención será ligeramente menor que en un
recipiente de forma cilíndrica (Barbaro 2011). Respecto a la profundidad del
recipiente, una desproporción entre una estreches con una alta profundidad
puede ocasionar daños en la raíz, por una falta de aireación en las raíces (Marien
1978). Esta variable no es un factor negativo para todas las especies de cultivos,
ya que se han observados mejores resultados en aquellos cultivos que presentan
un sistema radical vigoroso cuando el contenedor presenta esa desproporción
entre el diámetro estrecho y la profundidad (Domínguez 1997).

• Volumen

El volumen de los contenedores está dado por las dimensiones del recipiente, la
mayoría con cuerpo básicamente cilíndrico o poligonal. Los tamaños varían de
acuerdo al uso comercial, aunque los materiales de fibra vegetal, al ser más
frágiles, no pueden ser de un gran tamaño por su rápido debilitamiento (Goy
2004).

Numerosos estudios demuestran la importancia del volumen del contenedor, ya


que, al haber una mayor cantidad de agua y nutrientes disponibles en los
recipientes, generan una mayor disponibilidad de ellos para las raíces, lo que
implica mejor sobrevivencia al ser trasplantada al suelo y mayor rendimiento
productivos (Domínguez 1997). El volumen también se relaciona con la formación
de las raíces, un mayor volumen disponible permite un desarrollo radical más
armónico en el suelo, mientras que, en los contenedores de menores volúmenes,
el sistema radical está constreñido y comprimido, lo que afecta posteriormente
su desarrollo en el suelo después del trasplante (Cemagref 1987). El volumen
30

del contenedor determina la capacidad de desarrollo de la raíz. Contendores de


menor volumen requieren óptimas propiedades físicas del medio de propagación.
Así como contendores de menor volumen también determinan un menor tiempo
de permanencia de la planta en ellos (Ansorena 1994).

Las dimensiones características de un contenedor tienen una consecuencia


sobre el crecimiento de las partes aéreas y en la calidad del sistema radicular de
las plantas. Diversos estudios han demostrado que el tamaño de la zona radicular
es proporcional a la parte área de la planta, por ello la profundidad del contenedor
influye en el número de primordios radiculares. También existe una relación entre
el diámetro del cuello del plantín con respecto al tamaño del recipiente, mientras
mayor sea el volumen, mayor diámetro tendrá el cuello de la plantín (Lemaire al
et. 2005).

Respecto a los maceteros elaborados con fibra de coco se encuentran en el


mercado de volúmenes desde 75, 320 y 600 mL hasta de 3 a 5 L. En relación a
macetas elaboradas con turba, se encuentran volúmenes desde 144 mL hasta
de 320 mL. En el caso de bandejas de almácigo elaboradas con fibra de coco,
existen de 6, de 10, 12, hasta de 36 alveolos por bandeja (Pot Garden 2015).

En el caso de contenedores individuales producidos con papel ecológico


degradable, las dimensiones de diámetro respecto a la altura varían entre 25x35,
25x40, 40x130, 50x150, 60x60 mm y los más grande son de 5x15 cm (ALECO
2012).

• Grosor de paredes

El espesor de las paredes de un contenedor es un factor que determina la


elección de un macetero, ya que cumple la función principal de sostén y da
estructura a la raíz del plantín (Lemaire al et. 2005).
31

Los contenedores elaborados a partir de productos orgánicos, como fibras o


almidón, presentan paredes con un espesor entre 1,7 a 3 mm (Van de Wetering
2010). En cambio, en las macetas que usan combinaciones de productos
orgánicos, mezcla de fibras con almidón, el espesor de sus paredes está dentro
del rango de 1 a 2,5 mm. Respecto a la base del macetero biodegradable, su
grosor es desde 1,5 mm a 8 mm (Samet 2015). Las paredes de este tipo de
maceta son más delgadas, por lo tanto, más débiles, sin embargo, son fácilmente
penetrables por las raíces durante el cultivo, favoreciendo el prendimiento cuando
se traslada al lugar definitivo (Lemaire al et. 2005).

• Densidad de las paredes

La densidad promedio de los recipientes biodegradables varía ente 0,26 g mm-3


y 0,0228 g mm-3 para macetas fabricadas con fibra vegetal. Una menor densidad
permite que las paredes sean más permeables por la humedad presente y los
nutrientes del suelo. También admmite que la descomposición ocurra en un
menor tiempo (Van de Wetering 2010).

• Porosidad y permeabilidad de las paredes

La permeabilidad de las paredes está íntimamente relacionada con la densidad


de ellas. Los recipientes orgánicos presentan porosidad, la cual no existe en las
macetas convencionales, lo que permite una pérdida de hasta el 60% de agua,
provoca un flujo constante del agua y mayor lixiviación de los nutrientes. Por ello
es necesario considerar estas características en el riego, donde se requerirá
mayor frecuencia (Lemaire al et. 2005). Las paredes de los biocontenedores son
permeables a las raíces, presentando dificultades de manejo en el vivero, por una
posible ruptura o destrucción del cepellón (Domínguez et al.1997).
32

• Tonalidades

El color de los contenedores biodegradables está dado principalmente por los


materiales utilizados, la mayoría presenta un color café, aunque varía de acuerdo
el material presente en la elaboración del recipiente. Es posible utilizar tintes
vegetales para variar los colores de las macetas, sin embargo, es un criterio más
bien estético. En general se prefiere no utilizar colores oscuros, como el negro,
si los contenedores son expuestos directamente a la radiación solar, debido a
que existe una mayor ganancia térmica. Esto perjudica a la zona radicular,
aunque la mayoría de los contenedores biodegradables son utilizados en
condiciones invernaderos (Magdaleno 2006).

4.4 Factibilidad de reutilización de biocontenedores

Los recipientes individuales elaborados a partir de fibra vegetal y de fibra vegetal


con almidón, son plantables o compostables, es decir están diseñados para
plantarlos juntos con el cultivo y que luego se degraden en el suelo. En el caso
de las bandejas fabricadas de estos materiales, no se pueden plantar junto con
el plantín. Esto no es por el material utilizado, si no por su forma, se recomienda
entonces compostarlas como desechos orgánicos (Inoue 1989).

Por ende, las macetas y contenedores orgánicos no están hechos para su


reutilización por la fragilidad de sus paredes y porque a las pocas semanas de
utilizarlas pierden estructura, debido a la alta humedad, daños mecánicos y
perforaciones por parte de las raíces (Inoue 1989).

4.5 Tiempos y condiciones requeridas para la degradación

Las macetas biodegradables son sometidas a pruebas de tiempo de


degradación, al mes y medio de ser plantada pierde gran parte de su peso. En
33

un ensayo con una maceta elaborada con fibra de coco y almidón, se dejó bajo
tierra durante 6 semanas, comprobándose que su peso disminuyó en un 80 %
(Whitehead 2011).

La mayoría de las macetas plantables o compostables comienzan a perder su


forma después de 2 a 3 semanas de uso, una vez en el suelo se observa que su
descomposición ocurre dentro de 1 a 3 meses (Iwamoto 2001). Sin embargo,
existen macetas elaboradas de turba, papel reciclable, que luego de dos meses
de ser plantadas ya están totalmente degradadas (Van de Wetering 2010).

El tiempo de degradación de un recipiente orgánico también depende de la


superficie en contacto con el medio, esto junto con la baja densidad del material,
permitirá que la descomposición sea rápida en el suelo. Los tipos de fertilizantes
aplicados también contribuyen a acelerar el proceso de descomposición (Van de
Wetering 2010).

Los polímeros biodegradables que se pueden mezclar con materiales de fibra, se


degradan debido a las acciones de sustancias bioquímicamente activas
producidas por bacterias, y otros microorganismos (Iwamoto 2001). En la primera
etapa del proceso de descomposición participan microorganismos como
bacterias, hongos, mohos, protozoos y otros organismos saprófitos que se
alimentan de los materiales orgánicos. En una segunda fase, la descomposición
de los restos de material ocurre por la acción de ácaros de descomposición,
milpiés, ciempiés, escarabajos y lombrices de tierra. Estos desglosan el material
y enriquecen el suelo. Por otra parte, la fibra natural descompuesta en el suelo,
a su vez favorece a la planta (Van de Wetering 2010).

De acuerdo a la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR


2001) un contenedor para ser considerado como biodegradable, debe
descomponerse en un tiempo menor a 6 meses.
34

4.6 Características biológicas de biocontenedores

• Desarrollo de patógenos en las paredes

Los biocontenedores son más propensos a desarrollar patógenos fúngicos,


debidos a que presentan un hábitat adecuado para su desarrollo, el recipiente
otorga humedad y nutrientes de manera constante (Whitehead 2011).

• Aditivos agregados en las paredes

En la elaboración de algunas macetas y contenedores de fibra vegetal se aplican


productos anti fúngicos, para disminuir la presencia de patógenos fungosos. Sin
embargo, dado que no todos los recipientes tienen impregnados estos productos,
requieren que estos sean aplicados durante el uso de los biocontenedores.
(Whitehead 2011).

4.7 Determinación de la aceptabilidad

Con el fin de determinar las necesidades y preferencia de los consumidores


(viveristas) se realizó una encuesta en línea y telefónica, para comprobar la
preferencia general de los viveristas en la elección de sus macetas y
contenedores para la producción de plantas de hortalizas, especies
ornamentales, frutícolas y forestales. Se confeccionó una base de dato con los
viveristas de las 4 área de interés (forestal, frutícola, hortícola y ornamental),
donde se les envió a 66 viveristas la encuesta online como se detalla en el
siguiente Cuadro 1.
35

Cuadro 1. Total, de encuestas enviadas y respondidas por viveristas,


durante mes de diciembre, 2015.

Medio de comunicación Forestal Frutícola Hortícola Ornamental Total

Enviados 24 18 12 12 66
Mail
Respondidos 2 3 1 2 8

Contactados 5 2 4 4 15
Vía
Telefónica
Respondidos 1 0 2 1 4

Total respondidas 3 3 3 3 12

En total se logró respuestas por parte de 12 viveristas, 3 de cada rubro (forestal,


frutícola, hortícola y ornamental). Los detalles de la encuesta enviada se
encuentran en el Anexo 1.

Respecto al tipo de contenedor utilizado, se dio la opción de elegir entre 4


categorías, con 3 rangos de tamaños, tal como se detalla en el siguiente.

Cuadro 2. Propuesta de alternativas del tipo de contenedor usado y rango


promedio de volumenes segun tipo de recipiente.

Tipo de maceta Volumen (L)

Pequeño Mediano Grande

Bolsa Plástica 0,9 – 2,0 2,5 -10,0 15,0 – 30,0

Macetero Plástico 0,5 – 2,5 4,5 – 7,5 4,5 -10,0

Tubetes 0,115 0,18 - 0,28 1,0 – 3,0

Bandejas (N° alvéolos) 110- 300 60 - 100 25 - 50


36

De acuerdo a los resultados, los viveros forestales usan un solo tipo de bandejas,
medianas, de 60 a 100 alvéolos y además ocupan tubetes de tamaño mediano.

Uno de los viveros frutícolas ocupa bolsas de polietileno pequeñas y medianas,


además de maceteros pequeños y tubetes pequeños, mientras que otro usa solo
maceteros pequeños y bandejas pequeñas. El tercero de ellos solo usa bandejas
medianas.

Respecto a los viveros hortícolas, dos usan bandejas medianas y uno ocupa los
tres tipos de bandejas (de mayor densidad y de menor densidad de volumen por
bandeja).

En el caso de los viveros ornamentales, uno de ellos solo ocupa bolsas de


polietileno de los tres tamaños referidos, otro solo bolsas pequeñas, mientras que
uno usa bolsas de los tres tamaños, y maceteros plásticos pequeños y grandes.

Respecto a los tipos de maceteros, todos los viveros encuestados ocupan


maceteros de plástico, donde en el 91,6 % de los casos estos son de polietileno,
y solo un 8,33 % ocupa bandejas de poliestireno, que corresponde a dos viveros
hortícolas.

De acuerdo a los datos recolectados, los factores más influyentes son en primer
lugar el precio del contenedor, seleccionado por el 91,7% de los encuestados. El
segundo factor más importante es el diseño del contenedor para el 58,3% de los
viveristas encuestados, al igual que la reutilización con un 58,3% (Figura 13). Sin
demostrar un interés se encuentra la factibilidad de reutilización, la materia prima
y biodegradabilidad. Respecto a otros factores que ellos consideran como
relevantes están la formación de raíces, adaptación de la planta y adaptación a
las condiciones del vivero.
37

100.0%
90.0%
80.0%
70.0%
60.0%
50.0%
40.0%
30.0%
20.0%
10.0%
0.0%

Figura 4. Factores más influyentes para elegir los contenedores por parte
de viveristas.

La cantidad promedio de contenedores ocupados anualmente por vivero es de


74.040 contenedores. Respecto a los desechos producidos por los contenedores
ocupados, en promedio se desechan 13.954 unidades de contenedores anuales.

Para el 58,33% de los viveristas encuestados no es importante si el contenedor


se degrada de manera rápida, dado que el recipiente se considera como definitivo
y de larga vida útil. Al 41,67% de los viveristas le importa que el contenedor sea
de rápida degradación. Esto porque se produce menos desechos y consideran
importante que se degrade rápidamente después que ellos entregan el producto
planta.

Respecto a la consulta si influye que el contenedor sea biodegradable en su


elección, a pesar que tenga una menor vida útil, el 66,67% lo consideran, porque
en general disminuyen sus desechos. Mientras que al 33,33% de los viveristas
encuestados no le influye, para ellos en general lo más importante es el precio y
38

su vida útil. lo cual este dato es contradice, respecto a el interés de la elección


de un contenedor, ya que la mayoría no muestra una importancia si el material
del macetero es biodegradable.

En cuanto al interés de incorporar un biocontenedor elaborado de musgo con


papel reciclado, al 100% le interesa probar este producto, para disminuir el uso
de bolsas plásticas, y reducir sus desechos, siempre y cuando el costo y beneficio
sea favorable.

En cuanto a los factores que influyen en la elección de un macetero y contenedor,


se le dio las siguientes opciones: precio del producto, diseño (forma y color),
materia prima, reutilización, tiempo de degradación, si es biodegradable y otro
(especifique), tal como se muestra en la Figura 12.

3.5

2.5
Rubro de viviero

Rubros:
2
Forestales
Frutales
1.5
Fruticolas
1
Horticolas
0.5
Ornamentales
0

Factores influyentes

Figura 5. Factores más influyentes en la elección de un contenedor por parte


viveristas de distintos rubros.
39

4.8 Materias primas factibles para desarrollar un nuevo biocontenedor en


Chile

4.8.1 Musgo

Sphagnum magellanicum, conocido localmente como pompón, es un musgo que


coloniza terrenos anegados del sur de Chile. En el último periodo su consumo en
la industria ha ido en aumento, por sus múltiples aplicaciones de utilidad para el
hombre; sin embargo, forma parte del paisaje desde tiempos inmemorables
(Tapia 2008).

A nivel nacional la principal zona productora de musgo Sphagnum vivo, en


explotación, se encuentra en la Región de Los Lagos, provincia de Llanquihue, y
en la Isla de Chiloé (Orueta 2007).

4.8.2 Papel reciclable

La utilización del papel, es la opción para obtener un contenedor ligero, de una


vida útil limitada y que tenga la capacidad de degradarse rápidamente después
de su utilización o plantación. Las propiedades que ofrece el papel permite la
fabricación de un biocontenedor plantable, protege la zona radicular y facilita el
trasplante, incluso es posible realizar la plantación de forma mecanizada
(Lemaire et al. 2005).
40

5. CONCLUSIONES

Los biocontenedores producidos a partir de fibras vegetales otorgan beneficios a


la planta, al productor y al medio ambiente. Son recipientes que pueden ser
plantados junto con la planta, disminuyendo la generación de desechos, evitan
un estrés a la planta, y a su vez actúan como abono para el suelo.

Estos recientes son fabricados a partir de materiales orgánicos, separados en


dos grupos: los de fibra vegetal y biopolímeros. Poseen un tiempo de degradación
y una vida útil limitada, por lo que no permite su reutilización.

La densidad de sus paredes es menor, su porosidad y drenaje son mayores,


generan mayor gasto hídrico, por la pérdida constante de humedad.

La forma de los recipientes biodegradables y su volumen depende del rubro al


que están dirigidos y a su uso.

Los biocontenedores son una necesidad emergente en el rubro de los viveros,


por los altos niveles de desechos que producen actualmente los contenedores de
lenta degradación. Los viveristas están abiertos a la incorporación de nuevos
biocontenedores, siempre y cuando su precio sea competitivo en relación los
contenedores tradicionales. Por lo que es una necesidad diseñar nuevos tipos de
biocontenedor a bajos costos que puedan remplazar los recipientes tradicionales.
41

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50

7. ANEXO

Encuesta

1. ¿A qué rubro pertenece su vivero?


• Forestal
• Frutícola
• Hortícola
• Ornamental
2. ¿Qué tipo de contenedor usa?

Pequeñas Mediana Grande

Bolsa Plástica 0.90 - 2 Lt 2.50 -10 Lt 15 - 30 Lt

Macetero Plástico 0.50 - 2.50 Lt 4.50 - 7.50 Lt 4.50 -10 Lt

Tubetes 0,115 Lt 0.18 - 0,28 Lt 1 - 3 Lt

25 - 50 60 - 100 110- 300


Bandejas N°alveolos N°alveolos N°alveolos

3. ¿De qué materia prima son los contenedores que ocupa en su mayoría?

Material Derivados
Polipropileno
Plásticos Polietileno Bioplástico
expandido
Fibras Almidón de
Orgánicos Turba
(coco, papel) arroz o maíz

Otros:
_____________________________________________________
51

4. ¿Qué factor/ es influyen en la elección del contenedor a utilizar?


Precio del producto

Diseño (forma y color)

Materia prima

Reutilización

Residualidad del material

Si es biodegradable

Otro (especifique)

Otros:

_____________________________________________________

5. Los contenedores utilizados, ¿Son reutilizable y cuantas veces?


• Si:
Cuantas veces:
• No:

6. ¿Cuantos contenedores utiliza anualmente? (indique un aproximado)


Indiqué la cantidad:
_______________________________________________________

7. ¿Cuánta cantidad de desechos (contenedores) se produce en forma anual en


el viveros? (indique un promedio)

Indiqué la cantidad:
52

_______________________________________________________

8. ¿Es importante para el vivero, si el contenedor de elección es degradación


rápida?
• Si
• No

¿Por qué?

_________________________________________________________
9. ¿Influiría su elección de contenedor al utilizar en la producción, si el
contenedor es biodegradable, a pesar que tenga una menor vida útil?
• Si
• No
¿Por qué?
_________________________________________________________

10. ¿Le interesaría incorporar en sus contenedores, un biocontenedor de


producción chilena fabricado en base a musgo y papel?
• Si
• No
¿Por qué?
__________________________________________________________

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