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LA ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO DE

PREBISCH

“La lógica del capital”

El economista Armando Di Filippo reivindicó el


estructuralismo latinoamericano y sostuvo que hoy, a casi
70 años de su surgimiento, su diagnóstico de
vulnerabilidad y dependencia continúa vigente.

Raúl Prebisch, economista de la Cepal que fue un referente para el pensamiento del estructuralismo latinoamericano.

A mediados del siglo pasado, en el contexto de la posguerra y la conformación de un nuevo


orden económico mundial, surgió en América latina un pensamiento original que se
preguntó por las posibilidades del desarrollo en los países de la periferia: el estructuralismo
latinoamericano. Eran los tiempos de los procesos de descolonización en África y Asia y
comenzaban los “años de oro” del capitalismo, con el auge de las democracias liberales y
los estados de bienestar europeos. El Primer Mundo, se creía, estaba a la vuelta de la
esquina. Sin embargo, los Golpes de Estado y el Consenso de Washington a partir de la
década del 70’ dieron por terminada esa agenda. El crecimiento económico fue el
eufemismo que reemplazó aquella vieja utopía de alcanzar el desarrollo.

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Armando Di Filippo, economista y docente de la Universidad de Chile, sostuvo, en el marco
de una conferencia magistral brindada en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, la
vigencia y la actualidad del diagnóstico estructuralista, así como la potencialidad de la
propuesta industrializadora que formuló en pleno siglo XX: “Seguimos siendo economías
primario-exportadoras, y eso significa vulnerabilidad y dependencia de los ciclos globales”,
argumentó. Agregó que “toda la historia política de América latina es la lucha por avanzar
con una autonomía productiva que siempre es frustrada por la presencia de los intereses
de los grupos primario-exportadores”.
El académico argentino, hoy asesor del Centro de Estudios Para América Latina (Cepal),
destacó que el punto de partida del estructuralismo es “una gran visión e interpretación
histórica” y afirmó la validez de sus diagnósticos de largo plazo, como las categorías
centro/periferia y desarrollo/subdesarrollo, que “unificaron y le dieron un cierto sentido
de unidad a Latinoamérica: todos hemos pasado por la misma situación colonial, por las
mismas situaciones de exportación y, sobre todo, todos seguimos atados esta misma
inserción periférica”. Como ejemplo, señaló que en Chile hace 200 años que el cobre
representa más del 60 por ciento de las exportaciones del país y se refirió al caso de la soja
en Argentina, que reemplazó las carnes y los cereales.
Según Di Filippo, el programa desarrollista del estructuralismo, que reconoce a Raúl
Prebisch como su padre fundador y luego sería enriquecido por Celso Furtado, Aníbal Pintos
y Osvaldo Sunkel, “fue reformista, cargado con una visión de mundo socialdemócrata, pero
que promovía una fuerte presencia del Estado y que, a diferencia de otros programas
similares, tuvo una profunda significación social y distributiva”.
Frente a las teorías económicas dominantes, que afirmaban la existencia de un camino
único y lineal al desarrollo, el estructuralismo latinoamericano partió de una pregunta
fundamental: ¿por qué, si los países de la periferia cumplen con los mandatos del Primer
Mundo, permanecen en el subdesarrollo y, aún más, lo profundizan? Como señalan Martín
Schorr, Cecilia Nahón y Corina Rodríguez Enríquez en El Pensamiento Latinoamericano en
el campo del desarrollo del subdesarrollo: trayectoria, rupturas y continuidades, su
especificidad radicó en que trasladó la mirada sobre el desarrollo desde las regiones más
ricas a industrializadas del mundo hacia las menos desarrolladas y más pobres del planeta.
La respuesta fue que el supuesto “beneficio mutuo” de las políticas liberales y la
especialización en las actividades con “ventajas comparativas” era falso. No solo eso no
sucedía, sino que la evidencia demostraba lo contrario: mientras los países industriales
aumentaban los precios de sus productos manufacturados, los precios de las exportaciones
de América latina caían o lo hacían en menor proporción, en una tendencia conocida como
el deterioro en los términos de intercambio o la Tesis Singer-Prebisch. De acuerdo a las
particulares características de las sociedades subdesarrolladas, las medidas indicadas se
resumían en planificación estatal, reformas agrarias y tributarias, redistribución del ingreso
e integración regional, es decir, exactamente lo opuesto a lo que recomendaba la Teoría de
la Modernización. Sin embargo, al igual que esta última, aún se creía con cierto optimismo
que el desarrollo estaba “a la vuelta de la esquina” y solo hacía falta emprender las políticas
correctas. La escuela de la dependencia, que reformuló la teoría de Prebisch, sostendría
más tarde frente a esa “ilusión” que subdesarrollo y desarrollo no eran solo parte de un

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mismo sistema, sino también caras de la misma moneda.
“El hecho concreto es que la Cepal y sus recomendaciones tuvieron un impacto
extraordinario dentro y fuera del continente, hasta el tremendo vuelco que significaron las
dictaduras militares. Hoy, el pensamiento estructuralista tiene validez y vigencia, y nos sigue
diciendo que seguimos reprimarizados. Cada vez que emprendemos un proceso
industrializador, viene una oleada que nos frena y nos remite para atrás”, finalizó Di Filippo,
sin mencionar al macrismo.
Los economistas Horacio Rovelli, del Observatorio de la Energía, Tecnología e
Infraestructura para el Desarrollo (OETEC), y Alejandro Rofman, del Centro de Estudios
Urbanos y Regionales (CEUR) del Conicet, quienes participaron del encuentro coincidieron
en la necesidad de recrear el pensamiento estructural y cuestionaron la ofensiva neoliberal
de la Alianza Cambiemos. “Con todos los errores que tuvo, el gobierno anterior trató de
generar un modelo defendiendo el mercado interno, la producción nacional y la integración
latinoamericana. Hoy retrocedemos tratando de subordinarnos mansamente a la lógica del
capital, cuando esta no es otra que la lógica de la dominación estructural”, advirtió Rovelli.
Rofman, por su parte, cuestionó que la mayoría de las universidades nacionales y espacios
académicos continúan cooptadas por el pensamiento ortodoxo desde aquel “corte brutal
de pensamiento” que produjo la última dictadura cívico–militar, cuando las carreras de
economía fueron vaciadas de su contenido social y reformuladas en función del mercado.
“Reivindicar el enfoque histórico-estructural es hoy profundamente revolucionario”,
concluyó.

Fuente
Martelotti, D. (2 de mayo de 2016). El boleto de compraventa es promesa de contrato. Publicado
en: LA LEY 02/05/2016, 02/05/2016, 1 - LA LEY 2016-C, 1259. Cita Online: AR/DOC/1244/2016

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