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Epicureísmo

¿Qué es?
Como epicureísmo se denomina el sistema filosófico fundado por Epicuro que tenía por
objeto la búsqueda de la felicidad a partir del equilibrio de los placeres y la eliminación
de los temores que causan ideas como el destino, los dioses o la muerte. Es considerada
una rama del hedonismo.
Según el epicureísmo, el principio de la existencia humana radica en el bienestar del
cuerpo y de la mente, para lo cual el individuo debía valerse de la ataraxia, que no era
sino el perfecto equilibrio entre ambos.
Epicuro, su creador, nació en Atenas en el siglo IV a. de C. Se le reconoce haber
elaborado una ética del placer, que sostenía que el objetivo de una vida feliz consistía en
la ausencia del dolor tanto físico como moral. En este sentido, señalaba que la presencia
del placer era indicativa de la ausencia de dolor, así como de cualquier tipo de aflicción,
bien fuera de índole física, como el hambre o la tensión sexual, o mental, como el
aburrimiento o la apatía.
Consideraba, asimismo, que los placeres no debían limitarse al cuerpo, sino que también
debían abarcar la mente, pues los primeros, si bien eran importantes de satisfacer, eran
breves, mientras que los del alma eran duraderos y ayudaban a mitigar los dolores del
cuerpo. En este sentido, proponía buscar un equilibrio consciente entre ambos.
Para Epicuro, tanto los placeres como los sufrimientos eran causados por la satisfacción
o el impedimento de la satisfacción de los apetitos, que consideraba que podían ser de
tres tipos: naturales y necesarios, como alimentarse o dormir; naturales, pero no
necesarios, como la satisfacción carnal o una buena charla; no naturales ni necesarios,
como las ansias de poder o fama; y los no naturales pero necesarios, como el vestido o
el dinero.
Los seguidores del epicureísmo eran conocidos como epicúreos. Los epicúreos debían
evitar el dolor y las perturbaciones, así como los lujos y las comodidades excesivas para
llevar una vida en armonía y poder disfrutar de la paz. Pese a que llevaban una vida
aislada del mundo, no prescindían totalmente de la compañía, sino que era grandes
cultores de la amistad, pues creían que ella generaba un enriquecedor intercambio de
ideas y pensamientos.
Los placeres
Para Epicuro, los placeres y sufrimientos son consecuencia de la realización o
impedimento de los apetitos. Epicuro diferencia entre dos tipos de placeres:

Placeres “en movimiento”


Aquellos que se propagan por la carne y que provocan una excitación violenta y
efímera. Epicuro los califica como “dulces y aduladores”. Como ejemplo más claro
podemos citar el placer sexual. Si trasladamos las palabras de Epicuro a un contexto
más contemporáneo, podemos pensar en estos placeres como aquellos que producen una
gran descarga de neurotransmisores (ya sea dopamina, endorfinas u otros), de manera
que producen un “subidón” muy marcado, pero que posteriormente también producen
sufrimiento por su falta. Como tales, son difíciles de moderar y proclives a dominar al
individuo.
Placeres “en reposo”
Este tipo de placeres inducen un “estado de equilibrio” en el individuo. Este estado se
caracteriza por su naturaleza negativa: consiste en no tener frío, no tener hambre y no
tener sed; y produce sosiego y ausencia de sufrimiento. Estos son los verdaderos
placeres para Epicuro, pues son los que conducen a la calma y la sabiduría. El
epicureísmo aspira a la obtención de placeres más sutiles, obtenidos por vía negativa y
que si se cultivan correctamente conducen a la paz. Como se puede apreciar, esta
clasificación tan sencilla es ya en sí misma un condicionante para un tipo de vida muy
concreto.
Epicuro distingue entre tres clases de apetitos, por tanto, placeres:
 Naturales y necesarios: deseos cuya satisfacción libera del dolor y el sufrimiento
y que corresponden a las exigencias vitales y necesidades más elementales:
comer, beber…
 Naturales y no necesarios: deseo de comer comidas lujosas o el deseo sexual.
 Ni naturales ni necesarios: deseos producidos por convenciones sociales u
opiniones vacías, deseo ilimitado por la riqueza, la fama o la inmortalidad
Es importante aclarar que Epicuro no era dualista, es decir, no postulaba la oposición
cuerpo-alma; el alma, igual que el cuerpo, es material y está compuesta de átomos.
También distinguía entre dos tipos de placeres, basados en la división del hombre entre
dos diferentes pero unidos, el cuerpo y el alma:
Pese a que el placer es un bien y el dolor un mal, hay que administrar inteligentemente
el placer y el dolor: en ocasiones debemos rechazar placeres a los que les siguen
sufrimientos mayores y aceptar dolores cuando se siguen de placeres mayores. La razón
representa un papel decisivo en lo que respecta a nuestra felicidad, nos permite alcanzar
la total imperturbabilidad (ataraxia), la cual compara Epicuro «con un mar en calma»,
cuando ningún viento lo azota y nos da libertad ante las pasiones.
Epicuro desarrolla los argumentos para liberarse de los dos grandes miedos que
atenazan al hombre.
Miedo a la muerte
La muerte es disgregación de los átomos del individuo, de modo que cuando ésta se
produce no existe sensación. Dicho de otro modo, en nuestra muerte no “estamos
presentes”, y es absurdo temer algo en lo que no se está presente o en donde no hay
sensibilidad, ya que no sentiremos dolor ni sufrimiento. Es necesario que meditemos
sobre este hecho para poder liberarnos del miedo a la muerte. En palabras de Epicuro:
“La muerte no es pues nada para nosotros; mientras estamos aquí nosotros mismos, la
muerte no está, y, cuando la muerte está aquí, ya no estamos”.
Miedo a los dioses
Para Epicuro, los dioses son seres perfectos, independientes y que no necesitan nada.
Son, de algún modo, el ejemplo del sabio al que aspira Epicuro. El universo es eterno e
increado, de modo que los dioses no lo crearon y son indiferentes a él. Por ello mismo,
tampoco se preocupan de los hombres. Los dioses están “a lo suyo”, en tanto que seres
perfectos, y no tiene sentido que deseen castigar o putear a los hombres. Tampoco
favorecerlos o ayudarlos en nada. Así que no hay nada que temer, sino todo lo contrario,
hay que contemplar a los dioses como una aspiración y un ejemplo de vida. En palabras
de Epicuro: “El que es bienaventurado e inmortal no tiene él mismo inquietudes y no las
causa a nadie más, de tal manera que no está sujeto ni a las cóleras ni a la benevolencia:
pues todo lo que es de ese tipo no se encuentra sino en lo que es débil”.
Podemos extraer muchas lecciones aplicables a nuestra vida, sobre todo en referencia al
placer y el deseo.
1. Búsqueda del placer verdadero: ausencia de sed, hambre y frío para obtener
calma y poder así abrirse al simple placer de existir.
2. Disciplina del deseo: satisfacer los naturales y necesarios, moderar los naturales
y no necesarios, evitar los que no son ni naturales ni necesarios.
3. La muerte es la disolución de los átomos del individuo, por tanto cuando se
produce no hay sensación ni sufrimiento. No tiene sentido temerla.
4. Los dioses van a lo suyo y no se preocupan de la actividad de los hombres: no
hay por qué temerlos. Son, en cambio, un ejemplo para el sabio.
5. El epicúreo lleva una vida sencilla, ocupado en lo esencial y lejos de lo que
considera no necesario.
Finalidad
La finalidad de la filosofía de Epicuro no era teórica, sino más bien práctica, que
buscaba sobre todo procurar el sosiego necesario para una vida feliz y placentera en la
que los temores al destino, los dioses o la muerte quedaran definitivamente eliminados.
Para ello se fundamentaba en una teoría empirista del conocimiento, en una física
atomista inspirada en las doctrinas de Leucipo y Demócrito y en una ética hedonista.

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