Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
CONCEPTO
Se entiende por Renacimiento el fenómeno cultural de la Edad Moderna que retoma los
principios de la cultura clásica, actualizándola a través del Humanismo, sin renunciar a la
tradición cristiana, pero sustituyendo la omnipresencia de lo religioso por una afirmación
de los valores del hombre.
En el aspecto artístico, el Renacimiento supone la sustitución del sistema formal del mundo
gótico por otro distinto, apoyado en los modelos de la antigüedad grecorromana, que
comienzan a estudiarse buscando en ellos unas definiciones “científicas” de la belleza y la
armonía. La naturaleza será estudiada en sí misma, al margen de su vinculación a lo divino.
Se encontrará en una ciencia nueva, la perspectiva, el modo adecuado de su representación.
El cuerpo humano desnudo será el “sumun” de las perfecciones y el objeto fundamental de
los artistas, como reflejo del antropocentrismo.
CONTEXTO HISTÓRICO
A lo largo de toda la Edad Media, Italia mantuvo una supervivencia de los elementos
clásicos, y dotó de una personalidad diferente a los estilos europeos (románico, gótico) que
llegaban a su suelo interpretándolos siempre con un cierto clasicismo de proporciones y
estilos. Es por tanto fijar una exacta para la aparición del Renacimiento en Italia. Por el
contrario, en el resto de Europa puede señalarse con toda precisión el momento en el que
irrumpen las nuevas formas maduras de Italia. Así, el Renacimiento surge al contacto con
lo italiano en torno a 1490- 1500, cuando en Italia ya se ha realizado mucho de lo más
significativo del estilo.
EL "QUATTROCENTO"
Florencia.
El primer gran arquitecto del quattrocento italiano es Filippo Brunelleschi
(1377- 1446), a quien se debe la gran cúpula de la iglesia de Santa María de
las Flores, de Florencia.
Resto de Italia.
Fuera de Florencia, tiene una gran importancia la arquitectura cuatrocentista
en Lombardía, donde la decoración se
desarrolla con exuberancia desconocida
en otros sitios, cubriendo de menuda
labor escultórica, con columnas
abalaustradas, relieves, hornacinas, etc.
La obra maestra es, sin duda, la Cartuja
de Pavía, donde trabaja G. Antonio
Amadeo. Notable es también la obra del
florentino Filarete, que trabaja en el
Hospital de Milán, de rica decoración en
terracota. La influencia lombarda será
decisiva en el Plateresco español.
A partir de 1500 la importancia artística de Roma crece hasta casi desbancar por completo a
Florencia. En torno a la corte pontificia, primero con Julio II (m.1513) y después con León
X (m. 1521), se agrupan artistas de muy diversas procedencias, que se identifican con los
ideales de grandeza del papado humanista, y estudiando los restos de la antigüedad,
aciertan a formular un nuevo arte, solemne y
monumental.
Fuera de Roma, Venecia, gracias a la obra de Jacopo Sansovino (1486- 1570), de origen
florentino, ocupa también un puesto de importancia con una arquitectura solemne y rica.
Suyos son el Palacio Correr, la Librería de San Marcos, y la “loggieta” bajo el Campanile,
en la plaza de San Marcos.
A la vez, en este periodo es muy frecuente la publicación de tratados teóricos que recogen y
codifican las experiencias anteriores y proporcionan repertorios de plantas, alzados,
motivos decorativos, etc., susceptibles de ser usados luego por otros con la más absoluta
libertad.
Quizá sea Miguel Ángel Buonarotti (1475- 1564), también pintor y escultor, quien inicie
estas formas nuevas, sometiendo los elementos clásicos a una
interpretación personal y dramática. En 1546, ya en su vejez,
se hace cargo de la Basílica de San Pedro, transformando el
proyecto de Bramante, especialmente en la cúpula, de la que
suprime el anillo con columnas, dándole un perfil más
elevado, y convirtiéndola, al suprimir las torres, en el
elemento más expresivo de la construcción. A él se debe la
cabecera exterior, con los ábsides recorridos por gigantescas
pilastras pareadas que parecen oprimir las hornacinas, y los
huecos cubiertos por frontones alternados, triangulares y
Jacobo Barozzi de Vignola (1507- 1573), formado en Bolonia, está en Roma en contacto
con Miguel Ángel, de quien puede considerarse discípulo. Por encargo de la Academia
Vitrubiana, realiza una serie de mediciones de monumentos romanos; experiencia que se
traduce en la publicación de su Regole delli cinque ordine d´arquitettura (1562) de enorme
influencia posteror. Como arquitecto, se le debe la refinada Villa Julia, hecha para el Papa
Julio III en 1550, y los proyectos para el gran Palacio Farnesio, en Caprarola (1558), de
extraña planta poligonal y patio circular. Su obra más famosa es la Iglesia de los Jesuitas
de Roma (“il Gesú”) proyectada en 1568, que ha de ser modelo para infinidad de iglesias
posteriores. Apoyado en el precedente de Alberti en San Andrés de Mantua, ordena una
gran nave cubierta de cañón con lunetos, capillas laterales y amplio crucero coronado por
una luminosa cúpula. De decoración desnuda, de extraordinaria sobriedad, su exuberante
aspecto actual corresponde, como veremos, a un periodo posterior. La fachada, realizada
por otro arquitecto, Giacomo della Porta, da también un esquema que hará fortuna
posterior: un amplio cuerpo bajo, y un segundo cuerpo, más estrecho, con dos aletones
laterales, cerrado todo por un frontón.
Andrea Palladio (1508- 1580), de Vicenza, educado en contacto con el círculo humanista
veneciano, estuvo varias veces en Roma y acumuló una experiencia teórica que cristaliza en
su I quattro libri del´Arquittetura (1570), también de
extensas influencias, sobre todo en la arquitectura
civil hasta tiempos de Neoclasicismo. Su obra
personal comienza con la Basílica de Vicenza (1546),
viejo edificio medieval que rodea de unos pórticos,
donde repite el motivo del arco entre dinteles, llamado
por ello “motivo palladino”. Realiza una variada serie
de villas campestres en el
contorno de su ciudad, y
algunos palacios urbanos,
donde emplea el orden
gigante, o las columnatas coronadas por balaustradas con estatuas.
Como arquitecto religioso deja en Venecia ejemplos soberbios, con
su modo personal de resolver las fachadas coronadas por frontones
incresturados unos en otros, y de plantas complejas que integran
también lo longitudinal y los espacios centrales (San Giorgio
Maggiore, El Redentor). También a él se debe el modelo romano a
través de Vitrubio, con elementos ilusionistas que hacen presentir el
Barroco. Aquí colabora Vicenzo Scamozzi (1552. 1616) que
publica en 1615 su Idea dell´Architettura Universale, la cual
recogía muchas de sus enseñanzas.
Algo anterior, pero quizá de mayor importancia teórica, es Sebastián Serlio (1475-1552)
que trabajó en Francia y publicó sus Libri d´Arquitettura desde 1537 hasta 1551,
contribuyendo quizá más que ninguno a la difusión de los órdenes clásicos por toda Europa
y a la libertad imaginativa en la composición de puesrtas, chimeneas, ventanas, etc.
En los Países Bajos también hay una enorme supervivencia del gusto gótico, sobre todo en
la arquitectura civil, con las altas casas de remate en piñón, que paulatinamente se van
recubriendo de decoraciones de tipo italiano, tomadas con frecuencia de grabados. En la
segunda mitad del siglo aparecen formas más depuradas, no exentas de influencia francesa
(Ayuntamiento de Amberes, de Cornelis Floris) para dar paso al Manierismo.
En Inglaterra perdura por mucho tiempo el gótico perpendicular o Tudor, usándose sólo
elementos italianos en ciertos aspectos decorativos. La arquitectura civil desarrolla
importantes formas de palacios de nueva y más cómoda distribución, y es más significativo
que hasta bien entrado el siglo XVII donde se utilizan esquemas
paladianos.
El "Quattrocento"
El "Cinquecento"
La Escultura fuera de Italia
EL “QUATTROCENTO”
Donatello.
Pero el escultor más importante del “Quattrocento” florentino es, sin duda, Donatello
(Donato di Niccolo di Betto Bardi), hombre de amplias preocupaciones artísticas, que
cultivó también la orfebrería y supo de arquitectura y pintura. Nacido en 1386 y muerto en
1466, es en realidad el gran creador del estilo del Renacimiento pleno, oscilando entre la
búsqueda del equilibrio clásico y la belleza, y el cultivo de un cierto expresionismo, que
apoyado en la realidad, acentúa los valores dramáticos. Su motivo fundamental es lo
humano, estudiando al hombre desde la infancia (los relieves de niños danzantes de las
Cantorías de la Catedral de Florencia y de Patro son ejemplo perfecto de su gracia y
dinamismo) hasta la vejez, no perdonando ninguna de las deformidades de la edad
(Profecta Habacut, llamado el Zuccone, o sea “el Calvo”). Pero son las
figuras juveniles las más típicas del artista, especialmente sus versiones
de David, tanto en bronce como en mármol, de gracia y delicadeza
extrema o en los San Juan Bautista adolescentes. El San Jorge, en pie,
armado, sólidamente plantado, es la representación de la plenitud viril, y
el San Juan Evangelista sentado, anciano de nobleza y fuerza
considerables, anuncia el Moisés de Miguel ángel. En sus relieves, la
sutileza técnica en el modo de tallar el mármol o de preparar el fundido
del bronce, obtiene efectos de gran refinamiento. Sus Vírgenes
abrazando al Niño, crean un tipo de enorme difusión posterior por obra
de sus discípulos, y los efectos de relieve pictórico y perspectívico que
Ghiberti había conseguido, se superan en sus amplios relieves del Altar
de San Antonio de Padua o en los púlpitos de San Lorenzo de Florencia,
obras estas de vejez, y ejemplos soberbios de un estilo más patético y pictórico, que recurre
a veces al artificio de dejar las cosas aparentemente inacabadas, lo que les presta un aspecto
de modernidad sorprendente.
Junto a Donatello destacan muchos otros artistas contemporáneos unos, y otros seguidores
inmediatos del gran escultor. Entre los primeros hay que recordar a Luca della Robbia
(1400- 1482) que difunde el uso de la cerámica vidriada, con figuras blancas sobre fondos
azules y elementos decorativos vegetales, de rico colorido. Creador de tipos de gran figura
y personalidad, tuvo un gran taller y muchos imitadores entre los que destaca su sobrino
Andrea, que prolongó el taller hasta entrado el siglo XVI. Luca fue además un excelente
escultor en mármol, autor de una bellísima Cantoría para la Catedral de Florencia, que
contrasta, por el elegante equilibrio de las figuras de los jóvenes cantores, con el arrebatado
dinamismo de los niños danzantes en la de Donatello.
EL “CINQUECENTO”
En contraposición al siglo XV, y del mismo modo que en arquitectura, el XVI va a ser el
predominio de lo romano frente a lo florentino. En lo estrictamente formal, las delicadezas
cuatrocentistas y el amor el detalle menudo, van a ceder el paso a una grandiosidad
monumental y simplificadora, ya intuida en las obras de Jacopo della Quercia. El relieve
plano y sutil casi desaparece y se prefiere el bulto redondo y el tamaño superior al natural.
Miguel Ángel.
Miguel Ángel Buonarotti (1475- 1564) es, sin duda, el genio máximo de la escultura, arte
que consideraba el suyo, aunque cultivara también la pintura y la arquitectura. Su calidad
excepcional, su amplitud de concepción, casi gigantesca, y su extraordinaria sabiduría
frente a las formas del cuerpo y las complejidades del espíritu, hacen de Miguel Ángel el
prototipo universal del escultor, capaz de expresar en mármol cualquier concepto, idea o
propósito, aun el más complejo. En su tiempo fue ya casi divinizado y sus obras, incluso las
inacabadas, han sido durante siglos, modelos fervorosamente estudiados.
Florentino de nacimiento y de educación, discípulo de Bertoldo de Giovanni, que a su vez
lo había sido de Donatello, inicia su formación en la línea donateliana, consiguiendo en la
Madonna de la Escalera (1491) un exquisito relieve de
carácter pictórico. Un viaje a Bolonia le pone en contacto con
las obras de Jacopo della Quercia lo cual marcará fuertemente
su estilo futuro, y una estancia en Roma enriquece
definitivamente su concepto grandioso de la forma, en
contacto con las colecciones de mármoles romanos, mucho
más ricas y variadas que las mediceas. En Roma labra la
Piedad del Vaticano (1495) soberbia obra de perfecto
equilibrio entre una concepción monumental, de volúmenes
puros y cerrados, y un acabado refinadísimo y delicado.
Sorprende la extremada juventud de la Virgen en la que quiso,
sin duda, expresar no la Virgen real, madre doliente y madura,
sino la Virginidad eterna y sin edad.
Otros escultores.
En otra partes de Italia destacan artistas como Jacobo Sansovino (1486- 1570), florentino
de nacimiento y arquitecto también, que en Venecia deja obras de equilibrio y perfección
notables, o el milanés León Leoni, broncista de gran calidad que, por su vinculación a
nuestros Carlos I y Felipe II y la larga presencia en España de su hijo Pompeo, ejerció
influencia definitiva en la escultura española.
En Francia, las formas italianas se funden, a comienzos del siglo, con cierta supervivencias
borgoñesa, en las figuras realistas, levemente melancólicas en los sepulcros. Michel
Colombe (m. 1512), de Troyes, es la figura más interesante, con su Tumba de los Duques
de Bretaña en la Catedral de Nantes, ordenada ya con pilastrillas y medallones, pero de
estructura medieval, con yacentes y virtudes en pie de los ángulos. La familia florentina de
los Giusti, establecida en Tours, trabaja para la corte, realizando entre 1516 y 1528 la
Tumba de Luis XII y su esposa, para San Denis, transposición correcta, un tanto fría, de la
escultura florentina de fines del XV, con relieves pictóricos y figuras monumentales.
Más adelante, en torno a 1533, la presencia en Fontainebleau de
artistas italianos de la importancia de Rosso Fiorentino y del
boloñés Primaticcio, crean un estilo refinado y elegantes con sus
relieves con estuco, de formas alargadas y flexibles enteramente
maneristas, también en el uso de los motivos mitológicos de sutil
sensualidad. Primaticcio hizo traer de Italia vaciados en yeso de
las más famosas esculturas de la antigüedad romana (el Laoconte,
el Tíber, la Ariadna, la Venus de Cnido, el Antinoo y el Marco
Aurelio) que comenzaron a ser estudiados y conocdos. En la
segunda mitad del siglo aparecen ya escultores franceses de fuerte
personalidad. Jean Goujon, que trabajó con el arquitecto Lescot
para el Louvre, es de una sutileza clásica excepcional, que parece
evocar en sus
relieves el estilo
fidíaco. Sus Ninfas de la Fuente de los
Inocentes (1550) son de los más bello de su
tiempo en toda Europa. Germain Pilon
(1536- 1590), de estilo más robusto y grave,
cultiva el desnudo femenino en figuras
alegóricas de sobria monumentalidad (Las
tres Gracias, del monumento de Enrique II) y
el retrato realista de objetividad sorprendente.
Es característico de la escultura funeraria
francesa de ese tiempo, el realismo extremo en la representación de los difuntos, a veces
presentados como cadáveres en putrefacción dentro del sepulcro, que contrasta con la
monumentalidad heróica de las figuras arrodilladas en la parte superior (Tumba de Enrique
II y Catalina de Medicis, en San Denis, 1560-1570). Esto, que pudiera considerarse
supervivencia del gótico final, culmina en Ligier Richiez (1500- 1567) que representa a la
muerte en la Tumba de René de Chalôn.
Florencia
Umbría
Padua, Ferrara y Venecia
FLORENCIA.
Sus frescos en la Capilla del Papa Nicolás en el Vaticano, obra de su vejez, constituyen, sin
embargo, un complejo narrativo rebosante de variedad y sabiduría nueva, más rica
intelectualmente y vestida de formas de más maduro
contenido renacentista.
Otros artistas, como los hermanos Pollaiuolo, Andrea del Verrochio y Piero de Cosimo,
representan el lado experimental y estudioso, que desemboca en la personalidad de
Leonardo da Vinci, discípulo de Verrochio y educado en este ambiente.
UMBRÍA
La zona central de Italia, con capital en Perusa, crea en la segunda mitad del siglo una
escuela propia cuya característica más marcada es la preocupación por el espacio abierto, y
la creación de un paisaje ordenado, claro y
simétrico en su disposición, bañados por una luz
muy serena. Las figuras más importantes son
Pietro Perugino (m. 1524) creador de unos
tipos muy personales, delicados y femeninos, un
tanto blandos y sentimentales, ordenados de
modo claro y simétrico, con una expresión
ensoñadora.
Pintor de
frecuentes
temas religiosos
muy divulgados, consta, sin embargo, su falta de fe
religiosa. Fue maestro de Rafael de Urbino, que en su
juventud casi se confunde con él. Benardino Pinturichio
(1454- 1513), se inspira también al comienzo de su carrera
en Perugino, pero luego da una dirección personal a su
obra, llena de gusto por lo anecdótico y por el lujo, así
como por la multiplicidad de pequeñas escenas en un amplio escenario. Los frescos de las
Salas de los Borgia en el Vaticano y los de la Biblioteca de la Catedral de Siena con la
vida del Papa Pío II, Picolomini, son sus obras más famosas. Luca Signorelli (m. 1523),
por último, muestra un interés por el cuerpo humano y una capacidad de invención
absolutamente sobrehumanas. Formado con Piero della Francesca, recoge su sentido de lo
monumental y aunque en los rostros y en la disposición simétrica permanezca fiel al arte
umbro, es en realidad un artista independiente y genial que puede considerarse el
antecedente de Miguel Ángel. Sus frescos de la Catedral de Orvieto, con el Anticristo, la
Resurrección de los muertos y el Juicio Final, presentan una variedad de actitudes en los
cuerpos desnudos y una violencia expresiva sin equivalente alguno de su tiempo.
El "Cinquecento"
El Manierismo en pintura
EL "CINQUECENTO"
Leonardo da Vinci.
Rafael.
Rafael Sanzio de Urbino (1483- 1520), a pesar de lo breve
de su existencia es quizá el artista que representa mejor que
nadie la perfección del clasicismo. Dotado de una
maravillosa capacidad de síntesis, su estilo se va formando
al contacto con el de sus contemporáneos, que sabe asimilar
y convertir en algo nuevo y personal. En su primera
juventud, la influencia de Perugino es decisiva, con modelos
humanos de delicadeza extrema y ordenación compositiva
simétrica y en planos paralelos (Desposorios de la Virgen).
Después, una estancia en Florencia le pone en contacto con
Leonardo da Vinci,
asimila
inmediatamente su
composición triangular
y equilibrada, y el
delicado esfumato que incorpora a sus más famosa
Madonnas y a sus retratos femeninos, en los que es
evidente el eco de La Gioconda. Por último, al
instalarse en Roma en 1508, entra en contacto con
Miguel Ángel y transforma aún
más su estilo, dotándolo de una
grandiosidad monumental nueva. Las obras realizadas es estos años,
constituyen una de las más maravillosas realizaciones de toda la
historia del arte, tanto los cuadros aislados (Entierro de Cristo,
Madonna de Foligno) como, sobre todo, en las decoraciones al fresco
que realiza en el Palacio Vaticano, en la serie deslumbrante de las
Estancias de la Signatura, (1509- 1511) de La Expulsión de
Heliodoro (1512- 1514), del Incendio del Borgo (1517), y de
Constantino (1520). Consigue aquí, en esta sucesión de salas
realizadas en colaboración de un taller pero bajo su dirección y
después de amplios estudios, crear un mundo de maravillosa armonía donde motivos de la
tradición clásica (El Parnaso, La Escuela de Atenas) se armonizan con episodios de la
historia de la Cristiandad, mostrando el equilibrio ideal que el humanismo buscaba. Pero es
significativo que, simultáneamente a la realización de estos frescos, surja el fenómeno de la
Reforma, que había de demostrar lo ilusorio de ese maridaje. A Rafael y a sus discípulos
inmediatos (Giovanni de Urdine, Julio Romano, Perino del Vaga, etc.) se debe también la
difusión de la decoración de grutescos, directamente inspirada en lo visto en la Domus
Aurea de Nerón, recién descubierta.
Las últimas obras de Rafael, los cartones para la serie de tapices de los Hechos de los
Apóstoles, y la gran Transfiguración (1520), que dejó inacabada, muestran ya, junto a una
grandiosidad miguelangelesca, rasgos del nerviosismo y crispación del Manierismo que se
muestra, abiertamente, en la obra de sus discípulos, dispersados por toda Italia con el
saqueo de Roma por las tropas españolas en 1527.
Miguel Ángel.
Estudiado ya como arquitecto y como escultor, Miguel Ángel cultivó también la pintura y
ejerció en ella una influencia capital. Sintiéndose fundamentalmente escultor, en su pintura
concede primordialmente importancia al dibujo anatómico y al volumen, desdeñando el
paisaje y el colorido y atendiendo ante todo a construir figuras poderosas en actitudes con
frecuencia difíciles, que le permiten alardes de escorzos y de movimientos. Su primera obra
de envergadura hubo de ser la Batalla de Cascina, mural del Salón del Palacio de la
Signoria, donde habría de enfrentarse al de Leonardo. Como sucedió con el de su
compañero, no llegó a ejecutarlo, pero el gran
cartón preparatorio, hoy destruido, fue mucho
tiempo el modelo donde aprendieron a dibujar
generaciones de jóvenes artistas. En Roma, por
orden del Papa Julio II, hubo de realizar su gran
obra maestra: la decoración de la Bóveda de la
Capilla Sixtina, verdadero y deslumbrante canto al
cuerpo desnudo, obra cumbre de la creación. Todo
el vasto techo está dividido en compartimentos por
unas arquitecturas fingidas, pilastras, cornisas y pedestales, donde se sientan, en las más
variadas actitudes, bellos jóvenes desnudos. En los recuadros se presentan escenas del
génesis, y figuras monumentales de Profetas y Sibilas
completan el deslumbrante conjunto.
Su influencia fue decisiva en todo el Manierismo de la segunda mitad del siglo, pero su
propio Juicio Final fue víctima del cambio de sensibilidad que trajo el Concilio de Trento,
ya que se ordenó a su discípulo Daniel de Volterra que cubriese las excesivas desnudeces
del fresco, considerándolo ya impúdico.
EL MANIERISMO EN PINTURA
Como ya se ha ido viendo, una grave crisis se produce en el arte europeo. De una parte al
ambiente de optimismo, equilibrio y confianza del humanismo se ve amenazado por los
problemas económicos, políticos y religiosos que culminaron en el Sacro de Roma. De otra
parte, la presencia de tan grandes maestros del arte parece cerrar a los más jóvenes las
posibilidades de creación independiente, limitándolos al papel de seguidores. Esto crea una
actitud extraña y nueva, en la cual las formas artísticas van a ser tratadas con una extremada
libertad, rozando lo arbitrario. La realidad que se ve como confusa y desagradable, no va a
ser ya copiada en su apariencia real, sino que va a ser deformada a Carpio. El espacio va a
ser sometido a distorsión de las perspectivas infinitas, o del ahogo; las proporciones
anatómicas van a alterarse, estirando los cuerpos como si fuesen de materia elástica; la luz
va a ser tratada de modo irreal, buscando efectos absurdos de luz coloreada, unas veces fría,
como de luna, otras, en extraños efectos cálidos, como de incendio.
La Escuela de Parma.
Coincidiendo con la etapa de apogeo del Manierismo se desarrolla en Parma, en la refinada
corte de los Farnesios, un grupo de artistas de gran personalidad. Antonio Allegri, llamado
Correggio (1493- 1534) había iniciado su formación estudiando los alardes perspectivos de
Mantenga. Y al conocer el arte de Leonardo funde ambas experiencias, consiguiendo un
modo personalísimo de disolver las figuras en el espacio y conseguir la sensación de
ingravidez y de vuelo. Dotado de una extraordinaria sensibilidad y delicadeza casi
femeninas, es el pintor de la gracia. Sus niños y adolescentes, de sonrisas insinuantes, y sus
figuras femeninas, de blanda sensualidad, reflejan un mundo de placer refinado sin igual.
Como pintor al fresco, en las Cúpulas de la Catedral y de la Iglesia de San Juan, de Parma,
puede considerársele como un precursor del Barroco, por su dinamismo y sentido de la
profundidad espacial. De hecho fueron esas cúpulas los modelos más estudiados por los
decoradores del siglo XVII.
Venecia.
Paolo Veronés (1528- 1588) es el gran decorador de la pintura veneciana. Gran colorista,
prefiere las armonías de gama fría y clara (gris plata, azules, amarillos) en vez de los tonos
cálidos de Tiziano. Amigo de Palladio, concibe sus grandes composiciones en escenarios
arquitectónicos de enorme amplitud, adelantándose así a las escenografías barrocas. Sus
grandes composiciones religiosas, muy bellas, no tiene, sin embargo, la emoción de las de
Tiziano, ni el dramatismo de Tintoretto. Su verdadera vocación es la de cantor de las
glorias de Venecia (lienzos gigantescos en el Palacio Ducal) o la narración de episodios de
la mitología, entendidos como alegorías de virtudes o vicios.
Jacobo Tintoretto (1518- 1594) es el último de los grandes artistas venecianos y el único
que presenta algo de la inquietud y la tensión del Manierismo. Admirador de Miguel Ángel,
recoge de él el gusto por las anatomías plenas y las actitudes difíciles, y lo coordina con el
gusto, plenamente veneciano por el color, el paisaje y la luz. Dotado además de una
fabulosa capacidad de trabajo y una singular rapidez de ejecución, sus enormes lienzos
bíblicos (Iglesia de Santa Maria del Orto) o evangélicos (Escuela de San Roco) son de lo
más deslumbrante y dramático de toda la pintura de su siglo.
Importancia singular tienen Jacobo Bassano (m.1592) y sus hijos, que introducen en la
pintura religiosa un gusto por el detalle realista, hipertrofiando el escenario y lo accesorio,
hasta el extremo de que sus cuadros más parecen simples composiciones de género que
cuadros religiosos. Animales, vasijas, accesorios de todo tipo, vistos a veces de noche y con
luz indirecta, llenan sus composiciones que tendrán lego gran importancia en los orígenes
del naturalismo barroco.
En relación con Venecia se halla también la producción pictórica del norte de Italia,
especialmente la de las ciudades lombardas (Brescia, Cremona, Milán, Bérgamo), donde
existe una producción de carácter más realista al servicio de una clientela de comerciantes
enriquecidos, que influirá también decisivamente en la formación de los artistas del
naturalismo.
ALEMANIA
Durante el siglo XV, Alemania había creado una pintura religiosa apoyada en los primitivos
flamencos, pero volcada hacia una dimensión de expresionismo, que subraya los caracteres
de patetismo y violencia. A comienzos del siglo XVI, estas formas se mantienen, pero la
llegada de los modelos italianos y la crisis dela Reforma,
dan personalidad singular a la pintura alemana, que
presentan algunos artistas de primer orden. El más
vinculado a la traición germánica, gótica y expresionista,
es Mathias Grunewald (1460- 1528), artista extraño,
autor del gran Retablo del Convento de Isemheim (1510)
en el Museo de Colmar, obra apasionante con elementos
de un extraña violencia casi desagradable, con un
crucificado crispado y casi putrefacto, y otras tablas
(Resurrección o Virgen con el Niño) resplandecientes, de
un colorido fosforescente y misterioso, sin paralelo en
parte alguna.
PAISES BAJOS
La tradición flamenca se ve truncada en el siglo XVI por el hecho político de la división
entre Bélgica, que permanece católica, y las provincias del norte (Holanda) que adoptan el
protestantismo. Las luchas religiosas son especialmente crueles y la importancia de ciertos
sectores iconoclastas provoca la destrucción de muchísima pintura religiosa, y favorece la
creación de géneros nuevos como el retrato, el paisaje y una incipiente pintura costumbrista
y de bodegón, que fructificará luego en el siglo XVII.
(m. 1533).
FRANCIA
También en Francia, la pintura del siglo XVI transcurre por cauces marcados por la técnica
y el gusto flamenco con algunos contactos tímidos con Italia, especialmente en el Midi. En
los primeros años del siglo, es curioso constatar cómo algunos maestros franceses conocen
los elementos renacentistas a través de la interpretación que de ellos hacen los flamencos.
Tal es el caso de Jean Bellegambe (1470- 1534) que se inspira en los pintores de Amberes,
como Van Orley o Gossaert.