Вы находитесь на странице: 1из 11

Psicología Médica II

Material Complementario

Tema II: Personalidad y Estrés


Autora: M. Sc. Ana Karina Gutiérrez Álvarez
El polémico estrés aparece en la literatura psicológica luego de transitar un
largo camino desde su aparición, bajo preceptos de la física moderna, luego la
fisiología clásica, interpretaciones puramente sociales, hasta la
contemporaneidad, donde se reconoce la participación de la personalidad y
que se profundiza su papel en el proceso de salud- enfermedad.
Corrientemente se habla de estrés cuando debíamos mejor precisar algunas
emociones y sentimientos que experimentamos ante determinados sucesos
vitales, o cuando queremos expresar, con cierta indefinición, algún tipo de
nerviosismo producido por factores más o menos duraderos.
Actualmente se acepta que el estrés es un proceso psicológico dinámico y
cambiante, social por su determinación y psicofisiológico por naturaleza.
De ahí la necesidad de verlo como un fenómeno complejo, de abordaje
multidisciplinario.

El estrés cumple tres funciones esenciales (Grau, 1998):


 Función refleja: El estrés es una forma particular de reflejo por el sujeto
de una situación compleja en la cual se encuentra y que por su
significación personal (causas internas) resulta significativo para él.
 Función de orientación: le permite al sujeto orientarse en el mundo
objetivo, direccionando su actividad, por lo que no siempre es
negativo.
 Función reguladora: se ejerce por la imagen, la representación que
hace el sujeto, de forma anticipada, de la actividad que va realizar.

La acepción e investigaciones del estrés han ido en tres direcciones


fundamentales, conformando los tres grandes enfoques en el estudio del
estrés:
 El estrés como respuesta psicobiológica del organismo, en el cual
están enmarcadas desde las concepciones tradicionales de Selye, hasta
las concepciones y resultados de la Psiconeuroinmunología
contemporánea.
 El estrés como estímulo, visto como un agente o acontecimiento vital.
Este enfoque ha dado lugar a la teoría de los eventos vitales y resalta en
su forma más pura el carácter agresivo de la situación estresante.
 El estrés como un proceso de transacción entre el individuo y el medio
modulado por diferentes variables de carácter cognitivo-
conductual y personal. En este tercer enfoque caben los trabajos de
Lazarus y los actuales modelos transaccionales que resaltan el papel de
los moduladores psicosociales.

LOS MODELOS TRANSACCIONALES QUE CONCIBEN EL ESTRÉS COMO


UN PROCESO.

“El estrés se nos presenta como un fenómeno que representa un modo


particular de relación del hombre y del entorno, que tiene diferentes "grados"
que se distinguen, no tanto por la intensidad de las vivencias emocionales
presentes, ni por su carácter placentero / displacentero; no tanto por la
magnitud de la estimulación que el sujeto recibe de manera pasiva; no
solo por conllevar una respuesta fisiológica más o menos específica. Los
diversos "grados" del estrés representan la transición de estados emocionales
cada vez más complejos, cuyo contenido vivencial y diferente influencia en el
curso de la actividad, resulta de la interacción en una matriz en la cual están
involucradas las necesidades del individuo, el conjunto de sus valoraciones
acerca de si mismo, la naturaleza de las demandas estresoras del ambiente,
la complejidad circunstancial de la situación, los recursos de afrontamiento
del individuo y la valoración que él hace de la significación de la situación
para la realización de sus necesidades fundamentales”. (Grau J, Martín M
y Portero D, 1993)

Se pueden considerar como características básicas de cualquier modelo


transaccional las siguientes
1. Considera al individuo y a su entorno en una relación bidireccional,
dinámica y recíproca.
2. Implica la creación de un nuevo nivel de abstracción, en que los
elementos separados: individuo y entorno, se unen para formar un solo
significado de la relación.
3. Considera que esta relación está en desarrollo continuo.

En Cuba se estudia el papel del estrés en el proceso de enfermar a través de


modelos transaccionales, que como ya vimos, dan gran importancia a los
procesos de valoración de la situación,
Plantea Lazarus (1992) que, para entender la posición del estrés en el proceso
de salud enfermedad, no puede dejarse fuera el valor de las emociones. El
proceso de estrés se fija en las emociones en función de los componentes
personales y especialmente en el carácter de la transacción del sujeto con su
medio. Cada día cobra mayor fuerza entre los investigadores del tema el valor
de las emociones relacionadas con el estrés en el proceso de enfermar,
tratando con mayor cuidado la participación de las cogniciones.
En nuestro ámbito, Dionisio Zaldívar (Facultad de Psicología, Universidad de
La Habana. 1994), elabora un modelo explicativo para el proceso de estrés,
basado en el modelo de Lazarus, donde se tiene en cuenta el valor de lo
emocional.
Él plantea que existen una serie de elementos que a nivel del individuo actúan
como moduladores del estrés, entre ellos encontramos:
Factores sociodemográficos: entre los que encontramos la edad del
individuo, el sexo, la clase social, su situación socioeconómica, entre otros.
Experiencia previa: refiriéndose a cuan novedosa es la situación para el
sujeto, teniendo en cuenta que entre más conocida sea, más probable es que
tenga mecanismos personológicos, físicos y ambientales de solución.
Personalidad: En este modelo es el eslabón fundamental que define la
modulación del estrés. Factores propios de la personalidad sometida a
situaciones difíciles así como las valoraciones que de ella hace, en buena
medida es lo que determina que dicha situación sea estresante para el sujeto.
Por ejemplo, las personas que se reconocen como de partón tipo A de
personalidad, son más proclives a recargarse de responsabilidades, tener más
cosas pendientes, hacer más en menos tiempo, con alto sentido de la
competitividad y empeño por alcanzar el éxito, en general son impulsivos,
hiperalertas y tensos. Este patrón ha sido asociado a la aparición de
enfermedades cardiovasculares, considerándose altamente vulnerable a los
efectos nocivos del estrés.
La personalidad que responde a un patrón tipo C tiende a ser pasiva, a negar
sus emociones negativas, y a reprimir su mundo interno: lo que le resulta
positivo y lo que particularmente le provoca sufrimiento. Son personas muy
complacientes, que a menudo padecen de depresiones. Este estado funcional
de la personalidad se ha asociado a la aparición de procesos cancerígenos
como expresión de claudicación ante las fuentes generadoras de estrés. En
este campo todavía la investigación debe aclarar cuáles procesos conducen a
enfermar, pues existen muchos resultados contradictorios.
Por su parte las llamadas Personalidades resistentes, que son capaces de
hacer frente a las diversas contingencias de la vida sin llegar a desorganizarse,
o enfermar, se caracterizan esencialmente por asumir que el control de las
situaciones depende de los recursos personales (locus de control interno),
mantienen un alto compromiso con las tareas y actividades de su vida, y ven
las adversidades como un reto a superar con recursos propios. Muchos
programas de intervención en el mundo, para reducir la incidencia de
enfermedades relacionadas al estrés, se trazan como objetivos la educación de
estas características de personalidad.
Apoyo social: En los estudios actuales sobre esta temática existe consenso al
plantear que el apoyo que una persona puede demandar y/o brindar puede ser
esencialmente de tres tipos: informacional: necesidad de estar informado. De
afectividad: cuando se refiere a necesidades de protección, de recibir o dar
afecto, comprensión, etc. E instrumental: necesidad de acciones objetivas
encaminadas a solucionar dificultades. En el más amplio sentido, el apoyo
social está relacionado con la ayuda brindada por otros y percibida por el
necesitado, en el afrontamiento de situaciones difíciles para un sujeto.
El sistema de apoyo juega un papel significativo en el mantenimiento de la
integridad psicológica y física de la persona a lo largo del tiempo. El apoyo
social y la salud están relacionados de forma que la mala salud es más
pronunciada y más probable entre aquellos a los que les falla el apoyo.
La relación entre el apoyo social y la salud física es compleja y dinámica. El
apoyo social puede jugar un papel a ese respecto como variable antecedente o
como variable intermedia. Aceptando una relación entre estrés y enfermedad,
el apoyo social puede jugar un papel de moderador de los efectos del estrés,
entre los cuales puede contarse la enfermedad.
La hipótesis en este caso es que el apoyo social protege a las personas de las
consecuencias negativas de los estresores (incluyendo entre ellos
naturalmente a la propia enfermedad), amortiguando sus efectos. Por eso
recibe el nombre de hipótesis de la amortiguación, según la cual, las personas
que experimentan un acontecimiento estresante serán menos afectados por él
si disponen de apoyo social ( Cobb, 1976, 1979, Cohen y Wills, 1985, Dean y
Lin, 1977, Eckenrode y Gore, 1981, Thoits, 1982) De esta manera, el apoyo
social influye en la salud al proporcionarnos protección contra el estrés. Este
efecto se producirá o bien previniendo sobre, o reduciendo, la cantidad de
estrés experimentada, o bien protegiendo contra el estrés cuando ocurre
(jugando el papel de “recursos de afrontamiento”) ( Barron y Chacon,1992)
Estilo de vida: Para Dionisio Zaldívar “el estilo de vida es un patrón
transaccional del individuo con su ambiente, que se configura en el proceso de
transacciones anteriores por la experiencia individual y con una determinación
histórico social, pero no reducido al factor comportamental.

El individuo en su transacción con el ambiente evalúa, a través de su sistema


de creencias y valores, esto mediatiza su patrón de respuesta afectivo
emocional ante las situaciones que lo rodean y esto determina su
comportamiento. El patrón de respuesta afectivo-emocionales no puede
mantenerse al margen del estilo de vida, la forma en que el individuo
responde al medio de manera estable determina el proceso salud-
enfermedad y este concepto reúne en sí todos los factores de riesgo para
dicho proceso”. (1997)
Estrategias de afrontamiento: Los afrontamientos son aquellos esfuerzos
cognitivos y conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para
manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas
como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo (Lazarus y
Folkman)
Entre las estrategias de afrontamiento más asumidas se encuentran:
Pensamiento positivo: Indica esfuerzos activos, fundamentalmente
cognitivos, centrados en visualizar el problema de modo positivo. Se
considera un factor activo o aproximativo.
Culpación de otros: Indica que el sujeto culpa a otros del problema y/o de sus
consecuencias, su contenido es evitativo del estrés, probablemente como
descarga emocional directa.
Pensamiento desiderativo: Expresa deseos acerca de que no ocurra el
problema y /o sus consecuencias, por lo que se considera también evitativo.
Búsqueda de apoyo social: Muestra respuestas activas como:
 Pedir apoyo instrumental.
 Búsqueda de personas que solucionen el problema.
 Búsqueda de apoyo emocional
Búsqueda de soluciones: Refleja conductas aproximativas de búsqueda de
soluciones por el propio individuo, tales como información, planificación y
planteamiento de posibilidades.
Represión emocional: Refleja el rechazo o evitación de la expresión de
sentimientos y de pensamientos acerca del problema de otras personas.
Religiosidad: Indican conductas aproximativas al problema por medio de
prácticas religiosas.
Contabilización de ventajas: Expresa respuestas cognitivas del individuo, que
se aproximan al problema, comparándolo con una hipotética situación peor, en
su caso o en otras personas.
Auto culpación: El sujeto se centra en la responsabilidad en el inicio u origen
del problema. Es de tipo evitativo.
Escape: Refleja conductas de huída ante el problema. Son soluciones
evitativas
Confrontación: Acciones directas y en cierto grado agresivas para alterar la
situación.
Distanciamiento: Esfuerzos por separarse de la situación.
Autocontrol: Esfuerzos para regular los propios sentimientos y acciones.
Aceptación de la responsabilidad: Reconocimiento de la responsabilidad en
el problema.
Huída: Evitación de la situación estresora.
Planificación: Esfuerzos por alterar la situación que implica una situación
analítica a ésta.
Reevaluación positiva: Esfuerzo por crear un significado positivo centrándose
en el desarrollo personal
Ambiente: al referirse a aspectos ambientales, D. Zaldívar hace referencia a
que en la organización social existen elementos que por sí mismos son
capaces de propiciar situaciones estresantes, a modo de ejemplo podemos
citar la burocracia, la falta de transporte público, el ruido ambiental, la falta de
climatización en lugares de mucha concurrencia, entre otros.

Estos elementos a que hacíamos referencia, pueden darle al sujeto, un perfil de


seguridad o de riesgo a los efectos nocivos del estrés, por lo que este autor
plantea que se consideran mediadores de este proceso.
Ante una situación (puede ser un evento vital), el sujeto dará una respuesta en
función del perfil que se configure en su caso.
El proceso de respuesta al estrés, según D. Zaldívar, transita por distintos
momentos: Inicialmente el sujeto hace una evaluación de la situación que
contiene dos aspectos: la orientación general ante la situación (Por ejemplo,
experimentar pérdida, rechazo, etc.) y la valoración de sus propios recursos
para manejarla.
Muy unido a esta primera aproximación y dependiendo de ella, el individuo da
riendas a la reacción emocional que le provoca, la que estará relacionada con
la vivencia de amenaza o de reto que ella le provoca, de ahí que puede
aparecer la ansiedad, la ira, la depresión.
Una vez que han sucedido estas cuestiones en el interior del sujeto, él debe
asumir la conducta de afrontamiento (relacionada con la valoración de sus
recursos para afrontarla y de la implicación emocional que genere). La forma
de afrontar puede ser centrada en el aspecto emocional, lo que estará
atravesando la vida afectiva de la persona, donde la participación
psicofisiológica tendrá un gran peso; o centrada en el problema, por lo que se
movilizarán recursos de orden personológico para emplear las posibilidades
disponibles en su entorno (físico y psicológico).
Producto de todo esto, los resultados del proceso de estrés conducirán al
individuo hacia la adaptación a las exigencias, o marcarán el camino hacia la
enfermedad.
ESTRÉS, SALUD Y ENFERMEDAD
Por su participación en el proceso salud-enfermedad, la comprensión del estrés
constituye un reto para los sistemas actuales de salud y bienestar social, para
los individuos, familias y comunidades.
Se considera que la enfermedad provoca estrés, porque lleva estresores
físicos, psicológicos y sociales. Así mismo el estrés se cuenta como
facilitador de la aparición de determinadas enfermedades, como agente
causal o coadyacente en la génesis y desarrollo de la enfermedad. La
relación entonces se establece desde ambas partes, es bidireccional.

El estrés como causa de enfermedad


Al analizar el papel del estrés como posible agente activo en la etiología de la
Enfermedad se pueden considerar hipótesis, especulaciones e investigaciones
referidas a las relaciones entre los estímulos psicosociales estresantes (Jesús
Rodríguez Marín):
1) Mecanismos que se piensa que están asociados con la
enfermedad.
2) Precursores de la enfermedad.
3) La enfermedad misma. Esas relaciones se pueden producir
siguiendo dos caminos fundamentalmente:
a) un camino directo, de acuerdo con la cual el estrés
produciría cambios fisiológicos que conducirían al desarrollo
de la enfermedad;
b) otro indirecto, que fundamentalmente afecta a la conducta
de la persona, a consecuencia de la cual se produciría o
facilitaría la enfermedad
En el primer caso, el estrés produciría cambios en el sistema biológico que
afectan a la salud. La respuesta fisiológica al estrés es una activación
generalizada del organismo que implica una liberación de hormonas (sobre
todo, catecolaminas y corticosteroides) por el sistema endocrino. Los niveles
elevados de estas hormonas tienen efectos negativos sobre el sistema
cardiovascular, conduciendo a la formación de placas de ateroma en la pared
de los vasos, reduciendo el calibre de las arterias y produciendo cardiopatía
isquémica, que se manifiesta principalmente como angina de pecho o infarto
de miocardio. Por otro lado, la liberación de catecolaminas y corticosteroides
durante la activación en el episodio estresante puede alterar el funcionamiento
del sistema inmune. Los datos procedentes de la experimentación animal y de
la clínica humana apoyan los efectos inmunosupresores del estrés. La
Psicoinmunología ha prestado una atención especial a las relaciones entre el
estrés y el desarrollo de enfermedades por fracaso del sistema inmune. Todo
este tipo de enfermedades, que son causadas por factores psicológicos,
fundamentalmente por el estrés, se denominaron tradicionalmente
"enfermedades psicosomáticas”, y actualmente reciben el nombre de
“trastornos psicofisiológicos” o “trastornos por somatización”. Entre ellas cabe
citar, las úlceras de estómago y duodeno, el asma, el dolor de cabeza crónico,
ciertas enfermedades de la piel, enfermedades cardiovasculares, e incluso el
cáncer (Bayés, l991)
Aún en el caso de que se produzca una relación directa entre estrés y
enfermedad, hay que subrayar la importancia que tiene la vulnerabilidad
biológica previa. Probablemente ni el estrés por sí mismo, ni la vulnerabilidad
por sí misma, puede explicar la enfermedad, y sea la interacción entre ambas
situaciones la responsable del desarrollo de algunas enfermedades.
En el caso de la ruta indirecta, el estrés afecta a la conducta, provocando
cambios en ella, que, a su vez, perturban la salud de la persona. Por ejemplo,
el hombre abandonado por su esposa puede dejar de comer correctamente,
dormir mal, beber alcohol, fumar cigarrillos, etc., todo lo cual va en detrimento
de su salud, y puede conducirle a la enfermedad.
La enfermedad como generadora de estrés
La apreciación de una enfermedad como estresante puede ser función de las
propias características fisiológicas de los síntomas que presenta (como
estresor físico); de los estados afectivos y cognitivos del individuo que en
ocasiones determinan la aparición de la enfermedad misma, y de la pérdida de
funcionalidad psicológica que conlleva (estresor psicológico); de la interacción
social real vulnerada por la aparición de la enfermedad y de la interrupción en
el desempeño de los roles habituales (estresor social); y de su capacidad
"estigmatizante" (estresor cultural).
Es apreciable cómo la enfermedad, fundamentalmente la crónica, afecta y
estresa tanto al paciente, como a su familia.
El médico cubano actual, partiendo del ambiente facilitador de situaciones
estresantes en que vivimos, debe no sólo conocer estos aspectos relacionados
con el estrés sino además adentrarse en las probables estrategias de control
que puede llevar a cabo desde su campo profesional.
Para desarrollar estrategias de afrontamiento más adaptativas el médico debe
incentivar a sus pacientes a ser activos en la solución de sus problemas; a
tener y mantener control personal sobre las situaciones (locus de control
interno) y a propiciar que las personas escojan la expresión de sus emociones,
antes que la inhibición.

Bibliografía consultada
ESTRÉS, SALUD Y ENFERMEDAD
Material docente para la Maestría en Psicología de la Salud
Elaborado por Dr. Jorge A. Grau Abalo.
Escuela Nacional de Salud Pública.
Ciudad de la Habana. Noviembre de 1998.

ESTUDIO DEL CUADRO INTERNO DE LA ENFERMEDAD


Dra. Edelsys Hernández Meléndez
Escuela Nacional de Salud Pública
2002

AFRONTAMIENTO ANTE LAS ENFERMEDADES.


Mirta De Armas Sardiñas
Maestría de Psicología de la Salud.
2002

APOYO SOCIAL Y FUNCIONAMIENTO FAMILIAR EN PACIENTES CON


INSUFICIENIA RENAL CRÓNICA EN HEMODIÁLISIS . SANTIAGO DE
CUBA, 2003.

Lic. Aymara Reyes Saborit


Trabajo presentado en opción al grado de Master en Psicología de la salud.
Escuela Nacional de Salud Pública.

RELACIÓN ENTRE ESTILO DE VIDA, BIENESTAR PSICOLÓGICO E


HIPERTENSIÓN ARTERIAL ESENCIAL.
Arlene Oramas Viera

Trabajo para optar por el título de Master en Psicología de la Salud. 1995.


Escuela Nacional de Salud Pública.

Вам также может понравиться