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sombrío
Lilith Cohen
© 2015
Esta historia contiene algunos diálogos que podrían incomodar a
los católicos devotos y creyentes en general.
Sólo cuando mis papás estaban conmigo Tammy se iba sin dar
explicaciones y cuando ellos se marchaban volvía otra vez al
cuarto a jugar. No quería que ellos la vieran y me decía "los
adultos me dan mucho miedo porque son malos y castigan a los
niños" a pesar de eso un día decidí contarle a mi mamá sobre ella
y no le dio demasiada importancia, sólo me sonrió y dijo que era
normal que los niños de mi edad tuvieran amigos imaginarios y
más aún cuando no tienen hermanos ni otros chicos cerca para
jugar.
Todo había sido un sueño nada más, pero yo lo había sentido tan
real que para cerciorarme de que así había sido volteé a ver a mi
alrededor, afuera seguía lloviendo y ya no íbamos en la carretera
sino por un amplio camino de tierra en medio de un bosque lleno
de árboles frondosos. Esta clase de paisajes siempre me han
parecido perturbadores, me aterraría la idea de perderme entre su
espesura ya que en cualquier momento podría toparme con un
animal salvaje, un chaneque o cualquier criatura malévola de las
que se dice que viven en estos lugares deshabitados; en fin, mi
imaginación estaba trabajando horas extra.
Mi papá tuvo que dar casi toda la vuelta por el patio para poder
estacionar el coche justo enfrente de la puerta principal pues nos
habíamos olvidado de traer el paraguas y queríamos empaparnos
lo menos posible. A pesar de la intensa lluvia pude observar el
jardín principal que no era precisamente muy hermoso pero se
notaba que al menos le daban buen mantenimiento y en el medio
había una gran fuente que con el diluvio que caía en ese momento
no necesitaba estar en funcionamiento - Bueno, finalmente hemos
llegado - dijo mi papá mientras apagaba el motor.
Al bajar noté que del otro lado del jardín había una mujer de edad
avanzada que llevaba un impermeable amarillo y que acarreaba
cubetas donde había juntado toda el agua que resbalaba de los
techos. En cuanto nos vio dejó los cubos de agua en el suelo y
caminó lo más rápido que pudo hacia nosotros. Cuando nos dio
alcance preguntó con la voz jadeante - ¿Buscan a la hermana
Guillermina? - Así es - respondió mi papá - ¿Podría avisarle que..?
-
Me hubiera quedado ahí toda la vida quieta como una estatua sin
pronunciar ni una palabra de no haber sido por la enérgica voz de
la hermana Guillermina que me hizo volver a la realidad - ¡Basta
ya de lloriqueo! - Sí, hermana - le contesté al mismo tiempo que
sacaba un pañuelo que siempre llevaba en el bolsillo de mi abrigo
y me sequé las lágrimas lo más rápido que pude. - Bien señorita,
ahora que vas a formar parte de las alumnas de esta prestigiosa
institución quiero hacerte saber cuáles son las reglas que tendrás
que obedecer mientras estés aquí:
- Lo que pasó fue que me metí con el chico rebelde del salón, ya
saben; el típico que se emborracha, se va de pinta y fuma mota de
vez en cuando y pues como dice el dicho "el que con lobos anda a
aullar se enseña" - ¡Oh ya! Te pegó sus mañas - exclamó Malena -
Así es, pero nunca pasaba de que me regañaran y castigaran, pero
el día en que me encontraron un churro en mi cuarto, esa fue la
gota que derramó el vaso. -
Con eso bastó para que me pusiera aún más temerosa de lo que
ya estaba - Eh, creo que prefiero no saber más. - Como quieras -
replicó mientras se encogía de hombros.- Es que, bueno, se dice
cada cosa de los colegios religiosos que ya no sé ni que pensar. Y
vaya que este sitio en sí ya es un horror. - ¡Pues préparate! - me
dijo mientras se me acercaba de modo acechante - En este
instituto hay muchas cosas que dan miedo a parte de las
religiosas, por ejemplo: Doña Antonia, la señora que se encarga
de la limpieza y el mantenimiento. -
- ¡Son veinte para las diez! Ya pasó la hora de apagar las luces
¿Qué andabas haciendo? ¡Debería darte vergüenza! No llevas ni
veinticuatro horas aquí y ya estás desobedeciendo las reglas. -
Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para morderme la
lengua y no gritarle que era una exagerada, apenas habían pasado
diez miserables minutos después de la media hora y venía hecha
una fiera a reprenderme como si hubiera cometido el peor de los
crímenes.
La verdad es que en ese instante las religiosas eran las que menos
me importaban, lo que quería era hablar respecto al tenebroso
acontecimiento, alguna de las chicas tenía que haberse dado
cuenta también. Mientras nos dirigíamos por el pasillo les susurré
lo más quedito que pude - Oigan, hay algo muy importante que
quiero platicarles - las tres se volvieron hacia mí y me observaron
ansiosas y Malena sólo me hizo una seña para que me callara -
¡Chst! tenemos prohibido murmurar en el corredor ¿lo sabes
verdad? Después de la comida tenemos nuestra hora libre y nos
podrás contar todo lo que quieras. -
En los pocos libros de física que pude hojear no había nada que
me fuera de utilidad, solamente se hablaba vagamente sobre el
efecto Doppler, la absorción, difracción, radiación y el eco. En ese
momento hubiera deseado tener mi laptop para hacer búsquedas
más profundas en la web pero no me la traje porque de todos
modos la madre superiora me la hubiera confiscado.
¿Qué rayos era todo eso? ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Acaso sólo
estaba alucinando? ¿Era parte de la realidad o solamente una
pesadilla de mal gusto? No quise alterarme más de lo que ya
estaba y mejor opté por hacer otra vez lo único que podía sosegar
temporalmente mis temores y angustias: dormir profundamente.
Capítulo IV
- Sí, sólo que fue aún más espantoso que la otra noche, esta vez
pude escuchar sus gritos de dolor y...
- ¿Y si es tan real como dices por qué nadie más que tú lo percibe?
- Que la verdad Olga, creo que todo eso es pura fantasía tuya.
- Imelda, créeme que me gustaría que así fuera, sólo una fantasía,
una invención mía, pero no lo es ¡Te aseguro que no!
Esa respuesta bastó para que ella se pusiera aún más encolerizada
pero no había hecho nada más que decirle la verdad de lo que
pensaba al respecto, después de las experiencias que había tenido
allí en el internado estaba casi convencida de que existían las
almas en pena. Todas se quedaron en silencio mientras veían
como la hermana Fidelina me tomaba del brazo y me arrastraba
furiosamente fuera del salón.
- Por supuesto
"Olga:
Hay algo sumamente importante que debo contarte, por favor, ven a mi
habitación a las 10 de la noche, tiene que ser a esa hora exactamente. No
llames a la puerta, pues alguien podría escucharte, solamente abre y
entra, te estaré esperando.
Estrella"
Capítulo V
- Ella odiaba este internado como no tienes idea, cada vez que
mis papás le hablaban por teléfono y venían a visitarla les pedía
llorando y suplicando de rodillas que la sacaran de aquí, gritaba
que este lugar era horrible y le asustaba.
- Te entiendo
- ¡De Tammy! Ella fue una amiga que tuve cuando era pequeña,
nadie más la veía y podía hablar con ella más que yo. Tammy era
un chica temerosa y huraña y les tenía pavor a los adultos, decía
que eran malos y su más grande miedo era que la castigaran.
- Hmm, puede ser, pero el caso es que tú has sido la única que has
oído y visto a Tamara, cosa que hasta ahora ninguna de las
compañeras ha podido...
- ¡Cielos!
- ¡Oh ya entiendo!
- Sí, por eso no me gustaba que ella hablara del fantasma tan a la
ligera cuando eso orilló a mi hermana a quitarse la vida. Y luego
cuando tú nos platicabas horrorizada de los lamentos que
escuchabas por las noches fue como un flashback. Mi hermana
también estaba alterada y nerviosa al igual que tú, pero ayer
cuando entré a tu cuarto y me dijiste que habías visto al espectro
en la torre, eso fue demasiado para mí y no pude más. Tenía que
contarte lo que sabía por miedo a que terminaras como ella.
- ¿A qué te refieres?
- ¿¿Cómo??
- ¿Qué cosa?
- Ajá ¿y luego?
- Luego voy a llamar a Tamara y le voy a hacer algunas
preguntas, si su respuesta es afirmativa, las tijeras se moveran
apuntando al lado derecho donde dice "SÍ" y si responde
negativamente se irán al lado izquierdo donde escribí la palabra
"NO" ¿Entiendes?
- Por supuesto
- No se mueve
Doña Antonia estaba tan triste que no quise molestarla, pero tenía
algo muy importante que preguntarle - ¿Y cómo fue... cómo fue
que ella murió? - al oír eso se secó las lágrimas, su expresión se
tornó seria, me dirigió una mirada fría y despegó los labios para
decir algo que nos dejó petrificadas a Estrella y a mí - Tamara no
está muerta - cuando por fin pude recuperar el habla la
cuestioné al respecto - ¿¿Tamara, viva?? ¿Pero cómo puede ser? -
Ese mismo año, durante las vacaciones de verano me enfermé y
tuve que guardar reposo por una semana. Estuve aquí en casa
todo el tiempo sin saber nada de lo que ocurría allá en el
internado y cuando me compuse la reverenda me dijo que había
ocurrido un accidente, que la torre se había incendiado y
Tamara había muerto. -
- Pero ¿Qué le hace suponer que nada de eso fue cierto? - Porque
no hubo servicio fúnebre ni entierro y cuando las alumnas
volvieron a clases se impuso la regla de apagar las luces a las 9:30
entre otras prohibiciones como andar por los pasillos después de
esa hora para así evitar que alguien pudiera ver o escuchar a
Tamara por las noches - Pues esa estrategia conmigo no funcionó
porque la escuché llorar dos veces desde el día que llegué aquí -
¿¿Cómo?? - Sí y no sólo eso, sino que anoche la vi ahí en la torre -
Doña Antonia me miró con los ojos desorbitados - ¿¿La viste, la
viste?? - me preguntó zarandeándome ambos brazos - Sí y me
asusté como nunca antes en mi vida - ¿Y ella? ¿Qué aspecto tenía?
- Uno realmente espantoso, estaba tan pálida y demacrada que
parecía un espectro - ¡Sí! ¡Sí! Sabía que aún estaba viva ¡Siempre
lo supe! No estoy loca, no... no lo estoy... nunca lo estuve... -
murmuró la señora más para ella misma que para nosotras
mientras apretaba las manos ansiosamente.
Quise correr detrás de ella, pero decidí que sería mejor que
estuviera fuera mientras el viejo se aplacaba. Estrella se le acercó
lentamente para tratar de hablarle - Dígame, por favor ¿A quién le
platicó Doña Antonia de Tamara? ¿Qué fue lo que pasó? - y el
anciano tratando de controlar su enojo le respondió - A una
interna que estudió aquí hace algunos años, la pobre chica se
impresionó tanto que ya no quería seguir aquí y se quitó la vida
en su casa durante las vacaciones - mi compañera se quedó
pasmada y con los ojos abiertos como platos - ¡Era Sandra! - Sí,
ella se llamaba Sandra. Pero no entiendo ¿Cómo es que tú lo
sabes? - ¡Ella era mi hermana! - ¿¿Qué cosa?? - exclamó el viejo
totalmente estupefacto, entretanto Estrella se echaba a llorar
desconsoladamente - Lo lamento mucho, en verdad - replicó
quitándose el sombrero en señal de respeto.
- Aún así no me logro explicar por qué Olga actuó de esa manera,
ella nunca fue una persona agresiva.
Lo último que supe fue que Don Gilberto renunció y huyó lejos
de allí, Estrella no quiso volver a hablar del asunto, tal vez por
miedo a que también la tomaran por lunática y no la culpo ¿Qué
persona en su sano juicio creería que esa historia fue real? Todo
eso fue, es y tal vez será para siempre un completo misterio y un
misterio existe solo para resolverse, si nadie lo resuelve, la verdad
muere con los que conocen la realidad. Yo traté de llegar al fondo,
de encontrar la salida, pero lo único que conseguí fue perderme
en un laberinto sombrío.
El género de misterio es uno de mis preferidos y siempre quise
escribir una historia larga de este tipo pero no tenía la menor idea
de cómo empezar hasta ahora que tuve la oportunidad de
hacerlo.
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