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El Gobierno español acaba de presentar la Estrategia Integral para el Impulso del Vehículo
Eléctrico, la cual pretende que circulen por las calles de nuestro país 250.000 coches
impulsados por electricidad para el año 2014. Con ello se busca atacar dos frentes: el de las
emisiones de CO2 que implica el sector transporte, hoy ubicadas en un 25% de las emisiones
totales de España, y el de la dependencia del petróleo, ante un futuro que a todas luces estará
caracterizado por la progresiva escasez del suministro y el aumento de los precios.
Los resultados de esta estrategia están todavía por verse, existe un horizonte de cuatro años
para ello. Pero ya se puede identificar una serie de ventajas intrínsecas al vehículo eléctrico
que hacen muy lógico su apoyo desde las entidades públicas. Entre ellas se destaca un grado
considerable de eficiencia energética, que implica que un 55% de la energía requerida por el
vehículo es finalmente utilizada, frente al 25% de eficiencia de los motores de combustible. En
segundo lugar y por esta misma razón, los eléctricos son vehículos que, aunque tengan un
sobrecoste inicial cercano a los 15.000€ respecto a los vehículos de combustión, terminan
saliendo más baratos a lo largo de su vida; sobre todo si tenemos en cuenta que el precio del
petróleo tenderá a subir en los próximos años. Y por último, implican grandes reducciones de
contaminación acústica y atmosférica, que no hacen sino mejorar la calidad el medioambiente
en el que nos movemos.
Se trata, como vemos, de unas prestaciones muy sugerentes. Pero aún así, no debemos olvidar
un dato: el uso de un coche eléctrico cuya batería ha sido cargada con el parque de generación
eléctrica actual, donde predomina el gas, sigue implicando la emisión a la atmósfera de 56
gramos de CO2 por kilómetro recorrido. Es una cifra evidentemente baja respecto a los 180 g
CO2/km que emite de media un vehículo de combustión convencional, pero hablamos todavía
de emisiones que continúan provocando el calentamiento global del planeta.
Para que el coche de motor eléctrico sea, por tanto, una solución definitiva al problema
medioambiental es necesario combinar su difusión con la expansión de energías renovables en
la generación de electricidad. De esta manera, si la batería de un coche eléctrico fuera
recargada de forma exclusiva con fuentes renovables de energía, las cuales no emiten ningún
gas contaminante, ¡la emisión por kilómetro recorrido pasaría de 56 gCO2 a 0 gCO2! Se evitaría
de este modo toda incidencia negativa sobre el medioambiente. Asimismo, si la electricidad
utilizada por estos vehículos proviniera en su totalidad de fuentes renovables, las cuales por su
propia naturaleza no generan desperdicios energéticos ya que se renuevan constantemente, la
eficiencia energética del vehículo podría llegar a ser del 77%, un porcentaje mucho más
elevado que el 55% que mencionábamos antes.
Es así que las energías renovables se pueden convertir en las mejores aliadas del coche
eléctrico para su definitiva optimización ecológica y energética, haciendo de él una verdadera
alternativa al vehículo de combustión tradicional.
Pero esto no acaba aquí. La relación entre renovables y coche eléctrico no es, ni mucho menos,
unidireccional. Por el contrario, el beneficio sería mutuo en la medida en que el coche eléctrico
podría dar un impulso renovador a esas mismas energías renovables.
La razón de esto es que las baterías de este tipo de vehículos pueden actuar como dispositivo
de almacenaje de electricidad, dando así solución a un viejo problema de las renovables, las
cuales por su escasa capacidad de gestión están obligadas a dar salida de forma inmediata a
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todo lo que producen. De esta forma, el vehículo eléctrico enchufado a la red puede recibir la
electricidad generada por fuentes renovables en momentos de baja demanda energética o de
exceso de producción, y verterla de vuelta a la red horas después, cuando haya una mayor
demanda. Estaríamos hablando, por tanto, de un sistema de almacenaje distribuido por
garajes y puntos de recarga de todo el país, para el cual sería necesario la instalación de
sistemas de medición a bordo en los coches, también denominados contadores, así como de
sistemas inteligentes incorporados a la propia red eléctrica, capaces de intercambiarse
información entre sí sobre el estado de la oferta y la demanda de electricidad.
De esta manera, la alianza resulta perfecta. Mientras las renovables se erigen como la fuente
idónea para la mayor eficiencia y la neutralización de las emisiones de CO2 del coche eléctrico,
este último actuará como instrumento de captación de la energía no gestionable de las
renovables, almacenando su producción para su utilización en momentos idóneos.
Pero ¿cuáles son las energías renovables que mejor encajan en este entramado?
Pues bien, considerando que la carga de las baterías de un coche eléctrico puede llevar un
tiempo de entre 30 minutos y 13 horas, la fuente renovable que más se ajusta a su uso
pareciera ser la eólica en las horas nocturnas, cuando más coches estarían enchufados a la red
de los hogares. Sin embargo, hay una fuente de energía renovable que se encuentra en alza
actualmente y que podría encajar perfectamente en los planes de expansión del coche
eléctrico: se trata de la energía solar fotovoltaica.
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La energía solar fotovoltaica, y su expresión en las HSU de las zonas urbanas, están llamadas a
ser por tanto factores determinantes dentro de esa alianza perfecta que forman los coches
eléctricos y las energías renovables. Y es que con la ayuda del sol podemos alcanzar una
movilidad sostenible y respetuosa con el medioambiente.
Abril de 2010
Fuentes:
- www.elpais.com
- www.la-moncloa.es
- www.asif.org
- www.greenpeace.com
- www.betterplace.com
- Laverón Simavilla, F.; Muñoz Rodríguez, M.A.; Sáenz de Miera, G. “Análisis energético y
económico del vehículo eléctrico”, en Cuadernos de Energía nº 26, octubre de 2009,
pp. 67 a 82.
- Monbiot, G. Calor. Cómo lograr parar el calentamiento global. Edición RBA, febrero de
2008, Barcelona. p. 221.
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