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Sobrante DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

EPÍSTOLA.
Invitación a la generosidad
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 8, 1-9
Hermanos: Ahora queremos darles a conocer una gracia de Dios con que
fueron favorecidas las Iglesias de Macedonia.

A pesar de que han sido tan probadas y perseguidas, su gozo y su


extrema pobreza se han convertido en riquezas de generosidad.

Puedo atestiguar que lo hicieron según sus medios, e incluso por encima
de sus medios; espontáneamente nos recordaban, y con mucha
insistencia, esa iniciativa generosa y ese compartir que es la ayuda a los
santos.

Superaron todas nuestras expectativas, y Dios quiso que se pusieran


ellos mismos a disposición nuestra y del Señor.

Por eso rogué a Tito que, habiendo él comenzado entre ustedes esta obra
de caridad, la llevara también a cabo.

Y ustedes que sobresalen en todo: en dones de fe, de palabra y de


conocimiento, en entusiasmo, sin hablar del amor que me profesan,
traten de sobresalir también en esta obra de generosidad.

No es una orden, sino que sólo me baso en la generosidad de otros para


ver si ustedes aman de verdad.

Ya conocen la generosidad de Cristo Jesús, nuestro Señor, que, siendo


rico, se hizo pobre por ustedes para que su pobreza los hiciera ricos.
Bendigamos al Señor.

Salmo Interleccional Sal 33, 16-17. 18-19. 20-21. 22-23. (R.: cf. 20)
Salmo 54, 23, 18, 18 y 19
Arroja sobre el Señor, tus cuidados y él te sustentara. v/. Cuando
invoqué al Señor, oyó mi voz, librándome de los que me asaltan.
R. Recuerda, Señor, tu alianza y no olvides para siempre las vidas de
tus pobres.
Señor, tuyo es el día, tuya también la noche, tú afirmaste la luna y el sol;
fijaste las fronteras de la tierra, formaste el verano y el invierno. R.

Recuerda, Señor, que el enemigo te ha ultrajado, un pueblo insensato ha


despreciado tu Nombre: no entregues a los buitres la vida de tu Paloma
ni te olvides para siempre de los pobres. R.

Ten presente tu alianza, porque todos los rincones del país están repletos
de violencia. Que el débil no retroceda lleno de confusión, que el pobre y
el oprimido alaben tu Nombre. R.

Levántate, oh Dios, defiende tu causa, recuerda que el insensato te


ultraja sin cesar. No olvides los gritos de tus adversarios, porque crece el
tumulto de los que se alzan contra ti. R.

Aleluya. Sal 9, 2-3.


R. Aleluya, aleluya.
Narrare todas tus obras prodigiosas; en ti tendré mi gozo y mi alegría;
cantare himnos a tu nombre, oh Altísimo. Aleluya.

EVANGELIO
No hacen lo que dicen
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo Jesús habló tanto para el pueblo como para sus
discípulos:

"Los maestros de la Ley y los fariseos han ocupado el puesto que dejó
Moisés. Hagan y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten,
porque ellos enseñan y no practican.

Preparan pesadas cargas, muy difíciles de llevar, y las echan sobre las
espaldas de la gente, pero ellos ni siquiera levantan un dedo para
moverlas.

Todo lo hacen para ser vistos por los hombres. Miren esas largas citas de
la Ley que llevan en la frente, y los largos flecos de su manto.
Les gusta ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos
reservados en las sinagogas. Les agrada que los saluden en las plazas y
que la gente los llame Maestro.

Lo que es ustedes, no se dejen llamar Maestro, porque no tienen más que


un Maestro, y todos ustedes son hermanos. No llamen Padre a nadie en
la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, el que está en el Cielo.
Tampoco se dejen ustedes llamar Guía, porque ustedes no tienen más
Guía que Cristo.

El más grande entre ustedes se hará el servidor de todos. Porque el que


se pone por encima, será humillado, y el que se rebaja, será puesto en
alto.
Estas son palabras de vida eterna.

SOBRANTE DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


EPÍSTOLA.
Procuren su salvación con temor y temblor

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 2, 12-18


Por tanto, amadísimos míos, que siempre me han escuchado, sigan
procurando su salvación con temor y temblor; y si lo hicieron cuando me
tenían presente, háganlo más todavía cuando estoy lejos.

Pues Dios es el que produce en ustedes tanto el querer como el actuar


para agradarle.

Cumplan todo sin quejas ni discusiones; así no tendrán falla ni defecto y


serán hijos de Dios sin reproche en medio de una raza descarriada y
pervertida. Ustedes son luz en medio de ellos, como las estrellas en el
universo, al presentarles la palabra de vida. De ese modo me sentiré
orgulloso de ustedes en el día de Cristo, porque mis esfuerzos y mis
afanes no habrán sido inútiles.
Y aunque deba dar mi vida por la fe de ustedes, que vale más que
cualquier celebración y sacrificio, me siento feliz y me alegro con todos
ustedes.

Y también ustedes han de sentirse felices y alegrarse conmigo.


Bendigamos al Señor.

Salmo Interleccional Sal 44, 16-17. 18-19. 20-21. 22-23. (R.: cf. 20)
Ahora tú, hija, atiéndeme y escucha: olvida a tu pueblo y la casa de tu
padre, y tu hermosura al rey conquistará. Él es tu Señor:

R. Recuerda, Señor, tu alianza y no olvides para siempre las vidas de


tus pobres.
Señor, tuyo es el día, tuya también la noche, tú afirmaste la luna y el sol;
fijaste las fronteras de la tierra, formaste el verano y el invierno. R.

Recuerda, Señor, que el enemigo te ha ultrajado, un pueblo insensato ha


despreciado tu Nombre: no entregues a los buitres la vida de tu Paloma
ni te olvides para siempre de los pobres. R.

Ten presente tu alianza, porque todos los rincones del país están repletos
de violencia. Que el débil no retroceda lleno de confusión, que el pobre y
el oprimido alaben tu Nombre. R.

Levántate, oh Dios, defiende tu causa, recuerda que el insensato te


ultraja sin cesar. No olvides los gritos de tus adversarios, porque crece el
tumulto de los que se alzan contra ti. R.

Aleluya. Mt 25, 4-6.


R. Aleluya, aleluya.
Cinco vírgenes prudentes tomaron, con las lámparas, aceite en sus
vasos; a media noche se oyó este clamor: He aquí que viene el esposo;
salgan al encuentro de Cristo Señor. Aleluya.

EVANGELIO
Ya viene el esposo, salgan a su encuentro
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: escuchen, pues, lo que
pasará entonces en el Reino de los Cielos. Diez jóvenes salieron con sus
lámparas para salir al encuentro del novio. Cinco de ellas eran
descuidadas y las otras cinco precavidas.

Las descuidadas tomaron sus lámparas como estaban, sin llevar más
aceite consigo. Las precavidas, en cambio, junto con las lámparas,
llevaron sus botellas de aceite.

Como el novio se demoraba en llegar, se adormecieron todas y al fin se


quedaron dormidas.

Al llegar la medianoche, se oyó un gritó: "¡Viene el novio, salgan a su


encuentro!" Todas las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.

Entonces las descuidadas dijeron a las precavidas: "Dennos un poco de


su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando."

Las precavidas dijeron: "No habría bastante para ustedes y para


nosotras; vayan mejor a donde lo venden, y compren para ustedes."

Mientras fueron a comprar el aceite, llegó el novio; las que estaban listas
entraron con él a la fiesta de las bodas, y se cerró la puerta.

Más tarde llegaron las otras jóvenes y llamaron: "Señor, Señor, ábrenos."
Pero él respondió: "En verdad, se lo digo: no las conozco."

Por tanto, estén despiertos, porque no saben el día ni la hora.


Estas son palabras de vida eterna.
XXIV DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
EPÍSTOLA.
El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor
Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 4, 8-22
Hermanos: El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor.

Miren cómo se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su


Hijo único a este mundo para que tengamos vida por medio de él. En
esto está el amor; no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él
nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados.

Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos


amarnos mutuamente. A Dios no lo ha visto nadie jamás, pero si nos
amamos unos a otros, Dios está entre nosotros y su amor da todos sus
frutos entre nosotros.

Y ¿cómo sabemos que permanecemos en Dios y él en nosotros? Porque


nos ha comunicado su Espíritu. Pero también hemos visto nosotros, y
declaramos, que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo.

Quien reconozca que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él


en Dios. Por nuestra parte, hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y
hemos creído en él. Dios es amor: el que permanece en el amor,
permanece en Dios y Dios en él.

Cuando el amor alcanza en nosotros su perfección, miramos con


confianza al día del juicio, porque ya somos en este mundo como es El.

En el amor no hay temor. El amor perfecto echa fuera el temor, pues hay
temor donde hay castigo. Quien teme, no conoce el amor perfecto.
Amemos, pues, ya que él nos amó primero.

Si uno dice "Yo amo a Dios" y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no


ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve.

Pues este es el mandamiento que recibimos de él: el que ama a Dios, ame
también a su hermano.
Bendigamos al Señor.

Salmo Interleccional Sal 33, 16-17. 18-19. 20-21. 22-23. (R.: cf. 20)
R. Recuerda, Señor, tu alianza y no olvides para siempre las vidas de
tus pobres.
Señor, tuyo es el día, tuya también la noche, tú afirmaste la luna y el sol;
fijaste las fronteras de la tierra, formaste el verano y el invierno. R.

Recuerda, Señor, que el enemigo te ha ultrajado, un pueblo insensato ha


despreciado tu Nombre: no entregues a los buitres la vida de tu Paloma
ni te olvides para siempre de los pobres. R.

Ten presente tu alianza, porque todos los rincones del país están repletos
de violencia. Que el débil no retroceda lleno de confusión, que el pobre y
el oprimido alaben tu Nombre. R.

Levántate, oh Dios, defiende tu causa, recuerda que el insensato te


ultraja sin cesar. No olvides los gritos de tus adversarios, porque crece el
tumulto de los que se alzan contra ti. R.

Aleluya. Sal 5, 2.
R. Aleluya, aleluya.
Oye, Señor, mis palabras con tus oídos: escucha mi clamor. Aleluya.

EVANGELIO
No juzguen y no serán juzgados
+ Lectura del santo Evangelio según San Lucas 6, 36-42
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: sean compasivos como es
compasivo el Padre de ustedes.

No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados;


perdonen y serán perdonados.

Den, y se les dará; se les echará en su delantal una medida colmada,


apretada y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan, serán
medidos ustedes."
Jesús les puso también esta comparación: "¿Puede un ciego guiar a otro
ciego? Ciertamente caerán ambos en algún hoyo.

El discípulo no está por encima de su maestro, pero si se deja formar, se


parecerá a su maestro.

¿Y por qué te fijas en la pelusa que tiene tu hermano en un ojo, si no


eres consciente de la viga que tienes en el tuyo?

¿Cómo puedes decir a tu hermano: ''Hermano, deja que te saque la


pelusa que tienes en el ojo'', si tú no ves la viga en el tuyo? Hipócrita,
saca primero la viga de tu propio ojo para que veas con claridad, y
entonces sacarás la pelusa del ojo de tu hermano.
Estas son palabras de vida eterna.
SEMANA SANTA
-USO ANTERIOR-
DOMINGO DE RAMOS
Antes de la Bendición de los Ramos

LECCIÓN.
Yo haré llover pan del cielo
Lectura del libro del Éxodo 15, 27: 16, 1-7.
En aquellos días: llegaron los hijos de Israel a Elim, donde había doce
manantiales de agua y 70 palmeras; y acamparon junto a las aguas. Y
partieron de Elim y toda la multitud de los hijos de Israel vino a parar al
desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí, el día quince después del
mes segundo de la salida de Egipto.

Y murmuró todo el pueblo de los hijos de Israel contra Moisés y Aarón en


aquel desierto. Le dijeron los hijos de Israel: ¡Ojalá hubiéramos muerto a
manos del Señor en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos junto a
las calderas llenas de carne y comíamos pan hasta hartarnos! ¿Por qué
nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda la multitud?

Pero el Señor dijo a Moisés: Pues yo haré que les llueva pan del cielo.
Salga el pueblo y recoja lo que baste para cada día, para probar si se
ajusta o no a mi ley. Más el día sexto prevengan lo que han de reservar y
recojan el doble de lo que solían recoger cada día. Y dijeron Moisés y
Aarón a todos los hijos de Israel: Esta tarde conoceréis que el Señor es
quien los ha sacado de la tierra de Egipto; y mañana verán la gloria del
Señor.
Bendigamos al Señor.

EVANGELIO
Bendito el que viene en el nombre del Señor
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 21, 1-9
En aquel tiempo, Jesús se acercó a Jerusalén y al llegar a Betfagé, al
monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: "Vayan al
pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada,
junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo,
respondan: "El Señor los necesita y los va a devolver en seguida".

Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: "Digan a


la hija de Sión: Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre
un asna, sobre la cría de un animal de carga".

Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado;


trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús
montó sobre él. Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender
sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y lo
cubrían con ellas.

La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba:


"¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Hosanna en las alturas!"

Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y preguntaban:


"¿Quién es este?". Y la gente respondía: "Es Jesús, el profeta de Nazaret
en Galilea".
Estas son palabras de vida eterna.

Después de la Procesión de los Ramos

EPÍSTOLA.
Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobre todo
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 2, 5-11
Hermanos: Entre ustedes tengan la misma actitud del Mesías Jesús: El,
siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su
condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo,
tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así,
hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó
incluso la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que
está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la
rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan
públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Bendigamos al Señor.

Salmo Interleccional Sal 72, 1-2. 26-27. 23-24. (R.: cf. 23b-24)
R. Tomaste mi mano derecha; y me guiaste según tu voluntad.
En verdad bueno es Dios para Israel, el Señor para los de puro corazón.
Por poco mis pies se me extravían, nada faltó para que mis pasos
resbalaran. R.

Aunque mi corazón y mi carne se consuman, Dios es mi herencia para


siempre y la Roca de mi corazón. Los que se apartan de ti terminan mal,
tú destruyes a los que te son infieles. R.

A mí, que estoy siempre contigo, de la mano derecha me has tomado; me


guiarás con tu consejo, y tras la gloria me llevarás. R.

Tracto. Sal. 21, 2-9, 18 19, 22, 24 y 32


Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? A pesar de mis gritos,
mi oración no te alcanza. Dios mío, de día te grito, y no respondes, de
noche, y no me haces caso. Aunque habitas en el santuario, esperanza
de Israel. En ti confiaban nuestros padres, confiaban y los ponías a
salvo; a ti gritaban, y quedaban libres, en ti confiaban y no los
defraudaste. Pero yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la
gente, desprecio del pueblo: al verme se burlan de mí, hacen visajes
menean la cabeza. "Acudió al Señor, que lo ponga a salvo, que lo libre, si
tanto lo quiere." Ellos me miran triunfantes, se reparten mi ropa, echan
a suerte mi túnica. Sálvame de las fauces del león, a este pobre, de los
cuernos del búfalo. Fieles del Se-ñor, alabadlo, linaje de Jacob,
glorificadlo. Hablarán del Señor a la generación futura, contarán su
justicia al pueblo que ha de na-cer: todo lo que hizo el Señor.

EVANGELIO
Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo
+ Evangelio de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo según
san Mateo 26, 36-75; 27, 1-60
Jesús ora en el huerto. Su agonía

C. En aquel tiempo Jesús va con sus discípulos a un huerto, llamado


Getsemaní y les dice: Sentaos aquí, mientras voy allá a orar. Y llevándose
a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a
angustiarse. Entonces dice:

+ -Me muero de tristeza: quédense aquí y velen conmigo.

C. Y adelantándose un poco, cayó cara a tierra y oraba diciendo:

+ -Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí este cáliz. Pero no


como quiero yo, sino como quieres tú.

C. Y se acerca a los discípulos y los encuentra dormidos. Dice a Pedro:

+ -¿Con que no han podido velar una hora conmigo? Velen y oren para
no caer en la tentación; pues el espíritu es decidido, pero la carne es
débil.

C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:

+ -Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu
voluntad.

C. Y viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque tenían los ojos
cargados. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba, repitiendo las
mismas palabras. Luego se acerca a sus discípulos y les dice:

+ -Ya pueden dormir y descansar. Miren, está cerca la hora, y el Hijo del
Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levántense,
vamos! Ya está cerca el que me entrega.

Jesús es besado por Judas y hecho prisioneros

C. Todavía estaba hablando, cuando en esto apareció Judas, uno de los


doce, y con él un tropel de gente, con espadas y palos, mandada por los
Sumos Sacerdotes y los notables del pueblo. El traidor les había dado
esta señal:

S. -El que yo bese, es Él: deténganlo.


C. Después se acercó a Jesús y le dijo:

S. -¡Salve Maestro!

C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:

+ -Amigo, ¿a qué vienes?

C. Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, deteniéndolo. Y uno


de los que estaban con Jesús agarró la espada, la desenvainó e hirió al
criado del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús le dijo:

+ -Vuelve la espada a su sitio, porque quien usa espada, a espada


morirá. ¿O crees que no puedo acudir a mi Padre y me mandaría en
seguida más de doce legiones de ángeles? Si no, ¿cómo se va a cumplir la
Escritura según la cual esto tiene que pasar?

C. En aquella hora dijo Jesús a la gente:

+ -¿Han salido a prenderme con espadas y palos, como a caza de un


bandido? A diario me sentaba y enseñaba en el templo y no me
detuvieron.

C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los


profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

Jesús es presentado a Caifás

C. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el Sumo


Sacerdote, donde se habían reunido los letrados y los notables. Pedro lo
seguía de lejos hasta el palacio del Sumó Sacerdote y entrando dentro, se
sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los Sumos
Sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra
Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los
muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente comparecieron dos
que declararon:

S. -Éste ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en


tres días."
C. El Sumo Sacerdote se puso en pie y le dijo: S. ¿No tienes nada que
responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti? Pero Jesús
callaba. Y el Sumo Sacerdote le dijo:

S. -Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo
de Dios.

C. Jesús le responde:

+ -Tú lo has dicho. Más aún, yo les digo: Desde ahora verán que el Hijo
del Hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene
sobre las nubes del cielo.

C. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:

S. -Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acaban de


oír la blasfemia. ¿Qué les parece?

Jesús, negado por Pedro

C. Y ellos contestaron:

S. -Es reo de muerte.

C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon


diciendo:

S. -Haz de profeta, Mesías, dinos quién te ha pegado.

C. Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le


dijo:

S. -También tú andabas con Jesús el Galileo.

C. Él lo negó delante de todos diciendo:

S. -No sé qué quieres decir.

C. Y al salir al portal, lo vio otra y dijo a los que estaban allí:

S. -Éste andaba con Jesús el Nazareno.

C. Otra vez negó él con juramento:


S. -No conozco a ese hombre.

C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron:

S. -Seguro, tú también eres de ellos, hasta el acento te delata.

C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo:

S. -No conozco a ese hombre!

C. En seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de


Jesús: "Antes de que cante el gallo me negarás tres veces." Y saliendo
afuera, lloró amargamente.

Jesús presentado a Pilato. Fin del traidor

C. Al hacerse de día, todos los Sumos Sacerdotes y los notables del


pueblo se reunieron para planear la condena a muerte de Jesús. Y
atándolo, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces, el
traidor sintió remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a
los Sumos Sacerdotes y ancianos, diciendo:

S. -He pecado entregando sangre inocente.

C. Pero ellos dijeron:

S. -¿A nosotros qué? ¡Allá tú!

C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue, y se ahorcó.


Los sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:

S. -No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de


sangre.

C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero,


para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama "Campo de
Sangre" hasta el día de hoy. Así se cumplió lo escrito por Jeremías el
profeta: "Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que
fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel y pagaron con ellas el
Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor." Jesús fue
llevado ante el gobernador; y el gobernador le preguntó:

Jesús ante Pilato


S. -¿Eres tú el rey de los judíos?

C. Jesús respondió:

+ -Tú lo dices.

C. Y mientras lo acusaban los Sumos Sacerdotes y los notables, no


contestaba nada. Entonces le dice:

S. -¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?

C. Él no contestó a una sola pregunta, de modo que el gobernador estaba


muy extrañado. Por la Fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que
la gente quisiera.

Jesús, pospuesto a Barrabás

C. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente


acudió, dijo Pilato:

S. -¿A quién quieren que suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el


Mesías?

C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y mientras estaba


sentado el tribunal, su mujer le mandó a decir:

S. -No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho
soñando con Él.

C. Pero los sumos sacerdotes y los notables convencieron a la gente que


reclamaran a Barrabás y exigieran la muerte de Jesús. El gobernador
preguntó:

S. -¿A cuál de los dos quieren que suelte?

C. Ellos dijeron:

S. -A Barrabás.

C. Pilato les dice:

S. -¿Y qué hago con Jesús llamado el Mesías?

C. Contestaron todos:
S. -Que lo crucifiquen.

C. Él dijo:

S. -Pues ¿qué mal ha hecho?

C. Pero ellos gritaban más fuerte:

S. -¡Que lo crucifiquen!

C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba


formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia del
pueblo, diciendo:

S. -Soy inocente de esta sangre. ¡Allá ustedes!

C. Y el pueblo entero contestó:

S. -¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!

C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo lo


entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron
a Jesús al Pretorio y reunieron alrededor de Él a toda la compañía.

Jesús azotado y coronado de espinas

C. Lo desnudaron y le pusieron un manto color púrpura y, trenzando


una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña
en la mano derecha. Y, doblando ante El la rodilla, se burlaban de Él
diciendo:

S. -¡Salve, Rey de los Judíos!

C. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la


cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y
lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene,
llamado Simón; y lo forzaron a que llevara la cruz.

Jesús sube al Calvario. Es crucificado

C. Llegados al lugar llamado Gólgota (que quiere decir lugar de “La


Calavera”), le dieron a beber vino mezclado con hiel; Él lo probó y no lo
quiso beber. Después de crucificarlo, se repartieron sus ropas
echándolas a suerte y luego se sentaron a custodiarlo. Sobre su cabeza
colocaron un letrero con la acusación: ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS
JUDIOS. Y crucificaron con El a dos bandidos, uno a la derecha y otro a
la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban menean-do la cabeza y
diciendo:

Jesús, clavado en la cruz, es insultado

S. -Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti


mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.

C. Lo mismo los Sumos Sacerdotes con los letrados y los notables se


burlaban diciendo:

S. -A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Es Rey de Israel:


que baje ahora de la cruz y le creeremos. Ha confiado en Dios: que Dios
lo libre ahora si tanto lo quiere, ya que ha dicho que es Hijo de Dios.

C. Incluso los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.


Desde el mediodía vinieron las tinieblas sobre toda aquella tierra hasta la
media tarde. Y hacia la media tarde, Jesús exclamó con voz potente:

+ -Elí, Elí, lamá sabaktaní.

C. Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?. Algunos
de los que estaban por allí, al oírlo, dijeron:

S. -A Elías llama Éste.

C. En seguida uno de ellos fue corriendo, cogió una esponja empapada


en vinagre y, sujetándola a una caña, le daba de beber. Los demás
decían:

S. -Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.

C. Y Jesús, gritando de nuevo con voz potente, exhaló el espíritu.

(Todos de rodillas. Breve pausa.)

C. Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; y la tierra


tembló; y las rocas se hendieron; y las tumbas se abrieron; y muchos
cuerpos de los santos ya muertos, resucitaron y, saliendo de las tumbas
después que Él resucitó, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a
muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el
terremoto y lo que pasaba se aterrorizaron y dijeron: S. Realmente Éste
era Hijo de Dios. C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos,
aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle; entre
ellas, María Magdalena y María la madre de Santiago y José, y la madre
de los Zebedeos.

Jesús es bajado de la Cruz y sepultado

C. Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era


también discípulo de Jesús, Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de
Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de
Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo
que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada
del sepulcro y se marchó.

Jueves Santo
CENA DEL SEÑOR
EPÍSTOLA.
Cada vez que comen del pan y beben del cáliz, proclaman la muerte del
Señor
Lectura de primera la carta de San Pablo a los Corintios 11, 20-32
Hermanos: Ustedes, pues, se reúnen, pero ya no es comer la Cena del
Señor, pues cada uno empieza sin más a comer su propia comida, y
mientras uno pasa hambre, el otro se embriaga.

¿No tienen sus casas para comer y beber? ¿O es que desprecian a la


Iglesia de Dios y quieren avergonzar a los que no tienen nada? ¿Qué les
diré? ¿Tendré que aprobarlos? En esto no.

Yo he recibido del Señor lo que a mi vez les he transmitido. El Señor


Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan y, después de dar
gracias, lo partió diciendo: “Esto es mi cuerpo, que es entregado por
ustedes; hagan esto en memoria mía.” De igual manera, tomando la
copa, después de haber cenado, dijo: “Esta copa es la Nueva Alianza en
mi sangre. Todas las veces que la beban háganlo en memoria mía.”

Fíjense bien: cada vez que comen de este pan y beben de esta copa están
proclamando la muerte del Señor hasta que venga. Por tanto, el que
come el pan o bebe la copa del Señor indignamente peca contra el cuerpo
y la sangre del Señor.

Cada uno, pues, examine su conciencia y luego podrá comer el pan y


beber de la copa. El que come y bebe indignamente, come y bebe su
propia condenación por no reconocer el cuerpo. Y por esta razón varios
de ustedes están enfermos y débiles y algunos han muerto.

Si nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados. Pero si


el Señor nos juzga, nos corrige, para que no seamos condenados con este
mundo.
Bendigamos al Señor.

Salmo Interleccional Sal 66, 2-3. 5. 6-7. (R.: cf. 4)


R. ¡Que los pueblos te den gracias, oh Dios, que todos los pueblos te
den gracias!
Que Dios tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre
nosotros, para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria
entre las naciones. R.

Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con
justicia y guías a las naciones de la tierra. R.

La tierra ha dado su fruto: el Señor, nuestro Dios, nos bendice. Que Dios
nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra. R.

EVANGELIO
Los amó hasta el extremo
+ Lectura del santo Evangelio según San Juan 13, 1-15
Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora
de salir de este mundo para ir al Padre, como había amado a los suyos
que quedaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban comiendo la cena y el diablo ya había depositado en el corazón
de Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle.

Jesús, por su parte, sabía que el Padre había puesto todas las cosas en
sus manos y que había salido de Dios y que a Dios volvía.

Entonces se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la


cintura. Echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de los
discípulos, y luego se los secaba con la toalla que se había atado.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: “¿Tú, Señor, me vas a lavar los
pies a mí?”

Jesús le contestó: “Tú no puedes comprender ahora lo que estoy


haciendo. Lo comprenderás más tarde.”

Pedro replicó: “Jamás me lavarás los pies.” Jesús le respondió: “Si no te


lavo, no podrás tener parte conmigo.”

Entonces Pedro le dijo: “Señor, lávame no sólo los pies, sino también las
manos y la cabeza.”

Jesús le dijo: “El que se ha bañado está completamente limpio y le basta


lavarse los pies. Y ustedes están limpios, aunque no todos.”

Jesús sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: “No todos ustedes están
limpios.”

Cuando terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a


la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes
me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo,
siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes
deben lavarse los pies unos a otros.

Yo les he dado ejemplo, y ustedes deben hacer como he hecho yo.


Estas son palabras de vida eterna.

Viernes Santo
PASIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR
PRIMERA LECCIÓN.
Quiero misericordia y no sacrificios
Lectura del libro de Oseas 6,1-6
Vengan, volvamos al Señor: Él nos ha desgarrado, pero nos sanará; ha
golpeado, pero vendará nuestras heridas. Después de dos días nos hará
revivir, al tercer día nos levantará, y viviremos en su presencia.

Esforcémonos por conocer al Señor: su aparición es cierta como la


aurora. Vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera
que riega la tierra".

¿Qué haré contigo, Efraím? ¿Qué haré contigo, Judá? Porque el amor de
ustedes es como nube matinal, como el rocío de pronto se disipa. Por eso
los hice pedazos por medio de los profetas, los hice morir con las
palabras de mi boca, y mi juicio surgirá como la luz. Porque yo quiero
amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.
Bendigamos al Señor.

Responsorio Hab. 3.1-3


R. Oí, Señor, tu anuncio, y temí; contemple tus obras y quede
pasmado.
En medio de dos animales te harás conocer; mientras se aproximan los
años por ti prescritos, tú te harás conocer; cuando llegue este tiempo, te
mostraras. R.

Al verse conturbada mi alma, en tu ira te recordaras de la misericordia.


Vendrá Dios del Líbano y el santo del monte Farám. R.

Oí, Señor, tu anuncio, y temí; contemple tus obras y quede pasmado.


Cubrió los cielos su majestad, y la tierra está llena de su alabanza. R.

SEGUNDA LECCIÓN.
Prescripciones sobre la cena pascual
Lectura del libro de Éxodo 12, 1-11
El Señor dijo a Moisés y a Aarón, en el país de Egipto:
“Este mes será para ustedes el comienzo de los meses, el primero de los
meses del año. Hablen a la comunidad de Israel y díganle: El día décimo
de este mes tome cada uno un cordero por familia, un cordero por casa.

Pero, si la familia es demasiado pequeña para consumir el cordero, se


pondrá de acuerdo con el vecino más cercano, según el número de
personas y conforme a lo que cada cual pueda comer.

Ustedes escogerán un corderito sin defecto, macho, nacido en el año. En


lugar de un cordero podrán tomar también un cabrito.

Ustedes lo reservarán hasta el día catorce de este mes. Entonces toda la


comunidad de Israel lo sacrificará al anochecer. En cada casa en que lo
coman ustedes tomarán de su sangre para untar los postes y la parte
superior de la puerta.

Esa misma noche comerán la carne asada al fuego; la comerán con


panes sin levadura y con verduras amargas. No comerán nada de él
crudo o hervido sino que lo comerán todo asado con su cabeza, sus patas
y sus entrañas.

Ustedes no guardarán nada para el día siguiente. Lo que sobre al


amanecer, quémenlo en el fuego. Y comerán así: ceñidos con el cinturón,
las sandalias en los pies y el bastón en la mano. Ustedes no se
demorarán en comerlo: es una pascua en honor del Señor.
Bendigamos al Señor.

Responsorio Sal 139, 2-10.14


R. Líbrame, Señor del hombre malvado; líbrame del hombre
perverso.
De los que maquinan iniquidades en su corazón y todo el día están
armando contiendas. Aguzan sus lenguas como serpientes, venenos de
áspides tiene debajo de sus labios. R.

Defiéndeme, Señor, de las manos del pecador, y líbrame de los hombres


perversos. Éstos intentan dar conmigo en tierra. Un lazo oculto me
ponen los soberbios. Y extienden sus redes como lazo para mis pies,
ponen tropiezos junto al camino. R.
Más yo digo al Señor: Tu eres mi Dios>; escucha, Señor, la voz de mi
suplica. ¡Señor! ¡Señor de mi salvación!, protege mi cabeza en el día del
combate. R.

No me entregues, Señor, al deseo de los malvados, no me abandones no


sea que triunfen. Que los que me asedian no levanten la cabeza contra
mí; que los envuelva el mal proferido por sus labios. R.

Pero los justos ensalzaran tu nombre y los hombres rectos habitaran en


tu presencia. R.

EVANGELIO
Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo
+ Evangelio de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo según
san Juan 18,1-19,42

Prisión de Jesús

C. En aquel tiempo Jesús salió con sus discípulos al otro lado del
torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus
discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se
reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la
patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos entró
allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía
sobre él, se adelantó y les dijo:

+ -¿A quién buscan?

C. Le contestaron:

S. -A Jesús el Nazareno.

C. Les dijo Jesús:

+ -Yo soy.

C. Estaba también con ellos Judas el traidor. Al decirles «Yo soy»,


retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

+ -¿A quién buscan?


C. Ellos dijeron:

S. -A Jesús el Nazareno.

C. Jesús contestó:

+ -Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen marchar a éstos.

C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los


que me diste.»

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado
del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba
Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

+ -Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo


voy a beber?

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús,


lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás,
sumo sacerdote aquel año.

Jesús en el palacio del Sumo Sacerdote

C. Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que
muera un solo hombre por el pueblo.» Simón Pedro y otro discípulo
seguían a Jesús. Ese discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró
con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó
fuera, a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote,
habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro:

S. -¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?

C. Él dijo:

S. -No lo soy.

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía


frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie,
calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus
discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó:
+ -Yo he hablado abiertamente al mundo: yo he enseñado
continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los
judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí?
Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo
que he dicho yo.

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una
bofetada a Jesús, diciendo:

S. -¿Así contestas al sumo sacerdote?

C. Jesús respondió:

+ -Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado


como se debe, ¿por qué me pegas?

C. Entonces Anás lo envió a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba


de pie, calentándose, y le dijeron:

S. -¿No eres tú también de sus discípulos?

C. Ello negó diciendo:

S. -No lo soy.

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien


Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S. -¿No te he visto yo con él en el huerto?

C. Pedro volvió a negar, y en seguida cantó un gallo.

Jesús ante Pilato

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al Pretorio. Era el amanecer y ellos


no entraron en el Pretorio para no incurrir en impureza y poder así
comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos y dijo:

S. -¿Qué acusación presentan contra este hombre?

C. Le contestaron:

S. -Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.


C. Pilato les dijo:

S. -Llévenselo ustedes y júzguenlo según su ley.

C. Los judíos le dijeron:

S. -No estamos autorizados para dar muerte a nadie.

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte


iba a morir. Entró otra vez Pilato en el Pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. -¿Eres tú el rey de los judíos?

C. Jesús le contestó:

+ -¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?

C. Pilato replicó:

S. -¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han


entregado a mí; ¿qué has hecho?

C. Jesús le contestó:

+ -Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi


guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero
mi reino no es de aquí.

C. Pilato le dijo:

S. -Conque, ¿tú eres rey?

C. Jesús le contestó:

+ -Tú lo dices: Soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al
mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad,
escucha mi voz.

C. Pilato le dijo:

S. -Y, ¿qué es la verdad?

C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:
S. -Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre ustedes
que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Quieren que le suelte al rey de
los judíos?

C. Volvieron a gritar:

S. -A ése no, a Barrabás.

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados


trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le
echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le
decían:

S. -¡Salve, rey de los judíos!

C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. -Miren, lo saco afuera, para que sepan que no encuentro en él


ninguna culpa.

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color


púrpura. Pilato les dijo:

S. -Aquí lo tienen.

C. Cuando lo vieron los sacerdotes y los guardias gritaron:

S. -¡Crucifícalo, crucifícalo!

C. Pilato les dijo:

S. -Llévenlo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él.

C. Los judíos le contestaron:

S. -Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se
ha declarado Hijo de Dios.

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra
vez en el Pretorio, dijo a Jesús:

S. -¿De dónde eres tú?

C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:


S. -¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y
autoridad para crucificarte?

C. Jesús le contestó:

+ -No tendrías ninguna autoridad sobre mí si no te la hubieran dado de


lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos


gritaban:

S. -Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey
está contra el César.

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó


en el tribunal en el sitio que llaman «El Enlosado» (en hebreo Gábbata).
Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato
a los judíos:

S. -Aquí tienen a su Rey.

C. Ellos gritaron:

S. -¡Fuera, fuera; crucifícalo!

C. Pilato les dijo:

S. -¿A su rey voy a crucificar?

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. -No tenemos más rey que al César.

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

La Crucifixión

C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de
la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con
él a otros dos, uno a cada lado, y en medio Jesús. Y Pilato escribió un
letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: JESUS EL
NAZARENO, EL REY DE LOS JUDIOS.
Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde
crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego.

Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato:

S. -No escribas «El rey de los judíos», sino «Este ha dicho: Soy rey de los
judíos.

C. Pilato les contestó:

S. -Lo escrito, escrito está.

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo


cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una
túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:

S. -No la rasguemos, sino echemos a suertes a ver a quién le toca.

C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a


suerte mi túnica.» Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús
estaban su madre, la hermana de su madre María la de Cleofás, y María
la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto
quería, dijo a su madre:

+ -Mujer, ahí tienes a tu hijo.

C. Luego dijo al discípulo:

+ -Ahí tienes a tu madre.

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Muerte de Jesús

C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término,


para que se cumpliera la Escritura dijo:

+ -Tengo sed.

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja


empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca.
Jesús, cuando tomó el vinagre dijo:
+ -Está cumplido.

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. SE HACE PAUSA, TODOS


SE ARRODILLAN

Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se


quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un
día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los
quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y
luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo
que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los
soldados con la lanza le traspasó el costado y al punto salió sangre y
agua. El que lo vio da testimonio y su testimonio es verdadero y él sabe
que dice verdad, para que también ustedes crean. Esto ocurrió para que
se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la
Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»

Sepultura de Jesús

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de


Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el
cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo.
Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas
cien libras de una mixtura de mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según


se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio
donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie
había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la
Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Sábado Santo
VIGILIA DE LA RESURRECCIÓN
PRIMERA PROFECIA
Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno
Lectura del libro del Génesis 1,1-31; 2, 1-2
Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era algo informe y
vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre
las aguas.

Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió.

Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas; y llamó Día
a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este
fue el primer día.

Dios dijo: "Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que
establezca una separación entre ellas". Y así sucedió.

Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él,
de las que están encima de él; y Dios llamó Cielo al firmamento. Así
hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.

Dios dijo: "Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el
cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió.

Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios
vio que esto era bueno.

Entonces dijo: "Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla
y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con
su semilla adentro". Y así sucedió.

La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y


árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y
Dios vio que esto era bueno.

Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.
Dios dijo: "Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el
día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años, y que
estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra".
Y así sucedió.

Dios hizo que dos grandes astros -el astro mayor para presidir el día y el
menor para presidir la noche- y también hizo las estrellas.

Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para


presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio
que esto era bueno.

Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.

Dios dijo: "Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes y
que vuelen pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo".

Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres
vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies
de animales con alas. Y Dios vio que esto era bueno.

Entonces los bendijo, diciendo: "Sean fecundos y multiplíquense; llenen


las aguas de los mares y que las aves se multipliquen sobre la tierra".

Así hubo una tarde y una mañana: este fue el quinto día.

Dios dijo: "Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado,
reptiles y animales salvajes de toda especie". Y así sucedió.

Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las diversas clases
de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y
Dios vio que esto era bueno.

Dios dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra


semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del
cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se
arrastran por el suelo".

Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó


varón y mujer.
Y los bendijo, diciéndoles: "Sean fecundos, multiplíquense, llenen la
tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a
todos los vivientes que se mueven sobre la tierra".

Y continuó diciendo: "Yo les doy todas las plantas que producen semilla
sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les
servirán de alimento.

Y a todas la fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los
vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto
verde". Y así sucedió.

Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo
una tarde y una mañana: este fue el sexto día.

Así fueron terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay en
ellos.

El séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y cesó de hacer la
obra que había emprendido.

SEGUNDA PROFECIA
Borraré de la superficie de la tierra al hombre que he creado
Lectura del libro del Génesis 5, 32; 6; 7; 8, 1-21
Noé tenía quinientos años cuando fue padre de Sem, Cam y Jafet.
Cuando los hombres empezaron a multiplicarse sobre la tierra y les
nacieron hijas, los hijos de Dios se dieron cuenta de que las hijas de los
hombres eran hermosas, y tomaron por esposas aquellas que les
gustaron.

Entonces dijo Dios: “No permanecerá para siempre mi espíritu en el


hombre, porque no es más que carne. Que su vida no pase los ciento
veinte años.”

En ese entonces había gigantes sobre la tierra, y también los hubo


después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y
tuvieron hijos de ellas. Estos fueron los héroes de la antigüedad,
hombres famosos.
Dios vio que la maldad del hombre en la tierra era grande y que todos
sus pensamientos tendían siempre al mal. Se arrepintió, pues, de haber
creado al hombre, y se afligió su corazón. Dijo: “Borraré de la superficie
de la tierra a esta humanidad que he creado, y lo mismo haré con los
animales, los reptiles y las aves, pues me pesa haberlos creado.”

Noé, sin embargo, se había ganado el cariño de Yavé. Y dijo Dios a Noé:
“He decidido acabar con todos los seres vivos, pues la tierra está llena de
violencia por culpa de ellos, y los voy a suprimir de la tierra.

En cuanto a ti, construye un arca de madera de ciprés; en el arca


dispondrás celditas, y la recubrirás con brea por dentro y por fuera. Por
mi parte, voy a mandar el diluvio, o sea, las aguas sobre la tierra, para
acabar con todo ser que tiene aliento y vida bajo el cielo; todo cuanto
existe en la tierra perecerá. Pero contigo voy a firmar mi pacto, y entrarás
en el arca tú y tu esposa, tus hijos y las esposas de tus hijos contigo.

Meterás en el arca una pareja de todo ser viviente, o sea de todos los
animales para que puedan sobrevivir contigo; tomarás macho y hembra
Procúrate también toda clase de alimentos y almacénalos, pues te
servirán de comida a ti y a ellos.” Y Noé hizo todo lo que lo que Dios le
había mandado. Dios dijo a Noé: “Entra en el Arca, tú y tu familia, pues
tú eres el único justo que he encontrado en esta generación.

Porque dentro de siete días, haré llover sobre la tierra durante cuarenta
días y cuarenta noches, y exterminaré a todos los seres que creé.” Noé
hizo todo lo que el Señor le había ordenado.

Noé tenía seiscientos años de edad cuando se produjo el diluvio que


inundó la tierra. Noé, pues, entró en el arca junto con su esposa, sus
hijos y las esposas de sus hijos, para salvarse de las aguas del diluvio.

Animales puros e impuros, aves del cielo y reptiles de la tierra, entraron


con Noé en el Arca. Entraron de dos en dos, macho y hembra, como Dios
lo había ordenado. Y luego, a los siete días, comenzaron a caer sobre la
tierra las aguas del diluvio.

Estuvo lloviendo sobre la tierra por cuarenta días y cuarenta noches. Ese
mismo día Noé entró en el arca con sus hijos Cam, Sem y Jafet, su
esposa y sus nueras, y los animales, Y Yavé cerró la puerta del arca
detrás de Noé.

El diluvio cayó durante cuarenta días sobre la tierra. Crecieron, pues, las
aguas y elevaron el arca muy por encima de la tierra. Las aguas subieron
y crecieron enormemente sobre la tierra, y el arca flotaba sobre las
aguas.

Subió el nivel de las aguas, y crecieron más y más sobre la tierra, y


quedaron cubiertos los montes más altos que hay bajo el cielo. Todo ser
mortal que se mueve sobre la tierra pereció: aves, bestias, animales, todo
lo que tiene vida y se mueve sobre la tierra y toda la humanidad. Todos
fueron borrados de la superficie de la tierra. Sólo quedó Noé y los que
estaban con él en el arca.

Las aguas se impusieron sobre la tierra durante ciento cincuenta días.


Entonces Dios se acordó de Noé y de todas las fieras salvajes y de los
otros animales que estaban con él en el arca. Dios hizo soplar un viento
sobre la tierra, y las aguas descendieron.

Las aguas iban bajando sobre la tierra. El día diecisiete del séptimo mes,
el arca descansó sobre los montes de Ararat.

Después de cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el


arca y soltó al cuervo, el cual revoloteaba sobre las aguas, yendo y
viniendo, hasta que se evaporaron las aguas de la tierra.

Entonces Noé soltó a la paloma, para ver si las aguas se habían retirado
de la superficie de la tierra. Pero la paloma no encontró dónde posarse, y
volvió al arca, pues todavía las aguas cubrían toda la superficie de la
tierra. Noé extendió su brazo, tomó a la paloma y la introdujo en el arca.

Esperó siete días más y de nuevo soltó a la paloma fuera del arca. La
paloma regresó al atardecer, trayendo en su pico una rama verde de
olivo. Entonces Noé se dio cuenta que las aguas se habían retirado de la
superficie de la tierra. Todavía esperó otros siete días más y soltó a la
paloma, que ya no regresó más al arca.
El día veintisiete del segundo mes, la tierra estaba ya seca. Entonces
Dios habló de esta manera a Noé: “Sal del arca, tú y tu esposa, tus hijos
y tus nueras. Saca también contigo a todos los seres vivientes que tienes
dentro de todas las especies: aves, animales, bestias y reptiles que se
arrastran por el suelo. Que pululen, llenen la tierra y se multipliquen.”

Salió, pues, Noé y con él sus hijos, su esposa y sus nueras. Todos los
animales salvajes y domésticos, todas las aves y todos los reptiles que se
arrastran sobre la tierra, salieron por familias del arca.

Noé construyó un altar al Señor, y tomando de todos los animales puros


y de todas las aves puras, los ofreció en sacrificio sobre el altar. Al
aspirar el agradable aroma, Dios decidió: “Nunca más maldeciré la tierra
por causa del hombre, pues veo que sus pensamientos están inclinados
al mal ya desde la infancia. Nunca más volveré a castigar a todo ser
viviente como acabo de hacerlo.

TERCERA PROFECIA
El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe
Lectura del libro del Génesis 22, 1-16
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: ¡Abrahán!
Él respondió: «Aquí me tienes.» Dios le dijo: «Toma a tu hijo único, al que
quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en
uno de los montes que yo te indicaré. »Abrahán madrugó, aparejó el asno
y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el
sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios.

El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y


Abrahán dijo a sus criados: «Quedaos aquí con el asno; yo con el
muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con ustedes.»
Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él
llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a
Abrahán, su padre: «Padre.» Él respondió: «Aquí estoy, hijo mío.» El
muchacho dijo: «Tenernos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para
el sacrificio?»
Abrahán contestó: «Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.»
Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al sitio que le había
dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su
hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán
tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó
desde el cielo: «¡Abrahán, Abrahán!» Él contestó: «Aquí me tienes.» El
ángel le ordenó: «No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada.
Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu
único hijo. »

Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la
maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de
su hijo. Abrahán llamó aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún
hoy «El monte del Señor ve».

El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: «Juro por mi
mismo -oráculo del Señor: Por haber hecho esto, por no haberte
reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes
como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus
descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos
los pueblos del mundo se bendecirán, ya que has obedecido mi voz".

Abraham regresó a donde estaban sus servidores. Todos juntos se fueron


a Berseba, y Abraham residió allí.

CUARTA PROFECIA
Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto
Lectura del libro del Éxodo 14, 24-31; 15, 1
En aquellos días, mientras velaban al amanecer, miró el Señor al
campamento egipcio, desde la columna de fuego y nube, y sembró el
pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las
hizo avanzar pesadamente.

Y dijo Egipto: Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor


contra Egipto.

Dijo el Señor a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las


aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes. Y extendió Moisés su
mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre.
Los egipcios, huyendo, iban a su encuentro, y el Señor derribó a los
egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas y cubrieron los carros,
los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar.
Ni uno solo se salvó.

Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las
aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.

Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los
egipcios muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor
obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y creyó en el
Señor y en Moisés, su siervo.

Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este canto al Señor:.

Tracto Éxodo. 15, 1 y 2


Cantemos al Señor, porque ha hecho brillar su gloria; ha precipitado en
el mar a caballo y caballero. El Señor es mi fortaleza y mi protección para
salvarme.

V. Este es mi Dios y yo le honrare; el Dios de mis padres, a quien


ensalzare.

V. El Señor deshace las guerras; tiene por nombre el Señor.

QUINTA PROFECIA
Vengan a mí, y vivirán; sellaré con ustedes alianza perpetua
Lectura del Profeta Isaías 54, 17; 55, 1-11
Esta es la herencia de los servidores del Señor y esta es la justicia ante
Mí, dice el Señor - «Oigan, sedientos todos, acudan por agua, también los
que no tienen dinero: vengan, compren trigo, coman sin pagar vino y
leche de balde. ¿Por qué gastan dinero en lo que no alimenta, y el salario
en lo que no da hartura?

Escúchenme atentos, y comerán bien, saborearan platos sustanciosos.


Inclinen el oído, vengan a mí: escúchenme, y vivirán. Sellaré con ustedes
alianza perpetua, la promesa que aseguré a David: a él lo hice mi testigo
para los pueblos, caudillo y soberano de naciones; tú llamarás a un
pueblo desconocido, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti; por el
Señor, tu Dios, por el Santo de Israel, que te honra. Busquen al Señor
mientras se le encuentra, invóquenlo mientras esté cerca; que el malvado
abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él
tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón.

Mis planes no son sus planes, sus caminos no son mis caminos -oráculo
del Señor-. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más
altos que los suyos, mis planes, que sus planes. Como bajan la lluvia y la
nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de
fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al
que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí
vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.», lo dice el
Señor Todopoderoso.

SEXTA PROFECIA
Camina a la claridad del resplandor del Señor
Lectura del Profeta Baruc 3, 9-38
Escucha, Israel, los mandamientos de vida; presta atención para
aprender a discernir. ¿Por qué, Israel, estás en un país de enemigos y
has envejecido en una tierra extranjera? ¿Por qué te has contaminado
con los muertos, contándote entre los que bajan al Abismo? ¡Tú has
abandonado la fuente de la sabiduría!

Si hubieras seguido el camino de Dios, vivirías en paz para siempre.

Aprende dónde está el discernimiento, dónde está la fuerza y dónde la


inteligencia, para conocer al mismo tiempo dónde está la longevidad y la
vida, dónde la luz de los ojos y la paz.

¿Quién ha encontrado el lugar de la Sabiduría, quién ha penetrado en


sus tesoros?
¿Dónde están los jefes de las naciones, los que dominaban las bestias de
la tierra y se divertían con las aves del cielo; los que atesoraban la plata y
el oro, en los que los hombres ponen su confianza, y cuyas posesiones no
tenían límite; los que trabajaban la plata con tanto cuidado, que sus
obras sobrepasan la imaginación?

Ellos han desaparecido, han bajado al Abismo, y han surgido otros en su


lugar.

Otros más jóvenes han visto la luz y han habitado sobre la tierra, pero no
han conocido el camino de la ciencia, no han comprendido sus senderos.
Tampoco sus hijos la han alcanzado y se han alejado de sus caminos.

No se oyó nada de ella en Canaán, ni se la vio en Temán.

Ni siquiera los hijos de Agar, que buscan la ciencia sobre la tierra, ni los
mercaderes de Merrán y de Temán, inventores de fábulas y buscadores
de inteligencia, han conocido el camino de la sabiduría, ni se han
acordado de sus senderos.

¡Qué grande, Israel, es la morada de Dios, qué extenso es el lugar de su


dominio! ¡Es grande y no tiene fin, excelso y sin medida!

Allí nacieron los famosos gigantes de los primeros tiempos, de gran


estatura y expertos en la guerra.

Pero no fue a ellos a quienes Dios eligió y les dio el camino de la ciencia;
ellos perecieron por su falta de discernimiento, perecieron por su
insensatez.

¿Quién subió al cielo para tomarla y hacerla bajar de las nubes?

¿Quién atravesó el mar para encontrarla y traerla a precio de oro fino?

Nadie conoce su camino, ni puede comprender su sendero.

Pero el que todo lo sabe, la conoce, la penetró con su inteligencia; el que


formó la tierra para siempre, y la llenó de animales cuadrúpedos; el que
envía la luz, y ella sale, la llama, y ella obedece temblando.
Las estrellas brillan alegres en sus puestos de guardia: él las llama, y
ellas responden: "Aquí estamos", y brillan alegremente para aquel que las
creó.

¡Este es nuestro Dios, ningún otro cuenta al lado de él!

El penetró todos los caminos de la ciencia y se la dio a Jacob, su


servidor, y a Israel, su predilecto.

Después de esto apareció sobre la tierra, y vivió entre los hombres.

SEPTIMA PROFECIA
¡Huesos secos! Les Infundiré espíritu y vivirán
Lectura del Profeta Ezequiel 37, 1-14
En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mí, y con su Espíritu
el Señor me sacó y me colocó e n medio de un valle todo lleno de huesos.

Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran innumerables sobre


la superficie del valle y estaban completamente secos.

Me preguntó: —Hombre mortal, ¿podrán revivir estos huesos?

Yo respondí: —Señor, tú lo sabes.

Él me dijo: —Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles: ¡Huesos


secos, escuchen la Palabra del Señor! Así dice el Señor a estos huesos:
«Yo mismo traeré sobre ustedes espíritu y vivirán.

Pondré sobre ustedes tendones, haré crecer sobre ustedes carne,


extenderé sobre ustedes piel, les infundiré espíritu y vivirán. Y sabrán
que yo soy el Señor.»

Y profeticé como me había ordenado, y a la voz de mi oráculo, hubo un


estrépito, y los huesos se juntaron hueso con hueso. Me fijé en ellos:
tenían encima tendones, la carne había crecido y la piel los recubría;
pero no tenían espíritu.

Entonces me dijo: —Conjura al espíritu, conjura, hombre mortal, y di al


espíritu: Así dice el Señor: «De los cuatro vientos ven, espíritu, y sopla
sobre estos muertos para que vivan.»
Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el espíritu y
revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud innumerable.

Y me dijo: —Hombre mortal, estos huesos son la entera casa de Israel,


que dice: «Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido,
estamos destrozados.»

Por eso profetiza y diles: Así dice el Señor: «Yo mismo abriré sus
sepulcros, y los haré salir de sus sepulcros, pueblo mío, y los traeré a la
tierra de Israel. Y cuando abra sus sepulcros y los saque de sus
sepulcros, pueblo mío, sabrán que soy el Señor. Les infundiré mi espíritu
y vivirán; los colocaré en su tierra y sabrán que yo, el Señor, lo digo y lo
hago.» Oráculo del Señor.

OCTAVA PROFECIA
El vástago del Señor será ornamento para los supervivientes
Lectura del Profeta Isaías 4, 1-6
Siete mujeres agarrarán a un hombre, en aquel día, diciendo:
“comeremos nuestro propio pan y nos vestiremos con nuestra ropa, con
tal de llevar tu nombre: ¡borra nuestra afrenta!".

El renuevo del Señor glorificado. Aquél día, el germen del Señor será la
hermosura y la gloria de los sobrevivientes de Israel, y el fruto del país
será su orgullo y su ornato.

Entonces, el resto de Sión, los sobrevivientes de Jerusalén, serán


llamados santos: todos ellos estarán inscritos para la vida, en Jerusalén,
cuando el Señor lave la suciedad de las hijas de Sión y limpie a
Jerusalén de la sangre derramada en ella, con el soplo abrasador del
juicio.

Él creará sobre toda la extensión del monte. Sión y en su asamblea, una


nube de humo durante el día, y la claridad de un fuego llameante
durante la noche. Porque la gloria del Señor, en lo más alto de todo, será
un reparo y una choza, para dar sombra contra el calor durante el día, y
servir de abrigo y refugio contra la tempestad y la lluvia.
NOVENA PROFECIA
Prescripciones sobre la cena pascual
Lectura del libro de Éxodo 12, 1-11
El Señor dijo a Moisés y a Aarón, en el país de Egipto:

“Este mes será para ustedes el comienzo de los meses, el primero de los
meses del año. Hablen a la comunidad de Israel y díganle: El día décimo
de este mes tome cada uno un cordero por familia, un cordero por casa.

Pero, si la familia es demasiado pequeña para consumir el cordero, se


pondrá de acuerdo con el vecino más cercano, según el número de
personas y conforme a lo que cada cual pueda comer.

Ustedes escogerán un corderito sin defecto, macho, nacido en el año. En


lugar de un cordero podrán tomar también un cabrito.

Ustedes lo reservarán hasta el día catorce de este mes. Entonces toda la


comunidad de Israel lo sacrificará al anochecer. En cada casa en que lo
coman ustedes tomarán de su sangre para untar los postes y la parte
superior de la puerta.

Esa misma noche comerán la carne asada al fuego; la comerán con


panes sin levadura y con verduras amargas. No comerán nada de él
crudo o hervido sino que lo comerán todo asado con su cabeza, sus patas
y sus entrañas.

Ustedes no guardarán nada para el día siguiente. Lo que sobre al


amanecer, quémenlo en el fuego. Y comerán así: ceñidos con el cinturón,
las sandalias en los pies y el bastón en la mano. Ustedes no se
demorarán en comerlo: es una pascua en honor del Señor.

DECIMA PROFECIA
Los ninivitas se convirtieron de su mala vida
Lectura del Profeta Jonás 3, 1-10
Vino la palabra del Señor sobre Jonás:
—«Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te
digo.»

Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una
gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a
entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: —«¡Dentro
de cuarenta días Nínive será destruida!»

Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de


saco, grandes y pequeños.

Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el manto, se


cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en
su nombre a Nínive: —«Hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben
bocado, no pasten ni beban; vístanse de saco hombres y animales;
invoquen fervientemente a Dios, que se convierta cada cual de su mala
vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca
Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos.»

Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se


arrepintió Dios de la catástrofe con que habla amenazado a Nínive, y no
la ejecutó.

UNDECIMA PROFECIA
Sé valiente y firme, porque llevarás a los hijos de Israel a la tierra
prometida
Lectura del libro del Deuteronomio 31, 22-30
Moisés, pues, escribió aquel día este cántico y se lo enseñó a los hijos de
Israel.

Luego dio orden a Josué, hijo de Nun: "Sé valiente y firme, porque tú
llevarás a los hijos de Israel a la tierra que les tengo prometida, y yo
estaré contigo."

Cuando terminó de escribir en un libro las palabras de esta Ley, Moisés


dio esta orden a los levitas que llevaban el Arca de la Alianza del Señor:
"Tomen el libro de esta Ley y pónganlo al lado del Arca de la Alianza del
Señor, nuestro Dios. Allí quedará como testimonio contra ustedes.

Porque yo conozco su espíritu rebelde y su cabeza dura. Si hoy, que vivo


yo entre ustedes, son rebeldes al Señor, ¿cuánto más lo serán después
de mi muerte?

Reúnan junto a mí a todos los ancianos y los oficiales de todas las tribus,
que voy a pronunciar en sus oídos estas palabras, y pediré al cielo y la
tierra que sean testigos contra ellos.

Porque sé que después de mi muerte obrarán perversamente y se


apartarán del camino que les he señalado, y la desgracia vendrá sobre
ustedes en el futuro por haber hecho lo que es malo a los ojos del Señor,
enojándolo con sus obras."

Luego, ante toda la asamblea de Israel, Moisés recitó este cántico hasta
el fin:

Tracto Deuteronomio. 32, 1-4


Atiende, cielo, y hablare; y oiga la tierra las palabras de mi boca.

V. Espérese como lluvia mi palabra, y descienda cual rocío lo que digo.

V. Como rocío, sobre la hierba, y como nieve sobre el heno, porque


invocaré el nombre del Señor.

V. Ensalzar la grandeza de nuestro Dios; perfectas son las obras de Dios;


y rectos todos sus juicios.

V. Dios es fiel, y en el no hay iniquidad; justo y santo es el Señor.

DUODECIMA PROFECIA
Los tres muchachos en el horno ardiente
Lectura del libro de Daniel 3, 1-24
El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, de treinta metros de alto
y tres de ancho, y la erigió en la llanura de Dura, en la provincia de
Babilonia.
Luego mandó reunir a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros,
tesoreros, juristas, magistrados y a todos los jefes de provincia, para que
asistieran a la dedicación de la estatua que había erigido el rey
Nabucodonosor.

Entonces se reunieron los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros,


tesoreros, juristas, magistrados y todos los jefes de provincia, para la
dedicación de la estatua que había erigido el rey Nabucodonosor. Y se
pusieron de pie ante la estatua erigida por el rey.

El heraldo proclamó con fuerza: "A todos ustedes, pueblos, naciones y


lenguas, se les ordena lo siguiente:

Apenas escuchen el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la


sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, ustedes
deberán postrarse y adorar la estatua de oro que ha erigido el rey
Nabucodonosor.

El que no se postre para adorarla será arrojado inmediatamente dentro


de un horno de fuego ardiente".

Por tal motivo, apenas todos los pueblos oyeron el sonido de la trompeta,
el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de
instrumentos, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron para
adorar la estatua de oro que había erigido el rey Nabucodonosor.

En ese mismo momento, se acercaron unos caldeos y acusaron a los


judíos.

Tomando la palabra, dijeron al rey Nabucodonosor: "¡Viva el rey


eternamente!

Tú, rey, has ordenado que todo el que oiga el sonido de la trompeta, el
pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de
instrumentos, tiene que postrarse y adorar la estatua de oro; y que todo
el que no se postre para adorarla, debe ser arrojado dentro de un horno
de fuego ardiente.
Pero hay unos judíos, Sadrac, Mesac y Abed Negó, a quienes tú has
encomendado la administración de la provincia de Babilonia: esos
hombres no te han hecho caso, rey; ellos no sirven a tus dioses ni adoran
la estatua de oro que tú has erigido".

Entonces Nabucodonosor, lleno de indignación y de furor, mandó traer a


Sadrac, Mesac y Abed Negó. Cuando esos hombres fueron traídos ante la
presencia del rey,

Nabucodonosor tomó la palabra y les dijo: "¿Es verdad Sadrac, Mesac y


Abed Negó, que ustedes no sirven a mis dioses y no adoran la estatua de
oro que yo erigí?

¿Están dispuestos ahora, apenas oigan el sonido de la trompeta, el


pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de
instrumentos, a postrarse y adorar la estatua que yo hice? Porque si
ustedes no la adoran, serán arrojados inmediatamente dentro de un
horno de fuego ardiente. ¿Y qué Dios podrá salvarlos de mi mano?".

Sadrac, Mesac y Abed Negó respondieron al rey Nabucodonosor,


diciendo: "No tenemos necesidad de darte una respuesta acerca de este
asunto.

Nuestro Dios, a quien servimos, puede salvarnos del horno de fuego


ardiente y nos librará de tus manos.

Y aunque no lo haga, ten por sabido, rey, que nosotros no serviremos a


tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que tú has erigido".

Nabucodonosor se llenó de furor y la expresión de su rostro se alteró


frente a Sadrac, Mesac y Abed Negó. El rey tomó la palabra y ordenó
activar el horno siete veces más de lo habitual.

Luego ordenó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a


Sadrac, Mesac y Abed Negó, para arrojarlos en el horno de fuego
ardiente.

Entonces estos tres, con sus mantos, sus calzados, sus gorros y toda su
ropa, fueron atados y arrojados dentro del horno ardiente.
Como la orden del rey era perentoria y el horno estaba muy encendido, la
llamarada mató a los hombres que habían llevado a Sadrac, Mesac y
Abed Negó.

En cuanto a estos tres, Sadrac, Mesac y Abed Negó, cayeron atados


dentro del horno de fuego ardiente. Y ellos caminaban en medio de las
llamas, alabando a Dios y bendiciendo al Señor.

EPÍSTOLA.
Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 1-4
Hermanos: Si han sido resucitados con Cristo, busquen las cosas de
arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Preocúpense por
las cosas de arriba, no por las de la tierra.

Pues han muerto, y su vida está ahora escondida con Cristo en Dios.
Cuando se manifieste el que es nuestra vida, también ustedes se verán
con él en la gloria.
Bendigamos al Señor.

Aleluya. Sal 116, 1-2.


Alaben al Señor todas las gentes; alábenle todos los pueblos.

V. Porque ha confirmado sobre nosotros su misericordia, y la verdad del


Señor permanece para siempre.

EVANGELIO
Ha resucitado y va por delante de ustedes a Galilea

+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 28, 1-7


Pasado el sábado, al aclarar el primer día de la semana, fueron María
Magdalena y la otra María a visitar el sepulcro.

De repente se produjo un violento temblor: el ángel del Señor bajó del


cielo, se dirigió al sepulcro, hizo rodar la piedra de la entrada y se sentó
sobre ella.
Su aspecto era como el relámpago y sus ropas blancas como la nieve. Al
ver al ángel, los guardias temblaron de miedo y se quedaron como
muertos.

El ángel dijo a las mujeres: “Ustedes no tienen por qué temer. Yo sé que
buscan a Jesús, que fue crucificado”.

No está aquí, pues ha resucitado, tal como lo había anunciado. Vengan a


ver el lugar donde lo habían puesto, pero vuelvan en seguida y digan a
sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y ya se les adelanta
camino a Galilea. Allí lo verán ustedes. Esto es lo que tenía que decirles”.
Estas son palabras de vida eterna.

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