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El estrés es un componente emocional que afecta de forma muy importante a la salud.

Estrés
significa tensión nerviosa y no todo el mundo es capaz de manejar de igual manera esta tensión.

Cuando estamos estresados los músculos se tensan y aumenta el número de latidos del corazón
por minuto (frecuencia cardiaca). Al aumentar la frecuencia de latido del corazón este trabaja más
y por lo tanto requiere más oxígeno para generar la energía necesaria para contraerse y dilatarse
más rápidamente.

Ante una situación que nos produzca estrés, el organismo libera hormonas. Las más conocidas son
las hormonas denominadas “hormonas de la lucha o de la huida” como pueden ser el cortisol o la
adrenalina, que pueden a su vez dañar las arterias, incluidas la arterias coronarias que llevan
sangre a las células del corazón.

En relación a las arterias, el estrés hace que el flujo de la sangre se incremente y por lo tanto la
fuerza que ejerce la sangre sobre las arterias (fuerza de rozamiento) también aumente.

Este aumento en la fuerza de rozamiento de la sangre sobre la pared de los vasos sanguíneos hace
que la presión arterial aumente, lo que puede suponer a la persona estresada que se convierta en
hipertensa.

Un estrés frecuente o continuado en el tiempo, va a facilitar el aumento de la rigidez de las


arterias, lo que hará que se degeneren más y más rápidamente convirtiéndolas en más rígidas.

En una arteria rígida el colesterol y el calcio se acumula más fácilmente sobre sus paredes lo que
va a favorecer la aterosclerosis y con ello aumentar el riesgo de infarto de miocardio.

Estrés y sistema nervioso autónomo


Antes de revisar las hormonas, cabe destacar que la respuesta de estrés
tiene mucho que ver con el sistema nervioso autónomo.
Así pues, en los estados de estrés, una parte de este sistema se activa
(el sistema nerviosos simpático) y otro se inhibe (sistema parasimpático).

El sistema nerviosos simpático se activa durante el tiempo que nuestro


cerebro considera una emergencia (en los casos de estrés de forma
continua). Su activación aumenta la vigilancia, la motivación y la activación
general.

Así mismo, este sistema activa las glándulas adrenales de la médula espinal,
las cuales son las responsables de liberar las hormonas del estrés de las
que hablaremos a continuación.

La otra mitad del sistema, el sistema nervioso parasimpático, se inhibe. Este


sistema lleva a cabo funciones vegetativas que promueven el crecimiento y
el almacenamiento de energía, por lo que al inhibirse el sistema, estas
funciones dejan de realizarse y pueden verse en entredicho.

En situaciones normales (sin estrés) las células de nuestro cuerpo utilizan


el 90% de la energía en actividades metabólicas como reparación,
renovación o formación de nuevos tejidos.

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