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MARÍN
HUMANISMO
ESTAMENTAL
C U A D E R N O S
EMPRESA Y HUMANISMO
I N S T I T U T O
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HIGINIO MARÍN HUMANISMO ESTAMENTAL
HUMANISMO ESTAMENTAL* 2
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO Nº 34
De entre todas las características diferen-
ciales de la Edad Media respecto de la Anti-
Iniciamos ahora el estudio de la segunda de 47
güedad que conviene tener presente desde el
las formas epocales del Humanismo, y que de inicio, quizás la más importante sea la nueva y
modo genérico vamos a situar en el largo marcada índole religiosa del fundamento de
período que va de la desaparición del Imperio las organizaciones socio-políticas y de los con-
Romano de occidente, hasta los primeros tenidos culturales.
atisbos del Renacimiento en los siglos XIV y XV.
Es cierto que durante esta etapa subsiste
Es obvio que tratándose de una etapa tan
una aristocracia de corte patrimonial, nobi-
extensa, casi diez siglos, no puede pretenderse
aquí abarcarla en su conjunto ni exhaustiva- liaria y feudal, que sigue participando de la
mente. Nuestra intención se reduce a conside- función de organizar la vida civil, y también de
rarla en alguna de sus formas más característi- buena parte de la función educativa en su
camente diferenciales, y, por tanto, a menudo dimensión ejemplar. (Las distintas épicas nacio-
también terminales, no simultáneas o fronte- nales son una buena muestra, aunque algo
rizas con los períodos siguientes. No obstante, tardía, de la condición ejemplar de la nueva
conviene recordar que nuestro propósito no es aristocracia).
estrictamente histórico, y no se quiere -ni se También parece que en esa misma medida el
necesita- hacer justicia a las incontables mati- mundo medieval participa de la vigencia del
zaciones que precisaría el tipo general de
patrimonio como condición de posibilidad
sistema sociocultural que vamos a describir, si
se quisiera predicar de un período menor con- socioeconómica del desempeño de las fun-
creto, o de alguna zona precisa. Nuestra pre- ciones que hemos llamado aristocrático-huma-
tensión es comprensiva, y lo que buscamos son nistas: “La nobleza sólo tenía dos raíces: la pro-
esquemas de inteligibilidad de los sistemas piedad por la cual el hombre entraba en un
socioculturales en tanto que constitutivos de conjunto de relaciones que determinaban su
épocas diferenciadas. Nótese, por último, que lugar en la sociedad, y la caballería por la cual
la noción de época se apoya más bien en uni- asumía obligaciones y privilegios”.1 Dicha pro-
dades tipológicas diferenciadas, que en límites piedad sigue consistiendo en patrimonios de
de índole cronológica o geográfica. bienes raíces y muebles, cuya explotación está
garantizada por alguna forma de disponibi- con frecuencia siendo excluidos también de las 3
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mente, nuestro punto de partida en este sividad, como la forma propia de la dimensión 9
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sociológicamente diferenciadas como reli- mente humanas, mediante las que se con- 16
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giosas son erigidas en modelos hegemónicos formaba el modelo del homo humanus. La
respecto de la perfección cristiana en general, condición de posibilidad de dicho programa
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las otras formas de pertenencia a la sociedad era una suficiente dotación patrimonial; de
religiosa quedaron, por así decir, desatendidas otro modo, la satisfacción de necesidades
en sus formas específicas de perfección y reali- habría de atenderse mediante ocupación en
zación. Esto mismo es, en efecto, lo que acon- labores útiles y el ejercicio de actividades eco-
teció con la ciudadanía, o clase social práxica, nómicas. También el monje ha de quedar
respecto a las formas de vida productoras exento de la ocupación en trabajos para la
(poiéticas) dedicadas a labores útiles para la satisfacción de necesidades, al menos, en la
satisfacción de necesidades. misma medida que tales actividades son
Resulta, pues, que en la medida que dicho también una preocupación por las cosas del
tipo de vida se piensa como la forma perfecta ‘mundo’, cuyo abandono le resulta propio y
y excelente en orden al fin religioso-sobrena- constitutivo. El programa monacal tiene como
tural, empieza también a perfilarse en el seno punto de partida un cierto ocio -distinto de la
de la cristiandad medieval una contraposición otiositas moral- en virtud del cual se hace
entre la forma de vida de los simples fieles y las posible el oficio sagrado como profesión de los
formas religiosas y monacales, que reproduce consejos evangélicos en las reglas monásticas.
en un plano distinto la distancia entre las con- Dicho ocio socio-económico como punto de
diciones de servidumbre o mera libertad y las partida es precisamente el que propende a
de la aristocracia ciudadana en orden a la rea- hacer del trabajo casi una terapia ocupacional
lización del ideal humano cívico. de índole ascético.
Las similitudes entre el monacato y la aristo- San Benito, en efecto, prescribe en su regla
cracia ciudadana antigua no se agotan todavía una ocupación manual diaria (“opera manuum
en lo dicho. La característica del paradigma de cotidiana”), pero ésta no parece estar des-
vida anti-guo era la falta de “preocupación” tinada tanto a la producción de bienes en
respecto de la satisfacción de las necesidades orden a la manutención, como a la defensa
humano-corpóreas; el ocio, y la consiguiente contra la ociosidad: “otiositas ini-mica est
posibilidad de emplearse en tareas estricta- animae, et ideo certis temporibus occupavi
El espíritu de San Benito de Anniae, por De ese modo se identifican tanto el sentido 18
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ejemplo, impuso que los monjes debían abste- ascético negativo del término ‘mundo’ y las
realidades histórico-naturales de la vida de los
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nerse de trabajos pesados <por el honor del
sacerdocio> y para poder extender el oficio hombres por un lado, como lo mundano y lo
litúrgico. Poco a poco el opus manuum se res- profano por el otro, al tiempo que ambas asi-
tringió a las tareas de la cocina, y más aún, milaciones delimitan y definen el contexto de
desde el 822, en Corbie, cuando los religiosos las formas de ‘estar en el mundo’ que han de
delegaron las menos nobles de estas tareas en abandonarse para poder vivir una vida reli-
servidores laicos”.11 giosa en sentido pleno. Es decir, tanto el
mundo, como lo histórico y natural que no es
Al margen de su mayor o menor frecuencia, sagrado, lo profano, se funden asimilándose al
esa cierta distribución de funciones en el seno sentido ascético negativo de <lo mundano> y
del ámbito monástico (el ora para los monjes y constituyendo el espacio de las formas de vida
el labora para los laicos) se ajusta perfecta- no religiosas: “La distinción Iglesia-mundo
mente al sistema de señoríos y servidumbres tiende a concretarse en la época en esferas de
de las relaciones feudales que terminarán dedicación y actividades de las personas que
adoptando la mayor parte de los monasterios constituyen la Iglesia: lo propio de los clérigos
durante la Edad Media, al tiempo que muestra es el ámbito religioso o eclesiástico, y lo propio
una de las inercias culturales más característica de los laicos es el ámbito secular o del
del medievo cristiano, y que se deriva de la siglo”.12 En tal situación es difícil que en el
condición arquetípica del monacato, junto con orden socioeclesial la secularidad no terminara
las reminiscencias del mundo antiguo en lo presentándose como la nueva forma de bar-
que a la estima de las actividades poiético-pro- barie, que si bien no consiste en -ser ‘lo absolu-
ductivas se refiere: la consideración del trabajo tamente otro’ y extraño como los infieles, sí
como una actividad mundana que tiene que que parece consistir en la mayor distancia que
ser salvada, como el ‘mundo’ mismo, desde es capaz de tolerar la proximidad, un estar lo
fuera de ella, desde lo distinto o sagrado, y más distante posible aun manteniéndose
mediante la que lo sagrado no puede reali- ‘prójimo’; es decir, no una barbarie sustancial,
zarse. sino de grado: la más deficiente de las partici-
antiguo y del nuevo orden cristiano: la oficios productores o no, que tienen alguna 20
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como forma epocal del humanismo: su sino sociopolítico, de modo que, por ejemplo,
peculiar forma de estar ordenada respecto de la adopción basta. La noción de estirpe con-
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un fin que no es estrictamente social o cultural. siste, pues, en hacer depender de la gene-
La que tenemos que retomar es la cuestión ración sociocultural la posibilidad-capacidad
de los linajes. Ya se ha sugerido el paralelismo de cumplir determinadas misiones socio-polí-
entre las nociones de especie y linaje. De modo ticas. En los sistemas socioculturales organi-
análogo a como las especies son los sujetos de zados según castas el sustento de las identi-
la historia natural, los linajes son los sujetos de dades sociales es biológico. En los que se orga-
la historia social de las comunidades políticas nizan según estirpes el sustento es socioju-
antiguas, ya sea en su forma positiva como rídico. En el primer caso las dotaciones econó-
estirpes, o negativa como sequela. Tanto en las micas y los estatutos sociopolíticos se trans-
especies biológicas como en los linajes socio- miten en virtud de la identidad física; en el
culturales resulta decisiva la sucesión de patri- segundo en virtud de la identidad jurídica.
monios genéticos o socioeconómicos: ellos En definitiva, una casta es la trasposición al
determinan la propia conformación y capa- plano sociopolítico de la estructura de las
citan para unas determinadas funciones cuyo especies biológicas. Es claro además que la
ejercicio termina por confirmar una identidad sociedad organizada según castas tiende a
biológica o sociocultural. reproducir la estaticidad e inamovilidad de las
Todavía podemos precisar un tanto más dis- identidades biológico-naturales (tendiendo
tinguiendo estirpe de casta. La noción de casta como lo natural aristotélico a quedarse sin his-
reside en hacer depender de la generación toria), de modo que con respecto a ella las
física la posibilidad-capacidad de ejercer unas formas de organización social según estirpes
determinadas funciones sociopolíticas y cultu- implican una mayor -aunque todavía mínima-
rales. Cuando las misiones sociales corres- movilidad, y por tanto, también mayor
ponden en propiedad a linajes físicos, esa libertad social, o, cuando menos, una cierta
sociedad está organizada según castas. Ahora independencia del orden biológico.
bien, el tipo de generación propia de las Obviamente en las sociedades organizadas
estirpes no es la física sino la socio-jurídica: una según estirpes la educación forma parte de la
Repárese ahora en que respecto de los De ahí que la excelencia religiosa que la 23
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monjes los frailes no sólo suponen una cierta Edad Media reconoce sobre todo a clérigos y
monjes tuviera también a menudo el correlato
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urbanización del modelo paradigmático en la
época, sino que significan también una cierta de un estatuto -personal o institucional- socio-
reivindicación de la limosna como categoría económicamente privilegiado y que adoptó las
clave respecto de la autenticidad y perfección formas propias de la época: “... el estamento
de la forma de vida adecuada a la función reli- clerical adquiere en la única civitas o cris-
giosa. Reivindicación esta que como es sabido tiandad una situación social privilegiada, una
cierta intervención en asuntos temporales, o,
dio lugar incluso a enconadísimas disputas teo-
incluso, se convierte en titular de dominios
lógicas e institucionales.
feudales”.13 Pero esta situación es a un
La pobreza ascética e institucional es, pues, tiempo la consecuencia casi inevitable de la
un elemento clave en la incardinación de las forma misma del sistema sociocultural del
funciones religiosas en el medievo, y lo es de medievo, y el problema que gravita sobre su
un modo que puede llamarse acusadamente propia evolución y final disolución: si la ins-
medieval, porque se plantea con la exacer- tancia fun-dante del orden social es religioso-
bación propia de un mundo en el que la sobrenatural, y hay un grupo social que
función y la excelencia religiosa se han encarna la excelencia religioso-sobrenatural,
encarnado, según cierta exclusividad, en un entonces la condición social privilegiada que
se deriva para ese grupo social de su condición
grupo sociológico netamente diferenciado, y
arquetípica, no hace más que exacerbar sus
paradigmático respecto de la plenitud a la que
ansias de plenitud en la forma de una sobrena-
aspira el conjunto del sistema sociocultural. De turalidad opuesta a lo natural, o de una reli-
modo que su condición y posición ineludible- giosidad en oposición a secularidad que res-
mente aristocrática en el sistema sociocultural, guardara su condición arquetípica de la con-
ha de conciliarse con su específica aspiración a fusión con el mundo sociocultural. Y como al
la perfección cristiana, que se entiende mismo tiempo siguen encarnando el ideal de
además como constituyente de un bios dife- la época, éste evoluciona también hacia la
renciado, como una forma de vida sociológica extramundanalidad propia de tales formas de
mente arquetípica. vida, y hacia su crispación coyuntural, que, con
Si antes se dijo que una casta es un linaje momento absoluta respecto de las determina- 25
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ración del orden biológico o de las sociedades categoría esencial en el esquema de inteligibi- 28
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según castas, y del orden sociocultural o de las lidad del medievo, que hemos llamado Huma-
sociedades según estirpes, desembocara en la
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nismo
formación de la primera ‘clase’ social es
Estamental. Ser esencial significa aquí carac-
sentido estricto: aquella a la que accedía para
terizar diferencialmente al sistema sociocul-
ejercer un oficio -el divino-, cuya pertinencia
social generaba su propia posibilidad socioeco- tural, y que éste resulte funcionalmente
nómica -en este caso en forma de limosna-, y inviable sin la forma de relación socioeco-
que es el primer gran atisbo de movilidad nómica que es la limosna. Para terminar de
social en toda nuestra antigüedad. mostrarlo hemos de adentrarnos en la expo-
sición de la segunda de las razones que anun-
Es cierto que, como ha señalado Rafael ciábamos: el orden de la sociedad medieval.
Alvira, hasta la modernidad las distinciones
sociales jurídicamente formalizadas no eran Puede desde luego pensarse que la función
tanto de índole económico u horizontales - social de la limosna queda cumplidamente
como lo son las actuales clases sociales-, sino explicada por razones estratégico-políticas
más bien verticales como la de los estamentos, para la preservación de la condición de privi-
de modo que en una misma división convivían legio de las clases propietarias. En esa línea
distintos estatutos económicos. En ese sentido puede argumentarse que en un mundo
las formas de vida estructuradas en orden a la sometido a tremendas desigualdades, y en el
función religiosa no son tanto la primera clase que las condiciones de vida rondaban siempre
social como el primer gremio profesional; lo patético para buena parte del conjunto
“talleres de Dios” llama San Benito a las comu- social, las donaciones ‘piadosas’ completan la
nidades monásticas. Hay sin embargo dife- eficacia dormidera de la religión para evitar
rencias sustanciales respecto de los gremios violentas convulsiones sociales. Sin duda, dicha
artesanos que ahora no vamos a estudiar, pero utilidad debió de ser aprovechada en el doble
de las que nos ocuparemos en el capítulo III. sentido de apoyar determinadas situaciones de
Damos ya por concluida la exposición de la privilegio, y también de paliar urgentes cala-
primera de las razones en la que fundábamos midades: “A través de la munificencia de los
la propuesta de pensar la limosna como una señores la sociedad realizaba la justicia y
suprimía, dentro de una pobreza generalizada también las misiones propias de cada unidad 29
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christianae fidei”, Hugo San Víctor se expresa fin propio según cierta exclusividad, la san- 32
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en estos términos: “Esta corporación (la de los tidad, que se hace así también excelencia
fieles cristianos) se compone de dos órdenes, sociocultural en el seno de la Christianitas.
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los laicos y los clérigos, que forman los dos “Poseemos un gran número de documentos
lados de un único cuerpo (...). En el que hay -dice Southern- que describen la fundación de
dos vidas: una terrena y otra celestial; una cor- monasterios en el período transcurrido entre
poral y otra espiritual. En los laicos (...) está la el final del siglo X y comienzos del XII, y en
potestad terrena, En los clérigos (…) está la todos ellos se manifiesta el sostenido esfuerzo
potestad divina”. 17 social que se necesitaba para dar existencia a
La limosna es, por tanto, la objetivación un monasterio”. 18 Dicho ‘esfuerzo social’ es
misma de la ordenación del mundo medieval la forma misma de la unidad del sistema de
expresada en forma socio-económica. Las dependencias y complementariedades en el
formas de vida religiosas dependen de ella que la existencia, no ya de un monasterio, sino
correlativamente a su extra-mundaneidad; se de las instituciones mismas que tienen fines
trata de una forma económica (mundana) de religiosos y sobrenaturales, resultan cruciales
posibilitar un tipo de vida no económico para la identidad sociocultural de la Christia-
(extramundano). La segunda de las formas nitas.
epocales del humanismo puede llamarse esta- Nada tiene, pues, de extraño que las institu-
mental porque lo específico suyo -como lo de ciones eclesiásticas fueran las destinatarias de
la limosna- está en la articulación subordinada limosnas y donaciones piadosas cuantiosísimas
de los distintos ordines o estamentos, para y frecuentes durante todo el medievo: “La
configurar un orden (relaciones de subordi- práctica universal del donativo, el sacrificio
nación y complementariedad respecto un fin), ritual (...) y el flujo de donaciones de tierras en
que fuera él mismo cristiano, y pudiera garan- favor de la Iglesia (es) una de las corrientes
tizar a todas las partes que lo integraban el económicas más amplias y más regulares de
acceso al fin último, la salvación, mediante el esta época”.19
cumplimiento de sus misiones propias en tanto Con lo expuesto hasta ahora se deja ver ya
que subordinadas al nuevo orden de la vida con claridad el problemático estatuto sociocul-
religiosa, y al que se piensa como su forma y tural de la aristocracia civil y nobiliaria: la
índole religiosa (santidad y salvación) del pro- tocracia nobiliaria es preciso que nos aden- 33
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grama cristiano tal y como es interpretado en tremos en las formas socio-económicas que
la Edad Media, no sólo estima muy secundaria adoptó el que será el segundo de los esta-
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y subordinada mente el ejercicio de oficios y mentos.
labores útiles, sino también el “decir y hacer” El hecho de que la subordinación funciona]
estricta y solamente cívico-político, esto es, las de los distintos estamentos implique también
formas de vida, aristocráticas. Ambas formas participación, significa que en el seno de la
de vida aristocrática y servil, son simple e insu- Christianitas la cualidad de fiel cristiano pro-
ficientemente histórico-naturales respecto del pende a ser condición necesaria y suficiente
fin que es religioso y sobrenatural. para un cierto estatus de miembro -ciudadano-
El problema se agrava si reparamos en que de las comunidades cristiano medievales. (En
la preeminencia de la aristocracia en el mundo este sentido se mantiene, aunque fundada en
clásico dependía en muy buena medida de que el orden religioso, la ya tardía extensión de la
el modelo antropológico o el programa de ciudadanía romana para los habitantes del
vida con vigencia social, y el fin de dicho pro- Imperio). Esta cierta equiparación u homoge-
grama coincidían; el fin no era nada distinto neización del conjunto de los fieles en el
de una determinada forma de vida, la aristo- medio social de la Cristiandad, deslegitima en
crática. Ahora bien, lo peculiar del sistema muy buena medida los contenidos ético-cultu-
estamental es que el modelo de una vida rales de la distinción entre personas -ciuda-
humana excelente no sólo no se identifica con danos libres- y gentes -siervos esclavos y meros
el fin -que obviamente es la salvación-, sino habitantes cuando son referidas al ámbito
que las distintas formas de vida se ordenan político, de modo que las diferencias entre
según su idoneidad como medios o instru- señores y siervos se desliza durante la prime-ra
mentos respecto de un fin que es distinto de Edad Media hacia factores más netamente
ellas. y en orden al que la extra mundaneidad económicos, tales como las diferencias patri-
se ha hecho paradigmática y criterio de per- moniales.
fección. Ya se apuntó al inicio que la forma feudal
Para comprender debidamente la solución del señorío y la servidumbre reedita buena
medieval a la problemática situación de la aris- parte de los aspectos económicos de la antigua
relación amo-esclavo. Obsérvese que el feudo, con sus donaciones un monasterio (...). En 34
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el dominio de un señor -domine-, es cierta primera fila de gastos hay que situar, por con-
extensión de su casa -domus-, y que no es siguiente, las donaciones religiosas”.20 El
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extraño que sea el ámbito de las relaciones y sacrificio y el adorno, he ahí los dos fines de los
objetivos económicos en un sistema que, como patrimonios nobles. Ya hemos señalado que
el feudal, mantiene buena parte del orden los modelos de vida aristocráticos se caracte-
social clásico. rizan por hacer coincidir una determinada
No obstante en el marco de la Christianitas y forma de vida con el fin de la vida misma. La
del sistema estamental, dicha condición de pri- coincidencia entre fin y forma contiene
vilegio no se justifica por sí sola, y hace falta siempre un impulso estético cuya manifes-
un criterio de legitimación que no puede ser tación más primaria e inmediata es el ornato.
estrictamente económico ni político, porque Pero el adorno tiene que estar conmensurado
ambas misiones cobran legitimidad social en con la grandeza cuya medida es el dar en
tanto que funcionalmente subordinadas. todos sus sentidos: “En la Edad Media ningún
grande cerraba sus graneros a los miserables, y
La subordinación-legitimación de la con- esta generosidad daba lugar a una redistri-
dición económica de la aristocracia nobiliaria bución de los bienes de considerable mag-
viene dada por las múltiples formas de limosna nitud, entre los miembros de la sociedad
y donaciones piadosas en las que se emplean
rural”.21
los patrimonios. En términos económicos
“dar” es la acción aristocrática por excelencia: Ciertamente el “dar” como medida social de
“Todos los grandes señores, desde los reyes a lo que se tiene y de la grandeza es un
los simples castellanos, utilizaban la moneda fenómeno común a todas las aristocracias de
que cobraban o recibían en préstamo para dos la Antigüedad, y hay constancia, por ejemplo,
fines: el sacrificio y el adorno. Todos debían de la importancia de las donaciones patricias
servir a Dios para su propia salvación y para la en el seno de la institución de las clientelas.
del pueblo acogido a su protección. Por consi- También en la Edad Media el decoro de la
guiente daban mucho a las iglesias (...) y no propia grandeza obliga a dar con profusión:
hay un solo señor de alguna importancia que “Ser rico en el siglo XII, al igual que en tiempos
no haya construido una colegiata, mantenido anteriores no obligaba solamente a dar a Dios,
religiosas. La defensa del orbe cristiano en tér- estrictamente conformada en orden a la sal- 37
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minos territoriales y políticos es la misión de las vación. De este modo las virtudes humano
órdenes militares, que, por ello mismo, se cívicas, la excelencia aristocrática, se con-
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hacen también la encarnadura institucional vierten también en virtud y excelencia cris-
del modo de ser propio del estamento noble tianas, con una misión propias, y se encarnan
que termina por vertebrar el orden social en un agente social que al ejercerlas se justifica
medieval. en tanto que tal, el estamento noble.
Repárese ahora en que la limosna es un dar Así relata Huizinga el proyecto de fundación
en el que no acontece la identidad de sujeto y de una orden militar: “La orden representaría,
objeto, es decir, en el que el contenido de la pues, una íntima penetración de los estados
donación no es el principio mismo por el que (religioso y laico) con el gran fin de combatir a
el agente puede dar. Dicha incoincidencia es la los turcos. Los votos serían cuatro. Dos de ellos
razón misma por la que la limosna resulta ser los antiguos votos que compartían los monjes
una forma imperfecta del voto, y, por tanto, y los caballeros de hábito: el de pobreza y el de
también insuficiente en orden a garantizar la obediencia. Pero en lugar del celibato
excelencia sociocultural de las aristocracias absoluto pone Philippe de Mezieres la castidad
nobiliarias cuando tal excelencia tiene una conyugal, pues quería que estuviese permitido
consistencia religioso-sobrenatural, la san- el matrimonio por las razones prácticas de exi-
tidad. girlo así el clima oriental y de que la orden
En este contexto las distintas órdenes son resultara más deseable. El cuarto voto, desco-
manifestación de algo crucial para nosotros: nocido para las órdenes anteriores, es la
de la exigencia que sintió la aristocracia summa perfectio, la suprema perfección moral
política y económica por subordinar-legitimar de la persona. En la imagen multicolor de una
sus funciones, e incluso sus objetivos militares orden militar confluían, pues, todos los
a fines religiosos (Tierra Santa para las cru- ideales, desde los políticos hasta la aspiración
zadas, por ejemplo). Y que al hacerlo tomó las a salvarse”.24
formas de lo que hemos venido llamando el Que del conjunto de votos se excluya el
tipo de vida religioso-monacal, el que celibato no tiene, sin embargo, como única
encarnaba el programa de una vida humana explicación que la orden -resultara más
vías e modos se pierde su gran alteza en esta estamental; las utilidades de labores y oficios 41
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nómicamente hablando significa que hay que La vieja distinción griega entre praxis-acción 42
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ampliar la tesis aristotélica tal y como lo hizo y poiesis-producción, y sus correlatos sociales
como clases libres y serviles, junto con la preva-
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Sto. Tomás: “cuanto podemos hacer por
nuestros amigos, lo podemos hacer por lencia del ideal religioso-monástico, han ter-
nosotros mismos, ya que lo de nuestros amigos minado, pues, por consumar de nuevo la
es nuestro”. 26 escisión entre las formas serviles de vida, y los
ordines de los hombres libres, ya sea según la
El doble sentido en que los tres estamentos forma del cuerpo (patrimonio-estirpe) para los
resultan dependientes entre sí, es proclamado, miles Christi, o según la forma del espíritu
a menudo incluso por autoridades eclesiás- (limosna-voto) para los servi Dei. Oratores y
ticas, como el modo de ser propio de las socie- bellatores velan para que el inerme vulgus
dades humanas. Hacia el 1036 el obispo acceda a los bienes sobrenaturales, bien en su
Gerardo de Cambrai describió los sistemas de forma eterna -la iglesia triunfante-, bien en su
dependencias estamentales con la convicción forma terrena según la concepción medieval,
de un hombre de su época: “Desde sus orí- esto es, la Iglesia militante (terrena) como con-
genes el género humano ha estado dividido en figuradora de un orden sociocultural, la cris-
tres: éstos rezan, aquéllos combaten, los tiandad. En cualquier caso el inerme vulgus
últimos trabajan. Y todos se ayudan unos a conforma su vida según una actividad,
otros. Cuando, sin preocupaciones por los laborare, que no se piensa que pueda reportar
asuntos temporales, los sacerdotes elevan su un perfeccionamiento intrínseca y específica-
alma a Dios, deben a los soldados estar dedi- mente humano.
cados a su función y a los campesinos el Tales relaciones de interdependencia entre
encontrar con que subsistir. Los campesinos, a los estamentos dejan ver al sistema cultural
su vez, son llevados hacia Dios por las ora- medieval como un denodado esfuerzo por
ciones y defendidos por las almas de los sol- conciliar las inspiraciones de la fe cristiana y de
dados. Los soldados en fin, se alimentan de las la antigüedad clásica. justo lo que, no a salvo
rentas de los campesinos y obtienen por la de cierta paradoja, constituyó más tarde el
intercesión de los sacerdotes el perdón de los impulso básico de la reacción renacentista
excesos de sus armas”. 27 contra la cultura medieval.
Mas hay virtudes activas y contemplativas; y de riquezas. Así es como quedan configuradas 45
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ambas necesitan de los bienes externos de tres esferas diversas de actividad cuya diso-
diversa manera. Pues las contemplativas nece- ciación gravita todavía hoy sobre la confor-
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sitan dichos bienes sólo para el sustento del mación de nuestras sociedades.
cuerpo; en cambio las activas los necesitan no
sólo para ello, sino también para ayudar a
quienes conviven con uno. Desde este punto NOTA BIOGRAFICA
de vista puede también considerarse la vida Higinio Marín es profesor Ayudante del
contemplativa como más perfecta, ya que Departamento de Antropología y Psicología
necesita menos de lo externo; y este tipo de en la Universidad de Navarra, y miembro del
vida es el que siguen quienes se entregan Departamento de Investigación del Seminario
totalmente al servicio del Señor, y es el que Permanente Empresa y Humanismo.
recomienda el consejo del Evangelio”.31
No se trata ahora de discutir la tesis ético-
psicológica que contienen las líneas prece-
dentes, sino de reparar en que es el punto de
vista que desarrollan el que prevaleció en la
conformación del sistema sociocultural
medieval, y de lo que nosotros hemos llamado
el Humanismo Estamental; de modo que la
organización de las comunidades estamentales
es una trasposición de dicha tesis ético-psico-
lógica al orden sociopolítico: si es a los reli-
giosos a quienes compete el ejercicio de las vir-
tudes contemplativas, y a la nobleza medieval
el desarrollo de las virtudes activas... ¿Qué
resta para el inerme vulgus? Pues nada más
que las destrezas periciales y útiles respecto de
la satisfacción de necesidades y la adquisición
* El presente es la segunda parte de un nueva forma de comunidad que son las socie- 46
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estudio más amplio sobre las “formas epocales dades medievales, precisamente porque en
del humanismo”: el estudio epocal de los dis- ellas el orden fundante es el religioso, y los
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tintos sistemas socioculturales de nuestra tra- siervos pueden venerar y honrar su origen, es
dición y en cuanto que polarizados a la reali- decir, son capaces de piedad y honor, aunque,
zación de un modelo antropológico. Se trata, eso sí, con unas restricciones que vamos a
pues, de un resultado parcial en el que, a estudiar, y en las que el mundo medieval es
menudo, se hace referencia a partes todavía más propiamente deudor del mundo antiguo
no publicadas . La primera parte, el “Huma- que de la doctrina cristiana de salvación.
nismo Aristocrático” ha sido publicada en esta 8. “El hombre medieval”. Alianza, Madrid
colección de cuadernos con el número 33. 1990, p. 95.
1. Southern, R,W., “La formación de la Edad 9. Es necesario advertir que los paralelismos
Media”. Rev. de Occidente, Madrid 1955, p. que se establecen en el plano cultural no son
117. sino perspectivas parciales e insuficientes res-
2. Dawson, Ch., “Ensayos acerca de la Edad pecto al contenido religioso y sobrenatural del
Media”. Aguilar, Madrid 1956, p. 104, cristianismo. Desde la filosofía de la cultura no
se puede dar razón de lo que es una religión,
3. Dawson, Ch., op. cit., p. 95. sino de su estatuto o función sociocultural,
4. Dawson, Ch., op. cit., p. 86. ahora bien, la religión por definición no es una
función social ni cultural, aunque las implique.
5. “El hombre medieval”. Alianza, Madrid
Pretender que el punto de vista cultural es per-
1990, p. 78.
tinente para dar razón de una religión en
6. Dawson, Ch., op. cit., p. 97. tanto que tal, es tanto como afirmar que la
7. Que el estatuto de la ciudadanía pro- religión es en esencia un producto humano, lo
penda durante la Edad Media a asimilarse con que no sólo incapacita para la comprensión del
un estatuto socioeclesial, la condición de fiel, hecho religioso, sino que distorsiona el análisis
significa que el fiel cristiano-medieval que es mismo de su dimensión cultural.
un mero siervo en el orden socioeconómico, 10. “Regla” de S. Benito, Cap, XLVIII, B.A.C.
goza, sin embargo, de la ciudadanía en la Madrid 1974.