Вы находитесь на странице: 1из 3

Buena tarde Asesora y compañeros.

Una política pública puede definirse como el curso de


distintas acciones encaminadas a lograr resultados eficientes por parte del Gobierno para
resolver determinado problema, en este proceso intervienen distintos actores sociales y se
suscitan conflictos de intereses; la elección del curso de acción a seguir dependerá de la
capacidad de negociación de los actores involucrados. La selección de este curso involucra
recursos: financieros, humanos, políticos y organizacionales – y programas de Gobierno,
resultan ambiguos e incipientes para ser aplicados al ámbito dinámico de la TIC. En México,
la planeación aún constituye el principal instrumento para la formulación de programas y
estrategias de desarrollo, según se indica en el Artículo 26 de la Constitución Política
Mexicana. Las particularidades del sistema están contenidas en La Ley de Planeación cuyo
principal énfasis es el establecimiento de objetivos y metas, sin que se considere en lo
específico a la prospectiva, – que no es una proyección del pasado hacia el futuro, sino el
diseño del futuro a partir del futuro mismo y su proyección hacia el presente a través de
estrategias y proyectos de investigación para la toma de decisiones y ejecución de tareas
en el presente – y al impacto del contexto, que para el desarrollo de políticas públicas como
serían aquéllas asociadas al uso de la TIC es fundamental, ya que la ausencia de una visión
prospectiva e integral en torno a la Sociedad de la Información, ha contribuido a acentuar
la brecha digital del país.

Un ejemplo de ello lo es el desarrollo de políticas para impulsar el uso de la TIC en donde


es posible identificar dos momentos en la formulación e instrumentación de este tipo de
programas, pero de manera desarticulada. El primer momento se da con el Programa de
Desarrollo Informático 1995 – 2000, (PDI), el cual ha constituido el único programa de la
TIC que se ha tenido en el país desde que las instituciones públicas han incorporado las
herramientas informáticas a sus procesos de gestión. El segundo momento se da con el
Sistema Nacional e-México, a partir de 2001.

Si bien el Sistema Nacional e-México ha permanecido como parte de una estrategia que
desarrolló el Gobierno en 2001 en materia de conectividad, los temas incorporados en el
PDI relativos a la formación de recursos humanos, desarrollo científico y tecnológico, y de
digitalización de servicios públicos, que en su momento sentaron las bases para el
desarrollo del Gobierno Electrónico, pasaron desapercibidos durante seis años, de 2001 a
2006 y apenas en 2009 comienzan a ser retomados como temas de vanguardia en la
formulación de estrategias de dicho Gobierno, y es en junio de 2013 que se aprueba la
reforma del Artículo 6° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en
donde se establece que: “El Estado garantizará el derecho de acceso a las tecnologías de
la información y comunicación, así como a los servicios de radiodifusión y
telecomunicaciones, incluido el de banda ancha e internet.”

Sin embargo, dentro de este artículo se considera que para que el Estado pueda
garantizar el derecho de acceso a las TIC, tendría que garantizar el acceso a la igualdad
social.

Dentro de este ordenamiento, la prospectiva se aprecia como un instrumento lejano a la


propia formulación de políticas públicas y no constituye una herramienta per se para la
continuidad y evaluación de programas en distintos periodos de Gobierno a fin de que
éstos puedan consolidarse y mostrar resultados convincentes.
Otro importante vacío del marco jurídico de la Administración Pública es el relativo a la
formulación y evaluación de los programas. La Ley de Planeación faculta al Ejecutivo para
que establezca, de manera general, los procedimientos de participación y consulta
popular en el Sistema Nacional de Planeación Democrática, y los criterios, sin que se
describan a detalle, para la formulación, instrumentación, control y evaluación del plan y
los programas de desarrollo, según se indica en el Artículo 4º de la Ley: “Es
responsabilidad del Ejecutivo Federal conducir la planeación nacional del desarrollo con la
participación democrática de los grupos sociales, de conformidad con lo dispuesto en
dicha Ley.”

Y no queda explícita la forma en la cual se procederá cuando la evaluación de dichos


resultados no sea convincente, o bien, cuál será la responsabilidad del Ejecutivo y de las
instituciones responsables de los programas para valorar dichos resultados o los procesos
de Planeación en la Ley contenidos. Esta generalidad con la que se evalúan los
programas en parte responde a que la evaluación asume formas diferentes según el
abanico de posibilidades metodológicas como pueden ser: el análisis costo – beneficio; el
análisis costo –efectividad; la evaluación de la eficacia y de la eficiencia; la evaluación
externa, interna, formativa o de impacto; la evaluación conclusiva; o bien, una evaluación
de programas, la cual cabe definir como aquélla que implica el uso de métodos científicos
y técnicos para medir el grado de ejecución y los resultados de los programas o políticas
en referencia al proceso de toma de decisiones.

La evaluación de programas y políticas públicas constituye un instrumento esencial para


la provisión de información a los decisores y responsables políticos, los cuales recurren a
su uso con el fin de potenciar y maximizar la acción de gobierno en los diferentes ámbitos
administrativos (local, regional, estatal)

Sin embargo, ni dentro de la Constitución, ni dentro de la Ley de Planeación queda


implícita la responsabilidad de los actores políticos frente a los resultados esperados y
obtenidos, como tampoco los aspectos que en los específico deberán considerarse para
la evaluación. Frente al vacío que presenta la evaluación de programas de gobierno en
México, que más bien parece confundirse como el seguimiento de los resultados de los
programas, instituciones académicas y privadas ofertan metodologías para la evaluación.
Los incipientes instrumentos de evaluación de programas ofertados por el Gobierno
implican altos costos y falta de continuidad en los programas.

Si bien en 2005 se creó la Comisión Intersecretarial para el Desarrollo del Gobierno


Electrónico con el objetivo de promover y consolidar el uso y aprovechamiento de las TIC
en la Administración Pública Federal, al 2009 no existe un Programa Nacional que guíe el
desarrollo de las TIC; el Sistema e-México ha perdido popularidad debido a los incipientes
resultados que en materia de conectividad han tenido las localidades del país debido a su
compleja geografía y diversidad social y cultural, y no se conoce con claridad cuál es la
orientación de la Comisión. Mientras los esfuerzos iniciados en el PDI han quedado
ocultos, la nueva propuesta para el 2012 en adelante se centra en la conectividad, como
un aspecto sustantivo para instrumentar políticas de TIC y con ello disminuir la brecha
digital.

En suma, la Ley de Planeación con su énfasis específico en objetivos y metas ha


resultado hasta ahora un instrumento normativo obsoleto para formular programas de TIC
en horizontes de mediano y largo plazo. Desde la perspectiva de la Ley hay pocos
elementos para visualizar el impacto presente y futuro de la Sociedad de la Información,
así como la importancia de la continuidad de programas estratégicos. Una política pública
eficiente deberá contener una clara orientación y previsión de resultados. Existes diversos
criterios para evaluar una política pública pero van a depender de las instituciones u
organizaciones que la instrumenten.

Una forma es mediante la evaluación los resultados obtenidos a partir de la


instrumentación si son más positivos y que el número de beneficios sea mayor y el
número de beneficiados. Otro criterio es mediante el Óptimo de Paretto que es medir que
el número de beneficiados sea mayor al número de perjudicados, el más utilizado de los
criterios en el ámbito de la Administración Pública son los indicadores de gestión
(cuantificación de resultados). Instrumentar sistemas de control de gestión eficientes
implica avanzar en la estandarización de actividades tanto a nivel federal como estatal y
municipal, así como la existencia de una capacidad de gestión política consensuada y
eficiente dentro de las organizaciones.

Вам также может понравиться