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c) La experiencia cristiana
El cristianismo no se contenta con postular la existencia de Dios,
sino que cree que éste se ha manifestado en el tiempo y que se le
pt1ede alcanzar en virtud de tina com11nicació11 concreta, aseg11rada
por la Escritura y los sacramentos.
Lo que vivieron, expresaron y transmitieron los discípulos de
Jesús es el testimonio de una experiencia que basada en la percep-
ción directa e irrepetible de los acontecimientos de la Encarnación,
asumió su significado de una experiencia situada en otro nivel y lla-
mada por eso mismo experiencia de fe. Es un salto cualitativo dic-
tado por una evidencia interior, que es definida por Juan como don
del Padre (Jn. 6,65) y que es experiencia vital de la presencia del
Espíritu; sin ella ni siquiera los testigos oculares habrían podido
pasar del Cristo histórico al Hijo de Dios.
a) La Sagrada Escritura
Es la fuente primordial y más completa de la T. E. Este valor se
fundamenta en la relación tan íntima que existe entre la revelación
objetiva y la resonancia humana de esta revelación; en el privilegio
que tienen los hombres de Dios de expresar de modo inefable la expe·
riencia espiritual auténtica, en relación a Cristo, «todo lo que Jesús
hizo y enseñó desde el principio» (Hch 1,1). La Palabra de Dios en la
Escritura es una invitación directa al diálogo y suscita aquella res·
puesta espiritual que muchas veces es para nosotros el comienzo y
la consolidación de la vida espiritual personal.
b) La experiencia de la Iglesia
La experiencia cualificada de los santos, de los místicos. Ellos son
objeto de la teología espiritual y al mismo tiempo fuentes de un tra-
bajo. Son expresión de una «teología narrativa» en sus autobiogra-
fías. A esto también se unen los relatos hagiográficos. Todo ello pone
de manifiesto que Dios sigue actuando en la vida de los hombres y
mujeres, su 11istoria ele salvación.
c) Las ciencias humanas
Todo lo que se refiere a un conocimiento más profundo de la
naturaleza humana y de su dinamismo vital será una ayuda para la
T. E.
En primer lugar la psicologia general en sus formas más
modernas: la psicología de lo profundo y la psicopatología.
También las ciencias sociales: la sociología, la psicología social,
la fenomenología de la religión.
Todo ello sirve para construir una espiritualidad encarnada y
realista, que tenga en cuenta las alegrías y las tristezas de nuestro
mundo.
6.- PROBLEMATICA
1
A. STOLZ, Teología de la nzística, IVIadrid, Rialp, 1952.
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pero e11 teología espiritual, no. Es más, en esta n1ateria solen1os co11-
fiar en n11estro propio criterio.
Si el subjetivismo es una constante hoy en día, mucho más se da
en temas referentes a la espiritualidad o a la moral, es decir, en todo
lo relativo a la teología práctica.
Y junto al subjetivismo está el individualismo, la insolidaridad,
la superficialidad y un largo etc. que lo que hacen es fomentar Ja ten-
dencia al mínimo esfuerzo y al no-compromiso.
Es más, lo que prima hoy es el éxito a través de lo fácil o lo
cómodo. En cambio la vida espiritual demanda esfuerzo, tener
opciones y no meras disposiciones, ideales por encima ele los inte-
reses, el compromiso que vence a la inestabilidad, el mirar a un más
allá frente al pragmatismo. etc.
Necesitamos pues:
1" Un estudio serio, que permita personalizar Ja fe mediante la
meditación y la escucha ele la Palabra en la oración y en la comunión
ele la Iglesia, sin olvidar el papel pedagógíca que encierra la liturgia.
2" La necesidad ele un diálogo fecundo entre fe y cultura y para
ello es necesario que halla amigos fuertes ele Dios y amigos fuertes
ele este mundo. Una doble fidelidad que encuentra toda su verdadera
expresión en la persona de Jesucristo.
3" Avivar el deseo, la necesidad y la práctica de la oración, sobre
todo en la modalidad de lectio divina, que nos permite vivir y
expresar Ja experiencia de Dios y que nos sitúa en la perspectiva de
la nueva evangelización.
4" la superación del pecado como raíz de todo mal y no solo en su
vertiente personal sino social y estructural.
5" Acudir a los especialistas. Hoy en día los hay en todos los cen-
tros de estudios teológicos y Facultades de teología.
6" Conocer los diferentes autores y escuelas. La espiritualidad
cristiana es única pero se expresa en una rica diversidad de formas,
dando lugar a diferentes escuelas:
-La do1ninicana
Su fundamento está en el momento cultural en el que nace, en el
que destaca la supremacía del entendimiento sobre la voluntad.
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-La carmelitana
Basada en los graneles místicos: Santa Teresa y San Juan ele la
Cruz. Se llega a la unión con Dios por la oración y la contemplación.
En los años más recientes, se ha continuado haciendo esta lec-
tura del carisma, dentro del contexto histórico ele la época que nos
está tocando vivir. La sensibilidad ele la Orden hacia el valor ele la
contemplación se ha enfocado como respuesta al mundo globalizado
y atravesado por el dolor y la violencia, que reclama nuestro profe-
tismo. Contemplación significa, ahora, buscar y encontrar al Señor,
escuchando su voz, discerniendo su voluntad y tratando ele ver las
cosas desde su punto ele vista. Hacer crecer la dimensión contempla-
tiva quiere decir dejarse transformar por el Espíritu, en un camino
continuo y gradual de transformación hacia la conformación con
Cristo, muerto y resucitado, para llegar a la plenitud ele madurez en
la cooperación con Él en su proyecto ele salvación.
-La jesuítica
Basada en los ejercicios ele S. Ignacio su fundamento está en la
cultura humanista y renacentista que se pronuncia por la dignidad
del hombre. El hombre nace para servir, alabar y dar gloria a Dios.
Lo que no propicie esto ha ele ser rechazado y se centra en Jesucristo
obediente al Padre hasta la muerte por los hombres.
Al mismo tiempo, la espiritualidad ignaciana es realista. El
mundo al que se enfrentó Cristo era también un mundo ele crueldad,
injusticia, y ele abuso ele poder y autoridad. Por consiguiente, la espi-
ritualidad jesuítica afirma nuestro potencial humano, pero también
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-La sacerdotal
Después del Concilio Vaticano II se ha profundizado mucho en la
espiritualidad propia del sacerdote secular.
Son características de la espiritualidad sacerdotal:
• La actitud ele servicio sin privilegios ni ventajas humanas (PO
1,13; LG 24).
· La relación y diferencia respecto a la espiritualidad clel laicaclo
y del sacerdocio común ele los fieles (PO 6,9).
La atención especial a la eucaristía como «fuente y culmen ele
toda la evangelización» (PO 5),
La docilidad a la acción del Espíritu Santo (PO 2,6- 7 ,9-15,17-
18,22).
• La actitud mariana del sacerdote (PO 18),
I..ia arn1onía e11tre la ~<di1nensión sagrada y 1nisionera» (PO 12-
1<1),
La corresponsabilidad en la comunión eclesial (PO 7 9).
En casi todos los estudios posconciliares se subraya la conexión
ele todos estos temas con su principio fontal: Cristo Sacerdote que se
prolonga en la Iglesia. Una lectura atenta del decreto Presbyterorum
Ordinis pone ele relieve la persona ele Cristo, ele cuyo sacerdocio par-
ticipa especialmente el sacerdote ministro para prolongarle en la
Iglesia y en el mundo, en sintonía ele amistad y ele seguimiento.
-La laica!
Los nuevos movimientos eclesiales Han impulsado la espiritua-
lidad propia del cristiano que vive en medio de las realidades tem-
porales.
• Un primer aspecto general es la experiencia secular ele Dios. El
laico encarna de manera especial, o plena, la dimensión
78 JOSÉ ANTONIO HEREDIA OTERO. O.P
7.- BIBL!OGHAFÍA
Manuales
ArnvIANN, J., OP, Spiritu.al Theology, Sheed and Ward, Lonclon 1980
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BELDA, M., Guiados por el Espíritu de Dios, Madrid, Palabra, 2006.
BEHNARD, C. A, SJ, Teología Espiritual, Madrid, Atenas, 1994 (edi-
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ILLANES, J. L., Tratado de Teología Espiritual, Pamplona, EUNSA,
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Rmz SALVADOH, F., OCD, Caminos del espíritu. Compendio de Teo-
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WEISMAYEH, J., Vida cristiana en plenitud, PPC, Madrid 1990 (edi-
ción original: Leben in fülle, Innsbruck, Verlag Anstalt Tyrolia,
1983).
LA TEOLOGÍA ESP[]UTUAL, HOY 79
Lecturas recomendadas
Catecismo de la Iglesia Católica, parte III, cap. 3, art. 2, nn. 2012-
2016; parte IV, nn. 2759-2865.
Concilio Vaticano II, Const. Dogm. Lumen gentiwn, cap. IV y V:
Decreto Apostolicamactuositatem, nn. 2-4, Decreto Presbyteroru-
mordinis, nn. 12-14.
Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta Orationis formas
(15.X. 1989).
Juan Pablo II, Exhortaciones Apostólicas Christifideleslaici (30-XII-
1988), Pastores dabovobis (25-III-1992), y Vita consacrata (25-
III-1996).
Nicolás Cabasilas (1320-1391), La vida en Cristo.
S. Agustín (354-430), Las confesiones.
S. Buenaventura (1217-1274). Itinerariwnmentis in Deum.
S. Francisco de Sales (1567-1622), Introducción a la vida devota.
S. Gregorio de Nisa(335-394), Sobre la vida de Moisés
S. Ignacio de Antioquia (?ca. 110): Epístola a los Romanos; Epístola
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S. Teresa ele Jesús (1515-1582), Las moradas.
Sto. Tomas de Aquino (1225-1274), Suma Teológica, II-II, qq 8, 14,
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Sta. Teresa del Niño Jesús (1873-1897), Historia de un alma
(manuscritos autobiográficos).
Obras de consulta
ANCILLI, E. (dir.), Diccionario de Espiritualidad, 3 tomos, Herder,
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nario Enciclopedico di Spirituolitó, 3 vol., Roma, Citta Nuova
Editrice, 1990).
BoUYEll, L., Introducción a la vida espiritual, Barcelona, Herder,
1964 (edición original: Introduction a la vie spirituelle, Tournai,
Desclée, 1960).
GAllCIA, C., Corrientes nuevas de Teología espiritual, Madrid, Stu-
dium, 1971.
Facultad de Teología San Vicente Ferrer
SECCIÓN PADRES DOMINICOS
Enero-Abril
Vol. LVI 2012 Núm. 166
VALENCIA