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Teología Espiritual LVI (2012)

LA TEOLOGÍA ESPIRITUAL, HOY

José Antonio HEREDIA OTERO, O.P.


Facultad de Teología (1 7alencia)

RESU?vlEN: La Teología Espiritual. surge como expresión de una


tnayor homogeneidad entre la experiencia mística y el itinerario espi·
ritual cristiano cuyo ((objeto)) es la vida del cristiano en cuanto «vida
espiritual)), en la que hallan lugar y unificación tanto el discurso
i(ascético>i como el «místicol>. Ante las diferentes for1nas de acometer
el tralmjo, hoy está claro que frente al subjetivismo, el individualis1no,
la insolidaridad, la superficialidad ... se iinpone un estudio serio,
interdisciplinar y que tenga en cuenta las diferentes tradiciones o
escuelas.

ADSTRACT: Spiritual theology emerges as expression of a greater


hornogeneity between the mystical experience and the Christian spiri-
tual itinerary <Üntended» as the life of the Christian as <(spiritual life»,
in which are placed and uniílcated «ascetic» speech as well as the
<(Mystic)) one. In the face of different forrns ofundertake the \Vork, today
is clear that against subjectivisrn, individualisn1, unfairness, superfi-
ciality ... it is irnposed a serious, interdisciplinary study taking into
account the different traditions or schoo1s.
Es importante andar bien el camino de la vida y llegar a la meta.
Conocer los obstáculos y los medios con los que se cuenta para ser
santos. Todo esto nos lo proporciona la Teología Espiritual.

l.- LA TEOLOGÍA ESPIRITUAL EN NUESTROS DÍAS


El resorte fundamental lo constituye, el fenómeno que a finales
del 1800 surgíó en el mundo católico y que se denomina «movimiento
místico», caracterizado, de un lado, por la necesidad de encontrar los
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fundamentos, Jos horizontes dogmáticos (gracia santificante/-inha-


bitación, primero: cuerpo místico/iglesia, sacramentos/liturgia, des-
pués) de la vida «interion> o «espirituab>, y, ele afro, por su atención
a la experiencia contemplativo-mística como figura concreta y piedra
de toqlle de la perfección cristiana ya co11seguicla o qt1e 11a de conse-
gt11rse.
Este «movimíe11ton, au11que no nació de la teología, atrajo la ate11-
ción de Jos teólogos, a nivel de trabajos monográfico-divulgativos que
ele tratados formalmente académicos o institucionales.
Junto al empuje originado por el movimiento místico, con la
espontánea convergencia! reencontrada y vivida, e11tre exigencia-
experiencia interior y teología, no ha de olvidarse tampoco la pre-
sencia e incidencia de un impulso netamente institucional, que se
tradujo en la creación (Pío XI, Const. Deus scientiarwnDominus, 24-
5-1931) de una cátedra expresa en las facultades teológicas: el
ámbito de esta cátedra debía abarcar la ascética como «disciplina
auxiliar» y la 111ística como u11a más de las disciplinas «especiales»,
según terminología de entonces. Pero pronto se vio que el valor de
este modelo era relativo, y de poco alcance, pero seguía en pie, su
aspecto sustancial, es decir, la institt1cionalizacíó11 de la enseña11za
de una «teología» que debía ocuparse de la realidad, de los fermentos
y de las discusio11es que i1acía11 del «n1ovi111ie11to 111ístico)>. Esto no
podía menos de alentar la producción bibliográfica pero, al mismo
tiempo, podía favorecer el discurso propiamente metodológico, ya en
sí mismo (cuál es y cuál debe ser el método propio de esta «teología»),
ya al confrontarse con las demás disciplinas teológicas, y más imne-
diatamente con la teología moral.

2.- ÜBJETO DE ESTUDIO


El objeto de la Teología Espiritual es la vida cristiana en cuanto
que se convierte en proyecto personal: hasta «llegar a ser adultos
en Cristo». Y persona espiritual es aquella, liberada por el espíritu,
que hace el «camino cristiano» hasta llegar a la perfección o san-
tidad.
Esta vida supone 11na «experiencia» de Dios y s11 misterio, perciM
bido e11 lo interior, con10 existente y act11ante y co1110 salvador en la
historia. Para que esa experiencia de Dios sea completa y tenga la
iníni111a gara11tía de veracidad, no p11ede reducirse a lo n1eran1ente
personal, y mucho menos a un quehacer interiorizado; sino que
LA TEOLOGiA ESPIRITUAL, HOY GH

empuja a la transformación del mundo, y ele la historia y a la libera-


ción del pecado personal y estructural.
Llegamos así a una definición ele teología espiritual: La disci-
plina que, basada en los principios de la revelación, estudia la expe-
riencia espiritual cristiana, describe su desarrollo progresivo y da a
conocer sus estructuras J' sus le.yes.
Los elementos ele la T. E. se refieren a la Revelación y a las ela-
boraciones teológicas que ataüen a la vida sobrenatural comunicada
por Dios. Es decir, trata ele Dios, ele cuya vida participa el hombre, y
del hombre que está en relación con Dios, principio y fin ele la vida
sobrenatural.
El progreso ele la vida espiritual sigue una cierta lógica que la T,
E. tiene la misión ele descubrir y estudiar, como lo harán los graneles
maestros ele espiritualiclacl,

3,- QUÉ SE ENTIENDE POR EXPERIENCIA ESPIRITUAL


a) Noción general ele experiencia
En su sentido más amplio la palabra experiencia significa un
contacto con la realidad, a través del cual se forma la persona o se
construye u11a ciencia.
Se habla ele experiencia solamente donde se verifica, un hecho
que no puede reducirse a la construcción ele la mente.
La experiencia no es una deducción intelectual. Es algo vital que
se padece en la propia carne, La experiencia surge ele la vida y
vuelve a la vida. Pero no vuelve corno fue. La persona es ya distinta,
ha cambiado.
h) La experiencia religiosa
La noción ele experiencia religiosa se refiere a la posibilidad ele
tener un contacto con la realidad trascendente. Pertenece al ámbito
ele la conciencia personal y no es repetible ni tampoco propiamente
verificable. Está ligada al contacto con la realidad del mundo espiri-
tual y a la disposición o la capacidad ele interioridad, en cuanto que
implica una actitud ele pasividad y ele receptividad voluntaria, esen-
cial para que se garantice a la experiencia una suficiente indepen-
dencia ele las estructuras culturales y subjetivas.
70 JOSÉ ANTONIO lfüHEDrA OTERO, O.P

c) La experiencia cristiana
El cristianismo no se contenta con postular la existencia de Dios,
sino que cree que éste se ha manifestado en el tiempo y que se le
pt1ede alcanzar en virtud de tina com11nicació11 concreta, aseg11rada
por la Escritura y los sacramentos.
Lo que vivieron, expresaron y transmitieron los discípulos de
Jesús es el testimonio de una experiencia que basada en la percep-
ción directa e irrepetible de los acontecimientos de la Encarnación,
asumió su significado de una experiencia situada en otro nivel y lla-
mada por eso mismo experiencia de fe. Es un salto cualitativo dic-
tado por una evidencia interior, que es definida por Juan como don
del Padre (Jn. 6,65) y que es experiencia vital de la presencia del
Espíritu; sin ella ni siquiera los testigos oculares habrían podido
pasar del Cristo histórico al Hijo de Dios.

4.- EL MÉTODO DE LA TEOLOGÍA ESPIRITUAL

Puesto que la T. E. depende de la teología dogmática y posee al


mismo tiempo como propio el terreno de la experiencia, su método
participará poi- un lado de la reflexión sobre la experiencia y por otro
de las tesis teológicas.
El método inductivo, descriptivo, tiene en cuenta la experiencia
cualificada de los místicos, articulado en los principios dogmáticos,
para que no se quede en mera psicología experimental. Es evidente
además que hoy la T. E. no puede prescindir de las ciencias humanas
como la psicología, la sociología, la historia. Es menester que el teó-
logo confronte las descripciones con los datos científicos, para dis-
cernir mejor el valor de las experiencias descritas.
Cuenta además con los «signos ele los tiempos», con la historia
real del hombre y ele la mujer. Se parte ele ella, se analiza, se estudia,
se discierne, para que sea iluminada por Cristo, Palabra revelada.
El método deductivo, analiza el contenido ele la Revelación
(Escritura, Tradición) donde se manifiesta la voluntad de Dios para
el hombre y la mujer concretos, se!lalándole un camino coherente
con su fe, exigiéndole una respuesta.
En definitiva, un método integral o mixto, que trata ele iluminar
la praxis del hombre y del mundo. Esta es la función ele la T. E., fun-
dada en una nueva forma de hacer teología, con un método integral
o mixto. Otro tipo ele espiritualidad no es plausible hoy.
LA TEOLOGÍA ESPIRITUAL, HOY 71

5.- LAS FUENTES DE LA TEOLOGÍA ESPIR!TUAL

a) La Sagrada Escritura
Es la fuente primordial y más completa de la T. E. Este valor se
fundamenta en la relación tan íntima que existe entre la revelación
objetiva y la resonancia humana de esta revelación; en el privilegio
que tienen los hombres de Dios de expresar de modo inefable la expe·
riencia espiritual auténtica, en relación a Cristo, «todo lo que Jesús
hizo y enseñó desde el principio» (Hch 1,1). La Palabra de Dios en la
Escritura es una invitación directa al diálogo y suscita aquella res·
puesta espiritual que muchas veces es para nosotros el comienzo y
la consolidación de la vida espiritual personal.
b) La experiencia de la Iglesia
La experiencia cualificada de los santos, de los místicos. Ellos son
objeto de la teología espiritual y al mismo tiempo fuentes de un tra-
bajo. Son expresión de una «teología narrativa» en sus autobiogra-
fías. A esto también se unen los relatos hagiográficos. Todo ello pone
de manifiesto que Dios sigue actuando en la vida de los hombres y
mujeres, su 11istoria ele salvación.
c) Las ciencias humanas
Todo lo que se refiere a un conocimiento más profundo de la
naturaleza humana y de su dinamismo vital será una ayuda para la
T. E.
En primer lugar la psicologia general en sus formas más
modernas: la psicología de lo profundo y la psicopatología.
También las ciencias sociales: la sociología, la psicología social,
la fenomenología de la religión.
Todo ello sirve para construir una espiritualidad encarnada y
realista, que tenga en cuenta las alegrías y las tristezas de nuestro
mundo.

6.- PROBLEMATICA

a) Como ya se ha apuntado, el primer problema de contenido, y el


más debatido, fue el de la «mística»; no sólo ni tanto en sí misma
cuanto por su relación con el itinerario interior o espiritual y, por
ello, con el problema de la perfección. Técnicamente, este discurso
podía formularse, y de hecho así se hacía también, en términos de
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relació11 e11tre «ascética» y «n1ística» ¿l1a de st1po11erse no sólo la


índole extraordinaria de la mística, sino también cierta heteroge-
neidad entre el momento ascético y el místico?
La recuperación del sentido de la homogeneidad no-necesaria
e11tre la experiencia n1ística y el itinerario espiritt1al cristiano, expre~ ,
sable esencialmente en términos teologales, hacía problemático que i
se constituyeran dos manuales dístintos (antes, quizá, que dos cáte-
dras distintas), uno para la ascética y otro para la mística. Por otra
parte, s11 tu1ificación pt1ran1e11te n1aterial no respo11día al estado real
de la reflexión. Así se explica que se prefiriera adoptar un término
que no sólo parecía más tradicionalmente cristiano (bíblico), sino que
abría una perspectiva más profunda e iba más allá del «status quaes-
tionis». Nos referimos al término Teología Espiritual, cuyo «objeto»
es la vida del cristiano en cuanto «vida espiritual», en la que hallan
lugar y t1r1ificación tanto el discurso «ascético» con10 el «místico».
Naturalmente, de esta forma el discurso se esclarecía únicamente en
su aspecto interno y, a11tes o después, sería i1'1evitable preg1111tarse
en qué punto este discurso sobrela «vida espiritual» como «vida según
el Espíritu» y positivamente abierta a la perfección de la caridad no
coincidía, por un lado, con el discurso dogmático de la antropología
teológica, y, por otro, con el discurso moral, evidentemente dentro de
una moral ele la perfección, ele la caridad como fin absoluto.
b) Se daba ya un acuerdo de fondo al juzgar que se trataba de
una disciplina práctica y directiva, es decir, ordenada a dirigir los
pasos del camino espiritual. Pero existía una dialéctica entre la
orientación dominicana (mantenida y representada por la revista:
La Vie Spirituelle, nacida el año 1919) y la orientación defendida por
otra importante revista, aparecida en 1920: Reuue d'.4-scétique et de
Niystique.
La prin1era, se caracterizaba por su intensa orientaciót'l espect1~
lativo-clecluctiva: la estructura formal del itinerario espiritual, en sus
distintas fases, se deduce teológicamente y a priori de los mismos
principios ele la vida cristiana (gracia santificante, virtudes infusas,
dones del Espíritu Santo, teología ele las relaciones entre estas enti-
dades sobrenaturales, teología ele la relación entre desarrollo de la
vida de fe y visión beatífica). La referencia a la historia y a la expe-
riencia en realidad no entra en eltrabajo teológico como tal; es sólo
una circunstancia o fenómeno de la filosofía, que no obstante puede
servir al teólogo para introducir la perspectiva teológica en una
pedagogía y en una dirección adecuada, ayudándole a madurar su
sentido ele discernimiento ele lo concreto.
LA TEOLOC:iA ESPfRITUAL. HOY 73

La segunda posició11 en ca1nbio, se ce11traba en ver la realidad


1

de la vida espiritual cristiana como un fenómeno vivido, histórico y


en sí mismo indeducible; fundaba la comprensión ele la misma en
una interpretación del dato, casi a través de llna convergencia de
métodos, pues proponía (ele una forma más empírica que rigurosa)
una especie de método compuesto, combinando el método teológico
con el de las ciencias histórico-empíricas, en particular con la psico-
logía.
c) La <<nueva» teología, precisamente por su pretendida orienta-
ción a dirigir la praxis del camino espiritual hacia la perfección, se
situaba en la zona de la teología práctica y, consiguientemente, en
la vertiente ele la moral. Pero si era relativamente fácil distinguirse
ele una moral de tipo casuística, no podía pasar lo mismo en relación
con una moral que iba recuperando como propio el discurso de la per-
fección. Así, en un pri1ner momento t11vo aceptación la idea de ver la
relación entre teología moral y teología espiritual a la luz de la con-
sideració11 de esta ítltima no tanto co1no t111a ciencia c11anto como 11n
«arte» (es decir, al nivel de la técnica, de la didáctica, etc.) ele la per-
fección cristiana. El conocido intento ele J. Maritain de reestructurar
el «saber práctico» distinguiendo entre nivel propiamente especula-
tivo (teoría ele la praxis) y nivel prácticamente-práctico, que incluía
tanto la casuística ele los moralistas (san Alfonso) como la casuística
ele los autores espirituales (san Juan de la Cruz) y, por tanto, la teo-
logía espiritual, enlaza objetivamente con este tipo ele problemática.
Pero evidentemente se trataba ele soluciones frágiles en sí mismas y
que, en cualquier caso, no satisfacían a los cultivadores ele la «nueva»
disciplina, los cuales, si bien querían moverse en el terreno práctico,
no pretendían estudiar las técnicas ele la vida cristiana, y mucho
ine11os ocuparse de ellas «cas11ístican1e11te».
el) La ocasión, que realmente no se aprovechó, para salir ele la
esterilidad del planteamiento, habría podido proporcionarla la inter-
vención crítica de A. Stolz, 1 ya que su Teología de la mística llevaba
de hecho en sí la fuerza necesaria para empujar a los estudiosos de
teología espiritual a reorganizar su discurso, tanto en lo referente al
contenido como al método, estableciendo como término de compara-
ción la antropología teológica y no la teología moral. ¿Es posible
construir un discurso teológico sobre la «vida espiritua!i> del cristiano
de otra forma que como puro y simple discurso ele antropología cris-
tia11a? E11 este caso, ¿se puede, co11 u11a 1netodología correcta, des-

1
A. STOLZ, Teología de la nzística, IVIadrid, Rialp, 1952.
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arrollar dicho discurso sin hacerlo totalmente objetivo, es decir, per-


maneciendo por encima y previo a todo fenomenologísmo y psicolo-
gismo? ¿Qué sentido puede tener entonces la figura ele un método
teológico compuesto, es decir, convergente con la atención al fenó-
meno y a la psicología?
El único que dio una respuesta práctica a Stolz fue Gabriel del
Santa María Magdalena,' para quien, la teología podía capacitarse
para comprender la vivencia cristiana tal como emerge ele la historia.
e) en esta dirección han querido orientar la reflexión teológica J.
Mouroux y H. U. van Balthasar. El primero -autor ele la conocida
obra: L'expériencechrétienne- tiene, ciertamente, el doble mérito ele
haber intentado definir la experiencia cristiana como un «experien-
cia!» religioso ele tipo particular y ele haber demostrado la legití-
miclacl teológica ele una teología ele la experiencia cristiana. 1
segundo, entenclíenclo la santíclacl como «teología vivída»" propone
con vigor un proyecto ele «fenomenología teológica» que recupere lo
total o lo universal en el «fenómeno» concreto ele los santos; es decir,
que parta ele él y lo lea en él. Se trata ele dos proyectos que los
manuales oficiales ele teología espiritual no han recogido, entre otras
cosas porque a partir ele los años cincuenta ha ido declinando el
interés por los problemas metoclológícos ele la teología espiritual.
Pero la cuestión planteada por Mouroux y Van Balthasar en rea-
lidad iba clirígícla a la teología como tal; ele una forma parcial en el
caso ele Mouroux (la teología legítima y obligatoriamente puede y
debe interesarse también por la experiencia cristiana); ele una forma
más enérgica y radical en el caso ele Van Balthasar (sí la teología
debe concebirse como una especie ele «fenomenología teológica>>, el
fenómeno ele la santidad es su «lugar» y su objeto).
Desde otra perspectiva, podemos decir que, sí el estudio ele la teo-
logía, no resulta fácil, pues ¿cómo podemos nosotros hablar ele Dios?
En el caso ele la teología espiritual, la cosa se complica aún más ya
que su fin no es otro que la acción del Espíritu Santo en nosotros y
esto, sencillamente es algo que nos desborda.
Es n1ás, e11 este á1nbito no se suele reco11ocer la ig11orancia.
Podemos decir que nuestros conocimientos en teología bíblica no son
adecuados, o lo mismo en teología dogmática o en teología moral,

'.!P. GABRIEL DE SANTA Mn. MAGDALENA, Intin1idad divina, Madrid, I\!Ionte


Carn1elo, 1998 8 .
:i J. :rvrounoux, Sens chrétien de l'honune, Paris, Auhier, 1945.
LA TEOLOGÍA ~SPIRITUAL. HOY 75

pero e11 teología espiritual, no. Es más, en esta n1ateria solen1os co11-
fiar en n11estro propio criterio.
Si el subjetivismo es una constante hoy en día, mucho más se da
en temas referentes a la espiritualidad o a la moral, es decir, en todo
lo relativo a la teología práctica.
Y junto al subjetivismo está el individualismo, la insolidaridad,
la superficialidad y un largo etc. que lo que hacen es fomentar Ja ten-
dencia al mínimo esfuerzo y al no-compromiso.
Es más, lo que prima hoy es el éxito a través de lo fácil o lo
cómodo. En cambio la vida espiritual demanda esfuerzo, tener
opciones y no meras disposiciones, ideales por encima ele los inte-
reses, el compromiso que vence a la inestabilidad, el mirar a un más
allá frente al pragmatismo. etc.
Necesitamos pues:
1" Un estudio serio, que permita personalizar Ja fe mediante la
meditación y la escucha ele la Palabra en la oración y en la comunión
ele la Iglesia, sin olvidar el papel pedagógíca que encierra la liturgia.
2" La necesidad ele un diálogo fecundo entre fe y cultura y para
ello es necesario que halla amigos fuertes ele Dios y amigos fuertes
ele este mundo. Una doble fidelidad que encuentra toda su verdadera
expresión en la persona de Jesucristo.
3" Avivar el deseo, la necesidad y la práctica de la oración, sobre
todo en la modalidad de lectio divina, que nos permite vivir y
expresar Ja experiencia de Dios y que nos sitúa en la perspectiva de
la nueva evangelización.
4" la superación del pecado como raíz de todo mal y no solo en su
vertiente personal sino social y estructural.
5" Acudir a los especialistas. Hoy en día los hay en todos los cen-
tros de estudios teológicos y Facultades de teología.
6" Conocer los diferentes autores y escuelas. La espiritualidad
cristiana es única pero se expresa en una rica diversidad de formas,
dando lugar a diferentes escuelas:

-La do1ninicana
Su fundamento está en el momento cultural en el que nace, en el
que destaca la supremacía del entendimiento sobre la voluntad.
76 JOSÉ ANTONIO HEREIJJA OTERO, O.P

Insiste en el estudio y la contemplación. Se centra en el estudio y


apostolado: la predicación
No es fácil definir la espiritualidad dominicana pero sí hay cier-
tos conceptos que encuentran un amplio eco y son criterio en ella:
Fratemitas: diálogo, escucha de la palabra del otro, acompaña- ¡
miento ... Verilas: sinceridad, franqueza, rectitud ele corazón, traspa-
re11c1a .. .
Studium: confrontación con la Palabra ele Dios, sabiduría, cla-
ridad,,,, Contemplatio: observación, admiración, oración privada y
con1ú11 ...

-La carmelitana
Basada en los graneles místicos: Santa Teresa y San Juan ele la
Cruz. Se llega a la unión con Dios por la oración y la contemplación.
En los años más recientes, se ha continuado haciendo esta lec-
tura del carisma, dentro del contexto histórico ele la época que nos
está tocando vivir. La sensibilidad ele la Orden hacia el valor ele la
contemplación se ha enfocado como respuesta al mundo globalizado
y atravesado por el dolor y la violencia, que reclama nuestro profe-
tismo. Contemplación significa, ahora, buscar y encontrar al Señor,
escuchando su voz, discerniendo su voluntad y tratando ele ver las
cosas desde su punto ele vista. Hacer crecer la dimensión contempla-
tiva quiere decir dejarse transformar por el Espíritu, en un camino
continuo y gradual de transformación hacia la conformación con
Cristo, muerto y resucitado, para llegar a la plenitud ele madurez en
la cooperación con Él en su proyecto ele salvación.

-La jesuítica
Basada en los ejercicios ele S. Ignacio su fundamento está en la
cultura humanista y renacentista que se pronuncia por la dignidad
del hombre. El hombre nace para servir, alabar y dar gloria a Dios.
Lo que no propicie esto ha ele ser rechazado y se centra en Jesucristo
obediente al Padre hasta la muerte por los hombres.
Al mismo tiempo, la espiritualidad ignaciana es realista. El
mundo al que se enfrentó Cristo era también un mundo ele crueldad,
injusticia, y ele abuso ele poder y autoridad. Por consiguiente, la espi-
ritualidad jesuítica afirma nuestro potencial humano, pero también
LA TEOLOGÍA ESPIRITUAL. HOY 77

está entregada a la lucha diaria y constante entre el bien y el mal.


Ninguna obra apostólica agota el bien que se puede hacer; por lo
tanto, los jesuitas hacen toda clase de trabajos. La norma jesuita es:
encontrar a Dios donde mejor se le pueda servir y donde el pueblo
esté mejor servido.

-La sacerdotal
Después del Concilio Vaticano II se ha profundizado mucho en la
espiritualidad propia del sacerdote secular.
Son características de la espiritualidad sacerdotal:
• La actitud ele servicio sin privilegios ni ventajas humanas (PO
1,13; LG 24).
· La relación y diferencia respecto a la espiritualidad clel laicaclo
y del sacerdocio común ele los fieles (PO 6,9).
La atención especial a la eucaristía como «fuente y culmen ele
toda la evangelización» (PO 5),
La docilidad a la acción del Espíritu Santo (PO 2,6- 7 ,9-15,17-
18,22).
• La actitud mariana del sacerdote (PO 18),
I..ia arn1onía e11tre la ~<di1nensión sagrada y 1nisionera» (PO 12-
1<1),
La corresponsabilidad en la comunión eclesial (PO 7 9).
En casi todos los estudios posconciliares se subraya la conexión
ele todos estos temas con su principio fontal: Cristo Sacerdote que se
prolonga en la Iglesia. Una lectura atenta del decreto Presbyterorum
Ordinis pone ele relieve la persona ele Cristo, ele cuyo sacerdocio par-
ticipa especialmente el sacerdote ministro para prolongarle en la
Iglesia y en el mundo, en sintonía ele amistad y ele seguimiento.

-La laica!
Los nuevos movimientos eclesiales Han impulsado la espiritua-
lidad propia del cristiano que vive en medio de las realidades tem-
porales.
• Un primer aspecto general es la experiencia secular ele Dios. El
laico encarna de manera especial, o plena, la dimensión
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«secular» de la Iglesia. Su vivir inmerso en las relaciones y


estructuras sociales, políticas y económicas hace que el Evan-
gelio, el Reino y la Iglesia se hagan históricos, se encarnen en
realidades particulares.
· Otro rasgo importante, aunque no universal, de la vida laica! ,
es la dimensión familiar. El laico ofrece a la Iglesia la familia '
como sacramento ele Dios, haciendo ele él un espacio primario
de evangelización, ele socialización y ele transformación de la
realidad. Más allá ele la familia, aunque relacionado, el laico
manifiesta el carácter humano, y por lo tanto cristiano, ele la
sexualidad.
• El trabajo y la vida profesional es otro ele los ámbitos funda-
mentales ele la vida laica!. El trabajo, entendido como la manera
humana ele autorealización creativa y ele transformación ele!
mundo para la búsqueda ele! bien común, se convierte en una
forma privilegiada de hacerse persona. El laico manifiesta al
mundo el significado teológico ele! trabajo, como mediación nece-
saria y fundamental para la realización ele nuestra vocación ele
co-creaclores, extendiendo la acción de Dios en nuestra historia
y con n11estras n1ediaciones.

7.- BIBL!OGHAFÍA
Manuales
ArnvIANN, J., OP, Spiritu.al Theology, Sheed and Ward, Lonclon 1980
(Teologia spirituale, Roma, Dehoniane, 1991).
BELDA, M., Guiados por el Espíritu de Dios, Madrid, Palabra, 2006.
BEHNARD, C. A, SJ, Teología Espiritual, Madrid, Atenas, 1994 (edi-
ción original: Teologia Spirituale, Roma, Paoline, 1982).
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2007.
Rmz SALVADOH, F., OCD, Caminos del espíritu. Compendio de Teo-
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WEISMAYEH, J., Vida cristiana en plenitud, PPC, Madrid 1990 (edi-
ción original: Leben in fülle, Innsbruck, Verlag Anstalt Tyrolia,
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LA TEOLOGÍA ESP[]UTUAL, HOY 79

Lecturas recomendadas
Catecismo de la Iglesia Católica, parte III, cap. 3, art. 2, nn. 2012-
2016; parte IV, nn. 2759-2865.
Concilio Vaticano II, Const. Dogm. Lumen gentiwn, cap. IV y V:
Decreto Apostolicamactuositatem, nn. 2-4, Decreto Presbyteroru-
mordinis, nn. 12-14.
Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta Orationis formas
(15.X. 1989).
Juan Pablo II, Exhortaciones Apostólicas Christifideleslaici (30-XII-
1988), Pastores dabovobis (25-III-1992), y Vita consacrata (25-
III-1996).
Nicolás Cabasilas (1320-1391), La vida en Cristo.
S. Agustín (354-430), Las confesiones.
S. Buenaventura (1217-1274). Itinerariwnmentis in Deum.
S. Francisco de Sales (1567-1622), Introducción a la vida devota.
S. Gregorio de Nisa(335-394), Sobre la vida de Moisés
S. Ignacio de Antioquia (?ca. 110): Epístola a los Romanos; Epístola
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S. Teresa ele Jesús (1515-1582), Las moradas.
Sto. Tomas de Aquino (1225-1274), Suma Teológica, II-II, qq 8, 14,
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Obras de consulta
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nario Enciclopedico di Spirituolitó, 3 vol., Roma, Citta Nuova
Editrice, 1990).
BoUYEll, L., Introducción a la vida espiritual, Barcelona, Herder,
1964 (edición original: Introduction a la vie spirituelle, Tournai,
Desclée, 1960).
GAllCIA, C., Corrientes nuevas de Teología espiritual, Madrid, Stu-
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Facultad de Teología San Vicente Ferrer
SECCIÓN PADRES DOMINICOS

Enero-Abril
Vol. LVI 2012 Núm. 166
VALENCIA

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