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La Jurisprudencia Interamericana
sobre Prisión Preventiva
205
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3 OEA/Ser.L/V/II., Doc. 46/13, en http://www.cidh.org.
4 Sobre este particular, véase Uso abusivo de la prisión preventiva en las Américas, presentado
a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por la Asociación por los Derechos Ci-
viles (ADC), el Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (DEJUSTICIA), el Centro
de Estudios Legales y Sociales (CELS), el Centro de Estudios para la Justicia y la Seguridad
Ciudadana (Cerjusc), el Centro de Investigación Drogas y Derechos Humanos (CIDDH),
la Due Process of Law Foundation (DPLF), la Fundación Construir, la Fundación Paz Ciu-
dadana, el Instituto de Defensa Legal (IDL), el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias
Penales de Guatemala (ICCPG), el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y
Sociales (Inecip), el Instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay (Ielsur), el Instituto
de Justicia Procesal Penal y la Rede Justicia Criminal, en el 146o. periodo de sesiones de la
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sjOMUobjGJOA2AXXiYHYCg&usg=AFQjCNHMmkWolW04RaUC3ZLrT4htwRKpug&bvm=bv.
56643336,d.b2I.
5 Riego, Cristian, Una nueva agenda para la prisión preventiva en América Latina, Centro de
Latina. Evaluación y perspectivas (vol. 2), Santiago de Chile, Centro de Estudio de Justicia de las
Américas, CEJA, 2011, pp. 171 y ss.
11 Corte IDH, Caso Acosta Calderón vs. Ecuador. Fondo, reparaciones y costas, sentencia del 24
el logro de los objetivos indicados en la regla 6.1 y deberá ser aplicada con hu-
manidad y respeto por la dignidad del ser humano. 6.3 El delincuente tendrá
derecho a apelar ante una autoridad judicial u otra autoridad independiente
y competente en los casos en que se imponga prisión preventiva.
Este principio fue establecido por la Corte al resolver el caso del señor
Oscar Barreto en contra del Estado Venezolano.
Oscar Barreto Leiva fue un funcionario del segundo gobierno de Car-
los Andrés Pérez (1988-1992) que resultó condenado en 1996, junto con el
exmandatario venezolano, por malversación de fondos pertenecientes a la
“partida secreta” del entonces Ministerio de la Secretaría de la Presidencia
de Venezuela.
Barreto, quien fue el director general sectorial de administración y ser-
vicios del Ministerio de la Secretaría de la Presidencia de la República, de-
claró que en 1992 fue llamado como testigo en un juicio que se le seguía al
entonces expresidente Andrés Pérez, y que de pronto, inesperadamente, él
también fue imputado y sometido a juicio sin que se le dijera por qué delito
se le acusaba, sin que se le permitiera conocer el expediente y sin que pudie-
ra ser asesorado por un abogado. Oscar Barreto fue sometido a prisión pre-
ventiva y posteriormente condenado a un año y dos meses de cárcel por el
delito de malversación de fondos por la Corte Suprema de Justicia, órgano
cuyas decisiones son inapelables. La prisión preventiva a que fue sometido
el señor Barreto se prologó por un año, dos meses y dieciséis días, es decir
que la prisión preventiva duró 16 días más que la propia condena.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos dicto su sentencia el
17 de noviembre del 2009, declarando responsable solo de manera parcial
al Estado de Venezuela, pero específicamente en relación con la medida
cautelar de prisión preventiva, sostuvo lo siguiente:
convierta en un incentivo para que el juez declare la culpabilidad del procesado, y que el
tiempo de permanencia bajo dicha medida cautelar sea un referente para que el juez deter-
mine la extensión de la pena de prisión.
…el Estado puede ordenar la prisión preventiva cuando se cumpla con los
requisitos necesarios para restringir el derecho a la libertad personal, existan in-
dicios suficientes que permitan suponer razonablemente la culpabilidad de la
persona sometida a un proceso y que sea estrictamente necesaria para asegu-
rar que el acusado no impedirá el desarrollo eficiente de las investigaciones ni
eludirá la acción de la justicia.16
16 Corte IDH, Caso Palamara Iribarne vs. Chile. Fondo, reparaciones y costas, sentencia del 22
Para que se cumpla con este requisito, debe existir un peligro real de
evasión de la justicia, uno que pueda apreciarse objetivamente, uno que
verdaderamente pueda hacer suponer que el acusado va a huir, lo que no
debería ocurrir en los casos en que por razones de negligencia pública, co-
rrupción, falta de control o falta de eficiencia de las autoridades policiacas
de un Estado, un procesado tenga posibilidades de escapar. Dicho más cla-
ramente, el Estado no puede justificar la imposición de la prisión preventiva
solo porque no tiene suficientes recursos para perseguirla en caso de fuga,
o porque no tiene recursos para volverla a localizar. Un Estado no puede,
por ningún motivo, hacer recaer en el ciudadano sus carencias, ineptitudes
o deficiencias. Nunca el Estado puede justificar la prisión de un 40% de
personas que en teoría se deben considerar presuntamente inocentes, solo
porque dice carecer de medios suficientes para asegurar que permanecerán
en el lugar del juicio y acudirán al proceso.
Adicionalmente, en el Caso Palamara Iribarne la Corte también precisó
que “al ordenarse medidas restrictivas de la libertad es preciso que el Esta-
do fundamente y acredite la existencia, en el caso concreto, de los referidos
requisitos…”.17
Lo anterior implica que para que se pueda decretar la prisión preventi-
va en contra de una persona, el Estado debe fundamentar jurídicamente y
acreditar los requisitos antes explicados.18
Son estos, precisamente, los elementos que deben ser revisados por el
tribunal de alzada cuando el procesado impugna la medida cautelar de pri-
sión preventiva.
17 Idem.
18 Sobre este caso se puede ver también: Aguirre Bravo, Luppy, “El Caso Palamara Iribarne
vs. Chile”, Revista de Estudios de la Justicia, Facultad de Derecho, Universidad de Chile, núm. 9,
año 2007.
cía ecuatoriana, era desarticular una de las más grandes organizaciones del
narcotráfico internacional. Esta detención estuvo motivada por una orden
policial emitida a raíz de una presunta denuncia hecha por residentes de la
ciudad de Quito, quienes manifestaron que los ocupantes de un vehículo
“Trooper” se encontraban incinerando lo que, en apariencia, era droga.
En virtud de ello, el señor Suárez Rosero fue detenido, llevado a las ofi-
cinas de Interpol en Quito, incomunicado por 36 horas y sometido a tratos
crueles e inhumanos para obtener su confesión, tras lo cual, le fue determi-
nada la medida de prisión preventiva, con motivo de la cual permaneció
preso por casi cuatro años.
El Estado ecuatoriano, en su escrito de contestación a la demanda, ar-
gumentó que el señor Suárez Rosero había sido detenido de esa manera y
procesado en esos términos, debido a que había sido acusado por “delitos
graves que atentan contra la niñez, juventud y en general contra toda la
población ecuatoriana”.
De igual manera, Ecuador adujo en sus alegatos que al señor Suárez se le
había mantenido en prisión, en razón de lo que entonces disponía el artícu-
lo 114 bis del Código Penal ecuatoriano que, en esencia, señalaba que las
personas que hubiesen estado detenidas en prisión preventiva por un tiempo
igual o mayor a la mitad del establecido como pena máxima para el delito
del cual estuviesen acusados, serían puestos en libertad, salvo “aquellos que
estuviesen encausados por delitos sancionados por la Ley sobre Sustancias
Estupefacientes y Psicotrópicas”, que era el caso del señor Suárez Rosero.
La Corte Interamericana examinó cuidadosamente el punto a debate,
y comenzó precisando lo siguiente: “Aunque las dos primeras disposiciones
del artículo 114 bis del Código Penal ecuatoriano asignan a las personas
detenidas el derecho de ser liberadas cuando existan las condiciones indi-
cadas, el último párrafo del mismo artículo contiene una excepción a dicho
derecho”.19
Acto seguido, precisó: “La Corte considera que esa excepción despoja
a una parte de la población carcelaria de un derecho fundamental en virtud
del delito imputado en su contra y, por ende, lesiona intrínsecamente a todos los
miembros de dicha categoría de inculpados”.20
En orden a ello, la Corte Interamericana determinó: “En conclusión,…
que la excepción contenida en el artículo 114 bis citado infringe el artículo
2 de la Convención por cuanto el Ecuador no ha tomado las medidas ade-
19 Corte IDH, Caso Suárez Rosero vs. Ecuador. Fondo, sentencia del 12 de noviembre de
fensa de las tierras del pueblo Garífuna de Honduras, frente a los intereses
de consorcios privados dedicados a la explotación inmobiliaria y al turismo.
El 26 de abril de 1994, cuando el señor López Álvarez llegaba al pueblo
en el que residía, y justo cuando se disponía a bajar del automóvil que uti-
lizaba para los menesteres de la comunidad, fue interceptado por un grupo
de militares armados que rodearon el auto y lo sometieron tirándolo al suelo
boca abajo, tras lo cual, fue detenido y llevado al departamento de investi-
gación militar para ser interrogado y coaccionado con objeto de que reco-
nociera como suyos dos paquetes que, supuestamente, contenían cocaína.
Al cabo de un largo y tortuoso proceso judicial por posesión, venta y tráfico
de drogas, el señor López Álvarez fue declarado inocente de los cargos im-
putados, no obstante lo cual, estuvo privado de su libertad en condiciones
sumamente insalubres y degradantes, durante un total de seis años y cuatro
meses.
El pueblo Garufa de Triunfo de la Cruz, ubicado a la orilla del Mar
Caribe en un sitio casi paradisiaco, desde hace años ha estado en la mira
de diversos promotores inmobiliarios y turísticos. Esta es la razón por la
que el pueblo Garufa se ha tenido que organizar para defender sus tierras,
y el motivo por el cual los pobladores de dicha región han sido acosados
continuamente. De ahí que, durante la consecución del juicio ante la Corte
Interamericana, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos haya
afirmado que existían claros indicios para considerar que la privación de
libertad del señor López Álvarez había sido realizada con el objetivo de in-
hibirlo de su participación como defensor de las tierras comunitarias de su
pueblo, y que del procedimiento penal seguido en su contra se desprendía
que los tribunales de justicia no habían investigado nunca la posibilidad
de que la potestad pública pudiera haber sido utilizada para fines distintos
a los establecidos en el ordenamiento jurídico, mediante actos dotados de
apariencia legal.22
En cuanto a la medida de prisión preventiva que le fue impuesta al
señor López Álvarez por más de seis años, la Corte estimó que al haber
mantenido el Estado hondureño al señor López Álvarez bajo prisión pre-
ventiva, se había violado su derecho a no ser sometido a detención o en-
carcelamiento arbitrarios, consagrado en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, y al respecto precisó: “Las características personales
del supuesto autor y la gravedad del delito que se le imputa no son, por sí mismos,
sión Interamericana de Derechos Humanos durante su defensa del Caso López Álvarez, ante
la sospecha fundada, los jueces se dieran a la tarea de investigar si la potestad punitiva del
Estado fue o no utilizada con fines ilegítimos, a través de actos dotados de apariencia legal.
III. Conclusiones