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Biografía Xavier Escribà

Xavier Escribà (París, 1969) estudió en la Facultad de Bellas Artes Sant Jordi de la Universidad
de Barcelona y posteriormente en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París
gracias a una beca Erasmus, ciudad donde inició su trayectoria artística y donde residió
durante más de 10 años, hasta que en 2005 decide instalarse, con su familia, en L’Empordà.
En 1990 celebra su primera exposición en el Instituto Francés de Barcelona y es a partir de
este momento que inicia un período de gran producción artística y que llegan los
reconocimientos a través de diferentes premios nacionales e internacionales, como son el
premio Fénéon de Artes Plásticas de París, el Premio de Pintura Antoine Marin / Rencontres
2003 de Arcueil o la 4ª Bienal de Arte, Fundació Casa de Cultura de Girona, entre otros.
Se puede decir que su obra entronca con el movimiento francés de finales de la década de los
60 del Supports-surfaces, un movimiento que concede el mismo protagonismo a los materiales,
el gesto creativo y la obra terminada. En este sentido la obra de Escribà se asienta sobre el
planteamiento que cuestiona la tela sobre bastidor como el soporte por excelencia para la
pintura no mural.
En sus obras la pintura toma volumen, pero no lo hace buscando el concepto de escultura, todo
lo contrario, se reafirma sobre la propia concepción de pintura. Y sobre la reflexión de la pintura
en sí misma como máxima protagonista. La tela, el soporte, toma también importancia en un
nuevo paradigma, se retuerce sobre sí misma, se pliega, se clava, crece, se fragmenta, se une
y se superpone, tomando también diferentes volúmenes y aspectos. Y todo esto sobre una
paleta luminosa y centrada en los colores primarios, respondiendo, de nuevo, a la búsqueda de
la esencia de la pintura.
Se evidencia la honestidad del artista para acercarse al arte, para liberar la pintura de
preceptos clásicos como la planimetría o de su concepción como vehículo de expresión; así
como también de los límites que imponen el marco y el cuadro, en sus pinturas los límites se
sitúan en la mirada del espectador. Cabe destacar que en todos estos años Escribà no ha
dejado de trabajar los mismos materiales acrílicos, hecho que, lejos de estancarle, le han
permitido explorar sus posibilidades hasta el límite.
Proponemos, pues, una experiencia que nos invita a desnudarnos de convencimientos
anteriores y nos acerca a la pintura en lo más esencial del concepto, un ejercicio de sinceridad
con la pintura y el pintor que la hace posible.

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