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Filosofía y ciencia

La filosofía es una toma de posición razonada con respecto a la totalidad de lo real. El concepto
‘totalidad de lo real’ comprende no sólo el conocimiento, sino también el conjunto de actividades
superiores del hombre como son la moral, la estética, la fe (sea religiosa o humanista), etc. Al
poseer conocimientos y valores, el sujeto pensante los coordina y trata necesariamente de
formarse una concepción de conjunto que los vincule bajo una u otra forma, tal es el papel de la
filosofía. Un hombre consciente debe negarse con firmeza a confundir géneros y a aceptar como
verdades demostradas lo que no son más que hipótesis; pero debe también negarse a
compartimentar o partir su personalidad de manera que, por un lado, se limite a razonar y
comprobar y, por otro, se contente con creer en unos valores que le comprometen y le orientan,
pero sin que pueda comprenderlos.
No existe diferencia alguna de naturaleza entre los problemas cognoscitivos filosóficos y
científicos, sino sólo una diferencia de delimitación o especialización, y sobre todo en sus
métodos, sean simplemente reflexivos, sean fundados sobre una observación sistemática o
experimental en cuanto a los hechos y sobre rigurosos algoritmos en cuanto a la deducción. La
filosofía, debido a sus métodos reflexivos, plantea problemas; pero no los resuelve, porque la
reflexión no involucra en sí misma métodos de verificación. La ciencia por el uso de métodos de
experimentación y deducción resuelve algunos problemas que dan lugar a otros nuevos, pero es
indudable que sin el estímulo renovado de la reflexión continua, los problemas científicos serían
más limitados, probablemente. Esto no significa, sin embargo, que la ciencia deba conformarse
con el ideal estrecho que el positivismo y el empirismo han querido darnos de ella. Es de poca
importancia si restringimos el término ‘filosofía’ sólo a los filósofos o incluimos aquellos
científicos que “reflexionan”, y si restringimos el término ‘ciencia’ solamente a los científicos o
incluimos a los grandes filósofos que conocen cómo experimentar y hacer deducciones; todo esto
carece de importancia. Lo que es importante es la trilogía reflexión  deducción 
experimentación, el primer término representa la función heurística y las otras dos, la verificación
cognitiva, que es la única constitutiva del término ‘verdad’. La verdad sólo se obtiene por
deducción, pero mediante algoritmos precisos, o por experiencia, pero con la ayuda de controles
precisos. No es la naturaleza de los problemas en juego, sino que son estos algoritmos o estos
controles los que diferencian las ciencias de la filosofía.
Por más inteligente, abierto y dotado de generosidad intelectual que sea un filósofo como
individuo, forma parte de un cuerpo social establecido del cual es miembro responsable al mismo
tiempo que beneficiario. Si se piensa que desde los puntos de vista de la opinión pública, de la
administración y de las tradiciones universitarias se admite la profesión de filósofo con un
respeto indiscutido, que se traduce en el inmenso campo de enseñanzas que se le ha otorgado,
sería necesario un verdadero heroísmo para oponer a estas costumbre multiseculares la
convicción de una insuficiencia de los métodos filosóficos mismos, en vez de invocar con
modestia sus propias limitaciones personales.
–Jean Piaget

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