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Colegio San Pedro Nolasco

SELECCIÓN DE
¡La mies no grana? ¿Prados verdeoscuros
Departamento de Lenguaje
Lenguaje y Comunicación
POEMAS ROMÁNTICOS ya no cortejan al raudal que canta?
Nivel I° Medio
Cristian Tagle
¿Ni ante el mundo prolífero se extiende
la comba astral que el devenir defiende?
Como para agradarme -cual solía-
Nombre ___________________________________________ ella se empina en el umbral, rïente,
I° medio____ y me da gota a gota su alegría
y se me anuda en ósculo ferviente.
Sobre mis labios me grabó su beso,
con llamas, añoranza y embeleso.
Johann Wolfgang von Goethe
En lo más noble nuestro ser cultiva
Elegía de Marienbad anhelos de rendirse a lo inefable
por honda gratitud que el don no esquiva
¿Qué me reserva el devenir ahora al Ser puro, a lo Eterno inexpresable.
y este hoy, en flor apenas entreabierta? Llemémosle Bondad; yo a su clemencia
Edén e infierno mi inquietud explora me acojo y me diluyo en su presencia.
en la instabilidad del alma incierta.
¡No! Que al cancel de la eternal morada «Haz como yo; coteja el breve instante
los brazos me transportan de mi amada. con tu grácil cordura; no apresures,
tómalo a punto, dúctil, insinuante,
Cruel y dulce el ósculo postrero, ya que en la acción o en el amar perdures.
almas gemelas, al herir, desprende; Si vistes de candor en el conflicto,
mi pie vacila ante el umbral severo serás hombre cabal y un héroe invicto».
que un querube flamígero defiende.
Mi ojo impasible ante la vía desierta ¡Vano hablar, pensé yo, si un Dios te ha dado
ve las selladas hojas de la puerta. el minuto feliz por compañero!
Todo ser, junto a ti, predestinado
¿Finó ya el orbe? ¿Sus rocosos muros se siente, no mi sino lastimero.
no se coronan ya de sombra santa?

1
Me espanta tu decir: dejar tu lado ¡La encontré!
es un alto saber que no he logrado.
Era en un bosque: absorto
Lejos ya estoy. ¿Qué me dará el instante pensaba andaba
fugaz? ¡Quién sabe! Mágico tesoro sin saber ni qué cosa
para crear Belleza. Como Atlante, por él buscaba.
me doblo al peso… y me deshago en lloro.
Vi una flor a la sombra,
De fuga en fuga, en fútiles andares
luciente y bella,
y, por alivio, lágrimas a mares.
cual dos ojos azules,
¡Fluyan y rueden sin cesar! La llama cual blanca estrella.
jamás se apagará, que me devora;
Voy a arrancarla, y dulce
crepita, y por mi pecho se derrama
diciendo la hallo:
do muerte y vida traban lid ahora.
«¿Para verme marchita
Para el dolor del cuerpo hay plantas buenas,
rompes mi tallo?»
y a mí me ahogan inacción y penas.
Cavé en torno y toméla
Ya perdí el Universo y me he perdido
con cepa y todo,
a mí mismo -yo, amado de los dioses-
y en mi casa la puse
su Caja de Pandora me han vertido,
del mismo modo.
rica en gajes u horóscopos atroces.
Me tientan con la pródiga cascada Allí volví a plantarla
de los goces… y me hunden en la nada. quieta y solita,
y florece y no teme
verse marchita.

2
Pensamientos nocturnos II
Ten Esperanza. Si hay nubarrones,
¡Oh, Desdichadas estrellas! Vuestro destino lamento.
si hay desengaños y no ilusiones,
Vosotras que han iluminado el mar y el marinero, descoge el ceño, su sombra es vana,
Radiantes destellos que adornan los cielos; que a toda noche sigue un mañana.

Dioses y hombres os han despreciado: III


No las aman, jamás han aprendido a amar. Ten Fe. Doquiera tu barca empujen
Incesante e interminable danza os mueve brisas que braman u ondas que rugen,
En el espacioso cielo, donde vuestro encanto se despliega. Dios (no lo olvides) gobierna el cielo,
Qué lejos habéis viajado, penetrantes gemas del abismo. y tierra, y brisas, y barquichuelo.
Demorado en mi amor, en el único amor en mí;
Confieso que yo también os he olvidado. IV
Ten Amor, y ama no a un ser tan sólo,
que hermanos somos de polo a polo,
y en bien de todos tu amor prodiga,
como el sol vierte su lumbre amiga.
Friedrich Schiller
V
¡Crece, ama, espera! Graba en tu seno
las tres, y aguarda firme y sereno
Tres palabras de fortaleza fuerzas, donde otros tal vez naufraguen,
luz, cuando muchos a oscuras vaguen.
I
Hay tres lecciones que yo trazara
con pluma ardiente que hondo quemara,
dejando un rastro de luz bendita
doquiera un pecho mortal palpita.

3
Reminiscencia inmortal ¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Dime amiga, la causa de este ardiente, Tu hechizo vuelve a unir
puro, inmortal anhelo que hay en mí: lo que el mundo había separado,
suspenderme a tu labio eternamente, todos los hombres se vuelven hermanos
y abismarme en tu ser, y el grato ambiente allí donde se posa tu ala suave.
de tu alma inmaculada recibir. Quien haya alcanzado la fortuna
de poseer la amistad de un amigo, quien
En tiempo que pasó, tiempo distinto, haya conquistado a una mujer deleitable
¿no era de un solo ser nuestro existir? una su júbilo al nuestro.
¿acaso el foco de un planeta extinto Sí, quien pueda llamar suya aunque
dio nido a nuestro amor en su recinto sólo sea a un alma sobre la faz de la Tierra.
en días que vimos para siempre huir? Y quien no pueda hacerlo,
que se aleje llorando de esta hermandad.
...Tú también como yo? Sí, tú has sentido Todos los seres beben la alegría
en el pecho el dulcísimo latido en el seno de la naturaleza,
con que anuncia su fuego la pasión: todos, los buenos y los malos,
amémonos los dos, y pronto el vuelo siguen su camino de rosas.
alzaremos felices a ese cielo Nos dio ósculos y pámpanos
en que otra vez seremos como Dios. y un fiel amigo hasta la muerte.
Al gusano se le concedió placer
Oda a la alegría y al querubín estar ante Dios.
Gozosos, como los astros que recorren
¡Oh amigos, cesad esos ásperos cantos! los grandiosos espacios celestes,
Entonemos otros más agradables y transitad, hermanos,
llenos de alegría. por vuestro camino, alegremente,
¡Alegría, alegría! como el héroe hacia la victoria.
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses ¡Abrazaos, criaturas innumerables!
hija del Elíseo! ¡Que ese beso alcance al mundo entero!

4
¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada al genio tutelar de nuestro amor?
tiene que vivir un Padre amoroso. Eso, eso yo no lo hubiera permitido.
¿No vislumbras, oh mundo, a tu Creador?
Búscalo sobre la bóveda estrellada. Pero el mundo se inventa otra carencia,
Allí, sobre las estrellas, debe vivir. otro deber de honor, otro derecho, y la costumbre
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses nos va gastando el alma
hija del Elíseo! día tras día disimuladamente.
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario! Bien sabía yo que como el miedo monstruoso y arraigado
Tu hechizo vuelve a unir separa a los dioses y a los hombres,
lo que el mundo había separado, el corazón de los amantes, para expiarlo,
todos los hombres se vuelven hermanos debe ofrendar su sangre y perecer.
allí donde se posa tu ala suave.
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses, ¡Déjame callar! Y desde ahora, nunca me obligues a
hija del Elíseo! contemplar
¡Alegría, bella chispa divina! este suplicio, así podré marchar en paz
hacia la soledad,
¡y que este adiós aún nos penenezca!
Friedrich Holderlin
Ofréceme tú misma el cáliz, beba yo tanto
La despedida
del sagrado filtro, tanto contigo de la poción letea,
que lo olvidemos todo
¿Queríamos separarnos? ¿Era lo justo y lo sabio?
amor y odio!
¿Por qué nos asustaría la decisión como si fuéramos
a cometer un crimen?
Yo partiré. ¡Tal vez dentro de mucho tiempo
¡Ah! poco nos conocemos,
vuelva a verte, Diotima! Pero el deseo ya se habrá
pues un dios manda en nosotros.
desangrado
entonces, y apacibles
¿Traicionar a ese dios? ¿Al que primero nos infundió
como bienaventurados
el sentido y nos infundió la vida, al animador,

5
nos pasearemos, forasteros, el uno cerca al otro Nueva primavera
conversando,
divagando, soñando, hasta que este mismo paraje del En su amor la mariposa
adiós Vuela de la fresca rosa
rescate nuestras almas del olvido Sobre el cáliz perfumado;
y dé calor a nuestro corazón. Un rayo del sol ardiente
La baña amorosamente
Entonces volveré a mirarte sorprendido, escuchando Con su resplandor dorado.
como otrora Pero ¿a quién ama la rosa?
el dulce canto, las voces, los acordes del laúd, ¿Quién el amor de la hermosa,
y más allá del arroyo la azucena dorada Quisiera saber, merece?
exhalará hacia nosotros su fragancia. ¿Es el ruiseñor que canta?
¿O el astro que se levanta
Cuando la tarde decrece?
No sé a quién la rosa adora:
Friedrich Heine Pero mi pecho atesora
Para todos tierno amor;
Mi alma se parece al mar... Para todos, rosa bella,
Rayo de sol, clara estrella,
Mi alma se parece al mar: Mariposa y ruiseñor.
tiene olas y tempestades;
pero en sus profundidades
muchas perlas se han de hallar.

6
Lord Byron Camina bella, como la noche...

Acuérdate de mí Camina bella, como la noche


De climas despejados y de cielos estrellados,
Llora en silencio mi alma solitaria, Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
excepto cuando está mi corazón Resplandece en su aspecto y en sus ojos,
unido al tuyo en celestial alianza Enriquecida así por esa tierna luz
de mutuo suspirar y mutuo amor. Que el cielo niega al vulgar día.

Es la llama de mi alma cual lumbrera, Una sombra de más, un rayo de menos,


que brilla en el recinto sepulcral: Hubieran mermado la gracia inefable
casi extinta, invisible, pero eterna... Que se agita en cada trenza suya de negro brillo,
ni la muerte la puede aniquilar. O ilumina suavemente su rostro,
Donde dulces pensamientos expresan
¡Acuérdate de mí!... Cerca a mi tumba Cuán pura, cuán adorable es su morada.
no pases, no, sin darme una oración;
para mi alma no habrá mayor tortura Y en esa mejilla, y sobre esa frente,
que el saber que olvidaste mi dolor. Son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez elocuentes,
Las sonrisas que vencen, los matices que iluminan
Oye mi última voz. No es un delito Y hablan de días vividos con felicidad.
rogar por los que fueron. Yo jamás Una mente en paz con todo,
te pedí nada: al expirar te exijo ¡Un corazón con inocente amor!
que vengas a mi tumba a sollozar.

7
Canción del corsario Percy Bisshe Shelley

En su fondo mi alma lleva un tierno secreto 5. Cuando niño, buscaba yo fantasmas...


solitario y perdido, que yace reposado;
mas a veces, mi pecho al tuyo respondiendo, Cuando niño, buscaba yo fantasmas
como antes vibra y tiembla de amor, desesperado. en calladas estancias, cuevas, ruinas
y bosques estrellados; mis temerosos pasos
Ardiendo en lenta llama, eterna pero oculta, ansiaban conversar con los difuntos.
hay en su centro a modo de fúnebre velón, Invocaba esos nombres que la superstición
pero su luz parece no haber brillado nunca: inculca. En vano fue esa búsqueda.
ni alumbra ni combate mi negra situación. Mientras meditaba el sentido
de la vida, a la hora en que el viento corteja
¡No me olvides!... Si un día pasaras por mi tumba, cuanto vive y fecunda
tu pensamiento un punto reclina en mí, perdido... nuevas aves y plantas,
La pena que mi pecho no arrostrara, la única, de pronto sobre mí cayó tu sombra.
es pensar que en el tuyo pudiera hallar olvido. Mi garganta exhaló un grito de éxtasis.

escucha, locas, tímidas, mis últimas palabras


-la virtud a los muertos no niega ese favor-;
dame... cuanto pedí. Dedícame una lágrima, Su voz tembló cuando nos separamos...
¡la sola recompensa en pago de tu amor!...
Su voz tembló cuando nos separamos,
y aunque no supe que su corazón estaba roto
hasta mucho después, me fui sin atender
las palabras que entonces nos dijimos.

¡Sufrimiento, oh sufrimiento
este mundo es demasiado ancho para tí! "

8
La paloma Más cercanos, Judith, están nuestros destinos
de lo que se supone al ver nuestros dos rostros;
Una paloma tuve muy dulce, pero un día el abismo divino aparece en tus ojos,
se murió. Y he pensado que murió de tristeza.
¡Oh! ¿Qué le apenaría? Sus pies ataba un hilo y yo siento la sima estrellada en el alma;
de seda, y con mis dedos lo entrelacé yo mismo. mas del cielo los dos sé que estamos muy cerca,
¿Por qué morías, tú, de pies lindos y rojos? tú porque eres hermosa, yo porque soy muy viejo.
¿Por qué dejarme, pájaro tan dulce? ¿Por qué? Dime.
Muy solito vivías en el árbol del bosque:
¿Por qué, gracioso pájaro, no viviste conmigo?
Te besaba a menudo, te di guisantes dulces: La tumba y la rosa
¿Por qué no vivirías como en el árbol verde?
La tumba dijo a la rosa:
-¿Dime qué haces, flor preciosa,
lo que llora el alba en ti?
Victor Hugo
La rosa dijo a la tumba:
La belleza y la muerte son dos cosas profundas... -de cuanto en ti se derrumba,
sima horrenda, ¿qué haces, di?
La belleza y la muerte son dos cosas profundas,
con tal parte de sombra y de azul que diríanse Y la rosa: -¡Tumba oscura
dos hermanas terribles a la par que fecundas, de cada lágrima pura
con el mismo secreto, con idéntico enigma. yo un perfume hago veloz.

Oh, mujeres, oh voces, oh miradas, cabellos, Y la tumba: -¡Rosa ciega!


trenzas rubias, brillad, yo me muero, tened De cada alma que me llega
luz, amor, sed las perlas que el mar mezcla a sus aguas, yo hago un ángel para Dios.
aves hechas de luz en los bosques sombríos.

9
Duque de Rivas José de Espronceda

Canción del pirata

¡Ay del triste! Con diez cañones por banda,


viento en popa, a toda vela,
¡Ay del triste que consume no corta el mar, sino vuela
su existencia en esperar! un velero bergantín.
¡Ay del triste que presume Bajel pirata que llaman,
que el duelo con que él se abrume por su bravura, El Temido,
al ausente ha de pesar! en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La esperanza es de los cielos
precioso y funesto don, La luna en el mar riela
pues los amantes desvelos en la lona gime el viento,
cambian la esperanza en celos. y alza en blando movimiento
que abrasan el corazón. olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
Si es cierto lo que se espera, cantando alegre en la popa,
es un consuelo en verdad; Asia a un lado, al otro Europa,
pero siendo una quimera, y allá a su frente Istambul:
en tan frágil realidad
quien espera desespera. Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

10
Veinte presas Que es mi barco mi tesoro,
hemos hecho que es mi dios la libertad,
a despecho mi ley, la fuerza y el viento,
del inglés mi única patria, la mar.
y han rendido
sus pendones A la voz de "¡barco viene!"
cien naciones es de ver
a mis pies. cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
Que es mi barco mi tesoro, que yo soy el rey del mar,
que es mi dios la libertad, y mi furia es de temer.
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar. En las presas
yo divido
Allá; muevan feroz guerra lo cogido
ciegos reyes por igual;
por un palmo más de tierra; sólo quiero
que yo aquí; tengo por mío por riqueza
cuanto abarca el mar bravío, la belleza
a quien nadie impuso leyes. sin rival.

Y no hay playa, Que es mi barco mi tesoro,


sea cualquiera, que es mi dios la libertad,
ni bandera mi ley, la fuerza y el viento,
de esplendor, mi única patria, la mar.
que no sienta
mi derecho ¡Sentenciado estoy a muerte!
y dé pechos mi valor. Yo me río
no me abandone la suerte,

11
y al mismo que me condena, sosegado,
colgaré de alguna antena, arrullado
quizá; en su propio navío por el mar.
Y si caigo,
¿qué es la vida? Que es mi barco mi tesoro,
Por perdida que es mi dios la libertad,
ya la di, mi ley, la fuerza y el viento,
cuando el yugo mi única patria, la mar.
del esclavo,
como un bravo, Gustavo Adolfo Bécquer
sacudí.
IV
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad, ¡Los suspiros son aire y van al aire!
mi ley, la fuerza y el viento, ¡Las lágrimas son agua y van al mar!
mi única patria, la mar. Dime, mujer: cuando el amor se olvida,
¿sabes tú a dónde va?
Son mi música mejor
aquilones, XXIII
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos, ¿Será verdad que cuando toca el sueño
del negro mar los bramidos con sus dedos de rosa nuestros ojos,
y el rugir de mis cañones. de la cárcel que habita huye el espíritu
en vuelo presuroso?
Y del trueno
al son violento, ¿Será verdad que, huésped de las nieblas,
y del viento de la brisa nocturna al tenue soplo,
al rebramar, alado sube a la región vacía
yo me duermo a encontrarse con otros?

12
Triste cosa es el sueño
¿Y allí desnudo de la humana forma, que llanto nos arranca,
allí los lazos terrenales rotos, mas tengo en mi tristeza una alegría...
breves horas habita de la idea ¡Sé que aún me quedan lágrimas!
el mundo silencioso?

¿Y ríe y llora y aborrece y ama


y guarda un rastro del dolor y el gozo, William Wordsworth
semejante al que deja cuando cruza
el cielo un meteoro?
¿Por qué estás silenciosa?
Yo no sé si ese mundo de visiones
vive fuera o va dentro de nosotros: ¿Por qué estás silenciosa? ¿Es una planta
Pero sé que conozco a muchas gentes tu amor, tan deleznable y pequeñita,
a quienes no conozco. que el aire de la ausencia lo marchita?
Oye gemir la voz en mi garganta:
Yo te he servido como a regia Infanta.
Mendigo soy que amores solicita…
LXI
¡Oh limosna de amor! Piensa y medita
que sin tu amor mi vida se quebranta.
No sé lo que he soñado
en la noche pasada. ¡Háblame! no hay tormento cual la duda:
Triste, muy triste debió ser el sueño Si mi amoroso pecho te ha perdido
pues despierto, la angustia me duraba. ¿su desolada imagen no te mueve?

Noté al incorporarme ¡No permanezcas a mis ruegos muda!


húmeda la almohada que estoy más desolado que, en su nido,
y por primera [vez] sentí, al notarlo, el ave a la que cubre blanca nieve.
de un amargo placer henchirse el alma.

13
Amonestación y respuesta ¿Crees, en el mundo infinito
de estos seres que hablan sin verbo,
«¿Por qué sobre esa vieja piedra,
que nada vendrá por sí mismo
durante toda la jornada,
y que siempre buscar debemos?
William, así solo te sientas
y entre sueños el tiempo pasas? Pues no preguntes por qué a solas,
según me plazca conversando,
¿Dónde están tus libros? ¡La luz
me siento en esta vieja roca
a este ciego mundo legada!
y entre sueños el tiempo paso».
¡Arriba! Aspira la salud
que en ellos los muertos exhalan. Edgar Allan Poe
Miras la tierra como un hijo
que a su madre pidiese cuentas Soneto a la ciencia
o como el primer hombre vivo
que conociese la existencia». ¡Ciencia! ¡verdadera hija del tiempo tú eres!
que alteras todas las cosas con tus escrutadores ojos.
Así, del Esthwaite a la orilla, ¿Por qué devoras así el corazón del poeta,
la vida dulce y sin porqué, buitre, cuyas alas son obtusas realidades?
el buen Matthew me habló un día
y así le quise responder: ¿Cómo debería él amarte? o ¿cómo puede juzgarte sabia
aquel a quien no dejas en su vagar
«El ojo sólo mirar puede buscar un tesoro en los enjoyados cielos,
y el oído nunca está en paz; aunque se elevara con intrépida ala?
siquiera que va, el cuerpo siente
contra o con nuestra voluntad. ¿No has arrebatado a Diana de su carro?
¿Ni expulsado a las Hamadríades del bosque
Así, creo que existen fuerzas para buscar abrigo en alguna feliz estrella?
que al pensamiento dan traza,
que nutrimos nuestras ideas ¿No has arrancado a las Náyades de la inundación,
con una pasividad sabia. al Elfo de la verde hierba, y a mí
del sueño de verano bajo el tamarindo?

14
El cuervo IV
Ya sintiendo más calma: «Caballero
I exclamé, o dama, suplicaros quiero
En una noche pavorosa, inquieto os sirváis excusar
releía un vetusto mamotreto mas mi atención no estaba bien despierta
cuando creí escuchar y fue vuestra llamada tan incierta...»
un extraño ruido, de repente Abrí entonces de par en par la puerta:
como si alguien tocase suavemente tinieblas nada más.
a mi puerta: «Visita impertinente
es, dije y nada más » . V
Miro al espacio, exploro la tiniebla
II y siento entonces que mi mente puebla
¡Ah! me acuerdo muy bien; era en invierno turba de ideas cual
e impaciente medía el tiempo eterno ningún otro mortal las tuvo antes
cansado de buscar y escucho con oídos anhelantes
en los libros la calma bienhechora «Leonora » unas voces susurrantes
al dolor de mi muerta Leonora murmurar nada más.
que habita con los ángeles ahora
¡para siempre jamás! VI
Vuelvo a mi estancia con pavor secreto
III y a escuchar torno pálido e inquieto
Sentí el sedeño y crujidor y elástico más fuerte golpear;
rozar de las cortinas, un fantástico «algo, me digo, toca en mi ventana,
terror, como jamás comprender quiero la señal arcana
sentido había y quise aquel ruido y calmar esta angustia sobrehumana »:
explicando, mi espíritu oprimido ¡el viento y nada más!
calmar por fin: «Un viajero perdido
es, dije y nada más ». VII
Y la ventana abrí: revolcando

15
vi entonces un cuervo venerando «otros de mí han huido y se me alcanza
como ave de otra edad; que él partirá mañana sin tardanza
sin mayor ceremonia entró en mis salas como me ha abandonado la esperanza »;
con gesto señorial y negras alas dijo el cuervo: «¡Jamás! »
y sobre un busto, en el dintel, de Palas
posóse y nada más. XI
Una respuesta al escuchar tan neta
VIII me dije, no sin inquietud secreta,
Miro al pájaro negro, sonriente «Es esto nada más.
ante su grave y serio continente Cuanto aprendió de un amo infortunado,
y le comienzo a hablar, a quien tenaz ha perseguido el hado
no sin un dejo de intención irónica: y por solo estribillo ha conservado
«Oh cuervo, oh venerable ave anacrónica, ¡ese jamás, jamás! »
¿cuál es tu nombre en la región plutónica? »
Dijo el cuervo: «Jamás ». XII
Rodé mi asiento hasta quedar enfrente
IX de la puerta, del busto y del vidente
En este caso al par grotesco y raro cuervo y entonces ya
maravilléme al escuchar tan claro reclinado en la blanda sedería
tal nombre pronunciar en ensueños fantásticos me hundía,
y debo confesar que sentí susto pensando siempre que decir querría
pues ante nadie, creo, tuvo el gusto aquel jamás, jamás.
de un cuervo ver, posado sobre un busto
con tal nombre: «Jamás ». XIII
Largo tiempo quedéme así en reposo
X aquel extraño pájaro ominoso
Cual si hubiese vertido en ese acento mirando sin cesar,
el alma, calló el ave y ni un momento ocupaba el diván de terciopelo
las plumas movió ya, do juntos nos sentamos y en mi duelo

16
pensaba que Ella, nunca en este suelo XVII
lo ocuparía más. «Sea tal palabra la postrera
retorna a la plutónica rivera,»
XIV grité: «¡No vuelvas más,
Entonces parecióme el aire denso no dejes ni una huella, ni una pluma
con el aroma de quemado incienso y mi espíritu envuelto en densa bruma
de un invisible altar; libra por fin el peso que le abruma! »
y escucho voces repetir fervientes: dijo el cuervo: «¡Jamás! »
«Olvida a Leonor, bebe el nepenthes
bebe el olvido en sus letales fuentes »; XVIII
dijo el cuervo: «¡Jamás! » Y el cuervo inmóvil, fúnebre y adusto
sigue siempre de Palas sobre el busto
XV y bajo mi fanal,
«Profeta, dije, augur de otras edades proyecta mancha lúgubre en la alfombra
que arrojaron las negras tempestades y su mirada de demonio asombra...
aquí para mi mal, ¡Ay! ¿Mi alma enlutada de su sombra
huésped de esta morada de tristura, se librará? ¡Jamás!
dí, fosco engendro de la noche oscura,
si un bálsamo habrá al fin a mi amargura »: ¿Deseas que te amen?
dijo el cuervo: «¡Jamás! »
¿Deseas que te amen? No pierdas, pues,
XVI el rumbo de tu corazón.
«Profeta, dije, o diablo, infausto cuervo Sólo aquello que eres has de ser
por Dios, por mí, por mi dolor acerbo, y aquello que no eres, no.
por tu poder fatal Así, en el mundo, tu modo sutil,
dime si alguna vez a Leonora tu gracia, tu bellísimo ser,
volveré a ver en la eternal aurora serán objeto de elogio sin fin
donde feliz con los querubes mora »; y el amor... un sencillo deber.
dijo el cuervo: «¡Jamás! »

17
Charles Baudelaire El hombre y el mar

A una transeúnte ¡Hombre libre, tú siempre has de querer al mar!


El mar es el espejo donde tu ser se mira
La calle atronadora aullaba en torno mío. En la onda que hacia lo infinito se estira
Alta, esbelta, enlutada, con un dolor de reina Y de ese amargo abismo tu alma está a la par.
Una dama pasó, que con gesto fastuoso
Recogía, oscilantes, las vueltas de sus velos, Te gusta hundirte en esa imagen atroz,
Tus ojos y tus brazos la abarcan. Y el sonido
Agilísima y noble, con dos piernas marmóreas. Que hay en tu corazón a veces es vencido
De súbito bebí, con crispación de loco. Por el de ese lamento indomable y feroz.
Y en su mirada lívida, centro de mil tomados,
El placer que aniquila, la miel paralizante.
Ambos son por igual cerrados y discretos:
Hombre, ninguno sabe si hay fondo en tus honduras,
Un relámpago. Noche. Fugitiva belleza
Cuya mirada me hizo, de un golpe, renacer. Oh mar, nadie conoce tus riquezas oscuras,
¿Salvo en la eternidad, no he de verte jamás? ¡Tanto que se empecinan en guardar sus secretos!

¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca! Y sin embargo, desde siglos innumerables
Que no sé a dónde huiste, ni sospechas mi ruta, Los dos se están peleando sin tregua ni piedad.
¡Tú a quien hubiese amado. Oh tú, que lo supiste! ¡Que manera de amar la muerte y la crueldad,
Oh eternos luchadores, oh hermanos implacables!

18
Arthur Rimbaud ¡La hemos vuelto a hallar!...

Sensación ¡La hemos vuelto a hallar!


¿Qué?, la Eternidad.
Iré, cuando la tarde cante, azul, en verano, Es la mar mezclada
herido por el trigo, a pisar la pradera; con el sol.
soñador, sentiré su frescor en mis plantas
y dejaré que el viento me bañe la cabeza. Alma mía eterna,
cumple tu promesa
Sin hablar, sin pensar, iré por los senderos: pese a la noche solitaria
pero el amor sin límites me crecerá en el alma. y al día en fuego.
Me iré lejos, dichoso, como con una chica, Pues tú te desprendes
por los campos , tan lejos como el gitano vaga. de los asuntos humanos,
¡De los simples impulsos!
Vuelas según..
Nunca la esperanza,
no hay oriente.
Ciencia y paciencia.
El suplicio es seguro.
Ya no hay mañana,
brasas de satén,
vuestro ardor
es el deber.
¡La hemos vuelto a hallar!
-¿Qué?- -La Eternidad.
Es la mar mezclada
con el sol.

19

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