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Ensayo

“La Educación en la especie humana es un Mecanismo Evolutivo”


Fernanda Mundaca Torres
22 de noviembre, 2018

La disciplina psicológica se nutre de diversas áreas de estudio para poder comprender el


comportamiento humano, siendo una de estas áreas corresponde al desarrollo de los individuos
mediante el mecanismo de la educación. En este sentido, y tal como menciona Molina (2006), la
educación forma parte de una constelación de logros evolutivos fuertemente articulados entre sí,
es parte de un conjunto articulado de capacidades, en el que cada una de ellas ha logrado llegar a
ser un logro evolutivo de un alto grado de especialización adaptativa y que, no obstante, todas
dependen entre sí. De este modo, es posible pensar la educación en la especie humana como un
mecanismo evolutivo.
Para entender el enunciado anterior, es preciso comenzar explicando qué se entiende por
evolución humana. La especie humana – u homo sapiens - se diferencia de toda otra especie animal
por la forma de su proceso evolutivo, esta especie animal recorre un camino evolutivo que es a la
vez biológico y cultural (Molina, 2006). Es importante señalar que, la vida es un fenómeno de
ganancia de información, dado que el humano se encuentra en constante evolución, en donde se
entrelazan dos tipos de evolución: evolución biológica y evolución cultural (Molina, 2018).
La evolución biológica depende de la transmisión de una generación a otra de elementos que
determinarán el carácter de la generación posterior a desarrollar, en donde este traspaso de
información se realiza mediante el aporte de los genes que se encuentran en las células germinales
(Waddington, 1975). Destacar que el humano, a lo largo de su evolución, fue presentando cambios
en su estructura, tal como un cambio en el tamaño craneal y mandibular, siendo una de las
evoluciones a nivel biológico más importantes en el humano el surgimiento de la bipedia, lo que
dio paso a un cambio social clave, a una complejización de la vida social, y al surgimiento de la
cooperación social en forma de compensación ante los cambios en las capacidades físicas básicas
del humano (Molina, 2016). Este tipo de evolución permite que la especie humana inaugure la
evolución cultural (Molina, 2006).
En cuanto a la evolución cultural, es preciso mencionar que es una forma de evolución que
implica información que no se encuentra en los genes, pero que es tan importante como la
evolución biológica y que realiza un cambio cualitativo en la manera de evolucionar y adaptarse
al entorno (Molina, 2006). De este modo se puede pensar a la transformación cultural como una
nueva forma de evolución, dado que la evolución cultural no se restringe tan solo a la trasmisión
de una cultura (Molina, 2016).
Siguiendo en la línea anterior, la evolución cultural requiere de un mecanismo que le permita
continuar transmitiendo información y desarrollándose, o en su defecto, evolucionando. Este
mecanismo corresponde a la educación, el cual es equivalente a la herencia genética en la
evolución biológica (Molina, 2018). Por su parte, Waddington (1975), también afirma que el
mecanismo evolutivo fundamental del humano depende de la trasmisión sociogenética de
información que se realiza por medio de la enseñanza y el aprendizaje. A lo anterior, se suma que
el progreso ha sido promovido por el sistema sociogenético humano, a comparación con el sistema
génico biológico, el cual puede ser visto como ejemplo del cambio que la evolución ha tendido a
producir (Waddington, 1975). De este modo, la educación surge como un mecanismo destinado a
asegurar la preservación de la vida de la especie humana (Molina, 2006).
Este mecanismo de evolución, correspondiente a la educación, emerge a partir de una relación
triádica entre individuo-sociedad-especie (Molina, 2018). Los procesos de individuación y
socialización, para la ciencia contemporánea, corresponden a elementos indisociables de la
construcción de un ser humano. Es un mecanismo de socialización en tanto el desarrollo humano
ha sido asistido socioculturalmente, mediante los avances que la cultura ha logrado acumular para
la evolución humana (filogénesis) (Molina, 2006). Estos avances son transmitidos a partir del
mecanismo de la educación, lo que da paso al desarrollo humano de cada individuo a lo largo de
sus vidas (ontogénesis) (Molina, 2006). Destacar que, Molina (2006) hace hincapié en que la
educación se encuentra relacionada con los procesos de desarrollo individual de los sujetos, dado
que permite el constructivismo que da paso al desarrollo mental, siendo de este modo el factor
social un elemento crucial para lo individual. Por otro lado, es de suma importancia mencionar
que, la educación no impone procesos en el individuo, sino que más bien, permite el
desencadenamiento de procesos ya existentes en el sujeto, siendo la cultura un mero elemento que
posibilita, no determina, el desarrollo individual del humano, y es éste el que selecciona, elige y
asimila lo qué le es significativo (Molina, 2006).
Es así como se puede mencionar, en palabras de Molina (2006), que “individuo humano es a la
vez el más individual y el más social de los animales; el más individual porque es, por naturaleza,
el más social”. Lo anterior se condice con lo mencionado por Arendt (como se citó en Molina,
2006), en donde la especie humana constituye una pluralidad de seres únicos, a la vez que, Marx
(como se citó en Molina, 2006) menciona que el individuo humano solo se individua al interior de
la sociedad. Es de este modo que los procesos de individuación y socialización se encuentran
inevitablemente entrelazados.
Este entrelazamiento que permite la complejización de la vida social y, por consiguiente, una
complejización de la vida mental, es resultado de un ser vivo humano social e individual (Molina,
2016). Que el humano posea esta particularidad puede ser explicado a partir de un relajamiento a
nivel genético (evolución biológica), dando paso a la consideración de lo epigenético y a la
ontogenia del individuo, que da paso a una adaptación por individuación (Molina, 2018). Es
importante comprender qué es la epigenética, la cual corresponde al estudio de los mecanismos
que regulan la expresión de los genes, sin existir una modificación en la secuencia del ADN, lo
que establece una relación entre influencias de tipo genético y ambientales (Molina, 2018). En este
sentido, la educación tiene un rol central en la modificación de la expresión de los genes (Molina,
2018). Lo anterior, ha sido posibilitado a través de la cualidad del organismo del humano, el cual
posee un cerebro a merced de la cultura (Molina, 2016). El cerebro del humano posee una
organización que constantemente va cambiando, no en cuanto al genoma, sino más bien a partir
de la experiencia a la que sea sometido, dado que es esta experiencia la que incide en cómo se usa
el cerebro y el uso del cerebro es el que incide en cómo el cerebro se organiza (Molina, 2018). Por
su parte, Waddington (como se citó en Molina, 2006), añade que esto es posible en tanto exista un
logro filogenético y ontogenético
Siguiendo la línea de que la educación es un mecanismo de evolución cultural, es preciso hacer
mención que ésta requiere de la articulación de cuatro procesos, y su relación entre sí, siendo
dichos procesos los siguientes: cultura y evolución cultural, enseñanza, procesos de
aprendizaje y desarrollo e individuación.
En cuanto a la cultura y evolución cultural, es posible mencionar que la especie humana es
producto de diferentes logros culturales, tales como la invención y utilización de herramientas, o
la creación de la escritura, y estos logros culturales son pasados de generación en generación por
medio de la enseñanza (Molina, 2018). De este modo la evolución cultural se hace cada vez más
rápida y eficiente, dando paso a que la especie humana acceda a una dimensión evolutiva nueva:
la denominada dimensión cultural que involucra una continua creación, transformación,
transmisión y uso social e individual de la cultura, que puede sostenerse debido al mecanismo
educativo de la enseñanza social y del aprendizaje social (Molina, 2006). El ser humano posee una
disposición a dejar que le enseñen, dado que para que exista enseñanza, se debe contar con alguien
que contenga las capacidades para enseñar y un aprendiz que tenga la capacidad de aprender
cediendo autoridad a otro (Molina, 2018).
Destacar que para que exista educación, es preciso dejar de concebir la fórmula reduccionista
de que la educación es producto de procesos de enseñanza y aprendizaje, lo que corresponde más
bien a instrucción, dado que se estaría afirmando que el fin de la educación es meramente el
aprendizaje, lo cual está muy lejos de la realidad, puesto que la educación debe ser vista en una
relación de evolución cultural, enseñanza, aprendizaje y desarrollo (Molina, 2006) o si bien se
quiere, puede ser expuesta según como lo menciona Dewey (como se citó en Molina, 2016): “una
cosa es la instrucción y sus procesos de enseñanza-aprendizaje y otra cosa son los procesos de
aprendizaje-desarrollo”. Para que exista el proceso de aprendizaje es necesario que exista un
proceso de desarrollo e individuación, dado que el aprendizaje se encuentra íntimamente
relacionado con el proceso de desarrollo (Molina, 2018). Es mediante el desarrollo del sujeto que
el sujeto aprende, es mediante el “aprender haciendo” que el sujeto desarrolla sus capacidades,
dado que quien aprende se encuentra en un proceso de desarrollo (Molina, 2018).
Siguiendo la línea del desarrollo del sujeto, el desarrollo también se hace presente en el cerebro
humano, ocurriendo a lo largo de la vida del sujeto (ontogénesis), y el cual es resultado de cambios
epigenéticos (tal como se mencionó en párrafos anteriores). Esto sucede a partir de que el cerebro
no es concebido únicamente como un órgano biológico, sino que como un órgano biocultural. El
cerebro ya no está cambiando a nivel biológico o en cantidad, sino más bien está cambiando a
nivel de cualidad, es decir, en la forma en la que se está desarrollando (Molina, 2018). Este
desarrollo, como ya se mencionó, está a la orden de la vida particular del ser humano, el cerebro
se va moldeando por el genoma y por la experiencia, dado que cada cerebro se desarrolla de manera
única (Molina, 2018). Prochiantz (Molina, 2018) apuesta que la educación realiza una
manipulación epigenética en el cerebro. Que el humano sea capaz de ser educado también se
encuentra ligado a la capacidad de adaptación por individuación, lo que quiere decir que el
cerebro cambio por cambios epigenéticos. (Molina, 2018). Además, se debe a que tiene la
capacidad de inferir de manera abductiva, lo que refiere a un tipo de pensamiento que permite
crear nuevas ideas, lo que da como resultado que el humano siga evolucionando (Molina, 2016).
Para seguir comprendiendo la evolución de la especie humana por medio de la educación es
necesario comentar de igual manera los argumentos que Piaget menciona sobre la relación de
aprendizaje-desarrollo en base al concepto de fenocopia. En primer lugar, Piaget menciona que el
ser humano no posee procesos de maduración durante su desarrollo, sino que más bien cuenta con
procesos de construcción, los cuales dependen de diversos factores, tales como: herencia,
interacción natural, interacción social y equilibrio. El factor herencia se encuentra presente en
el sujeto, pero no es suficiente por si solo para generar un desarrollo. A su vez, se encuentra el
factor de interacción natural que se refiere al sujeto en el medio ambiente y la necesidad de que
éste interactúa con este medio para desarrollar la inteligencia, sin embargo, aún requiere de otro
factor. Este otro factor refiere el de interacción social, en donde se concibe que la interacción con
el mundo social permite que el humano desarrolle capacidades sociales. Para que los anteriores
factores sean completados se debe señalar el factor de equilibrio, que da cuenta para que exista
algún cambio en un sujeto o sistema este debe hacer frente a una perturbación, lo cual implicaría
un desequilibrio (Molina, 2018). Es de este modo que estos factores deben comunicarse
constantemente para permitir el proceso de desarrollo en el individuo.
Es importante señalar que estos factores comprenden una característica en común: el sujeto para
desarrollarse requiere de una interacción con el entorno, lo que genera una perturbación en el
organismo que da como resultado un cambio fenotípico. Este cambio a nivel del fenotipo se
traslada a un cambio a nivel de genoma, lo que da paso a que surja el fenómeno de la fenocopia,
entendido como una adquisición exógena que es reemplazada por una construcción endógena
(Molina, 2018). Recalcar que, de cualquier modo, lo exógeno no determina un cambio endógeno,
pero si lo desencadena. En este sentido, es preciso realizar una distinción entre desarrollo,
entendido como un proceso de construcción de formas endógenas que emergen de las
autorregulaciones internas del sujeto y que es comparable a la variación genotípica; y el
aprendizaje, entendido como una adquisición exógena comparable a reacciones fenotípicas
(Molina, 2006).
A lo anterior, se suma otra noción de desarrollo del sujeto a partir de un aprendizaje entendido
como una adquisición de carácter exógeno, a lo que Vygotsky denomina zona de desarrollo
próximo (Molina, 2018). Este autor presenta la importancia de la interacción con los otros en el
aprendizaje, mencionando el concepto de zona de desarrollo próximo, correspondiente a la
distancia existente entre el nivel real de desarrollo, que está determinado por la capacidad de
resolver independientemente un problema, y el nivel de desarrollo potencial, determinado través
de la resolución de un problema otorgado y que se encuentra bajo la guía de un adulto o de un
acompañante con conocimiento acerca de la resolución del problema dado (Vygotsky, 1988). Esta
zona de desarrollo próximo presenta consecuencias: se encuentra la capacidad de estiramiento o
inteligencia del cerebro que posee la cualidad de flexibilidad, de posibilidad de cambio; y, por otro
lado, encuentra que la inteligencia del humano no tiene límite, siempre se puede avanzar (Molina,
2018). Es de este modo que el desarrollo del sujeto es de carácter individual, lo que se verá
reflejado en su ontogénesis, es por lo que no se puede comparar con otro sujeto, sino más bien con
otro momento de sí mismo (Molina, 2018). Esta zona de desarrollo próximo posibilita que ciertas
funciones no maduradas del sujeto puedan próximamente madurar (Vygotsky, 1988). Es así como
el buen aprendizaje es tan solo aquel que precede al desarrollo del sujeto, puesto que el aprendizaje
despierta una serie de procesos evolutivos internos del sujeto, que son capaces de operar cuando
se encuentra en interacción con un otro en el entorno (Vygotsky, 1988).
Así, Molina (2006) destaca que, si bien el aprendizaje no es equivalente al desarrollo, el
aprendizaje organizado da pie a un adecuado desarrollo mental y permite el inicio de procesos de
desarrollo que no surgirían en ausencia del aprendizaje. Molina (2018), señala que Piaget y
Vygotsky piensan de manera similar, debido a que la acción educativa desencadena procesos
cognitivos en el alumno. Mientras, según Piaget, el aprendizaje desencadena un proceso de
desarrollo cognitivo, Vygotsky menciona que ciertos aprendizajes cuando están en la zona de
desarrollo próximo generan desarrollo.
Para comprender en base a experiencias contemporáneas lo anteriormente expuesto, es preciso
hablar sobre un hecho del ámbito nacional. En este sentido, dentro del sistema educativo nacional,
se realizó un importante cambio en la manera de concebir la educación mediante la promulgación
de Ley General de Educación (LGE): se sustituye el concepto de “enseñanza” por el concepto de
“educación”, dando cuenta de una idea de formación de los sujetos para potenciar un desarrollo
integral (Mensaje Presidencial, s.f.). La educación se concibe como el proceso de aprendizaje
permanente que abarca las diferentes etapas de la vida de los sujetos, y cuya finalidad radica en
alcanzar su desarrollo en distintos aspectos de la vida, por medio de la transmisión y cultivo de
valores, conocimientos y destrezas, para así capacitar a los sujetos para conducir su vida de manera
plena (LGE, 2009). Su objetivo es la formación y logro del aprendizaje para asegurar el pleno
desarrollo del individuo en cualquiera de los niveles educacionales (LGE, 2009). Lo anterior,
vendría a explicar el por qué todos los sujetos aprenden de diversas maneras y con diversos
elementos del medio. En este sentido, una serie de autores apoyan la noción de que la educación
permite que el sujeto se desarrolle por medio del aprendizaje, lo que a su vez se condice con lo
que se menciona en la ley general del estado, que cambia la noción de enseñanza, la cual hace
referencia a una mera instrucción, por la noción de educación, que contemplaría el desarrollo de
las personas.
De este modo, se ha pretendido exponer una serie de argumentos con el objetivo de explicar el
enunciado del presente ensayo, correspondiente a que la educación en la especie humana es un
mecanismo evolutivo. Finamente, es preciso destacar que el desarrollo del humano, tanto a nivel
ontogenético como filogenético se encuentra, valga la redundancia, en desarrollo, dado que a
medida que la cultura se desarrolle, el humano de igual manera se irá desarrollando, es decir, se
tiene conocimiento de que es una actividad en constante evolución, pero no sobre qué tipo de
evolución ni hacia donde se dispone a llegar la especie humana en su camino evolutivo constante.
Hasta el momento, parece ser un enigma que tan solo se irá resolviendo a medida que vaya
sucediendo.
Referencias

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