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Andreu Buenafuente: Por amor al late


0  Diego Fortea  jueves, 14 de diciembre de 2017

Andreu Buenafuente ha sido un practicante declarado de la siesta del borrego.


Levantarse a las 8, desayunar y, si no hay mucho follón por delante, tratar de volver a
echarse una horita en la cama. Es lo que tiene hacer televisión por la noche durante
más de 20 años. Debe provocar un desajuste biológico importante, un cansancio
crónico difícil de embutir entre un par de sábanas si te dedicas a hablar frente a
tanta gente a diario. Súmale el viajar constantemente de Barcelona a Madrid, el tener
una niña pequeña y miles de textos, dibujos o fotografías a los que a cionarse sin
remedio. Porque, en estos tiempos, los años y el bagaje parece que no te conducen
a delegar tus faenas en otros, sino a asumir muchas más. ¡Si es que se nos escapa
la vida y no hemos hecho ni la mitad de lo que nos gustaría! Buenafuente se levanta
y, junto al café y el croissant, papea unas cuantas noticias. Los periódicos, Twitter, la
radio... un sinfín de información se arremolina junto a nuestra actualidad personal, la
que de verdad nos importa, la que de algún modo todavía no muy comprendido tiene
que ver con la que parlotean los informativos de buena mañana.
Desde hace más de 20 años, Buenafuente ha tratado de hacer el humor sirviéndose
de ese material nada más levantarse. Mientras, trata de recomponer su propio
sentido del humor, que siempre cuesta con el madrugón. El Buenafuente de 18 años,
barbilampiño y gafotas, se vio en la bienaventurada tesitura de sustituir como
presentador a su paisano y amigo Carles Francino en una entrega de premios. De
pronto, alguna mano le empujó a salir a escena. No sabemos bien qué dijo
exactamente, pero la cuestión es que el público comenzó a reír en un contexto que
no imaginó.

La comedia, igual que la vida, consiste en salir del paso, en enfrentarte a lo


desconocido con los recursos que consigas mentalizar en ese momento. Jardiel
Poncela decía que describir el humor es como tratar de pinchar a una mariposa con
un palo de telégrafos: ardua e inútil tarea. La comedia más pura surge de manera no
pretendida, igual que cuando te enamoras.

La panda original de 'El Terrat'.

Aquel chico obnubilado por el subidón de las risas hacía pinitos como locutor
deportivo en Radio Reus. Por allí bramaba Peisowich, un loco maravilloso capaz de
hacer horas y horas de radio con un folio en blanco. Este argentino inspiró más aún
la vocación de Andreu por tomarse la risa en serio. De repente se vio junto a unos
colegas teatreros de Tarragona haciendo 'El Terrat', ópera prima que emulaba un
frenesí vecinal caracterizado por personajes dignos de 13 Rue del Percebe. Andreu
se crió en la terraza de su primera casa, observando la realidad que se terciaba en el
exterior. De esa misma manera emprendería su segunda crianza: la de los
micrófonos. Y de pronto, a un chaval que no le llenaba estudiar para sacarse el COU,
se vio estudiando más de lo que hubiese imaginado.

Gracias a Francino, que tuvo algo que ver con el despegue de Buenafuente en más
de una ocasión, le llama la SER de Barcelona. "¿Te haría ilusión venir?" Le preguntaba
el director. Y Andreu, que llevaba 8 años en Radio Reus sin perseguir nuevas
fronteras, pensaba: "Si a mí lo que más me gusta es dormir". Contrariando la opinión
de su madre, que temía la marcha del hijo a la gran ciudad, Buenafuente se presentó
en los estudios de Radio Barcelona. En ese momento, el director le dice: "Oye:
exactamente a Radio Barcelona no vas a entrar. No, te explico... resulta que la Onda
Media está desapareciendo. Queremos que formes parte de la FM, una innovación
muy cañera que va a revolucionar el consumo y la calidad de la radio". Andreu, que
aún tenía tiempo para coger el último autobús del día a Reus, decidió quedarse,
asumir los nervios y salir del paso una vez más. "Si no estás nervioso es que no
estás vivo", decía Jesús Hermida.

'El Terrat' en la Cadena SER de Barcelona.

Efectivamente, el trasvase se produjo, y tanto la FM como 'El Terrat' despuntaron. El


programa de dos horas se emitía después del 'Hoy por Hoy' de Javier Sardá,
convirtiéndose en un espacio referente en Cataluña, llegando a hacerse con un
Premio Ondas. La comedia es el rock and roll de la comunicación. Así lo piensa este
romántico del formato que lleva desempeñando desde que un día descubrió por
mera casualidad que hacer reír no se puede comparar a nada más... al menos que
sea legal.

Dicen: "Buenafuente lleva haciendo lo mismo desde hace mucho". Y yo, si me lo


permiten, añado: es lo que tiene un o cio. 'Sense Títol', 'La Cosa Nostra', 'Una Altra
Cosa', 'Buenafuente', 'Buenas noches y Buenafuente', 'En el aire', 'Late Motiv'... Sí,
todo ha sido siempre lo mismo, pero mejor; tal y como ha tratado de explicarlo él
mismo a la hora de encararse al constreñimiento creativo de algún directivo, reacio a
programar espectáculos nocturnos. Para el catalán, por encima de un título o un
estilo, siempre ha predominado un concepto: el programa. Él siempre ha querido
hacer su programa. No disfruta más en ningún otro lugar que en un plató.

Descubrió a Letterman en el año 95, tras unos años conduciendo 'El Terrat' en la
SER. Cerca de él estaba Juan Ramón Mainat, responsable de contenidos. Este buen
hombre le dijo: tú tienes que hacer algo así. Andreu no se veía. Es más: cuando se
vio por primera vez con ó plenamente en que se la pegaría. Pero a la gente le hizo
gracia y le pidió más.
Buenafuente tuvo que fundar su empresa de forma involuntaria para char a la gente
que quería y poder a anzar nuevos proyectos. Fue al notario, pidió un crédito
exorbitante para hacer su escarceo televisivo y... a jugar. De hecho, algunos críticos
frivolizaron aquel juego. Llegaron a tildar de "niños" a su equipo. ¡Como si fuese algo
negativo! ¿Acaso podemos adoptar una actitud más vital que la de un niño? La
ternura, una ingenuidad ávida de conocimientos, la búsqueda interminable de
diversión... 'El Terrat' pasó de la FM a la SL con más responsabilidades que nunca.

El caso es que aquellos niños ya sonaban por todo el país. Un día, a Buenafuente le
surge la oportunidad de darse a conocer más a ese nivel y acepta hacer el programa
en Antena 3. El salto no terminó de agradar a un alto índice de espectadores
catalanes. "Se va a matar, no le van a entender..." susurraban por las calles. Y Andreu
se decía: "Pero si yo voy a hablar en español". Buenafuente llegó a padecer
pesadillas en las que se veía saliendo al plató sin saber hablar en castellano. Pero al
nal debutó en Antena 3 convencido de que el público respondería como una
extensión de sí mismo, como si se tratase de su familia. "Buenas noches, estoy
cagao... agradecería un poquito de ánmo", les confesó minutos antes de empezar el
show. Y él, que ya sabía leer aplausos, notó un buen rollo especial en ese debut. La
sintonía sonaba genial, los colaboradores brillaban tanto como el presentador y
siempre se reservaba un hueco a la improvisación, debilidad por la que todavía
aspira y suspira.

¿El programa fue un éxito absoluto? Sin duda... si piensas que vives de lo que te
gusta, se parezca más o menos a lo que tenías en mente. Las audiencias, ese
numerito que parece acondicionar nuestra alegría y hasta nuestro futuro, siempre ha
resultado difícil de medir, se corresponda o no al cariño que percibas al salir a la
calle. El éxito implica renunciar a cosas igual que el fracaso te invita a superar otros
cercos. Y eso que el muchacho trató de gustar a todos por igual, utopía advertida por
muchos veteranos. El éxito no es más que un ruido que caduca, una bocanada de
reacciones imposible de digerir en una sola sentada. Sean comentarios positivos o
negativos, suelen tender al exceso, lo cual acentúa peligrosamente tus manías e
incluso tus virtudes.

'Buenafuente', el debut en en Antena 3.

"Nene, los de la tele estáis llenos de tonterías", le decía su amigo y maestro Pepe
Rubianes, legendaria gura de la escena, muy respetada en Cataluña. Hacer humor
consume humor, por lo que Andreu, igual que cualquier otro compañero, no es risa la
mayor parte del tiempo. La corrección nos ha vuelto más mesurados y, por tanto,
más aburridos. El último gran incorrecto fue Pepe Rubianes, un auténtico hombre
libre, amante de la Barceloneta, del mar, del sexo y del tabaco, sobre todo contrario a
las imposturas de una sociedad preocupada por el qué dirán. Y, efectivamente,
pensaba que la televisión desfasa la longevidad de muchos monólogos. De repente,
un texto pierde exclusividad y tienes que reproducir otro para la semana que viene. Y
él estuvo 8 años llenando butacas con el mismo.

En uno de sus rastreos nocturnos por las radios locales, Andreu sintonizó a Berto
Romero en Ràdio 4. Es su mayor cómplice desde hace tiempo, un chico con la
cabeza muy bien amueblada para el espectáculo. Andreu dice que nunca le ha visto
llegar con mala cara al trabajo. Es el orden y la estabilidad que necesita abrazar para
trabajar con seguridad. Es el compañero de juegos con el que improvisa 'Nadie sabe
nada', en teatro y en la SER, parafraseando un comentario del perspicaz Juan José
Millás, en pleno atracón de divagaciones.

'Buenas noches y Buenafuente', en Antena 3.

Tras respirar esa ebullición mediática, alcanzando la popularidad y sus


consecuencias, a Andreu le tocó pasar por la época más ambigua y contradictoria de
su existencia profesional. 'Buenas noches y Buenafuente', nuevo periplo artístico, no
terminó de cuajar los domingos por la noche en horario de máxima audiencia. Más
bien, digamos que la televisión también dejó de cuajar en las casas de la gente.
Andreu siguió dibujando, escribiendo, hablando... Las re exiones sobre aquel
período vienen recogidas en un documental muy jugoso sobre ciertas interioridades
de su carrera: 'El culo del mundo'. Asimismo, debutó como papá, que suele dar más
vértigo que hacer el programa o una función en directo.

Si al nal va a ser que Buenafuente es un vago frustrado, porque para resultar un


ocioso, lo cierto es que maquina a bastantes revoluciones por segundo. Por cierto, el
ocioso di ere del vago, dado que el ocioso ocupa su tiempo con aquellas
distracciones que le apetecen, mientras que el vago directamente no hace nada. Hay
que currar mucho y, conforme pasan los años, hay que currar más. Si no lo haces, se
notará. Hacer el programa requiere no parar. Ya descansaremos cuando muramos,
dado que, después de la muerte no hay nada. Ya se sabría. Con Internet y todo.

'En el aire', en laSexta.

Precisamente, 'En el aire' nació a colación de Internet. Durante dos temporadas,


mantuvieron una versión remozada del programa de siempre, con un plató híbrido y
colaboradores jóvenes, al tanto de nuevas tendencias. Desde su llegada a Antena 3
hasta su paso por laSexta, la resonancia de Buenafuente se ha visto constantemente
alterada por su hora de emisión. A veces salía a las 12:30h... otras a la 1:30h de la
madrugada... El equipo intentó pasarlo por alto una vez más, pero es complicado si
piensas en todos los que se dejan la piel cada noche.

Buenafuente continúa presentando 'Sense Títol', ahora para toda España, con la
experiencia que profesan 20 años de profesión. Ese programa, ahora conocido como
'Late Motiv', existe y persiste en Movistar + como la única referencia viva del formato
Letterman en España. Crear es lo que tiene, asociar ideas que nunca antes hayan
sido asociadas frente a un imaginario colectivo. Ya sea junto a Jordi Évole, Silvia
Abril, David Fernández, Edu Soto, David Broncano o Raúl Pérez, el programa sigue en
antena, reinventándose como un foro donde peregrinan los mejores amantes del
entretenimiento.
'Late Motiv', ahora en Movistar +.

Me quedo con una frase que le escuché a Andreu: "Un mal día te lo cura un
programa". Eso sí, ese subidón caduca. Luego necesitas más. En la vida y en los
programas, el guión es un monstruo que se aferra a tu miedo y engulle la
improvisación. Hacer programas te enseña a plani car unos tiempos para después
abandonarte al poder de la sorpresa, a provocar la complicidad de la gente.
Buenafuente lo sabe y lo comparte con los suyos para nuestro regocijo en 'Late
Motiv'. Mientras renueven este programa hay esperanza. Entrevistas a modo de
conversaciones distendidas, actuaciones musicales, colaboradores emergentes...
libertad televisiva, en de nitiva. Lo que haga falta por amor al late.

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