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discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? V.14 Y ellos dijeron: Unos,
Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros; Jeremías, ó alguno de los profetas. V.15 El les dice: Y vosotros,
¿quién decís que soy? V.16 Y respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente. V.17 Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque
no te lo reveló carne ni sangre, más mi Padre que está en los cielos. V.18 Mas yo también te digo, que tú
eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
Efesios 2:20: edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo
la piedra angular.
LA IGLESIA:
En Mateo 16:18 se halla la primera mención que el Señor hace de la iglesia. En este
versículo El dice: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia”. Cuando Pedro declaró que
Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente, el Señor le respondió: “Bienaventurado
eres, Simón Barjona, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está
en los cielos” (Mt. 16:17). Solamente el Padre conoce al Hijo (Mt. 11:27) y sólo El
puede revelarnos al Hijo. La iglesia es edificada sobre la roca de la revelación acerca
de Cristo, el Hijo del Dios viviente. Esta revelación es el enfoque principal, de la
edificación de la iglesia. Por un lado, esta roca representa a Cristo; por otro,
representa la revelación que recibieron los apóstoles. La Biblia nos enseña que el
Cuerpo de Cristo es edificado sobre Cristo mismo como el fundamento (1 Co. 3:11),
y por otra, nos dice que es edificado sobre el fundamento de los apóstoles y los
profetas (Ef. 2:20). *Debemos considerar cuál es el terreno genuino de la iglesia. El
terreno denota el sitio donde se construye un edificio. CONDICCION DEL
HOMBRE ANTES DE LA CUCIFIXION DE CRISTO: Antes de la crucifixión de
Cristo, nadie era apto para ser miembro de la iglesia, Todos los hombres estaban
bajo la condenación de Dios debido a sus pecados (Ro. 5:18a) y, a causa de la
desobediencia, fueron constituidos pecadores (Ro. 5:19a). Eran ajenos a la vida de
Dios (Ef. 4:18) y, por ende, no podían expresar a Dios. Eran pecadores caídos, y
que luego fueron salvos por la gracia de Dios (Ef. 2:8) mediante la fe que El les dio
y asignó (2 P. 1:1), la cual los ha unido orgánicamente con en Cristo (1 Co. 6:17).
Estos miembros de la iglesia han sido perdonados de sus pecados (Hch. 10:43),
justificados por Dios en Cristo (Hch. 13:39; 1 Co. 6:11) y reconciliados con Dios
(Ro. 5:10); por tanto, han sido redimidos para Dios (Ap. 5:9). Sobre esta base, los
miembros de la iglesia han sido regenerados en su espíritu por el Espíritu de Dios
(Jn. 3:6) para ser los hijos de Dios que obtienen la filiación divina (Jn. 1:12-13;
Ro. 8:16), y para ser miembros de Cristo (Ef. 5:30) que crecen a la medida de Su
estatura (Ef. 4:13), a fin de ser Su plenitud (Ef. 1:23). EN EL REINO
VENIDERO: En el reino venidero, los creyentes vencedores reinarán con Cristo
como correyes (Ap. 20:4). Esto incluye el hecho de ser coronados con muchas
coronas, tales como la corona de justicia (2 Ti. 4:8), la corona inmarcesible de
gloria (1 P. 5:4), la corona de vida (Ap. 2:10) y una corona incorruptible (1 Co.
9:25). También significa que ellos se sentarán con Cristo en Su trono (Ap. 3:21)
para ejercer autoridad sobre las naciones a fin de pastorearlas (Ap. 2:26-27; 12:5),
y que participarán en el gozo del Señor (Mt. 25:21, 23). Ellos también heredarán el
reino de Cristo y de Dios, y participarán en la manifestación del reino de los cielos
(Ef. 5:5), donde serán glorificados con Cristo (Ro. 8:17), heredarán la vida eterna
en el milenio (Mt. 19:29), y tendrán sus nombres escritos para siempre en el libro
de la vida (Ap. 3:5); además, no sufrirán ningún daño de la segunda muerte (Ap.
2:11), tendrán derecho al árbol de la vida (Ap. 2:7), resplandecerán como el sol en
el reino de su Padre (Mt. 13:43), participarán en la cena del reino de los cielos (Mt.
8:11) y disfrutarán la recompensa (Mt. 5:11). Finalmente, ellos llegarán a ser la
Nueva Jerusalén —el paraíso de Dios— en el milenio (Ap. 3:12; 2:7). Esta lista de
recompensas debe producir en nosotros una profunda aspiración y ánimo para ser
vencedores en la era de la iglesia.
Después que Cristo fue entregado por nuestros delitos, El fue resucitado para
nuestra justificación (Ro. 4:25). Asimismo, fuimos regenerados para una esperanza
viva por medio de Su resurrección (1 P. 1:3), y fuimos vivificados juntamente con
Cristo (Ef. 2:5). Además de esto, fuimos resucitados juntamente con El y se nos
hizo sentar en los lugares celestiales en Cristo Jesús (Ef. 2:6). Ahora, todas las
cosas están bajo nuestros pies. Efesios 1:22 y 23 dicen que Dios dio a Cristo por
Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su Cuerpo. “A la iglesia”. Cristo, la
Cabeza, formó la iglesia mediante el derramamiento del Espíritu (Hch. 2:17-18,
33). Primeramente, el derramamiento del Espíritu se efectuó sobre ciento veinte
creyentes (Hch. 1:15; 2:1-4). En el día de Pentecostés, los creyentes judíos fueron
la primera parte del Cuerpo que fue bautizada. Después de que los creyentes judíos
fueron bautizados en el Espíritu Santo para la formación de la iglesia, los creyentes
gentiles fueron bautizados en el mismo Espíritu y de la misma manera (Hch.
10:24, 44-47a). La Cabeza ascendida ya ha sido coronada de gloria y honor en el
trono (He. 2:9). Además, El ha recibido la autoridad de Dios el Padre y ha sido
hecho Señor y Cristo (Hch. 2:36) y Soberano de los reyes de la tierra (Ap. 1:5).
[La edificación de la iglesia se lleva a cabo por medio de Cristo, quien, como Cabeza
ascendida, da dones a Su Cuerpo (Ef. 4:8-11). Efesios 4:8 dice: “Por lo cual la
Escritura dice: ‘Subiendo a lo alto, llevó cautivos a los que estaban bajo cautiverio, y
dio dones a los hombres’”.
IGLESIAS LOCALES:
JUDAS 1:3-4: Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra
común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis
ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. V.4 Porque algunos
hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para
esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y
niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. 1ra TIMOTEO 1:3-4:
Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que
mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, V.4 ni presten atención a
fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que
edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora. 1ra TIMOTEO 4:1-2: Pero
el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la
fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; V.2 por la
hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, 2da TIMOTEO
4:3-4: Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo
comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias
concupiscencias, V.4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
TITO 1:5: Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y
establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; TITO 2:1: Pero tú
habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. LOS FRACASOS QUE
OCURRIERON EN LAS IGLESIAS: La hipocresía—[El primer fracaso en las
iglesias fue la hipocresía, vista en el caso de Ananías y Safira (Hch. 5:1-11). La
hipocresía consiste en fingir ser alguien para obtener un nombre o reconocimiento
que nos permita vanagloriarnos. Esto se relaciona con la ambición.] Las
diferencias raciales—El segundo fracaso se debió a que prevalecieron las
diferencias raciales (Hch. 6:1). “Hubo murmuración de los helenistas contra los
hebreos” debido a la distribución de la comida. Esto hizo que menguara la práctica
de tenerlo todo en común. Las prácticas de la ley—Otro fracaso fue el de
introducir las prácticas de la ley antiguotestamentaria (Hch. 15:1-2). Hechos 15:1
dice: “Entonces algunos descendieron de Judea y comenzaron a enseñar a los
hermanos: Si no os circuncidáis conforme a la costumbre de Moisés, no podéis ser
salvos”. Transigencia—Un fracaso muy grave de las iglesias fue que, encabezadas
por el apóstol Jacobo, siguieron tolerando las prácticas del judaísmo (Hch. 21:20-
26). Este fracaso introdujo el judaísmo en las iglesias, el cual contaminó la gracia
pura de Dios y dañó la pureza de la vida de iglesia y el testimonio de Jesucristo como
corporificación de la gracia pura de Dios. Otros fracasos fueron: juzgarse los
unos a los otros por la comida y la observancia de ciertos días, y la carencia de
edificación mutua (Ro. 14); causar divisiones y tropiezos en contra de la enseñanza
de los apóstoles (Ro. 16:17); causar contiendas y divisiones, al gloriarse de un
miembro dotado y considerarlo superior a otros (1 Co. 1:11-12); cometer
fornicación (1 Co. 5:1); entablar demandas el uno contra el otro (1 Co. 6:4-7);
cuestionar el apostolado y acusar a los apóstoles de ser astutos y de procurar
ganancias con engaño (1 Co 9:1-3; 2 Co. 12:16); participar de la mesa del Señor y
de la mesa de los demonios (1 Co. 10:21); comer el pan y beber la copa
indignamente sin discernir el Cuerpo (1 Co. 11:27); abusar del don de hablar en
lenguas (1 Co. 14:19-20, 23); negar la resurrección de los muertos (1 Co. 15:12); y
por último, andar desordenadamente (1 Ts. 3:11). El propósito de Dios al incluir en
las santas Escrituras todos estos fracasos, es advertirnos de que es posible que tales
fracasos se repitan hoy en la vida de iglesia. Viles ganancias—[En 1 Timoteo
6:5b Pablo habla de aquellos que toman “la piedad como fuente de ganancia”. Ellos
hacen de la piedad una fuente de ganancia para obtener beneficios económicos, al
igual que un negocio rentable. Herejías—[En 2 Timoteo 2:16-18 dice: “Mas evita
profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad.
Disensiones—[Tito 3:10 y 11 dicen: “Al hombre que cause disensiones, después
de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y
está condenado por su propio juicio”.
*los casos del esclavo infiel y del siervo perezoso en Mateo 24:48-51 y 25:24-30.
Mateo 24:48 y 49 hablan del esclavo malo que dijo en su corazón: “Mi señor tarda en
venir” y después comenzó a “golpear a sus consiervos” y a comer y beber con los que
se emborrachaban. Los versículos 50 y 51 dicen: “Vendrá el señor de aquel esclavo en
día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le separará, y pondrá su parte con
los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientes”. El problema con este esclavo
malo no era que él ignorara que su señor vendría, sino que no estaba esperándolo.
Tampoco le gustaba llevar la clase de vida en la que uno se prepara para la venida del
Señor. Además, este esclavo malo golpeaba a sus consiervos, es decir, maltrataba a
otros creyentes, y comía y bebía con los que se emborrachaban, esto es, mantenía
amistad con personas mundanas, quienes se embriagan con las cosas del mundo.
Por lo tanto, cuando el Señor regrese, separará al esclavo malo y pondrá su parte con
los hipócritas.
el caso del siervo perezoso en Mateo 25:24-30. En los versículos del 26 al 30 vemos
que el esclavo que tenía un talento, no fue fiel en usar su don, por lo cual fue
reprendido y castigado por su Señor. El versículo 30 dice: “Y al esclavo inútil echadle
en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes”.