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Esto es lo que pasa cuando tu novio no tiene

instagram
En un mundo de redes sociales y celos virtuales, mucha atención al
testimonio de una novia que nos cuenta qué pasa con un novio ausente
de la red egocéntrica por excelencia.

No, por bicho raro que parezca mi novio no tiene Instagram y si debo ser
honesta es una absoluta bendición.

Suspiro tranquila al no tener que pensar nunca en sus “me gusta”


repartidos por ahí, ni en sus comentarios en fotos y mucho menos en el
mensaje que está queriendo mandar con ellos (o más bien en el
mensaje que mi imaginación decida inventarse).

Duermo plácidamente con el celular bien lejos pues no siento la necesidad


de revisarlo hasta que se me caigan los ojos para ver si está activo. Si la
niña de la selfie a la que le dio “me gusta” es alguna de sus amigas que
conozco, tal vez su prima o si más bien se trata, oh desgracia, de una
desconocida a la que inmediatamente empezaré a mirar con
desconfianza.

Es increíble que en el mundo de hoy algo tan estúpido como una aplicación
pueda llegar a afectar nuestra autoestima y hasta nuestra vida de
pareja de una forma tan macabra.

Un simple corazón rojo puede convertirse en un drama de proporciones


bíblicas con vetos o ultimatums. En un tonto clic vemos un coqueteo de
frente y asumimos que algo están escondiendo.

¿A qué horas nos convertimos en esto?

Obvio, el problema es nuestro y de nuestras inseguridades, no de


Instagram, Facebook, Snapchat o lo que sea que se use ahora que aún
no conozco y mi novio, menos.

Nada le gana a una confianza bien construída y a una solidez real fuera de
cámaras que no necesitamos exponer.

Pero, sin decirnos mentiras, la sobre exposición de cuanta mamacita anda


suelta por la vida no hace las cosas más fáciles (y aquí pongo mi
emoticón de la vergüenza).

Sobre mis antiguos novios que eran adictos al instagram casi tanto como
yo, puedo decir que también ha sido un alivio dejar la costumbre de
armar teatros y escenarios para que tomaran fotos conmigo como
protagonista y obligarlos a ponerla tal cual yo la queria: con el filtro
escogido por mí y un texto haciendo alusión a nuestra vida perfecta.
¡Qué alivio! Una mentira menos.
Ahora, me dedico más a guardar las cosas buenas y los momentos
increíbles entre ambos en mi cabeza, no en internet y siento la
liberación más absoluta sabiendo que nadie, sino nosotros dos le
conocimos el filtro y el hashtag a esos momentos.

Pero eso sí, mientras no termine de convertirme en una mujer madura,


absolutamente segura de mi misma e inmune a las tentaciones digitales
del mundo: mi amor, de por Dios, ¡no abras nunca Instagram!

Trabajar en una relación... ¿qué, cuándo y


cómo?
Para no tener que llegara a los límites del aguante y desgaste en nuestra
relación, es muy importante saber lo que debemos trabajar y el
momento adecuado para hacerlo.

La mayoría de nosotros comete un error fundamental: pensamos en


"trabajar en la relación" cuando hemos llegado a un límite, cuando
estamos en medio de la "crisis".

Entonces confundimos el proceso de resolver la crisis con el trabajo en la


relación. Como con la salud, en general no cuidamos la salud, sino que
tratamos la enfermedad cuando los síntomas ya nos lo exigen. Cuando
los síntomas disminuyen su intensidad y creemos estar sanos,
volvemos a las prácticas de siempre.

Trabajar en nuestras relaciones, comencemos por aclarar qué significa


eso.

Según la física mecánica "se dice que una fuerza realiza trabajo cuando
altera el estado de movimiento de un cuerpo. El trabajo de la fuerza
sobre ese cuerpo será equivalente a la energía necesaria para
desplazarlo de manera acelerada". Así que trabajar significa alterar el
movimiento.

Las relaciones tienen un movimiento previsible, según quienes las


conforman y, también, según el momento de la relación y las
circunstancias que las rodean.

Estamos convencidos de que es "natural" que las relaciones entren en la


monotonía, que nos distanciemos, que la frecuencia de los encuentros
sexuales y su intensidad disminuyan... "Así son las cosas" nos decimos,
aunque deseemos que sean diferentes. Y es posible que el "movimiento
natural" de las relaciones sea ese.

Por eso es necesario imprimir una fuerza, usar energía para desplazarlo en
la dirección deseada; es decir, trabajar.

Pero, trabajar ¿como?

Antes, el trabajo tiene que ver conmigo: cómo me relaciono, cuáles son mis
creencias y patrones, qué puedo aprender de lo vivido hasta ahora, qué
historias tengo que completar, qué heridas necesito sanar.
Todo esto lo hago para no llegar a una nueva relación a cometer los
mismos errores, a pasarle la factura a esta persona por todo lo que
otros me quedaron debiendo, para llegar llena de amor y con una vida
feliz para compartir con alguien sin esperar que me dé su amor ni que
me haga feliz!! Esto es lo que significa "prepararse para amar".

Durante, el trabajo es compartido: cuál es nuestro propósito, cómo nos


comunicamos, cuáles son nuestros acuerdos y cuáles son nuestros
indicadores, cómo respondemos a los cambios.

Sí, puro trabajo en equipo. Esta parte del trabajo requiere la disposición y
el compromiso de los dos, así como su coraje porque estas
conversaciones son territorio de absoluta vulnerabilidad. Claro,
también tenemos que aprender, porque los modelos de relación de los
cuales aprendimos a relacionarnos son muy distintos de estas
relaciones nuevas que anhelamos co-crear.

Para eso, Carolina nos da más luces y nos cuenta todo sobre las cosas de las
que nos cuesta hablar a las mujeres y a los hombres. Para no forzar al
otro y mejor entenderlo.

Después, el trabajo es individual y compartido a la vez: las historias


pueden terminar por muchas razones y necesitamos prepararnos
también para esta posibilidad. Si hemos hecho el trabajo del antes y del
durante es posible que decir "adiós" amorosamente sea más sencillo.

Juntos podemos crear un contenedor de comprensión y amor para


acompañarnos en la separación. Luego cada uno tendrá que hacer el
duelo para integrar la historia y sus aprendizajes en su propia aventura
de vida, para honrar el camino compartido y atesorar la forma como el
amor que somos se expresó en esa relación única.

En fin, la vida es un viaje de aprendizaje y las relaciones (todas ellas) son


viajes de aprendizaje compartido: esta es la aventura de vivir, esta es la
aventura amorosa.

#AccionesDeAmor:

Piensa en todas tus relaciones significativas y pregúntate:

¿Qué tienen en común las historias?

¿Qué tienen en común los co-protagonistas (tus parejas)?

Respira profundo y, con amorosa curiosidad, desde tu deseo de aprender y


sanar, pregúntale a tu alma:

¿Para qué —qué necesito aprender— he estado en esta forma de relación


con este tipo de persona?

Un abrazo,

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