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El pensamiento cristiano

La emergente religión cristiana representó una novedad de gran trascendencia dentro


de la cultura romana. El cristianismo aportó innovaciones tanto desde el punto de vista
de la religión judía como desde la perspectiva de la cultura grecorromana. Muy pronto
surgieron pensadores que reflexionaron acerca del cristianismo.
A medida que pasaba el tiempo y crecía el número de seguidores de Cristo, sus
creencias comenzaron a inquietar a los emperadores. Los cristianos se oponían a
muchos de los rasgos culturales que contribuían a configurar el apogeo de Roma. Por
ejemplo, despreciaban las categorías sociales (un esclavo era considerado como un
ser humano libre), rechazaban la vida militar y afirmaban que todos los seres humanos
han de amarse los unos a los otros. Estas creencias cristianas chocaban frontalmente
con una sociedad que basaba gran parte de su poder político y económico en las
conquistas bélicas y en el trabajo no remunerado de los esclavos. Sin embargo, la
seguridad de las comunicaciones romanas y la falta de fronteras facilitaron la
propagación del cristianismo.
Los pensadores cristianos, a partir del mensaje evangélico, aportaron nuevos
conceptos e ideas sobre temas que ya habían preocupado a numerosos filósofos. Así,
el cristianismo aportó una visión del mundo o cosmología, una nueva visión de la
divinidad o teología, una visión del hombre o antropología y una nueva reflexión sobre
la moral o ética.
La patrística
Una de las primeras tareas de los pensadores cristianos fue, a partir de los Evangelios
(pertenecientes a la parte de la Biblia denominada Nuevo Testamento), hacer entender
el mensaje cristiano y diferenciarlo de otros pensamientos. La propagación de la fe
exigía interpretar bien los textos bíblicos, adoptar conceptos de la filosofía griega
necesarios para expresar adecuadamente el nuevo pensamiento, y distinguir lo propio
de la razón y lo propio de la fe. También era necesario evitar interpretaciones
erróneas del mensaje evangélico, es decir, evitar todo tipo de herejías. Los
pensadores cristianos que desarrollaron todas estas tareas son los Padres de la
Iglesia. El período en el que las llevaron a cabo se llama patrística, y va desde el siglo
II hasta el siglo VIII.
Los Padres y escritores cristianos de los primeros siglos suelen llamarse apologistas o
defensores del cristianismo. Muchos de ellos eran intelectuales convertidos al
cristianismo que luchaban con argumentos contra los paganos o contra tendencias o
sectas que interpretaban de forma heterodoxa el mensaje cristiano. En un segundo
momento, los Padres se centraron en la formulación doctrinal de las creencias
cristianas. Dentro de la patrística podemos distinguir dos vertientes: la patrística latino-
occidental, donde destacaron el escritor Tertuliano (siglos II y III) y San Agustín (siglo
IV); y la patrística greco-oriental, donde destacaron San Justino (siglo II) y San Juan
Damasceno (siglo VIII).

SAN AGUSTÍN
Hacia el final del Imperio Romano de Occidente, cuando ese mundo milenario se
hundía y los pueblos germánicos lo invadían, san Agustín se convirtió en testigo e
intérprete de este hundimiento y , al mismo tiempo, estableció las bases para la
creación de un mundo diferente cimentado sólidamente en el pensamiento cristiano.
De hecho, San Agustín desarrolló la primera gran conciliación entre cristianismo y
filosofía.
Agustín nació en el 354 n

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