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—Ah, no, gracias. En otro momento tal vez. —Estaba tentado a salir a
la luz de la luna y tomar la botella. Siempre se había preguntado a qué
sabía el whisky, y si tendría algún efecto sobre él. Sin embargo, esta
conversación era la cosa más interesante que había experimentado en
años. Odiaba la idea de que terminara con gritos horrorizados y
escondiéndose de la policía por el resto de la noche.
—Ya me has oído. Cualquier jaula donde estés, tiene llave, con la que
podrías abrir la maldita puerta, sólo que eres demasiado gallina para
alejarte; no es una jaula en lo absoluto.
—¡Hurra por ti! Mira, encontré una habilidad que apuesto que no
sabías que tenías. Observación personal.
No sabía por qué le importaba. Sólo sabía que le gustaría ser capaz de
hablar con Rodney esta noche.
—Um, ¿si?
David sintió una sonrisa cruzar su cara. Era curioso pensar que el
hombre que parecía tan seguro de sí mismo la vez pasada ahora pareciera
tan inseguro.
—Hey, me alegro que estés aquí. Sólo quería hacerte saber que tomé
tu consejo.
—¿Mi consejo?
David se rio esta vez, y se le ocurrió que su risa sonaba tan libre como
un pájaro. Podría imaginarse volando al azar, por encima del ruido de la
ciudad y la contaminación, donde el cielo estaba limpio y lleno de
estrellas. —No, quiero darte las gracias. No puedo decirte cuán mejor me
siento. Tengo treinta y cinco años, sin ingresos previsibles, y he separado
mis conexiones de la familia. No tengo ni idea de cómo voy a pagar el
alquiler de tres meses a partir de ahora, pero me siento mejor de cómo
me he sentido en toda mi vida. Me siento vivo.
—Creo que puedo pagar una cerveza. —Quería que Rodney saliera a
donde pudiera verlo. La voz sin cuerpo, no importa cuán profunda o
seductora que fuera, estaba empezando a ser un poco espeluznante.
Sintió que Rodney sacudía la cabeza. —No hay nada que me gustaría
más. Pero no puedo salir contigo. No me pueden ver contigo. Soy…
diferente.
—Es fácil es para ti decirlo, hermoso. —La voz de Rodney era seca—.
Eres fácilmente el hombre más hermoso que he visto en toda mi vida.
La grieta no se veía peor que el día anterior. Sabía qué había sentido,
aunque no creía que estuviera imaginando cosas. Con un suspiro de
resignación, se retiró rápidamente para volver a pararse en la azotea. Fue
entonces cuando la vio. La pequeña tabla en el centro de la azotea.
Cuando se acercó, pudo ver que en realidad era un cajón de embalaje
cubierto por un mantel rojo. En este había una botella de cerveza, y la
tapa todavía rebordeaba la superficie de vidrio. Al lado de la botella había
un plato con un sándwich grande, un montón de papas fritas y una
rebanada de pepinillo. Rodney miró a su alrededor para ver si alguien más
estaba en el techo, pensando en disfrutar su comida al aire libre, pero no
había nadie más allí. Fue entonces cuando su ojo notó un pedazo de papel
doblado que sobresalía por debajo del plato.
Para: Rodney.
David.
PD: Puesto que no comerás algo conmigo, te lo dejo para ti. Espero
que lo disfrutes. De lo contrario, te debo otro pase por lluvia. Maldición.
Debí dejarla en una nevera portátil, ¿eh?
1
Novela de misterio que se distribuyó en países de habla hispana como Los Secretos de Oxford.
2
Historia de Dos Ciudades.
El apartamento 14C resultó ser un apartamento interesante desde el
punto de vista de Rodney. Freemont era un edificio antiguo, construido en
la década de 1920. Rodney había sido enviado desde Inglaterra, desde un
edificio aún más antiguo, para formar parte del sistema de canaletas. Se
estremeció brevemente ante el recuerdo de despertar en un cajón de
embalaje y el momentáneo pánico cuando tuvo que decidir si salir o
esperar y ver dónde terminaba. Se alegraba de haber optado por esperar.
Freemont era un bonito edificio, y el barrio fue un lugar interesante en su
apogeo.
El gran número de libros dentro hizo que sus dedos picaran con
anhelo, tan fuerte era el deseo de acariciar los lomos y doblarse a sí
mismo en una silla para una noche de lectura. Nunca había oído hablar
sobre tantos libros en un lugar fuera de una librería o una biblioteca, y
sólo había visto las colecciones desde el exterior también a través de una
claraboya. Le gustaba imaginarse a sí mismo sentado cómodamente en un
sillón, leyendo por horas, mientras David se sentaba al frente para hacer
lo mismo. A menudo creaba elaboradas fantasías sobre él y David
compartiendo comidas, viendo televisión o jugando ajedrez.
«Mirar como David se movía por su apartamento era como ver una
obra de teatro», Rodney pensó. «No, más bien como ver televisión».
Rodney se había escondido en la pasarela de un teatro como un fantasma
en una noche mágica. A veces, aún podía sentir la música girando y
vibrando en su interior. Sólo había visto la televisión a través de las
ventanas de los hogares de otras personas —brillantes imágenes con el
sonido silenciado contando historias que sólo parcialmente comprendía.
Rodney abrió los ojos de mala gana, listo para volver a la azotea. Más
tarde esta noche, quizás, cuando David se haya ido a la cama…
Al final demostró no ser tan difícil como había pensado que sería.
Las personas rara vez miraban hacia arriba, y si oyeron el roce sibilante de
unas alas moviéndose, se habría alejado antes de que alguien pudiera
localizar el sonido. Lo más cerca que estuvo de ser visto fue cuando David
llegó a su destino. Rodney estaba aterrizando en la azotea del edificio
donde el taxi se había detenido, mientras David se apoyaba en la ventana
para pagarle al conductor. Cuando se enderezó y comenzó a caminar hacia
la entrada, inexplicablemente levantó la vista hacia el cielo. Rodney se vio
obligado a aplastarse contra una cornisa y tratar de verse como parte de
las canaletas. Había lanzado un suspiro de alivio cuando David se encogió
de hombros y entró.
Cuando David por fin salió del edificio, tenía el paso alegre de un
hombre que estaba muy contento con su mundo, y Rodney supuso que su
reunión había ido bien. Las calles estaban vacías. David se detuvo el
tiempo suficiente para mirar brevemente a su alrededor antes de caminar
varias cuadras hacia una ocupada intersección, donde, obviamente, tenía
la esperanza de coger un taxi. Como un fantasma silencioso, aunque el
aire se movía detrás de él, saltó de un edificio a otro de la misma forma
que hacía cuando estaba siguiendo a David mientras corría por la noche.
Podría irse directamente a Freemont, pero le gustaba ver a David tan feliz.
Le gustaba la manera sencilla con la que David se movía, el silbido un poco
fuera de tono que se derivaba hasta sus oídos. Esperaba que eso
significara que David tenía un plan para su futuro, que no fuera tratar de
complacer a su padre.
Rodney se lanzó. Dobló sus alas y cayó hasta el nivel de la calle, sus
ojos fijos en el lugar donde David había desaparecido. Sólo se detuvo en el
último segundo para girar sus pies hacia adelante y abrir sus alas para
romper un poco la fuerza de su impulso. Todavía aterrizó fuertemente,
tocando el suelo con ambos pies y manos, en una posición de cuclillas. Se
puso lentamente de pie, sus alas extendidas en agitación, las puntas
rozando la pared de cada lado del callejón. Su cola estaba arqueada por
encima de su hombro, la punta temblando por la necesidad de atacar.
Sólo tendría que llevar a David de nuevo a Freemont. Sí, cuanto más
pensaba en ello, mejor sonaba la idea. Podría llevarlo volando, bajar a
David a su habitación a través de la claraboya, y luego ir por ayuda. Tocar
la puerta de un vecino y correr; era un riesgo razonable, siempre y cuando
David recibiera la ayuda que necesitaba. Tomando la decisión, lo recogió
en sus brazos, y manejar el cuerpo relajado de David fue más difícil de lo
que esperaba.
De alguna manera se puso de pie con David en sus brazos. —Eres más
pesado de lo que pareces —le dijo a la parte posterior de la cabeza de
David. Frunció el ceño mientras trataba de despegar, pero simplemente
no había espacio suficiente en el callejón para poder mover bien sus alas,
cosa que iba a ser bastante difícil ya que tenía que volar cargando a David.
David abrió los ojos cuando Rodney estaba revisando sus bolsillos.
—Eres un extraño tipo de ladrón —dijo David con calma, como si ser
robado por una gárgola fuera un hecho común. Miró arriba a Rodney,
como si incluso la tenue luz del techo le lastimara los ojos.
¿Rodney?
—Bien, bien. —David, con los ojos cerrados, movió los dedos de la
mano que tenía apoyada en el pecho hacia arriba y abajo, como si indicara
su intención de levantarse de un momento a otro.
David abrió los ojos de nuevo —¿Frágiles? ¿Qué te hace decir eso?
Una emoción que nunca antes había sentido casi lo paralizó antes de
que se diera cuenta de que era miedo. David no debería estar de nuevo en
ese estado, no si realmente estaba bien. Tenía que conseguir ayuda, y
rápido. Abrió las manos y miró el aparato en su interior.
—Alto ahí, amigo —gruñó ella—. Para que lo sepas tengo muy buena
puntería. ¿Qué crees que estás haciendo?
—Oh, sí, claro. Intenta buscar otra excusa. —Cambió su peso para
mover el tobillo en su dirección, su pie envuelto en un nuevo zapato
ortopédico—. ¿Qué eres, un demonio?
—Tiene razón. —La voz de David los atrapó a ambos con la guardia
baja, y la anciana movió su arma en dirección de David. Estaba apoyado
contra la pared, una mano en la parte posterior de su cuello, su traje
arrugado y manchado de suciedad. Tenía el tubo de cartón colgado al
hombro por una correa. Sus ojos se abrieron cuando el arma se volvió
hacia él, y Rodney casi se arrojó entre David y el arma, pero tenía miedo
3
152 centímetros.
de que cualquier movimiento brusco pudiera causar que empezara a
disparar. David se enderezó rápidamente y levantó las manos a la altura
de su pecho—. Tranquila, Sadie.
David siguió la línea creada por las piernas de Rodney hacia el resto
de su cuerpo. “Paquete abdominal de seis” era una frase que David había
oído decir muy de moda en el gimnasio entre sus amigos, pero que en
realidad nunca antes había apreciado lo que quería decir. No había un
gramo de grasa sobre Rodney y los músculos en su vientre eran como una
tableta de chocolate, agrupados como para hacer cada casquito de la
misma. Su cintura y sus caderas eran la parte más estrecha de su cuerpo.
Su pecho era amplió por encima de su abdomen para inducir a unos
hombros anchos; cada músculo vislumbrándose. Sus pezones eran de
color verde oscuro y fascinaron a David. Tragó saliva antes de continuar su
examen visual. Rodney había plegado sus alas a su cuerpo con el fin de
entrar al apartamento, pero David podía ver las articulaciones tipo bisagra
y la gran extensión de piel a través de éstas.
—Tú —dijo con una sonrisa, señalando hacia su cola—. Ese gesto. Me
recuerda al León Cobarde4. Y no hay nada de cobarde en ti.
4
Se está refiriendo al león de la película “El Mago de Oz”.
Decidió dejar de lado la parte de que Sadie era tan ciega como un
murciélago.
—¿Y tú? —Las orejas de Rodney cayeron aún más, y sus alas
parecieron doblarse de manera protectora alrededor de sus hombros.
Sean hizo una mueca. —Me sorprende que aceptaras ir. Supongo que
ese amigo tuyo… ¿cuál es su nombre?, Rodney, te hizo entrar en razón. No
me dejó ni aguantar la respiración hasta hacer que viniera hasta aquí,
aunque rápidamente. ¿Sabes cómo estará la sala de emergencias esta
noche? ¿Quieres decirme lo qué paso?
Sean negó con la cabeza. —¿De dónde demonios has sacado eso?
¿No te pone los pelos de punta tener eso aquí?
Hacia la puesta del sol, David subió las escaleras y salió a la azotea.
Había estado allí días antes, había admirado la vista y examinado las
gárgolas que veía desde allí, pero nunca con el propósito de ver si
reconocía alguna de éstas. No le llevó mucho tiempo el encontrar a
Rodney. A pesar de que la piedra era más desconcertante que lo que
esperaba, las características de Rodney estaban allí, al igual que la
sugerencia de una pequeña sonrisa torcida.
No podía esperar a ver la cara de Rodney cuando el sol se pusiera.
—Mira —le dijo a David, cubriéndose los ojos con una mano—. Dime
qué está pasando.
David miró por encima del borde y luego se dejó caer junto a Rodney,
pegando también la espalda a la pared. Podría haber sido peor. Un par de
frenazos mientras los coches se detenían de manera abrupta, pero nadie
había sido aplastado por el hormigón. —Ah, bueno, va a estar en el
noticiero de la noche. Vamos, es mejor entrar antes de que la policía
aparezca.
La mirada del rostro de David era casi dolorosa de ver. ¿Cómo es que
nunca había pensado en la gente que los héroes de las historias dejaban
atrás?
Hasta que David cerró su boca sobre la cabeza de su polla. Esa fue la
sensación más perfecta en el universo. Rodney sintió que su polla se
empujaba en respuesta al calor que lo envolvía, y David hizo un pequeño
sonido de asfixia mientras la sujetaba con la mano. Rodney comenzó a
retirarse, temeroso de herir a David, pero para su sorpresa, David lo chupó
con entusiasmo, tratando de sacar lo mejor de él. Bombeó con su mano
arriba y abajo por su eje, un gemido vibrando alrededor de su polla, aun
cuando el sonido llegó a sus oídos. David se inclinó sobre sus rodillas,
respirando con dificultad por su nariz, sus mejillas ahuecadas mientras
seguía chupando. Rodney observaba todos los movimientos con
fascinación, apretando los muslos cuando la cabeza de su polla salió de la
boca de David con un pequeño y húmedo pop. David frotó los labios sobre
la cabeza, lamiéndola y mojándola con saliva, luego echándose hacia atrás
para recuperar el aliento mientras bombeaba su eje aún más rápido.
—¿Y por qué ese es un problema? —Su cola pasó por encima del
hombro de David para acariciarle la mejilla, provocando que David se
alejara por un momento de la caricia antes de darse cuenta de qué era.
No añadió que quería volar una vez más, que quería mover sus alas
hacia al cielo, porque lo que realmente quería hacer era aferrarse al
cuerpo de David por el resto de la noche, apoyándose en lo único que le
hacía sentir vivo.
Las tenía en sus manos cuando David llegó a la azotea, vestido con
una camisa blanca de algodón por encima de sus jeans. Había dejado la
camisa por fuera de sus jeans, sus mangas arremangadas hasta el codo, y
sus tobillos desnudos se asomaban por encima de sus zapatos. La brisa de
la mañana atrapó los bordes de su camisa y le dio un tentador vistazo para
Rodney del abdomen debajo de esa tela, y sabía exactamente cómo se
sentía y cómo sabía ahora esa piel. David lucía absolutamente delicioso, y
Rodney sintió una oleada de satisfacción al saber qué tan delicioso era en
realidad.
—Es tuyo ahora. —Rodney marcó un patrón sin sentido con una
garra en la fina capa de hormigón en la azotea. No sería importante para
él, nunca más.
Lo hizo.
5
Heroína de Lo que el Viento se Llevó.
una mirada evaluadora—. Sin embargo, todas las Sadies de este mundo
podrían objetar.
―Dijiste que siempre habías odiado esa lámpara. —Rodney dejó que
sus dedos se arrastraran por el brazo de David, mientras caminaba con él
hacia el dormitorio.
Sarah Madison es una veterinaria con una práctica ocupada, un novio
genial, un perro grande y un caballo aún más grande. Le gusta ir de
excursión a lo largo del sendero de los Apalaches con su pastor alemán y
su caballo compitiendo en el deporte de entrenamiento combinado y
concurso completo. La escritura se ha convertido en una pasión que a
veces tiene prioridad sobre cualquier otra cosa.
Zamorita28
Gaby