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HEE ANTOINE \ARNAULD PIERRE NICOLE LA LOGICA O£f Nee Prélogo, Traduccién Guillermo Guaeal Alonso Seer Aa uagusts D& 14 corracon AaMSISEnO DEA CURES IESTUVIERON A’cARGD De ERRICEATUE © 1@I2@tSs ‘THTOLo onrersaL: 1A LOGIQUE OU L’ART DF PENSER DE ESTA EDICION: 1967, AUTEA, TAURUS, ALFAGUARA, S.A. PRINCIPE DE VERGARA, # ‘mong MAERID TELEFONO 2619700 ISBN: manors DEPOSITO LEGAL: M. 95541967 INTRODUCCION 4.0 cee ese cee cee nee ce eee ME NOTAS A LA INTRODUCCION .. ees ces ie vss LY Cronozocfa : eee see LVI BrauiocRari os . um LA LOGICA O EL ARTE DE PENSAR Indice de discursos y capitulos ... 01... 7 La L6cicA © &L Are DE PENSAR, que contie- ne ademés de las reglas comunes varias y nuevas observaciones que son adecuadas para formar el juicio . eee eka Advertencia ... Ss Primer discurso en al gue se expone dl fin perseguido por esta Logica .. 7 Discurso segundo en el que se da cuenta de ia respuesta a las principales objeciones que han sido planteadas a esta Légica tones 33 Advertencia sobre esta nueva edic . a 47 ‘La Lécica 0 EL ARTE DE PENSAR ... 49 Primera parte de la Légica, Contiene las re- flexiones sobre Jas ideas o sobre la mera acciéa del espisitu, denominada concebir ... 53 Segunda parte de la’ Légica, que contiene las rellesiones que los hombres han realizado sobre sus juicios ... ... 139 Tercera parte de la Légica. Sobre el razona- miento ... . ort Se Mean ar Ge 241 Guarta parte de la Légica, Sobre el método ... 405 Nozas AL Texto . 493 INDICE DE MATFRIAS ¥ AUTORES 3567 INTRODUCCION BI lector de una obra clésica suele evitar « quien pretende introducinle, marcarle el puesto de observacion y la via de acceso al texto. Prefiere correr riesgos; incluso, desafia la posibilidad de no llegar a entenderse con su in- terlocutor. En verdad, este lector actiia con una envidiable cordura porque tiene claro el interés que le leva basta las phginas de un clésico y esta decidido a despachar sus pre- gurtas y dudas de modo directo, en didlogo franco. Siendo esto ast, ¢cdmo no cuestionarme la existen- cia de estas piginas? . La claridad de Ia expo- sicién, la utilizaciOn del francés, el recurso a introducir ejem- plos tomados de las distintas ciencias, contribuyen a dismi- nutir wel bastion que el lector suele sentir al acometer la lec- tura de un trabajo de légica. Ahora bien, no son criterios que permitan decidir acerca de la utilided que puede tener al desarrollo de uno u otro tema Arnauld Nicole silo consideran stil aquello que acontribuye a formar el juicio>, a lograr «la justedad de espiritu». En su opinién, los preceptos que pueden contri- buir a formar el juicio no se encuentran en los antiguos tra- tados de légica, bubieren sido redactados por los comente- dores 0 por los ldgicos escolésticos. En «lo fundamental» estos preceptos hen sido tomados de Descartes + de Pascal serén considerados como «novedosos» por aquellos lectores ‘que sélo estin acostumbrados a la lectura de ulas Igices comunes», En definitiva, al silencio que Arnauld y Nicole mantienen respecto de toda la trodici6n I6gica esté justifica- do por el problema que bacen suyo: «formar el juicio». No parecen interesados en la tarea que, segin Bochenski, aco- ca rrerropuccton metib con éxito la escoléstica « partir del siglo XII: « abar- mir las leyes formales que vienen expresadas en el lenguaie Mund (latin) dentro de reglas sintécticas funciones se- manticas ricamente diferenciadaso. Gierto es que Arnauld y Nicole atribuyen al desarro- lo de una ldgica formal la wiilidad de cpermitir el descu- brimicnto de algunos raconamientos defectuosos» y, ademds, tn capacided de otorgar «a nuestros pensamientos una dis vclén que los haga ras convincentes». Ahora bien, el es adio de las cuestiones que a ello conducen (conversién de las proposiciones, reduccin de los silogismos, demostracién ide les reglas propias de cada figura, etc...) es siempre pre- sedido de une advertencia: su «estudio no es tan stil como Siete imaginarsen, como pudicran deducir quienes tuviesen jute si los varios miles de tratados de logica redactados du- ante el renacimiento. Dos sou las razones que Arnauld y Nicole reiteran ‘en diversas nyares para fundamentar esta opinion y, en de- iva, la nueva orientacién que pretenden conferir a las Prrudios de ldgica: Por una parte, debe considerarse que «la snayor parte de los errores en los que los hombres incurren ve originan porgue razonan fundéndose em falsos principios», porque ase dejan atrasirar a falsosjuicios de los cuales se Pirionen consecuencias incorrectass. Pocos son los errores on los que incurren porque raxonen de amodo incorrectos. Por otra parte, el conocimiento de las reglas del razona- ‘pienso no garantiza wna correcta aplicacion de estas reglas Feta limiteciin de wn planteamiento formatista ha de ser ‘omesida realizando un examen del razonamiento que «se funda prelerentemente en nuestra lux natural més bien que cen reglas. Formar el juicio requiere tomer conciencia de este hecko, La wtilided de los estudios de Idgica realizados por Jos Ubgicos escolistices 5 renacentistas es, en opinion de Ar- veattd ) Nicole, tin parca como costosa. En definitive, su vonsideraiOn destia la atencidn de los hombres de aquello Gur preferentemente deberian considerar: «la mayor parte de os errores no tiene su origen en dejarse arrastrar por onsecuencias incorrectas» La reflexién en torno a este hecho obliga a redefi- vn el campo conceptud que debe ser considerado y que INTRODUCCION vax puede contribuir a evitar el error. Ello supone afirmar la primacia del juicio, analizar los diversos elementos que inte- gran las proposiciones, prestar una especial atencién al sige nificado de las distintas formulaciones lingdisticas, cual. quiera que fuere su complejidad, ya que sélo de este modo podemos comunicar nuestras ideas. Identificado el. problema que Arnauld y Nicole se plantean (cémo puede contribuir un tratado de Igica « formar el juicio?), se comprende que ello lleve aparcjado une nueva selecciin de «autoridades», Su propuesta seré mejor comprendida si se determinan los medios conceptuales con que la abordan, ask coma las razones y fines que les lleva- ron a centrar su atencién en tal problema y a optar por se- leccionar unos medios conceptuales. A ello dedicaremos nues- tra atencion. «Yant mieux! plus de morts, moins d'ennemis!> Muchas de las paginas de La Logica o El Arte de Pensar incluyen observaciones que atafien a las doctrinas expuestas por los fildsofos «més célebres 9 destacados por su sabers. Arnauld y Nicole reiteran que es facil y stil efec- tuar estas referencias cuando lo que se persigue es «formar el juicion, La facitidad se comprende al constatar la mag: nitud 9 la multitud de los errores; la utilidad, al confiar que estos errores se graben con mayor nitider en la memoria del lector 9, por tanto, permanezcan en ella durante largo tiempo por haber sido errores de alos hombres mis desta- cados 9 respetados por su saber» Ahora bien, la consecucién de este objetivo no agota la explicaciin de esa presencia de que goran en La Logica © El Arte de Pensar las criticas, réplicas y descalificaciones Reflexionar sobre este conjunto de textos exige idemtificar algtin criterio que, a su vez, determine el enclave conceptual en el que Amauld y Nicole se ubicaron. Sélo asi podremos comprender la razén de ser de estos textos y la reelabora- cidn de La Légica o El Arte de Pensar en sus sucesivas edi- ciones. a INTRODUCCION En Las Cuartes Objeciones a Las Meditaciones Me- tafisieas de Descartes, el joven Armauld hacia piiblico un temor e invitaba a Descartes a compartirlo: «muchos pue- den inclinarse a la impiedad y servirse de las palabras del filésofo para combatir la fe y la verdad de nuestra creen- ia». Es claro que exos «muchos» son los hombres de est. dio, asi como las personas que consumen sus dias de for- maci6n en las escuelas. Unos y otros segutan con interés el desarrollo de ta filosofia y de las ciencias. Unos 9 otros eran objeto de ta atencién de cuantos pretendian transformar tanto el cuerpo de las ciencias como et método y orden con que se daban a conocer. La creaciin de Las Pequeitas Escue- Jas recuerdan que Arnauld y Nicole jueron sensibles 4 esta problemitica y que, por ello, colaboraron en la realizacion de textos concretos para hacer posible un programa de es- tudios; es més, los portroyalistas vieron con toda claridad que la reforma que propontan debia de contar con la asis- tencia de una Institucion docente, EL temor del joven Arnauld se acentud con el paso de tos whos. La obresion por la ortodonta araigabe on Ar. auld 9 Nicole con especial fuerza a medida que tomeban conciencia de la crisis de la espiritualidad y, por otra parte, @ medida que participaban con mayor entusiasmo de las orientaciones generadas por Seint-Cyran'y M. de Saci, El tedlogo formado dentro de este clima debe destacar ante toda lo que el fildsofo pone en peligro. Esta es una de las formas (sinsta opportune et inopportune») en las que el tedlogo puede dejar « salvo su programa: wna verdad y va- lores que no pertenecen a la bistoria del hombre que, sin embargo, constituyen el objeto de sus preocupaciones ‘afanes. Por tanto, se comprende que La Légica o Bl Arte de Pensar 1o sélo identifique errores para ilustrar defectos de forma, sino que advierta al lector al conceptuar estos errores como «impios», algunas opiniones como «muy peli {gF0sas» 0, en OtF0s casos, «como muy extravaganteso; alge nos argumentos como eridiculas» y areveladores de la ce guera de quienes los ban formulado». Todo nos esté sugi- riendo que el enclave conceptual escogido por Arnaud y Nicole, exige hacer programa de la denuncia y poner todo el empefio en sacer a luz «el veneno que pueden ocultar las Paginas de una obrav, v. gr, Los Ensayos, de Montaigne, [WFRODUCCTON xxi Esta tarea es imprescindible e inaplatable cuando el teélo- 0 contempla que un autor y doctrina gozan de gran difu- sién y aprecio entre las personas ‘formadas’. Siguiendo esta ‘misma ‘Idgica’, las criticas de. Arnauld y Nicole son sing larmente acres cuando se encaran con escuelas que «ban i currido en una voluntaria incertidumbre acerca de las eues- tiones de religién», o Bien cuando amonestan a aquellas otras personas que «preficren suponer que discarsos y maximas son verdaderas @ realizar su examen» La denuncia de los errores no es el inico camino que nos permite acceder al enclave conceptual en que estén ‘asentados Arnauld y Nicole. Ademés, esta denuncia no es Ta forma tinica de rentabilizar la atencidn prestada a (a bis- toria de la filosofia en La Légica o El Arte de Pensar. Tam- bién buscan con interés orgumentos a favor de «quienes be- cen cautivo su entendimiento para obedecer a Jesucriston. La historia de la filosofia les da a conocer disputas que e dencian las limitaciones de nuestro esphritur, ya que estas polémicas facilitan claros ejemplos de «cosas cuya nature Teta es incognoscible, pero de cuya existencia tenemos cer- teza». Por tanto, si conocemos con claridad que algo tiene una determinads propiedad y, sin embargo, no acertamos a comptender cémo es asi, ya les cabe a Nicole y Armauld cuestionarse si «no serd pecar a todas luces contra la razdn cl rebusar creer los maravillosos efectos de la ommipotencia divina que, por si misma, es incomprensiblen. Es, pues, cla- 70 que sélo el deseo de guatecer Ia fe permite a Nicole ‘Amatld considerar «eventajoso» un careo de nuestro espl- ritu con cuanto «le sobrepasa, abate y bumilla». Este re- curso a 1a historia de la filosofta permise «doblegar le pre- sunciOn del esplritu y evita que se atreva a oponer sus dé- biles Iuces @ las verdades que la Iglesia propone a nuestro espiritu, pretextando que es incapaz de conocerlass. Esta es la osadia que caracteriza al libertino: s6lo esté dispuesto @-aceptar lo que cae bajo la autoridad de la raxén y, por cello, «censura la justa persuasién de quienes creen con pri- dencias Estas consideraciones ponen de relieve que Nicole y Amauld se consideran legitimados ante et ildsofo que aban- dona totalmente ta teologia en manos del tedlogo. Esto pa- rece bastarles. Por tal razin, La Logica 0 El Arte de Pensar oa INTRODUCCION deja claro que las verdades que interesan al tedlogo ban sido dadas a conocer por Dios para ser. preferentemente amadas, reverenciadas y adoradas». Requieren, pues, a los tedlogos para que favorexcan la difusién y lectura de las Es- crituras en lengua vulgar y, ademas, para que abandonen la linea escoldstica, ya que sus tedlogos se ban centrado en Ja consideracion de estas verdades con el propésito de «co- nocerlas». La critica de la teologta escoléstica por baberse vinculado a la filosofia aristotélica es inevitable, Cuando Arnaud y Nicole lamentan esta vinculacién, estin requirien- do a los tedloges para que modifiquen su «mttodon ys El estilo de sus escritos debe variar porque, ante todo, debe inducr en los lecones «amor y resercncion be ia estes verdades reveladas. El método, porgue «penetrar los secretos de Dios contenidos en Las Sagradas Escrituras yen los principios reveladoss requiere partir de «la caridad que purifica el corazon del hombre y le ilumina para que sea capaz de penetrar los secretos de Dios». El modelo al que remiten la actividad det teélogo no deja Ingar a dudas sobre su propuesta: los Santos Padves son evocados como modelos 2 seguir y la recuperacién de su tradicién como una exigencia de Ia reforma de la espiritualidad, Es mbs, reconocen que ion acreedores al titulo de maestros de la re- t6rica: «su forma de exponer (anoble, sublime y figurada») no s6lo da a conocer estas verdades, sino que también nos one ante los sentimientos de amor 9 de reverencia com que las ban tratado. De este modo, Uevando a nuestro espiritu Ja imagen de esta santa disposicion, su forma de exponer puede contribuir « imprimir en nuestra alma otra disposi- cin semejanten. Si Armauld y Nicole exponen en La Logica 0 El Arte de Pensar le propwesta metodaldgica que acabamos de indi- car y que babja sido formulada por Jansenio en el ‘Liber Proemialis! (C. IV) del Augustinus, parece consecuente que esta propuesta sea dejendida, al igual que lo babia hecho Jansenio, vertiendo criticas ab proyecto alternativo, a la es coldstica. La frecuencia con que se emiten estas criticas en La Logica o EI Arte de Penser y la claridad con que se Jormulan, también tienen un propdsito: restar operatividad no sélo a la filosofia escolastica, sino también ¥ principal- INTRODUCCION vx mente 4 la teologia escoldstica. Esta teologia, al incorporar al Lenguaje de la filosofia aristotélica, ha de asumir la filo- sofia que dota de significado a ese lenguaje, Los miembros mis destacados de Port-Royal resaltaron de forma constan- te y diversa la vanidad de esa filosofia, Arnauld y Nicole ponen de relieve con relativa frecuencia el conjunto de ideas falsas y confusas que albsrga. A la vec, destacan que los fildsofos de la Escuela invocan en balde la autoridad de Aris. s6teles, pues al proceder de este modo incurren en el sofis- ma de la autoridad; en vano el teélogo escoldstico defiende, haciendo de la ortodoxia y de las instituciones un arma, la pervivencia de esa filosofia. Una somera reflexion sobre la historia de la filosofia predispone contra la aceptacién de una Autoridad, ya que al darnos a conocer las «diversas fortunas» que ban corrido los pensadores, nos permite per- catarnos de «cémo de forma imperceptible se restituye la natural 'y raronable libertad que conduce a la aprobacién de lo que se estima verdadero y al rechaxo de lo gue se estima falsov. Fécil es pera el lector de «La Légica de Port Royal» comprobar cémo se instrumentalizan las aportacio- nes de la nueva ciencia con el fin de rester todo valor a la Jisica aristotélica. Al leer estos textos es dificil desprender- se de una impresién: sélo se desea privar a la teologla esco- stica del soporte filosdtico que la hacia posible y otorgaba presencia en las Universidades. En definitiva, la atencién ‘que Arnaud y Nicole presten a la filosofia parece estar ab solutamente guiada por la concepcién de la teologia que ellos propugnan y que inspira su modo de vida y su refor- ma de la espiritualided, Estimamos que esta intereseda atencién que Nicole y Armauld prestan a la historia de la filosofia y a la ciencia de su époce obliga a atenuar las diferencias que suelen es- tablecerse entre estos dos portrayalistas 9 otros lideres de Port-Royal. Todos estimaban necesario suficiente postular la nueva teologta, centrada en el estudio de los Santos Pa- dres, Escrituras, Concilios. En definitive, este representativo sector asuriria la respuesta de SaintCyran cuando, al serle solicitada opinién sobre la polémica que mantenian aristo- télicos y cartesianos, respondié: «Tant mieux!, plus de morts, moins d'ennemis!» Se utiliza a los modernos contra los antiguos, pero, como seftala Fontaine en sus Memorias, xxv INTRODLCCION antiguas ¥ modernos se asemejan a un salteador que acaba de quitar ta vide a otro salteador y le taba sas despojoss. Sabido es que una de las novedades que incluye La Légica o El Arte de Pensar son las paginas dedicadas a Ja Historia, Abora bien, lo que posee mayor interés es Poner de relieve la razén por la que se reivindican los de- rechos y fueros de la Historia cuando los andlisis que se ha- cen del tema no incluyen consideracién alguna que discuta et valor cientifico de la misma en razén de su objeto. Esta ciencia esté llamada a prestar al tedlogo una funcién auxi liar pero muy importante. Los autores de La Logica estén, Por wna parte, absolutamente convencidos de la veracided de ta doctrina revelada. Por otra parte, estén persuadidos en base a esa doctrina revelada de que Dios ha facilitado @ los hombres aprucbas suficientes que nos obligan a creer que es Dios quien ba descubierto a los hombres las ver- dades que debemos creer». Esas pruebas son los milagros EL historiador tiene noticia de ellos y ha de considerarios 9 estudiarlos como cualesquiera otros acontecimientos. Una vex que el historiador acredite la existencia de tales mila B70, tanto el tedlogo como el predicador han de instrumen- talizar su existencia, Asi pues, Arnauld y Nicole se unen @ quienes consideran que es preciso revisar la tradicién cris tiara, Esta revision debe conducirnos tanto a evitar «la ton 4a simplicidad que acepta todas las cosas menos creibles, como Ia torpe presuncién que condena como falso todo lo que sobrepasa los estrechos limites del espiritu». Estos ex- tremos s6lo podrin ser evitados si se formula un método, wn conjunto de reglas en virtud de las cuales pudieran dis cornirse qué fuentes son dignas de crédito y, en consecuen- Gia, qué acontecimientos estén racionalmente fundamentados y han de ser aceptados. Esta crttica de los testimonios ‘y documentos pose una especial importancia para Arnauld y Nicole, ya que establecido racionalmente el valor de la at toridad, se amplia considerablemente el campo de nuestros conocimientos: «todo hombre de buen sentido, aunque ca- rezca de piedad, debe reconocer como verdaderos los mila- gros que San Agustin narra en Las Confesiones 0 En la Ciudad de Dios». La propuesta metodolégica realizada en La Légica © Bl Arte de Pensar puede ser calificada, tal como lo ace rT xTRODUGZION xxv Gadamer', de «verdadera trivialidedv. Sin embargo, los intereses que guiaron Ia propuesta de Arnauld y Nicole son claros. Esta misma razin confirid carta de curso legal a los estudios de bistoria entre los portroyalistas. M. de Tille mont encuentra en este contexto su identificacién con los trabajos de Historia. Los veintidés voldimenes que integran Mémoites pour servir a histoire ecclesiastique des six pre- miets sicles y L'Histoire des Empereuts revelan en cada pagina una clara comcidencia con el fin que llev6 a Nicole y Arnauld a reivindicar la bistoria, esto es, el valor del co- nocimiento que obtenemos «a partir del testimonio que, con jrecuencia, mo es menos cierto mi menos evidente, dentro de su modalidad, que el conocimiento que esté fundado en Ja evidencia de la raxén. En todo este conjunto de textos a los que bemos venido refiriéndonos destaca, por une parte, cémo se subra- yan los errores en los que ban incurrido los hombres y, por ‘otra parte, que esto se haga con el fin de advertirnos o de doblegar la presuncién de nuestro espiritu para legitimar los fines y la actividad doctrinal del teélogo. En ningtin momento, esa valoracion del pasado requiere de Nicole y Arnaud una propuesta sistemética que juera presentada como lternativa a ese pasado, En el campo de ta filosofia no se pueden localizar sus intereses fundamentales; las alusiones que se realizan a elos modernos» parecen seroir unos inte- reses concretos: contribuir al descrédito de ta fitosofta aris- Jotélica. Los servicios que esta filosofia continuaba prestan- do a la teologia escoléstica eran imprescindibles para su supervivencia, Arneuld y Nicole iostrumentalizan la filoso- fia cartesiana para acelerar el proceso de desgaste de ta fi- osofia aristotélica. Esto es claro; basta recordar el capitulo en que se mencionan las distintas categories. Abora bien, esta instrumentalizaci6n de la filosofia cartesiana cen qué medida sirve a propésitos no cartesianos? «Una absurda alianzay? F. Bouillier, en L'Histoire de la Philosophie Carté- sienne atribuye a Arnauld haber sido «el hombre det glo XVII cuya vinculacién a la filosofia de Descartes fue xxv INTRODUCCION mis firme y profunda»?, Esta apreciacién no es menos ca- tegérica que otras que fueron formuladas por contempor’- neos de Arnauld. Ast, Las Memorias de N. de Fontaine no ss6lo advierten de la presencia de las doctrinas de Descartes en los ctreulos portrayalistas (se discutta con calor adu cer- aine philosophie | subtile, engogeante et hardien), sino que dan cuenta de la difusion e interés que se sentia por alguno de los temas directamente vinculados a la filosofia de Des- cartes: «No habia ‘solitario’ que no hablase de aut6matas.» Por otra parte, Jos testimonios de adeptos « esta ‘comunidad, tal seria el caso de Madame de Sevigné, tradu- con un determinado clima de opinién: «El padre Bossu es jansenista, es decir, cartestano.» Similar contenido vierten ‘quienes, como Juriew, en La Politique du Clergé en France, suponen esta adhesin al cartesianismo y undan en ella su principal acusacién: «Los tedlogos de Port-Royal sienten tan- to apego al cartesianismo como al cristianismeo.» Otros muchos testimonios podrian ser reproducides. Todos coincidirian en hacer de Arnauld el cabeza de fila de aguella comunidad que ocupaba las boras de asueto con tertulias filoséficas. Muchos de estos testimonios prestan es- pecial atencién a la colaboracién mantenida con el circulo de Port-Royal por hombres que, como el duque de Luynes, colaboré en la difusién del cartesianismo al traducir Medi- tationes de Prima Philosophia; cambién destacan la presen- cia de signiticados antiescolésticos, como R. Desgabets. Este conjunto de testimonios ben difundido una ima- gen de Port-Royal cual si se tratara de la evanzadilla del cartesianismo en su siglo. Aceptando el valor de esta tradi- ci6n, nos parece que se orientan algunas investigaciones s0- bre La Légica 0 Fl Arte de Pensar. Ast se Hega @ considerar sdlicito pensar que... en algiin aspecto, tanto el jansenismo en general como el niicleo de Port-Royal, en especial, fa vorecen una reclizacién del principio cartesiano («Cogito») 9 que... Las Pequehas Escuelas y el ‘solitario’ pueden enten- derse como la puesta en préctica de aguella primera exigen- cia metajisican®. Aducimos este comentario porque, al igual que en otros casos, todo parece indicar que sdlo se persi- gue el rastro dejado por Descartes a través de La Logica 0 El Arte de Pensar. No se atienden mi sus razones mi sie pro- puesta, Si ast se hiciera, ficil bubiera sido invocar la justifi- INTRODUCLION sav cacién que La Logica o El Arte de Pensar nos brinda de la Forma de vida del ‘solitario’. Justificacién que esté clara- mente expuesta y que pone de relieve las mismas categortas que configuran su propuesta de reforma de la espiritual. dad: «Lo que bace que la soledad resulte moleste para le mayor parte de los hombres es que al alejarnos de los ojos de los otros hombres, también nos distanciamos de sus ju cios y pensamientos... Sélo la religiin catblica ba podido hacer agradable la soledad porgue, conduciendo a los hon bres al desprecio de estas vanas ideas, les da a conocer, a la vez, otros abjetos mas capaces de colmar su espiritu mas dignos de satisfacer su corazdn, Para lograr todo esto no precisan ni de la visiGn ni de Las relaciones con los bombres.» Una segunda nota caracteriza a los comentaristas que enfatizan el cartesianismo de Arnaud. Advierten que Le Traité de la feiblesse humaine de Nicole se distancia clara mente de las posiciones de Arnauld. Ast, Bouillier advierte que Nicole quiere rebatir la orgullosa confianxa de la ra- adn en sus propias fuerzas, asi como la presuncién de los Hildsofos, incluidas los cartesianos. Lo que el hombre puede conocer mediante la filosofia es despreciable..., siendo el mayor fruto que puede obtenerse de las obras de filosofia el aprender en ellas que la filosofia no es mids que wna vana distraccién» + Es claro que al acentuar estas diferencias aiin se con- tribuye mas a destacar la vinculacion de Arnauld con ta Hilosofia de Descartes. Para ello basta con que las atribui- das anteriormente a Nicole se contrapongan a la defensa de la filosofta cartesiana realizada por Arnauld en un tratado de escaso valor doctrinal y de destecado carécter polémico, Examen d'un Etat gui a pour titre ‘Traité de Pessence des Corps. Qué consecuencias tiene este tipo de anélisis? Qué respuesta cabe dar al mismo no ignorando, por supuesto, todos los textos en que Arnaud instrumentaliza la filoso- Kia de Descartes? Esta corriente de comentaristas atribuye a Nicole aquellas tesis de La Légica 0 El Arte de Pensar gue xo serfen suscritas por Descartes. Esto, por ejemplo, significa que Ar- nauld no seria responsable de todas las tesis expresadas en «El Discurso que da a conocer el fin perseguido por esta Ligica». Estimamos que podrian aceptarse tales andlisis si sown INTRODUCZION las doctrinas expresadas en el mencionado Discurso no re- ‘aparecieran en otros capitulos de La Légica o El Arte de Pensat, 0 biew si Arnauld bubiera manifestado de modo ex- preso su desacuerdo con tales tesis y pérrafos. Abora bien, no ex éste el caso. Por ello, ba de suponerse que Arnauld y Nicole comparten plenamente la totalidad de las opiniones ‘expuestas en La Logica o Bl Arte de Pensar y que la cola- boracién de estos dos portroyalistes obedece precisamente esta comunidad de pensamiento. Ast pues, las tesis formu- ladas en La Légica o Fl Arte de Pensar pueden no coincidir con planteamientos de Descartes. Esto nos obliga a deter- miner la posicién de Arnaud y Nicole y, a la vez, 4 raz0- nar la defensa que Arnauld y Nicole realizaron de Descartes. En todo este proceso no debe perderse de vista que Arnauld reconacié que «era absurda la estrecha alianzs entre carte. sianos y jansenistas» No cabe duda de que Arnauld y Nicole tuvieron fun- dadas razones para fijar su atencién en las obras de Des cartes. cAcaso Descartes no babta dado piiblico testimonio ‘en El Discurso del Método de «carecer de la extraordinaria asistencia del cielo» que requiere el examen de «las verda des reveladas»? No habia tachedo de «temerarios» a quic- ‘nes pretendieran someter estas verdades al débil andlisis de sus razonamientos»? ¢En La Entrevista con Burman no habia testimoniado Descartes que eva partidario de «wna teologia tan simple» como la que poseen «los hombres ris ticose? ¢No babia denunciado tanto la teologia escoldstica como los monjes que la habtan venido generando, dando lw- gar a todo un conjunto de «berejias y de sectas»? En de- initiva, eno habia presentado Descartes una critica a la fi- losofia escoléstica dejando, a la vez, el campo libre para et desarrollo de una teologia positiva? Por otra parte, Arnauld como otros portroyalistas pudieron verse seducidos por los pretextos y por las formu. las de ortodoxia que contiene, por ejerplo, La Carta al Decano y Sefiores Doctores de la Sagrada Facultad de Teolo- sia de Paris. Es més, estas fOrmulas se repiten en las Res puestas a las Objeciones a Las Meditaciones Metafisicas: <1. juicio censura de los buenos tedlogos me someeteré siempre de buen grado». n7RODUCCION xr Estos y otros factores semejantes favorecieron que este micleo de religiosos fijara su atencién en Descartes. He- cho esto, acenttian las coincidencias doctrinales con Sen Agustin. ¢Por qué pudo adoptarse esta estrategia? Armauld y Nicole estuvieron profundamente interesados en favorecer Ta presencia y magisterio de San Agustin. La Logica 0 El Arte de Peniar ponen de relieve que cualquier pretexto es aprovechado para subrayar el acierto de San Agustin al re- ferirse @ temas que son estudiados por los filésofos. Asi, por ejemplo, se nas dice: «Qué médico aceptaria en nues: tros dias defender que los nervios arrancan del corazén, tal como defendié Aristételes, cuando la anatomia muestra con toda claridad que toman su origen del cerebro?, a proposito de to cual dijo San Agustin: qui ex pancto cerebti et quasi centro sensus omnes quinaria distributione diffundit.» Ca- Biendo, ademés, destacar el espiritualismo de Ia filosofia car- tesiana, ccémo no subrayar las coincidencias con la-filoso- Ha que gane mayor mimero de adleptos y que lidera el anties- colasticismo? Esta tendencia debié de ser muy aguda, Quizé, por cello, Pascal considerd estos intentos y destacé las signifi- cativas diferencias que existian entre San Agustin y Descar- tes atin en aquellos casos en que se registran textos parale- los: «Quisiera preguntar a personas equitativas si este prin- cipio: ‘Pienso, luego existo’, es, en realidad, una misma cosa en ta mente de Descartes en ta de San Agustin, que dijo la rsisma cosa mil doscientos afios antes... En realidad, estoy muy lejos de decir que Descartes no sea su verdade- ro autor aunque sélo lo bubiese encontrado en la lecture de aquel gran santo; porque sé cuanta diferencia bay entre escribir una palabra al azar, sin ninguna reflexién més lar- Bt y extensa 9 ver en esa palabra Ja diferencia de las matu- ralezas material y espiritual, y deducir de esto wn principio firme 9 constante de una fisica completa, como ba preten- dido Descartes» *. Otros destacadas miembros de Port-Ro- yal, como M, de Sainte Marthe, M. de Saci, M. du Veucel, ‘consideraron innecesaria y peligrosa esta forma de bacer ho- nor y de dotar de presencia al pensamiento de San Agustin. Sus advertencias som reiterativas. Rodis Lewis ba dado a co- nocer las de Du Veucel’. xxx ETRODUCEION Al revisar estas advertencias, recogidas en cada pé gina de Port-Royal por Sainte Beuve, se revela el principio que propiamente rige la organizacién del pensamiento de este grupo: la fidelidad a una concepcién del cristianismo coma modo de vida y « San Agustin como maestro de la ‘espiritualided. Para el més significativo sector de Port-Ro- yal era innecesario realizar un nuevo intento que concluye- 1a vinculando las verdades reveladas a cualguier filosofia Para todos ellos ya no era necesario requerir al filésofo con a fin de que ademuestre los preémbulos de la fe. No cabe duda de que Arnaud justificarta su atencién a la filosofia ‘con estas palabras: «me vi obligado a entrar en polémicas filoséficas para opomerme a las sutilezas de los herejes» Preciso es, pues, preguntarse si Arnauld dejé a sal- vo los principios fundamentales que inspiran la vide cris- tiana segin Port-Royal. Es més, si La Logica 0 El Aste de Pensa no esté escrita con ese propésito, si «le reforma del jniciow no supone la aceptacion de puntos basicos de la doc- trine revelada y si, « la vex, no contesta las actitudes que Descartes propuso en su a trabajosa actividad de quien consume todas las fuerzas de su espiritu en el estudio de las ciencias, sino gue se emita la siguiente valoracion de las ciencias que acaparaban los primeros puestos de la jerarguia del saber en el si- slo XVII, esto es, la geometria, la astronomia y la fisica: ‘estas ciencias no sélo poseen secretos 9 sutilezas muy poco itiles, sino que, consideradas en st mismas, son todas in. ittles», Son igualmente significatives las reiteradas referen- cias a alos que son estimados como sabiose, pero que, em realidad, «no son sabiosw; esto es, no son considerados sa- bios por Arnauld y Nicole porque no ban comprendido que el saber debe de estar absolutamente supeditado a la rea

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