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El valor de la honradez
PABLO A FILEMÓN
Índice del Tema
Leer del 1 al 22 la epístola a Filemón
Contexto histórico
1. Acordándonos de los hermanos en nuestra oraciones
2. Mejor pedir que imponer
En cuanto a nosotros
3. Ceder o renunciar en pos de lo que es justo y bueno
4. Los caminos del Señor son inescrutables
Sobre la esclavitud
5. Pablo aprendió a no hacer acepción de personas
6. La confianza de Pablo
Leer del 1 al 22 la epístola a Filemón
Filemón, el destinatario de esta carta, era un miembro prominente de la iglesia en Colosas (vv.
1,2; cp. Col. 4:9), la cual se reunía en su casa (v.2). La carta era para él, su familia y la iglesia.
Contexto histórico
Filemón había sido salvado bajo el ministerio de Pablo, probablemente en Éfeso (v.19), varios
años antes. Con suficientes recursos económicos como para tener una casa grande (cp. el v.2),
Filemón también poseía al menos un esclavo, un hombre llamado Onésimo (lit. “útil” un nombre
común para esclavos).
Onésimo no era creyente en el momento en el que robó algo de dinero (v.18) de Filemón y huyó.
Al igual que muchísimos miles de esclavos prófugos, Onésimo huyó a Roma, buscando perderse
en la enorme población de esclavos de la capital del Imperio Romano. A través de circunstancias
no registradas en las Escrituras, Onésimo conoció a Pablo en Roma y se convirtió en cristiano.
El apóstol rápidamente llegó a amar al esclavo prófugo (v.12, 16) y anhelaba mantener a
Onésimo en Roma (v.13), en donde estaba proveyendo servicio de mucho valor a Pablo en su
encarcelamiento (v.11).
Pero, en su momento, al robarle y huir de Filemón, Onésimo había quebrantado tanto la ley
romana como defraudado a su amo. Pablo sabía que se tenían que confrontar esos asuntos, y
decidió enviar a Onésimo de regreso a Colosas.
Era demasiado peligroso para Onésimo hacer el viaje solo (debido al peligro de los caza-
esclavos), y por eso Pablo lo envió de regreso con Tíquico, quien estaba regresando a Colosas
con la epístola a los Colosenses. Veamos esa prueba:
“Todo lo que a mí se refiere, os lo hará saber Tíquico, amado hermano y fiel ministro y
consiervo en el Señor, el cual he enviado a vosotros para esto mismo, para que conozca lo
que a vosotros se refiere, y conforte vuestros corazones, con Onésimo, amado y fiel hermano,
que es uno de vosotros. Todo lo que acá pasa, os lo harán saber” (Colosenses 4: 7-9).
Junto con Onésimo, Pablo envió a Filemón esta hermosa carta personal, alentándolo a
perdonar a Onésimo y darle la bienvenida de regreso al servicio como un hermano en Cristo (v.
15-17).
De todo ello sacaremos lecciones importantes para nosotros.
En cuanto a nosotros
En nuestro caminar cristiano, deberíamos proceder así también como norma. Si bien es cierto
que a veces no tenemos más remedio que hacer uso de nuestra autoridad, bien sea como
padres, jefes, etc. entre verdaderos cristianos, es mucho más noble y elevado el poder confiar
en los demás a la hora de pedir de ellos “lo que conviene”, en vez de entrar en cuestiones de
exigencia, aunque nos ampare el derecho o la razón.
Las órdenes deberían ser para informar de lo que haya que hacer, siempre esperando de los
demás una obediencia, no basada en la exigencia, sino en el amor.
Obviamente, esto sólo puede ser operativo entre verdaderos cristianos.
Cuando uno sabe que algo es correcto, y tiene el poder y autoridad para demandarlo, ¿es mejor
apelar a esa autoridad, o es mejor apelar al buen sentir y disposición del hermano?
Lo segundo es mejor, y es la manera de tratar los conflictos entre amigos o familia cristiana.
El confiar en el buen hacer y buen resolver de nuestros hermanos en la fe cuando es sabio y
verdadero, produce un crecimiento del amor y de la confianza mutuos.
Toda verdadera obediencia a Dios y a Sus principios, lo es cuando está basada en la fe que obra
por el amor.
Toda obediencia solamente basada en el miedo o el temor, no es más que la manifestación de
un sistema autocrático que no expresa el reino de Dios, y es impropia de un verdadero hijo de
Dios.
Muchos de nosotros todavía somos muy egoístas en lo que implica el diario vivir; en las
pequeñas cosas, en los detalles. Son fallos de carácter.
Por eso nos es preciso entender que todo ello constituye una manera pecaminosa de proceder
en nuestra vida.
Tenemos la tendencia de buscar y reclamar lo que es bueno y justo, pero para nosotros.
A veces nuestra cosmovisión es demasiado poco “cosmos”, y más bien es “micro”.
El apóstol Pablo nos da una lección bien práctica de lo que significa saber ceder o renunciar en
pro de un bien a terceros.
Pablo, en su necesidad, podía haberse quedado con Onésimo, que significa “útil”, para sí mismo,
objetando que sería más útil para él por estar en prisión, que para Filemón que vivía libre, con
comodidades, y seguramente con muchos siervos a su alrededor.
No obstante, Pablo no hizo eso, sino que lejos de pensar en sí mismo, pensó conforme a justicia,
y conforme al amor:
Primeramente, era justo que Onésimo volviera junto a su amo al cual abandonó. El debía ser
restituido.
Segundo, era la manera de poder avanzar en el amor y en el perdón entre amo y siervo, ambos
ya cristianos.
Tercero, Pablo quiso que Filemón no se sintiera forzado a hacer lo que Pablo deseaba, sino que
fuese de forma voluntaria:
14 pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad,
sino voluntario”
La justicia debe ir por delante de la conveniencia.
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que
conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8: 28)
6. La confianza de Pablo
“21 Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo. 22
Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido”
Pero Pablo no pretendía abusar de Filemón, sino todo lo contrario. Era tal la confianza que tenía
en ese varón que se permite el esperar de él varios favores que ya daba por hechos.
Poder llegar a ese tipo de confianza y de intimidad y libertad, es resultado de la madurez en
Cristo; por parte de uno y del otro (Pablo y Filemón).