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ISEGORÍA.

Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 43, julio-diciembre, 2010, 643-658
ISSN: 1130-2097

Arendt y la «historia salvaje». Reflexiones sobre


la política y la historia que no se pueden fabricar
Arendt and the «savage history»: reflections about politics
and history that can’t be made
MARÍA JOSÉ LÓPEZ MERINO 1
Universidad de Chile
mjlopezmerino@gmail.com

RESUMEN. En el artículo que sigue, presenta- ABSTRACT. This paper present Hannah
remos la peculiar crítica a la idea de historia Arendt’s peculiar criticism of the modern
moderna que realiza Hannah Arendt, siguien- idea of History, following the itinerary that
do el itinerario que va desde el sentido origi- goes from the original sense of «politics» to
nal de «política» hasta su sustitución por la its replacement with the idea of «art of gov-
idea de «arte de gobernar» y la aparición de la erning», as well as the apparition of the mod-
moderna idea de Historia como proceso uni- ern idea of History as a unitary and universal
tario y universal. Esbozaremos, finalmente, process. Finally, we will outline some ele-
algunos elementos de esa otra idea de historia ments of that other idea of history that is for-
que queda delineada a partir de la noción de mulated from the notion of «historical crys-
«cristalización histórica», que la autora ape- tallization», barely sketched by the author.
nas esboza. El recorrido que proponemos su- The route we suggest presumes that Arendt,
pone que Arendt, al mismo tiempo que pre- while intending to fight the oblivion and sub-
tende combatir los olvidos y sustituciones stitutions suffered by the political sphere, de-
que ha sufrido lo político denunciando su nouncing its poietic foundation, wants to for-
fundamento poiético, busca formular no sólo mulate not only a new idea of politics but also
una nueva idea de política, sino también, una a new idea of history.
nueva idea de historia.
Palabras clave: acción, poder, política, histo- Key words: action, power, politics, history,
ria, historia salvaje. savage history.

1. Acción y poder como acción rética, pero que pese a su carácter no


concertada 2 teorético, no produce nada. Así Arendt
opone, como ya había hecho Aristóteles,
Como es sabido, el libro La condición praxis a poiesis. La poiesis o actividad de
humana consagra a la praxis o acción producción, es una actividad pre-políti-
como la actividad específicamente políti- ca 3 consistente en un cierto hacer prácti-
ca. Siguiendo un modelo aristotélico, co de acuerdo a fines, que sigue la ruta
esta praxis es presentada primero negati- prefigurada ya en la contemplación del
vamente como aquella actividad no teo- modelo que define las condiciones para

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arribar a su «producto». Se trata así, de la actividad del ojo, en la que ver sólo
una actividad delineada por su propia te- significa «estar viendo» o bien la activi-
leología. En cambio, la praxis o acción es dad del flautista, o del actor, que se defi-
en sí misma ajena a las imposiciones de ne por su propia performance, tal como
modelos y fines previos, porque aunque nos explica la filósofa: «... en la interpre-
los actores puedan tener motivos, la acti- tación del danzarín o del actor, el “pro-
vidad misma, la acción, nunca se define a ducto” es idéntico al propio acto interpre-
partir de ellos: es en sí misma un hacer tativo» 10. «Viva» aquí no significa que
improductivo. De esta manera, la acción se organice a sí misma ni se dirija ni se
no es conducta, nos advierte Arendt, en el despliegue de acuerdo a un orden deter-
sentido de que no es actividad de acuerdo minado (teleología), sino todo lo contra-
a fines 4, sino actividad libre, no someti- rio, significa que está siempre más allá de
da a la rigidez del modelo previo, ni a la cualquier organización y fin, que encarna
determinación de las necesidades y moti- un hacer que es puro desborde y en ese
vos psicológicos de sus protagonistas. 5 sentido es inicio incesante.
Quizás la definición más clara de la Este carácter desbordante del inicio
acción en el sentido que venimos desa- supone la improductividad definitiva y ra-
rrollando, surja de la identificación al dical de la acción, la convierte en la más
menos parcial que aparece ya en La con- valiosa y, al mismo tiempo, «... la más fú-
dición humana, entre acción y natalidad. til de las actividades humanas» 11, ya que
Recordemos que la natalidad no es en al desaparecer no deja prácticamente nada
Arendt un concepto unívoco sino un con- tras de sí. La acción es así performance
junto o constelación de conceptos vincu- pura, que niega la teleología involucrada
lados. En una de sus acepciones la «nata- en toda poiesis, aplazando su sentido
lidad» se identifica con la acción precisa- como actividad y proyectándolo fuera de
mente en su sentido original y olvidado: sí, haciéndolo depender del fin que es el
Actuar es, sobre todo, «hacer nacer», producto. La acción, en cambio, bajo la
«iniciar algo» 6. Justamente gracias a que lógica del «acto vivo» da todo de sí en su
la acción es un puro comienzo es que de
propio hacer, que es un desborde constan-
ella puede esperarse lo inesperado, va a
te que se supera siempre a sí mismo.
decir Arendt 7. Al mismo tiempo, si la ac-
ción es iniciar inciertamente, se entiende Esta referencia al «acto vivo» como
por qué la acción arendtiana —como ya asunto y estructura central del análisis está
sucedía con la praxis aristotélica— con- presente en distintos momentos del pensar
siste en una actividad que tiene su propio fenomenológico. Está supuesto en la mis-
fin en sí misma. La acción es una activi- ma noción de «existencia» del Dasein hei-
dad específicamente performativa, que deggeriano y también está supuesto en la
consiste ella misma en un hacer, una fuer- identificación entre esencia y experiencia
za viva que encuentra en su propia reali- que, por ejemplo, el joven Merleau-Ponty
zación, su sentido. Se trata para Arendt deja ver en su acercamiento al acto per-
de una insistencia otra vez aristotélica, ceptual, que es un tipo de acto intencional
«... en los actos vivos y en la palabra ha- que ya en Husserl resulta ser verdadero
blada como los mayores logros de que modelo de toda experiencia de la concien-
son capaces los seres humanos» 8, que el cia. Pero si «vivo» no significa aquí sólo
estagirita entiende como energeia, reali- actual y «en primera persona», es decir,
dad pura o plena 9. Los ejemplos clásicos desde la propia experiencia, sino además
que da el propio Aristóteles de esta forma significa desde una experiencia sin mode-
de actividad «viva» o interpretativa son los, incontrolable y desbordada y por ello

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iniciante, es en el pensamiento maduro de nadie es igual a cualquier otro que haya


Merleau-Ponty donde esta idea de «acto vivido, viva o vivirá» 16.
vivo» tiene sus más importantes resonan- Así, es esta pluralidad y sus diferen-
cias. Podríamos entender en este contexto cias las que «abren» el espacio público.
el «acto vivo» como «salvaje» en el senti- Espacio de hombres y mujeres actuando
do merleaupontiano 12. y hablando, que para la autora no es nin-
Volviendo a Arendt, la acción no es gún lugar previo ya fijado, sino el delga-
sólo «acto vivo» es también actividad que do espacio del «entre» que caracteriza a
ocurre entre y ante otros. Esto significa la comunidad política en su inmediato
que la acción se despliega siempre sobre sentido pragmático 17: Ahora bien, esa
un fondo ya poblado, que supone como su pluralidad supuesta por la misma acción
condición de posibilidad lo que la filósofa no tiene sólo la tarea de ser un fondo
entiende como pluralidad, palabra que di- mudo que estabiliza la acción. Aquella
fícilmente le hace justicia al concepto que pluralidad se hace cargo, en cierto senti-
está detrás 13 y que, tal como nos advierte do al menos, de la debilidad de la acción,
la autora, es la condición que sostiene la de su incapacidad de permanecer y dejar
acción, al definirla como «... la única acti- algo tras de sí. Es la pluralidad de los
vidad que se da entre los hombres sin me- muchos la que asumirá la tarea de la
conformación del sentido de la acción,
diación de cosas» 14. En este sentido, la
convirtiendo la acción en historia (story)
pluralidad no alude solamente a la consta-
y al agente en héroe que protagoniza esa
tación de que existir para un ser humano
acción, es decir, en actor pero nunca en
es hacerlo ya en un horizonte donde exis-
el autor de la acción. Así, la pluralidad
ten otros o, en palabras de la autora, al he- de los muchos es entendida por la autora
cho de que «...son los hombres y no el como la pluralidad de los que actúan
hombre el que habita la tierra» 15, sino (actor) y al mismo tiempo de los que su-
también y más fundamentalmente a que fren la acción (sufferer) 18. Estos últimos
esa originalidad de la experiencia de los cumplen la función de los espectado-
muchos (polloi), como horizonte último res-hermeneutas que identifican y le dan
de la acción política, hace surgir la posibi- un nombre a la acción y al actor, deter-
lidad de la diversidad y el carácter único e minando «quién es quién» en la historia
irreductible de cada mirada y con ello de de la acción. De esta manera, el desplie-
cada identidad. A esto último Arendt lla- gue de la acción supone estar involucra-
mará unicidad, construida desde una igual do en una trama (web) de relaciones con
capacidad de ser y mostrarse diverso ante otros, quienes son verdaderos jueces de
otros. Esto implica en último término, que esa acción y quienes le dan un nombre y
la política se construye desde las diferen- un lugar en la trama de los asuntos hu-
cias de los puntos de vista de los muchos. manos. La complementariedad de la ta-
En este caso, la diversidad irreductible es rea del actor y del espectador-narrador
ante todo esa posibilidad de polémica y di- de la acción será central para la concep-
ferencia que no se reduce ni con el acuer- ción de historia que esbozará la autora.
do ni con la amistad cívica sino que, al
revés, se trata de una diversidad que sol- 2. Poder y revolución: respuestas
venta finalmente cualquier acuerdo y legítimas ante la fragilidad de la acción
cualquier vínculo político entre los suje-
tos: «La pluralidad es la condición de la Cuando la acción, «acto vivo» de un indi-
acción humana debido a que todos somos viduo entre otros, tal como la hemos des-
lo mismo, es decir, humanos, y por tanto crito, se coordina con la acción de los de-

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más, es decir, cuando esta capacidad de que surge de la pluralidad misma. De esta
comenzar algo es, de alguna manera, manera, el poder para Arendt, revela una
continuada por otros,se convierte en po- intersubjetividad plena en la cual la ac-
der; el que podemos entender, en su senti- ción no se basa ya en la violencia ni en la
do básico, justamente como acción con- mera fuerza, sino en las potencias de la
certada 19. Retomando la distinción origi- relación de reconocimiento que le dan
naria entre archein y prattein Arendt origen. Esto es, que el poder del poder
argumenta: «... parece entonces como si mismo surge y depende de un estar en re-
cada acción estuviera dividida en dos lación. En este sentido: «El poder sólo es
partes, el comienzo, realizado por una realidad donde palabra y acto no se han
sola persona, y el final, en que se unen separado, donde las palabras no están va-
muchas para “llevar” (bearing) y “aca- cías y los hechos no son brutales, donde
bar” (finishing) la empresa aportando su las palabras no se emplean para velar in-
ayuda.» 20. Así como la narración, el po- tenciones sino para descubrir realidades,
der es también una original respuesta a la y los actos no se usan para violar y des-
fragilidad de la acción y su carácter ini- truir sino para establecer relaciones y
ciante a la vez que incierto. De este crear realidades nuevas» 21.
modo, así como la narración continúa la No es difícil vincular esta noción de
acción mediante el sentido de la acción y poder —y sobre todo la pregunta que in-
la identidad del actor, el poder proyecta y terroga acerca de su origen—, con la pre-
despliega lo que fue iniciado por uno me- gunta típicamente moderna por la fuente
diante la fuerza que consuma y amplifica de legitimidad de la institucionalidad po-
ese «poder iniciar» en los muchos (po- lítica, que no está fundada ya en un impe-
lloi), sin llegar por eso a solidificarse en rio que viene de Dios, ni de la tradición,
un producto. sino en el poder de reconocimiento que
Ninguna acción individual permane- genera el pueblo en su primer pacto. El
ce por sí misma sin este recurso a los que como procedimiento originario del
otros, que son así los que llevan a término que surge lo político —modernamente
esa acción y le dan su verdadera dimen- entendido—, no es sino una performance
sión. Hay aquí, por tanto, una posible res- de reconocimiento, que es constantemen-
puesta originaria a esa fragilidad y futili- te recordada y recreada por el pacto como
dad de la acción — respuesta nunca defi- su origen «vivo». Ahora bien, en el caso
nitiva por lo demás—. Lo que uno de Arendt, esta performance originaria
comienza puede ser continuado por otros consiste en una praxis ilimitada de hablar
y generar un movimiento, en algún senti- y actuar, actos estos que no están regidos
do coordinado y transformador, que se ni por la razón estratégica ni por la mera
irradia de manera ilimitada e incalculable fuerza, sino por el reconocimiento com-
sobre el mundo común. partido de esa igualdad originaria que
Esta idea de poder se opone radical- permite la aparición de la diferencia y
mente a la dominación, a la autoridad y que sería la fuente legítima del poder,
en general a toda estructura que genere algo cercano a lo que, en una versión nor-
verticalidad en las relaciones de los suje- mativa, Habermas llamará poder comuni-
tos y suprima lo que Arendt llama el «en- cativo 22. Pero hay que tener en cuenta
tre», es decir, el espacio público que es que este uso normativo del concepto de
para esta autora siempre un espacio de poder que hace Habermas, supone una
horizontalidad. Esta acción concertada o lectura parcial de la propia Arendt, quien
poder conserva la igualdad y distinción entiende el poder no como una ideal re-

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gulativo sino como una experiencia que sando también las expectativas de la plu-
ha ocurrido efectivamente en la historia y ralidad que la compone. Tiene así, un
que, aunque de manera intermitente, ha sentido irreductiblemente anárquico o
modificado efectivamente la experiencia, nuevamente en términos merleaupontia-
alcanzando luego, más que un sentido nos «salvaje» 24.
normativo, una validez ejemplar. Esto Esto explica que Arendt pueda en-
porque nos sirve para evaluar aquellas tender el poder como actividad sin autor
experiencias donde el poder «falta», es y también sin violencia, ya que no requie-
decir, por ejemplo, las experiencias de re para sustentarse de ninguna «interven-
im-poder tan propias de las sociedades de ción», de ninguna «fuerza externa».
masas post-totalitarias. En este sentido el Como ya sabemos esta experiencia de
poder es primordialmente una experien- poder no sólo ha tenido lugar para Arendt
cia «viva» de performance compartida y en la sui generis y por cierto originaria
por ello es demasiado incontrolable para experiencia de la polis griega, sino que
ser norma o ley: «El poder preserva a la alcanza una específica modulación mo-
esfera pública y al espacio de la aparición derna a través de la experiencia revolu-
y, como tal, es también la sangre vital del cionaria: lo que Arendt va a llamar las
artificio humano que, si no es la escena «revoluciones de la libertad», que no es-
de la acción y del discurso, de la trama de tán centradas en grandes programas de
los asuntos humanos y de las relaciones transformación social, sino en la realidad
históricas engendradas por ellos, carece de una «experiencia viva» que se estruc-
de su última raison d’être». 23 tura en una dinámica interna de reconoci-
Este poder como realidad viva que miento, que se convierte en concierto jus-
ha tenido lugar en la historia abre la posi- tamente a través de la acción concertada,
bilidad de la auto-fundación o de la legi- que es el poder 25.
timidad política como veníamos diciendo Como sabemos, Arendt separa en
en su específico sentido moderno. ¿Qué una distinción bastante polémica, la revo-
sostiene la acción concertada —o el po- lución norteamericana, que es para ella
der— en el mundo mientras éste dura? una revolución libertaria, de la que consi-
Sólo cabe decir que esta acción concerta- dera la revolución de la necesidad, la
da se soporta a sí misma y no requiere de francesa. La revolución libertaria es un
ningún otro soporte. No tiene otra causa tipo de proceso histórico que está basado
que la acción misma y lo que ella desplie- en esa experiencia de poder que extrae
ga de sí. «todo de sí» de las acciones y con ello
El poder es así un arjein, un comen- permite un despliegue autónomo, al cual
zar mediante una praxis concertada que nadie en particular imprime fuerza ni di-
no tiene arjé, un comienzo sin principio, rección ningunas, sino que todo se desa-
sin regla que lo gobierne. El poder es un rrolla por sí mismo, es decir, desde el po-
proceso que, en manos de la pluralidad der y su dinámica, en una actividad im-
que lo conforma y que nunca deja de ser predecible e ingobernable. La revolución
pluralidad, se abre camino por sí mismo y no tiene dueño, ni dirección predefinida:
sobrepasa siempre sus propios límites, todo sale de ella misma, de la acción con-
siendo todavía más impredecible que la certada que empodera a los individuos.
acción individual, en tanto es más pode- Así, una revolución libertaria es un acon-
roso que ella. La acción concertada del tecimiento que no surge de la fuerza de
poder tiene su dinámica propia, sobrepa- un arquitecto 26 que planee, dirija y con-
sándose siempre a sí misma y sobrepa- duzca la revolución; tal como la fuerza

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del gobierno que conduce. Sino que es un te moderno del origen de lo político y sus
despliegue surgido de los muchos que instituciones. Lo que está detrás validan-
inician y continúan una acción, siempre do, legitimando el origen de lo político,
incierta y aún frágil, como acto vivo, no es sólo un contrato —como piensan
como «potencia salvaje». los liberales— un contrato que además
En el fondo de esta concepción de resulta comprendido generalmente como
poder se encuentra una crítica feroz de la una negociación estratégica, es decir, la
pensadora política a la onto-teología pre- guerra por otros medios, sino una praxis
dominante en la tradición del pensamien- de reconocimiento. Se trata de una praxis
to político occidental. Este pensamiento insólita, olvidada, y en efecto poco dura-
no sólo se revela como «productivo», es dero en historia; pero que abre la posibili-
decir, guiado desde una lógica poiética dad de una fundación mundana de lo po-
donde lo supuesto es siempre ese princi- lítico, sin ley y también sin Dios.
pio primero, sino que al mismo tiempo Con todo, la respuesta arendtiana
entiende ese principio de manera unita- permanece contemporánea: La dimen-
ria, es decir, desde una concepción po- sión transformadora de este «poder» re-
dríamos llamar finalmente monoteísta volucionario se aleja de la violencia y
del poder y su origen: Sólo hay un primer también de la actividad transformadora
principio productivo. No tenemos espa- de la fabricación. La acción concertada y
cio aquí para desarrollar este camino de el poder revolucionario, tal como los des-
la crítica arendtiana que, a mi juicio, es cribe nuestra autora, no pueden basarse
una las de las expresiones del «raro ateís- en una relación productiva que entiende
mo» de la autora 27 y su radical recepción la transformación social misma como
del problema ontológico central de la po- producción. La revolución de la libertad
lítica moderna, a saber: cómo se inicia no puede producirse; pretender que así
una política sin principio, cómo se funda sea, tal como Arendt no se cansa de repe-
lo político sin fundamento, cómo se logra tir sobre todo en La Condición Humana,
instituir una política sin Dios, o más aún, supone el olvido de los rasgos propios de
cómo la política en su sentido originario la praxis: la ausencia de jerarquías, la im-
y específicamente moderno requiere que previsibilidad y la posibilidad de que la
no haya Dios, es decir, principio primero espontaneidad de la acción haga aparecer
del que derivar la realidad política. lo verdaderamente nuevo en el mundo 29.
Al menos podemos señalar que la 3. La política como arte de gobernar
idea de poder abre un camino: frente a un y el surgimiento del Estado moderno
origen de lo político fundado en un único
principio que origina, gobierna y condu- Pero, como ya venimos diciendo, el po-
ce; el poder arendtiano es el comienzo der como acción concertada que da per-
surgido y fundado en una pluralidad ori- manencia y cierta continuidad a la acción
ginaria, un «origen no originado» del fe- en el mundo no es ni la única ni la más
nómeno político, que surge en tanto fenó- probable de las respuestas ante la incerti-
meno y como ya venimos repitiendo, sin dumbre de la acción. Frente a la falta de
la protección y el gobierno del principio, solidez de la acción en el mundo, la ten-
es decir, a partir de un desbordamiento dencia más visible desde los orígenes de
originario de la pluralidad irreductible y la cultura occidental parece haber sido,
en definitiva democrática 28. en cambio, la huida hacia territorios más
En este sentido, el poder es la res- seguros: los de la teoría. Esto se materia-
puesta arendtiana al problema típicamen- liza en un giro contemplativo de la cultu-

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ra y sus formas de vida, que en la lectura mandar y los demás se ven obligados a
arendtiana se remonta al menos a Pla- obedecer. La trivial noción, que ya se en-
tón 30. Hay dos concepciones centrales de cuentra en Platón, de que toda comuni-
la cultura moderna que son hijas de este dad política está formada por quienes go-
giro contemplativo y que constituyen así biernan y por los que son gobernados (en
dos formas específicas de huida de la las que se basan las actuales definiciones
praxis: la concepción de la política como de formas de gobierno de pocos u oligar-
«arte de gobernar» que con la moderni- quía, gobierno de muchos o democracia)
dad cristaliza en una cierta noción de se fundamenta en la sospecha que inspira
Estado moderno y la noción de Historia la acción, más que en el desprecio hacia
universal, como gran y único proceso de los hombres, y procede del deseo de en-
progreso humano. Ambas, según la tesis contrar un sustituto a la acción más que
central del artículo Historia e Inmortali- de la irresponsable o tiránica voluntad de
dad 31, aunque tienen orígenes platónicos poder» 33.
se consagran y suceden en importancia y Se deja ver aquí parte de la originali-
centralidad durante la modernidad. dad de la fenomenología política de
Volvamos a la distinción ya presenta- Arendt: mientras la teoría política se ha
da: «En ambos casos (griego: archein/ hecho eco de esta supremacía de la con-
prattein y latín: agere/gerere), la palabra templación en toda la cultura de occiden-
que originalmente designaba sólo la se- te y ha generado una amplia y diversa re-
gunda parte de la acción, su conclusión flexión acerca del gobierno como proble-
—prattein y gerere— pasó a ser la pala- ma primero de la política, la pensadora de
bra aceptada para la acción en general, Köningsberg afirma que esta reflexión y
mientras que las que designaban el co- la misma idea de gobierno —que supone
mienzo de la acción se especializaron en ya la separación entre saber y acción, en-
su significado, al menos en el lenguaje tre aquéllos que saben pero no hacen, los
político. Archein pasó a querer decir prin-
gobernantes, y aquéllos que hacen pero
cipalmente «gobernar» y «guiar» cuando
definitivamente no saben, los goberna-
se usó de manera específica y agere sig-
dos— oculta y niega un experiencia pre-
nificó guiar en vez de «poner en movi-
via, pre-objetiva, que de alguna manera
miento» 32. Así como los predicadores de
la muerte para Nietzsche niegan este funda el sentido mismo de lo político, a
mundo y su contenido irresolublemente saber, la experiencia de la frágil acción y
trágico, para Arendt el ascenso de la con- del poder concertado.
templación que ocurre ya con Platón, vie- De esta forma... «comenzar (archein)
ne a sentar las bases de una negación de y actuar (prattein) pueden convertirse en
la acción y del poder como experiencias dos actividades diferentes por completo,
políticas básicas. y el principiante llegar a ser un gobernan-
Ahora bien, lo interesante de la lectu- te (archon) en el doble sentido de la pala-
ra arendtiana es que esta negación ad- bra que “no tiene que actuar (prattein),
quiere también e inmediatamente una sino que gobierna (archein) sobre quie-
forma política en la filosofía de Platón a nes son capaces de ejecución. En esas cir-
través de la idea de gobierno. Como cunstancias, la esencia de la política es
Arendt nos advierte: «El signo caracterís- saber cómo distinguir los asuntos más
tico de tales huidas es el concepto de go- graves con respecto a oportunidad e ino-
bierno, o sea, el concepto de que los hom- portunidad; la acción como tal se ha eli-
bres pueden vivir juntos legal y política- minado totalmente y ha pasado a ser la
mente cuando algunos tienen derecho a simple ‘ejecución’ de las órdenes”. Pla-

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tón fue el primero en introducir la divi- en la tradición platónica pero se realiza


sión entre quienes saben y no actúan y los como verdadero «destino de la experien-
que actúan y no saben, en lugar de la anti- cia moderna» es el modelo de un queha-
gua articulación de la acción en comien- cer técnico, un modo de vivir y de estar
zo y realización, de modo que saber qué entre los otros y frente a la naturaleza que
hacer y hacerlo se convirtieron en dos ac- reafirma esta idea de un saber moverse en
tividades completamente diferentes» 34. un mundo que comprendemos sólo en
De esta manera, el primer resultado tanto lo fabricamos o, mejor dicho, un
de esta estrategia de huida de la acción y mundo del que ya sólo entendemos lo
su fragilidad será la consagración de una que fabricamos 37. La política moderna
cierta visión teórica de los fenómenos po- que Arendt critica no es algo ajeno o dis-
líticos que cristaliza en la idea misma de tinto a esta «técnica», sino una de sus
«gobierno» que, separando teoría y pra- vertientes más refinadas, que busca fun-
xis, acción y su sabiduría, descompone el dar formas de gobierno e instituciones
«acto vivo» de la acción. Ocupa ahora su perdurables: herramientas y utensilios
lugar una política que ha olvidado su ca- que se preocupan del vivir bien y de ad-
rácter político, es decir, ha olvidado la ex- ministrar lo público con criterios priva-
periencia de la acción que le dio origen. dos, siendo a la vez una estrategia de ol-
Un segundo paso en este olvido lo da vido de la experiencia originaria de la ac-
la mirada también platónica sobre la Re- ción concertada, única «fuente viva» de
pública, que busca dar con la estructura- lo político.
ción precisa y adecuada de la «mejor» El mayor recurso que ha descubierto
forma de gobierno. Desde una posición y conformado el pensamiento moderno
claramente poiética, se plantea la posibi- es la idea de Estado, como órgano de ad-
lidad de una fabricación de la polis bien ministración y satisfacción de las necesi-
organizada, que además debería estar ga- dades vitales consideradas como princi-
rantizada por el acceso a la contempla- pales preocupaciones públicas. Esta idea
ción de su modelo o idea ajeno a la propia de Estado como gran artificio humano, es
polis 35. La política se levanta entonces decir, como «... la creación humana de
como «fabricación» de una sociedad bien “un hombre artificial” (lo que) significa
ordenada, es decir, bien administrada. construir un “autómata” (una máquina)
Pero sólo con la modernidad esta ca- que se mueva por medio de muelles y
pacidad de conocer sólo lo que se fabri- ruedas como hace un reloj» 38. En la lec-
ca 36, poniendo en el centro de la cultura tura de Arendt, esta idea tiene su momen-
un ideal de fabricación que supone y su- to decisivo en el pensamiento de Hobbes.
pera la idea de contemplación, se realiza- Lo que intenta el Leviatán es «... introdu-
rá hasta sus últimas consecuencias. Bajo cir los nuevos conceptos de fabricar y
la sombra de lo que Arendt entiende calcular en la filosofía política —o más
como «ascenso de lo social», sumada a la bien, su intento de aplicar las recién des-
confusión de actividad productiva o tra- cubiertas aptitudes de fabricar a la esfera
bajo (work) con actividad de sobreviven- de los asuntos humanos—» 39.
cia (labor); lo que se consuma y consagra Pero como la propia Arendt nos ad-
en la modernidad es una «cultura poiéti- vierte «... la idea de que sólo lo que voy a
ca» que sustituye y clausura la posibili- fabricar será real —perfectamente cierta
dad misma de la acción y de la política. y legítima en la esfera de la fabricación—
La referencia a Heidegger parece queda para siempre vencida por el curso
inevitable: aquello que hunde sus raíces de los acontecimientos, donde lo que

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ocurre con más frecuencia es lo totalmen- ese progreso, que no podemos llegar a
te inesperado» 40. Lo que tiene de inefi- conocer pero que estamos comprometi-
caz el moderno pensamiento político es dos en propiciar. Así la historia es el es-
que no puede dar cuenta de lo inesperado, pacio que hace posible la conciliación en-
de lo verdaderamente nuevo que ocurre tre unos ideales ilustrados y una cultura
aún en la era de la fabricación y contra que no ha llegado a serlo, entre el proyec-
todo pronóstico, tal como muestran las to práctico y la realidad humana concre-
revoluciones libertarias y la irrupción de ta. Porque las facultades que hacen posi-
un poder ingobernable o «salvaje» que ble la moral de la autonomía, junto al sis-
como ya hemos dicho, las caracteriza. tema político que debe acompañarlas
para hacer real esa autonomía —lo que
4. Historia universal como historia Kant entiende como Estado Republicano
fabricada de Derecho— chocan de manera flagran-
te con la antropología completamente
Es esta ineficacia en su capacidad com- empirista que Kant ya ha aceptado. Esta
presiva la que termina por desbaratar el contradicción, entre el ideal de la ilustra-
proyecto moderno de una «nueva filoso- ción y la naturaleza «patológica» de la
fía política» que se pretende definitiva- voluntad los sujetos, es la que abre en
mente alejada de la metafísica y que pro- Kant la necesidad de la historia. El indi-
picia el giro hacia el surgimiento de una viduo ilustrado y la modernidad son un
filosofía de la historia moderna, como proyecto en curso: estamos caminando a
verdadera nuova scienza (Vico). En la construir esa finalidad que es el hombre
lectura de Arendt este relevo moderno de racional e ilustrado, que no es posible en
la política por la historia resulta crucial el presente porque los hombres no han
para la conformación de la modernidad: desarrollado aún las disposiciones para
«En toda la consideración del concepto elegir y aceptar lo que su razón práctica
moderno de historia, uno de los proble- les manda.
mas cruciales es explicar su repentina
aparición durante el último tercio del si- El Estado Republicano kantiano se
glo XVIII y la concomitante disminución revela así como un orden que regula inte-
del interés por el pensamiento puramente reses y derechos, pero que sabe que para
político» 41. Arendt no explica por qué la verdadera consolidación de estos dere-
ocurre este tránsito, ni en Historia e chos es necesario aspirar a la construc-
Inmortalidad ni en La condición Huma- ción de un nuevo tipo de ser humano que
na. Pero considerando algunas de sus re- él mismo no es capaz de generar, sino que
flexiones tardías sobre la historia, pode- requiere un proceso de transformación
mos considerar a Kant como el autor- que tomará mucho tiempo, y que deberá
puente en este decisivo cambio 42. comprometer a varias generaciones. Se
Hasta cierto punto al menos, para trata de la conformación de una cultura
Kant el proyecto político de la ilustración ilustrada que, en tanto proyecto, es ya un
requiere una apertura a la pregunta por la proyecto de fabricación. Es esta contra-
historia. Como nos deja ver en Idea para dicción la que hace necesaria una cierta
una historia en clave cosmopolita 43, idea de historia que abra políticamente el
pensar los acontecimientos bajo la idea futuro como campo de transformación y
de un «progreso infinito de la especie» de progreso.
constituye un uso de la historia que resul- Para Arendt, esto impulsa a la tardía
ta útil a nuestros intereses prácticos y a filosofía kantiana hacia la historia. La
nuestro compromiso moral y político con búsqueda de un sentido en la historia ter-

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minaría siendo para Kant una respuesta Arendt llamará el gran desconocido de la
ante la desesperación que generan los historia 49. La manera más característica
asuntos humanos que sin ese sentido apa- de entender la tarea de este agente abs-
recen como «una interminable farsa», por tracto en la historia es a través de la idea
su repetición incesante y su contradic- de un despliegue histórico, que como de-
ción 44. venir ocurre a espaldas de los hombres,
La desesperación es justamente la es decir, el espíritu actúa como un proce-
otra cara de la contradicción de la que ya so.
hablábamos. De esta manera la pulsión La tendencia a modelizar la realidad,
poiética del hombre moderno no ha ge- unificando hechos y fenómenos particu-
nerado sólo una idea de administración lares en torno a una unidad sistemática,
pública con criterios privados, cuya es- es propia de la noción de proceso. Esto
tructura fundamental será la concepción representa la entrada de la filosofía en el
moderna del Estado, sino que también intento de comprensión histórica, como
permite a la modernidad tardía diseñar el propio Hegel reconoce en sus Leccio-
una cierta noción de Historia, que pro- nes 50, es decir, la conformación misma
yecta y diluye las contradicciones de la de lo que modernamente podemos enten-
sociedad moderna en un futuro histórico der como Filosofía de la Historia, y con
que está por construir mediante el progre- ello, la confluencia de historia y verdad,
so del ser humano y su cultura 45. A pesar con lo que queda suprimida para Arendt
de lo que plantea Arendt, no hay que ol- la pluralidad en la historia. Como Arendt
vidar que por su parte Kant hace valer su nos aclara: «La historia, como historia de
propia posición crítica también ante la lo verdadero, pierde su realidad y se con-
historia, haciéndose cargo, hasta cierto vierte en una historia de la conciencia de
punto al menos, de los límites de su pro- sí; es decir, para lo esencial de la historia
pia visión 46. de nuevo se requiere solamente el hom-
En una línea de crítica que la conecta bre. Por cuanto el acontecer se muestra
directamente con Nietzsche y con Fou- realmente en su significación por primera
cault 47, Arendt critica los supuestos de vez en la compresión especulativa de la
esta idea de progreso universal como pro- historia como lo verdadero concreto que
ceso único, global y orientado hacia la se desarrolla, queda excluida la plurali-
construcción de la humanidad. Si bien dad». 51 Verdad y pluralidad son para
Kant es una especie de descubridor de Arendt incompatibles: la primera es pro-
este punto de vista de la totalidad como piedad de la filosofía y de su aproxima-
lugar desde donde mirar los hechos histó- ción contemplativa, la segunda es condi-
ricos, 48 la figura que concentrará la ma- ción propia de la acción y de la historia
yoría de las críticas es Hegel, a quien que no puede ser sino historia de la ac-
Arendt reconoce como el articulador de ción.
la idea moderna y europea de Historia. Al mismo tiempo, la procesualidad
Hegel ha convertido la unidad del proce- supone separar materia y forma en el co-
so histórico universal en la columna ver- nocimiento y, con ello, llegar a explicar
tebral de su propia filosofía, vinculando lo visible en función de lo invisible. Una
la noción global y única de Historia (con de las herramientas más propias al servi-
mayúscula) cuyo sujeto, también global, cio de esta compresión del proceso que
es el «Geist». Este protagonista de la his- supone la reducción de lo visible a lo in-
toria, específicamente moderno y abs- visible es la causalidad, que, como nos
tracto, constituye lo que irónicamente advierte Arendt en el temprano artícu-

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Arendt y la «historia salvaje». Reflexiones sobre la política y la historia ...

lo Comprensión y Política, es antes que tra la visión generalmente alternativa de


nada una creencia: «Tal creencia (la cau- que la historia es obra de los hombres. 56
salidad) puede ocultarse en la aplicación La verdad es que esta oposición entre una
de categorías generales al curso íntegro historia hecha por el hombre y una histo-
de los sucesos, tales como desafío y res- ria hecha por un actor invisible y único
puesta, o en la búsqueda de tendencias (el Progreso, el Espíritu, incluso la Hu-
generales, que pasan por ser estratos más manidad) es una oposición más aparente
profundos de los que brotan los aconteci- que real. Esto porque en ambos casos se
mientos como síntomas accesorios. Tales trata de una historia que tiene como pro-
categorizaciones extinguen la luz natural tagonista a una abstracción (el individuo
que la propia historia ofrece y, por lo mis- o el espíritu), suponiendo en ambos casos
mo, destruyen el verdadero relato que que la historia es un producto, resultado
cada período histórico, con su singulari- de un proceso de fabricación, de elabo-
dad única y significado eterno, tiene que ración, ya sea del ser humano o de la cul-
decirnos». 52 Por esta tendencia a oscure- tura.
cer la luz natural del los acontecimientos
históricos, la causalidad y su necesidad 5. Conclusión: acerca de la otra
no resultan adecuadas para entender la historia
historia 53.
A pesar de que la experiencia política así
Para Arendt la metafísica de la histo-
como la experiencia histórica han queda-
ria moderna, basada en esta idea de pro-
do oscurecidas por los olvidos y sustitu-
ceso que desvincula los fenómenos parti- ciones poiéticas que la cultura occidental
culares de su contexto y los subsume en ha propiciado, las posibilidades mismas
una estructura unitaria, general y orienta- de pensar la política y la historia en sus
da por una cierta idea de progreso hacia sentidos originarios siguen abiertas para
un fin, el despliegue mismo del espíritu Arendt. Muestra de ello es el hecho de
que Hegel piensa, implica una forma de que las revoluciones libertarias hacen pa-
evasión y de infidelidad con el aconteci- tente que la acción concertada o el poder
miento histórico mismo en su particulari- siguen surgiendo, aún allí donde parecía
dad y especificidad. Según este modelo que todo estaba siendo gobernado y cu-
procesual, la historia aparece como «pro- bierto por las modernas instituciones de
ducto humano» que sigue la lógica poié- administración; así también permanece la
tica de la fabricación, según la cual, a posibilidad de la pervivencia de una com-
partir de una determinada idea o modelo, prensión histórica que, apegada a la ac-
realizamos una obra o un producto histó- ción y sobrepasando todo proceso y todo
rico 54. fin, irrumpa por momentos, como una
En realidad para Arendt la historia «historia salvaje» 57.
no juzga; no lo hace porque no existe esa Arendt no habla de «historia salva-
historia con mayúscula, como tribunal úl- je», ni sistematiza su visión de una histo-
timo de los acontecimientos particulares. ria en un sentido originario, es decir, una
Pero, como resalta Jay 55, lo que hay de historia no negadora de la praxis y el po-
novedoso en la rebelión arendtiana contra der. Sin embargo, podemos postular que
la Historia es que no sólo va dirigida ha- para la filósofa, una historia en estos
cia la idea de historia como resultado de términos trataría de recuperar una com-
leyes y tendencias invisibles que contro- prensión abierta a la dimensión de «acon-
lan lo visible y que escapan al control hu- tecimiento» que tiene la historia. Para
mano, sino que, también, reacciona con- Arendt, esto significa paradójicamente,

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que los hechos históricos aparecen en el como le gusta decir a Arendt, la luz natu-
mundo pero no son fabricados por los ral que alumbra la historia 60. En este sen-
hombres, sino que son generados por la tido: «La historia viene a existir allí
acción humana que entra en el mundo donde ocurre un acontecimiento lo sufi-
iniciada por los hombres, si bien al llegar cientemente grande como para iluminar
al mundo comienzan un recorrido que, su propio pasado. Sólo entonces el caóti-
hasta cierto punto es siempre indepen- co revoltijo de sucesos pasados emerge
diente, frágil e impredecible. como una relación que puede contarse,
Se trata de una historia que se da, nos pues tiene un comienzo y un fin» 61.
dirá la filósofa, bajo la forma de la crista- Al mismo tiempo, los elementos que
lización histórica. No tenemos espacio llegan a cristalizar en un determinado
para desarrollar aquí este sugerente con- acontecimiento no siguen un proceso
cepto que queda apenas esbozado en el continuo y gradual, sino que surgen,
pensamiento arendtiano pero, y a modo como piensa también Benjamin, de una
de conclusión, nos permitimos señalar al- interrupción en el continuum. En este
gunas direcciones hacia las que podría sentido, la historia es discontinua, da sal-
orientarse el sentido del concepto. tos. Para entender esta discontinuidad
En algunos textos tempranos Arendt implicada en la idea de «cristalización»
habla de cristalización histórica refirién- resulta útil recordar la explicación que de
dose al carácter no causal de la historia: este mismo concepto da Kant y que segu-
los acontecimientos no tienen causas sino ramente fue conocida por Arendt. La re-
orígenes, tal como plantea escuetamente ferencia aparece en la segunda parte de la
en Los Orígenes del Totalitarismo. Por su Crítica del Juicio 62, cuando Kant está in-
parte, en el artículo Comprensión y políti- tentando explicar la libre formación en la
ca nos explica: «Los elementos del totali- naturaleza, y nos habla de la cristaliza-
tarismo encierran en sí sus orígenes si por ción como un proceso físico, mediante el
“orígenes” no entendemos “causas”. Los cual ocurre la generación de cristales de
elementos por sí solos nunca causan hielo, que según la misma explicación
nada. Se convierten en orígenes de acon- kantiana consiste en una especie de salto,
tecimientos si y cuando cristalizan repen- una reunión repentina y súbita entre el
tinamente en formas fijas y definidas (...) estado líquido y el sólido 63. Se trata en
En este sentido es legítimo hablar de los esta imagen de la misma discontinuidad a
orígenes del totalitarismo, o de los de la que Arendt refiere cuando habla de
cualquier otro acontecimiento históri- «cristalización» histórica. A la luz del
co» 58. Esto quiere decir que estos orí- acontecimiento recuperamos retrospecti-
genes sólo se distinguen retrospectiva- vamente indicios, elementos que antece-
mente, se hacen visibles desde el acon- dieron al acontecimiento, pero que sólo
tecimiento mismo que los revela 59. La son encontrados y reconocidos a la luz de
historia es siempre una hermenéutica re- ese acontecimiento que nos llega súbita-
trospectiva que surge a partir del aconte- mente, a partir de la sorpresiva e inusita-
cimiento y hace aparecer sus elementos o da aparición del acontecimiento en medio
sus orígenes tal como estos se dan a nues- de ellos, que entrega sus propios antece-
tra experiencia. En sí misma esta herme- dentes en tanto irrumpe, quiebra, salta.
néutica sólo responde a la aparición del Comprender el pasado implica ha-
acontecimiento y no busca explicarlo, cerlo a saltos, extraer fragmentos discon-
pues éste no se construye ni se produce tinuos de ese fondo que sólo momentánea
sino que se revela, y otorga él mismo, y fugazmente revela, como revela un

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rayo en un cielo oscuro, las raíces de sus construido ni menos aún lo cerrado 66. La
orígenes. historia que «cristaliza» en forma de «pe-
En un sentido distinto pero a mi jui- queños tesoros» se abre desde la factici-
cio complementario, Arendt habla de dad más extrema a la caza de un sentido
cristalización en el texto dedicado a Ben- que, a partir de la materia muerta del pa-
jamin y recogido después en Hombres en sado, recrea y revive la posibilidad otra
tiempos de oscuridad. Aquí, el significa- vez de lo nuevo, lo inesperado.
do del término se complica. Sólo retenga- En este sentido, una «historia salva-
mos uno de sus aspectos: Arendt entiende je» orientada bajo el concepto de cristali-
la tarea del propio Benjamin como pensa- zación debería consistir en una compren-
dor del pasado en esos mismos términos. sión que respete la autonomía y la sin-
Benjamin, el «pescador de perlas» 64 que gularidad del acontecimiento histórico,
trabaja sumergiéndose en el pasado y sus mediante una recuperación fragmentaria
despojos, busca extraer de ese pasado pe- de ese pasado, abriendo el acontecimien-
queños e inesperados tesoros, formas to a las interpretaciones plurales y encon-
cristalizadas en las profundidades del trando en él, como hacían Benjamin y
mar 65. también la propia Arendt, posibilidades
Los fragmentos discontinuos, insig- para el pensamiento del presente y su
nificantes incluso, que son extraídos del apertura a la novedad creadora y a la plu-
pasado histórico, resultan iluminadores ralidad de sentidos. En este sentido el pa-
para el presente. Se trata de pequeños y sado, como le gusta decir a Arendt, está
particulares acontecimientos que sin des- lleno de comienzos y los escorzos de ese
pegarse de la experiencia concreta, tienen pasado agregamos nosotros siguiendo
todavía luz que ofrecer al presente. Por ahora a Benjamin, presentan la oportuni-
ahora sólo podemos anunciar lo que este dad única y secreta de abrir la posibilidad
camino de la reflexión arendtiana abre: de los orígenes que permiten comenzar
gracias a esta mirada fragmentaria y se- de nuevo el pensamiento y su significa-
lectiva del «pescador de perlas» la histo- do, siempre más acá o más allá de la his-
ria ya no es lo dado, ni lo hallado, ni lo toria 67.

NOTAS

1 Doctora en Filosofía por la Universidad de guiar y finalmente gobernar) y “prattein” (atravesar


Valencia, Profesora Asistente de la Universidad realizar, acabar) corresponden los verbos latinos “age-
de Chile. Actualmente desarrolla el proyecto de in- re” (poner en movimiento, guiar) y “gerere” (cuyo
vestigación Fondecyt n.º 11080021 dedicado a la fi- significado original es “llevar”)». Arendt, H., LCH,
losofía de la historia en el pensamiento de H. Arendt. cit., 212.
2 Mis agradecimientos a Juan José Fuentes, Ernes- 7 «En la propia naturaleza del comienzo radica que

to Feuerhake, Felipe Kong y Soledad Sanhueza por se inicie algo nuevo que no puede esperarse de cual-
sus comentarios, anotaciones y valiosa ayuda en la co- quier cosa que haya ocurrido antes. Este carácter de lo
rrección de este texto. inicialmente inesperado (startling unexpectedness) es
3 Arendt, H., La Condición Humana, Barcelona, inherente a todos los comienzos y a todos los oríge-
Paidós, 1993, p. 218. nes». Arendt, H., LCH, cit., 201.
8 Arendt, H., LCH, cit., 229.
4 Arendt, H., LCH, cit., 22.
9 Ver las referencias a Aristóteles en Arendt, H.,
5 Arendt, H., LCH, cit., 229.
LCH, cit., 229, nota 37.
6 «... el griego y el latín, a diferencia de las len- 10 Arendt, H., LCH, cit., 229.
guas modernas, contienen dos palabras diferentes y 11 Arendt, H., LCH, cit., 220.
sin embargo interrelacionadas para designar el verbo
actuar. A los verbos griegos “archein” (comenzar,

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12 Junto a las nociones de «ser bruto» (Être brut) y 25 Arendt, H., Sobre la revolución, Madrid, Alian-

«ser vertical» (Être vertical), está la noción de «Ser za, 1988, cap. 6.
salvaje» (Être sauvage) y «espíritu salvaje» (Esprit 26 Arendt, H., LCH, cit., 218.
sauvage), espíritu sin soberanía, que sólo sigue su pro- 27 La noción de «raro ateísmo» del pensamiento
pia ley la que siempre está rehaciéndose a sí misma arendtiano es usada en un sentido diferente por Kriste-
sin contener nada previo. Ver Merleau-Ponty, M., Sig- va, J., El genio femenino, I: Hannah Arendt, Barcelo-
nes, Paris, Gallimard, 1960, y Merleau-Ponty, M., Le na, Paidós, 2000, p. 92.
visible et l’invisible, Paris, Gallimard, 1964. 28 «Hablando en términos generales, siempre in-
13 La pluralidad es en el pensamiento arendtiano
tentan refugiarse de las calamidades de la acción en
no sólo condición de la acción sino determinación on- cualquier actividad en que un hombre solo aislado de
tológica elemental del aparecer del mundo. Ver tal én- los demás, sea dueño de sus actos desde el comienzo
fasis en la tardía Vida del espíritu. Arendt, H., Life of hasta el final. Este intento de reemplazar el actuar por
the mind, New York, 1981, p. 38. el hacer es manifiesto en el conjunto de argumentos
14 Arendt, H., LCH, cit., 22-23. contra la democracia que, cuanto más consistente y ra-
15 Arendt, H., LCH, cit., 23. zonado sea, se convierte en alegato contra la esencia
16 Arendt, H., LCH, cit., 22. de la política.» Arendt, H., LCH, cit., 241.
29 Arendt, H., LCH, cit., cap. 31.
17 «La polis propiamente hablando, no es la ciu-
30 «Escapar de la fragilidad de los asuntos huma-
dad-Estado en su situación física; es la organización
de la gente tal como surge de actuar y hablar juntos, y nos para adentrarse en la solidez de la quietud y el or-
su verdadero espacio se extiende entre las personas den se ha recomendado tanto, que la mayor parte de la
que viven juntas para este propósito, sin importar don- filosofía política desde Platón podría interpretarse fá-
de estén (...) acción y discurso crean un espacio entre cilmente como los diversos intentos para encontrar ba-
los participantes que puede encontrar su propia ubica- ses teóricas y formas prácticas que permitan escapar
ción en todo tiempo y lugar. Se trata del espacio de de la política por completo». Arendt, H., LCH, cit.,
aparición en el más amplio sentido de la palabra, es 242.
31 Arendt, H., «Historia e inmortalidad» en De la
decir, el espacio donde yo aparezco ante otros, como
otros aparecen ante mí, donde los hombres no existen historia de la acción, Barcelona, Paidós, 1995.
32 Arendt, H., LCH, cit., 212.
meramente como otras cosas vivas o inanimadas, sino
que hacen su aparición de manera explícita». Arendt, 33 Arendt, H., LCH, cit., 242.

H., LCH, cit., 221. 34 Arendt, H., LCH, cit., 243.


18 En la traducción castellana se traduce «sufferer» 35 «Sólo en la República se transforman las ideas

como el «paciente» de la acción. Arendt, H., LCH, en modelos, medidas, normas de conducta, que son
cit., p. 208. Ver el original Arendt, H., The Human variaciones o derivaciones de la idea de lo bueno en el
Condition, Chicago, University of Chicago, 1958, sentido griego de la palabra, o sea, de lo “bueno para”
184. o de adecuación. Esta transformación era necesaria
19 Arendt, H., LCH, cit., 223. para aplicar la doctrina de las ideas a la política, y de-
20 Arendt, H., LCH, cit., 212 y Arendt, H., The bido esencialmente a un propósito político, el de eli-
Human Condition, cit., 189. minar el carácter de fragilidad de los asuntos huma-
21 Arendt, H., LCH, cit., 223. nos.» Arendt, H., LCH, cit., 246.
36 Arendt, H., LCH, cit., 248.
22 Habermas, J., Perfiles Filosóficos, Madrid, Tau-
37 Heidegger, M. trad.cast. Acevedo, J. La pregun-
rus, 1975, p. 357.
23 Arendt, H., LCH, cit., 227.
ta por la técnica, en Filosofía, Ciencia y Técnica, San-
tiago de Chile, Ed. Universitaria, 2004, p. 117.
24 El concepto de poder arendtiano como respuesta
38 Arendt, H., LCH, cit., 325.
contemporánea y post-metafísica al origen de lo políti- 39 La crítica al Estado moderno es amplia en la
co se sitúa en el centro de una constelación de concep-
obra arendtiana y aborda distintos aspectos de la cues-
tos que reconocen este carácter paradójico de ese ori-
tión. Para una orientación general en el tema ver: Ku-
gen no originado de lo político: origen sin principio
piec, Lebovici, Muhlmann, Tassin, Hannah Arendt.
que lo gobierne, comienzo que se comienza a sí mis-
Crises de l’État-t-nation, Paris, Sens&Tonka, 2007.
mo sin teleología que lo dirija, como son la idea de 40 Arendt, H., LCH, cit., 325.
«democracia salvaje» de Claude Lefort que también es
41 Arendt, H., «Historia e inmortalidad», cit., 60.
heredera de Merleau-Ponty, o «el principio de anar-
42 Arendt, H., Conferencias sobre la filosofía polí-
quía» de Schürmann. Ver Lefort, C., «L’idée d’être
brut et d’esprit sauvage» en Sur une colonne absente, tica de Kant, Barcelona, Paidós, 2003.
43 Ver Kant I., Ideas para una historia en clave
Écrits autour de Merleau-Ponty, Paris, Gallimard,
1978; Lefort, C., «La Communication démocratique», cosmopolita, en Ideas para una historia en clave cos-
Esprit, 9-10, septiembre-octubre, 1979. También ver mopolita y otros escritos, Madrid, Tecnos, 1994.
Schürmann, R. Le Principe d’Anarchie. Heidegger et 44 Arendt, H., Conferencias sobre la filosofía polí-

la Question de l’Agir, Paris, Seuil, 1982. tica de Kant, Barcelona, Paidós, 2003, p. 55.

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Arendt y la «historia salvaje». Reflexiones sobre la política y la historia ...

45 Así, en otro nivel de esta contradicción, se po- 56 Esta perspectiva, que se remontaría al menos a

dría pensar en Kant como uno de los primeros autores Vico y atravesaría gran parte de la modernidad, supo-
políticos que evidencia las contradicciones internas de ne que la historia es algo que «hacemos», es decir, que
una sociedad liberal que aspira a convertir la persecu- construimos concreta y directamente los hombres.
ción del bien individual de sujetos autointeresados en 57 Por «historia salvaje» entendemos aquí única-
bien y progreso público y común de la Humanidad. mente la historia sin proceso, que tampoco sigue el or-
Dicho de otra manera, la ilustración como fin, y la in- den de una idea. Tomamos el término de Claude Le-
sociable sociabilidad como medio, cuestión que empu- fort para referirse a la democracia (democracia salva-
ja al autor a la «huida hacia adelante», haciendo nece- je), que a su vez tiene su origen en el «Ser salvaje» de
saria la introducción de la idea de la «historia como Merleau-Ponty, volver a nota 7.
nueva dimensión política. 58 H. Arendt, «Comprensión y política», cit., 387,
46 El progreso infinito de la especie es una hipóte-
n. 16.
sis política y no de un conocimiento histórico, es de- 59 En este sentido: «No sólo el verdadero signifi-
cir, se trata de una manera de mirar la historia a la luz cado de todo acontecimiento trasciende siempre de
de una «idea» que le da sentido. Ver Kant, I.,: Ideas cualquier conjunto de “causas” pasadas que podemos
para una historia universal en clave cosmopolita, cit. asignarle (...), sino que el pasado mismo sólo viene a
47 Ver Esposito, G., El origen de lo político ¿Han-
existir con el acontecimiento mismo. Sólo cuando
nah Arendt o Simona Weil?, Barcelona, Paidós, 1999, algo irrevocable ha ocurrido, podemos nosotros inten-
pp. 37-44. tar trazar su historia hacia atrás. El acontecimiento ilu-
48 La autora nos advierte en sus tardías Lectures mina su propio pasado: nunca puede deducirse de
sobre la filosofía política de Kant: «En el centro (...) éste». Arendt, H., «Comprensión y política», cit.,
de su filosofía de la historia se halla el progreso conti- p. 387.
nuo de la raza humana, o de la humanidad. Esto es, la 60 «Tales generalizaciones y categorizaciones ex-
historia (history) desde una perspectiva general. La tinguen la luz “natural” que la propia historia ofrece y,
perspectiva, del punto de vista general, está ocupada por lo mismo, destruyen el verdadero relato que cada
preferentemente, por el espectador, que es un “ciuda- período histórico, con su singularidad única y signifi-
dano del mundo” o con más exactitud, un “espectador cado eterno, tiene que decirnos». Arendt, H., «Com-
del mundo”. Es él quien establece, al tener una idea prensión y política», cit., 388.
del todo, si en un acontecimiento singular, particular, 61 Arendt, H., «Comprensión y política», cit., 387.
se progresa o no». Arendt, H., Conferencias, cit., 110. 62 Kant, I., Crítica de Juicio, Madrid, Espasa-Cal-
49 «Porque el gran desconocido de la historia, que
pe, 2000.
ha desconcertado a la filosofía de la historia en la 63 «La formación opera después por una reunión re-
Época Moderna, no sólo surge cuando uno considera pentina, es decir, mediante una súbita solidificación, no
la historia como un todo y descubre que su protagonis- mediante un progresivo tránsito de un estado fluido al
ta, la humanidad, es una abstracción que nunca puede sólido, sino por decirlo así por un salto; ese tránsito se
llegar a ser un agente activo» Arendt, H., LCH, cit., llama también cristalización. El ejemplo más común de
208. esta clase de formación es el agua que se hiela, en la
50 Lecciones sobre la filosofía de la historia uni-
que se juntan agujas de cristales, en ángulos de 60°,
versal, Madrid, Revista Occidente, p. 1974. mientras que otras vienen igualmente a unirse en el
51 H., Arendt, Diario Filosófico, Barcelona, Her-
mismo punto, hasta que todo se ha convertido en hielo,
der, p. 84. de tal modo que, durante ese tiempo, el agua entre las
52 H., Arendt: «Comprensión y política» en Ensa-
agujas del hielo no se hace poco a poco más densa, sino
yos de la Comprensión, Madrid, Caparrós, 2006, que está tan líquida como lo estaría con un calor mucho
p. 388. mayor y sin embargo, tiene completamente el frío del
53 «La causalidad, sin embargo, es una categoría hielo». Kant, I., Crítica del Juicio, cit., p. 313.
enteramente extraña y falseadora en las ciencias histó- 64 La imagen del pescador de perlas que rescata
ricas», H. Arendt, «Comprensión y política», cit., 386. los despojos de un pasado que han cristalizado en «un
54 En Historia e Inmortalidad la figura que para bien maravilloso» producto de la transformación del
Arendt mejor expresa esta postura es Marx «Lo que mar» es una imagen tomada de una canción de la obra
distingue la teoría de Marx, de todas las demás en las shakesperiana La tempestad «Yace tu padre en el fon-
que la idea de “construir la historia” ha encontrado un do / Y sus huesos son coral / Ahora perlas son sus ojos
espacio, es sólo que fue el único en darse cuenta de / Nada en él se deshará / Pues el mar lo cambia Todo
que si tomamos la historia como objeto de fabricación /En un bien maravilloso» Shakespeare, W., La tempes-
o de construcción, llegará un momento en que este ob- tad, Austral, Madrid, 2002, p. 60.
jeto estará acabado.» Arendt, H., Historia e Inmortali- 65 «Lo que guía este pensamiento es la convicción
dad, cit., p. 62. de que aunque vivir esté sujeto a la ruina del tiempo,
55 Jay, M., «El existencialismo político de Hannah el proceso de decadencia es al mismo tiempo un pro-
Arendt» en Birulés (ed.), Hannah Arendt: el orgullo ceso de cristalización, en el que en las profundidades
de pensar, Barcelona, Paidós, 2000, 156. del mar, donde se hunde y se disuelve aquello que una

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María José López Merino

vez tuvo vida, algunas cosas “sufren la transformación Hombres en Tiempos de oscuridad, Barcelona, Gedi-
del mar” y sobreviven en nuevas formas cristalizadas sa, 1992, p. 191.
que permanecen inmunes a los elementos, como si 66 Arendt, H., Comprensión y Política, cit., 387.

sólo esperaran al pescador de perlas que un día vendrá 67 «El origen no se pone de relieve en la evidencia

y las llevará al mundo de los vivos, como “fragmentos fáctica, sino que concierne a su prehistoria y posthis-
de pensamiento” como algo “rico y extraño” y tal vez toria». Benjamin, W., El origen del drama barroco
también como un Urphänomen eterno.» Arendt, H., alemán, Madrid, Taurus, 1990, p. 29.

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