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“Todos los conceptos filosóficos son formalmente indicativos, y sólo si se los toma así
dan la auténtica posibilidad de concebir”. (p. 353) El modo en que significan los
conceptos filosóficos: “no mientan directamente lo que en ellos se significa como algo
presente, sino que su función significativa tiene el carácter de la indicación formal”.
(p. 360) El concepto de mundo tiene que comprenderse en “el sentido específicamente
filosófico”. (p. 360) No concebir el mundo ni como lo presente ni como suma. (p.
360)
“si ahora intentamos una exposición temática del problema del mundo, se trata no
sólo de no entender por mundo algo presente, sino también de no aislar el fenómeno
del mundo”. (p. 359)
§ 71. La tarea del regreso a la dimensión original del “en tanto que”
“Ahora bien, ¿qué es el lógos en esta concepción general, según la cual significa lo
mismo que lenguaje? Aristóteles dice: Ésti dè lógos hápas mèn sêmantikós: cada
discurso, todo hablar, tiene en sí la posibilidad de dar a significar algo, aquello que
nosotros entendemos. Todo hablar (conforme a su esencia y su misión más íntimas)
pone en la dimensión de la comprensibilidad, es más, el discurso y el lenguaje
constituyen justamente esta dimensión de la comprensibilidad, del mutuo expresarse,
pedir, desear, preguntar, narrar. El discurso da a entender y exige comprensión.
Conforme a su esencia, se dirige al libre comportamiento y actuar de los hombres
entre sí”. (pp. 366-367)
“Ciertamente, los sonidos inarticulados que emiten los animales indican algo, los
animales pueden incluso (tal como solemos decir, aunqeu de manera inapropiada)
entenderse entre ellos, pero ninguna de estas emisiones que hacen los animales son
palabras: son meros psófoi, sonidos. Son una emisión de voz (fônê) a la que le falta
algo, concretamente el significado. El animal no mienta ni entiende con su grito. Eso
ha conducido a enlazar la diferencia entre emisión de voz y palabra cargada de
significado, como dice la última formulación, y a decir que el hombre tiene, además
de la emisión de la voz, y unido a ésta, un significado que él entiende. Con ello, el
problema se ha desplazado de entrada a un contexto equivocado. Sucede justamente al
revés. Nuestra esencia es de entrada de tal modo que entiende y configura
comprensibilidad. Porque nuestra esencia es así, por eso las emisiones que nosotros
también producimos pueden tener un significado. El significado no le crece a los
sonidos, sino a la inversa, sólo a partir de significados ya configurados y que se
configuran se configura la acuñación del sonido. El lógos es ciertamente fônê, pero no
primariamente y luego, además, otra cosa, sino al contrario, es primariamente otra
cosa y en ello también... fônê”. (pp. 367-368)
“Discurso y palabra están en el suceder del símbolo sólo si y en tanto que sucede un
convenir y un mantener junto. Este suceder es la condición de posibilidad del discurso.
Tal suceder falta en el animal, que sin embargo produce sonidos. Estos sonidos
designan algo, como decimos, dan noticia de algo, y sin embargo las emisiones no son
palabras, no tienen significado, no pueden dar a significar nada. Eso sólo lo posibilita
la génesis del símbolo, todo el suceder en el que sucede de entrada un mantener junto,
un mantenerse junto el hombre con algo, de tal modo que el hombre, con aquello con
lo que se mantiene junto, puede convenir en el modo del mentar”. (p. 368)
“Las palabras surgen de aquel convenio esencial de los hombres entre sí conforme al
cual, en su estar unos con otros, están abiertos a lo ente que les rodea, acerca del cual
pueden, en lo particular, coincidir o (como eso significa al mismo tiempo) no
coincidir. Sólo con base en este convenir esencial original es posible el discurso en su
función esencial, el sêmaínein, el dar a entender lo comprensible”. (p. 369)
“aunque todo lógos da a entender [todo lógos es sêmantikê], [...] no todo discurso es
mostrativo, es decir, tal que, en el modo de su dar a entender, tenga la tendencia
específica meramente de mostrar lo que mienta en cuanto tal [hacer ver constatando
qué y cómo es algo]. Sólo el lógos apofantikòs, el discurso mostrativo, es aquel al que
nos referimos como proposición enunciativa”. (p. 370) “un discurso es enunciativo
porque en él no simplemente sucede, sino que en él se encuentra como subyacente,
constituyendo de consuno su fundamento y su esencia, la alêtheúein ê pseúdesthai”.
(p. 370) “mostrativo, apofántico, es aquel lógos de cuya esencia forma parte o bien
desencubrir, o bien ocultar”. (p. 371)
“En toda la agitación de su conducta, el animal está absorbido por aquello a lo que
está referido en esta conducta. Por tanto, aquello con lo que guarda relación nunca le
está dado en su ser-qué en cuanto tal, no como aquello que es y como lo es, no en
tanto que ente. La conducta del animal nunca es un percibir algo en tanto que algo. En
tanto que esta posibilidad de tomar algo en tanto que algo la tratamos como una
característica del fenómeno del mundo, la estructura de ‘en tanto que’ es una
determinación esencial de la estructura del mundo. Con ello, el ‘en tanto que’ está
dado como un punto de arranque posible del problema del mundo”. (pp. 371-372)
c) El percibir algo en tanto que algo, que configura unidad (synthesis noêmátôn
hôper èn óntôn), la estructura de “en tanto que” como fundamento esencial de la
posibilidad del desencubrir-ocultar del lógos mostrativo
“Al lógos le subyace un percibir, nóêsis, noûs, un percibir algo; o él es, conforme a su
esencia, tal percibir algi. El lógos se fundamenta, conforme a su posibilidad interna,
en el voûs, en latín ratio, de donde resulta la equiparación con el lógos, porque éste es
noûs. De ahí procede también la traducción como animal rationale de la definición
del hombre como zôon lógon éjon. Dicho brevemente: un percibir que configura
unidad (configurar unidad [síntesis] percibiendo) es el fundamento esencial de la
posibilidad de desencubrir o de ocultar [...]”. (p. 375)
d) El percibir configurando unidad algo en tanto que algo del enunciado afirmativo y
negativo como un reunir que descompone (synthesis - diaíresis)
e) La mostración (apófansis) del enunciado como hacer ver lo ente en tanto que
aquello que es y como lo es
“Aristóteles resume así la determinación esencial del enunciado simple: [...] una
emisión que significa algo, en concreto que enuncia algo mentándolo, en tanto que
trata sobre el estar presente o no estar presente algo [...]”. (p. 382)
“si todo enunciado es mostración de lo ente según aquello que es y tal como lo es,
entonces, en tal discurso enunciativo, de alguna manera siempre y necesariamente de
habla del ser de lo ente”. (p. 383)
“el lógos en el sentido más amplio, en tanto que discurso y lenguaje, en tanto que
distintivo del hombre, tiene que ver con el mundo, si es que la configuración de
mundo es igualmente distintiva del hombre, o incluso encerrando en sí la posibilidad
del lenguaje. Donde hay mundo, hay un comportamiento para con lo ente en tanto que
ente. Donde lo ente está manifiesto de tal manera, puede tratarse de él como algo que
es, que no es, que ha sido, que será. Del ente puede decirse tal cosa como ser en una
peculiar multiplicidad. Precisamente esto, que en el lógos, en el lenguaje, y por tanto
dentro de la configuración de mundo del hombre, puede decirse ser es lo que expresa
el enunciado simple con el ‘es’. Desde allí es comprensible por qué el enunciado,
justamente en tanto que lleva escrito el ‘es’ en la frente, pudo adquirir una
significación central para la metafísica que pregunta por el ser. Ahora bien,
precisamente por ello, porque el lógos, cuyo distintivo es este ‘es’, parece tener una
significación metafísicamente central, el lugar en el que nosotros nos detenemos es
decisivo en un segundo sentido: 2) se trata de preguntar y de poner en claro si el
enunciado, porque en él salen a la luz del día de modo tan expuesto el ‘es’ y el ser,
puede reivindicar la guía en la pregunta por el ser, por la esencia del mundo y
semejantes, o si no se trata de verlo inversamente, de que esta forma expuesta del ser,
del ‘es’, aunque ella contiene legítima y necesariamente el ser en tanto que manifiesto,
sin embargo esta manifestabilidad no es la original. Dicho brevemente, la metafísica
se decide en la psotura respecto del problema de la cópula, del modo de su tratamiento
y de su clasificación en el conjunto. Sabemos que, desde Aristóteles, la metafísica
orienta el problema del ser con arreglo al ‘es’ de la proposición, y que nos hallamos
ante la inmensa tarea de evidenciar esta tradición, lo que al mismo tiempo significa
mostrarla en lu legitimidad limitada”. (p. 385)
“La teoría del lógos [la lógica] conduce así inmediatamente a los problemas más
centrales de la metafísica”. (p. 389)