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Trigésimo Septima edición octubre-diciembre 2018

ATENCIÓN Y LA
CONCENTRACIÓN EN EL
DEPORTE
2ª Edición actualizada
Mª ÁNGELES ÁLVAREZ FERNÁNDEZ
Universidad de Sevilla

OMAR ESTRADA CONTRERAS


Universidad de Sevilla

EUGENIO A. PÉREZ CÓRDOBA


Universidad de Sevilla

LUIS GUSTAVO GONZÁLEZ CARBALLIDO


Instituto de Medicina del Deporte (Cuba)

Curso válido para solicitar ser reconocido como miembro acreditado


de la División de Psicología de la Actividad Física y del deporte

ISSN 1989-3906
Contenido

DOCUMENTO BASE ........................................................................................... 3


Atención y la concentración en el deporte

FICHA 1 ........................................................................................................... 18
Intervención en deporte individual

FICHA 2 ................................................................................................................................. 22
Intervención en deporte de equipo
Consejo General de la Psicología de España

Documento base.
Atención y la concentración en el deporte
1. Atención y concentración: aspectos conceptuales
2. Investigaciones sobre atención en el deporte
3. Evaluación de la atención

Ficha 1: Intervención en deporte individual


Ficha 2: Intervención en deporte de equipo

1. ATENCIÓN Y CONCENTRACIÓN: ASPECTOS CONCEPTUALES


El término atención es un concepto muy utilizado en la psicología, y, más concretamente en la psicología aplicada
al deporte, dada la importancia que tiene para conseguir una ejecución “óptima” en los deportes de rendimiento.
También es importante prestar una adecuada atención a las tareas en la vida cotidiana, sean actividades deportivas o
de otra índole.
En este pequeño curso pretendemos abordar los aspectos atencionales implicados en el deporte, empezando por un
intento de definición que nos aclare a qué nos estamos refiriendo cuando utilizamos dicho término. Cuestión ésta que
no resulta fácil si tenemos en cuenta que dicho concepto no solo es usado como término científico (a menudo no de-
finido o no bien definido), sino que también es usado como vocablo coloquial, de manera que sus significados son
múltiples y a menudo ligados al uso y el contexto del que habla y/o escucha.
En este sentido, lo que cabría preguntarse, en primer lugar, es ¿a qué se refiere un entrenador cuando dice: “hay que
prestar más atención”, “es que no estáis atentos…”? Es que acaso el jugador no presta atención ¿a nada? O, más bien
¿es que su atención se focaliza en otro tema?
Por otra parte, habría que preguntarse si es conveniente focalizar la atención en algo concreto, o, por el contrario, es
preferible tener un campo de atención más amplio.
A estas y a otras preguntas intentaremos dar respuesta a lo largo de este pequeño curso, presentando un primer pun-
to sobre el concepto de atención, un segundo apartado sobre las investigaciones en el tema de atención y deporte, in-
cluyendo aspectos sobre la evaluación, y terminaremos con la exposición de dos casos prácticos realizados con
deportistas reales que sirvan de ejemplo de lo que se dice en estos dos primeros textos.

1.1. Definición
La palabra atención procede del latín, como muchos vocablos castellanos, y se refiere a tender hacia, implicando
una tendencia o propensión del sujeto a entrar en contacto con algo. Este es el sentido que le daremos al concepto
atención en este trabajo el de “estar en contacto con….”, en un intento de definir de una forma unívoca e inequívoca
este término.
Para Rudik (1974) el estudio de la atención es el análisis de la dirección y de la concentración de la actividad psíqui-
ca sobre un objeto cualquiera. Para el lector interesado una perspectiva general y global de los trabajos realizados en
este ámbito puede encontrase en. García, J.; Garcés de Los Fayos, E. y Jara, P. (2005)
Una vez aclarado el sentido que queremos darle a este concepto (el de “entrar en contacto con…”) queremos seña-
lar que podemos hablar tanto del “estado” del contacto como del “estilo”, es decir, que podemos referirnos a si “está
o no en contacto con…” (siendo imposible no estar en contacto con nada) o si, por el contrario, queremos hacer men-
ción a la forma habitual que adopta dicho contacto, o sea, al “estilo atencional”, en palabras de Nideffer (1976)
En este sentido habría que aclarar también que podemos encontrarnos, al menos, dos tipos de contacto:
4 el contacto directo con los elementos que están aquí y ahora, es decir, lo que sería un contacto puramente físico.

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Este tipo de contacto puede subclasificarse, a su vez, en diferentes modos según el receptor implicado, clasificación
de la que hablaremos después)
4 el contacto funcional, o propiamente psicológico, que se produce cuando el sujeto “está en contacto con…”
algo/alguien que no está presente físicamente. En el terreno deportivo este contacto se produce cuando el deportista
está atento (en contacto con…) algo que ocurrió antes o las con secuencias futura de nuestro comportamiento. Esto,
a menudo, suele denominarse como “falta de concentración”. Así, en palabras de Schmid y Peper (1991), la con-
centración también significa el estar totalmente aquí y en el ahora, en el presente.
Abundaremos posteriormente en estas clasificaciones, pero baste ahora con señalar que, referente a la atención, po-
demos hablar de:
a) El estado y el estilo: es decir, cuál es su estado actual o cual es la forma habitual o estilo de estar atento de una per-
sona concreta,
b) El tipo de contacto: físico y/o funcional; y,
c) Otros aspectos tales como: el mecanismo fisiológico, la capacidad, la amplitud, la claridad, la selectividad, o su en-
trenamiento.
De todos estos aspectos intentaremos exponer algunas líneas en este apartado de aspectos conceptuales antes de pa-
sar a hablar sobre la evaluación de la atención, las investigaciones sobre el tema y algunas aplicaciones a modo de
ejemplo.

1.2. Mecanismo fisiológico


Cuando hablamos de atención podemos afirmar que es una actividad que realiza el sujeto, pero no podemos decir
que la realiza “solo”, al margen de los estímulos que le rodean aquí y ahora (en el caso del contacto físico) o que le
rodearon y/o le rodearán (o incluso son creados, en el caso del contacto funcional).
En este sentido cuando decimos que alguien “está atento” decimos que “está en contacto con… algo/alguien”. De
hecho, es imposible no estar en contacto con nada. Lo de tener la “mente en blanco” es un dicho popular –que no
científico- en la que el sujeto “está en contacto con… algo blanco”
Otra cosa es que nuestra atención –la del analista- se centre en el organismo del sujeto que está atento, como vamos
a hacer en este apartado pero, lo que no podemos olvidar, es que la atención –tal y como la entendemos aquí- es “es-
tar en contacto con…” y es imposible establecer contacto “solo” o con…nada. Otra cosa es que estemos en contacto
con nosotros mismos, lo que hacemos, hicimos o haremos, pero, aún así es un contacto “entre dos elementos” noso-
tros y nuestros actos.
Para entender mejor este aspecto entre lo fisiológico y lo psicológico recomendamos la lectura de Pérez (2011), don-
de se específica que lo psicológico es una relación. En un símil extraído de la física, en concreto el concepto veloci-
dad –que hace referencia a una relación- no podemos olvidar que una cosa es el vehículo (organismo) y otra la
velocidad (acto) de dicho vehículo.
No nos detendremos en demasía en esta distinción, pero sí en explicar que, en nuestro caso, la atención –entendida
como relación o contacto- no es lo que hace el sujeto (o no es solo eso para ser más exactos) sino lo que hace “en re-
lación con… el contexto” (real o ficticio) y esta relación depende tanto del organismo como del contexto, que son los
dos elementos en contacto”.
Centrémonos ahora en el mecanismo fisiológico del organismo, habría que convenir, con Viadé (2003) que la aten-
ción, desde un punto de vista fisiológico, es un fenómeno que implica una activación general de la corteza cerebral
que permite seleccionar determinadas entradas sensoriales de entre todas las que nos llegan.
Así, cuando se habla de mecanismo fisiológico se suele hablar del “estado” del organismo –uno de los elementos de
la relación- en el momento del contacto, clasificándose, tradicionalmente, dos estados:
4 Fásico: como un estado que permite una reacción concreta, más rápida e intensa; y
4 Tónico: como un estado general, que posibilita reacciones más lentas e intensas.
De hecho el estado del organismo suele cambiar a lo largo del tiempo, siendo lo ideal estar en un estado tónico de
manera general y pasar a un estado fásico en según qué circunstancias. En el caso del deporte conviene estar tónico
mientras la bola está en el terreno contrario y fásico cuando el balón está cerca de nosotros.
En este sentido lo más conveniente no es estar siempre en un mismo estado sino ser flexible y adaptativo y saber
cambiar nuestro estado fisiológico en función de las circunstancias.

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También suele clasificarse la atención en función del receptor sensorial encargado del contacto. Visto así podemos
hablar de: atención visual (contacto visual) y atención auditiva (contacto auditivo); y, en menor medida de atención
olfativa, gustativa y o táctil (este último tipo de con-tacto resulta redundante al mencionarlo como con-tacto táctil,
pues siempre “tocamos” con el tacto)
No haremos una clasificación en función de qué tipo de contactos es más antiguo (siendo el primero en la evolución
de las especies el táctil) pero sí que haremos mención al hecho de que, al evolucionar las especies, el contacto se va
realizando cada vez con mayor distancia espacial y, por tanto, temporal. De esta forma, el contacto visual nos permi-
te atender a los objetos a mucha distancia pudiendo así anticiparnos en su trayectoria. Este contacto visual, junto con
el auditivo son los más usados por la especie humana, siendo prioritarios en el comportamiento deportivo.
Hasta aquí hemos estado hablando del mecanismo fisiológico del contacto que hemos denominado como físico –o
directo-, pero ¿cómo es el mecanismo fisiológico en el denominado “contacto funcional”?
Para explicar esto debemos remontarnos al de sobra conocido experimento de Pavlov con su perro, de manera que,
si estamos de acuerdo con él, lo psicológico no es la respuesta de salivación (tan fisiológica como cualquier otra res-
puesta o acción del organismo) sino la nueva relación “funcional”: física o directa con la campana pero psicológica o
funcional con la comida. ¿Cuál es el mecanismo fisiológico de este contacto? El propio Pavlov intentó analizar si ese
tipo de “reflejos” (EC-RC) pasaba o no por los hemisferios cerebrales, para clasificarlo como “voluntario” frente al ar-
co reflejo “involuntario” EI-RI.
Qué es lo que ocurre a nivel fisiológico le corresponde mas explicarlo a la ciencia biológica. Baste ahora con seña-
lar que, de forma ontogenética o aprendida, se van conectado el receptor sensorial “oído” con el efector glandular
“glándula salival”, de manera que, ahora, tras el aprendizaje, el perro es capaz de salivar cuando suena la campana (y
no solo cuando entran en contacto físico la comida y el receptor sensorial del gusto).
De esta forma se van conectando elementos fisiológicos a lo largo de la ontengénesis que nos posibilitan, fisiológica-
mente, conectar elementos que no estaban conectados, haciéndose posible el “contacto funcional”.
No entraremos más en detalle en la forma en que se establece el mecanismo fisiológico, pues la psicología debe
centrarse más en la relación del organismo con el contexto, pero sí que haremos especial mención al hecho de que el
contacto entre perro y comida es ahora “funcional”.
En términos de atención, podríamos decir que el perro “está atento… a la comida” (está en contacto con…la comi-
da) que aún no está presente (aunque si lo estuvo) sin que deje de estar en contacto con la campana (contacto físico,
o más bien, filogenético)
Este tipo de “contactos funcionales” son muy habituales en el comportamiento humano siendo cruciales en el depor-
te, pues un jugador puede estar atento, no tanto al balón o al contrario (físicamente presentes) como al gol o las con-
secuencias de la jugada, lo que puede resultar beneficioso, a veces, o perjudicial, en otras ocasiones.
En otras palaras mas coloquiales, un jugador puede estar “pre-ocupado” por el gol de manera que deja de estar
“ocupado” (o se ocupa menos y/o peor) en el balón o el contrario que tiene delante, con lo que diríamos que “no está
atento” (cuando en realidad si está atendiendo a algo, pero a algo que no está “aquí y ahora”).
Este estar atento al aquí y al ahora es lo que suele entenderse como “concentración”, y es que, según Guallar y Pons
(1994) los mejores niveles de ejecución se consiguen cuando los deportistas se sitúan en una zona de energía óptima ca-
racterizada porque la atención está totalmente dirigida al proceso de ejecución y a nada más, es decir, focalizada en los
factores relevantes, y alejada de los pensamientos negativos y de otras formas de distracción que deterioran la ejecución.
No queremos terminar este pequeño apartado sin hacer mención al hecho de que si un perro puede “estar atento” a
algo que no está gracias a un sonido (y por supuesto a la historia de relaciones), ¿Quiere esto decir que podemos estar
atentos (funcionalmente hablando) a cosas que no están presentes gracias a otros sonidos a los que denominamos pa-
labras?, y, si esto es así, se diría que estamos “atentos” o que estamos “imaginando. Lo mismo podríamos decir si esta-
mos en contacto con algo pasado, solo que ahora hablaríamos de recordar, en vez de imaginar, pero, en cualquier
caso, “en contacto con…” o “atendiendo”
Podríamos decir, incluso que, gracias a las palabras podemos hacer referencia a algo que, en sí mismo (como obje-
to) no existe, de manera que estaríamos “creando” la realidad. Tal hecho ocurre cuando queremos “jugar bien”. ¿A
qué denominamos “jugar bien”? Sin embargo nuestra atención está tan puesta en jugar bien que no atendemos a la ju-
gada en sí o que atendemos tanto a lo “bonito” del golpe en tenis que no atendemos con eficacia al bote o a otros as-
pectos físicos.

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No queremos extendernos en exceso en este aspecto del mecanismo corporal, pero sí que debemos señalar que el
organismo gracias a las interacciones, va transformando su mecanismo fisiológico, de manera continua (no solo al co-
mer se engorda o se cambia la estructura de nuestro estómago sino que, mientras aprendemos modificamos nuestra
estructura del cerebro, lo que nos posibilita nuevas conexiones ahora de tipo funcional) de manera que las personas
van adquiriendo, a lo largo de su ontogénesis, la posibilidad de ”contactar funcionalmente”, gracias a las palabras o
sonidos, con objetos y eventos que no están físicamente presentes. Incluso puede “crear” eventos que no existen.

1.3. Claridad de la atención


Un aspecto a tener en cuenta a la hora de atender es la claridad de la atención, siguiendo la definición por nosotros
mismos propuesta más arriba sería “la claridad del contacto con…”, de manera que podemos tener más o menos cla-
ridad en función de los diferentes factores que intervienen en dicho contacto.
Y, dado que las relaciones que estudiamos en el ámbito psicológico incluyen dos elementos, a saber, el organismo y
el contexto, debe quedarnos claro (valga la redundancia) que la claridad de la atención va a depender de ambos ele-
mentos (no solo de uno de ellos, por ejemplo, del organismo).
Visto así, analicemos estos dos elementos: organismo y contexto, pero sin detenernos en demasía en el primero de
ellos, pues ya hemos hablado suficientemente de él en el apartado anterior (al explicar el mecanismo fisiológico).
En este sentido ¿qué puede facilitar/dificultar la claridad del contacto en el contexto?
Si analizamos los contactos desde un punto de vista físico serán las variables físicas las que nos den la clave. Así, por
ejemplo, el número de elementos y la densidad de éstos pueden afectar a la claridad de la imagen, y así, otros facto-
res puramente físicos, tales como la intensidad del estímulo, la duración del mismo, su posición respecto al organis-
mo, y un largo etcétera que podemos analizar desde la misma física.
Lo mismo podemos decir de las variables fisiológicas (que afectan directamente al organismo), tales como el área de
estimulación, la modalidad sensorial, la adaptación orgánica y otros factores fisiológicos.
Pero, dado que nuestro estudio se centra más en los aspectos psicológicos (para ver la distinción fisiológico versus
psicológico recomendamos la lectura de Pérez, 2011) tendremos que referirnos a cómo ese contacto actual se en-
cuentra afectado o posibilitado por los contactos anteriores, de manera que, cuando estamos en contacto funcional
con algo, además de los factores puramente situacionales (que afectan al organismo y al contexto) se encuentran afec-
tándola otros factores históricos que también probabilizan dicho contacto, haciéndolo más o menos claro en la actua-
lidad.
Pongamos un ejemplo deportivo que nos ilustre dicho contacto funcional y cómo este se ve afectado por las relacio-
nes anteriores: así, cuando un defensa ve venir al delantero controlando la pelota, y dicho jugador ha salido en las
tres veces anteriores con el balón controlado por la derecha, tenemos “claro” que “muy probablemente” saldrá de
nuevo por la derecha. De esta forma, la historia previa de relaciones hace “más probable” ese tipo de contacto fun-
cional (esa imagen “mental” podríamos decir) de manera que el defensa tiene “clara” la jugada (o tiene una buena
“visión de juego” que también dirían algunos)
No queremos extendernos en este apartado, pero baste con señalar que factores como: la variabilidad de la situación
actual con las anteriores experiencias, la cantidad de práctica, la generalización o transferencia, el enmascaramiento,
las distracciones referente a lo anterior vivido por el sujeto, nos pueden hacer que el contacto (atención) sea más o
menos claro, y así, las personas “muy expertas” no prestan la suficiente atención a lo que tienen delante porque tie-
nen “muy claro” lo que va a ocurrir, pudiendo prestar menos atención a lo presente “aquí y ahora” (concentración)
para prestar más atención a otros aspectos menos relevantes aquí y ahora (por ejemplo, qué pasa cuando marque el
gol), de manera que podría decirse que “pierden la concentración” o “no están atentos a lo que hay que estar…”
Evidentemente, el tener mucha claridad puede ser bueno y malo a la vez, pues las jugadas (al menos en deportes
con muchas variables) no suelen ser tan repetitivas, siendo más conveniente estar más atento a las posibles variacio-
nes, de ahí que no sea tan útil la técnica de la visualización como técnica para mejorar la ejecución cuando la acción
a visualizar es una acción a realizar en un escenario cambiante.
Dado que no queremos extendernos en este apartado, tan solo pondremos un “claro” ejemplo: Para que la foto salga
con claridad hay que tener en cuenta los factores orgánicos de la cámara y los físicos del contexto. Esto para una foto
estática (física, no psicológica) pero, para una película, no solo hay que tener en cuenta esto, sino, además, todos los
factores históricos a los que aludíamos antes (si el argumento es conocido por el espectador, si los actores han hecho
películas antes, etc.)

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1.4. Amplitud de la atención y estilos atencionales


Por amplitud nos referimos a la longitud del espacio atendido, de manera que podemos atender a lo que pasa en un
pequeño espacio sin atender a lo que ocurre alrededor de él, o, al contrario, podemos estar en contacto con todo lo
que ocurre en un amplio espacio de lugar sin centrar nuestra atención en nada concreto.
Sobre esa amplitud influyen, como hemos mencionado más arriba, tanto el estado físico del contexto como el estado
fisiológico del sujeto. Ejemplo de la influencia del contexto, sería cuando un jugador chilla en el campo atrayendo ha-
cia él la atención del contrario, que “deja de ver” lo que pasa a su alrededor, por ejemplo la pelota, al centrar la aten-
ción en el sonido. Ejemplo de lo segundo, el estado fisiológico, lo constituyen las drogas, que nos pueden hacer
modificar nuestro estado atencional.
En definitiva, y como en todo contacto, la relación depende del estado de los dos elementos en contacto, el organis-
mo y el sujeto, y esto es lo que se conoce como “estado mental” (siempre que entendamos la mente como interacción
o relación).
En este punto habría que mencionar –sin extendernos, dadas las características de este curso- que cualquier “estado
emocional” afecta al estado del contacto, pues el organismo se ve “afectado” por la atención (o contacto funcional)
del sujeto con algo que “físicamente” aún no está presente, pero que sí contactamos de manera funcional. Baste con
poner como ejemplo el hecho de que “la campana” (asociada a un shock) “afecta” al perro.
Así, y en un ejemplo deportivo, la “ansiedad” producida por el posible fallo del golpe de derecha en tenis, que
podría provocar la pérdida del set y del match, nos perjudica en la atención de la trayectoria de la bola, a la que
no estamos tan atentos como debiéramos, de manera que el contacto “funcional” con las consecuencias, nos
puede provocar una distorsión del contacto “físico” con la pelota. O, dicho de otra forma, la ansiedad puede per-
judicar la atención.
Si, además de atender al estado del contacto atendemos, como decíamos al principio, a lo que Nideffer (1989) deno-
mina estilo atencional, podremos hacer una clasificación en función de la “forma habitual” que cada persona tiene de
atender, de manera que podemos establecer cuatro estilos (ver Figura 1).
En el cuadro podemos ver en las columnas la extensión de la atención, de manera que distinguimos entre tener una
extensión (o amplitud) amplia o estrecha –siempre entendiendo que existen diferentes grados, claro-, habiendo sujetos
que “suelen” atender de manera específica algunos elementos concretos, mientras que otros suelen estar en contacto
con una mayor cantidad de ellos, es decir, que tienen una mayor amplitud de la atención.
También distinguimos, en las filas, la dirección de dicho contacto, si es una dirección hacia el exterior o hacia el in-
terior al organismo, de manera que uno puede estar en contacto con lo que pasa en el contexto, o puede prestar más
atención a lo que ocurre con su organismo.
Describiendo el cuadro mediante ejemplos deportivos, un deportista puede tener un estilo atencional amplio y exter-
no cuando suele mirar ampliamente el contexto para evaluar rápidamente la situación. Así suele hacerlo un base en
baloncesto cuando empieza a analizar la jugada del equipo, evaluando ampliamente el contexto externo.
Un ejemplo de un estilo amplio pero interno se realiza cuando un deportista, en un momento determinado, se eva-
lúa su propia condición fisiológica de cara a empezar una determinada acción, por ejemplo, en una carrera de 1500
cuando se evalúa –de forma global- su estado para comenzar o no el sprint final.
También hay deportistas que “suelen” atender de
una forma más estrecha o concreta los elementos
FIGURA 1
del entorno o de sí mismo. En el primer caso un de- ESTILOS ATENCIONALES EN FUNCIÓN DE LA EXTENSIÓN Y
lantero que suele atender, de forma específica, la DIRECCIÓN ESPACIAL
situación del portero en la portería, sin atender a Extensión AMPLIA ESTRECHA
otros elementos tales como defensas, árbitro, etc.,
Dirección (mas táctico) (más técnico)
esto es lo que suele denominarse como “concentra-
ción”. Un ejemplo de lo segundo, sería aquel de-
portista que atiende, de manera concreta, a un EXTERNA Evaluación rápida de También denominado
la situación “concentración”
aspecto de su cuerpo, por ejemplo, la rodilla, de la (respecto de organismo)
que acaba de salir de una lesión recientemente.
Hasta aquí hemos mencionado los contactos “fí- INTERNA Análisis y planificación Análisis puntual de una zona
sicos” con los elementos en el espacio –en el sen- según condición fisiológica del cuerpo
(respecto de organismo)
tido de externo o interno al cuerpo-,

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determinando su amplitud –como amplios o estrechos-, pero, más arriba hemos mencionado que, además del
contacto físico, se puede tener un “contacto funcional” (mas psicológico) con elementos que, físicamente no es-
tán presentes (aunque sí funcionalmente), tal es el caso paradigmático del contacto con la comida del perro de
Pavlov.
En este sentido, podemos establecer una nueva clasificación (ver Figura 2), esta vez teniendo en cuanta el tiempo y
no el espacio, de manera que podemos hablar de la dirección, si es interno o externo al momento actual, de manera
que la hemos denominado como “extra” o “intra” temporal, o podemos clasificarla en función de su amplitud, si se
atiende a un momento concreto -o restringida- o a un momento más amplio de tiempo –o mantenida-, siguiendo a
Morilla y Pérez (2002).
Tratando de elaborar ejemplos descriptivos, podemos decir que alguien puede estar en contacto con algo que no es-
tá pasando aquí y ahora (extratemporal) como puede ser lo que ocurrió en el partido anterior a lo que puede ocurrir
tras acabar el match –a esto también se le denomina imaginar y/o recordar.
Este tipo de contactos –ateniendo a elementos que no están en el momento actual- pueden facilitar o dificultar la ac-
ción a realizar aquí y ahora, pues nos permite tomar decisiones en función de la similitud de esta situación con las an-
teriores, decisiones que pueden ser mas o menos acertadas en función de la similitud de la situación actual con la
anterior.
Así, al elaborar estrategias solemos ver los partidos del contrario para planificar la forma en la que jugaremos el par-
tido hoy.
En el ejemplo anterior, en la elaboración de estrategias, se suelen atender tiempos amplios, –o, como lo hemos de-
nominado aquí, mantenido-, en cambio, cuando atendemos a la jugada específica anterior, por ejemplo, al saque que
nos realizó este jugador en la última jugada del set anterior, atención que nos puede permitir anticipar lo que va a
ocurrir en esta jugada, la amplitud del tiempo es menor, y suele denominarse táctica.
También podemos atender al momento actual, no a los anteriores/posteriores, y podemos hacerlo de una manera
que atendemos a un periodo largo de tiempo –mantenido-, por ejemplo, para ver la trayectoria de una bola que se ha
enviado de una forma larga, o analizar de una forma específica y concreta en el tiempo –o restringida- una pequeña
acción del contrario, por ejemplo el movimiento de la muñeca, lo que nos permite ajustarnos al cambio de dirección
en la bola de tenis.
No nos extenderemos más en los denominados estilos atencionales, pero sí recordaremos que cada sujeto tiene su
propio “estilo” o “forma habitual” de establecer los contactos, existiendo personas que “suelen” estar con los pies en
la tierra (es decir, aquí y ahora) y personas que “suelen mantener la atención” en periodos de tiempo y espacio que no
son aquí y ahora (es decir, “soñadores”, etc.), siendo lo ideal el saber cambiar el foco atencional en función de la si-
tuación.
Y es que, como nos comentan Weinberg y Gould (1995), en el transcurso de un evento, a menudo hace falta cam-
biar el foco atencional, resultando ser los extremos de los diferentes focos, generalmente, poco adecuados, siendo, en
general, más conveniente saber cambiar el foco de atención en cada momento.

1.5. Capacidad de atender


FIGURA 2
ESTILOS ATENCIONALES EN FUNCIÓN DE LA EXTENSIÓN Y
Hasta ahora hemos hablado sobre los elementos
DIRECCIÓN TEMPORAL del contacto (ya sea físico o funcional), a saber, el
Extensión MANTENIDA RESTRINGIDA
organismo y el contexto. Hemos mencionado algo
sobre el mecanismo fisiológico del organismo y su
Dirección (amplia en tiempo) (estrecha en tiempo)
influencia sobre la claridad, que también se ve in-
(estratégica/táctica) (más técnico) fluida por el contexto, y hemos escrito sobre la am-
plitud de dicho foco atencional, tanto en su
EXTRATEMPORAL Evaluación rápida de la Análisis puntual de una
situación para la jugada anterior o posterior dirección como en su extensión, tanto en el espa-
(externa respecto de la planificación estratégica (p. ej. Resultado, evolución cio como en el tiempo, señalando que una cosa es
situación aquí y ahora) de jugada en el gol
anterior, etc.) el estado y otra el estilo habitual del sujeto.
Ahora comenzamos a hablar sobre la capacidad
INTRATEMPORAL Análisis y evolución de También denominado
objetos y jugadores para “concentración” no sólo
para atender, resultando obvio, tras lo dicho, que la
(interna respecto de la decisión táctica aquí, también ahora. capacidad depende tanto del sujeto que atiende
situación aquí y ahora)
como del contexto al que se atiende. Dicha capaci-

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dad, o potencialidad del hecho de atender, puede mejorarse, es decir, que, por ejemplo, el número de elementos a
los que es posible atender, no es algo estático, sino que puede mejorarse con la experiencia o con el entrenamiento,
como veremos más adelante.
Es decir que, hablar de capacidad nos lleva a hablar del tema de “entrenamiento” de la atención, entrenamiento me-
diante el cual podemos ampliar esos límites o mejorar esa capacidad de atender, no solo para ampliar el número de
elementos a atender, sino, como veremos a continuación, para mejorar la selectividad de la atención y para optimizar
el cambio de foco atencional, cambio que resulta muy útil en los deportes en los que, dada su mayor variabilidad, re-
quieren de esta capacidad para cambiar el foco atencional.
Al hablar de “entrenar la atención” parece que estamos hablando de “entrenadores”, pero cabría preguntarnos
¿quién es el entrenador de esa habilidad? ¿El preparador físico? ¿El técnico deportivo? O, más bien el psicólogo.
Y, si es el psicólogo el “entrenador de ésta –y otras- habilidades comportamentales o psicológicas, hemos de cuestio-
narnos ¿se entrena de verdad? ¿Están preparados los psicólogos del deporte para ser entrenadores de esta y otras habi-
lidades similares?
No podemos entrar muy en detalle sobre esta cuestión, pero, dado que este curso va dirigido a psicólogos, no deja-
remos de insistir en que los psicólogos debemos aprender a ser entrenadores de estas habilidades, entrenamiento que
debe realizarse en contextos lo más cercano posibles al terreno deportivo que es donde deben desarrollarse estas ha-
bilidades.
No queremos decir con esto que no se pueda entrenar esta capacidad mediante ejercicios básicos que puedan pos-
teriormente transferirse al terreno deportivo, sino que, en la medida de lo posible, el entrenamiento debe realizarse
con tareas lo más cercanas posibles a las que va a tener que desarrollar el deportistas en la cancha. En un par de casos
prácticos se expondrán dos ejemplos ilustrativos, aunque el lector interesado puede leer a Hernández y Ramos (1995),
Mora, Zarco y Blancat (2001), Morilla, Pérez, Gamito, Gómez, Sánchez, y Valiente (2002), Olmedilla, Garcés y Nieto
(2002),
Obviamente resulta mucho más cómodo no entrenar estas habilidades aduciendo que son “innatas” pero este argu-
mento suele ser mas una excusa que una realidad, siendo más cómodo descartar al deportista que no tiene una ade-
cuada habilidad o capacidad atencional que tener que entrenarla en ese sujeto. No olvidemos que, en el deporte de
competición no tenemos tiempo de entrenar (aparentemente) o, no podemos dedicarle todo el que quisiéramos, sien-
do, por tanto, más fácil, seleccionar al que ya posee esa capacidad.
Este argumento, que suele tener su peso en el deporte de competición, no suele ser tan válido en la iniciación depor-
tiva, momento en el que, precisamente, deben entrenarse las capacidades de los deportistas, aunque muchos de ellos
no van a llegar nunca a la élite, siendo ahora el argumento de que no es “rentable” gastar tiempo y dinero en mejorar
esa capacidad.
No entraremos más en detalle sobre estos aspectos, tan solo mencionaremos la necesidad de “entrenar estas habili-
dades psicológicas” como única forma de mejorar la capacidad y la selectividad de la atención, siendo tarea del psi-
cólogo el proponer tareas –lo más cercanas al deporte- para su entrenamiento, a ser posible de forma integrada con el
resto de entrenamientos físicos y tácticos.

1.6. Selectividad de la atención


Al principio nos hemos referido al acto de atender como al hecho de “estar en contacto con…”, señalando los dos
elementos que entran en contacto, el organismo y el contexto. Pero, ambos elementos son, de por sí, muy complejos,
siendo imposible que lo que “esté en contacto” sea “todo” el organismo con “todo” el contexto.
Referente al organismo ya hemos mencionado que suelen clasificarse los contactos en función del órgano receptor
que interviene (táctil, visual, auditivo, olfativo y gustativo, además de receptores, térmicos, etc.) siendo habitual para
unos sujetos “seleccionar” más un tipo de contacto que otro, lo que podríamos definir como estilos o hábitos atencio-
nales en el sentido de que unos individuos tienen predilección por un tipo de contacto, por ejemplo olfativo, o por
otros, por ejemplo táctil, siendo, en los humanos, los más habituales, los visuales y los auditivos.
También hemos hecho mención al hecho de que el contacto puede ser con elementos físicos aquí y ahora o puede
ser funcional, con elementos o relaciones que ya estuvieron o que podrían estar, siendo también clasificables los suje-
tos en función de su preferencia por uno u otro tipo de contactos. Así, se suele decir que hay sujetos que están, habi-
tualmente, con “los pies en la tierra” o sujetos que “están”, a menudo en Bavia, o en la luna de Valencia, por
ejemplo.

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Del mismo modo podemos decir que unos elementos son “más visibles” que otros, en función de sus características
físicas, si atendemos a la selectividad provocada por los propios objetos y relaciones entre elementos del contexto, de
manera que, a veces, la selectividad está más causada por factores físicos que por los personales y/o fisiológicos.
Y, por último, debemos hablar de la “selectividad” producida o probabilizada por la historia del sujeto –la llamada
experiencia o la historia de reforzamiento-, dado que, según nuestra historia (filo y ontogenética) hemos aprendido a
“seleccionar” unos u otros elementos en función de las posibles consecuencias.
Y todo ello sin olvidar que el organismo también va modificándose a lo largo su propia evolución o vida –al igual
que se modifica a lo largo de la evolución de la especie-, cambios orgánicos que le posibilitan nuevos contactos alte-
rando la selectividad de los mismos a lo largo de la evolución. Así, no son los mismo elementos los que selecciona un
novato que los que selecciona juna persona experta (sin que ello quiera decir que es mejor ser experto que novato o
viceversa)
En cualquiera de los casos, lo que resulta obvio es que “todos seleccionamos” dada la imposibilidad de “estar en
contacto con TODO” selección que se produce en base a la educción, la cultura y el aprendizaje individual y que re-
alizamos mediante diferentes “criterios de selección”.
Este quizá sea el momento de aclarar lo que comentábamos al principio cuando decíamos que una frase típica de
los entrenadores es “no estás atendiendo” pues, en realidad lo que quieren decir es que “no estás atendiendo a lo que
deberías atender…” (según creo yo, debería añadir el míster). Es decir, que ese deportista ha empleado unos “criterios
de selección” diferente a los del entrenador.
No entraremos ahora en la discusión de qué criterio es mejor o peor, en todo caso decir que los del entrenador son
los que valen a la hora de realizar la alineación…, pero sí que mencionaremos, a la luz de lo escrito hasta aquí, que a
veces es bueno utilizar un criterio de no “seleccionar nada” y “estar en contacto con todo lo posible” -estilo amplio,
según Nideffer- y que otras veces será mejor no distraer la atención con otras cosas más que con lo verdaderamente
“importante” –estilo estrecho-, siendo lo verdaderamente “ideal” (y por tanto no real) el saber cambiar el foco de aten-
ción en función de las circunstancias y las tareas.
Este entrenamiento en selectividad y en saber cambiar de foco atencional es importante para la práctica deportiva,
sobre todo en deportes donde la variabilidad es mayor (deportes de equipo y con contrarios y con mucha movilidad),
siendo importante seleccionar los elementos adecuados en el momento oportuno.
Es obvio que “si se atiende a todo o casi todo, es imposible seleccionar”, pero ¿son los árboles los que nos impiden
ver el bosque? O ¿al analizar el bosque nos olvidamos que hay árboles independientes?
En cualquier caso, en los ejemplos prácticos expondremos posibles intervenciones para mejorar la atención.
No queremos acabar este apartado sin volver a mencionar que la atención se ve afectada –y afecta- a la ansiedad, la
motivación, el aprendizaje, etc., siendo necesario conocer y, en la medida de lo posible “controlar” los aspectos aten-
cionales o de “estar en contacto con…”

2. INVESTIGACIONES SOBRE ATENCIÓN EN EL DEPORTE


En la actualidad, parece ser que la atención como proceso psicológico ha visto un campo de estudio y aplicación
bastante adecuado en el ámbito deportivo a todos los niveles. Y digo “parece ser” porque según la revisión de la lite-
ratura al respecto podemos encontrar datos que señalan direcciones opuestas. Tras un análisis bibliométrico realizado
por García-Sevilla, Garcés de Los Fayos y Jara (2005) sobre la atención en el deporte, del periodo comprendido entre
1887 al 2000, en la base de datos PSYCLIT, encontraron que el estudio sobre los procesos atencionales en el deporte
ha sido escaso si se compara con otras áreas de la psicología del deporte, tomando en cuenta la importancia que estos
procesos tienen para la práctica habitual de actividad física y deporte para deportistas, entrenadores y jueces deporti-
vos. Además, la mayor parte de estas investigaciones son de carácter empírico y no hay trabajos que aporten una ma-
yor integración teórica sobre el campo y que expliciten cuales son los modelos formales que los sustentan. A partir de
los años 80 y sobre todo en los 90, cuando se inicia el estudio de la atención en el deporte de manera sistemática,
coincidiendo con los años en los que verdaderamente la psicología del deporte se consolida. Es en las fuentes de esas
dos décadas donde se encuentran las diferentes construcciones teóricas y empíricas sobre procesos atencionales en el
deporte. Sin embargo, en los trabajos de revisión de Albernethy (1993) y Moran (1996) se pone de manifiesto que la
mayor parte de la discusión se ha centrado en aspectos teóricos y de investigación, sin que apenas haya rastro del me-
nor interés por hacer publicaciones sobre los aspectos más prácticos de la psicología aplicada al deporte (Ángel M.
González Suárez, 2003). Dado que con estos datos no es fácil llegar a una conclusión clara, lo apropiado sería reali-

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zar una revisión de revisiones y ver cuáles han sido los criterios de selección y búsqueda empleados en cada una de
ellas, sistematizarlos y realizar una posterior revisión con los criterios más comunes de búsqueda.
Y toda esta maraña de publicaciones sobre la relación de la atención con el deporte, de si se consideran más los
aspectos teóricos o los prácticos, pierde un poco el sentido si realmente nos cuestionamos cuál es el objeto de es-
tudio al que se está haciendo referencia. Es decir, es posible que en todos esos textos se explique cómo influye la
atención en los deportistas y se den multitud de soluciones a problemáticas relacionadas con la atención, pero no
sabría decir en cuántos de ellos se especifica con claridad qué es la atención; a qué se refieren cuando utilizan este
concepto.
A continuación la pregunta que sigue es si es posible establecer un procedimiento de entrenamiento general para la
atención. La respuesta sería la misma que si intentáramos aprender a conducir en un circuito de carreras de la misma
forma en que aprendimos a conducir por ciudad. Los elementos que intervienen en la interacción no son los mismos,
las relaciones que se establecen entre ellos son distintas, incluso las contingencias de relación con elementos simila-
res pueden ser diferentes simplemente por estar interactuando en un contexto u en otro. Por ejemplo, en un contexto
el exceso de velocidad está penalizado, mientras que en otro se premia. Con la atención ocurre algo similar, no pode-
mos utilizar un método de entrenamiento general de la atención para todos los deportistas, ya que cada uno de ellos
interactúa con un contexto específico. Por tanto, lo ideal sería entrenar los procesos atencionales en función del re-
querimiento del entorno y no aplicar procedimientos generales simplemente porque “mejoren la atención”. En esto
reside la importancia del entrenamiento, del entrenador, del psicólogo deportivo y de la relación y comunicación en-
tre ambos. Esto fue exactamente lo que encontraron Mora, et al. (2001) diseñaron en esta investigación dos fases cla-
ramente diferenciadas: fase de línea base, o recogida de datos previa a la intervención, y fase de tratamiento o de
intervención en entrenamiento de la atención. La investigación se desarrollo durante 38 partidos de juego. La fase de
línea base la constituyo los doce primeros partidos y la fase de tratamiento fue de la jornada 13 hasta la 38. De acuer-
do a los resultados, no fueron estadísticamente significativos, sin embargo se observo un cambio de la fase de línea
base a la fase de tratamiento. Sin embargo se aprecian mayores puntuaciones en el grupo Experimental, que en el gru-
po Control debido a la intervención del entrenamiento en atención. Los resultados no han permitido confirmar la hi-
pótesis de partida, esto puede ser porque el trabajo de técnicas psicológicas llevado a cabo quizás no tenga validez
ecológica, por la dificultad existente de trasladarlo al terreno de juego. Los autores consideran realizar programas de
entrenamiento adaptado específicamente al deporte de futbol, en el que se estructuren ejercicios que ejerciten a los
futbolistas en el desarrollo de estilos atencionales requeridos para este tipo de deporte, trabajando la atención en de-
porte como algo inherente al propio entrenamiento deportivo, en situación real, junto al entrenamiento físico, técnico
y táctico, coordinados con el equipo técnico.
Veamos ahora otras de las conclusiones a las que han llegado diversos autores tras investigar la relación entre aten-
ción y determinados aspectos deportivos. Por ejemplo, que aquellos deportistas que reciben un entrenamiento en
atención, ya sea con o sin distractores, mejoran significativamente su rendimiento; mientras que el desempeño del
grupo que no recibió entrenamiento en atención no varió (María Clara Rodríguez Salazar y Juan Carlos Montoya,
2006). En una investigación aplicada de Díaz y Rodríguez (2005) cuyo objetivo era combinar la práctica imaginada y
las rutinas previas al momento del saque en el Voleibol, para mejorar su rendimiento del mismo. Se esperaba observar
que al realizar las rutinas y las imágenes mentales del saque en el tiempo reglamentario, mejoraran el nivel de con-
centración, el control de la activación y por tanto le efectividad del saque. Esta investigación aplicada la realizo con
un equipo de voleibol masculino de segunda liga nacional española (FEV), del equipo se tomaron referencia de datos
a solo 6 jugadores que son los titulares. Siguiendo la misma línea de investigación, se realizo el siguiente procedi-
miento (Díaz y Rodríguez, 2005): tras hallar la línea base del tipo, efectividad y tiempo de ejecución del saque en 5
partidos, entrenaron a los jugadores en práctica imaginada del saque y en rutinas previas al mismo, cuya realización
se hacía antes de los entrenamientos. Posteriormente evaluaron la efectividad del mismo en otros 5 partidos de la liga
oficial de competición. Al ser una muestra pequeña emplearon la prueba de rangos con signo de Wilcoxon. En sus re-
sultados encontraron que los jugadores no variaron su tipo de saque de línea base como posterior a la intervención.
Sin embargo aumentaron el tiempo para la ejecución del saque que fue estadísticamente significativo. Con respecto a
la efectividad, hubo un incremento de la misma, pero no llego a ser estadísticamente significativa. Esto posiblemente
fue debido al número pequeño de la muestra. Sin embargo a nivel subjetivo los deportistas en general mencionaron
que la intervención mejoró su concentración para el saque, además de que constantemente practicaron sus rutinas
tanto en entrenamiento como en competición.

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Por parte de los entrenadores, se ha visto que aunque éstos reconocen la gran importancia de las destrezas psicológi-
cas para mejorar el rendimiento de los deportistas, no las practican de forma sistemática (Valentín Martínez-Otero Pé-
rez, 2003).

3. LA EVALUACIÓN DE LA ATENCIÓN EN EL DEPORTE


La evaluación del comportamiento humano en todas sus facetas es una tarea cuya dificultad radica en lo más ele-
mental como es el saber qué estamos evaluando. Es fácil hablar sobre memoria, inteligencia o atención, pero la labor
se complica significativamente cuando nos disponemos a evaluar a una persona en cualquiera de estos campos. Qué
es la memoria, la inteligencia o la atención, en este caso, serían las cuestiones base a las que dar respuesta previa-
mente a la evaluación de las mismas. Pero aún podría complicarse más esta tarea si lo que pretendemos es evaluar
determinados aspectos psicológicos en contextos específicos de interacción. Este sería, por ejemplo, el caso de eva-
luar procesos atencionales en el deporte. Una vez tengamos claro el objeto de nuestra evaluación, lo siguiente consis-
tirá en adecuar el proceso de evaluación al contexto del deportista. De este modo, no entrenaremos ni evaluaremos
de igual forma la atención en deportistas de tiro olímpico que en jugadores de baloncesto, aunque el proceso implica-
do sea el mismo. Según Guallar y Pons (1994), para poder ayudar a un deportista a entrenar su capacidad de aten-
ción, con el objetivo de mejorar su rendimiento deportivo, es necesario partir de una evaluación de su nivel
atencional, es decir, necesitamos saber si el deportista tiene o no una buena capacidad atencional.
Considerando la atención como un proceso psicológico que podemos entrenar, y el entrenamiento como un factor
clave del éxito en el rendimiento deportivo, bien se podrían asociar determinados estados atencionales a unos u otros
deportistas de diferentes categorías. Un claro ejemplo de lo dicho con anterioridad lo tenemos en el trabajo de Darío
Mendelson (2000) donde se aplicó el test de Toulouse-Pieron, prueba perceptiva que por sus características exige una
gran concentración y resistencia a la monotonía y permite la evaluación de las aptitudes perceptivas y de atención, a
jugadores de fútbol profesional del Club El Porvenir en los años 1996 a 1968. En este estudio se puso de manifiesto
que aquellos jugadores cuyas puntuaciones eran significativamente bajas (por debajo de 0,80) eran deportistas que ya
no desempeñaban un papel activo a nivel oficial en competiciones ni a nivel profesional. Sin embargo, aquellos juga-
dores cuyos puntajes fueron significativamente elevados (por encima de 0,90) resultaron ser deportistas pertenecientes
a categorías oficiales superiores incluso a otros niveles de competición como primera división. Esto nos da un claro
ejemplo de la alta correlación entre los procesos atencionales y el rendimiento deportivo.
Quizás, la gran dificultad, o desconocimiento de las técnicas adecuadas, para trabajar a niveles específicos determi-
nados aspectos psicológicos como puede ser el proceso atencional sea lo que sostenga la creencia de que tales proce-
sos van implícitos en el entrenamiento ordinario, cosa que es cierta, pero que deben de ser entrenados de forma
específica para luego ser integrados en el entrenamiento global y poder constatar cambios relevantes en el comporta-
miento de los deportistas, del mismo modo que éstos ejercitan cada uno de los grupos musculares del cuerpo por se-
parado.
Uno de estos métodos de entrenamiento específico del proceso atencional es presentado por Antonio Hernández
Mendo y Raúl Ramos Pollán (1995) como la aplicación de un sistema informático que permite la evaluación y entre-
namiento de la atención de acuerdo a los postulados básicos de la ACT (Attention Control Training) de Nideffer y
Sharpe (1978). La intervención directa en el deporte con este software se plantea especialmente en tres directrices: co-
mo evaluación diagnóstica de la atención en combinación con otros instrumentos como el TAIS (Nidefer, 1976); co-
mo entrenamiento del proceso atencional; y en la selección deportiva para competiciones que requieran un alto nivel
de atención.
Sin embargo, previamente al inicio de un entrenamiento de estas características, es preciso evaluar para luego reali-
zar una propuesta de entrenamiento adecuada a las características de cada jugador en relación con su entorno. A
continuación se exponen muy brevemente algunas herramientas de evaluación de la atención utilizadas con deportis-
tas, en la mayoría de las intervenciones se utilizan de forma combinada:
a) El autoinforme: cabe destacar dentro de estas técnicas de evaluación el Test de Estilos Atencionales e Interpersona-
les (TAIS) de Nideffer. EL TAIS es un cuestionario de autoinforme que consta de 144 ítems agrupados en 17 subes-
calas respecto a los cuales el deportista debe expresar, en un formato tipo Likert de 5 pasos (A=Nunca, B=Casi
nunca, C=Alguna vez, D=Frecuentemente y E=Siempre) el grado en que tales afirmaciones pueden aplicarse a uno
mismo. El objetivo de este cuestionario es que el deportista informa sobre su opinión respecto a su modo de aten-
der en diferentes situaciones, dichas puntaciones información tanto del estado como del estilo atencional.

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Cei (1994) realizo una evaluación del estilo atencional de futbolistas mediante el modelo de Nideffer. Empleo el
TAIS para administrarlo a 25 futbolistas de elite italianos durante una concentración de la selección nacional. De
estos 25, 10 llegaron a participar en la fase final del campeonato del mundo de 1994, celebrado en Estados Uni-
dos. El perfil promedio del grupo mostró una elevada puntuación en la flexibilidad atencional, así como la capaci-
dad para procesar mucha información a la vez sin sobrecarga interna y/o externa. En esta época Cei, no solo estaba
a favor de entrenar la tención mediante ejercicios mentales, sino realizar ejercicios prácticos integrados dentro de
la metodología del entrenamiento deportivo.
b) La entrevista: mediante este procedimientos podremos obtener información acerca de cuáles son aquellos factores
o elementos con los que el deportista está en contacto, aunque sea funcional, en qué momento y cómo afecta eso
al rendimiento. Esta forma de obtener información suele ser menos efectiva que la anteriormente expuesta, pues el
entrevistador pude olvidar o no atender a aspectos que serían interesantes evaluar, aunque a veces pueden aportar
alguno datos que el propio evaluador no había tenido en cuenta.
En el procedimiento de Reina, et al. (2005), los tres grupos fueron medidos en la situación de resto ante el servicio,
tanto en situación de proyección multimedia (2D) como ante oponente real (3D). Además los 3 grupos debieron res-
ponder ante los servicios efectuados por dos tenistas en bipedestación y otros dos en silla de ruedas. Para el registro
del comportamiento visual de los jugadores se empleo un sistema de seguimiento de la mirada, que es un video mo-
nocular que opera detectando la pupila y la reflexión corneal, permitiendo analizar los datos de la localización de las
fijaciones, su duración y su orden en las fijaciones visuales de la fóvea. Utilizaron también una entrevista para saber la
atención verbalizada de los tenistas, después de cada situación experimental, además de un cuestionario grafico con
dos tipos de diseño, uno para tenistas en bipedestación y otro para tenistas en silla de ruedas.
c) El análisis observacional: consiste en una evaluación por observación de la conducta del deportista, de su estilo de
interacción, con la finalidad de captar indicios sobre su estado atencional o anímico y poder identificar cuáles son
los elementos con los que el deportista está en contacto, con los cuales interacciona. En una investigación de Riva-
rés (1997) desarrolla inicialmente un armazón conceptual basado en la teoría de la atención de Nideffer, bajo el
cual comprobar la validez de un sistema de concentración utilizado para mejorar el tiro libre en baloncesto. La
muestra estuvo conformada por dos equipos de baloncesto de segunda división femenina. En sus resultados encon-
traron que la principal variable para mejorar los tiros libres en baloncesto, es una correcta destreza mecánica. La
segunda variable a intervenir es determinar con cada atleta un sistema de concentración personalizado que le satis-
faga. Una vez cumplidos estas dos variables importantes, se tiene que practicar con un nivel de activación similar
al de la competición.
De la Vega (2003) sugiere un abordaje de la concentración completamente práctico y fundamentado en las necesi-
dades de la lógica interna del deporte en el cual
se vaya a realizar la intervención. Es decir, en el FIGURA 3
caso del fútbol soccer conocer el puesto que HOJA REGISTRO DE PUNTUACIONES TEST TAIS
ocupa cada jugador en el campo, línea de juego,
conocer los requerimientos físicos, técnicos, tác-
ticos y psicológicos del deporte como tal. Critica
a su vez el uso de pruebas de evaluación y de
entrenamiento de la atención en tareas abstractas
completamente ajenas de la realidad deportiva,
es por ello que recomiendan la aplicación de
ejercicios y pruebas basados en la lógica interna
del juego.
d) Los test de ejecución: son procedimientos que
se aplican en laboratorios cuya finalidad es
evaluar y analizar los procesos atencionales
del deportista. Mediante este procedimiento se
permite depurar el análisis y la evaluación de
las capacidades atencionales en dichas situa-
ciones, más o menos estructuradas. El principal
inconveniente que encontramos es trasladar las

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conclusiones a situaciones menos estructuradas y más cambiantes, siendo incluso la mejor opción que realice
la tarea en el laboratorio el propio deportista teniendo que realizar ejecuciones relacionadas con las tareas rea-
lizadas en el terreno de juego. Esta forma de evaluación será más útil para aquellos deportes sin oposición (ta-
xonomía de Riera, 1985), perdiendo su validez en las tareas más abiertas o menos estructuradas.
Con estos test o técnicas se registran aquellas conductas que están directamente relacionada con la ejecución, y tal
vez sería conveniente estructurar situaciones que permitan observar y registrar otros comportamientos que inciden
en el hecho de atender y otros comportamientos referidos en forma más genérica que pueden favorecer o dificultar
su atención. Entre los más utilizados encontramos el Test de Stroop (Golden, 1978), la Rejilla de Concentración
(Harris y Harris, 1992), el Toulouse-Pieron (Toulouse y Pieron, 1992) o el Test de Percepción de Diferencias “Ca-
ras” (Thurstona y Yela, 1988).
Mora, Zarco y Blanca (2001) realizaron una investigación aplicada, con jugadores profesionales del club de futbol
C. D. Malaga, tomando como base las teorías sobre el estilo atencional propuestas por Nideffer, sobre las dimen-
siones de la atención (interna-externa y amplia-
estrecha). La hipótesis fue la siguiente, el FIGURA 4
entrenamiento en técnicas psicológicas para el HOJA DE REGISTRO OBSERVACIONAL

desarrollo, mantenimiento o incremento de la


atención, influye positivamente en la actuación
deportiva, reflejándose ésta en la mejora de de-
terminadas acciones técnicas, directamente vin-
culadas a la capacidad de concentración en el
desarrollo del juego. Fue una muestra inicial de
23 jugadores, pero al final la muestra definitiva
fue de 8 jugadores, la mitad de esos sujetos fue
adjudicada al azar al grupo experimental y la
otra mitad al grupo control. La recogida de datos
se planifico mediante un diseño temporal inte-
rrumpida de grupo control.
e) El muestreo de pensamientos (Klinger, 1984;
Schomer, 1986). Es una técnica psicológica que
consiste en identificar y registrar los pensamientos
que tienen lugar durante la ejecución de la tarea,
con la intención de analizarlos y valorarlos para
saber si influyen, positiva o negativamente, en la
atención. El deportista es el único que puede in-
formarnos de sus pensamientos mientras juega. Se
suele emplear posteriormente a la ejecución,
puesto que no podemos parar una competencia o
en cuatro para recabar dicha información.
Hatzigeorgiadis, Theorodakis y Zourbanos
(2004) estudiaron las funciones atencionales del
FIGURA 5
auto-habla y hallaron una relación entre las me- HOJAS DE REGISTRO TEST STROOP Y REJILLA DE HARRIS
joras en el rendimiento y la disminución de pen-
samientos intrusivos, aunque interpretaciones
claras respecto a causalidad no se han podido
asumir.
Latinjak, Torregrosa y Renom (2009) realizaron
una investigación cuyo propósito fue estudiar el
efecto del auto-habla sobre el foco atencional de
tenistas adultos. Se uso la satisfacción de los ju-
gadores con su rendimiento como variable con-
trol. La hipótesis de este trabajo fue tanto la

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satisfacción de los jugadores con su rendimiento como su foco de atención cambiarían de la línea base a la fase de
intervención. La muestra fue de 20 tenistas masculinos practicantes por ocio. La sesión experimental estuvo organi-
zada en 3 fases: calentamiento, línea base e intervención con auto-habla. El objetivo de la tarea consistió en golpe-
ar las pelotas hacia una zona de la pista. Las palabras clave fueron determinadas por los jugadores, pero las
instrucciones del investigador indujeron a los jugadores a usar auto-habla de tipo instruccional.
Los resultados de la investigación de Latinjak, et al. (2009) han confirmado esta hipótesis. Cuando usan el auto-ha-
bla los jugadores, por un lado, se valoran más satisfechos con su rendimiento, y por el otro, dicen fijarse significati-
vamente más en aspectos relacionados con la ejecución de la tarea y menos en aspectos relacionados con los
resultados sus golpes. Este trabajo ha tenido la intención de apoyar la interpretación atencional de Landin en 1994
y de Nideffer en 1993, quienes sugirieron que el auto-habla podría ayudar a dirigir o redirigir el foco atencional ha-
cia claves relevantes de la tarea. En esta investigación se considera que el auto-habla puede ser un medio eficaz
para dirigir la atención de tenistas y para ayudarles a mejorar su rendimiento.
f) Los registros psicofisiológicos: son herramientas que permitan al investigador conocer cuáles y cómo son las res-
puestas fisiológicas del organismo del deportista cuando éste se enfrenta a alguna situación particular.
Se pueden comparar los resultados obtenidos en diferentes contextos y variando los elementos de la interacción
para observar como interrelacionan con el deportista. Por ejemplo De la Vega (2003) para la evaluación sugiere un
ejercicio basado en una jugada con gente a la defensiva, implicando un número relevante en la toma de decisiones
pero con la variante de la fatiga física en el jugador evaluado. Este investigador considera que aquel jugador con al-
to nivel de fatiga que pueda mantener un nivel de concentración alto, puede rendir mejor en un partido que aquel
que no la pueda mantener. Además propone una serie de ejercicios aplicados en la dinámica del juego deportivo,
igualmente considerando la cantidad de estímulos para la toma de decisiones, con el objetivo de mejorar el cam-
bio del foco atencional y una mejor calidad del rendimiento.
En una investigación de Reina, Moreno, Sanz, García y Julián (2005) buscaron analizar las relacionas existentes
entre la orientación atencional el fóvea registrada experimentalmente y la verbalización de la atención, me-
diante instrumentos procedentes de métodos cualitativos. Su hipótesis fue que los tenistas de mayor experien-
cia presentaran una mayor concordancia de los índices informativos indicados en la entrevista y el cuestionario
gráfico con los registrados de su comportamiento visual, respecto a aquellos con un menor nivel de experien-
cia. La muestra se compuso de 3 grupos de comparación. El primer grupo (n=7) estaba compuesto por tenistas
en silla de rueda noveles, el segundo grupo (n=5) eran tenistas en silla de ruedas con mayor experiencia y ter-
cer grupo (n=6) estuvo compuesto por tenistas sin ningún tipo de discapacidad, pero con características simila-
res en experiencia al segundo grupo de tenistas en silla de ruedas experimentados. En los resultados de Reina,
et al. (2005) procedentes del análisis de las entrevistas se encontró que en la situación de videoproyección
(2D), los dos grupos de tenistas en silla de ruedas indicaron la bola como la localización, a la que más aten-
ción habían prestado, situación que correspon-
de con los datos experimentales del FIGURA 6
HOJA DE REGISTRO FISIOLÓGICO
comportamiento visual. En cambio el grupo de
bipedestación, presenta una mayor incidencia
en la verbalización del segmento brazo-raque-
ta. En la situación de pista (3D), los tres grupos
consideraron la bola como la localización a la
que habían otorgado mayor interés informati-
vo, aunque seguida del segmento brazo-raque-
ta. Además un aspecto común a las dos
situaciones experimentales, en función de la
dimensionalidad, es que solo los grupos de te-
nistas en silla de ruedas, indicaron en algún
momento la silla como punto de interés infor-
mativo. Probablemente, a que los jugadores es-
tablezcan una relación entre la orientación de
la silla y la potencial dirección del servicio.

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4. CASOS PRÁCTICOS
En una depurada búsqueda bibliométrica acerca del papel de la atención en el ámbito deportivo (García, J., Garcés,
E., Jara, P., 2005), se conoció que apenas un dos por ciento de la producción científica relacionada con la Psicología
del deporte se dedica al tema de la atención. Sin embargo, se trata de uno de los términos que más utilizan psicólo-
gos, entrenadores y médicos deportivos en su labor.
En nuestra opinión, la razón de esta baja presencia de la atención en las investigaciones científicas del ámbito de-
portivo, tiene que ver con la amplitud del término y con la dificultad que conlleva su instrumentación a la hora de in-
vestigar. La atención es un proceso que se expresa de manera muy condicionada a las peculiaridades de la actividad
objeto de estudio.
En los deportes individuales la concentración parece tener un carácter más determinante (Balagué, G., 1997), pero
cualquiera de sus variantes resulta importante para una infinita variedad de aspectos: desde reducir los errores en los
tiros libres de baloncesto, hasta cobrar un penalti u obtener inferencias legítimas de una prueba ergométrica conven-
cional. El deportista que no logre los niveles de atención adecuados no rendirá conforme a sus potencialidades.
Pretender estudiar la atención fuera del contexto en el cual se integra a conductas funcionales complejas, reduce sig-
nificativamente su valor inferencial. Las evaluaciones de laboratorio, por ejemplo, constituyen efectivas aproximacio-
nes a procesos psicofisiológicos básicos, como velocidad de reacción simple y compleja, y a capacidades como la
que nos ocupa, pero tales estudios en condiciones controladas y normadas constituyen solo un estimado de las posi-
bilidades específicas del sujeto; no permiten inferir cómo se comportará el proceso evaluado cuando deba integrarse
a un sistema de respuestas, sometido a presiones de rendimiento y de otros tipos.
Por ello, las pruebas de laboratorio que se realicen deberán contrastarse y complementarse con otras de terreno. La
posibilidad de hacerlo dependerá mucho de las condiciones en que se desarrolle el trabajo del psicólogo del deporte.
En el caso de Cuba, por ejemplo, cada deporte cuenta con al menos un psicólogo que trabaja a tiempo completo, co-
mo parte de un colectivo técnico que goza de relativa independencia (médico-psicólogo-fisioterapeuta) por pertene-
cer al Instituto de Medicina del Deporte, institución que presta un servicio al movimiento deportivo del país.
Así, un deportista que obtenga buena evaluación en una prueba de laboratorio de concentración de la atención
mientras exhibe ineficiencias e inestabilidad en otra de terreno, probablemente tenga barreras psicológicas en la acti-
vidad deportiva como miedos e inseguridades que quedarían ignoradas si la evaluación se limitara al laboratorio.
Por su parte, los resultados de la prueba de terreno, por sí solos, no permiten determinar si el deportista cuenta con
cualidades potenciales para lograr un buen proceso de concentración. El estudio de las condiciones internas, bajo el
influjo real del medio exterior y de las condiciones específicas en que se desarrolla la tarea, constituye premisa de la
exploración psicológica, en particular en la esfera del deporte.
Para realizar el psicodiagnóstico del proceso de la atención en un deportista, se suele seguir la siguiente ruta:
4 Análisis del producto de la actividad deportiva específica, con reconocimientos de sus demandas acerca del proce-
so psicológico evaluado: la atención.
4 Determinación de los atributos del proceso de la atención que necesita desarrollar el deportista: concentración, dis-
tribución, tránsito oportuno de un tipo de atención a otra (por ejemplo, de una atención interna estrecha a otra ex-
terna amplia); intensa de corta duración, medianamente intensa pero estable en el tiempo, etc.
4 Evaluación del proceso de la atención (general y específico) en condiciones de laboratorio, para determinar su po-
tencial y establecer criterios comparativos inter e intraindividuales.
4 Evaluación del proceso de la atención en condiciones de terreno para determinar posibles barreras para el logro de
su expresión potencial. Tales barreras pueden ser de índole emocional, de inseguridad técnica, de indisposición
anímica, entre otras.
Ejemplos concretos permitirán ilustrar el modo en que la mayoría de los psicólogos cubanos realizan el psicodiag-
nóstico del proceso de la atención, a partir de los mencionados aspectos.

REFERENCIAS
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del Deporte, 6, 99-107.

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De la Vega, R. (2003) La importancia del entrenamiento de la concentración en el fútbol base: una perspectiva aplica-
da. Cuadernos de Psicología del Deporte, 3 (2), 67-82.
Díaz, J. y Rodríguez, G. (2005) Intervención psicológica mediante rutinas de atención y concentración en un equipo
de voleibol para mejorar la efectividad colectiva del saque. Cuadernos de Psicología del Deporte, 5(1 y 2), 219-
230.
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Ficha 1.
Intervención en deporte individual
Las modalidades de saltos de atletismo integran el denominado grupo de “deportes de fuerza rápida”. En estos de-
portes la reactividad explosiva constituye la herramienta fundamental, y para lograr ese tipo de reacciones se requiere
la expresión de todo el potencial energético y motriz en una muy reducida unidad de tiempo. Se trata de entregar to-
do, en apenas un instante.
Cuando un saltador de altura realiza la carrera de impulso y se acerca a la varilla, debe hacerlo con un grado óptimo
de activación y de tensión muscular: si avanza demasiado excitado y con un tono muscular excesivo, robará energías
al movimiento determinante posterior que contiene la clave de la acción. En tal movimiento de despegue se ha de
convertir la velocidad horizontal en vertical, con ayuda sincronizada de cada músculo del cuerpo. De alguna mane-
ra, todos los grupos musculares han de participar en ese acto complejo, intenso, preciso e instantáneo.
Si avanzara con una activación y un tono muscular insuficientes derivados de una baja motivación o de otro factor
de naturaleza subjetiva, no lograría reclutar toda la energía necesaria en el momento del despegue para mover con la
rapidez y la fuerza necesarias su estructura corporal. Sin dudas, derribaría la varilla.
Además de lograr un óptimo nivel de activación, es obvio que el deportista necesita desarrollar un foco de excita-
ción poderoso en la zona cortical relacionada con la expresión de ese conjunto complejo de movimientos, y que tal
foco se haga rodear de lo que se denomina un “campo de inducción negativa” que lo defienda de interferencias, fe-
nómeno al que suele denominársele “concentración de la atención”.
Un jugador de baloncesto, por ejemplo, no necesita de tal concentración (a excepción, tal vez, del acto de cobrar ti-
ros libres) sino de la capacidad para distribuir la atención entre muchos elementos del contexto, que no son predeci-
bles ni invariantes, como ocurre en el salto de altura. Por el contrario, resultan inesperados, impredecibles y no
pueden ser controlados por el deportista al depender de la iniciativa y las decisiones de otras personas. De tal mane-
ra, la evaluación del proceso de la atención tiene que resultar diferente.
Siguiendo el caso de los saltadores, luego de determinar qué es la concentración la modalidad de la atención que se
involucra en el análisis del producto de la actividad, se procede a estudiarla a nivel de laboratorio, para determinar
las potencialidades en condiciones controladas para la comparación intra e interindividual. Se utilizan para ello dos
procederes: test de concentración de Tolousse Pierron y el test de Anillos.
El primero, cuya duración es de un minuto de trabajo, se utiliza de manera preferente cuando el tiempo de acción
deportiva determinante es breve, como en el caso de los saltos, las carreras y los lanzamientos. En deportes de com-
bate, en que también se necesita de la concentración pero en un intervalo mayor de tiempo, suele utilizarse el test de
los Anillos cuya duración es de cinco minutos. Algunos psicólogos analizan los índices de eficiencia y productividad
de la atención por minuto de trabajo, teniendo en cuenta las semejanzas con los asaltos de los combates. Se han en-
contrado semejanzas significativas en el comportamiento de la atención frente el test de Anillos y los asaltos que com-
ponen un combate.
Haciendo uso de las normas o de los intervalos creados a partir de la media más/menos una desviación standard res-
pecto a la eficiencia y la productividad de la atención, se evalúa la atención del atleta y se compara con la de otros
compañeros de equipo y con la del mismo deportista en otros momentos de la preparación, asumiéndose que mejora-
rán estos indicadores en la medida que avance la preparación y se acerque la competencia fundamental.
Luego de este registro, se procede a evaluar la atención en la actividad deportiva mediante una prueba de terreno.
Es necesario diseñar este tipo de pruebas a partir del conocimiento profundo de la actividad deportiva y del deportis-
ta, y luego someterla a un proceso de validación que permita afirmar que la prueba mide el proceso que pretende. Se
trata del aspecto más difícil, teniendo en cuenta la múltiple imbricación del proceso de la atención en un medio tan
poco controlable como la actividad deportiva en el propio terreno.
González, L.G. (2001) realiza una prueba de terreno para estudiar la concentración de la atención en saltadores de-
portivos. La prueba toma como indicadores:
1) el tiempo medio que invierte el deportista desde que se dispone a aislarse en público hasta que inicia la carrera de
impulso (incluyendo los pasos de transición),

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2) la variabilidad de ese tiempo (coeficiente de variación);


3) los cumplimientos y alteraciones del ritual de concentración, teniendo en cuenta observaciones anteriores acumu-
ladas acerca del mismo, y
4) las observaciones que realiza el psicólogo relacionadas con el comportamiento del deportista durante los saltos y lo
ocurrido en el contexto deportivo.
En este sentido se hace un uso combinado del paradigma cuantitativo y del cualitativo, que permite una evaluación
bien rica del proceso de la atención.
Se abre el cronómetro cuando el deportista se coloca en posición de concentración, la cual se determina a partir de
múltiples observaciones y de entrevistas con el deportista. De ella debe surgir un acuerdo respecto al modo en que
procede para lograr el aislamiento en público y para disponerse a realizar la tarea deportiva con máxima disposición
y calidad. En la etapa de determinación individualizada de las cotas del tiempo de concentración de la atención, se
necesita lograr una óptima comunicación atleta-psicólogo, una observación sistematizada y prolongada, sucedida de
entrevistas dirigidas a explorar qué contenidos son reflejados por la conciencia del deportista durante el tiempo que
dedica a prepararse para la acción.
Lo más frecuente es lo siguiente: el deportista se coloca en una posición típica y comienza a tratar de aislarse de estí-
mulos externos irrelevantes para la tarea y de pensamientos distractores. Luego suele realizar un repaso ideomotor
del movimiento, en el que imagina los momentos determinantes de la acción y sus enlaces más importantes. En de-
pendencia de la etapa de la preparación en que se encuentre, el deportista tendrá más o menos clara la imagen verbal
del movimiento y la empleará de manera completa o se centrará en algunos elementos claves o “momentos recto-
res”, según prefiera. Finalmente, el deportista se dispondrá a encontrar el momento preciso para iniciar la acción, a
partir de lo que se denomina un “llamado interno” para el inicio de la misma, una vivencia que integra todos los ele-
mentos que se necesitan para actuar y que aparece en forma de una sensación de “listo” que tiene un marcado carác-
ter subjetivo e individual.
Nótese que en la parte cuantitativa, se registra el tiempo de concentración, el tiempo de salto, el tiempo de carrera
de impulso y el rendimiento obtenido en cada intento. Esto último permite contar también con un criterio acerca del
tiempo de concentración que se asocia a los mejo-
res saltos, lo que complementa la información ob- FIGURA 7
tenida a partir de la media de los tiempos PRUEBA ADECUACIÓN AUTOVALORATIVA DE RENDIMIENTO.
empleados. PROTOCOLO REAL (GONZÁLEZ, L.G., 1998)
La variabilidad del tiempo de concentración de la
atención resulta muy importante. El deportista pue-
de acercarse a un tiempo promedio para las mejo-
res ejecuciones históricas, pero si la oscilación
alrededor de esa media es muy elevada, el psicólo-
go no puede emitir una evaluación buena del pro-
ceso. La elevada variabilidad puede deberse a una
insuficiente autoeficacia, a barreras psicológicas re-
lacionadas con la acción, como temor a la apari-
ción de una lesión, dudas relacionadas con un
fragmento de la acción, etc. Una evaluación de
“bien” en el proceso de la atención significa que se
empleó un tiempo cercano al óptimo individual,
con una variabilidad baja, es decir, que en cada in-
tento realizó un tiempo de concentración parecido,
sin valores extremos que revelen inestabilidad.
Luego se atiende el aspecto cualitativo de la prue-
ba. Por ejemplo, en el caso que se expone en la fi-
gura 7 se registró: “Hizo visualización ayer. Logró
saltar 16.88 m. y refiere haberle ayudado el proce-
dimiento. Sería conveniente repetir la visualización
antes de saltar, sobre todo cuando vaya a realizar
técnica o controles”.

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La observación introduce una variable a tener en cuenta: la realización de un ejercicio de visualización de saltos
mentales perfectos. Todo parece indicar que tal práctica favorece la concentración de la atención del atleta y su pro-
pio rendimiento, según los datos recogidos y el re-
porte del propio deportista, pero resulta FIGURA 8
imprescindible controlar este aspecto para sacar in- RESULTADOS ESPERADOS DE PRUEBA DE TERRENO DE
CONCENTRACIÓN DE LA ATENCIÓN. ÁREA DE SALTOS. EQUIPO
ferencias respecto a la variable estudiada.
NACIONAL DE ATLETISMO (1985-1998)
Dentro de las observaciones se deben considerar
las manifestaciones del ritual de concentración.
Tales manifestaciones son movimientos estereotipa-
dos, como llevarse las manos al rostro, golpear con
fuerza los muslos antes de iniciar la acción, corre-
gir la posición de determinada ropa deportiva, etc.
Tales movimientos forman parte del mencionado ri-
tual y una supresión o alteración de su orden de re-
alización puede tener determinada significación y
arrojar luz acerca del proceso de la atención. Gra-
cias a la entrevista pueden descubrirse las razones
de tales cambios o alteraciones.
En la siguiente figura (fig. 8) aparecen los resultados
esperados de la prueba de concentración de la aten-
ción, inferidos a partir de datos recogidos durante tre-
ce años de trabajo, donde T.C. significa Tiempo de
Concentración promedio, D.S. es la desviación stan-
dard de ese tiempo; T.S. significa Tiempo promedio
de Salto y D.T.S. es su desviación standard.
En la figura 9 se comparan, por medio de ANO-
VA, los resultados del tiempo de concentración y FIGURA 9
su estabilidad por categorías de rendimiento y por ANOVA DE TIEMPO Y ESTABILIDAD DE LA CONCENTRACIÓN POR
CATEGORÍAS DE RENDIMIENTO Y POR MODALIDADES DE SALTOS
modalidades de saltos.
Donde los grupos (G1, G2, G3 y G4) significan:

Categorías de rendimiento:
G1 atletas de nivel mundial y panamericano.
G2 atletas de nivel centroamericano y nacional.

Modalidades:
G1 atletas de salto alto
G2 atletas de salto de longitud.
G3 atletas de triple salto
G4 atletas de pértiga.

Como se puede apreciar, se observan diferencias


significativas en la etapa general para el tiempo de
concentración por categorías de rendimiento y en las
tres etapas por modalidades de saltos. En cuanto a la
estabilidad del tiempo de concentración, las diferen-
cias fueron significativas en las tres etapas, tanto para
las categorías de rendimiento como para las distintas
modalidades de saltos. Lo anterior permite afirmar
que los indicadores de la atención evaluados resul-
tan útiles para el diagnóstico de forma deportiva.

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A partir del contraste de los resultados obtenidos en el laboratorio y en la prueba de terreno, se pueden realizar infe-
rencias útiles acerca del proceso de la atención en cada deportista. Teniendo en cuenta las características de la acti-
vidad deportiva en las modalidades de saltos, se elaboró un programa de intervención para su desarrollo que consiste
en entrenar dos planos jerarquizados de atención, inspirado en estudios clásicos según los cuales el sujeto podrá de-
fender el foco de la atención en la medida en que no pelee contra pensamientos intrusos y realice un tratamiento inte-
ligente de los pensamientos y estímulos considerados “intrusos”. En vez de tratar de alejarlos, debe permitir que
entren en su campo cognitivo pero en un segundo plano de atención, un plano periférico. Al permitir su entrada al
menos de esta manera secundaria, se les priva de su reclamo de atención y por tanto, de parte de su potencial deses-
tabilizador.
El sistema, que se aplicó durante una base de entrenamiento de ocho semanas de duración, constó de tres procedi-
mientos:
1. Ejercicios dirigidos a mantener dos planos jerarquizados de atención.
2. Valoración sistemática de esfuerzos subjetivos durante la actividad.
3. Labor psicopedagógica para orientar los logros a la actividad.
El primer procedimiento consistió en ejercicios dirigidos a mantener dos planos jerarquizados de atención: uno diri-
gido a la ejecución del test de atención concentrada de Tolousse Pieron y otro a atender una información grabada que
contenía mensajes de autocontrol, preguntas personales, etc. El atleta recibió la instrucción de priorizar la eficiencia
en la tarea fundamental sin descuidar la información distractora grabada.
El procedimiento número dos consistió en la valoración del grado de cansancio o agotamiento después de la realiza-
ción de una carga física submáxima, utilizando la escala de Borg. Esto se hizo con el propósito de entrenar la direc-
ción interna de la atención (Nideffer, R., 1976) que resulta favorable en deportes como el atletismo.
El procedimiento número tres consistió en instrucciones y conversaciones con los atletas para que captaran el senti-
do del trabajo que se venía realizando, con el propósito de que aplicaran sus principios fundamentales a la actividad
deportiva.
Después de concluida la etapa de trabajo, entrenadores y atletas valoraron el progreso en los siguientes atributos:
4 Claridad de objetivos de trabajo durante la competencia.
4 Posibilidad de operar con nuevas informaciones técnico tácticas sin perder de vista la estrategia fundamental.
4 Manejo de preocupaciones y pensamientos distractores.
4 Dirección del foco de atención a los aspectos más importantes.
4 Capacidad para priorizar el contenido del pensamiento, favoreciendo aquellos que estimulan y orientan durante las
presiones que establece la competencia.
Los resultados pueden observarse en la siguiente fi- FIGURA 10
COMPARACIÓN DE LOS ÍNDICES DE CORRECCIÓN Y PRODUCTIVIDAD
gura (ver figura 10)
EN EL TEST DE ATENCIÓN CONCENTRADA ANTES Y DESPUÉS DEL EN-
De acuerdo con los resultados, este sistema puede
TRENAMIENTO DE PLANOS JERARQUIZADOS DE ATENCIÓN
utilizarse para favorecer esta estrategia cognitiva.
Por su parte, el estudio de la atención en el terre- CONTROL I CONTROL II T PROB.
(ANTES) (DESPUES)
no brinda al psicólogo un indicador importante de
forma deportiva y le ayuda a comprender la efecti- INDICE DECORRECION .812 .965 -219 .0394

vidad de los recursos de auocontrol del deportista. INDICE DE PRODUCTIVIDAD 223.87 297.73 -4.36 Menor 0.01

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Ficha 2.
Intervención en deportes de equipo
Un segundo tipo de intervención está relacionado con la capacidad para “extraer lo esencial, abstraer lo accesorio y
hacerlo todo en el plazo más breve” (Mahlo, F., 1978) en deportes eminentemente tácticos, en los que las respuestas
correctas dependen de elementos ajenos al control del deportista, como los ataques y las defensas realizadas por con-
trarios y compañeros de equipo durante partidos de deportes colectivos. En una suerte de combinación de concentra-
ción y distribución, esta modalidad de la atención está en la base de lo que en Psicología del deporte se conoce como
“percepción táctica significativa”.
Según Mahlo (o.c.), existen dos determinantes de la percepción táctica significativa: el nivel de conocimientos teóri-
co-tácticos del deporte y la experiencia deportiva activa. En la medida en que ambos determinantes crecen, mejorará
la mencionada percepción. En un estudio realizado en el deporte de voleibol (González, L.G., 1978), se confirmó la
existencia de un tercer determinante de la percepción táctica significativa: las orientaciones que brinda el entrenador
previas al juego.
El entrenamiento se basa en la realización de un examen de conocimientos de las variantes ofensivas y defensivas
que el deportista debe conocer, proceso que culmina con la superación de las dudas que al respecto existan en cada
deportista. Es necesario partir de la certeza de que cada miembro del equipo posee un dominio lo más amplio posi-
ble de tales variantes.
Luego se elaboran diapositivas de situaciones tácticas de juego que se presentan al deportista bajo la orientación de
responder dos preguntas en cada una de ellas: “¿Qué está ocurriendo en esta diapositiva desde el punto de vista ofen-
sivo o defensivo?” Y “¿qué solución técnico-táctica se debe emitir frente a esa situación?”
Luego se presenta al deportista nuevos grupos de diapositivas en situaciones progresivas de déficit de tiempo. Se
parte del tiempo utilizado por Mahlo (o.c.) en sus trabajos (tres segundos de exposición) y luego se reduce gradual-
mente el mencionado tiempo en nuevas series de veinticinco diapositivas técnico-tácticas, con el propósito de que el
deportista se entrene en extraer lo esencial y abstraer lo accesorio, realizando ese proceso bajo presión de tiempo.
Las reducciones pueden realizarse sobre la base de dos décimas de segundo, hasta que el deportista se declare inca-
paz de procesar la información en determinado tiempo mínimo.
Aún así, se deberá estimular a que acepte el reto y trate de dirigir la atención hacia las señales relevantes para la
emisión de una solución mental, mientras realiza una abstracción de otras que pueden estar alejadas del criterio téc-
nico-táctico que permita solucionar el problema que se le presenta.
Es obvio que la atención no consiste en un proceso en sí mismo, únicamente energético. La atención está indisolu-
blemente relacionada con determinados contenidos, que puedan resultar más o menos motivadores o para los cuales
los sujetos se encuentren mejor o peor preparados. El entrenamiento de la atención para la más acertada y oportuna
solución técnico táctica, no puede prescindir de los contenidos concretos de la acción.

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