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UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS

Facultad de Derecho y Ciencias Políticas


Escuela Profesional de Derecho
Dirección Universitaria de Educación a Distancia
ACTIVIDAD OBLIGATORIA 2017- I

Carrera Profesional: DERECHO

ASIGNATURA: PRACTICA PROCESAL PENAL

Ciclo : X

SECCIÓN: I

DOCENTE: JUAN HUMBERTO QUIROZ ROSAS

ALUMNO: FLORES RODRIGUEZ ALEX CÓDIGO: 2012300907

UDED: BAGUA
I.CONOCIMENTO:

I.I Describa usted cuales son las principales dimensiones sostenidas


respecto al debido proceso en la aplicación de medidas cautelares en el
Perú, usando como referencia la doctrina jurisprudencial de la Corte
Suprema y del Tribunal Constitucional. Desarrolle cada una de ellas y cite 2
ejemplos lógicos, 2 ejemplos proporcionales y 2 ejemplos congruentes.

l. l.- Dimensiones del debido proceso en la medida cautelar

Realizando un análisis “El debido proceso tiene por función asegurar los derechos
fundamentales consagrados en la Constitución Política del Estado, dando a toda
persona la posibilidad de recurrir a la justicia para obtener la tutela jurisdiccional
de los derechos individuales a través de un procedimiento legal en el que se dé
oportunidad razonable. El debido proceso en la Jurisprudencia del Poder Judicial
oído, de ejercer el derecho de defensa, de producir prueba y de obtener una
sentencia que decida la causa dentro de un plazo preestablecido en la ley
procesal.
“El derecho a un debido proceso supone desde su dimensión formal la
observancia rigurosa por todos los que intervienen en un proceso, de las normas,
de los principios y de las garantías que regulan el proceso como instrumento de
tutela de derechos subjetivos, cautelando sobre todo el ejercicio absoluto del
derecho de defensa de las partes en litigio. Desde su dimensión sustantiva se le
concibe cuando la decisión judicial observa los principios de razonabilidad y
proporcionalidad”. En ese sentido, el derecho al debido proceso, en su dimensión
formal, está referido a las garantías procesales que dan eficacia a los derechos
fundamentales de los litigantes mientras que, en su dimensión sustantiva, protege
a las partes del proceso frente a leyes y actos arbitrarios de cualquier autoridad,
funcionario o persona particular pues, en definitiva, la justicia procura que no
existan zonas intangibles a la arbitrariedad, para lo cual el debido proceso debe
ser concebido desde su doble dimensión: formal y sustantiva.
El debido proceso es un derecho humano abierto de naturaleza procesal y
alcances generales, que busca resolver de forma justa las controversias que se
presentan ante las autoridades judiciales. Se considera un derecho “continente”
pues comprende una serie de garantías formales y materiales. Como tal, carece
de un ámbito constitucionalmente protegido de manera autónoma, de modo que
su lesión se produce cuando se afecta cualquiera de los derechos que consagra, y
no uno de manera específica. Pero el concepto de debido proceso no se agota en
lo estrictamente judicial, sino que se extiende a otras dimensiones, de modo que
puede hablarse de un debido proceso administrativo, de un debido proceso
corporativo particular, de un debido proceso parlamentario, etc., pues lo que en
esencia asegura el debido proceso es la emisión de una decisión
procedimentalmente correcta con respecto de sus etapas y plazos, y sobre todo,
que se haga justicia.
El debido proceso puede descomponerse en debido proceso formal o adjetivo, el
cual alude al trámite y procedimiento utilizado para dictar una sentencia; y en
debido proceso sustantivo o material, el cual cuestiona directamente el fondo de la
decisión, cualquiera sea la materia que en su seno se pueda dirimir.

Ejemplo 01

Veamos, qué diría ese hipotético asistente judicial práctico si le anunciamos que
nuestro patrocinado no va a prestar declaración instructiva, que va a guardar
silencio. Probablemente se salga de sus casillas y nos diga: muy molesto: “¿para
qué cree, entonces, que ha sido citado?”. Es posible que apenas nos descuidemos
susurre al imputado: “tu defensor ignora las reglas básicas del proceso, sus
consejos te arruinarán”. Apréciese como esta rústica mente no alcanza a
comprender que lo que está en juego es el ejercicio de un derecho fundamental,
cubierto por el paraguas del debido proceso, previsto en los Tratados
Internacionales de Derechos Humanos y hasta en nuestra Ley de Hábeas Corpus
y Amparo, toda vez que nadie puede ser compelido a declarar en causa penal
contra sí mismo o sus familiares o reconocer responsabilidad.
Un empírico, secretario o magistrado, ante un caso como el referido creerá que la
solución reside en el artículo 127 del C. de PP, ya no en su versión primitiva que
consignaba la oración amenazadora. ”El Juez le manifestará (al inculpado) que su
silencio puede ser tomado como indicio de culpabilidad”, sino modificada por Ley
27834; de manera tal que insistirá en preguntar y repreguntar al reo, dejando
constancia en acta el silencio que guarda ante cada interrogante. Imaginémonos
qué impresión producirá en el órgano encargado de juzgar y fallar el acta
levantada por el juez instructor donde figura que frente a la larga lista de preguntas
el procesado responde callando. Queda claro, en consecuencia, que ni siquiera la
modificación del artículo 127, propio de un esquema mixto, predominantemente
inquisitivo, esto es, autoritario, ha dado en el clavo, ya que eliminar la explícita
referencia al silencio como indicio de culpabilidad no es suficiente si se mantiene
lo demás del texto de la norma. Una auténtica solución al problema exigiría seguir
las disposiciones del CPP 91 (artículo 121. Versiones de 1995 y 1997, artículo 68),
que al respecto enseñan que es derecho de todo imputado abstenerse de declarar
y que hacerlo saber es obligación de toda autoridad que lo someta a investigación
o proceso.

Para que se vea que este asunto de las declaraciones o del silencio del imputado
puede complicarse bastante más, traigo a colación el caso de un sujeto que sin
estar comprendido en una instrucción es mencionado como coautor por quien si lo
está, motivando que el Juez de la causa lo cite para rendir testimonial. ¿Cómo
debe proceder el Juez? ¿Será correcto qué examine al sujeto bajo las
formalidades del testimonio, es decir, previo juramento y sin advertirle que las
preguntas girarán en torno a un hecho que lo involucra?. ¿Puede admitirse que el
citado concurra asistido por un defensor, si es común afirmar en el foro que un
testigo, por ser ajeno a la causa, no tiene necesidad de patrocinador? ¿Qué
hacer?. Aquí el trámite no nos dice nada, sólo una visión democrática y por ello
constitucional del derecho penal aporta la irrefutable respuesta: Encartado o no,
sujeto a proceso formal o no, a nadie se lo puede interrogar sobre cargos
criminales que pesan en su contra sin advertirle de tal situación y su consiguiente
derecho a guardar silencio. Respetar esta exigencia, propia de sistemas que se
rigen por los estándares mínimos del debido proceso no es una muestra de
debilidad frente al delito y los delincuentes, sino un acto de consecuencia con el
principio de la presunción de inocencia, tanto más urgente de proteger en épocas
como las de hogaño, en las cuales la siniestra “colaboración eficaz” hace de falsos
arrepentidos agentes estelares de la delación al servicio del Estado y sus
regímenes de turno.

Según queda dicho los problemas procesales penales no se resuelven a través de


los trámites sino gracias a un abordaje constitucional de los mismos. Esto es así
porque atender un conflicto nacido del delito no es igual a seguir la secuencia
administrativa que permite agenciarse una licencia municipal de funcionamiento.
De por medio existen pretensiones tremendamente complejas, una, la punitiva, la
del Fiscal que en su momento podrá plasmarse bajo la forma de acusación, y,
otra, la del imputado y su defensor, encarrilada a resistirse ante la primera para
evitar que el derecho fundamental a la libertad sea afectado o lograr que su lesión
sea mínima. Dos pretensiones irreconciliables, en conflicto, que sólo un tercero
neutral e imparcial resuelva mediante un fallo de condena o absolución, en el
marco de un juicio público y oral.

Ejemplo 2

Problemática procesal penal a resolver es el alusivo a la defensa de los ausentes.


Según el artículo 205 del C. de PP, es el Juez quien designa al defensor de oficio
de estos procesados. Muy bien, preguntémonos qué ocurriría si luego de la
nominación judicial se persona a instancia un abogado de elección, privado, para
ocuparse de la defensa del ausente. El magistrado empírico, encadenado por el
trámite, argüirá que este letrado no puede intervenir en la causa porque ya actúa
el de oficio, designado por su despacho. ¿Qué abogado excluye al otro?. ¿Debe
quedar en el procedimiento el de oficio o el de elección? Si nos atenemos a la
previsión rituaria diríamos, con el empírico, que el de oficio, pero si adoptamos una
postura constitucional no habrá duda que el abogado de elección es a quien
corresponde intervenir excluyentemente. A nadie puede ocurrírsele, a riesgo de
incurrir en burdo error, interpretar el inciso 14 del artículo 139 de la Constitución,
referido al principio de no ser privado del derecho de defensa en ningún estado del
proceso, como una norma que contrapone la defensa de oficio a la defensa de
elección y no en su cabal sentido complementario cuando falta la segunda.

Tratándose del derecho a la defensa, interesa preguntarse también por qué los
operadores oficiales de la justicia tienden a impedir el acceso del imputado o su
defensor a los actuados de la investigación; situación que encuentra prototípica
evidencia en la cerrada negativa a facilitar el expediente en tanto el inculpado no
haya rendido instructiva. El argumento que dice que con ello se aseguran los fines
del proceso y se evita la elaboración de coartadas, es de una cepa autoritaria que
no admite excusa. Si lo que se busca es convertir la declaración instructiva en una
manifestación no de descargo sino en la oportunidad para una celada que haga
fluir las contradicciones del imputado, entonces habremos hecho del secreto ilegal
de los actuados la herramienta más siniestra para perseguir el delito a cualquier
costo y habremos reducido la defensa técnica al papel de comparsa del abuso.
Parece increíble que a estas alturas de la evolución procesal el secreto de la
Inquisición tenga tantos encendidos seguidores. Esto no debe llamarnos la
atención pues en este campo hasta el Tribunal Constitucional ha errado. Basta
leer su sentencia, publicada el 21 de Julio de 2002 en El Peruano que dice:

“Sobre la aplicación del artículo 73 del C. de PP., dicho artículo tiene por objeto
evitar que cualquier persona que no tenga relación con el proceso tome
conocimiento de los hechos allí investigados e interfiera con el desarrollo de la
instrucción, no siendo aplicable tal reserva al inculpado, para permitirle ejercer su
derecho de defensa, siempre que previamente éste haya rendido su declaración
instructiva…”

Ejemplo 3

Por ejemplo, que el imputado, desatiende las citaciones de la investigación


preliminar, deja intempestivamente su domicilio, viaja de improviso al interior del
país o extranjero, que abandona sin justificación su trabajo. Otro tanto ocurrirá si
se establece que ha amenazado o corrompido a los testigos o busca alterar o
destruir las fuentes de prueba. En estos supuestos de peligro de fuga o
entorpecimiento de la actividad probatoria, a que se refiere el artículo 135 del
CPP, es que el Juez puede despachar un mandato de detención preventiva o
procesal no en calidad de condena anticipada, sino de medida instrumental
dirigida a salvar los fines inmediatos y mediatos del proceso.

No se trata, según se ve, de llenar las cárceles para que alguien aumente su fama
de Juez “severo” o inflexible, que aspira ver reflejada en las páginas de un
periódico, sino de regirse puntualmente por los siempre justos criterios de
razonabilidad y proporcionalidad contemplados en el artículo 200 de la
Constitución, cuando haya que limitar o restringir derechos fundamentales, como
la libertad del procesado. Hacer lo contrario es enormemente grave y bien podría
ser calificado de secuestro.

No entender que las medidas cautelares, de coerción, en especial las personales,


se rigen por la libertad como regla y la detención como excepción, es una de las
más notables desgracias que exhibe el servicio de justicia penal. Cuando el
operador olvida que la detención es el último recurso y que los fines del proceso
pueden ser bien servidos mediante la adopción de otras medidas cautelares como
la comparecencia, simple o con restricciones complementarias (artículo 143 del
CPP), entonces muy poco nos habremos alejado de la barbarie procesal penal.

Ejemplo 4

Dos manifestaciones claras del absurdo en que caemos los abogados


teorizadores cuando tratamos de explicar la penosa situación del servicio de
justicia penal, descuidando apreciar las auténticas raíces de su crisis, así como del
colapso de sus procedimientos y el desborde abusivo del ejercicio del poder
punitivo del Estado, mediante la imposición y ejecución de las medidas coercitivas
o cautelares personales; los tenemos; uno, en el llamado “Proyecto del Plan
Nacional de Tratamiento Penitenciario (2003)” , en el cual, a lo largo de más de
cien páginas y una serie de cuadros estadísticos, se plantean algunas medidas
para afrontar el drama de las cárceles, su espina más urticante, la sobrepoblación;
pero sin dedicar una línea a lo realmente elemental y, por ello, muy importante,
esto es, al perfil del interno, de la persona privada de libertad, sobre todo, del
procesado detenido.

I.I.I DEFINA EN BASE A UN CRITERIO TÉCNICO ¿CUÁL ES EL


TRATAMIENTO VIGENTE A LA INSTITUCIÓN JURÍDICA DEL PRINCIPIO DE
PRESUNCIÓN DE INOCENCIA EN EL SUPUESTO DE INTERDICCIÓN DE LA
ARBITRARIEDAD FISCAL? TOMANDO COMO REFERENCIA: STC/ HC N°
6167-2005, STC/HC N°3960-2005, STC/HC N°5570-2007. SEÑALE Y
DESARROLLE CADA UNA DE LAS NORMAS, JURISPRUDENCIAS, CASOS Y
OTROS ME EXP. N.° 3960-2005-PHC/TC

Frente a lo expuesto, el Tribunal Constitucional resolvió señalando que los actos


del Ministerio Público, en base al principio de presunción de inocencia, no inciden
en el derecho a la libertad individual de los ciudadanos, toda vez que dicha entidad
no se encuentra investida de la potestad para poder dictar medidas coercitivas
como la comparencia o la detención privativa, las cuales, más bien, son propias de
la actividad jurisdiccional [Cfr. STC Exp. N.° 6167-2005-HC/TC, caso Cantuarias
Salaverry, fundamento 36]. Asimismo, indicó que en reiterada jurisprudencia, ha
señalado que “las actuaciones del Ministerio Público son postulatorias y en ningún
caso decisorias sobre lo que la judicatura resuelva” (Cfr. Exp. Nº 3960-2005-
PHC/TC, Exp. Nº 5570-2007-PHC/TC).

Desarrollo del Exp. N.° 6167-2005-HC/TC

Petitorio:
-Se declare la insubsistencia de la denuncia fiscal de fecha 10 de mayo de 2005
formalizada ante el Poder Judicial por el fiscal demandado contra el señor
Fernando Cantuarias Salaverry.

-Se ordene notificar al Juez Penal de Lima para que asuma la calificación de la
denuncia fiscal, y disponga su devolución a la Trigésimo Octava Fiscalía Penal de
Lima, de modo que sea remitida a la Fiscalía Decana correspondiente a fin de que
ésta disponga que la denuncia sea calificada por otro fiscal.

Sobre el hecho analizar.


Respecto a las condiciones de procedibilidad de la presente demanda de hábeas
corpus, corresponde señalar que, en el caso, el cuestionamiento de la
investigación fiscal de fecha 10 de mayo de 2005 formalizada ante el Poder
Judicial en contra del recurrente, hace necesario que este Colegiado, como
cuestión previa, efectúe un análisis de los supuestos de excepción que habiliten la
intervención de la jurisdicción ordinaria en un proceso arbitral. Ello con el objeto de
que pueda proyectarse una interpretación que sirva como doctrina jurisprudencial
constitucional para posteriores casos, ya sea tanto a nivel de la justicia ordinaria
como de la justicia constitucional especializada.

FUNDAMENTOS:

 según la constitución, todo acto u omisión que vulnere o amenace la


libertad personal o algún derecho conexo amerita la presentación de
una demanda de hábeas corpus por quien se sienta afectado (artículo
200°, inciso 1). tal como lo prescribe el código procesal constitucional,
se considera como derecho conexo a la libertad personal el referido a
la tutela procesal efectiva (artículo 4°).
 Por tal razón, es pertinente que se plantee la presente demanda de hábeas
corpus sobre la base de una supuesta vulneración del derecho fundamental
a la tutela procesal efectiva del demandante, por lo que este Colegiado se
encuentra habilitado para responder a las inquietudes formuladas sobre la
base de un análisis constitucional estricto y pro homine de la denuncia fiscal
cuestionada.

 Al respecto, la jurisprudencia constitucional, en tanto doctrina sobre las


interpretaciones de los derechos fundamentales previstas en la Constitución
o en la ley, vincula a todos los jueces en los fundamentos relevantes que
han incidido en la solución del conflicto de derechos (ratio decidendi). Más,
la identificación del ámbito de vinculación es competencia del juez que va a
aplicar la jurisprudencia vinculante en los términos en que lo hace el
referido artículo VI del Código Procesal Constitucional. Ello configura una
institución constitucional-procesal autónoma, con características y efectos
jurídicos distinguibles del precedente vinculante, con el que mantiene una
diferencia de grado.

Conclusión y se declara el improcedente el Hábeas Corpus:

Como ha sido dicho anteriormente, dado que el fiscal no tiene la facultad de


dictar medidas restrictivas de la libertad o derechos conexos, en principio
no se configuraría una amenaza cierta e inminente de algún derecho
tutelable por el hábeas corpus. No obstante, es preciso tomar en
consideración que si bien la denuncia fiscal no vincula al juez –el mismo
que sólo abrirá instrucción si considera que de la denuncia fluyen indicios
suficientes o elementos de juicio que razonablemente revelen la existencia
de un delito–, en cambio, sí constituye un importante indicativo para el juez,
el cual podría ser inducido a error sobre la base de una denuncia
abiertamente arbitraria, orientada a conseguir que el presunto autor del
hecho delictivo sea procesado.
Este Colegiado no considera que esta situación se haya configurado en el
caso de autos, toda vez que la denuncia formalizada ante el juez penal ha
sido construida sobre la base de las investigaciones efectuadas por el fiscal
y los documentos proporcionados por Algamarca. No obstante, surge un
cuestionamiento en torno al hecho de que no se haya contado con la
declaración indagatoria del investigado. Esta resultaría ser una observación
válida si el procedimiento de investigación fiscal se hubiera llevado “a
escondidas” como se sugiere en la demanda; sin embargo, este calificativo
no se condice con el hecho de que el señor Cantuarias Salaverry fue
debidamente notificado (al menos en una oportunidad) del procedimiento de
investigación fiscal que se le seguía.

El recurrente, por tanto, tuvo oportunidad de apersonarse al


procedimiento de investigación fiscal y lo hizo a través de su abogado,
el mismo que presentó escritos e incluso solicitó que se actuaran
diversos medios probatorios. Respecto de esta solicitud, el fiscal no
llevó a cabo la actuación de todos los medios probatorios solicitados
por el demandante; no obstante, atendió a su pedido en el extremo en
el que solicitó se recabara la declaración indagatoria de los otros dos
miembros del tribunal arbitral. Finalmente, esta diligencia no se llevó a
cabo porque ambos árbitros solicitaron una reprogramación, lo cual
no tuvo lugar pues el fiscal no realizó una nueva citación.
En cuanto a la denuncia fiscal, esta se ajusta a lo dispuesto por el
artículo 94º de la Ley Orgánica del Ministerio Público, según el cual, si
el fiscal estima procedente formalizar denuncia ante el juez penal “(...)
expondrá los hechos de que tiene conocimiento, el delito que tipifican
y la pena con que se sanciona, según ley; la prueba con que cuenta y
la que ofrece actuar o que espera conseguir y ofrecer oportunamente.”

Partiendo de las consideraciones que han sido previamente expuestas, este


Colegiado no considera que el recurrente se encuentre frente a una
amenaza cierta e inminente de su derecho a la libertad individual o algún
derecho conexo, puesto que no se ha producido la formalización de una
denuncia manifiestamente arbitraria, orientada a inducir a error al juez a fin
de que dé inicio a un proceso penal en contra del investigado.

Desarrollo del Exp. Nº 3960-2005-PHC/TC

Conforme a los hechos y petitorio.


Del contenido de la demanda, recurso de apelación y del propio recurso de
agravio constitucional, se advierte que, pese a individualizarse como petitorio el
cese de las citaciones consideradas injustificadas, el sustento de la demanda
radica en que la fiscalía emplazada, al haber emitido el dictamen cuestionado,
estaría “interfiriendo con la autonomía del órgano jurisdiccional, habida
cuenta que, por los mismos hechos ya se investiga en el Poder Judicial. Pues,
éste, no podría avocarse ante causas pendientes.

Al respecto, este Tribunal advierte que el recurrente cuestiona, de forma implícita,


el dictamen fiscal que resuelve la apertura de investigación preliminar en su
contra, por cuanto supone una presunta identidad con respecto al proceso penal
tramitado ante el Primer Juzgado Penal de Huancayo, Expediente N.° 2004-356.
Al respecto, es preciso señalar, tal como este Colegiado lo hiciera en la sentencia
Exp. 2050-2002-AA/TC que: “[E]l derecho a no ser enjuiciado dos veces por el
mismo hecho, esto es, el principio ne bis in ídem‘procesal’, significa que «nadie
pueda ser juzgado dos veces por los mismos hechos», es decir, que un mismo
hecho no pueda ser objeto de dos procesos distintos o, si se quiere, que se inicien
dos procesos con el mismo objeto”.

CONCLUSIÓN:
Este Tribunal considera necesario señalar que el Ministerio Público es
titular del ejercicio público de la acción penal en los delitos y tiene el deber
de la carga de la prueba, asumiendo la conducción de la investigación
desde su inicio, para lo cual, previo estudio de los hechos, determinará si la
conducta incriminada es delictuosa; es decir, si hay razones atendibles
sobre la comisión de hechos constitutivos de un delito, para luego
determinar y acreditar la responsabilidad o inocencia del imputado; de
ocurrir la primera, calificará su procedencia formalizando la correspondiente
denuncia penal; en caso contrario, archivará la denuncia. Sin embargo, en
caso de no reunir la prueba suficiente sobre la constitución del hecho
delictuoso o la del presunto infractor, dispondrá la realización de una
investigación preliminar para reunir la prueba que considere necesaria; para
tal efecto, practicará u ordenará practicar los actos de investigación que
correspondan, así como las demás diligencias pertinentes. Con esta
finalidad conduce y controla jurídicamente los actos de investigación que
realiza la Policía Nacional.

De acuerdo con lo señalado, la función del Ministerio Público es requiriente;


es decir, postulante y, en ningún caso, decisoria ni sancionatoria, habida
cuenta que no tiene facultades coactivas ni de decisión directa para la
apertura de instrucción penal; por lo tanto, su accionar, conforme al
ordenamiento legal, no comporta amenaza o violación a la libertad personal
ni a sus derechos conexos.

II. COMPRENSION

II.I Realice usted un cuadro sinóptico explicando cual es el trayecto procesal


de un imputado por delito de lavado de activos y perdida de dominio-,
tomando como referencia que el imputado fue encontrado en Colombia y el
estado requirente sea el Perú.

LAVADO DE ACTIVOS : LEY 27765

Delito de fuente:
Denuncia

* Investigación preparatoria 8 meses


* Requerimiento de levantamiento de secreto bancario
FISCALIA INVESTIGACION
PRELIMINAR 120 DIAS * Requerimiento de levantamiento de reserva tributaria
* Requerimiento de levantamiento de reserva bursátil
* Juicio oral
* Sentencia

LAVADO DE ACTIVOS Y PÉRDIDA DE DOMINIO:

El delito de “lavado de activos” (LA) es el proceso por el cual se encubre el


verdadero origen ilegal de los fondos generados por actividades ilícitas (por
ejemplo: tráfico ilícito de drogas, financiamiento de terrorismo, contrabando,
piratería, corrupción de funcionarios, etc.)

El objetivo del LA consiste en hacer que los fondos o activos obtenido a través de
actividades ilícitas o ilegales aparezcan como el resultado de actividades legales o
legítimas y así circulen sin problema alguno en el sistema económico-financiero de
un país.

En esta misma línea de lucha contra la criminalidad organizada, el delito de


pérdida de dominio (PP) se sustenta en el principio que los agentes del delito no
tienen derecho real alguno sobre los bienes o activos integrantes de estos
“patrimonios criminales”, y menos aún, el derecho de propiedad, puesto que todo
derecho sólo se adquiere conforme a los mecanismos propios del ordenamiento
jurídico, nunca contraviniéndolos, y menos a través de la comisión de un delito,
que constituye el mayor ataque al ordenamiento jurídico de una Nación.

En consecuencia, privar a los agentes delictivos del producto del delito, no


contraviene derecho fundamental alguno y menos el artículo 70º de la Constitución
Política del Estado, que establece que el derecho de propiedad es inviolable. Por
lo mismo, resulta legítimo privar a los agentes delictivos de estos productos e
instrumentos y medios del delito.

Más aún, en el caso de las organizaciones criminales, la privación de los bienes o


activos vinculadas a éstas, deberá realizarse sin necesidad de determinar que
dichos bienes constituyen efectos, ganancias o instrumentos del delito, puesto que
los “patrimonios criminales”, han sido amasados sin duda alguna, a través de la
comisión de múltiples delitos y los bienes o activos de origen lícito que pudiesen
haber poseído, de todos modos habrán servido para facilitar la comisión del delito
o su impunidad, lo que amerita la afectación correspondiente.

El Decreto Legislativo Nº 1104 perfecciona la Ley de Pérdida de Dominio (PP), la


misma que constituye una herramienta efectiva y de aplicación clara y operativa
para los operadores de justicia, que establece los mecanismos de distribución y
administración de los bienes o fondos recaudados mediante este proceso.

De esta manera, con la vigencia de los Decretos Legislativos 1104 y 1106 se


perfecciona la legislación que sanciona y reprime el delito de Lavado de Activos
para que el Estado cuente con herramientas jurídicas y procesales más eficaces
en su lucha contra la criminalidad organizada sin que ello afecte los derechos
fundamentales de las personas como la presunción de inocencia y el debido
proceso.
LAVADO DE ACTIVOS:

En la reforma legislativa efectuada, se destaca el hecho de que ahora, el Lavado


de Activos constituye un delito autónomo. Hasta hoy, la política existente en la
administración de justicia establecía la necesidad de que exista una actividad
ilícita preexistente comprobada, de la cual se podía colegir el Lavado de Activos.
Sin delito preexistente no había lavado.

No importaba si al funcionario público, al presunto narcotraficante o extorsionador


le encontraban dinero sin origen lícito conocido o justificable. Con esta reforma
legislativa, ahora el lavado de activos (LA) es un delito autónomo por lo que para
su investigación, procesamiento y eventual sentencia condenatoria, no es
necesario que hayan sido descubiertas y sancionadas las actividades criminales
que produjeron el patrimonio sin origen legal conocido.

También ahora se penaliza con cárcel de 8 a 15 años el transporte, traslado,


ingreso o salida por territorio nacional de dinero o títulos valores de origen
ilícito. Esto cubre un vació importante, sobre todo para el narcotráfico o el
financiamiento del terrorismo que traslada el dinero que entra a las zonas
productoras a las grandes ciudades de la costa, por medio de agentes financieros
formales e informales. También esta norma pone bajo los reflectores de la justicia
a las casas de cambio y agencias de viaje que reciben y envían dinero al
extranjero, la gran mayoría no reguladas, que mueven mucho dinero de origen
desconocido y que no rinden cuenta de ello al Estado.

Es destacable que ahora las personas jurídicas que colaboren o encubran el


lavado de dinero serán sancionadas. En el DL 1106 se imponen sanciones que
van desde altas multas (50-300 UIT), hasta su disolución, pasando por clausura de
locales, prohibición de actividades, cancelación de licencias, y otros.

Antes, las empresas comerciales, entidades financieras, casa de cambio, no eran


afectadas institucionalmente al descubrimiento del delito; los responsables eran
los funcionarios, por lo que solo tenían que remplazarlos para seguir adelante.
Cabe mencionar otras penas como aumento de 10 a 20 años la pena por lavado,
si es que el valor involucrado el mayor a 500 UIT, prohibición de actividad de
transferencia de fondos a quien no esté expresamente autorizada, imposibilidad
de gozar de beneficios penitenciarios, entre otras.

Pero junto al endurecimiento de penas y tipificación como delito de actos de


lavado, se han creado herramientas que le darán a la SBS, UIF, Policía Nacional,
Jueces y Fiscales armas efectivas para investigar, detectar y sancionar el lavado
de activos.

Mencionaremos primero la solución que se le ha dado a la poca colaboración de


las entidades financieras en las investigaciones de lavado. Ahora se penaliza con
pena de 2 a 4 años el rehusamiento, retardo y falsedad en el suministro de
información económica, financiera, contable, mercantil o empresarial que le sea
requerida, en el marco de una investigación o juzgamiento por delito de lavado de
activos, o deliberadamente presta la información de modo inexacto o brinda
información falsa.

Se reafirma la obligación de las instituciones bajo supervisión de la SBS para que


mejoren el control de operaciones y que reporten a la UIF (Unidad de Inteligencia
Financiera de la SBS). Se establece que todas las entidades del Estado
colaborarán con la UIF.

Igualmente, se fortalecen las funciones de la UIF: contarán con un cuerpo de


peritos informantes cuyas identidades se mantienen en reserva, quienes acudirán
a las audiencias judiciales para sostener la verificación técnica de los informes
elaborados por sus funcionarios y de los reportes efectuados por el Oficial de
Cumplimiento de las entidades financieras.

Se enfatiza el deber de reserva para todos los que necesariamente conozcan de


las investigaciones. Así, los investigados no cerrarán sus cuentas al ser
indebidamente alertados que están bajo investigación.
Se crea el Registro de Empresas y Personas que efectúan Operaciones
Financieras de Cambio de Moneda, el cual será supervisado por la SBS; se
prohíbe el traslado de efectivo por las fronteras bajo pena de decomiso (lo que se
conoce como dinero transfronterizo); y se enfatiza el deber de información a los
Notarios Públicos y el control que va a tener sobre ellos la UIF, pues es a través
de actos y contratos celebrados ante dichos funcionarios que se pretende legalizar
el dinero ilegalmente obtenido. Por lo mismo, los Notarios están obligados a
efectuar Reportes de Operaciones Sospechosas (ROS) a la UIF, conforme a los
Protocolos que para tal efecto se aprueben.

En el proceso de investigación, se cuenta ahora con la posibilidad de abrir el


secreto bursátil, lo que junto con el levantamiento del secreto bancario, tributario y
de comunicaciones, les da a los organismos de investigación pertinentes armas
efectivas para rastrear patrimonio de procedencia ilícita.

También se crea lo que se llama la Entregas Vigiladas: consiste en fungir de


presuntos usuarios de servicios de lavado, pudiendo así los investigadores
entregar activos para su “blanqueo” a presuntos lavadores, para así probar su
condición de criminal.

PÉRDIDA DE DOMINIO:

En el DL 1104 se hace un mejoramiento de la legislación sobre la. Materia, de esta


manera, se establece que La Pérdida de Dominio es un proceso judicial especial
de carácter real, que recae sobre cualquier bien que constituya objeto,
instrumento, efecto o ganancia de un delito, independientemente de quien los
tenga en su poder o quien los haya adquirido, cuando por cualquier causa, no es
posible iniciar o continuar el proceso penal.

En relación a la primera norma de pérdida de dominio que se aplicaba para


terrorismo, narcotráfico y lavado de activos, por medio del DL 1104 ahora se
amplía la figura actual para aplicarla también a los delitos corrupción, aduaneros,
defraudación tributaria, concusión, peculado, cohecho, tráfico de influencias,
enriquecimiento ilícito, delitos ambientales, minería ilegal y otros delitos y acciones
que generen efectos o ganancias ilegales en agravio del Estado.

Además, con el Decreto Legislativo Nº 1104 se crea la Comisión Nacional de


Bienes Incautados – CONABI, adscrita a la PCM, como único ente estatal
encargado de la recepción, registro, calificación, custodia, seguridad,
conservación, administración, arrendamiento, asignación en uso temporal o
definitiva, disposición y venta en subasta pública, de los instrumentos, efectos y
ganancias generadas por la comisión de delitos en agravio del Estado.

Las principales funciones de la CONABI son: Intervenir o administrar bienes,


asignar en uso oficial, asignar a entidades privadas sin fines de lucro para obras
sociales, subastar bienes fungibles o perecibles o aquellos que su administración
sea muy onerosa o peligrosa, entre otras.

CONCLUSIONES:

Ahora, resumamos qué tenemos por delante. Quien quiera delinquir para hacerse
rico, está debidamente advertido y notificado que el producto de sus ganancias al
ingresar al sistema, será reportado, investigado y perseguido en secreto sin su
conocimiento, con sus secretos financieros y de comunicaciones abiertos, para
que su dinero o bienes sean incautados a él, sus familiares y relacionados. Luego
será juzgado y condenado a una pena de cárcel de 8 a 20 años, sin beneficios
penitenciarios, sólo por no poder probar un origen lícito del patrimonio, aunque la
justicia no pueda sentenciarlo por otra actividad criminal.

Mientras purga cárcel, el patrimonio producto del dinero ilícito, será perseguido,
confiscado y transferido a otros, aunque esté registrado a su nombre o no.

A las personas naturales que creen que en el Perú, lavar dinero ilícito es un buen
negocio, tomen nota que ahora pueden terminar en la cárcel entre 8 a 20 años, sin
posibilidad de beneficios penitenciarios. Las personas jurídicas toman nota que
pueden ser desde multadas a extinguidas si se dedican o toleran la actividad de
lavado de dinero.
II.I.I SEÑALE TEXTOS JURISPRUDENCIA RESPECTO AL PRINCIPIO DE
DOBLE INCRIMINACIÓN Y EXPLIQUE CADA UNO DE ELLOS.

1. PRINCIPIO DE DOBLE INCRIMINACIÓN.

El principio de doble incriminación, en su dimensión efectiva se explica a partir de


que el hecho por el que se solicita la Extradición esté tipificado como delito, tanto
en la legislación del Estado requerido como en la del Estado requirente; en el
momento de su comisión, como en el de solicitud o de entrega; así de esta
manera, si el hecho no es delito en el Estado requirente, no se le podrá entregar
para juzgar o para que cumpla una pena, si no lo es en el Estado requerido, no
obstaculiza la convivencia del mismo.

Entendido de esta forma el principio de doble incriminación, es útil para delimitar si


las conductas son susceptibles de Extradición, en la medida en que se puedan
identificar en un tipo penal, tanto en la legislación del Estado requerido, como en la
del requirente; además que esté incluida entre aquellas que puedan motivar el
procedimiento extradicional; en este sentido, Jiménez de Asúa declaró el principio
de legalidad, nulla traditio sine lege.

La Resolución IV del X Congreso de Derecho Penal Internacional celebrado en


Roma en 1969, sostuvo la necesidad de mantener el principio de doble
incriminación como condición obligatoria para extraditar, sin olvidar el respeto de
determinados derechos fundamentales que se protegen en los Tratados; de esta
forma se impide la detención por las autoridades del Estado requerido, de una
persona que el hecho imputado no esté tipificado según la legislación del lugar
donde se encuentre.

Este principio deja su impronta por ejemplo, en la Sentencia dictada por la


Corte Suprema de Chile, Caso de solicitud de extradición de Alberto
Fujimori artículo I, letra b), del Tratado Multilateral de Extradición de
Montevideo de 1933 que preceptúa: “Cada uno de los Estados signatarios se
obliga a entregar, de acuerdo con las estipulaciones de la presente
Convención, a cualquiera de los otros Estados que los requiera, a los
individuos que se hallen en su territorio y estén acusados o hayan sido
sentenciados, siempre que concurran las circunstancias siguientes: b) Que
el hecho por el cual se reclama la extradición tenga el carácter de delito y
sea punible por las leyes del Estado requirente y por las del Estado
requerido con la pena mínima de un año de privación de libertad.” Este
principio no significa identidad de normas penales, coincido con otros
autores en que es suficiente para identificar el principio que el hecho sea
delictivo y con una penalidad mínima, dispuesta en el Tratado, es decir, el
juicio se hará a partir del relato de los hechos proporcionados por las
autoridades del Estado requirente.

El principio de doble incriminación se ha configurado con una dimensión más


amplia, desde el momento en que se ha reemplazado el sistema de lista cerrada
por el de la pena mínima gravedad, minimis non curat praetor; sistema que
delimita los delitos que pueden ser objeto de Extradición, no circunscribiendo la
entrega a las figuras que exclusivamente tipificaban los Estados en los Tratados
con anterioridad.

Ciertas causas motivaron la concreción actual del principio, entre ellas podemos
citar: la necesidad de actualizar constantemente los Tratados que quedaban
obsoletos por surgir nuevas conductas perseguibles no incluidas en ellos; los
cambios en la legislación penal de los Estados que pueden dar lugar a
delitos incluidos en la lista del Tratado, inexistentes en la legislación de una de
las partes; el problema de la calificación de los hechos por el Estado requerido y
por el Estado requirente; el cambio de calificación en el Estado requirente una
vez hecha la entrega; además del inconveniente de la no equivalencia de los
términos entre los idiomas de las dos partes contratantes. Y agrego además de
las distintas firmas por los Estados de distintos Tratados que regulan cuestiones
de Extradición que incluyen esta modalidad.

II.II Explique usted mediante un cuadro sinóptico cual es el trayecto procesal


de un imputado por delito de tráfico ilícito de drogas (T.I.D).
El delito de tráfico de drogas es un delito común que atenta contra la salud pública
y que es reprimido por la norma penal tanto en la fabricación o tráfico como en la
posesión confines de tráfico.

TRAFICO ILICITO DE
DROGAS

Denuncie o
intervencion

Detencion Preliminar
Prueba de Campo Decomiso Incautacion 15 dias
ampliar 8 mese
investigacion
preparatoria
juicio oral
sentencia

II.II.I Desarrolle y asocie cada una de las garantías legales y constitucionales


para la aplicación de medios de defensa en el estadio preliminar del proceso.

Algunos de estos principios se plasman en la ley o en la Constitución dando origen


a las: Garantías legales y a las Garantías constitucionales, éstas últimas pueden
ser: Individuales, Sociales y Estatales.
Pero otros principios se quedan tan sólo como eso: principios, esperando
convertirse en garantías. Un principio es el fundamento, es la base de
una garantía. Un principio no es una garantía.

Para entender correctamente los efectos de una garantía hay que partir de que no
da igual dónde esté contemplada ésta. Ciertamente conviene distinguir entre dos
distintas ubicaciones de las garantías que, a veces, no se distinguen lo suficiente:

En primer lugar, nos encontramos con las garantías previstas en la ley. Tales
garantías no pueden ser menores ni tener un alcance más reducido que las
garantías previstas en la Constitución, pero sí pueden ser más amplias que éstas.
No pueden ser menores ni estar configuradas con un alcance más reducido,
porque la ley no puede modificar la Constitución, sino que esta prevalece frente a
aquella; con otras palabras: las garantías constitucionales previstas en la
Constitución no están disponibles para el legislador ordinario (14). La ley penal
puede, incluso, guardar absoluto silencio sobre las garantías constitucionales, y
estas seguirán rigiendo con plena intensidad en todo el ámbito de aplicación de la
ley. Pero las garantías previstas en la ley sí pueden ser más amplias, porque una
ley penal puede conceder garantías adicionales, que tendrán el carácter de
legales o de establecidas en la ley, sin perjuicio de que puedan recibir el respaldo
de la Constitución.

Por eso mismo, las garantías adicionales (a las constitucionales) previstas en la


ley, sí pueden ser modificadas o incluso suprimidas por otra ley del mismo rango y
posterior. Así pueden existir ámbitos legales penales con unas garantías
adicionales y otros ámbitos penales en los que no existan tales garantías
adicionales. Asimismo las garantías legales que no coincidan con las
constitucionales pueden ser interpretadas por la jurisdicción ordinaria, y
especialmente por la jurisprudencia del Tribunal Supremo.

Creo que una garantía legal no prevista en la Constitución es la de la


retroactividad favorable. Tengo que matizar que eso es así en virtud de una
doctrina del Tribunal Constitucional español que tradicionalmente ha negado que
tal garantía esté incluida en el artículo 25.1 de la Constitución (15), aunque tal
doctrina podría cambiar, pues siempre ha venido acompañada de votos
particulares.

Pero, ¿qué efectos tienen las garantías legales que suponen una ampliación de
las previstas en la Constitución? Puesto que tales efectos requieren una
explicación algo más extensa, me permito dedicarle el epígrafe que viene a
continuación.

En segundo término, me ocuparé de las garantías constitucionales previstas en


la propia Constitución. Estas se imponen a todos los poderes públicos (artículos
9.1 y 53.1 de la Constitución), lo que conlleva que rigen tanto para el órgano que
dicta las normas penales (legislador) como para el órgano encargado de aplicarlas
(Jueces y Tribunales). No pueden ser modificadas más que en la forma rígida
prevista por la propia Constitución (artículo 166 y ss. de la Constitución). Además,
tales garantías son interpretadas por el Tribunal Constitucional [artículo 161.1 a) y
b) de la Constitución], y esta interpretación es vinculante para todos. Por último, en
la medida en que tales garantías se configuran como un derecho fundamental,
pueden ser protegidas a través del recurso de amparo [artículos 53.2 y 161.1 b) de
la Constitución.

CONCLUSIONES:

La Constitución, lo que es de la Constitución; y a la ley, lo que es de la ley. Pero si


la Constitución asume que en algunos casos la vulneración de la ley penal tiene
excepcionalmente y en virtud del principio de legalidad– relevancia constitucional,
tampoco nos debería extrañar que la Constitución confirme una garantía que en su
origen es exclusivamente legal y que la proteja con el apoyo de mecanismos que
son en rigor constitucionales, igual que los padres resguardan a su hijo recién
nacido con mantas y edredones bien mullidos, o las gallinas en su propio corral
acogen a sus polluelos bajo las alas.

III. APLICACION
III.I En el caso en los que la procesada de lenguaje Shipibo conigua se
encuentre con incidencias de analfabetismo y haya firmado el acta
confirmando la incautación de bienes objeto del delito y no haya tenido la
oportunidad de defensa eficaz indique que principios se vulnerarían,
desarrolle cada uno de ellos y transcriba 2 sentencias relacionadas y señale
y desarrolle cada una de las normas, jurisprudencias, casos y otros
utilizados.

PRINCIPIO DEL DERECHO A LA DEFENSA:

El concepto del debido proceso envuelve comprensivamente el desarrollo


progresivo de prácticamente todos los derechos fundamentales de carácter
procesal o instrumental, como conjuntos de garantías de los derechos de goce
cuyo disfrute satisface inmediatamente las necesidades o intereses del ser
humano, es decir, de los medios tendientes a asegurar su vigencia y eficacia. El
principio del debido proceso, contenido en el artículo 29 de nuestra Carta
Fundamental, o como suele llamársele en doctrina, principio de "bilateridad de la
audiencia" del "debido proceso legal" o "principio de contradicción" y que para una
mayor comprensión se ha sintetizado así:

a) Notificación al interesado del carácter y fines del procedimiento

b) derecho de ser oído, y oportunidad del interesado para presentar los


argumentos y producir las pruebas que entienda pertinentes

c) oportunidad para el administrado de preparar su alegación, lo que incluye


necesariamente el acceso a la información y a los antecedentes administrativos,
vinculados con la cuestión de que se trate

d) derecho del administrado de hacerse representar y asesorar por abogados,


técnicos y otras personas calificadas

e) notificación adecuada de la decisión que dicta la administración y de los motivos


en que ella se funde
f) derecho del interesado de recurrir la decisión dictada. Tomen en cuenta los
recurridos que el derecho de defensa resguardado en el artículo 39 ibídem, no
sólo rige para los procedimientos jurisdiccionales, sino también para cualquier
procedimiento administrativo llevado a cabo por la administración pública; y que
necesariamente debe dársele al accionante si a bien lo tiene, el derecho de ser
asistido por un abogado, con el fin de que ejercite su defensa.

EXP. N.° 3741-2004-AA/TC


LIMA
RAMÓN HERNANDO
SALAZAR YARLENQUE

El derecho de defensa y el derecho de recurrir el acto administrativo

Íntimamente vinculado a lo anterior está el tema del derecho de defensa del


ciudadano frente al ejercicio del poder de sanción de la administración, sobre todo
si se tiene en cuenta que, en el presente caso, se encuentra regulada una
instancia de apelación en el propio procedimiento administrativo, por lo que el
Tribunal estima que, en el caso de autos, el derecho de defensa previsto en el
artículo 139. °, inciso 14), despliega todos sus efectos. Desde luego, el derecho de
recurrir una decisión de la administración no debe confundirse con el derecho al
recurso o con el derecho a una doble instancia administrativa, que, como ya tiene
dicho este Colegiado, no logra configurarse como un derecho constitucional del
administrado, puesto que no es posible imponer a la administración, siempre y en
todos los casos, el establecimiento de una doble instancia como un derecho
fundamental. El derecho de recurrir las decisiones de la administración comporta
la posibilidad material de poderlas enervar, bien en el propio procedimiento
administrativo, cuando la ley haya habilitado un mecanismo bien en todo caso, de
manera amplia y con todas las garantías, ante el Poder Judicial, mediante el
proceso contencioso administrativo o, incluso, a través del propio recurso de
amparo cuando se trate de la afectación de derechos fundamentales.

El derecho de defensa garantiza, entre otras cosas, que una persona sometida a
una investigación, sea esta de orden jurisdiccional o administrativa, y donde se
encuentren en discusión derechos e intereses suyos, tenga la oportunidad de
contradecir y argumentar en defensa de tales derechos e intereses. Se conculca,
por tanto, cuando los titulares de derechos e intereses legítimos se ven
imposibilitados de ejercer los medios legales suficientes para su defensa, o
cuando, como ocurre en el presente caso, se establezcan condiciones para la
presentación de los argumentos de defensa.

Evidentemente, no cualquier imposibilidad de ejercer tale medios legales para la


defensa produce un estado de indefensión reprochable constitucionalmente. Esta
sólo adquiere tal relevancia cuando la indefensión se genera en una indebida
actuación del órgano que investiga o juzga al individuo o cuando, como ocurre en
autos, se establecen condicionamientos al ejercicio mismo del derecho de
defensa. Como lo ha sostenido el Tribunal Constitucional español, criterio que este
Colegiado comparte, esta se produce “(...) únicamente cuando el interesado, de
modo injustificado, ve cerrada la posibilidad de impetrar la protección judicial de
sus derechos e intereses legítimos (...) con el consiguiente perjuicio real y efectivo
para los intereses del afectado (...)” (STC 15/2000), tras la realización de un acto u
omisión imputable al órgano o ente al que se reputa la comisión del agravio.

El derecho de defensa en el ámbito del procedimiento administrativo de sanción se


estatuye como una garantía para la defensa de los derechos que pueden ser
afectados con el ejercicio de las potestades sancionatorias de la administración.
Sus elementos esenciales prevén la posibilidad de recurrir la decisión, ya sea al
interior del propio procedimiento administrativo o a través de las vías judiciales
pertinentes; la posibilidad de presentar pruebas de descargo; la obligación de
parte del órgano administrativo de no imponer mayores obstrucciones para
presentar los alegatos de descargo o contradicción y, desde luego, la garantía de
que los alegatos expuestos o presentados sean debidamente valorados, atendidos
o rebatidos al momento de decidir la situación del administrado.

En el presente caso, el Tribunal estima que también se pone en riesgo este


derecho constitucional cuando la municipalidad emplazada solicita el pago de una
tasa para ejercer el derecho de impugnar una sanción administrativa, como lo es
la determinación de multa en contra del recurrente. En tal sentido resulta
inconstitucional y, por tanto, inaplicable al recurrente la disposición contenida en la
Ordenanza Municipal N.º 084/MDS, que establece el pago de diez nuevos soles
por concepto de recursos impugnativos, correspondiente a la Unidad Orgánica
Oficina de Secretaría General, rubro 1.

La imposición del pago de un derecho por recurrir un acto de la


administración incentiva la arbitrariedad de los actos de poder al momento de
presentar su “expresión de agravios” frente a la decisión del a quo, el recurrente
ha arqüido que “(...) de admitirse como legítima la facultad de la administración
para cobrar un derecho administrativo por recepcionar recursos de impugnación
contra las sanciones que impone, se estaría creando una nueva fuente de
recursos financieros municipales sustentados en la arbitrariedad. En tal caso, ya
no importaría si la multa finalmente será pagada, sino que el solo hecho de
pretender impugnarla habrá de constituir un ingreso para la administración”. Si
bien debe presumirse que toda actuación de los poderes públicos tiene como
marco de referencia la observancia del principio de buena fe y la defensa del
interés general, también debe aceptarse que el razonamiento del recurrente
resulta materialmente plausible. Aun no reconociendo esta posibilidad como real
en el contexto del caso planteado, este Tribunal estima que la presencia de cuotas
o derechos por concepto de impugnación de los propios actos de la
administración, en el mejor de los casos, no incentiva la participación del
ciudadano en el control de los actos del poder público y genera una interferencia
cuestionable para el desarrollo del Estado Social y Democrático de Derecho. En
consecuencia, también desde esta perspectiva, el establecimiento del pago de un
derecho para impugnar una decisión de la administración es atentatorio del
principio constitucional de interdicción de la arbitrariedad en el ejercicio del poder
público y, además, desde una perspectiva más general, estimula comportamientos
contrarios al espíritu que debe inspirar una práctica administrativa democrática.

La distinción entre jurisprudencia y precedente

La incorporación del precedente constitucional vinculante, en los términos en que


precisa el Código Procesal Constitucional, genera por otro lado, la necesidad de
distinguirlo de la jurisprudencia que emite este Tribunal. Las sentencias del
Tribunal Constitucional, dado que constituyen la interpretación de la Constitución
del máximo tribunal jurisdiccional del país, se estatuyen como fuente de derecho y
vinculan a todos los poderes del Estado. Asimismo, conforme lo establece el
artículo VI del Código Procesal Constitucional y la Primera Disposición General de
la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, N. º 28301, los jueces y tribunales
interpretan y aplican las leyes y reglamentos conforme a las disposiciones de la
Constitución y a la interpretación que de ellas realice el Tribunal Constitucional a
través de su jurisprudencia en todo tipo de procesos. La jurisprudencia constituye,
por tanto, la doctrina que desarrolla el Tribunal en los distintos ámbitos del
derecho, a consecuencia de su labor frente a cada caso que va resolviendo.

Por otro lado, con objeto de conferir mayor predecibilidad a la justicia


constitucional, el legislador del Código Procesal Constitucional también ha
introducido la técnica del precedente, en su artículo VII del título preliminar, al
establecer que “Las sentencias del Tribunal Constitucional que adquieren la
autoridad de cosa juzgada constituyen precedente vinculante cuando así lo
exprese la Sentencia, precisando el extremo de su efecto normativo (…)”. De este
modo, si bien tanto la jurisprudencia como el precedente constitucional tienen en
común la característica de su efecto vinculante, en el sentido de que ninguna
autoridad, funcionario o particular puede resistirse a su cumplimiento obligatorio, el
Tribunal, a través del precedente constitucional, ejerce un poder normativo
general, extrayendo una norma a partir de un caso concreto.

HA RESUELTO
Declarar FUNDADA la demanda de amparo; en consecuencia, ordena a que la
Municipalidad Distrital de Surquillo admita a trámite el medio de impugnación
interpuesto por el recurrente contra el acto administrativo que determinó una
sanción de multa, sin exigirle previamente el pago de una tasa por concepto de
impugnación.

EXP. N. ° 2028-2004-HC/TC
AREQUIPA
MARGI EVELING
CLAVO PERALTA

La accionante, con fecha 8 de marzo de 2004, interpone hábeas corpus contra el


Juez del Octavo Juzgado Penal Colectivo con Reos en Cárcel de Arequipa, don
Carlos Mendoza Banda, sosteniendo que es procesada por el delito de terrorismo
(Expediente N° 2181-2003), y que desde el 12 de enero de 2004 ha presentado
recursos ante el Juzgado Penal demandado que no han sido admitidos por
carecer de firma de letrado, hecho que vulnera el derecho constitucional de
defensa, reconocido en el artículo 139°, inciso 14) de la Constitución Política del
Perú. La Constitución Política del Perú, en su artículo 139°, inciso 14), reconoce
el derecho de defensa. El Tribunal Constitucional considera que el principio de no
ser privado del derecho de defensa en ningún estado del proceso, constituye una
de las condiciones indispensables para que un proceso judicial sea realizado con
arreglo al debido proceso.

El ejercicio del derecho de defensa, de especial relevancia en el proceso penal,


tiene una doble dimensión: una material, referida al derecho del imputado de
ejercer su propia defensa desde el mismo instante en que toma conocimiento de
que se le atribuye la comisión de determinado hecho delictivo; y otra formal, lo que
supone el derecho a una defensa técnica, esto es, al asesoramiento y patrocinio
de un abogado defensor durante todo el tiempo que dure el proceso. Ambas
dimensiones del derecho de defensa forman parte del contenido
constitucionalmente protegido del derecho en referencia. En ambos casos, se
garantiza el derecho a no ser postrado a un estado de indefensión.

Al respecto, en casos análogos al de autos, el Tribunal Constitucional ha afirmado


anteriormente (Expediente N.° 1323-2002-HC/TC), que ambas dimensiones del
derecho de defensa pueden ser ejercidas por un abogado que, al mismo tiempo,
es procesado. Para ello, es preciso que el letrado esté debidamente capacitado y
habilitado conforme a ley; y, en particular, que no esté comprendido en ninguno de
los impedimentos previstos en los artículos 285°, 286° y 287° del Texto Único
Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Declarar INFUNDADA la
demanda de hábeas corpus.

IV. ANALISIS

IV.I CONTRASTE USTED LAS DIFERENCIAS TRASCENDENTALES ENTRE LA


COLABORACIÓN EFICAZ Y CONFESIÓN SINCERA, DESARROLLE CADA
UNA DE ELLA. TRANSCRIBA DOS JURISPRUDENCIA DE CADA UNA DE
ELLAS SEÑALE Y DESARROLLE CADA UNA DE LAS NORMAS,
JURISPRUDENCIAS, CASOS Y OTROS MENCIONADOS EN EL PRESENTE
RECURSO.

¿EN QUÉ SE DIFERENCIA LA COLABORACIÓN EFICAZ Y CONFESIÓN


SINCERA?

Como ya se mencionó, con la colaboración eficaz se obtiene información que


permite desarticular una organización criminal. Para ello los colaboradores pueden
aportar información de delitos que no necesariamente han sido cometidos por
ellos, sino por otros miembros de la organización.

En cambio, según Padilla, para que la confesión sea sincera se requiere que el
delincuente admita cuál fue el delito que cometió. Además, esta figura no podrá
ser utilizada cuando se den supuestos de flagrancia, de irrelevancia de la admisión
de los cargos en atención a los elementos probatorios incorporados en el proceso
y cuando el agente tenga la condición de reincidente.

Por ejemplo, si una persona es atrapada en el momento que comete el delito se


encontrará en el supuesto se flagrancia, pues fue encontrada “con las manos en la
masa”, por lo que no podrá utilizar este recurso.

Al respecto, Vladimir Padilla opina que toda confesión debería ser beneficiada,
pues esto promovería que los delincuentes confiesen sus crímenes:

“Es un absurdo que la confesión solo tenga beneficio si es sincera. Es decir, yo no


conozco el caso donde alguien vaya y le diga al fiscal que ha cometido un delito.
Yo creo que todo tipo de confesión debería ser premiada, porque así sabrían que
tienen un beneficio si confiesan“, señala el especialista.

Asimismo, la colaboración eficaz es un procedimiento que se puede dar en


cualquier etapa del proceso e implica negociaciones entre el fiscal y el
colaborador. Al contrario, la confesión sincera sólo se da en la etapa de
investigación.

PROCESO POR COLABORACION EFICAZ: Articulo 472 C.P.P.

Procede para ciertos delitos como terrorismo, tráfico ilícito de drogas, delitos
aduaneros y otros, donde estos delitos hay una criminalidad organizada.es un
derecho penal premial, el cual consiste en que el imputado en este delito
colabora con la justicia para desbaratar la organización criminal, y se le otorga
algunos beneficios al colaborador.

¿Cómo funciona la colaboración eficaz?

La colaboración eficaz es un proceso especial regulado en el Código Procesal


Penal del 2004. Este permite recibir información sobre actos ilícitos a cambio de
un beneficio, como por ejemplo, la reducción o la exoneración de la
pena. Según el penalista Vladimir Padilla, este procedimiento ayuda a combatir la
criminalidad y hacer más eficiente la lucha contra la delincuencia.

Padilla señala que esta figura no es nueva en nuestro país, pues en los años 90
existió el ‘arrepentimiento’, el cual permitía, a quienes cometieron delitos de
terrorismo, rendirse y colaborar en la lucha antisubversiva.

Para que este beneficio pueda ser utilizado, es necesario que el solicitante acepte
al menos uno de los cargos que se le atribuye. El procedimiento de
colaboración no alcanza aquellos cargos que el solicitante no haya admitido.
Además, el beneficiado debe haber abandonado de manera voluntaria la actividad
ilícita y mostrar su disposición de proporcionar información eficaz al juez.

Según el artículo 474 del Código Procesal Penal, los delitos que pueden
estar sujetos a un acuerdo de colaboración son:

a) asociación ilícita, terrorismo, lavado de activos, delitos informáticos, contra la


humanidad, trata de personas y sicariato.
b) para todos los casos de criminalidad organizada previstos en la ley de la
materia.
c) concusión, peculado, corrupción de funcionarios, delitos tributarios, delitos
aduaneros contra la fe pública y el orden migratorio, siempre que el delito sea
cometido en concierto por pluralidad de personas.

¿Quiénes pueden ser colaboradores?

El beneficiario de la colaboración eficaz es toda persona que se encuentre o


no sometido a un proceso penal, así como aquella que ya ha sido condenada.

Además, a raíz de las modificaciones establecidas por el Decreto Legislativo N°


1301, los jefes, cabecillas o dirigentes principales de una organización delictiva
podrán acogerse al beneficio de disminución de pena o suspensión de su
ejecución, cuando su aporte permita identificar a miembros de la organización
con mayor rango jerárquico. La ministra de Justicia, Marisol Pérez Tello, no
descartó que el procesado Martín Belaunde Lossio, ex amigo y asesor del ex
presidente Ollanta Humala y de su esposa Nadine Heredia, se pueda acoger a
este mecanismo

¿Cómo debe ser la información proporcionada?

La información aportada debe permitir evitar la continuidad, permanencia o


consumación de un delito, o disminuir la magnitud o consecuencia de su
ejecución. Así como, neutralizar acciones futuras cuando se está frente a una
organización criminal.

También se debe conocer las circunstancias en que se planificó y ejecutó el delito


o en las que se viene planificando o ejecutando. Además, dicha información debe
permitir identificar a los autores y partícipes de un delito cometido o que está por
cometerse, o a los integrantes de una organización criminal y su funcionamiento,
para así poder desarticularla.

Por último, se debe entregar o averiguar el destino de los instrumentos, efectos,


ganancias y bienes delictivos relacionados con las actividades de la organización
criminal, o indicar las fuentes de financiamiento de dicha organización.

JURISPRUDENCIA DE COLABORACION EFICAZ:

EXP. N.° 00675-2012-PHC/TC


LIMA NORTE
ÓSCAR LIZARDO
BENITES LINARES
Con fecha 31 de mayo de 2011 el recurrente interpone demanda de hábeas
corpus contra los vocales supremos integrantes de la Sala Penal Permanente de
la Corte Suprema de Justicia de la República señores Vásquez Vejarano, Palacios
Villar, Cabanillas Zaldívar, Balcázar Zelada y Lecaros Cornejo, y contra los
vocales superiores integrantes de la Sala Penal Especial de la Corte Superior de
Justicia de Lima señores Villa Bonilla, Barandiarán Dempwolf y Tello de Ñeco,
solicitando que: i) se declare la nulidad de la resolución superior N.º 130, del 12 de
marzo de 2003, expedida por la Sala Penal Especial, que declaró improcedente su
solicitud del beneficio de la exención de la pena por colaboración eficaz en el
proceso seguido en su contra por delito de tráfico ilícito de drogas (Expediente
1835-00), ii) se declare la nulidad de la resolución suprema del 19 de agosto de
2003, expedida por la referida sala suprema, que confirma la resolución superior
en referencia, iii) se examine y evalúe los instrumentos que adjunta a su
demanda, solicitando al efecto copias certificadas de los mismos y iv) se ordene la
anulación de los antecedentes que motivaron el informe N.º 21-05-2002
DIRANDRO-PNP/OINI.UPETIL, el cual fue elaborado el 20 de marzo de 2001,
después de haberse sometido al Decreto Legislativo N.º 824, el 14 de octubre de
2000. Alega la vulneración de sus derechos a la prueba y de defensa.

En el caso de autos se alega que en la sentencia condenatoria de fecha 21 de


febrero de 2008 y la resolución suprema del 18 de marzo de 2009 de fojas 6 y 31,
respectivamente, se establece que el recurrente no es dirigente o jefe de alguna
organización delictiva dedicada al tráfico ilícito de drogas, sino que fue
colaborador; sin embargo al expedirse las resoluciones que desestiman el
otorgamiento del beneficio de exención de la pena por colaboración eficaz de
fechas 12 de marzo de 2003 y 19 de agosto de 2003, respectivamente (fojas 44 y
52), no se ha considerado las calidades establecidas en dichas sentencias; es
decir, que no fue jefe, cabecilla o dirigente y se ha determinado su colaboración
eficaz, por lo que no existe ningún impedimento para que se pueda acoger al
citado beneficio porque reúne la totalidad de los presupuestos exigidos y solicita la
anulación de sus antecedentes que motivaron el informe N.º 21-05-2002
DIRANDRO-PNP/OINI.UPETIL. Al respecto este Tribunal considera que las
resoluciones que desestiman el otorgamiento del citado beneficio no adolecen de
defecto alguno, toda vez que en su oportunidad el órgano jurisdiccional
competente justificó su decisión con el referido informe N.º 21-05-2002
DIRANDRO-PNP/OINI.UPETIL, de fecha 20 de marzo de 2001, donde se informa
que el recurrente al estar registrado como cabecilla o líder de una organización
dedicada al tráfico ilícito de drogas no le corresponde el citado beneficio. Este
Colegiado también precisa que las resoluciones cuestionadas se expidieron en
fechas anteriores a las sentencias de fojas 6 y 31, por lo que obviamente estas
últimas no habían podido ser merituadas por el órgano que desestimó el beneficio.
En consecuencia la demanda debe ser desestimada. Declarar INFUNDADA la
demanda porque no se ha acreditado la vulneración a los derechos a la prueba y
de defensa.

JURISPRUDENCIA DE CONFECION SINCERA:


EXP. N.° 00213-2012-PHC/TC
AREQUIPA
CARLOS EZEQUIEL
CÁRDENAS OSORIO

Al respecto, afirma que la Sala Superior demandada emitió sentencia en su contra


sin considerar ni valorar su confesión sincera, lo que fue confirmado por la Sala
Suprema emplazada. Refiere que se le revocó el beneficio penitenciario sin
computar el tiempo que se encontraba en libertad, pues de acuerdo a un pleno
jurisdiccional existente, en los casos de revocatoria del beneficio penitenciario el
condenado debe cumplir únicamente el tiempo que resta de pena. Agrega que la
Sala Suprema emplazada de manera inconstitucional agravó la pena, que era de
20 años, incrementándola a 35 años de privación de la libertad, ya que a la fecha
de la comisión del ilícito no se encontraba vigente la modificación de la norma que
impone 35 años como pena máxima para el delito.

En cuanto al extremo de la demanda que señala que las cuestionadas


resoluciones judiciales no habrían emitido pronunciamiento en cuanto a la
supuesta confesión sincera que el actor habría vertido al interior del
proceso. El segundo párrafo del artículo 136º del Código de Procedimientos
Penales establece que “[l]a confesión sincera debidamente comprobada puede
ser considerada para rebajar la pena del confeso a límites inferiores al mínimo
legal, salvo que se trate de los delitos de secuestro y extorsión, previstos en los
artículos 152° y 200° del Código Penal, respectivamente, en cuyo caso no opera la
reducción”. Al respecto, este Tribunal ha señalado que el beneficio que conlleva la
confesión sincera constituye una medida facultativa propuesta por el legislador y
que, por lo tanto, su aplicación está sujeta a la discrecionalidad del
juzgador [Cfr. STC 6764-2006-PHC/TC y STC 02555-2010-PHC/TC, entre
otras]. Por consiguiente, este extremo de la demanda debe ser desestimado
ya que conforme a lo anteriormente señalado –a efectos de la
fundamentación de la sentencia condenatoria– no resulta exigible una
motivación en cuanto a la supuesta confesión sincera que el actor habría
efectuado, tanto más si dicho punto no fue materia del recurso de nulidad
interpuesto por el representante del Ministerio Público, y por lo tanto, tampoco lo
fue de la Resolución Suprema que se cuestiona. Declarar INFUNDADA la
demanda de autos por no haberse acreditado la afectación del derecho a la
libertad individual.

CASO:

Aunque en un inicio la defensa de Edwin Luyo mencionó que este se


acogería a la colaboración eficaz, ya se descartó el uso de dicha estrategia,
así como el uso de la confesión sincera. Luyo, uno de los ex presidentes de
los comités de licitación del Metro de Lima, es acusado por los presuntos
delitos de cohecho pasivo propio y lavado de activos, dado a que habría
estado involucrado en el pago de sobornos de la empresa
brasileña Odebrecht para la adjudicación de dicha obra.

IV.II CATEGORICE USTED LOS RECURSOS DE NATURALEZA PREMIAL


SUBSISTENTES EN EL NUESTRO SISTEMA PENAL - ACUSATORIO
GARANTISTA, CITE Y DESARROLLES 4 EJEMPLOS DE CADA UNO DE
ELLOS Y CITE 5 CASOS JURISPRUDENCIALES, EXPLICANDO CADA UNO
DE ELLOS.

Garantías en el nuevo Proceso Penal Peruano

1 Sumario: 1. El garantismo procesal 2. Garantía y eficacia en el proceso penal 3.


Garantías constitucionales en el proceso penal 3.1 Debido Proceso 3.2 Tutela
Judicial Efectiva 3.3 Derecho de Defensa 4. Garantías procesales de la Víctima
Conclusiones

Introducción:

Se ha afirmado que la vigencia del Código Procesal Penal del 2004 ha


implementado un nuevo modelo, el denominado “sistema acusatorio contradictorio
o garantista”, por cuanto establece una serie de garantías aplicables al proceso
penal.

Sin embargo, la afirmación que un sistema procesal es garantista por cuanto


implementa directrices para la tramitación del proceso, es una definición
incompleta de lo que se entiende por garantismo y podría traer una serie de
confusiones.

Como se apreciará a lo largo del presente trabajo, el garantismo procesal es una


corriente filosófica que en resumidas palabras propugna una jerarquía
constitucional, por cuanto no tolera alzamiento alguno contra la norma
fundamental, instaurando una serie de garantías constitucionales que deberán
regir para todos los sometidos al proceso.

También analizaremos la relación entre el garantismo y la eficacia que debe haber


en todo proceso, especialmente en lo penal, donde lo que está en juego es la
libertad de la persona y una serie de derechos fundamentales reconocidos
internacionalmente. Por lo que es fundamental que se entienda la relación de
estos dos conceptos no como contradictorios o excluyentes sino como necesarios
y concurrentes en la configuración de un debido proceso

Finalmente analizaremos la regulación de las garantías implementadas en el


código procesal penal, y contempladas en el título preliminar de la citada norma
procesal, para luego establecer algunas problemáticas que se han surgido en el
proceso de reforma en torno a ciertas garantías constitucionales y cuál debe ser
su correcta interpretación.

Al respecto, cabe mencionar que las garantías constitucionales que tienen


relevancia en el ámbito procesal penal, son las siguientes, pueden acogerse a
diversas clasificaciones; no obstante, siguiendo a San Martín, estas garantías se
pueden clasificar en: garantías procesales genéricas, garantías procesales
específicas y garantías procesales de la víctima.

Dentro de las garantías procesales genéricas se encuentran el debido proceso, el


derecho a la tutela jurisdiccional, el derecho a la presunción de inocencia, y el
derecho de defensa.

A su vez dentro de la garantía de debido proceso podemos ubicar el derecho a un


juez imparcial, el derecho a ser juzgado sin dilaciones indebidas, el Nebis in ídem
procesal, entre otros.

En el presente trabajo, por motivos del espacio requerido para el desarrollo de la


presente ponencia, abordaremos solo tres de las garantías procesales genéricas,
las que son el debido proceso, el derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho
de defensa; del mismo modo, dentro del debido proceso trataremos solo las dos
primeras garantías mencionadas líneas arriba.

Como último aspecto, desarrollaremos dentro de las garantías procesales de la


víctima el aspecto referido a si la tutela de derechos puede ser considerada como
una garantía para la víctima.

El garantismo procesal El garantismo procesal es una posición filosófica,


antagónica al totalitarismo, y que en términos sencillos propugna la jerarquía de la
Constitución (Ley) por encima de la ley. Tal como ha sido desarrollado por Luiggi
Ferrajoli en su obra Derecho y Razón, el “garantismo” es el principal rasgo
funcional del estado de derecho , que designa no simplemente un “estado legal” o
regulado por la “ley”, sino un modelo de estado nacido con las modernas
Constituciones y caracterizado por: a) la plena vigencia del principio de legalidad y
sometimiento del poder público a normas generales, b) respeto de los derechos
fundamentales de los ciudadanos, cuya afectación los posibilita activar la tutela
judicial.

De una manera clara y concisa, resume Alvarado Velloso, lo que hoy se conoce
en la sociología jurídica con la denominación de garantismo procesal:

“Tomando partido por la Constitución y no por la ley, elijo proclamar:

- la libertad

- la garantía del debido proceso

- y el goce irrestricto del día de audiencia previa en la Corte de Justicia, - donde


todo ciudadano tiene derecho a ser juzgado imparcialmente por un juez

- y colocado por él en pie de perfecta igualdad frente a su contradictor, - con


absoluta bilateralidad de la audiencia.

- y sin la asunción por el juez de actitudes paternalistas con las partes o de tareas
que no le incumben conforme a lo normado por la Constitución.”
Es en este sentido que un sistema acusatorio, que recoge un posición garantista
del proceso penal pone de manifiesto el compromiso de un Estado como
propiciador de un sistema de garantías como: los jueces predeterminados,
excluyendo a los Jueces Ad-Hoc, ya que la ley debe de predeterminar qué Juez es
competente para cada caso en concreto de manera antelada; que el Juez será un
sujeto imparcial y sometido solo a la ley (independencia), garantizando además
que todo incriminado tenga el derecho a la defensa técnica; que el acusado debe
conocer quien es su acusador y cuáles son los cargos que se le imputan (principio
de imputación necesaria); que el proceso no es secreto sino debe ser
eminentemente público, para que así la sociedad pueda ejercer un control
indirecto sobre la administración de justicia; que toda resolución que emita un
órgano jurisdiccional deba estar debidamente motivada, y sobre todo ser el
resultado de un análisis lógico y crítico sobre las pruebas que han demostrado los
hechos manifestados por las partes de manera fehaciente.

Garantía y eficacia en el proceso penal

Son muchos los países latinoamericanos que han ido dejando sistemas
inquisitivos y mixtos para adoptar sistemas acusatorios modernos o garantistas.

Con la intención de afianzar más el denominado “derecho constitucional aplicado”,


se ha planteado la tesis de despojar de todo poder oficioso al Juez, en tanto que
se asume como peligrosa la proposición de conferir poderes probatorios al Juez,
despreciando la idea de que el Juzgador, recurriendo a la “prueba de oficio”,
acceda supuestamente a la mítica “verdad real” y recordando además que esta
tendencia se daba en los sistemas autoritarios, donde la búsqueda de la verdad
material como fin del proceso llegó a justificar las torturas más grandes que ha
conocido la historia.

Sin embargo, tal como ha sido señalado por Picó i Junoy, lo relevante no es
buscar el origen histórico de una determinada institución y de ahí atacarla, sino
analizar si dicha institución es o no válida para lograr la mejor justicia sin sacrificar
ninguna garantía procesal. O si se quiere, examinar si las instituciones
presuntamente autoritarias o de origen fascista, vulneran alguna garantía procesal.
Sólo en este caso deberemos optar por el garantismo. De lo contrario, entre dos
opciones igualmente válidas y garantes, deberemos optar por aquella que permita
la más justa decisión del caso concreto, pues así se alcanzará la mayor eficacia
posible del sistema procesal.

El garantismo procesal debe aumentar sus esfuerzos con el ánimo de respetar


minuciosamente los mandatos de un debido proceso constitucional sin perder la
eficacia y eficiencia en la solución de los conflictos en un tiempo razonable, y sin
vulnerar las garantías de los justiciables.

Garantías constitucionales en el proceso penal

La “constitucionalización de las garantías procesales” surgen durante la segunda


mitad del siglo XX, tras la segunda guerra mundial, con la finalidad de asegurar –
por vía de los textos constitucionales, en el ámbito nacional, y de tratados y
convenios sobre derechos humanos en el ámbito internacional- un mínimo de
garantías a favor de las partes procesales, que deben presidir cualquier modelo de
enjuiciamiento. Así, a través de la positivización de estas garantías, y de su
aplicación se pretendió evitar que el futuro legislador desconociese o violase tales
garantías o no se vea vinculado por las mismas en la dirección de los procesos.

El garantismo procesal implica pues, la puesta en práctica de las garantías que las
leyes procesales instauran, conjuntamente con las que poseen proyección
constitucional, a través de una postura garantista plenamente comprometida con
la realidad constitucional, enfrentándose así al autoritarismo procesal, el cual ha
generado una cultura autoritaria en la configuración de los procesos, creando
sistemas inquisitoriales o mixtos que fueron adoptados en la mayoría de países
latinoamericanos por largo tiempo.

Debido Proceso

Derecho a un proceso sin dilaciones indebidas


Para que la actividad jurisdiccional alcance sus objetivos de justicia es necesario
que el proceso se tramite con celeridad. La esencia de la administración de
justicia, es que para que esta sea justa, tiene que ser rápida. Como señala Binder
el mero hecho de estar sometido a juicio, habrá significado una cuota irreparable
de sufrimiento, gastos y aun de descrédito público.

Por tanto el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, es una garantía y a la


vez un derecho subjetivo constitucional, que asiste a todos los sujetos que sean
parte de un proceso penal, y que se dirige frente a los órganos del poder judicial y
fiscal, creando en ellos la obligación de actuar en un plazo razonable el ius
puniendi o de reconocer y en su caso restablecer inmediatamente el derecho a la
libertad.

Esta garantía ha sido reconocida a nivel de instrumentos internacionales en el


artículo 8 1 de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos que señala:
“toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un
plazo razonable”, asimismo en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos se señala en su artículo 14°. 3 que “durante el proceso, toda persona
acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías
mínimas: c) A ser juzgado sin dilaciones indebidas”.

En el NCPP se reconoce esta garantía, en el título preliminar, en su artículo I.1 al


señalar que: “la justicia penal es gratuita, salvo el pago de las costas procesales
establecidas conforme a este Código. Se imparte con imparcialidad por los
órganos jurisdiccionales competentes y en un plazo razonable”.

No obstante ello, la garantía en comentario encontrará ciertas dificultades en


cuanto se refiere a determinar “qué es un plazo razonable”, qué criterios debe
considerarse en cuanto al derecho del acusado a ser juzgado “sin dilaciones
indebidas” y cuál es exactamente el período a tomarse en cuenta para apreciar la
duración de proceso.

Así, no toda dilación o retraso en la tramitación del proceso puede identificarse


como una infracción de la garantía en comentario, sino que las dilaciones
indebidas han sido entendidas como supuestos extremos de funcionamiento
anormal de la administración de justicia, con una irregularidad irrazonable en la
duración mayor de lo previsible o lo tolerable, y además imputable a la negligencia
o inactividad de los órganos encargados de la administración de justicia.

En este marco, la evaluación sobre la existencia de un proceso con dilaciones


indebidas debe realizarse caso por caso, mediante la aplicación a las
circunstancias de cada supuesto de un grupo de factores objetivos y subjetivos
que sean congruentes con su enunciado genérico, no se puede limitar a una
simple constatación del incumplimiento de los plazos, pues, incluso, reclama su
funcionalidad para los casos en que no se ha previsto un plazo específico. La
existencia de dilaciones indebidas ha de ser integrado en cada caso concreto
mediante el examen Al respecto podemos referir:

- A la pregunta ¿qué es un plazo razonable?, y ¿cómo se mide la razonabilidad en


el plazo?, tenemos dos teorías:

La teoría del plazo y la teoría del no plazo:

La doctrina del plazo considera que: Un plazo será razonable siempre y cuando
cumpla ese lapso de tiempo establecido en la ley. Ejemplo: Si la duración de las
diligencias preliminares es de 20 días será razonable la investigación que no
excede del límite.

La doctrina del no plazo: responde que se debe tener en cuenta: La duración


efectiva del proceso, la complejidad del asunto y la prueba, La gravedad del hecho
imputado, La actitud del inculpado, La conducta de las autoridades encargadas de
realizar el procedimiento y otras circunstancias relevantes. Si se viola el derecho al
plazo razonable lo que sigue es su reparación.

Para medir la razonabilidad del plazo, se ha de tener en cuenta: La duración


efectiva del proceso,

 La complejidad del asunto y la prueba,


 La gravedad del hecho imputado,

 La actitud del inculpado,

 La conducta de las autoridades encargadas de realizar el procedimiento

 y otras circunstancias relevantes.

En el Perú el Tribunal Constitucional ha señalado que se debe tener en cuenta:


La duración efectiva del proceso, la complejidad del asunto y la prueba, La
gravedad del hecho imputado, La actitud del inculpado, La conducta de las
autoridades encargadas de realizar el procedimiento y otras circunstancias
relevantes.

El plazo razonable en el proceso penal puede ser entendido en un sentido amplio


tanto para abarcar la fase de investigación como la fase judicial; ello ha sido
aceptado desde la perspectiva de los derechos Fundamentales. En tal sentido, en
el caso Cantuarias Salaverry, el Tribunal Constitucional señaló que la labor que el
fiscal realice una vez recibida la denuncia o conocida la noticia criminal no ha sido
desarrollada en detalle por el ordenamiento jurídico vigente, Sin embargo, esta
actividad está sujeta a diversos principios y garantías que orientan su normal
desenvolvimiento para que esta sea conforme a la Constitución.

El plazo razonable en la investigación fiscal

10 Esto ha sido materia de pronunciamiento en la sentencia recaída en el


expediente 3509- 2009-PHC/TC, caso CHACÓN MÁLAGA al señalar: “Este
Colegiado al tratar sobre el punto de partida para la evaluación del “plazo
razonable”, considera que en materia penal el comienzo del mismo, debe
computarse desde el momento en que la persona conoce de la atribución o
señalamiento que le afecta concretamente, ya sea por un particular en una
denuncia o por acto de autoridad judicial u otra autoridad competente, como
sospechoso de haber participado en un hecho delictivo. El hecho objetivo a partir
del cual debe empezar a computarse el plazo dentro de este proceso es la
apertura de investigación fiscal, por constituir el primer acto de carácter cuasi
jurisdiccional por medio del cual el hoy recurrente tomó conocimiento de que el
Estado había activado al aparato persecutor, es decir el cómputo del plazo de
duración del proceso, data del 28 de noviembre del año 2000. En tal sentido, el
presente proceso lleva a la fecha de expedición de la presente sentencia, un total
de ocho años, diez meses y veinte días. Seguidamente se procederá a analizar
dicho plazo, que prima facie se advierte excesivo, sobre la base de los ya criterios
materiales de análisis; a saber: complejidad del asunto, actuación del órgano
jurisdiccional, conducta procesal de las partes. En cuanto a la complejidad del
proceso, conforme consta de la copia del auto de apertura de instrucción, a fojas
24, así como del auto de enjuiciamiento, a fojas 138, se trata de un proceso con
un gran número de imputados, lo que conforme a lo aseverado en el informe (a
fojas 488 y siguientes) elaborado por la presidenta de la Sala Penal emplazada,
doña Inés Villa Bonilla, quien reconoce que han llegado a sumar 35 imputados. Al
respecto, dicha cantidad de procesados es en definitiva un aspecto que incide en
gran medida en la complejidad del proceso (…)” 11 STC Exp. N º 06167-2005-
PHC. Lima, 28 de febrero del 2006.

Tras realizar un análisis de las diversas sentencias12 emitidas por el Tribunal


Constitucional en la que se manifiestan los criterios para determinar el plazo
razonable dentro de la investigación preparatoria, se pueden esquematizar como
sigue:

i. Criterios para la determinación del plazo razonable en la investigación fiscal:

A. CRITERIO SUBJETIVO

a. La injustificada inasistencia del investigado a las citaciones del fiscal.

b. El ocultamiento o negativa injustificada a entregar información relevante para el


desarrollo de la investigación.

c. Recurrir de mala fe a determinados procesos constitucionales u ordinarios con


el fin de filtra o paralizar la investigación prejurisdiccional.
d. Todas aquellas conductas que tengan por fin desviar o evitar que los actos de
investigación conduzcan a la formalización de la denuncia penal.

B. CRITERIO OBJETIVO

a. La naturaleza y cantidad de hechos investigados.

b. La pluralidad de personas investigadas.

c. Los recursos con los que cuenta el órgano de investigación.

ii. Autoridad encargada de la determinación de la complejidad del proceso, el


fiscal o el juez de la investigación preparatoria:

El fiscal en el sistema acusatorio adversarial es el director de la investigación,


como tal tiene un conjunto de atribuciones , como diseñar la estrategia de
investigación de acuerdo a la naturaleza del hecho delictivo, por ello, aplicando
una interpretación a contrario del artículo 342.2 del CPP del 2994 podemos
concluir que el fiscal es quien determina la complejidad o no de la investigación,
esto es, la fijación del plazo de la investigación en cuatro( no complejo) u ocho
meses (complejo), asumiendo el juez de investigación preparatoria un control ex
post de la disposición fiscal, cuando los demás sujetos procesales cuestionen la
razonabilidad del plazo. En resumen para la complejidad de la investigación, es
suficiente la disposición fiscal que así lo declare, debiendo ser solamente
comunicada al juez de la investigación preparatoria.

Derecho a un juez imparcial

La imparcialidad del órgano jurisdiccional es la primera y más importantes garantía


dentro del Proceso Penal. Esta garantía permite que el juez sea un tercero entre
las partes, toda vez que resolverá la causa sin ningún tipo de interés en el
resultado del proceso sea por una vinculación subjetiva con algunas de las partes
o por alguna vinculación 12 STC Exp. N º 06079-2008-PHC/TC; N º 3771-2004-
HC/TC; N º 6167-2006-PHC/TC; Nº 594- 2004-HC/TC; Nº 05228-2006-HC/TC 13
Acuerdo Plenario N º 07-2009. Tema N º 7. Juzgados Penales de Investigación
Preparatoria de Trujillo. Trujillo, 22 de Mayo del 2009. Con los elementos de
convicción del proceso que hayan formado en su interior un pre-juicio con respecto
a la causa en concreto. Dicha garantía que a la vez constituye un principio dentro
del proceso penal encuentra su origen en la división de funciones del Estado
Moderno, lo que en el marco del proceso penal, se traduce en la división de roles
entre juzgador, acusador y defensa. La misma que en el modelo acusatorio oral
impone la división de funciones.

La imparcialidad impone la rigurosa aplicación del principio de la identidad: el juez


es juez, nada más que juez. Y entre el juez y las partes resulta aplicable el
principio del tercio excluido; o bien es parte o bien es juez; no hay posibilidad
intermedia.

También ha tenido reconocimiento jurisprudencial, como se ve de las sentencias


del Tribunal Constitucional y en el ámbito internacional la de La Corte
Interamericana de Derechos Humanos y la del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, de donde se ha desarrollado la división de la imparcialidad en dos
aspectos: subjetivo y objetivo.

3.1.2.1 Manifestaciones de la imparcialidad:

a) Imparcialidad subjetiva: La imparcialidad subjetiva refiere a que el juez no debe


tener ningún tipo de interés con el resultado a que pueda llegar el proceso para
alguna de las partes, como puede ser que una de las partes sea un familiar suyo,
o que sea su acreedor, o tenga algún tipo de enemistad, etc. ya que esto podría
generar peligro de parcialidad en el juez.

b) Imparcialidad objetiva: La imparcialidad objetiva está referida a que el sistema


judicial debe brindar las condiciones necesarias para evitar que el juez caiga en el
vicio de la parcialidad, es decir que las normas que regulan su actuación deben de
buscar que el juez no tenga prejuicios o favorezca a alguna parte sobre otra en
base al contacto que ha tenido con la causa.
MONTERO AROCA, Juan. Imparcialidad o Incompatibilidad. Sobre la
Imparcialidad del Juez y la Incompatibilidad de Funciones Procesales. Editorial
Tirant lo Blanch. Valencia. 1998. Pág. 332. 15 Caso Herrera Ulloa Vs Costa Rica.
Sentencia del 2 de Julio de 2004. “La Corte considera que el derecho a ser
juzgado por un Juez o Tribunal Imparcial en el ejercicio de su función cuente con
la mayor objetividad para enfrentar el Juicio, esto permite a su vez, que los
tribunales inspiren confianza necesaria a las partes en el caso, así como a los
ciudadanos en una sociedad democrática”. 16 En el mismo sentido se ha
pronunciado nuestro Tribunal Constitucional en las sentencias recaídas en los
Exps. 6149-2006-PA/TC y 6662-2006-PA/TC, que señalan: Que “(…) la
imparcialidad subjetiva, se refiere a cualquier tipo de compromiso que pudiera
tener el juez con las partes procesales o en el resultado del proceso (...). Desde
esta perspectiva, el derecho a un juez imparcial garantiza que una persona no sea
sometida a un proceso o procedimiento en el que el juez, o quien está llamado a
decidir sobre la cuestión litigiosa, tenga algún tipo de compromiso con alguna de
las partes o con el resultado del mismo”. Para actuar frente a casos en que existe
el peligro que se verifique cierta paralización por parte del juez, se han establecido
determinadas garantías, tales como la Inhibición17 y la recusación.

3.1.2.2 ¿La remisión de los actuados al juez penal al culminar la etapa


intermedia afecta su imparcialidad?: la discusión del Pleno de Arequipa.

En el Pleno Regional de Arequipa, llevado a cabo en Julio del 2009, se planteó


dos posturas de cara a la remisión de los actuados: La primera posición que
sostenía que la remisión de los actuados al juez de juzgamiento, al término de la
etapa intermedia, sí afectaba su imparcialidad, y; la segunda posición que, la
remisión de los actuados al juez de juzgamiento, al término de la etapa intermedia,
no afectaba su imparcialidad.

Afectación del principio del juez no prevenido.

El expediente judicial no debe estar en las manos del juez de juzgamiento pues al
existir la posibilidad de su uso indebido se está configurando la causal de
parcialidad objetiva en el sentido que el Estado a través de la dación de la
normativa procesal esta posibilitando que se sentencie en base a actos de
investigación, que se formen pre-juicios en base a ellos y por tanto que la función
del juez en el sistema Adversarial cambia a una búsqueda de la verdad histórica,
lo que es contrario al espíritu de la reforma procesal penal peruana. Pero el
expediente sigue siendo necesario en tanto las actuaciones están reflejadas en él
y de hecho sirven para el desarrollo del juicio en la medida que se tiene certeza de
que lo que se ha actuado en la investigación está reflejado en el expediente y será
materia de la actuación probatoria, recuérdese que la diferencia entre actos de
investigación y actos de prueba no está en la materialidad de los actos sino en las
funciones y las etapas en las cuales se han dado.

Problemas derivados de la desaparición del expediente judicial.

En ese sentido se podría apreciar que existen aparentemente ciertos problemas


en la desaparición del expediente, toda vez que sería dificultoso para el juez al no
tener el expediente a la mano verificar si, por ejemplo, el informe pericial es acorde
a lo que está diciendo el perito y si esto se ha reflejado en el debate o si el uso de
las declaraciones previas (en el examen o contra-examen) es pertinente o no. 17
Exp. N º 2008-00023-15-2801-SP-PE-1. Sala de Apelaciones de Moquegua.
Resolución N º 02. Moquegua, tres de julio del dos mil ocho: “La imparcialidad es
una garantía fundamental en el proceso penal acusatorio. El hecho de que el
Magistrado que se ha inhibido en el proceso penal por delito de desobediencia y
resistencia a la autoridad haya sido el mismo que emitió sentencia en el proceso
extrapenal cuya orden no ha acatado el imputado, pone en duda su imparcialidad
como juez de la Investigación Preparatoria, por lo que debe declararse fundada la
inhibición.”

El uso de las declaraciones previas, la introducción de documentos y prueba


material:

Con respecto al uso de declaraciones previas estas se dan en dos casos, primero
en el interrogatorio cuando un testigo propio no recuerda algún aspecto de los
hechos o de una declaración anterior, por lo cual el litigante pide permiso al juez
para hacer uso de la declaración previa que hubiere dado y así refrescar memoria.

El segundo caso se da cuando en el contra examen el litigante se da cuenta que


el testigo ha caído en una contradicción con alguna declaración que ha dado en
sede preliminar, por lo cual pide hacer uso de la técnica del uso de declaraciones
previas.

La propuesta que se da y que justifica que el juez no tenga a la mano el


expediente y así evitar la parcialidad objetiva es que el expediente lo tenga el
fiscal y la defensa.

Cuando alguno de ellos lo quiera utilizar lo tendrán a la mano y cuando el juez


quiera verificar la veracidad y sentido de admitir el uso de las declaraciones
previas no tiene más que pedirle al fiscal y al defensor que presente la pieza
materia de discusión y así pronunciarse, respetándose de este modo la oralidad,
inmediación y haciendo más dinámico el debate, pues las partes en ese momento
alegaran lo necesario con respecto al uso de estos documentos.

Lo mismo se puede decir del uso de pericias, documentos y prueba material, toda
vez que ya existió un control en la etapa intermedia de la admisión probatoria de
los actuados, por tanto no es necesario un segundo control que afecte la
imparcialidad judicial.

- El uso de la prueba de oficio:

La prueba de oficio se refiere a que durante el juicio oral, el juez en virtud del art.
385.2 puede excepcionalmente, una vez culminada la recepción de las pruebas
disponer, de oficio la actuación de nuevos medios probatorios, lo cual señala una
posición de la doctrina afecta el principio acusatorio y la imparcialidad toda vez
que el juez está asumiendo la labor de parte al aportar pruebas (que es labor de
las partes).

Esta situación se puede ver favorecida si el juez de juzgamiento tiene los actuados
a la vista a raíz de la formación del expediente judicial por parte de él, pues al
conocer de todos los actuados, ante la presentación de la teoría del caso por las
partes puede haber espacios que no estén cubiertos por la teoría del caso y el
juez se puede ver en la necesidad de actuar otros medios probatorios en su afán
por llegar a conocer la verdad histórica, con lo cual se aleja de la función que le ha
asignado el nuevo código procesal de solo formar su convicción en base a los
actos de prueba que por definición aportan las partes.

Por ello es necesario que el expediente judicial no esté al alcance del juez de
juzgamiento, pues si bien se ha regulado la actuación de la prueba de oficio en
nuestro país, esta solo se puede dar si del curso del debate resultasen
indispensables o manifiestamente útiles, pero con el uso del expediente no se
actúa la prueba de oficio por la necesidad del debate sino por la lectura del
expediente judicial, volviéndose la prueba de oficio la regla y no la excepción como
está regulado en nuestro proceso penal. Pues del debate en el cual se actúa
prueba aportada por las partes puede surgir dudas en cuanto a la credibilidad de
cierto medio probatorio lo cual traería la teoría de la prueba sobre prueba.

La remisión del expediente al juez penal hace necesario que se sentencie en base
a lo leído y no a lo actuado en juicio.

La remisión del expediente judicial al juez penal afecta seriamente la imparcialidad


objetiva del juez, desnaturalizado su función en el proceso penal acusatorio
contradictorio, confundiendo actos de prueba con actos de investigación y dándole
funciones administrativas cuando lo esencial a él es la función decisoria.

Pero esto no quiere decir que el expediente judicial tenga que desaparecerer,
pues es necesario que el expediente exista en la medida que los litigantes tengan
la oportunidad de poner en práctica su teoría del caso con todas las herramientas
posibles, teniendo como base el expediente judicial donde se encuentran los
actuados, sustento probatorio de la teoría del caso. Una vez que el juez de la
etapa intermedia acabe su labor debe remitir al juez de juzgamiento el auto de
enjuiciamiento para que conozca del caso y la imputación concreta que se hace al
procesado (no siendo tampoco tan relevante en la medida que la acusación se
hará de forma oral en el alegato de apertura y de clausura que deben ser
valorados por el juez de juzgamiento). El llamado expediente judicial debe
elaborado por el juez de la etapa intermedia y debe ser enviado a las partes para
que hagan uso de su derecho según el artículo 137.1 correspondiente al pedido de
incorporación o exclusión de alguna actuación que obre en el expediente judicial,
tramitándose esto como un incidente de la etapa intermedia.

Tutela Judicial Efectiva

Está reconocido en nuestro ordenamiento constitucional en el artículo 139°, inciso


3, donde si bien aparece como “principio y derecho de la función jurisdiccional”, es
claro tanto para la doctrina unánime como para la propia jurisprudencia del
Tribunal Constitucional peruano18, que se trata de un derecho constitucional que
en su vertiente subjetiva supone, en términos generales:

a) un derecho a favor de toda persona de acceder de manera directa o a través de


representante, ante los órganos judiciales;

b) de ejercer sin ninguna interferencia los recursos y medios de defensa que


franquea la ley;

c) de obtener una decisión razonablemente fundada en derecho; y, finalmente,

d) de exigir la plena ejecución de la resolución de fondo obtenida.

Aquí solo haremos referencia al derecho a los recursos legalmente previstos por la
ley, como manifestación implícita de la tutela judicial efectiva, y que constituye una
de las principales garantías frente al arbitrio judicial.

Derecho a los recursos legalmente previstos por la ley

Este derecho se encuentra íntimamente relacionado con el derecho a la pluralidad


de instancias reconocido en la Constitución, lo que encuentra fundamento en la
falibilidad de los órganos judiciales. Bajo este fundamento se ha establecido el
recurso de apelación como el medio impugnatorio por excelencia – debido a la
amplia libertad de acceso a éste- al que se le encomienda la función de hacer
efectivo el tan mentado Derecho al recurso. Y ello porque frente al posible error
judicial por parte del Juez Ad Quo en la emisión de sus resoluciones, surge la
Apelación con el propósito de remediar dicho error, llevado a cabo ante el Juez Ad
Quem, quien va a realizar un análisis fáctico y jurídico sobre la resolución
impugnada. Sin embargo, durante el proceso de reforma han surgido distintos
cuestionamientos en cuanto al recurso de apelación. Pues tal como ha sido
regulado en el NCPP 2004, tanto el Ministerio Público como el imputado están
legitimados de interponer recurso de apelación cuando la resolución impugnada
sea contraria a sus intereses y no haya sido consentida. Es decir, se establece la
facultad de recurrir no solo los fallos condenatorios sino también los absolutorios
con la consecuente posibilidad de una condena en segunda instancia. El problema
se sitúa precisamente en este punto, y en la interpretación que se le dado al
artículo 14.5 del PIDCP, que señala lo siguiente:

“Toda persona declarada culpable de un delito tendrá derecho a que el fallo


condenatorio y la pena que se le haya impuesto sean sometidos a un
tribunal superior, conforme a lo prescrito por la ley”.

Toda vez que realizando una interpretación literal de tal normativa podríamos
concluir que la persona ha sido absuelta en primera instancia y que luego tras la
interposición del Ministerio Público de un recurso de apelación es condenada en
segunda instancias, debería tener la posibilidad de interponer un medio
impugnatorio con la finalidad de que el fallo condenatorio y la pena impuesta
vuelvan a ser revisadas por un Tribunal Superior. 19 Artículo 139. Son principios y
derechos de la función jurisdiccional: 6. La pluralidad de la instancia. 20 En sentido
contrario, se pronuncia DE LA OLIVA SANTOS, cuando señala que se inclina a
considerar “...más prudente y hacedora la opción de configurar el doble grado
jurisdiccional penal con las limitadas finalidades de revisar el juicio jurídico... pero
sin permitir una segunda valoración de la prueba...”. DE LA OLIVA SANTOS,
Andrés. El Derecho a los Recursos. Los problemas de la única instancia. (En)
Revista Tribunal de Justicia N° 10. 1997. p. 980. Sin embargo, en nuestro
ordenamiento esa no es un posibilidad regulada por el código procesal penal, pues
entendemos que la Casación no tiene la misma naturaleza que la apelación, por
cuanto el primero es un recurso extraordinario. Respecto, a esta problemática, es
que han surgido una serie de posiciones que intentarían dar respuesta a lo
planteado. Estas posiciones distintas entre sí, serán analizadas a continuación:

El art. 425.3 del NCPP colisiona con las garantías constitucionales

Esta posición es la asumida por la Sala Superior Penal de Arequipa, quien ha


señalado en el Exp. 2008-12172-15, caso Jorge Ccanahuire, que: “El tener que
condenar a quien estuvo precedentemente absuelto, coloca al Tribunal Superior
en una situación especial: emitiría una reformatio in peius que sería legal si
existiera un tribunal revisor de mérito previsto para conocer de la probable
impugnación, como lo señala el derecho constitucional nacional y el fundamental
de los derechos humanos (Art. 10 y 11 DUDH; Art. 4, 14 y 15 PIDC, Art. 8.2 de
Convención Interamericana de Derechos Humanos)”. Y respecto a la posibilidad
que tiene el imputado de interponer recurso de casación ante el fallo condenatorio
emitido por el juez superior, señala que: “No resulta suficiente la existencia de un
recurso de casación cuya naturaleza y finalidad procesal es distinta del recurso de
apelación”. Respecto al derecho a la pluralidad de instancia (continúa la
jurisprudencia) “Constituye una garantía consustancial del debido proceso,
mediante el cual se persigue que lo resuelto por un juez de primera instancia
pueda ser revisado por un órgano funcionalmente superior, y de esa manera se
permita que lo resuelto por aquel, cuando menos sea objeto de un doble
pronunciamiento”

Por lo que concluye la Sala Superior de Arequipa, declarando INAPLICABLE (en


parte) el artículo 425.3 del NCPP, en tanto se habilite una instancia suprema de
juzgamiento en revisión, pues lo contrario COLISIONA CON EL DERECHO A LA
INSTANCIA PLURAL (revisión por otro Órgano Superior) QUE CONSAGRA LA
CONSTITUCIÓN (art. 139.6) Y LAS NORMAS DE PROTECCIÓN
INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS (Art. 10 y 11 DUDH; Art. 4,
14 y 15 PIDC, Art. 8.2 de Convención Interamericana de Derechos Humanos). El
recurso de casación es aquel medio impugnatorio vertical y extraordinario
procedente en supuestos estrictamente determinados por ley (el art. 429 del
NCPP ha establecido las causas para interponer recurso de casación en materia
penal) y dirigido a lograr que el máximo tribunal (Corte Suprema de Justicia) se
pronuncie al respecto. HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto; Medios Impugnatorios
en el proceso Civil. p. 183.

El art. 425.3 del NCPP cumple con la garantía de la doble instancia

Una posición contraria a lo explicado líneas arriba, señala que la condena del
absuelto no afecta la garantía de la doble instancia, por cuanto el contenido
constitucionalmente protegido por esta garantía es el doble grado de jurisdicción,
es decir, la posibilidad de que el objeto o pretensión pueda ser discutido
ampliamiente (juicio histórico y juicio jurídico) en dos instancias por ambas partes
de la relación procesal. Por lo que quedaría claro que el art. 425.3

b) del NCPP no afecta este derecho, dado que, el imputado tiene la posibilidad de
discutir en dos oportunidades la pretensión punitiva. Se podrá defender de la
acusación durante la primera instancia y luego, ante el recurso presentado por el
Fiscal, podrá también hacerlo en el juicio de segunda instancia. Finalmente,
respecto a la interpretación literal que se le hacer al art. 14.5 del PIDCP se
establece que el Derecho tiene diversos métodos de interpretación a los cuales
podemos recurrir, que para el caso concreto se debe tener en cuenta un método
de interpretación histórica, pues nos permitirá conocer el entorno en que dicha
norma se gestó y de esa evitar aplicarla a contextos para los cuales no fue
pensada.

Ante la apelación de sentencia se debe optar por la anular el Juicio Oral

La sentencia emitida por la Segunda Sala Penal de Apelaciones de La Libertad,


en el expediente 5097-2008-60, establece una tercera posición. Sin embargo, es
necesario establecer que el presente caso no tiene como objeto la impugnación de
un fallo absolutorio sino condenatorio, pero se pronuncia de igual modo sobre la
regulación del sistema apelación adoptado por el legislador. Mediante la
apelación, se pide la nulidad absoluta de la sentencia de primera instancia, en
vista que se ha perdido el audio.

La Sala de Apelaciones establece que:

“El hecho en concreto de no existir la reproducción íntegra del Juicio Oral en el


que se determinó la responsabilidad penal y civil del acusado, y por ende,
constancia de sus desarrollo, hace imposible la revisión del fondo de la sentencia
apelada; ingresar a hacerlo sería inobservar el debido proceso y específicamente
el derecho a la pluralidad de instancia, reconocido en el inciso 6) del artículo 139°
de la Constitución, derecho que tiene por objeto garantizar que las personas que
participen en un proceso judicial tengan la oportunidad de que lo resuelto por un
órgano jurisdiccional sea revisado por un órgano superior de la misma naturaleza,
siempre que se haya hecho uso de los medios impugnatorios pertinentes dentro
del plazo establecido”. Esta tercera posición, establece que “ante la ausencia de
los audios que registran el juicio oral, no se puede corroborar lo señalado en la
sentencia impugnada, y por tanto tampoco se puede “ejercer a plenitud la
exigencia normativa de reexaminar no sólo los fundamentos que tuvo el juez para
emitir la sentencia recurrida sino para ejercer un control sobre la legalidad del
proceso y de la propia resolución.”

Por lo que concluyen declarando ANULANDO el Juicio Oral y la Sentencia


condenatoria.

En conclusión, la Sala de Apelaciones de La Libertad plantea una solución ante


las apelaciones de sentencias, estableciendo que se respetaría la garantía de la
pluralidad de instancias siempre que el Juez A quem tenga la posibilidad de
escuchar los audios del debate probatorio en el juicio oral, verificando así si se
cumplió o no con la legalidad del proceso y garantizando el derecho de defensa de
las partes. Sin lugar a dudas, interpretaciones distintas versan en torno al tema del
recurso de apelación, su legitimidad y las modificaciones que se deberían aplicar
en su regulación. Lo que genera un pronunciamiento de los órganos
jurisdiccionales competentes, a fin de unificar la jurisprudencia y garantizar una
seguridad jurídica a todo aquel que se encuentre sometido a un proceso penal.

Derecho de Defensa

El Art. 139º inc. 14 de la Constitución establece: “Son principios y derechos de la


función jurisdiccional: (…) no ser privado del derecho de defensa en ningún estado
del proceso”, además toda persona será informada inmediatamente y por escrito
de las causas o razones de su detención y tiene derecho a comunicarse
personalmente con un defensor de su elección y a ser asesorada por este éste
desde que es citada o detenida por cualquier autoridad”. En virtud de esta
disposición, se garantiza que los justiciables, en la determinación de sus derechos
y obligaciones, cualquiera sea su naturaleza (civil, mercantil, penal, laboral, etc.),
no queden en estado de indefensión. Por su parte, el artículo IX del Título
Preliminar del Nuevo Código Procesal Penal, establece que: “Toda persona tiene
derecho inviolable e irrestricto a que se le informe de sus derechos, a que se le
comunique de inmediato y detalladamente la imputación formulada en su contra y
a ser asistida por un Abogado Defensor de su elección o, en su caso por un
abogado de oficio, desde que es citada o detenida por la autoridad”

De lo establecido por la citada norma, se desprenden las siguientes


manifestaciones del derecho de defensa.

a. Manifestaciones del Derecho de Defensa

- Derecho a ser informado de la imputación o de ser el caso, de la acusación:

Contenido de la información: Esta información debe comprender tanto la


naturaleza de la imputación formulada en contra de la persona así como la cusa
de dicha acusación.

ii. Oportunidad de la información

- Derecho al tiempo y a las facilidades necesarias para la defensa: De ahí que, el


contenido esencial del derecho de defensa queda afectado cuando, en el seno de
un proceso judicial, cualquiera de las partes resulta impedido, por concretos actos
de los órganos judiciales, de hacer uso de los medios necesarios, suficientes y
eficaces para ejercer la defensa de sus derechos e intereses legítimos. - Derecho
a contar con asistencia pública.

Garantías procesales de la Víctima

Se han adoptado diversos textos destinados a reconocer derechos explícitos a


favor de las víctimas en el proceso, el más importante es la Declaración sobre
Principios Fundamentales de la Justicia para las Víctimas de Delitos y Abuso de
Poder, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el año 1985, en
correlación con el art. 25° del Pacto de San José de Costa Rica que reconoce
como una obligación del estado proveer de una debida protección judicial a sus
ciudadanos cuando alguno de sus derechos constitucionalmente reconocidos ha
sido lesionado.

Nuestro NCPP, acorde con estos instrumentos internacionales, ha realizado un


adecuado tratamiento legislativo de la víctima; por ello en su título IV titulado “La
víctima” contiene tres capítulos: “El agraviado”, ”El actor civil”, ”El querellante
particular”, todas ellas relacionadas con la persona que ha sufrido algún tipo de
menoscabo a raíz de un delito.

Por lo que podemos concluir, como lo hace San Martín Castro23, que las víctimas
tienen un derecho fundamental de acceder al proceso y de lograr una respuesta
adecuada y eficaz a su pretensión, aun cuando se trate de un proceso penal
incoado por la presunta comisión de un delito.

EXP. N. °3390-2005-PHC/TC. Caso: Jacinta Margarita Toledo Manrique. “En el


caso de autos, el Juez penal instaura instrucción por el delito por falsificación de
documentos en general, omitiendo pronunciarse en cuál de las modalidades
delictivas presumiblemente habría incurrido la imputada, y al no precisar si la
presunta falsificación de documentos que se imputa a la favorecida está referida a
instrumentos públicos o privados, lesiona su derecho a la defensa, toda vez que,
al no estar informada con certeza de los cargos imputados, se le restringe la
posibilidad de declarar y defenderse sobre hechos concretos, o sobre una
modalidad delictiva determinada y, con ello, la posibilidad de aportar pruebas
concretas que acrediten la inocencia que aduce. Esta omisión ha generado un
estado de indefensión que incidirá en la pena a imponerse y en la condición
jurídica de la procesada, lo cual demuestra que el proceso se ha tornado en
irregular por haberse transgredido los derechos fundamentales que integran el
debido proceso, esto es, el derecho de defensa; ello, a su vez, ha determinado la
afectación de la tutela jurisdiccional, ambos garantizados por la Norma
Constitucional (…)” 23 SAN MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal.
Vol I. (2° ed.). GRIJLEY. Lima. 2006.

a. ¿Tutela de derechos para la víctima?

Un problema que se ha suscitado en el proceso de reforma peruano, es la


naturaleza de la tutela de derechos, y si esta puede ser utilizada también por la
víctima durante el proceso penal con la finalidad de acudir ante el órgano
jurisdiccional para que este ponga fin a la vulneración de alguno de sus derechos
reconocidos legalmente. La regulación normativa de la tutela de derechos señala:
“El control de tutela de derechos procede cuando el imputado considere que
durante las diligencias preliminares o en la investigación preparatoria, no se ha
dado cumplimiento a los derechos previstos en el artículo 71° del Nuevo Código
Procesal Penal, o que sus derechos no son respetados, o que es objeto de
medidas limitativas de derechos indebidas o de requerimientos ilegales” En este
sentido se han dos posiciones contrarias respecto a la legitimidad de la víctima
para solicitar tutela de derechos ante la afectación, por parte de otro sujeto
procesal, de alguno de sus derechos.

La tutela de derechos como institución exclusiva del imputado

Esta posición ha sido asumida por el Tercer Juzgado Penal de Investigación


Preparatoria de Trujillo, quien en el Exp. 749-2008-11, ha señalado que:

“El cuestionamiento de los denunciantes (ahora solicitantes) a la decisión de la


señora Fiscal Provincial de archivar la denuncia de autos, resulta totalmente ajeno
a la naturaleza procesal del control de tutela de derechos, la misma que en rigor
está habilitada ante la vulneración de alguno de los derechos del imputado
reconocidos taxativamente en el artículo 71°, numeral 2° del Código Procesal
Penal, máxime si la decisión de archivar una denuncia representa el ejercicio
regular de sus funciones como titular de la acción penal pública”.

Entonces, la jurisprudencia citada, estaría concluyendo que la tutela de derechos


es una facultad exclusiva del imputado, quien puede, por sí mismo o través de su
abogado defensor, hacer valer los derechos que la Constitución Política y las leyes
le conceden.

La tutela de derechos es también una vía de protección de los derechos de la


víctima En sentido contrario a la primera posición, señalan algunos autores que si
bien el art. 71° del NCPP solo prevé taxativamente la posibilidad de que el
imputado 24 En el mismo sentido ver, VERAPINTO MÁRQUEZ, Otto Santiago. La
tutela de derechos del imputado en el nuevo Código Procesal penal. (en) Gaceta
Penal y Procesal Penal. Gaceta Jurídica. T. 11 Mayo de 2010. Pueda recurrir vía
tutela de derechos cuando alguno de sus derechos están siendo vulnerados, no
significa que la víctima no lo pueda hacer también, máxime si el nuevo modelo
procesal penal propugna la igualdad de armas y condiciones entre los sujetos
procesales.

La posibilidad de que la víctima recurra a través de una tutela de derechos es


válida y tiene fundamento jurídico y dogmático, a partir de una interpretación
sistemática y armónica con los principios constitucionales25. Pues tal como lo
señala el numeral 3 del art. I del Título Preliminar del NCPP, “las partes
intervendrán en el proceso con iguales posibilidades de ejercer las facultades y
derechos previstos en la Constitución y en este Código, y los jueces preservarán
el principio de igualdad procesal, debiendo allanar todos los obstáculos que
impidan o dificulten su vigencia”. Creemos que ambas posiciones son respetables
en tanto buscan respetar la vigencia de la norma, y dotar de instrumentos que
permitan el pleno respeto de los derechos de todos sujetos procesales acorde con
un modelo Constitucional.

El tema propuesto no ha encontrado aún una posición mayoritaria, de ahí que su


inclusión dentro del VI Pleno Jurisdiccional de la Corte Suprema es fundamental,
pues se buscará establecer lineamientos unificadores en torno a la naturaleza de
la tutela de derechos y la legitimidad de los sujetos procesales para ser invocarla.

Conclusiones:

No todo proceso penal es un sistema de garantías, sino que solamente lo es


aquel que cumple con el catálogo de principios y reglas reconocidas en la
Constitución y en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos
ratificados por nuestro país.

Se debe buscar un sistema procesal respetuoso de las garantías del debido


proceso y al mismo tiempo que obtenga la eficacia de dicho proceso,
materializando la tutela jurisdiccional efectiva.

La garantía de un proceso sin dilaciones indebidas, si bien ha de regir orientar en


todos los casos el desarrollo del proceso en todas sus fases, encuentra ciertos
límites, en una variedad de presupuestos que legitiman un retraso justificado de la
investigación o del proceso en general. Por lo que no toda dilación constituye una
infracción a esta garantía, de ahí que debe determinarse en cada caso concreto si
se verifican los criterios objetivos y subjetivos de determinación de un plazo
razonable.

El hecho que el expediente se forme en el despacho judicial hace que se ponga


en riesgo la imparcialidad judicial, pues está latente la posibilidad que el juez 25
ALVA FLORIAN, César. Cuestiones referidas a la tutela de derechos y al control
de plazos en el nuevo Código Procesal penal. (En) Gaceta Penal y Procesal
Penal. Gaceta Jurídica. T. 11 Mayo de 2010. pp 18-19. Lea lo actuado, es verdad
que esto depende de cada juez y su compromiso con las practicas acusatorias,
pero mientras estemos en esta época de lucha de prácticas, dejar el expediente
en el juzgado implica un riesgo demasiado grande que configura una vulneración a
la imparcialidad objetiva, pues esta no se debe de verificar en el caso concreto
sino que basta que el Estado no asegure la manutención de la imparcialidad para
que se configure.

IV.II.I CUALES SERÍAN LOS FUNDAMENTOS DE NO APLICACIÓN DE LOS


RECURSOS PRÉMIALES DENTRO DE UN MARCO CONSTITUCIONAL DE
DERECHO, EXPLIQUE CADA UNO DE ELLOS, CITE Y DESARROLLE 4
EJEMPLOS DE CADA UNO DE LOS RECURSOS PRÉMIALES.

ASPECTOS GENERALES DE APLICACIÓN:

CASOS DE APLICACIÓN DEL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD:

a) Cuando el agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de


su delito, culposo o doloso, siempre que este último sea reprimido con pena
privativa de libertad no mayor de cuatro años, y la pena resulte innecesaria.

b) Cuando se trate de delitos que no afecten gravemente el interés público,


salvo cuando el extremo mínimo de la pena sea superior a los dos años de
pena privativa de la libertad, o hubieren sido cometidos por un funcionario
público en ejercicio de su cargo.

c) Cuando conforme a las circunstancias del hecho y a las condiciones


personales del denunciado, el Fiscal puede apreciar que concurren los
supuestos atenuantes de los artículos 14°, 15°, 16°, 21°, 22°, 25° y 46° del
Código Penal, y se advierta que no existe ningún interés público gravemente
comprometido en su persecución. No será posible cuando se trate de un delito
conminado con una sanción superior a cuatro años de pena privativa de libertad
o cometido por un funcionario público en el ejercicio de su cargo.

2.- CASOS DE APLICACIÓN EN DELITOS CONTRA EL MEDIO AMBIENTE:


El Fiscal podrá también abstenerse de ejercer la acción penal, luego de la
verificación correspondiente, en los casos en que el agente comprendido en la
comisión de los delitos previstos en los artículos 307-A, 307-B, 307-C, 307-D,
307-E del Código Penal, suspenda sus actividades ilícitas de modo voluntario,
definitivo e indubitable, comunicando este hecho al Organismo de Evaluación y
Fiscalización Ambiental mediante instrumento de fecha cierta. Si la acción penal
hubiera sido promovida, se aplican, en lo pertinente, las mismas reglas
establecidas en el presente artículo.

3.- PARTES LEGITIMADAS:

Las partes legitimadas que pueden intervenir en el trámite de aplicación de


principio de oportunidad son:

• El fiscal

• Agraviado

• Imputado

• Tercero civilmente responsable

• Abogado defensor

IMPEDIMENTOS DE APLICACIÓN:

Respecto a los supuestos b) y c) no se puede aplicar el Principio de


Oportunidad cuando el delito es cometido por un funcionario público en el
ejercicio de su cargo.

No procede la aplicación del principio de oportunidad cuando el imputado: a)


tiene la condición de reincidente o habitual, de conformidad con los artículos 46-
B y 46-C del Código Penal; b) sin tener la condición de reincidente o habitual,
se hubiera acogido al principio de oportunidad o acuerdo reparatorio en dos
ocasiones anteriores, dentro de los cinco años de su última aplicación, siempre
que se trate, en todos los casos, de delitos de la misma naturaleza o que
atenten contra un mismo bien jurídico; c) sin tener la condición de reincidente o
habitual, se hubiera acogido al principio de oportunidad o acuerdo reparatorio
dentro de los cinco años anteriores a la comisión del último delito; o, d) Sin
tener la condición de reincidente o habitual, se hubiera acogido con anterioridad
al principio de oportunidad o acuerdo reparatorio y no haya cumplido con
reparar los daños y perjuicios ocasionados o lo establecido en el acuerdo
reparatorio.

En estos casos, el Fiscal promueve indefectiblemente la acción penal y procede


conforme a sus atribuciones. Lo dispuesto en el numeral 9º es aplicable
también para los casos en que se hubiere promovido la acción penal.

V. CASOS PRACTICOS

1. Transcribiendo el R. N. N. º 1377-2014 LIMA, y efectuando un análisis,


así como señalando y desarrollando cada una de las normas,
jurisprudencias, casos y otros mencionados por el Tribunal
Constitucional, responda:(4 Puntos)
SALA PENAL TRANSITORIA R. N. N. º 1377-2014 LIMA

INIMPUTABILIDAD POR DE LA CONCIENCIA GRAVE ALTERACIÓN:

La grave alteración de la conciencia que se presenta por ingestión de substancias


como el alcohol, debe adquirir tal profundidad que afecte la facultad de
comprender el carácter delictuoso del acto, para que constituya causa legal de
exención de responsabilidad penal.

ANÁLISIS:

El agraviado refirió la forma y circunstancias de cómo fue víctima 1 de robo por


parte del encausado y otro apodado como "Pollo", a escala preliminar (folio ocho)
y de instrucción (folio ciento veintisiete) señaló que el sentenciado lo tomó por la
espalda cuando se encontraba al interior de una tienda y con un pico de botella lo
amenazó para que salga a la calle, y con esa otra persona lo condujeron a la casa
del procesado, ubicada a dos puertas de la tienda, en la que lo despojaron de su
celular. Por temor a las amenazas de las que fue víctima por parte de estos
individuos no dio aviso inmediato a la policía, sino hasta cuando se apersonó a la
comisaría.

El efectivo policial don Jaime Alberto Mariños Izquierdo, como testigo, manifestó a
escala judicial (folio ciento veintinueve), que al constituirse al lugar de los hechos,
el agraviado identificó al recesado como uno de los intervinientes en el robo en su
perjuicio; y agregó que el imputado se encontraba en la puerta de una casa cerca
de una tienda, con visibles síntomas de ebriedad, y ante su resistencia a ser
intervenido, con ayuda de otro efectivo policial, lo trasladaron a la comisaría,
donde aceptó su responsabilidad.

A escala preliminar, en presencia de la señora fiscal, el encausado reconoció los


hechos imputados (folio diez), admitió haber sujetado al agraviado por la espalda,
que lo amenazó con un pico de botella y lo hizo ingresar a su vivienda, apoyado
por el conocido como "Pollo" donde le arrebataron su celular. Sin embargo, al
rendir su declaración instructiva (folio noventa y cuatro) y en el plenario (folio
doscientos nueve) se retractó, y alegó ser inocente de los cargos imputados;
sostuvo que firmó su manifestación policial sin leer, ya que se encontraba en
estado de ebriedad.

Respecto a la inimputabilidad por grave alteración de la conciencia:

La inimputabilidad puede ser consecuencia no solo de ciertos estados patológicos


permanentes (anomalía psíquica) sino también de ciertos estados anormales
pasajeros. El numeral uno, del artículo veinte, del Código Penal, expresa que
están exentos de responsabilidad penal el que por una grave alteración de la
conciencia no posea la facultad de comprender el carácter delictuoso de su acto o
para determinarse según esta comprensión

A diferencia de la anomalía psíquica, la grave alteración de la conciencia se


presenta como producto de substancias exógenas, como el alcohol, drogas,
fármacos, etc. Este trastorno mental debe adquirir tal profundidad que afecte
gravemente las facultades cognoscitivas y voluntativas del agente; deben incidir
en la misma magnitud que las causas de anomalía psíquica.

En el Certificado de Dosaje Etílico N.º 0001-057395 de veintitrés de octubre de


dos mil doce (folio doscientos diecisiete), se consignó que la muestra fue extraída
al procesado después de siete horas y cuarenta y siete minutos de ocurridos los
hechos, y se obtuvo como resultado l ,58 g/14 de alcohol por litro de sangre.

La eliminación del alcohol en el cuerpo humano fue estudiada por el químico


sueco Erik Widmarks, que en mil novecientos veintidós desarrolló un método para
determinar la concentración de alcohol n la sangre y concluyó que la desaparición
del etanol en la sangre se da a un ritmo de O, 15 g/1 por hora. Fue el primer
científico que sistemáticamente midió la absorción, distribución y eliminación de
alcohol en el cuerpo humano explorado, y sus resultados los plasmó en formulas
matemáticas. El Método Widmark: "Co = Cr + 13 x T"6 es ampliamente utilizado
con fines forenses, principalmente se aplica para:
i) Estimar la cantidad de bebida alcohólica ingerida a partir del conocimiento de la
concentración etílica en la sangre.

ii) Conocer el tenor de alcohol en la sangre en un tiempo anterior a la toma de


muestra (cálculo retrospectivo).

iii) Efectuar proyecciones sobre la cantidad en la sangre según las cantidades de


etanol ingeridas.

Teniendo en cuenta el nivel de ebriedad que presentó el imputado luego de siete


horas y cuarenta y siete minutos de ocurrido el suceso, esto es, de 1,58 g/1 de
alcohol por litro de sangre, es posible determinar el grado de alcoholemia que
presentaba en el momento del robo, aplicando para ello el citado Método
Widmark, cuya validez científica es inobjetable.

El resultado obtenido lleva a estimar que en el momento de la perpetración del


ilícito el nivel de alcohol que presentaba el encausado era aproximadamente de
2,7 4 g/1 de alcohol por litro de sangre (de acuerdo con la Tabla de Alcoholemia
está considerado como el cuarto periodo: 2,5 a 3,5 g/1, grave alteración de la
conciencia. Cfr. acápite 2.3, del sustento normativo de la presente ejecutoria
Suprema); es decir, se encontraba sumamente embriagado, lo que le produjo
alteración de la conciencia, que fue n la gravedad que establece el citado numeral
primero, del artículo veinte, del Código Sustantivo. Lo que excluye la imputabilidad
no es que el procesado estuvo ebrio en el momento del hecho, sino que la
cantidad de alcohol ingerido fue de tal volumen que la intoxicación lo condujo a un
estado de grave alteración de la conciencia.

Ello lleva a estimar que no se podía dar cuenta de sus actos, por yo, redujo a una
persona a dos puertas de su propia casa y de allí la condujo a su domicilio para
asaltarlo, es decir, se expuso a la identificación y a la ubicación; circunstancias
que no son propias de la habitualidad en la ejecución de los delitos, en que el
agente procura no ser ubicado después de perpetrado el ilícito para no ser
aprehendido y/o responsabilizado.
Al estar gravemente alterada la capacidad psíquica del recurrente (ausentes las
funciones superiores), carece de valor probatorio el reconocimiento que efectuó a
escala preliminar; ello se fuerza con lo afirmado por el efectivo policial Mariños
Izquierdo, quien testificó que en el momento de la intervención el imputado se
encontraba con visibles síntomas de ebriedad. Por lo tanto, no era factible recibirle
una manifestación válida, hallándose el declarante sumamente intoxicado por la
ingesta de alcohol. El Ministerio Público no debió permitir que a escala policial se
procediera como si no mediara tal condición, menos aún haber intervenido en
aquel acto.

Cabe resaltar que no hay base suficiente para sostener que el encausado se
hubiera colocado en tal condición para delinquir (supuesto de actio libera in
causa,) o que se encontraba incapacitado para distinguir el mal del bien, por no
haber tenido ni la Conciencia ni el dominio de los propios impulsos, por ello, al ser
inasequible frente a la prohibición penal deviene en inimputable y está exento de
responsabilidad, por lo que debe ser absuelto de la acusación fiscal.

Por otro lado, no cabe disponer una medida de seguridad sino en los casos de
inimputabilidad por grave alteración permanente de la conciencia, en tanto que la
ebriedad no alcanza tal nivel, por tratarse de un estado anormal pasajero. Sin
embargo, pese a que es posible que esta alteración de la conciencia y la voluntad
no tenga una base patológica, es prudente que en la vía pertinente se determine si
puede ser necesaria una interdicción por ebriedad habitual; que no solo se justifica
porque persigue evitar la comisión de futuros delitos sino, sobre todo, por su
trascendente finalidad de recuperación de la persona. Sobre la alegada afectación
al derecho de defensa, en el sentido de que el imputado no contó con la asistencia
de su abogado defensor a escala preliminar; habiendo decidido este Supremo
Tribunal absolver al recurrente, carece de objeto emitir pronunciamiento al
respecto. Con relación a la responsabilidad civil a la que hubiera lugar a
consecuencia del perjuicio económico causado al agraviado, este lo podrá
reclamar en la vía pertinente.

SUSTENTO NORMATIVO:
El artículo ciento ochenta y ocho, concordado con los incisos tres y cuatro, del
primer párrafo, del artículo ciento ochenta y nueve, del Código Penal, modificado
por Ley N. º 29407, sanciona con pena privativa de libertad no menor de doce ni
mayor de veinte años, cuando el robo es cometido a mano armada y con el
concurso de dos o más personas.

El inciso uno, del artículo veinte, del citado Código Sustantivo, exime de
responsabilidad penal, por inimputabilidad, el que por anomalía psíquica, grave
alteración de la conciencia o por sufrir Iteraciones en la percepción, que afecten
gravemente su concepto e la realidad, no posea la facultad de comprender el
carácter delictivo de su acto o para determinarse según esta comprensión.

El anexo "Tabla de Alcoholemia", forma parte de la Ley N. º 27753, donde se


establece valores referenciales para determinar los niveles de ingesta de alcohol
por una persona, y aparece textualmente del modo siguiente

El artículo setenta y tres, del Código Penal, dispone que las medidas de seguridad
deben ser proporcionales con la peligrosidad delictual del agente, la gravedad del
hecho cometido y los que probablemente cometiera si no fuese tratado.

El artículo doscientos ochenta y cuatro, del Código de Procedimientos Penales,


establece los presupuestos absolutorios.

LA VIGENCIA DE LA ACCIÓN PENAL:

En consideración a la imputación penal, los hechos materia del presente proceso


ocurrieron en octubre de dos mil doce; y en tendón a la pena conminada para el
delito materia de acusación fiscal y a lo previsto en el artículo ciento ochenta y
ocho, e incisos tres y cuatro, del artículo ciento ochenta y nueve, del Código
Penal, a la fecha, la acción penal se encuentra vigente.

A) REALICE UN COMENTARIO JURÍDICO SOBRE LA PRESENTE


CASACIÓN:
La inimputabilidad puede ser consecuencia no solo de ciertos estados
patológicos permanentes (anomalía psíquica) sino también de ciertos estados
anormales pasajeros. El numeral uno, del artículo veinte, del Código Penal,
expresa que están exentos de responsabilidad penal el que por una grave
alteración de la conciencia no posea la facultad de comprender el carácter
delictuoso de su acto o para determinarse según esta comprensión .A
diferencia de la anomalía psíquica, la grave alteración de la conciencia se
presenta como producto de substancias exógenas, como el alcohol, drogas,
fármacos, etc. Este trastorno mental debe adquirir tal profundidad que afecte
gravemente las facultades cognoscitivas y voluntativas del agente; deben
incidir en la misma magnitud que las causas de anomalía psíquica. En el
Certificado de Dosaje Etílico N. º 0001-057395 de veintitrés de octubre de
dos mil doce (folio doscientos diecisiete), se consignó que la muestra fue
extraída al procesado después de siete horas y cuarenta y siete minutos de
ocurridos los hechos, y se obtuvo como resultado l ,58 g/14 de alcohol por
litro de sangre. La eliminación del alcohol en el cuerpo humano fue estudiada
por el químico sueco Erik Widmarks, que en mil novecientos veintidós
desarrolló un método para determinar la concentración de alcohol n la sangre y
concluyó que la desaparición del etanol en la sangre se da a un ritmo de O, 15
g/1 por hora. Fue el primer científico que sistemáticamente midió la absorción,
distribución y eliminación de alcohol en el cuerpo humano explorado, y sus
resultados los plasmó en formulas matemáticas. Teniendo en cuenta el nivel de
ebriedad que presentó el imputado luego de siete horas y cuarenta y siete
minutos de ocurrido el suceso, esto es, de 1,58 g/1 de alcohol por litro de
sangre, es posible determinar el grado de alcoholemia que presentaba en el
momento del robo, aplicando para ello el citado Método Widmark, cuya validez
científica es inobjetable el resultado obtenido lleva a estimar que en el
momento de la perpetración del ilícito el nivel de alcohol que presentaba el
encausado era aproximadamente de 2,7 4 g/1 de alcohol por litro de sangre
(de acuerdo con la Tabla de Alcoholemia está considerado como el cuarto
periodo: 2,5 a 3,5 g/1, grave alteración de la conciencia. Cfr. acápite 2.3, del
sustento normativo de la presente ejecutoria Suprema); es decir, se encontraba
sumamente embriagado, lo que le produjo alteración de la conciencia, que fue
n la gravedad que establece el citado numeral primero, del artículo veinte, del
Código Sustantivo. Lo que excluye la imputabilidad no es que el procesado
estuvo ebrio en el momento del hecho, sino que la cantidad de alcohol ingerido
fue de tal volumen que la intoxicación lo condujo a un estado de grave
alteración de la conciencia. Ello lleva a estimar que no se podía dar cuenta de
sus actos, por llo, redujo a una persona a dos puertas de su propia casa y de
allí la condujo a su domicilio para asaltarlo, es decir, se expuso a la
identificación y a la ubicación; circunstancias que no son propias de la
habitualidad en la ejecución de los delitos, en que el agente procura no ser
ubicado después de perpetrado el ilícito para no ser aprehendido y/o
responsabilizado. Al estar gravemente alterada la capacidad psíquica del
recurrente (ausentes las funciones superiores), carece de valor probatorio el
reconocimiento que efectuó a escala preliminar; ello se fuerza con lo afirmado
por el efectivo policial Mariños Izquierdo, quien testificó que en el momento de
la intervención el imputado se encontraba con visibles síntomas de ebriedad.
Por lo tanto, no era factible recibirle una manifestación válida, hallándose el
declarante sumamente intoxicado por la ingesta de alcohol. El Ministerio
Público no debió permitir que a escala policial se procediera como si no
mediara tal condición, menos aún haber intervenido en aquel acto. Cabe
resaltar que no hay base suficiente para sostener que el encausado se hubiera
colocado en tal condición para delinquir (supuesto de actio libera in causa,) o
que se encontraba incapacitado para distinguir el mal del bien, por no haber
tenido ni la Conciencia ni el dominio de los propios impulsos, por ello, al ser
inasequible frente a la prohibición penal deviene en inimputable y está exento
de responsabilidad, por lo que debe ser absuelto de la acusación fiscal. Por
otro lado, no cabe disponer una medida de seguridad sino en los casos de
inimputabilidad por grave alteración permanente de la conciencia, en tanto que
la ebriedad no alcanza tal nivel, por tratarse de un estado anormal pasajero.
Sin embargo, pese a que es posible que esta alteración de la conciencia y la
voluntad no tenga una base patológica, es prudente que en la vía pertinente se
determine si puede ser necesaria una interdicción por ebriedad habitual; que
no solo se justifica porque persigue evitar la comisión de futuros delitos sino,
sobre todo, por su trascendente finalidad de recuperación de la persona. Sobre
la alegada afectación al derecho de defensa, en el sentido de que el imputado
no contó con la asistencia de su abogado defensor a escala preliminar;
habiendo decidido este Supremo Tribunal absolver al recurrente, carece de
objeto emitir pronunciamiento al respecto. Con relación a la responsabilidad
civil a la que hubiera lugar a consecuencia del perjuicio económico causado al
agraviado, este lo podrá reclamar en la vía pertinente.

B) DESARROLLE UN COMENTARIO JURÍDICO DEL FALLO DE LA


SENTENCIA:

FALLO : Declarar HABER NULIDAD en la sentencia de nueve de enero de


dos mil catorce (folio doscientos sesenta y cuatro), emitida por la Tercera Sala
Penal para Procesos con Reos en Cárcel, de la Corte Superior de Justicia de
Lima, que condenó a don Víctor Alberto Cotaquispe Valerio como autor del
delito contra el patrimonio, en la modalidad de robo agravado, en perjuicio de
don Edson Joel Ñáñez Pérez (y no Edzon como erróneamente aparece en la
sentencia), y se le impuso doce años de pena privativa de libertad, ya que el
encausado Cotaquispe Yalerio cuestionó la sentencia y alegó que: No se
consideró que al momento del evento delictivo el recurrente se encontraba en
estado de ebriedad absoluta; con grave alteración de la conciencia, lo que no
le permitió conocer el carácter antijurídico de su acto; por lo tanto, debió
eximírsele de responsabilidad penal. Además, se le recortó el derecho de
defensa, ya que durante su manifestación policial no fue asistido por su
abogado defensor; en consecuencia, su declaración preliminar carece de valor
probatorio.
2. TRANSCRIBIENDO LA CASACION Nº361-2015 AREQUIPA, Y
EFECTUANDO UN ANÁLISIS, ASÍ COMO SEÑALANDO Y
DESARROLLANDO CADA UNA DE LAS NORMAS,
JURISPRUDENCIAS, CASOS Y OTROS MENCIONADOS POR EL
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, RESPONDA:(4 PUNTOS)

ANALISIS DE LA CASACIÓN Nº 631-2015-AREQUIPA – EL ARRAIGO COMO


PRESUPUESTO DEL PELIGRO DE FUGA (21.12.2015)

La casación Nº 631-2015-Arequipa de fecha 21.DIC.2015, emitida por la Sala


Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República, estableció que
«los criterios que el Juez debe tener en cuenta para determinar el peligro de fuga
están vinculados al arraigo, el mismo que tiene tres dimensiones:

1) La posesión

2) El arraigo familiar

3) el arraigo laboral. De presentarse estas circunstancias, desincentivan la fuga


del imputado. Otro criterio relevante del peligro de fuga está relacionado con la
moralidad del imputado, esto es, la carencia de antecedentes. La pena podrá ser
relevante, pero si no constan elementos de convicción respecto del peligrosismo
procesal no es posible dictar automáticamente una medida de coerción personal
de prisión preventiva. Asumir un peligro de fuga por la sola condición de extranjero
del imputado importaría un acto discriminatorio por razón de la nacionalidad.

Encontramos interesantes los siguientes fundamentos de derecho, sobre el


arraigo como elemento para evaluar el peligro de fuga:

«No es concluyente, por tanto, los pocos o muchos viajes que un encausado
realice al extranjero. Lo que determina un fundado peligro de fuga es que un
imputado no tenga arraigo laboral, familiar o laboral y tenga contactos en el
exterior que le permitan alejarse del país, a la vez que, concurrente, consten otros
datos derivados de la naturaleza del hecho y de la gravedad la pena –el monto de
la pena, tampoco debe ser examinado en forma aislada, sino debe ser
considerado en la relación con otras circunstancias, tales como:

(i) el comportamiento del imputado durante el procedimiento o en otro posterior,


en la medida que indique su voluntad de someterse a la persecución penal,

(ii) la personalidad del imputado y/o

(iii) sus relaciones privadas (sus vínculos familiares, laborales) [LLOBET


RODRÍGUEZ, JAVIER: obra citada, páginas trescientos ochenta y ocho guión
trescientos ochenta y nueve-].» (Fundamento de derecho SÉPTIMO)

«Que, como ya se ha sostenido abundantemente, la prisión preventiva es una


medida excepcional, frente a la situación normal de esperar el juicio en estado de
libertad, o en su caso mediante la restricción de la libertad en cualquiera de sus
manifestaciones que no comporte la privación de la misma. En consecuencia, la
privación de libertad ha de ser la excepción; y, se ha de adoptar cuando no existan
otras medidas menos gravosas para el derecho a la libertad a través de las cuales
pueden alcanzarse los mismos fines que con aquélla [BARONA VILAR,
SILVIA: Derecho Jurisdiccional III. 15º Edición, Tirant lo Blanch, valencia, dos mil
siete, página cuatrocientos noventa y ocho]. Rige el principio hermenéutico rector
de las normas relativas a prisión preventiva: el de favor libertatis, o de in dubio pro
libertatis.

Es claro, por consiguiente, que en materia de derechos fundamentales la legalidad


ordinaria debe ser interpretada de la forma más favorable para la efectividad de
dichos derechos; de suerte, se requiere: (i) la excepcionalidad, conforme a la cual
la prisión preventiva nunca puede convertirse en regla general y aplicarse cuando
no cabe otra opción para el cumplimiento de los fines que la justifican; y, (ii) la
subsidiaridad, que obliga al órgano jurisdiccional a examinar, no sólo la
concurrencia de los presupuestos materiales que la posibilitan, sino también si
existe alguna otra alternativa menos gravosa para el derecho a la libertad que,
asegurando el cumplimiento de los fines de la prisión preventiva ello no obstante,
no supongan el sacrificio de aquel derecho fundamental [GIMENO SENDRA,
GIMENO: Derecho Procesal Penal, Colex, Madrid, dos mil cuatro, página
quinientos treinta y siete].» (Fundamento de derecho OCTAVO).

«Que, en virtud a lo precedentemente expuesto, es de concluir que los órganos


jurisdiccionales de mérito inobservaron las exigencias establecidas en el artículo
268º, literal c, concordante con el artículo 269º del Nuevo Código Procesal Penal.
Sobre estas consideraciones se limitó indebidamente la libertad del imputado al
imponerse desproporcionadamente la medida de coerción personal de prisión
preventiva a pesar de que demostró arraigo y no se presentan otros criterios que
concurrentemente autoricen a afirmar la existencia de un fundado peligro de fuga.

El Tribunal Superior, además, incrementó el plazo de prisión preventiva, con el


solo argumento de que ésta no es un adelanto de pena, no tiene por finalidad
generar escarmiento en el investigado, sino únicamente asegurar su presencia al
proceso. Tal resolución al hacer referencia a pautas generales sin referencia a las
concretas razones para un incremento del plazo de privación procesal de la
libertad, importa una motivación irrazonable, que no puede ratificarse. No cabe
otra opción que casar el auto de vista.» (Fundamento de derecho DÉCIMO).

Jurisprudencias:

El peligro procesal (Periculum in mora) es el elemento más importante par volar en


un auto de prisión preventiva. Este tiene un carácter subjetivo, pero objetivado
legalmente a través de diversos criterios de carácter meramente enumerativos, y
por ende reconoce un margen de discrecionalidad en los jueces. la ley como se
sabe establece la presencia de dos peligrosismo : fuga que es el paradigma del
periculum libertatis y obstaculización Artículos 268 , apartado 1, literal c y
269,270 del Nuevo Código Procesal Penal .

C) DESARROLLE CADA UNO DE LOS ARRAIGOS UTILIZADOS, SEÑALE 02


EJEMPLOS DE CADA ARRAIGO UTILIZADO.
Dentro de los criterios que el juez debe tener en cuenta para determinar el
peligro de fuga están aquellos vinculados a la situación personal, familiar y
económica del imputado , conocido como arraigo que tiene esencialmente un
carácter objetivo y ni puede afirmarse con criterios abstractos , sino debe
analizarse conforme al caso concreto Articulo 269 del Nuevo Código
Procesal Penal.

El Arraigo debe ser entendido como el establecimiento de una persona en un lugar


por su vinculación con otras personas o cosas. El Arraigo tiene tres dimensiones.

1) La posesión

2) El arraigo familiar

3) El arraigo laboral.

El primero se refiere a la existencia de un domicilio conocido o de bienes propios


situados dentro del ámbito de alcance de justicia.

Ejemplo:

La casación Nº 631-2015-Arequipa

El segundo se circunscribe al lugar de residencia de aquellas personas que


tienen lazos familiares con el imputado.

Ejemplo:

La casación Nº 631-2015-Arequipa

El tercero se expresa en la capacidad de subsistencia del imputado, que debe


provenir de un trabajo desarrollado en el país.

Ejemplo:

Sentencia de Corte Suprema de Justicia - Primera Sala Penal Transitoria de 27 de


Enero de 2012 (Expediente: 003217-2011)
D) REALICE UN COMENTARIO JURÍDICO SOBRE LA PRESENTE CASACIÓN.

DECISION: Declararon FUNDADO el recurso de casación por inobservancia de la


garantía de motivación y por el encausado CARLOS RIOS SANCHEZ.

La sentencia dice, además, que otro criterio importante del peligro de fuga
tiene que ver con la moralidad del imputado, es decir, la carencia de
antecedentes penales. La pena es importante para valorar este aspecto, pero
si no hay elementos de convicción respecto del peligrosismo procesal no es
posible dictar automáticamente una medida de coerción personal de prisión
preventiva. Asumir un peligro de fuga por la sola condición de extranjero del
imputado importa discriminación por razón de la nacionalidad.

Uno de los fundamentos más importantes de la sentencia y que tiene que ver con
el titular de esta nota, es el sexto. El texto es el siguiente:

Que es cierto que los alcances del arraigo en el país también pueden valorarse
desde los lazos familiares que el imputado mantiene en el exterior, más aún si es
extranjero, situación que le permitiría abandonar el país y refugiarse en su
localidad de origen cuando advierte riesgo para sí. Sin embargo, esta situación
tiene que ser apreciada caso por caso.

Si se tiene en cuenta que prima facie está consolidado el arraigo del imputado,
pues vive en el país, tiene estatus de residente, su familia nuclear está con él y
su centro de labores es una empresa residenciada en el Perú, sólo podría
afirmarse la persistencia del riesgo de fuga si se toma en consideración otros
datos que permitan concluir razonablemente que se alejaría de la justicia peruana
para evitar su procesamiento, enjuiciamiento y, en su caso, la condena
correspondiente.

PAGINA WEB:

https://es.wikipedia.org/wiki/Derecho_a_la_defensa

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