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IX
Prólogo
Este libro se publica en un momento de profundo debate sobre la necesidad de promover la inves-
tigación clínica en atención primaria. Tradicionalmente, ésta se ha concentrado en instituciones
especializadas, casi siempre en hospitales universitarios. A pesar de dificultades de todo tipo, algu-
nos proyectos de investigación clínica relevantes para el ámbito de la atención primaria se han
abierto camino en varios países. Sin embargo, la enorme necesidad de información de este ámbi-
to asistencial dista mucho de estar satisfecha. Por muchos motivos, se asiste a una situación absur-
da y de consecuencias nefastas tanto para los pacientes como para los profesionales sanitarios y,
en definitiva, para todo el Sistema Nacional de Salud: los pacientes atendidos en atención prima-
ria son portadores de muchas necesidades de investigación que no suelen ser abordadas y los
médicos de atención primaria se ven obligados a tomar la mayoría de sus decisiones rodeados de
todo tipo de incertidumbres.
Llama la atención que, en ciertos ambientes, la atención primaria de salud siga siendo conside-
rada simplemente como un ámbito de aplicación de los conocimientos generados en centros
especializados y de excelencia. Se la ha llegado a contemplar como un lugar donde se espera que
los médicos obedezcan diligentemente las recomendaciones elaboradas por sabios que trabajan
en unas magníficas condiciones pero que, desgraciadamente, son muy diferentes de las de la
práctica habitual en la atención primaria. Este enfoque es descorazonador, entre otras cosas por-
que ignora algunos de los aspectos más profundos de la actividad de cualquier médico: su curio-
sidad científica y su dimensión humanista.
Paradójicamente, durante los últimos años se ha difundido la necesidad de practicar una «medi-
cina basada en pruebas». Ello ha contribuido, sin duda alguna, a desacreditar la toma de decisio-
nes basadas en meras opiniones de expertos. No obstante, una cierta aplicación perversa del con-
cepto «medicina basada en pruebas», exenta de la necesaria interpretación crítica de las pruebas
científicas, ha permitido que se tienda incluso a enjuiciar las decisiones de los médicos y a califi-
carlas de injustificadas o, incluso, de irracionales cuando no cumplen los dictados de los ensayos
clínicos controlados sin tener en cuenta un detalle muy importante: solamente en contadísimas
ocasiones éstos han sido diseñados por investigadores independientes para dar respuestas a pre-
guntas de auténtico interés para los clínicos que trabajan en atención primaria.
Sin embargo, en diferentes ámbitos profesionales de nuestro país con capacidad de analizar
críticamente la situación de la investigación clínica, se ha desarrollado una reflexión muy pro-
funda y con importantes repercusiones para la atención primaria de salud (apéndice 1). Las incer-
tidumbres de relevancia clínica para la salud de los pacientes sólo pueden encontrar repuesta
mediante un tipo de investigación que dé prioridad a la producción de resultados fácilmente apli-
cables a las condiciones reales de la asistencia en la atención primaria de nuestro país. Para ser
eficiente y sostenible, nuestro Sistema Nacional de Salud debería nutrirse constantemente de
este tipo de resultados. Tanto la descripción epidemiológica de las incertidumbres más relevan-
tes como la medición de los efectos sobre la salud obtenidos con las intervenciones habituales
deberían ser sistemáticas. No en vano es en la atención primaria de salud donde se decide la cali-
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X PRÓLOGO
dad de la salud y la racionalidad de la utilización de los recursos médicos, donde los medica-
mentos adquieren una importancia cada vez mayor. Es el momento de defender la necesidad de
la investigación clínica en la atención primaria de nuestro país, pero también de reflexionar sobre
las características que debe reunir para asegurar la máxima y rápida transferencia de los resulta-
dos a la práctica asistencial. No se pueden reproducir simplemente en la atención primaria los
modelos organizativos y metodológicos utilizados en los centros hospitalarios. Conviene tener en
cuenta tanto las necesidades y las prioridades de investigación propias de la atención primaria,
como su contexto asistencial real y las cuestiones legales, éticas y metodológicas esenciales que
pueden influir en el desarrollo de una investigación clínica útil.
La tesis que subyace en este libro es que la investigación clínica no es una actividad disociada
de la tarea cotidiana del médico de atención primaria. Al contrario, representa la decisión y la
capacidad del médico para hacer explícitas las incertidumbres y para orientar las preguntas que se
encuentran en la práctica, de tal modo que se puedan documentar de manera sistematizada e
interpretar, lo que significa un paso adelante en el conocimiento. Esta Guía de Investigación Clí-
nica para Atención Primaria consta de dos partes. En la primera se reúnen capítulos que configu-
ran una reflexión general sobre aspectos cruciales de la investigación clínica en atención primaria
y, en la segunda, se articula una propuesta de diferentes tipos de estudios que, con los necesarios
apoyos logísticos, podrían promover la transferencia de resultados útiles para la práctica clínica.
Participan en ella médicos de familia, epidemiólogos y farmacólogos clínicos. La investigación
sobre las intervenciones con medicamentos ocupa un espacio muy importante en este libro. No
es de extrañar, considerando la dedicación profesional de buena parte de los autores y la impor-
tancia de las implicaciones que el uso de medicamentos tiene tanto para la salud de los pacientes
como para la eficiencia y sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud. Sin embargo, en todos los
capítulos se destaca la importancia de tener en cuenta las condiciones asistenciales y las caracte-
rísticas propias de los pacientes, al evaluar los efectos de los medicamentos para no confiar inge-
nuamente en sus posibles efectos beneficiosos. Los diferentes autores defienden, cada uno a su
manera, un tipo de investigación clínica que permita separar el grano de la paja, lo esencial de lo
prescindible, la realidad de la fantasía, la contundencia de los resultados obtenidos en condicio-
nes reales frente a la volatilidad de aquellos obtenidos en condiciones ajenas a la realidad asis-
tencial. Todos tienen amplia experiencia en investigación clínica en atención primaria o han dedi-
cado enormes esfuerzos en intentar desarrollar un tipo de investigación pragmática, de carácter
colaborador. Todos llevan años manteniendo un compromiso con aquella investigación clínica que
pretende ser útil y de calidad.
Quisiera dejar constancia de mi más profundo agradecimiento a todos los autores por haber
dedicado parte de su tiempo a participar en este proyecto colectivo. En particular, le agradezco
a Joan-Ramon Laporte las largas conversaciones que mantuvimos para concretar la estructura de
esta Guía y su empuje intelectual, que durante tantos años ha ejercido de motor para que
muchos intentemos impulsar diferentes iniciativas en la atención primaria de salud. Finalmente,
me gustaría dejar explícito mi sincero agradecimiento a Manuel Martín y Carmen González, de
la Fundación AstraZeneca, por haber confiado en el proyecto y haberlo apoyado con exquisito
respeto por las ideas de todos sus autores.
Eduard Diogène
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I. Fernández Fernández,
Estado actual A. Gómez de la Cámara
M. Balagué i Corbella
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Investigación en atención
primaria: situación
I. Fernández Fernández
A. Gómez de la Cámara
L a Atención Primaria de Salud (APS) es el primer punto de contacto que los servicios sani-
tarios proporcionan a la población, de forma indiferenciada por nivel socioeconómico,
edad, sexo, estado de salud o enfermedad.
Es importante que desde la práctica clínica, donde surgen los interrogantes, se plantee la
búsqueda de las mejores respuestas para aplicar a los pacientes. Con frecuencia se aplican
los resultados de la investigación realizada en otros ámbitos de la atención sanitaria, donde
se atienden pacientes «ideales» con estadios de la enfermedad y edades que no son los que
se encuentran en la población real que se atienden en las consultas de APS. El uso de esta
información inapropiada afecta de forma significativa a la práctica con repercusiones nocivas
sobre los resultados: afecta a la estimación real de la prevalencia de la enfermedad y la fre-
cuencia de los estadios que presentan los pacientes, al valor predictivo de las pruebas utili-
zadas y a la respuesta esperada del tratamiento.
Algunas características intrínsecas de la atención primaria ofrecen ventajas para desarrollar
la investigación en este ámbito:
• Es posible el acceso a la población. Existe un porcentaje importante de población con
problemas de salud o en situación de riesgo que no acuden o no son abordados por el
sistema sanitario. Sólo una parte muy pequeña es atendida por el sistema hospitalario.
El lugar privilegiado de la APS le permite cubrir un número mayor de problemas y con
posibilidad de ampliar sus contenidos y actuación hacia el contexto familiar y comunita-
rio. El número de enfermedades y problemas de salud se representan en la figura 1.
• Existe una relación continua con los pacientes, lo que ofrece la oportunidad de conti-
nuidad en la observación de los pacientes durante toda su vida y en su marco contex-
tual.
• Se atienden estadios más precoces de la enfermedad que los que habitualmente se tra-
tan en otros ámbitos especializados.
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Figura 1. Enfermedades y problemas de salud en relación con el sistema sanitario. (Adaptada y modificada de De
White KL, Williams TF, Greenmberg BG. The ecology of medical care. N Engl J Med 1961; 245: 885-892)
No se debe olvidar que, al mismo tiempo que cumple con su objetivo principal, que es la
generación de conocimiento, la investigación conlleva un importante valor añadido:
• Para los profesionales: mejora la formación, estimula el espíritu crítico, consolida la acti-
vidad profesional, evita anquilosamientos y aumenta la motivación y satisfacción profe-
sional. Además, contribuye a dar luz a algunas lagunas del conocimiento, promoviendo
un mayor conocimiento de las intervenciones que se realizan en la práctica diaria y de su
efectividad en condiciones reales.
• Para los pacientes: mejora la calidad asistencial que se les presta, y la disminución de la
variabilidad en la práctica clínica contribuye a la mejora del principio de equidad en la
atención sanitaria.
• Para el sistema sanitario: la mejora de la efectividad clínica y de la eficiencia.
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F.I.S. 1988-2002. Presupuesto financiado. Progresión porcentual por año y tipo de centro
Figura 2. F.I.S. 1988-2002: evolución de los proyectos y de su financiación en función de su origen. (Adaptada y modi-
ficada de Ricoy JR, Guasch MF, Clavería LE. Una aproximación al análisis de un programa I+D. Serie: Investigación
FIS, Ministerio de Sanidad y Consumo, 1996.)
Existe una serie de argumentos que los profesionales de atención primaria manifiestan
para explicar la poca presencia en la investigación:
• Falta de tiempo: la gran sobrecarga asistencial no deja tiempo para el desarrollo de inves-
tigación durante la jornada laboral.
• Dispersión: la dispersión inherente a la APS ocasiona una mayor dificultad para acceder
a los recursos necesarios y para la constitución de equipos de investigación potentes.
• Falta reconocimiento: los gestores de atención primaria no incluyen la investigación entre
sus objetivos. En los contratos, programas o documentos similares, habitualmente hay
un apartado genérico de «Formación e Investigación», donde los objetivos que se plan-
tean están todos relacionados con la formación y es anecdótico que haya alguno vincu-
lado a la investigación. Tampoco está adecuadamente reconocida en los baremos para
acceso a los puestos de trabajo, ni existe carrera profesional que la contemple.
• No existen estructuras de apoyo a la investigación en APS.
• Falta motivación: la comunidad científica no tiene una gran opinión de la actividad inves-
tigadora que se puede desarrollar en este ámbito... y con cierta frecuencia ni siquiera los
propios profesionales implicados la ven como una de sus misiones.
• Falta la formación y la cultura de investigación necesarias entre los profesionales de APS.
Existe una percepción distante de la investigación en el seno de la medicina de familia.
La investigación no suele encontrarse entre las prioridades de los médicos de familia. Se
considera con frecuencia como una actividad ajena a la naturaleza de este ámbito de tra-
bajo y existe un gran desconocimiento de las ofertas de apoyo institucional y privado a
la investigación.
• Las dificultades encontradas para investigar entre los médicos de familia difieren de un
país a otro, aunque las diferencias sólo pueden atribuirse a diferentes grupos de médi-
cos; en España, los obstáculos son los que se muestran en la tabla 1; en países como
Australia, el obstáculo destacado en primer lugar es la falta de incentivos económicos.
Es necesario añadir que un marco tan amplio como la APS genera problemas de definición.
El hecho de ser el primer punto de contacto para el paciente con el sistema sanitario sitúa al
médico en un ámbito de trabajo propio, pero con límites difusos. En el aspecto asistencial
surgen preguntas cotidianas: ¿hasta dónde puede llegar el grado de complejidad de la aten-
ción clínica que prestamos?, ¿hasta dónde podemos ir en el grado de conocimiento de la
comunidad?, ¿hasta dónde se puede llegar con las estrategias de prevención y promoción
de la salud? Esta incertidumbre se transmite también a las actividades de investigación: ¿cuál
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TABLA 1.
Limitaciones para el desarrollo de la investigación en atención primaria de salud (APS)
Los ámbitos de investigación de la APS son múltiples y variados, en relación con la bús-
queda de respuesta a muchos interrogantes no sólo de las ciencias de la salud, sino también
de las ciencias sociales, con la ventaja (y dificultad añadida) de hacerlo en el entorno real. En
la APS el conocimiento científico se hace imprescindible en relación con tres aspectos:
• Para mejorar en la prevención, curación y alivio de los síntomas de la enfermedad.
• Conocimientos del contexto para poder aplicar los resultados de la investigación a la
práctica clínica.
• Conocimiento sobre la política sanitaria más conveniente para poder contribuir a la equi-
dad de los servicios sanitarios.
En la investigación que se realiza en la APS hay una parte que aporta el conocimiento nece-
sario para la atención primaria de salud y una parte que aporta conocimiento relevante para
otras disciplinas. Es más, se puede decir que la investigación desarrollada en APS es funda-
mental para otras disciplinas, para un conocimiento global de los problemas de salud de los
individuos y la población y, en definitiva, para contribuir a la mejora de la salud del individuo,
la familia y la comunidad. Investigar en APS es investigar en ciencias de la salud, es investi-
gar de forma integrada con el sistema sanitario intentando responder preguntas realmente
relevantes para éste. Por lo tanto, deben hacerse como propias las propuestas de prioriza-
ción y recursos de investigación del conjunto del Sistema Sanitario.
Existe un interés real por las actividades de investigación en APS. Esta situación viene dada
por la pujanza de dicho colectivo añadida al descubrimiento de la potencialidad investiga-
dora de este medio y su necesaria contribución al desarrollo del conocimiento en ciencias de
la salud. Dicho interés se ha puesto de manifiesto cuando las instituciones rectoras de la
investigación de organismos sanitarios nacionales e internacionales (OMS, Alma Ata; Natio-
nal Agency for Health Services and Policy Research, EE.UU.; Fondo de Investigación Sanita-
ria, España; Research and Development Directorate of the National Health Service Executive,
Reino Unido) han orientado sus prioridades hacia aquellas actividades de investigación social-
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TABLA 2.
Convocatorias FIS 1996-2002. Atención Primaria
Formación
Posiblemente sea la actividad formativa la mejor estrategia que permita la incorporación de
la investigación entre las funciones que desempeñar por los equipos de APS, a través del des-
arrollo de competencias que contribuya a un aumento del nivel de conocimientos y habili-
dades, y a una mayor sensibilización y motivación por la investigación. La actividad formati-
va debe orientarse, en términos generales, a que los profesionales de APS comprendan la
importancia y necesidad de la investigación, así como cuáles son los principios básicos, y
adquieran habilidades para identificar áreas de investigación de interés en su ámbito. Se pre-
cisa el aumento de la masa crítica, que permita la innovación y el avance continuado, desde
una doble perspectiva:
Actividad formativa básica: a partir de las bases, pueden surgir las preguntas que precisan
respuesta y contribuir a la traslación de los resultados de la investigación. Es pues necesaria
la extensión de la formación en investigación para fomentar el espíritu crítico que permita
localizar la incertidumbre y manejarla de forma adecuada por parte de todo profesional, en
combinación con la práctica asistencial.
1. Formación de becarios: el becario es «una persona que recibe una subvención para su for-
mación, a la vez que participa en el desarrollo de un proyecto de investigación o de unas acti-
vidades programadas y supervisadas», según la definición del Instituto de Salud Carlos III
(ISCIII). La formación de becarios ayuda a un mayor desarrollo del proceso de formación en
investigación, además de constituir un elemento facilitador para el desarrollo de los proyectos.
Hasta ahora, no ha sido fácil en APS encontrar profesionales motivados y dispuestos a des-
arrollar su perfil curricular investigador. Es preciso promover esta cultura y contar con los recur-
sos necesarios para ello. Una posibilidad son las becas de iniciación a la investigación y la inclu-
sión de la financiación de becarios en los proyectos de investigación. Otra interesante
oportunidad viene dada por las convocatorias de becas post-MIR, del ISCIII-FIS, con una dedi-
cación exclusiva a la investigación durante 1-3 años, tras el periodo de MIR, que puede facili-
tar la profesionalización de aquellos con mayor interés. Se trata de contratos de investigación
una vez finalizada la formación MIR, subvencionándose con la beca el 60-70% y comprome-
tiéndose la institución sanitaria correspondiente a asumir el 30-40% restante. Es algo que ya
está sucediendo en los hospitales y que habría necesidad de introducir también en APS. La fina-
lidad es formar profesionales de investigación con una dedicación específica a la investigación,
bien de forma parcial, combinada con sus labores habituales, bien de forma completa.
tivos, no sólo económicos sino también en tiempo de dedicación y desarrollo profesional. Los
incentivos debieran plantearse tanto a nivel individual como de equipo. Hay que reconocer
la dedicación personal, pero también la facilitación que proporciona el equipo para el des-
arrollo de los proyectos. En aquellos centros que muestren una trayectoria y consigan finan-
ciación mantenida, con producción científica e impacto en la asistencia, se debe contemplar
un incremento en la dotación de recursos, parte de ellos recursos humanos, que compensen
el esfuerzo realizado y faciliten el avance. Es también trascendental conceder a la investiga-
ción un papel relevante en la carrera profesional, considerando de forma adecuada tanto las
actividades de investigación como su producto.
Estructuras de investigación
Tanto para el propio desarrollo de investigación, como para agilizar su gestión, resultarían
útiles:
1. Unidades de investigación, como estructura de apoyo que aporta un clima científico que
facilita la conjunción de la actividad asistencial, docente e investigadora. Comunidades autó-
nomas como Madrid, Cataluña, Baleares y País Vasco desde hace años tienen unidades de
investigación en APS, y son precisamente las que destacan en cuanto al número de proyec-
tos y cantidad financiada por el FIS (tabla 3, figura 3).
TABLA 3.
Número de proyectos y presupuestos financiados en atención primaria por comunidad
autónoma (1996-2002)
Cataluña 1.188.703,98 52
Madrid 618.595,61 71
País Vasco 381.496,53 17
Baleares 243.449,47 20
Canarias 184.959,02 5
Valencia 143.545,93 16
Galicia 140.719,56 9
Aragón 66.129,36 6
Castilla León 51.316,36 2
Andalucía 48.976,48 8
Castilla La Mancha 44.174,39 5
Asturias 31.475,00 5
La Rioja 23.947,93 2
Murcia 11.719,74 2
Extremadura 3.765,33 1
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Figura 3. Evolución del número de proyectos financiados por comunidades autónomas (1996-2002)
El ensayo clínico en atención primaria es necesario para investigar sobre las indicaciones
adecuadas, la elección de variables principales y pertinentes, la selección de objetivos finales
y la valoración de objetivos intermedios, así como la identificación y selección de principios
activos deseables en el ámbito de la atención primaria, y el desarrollo de la farmacología clí-
nica en el ámbito ambulatorio: farmacocinética y farmacodinamia «de campo».
como sobre efectos secundarios y reacciones adversas. Es, por lo tanto, fundamental inves-
tigar mediante ensayos clínicos y/o estudios observacionales en APS, pero teniendo en cuen-
ta que dichos estudios deben ser siempre considerados como un proyecto de investigación
formal y riguroso.
Son, pues, varias las estrategias que hay que llevar a cabo, interna y externamente, para
que no haya que seguir repitiendo la importancia y la necesidad de que la APS esté presen-
te en la investigación, y podamos pasar realmente a dar respuesta a las necesidades que con-
tinuadamente se va planteando a la sociedad, a los profesionales y a los sistemas sanitarios.
Reflexión final
A lo largo de las líneas precedentes, se ha insistido en la estrategia que se propone desde
aquí. Ésta es la búsqueda sistemática y activa de la integración en el sistema investigador
general compitiendo por las ideas y los recursos como fórmula de enriquecimiento científico
y profesional, y como vía de expresión de la creatividad y relevancia de las actividades del pro-
pio desarrollo de la medicina de familia. El marco de la competición es el que existe en el
conjunto del colectivo científico específico de cada país, utilizando estructuras comunes al
sistema sanitario, universidades, agencias de financiación de la investigación, redes de uni-
dades de investigación, o particulares de la medicina de familia, red de centros de salud
Investigadores, estructuras que pueden y deben complementarse entre sí. Es deseable que el
conjunto de la investigación en salud esté coordinado para hacer más rentables los esfuer-
zos y para que pueda atender mejor las necesidades de los ciudadanos, priorizando a su vez
la investigación según las necesidades sociales y la calidad científica. La investigación en APS
debe coordinarse y fomentar los estudios multicéntricos para superar el aislacionismo y la
escasez de recursos disponibles dada la organización atomizada, agrupada en pequeños
equipos o incluso individual en que se basa el ejercicio de la APS.
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Condicionantes, necesidades
y prioridades en investigación
clínica en atención primaria
J. Casajuana Brunet
J.R. Laporte Roselló
A menudo la medicina parece saber contar sólo hasta dos (enfermo/no enfermo, hiper-
tenso/no hipertenso, deprimido/no deprimido). Tenemos la necesidad de clasificar, de poner
límites que en realidad no existen, para intentar entendernos, para poder movernos con los
criterios numéricos de las ciencias exactas. Sin embargo, y a pesar de que con frecuencia los
propios profesionales lo olvidamos, tan hipertenso es el individuo con una presión arterial sis-
tólica de 141 mmHg como el de 139, la frontera entre la depresión y la normalidad es incon-
creta y la realidad nos confirma que lo patognomónico no existe, que una proporción impor-
tante de pacientes no responde a «criterios diagnósticos» con límites precisos, que la
«eficacia» no es más que una probabilidad, e incluso que las no-enfermedades (aburrimien-
to, vejez, problemas estéticos, etc.) conforman una parte no despreciable de los motivos de
consulta. En definitiva, que cada paciente plantea sus incertidumbres. La incertidumbre pue-
de ser causa de pasividad o de fatalismo, pero también constituye una invitación a la curio-
sidad, a intentar responder las preguntas.
Investigar
Alguien dijo que la investigación es la sistematización de la curiosidad. Investigar consiste en
identificar y definir un problema, plantearse la pregunta, pensar en la manera de responder-
la, reunir los resultados necesarios para ello, analizarlos e interpretarlos. Un investigador es
el que se hace preguntas e intenta responderlas. Generalmente, una pregunta que halle una
respuesta razonable y razonablemente contrastada en una fuente de información (libro de
texto, artículo en revista médica, sitio Internet, etc.) no merece ser más investigada. Pero para
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cualquiera que intente razonar sobre un problema frecuente de salud, la práctica clínica —y
sobre todo la de atención primaria de salud (APS)— plantea incertidumbres de manera con-
tinuada
Es más investigador aquel médico o aquel equipo que se planteó una pregunta,
intentó encontrar respuestas y fracasó en el intento, que muchos «investigadores»
(según la legislación vigente) de ensayos clínicos cuyas hipótesis no se han planteado
ellos mismos y que, a menudo, no les interesan demasiado (excepto por sus incentivos
financieros).
Pero tan cierto como esto es que en el mercado global de la tecnología, la investigación,
en tanto que productora de conocimiento, también refuerza la posición de comprador, por-
que un comprador ignorante corre el riesgo de comprar humo a precio de oro. Cabe supo-
ner que quien ha practicado investigación como «curiosidad sistematizada» sabe evaluar de
manera más equilibrada la investigación publicada por otros, sabe modular mejor el valor del
mensaje de cada nuevo ensayo clínico o metanálisis, sabe identificar con mayor acierto las
nuevas incertidumbres planteadas por los nuevos resultados y sabe relativizar más adecua-
damente la transferibilidad de los resultados a la práctica, es decir, la traducción de la efica-
cia en efectividad.
Como dice Smith en su reciente despedida como director del British Medical Journal, en
realidad, a la mayoría de los médicos no les interesa la investigación científica tal como se
publica, ni están preparados para leerla críticamente. Y, de hecho, la forma de presentación
de los resultados de los ensayos clínicos tiende a la exageración:
Todo ello contribuye a crear la sensación entre los profesionales de que cada nueva inter-
vención sanitaria es de gran eficacia, cuando en realidad el impacto clínico en la práctica
puede ser muy inferior. Y esta sensación de gran eficacia de las intervenciones lleva en oca-
siones a los profesionales a intentar actuar sobre cualquier problema o queja que se le con-
sulte, llegando a olvidar que el objetivo no es conseguir la «inmortalidad» del paciente, sino
facilitarle, en lo posible, una buena calidad de vida.
Los sistemas de salud son empresas de conocimientos, es decir que para cumplir sus
fines (preservar la salud, restaurar la salud, producir satisfacción, etc.), miles de profe-
sionales toman decisiones diagnósticas y terapéuticas que se basan en sus conoci-
mientos. Estudios recientes indican que los conocimientos necesarios para la toma de
decisiones clínicas crecen de manera exponencial, de modo que se duplican cada 6-8
años. Mantenerse al día resulta altamente laborioso, especialmente en APS, dado el
amplio abanico de las condiciones que se abordan en la práctica diaria. Por ello, la
actualización continuada de conocimientos constituye un objetivo profesional y estra-
tégico.
La mayor parte de los ensayos clínicos está diseñada para cumplir exigencias normati-
vas. Raramente sirven para establecer el lugar en terapéutica de un nuevo fármaco, bien
porque son controlados con placebo, porque se realizan en poblaciones seleccionadas,
porque son de corta duración (en comparación con el uso clínico habitual), porque se rea-
lizan en condiciones y niveles asistenciales que no equivalen a los de la APS o por varias
de estas razones. Como profesionales, estamos más interesados por el efecto en pobla-
ciones más amplias, por el largo plazo, por el uso concomitante de otros fármacos e inclu-
so por la evaluación de las intervenciones múltiples (más de una intervención, más de un
fármaco), que por la calidad de vida y por la actitud y la opinión (y el bolsillo) del pacien-
te. El sistema de salud puede estar especialmente interesado en la evaluación de costes
100113 CAPITULO 1_2 24/11/03 13:06 Página 20
(por ejemplo, días de estancia hospitalaria evitados con una determinada intervención far-
macológica).
• Los ECC se realizan con patologías clasificables y bien definidas. Sin embargo, lo que se
ve en la consulta son, con frecuencia, signos y/o síntomas mal definidos (a veces sólo cali-
ficables como «fenómenos extraños»), personas con problemas de intolerancia, males-
tar o disconformidad con su propia realidad. La medicalización de la sociedad ha con-
vertido los avatares de la vida en enfermedades, la normalidad en patología. La
definición de salud de la OMS («el completo estado de bienestar físico, psíquico y social,
y no sólo la ausencia de enfermedad») es de carácter social, pues resalta que los proble-
mas de salud no son exclusivamente médicos, ni en su causa, ni en su naturaleza, ni en
su prevención y tratamiento. Sin embargo, profesionales médicos, políticos y opinión
pública atribuyen su responsabilidad a la atención médica en el sistema de salud. Una
interpretación exclusivamente clínica de esta definición nos convierte a todos en indivi-
duos patológicos y crea falsas expectativas sobre los efectos de la atención médica sobre
la salud.
• Los ECC se realizan en personas con pocos diagnósticos asociados (se excluyen
muchos aspectos de comorbilidad). Sin embargo, quienes acuden a la consulta son
pacientes con más de una patología, lo que los convierte en no elegibles para la mayo-
ría de los ECC.
• Numerosos ECC suelen acabar el apartado de discusión con la coletilla de «hacen falta
más estudios para...». Aunque es cierto que el conocimiento científico avanza lenta-
mente, con la contribución de sucesivos resultados de investigación que a su vez plante-
an nuevas preguntas, el médico debe tomar decisiones concretas, frente a pacientes con-
cretos, o bien facilitar la información al paciente, compartiendo el conocimiento y la
incertidumbre, para que sea él quien decida.
tración de eficacia y seguridad. Las prioridades industriales determinan pues en gran parte
los métodos y los objetivos de la investigación clínica. Se realiza y publica más investigación
sobre los remedios que sobre los problemas.
Esta investigación está fuertemente centrada en hospitales. Las más recientes iniciativas
políticas de promoción de la investigación han primado un concepto de competitividad inter-
nacional (basado en el escaparate del «factor impacto») y se han limitado a la creación de
redes de excelencia (generalmente constituidas por grupos hospitalarios) y la creación de
centros de investigación básica avanzada. Se prima sobre todo el acceso de los grupos «de
excelencia» a los fondos públicos de investigación, en detrimento de los servicios y centros
de salud «normales», es decir, de la mayoría. De este modo, se contribuye a que el sistema
nacional de salud (SNS) sea un receptor pasivo de informaciones no siempre centradas en los
verdaderos problemas, en lugar de lo que debería ser: un productor activo de conocimiento.
Todo ello se ha visto acompañado del desarrollo de una legislación y una normativa más
dirigidas a regular las relaciones comerciales que las bioéticas que se establecen entre los
diversos protagonistas de los ECC: las «palabras clave» son investigador principal (y sus
responsabilidades legales), promotor (y sus responsabilidades legales), consentimiento por
escrito —es decir, documento con valor judicial—, póliza, contrato, etc. Los Comités Éticos
de Investigación Clínica (CEIC) se han convertido en observadores pasivos que filtran pero
no actúan para modificar este panorama —ni está legalmente previsto que lo hagan,
excepto en la indefinida pero potencialmente rica facultad del «seguimiento» de los ECC—,
ni promueven investigación propia. La nueva Directiva Europea sobre ensayos clínicos agra-
va esta situación, pues obliga a cumplir unos requerimientos que no son los de APS y que
chocan con la idea misma de colaboración en red entre varios centros (por ejemplo, el pro-
motor debe ser único y asume las responsabilidades para todos los centros participantes
en el ensayo).
Las consideraciones bioéticas básicas que se suelen aplicar a la investigación clínica olvi-
dan a menudo que el objetivo principal de la investigación debería ser resolver dudas o
incertidumbres. Es evidente que los nuevos medicamentos deben ser avalados por prue-
bas sólidas de eficacia y seguridad, pero tan evidente como esto es que conviene exami-
nar su aplicabilidad, sus efectos en la práctica, su efectividad. Por ejemplo, en el merca-
do de la investigación comercial una de las «mercancías» más preciadas es el paciente que
cumple criterios de inclusión en un ECC de fase III de desarrollo clínico de un nuevo fár-
maco (por quien se pueden pagar cifras astronómicas). Por el contrario, en la investiga-
ción independiente tienen mucho más interés los pacientes que no responden a los crite-
rios de inclusión (la mayoría, en muchos casos), los que no responden al tratamiento, o
los que responden de manera inesperada (por ejemplo, efectos adversos, interacciones).
En la práctica terapéutica, éstas son las tres principales causas de incertidumbre y, sin
embargo, son las que merecen menos atención en recursos dedicados y en resultados
publicados.
tos a cargo del SNS. Nuestro sistema de salud sabe con exactitud lo que gasta, pero no
se interesa en conocer el efecto de su inversión económica en medicamentos. El SNS
conoce con detalle el consumo de cada grupo terapéutico, sabe cuáles son los de mayor
consumo (antihipertensivos, antidepresivos, estatinas) o los de mayor crecimiento (antip-
sicóticos, bifosfonatos), pero no ha previsto examinar el impacto de este consumo sobre
la salud, ni sobre el uso de servicios hospitalarios o de otro tipo ¿El uso de estatinas pre-
viene la patología cardiovascular en nuestra población? ¿Ahorra gasto en días de hospi-
talización?
Necesidades y prioridades
La disociación entre la teoría de entender la investigación como una de las claves estratégi-
cas de los servicios de salud y la realidad de la cesión de forma casi irresponsable de las rien-
das de la investigación a las compañías farmacéuticas y productoras de tecnología, provoca
de forma irremediable una disociación entre las necesidades de investigación y la investiga-
ción que realmente se desarrolla.
Así, mientras los profesionales de los servicios de salud necesitan respuestas a las cuestio-
nes prácticas del día a día, la industria farmacéutica necesita argumentos para vender sus
productos y para fidelizar a sus clientes:
• «Para toda la vida»: conseguir la indicación de un fármaco que debe ser tomado de for-
ma continuada tiene mucho más impacto económico. Por ello, gran parte de los recur-
sos se invierten en patologías crónicas (hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia,
EPOC, osteoporosis).
• «Para todo el mundo»: conseguir una amplia base de población diana es otro de los
objetivos a los que se dedica gran cantidad de recursos. Por ello, al menos en parte, las
«cifras de normalidad» son cada vez más bajas (actualmente ya tenemos «prehiperten-
sión») y resulta a menudo muy complicado poder ser catalogado como una persona
sana. Conseguir que las personas sanas también crean que deben medicarse puede ser
otra manera de ampliar la población diana. Así, por ejemplo, los loables intentos por
conseguir fármacos eficaces para la prevención del cáncer de próstata permitirían ase-
gurar que el 50% de la población mundial sería candidata a tomar el fármaco durante
30 o 40 años.
Los responsables políticos y los gestores del SNS deben comprender que la investiga-
ción clínica independiente debe ser promovida decididamente desde las propias entida-
des prestadoras. Una buena asistencia necesita profesionales motivados con conoci-
mientos puestos al día, que respondan a las prioridades de salud, no a las del mercado.
Un sistema de salud debería estar interesado en conocer el resultado de su actividad. En
el ámbito de la investigación en terapéutica, debería preguntarse por la efectividad, los
efectos adversos y el coste en la práctica. La investigación promovida por el SNS debe
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Propuestas concretas
La intención (o pretensión) de este capítulo es invitar al lector a una reflexión sobre aspectos
generales que condicionan en mayor o menor grado la investigación en general y la investi-
gación en APS en particular.
La tabla 2 presenta a un paciente «normal». Tan normal, que sería excluido de la mayoría
de los ensayos clínicos. Este paciente, cual moderno Rasputín, sobrevive de forma inexplica-
ble a pesar de que intentan intoxicarle con 13 fármacos a la vez. Sobre estos pacientes habi-
tuales se dispone de muy poca evidencia. Es otro amplio campo en el que se plantean algu-
nas preguntas.
Aparte de la sorpresa que su médico de familia puede tener cuando comprueba que el
paciente sobrevive a los 13 fármacos (dos de ellos, atenolol y salmeterol, de acción y efecto
farmacológicos antagónicos), no se dispone de datos que permitan valorar adecuadamente
la relación beneficio-riesgo de cada uno de los fármacos en este paciente (los ECC no hablan
de los pacientes de 86 años, ni de pacientes con comorbilidad). Los ECC no se suelen dise-
ñar para determinar cuál es el tratamiento prioritario, ni para saber cuál es el beneficio mar-
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TABLA 1.
Las veintidós patologías más frecuentes en atención primaria (¡y sus variantes!) (datos obtenidos de la historia clí-
nica informatizada del EAP Gòtic de Barcelona, durante el periodo 1999-2003).
• Hipertensión arterial
• Depresión
• Diabetes
• Lumbalgia/lumbociatalgia
• Asma/EPOC
• Dislipemia
• Cardiopatía isquémica
• Cefalea
• Catarata/glaucoma
• Dolor abdominal
• Heridas/traumatismos
• Infecciones urinarias
• Infecciones cutáneas
• Ansiedad/nerviosismo
• Problemas de tiroides
ginal de cada uno de los fármacos que ha sido añadido al tratamiento prioritario. Desde lue-
go, desconocemos el beneficio o riesgo final del cóctel terapéutico administrado.
Por tanto, en la práctica se dispone de bastantes datos para tratar estas enfermedades,
pero no de información para tratar a estos pacientes.
Es posible imaginar diferentes estrategias que permitan conocer mejor la relación entre
toma de fármacos y curso de la enfermedad en pacientes de este tipo. Se indican algunas a
continuación:
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TABLA 2.
El paciente politratado, una farmacia ambulante (¿cómo sobrevivir a 13 fármacos?)
Hombre de 86 años, ex fumador, bebedor moderado de enol, sin alergias conocidas, que presenta en la actualidad
los siguientes problemas de salud:
• Cardiopatía isquémica (IAM hace 9 años). Sigue tratamiento con atenolol, enalapril, ácido acetilsalicílico y sim-
vastatina
• Enfermedad pulmonar obstructiva crónica moderada tratada con bromuro de ipratropio y salmeterol
• Espondiloartrosis y gonartrosis bilateral, sigue tratamiento con ibuprofeno y protección gástrica con omeprazol, y
se le ha indicado, además, sulfato de glucosamina
• Estudio de orientación cualitativa mediante larga entrevista con el paciente y sus fami-
liares para conocer cómo organiza su medicación, si lo hace con ayuda de alguien y
cómo, cuál es el grado de cumplimiento con la medicación y la dieta prescritas, cuáles
son sus actitudes (esperanzas, temores, molestias atribuidas) en relación con los medica-
mentos que toma, cuánto tiempo dedica al día a organizar y tomar su medicación, etc.
Y con todo ello qué grado de cumplimiento consigue alcanzar (la diferencia entre el mar-
co del ECC y la realidad).
• Ensayo clínico n = 1 sobre retirada de alguno de los fármacos que toma, modificación de
dosis o sustitución por una alternativa.
Por último, en la tabla 3, a partir de la realidad de los fármacos que más gasto han gene-
rado en España el pasado año, se presentan algunas preguntas que surgen de nuestra curio-
sidad y algunos ejemplos de cómo se puede iniciar el recorrido para convertir las preguntas
(la curiosidad) en hipótesis para la investigación.
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TABLA 3.
Los 16 medicamentos que originaron mayores importes a cargo del SNS en 2003 (hasta 30/11).
El examen de la lista presentada en la tabla 3 sugiere varias preguntas (la curiosidad) que
pueden convertirse en materia de investigación.
• Estas cifras de ventas reflejan ¿Es posible una revisión sistemática de ECC
una buena aceptación de estos para determinar si los nuevos fármacos son realmente
nuevos fármacos por los superiores a sus alternativas mejor conocidas y más
prescriptores. ¿Esto se debe a baratas,en cuanto a eficacia y efectos indeseados?
que estos medicamentos ¿En qué se parecen los pacientes que toman estos
ofrecen efectos medicamentos a los que participaron en los ECC en los
más favorables que se evaluó su eficacia?
que los anteriormente ¿El SNS (o «alguien») se ha preocupado de conocer el
disponibles? efecto de estos fármacos sobre la salud y la calidad de
vida de los ciudadanos?
¿Con qué detalle y precisión se ha incluido la informa-
ción sobre efectos indeseados de estos fármacos en los
ECC publicados? ¿De qué información dispone el Sis-
tema Español de Farmacovigilancia? ¿Qué se ha hecho
para que los prescriptores conocieran los «nuevos»
efectos indeseados de estos fármacos?
• Los que ocupan el primer y ¿Es posible conocer las características de los pacientes
el tercer puesto de la lista son tratados con estos fármacos? ¿Su diagnóstico, edad,
antipsicóticos atípicos. ¿Esto comorbilidad, comedicación y otras características
refleja un incremento de la corresponden a lasde los ECC?
prevalencia de los trastornos ¿Es posible conocer si los receptores de estos fármacos
psicóticos? son pacientes de edad avanzada?
¿Cuáles son los principales mensajes de las campañas
de promoción de estos medicamentos? ¿Es posible
crear una red de médicos de APS receptores de
visitadores médicos que identifiquen, recopilen
y analicen los mensajes promocionales clave?
• ¿El incremento del consumo de ¿Es posible que los diferentes niveles de copago
bifosfonatos guarda relación con influyan sobre el consumo? ¿La «osteoporosis»
mecanismos administrativos de la (y por extensión su prevención) es una enfermedad
prestación farmacéutica? «crónica» con aportación del usuario de 10% del PVP?
• En esta lista hay cuatro ¿Las tablas de riesgo coronario (por ejemplo,
medicamentos con estatinas. Framingham) usadas en países anglosajones son
La de mayor consumo es aplicables a nuestra población?
precisamente la que tenía menos ¿Se ha examinado la relación beneficio/riesgo de las
pruebas de eficacia en 2003 estatinas en prevención cardiovascular en poblaciones
mediterráneas? ¿Se ha examinado su relación coste-
efectividad en nuestro medio? ¿Hay pruebas de eficacia
de las estatinas en la prevención de patología vascular
cerebral? ¿Es posible obtenerlas en nuestro medio?
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100113 CAPITULO 1_3 24/11/03 13:08 Página 31
31
El contexto de la investigación
clínica en atención primaria
J.M. Baena Díez
E l paciente que acude al médico de atención primaria presenta una serie de características
que le diferencian claramente del que acude al medio hospitalario. Al margen de aspec-
tos tan evidentes como la propia gravedad de los procesos, los pacientes difieren en múlti-
ples aspectos que se repasarán a continuación. Además, debe de tenerse en cuenta que la
perspectiva con la que se aborda al paciente en atención primaria es muy diferente a la del
medio hospitalario. Así, por ejemplo, su abordaje no es transversal sino longitudinal, el
paciente es tratado en relación con su entorno, tanto familiar como social, y no se precisa de
una manera tan inmediata la resolución del proceso por el cual el paciente acude al médico,
ya que la proximidad al centro de salud, su accesibilidad y la continuidad de la asistencia faci-
litan que el proceso diagnóstico y terapéutico sea más dilatado y progresivo que en el medio
hospitalario.
Comorbilidad
En contraposición a la orientación hospitalaria, en que el enfermo acude a urgencias, en
general, por un problema de salud concreto o es derivado desde otro nivel asistencial, el
paciente suele acudir al médico de familia con una auténtica constelación de problemas de
salud, que frecuentemente exceden de la esfera estrictamente médica y se relacionan con el
entorno social y cultural. No sólo se tratan enfermedades, sino que se trata a personas, y no
sólo a personas; sino a individuos en un entorno sociocultural concreto, frecuentemente den-
tro del núcleo familiar. El médico de familia tiene que abordar de manera global y conjunta
todo el espectro de la comorbilidad del paciente, entendida como la coexistencia en el
paciente de una o múltiples enfermedades crónicas. En este sentido, debe asumir no sólo
patologías específicas sino, además, prestar especial atención a los factores de riesgo y a los
estilos de vida insanos, en aras de realizar una prevención primaria o primordial de las pato-
logías con más prevalencia o trascendencia médica.
En la tabla 1 se detallan las patologías crónicas, factores de riesgo y estilos de vida insanos
que se abordan con más frecuencia en atención primaria. Es importante destacar que el pro-
gresivo aumento de ciertas patologías, como la insuficiencia cardiaca, ha motivado que estas
enfermedades, que en un principio eran de abordaje casi exclusivamente hospitalario hayan
pasado a ser abordadas también por el médico de familia. Otro aspecto destacable es que
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TABLA 1.
Comorbilidad en atención primaria. Algunas de las principales enfermedades crónicas, factores de riesgo
y estilos de vida insanos
Enfermedades crónicas
Insuficiencia cardiaca
Cardiopatía isquémica
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica
Asma
Neoplasias
Patologías psiquiátricas: depresión, ansiedad, psicosis
Cefaleas
Vértigos
Demencias
Enfermedad cerebrovascular
Patología convulsiva
Patología digestiva
Anemias
Patología tiroidea
Patología osteoarticular
Dermatología
Paciente terminal
Evolución de la enfermedad
Como consecuencia de las características diferenciales de las patologías abordadas en aten-
ción primaria, la historia natural de la enfermedad es netamente distinta a la que se con-
templa en el medio hospitalario. En general, se puede hablar de patologías de evolución más
lenta, menos grave y, en ocasiones, más tórpida o abigarrada. Un síntoma inespecífico o
poco específico puede ser un inicio de un proceso grave como una neoplasia y es posible que
en un inicio sea atribuido a un proceso banal, por lo que el paciente suele acudir con mucha
más frecuencia al médico de atención primaria. Posiblemente la verdadera historia natural de
la enfermedad es más cercana a la realidad en la atención primaria, hecho que abre expec-
tativas muy interesantes en la investigación de este aspecto de la enfermedad en la atención
primaria.
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Falta de tiempo
Es inherente a las propias condiciones de trabajo de los médicos de familia y suele ser
uno de los motivos más frecuentemente aducidos, especialmente en nuestro país, aun-
que en los países anglosajones no suele ser mencionado con tanta frecuencia. Es de
sobras conocida la elevada presión asistencial y el escaso tiempo que pueden dedicar a
los pacientes, lo que origina que, contrariamente a lo que se recomienda (que la asis-
tencia no supere el 60-75% del horario laboral), el médico dedique la mayor parte de su
jornada (más del 75% de su jornada laboral) a labores asistenciales, quedándole por tan-
to muy poco tiempo para la docencia y la investigación, que deberían ser los otros dos
pilares de la medicina de familia. La solución a este problema pasa por la reducción de
los cupos asistenciales desde los aproximadamente 2.000 pacientes por cupo de la
actualidad hasta las cifras que suelen tener los médicos de familia de muchos países
europeos, situadas alrededor de 1.500-1.600 pacientes por cupo, aunque estas cifras
deberían adaptarse en función de factores como el tipo de población atendida o la pro-
porción de pacientes de edad avanzada.
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Dispersión
La dispersión de los médicos de familia también se ha erigido en una barrera importante que
ha dificultado las labores de investigación. La creación de grupos de trabajo, las sociedades
científicas y, sobre todo, la implantación de redes de investigación con soporte telemático
pueden contribuir a obviar esta dificultad, aunque también es importante un cambio cultu-
ral del médico de familia en relación con la ruptura de su aislamiento y de un cierto exceso
de individualismo.
Falta de reconocimiento
Desgraciadamente, los propios gestores de la atención primaria no suelen incluir entre sus
objetivos la investigación, ni desde la perspectiva de contratos programa ni desde el punto
de vista retributivo. Aunque en algún caso la investigación puede acompañarse de mejorías
retributivas, éstas son irrisorias en relación con capítulos como el del gasto en farmacia, en
suplentes o en exploraciones complementarias. Un caso similar sucede con los curricula, de
manera que la actividad investigadora tiene un escaso peso en el acceso a los puestos de tra-
bajo o en la promoción profesional.
Sin embargo, no todo son escollos a la investigación en la atención primaria y existen algu-
nos factores muy positivos que se reseñan a continuación.
Representatividad de la población
La accesibilidad al médico de familia favorece que prácticamente la totalidad de la población
pase en algún momento por el médico de atención primaria, contribuyendo a que la validez
externa de los estudios desarrollados en atención primaria sea muy superior a la de los estu-
dios de ámbito exclusivamente hospitalario.
Continuidad de la asistencia
El médico de familia está en disposición se hacer un seguimiento durante periodos prolon-
gados. Esto facilita el desarrollo de estudios prospectivos, como por ejemplo los estudios de
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Existencia de incertidumbres
De manera diferente al ámbito hospitalario, donde en general se dispone de múltiples estu-
dios, en atención primaria persiste esta incertidumbre en relación con múltiples aspectos. Por
ejemplo, se desconocen los resultados (siempre hablando de variables de resultado «duras»)
de tratar la hipercolesterolemia en atención primaria. Esta aparente desventaja se tronca por
tanto en un estímulo para el desarrollo de la investigación en este ámbito.
Esta especial relación hace que se modifiquen con frecuencia los valores de la práctica clí-
nica y, con frecuencia, los objetivos terapéuticos, generalmente en el sentido de no ser tan
ambicioso en el control de las patologías crónicas y, a menudo, mantener la relación entre
médico y paciente. A esto hay que añadir que la comorbilidad se suele asociar a polifarma-
cia y lo que se ha denominado «encarnizamiento terapéutico», a los que el médico de fami-
lia es mucho menos proclive en función de su particular y más estrecha relación con el
paciente. Es difícil imaginar al médico de familia ante un paciente anciano diabético, hiper-
tenso y con cardiopatía isquémica que ya toma múltiples fármacos por ello, que, ante unas
cifras de presión arterial alrededor de 140 mm de sistólica y 90 mm de diastólica, se empe-
cine en poner al enfermo por debajo de estas cifras (como dicen los protocolos) a costa de
introducir más fármacos, exponiéndose a un mayor número de efectos indeseados, un mayor
incumplimiento terapéutico e incluso a una mayor mortalidad, puesto que la polifarmacia es
un factor independiente de mortalidad en el anciano.
Otro punto importante es que en atención primaria con frecuencia los síntomas y signos
son más inespecíficos (incertidumbre diagnóstica). Esta incertidumbre diagnóstica abarca
múltiples aspectos, entre los que destacan las propias dudas diagnósticas del médico de
familia, la dificultad en el acceso a las exploraciones complementarias, las propias dudas
generadas por las pruebas diagnósticas (falsos positivos, escasa concordancia entre los pro-
fesionales que informan las pruebas…), la falta de confianza en la utilidad de algunos criba-
dos (cáncer de mama mediante mamografía, cáncer de próstata mediante PSA…) y las incer-
tidumbres o discrepancias generadas por diagnósticos distintos entre niveles asistenciales.
Por otro lado, el médico de familia también presenta incertidumbres ante el resultado de los
tratamientos (incertidumbre terapéutica), originada asimismo por múltiples factores, como la
descoordinación entre niveles asistenciales y el hecho de que los resultados de los ensayos
clínicos controlados (ECC) en condiciones reales de utilización (efectividad) suelen ser infe-
riores a los que se publican originalmente.
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TABLA 2.
Algunas situaciones en que puede plantearse la abstención terapéutica por incertidumbre de sus resultados
o por comorbilidad asociada
Por todo ello, es más frecuente tanto el planteamiento de objetivos terapéuticos más
modestos como el planteamiento de realizar una abstención terapéutica ante enfermos con
mala calidad de vida, escasa esperanza de vida o escasas evidencias de que mejoren los resul-
tados con actitudes poco eficaces o intervencionistas. Algunas de estas situaciones se deta-
llan en la tabla 2.
locales) el acceso de los investigadores a las HCAP de los pacientes que no sean de su cupo
o centro de salud.
También cabe destacar el importante papel que puede suponer la incorporación de las
guías de práctica clínica y los protocolos a la HCAP informatizada. Además de mejorar los
resultados asistenciales, mediante una mejor utilización de los procesos diagnósticos y tera-
péuticos, permitirá la detección y selección de casos potenciales para los trabajos de investi-
gación, lo que posibilitará, especialmente en estudios prospectivos, evitar las pérdidas de
información (missings) de los estudios.
Otro factor que ha mejorado de manera notoria el acceso a la información, dotando por
tanto de una importante herramienta para la investigación al médico de familia, ha sido el
fácil acceso desde el centro de trabajo a sistemas telemáticos de información, principalmen-
te las grandes bases de datos bibliográficas, los protocolos y guías para la práctica clínica. El
desarrollo de redes telemáticas y de bases de datos de investigadores y de información cien-
tífica está todavía poco desarrollada en atención primaria, pudiendo contribuir de manera
importante a subsanar el aislamiento de los investigadores de atención primaria y a aumen-
tar la relevancia de los proyectos de investigación, al posibilitar el desarrollo de estudios mul-
ticéntricos. Un ejemplo de ello es el proyecto BIFAP, base de datos para la investigación far-
macoepidemiológica en atención primaria.
No deben dejarse de lado los aspectos éticos relacionados con la informatización. En este
sentido, el código de deontología médico establece que: «1. Los sistemas de informatización
médica no comprometerán el derecho del paciente a la intimidad. 2. Todo banco de datos
que ha sido extraído de historias clínicas estará bajo la responsabilidad de un médico. 3. Un
banco de datos médicos no debe conectarse a una red informática no médica.»
Aunque en los ECC ya hace años que se solicita el consentimiento informado y los diversos
comités de ética e investigación clínica (CEIC) autorizan y registran dichos estudios, todavía
persiste en nuestro medio la concepción de que los estudios observacionales no precisan pasar
por un CEIC o solicitar consentimiento informado. Se cree que cuando se realiza un segui-
miento prospectivo de un paciente son precisos los dos requisitos y cuando sólo se realiza un
estudio transversal (será de extraordinaria facilidad realizarlos cuando avance la informatiza-
ción de los datos) es preciso tener el permiso de la empresa responsable de la asistencia, si es
posible también el de los médicos responsables del proceso asistencial, y es altamente reco-
mendable haber pasado por un CEIC local, que en estos casos deberían de estar descentrali-
zados y ser mucho más próximos a los equipos de atención primaria, además de tener un fun-
cionamiento ágil y dinámico. La presencia cada vez más frecuente de técnicos de salud y
farmacólogos clínicos puede ser una buena base para descentralizar estos comités.
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Por todo ello, no es de extrañar que hasta ahora el médico de familia que se implicaba en
labores investigadoras lo hiciera con un talante muy vocacional y frecuentemente fuera de
su horario laboral o, en ocasiones, motivado por sus tareas docentes, especialmente si el cen-
tro de salud dispone de residentes de medicina de familia.
Aunque existen diversos medios para que el médico pueda desvincularse de la práctica clí-
nica para realizar labores investigadoras, especialmente mediante becas en que es liberado a
tiempo completo, no creemos que esta sea la solución ideal, puesto que este tipo de ayudas
se suelen limitar a investigadores que precisan dedicación exclusiva para, por ejemplo, escri-
bir o realizar la tesis doctoral o desarrollar proyectos muy concretos o ambiciosos. Por otro
lado, la desvinculación completa de las tareas asistenciales no suele agradar al investigador
con un buen perfil clínico, que disfruta con la asistencia y la relación diaria con el paciente,
pues ello le obligará después a recomponer la relación con el paciente y recuperar «el tiem-
po perdido».
Creemos, por tanto, que, siempre que el proyecto de investigación lo permita, es pre-
ferible intentar compatibilizar la práctica clínica (con la cual el médico no se aparta de la
realidad asistencial y realiza una investigación con mayor validez) con las tareas investi-
gadoras. Para ello es preciso que la empresa contratante o las diversas fundaciones y afi-
nes que dan apoyo a la investigación doten de medios al médico de familia con un pro-
yecto interesante de investigación. Muchos proyectos se podrían llevar adelante si el
médico de familia pudiera disponer de becarios a su cargo, como sucede en los hospita-
les con bastante frecuencia, o se le liberase de la consulta 1 o 2 días por semana,
pudiendo por tanto mantener su relación asistencial con sus pacientes durante un tiem-
po razonable. Desgraciadamente, es difícil que las empresas contratantes dispongan de
medios en atención primaria (fenómeno que paradójicamente si se da en el medio hos-
pitalario en la misma empresa) para realizar estas acciones. Otra posible solución es la
reducción de los cupos asistenciales, para posibilitar que el médico disponga de unas
horas a diario para investigar. Sin embargo, esta solución es más difícil de aplicar al pres-
tarse a agravios comparativos entre médicos y al ser muy difícil «desprenderse» de
pacientes si el médico inicia un proyecto de investigación, aunque sería posible practi-
carla en médicos que inician su singladura en cupos nuevos o con pocos pacientes y que
inician un proyecto de investigación.
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A lo largo del presente capítulo, se han mencionado algunas propuestas de mejora. Algu-
nas de ellas son de difícil consecución, debido a que exigen importantes inversiones econó-
micas, pero en otros casos creemos que es posible plantear estas propuestas de mejora, espe-
cialmente con un cambio de actitud y mentalidad de nuestros gestores. Se puede destacar:
Mejorar la formación
Es preciso que los profesionales dispongan de una adecuada formación en metodología de
la investigación y todo ello pasa por potenciarla en el nivel de pregrado, postgrado y, espe-
cialmente, en la formación continuada. Hay que reseñar que en este último caso es impor-
tante que las empresas contratantes asuman sus responsabilidades, puesto que en la actua-
lidad esta formación ha quedado en manos de las sociedades científicas y, sobre todo, de las
industria farmacéutica, que evidentemente la orienta hacia donde más le conviene, que bási-
camente corresponde a investigaciones destinadas a demostrar la bondad de sus productos
o, peor todavía, en tratar con medicamentos (casi siempre de precios elevados) trastornos
que en realidad son variantes de la normalidad.
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E ste capítulo de este libro pretende ofrecer una visión general de cuál es la situación jurí-
dica a nivel internacional, concretamente en Europa, y en España, para encuadrar el
marco legal en el que debe desarrollarse la investigación con humanos. No es nuestro obje-
tivo, en aras de la brevedad, hacer una reseña exhaustiva del contenido de todas y cada
una de las normas y disposiciones legales sobre la materia, ni tampoco de las declaracio-
nes y guías internacionales que recogen los principios éticos que deben regir la investiga-
ción con humanos, puesto que su texto completo es fácilmente accesible para el lector en
otras fuentes.
A su vez, contiene disposiciones referentes a los requisitos que han de observarse respec-
to a las personas que se presten a un experimento, y con especial énfasis respecto a las per-
sonas que no tengan capacidad para expresar su consentimiento. Estos requisitos se concre-
tan, para la persona plenamente competente y responsable, en la imposibilidad de utilización
de otro método experimental de eficacia comparable, proporción entre riesgos y beneficios
para la persona, aprobación del proyecto por autoridad competente y con evaluación de los
aspectos éticos y el correspondiente consentimiento por escrito, previa información comple-
ta al individuo. Cuando la persona no pueda otorgar su libre consentimiento por falta de
competencia, deberán cumplirse todos los demás requisitos y, además, que la investigación
no pueda efectuarse con eficacia comparable en individuos competentes, que haya sido
autorizado por los legales representantes del individuo o por la autoridad correspondiente,
que no manifieste rechazo expreso y que los resultados supongan un beneficio directo y real
para su salud. Respecto a este último punto, sólo de modo excepcional se podrá llevar a cabo
un proyecto de investigación sin que se derive beneficio directo, siempre que someterse a tal
práctica represente para la persona un riesgo o inconveniente mínimo (aquel que razona-
blemente una persona asume en la vida diaria), que tenga por objeto una mejora significa-
tiva del conocimiento de la enfermedad o estado de la persona y con resultados beneficio-
sos para la persona u otras de la misma categoría a cierto plazo.
Este capítulo del Convenio, y su tratamiento de la persona no competente para participar
en proyectos de investigación, motivó el desacuerdo de algunos países, como Alemania, que
finalmente no firmaron el Convenio por entender que en este apartado era excesivamente
permisivo.
ensayos con menores y con personas incapacitadas, regulando con detalle los requisitos del
consentimiento informado y el aseguramiento del ensayo ante posibles daños y perjuicios. A
continuación, el capítulo III regula la figura de los comités éticos de investigación clínica
(CEIC), estableciendo la creación del Centro Coordinador de CEIC con el objeto de facilitar
el dictamen único que prevé la norma comunitaria y el propio Reglamento en su capítulo IV,
cuando regula la intervención sobre los ensayos clínicos con medicamentos, su procedi-
miento y autorización por la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios. El
capítulo V está dedicado al uso compasivo de medicamentos, el capítulo VI a los aspectos
económicos y el capítulo VII a la fabricación e importación de medicamentos en investiga-
ción. Finalmente, los capítulos VIII y IX regulan las normas de Buena Práctica Clínica y la veri-
ficación de su cumplimiento, reservándose el capítulo X para la protección de los datos refe-
rentes a ensayos clínicos y su incorporación a las bases de datos nacionales y europea, y el
capítulo XI para la regulación de todas aquellas cuestiones referentes a la seguridad de los
medicamentos en investigación. Como es habitual en toda norma que incluye obligaciones,
el capítulo XII y último del Reglamento está reservado a la regulación de las infracciones,
remitiéndose a la regulación que contiene la Ley del Medicamento al respecto.
Es importante destacar la Disposición Adicional Única de este Real Decreto, puesto que dis-
pone para los ensayos clínicos no con medicamentos sino con productos sanitarios, que se
regirán por los principios del mismo RD en todo lo que les resulte de aplicación. En este sen-
tido, debemos enlazar esta disposición normativa con la Circular 07/2004 de la Agencia
Española del Medicamento, dedicada precisamente a las investigaciones clínicas con pro-
ductos sanitarios.
Circular 07/2004
Como dispone su propia introducción, con anterioridad al Real Decreto 223/2004, la Direc-
ción General de Farmacia y Productos Sanitarios elaboró la Circular 3/01 que regulaba todos
los requisitos y procedimientos para la obtención de la autorización administrativa para la
realización de investigaciones clínicas con productos sanitarios. Debido a las últimas modifi-
caciones legislativas que se han detallado en los apartados anteriores, dicha circular también
ha tenido que ser modificada y adaptada a los nuevos textos. Así, es hoy la Circular 07/2004
la que regula esta cuestión, partiendo de la definición de «producto sanitario» como cual-
quier instrumento, dispositivo, equipo, material u otro artículo, utilizado solo o en combina-
ción, incluidos los programas informáticos que intervengan en su buen funcionamiento, des-
tinado por el fabricante a ser utilizado en seres humanos con fines de:
• diagnóstico, prevención, control, tratamiento o alivio de una enfermedad;
• diagnóstico, control, tratamiento, alivio o compensación de una lesión o de una defi-
ciencia;
• investigación, sustitución o modificación de la anatomía o de un proceso fisiológico;
• regulación de la concepción;
• y que no ejerza la acción principal que se desee obtener en el interior o en la superficie
del cuerpo humano por medios farmacológicos, inmunológicos o metabólicos, pero a
cuya función puedan contribuir tales medios.
La Circular mantiene la estructura y redactado del Real Decreto 223/2004, si bien se lleva
a cabo la adaptación de su contenido a las investigaciones clínicas (que serían por analogía
los ensayos clínicos) con productos sanitarios (que serían por analogía los medicamentos).
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Dicha adaptación se concreta en disposiciones que son aplicables por completo sin variación
alguna, en otras que son aplicables por analogía y en otras que no son aplicables y para las
cuales se propone un texto alternativo aplicable a los productos sanitarios.
Este texto, y ya la anterior circular como desarrollo del anterior Real Decreto 563/1993, vie-
ne a cubrir un déficit que planteaba la Ley del Medicamento, como es la falta de regulación
específica para la investigación con productos sanitarios, que de hecho quedaba fuera de la
regulación de la Ley 25/1990, aun cuando recogiese la definición de «producto sanitario».
A pesar de las disposiciones normativas que someramente se han analizado, debe decirse
que en España existe un vacío legal respecto a la investigación no farmacológica, vacío que
tampoco puede encuadrarse en la Circular 07/2004 al no tratarse de producto sanitario.
Aquellos proyectos de investigación en el ámbito de la psicología, por ejemplo, o de otro tipo
que no implican la utilización de producto farmacéutico o producto sanitario, no tienen una
regulación específica y la supervisión de sus aspectos éticos queda fuera del ámbito de com-
petencias de los comités éticos de investigación clínica. En algunos centros, son revisados por
los comités de ética asistencial, aunque tampoco es propiamente su cometido. Sería ade-
cuado que el legislador recogiese en alguna de las disposiciones analizadas un apartado que
se refiriese a ellos.
do la obligación del enfermero que participe en proyectos de investigación a velar por la ade-
cuada protección de la vida, salud e intimidad de las personas sometidas a estudio y remi-
tiéndose al respeto por los principios recogidos en la Declaración de Helsinki y los principios
éticos referentes a la publicación científica. Por su parte, el Código de Ética de Enfermería,
de los Colegios Oficiales de Enfermería de Cataluña (1986), también dedica sus artículos 46,
47 y 48 al mismo tema. Estos artículos hacen también una llamada a la responsabilidad de
los profesionales de enfermería a fin de velar por la observancia del cumplimiento de los
requisitos éticos antes mencionados en los proyectos de investigación en los que formen par-
te y, a su vez, respecto a su calificación profesional para intervenir en tales proyectos. Final-
mente, dispone como derecho exigible que, cuando se requiera su participación profesional,
sean informados exhaustivamente del protocolo que debe regir el ensayo, pudiendo negar-
se a tal participación si considerasen que los derechos del enfermo/usuario no quedan sufi-
cientemente salvaguardados.
Principios éticos
Son aquellas afirmaciones que necesariamente se presuponen antes de empezar cualquier
argumentación de tipo ético. Por ello, no se deducen de algo previo: tan sólo ponen de mani-
fiesto unos valores básicos con los cuales podamos dialogar y entendernos.
Los mismos principios éticos son aplicables tanto a la práctica médica (entendida como cual-
quier intervención diagnóstica, preventiva, terapéutica o rehabilitadora realizada en un
paciente concreto con la finalidad de aumentar su bienestar) como para la investigación (acti-
vidad destinada a contrastar una hipótesis con la pretensión de obtener un conocimiento más
generalizable). Sin embargo, los límites entre una y otra no siempre son fáciles de distinguir.
A lo largo de este apartado, se discutirán los principios éticos básicos y se hará alusión a
dos documentos prínceps que han sido reseñados con anterioridad: el informe Belmont y la
Declaración de Helsinki. Nos referiremos de forma especial a todos los aspectos que con-
ciernen a la investigación con seres humanos.
El informe Belmont hace referencia a tres principios básicos, que en realidad son cuatro:
respeto a las personas (o autonomía), beneficencia, no maleficencia y justicia.
Los principios de no maleficencia y justicia se consideran de índole pública y de obligato-
rio cumplimiento; los de autonomía y de beneficencia se consideran de índole privada. Cuan-
do se produzca cualquier tipo de conflicto entre unos y otros, prevalecerán siempre los dos
primeros principios. En el ámbito de la investigación, se podría resumir esta afirmación
diciendo que hay que procurar que:
a) cualquier individuo sometido a una investigación no sufra ningún daño o perjuicio por
el hecho de participar en ella;
b) tenga como mínimo las mismas expectativas de manejo (abordaje diagnóstico, preven-
tivo o terapéutico) que otro que no participe en la investigación;
c) se le informe adecuadamente y se le trate en condiciones de igualdad y reciprocidad.
Beneficencia y no maleficencia
Comporta la obligatoriedad de procurar el máximo bienestar para las personas, maximizan-
do los beneficios posibles y reduciendo los riesgos. Por no maleficencia se entiende no
aumentar el daño de los que ya sufren ni crear una dolencia nueva. En investigación, ello
implica dilucidar cuándo puede estar justificado asumir ciertos riesgos a fin de obtener unos
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Justicia
La justicia a nivel individual implica que las personas deben ser tratadas como seres iguales
en condiciones de simetría y reciprocidad, con los mismos derechos y deberes y con impar-
cialidad. La justicia «social» implica que un proyecto de investigación debe realizarse prefe-
rentemente en aquel colectivo que posteriormente será el principal beneficiario de los resul-
tados obtenidos. Por tanto, se debe proteger a los individuos vulnerables y no manipular a
nadie ni privarle de un beneficio terapéutico al cual tiene derecho. Ejemplos de proyectos que
en su momento se realizaron y entraron en conflicto con el principio de justicia fueron las
investigaciones indiscriminadas en centros penitenciarios de Estados Unidos y la infección
con virus de la hepatitis B en niños institucionalizados para evaluar la evolución de la enfer-
medad o la eficacia de la vacuna. Otro ejemplo podría ser el de ofrecer o negar la participa-
ción en un proyecto de investigación a un individuo u otro basándose en preferencias per-
sonales o prejuicios.
Investigaciones genéticas
Cada vez más a menudo se realizan estudios farmacogenéticos (disciplina que estudia los
aspectos genéticos relacionados con la variabilidad en la respuesta o toxicidad de los medi-
camentos) o farmacogenómicos (estudio del genoma para el descubrimiento de nuevos
objetivos terapéuticos y nuevos fármacos). La realización de estos estudios debe respetar tan-
to los aspectos legislativos referentes a la investigación en seres humanos como la protección
de datos personales. Los objetivos y procedimiento de obtención y manejo de muestras del
estudio tienen que figurar en un protocolo a tal efecto. Debe pedirse de forma explícita el
consentimiento informado al paciente, detallando los objetivos, metodología y riesgos e
inconvenientes para su persona. El consentimiento puede ser revocado en cualquier momen-
to, a menos que los datos estén irreversiblemente disociados de una persona identificable.
En la hoja de consentimiento informado debe constar de forma explícita que la persona tie-
ne derecho a decidir ser informado o no del resultado de la investigación.
Conflictos de intereses
El conflicto de interés se entiende como una situación en la cual el juicio u opinión de un
profesional sanitario tiende a estar condicionado por intereses secundarios (entendidos como
intereses diferentes a los propios de la práctica asistencial). Tanto los profesionales como las
instituciones pueden tener conflictos de intereses. Se han descrito diferentes tipos de con-
flictos de intereses: económicos, científicos, académicos, institucionales, de vanidad, de con-
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ciencia, de dedicación («líderes de opinión»), etc. El tipo de conflicto de interés más debati-
do es el económico. Gestionar de forma idónea los conflictos de intereses conlleva declarar-
los y hacerlos públicos. Las revistas biomédicas cada vez más a menudo exigen la declaración
de estos conflictos de intereses como paso previo a la publicación de los artículos. Otro
aspecto que debe considerarse es si hay que declararlos sólo en este momento, o bien hay
que hacer una declaración de intenciones previa. Los códigos de Buenas Prácticas Científicas
que algunos grupos de investigación en instituciones sanitarias elaboran y se comprometen
a seguir pueden constituir un buen instrumento para ello.
se deriva de la investigación tiene el valor suficiente para justificar el riesgo a que se expone
a los participantes, es decir, si el estudio evalúa una intervención terapéutica o diagnóstica
que podría conducir a mejoras en el estado de salud o de bienestar, es un estudio etiológi-
co, fisiopatológico o epidemiológico que ayudará a desarrollar dicha intervención, o con-
trasta una hipótesis que podría generar conocimiento relevante, aunque no tuviera una apli-
cación práctica inmediata. Por otro lado, el estudio debe estar basado en suficientes
investigaciones previas de calidad, incluyendo las realizadas en laboratorios y sobre animales,
y en un adecuado conocimiento de la bibliografía científica sobre la enfermedad o problema
de salud, de forma que los resultados esperables justifiquen la realización del estudio.
En segundo lugar, se evalúa la validez científica o rigor metodológico de la investigación,
es decir, si se ha diseñado de acuerdo con los principios científicos generalmente aceptados,
de forma que pueda garantizarse razonablemente que conducirá a la respuesta correcta a la
pregunta de investigación. Ello implica básicamente definir un objetivo con claridad, diseñar
el estudio de acuerdo con los principios y métodos aceptados, tener la potencia suficiente
para contrastar el objetivo y disponer de un plan de análisis plausible. Sin validez metodoló-
gica, la investigación no puede generar el conocimiento deseado, ni producir beneficio algu-
no ni justificar la exposición de individuos a riesgos o molestias.
Debe prestarse una especial atención a los criterios de selección y retirada de los partici-
pantes, así como a la selección equitativa de éstos, de forma que solamente los objetivos
científicos del estudio, y no otras consideraciones como la vulnerabilidad, el privilegio u otros
factores no relacionados con el propósito de la investigación, guíen la determinación de los
individuos o grupos que van a ser seleccionados.
A menudo, como ocurre en los ensayos clínicos, la investigación implica el uso de fárma-
cos, intervenciones o procedimientos sobre los que existe un conocimiento limitado y, por
tanto, cierta incertidumbre acerca de sus riesgos y beneficios. Un estudio solamente está jus-
tificado cuando se han minimizado los riesgos potenciales para los individuos y se han favo-
recido sus potenciales beneficios, y cuando la relación entre los beneficios esperables para
los individuos del estudio, otros pacientes y la comunidad, y los riesgos e inconvenientes pre-
visibles es equilibrada o favorable a los primeros. Para valorar estos aspectos, debe tenerse
en consideración la patología en estudio, las expectativas y beneficios del tratamiento en
estudio, las alternativas y los riesgos de los procedimientos que se pretenden aplicar, así
como deben evitarse las pruebas y exploraciones innecesarias.
En muchos ensayos el diseño incluye un grupo control sin tratamiento o con placebo. En
estas situaciones es especialmente importante valorar la adecuación de dicho diseño, ya que,
si bien existe un acuerdo general de que la utilización de un grupo control de estas caracte-
rísticas no es adecuado cuando existe un tratamiento eficaz generalmente aceptado, existen
situaciones en que puede ser aceptable, requiriendo por tanto una justificación y evaluación
cuidadosas.
En tercer lugar, debe evaluarse la idoneidad del investigador y sus colaboradores. Un estu-
dio debe ser llevado a cabo por investigadores competentes, científicamente cualificados, es
decir, con la suficiente formación en metodología científica y capacidad para alcanzar los
objetivos de la investigación y conocedores de sus responsabilidades como investigadores.
También deben ser clínicamente competentes, es decir, capaces de proporcionar la atención
adecuada a los individuos, por ejemplo detectando precozmente los efectos adversos que
puedan aparecer o comprobando la ausencia de motivos de exclusión. Así mismo, también
debe evaluarse la idoneidad de las instalaciones y su adecuación para la realización del estu-
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dio. En ocasiones, puede resultar difícil para un CEIC evaluar suficientemente los aspectos
relacionados con el investigador, por lo que suele concederse mayor atención a los relacio-
nados con las instalaciones.
En cuarto lugar, debe prestarse gran atención a la información que se dará a los individuos
del estudio, especialmente cuando se trata de un ensayo clínico con medicamentos o se
recogen muestras para su estudio genético, pero también al procedimiento de obtención del
consentimiento informado. Este aspecto es el que provoca la mayoría de las discusiones en
las reuniones de un CEIC y sobre el que se solicitan la mayoría de las modificaciones a los
promotores del estudio. Se trata de asegurar que los individuos deciden voluntariamente par-
ticipar o no en un estudio y que aceptan solamente cuando la investigación es consistente
con sus valores, intereses y preferencias. El respeto por los individuos no finaliza con la firma
del consentimiento, sino que debe mantenerse a lo largo de todo el estudio e incluso des-
pués, tanto si han aceptado como rechazado participar en éste. Implica, por ejemplo, man-
tener la confidencialidad de los datos recogidos sobre los candidatos, permitir que abando-
nen el estudio sin penalización, informar a los participantes si aparece nueva información
sobre la intervención o su problema de salud que pueda ser relevante o monitorizar cuida-
dosamente su estado de salud durante el seguimiento. El CEIC debe comprobar que el pro-
tocolo del estudio ha tenido en cuenta todas estas consideraciones.
En quinto lugar, el CEIC debe comprobar, cuando es necesario, que existe un seguro o una
previsión de garantía financiera para compensar a los individuos por cualquier lesión que
pueda producirse relacionada con su participación en el estudio, que están en vigor y que
cubren las cantidades mínimas fijadas por la normativa.
Finalmente, el CEIC también debería considerar la cuantía de la remuneración prevista para
los investigadores.
solicitudes de ayuda a la investigación, de manera que el CEIC suele verse desbordado e inca-
paz de revisar adecuadamente todas las propuestas. Por otro lado, tampoco son infrecuen-
tes los problemas relacionados con las dinámicas propias del grupo, así como con los poten-
ciales conflictos de intereses de los componentes del CEIC.
Otro problema importante es el de la diversidad de procedimientos de trabajo de los dife-
rentes CEIC, de plazos de admisión de propuestas, de documentación solicitada, de valida-
ción de las propuestas o de tiempos de respuesta, por ejemplo, aunque el proceso de adap-
tación a la normativa del dictamen único puede contribuir a homogeneizar algunos de estos
aspectos.
También existen limitaciones externas a los CEIC. Pueden citarse, por ejemplo, los fre-
cuentes problemas en la redacción de los protocolos, ya que en muchos casos corresponden
a deficientes traducciones de protocolos elaborados en otros idiomas, o en la omisión de
información relevante en éstos. También es importante resaltar los problemas que pueden
plantearse con algunos investigadores que consideran la evaluación del protocolo por parte
de un CEIC como un simple trámite administrativo, de manera que la solicitud de aclaracio-
nes o modificaciones es vista más como una traba que retrasa el inicio de su estudio que
como una garantía de que se respetan los principios éticos de la investigación.
Algunas propuestas
Para finalizar, se presentan algunas sencillas propuestas que pueden ayudar a mejorar la
situación actual.
En primer lugar, una mejor capacitación de los miembros de los CEIC y un mayor recono-
cimiento y profesionalización de éstos. Ello implicaría un plan de formación adecuado y un
riguroso sistema de acreditación y reacreditación periódica de los CEIC, asegurando la reno-
vación de sus miembros con un sistema que garantice la incorporación progresiva de nuevos
profesionales y el mantenimiento de la experiencia del comité.
Otro aspecto importante es la dotación de los suficientes recursos humanos y materiales
para poder desarrollar correctamente sus actividades, lo que pasa por el reconocimiento de
la importante función de un CEIC como garante de los aspectos éticos de la investigación.
También sería conveniente una mayor homogenización y normalización de los procedi-
mientos de los diferentes CEIC, así como la creación de foros adecuados para el intercambio
de información, experiencias y opiniones entre CEIC, y una promoción de la coordinación
entre ellos.
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100113 CAPITULO 1_4 24/11/03 13:12 Página 56
57
Todas estas características hacen que los profesionales que trabajan en el ámbito de la
atención primaria se encuentren en una situación muy favorable para llevar a cabo estudios
de investigación con un amplio abanico de posibilidades, sobre todo en las enfermedades
más prevalentes, ya sean patologías crónicas o cuadros agudos, a través de diferentes dise-
ños epidemiológicos, desde estudios de prevalencia hasta ensayos clínicos aleatorizados. Por
las mismas razones, estos profesionales ocupan un lugar de responsabilidad clave en el Sis-
tema Nacional de Salud (SNS) para la aplicación/transferencia de los resultados de la investi-
gación a la práctica clínica.
En el presente capítulo, se hace una reflexión general sobre la distancia que separa la inves-
tigación de la práctica clínica y sobre los métodos de transferencia de conocimiento. Por otro
lado, se identifican las barreras y limitaciones que dificultan la realización de proyectos de
investigación, o su aplicación práctica, específicamente en atención primaria, y se comentan
algunas iniciativas como posibles opciones para mejorar la situación actual.
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IF PI
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Figura 1. Evolución del número anual de protocolos de ensayo clínico evaluados por el Comité Ético de Investigación
Clínica del Hospital Universitario «Vall d’Hebron» en función del tipo de promotorª. IF: Ensayo clínico promovido por
una industria farmacéutica; PI: Ensayo clínico de promoción independiente. ªPresentada en la ponencia «Los ensayos
clínicos como fuente de información. Utilización en la toma de decisiones» (II Congreso de Gestión Clínica. Hospital
Universitario «Vall d’Hebron», Barcelona, 2003)
Aunque la toma de decisiones que consideren las limitaciones de validez externa de los
estudios disponibles es un ajuste necesario, estas limitaciones sólo son una de las causas de
la distancia que separa el ensayo clínico y la práctica clínica habitual. Esta distancia tiene que
ver con la respuesta a las siguientes cuestiones: (1) ¿qué pregunta pretende responder el
ensayo clínico (objetivo)?; (2) ¿cómo va a responder a la pregunta (método)? y (3) respuesta
a la pregunta (resultados documentados). En este contexto, las limitaciones de la validez
externa serían sólo un aspecto que cabría considerar en el segundo apartado.
TABLA 1.
Diferencias entre el uso de fármacos en el ensayo clínico controlado (en fase III)
y la práctica clínica habitual
En la gran mayoría de los casos, las preguntas que se pretenden responder y los métodos
utilizados para responderlas se centran en los resultados de eficacia de la intervención eva-
luada en el ensayo clínico. Aunque se ha insistido mucho en que los métodos utilizados para
valorar la eficacia puede distanciar notablemente de la práctica habitual, la presente refle-
xión quiere hacer énfasis en que, para tomar decisiones en la práctica clínica, se tienen en
cuenta también otro tipo de resultados a los que todavía hoy no se les concede, desgracia-
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TABLA 2.
Uso de bloqueadores betadrenérgicos en la insuficiencia cardiaca. Pautas de titulación
de la dosis en los ensayos clínicos
Dosis (mg)
damente, la misma importancia. Se trata de los resultados que hacen referencia a los efec-
tos indeseados, que permiten valorar la relación beneficio/riesgo, y a los costes, que permi-
ten valorar la relación coste/efectividad. En el caso de los costes, esta necesidad puede tener
una respuesta con los diversos estudios de evaluación económica (véase el capítulo: «Eva-
luar la eficiencia de las intervenciones») que se pueden plantear en distintos momentos del
desarrollo o comercialización del medicamento, incluyendo el momento de la autorización
del precio y/o de su financiación con fondos públicos. Sin embargo, el caso de los efectos
indeseados es especialmente preocupante por los riesgos que pueden asociarse a cualquier
retraso en disponer de información sobre toxicidad grave. Además, en el momento de la
comercialización de un medicamento, o de la autorización de una nueva indicación para un
medicamento ya autorizado, la información que se suele utilizar se basa, en gran parte, en
la recogida en los ensayos clínicos y ésta muchas veces es deficiente. Para ilustrar este posi-
ble problema, en la tabla 3 se muestra la calidad de la recogida de la información sobre
efectos adversos en los ensayos clínicos incluidos en un metanálisis de una afección preva-
lente y bien conocida (insuficiencia cardiaca), con una intervención ampliamente aceptada
(inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina). Queda claro que dicha informa-
ción no era una prioridad en muchos ensayos y se recogió, o difundió, de manera inade-
cuada en muchos otros.
TABLA 3.
Calidad de la información sobre efectos indeseados que llevan a la retirada del estudio en los ensayos clínicos
incluidos en un metanálisis sobre la toxicidad de los IECA en la insuficiencia cardiaca
N (%) Observaciones
Todas estas limitaciones exigen un esfuerzo adicional para delimitar, en las distintas situa-
ciones de la práctica clínica real, el mayor o menor grado de incertidumbre en cuanto a los
resultados reales que se pueden obtener con un determinado tratamiento. Esta información
puede ser muy útil para el diseño de las intervenciones sanitarias y la asignación de recursos
a éstas, en función del nivel de exigencia en cuanto a la incertidumbre asumible desde el
punto de vista de efectividad y eficiencia. Sin embargo, este planteamiento sólo es posible
en un SNS que, por un lado, disponga de suficiente información sobre las poblaciones aten-
didas en la práctica clínica habitual para hacer la comparación y, por otro, tenga suficiente
voluntad política para aplicar métodos transparentes y científicamente rigurosos en la ges-
tión de los recursos disponibles.
Además de estas dificultades, se debe tener en cuenta que la mayoría de los elementos que
marcan la distancia entre investigación y práctica clínica (véase el apartado anterior y la tabla
1) pueden estar presentes incluso en mayor grado en atención primaria. Así, por ejemplo, el
hecho de que muchos de los ensayos clínicos son promovidos y conducidos por intereses
comerciales conlleva la disponibilidad de mucha evidencia en estudios farmacológicos —con
resultados a veces difíciles de aplicar en atención primaria— y con muy poca evidencia de ensa-
yos farmacológicos de patologías altamente prevalentes en atención primaria, pero con poco
interés comercial, o de ensayos clínicos no farmacológicos, que pueden ser muy relevantes para
la atención primaria. Por ejemplo, en la prevención secundaria del infarto agudo de miocardio
existe muchísima evidencia sobre intervenciones farmacológicas, pero poca sobre los efectos
de las intervenciones no farmacológicas en la cesación del hábito tabáquico. Uno de los peli-
gros de la medicina basada en la evidencia es que resalte sólo aquella evidencia que es posible
y asequible, pero no aquella que realmente es relevante. Se ha llegado a decir que para poder
practicar la medicina basada en la evidencia es necesario que exista más evidencia sobre la pro-
pia práctica clínica, que no ignore la realidad clínica y sus propias dificultades.
en una revista especializada; (2) la manera en que se hace llegar la información a los profe-
sionales sanitarios que toman las decisiones y (3) el contexto concreto de la práctica clínica
en el que ejercen los profesionales sanitarios que toman las decisiones.
La manera como se hace llegar la información a los profesionales sanitarios es tanto o más
importante que la propia calidad del estudio en cuestión para modificar, en la dirección y
magnitud adecuadas, las decisiones en la práctica clínica habitual. Se han propuesto distin-
tos instrumentos informativos para ayudar en la toma de decisiones a un profesional del que
sería poco realista esperar que, sistemáticamente, identificara todos los estudios originales de
investigación relevantes que se publican sobre su especialidad, valorara su calidad y limita-
ciones, seleccionara los realmente útiles y los incorporara rigurosamente al conocimiento ya
disponible para ajustar sus decisiones. Incluso si se limitara a las patologías que atiende con
mayor frecuencia, la evolución exponencial en la cantidad de nueva información generada
TABLA 4.
¿Cómo utilizar un artículo sobre tratamiento o prevención?
conllevaría unas dificultades casi insalvables en la práctica real. Los instrumentos disponibles
incluyen, entre otros, las revisiones sistemáticas sobre problemas terapéuticos concretos (la
estrategia más ambiciosa en este sentido la está llevando a cabo actualmente la Colabora-
ción Cochrane), las bases de datos bibliográficas que comentan críticamente artículos muy
seleccionados (por ejemplo, la base de datos SIETES: www.sietes.org, que selecciona infor-
mación a la que se le asigna el valor de esencial), los boletines periódicos de información
sobre medicamentos y terapéutica, y las guías de práctica clínica (con recomendaciones basa-
das en la evidencia). En cualquier caso, el objetivo es común para todos estos instrumentos;
se trata de ayudar al profesional a que tome una decisión informada sobre la base de la vali-
dez de los estudios, los resultados documentados y su aplicabilidad en la práctica clínica. De
todos estos instrumentos, el que se considera más elaborado y, en teoría, más próximo a la
realidad asistencial, son las guías de práctica clínica. Sin embargo, la experiencia está demos-
trando que no es fácil elaborar guías de práctica clínica de calidad y que, si no se puede asu-
mir el nivel de exigencia necesario, el producto final ofrece una aportación menor que las
otras estrategias mencionadas e incluso puede generar confusión y ser contraproducente.
Sólo a título de ejemplo, en la tabla 5 se muestra la calidad de las guías de práctica clínica
sobre el tratamiento de la lumbalgia y sus limitaciones, valoradas según la metodología pro-
puesta en la serie Users’ Guides to the Medical Literature.
TABLA 5.
Algunos de los problemas identificados en la revisión de 17 guías de práctica clínica para el tratamiento
de la lumbalgia
(según los elementos de valoración propuestos en la serie «Users’ guides to the medical literature»; JAMA 1995; 274: 570-574).
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Finalmente, es necesario insistir en que, para conseguir una transferencia y aplicación ópti-
mas de los resultados de la investigación sobre medicamentos y terapéutica en la práctica clí-
nica habitual, debería disponerse de una información de suficiente calidad, permanente-
mente actualizada e individualizada por centro y por médico, sobre los resultados en salud,
los hábitos de prescripción y utilización de medicamentos en las patologías más relevantes.
Ello facilitaría no sólo un planteamiento más preciso e individualizado de las propuestas de
transferencia, sino que, además, haría posible un seguimiento de su aplicación o implemen-
tación. En este sentido, los estudios de utilización de medicamentos (EUM), que se comen-
tan en el capítulo: «Descubrir los resultados de las intervenciones en la práctica clínica» del
presente libro, son un elemento esencial. Aparte de la gran utilidad de los EUM más des-
criptivos, para lo expuesto en el presente capítulo tienen un interés especial los estudios que
incorporan la medida de los resultados en salud, el estudio de los factores condicionantes de
los hábitos de prescripción y, por otro lado, los estudios que pretender medir los efectos de
distintas estrategias de intervención para modificar dichos hábitos.
Otro ejemplo es el The Netherlands School of Primary Care Research (CaRe), fundado en
1995, con un programa de investigación centrado en la promoción y en la educación para
la salud, en los determinantes de los resultados de las enfermedades, en la efectividad de las
intervenciones diagnósticas y terapéuticas, en la calidad asistencial y en aspectos internacio-
nales de la atención primaria.
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100113 CAPITULO 1_6 24/11/03 13:24 Página 71
71
La investigación vista
por los propios profesionales
de atención primaria
M. Balagué i Corbella
se llevó a cabo una encuesta dirigida a todos los miembros de la Sociedad Catalana de Medi-
cina Familiar y Comunitaria. Se les preguntó sobre las cuestiones más relevantes en relación
con la investigación y su formación curricular. Aunque esta sociedad permite en la actuali-
dad la filiación de profesionales de AP no facultativos, hasta hace poco esto no era así, por
lo que la tasa de respuesta, que fue de un 10%, correspondió a médicos de AP en su tota-
lidad (n= 179). Si bien existen algunas diferencias entre comunidades autónomas, probable-
mente los resultados de esta modesta encuesta pueden extrapolarse al resto del estado con
un margen de error aceptable.
La mayoría (170; 95%) estaba en posesión del grado de licenciatura. Pero solamente un
9,5% (17) había completado el doctorado y tan sólo un 5% (9) de los médicos que respon-
dieron estaba en posesión del título de Doctor. El 25% (45) eran tutores de Posgrado de
Atención Primaria y un 20% de estudiantes de medicina (35). Siete (3,9%) eran profesores
en la Universidad.
Tenían definida una línea de investigación el 43% (77). Estas líneas de investigación eran
múltiples y abarcaban ámbitos bien diversos de la AP como la hipertensión (10; 5,6%), fac-
tores de riesgo cardiovascular (9; 5%), envejecimiento (9; 5%), diabetes (8; 4,4%), salud
mental (3; 1,7%), tabaquismo (3; 1,7%), osteoporosis (3; 1,7%), enfermedades respirato-
rias (3; 1,7%), ética (3; 1,7%) e historia clínica informatizada (3; 1,7%). Las preferencias
por participar en líneas de investigación fueron todavía más diversas: riesgo cardiovascular
(5; 2,8%), salud mental (4; 2,2%), hipertensión (2; 1,1%) y otras referidas por un solo
facultativo cada una como salud de la mujer, urología o curas paliativas. Colaboraban en
proyectos financiados por la fuente más importante de recursos económicos públicos del
país, el Fondo de Investigación Sanitaria (FIS), un 11,2% (20) y en proyectos financiados
por otras instituciones un 22% (40). En este sentido, cabe mencionar que durante los últi-
mos cinco años se ha incrementado considerablemente la oferta de ayudas a la investiga-
ción desde entidades locales encaminadas a promocionar la investigación de proyectos
sólidos de investigadores con experiencia limitada, para los cuales puede ser difícil en un
inicio acceder a ayudas más importantes, pero a las que podrán optar posteriormente con
un proyecto más afianzado. Estas ayudas, modestas en su mayoría, son muy populares y
valoradas. Con ellas es posible realizar trabajos que, aunque sencillos y económicos, per-
miten obtener conclusiones relevantes. Sin embargo, no hay duda de que un proyecto
ambicioso y de gran alcance precisa de ingentes recursos y, por el momento, las posibili-
dades de acceso a los mismos para un estudio de AP son mucho menores que para un
estudio hospitalario.
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Red no formada 6%
Técnico en salud 3%
ABS 78%
Otros 13%
Figura 1. Tipo de trabajo de los socios de la SCMFiC que respondieron a la encuesta sobre investigación el año 2000
Rural 16%
Urbano 58%
Semiurbano 26%
Figura 2. Ámbito de trabajo de los socios de la SCMFiC que respondieron a la encuesta sobre investigación el año 2000
Capítulo aparte lo constituyen los ensayos clínicos. Así, el 41,9% (75) participaba en ensa-
yos clínicos financiados por la industria y la mayoría manifestó interés en participar en ensa-
yos clínicos con financiación distinta a la de la industria (154; 86%).
«Dependiendo del grado de experiencia de quien decide diseñar e involucrarse en un proyecto, el investigador ha de
resolver una serie de cuestiones para las que no siempre se siente capacitado»
«Contrariamente a lo que puede pensarse en una primera instancia, la resolución de un interrogante lleva a plantear-
se otros muchos y la tentación irresistible de volver a iniciar un nuevo proyecto»
recibir ayuda para traducirlo? Sobre cómo dar este apoyo al investigador y sobre la gestión
de la investigación en general se desarrolla más adelante todo un capítulo. En cualquier
caso, este apoyo debe ser de fácil acceso para todo el que lo requiera, tarea arduo difícil
dada la apretada agenda de los que trabajan en el entorno de atención primaria.
Investigación básica
Solsona J, Caylà JA, Verdú E, Estrada MP, García S, Roca D, Miquel B, Coll P, March F; Coo-
perative Group for Contact Study of Tuberculosis Patients in Ciutat Vella. A Molecular and
conventional epidemiology of tuberculosis in an inner city district. Int J Tuberc Lung Dis 2001;
5: 724-731.
Investigación clínica
Bjerrum L, Boada A, Cots JM, Llor C, Forés García D, Gahrn-Hansen B, Muncé A.Respiratory
tract infections in general practice: considerable differences in prescribing habits between
general practitioners in Denmark and Spain. Eur J Clin Pharmacol 2004; 60: 23-28.
100113 CAPITULO 1_6 24/11/03 13:24 Página 77
Investigación epidemiológica
Marrugat J, Solanas P, D'Agostino R, Sullivan L, Ordovas J y cols. Estimación del riesgo coro-
nario en España mediante la ecuación de Framingham calibrada. Rev Esp Cardiol 2003; 56:
253-261.
Ramos R, Solanas S, Cordón F, Rohlfs I, Elosua R, Sala J y cols. Comparación de la función
de Framingham original y la calibrada del REGICOR en la predicción del riesgo coronario
poblacional. Med Clin (Barc) 2003; 121: 521-526.
El riesgo cardiovascular varía de manera importante de unas poblaciones a otras. Hasta hace
poco, las únicas tablas disponibles para calcularlo eran las de Framingham, desarrolladas a
partir de una población con un riesgo cardiovascular muy superior al nuestro. Las ecuaciones
de Framingham sobrestiman el riesgo de enfermedad coronaria en los países cuya incidencia
es baja. En éstos, la ecuación debería adaptarse para la correcta prevención de la enfermedad
coronaria. En el primer artículo mencionado, se presentan las tablas de riesgo coronario glo-
bal de Framingham ajustadas para la población española. Estas tablas se desarrollaron en
estrecha colaboración con el equipo de Framingham. Se usó la ecuación de Framingham, que
incluye el colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad, y se sustituyó la prevalencia de fac-
tores de riesgo cardiovascular y la tasa de incidencia de episodios coronarios de Framingham
por las de nuestro medio. Se calcularon las probabilidades de episodio a los 10 años. Los auto-
res concluyeron que la función de Framingham ajustada podía constituir un instrumento para
estimar con más precisión el riesgo coronario global en la prevención primaria de esta enfer-
medad en España. También señalaron que su uso debería acompañarse de una validación
apropiada y se debería trabajar en la elaboración de ecuaciones propias españolas.
«La atención urgente o sin cita dentro del horario habitual de consulta de los equipos de atención primaria plantea
a menudo problemas de organización del centro y de la consulta del profesional»
miante con las guías de práctica clínica. Concluyeron que la función ajustada de Framing-
ham-REGICOR adjudica una categoría de riesgo coronario menor que la de Framingham ori-
ginal en más del 52% de mujeres y casi el 50% de varones. Según los autores, la función
ajustada es una herramienta más recomendable que la clásica en la prevención primaria de
la enfermedad coronaria en España.
Estas publicaciones han generado un acalorado debate, todavía abierto, sobre qué tablas
son las más apropiadas para el cálculo del riesgo cardiovascular y sobre la prevención de los
episodios cardiovasculares en general.
Investigación en servicios
Vitores Picon MP, Cortés Duran PM, Fernández Girón M, Torres Romo L, Tomey Torcal I, Ira-
dier Barrio D, Cazallas Díaz E, León García A. Evaluación de la organización en la atención a
pacientes sin cita. Aten Primaria 2001; 28: 298-304.
La atención urgente o sin cita dentro del horario habitual de consulta de los equipos de aten-
ción primaria plantea a menudo problemas de organización del centro y de la consulta del pro-
fesional. Los autores se propusieron estimar la mejora alcanzada en la organización de la aten-
ción a pacientes sin cita tras la instauración de medidas correctoras. Secundariamente,
estudiaron los motivos de consulta, el tiempo de duración de los síntomas por los que se con-
sulta sin cita y la valoración por el personal sanitario sobre la pertinencia de la urgencia. El cen-
tro sobre el que se realizó el estudio atendía a una población de 27.823 personas en Leganés,
Madrid. Recibía un 7,1% de consultas sin cita en medicina general y un 12,8% en pediatría
durante 1998, porcentajes que fueron del 5,9 y el 12,47%, respectivamente, durante 1999. Se
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incluyeron todos los pacientes que de forma consecutiva acudieron sin cita en los periodos de
estudio (evaluación: noviembre de 1998, 588 pacientes; reevaluación: noviembre-diciembre de
1999, 562 pacientes). Se establecieron cinco criterios de calidad consensuados en ausencia de
referencias en la bibliografía: registro de datos de filiación, del motivo de consulta, valoración
en menos de 10 minutos, intento de cita previa y registro en la historia clínica. Según los auto-
res, la puesta en marcha del ciclo de mejora consiguió mejorar la calidad de la atención pres-
tada a los pacientes sin cita previa, ya que mejoraron todos los criterios excepto el cuarto, por
lo que consideraron que todavía quedaban algunos aspectos susceptibles de mejorar.
Reflexión
El interés por la investigación en atención primaria de sus propios profesionales es creciente
y lentamente va dando sus frutos. En un entorno cambiante, los interrogantes por resolver
son muchos. Es labor de todos, políticos, gestores y clínicos, crear el entorno adecuado para
impulsar, promover y desarrollar la investigación en este ámbito.
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maria 2001; 28: 298-304.
100113 CAPITULO 2_1 24/11/03 13:25 Página 81
D. Rodríguez,
Propuestas para J. Pujol Salud,
A. Vallano Ferraz
E. Vinyoles i Bargalló,
C. Morralla Puértolas
100113 CAPITULO 2_1 24/11/03 13:25 Página 83
83
validez externa y que los resultados sean más generalizables al conjunto de la población. Un
ejemplo ilustrativo de ensayo clínico pragmático es el estudio italiano PPP (Progetto di Pre-
venzione Primaria), realizado en atención primaria con la participación de 330 médicos de
familia, que evaluó la eficacia del ácido acetilsalicílico y la vitamina E en prevención primaria
y cuyo único criterio de inclusión fueron los pacientes con al menos un factor de riesgo car-
diovascular. No obstante, esta opción todavía sigue presentando alguna de las limitaciones y
desventajas de los ensayos clínicos (selección de la población, seguimiento estrecho, mayor
cumplimiento por parte del paciente, etc.).
estos estudios analizarían tanto el «proceso» o uso de los medicamentos, como los «resul-
tados» de ese uso en las condiciones reales de la práctica clínica. El objetivo general de los
estudios de utilización de medicamentos es conseguir una utilización óptima, efectiva y efi-
ciente de los medicamentos, y de este modo contribuir a mejorar la salud de la población.
Es necesario obtener una descripción del uso de los medicamentos y de sus consecuencias,
analizar los factores implicados y los posibles problemas relacionados con el uso y los resul-
tados de los medicamentos y, posteriormente, desarrollar intervenciones para intentar resol-
ver estos problemas.
TABLA 1.
Características del diseño de un estudio de utilización de antihipertensivos
Objetivos secundarios – Describir las características clínicas de los pacientes que podrían condicionar
la elección de los tratamientos y medir su prevalencia
– Describir los tratamientos prescritos en todos los pacientes y en grupos seleccionados
– Evaluar la factibilidad de realizar estudios multicéntricos en atención primaria
Recogida de datos Se utilizó un cuestionario estructurado de formato sencillo con pocas variables
Duración 3 meses
zación de medicamentos. La fiabilidad de las fuentes de las que se obtienen los datos (his-
torias clínicas, entrevista a médicos y pacientes, etc.) es un elemento crítico y junto con el
patrón de referencia o idoneidad determinan la validez de estos estudios.
e) Los estudios de pautas terapéuticas describen las dosis, las pautas y la duración de
los tratamientos en la práctica clínica real. También se incluyen aquellos estudios que evalú-
an el cumplimiento terapéutico, los cambios de tratamiento y las pruebas analíticas de super-
visión del tratamiento farmacológico. Por ejemplo, en un estudio de valoración del manejo
del tratamiento anticoagulante oral, la evaluación del control anticoagulante, mediante la
determinación del INR, permite establecer las pautas de dosificación (infraterapéuticas, tera-
péuticas y supraterapéuticas) según el rango de valores internacionalmente aceptados, y las
pautas de ajuste de dosificación. Generalmente, los estudios de pautas terapéuticas se reali-
zan en el contexto de los estudios de prescripción-indicación, indicación-prescripción o de las
consecuencias prácticas.
Pero en Europa hay sistemas de salud interesados no sólo en el proceso, sino en los resul-
tados clínicos que se obtienen con determinadas intervenciones y, por tanto, utilizan indica-
dores que miden estos resultados en cuanto a salud. Para este análisis, los estudios de utili-
zación de medicamentos pueden ser una herramienta útil para hacer un análisis de situación,
fijar objetivos en cuanto a mejora clínica y evaluar las posibles intervenciones establecidas.
En España, el creciente avance en la informatización de las actividades de los Equipos de
Atención Primaria es un factor que favorece la creación de bases de datos clínicas y admi-
nistrativas con la información proveniente de los individuos atendidos. Este fenómeno ha de
propiciar que los EUM desarrollados por el médico de familia alcancen objetivos que vayan
más allá del estudio de adecuación de su prescripción a los estándares o a la calidad de la
prescripción en función de las guías de práctica clínica. De hecho, en los congresos más
recientes de las sociedades científicas de atención primaria ya se puede observar un incre-
100113 CAPITULO 2_1 24/11/03 13:25 Página 89
Si bien ya han sido objeto de publicación los estudios sobre condicionantes de la prescrip-
ción, tomando entre ellos cierta relevancia los estudios sobre inducción de la prescripción,
sería muy interesante añadir a estos diseños evaluaciones de los condicionantes del éxito
terapéutico de la buena prescripción de algunos grupos de fármacos en determinadas pato-
logías. Otras iniciativas pioneras sobre el estudio de los resultados de intervenciones tera-
péuticas en la práctica clínica de la atención primaria son, por ejemplo, el proyecto de Gon-
zález López-Valcárcel, cuyo objetivo es el de evaluar la calidad de la prescripción de ciertos
medicamentos en atención primaria en función de la indicación para la que fueron prescri-
tos, detectando aquellas características de los pacientes, médicos prescriptores, etc. que
influyen en su uso inapropiado.
Los EPA de diseño observacional se están realizando desde hace mucho tiempo, pero no se
ha desarrollado una regulación legal hasta fecha muy reciente. En España, la normativa por la
que se rige el control administrativo de los estudios postautorización observacionales se reco-
ge en el Real Decreto 711/2002, de 19 de julio, por el que se regula la farmacovigilancia de
medicamentos de uso humano (B.O.E. 173, de 20 de julio de 2002). El capítulo 5, con el títu-
lo «De los estudios postautorización», define este tipo de estudios y establece que son las
comunidades autónomas las que legislan respecto a estos proyectos. Posteriormente, la Agen-
cia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) publicó la circular 15/2002,
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que desarrolla los procedimientos que deben seguirse para cumplir con el citado Real Decre-
to (véase el apéndice 2). Esta circular establece que las comunidades autónomas son las auto-
ridades competentes para otorgar la autorización, dejando a la AEMPS la tarea de mantener
un registro común de los estudios cuya autorización ha sido solicitada a las comunidades
autónomas. La circular dispone que es necesario remitir los protocolos de estos estudios a la
AEMPS para mantener este registro, así como comunicar la fecha de comienzo, los informes
de seguimiento y finales y cualquier incidencia que surja durante la realización del estudio.
Conclusiones
Para conseguir una mejor adecuación de los tratamientos en la práctica clínica, adaptada a
las diferentes realidades o características de cada paciente, no es suficiente con disponer de
datos de eficacia, sino que se hace indispensable tener información sobre la efectividad y la
eficiencia de las diferentes alternativas terapéuticas. La actividad asistencial diaria genera la
necesidad de obtener información sobre los resultados de esa propia actividad como meca-
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Esta relación entre práctica clínica e investigación requiere de unos métodos de investigación
adecuados y de un marco sanitario donde se den las condiciones necesarias para poder llevar-
la a la realidad. Es imprescindible que los profesionales sanitarios dispongan de la capacidad,
del tiempo y de los medios necesarios para desarrollar esta investigación pragmática. Se ha de
tener en cuenta, además, que en atención primaria los estudios han de ser multicéntricos para
tener un número de pacientes adecuado y, dada la complejidad con que se han de abordar
ciertos temas, han de ser multidisciplinarios. La investigación y la práctica asistencial así plan-
teada tiene un coste económico que nos enfrenta al complejo tema de la financiación.
También tiene un especial interés conocer la perspectiva de los estudios, entendiendo por
ésta dónde se ha originado la necesidad de realizar el estudio (equipos de atención primaria,
servicios hospitalarios, administración sanitaria, sociedades científicas, industrias farmacéuti-
cas, etc.). La perspectiva de los promotores de la investigación condiciona las prioridades de
los temas de investigación y los objetivos de los proyectos. En este sentido, las autoridades
sanitarias españolas han tratado de limitar la realización de los «estudios de inducción de la
prescripción» o «estudios publicitarios», cuyos objetivos son puramente comerciales o pro-
mocionales para forzar el uso de un medicamento concreto, mediante la aplicación de medi-
das administrativas y reguladoras. Recientemente, se ha desarrollado una normativa sobre los
estudios de postautorización (EPA) que regula el desarrollo de los estudios sobre medica-
mentos ya comercializados en las condiciones de la práctica clínica. En definitiva, todos los
profesionales involucrados en el mundo del medicamento deberían estar comprometidos en
el desarrollo de estudios rigurosos que evaluarán los medicamentos en las condiciones de la
práctica clínica con el objetivo de conseguir tener el mayor conocimiento posible de las
opciones terapéuticas utilizadas y poder ofrecer la mejor asistencia sanitaria a la población.
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100113 CAPITULO 2_1 24/11/03 13:25 Página 92
93
Evaluar la efectividad
de las intervenciones
E. Diogène Fadini,
P. Solanas Saura
En casi todos los países de nuestro entorno (Unión Europea, Estados Unidos, Japón...), los
medicamentos que se encuentran disponibles en el mercado han seguido un proceso regula-
dor por parte de la administración del Estado que ha permitido su registro y ha autorizado su
comercialización. Con ligeras diferencias, las condiciones exigidas por las autoridades sanita-
rias de la mayoría de los países para otorgar dicha autorización consisten fundamentalmente
en que los fármacos cumplan determinadas exigencias de eficacia, seguridad y calidad. Para
ello, los funcionarios de las autoridades reguladoras revisan el conjunto de estudios sobre las
propiedades de un fármaco facilitados por la industria propietaria de la patente. Examinan
desde los resultados procedentes de estudios realizados en animales de experimentación has-
ta los de ensayos clínicos en fase III. Para registrar un nuevo fármaco, no se exige que éste
constituya un avance terapéutico respecto a los fármacos ya existentes en el mercado y que,
por lo tanto, cubra una determinada necesidad terapéutica, sino que basta con que los datos
sobre su eficacia y toxicidad se parezcan a los de otras moléculas ya existentes en el mercado
o, incluso a veces, con que sus efectos sean distinguibles de los del placebo.
Así pues, la información acumulada sobre los medicamentos comercializados suele ser la
que necesita la industria farmacéutica para obtener el registro de sus fármacos y suele refe-
rirse a la eficacia y toxicidad de una molécula determinada, especialmente comparada con
sus moléculas competidoras en el mercado, lo que obviamente interesa de manera especí-
fica a la propia industria farmacéutica. La lógica subyacente en los objetivos y los diseños
de la mayoría de los ensayos clínicos que persiguen el registro de un fármaco responde más
bien a intereses comerciales que a dar respuesta a necesidades de salud de la población.
La evidente necesidad de obtener beneficios económicos empresariales condiciona el obje-
tivo de la investigación sobre la eficacia y la toxicidad de los fármacos. Muchos de estos
ensayos clínicos intentan poner de relieve las propiedades que permiten diferenciar a un
fármaco de los demás en el mercado y, de este modo, potenciar el mensaje comercial de
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que constituye una innovación. Para ello, se plantean destacar en lo posible sus efectos
beneficiosos e infravalorar sus efectos indeseados en comparación con los de sus compe-
tidores en el mercado.
La generación de esta información, que en parte puede ser útil, ocurre desgraciadamente en
detrimento de la que más interesa a los pacientes, a los médicos y, en definitiva, a la sociedad
en general. Antes que la información específica sobre las características intrínsecas de una molé-
cula, está la necesidad práctica de disponer de información sobre la eficacia y la toxicidad en el
contexto real y cotidiano del uso de las estrategias terapéuticas, el las que el uso de fármacos es
un elemento más de una compleja cadena de decisiones diagnósticas y terapéuticas. El papel
terapéutico del fármaco es determinante para obtener un resultado beneficioso para el pacien-
te, pero casi siempre es fundamental que se den una serie de circunstancias en su entorno para
que ese resultado esperado se pueda producir. Para tomar decisiones sobre la prescripción de
un determinado fármaco nos sentiríamos mucho más seguros si pudiésemos disponer de datos
sobre su efectividad y su toxicidad en circunstancias semejantes a las de nuestra realidad. ¿No
sería éste el caso a la hora de prescribir dosis bajas de ácido acetilsalicílico (AAS) a pacientes dia-
béticos de tipo 2 para la prevención primaria de alguna complicación cardiovascular?
La combinación del déficit crónico de información necesaria para utilizar con fiabilidad
las estrategias terapéuticas con capacidad real de resolver problemas de salud relevantes
con el creciente despilfarro de los recursos económicos del Estado para pagar el uso de
medicamentos, constituye una grave contradicción y una amenaza directa para la efi-
ciencia, la equidad y la sostenibilidad del SNS. Este estado de cosas permite que se per-
petúen las incertidumbres terapéuticas con el consiguiente riesgo para la salud de los
pacientes y alimenta la desconfianza de los clínicos hacia las instituciones prestadoras de
servicios sanitarios. Por otro lado, los procesos de gestión precisan información sobre
efectividad en la práctica clínica para tomar decisiones informadas y, por tanto, libres de
condicionamientos.
en parte de que los investigadores independientes sepan utilizar las escasas oportunidades
existentes para promover estudios que produzcan resultados útiles y fácilmente aplicables al
entorno cotidiano. Para producir este tipo de información sobre la efectividad de las inter-
venciones terapéuticas, en general, y de los medicamentos, en particular, hay que promover
que los ensayos clínicos controlados (ECC) se lleven a cabo de tal forma que sus resultados
se incorporen a la práctica de manera fiable y lo más naturalmente posible. El respeto escru-
puloso a las cuestiones metodológicas esenciales de los ECC no está ni mucho menos reñi-
do con la voluntad de explotar al máximo las posibilidades de producir resultados fiables y
ampliamente aplicables al marco real. Hace falta conocer la clínica, los problemas de los
pacientes y de la realidad asistencial y, sobre todo, debe existir la voluntad de conferir este
carácter productivo a la investigación.
En otro orden de cosas, debería existir libre acceso a los datos de los ensayos clínicos auto-
rizados por la administración. En la actualidad, la investigación llevada a cabo por las enti-
dades privadas con la autorización de la administración no tiene la obligación de publicar los
datos de ésta en un periodo determinado a partir de la finalización del estudio. Así pues, si
los resultados de un estudio no son lo suficientemente favorables a un determinado fárma-
co, es posible que los datos del estudio no puedan ser nunca accesibles. Esto es un déficit
muy importante en el momento en que se pretenda evaluar la efectividad con técnicas más
complejas como el metanálisis, para el cual la información neutra o negativa es tan impor-
tante como la información positiva y condiciona la capacidad de los gestores para tomar
decisiones plenamente informadas.
Estas barreras explican por qué en este capítulo se pretende reflexionar fundamentalmen-
te sobre determinados aspectos metodológicos de los ECC. Las cuestiones metodológicas
esenciales que se abordan a continuación pretenden facilitar la posibilidad de pensar en los
ensayos clínicos como un componente natural de la medicina en APS. Se desea destacar los
elementos que facilitan la producción de resultados aplicables a la práctica habitual. Los ele-
mentos metodológicos se presentan según una secuencia que pueda ser útil para la elabo-
ración de posibles protocolos de investigación.
Hipótesis
Como para cualquier trabajo de investigación, el punto de partida de un ECC es la formula-
ción clara e inequívoca de la hipótesis de trabajo, fundamentada en la duda razonada y docu-
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TABLA 1.
Dificultades superables para la realización de ensayos clínicos controlados en atención primaria de salud
Existencia de un viejo prejuicio que concibe la atención primaria de salud como un lugar de aplicación, pero no de
producción de conocimiento
Una normativa, favorecida por los intereses de otras especialidades médicas, que excluye a la atención primaria de
salud de la investigación clínica controlada
La preferencia, hasta hace poco tiempo, por llevar a cabo ensayos clínicos controlados sobre poblaciones experi-
mentales puras y por una lógica que implicaba una recogida de datos excesivos o muy diferentes de aquellos que,
de hecho, son necesarios para llevar a cabo una asistencia correcta en la práctica habitual
La hipertrofia de los rituales de investigación, que culminan en las normas de Buena Práctica Clínica, que recogen
una lógica de documentación y controles externos de los procedimientos, más o menos justificados por las exigen-
cias de registro de medicamentos, y por la idea difusa de que la recogida de todos los datos posibles incrementa
la posibilidad de evaluar más cuidadosamente la eficacia y la toxicidad de los fármacos
mentada sobre los resultados que pueden obtenerse mediante una determinada intervención
terapéutica. La asignación aleatoria de diferentes opciones terapéuticas es la mejor respuesta
a la incertidumbre diagnóstica y terapéutica documentada. Las instituciones públicas presta-
doras de servicios deberían facilitar la documentación sistemática de las incertidumbres tera-
péuticas en relación con las necesidades de salud de la población. Entre sus objetivos institu-
cionales, debería estar la descripción epidemiológica de estas incertidumbres terapéuticas:
esta información constituiría una información esencial sobre las prioridades de investigación
en terapéutica y facilitaría seleccionar hipótesis clínicamente relevantes para investigadores
independientes frente a la hipótesis de los ECC servidos en bandeja por parte de los promo-
tores privados habituales. Además, permitiría descartar algunos ECC promovidos privada-
mente si se alejan claramente de las incertidumbres realmente relevantes que responder.
Formular una hipótesis significa verificar explícitamente el porqué de una incertidumbre y, con-
textualmente, poner de manifiesto claramente un proyecto para superarla. Se trata, en concre-
to, de formular una idea y un objeto (ya sea un fármaco u otra intervención terapéutica) cuya
capacidad de responder a las causas y a los contenidos de la incertidumbre se quiere evaluar.
Es cierto que existen dificultades operativas para definir con extrema precisión los proble-
mas de salud en APS. Existen dificultades para establecer según qué diagnósticos y las condi-
ciones de trabajo impiden, en ocasiones, dedicar el tiempo suficiente a los pacientes o utilizar
los instrumentos de medida con la precisión deseada. Sería necesario alterar de manera
importante la práctica asistencial habitual para dotar de una precisión extrema los diferentes
elementos de un trabajo de investigación. Precisamente, una de las características que debe
tener en cuenta la investigación clínica en APS es la existencia de una amplia gama de grises,
entre el blanco y el negro, que afecta tanto a las cuestiones diagnósticas como terapéuticas
de la actividad asistencial en la que, a pesar de ello, los médicos se ven obligados a tomar deci-
siones cotidianamente. Esto no es un impedimento para formular hipótesis, sino que simple-
mente obliga a conocer y tener en cuenta la complejidad de realidad asistencial de la APS.
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¿Si se quisiera evaluar la posible efectividad de los corticoides inhalados en pacientes con
enfermedad pulmonar obstructiva crónica de cierta gravedad para prevenir complicaciones
de la enfermedad, se debería abandonar esa idea ante la posibilidad de no poder aplicar
determinadas pruebas funcionales respiratorias a todos los pacientes o, por el contrario, se
podría decidir confiar en los criterios de gravedad aplicados por los diferentes médicos que
participan en la investigación y determinados con los medios habituales?
La formulación de las diferencias que se esperan encontrar (por ejemplo una reducción,
absoluta o relativa, de la morbilidad del 10, 15 o 20% respecto al grupo de control) es la
expresión razonable de la comprensión que se tiene tanto del problema de salud como de la
intervención. Si las diferencias son plausibles y se formulan en función de unas expectativas
documentadas, se podrá proceder a calificarla también desde el punto de vista estadístico,
para asegurarse de que las respuestas sean fiables y evitar que se produzcan falsas diferen-
cias. Es una condición básica para la posterior extrapolación de la integración de los resulta-
dos del ensayo clínico a la práctica asistencial cotidiana.
Asignación aleatoria
Es el proceso de asignación de las unidades que deben ser incluidas en la evaluación experi-
mental. Estas unidades pueden ser personas, sanas o enfermas, grupos homogéneos que
son considerados como grupos y no en cuanto a suma de individuos, o realidades asisten-
ciales, como diferentes centros de salud. Con la asignación aleatoria de las unidades que par-
ticipan en el ECC, se consigue que los diferentes grupos experimentales (2 o más) sean com-
parables entre sí. Los grupos de comparación resultantes son similares desde el punto de
vista epidemiológico tanto por lo que se refiere a los factores asociados al problema de salud
evaluado conocidos como a los factores desconocidos.
Para llevar a cabo la asignación aleatoria existen tablas y programas informáticos adecua-
dos y sencillos. El equilibrio de las características de los grupos de comparación será tanto
más real y la comparabilidad de los grupos estará tanto más justificada cuanto mayor sea el
número de unidades de observación.
Grupo de control
Está formado por la población asignada aleatoriamente a no ser expuesta al tratamiento o inter-
vención cuya capacidad para producir un efecto beneficioso se pretende evaluar. La historia
natural de esta población (es decir, la frecuencia de acontecimientos que se observarán en ella
durante la experimentación) es el término de referencia para medir y cuantificar las diferencias
que se espera observar en el grupo expuesto a la intervención evaluada. La población de con-
trol ha de ser tratada con el mejor de los tratamientos posibles, en función de los conocimien-
tos científicos acumulados y de las disponibilidades. Solamente en ciertas circunstancias puede
estar justificado el uso del placebo para tratar a la población de control. Como es perfectamen-
te comprobable, esto choca con la metodología de muchos ECC promovidos privadamente don-
de se usan placebos existiendo tratamientos efectivos, o bien los tratamientos de comparación
distan mucho de ser los que se pudieran considerar como mejor alternativa de tratamiento.
Variables de medida
Son los acontecimientos que se adoptan como criterios de evaluación porque se sospecha, de
manera fundamentada y razonada, que puedan ser modificados por la intervención terapéuti-
ca estudiada: síntomas (de efectos terapéuticos o indeseados), información sobre la calidad de
vida, medidas de tipo bioquímico o funcionales, acontecimientos mayores (una determinada
patología, el ingreso hospitalario, la muerte...). Cuanto más sólidas e inequívocamente defini-
das sean estas variables, más fiables y relevantes serán consideradas las diferencias que se pue-
dan llegar a observar. La distinción entre variable principal y secundarias depende estrictamen-
te del tipo de problema de salud que se considera, del diseño y del objetivo del estudio.
La elección tanto de las variables como de los métodos más o menos rigurosos que se
adoptan para documentarlas es responsabilidad del investigador. Su adecuación y su rele-
vancia es proporcional al conocimiento disponible sobre el problema de salud y de los obje-
tivos que se han marcado para producir resultados suficientemente sólidos como para justi-
ficar la modificación del conocimiento y la práctica establecidos antes de la experimentación.
Para poner de manifiesto el efecto beneficioso del AAS en la prevención primaria de episo-
dios cardiovasculares en pacientes diabéticos de tipo 2, resultaría imprescindible seguir a los
pacientes durante el tiempo suficiente para poder documentar si se producen esos episodios.
Sin embargo, puede ser considerada superflua la información sobre ciertas variables bioquí-
micas para poder, en ese mismo estudio, evaluar la posible resistencia de los diabéticos al AAS.
La definición de las variables está sujeta a los instrumentos de medida habituales en la rea-
lidad asistencial. Los protocolos de los ECC deben tener en cuenta esta realidad y adecuarse
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a ella para asegurar tanto la factibilidad del estudio como la posibilidad de producir resulta-
dos clínicamente relevantes. Para poder llevar a cabo ECC en el marco de la existencia de una
gran presión asistencial, es crucial considerar en los protocolos la limitación del número de
variables a las estrictamente necesarias para poder responder a la pregunta planteada.
Enmascaramiento
Está constituido por los artificios técnicos que aseguran la neutralidad y la objetividad de las
observaciones. Puesto que es indiscutible la existencia de una posibilidad de influencia tanto
por parte del observador sobre la percepción de los efectos de la intervenciones y la recogi-
da de datos sobre los resultados de las intervenciones evaluadas, como por parte de las
expectativas de los pacientes para obtener un resultado positivo, el enmascaramiento de las
intervenciones propuestas es esencial cuando las variables de medida evaluadas son muy
subjetivas o «blandas», o cuando es previsible que tanto el investigador como el paciente
puedan influir en sus manifestaciones o la recogida de sus valores.
Se habla de doble ciego cuando tanto el investigador como el paciente desconocen los tra-
tamientos aplicados. En muchas ocasiones, la aplicación del doble ciego implica la necesidad
de tener que utilizar placebo. El uso de placebo no implica no tratar a quien lo recibe. Todos
los pacientes incluidos en los grupos comparados reciben los mejores tratamientos conoci-
dos. Simplemente, además de estos tratamientos, un grupo recibe el tratamiento experi-
mental mientras que otro recibe, además, un placebo. Es conocido que el uso del placebo
para tratar a los grupos de control ha sido abusivo en ECC con intereses comerciales subya-
centes cuyo fin es maximizar los efectos beneficiosos de los fármacos estudiados.
Existen unas situaciones en las que, por definición, el enmascaramiento de las interven-
ciones evaluadas resulta imposible, como en el caso de las acciones intervencionistas (qui-
rúrgicas o no), de rehabilitación o la psicoterapia. Del mismo modo, en otras situaciones el
enmascaramiento resulta puramente formal, como cuando se pueden reconocer fácilmente
los efectos de ciertos fármacos como los bloqueadores betadrenérgicos, los anticoagulantes
o los antidepresivos tricíclicos. En tales casos, se puede recurrir a la estrategia de hacer inter-
venir a un observador que desconozca qué tratamientos han sido aplicados a la hora de reco-
ger los valores de las variables evaluadas.
Todos los análisis según otros criterios (por ejemplo incluyendo únicamente a los pacientes
que han recibido todo el tratamiento previsto) deben haber sido declarados y argumentados
antes de iniciar el estudio y han de ser considerados como secundarios o generadores de
hipótesis más o menos explicativas.
Los abandonos de los tratamientos por parte de los pacientes y las pérdidas de pacientes
durante el seguimiento pueden obedecer a múltiples motivos. Si se detectan unas propor-
ciones elevadas de abandonos o de pérdidas de pacientes, se corre el riesgo de vulnerar el
principio básico de la comparabilidad de los grupos estudiados. Observar según qué propor-
ciones de pérdidas sobre el total de pacientes incluidos puede incluso ser una medida de la
poca aceptabilidad de un tratamiento por parte de los pacientes o incluso un indicador de
su falta de eficacia.
Multicentricidad
Es una de las características básicas de los ECC, especialmente de los que se llevan a cabo en
APS. La participación de múltiples centros de salud facilita, por un lado, reunir el número
necesario de pacientes y, por otro, favorece la representatividad de las poblaciones incluidas
en los estudios. De hecho, las personas portadoras de necesidades de investigación se
encuentran distribuidas, con su variabilidad, en los diferentes contextos asistenciales. Cuan-
do confluyen en una única población experimental, se favorece la aplicabilidad a la pobla-
ción de referencia de los resultados producidos.
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Consentimiento informado
Desde un punto de vista formal, esta expresión designa el procedimiento mediante el cual
las personas candidatas a formar parte de un ensayo clínico son informadas y expresan su
consentimiento para participar. El procedimiento culmina con la firma de un documento por
parte del individuo en el que expresa su disponibilidad para formar parte del ECC y declara
que lo hace en posesión de la información adecuada y en función de su autonomía para
tomar la decisión.
La expresión «consentimiento informado» está dotada de una gran ambigüedad: basta pen-
sar lo poco realista que resulta imaginar la autonomía de las personas gravemente enfermas,
portadoras de patologías con pocas probabilidades de curación, cuando se les ofrece ser inclui-
das en ensayos clínicos. De hecho, en muchas ocasiones la petición del consentimiento infor-
mado se lleva a cabo por razones meramente formales o para proteger de posibles responsa-
bilidades al investigador o al promotor, más que para afirmar los derechos de los pacientes.
poca costumbre existente en APS de llevar a cabo ensayos clínicos controlados y, por tanto,
de solicitar el consentimiento informado de los pacientes para participar en ellos y de com-
partir las incertidumbres terapéuticas con los médicos.
En los últimos años, la generalización de los ECC en APS y las intervenciones de las dife-
rentes sociedades científicas de atención primaria de salud ha causado que se haya extendi-
do la costumbre del uso del consentimiento informado en numerosos procedimientos reali-
zados en APS, por lo que esta posible dificultad es cada vez menor, a pasos agigantados.
Cuando el centro de la atención es la respuesta a una pregunta que no puede ser dema-
siado filtrada y cuando el interés fundamental está en el efecto beneficioso de una inter-
vención en las condiciones habituales de la práctica asistencial, las reglas cambian. El rigor
científico de las reglas deja de ser la estandarización forzada de procedimientos de compor-
tamiento y coincide con la capacidad de ordenar la actividad cotidiana y la normalidad de lo
que se suele hacer para asegurar una buena asistencia al paciente en una observación con-
trolada. Las poblaciones reales son el sujeto auténtico de la experimentación. El protocolo del
ECC es el cuadro de referencia operativo que permite seguir la historia de estas poblaciones
y deja de ser el instrumento para seleccionar a los sujetos experimentales.
Propuesta
La propuesta del contenido de este capítulo, en términos generales, consiste en intentar motivar
a los médicos de APS para que consideren al ECC como un instrumento muy simple para dar una
respuesta adecuada a las múltiples incertidumbres existentes sobre el abordaje terapéutico de los
problemas de salud a los que tienen que enfrentarse en la práctica cotidiana. Basta seguir unas
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reglas relativamente sencillas para poder llevar a cabo ECC con el debido rigor metodológico. Más
complicado es conseguir el apoyo de la administración y las instituciones públicas prestadoras de
servicios sanitarios para crear las condiciones necesarias de apoyo a la investigación indepen-
diente. Sin embargo, el motor esencial para conseguir que se generalice en nuestro SNS el uso
del ECC como herramienta fundamental para producir el conocimiento necesario sobre la efec-
tividad de las intervenciones terapéuticas, es desarrollar y practicar un cambio cultural entre los
médicos de APS que considere la importancia y la posibilidad real de producir resultados fácil-
mente aplicables a la práctica asistencial real. En otro orden de cosas, sería también necesario
modificar la legislación vigente que obliga prácticamente a la existencia de un promotor de ECC
de la industria farmacéutica, con una serie de condicionamientos que provocan en la práctica la
casi imposibilidad de realizar ECC totalmente independientes con fármacos.
Ejemplo
Hemos elegido el estudio Primary Prevention Project (PPP) como ejemplo de ECC que cumple
con muchas de las consideraciones abordadas anteriormente. Se trata del primer gran ensa-
yo clínico llevado a cabo en Italia en el ámbito asistencial de la atención primaria de salud.
Según los investigadores del estudio, la pregunta de partida que se plantearon era muy
sencilla: ¿es posible traducir en un proyecto de investigación todas aquellas hipótesis y pro-
puestas sobre la prevención primaria de episodios cardiovasculares?
Para diseñar el estudio, se siguió el esquema de la figura 1 que constaba de dos pasos
sucesivos:
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TABLA 2.
Preguntas que se podrían responder mediante ensayos clínicos controlados llevados a cabo
en la práctica habitual
¿Son efectivas las dosis bajas de ácido acetilsalicílico para la prevención primaria de episodios cardiovasculares
en ciertos pacientes diabéticos de tipo 2?
¿En la prevención secundaria de episodios cardiovasculares en pacientes con factores de riesgo para presentar
hemorragias digestivas, qué puede resultar más efectivo y adecuado: combinar ácido acetilsalicílico con omeprazol
o bien prescribir otra alternativa?
¿Cuál es la estrategia farmacológica más efectiva para la prevención primaria de episodios cardiovasculares en
pacientes con elevado riesgo cardiovascular: prescribir ácido acetilsalicílico (combinado con omeprazol), una
estatina, una combinación de estas dos alternativas, o ninguna?
¿Se puede prevenir la mortalidad cardiovascular en pacientes con antecedentes de patología cardiovascular
mediante intervenciones educativas e informativas y recomendaciones dietéticas y sobre ejercicio físico añadidas
a los tratamientos habituales?
¿Cuál es la mejor estrategia para tratar el dolor de origen articular en pacientes con artrosis de rodilla: un
tratamiento con analgésicos según demanda o continuado; tratar del mismo modo a los pacientes de nuevo
diagnóstico que a los que presentan dolor crónico; tratar diferentemente a quienes presentan claros signos de
inflamación que a quienes no los presentan?
¿Cómo se obtiene un grado de control más adecuado de la anticoagulación oral: mediante el seguimiento habitual
por parte del médico de familia o mediante el seguimiento por parte del hematólogo?
¿Cuáles son las consecuencias de interrumpir el tratamiento de los cuadros de ansiedad con benzodiacepinas al
cabo de cuatro semanas?
a) Identificar a los pacientes con uno o más factores de riesgo cardiovascular y definir una
estrategia de seguimiento de estos pacientes a medio-largo plazo, de acuerdo con los cono-
cimientos establecidos.
b) Evaluar en qué medida las estrategias farmacológicas con antioxidantes y antiagre-
gantes plaquetarios podían contribuir a mejorar de manera relevante el pronóstico de estos
pacientes.
Para que una intervención preventiva resulte creíble y aceptable, debe poder aplicarse sin
dificultad en la realidad cotidiana. Se diseñó, por tanto, un ECC abierto siguiendo un proto-
colo sencillo de tal manera que pudiese ser aplicado fácilmente en la práctica asistencial habi-
tual. En la figura 2 se representan sus características esenciales. Los investigadores prestaron
la máxima atención en la aplicación de dos principios básicos para transformar la asistencia
habitual en un protocolo de investigación:
a) La asignación aleatoria de los tratamientos.
b) El mantenimiento de una comunicación particularmente informada con los pacientes
sobre los contenidos del ensayo clínico para subrayar la importancia y el interés de partici-
par activamente en una estrategia preventiva que, por fuerza, debía prolongarse en el
tiempo.
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Hipercolesterolemia
Ant. familiares
Hipertensión
Obesidad
Diabetes
Edad
?
Progresión de la aterosclerosis Tratamiento con antioxidantes
Acontecimientos cardiovasculares ?
(muerte, infarto, ACV) Tratamiento con antiagregantes
Figura 1. Esquema de la hipótesis subyacente en el ensayo clínico controlado «Primary Prevention Project» (PPP) para
investigar el posible efecto beneficioso del ácido acetilsalicílico y de la vitamina E, añadido al tratamiento habitual
de los factores de riesgo, en la prevención primaria de episodios cardiovasculares
En este estudio participaron 315 médicos de atención primaria desde 1994 hasta 1998.
Recogieron datos de 4.495 pacientes. El seguimiento medio de los pacientes fue de 3,6
años. El comité de dirección del estudio decidió la interrupción prematura del estudio al
constatar, en uno de los análisis intermedios previstos, un efecto beneficioso resultante de
la administración de 100 mg/día de ácido acetilsalicílico. No se detectó ningún efecto
beneficioso asociado al tratamiento con 300 mg/día de vitamina E. Los métodos y los resul-
tados del estudio pueden ser consultados con detalle en la publicación aparecida en la
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Pacientes excluidos:
• Indicación de un tratamiento con AAS
• Contraindicación a AAS
• Patología grave pronóstico infausto
Asignación aleatoria
Figura 2. Esquema del diseño del ensayo clínico controlado «Primary Prevention Project» (PPP).
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100113 CAPITULO 2_3 24/11/03 13:29 Página 107
107
Evaluar la eficiencia
de las intervenciones
C. Llor Vilà
E. Diogène Fadini
TABLA 1.
Interrelación entre eficacia, efectividad y eficiencia
Los resultados de una intervención sanitaria pueden apreciarse en dos niveles: en los pacien-
tes individualmente que se beneficiarían del proceso (evaluación de la eficacia) y en la pobla-
ción a la que estos pacientes pertenecen (evaluación de la efectividad). Es más, para que una
intervención pueda ser eficiente, es importante en primer lugar que tal intervención haya
demostrado ser eficaz y, después, efectiva (tabla 1). La eficiencia es el final de esta cadena y
se consigue utilizando sólo opciones efectivas y, además, haciéndolo de forma adecuada. Por
lo tanto, primero hay que asegurar que las intervenciones sanitarias cuya eficiencia se evalúe
sean beneficiosas para los pacientes según los ensayos clínicos efectuados anteriormente y, al
mismo tiempo, que todas ellas presenten una relación beneficio-riesgo favorable. Además,
hay que cerciorarse de que se utilizan las opciones que funcionan mejor en la práctica clínica
y que se emplean de forma adecuada en los pacientes adecuados. No siempre una interven-
ción sanitaria que ha demostrado ser eficaz resulta ser efectiva cuando se utiliza en una pobla-
ción concreta. Los ensayos clínicos utilizan criterios muy estrictos, por lo que se cuestiona
muchas veces la validez externa de estos estudios. La pregunta principal se genera en la con-
sulta y es la que formula el facultativo cuando debe decidir una técnica o un tratamiento a un
paciente concreto. «¿Debo utilizar en mi paciente esta prueba diagnóstica, esta intervención
preventiva o esta intervención terapéutica?». Para ello, esta prueba o intervención debe haber
demostrado ser efectiva en la población con las mismas características que el paciente que se
está tratando; sería totalmente absurdo evaluar la eficiencia de un programa que no fuera
efectivo. Para ello, hay que fomentar la realización de más y mejores ensayos clínicos contro-
lados pragmáticos, cuyo objetivo no sólo sea evaluar los efectos de las intervenciones sino
también responder a preguntas como: por qué, cómo, cuándo o para qué se emplea cada
opción. A partir de aquí, el médico podrá ser capaz de escoger la opción más eficiente.
Evidentemente, el médico de familia debe tener la información necesaria para poder esco-
ger «con libertad» la opción más eficiente. Poder escoger libremente implica estar bien for-
mado e informado. La responsabilidad del gestor es proporcionar al médico información com-
pleta, de la máxima calidad y utilizarla de la manera más idónea. Para tomar la decisión más
eficiente el médico debería, además, conocer la evaluación económica de las diferentes opcio-
nes terapéuticas disponibles. Es de sobras conocido que, en la práctica clínica cotidiana, no se
dan las condiciones para que el médico pueda tener a mano la información fiable necesaria,
consultarla y procesarla correctamente para poder tomar la decisión terapéutica más adecua-
da. Entre las diferentes herramientas que suelen ponerse a disposición de los médicos para faci-
litar este complejo proceso de toma de decisiones están las guías de práctica clínica (GPC). Las
GPC deberían contener información sobre la evaluación económica de las mejores interven-
ciones sanitarias. Sin embargo, como han señalado los autores del capítulo: «La continuidad
100113 CAPITULO 2_3 24/11/03 13:29 Página 109
entre investigación clínica y práctica clínica en atención primaria», solamente en raras ocasio-
nes las GPC facilitan esta información. Para poder prescribir de la forma más razonada posible,
el médico debe conocer las opciones terapéuticas más eficientes disponibles para un problema
de salud concreto. Las GPC deberían ayudarle en este camino de forma realista y práctica por-
que será él, que conoce a sus pacientes, quien, en definitiva, deberá escoger con libertad la
opción más eficiente y no los gestores ni los grandes sabios de la evaluación económica.
La eficiencia tiene una connotación social. El criterio de eficiencia en las decisiones clínicas
se basa en un conflicto entre la eficacia máxima que el médico debe pretender para cada
paciente y la maximización de los beneficios para el conjunto de la población con los mismos
recursos invertidos (eficiencia social) que tanto el médico como el conjunto de la sociedad
también deben buscar.
Cualquier decisión que implique una elección entre dos o más opciones que tenga una
repercusión en la salud y en los recursos es susceptible de evaluación económica. A conti-
nuación se presentan algunos aspectos susceptibles de ser evaluados desde el punto de vis-
ta de la eficiencia:
• Un tratamiento quirúrgico o farmacológico
• Una técnica diagnóstica
• Un programa preventivo
• El lugar más apropiado para administrar un tratamiento (administración hospitalaria o
domiciliaria)
• El momento más adecuado de iniciar un tratamiento
Existen cuatro técnicas principales de evaluación económica que examinan tanto los cos-
tes como las consecuencias de las intervenciones sanitarias:
• Análisis coste-beneficio
• Análisis coste-efectividad
• Análisis coste-utilidad
• Análisis de minimización de costes
Las unidades por las que pueden medirse los resultados son diversas. He aquí algunas de
las más utilizadas en este tipo de estudios:
• Vidas salvadas
• Años de vida salvados
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En ocasiones, en el ámbito sanitario se deben tomar decisiones entre opciones con resulta-
dos muy distintos. Para poder tomar decisiones con respecto a la eficiencia relativa de distintas
intervenciones sanitarias, se utiliza el análisis coste-utilidad. En este tipo de análisis, se valoran
los costes de una o más intervenciones sanitarias en términos monetarios y las consecuencias
en años de vida ajustados por calidad de vida o AVAC, expresando los resultados en forma de
índice coste-efectividad del tipo monetario por unidad de efecto. Aunque la metodología está
bien fundamentada, su desarrollo choca muchas veces con problemas de aplicación práctica.
El AVAC es un índice que tiene en cuenta la calidad de vida y la supervivencia como indi-
cador de la salud (resultado sanitario). El principio se basa en el hecho de que un año de vida,
en un estado de buena salud, puede ser equivalente a más de un año de vida en un estado
de mala salud. El AVAC es un índice de salud que tiene en cuenta tanto la calidad de vida
como los años de vida. Normalmente se asigna a cada estado de salud un valor entre cero
(al peor estado de salud) y uno (al mejor estado de salud). El número de años vividos en cada
estado de salud se multiplica por el índice asociado a dicho estado para obtener el valor de
los AVAC. De todas formas, este tipo de análisis no es más que un tipo específico de análi-
sis coste-efectividad en que la efectividad se mide en utilidades; es decir, en unidades de
salud ajustadas por la calidad de vida. Es un instrumento ideal para comparar intervenciones
o programas en que la calidad de vida es un componente importante del resultado de salud.
El análisis de minimización de costes es una forma de evaluación que compara los costes rela-
tivos de dos o más alternativas en las que la efectividad es la misma. La consecuencia es que
se comparan sólo los costes netos directos de las opciones para identificar la alternativa menos
costosa. Es un tipo de evaluación económica que restringe el análisis a la medición en los efec-
tos de las opciones sobre los recursos, suponiendo o demostrando que los efectos sobre la
salud son los mismos para todas las opciones. Este análisis puede considerarse un caso parti-
cular del análisis coste-utilidad, en el que la regla de decisión obvia es seleccionar la opción que
tenga el efecto neto menor sobre los recursos, es decir, la opción que minimiza el coste.
Los razonamientos anteriores pueden ilustrarse mejor con un ejemplo numérico. En la tabla
2a se muestran los costes y los beneficios de seis programas sanitarios. Por costes debe enten-
derse el valor neto de los efectos sobre los recursos, mientras que los beneficios reflejan los
cambios en el estado de salud medidos en una unidad homogénea. Si el coste estuviese
expresado en miles de euros y los beneficios en años de vida ganados, las columnas 3 y 4
representarían, respectivamente, el coste en miles de euros por año de vida ganado y los años
ganados por 1.000 €. En la tabla 2b se ordenan los programas por orden decreciente de efec-
tividad-coste o por orden creciente de coste-efectividad. Si los programas no son excluyentes
y los recursos disponibles son 100.000 €, se elegirían los programas D, E y F; si los recursos
aumentasen hasta 200.000 €, se podrían añadir los programas C y A; y así, sucesivamente.
Este tipo de análisis finaliza con la identificación de la estrategia sanitaria más eficiente, que
acostumbra a ser la que se escoge. Pero, no siempre es así. Un ejemplo clásico es el de Cata-
luña en el año 1988, cuando se decidió llevar a cabo un análisis de coste-efectividad de las
diferentes estrategias alternativas disponibles de uso preventivo del flúor para la reducción de
la caries dental (tabla 3). La Administración lo tomó como un tema prioritario y puso en mar-
cha un programa preventivo para su reducción. El coste se ha calculado en euros y el benefi-
cio se valoró en superficies cariadas, ausentes u obturadas (índice CAO) salvadas. En la tabla
3 puede observarse que la fluoración del agua de bebida resultó ser la intervención más efi-
ciente, seguida de la aplicación de colutorios fluorados en las escuelas. El programa elegido,
no obstante, no fue el más eficiente sino el de más factible realización, debido a la oposición
de los grupos ecologistas, y se escogió el de los colutorios fluorados en las escuelas.
TABLA 2a.
Evaluación económica y toma de decisiones
A 30 30 1 1
B 30 20 1,5 0,67
C 55 70 0,79 1,27
D 20 40 0,5 2
E 30 50 0,6 1,66
F 50 75 0,67 1,5
TABLA 2b.
Programas ordenados
D 20 20 0,5 2
E 30 50 0,6 1,66
C 55 155 0,79 1
A 30 185 1 1,27
evaluación económica. Sin embargo, es probable que ello pueda cambiar en un futuro
debido a que los sistemas de información son ahora más fiables que hace unos años y en
atención primaria se ha generalizado la informatización, indispensable para elaborar estu-
dios de eficiencia. En la evaluación económica de medicamentos, uno de los estudios que
más auge ha tomado en los últimos años, se dispone de información fiable procedente de
la facturación de las prescripciones oficiales.
A continuación se expone una serie de estudios que podría efectuarse en atención prima-
ria siguiendo la metodología de la evaluación de la eficiencia:
• Evaluación económica sobre el beneficio del tratamiento hipolipemiante en prevención
primaria en la población española. Es conocido el menor riesgo de la población españo-
la respecto a los grandes estudios epidemiológicos efectuados en los países anglosajo-
nes. Podría plantearse estudiar la mejor estrategia terapéutica en esta población, ya que
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TABLA 3.
Coste-efectividad de tres programas alternativos de uso preventivo de flúor en Cataluña, 1988*
Colutorios de soluciones
fluoradas en escuelas 0,438 0,5 0,876
Distribución de dentífrico
fluorado en escuelas 1,802 0,4 4,504
La efectividad se mide como superficies CAO salvada por niño y año. El coste-efectividad se mide como coste por superficie CAO salvada.
*Tomada de Salleras L, Navas E, Domínguez A. Evaluación de la eficiencia de las intervenciones preventivas y de los programas de salud. En: Gálvez
R, Sierra A, Sáenz MC, Gómez Ll, Fernández-Crehuet J, Salleras L y cols., eds. Medicina preventiva y salud pública. Barcelona: Masson, 2001.
se desconoce en qué colectivo sería más eficiente esta medida y analizar subgrupos de
pacientes, como los diabéticos, o aquellos con ciertos niveles de riesgo cardiovascular
según las distintas tablas disponibles, etc.
• Evaluación de la eficiencia de las estrategias farmacológicas preventivas frente a las no
farmacológicas (educativas o de modificación de estilos de vida) en grupos de pacientes
con riesgo cardiovascular especialmente elevado.
• Evaluación económica sobre el beneficio del tratamiento antiagregante en pacientes
con alto riesgo cardiovascular. Conocer qué colectivos de pacientes serían susceptibles
de un tratamiento con antiagregantes y analizar también la estrategia más eficiente
analizando los diferentes antiagregantes, administrados solos o junto a un protector
efectivo de las hemorragias gastroduodenales, en una época donde existe cada vez
más evidencia de los efectos beneficiosos de otros antiagregantes distintos del ácido
acetilsalicílico.
• Evaluación económica sobre el beneficio del tratamiento antibiótico en infecciones del
tracto respiratorio. Es conocido que en la mayoría de los casos no se requiere antibioti-
coterapia en estos procesos. Podría plantearse algún estudio comparando el antibiótico
con el placebo en este tipo de infecciones, como otitis media, faringoamigdalitis, bron-
quitis aguda o sinusitis aguda.
• Evaluación económica sobre el beneficio de diversas estrategias terapéuticas (analgésicos,
antinflamatorios, opiáceos en parches transdérmicos) en la terapia analgésica de la artrosis.
• Evaluación económica sobre el beneficio de diversas pruebas de cribado, como colonos-
copia periódica en todos los mayores de 50 años o la realización de tacto rectal y deter-
minación de PSA en varones mayores de 50 años.
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preventiva y salud pública. Barcelona: Masson, 2001.
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115
Gestión de la investigación
E. Vinyoles i Bargalló
C. Morralla Puértolas
Actualmente, la mayoría de las consultas de atención primaria están sometidas a una exce-
siva y creciente presión asistencial que deteriora no solamente la propia calidad de la aten-
ción, sino también las capacidades y la motivación de los médicos de familia. Así, el médico
de atención primaria en la mayoría de los centros de salud se ve obligado a dedicar el 100%
de su tiempo a la asistencia. Otras facetas, como la docencia o la investigación, suelen que-
dar relegadas y dependen del voluntarismo que pueda dedicarles el profesional fuera de su
jornada laboral. El no disponer de suficiente tiempo, apoyo y compensaciones para investi-
gar desmotiva a la larga a los profesionales e, incluso, puede llegar a hipotecar el futuro de
la investigación propia de atención primaria.
Las preguntas clínicas relevantes, que deberían llevar al diseño y ejecución de estudios,
nacen precisamente de los profesionales asistenciales en la mayoría de las ocasiones. Sin
embargo, como se comentaba más arriba, la excesiva presión asistencial las ahoga y acaba,
a la larga, con la propia capacidad de elaborar hipótesis de trabajo.
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TABLA 1.
Necesidades organizativas para el desarrollo de la investigación en atención primaria
TABLA 2.
Ventajas de la atención primaria para investigar
En la tabla 1 se describen las características que debe tener la práctica clínica asistencial en
atención primaria para favorecer el desarrollo de una investigación de calidad. En la tabla 2
se comentan las ventajas con las que cuenta la atención primaria para investigar.
En resumen, tanto para diseñar estudios que respondan a nuestras necesidades como para
llevarlos a cabo, bien mediante la revisión de bases de datos o mediante la selección de
pacientes, se necesita tiempo extrasistencial. Actualmente, los médicos de familia, en la
mayoría de los casos, no disponen de ese tiempo. Así, la investigación que pueden llevar a
cabo es necesariamente limitada y de menor calidad.
100113 CAPITULO 2_4 24/11/03 13:31 Página 117
Formación en investigación
Además de la presión asistencial a la que está sometido el médico de atención primaria, se
añade la falta de tradición en investigación ya desde la formación universitaria. Todo ello
supone una falta de cultura investigadora. No sólo sería necesario que desde la formación
de pregrado el médico se formara en metodología científica, sino que, además, los clínicos
que quisieran investigar pudieran recibir la formación necesaria.
La actitud del médico con cultura de investigación ante la asistencia puede ser ligeramente
distinta a la del médico que no la tiene. Motivación por traducir las dudas clínicas en pregun-
tas de investigación, costumbre de recoger de forma sistemática toda la información necesa-
ria de los pacientes de manera que permita la realización de estudios retrospectivos y mejore
la calidad de los prospectivos, mayor visión crítica de las evidencias publicadas son algunos de
los puntos que pueden ser fortalecidos en un sistema sanitario con cultura investigadora.
Para poder traducir cualquier duda clínica en una pregunta de investigación son necesa-
rios conocimientos en metodología y, así, poder decidir el diseño de estudio más apropiado
para responderla. A la vez, conocimientos mínimos de estadística permiten entender mejor
los tipos de análisis a realizar y la calidad de las respuestas que se van a obtener. Adquirir
práctica en la recogida sistemática de la información necesaria es un punto clave para garan-
tizar la calidad de los datos a analizar. Saber diferenciar entre la actitud del clínico ante el
paciente y la actitud del investigador, aunque pueda parecer un punto complicado, es impor-
tante sobre todo durante la realización de un ensayo clínico. Como clínico, un médico debe
decidir lo mejor para el paciente ante cualquier situación; como investigador, y sin olvidar
nunca su criterio clínico, el médico ante cualquier situación deberá actuar según diga el pro-
tocolo al que tanto él como su paciente habrán dado su aprobación o consentimiento. Saber
hasta qué punto es ético actuar como investigador y hasta qué punto debe decidir como clí-
nico no siempre es una tarea fácil.
Por todo ello, y por muchos otros aspectos, la formación en investigación en atención pri-
maria es un aspecto que hay que tener en cuenta.
Sin embargo, en la mayoría de los proyectos suele ser preciso recurrir a información del
propio centro de trabajo registrada en las historias clínicas, al menos para preseleccionar a
los pacientes candidatos a participar en el estudio. Es básico que dicha información sea fácil-
mente accesible, esté ordenada y pueda manejarse con una relativa comodidad, confiden-
cialidad y rapidez. Por lo tanto, los investigadores deben disponer de bases de datos infor-
matizadas, fidedignas, actualizadas y que incorporen aquellas variables que después sirvan
para evaluar cuántos individuos serían candidatos a participar en el estudio. Además, el
investigador en muchos casos necesita de un eficaz apoyo técnico para rentabilizar al máxi-
mo la información que aportan las bases de datos.
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El ágil acceso a otras fuentes de información externas a las del propio centro de salud,
como por ejemplo a los registros de mortalidad o al censo de determinadas poblaciones,
también puede ser necesario.
Dado que, en atención primaria, los investigadores disponen de gran cantidad de informa-
ción de cada paciente, existe la tendencia a incluir muchas variables de estudio, que después
no se analizan. Es recomendable recoger únicamente aquellos datos que permitan responder
a los objetivos. El mejor protocolo es el que de manera más simple, esquemática y ordenada
aporte toda la información precisa para que el investigador pueda trabajar con comodidad.
Además, para conseguir que el protocolo sea operativo, es conveniente contar con la expe-
riencia de médicos de atención primaria en los comités directivos que diseñan los estudios.
Ello permite ajustarlo a la realidad de la práctica clínica y previene mejor un posible fracaso
en la selección.
El diseño del cuaderno de recogida de datos (CRD) no solamente debe ajustarse a las nece-
sidades del estudio, sino también a las necesidades de los investigadores de atención prima-
ria. Por ejemplo, no podrán utilizarse CRD electrónicos si los investigadores no cuentan con
la infraestructura informática adecuada o tienen conexiones a Internet de baja calidad. En la
tabla 3 se recogen las características que debería tener el CRD en atención primaria.
Política de publicaciones
En el Congreso de la semFYC se reciben cada año alrededor de 1.000 estudios de los que
se aceptan más de la tercera parte como comunicaciones o pósteres. Sin embargo, menos
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TABLA 3.
Características que debe tener un cuaderno de recogida de datos (CRD) en atención primaria
Mínimo volumen y peso para facilitar su archivo (mejor espiral que carpeta de anillas)
Debe contar con instrucciones breves que faciliten las visitas sucesivas de los pacientes
La portada tendrá un espacio para el número interno de historia clínica del paciente (facilita la identificación
rápida por parte del investigador)
Cada hoja tiene que estar identificada con el código del paciente y del investigador
Puede contar con una solapa interna para hojas adicionales necesarias (consentimiento informado,
hoja de información para el paciente) que faciliten la inclusión
del 10% de los aceptados llega a publicarse a pesar de su excelente calidad. El motivo, en
la mayoría de los casos, suele ser la falta de tradición de redacción y publicación de
resultados, combinado con una falta de liderazgo y con una consecuente ausencia de
responsabilidad conjunta de una mayoría de los autores.
Comentario de un Presidente de Comité Científico del Congreso de la semFYC.
Dado que el objetivo primero de toda investigación es la difusión de sus hallazgos, es bási-
co contar con un plan de comunicaciones y, especialmente, de publicación de los resultados.
Por lo tanto, siempre es conveniente redactar, de común acuerdo, un documento previo a la
ejecución del estudio, que puede denominarse de «Política de Publicaciones», y que debe
incluir los procedimientos, contenidos, autorías y principios fundamentales que regirán la difu-
sión del estudio. Ello es especialmente importante en los proyectos multicéntricos, que incor-
poran a muchos investigadores. En dichos proyectos, suele definirse un comité directivo del
estudio que tomará la decisión final de si un manuscrito puede someterse a publicación.
Es mejor acordar antes a qué publicaciones se van a remitir los originales, quién va a fir-
mar los trabajos, en qué orden, cuándo se va a firmar como grupo de trabajo, cuándo se
podrá utilizar el acrónimo del proyecto (en el caso de que lo tenga), qué investigadores cons-
tarán en el anexo, en los agradecimientos, etc. En definitiva, se trata de redactar un breve
documento consensuado que fije las responsabilidades de cada investigador para el proyec-
to principal o para cada subproyecto. En la tabla 4 se resumen los apartados que podría tener
un documento de Política de Publicaciones.
Monitorización
Aunque entre las responsabilidades del monitor estén las de verificar que los derechos de
los pacientes están protegidos y que el estudio se lleva a cabo según el protocolo, las nor-
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TABLA 4.
Propuesta de contenidos de un documento sobre Política de Publicaciones para un proyecto multicéntrico
en atención primaria
Apartados Contenidos
Introducción Incluirá la constitución del comité directivo con la definición de sus atribuciones en
relación con las publicaciones y con la política global de difusión del estudio
Comunicaciones Se definen sus características comunes. Uso del acrónimo, orden de firmas, cuándo
y publicaciones se firma como grupo, agradecimientos, anexos, preferencias de revistas, contenidos
de artículos obligatorios de los manuscritos
mas de buena práctica clínica y los requerimientos legales aplicables, él es el principal res-
ponsable del control de la calidad de los datos recogidos. El promotor o responsable de un
estudio debe garantizar que los datos que finalmente serán analizados para aceptar o
rechazar la hipótesis del estudio son correctos y delega en el monitor dicho control. Ello
supone el seguimiento por parte de éste de todo el proceso de investigación: desde la
correcta elección de los pacientes que investigar hasta la obtención de todos los datos nece-
sarios para el estudio.
El término «control de calidad de los datos» puede referirse a cualquier tipo de estudio.
Tanto a estudios retrospectivos, en los que la información se obtiene de bases de datos, regis-
tros, historias clínicas; como a estudios prospectivos, en los que se realiza algún tipo de segui-
miento o control de pacientes y se obtiene la información directamente en la visita clínica.
En todos los casos se debe garantizar la calidad de los datos recogidos y analizados o como
mínimo tener claras cuáles van a ser las limitaciones de la información y los sesgos que pue-
dan conllevar.
En cambio, no sólo se realizan este tipo de ensayos clínicos; existen también ensayos clíni-
cos con fármacos que no son para registro y estudios no farmacológicos. Éstos a menudo
intentan responder preguntas clínicas relevantes que han surgido en la práctica asistencial y
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Sin embargo, la misma ICH cita que, en casos excepcionales, el promotor podrá decidirse
por una monitorización centralizada reforzando la actividad de los investigadores con entre-
namiento, reuniones y guías escritas. Entonces, ¿por qué no confiar en los investigadores
participantes y recurrir a una monitorización centralizada cuando el estudio no sea para
registrar ni un nuevo fármaco, ni una nueva indicación y la promoción sea independiente?
Dicha monitorización se basa en la recepción centralizada de todos los datos del estudio (vía
correo electrónico, ordinario o fax) y realizar el control de calidad de los datos sin contras-
tarlos con la fuente original y solucionando los problemas con el investigador a distancia.
Por otro lado, disponer de historias clínicas informatizadas y sistemas informáticos que per-
mitieran el fácil acceso a la información de entrada supondría menor trabajo para el investi-
gador: no sería necesario recoger los datos en la historia clínica y en el CRD, con un solo
registro sería suficiente. Tampoco sería necesario que el monitor se trasladara a cada uno de
los centros para poder ver un mínimo de historias clínicas: los datos se volcarían desde la his-
toria clínica a la base de datos directamente de manera que habría menor riesgo de error y,
por tanto, mayor calidad de los datos.
Aún así, ahorrar el desplazamiento del monitor a los centros no significa que se pueda pres-
cindir de él. El monitor es una de las figuras clave del proceso de realización del estudio y un
buen monitor puede facilitar mucho el trabajo a los investigadores. Que el estudio se realice
según el protocolo y que se seleccione en todos los centros el número necesario de pacientes,
aunque puedan parecer tareas fáciles de llevar a cabo, entrañan siempre dudas, problemas y
situaciones que no han sido previstas durante la fase de diseño del estudio. No todo está con-
templado en el protocolo y, además, nunca existen tantos pacientes que cumplan con los cri-
terios de selección como inicialmente se había previsto y menos que den su consentimiento. El
monitor debe responder a todas las preguntas de los investigadores, requieran o no de una
consulta al promotor o investigador principal, con el fin de homogeneizar la respuesta ante la
misma duda. Ante cualquier problema logístico, el monitor ha de poder dar una respuesta rápi-
da y operativa. Es el responsable, además, de intentar mantener el interés y la motivación de
los investigadores tanto durante el periodo de inclusión como durante el de seguimiento si el
estudio es largo. La falta de motivación por parte de los investigadores perjudica notablemen-
te no sólo el nivel de inclusión de pacientes, sino también la calidad de la recogida de datos. Y,
sobre todo, el monitor ha de ser el punto de conexión de todos los participantes del estudio y
facilitar una buena coordinación y comunicación entre todos los actores. El monitor no sólo ha
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de controlar, sobre todo ha de facilitar. Si todo ello falla en cualquiera de estos puntos, un ensa-
yo clínico puede tener un mal final y haber expuesto a pacientes innecesariamente al riesgo
que todo ensayo clínico puede conllevar y a los investigadores a un esfuerzo que nunca va a
tener la mejor recompensa que puede tener la investigación: la respuesta a la pregunta.
Por sus características, las redes pueden ser temáticas (por ejemplo, las que agrupan a inves-
tigadores interesados en una determinada patología: diabetes mellitus, hipertensión, riesgo
cardiovascular, salud mental, etc.) o pueden ser organizaciones que se dediquen a investigar
exclusivamente diseños tipo ensayo clínico (por ejemplo, grupos multidisciplinarios de investi-
gadores que participan en ensayos clínicos en fases II o III para el registro de nuevos fármacos).
da en la Fundació Jordi Gol i Gurina. Sus objetivos son llegar a óptimos niveles de calidad en
la investigación y en la selección de pacientes, e incorporar la atención primaria catalana al
circuito tanto de ensayos clínicos locales, como al de los grandes ensayos multicéntricos mul-
tinacionales que se desarrollan actualmente.
La AGICAP está constituida actualmente por una red creciente de más de 190 profesiona-
les de atención primaria (médicos de familia, enfermería, pediatras, ginecólogos, reumatólo-
gos y farmacólogos) cuyo interés común es participar en ensayos clínicos en todos los nive-
les: tanto como investigadores principales o colaboradores, como en el diseño o en estudios
de viabilidad de proyectos. Se trata de profesionales especialmente formados y acreditados
por la propia AGICAP para la realización de ensayos clínicos.
En el periodo de enero de 1996 a septiembre de 2003 la AGICAP llevó a cabo 134 ensa-
yos clínicos, que representan el 90% del total de los presentados durante este periodo a
nuestro CEIC. El 64,9% (87 ensayos) es de fase III. En conjunto, se trata mayoritariamente
de estudios sobre el control de factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, diabetes y dis-
lipemia), sobre patología infecciosa prevalente (vías respiratorias y cutánea) y sobre vacunas
en pediatría. El 57,4% (77) de los ensayos clínicos fue de ámbito internacional.
Tanto la duración media de los ensayos como el número de centros de atención primaria
implicados en cada ensayo, a lo largo de estos años, ha ido en aumento.
Afortunadamente, estos comentarios son cada vez más aislados porque una de las fun-
ciones del gestor del SNS debe ser la promoción de la investigación de interés precisamen-
te para el mismo sistema, habitualmente investigación en gestión y servicios sanitarios. Sin
embargo, la investigación clínica debería ser también otra necesidad porque aporta conoci-
miento científico, mejora la calidad de la atención al paciente y, además, incentiva y da pres-
tigio tanto a los profesionales sanitarios como al propio SNS. Por lo tanto, es conveniente
que el SNS disponga de un plan global de objetivos de investigación que se aplique, como
guía general, en cada una de las gerencias. La investigación es una inversión a largo plazo.
contar con suficiente personal y medios para poder prestar soporte estadístico, de traduc-
ción, de apoyo al concurso de convocatorias de las agencias y, finalmente, debería poder
liberar temporalmente de asistencia algún investigador o contratar personal de apoyo para
monitorizar determinados proyectos.
Independientemente de los objetivos generales de investigación del SNS, puede que deter-
minados profesionales tengan interés en investigar otros campos, distintos al plan de investi-
gación del SNS. En este caso, el gestor también debería dar el máximo apoyo al proyecto, tras
valorar su viabilidad real, y colaborar activamente en la búsqueda de financiación externa.
Cada gestor se asegurará de que invierte en investigación de excelencia. Para ello debe
consolidar los grupos de investigadores de su área de gestión y fomentar la aparición de nue-
vos grupos emergentes de investigación en atención primaria. Además, puede exigir a estos
investigadores tanto máxima calidad en sus proyectos como resultados o publicaciones ajus-
tados al calendario acordado previamente. El gestor colaborará en la difusión de dichos resul-
tados, por ejemplo facilitando su presentación en reuniones científicas o congresos, o pro-
moviendo su publicación.
Otro de los papeles del gestor será el de facilitar que sus investigadores se adhieran a las
redes de investigadores y ceder, en este caso, parte de la gestión a otros organismos multi-
disciplinarios (fundaciones, universidades, institutos, etc.). Aunque, al aportar parte de la
financiación, de las instalaciones y del personal investigador, debería participar con voz, voto
y veto en dichos organismos.
Además, el gestor propondrá el formato inicial de contrato estandarizado que firmarán tanto
el propio gestor como los investigadores principales y el promotor, tras acuerdo conjunto. En
este contrato se estipularán los derechos y obligaciones de todas las partes firmantes en relación
con el desarrollo del estudio, así como los pagos a los investigadores y al SNS, si procediera.
En la tabla 5 se describen algunas cualidades de las que debería disponer el gestor para
facilitar la investigación en su área.
Fuentes de financiación
Todo proyecto de investigación por poco ambicioso que sea conlleva un coste, como míni-
mo el de las horas que el investigador deba dedicarle. En el apartado anterior ya se ha
comentado el papel que en este caso puede desempeñar el SNS. Incluir la investigación en
sus prioridades, además de la asistencia, cubriría el coste de las horas dedicadas por parte
del investigador. Si además dispusiera de personal y medios para poder prestar el apoyo
necesario, gran parte de la investigación independiente podría quedar financiada.
Sin embargo, no siempre coincidirán las preguntas de investigación de los clínicos con las
prioridades de investigación de los gestores y, por tanto, seguirán existiendo las necesidades
de financiación.
De todos los actores que desempeñan algún papel en la sanidad, el más rico es la indus-
tria farmacéutica. Actualmente la mayor parte de la investigación que los clínicos realizan
100113 CAPITULO 2_4 24/11/03 13:31 Página 125
TABLA 5.
Cualidades de los gestores que pueden facilitar la investigación en atención primaria
Conocimiento de las necesidades y de las actividades de investigación clínica o de servicios sanitarios de su área
de gestión
Asignación a los técnicos de salud de labores exclusivamente de apoyo a la investigación, sin sobrecargarles
con tareas burocráticas
está promocionada y, por tanto, financiada por la industria farmacéutica. Y aunque la mayo-
ría de las veces se trata de ensayos clínicos de nuevos fármacos, su financiación en algunos
casos ayuda a costear estructuras de investigación que permiten realizar otro tipo de estu-
dios. Sin embargo, el papel de las compañías privadas en la investigación no centrada en sus
fármacos podría ser redefinido. Algunas ya muestran interés en ayudar mediante la aporta-
ción de fondos a la investigación epidemiológica, no farmacológica e incluso a la farmacovi-
gilancia. Sin embargo, a menudo se plantea la aportación económica a realizar como una
inversión de la que se espera retorno en forma de prescripciones. En cambio, apoyar la inves-
tigación de calidad es una inversión en valor social.
En el caso que dicha financiación sea para realizar un proyecto que pretenda ser indepen-
diente, es conveniente fijar en un contrato las condiciones de la relación con la compañía far-
macéutica, definir de forma explícita la propiedad de los datos y la libre publicación de ellos.
En algunos casos puede ser conveniente la cofinanciación de un mismo proyecto por parte
de varias compañías.
Aún así, buscar financiación es una ardua tarea que conlleva mucho tiempo. El apoyo por
parte del SNS en este tipo de actividad puede ser una de sus mejores inversiones. Esta bús-
100113 CAPITULO 2_4 24/11/03 13:31 Página 126
Bibliografía
Fernández I. ¿Investigación en atención primaria? Aten Primaria 2003; 31: 281-284.
Gómez de la Cámara A. La investigación en atención primaria. El ensayo clínico y los estudios observacio-
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100113APENDICE I 24/11/03 13:34 Página 129
129
APÉNDICE I
Promoción de la investigación clínica
en atención primaria de salud
Documento de trabajo elaborado en la Reunión sobre Investigación Clínica en Atención
Primaria, organizada por la Fundación AstraZeneca en Barcelona el 1 de abril de 2004
130 APÉNDICES
132 APÉNDICES
su médico le propone. Pero la realidad es que Directivos de los estudios que se realizan en
ante la falta de tradición de que en APS se le este nivel asistencial. El «investigador» de un
proponga la participacion en un estudio hace ensayo clínico es un eufemismo del «recluta-
que el paciente esté menos predispuesto, y difi- dor» de un ensayo clínico. Reclutar pacientes
culta un tanto la obtención de este consenti- no es investigar, sino participar en la realización
miento, que en teoría debiera ser mas fácil de del estudio simplemente incluyendo pacientes.
obtener. La exigencia legal de obtener el con- Las estructuras de apoyo a la investigación
sentimiento por escrito y la cantidad de infor- deberían contribuir a superar esta dificultad,
mación y modo de proporcionarla, puede ser un así como las que se describen a continuación.
elemento disuasorio (sobre todo en ensayos clí-
nicos de compañías farmacéuticas que preten- Falta de experiencia:
den un consentimiento informado de «medici- Las consecuencias de la falta de experiencia
na defensiva» basado en una mala traducción). investigadora son múltiples. En ocasiones, los
protocolos pretenden recoger tal cantidad de
Falta de motivación: datos que el médico dedica un esfuerzo y un
El «burn-out» tiene impacto sobre todas las tiempo desproporcionados e innecesarios a una
actividades del médico. Las que pueden resen- recogida de información, a veces, alejada del
tirse más de este efecto son las que, como la objetivo principal del estudio o de escaso interés.
investigación, no son consideradas esenciales En otras ocasiones, el reclutamiento de pacientes
por los gestores del SNS. En APS, según algu- puede resultar extraordinariamente difícil, bien
nos estudios, un 60% de los médicos han pun- porque los criterios de selección resultan excesi-
tuado alto en escalas de «burn out» en algún vamente restrictivos, bien porque se generaron
momento de su vida laboral. La falta de moti- unas expectativas demasiado altas sobre la capa-
vación tiene mucho que ver con la falta de for- cidad y el tiempo de los médicos para reclutarlos,
mación y la menor adquisición de habilidades, o por otros motivos. Con el fin de evitar en la
tanto en el proceso formativo en pregrado y medida de lo posible estas dificultades, las
postgrado como posteriormente en las activi- estructuras de investigación del SNS deberían
dades de Formación Continuada. prestar apoyo sobre estas cuestiones.
134 APÉNDICES
medicamentos. Éstos han sido considerados requisitos en caso de investigación que, quizá
como estudios cuya financiación corre a cargo por desconocimiento del tema, a veces dificul-
de la industria farmacéutica. De este modo tan de forma «irracional» el acceso a informa-
queda desatendida la evaluación de estrate- ción relevante para la investigación en el SNS.
gias con medicamentos que requieren evalua- Por otro lado, el respeto a los principios éticos
ciones en las condiciones habituales de uso y básicos debe ser obligado en todos y cada uno
se resiente el estudio de la efectividad de los de los casos, pero el grado de exigencia o las
fármacos que son utilizados en nuestro medio. excepciones deben ser justificadas
136 APÉNDICES
137
APÉNDICE II
CIRCULAR Nº 15/2002. ANEXO VI
Directrices sobre estudios
postautorización de tipo
observacional para
medicamentos de uso humano
Comité de Seguridad de Medicamentos de Uso Humano
138 APÉNDICES
nomas (CC.AA.) con competencias en ejecu- información que se obtenga no pueda asociar-
ción de la legislación sobre productos farma- se a persona identificada o identificable.
céuticos. A la Agencia Española del Medica- Estudio postautorización: Cualquier estu-
mento le asigna dicho Real Decreto la dio realizado con medicamentos según las con-
responsabilidad de mantener un registro diciones de su Ficha Técnica autorizada o bien
común para todo el Estado de todas las pro- en condiciones normales de uso2.
puestas de estudio que se soliciten. Estudio observacional: Estudio en el que
Con la finalidad de establecer una normativa los medicamentos se prescriben de la manera
homogénea, el Comité de Seguridad de Medi- habitual, de acuerdo con las condiciones nor-
camentos de Uso Humano (CSMH) decidió, de males de la práctica clínica. La asignación de
acuerdo con las CC.AA., elaborar unas directri- un paciente a una estrategia terapéutica con-
ces que sirvieran de guía o referencia para los creta no estará decidida de antemano por un
desarrollos normativos de las diferentes protocolo de ensayo, sino que estará determi-
CC.AA. en esta materia. nada por la práctica habitual de la medicina, y
Para la elaboración de estas directrices se ha la decisión de prescribir un medicamento
tenido en cuenta lo estipulado en el Volumen determinado estará claramente disociada de la
9 de las Normas sobre Medicamentos de la decisión de incluir al paciente en el estudio. No
Unión Europea, aunque su ámbito de aplica- se aplicará a los pacientes ninguna interven-
ción excede el establecido en dichas Normas. ción, ya sea diagnóstica o de seguimiento, que
no sea la habitual de la práctica clínica, y se uti-
Ambito de aplicación de las directrices lizarán métodos epidemiológicos para el análi-
Las directrices se aplican a todos los estudios sis de los datos recogidos.
post-autorización de tipo observacional que se Estudio postautorización de tipo obser-
realicen con medicamentos de uso humano. vacional: Estudio epidemiológico que cumple
No obstante, solo será aplicable el procedi- las condiciones de ser post-autorización y
miento de registro y control previsto en el apar- observacional.
tado 6 a los estudios de seguimiento prospec- Estudio postautorización observacional
tivos1 (véanse definiciones). Los estudios de seguimiento: Todo aquel estudio postau-
postautorización que respondan a otro tipo de torización de tipo observacional en el que los
diseño, no serán objeto de dicho procedimien- pacientes son seleccionados por su exposición
to pero habrán de tener en cuenta lo referido a un determinado medicamento y son después
en el apartado 5 sobre consideraciones éticas. seguidos durante un periodo de tiempo sufi-
Cuando un estudio postautorización, de con- ciente en relación con el acontecimiento de
formidad con lo previsto en el artículo 59 de la interés. Se consideran prospectivos cuando el
Ley 25/1990, de 20 de diciembre, del Medica- periodo de estudio es posterior al inicio de la
mento, tenga carácter de ensayo clínico, no se investigación y retrospectivos cuando el
regirá por lo dispuesto en las presentes directri- periodo de estudio es todo él anterior al inicio
ces sino que le resultará de aplicación la nor- de la investigación.
mativa específica sobre ensayos clínicos. Fuente de información: Origen de los datos
que se utilizan para la realización del estudio.
Definiciones
Datos de carácter personal: Cualquier Objetivos de los estudios postautorización
información concerniente a personas físicas El objetivo de los estudios postautorización es
identificadas o identificables. generar información adicional sobre los efectos
Procedimiento de disociación: Todo trata- de los medicamentos, así como las característi-
miento de datos personales de modo que la cas relacionadas con su utilización, en las con-
100113APENDICE II 24/11/03 13:36 Página 139
140 APÉNDICES
142 APÉNDICES
Anexo 6: Formulario de consentimiento infor- Los órganos competentes de las CC.AA. con-
mado. cernidas (lo que incluye a las entidades provee-
doras de los servicios sanitarios) evaluarán la
Todos los protocolos deben identificarse con pertinencia del estudio. Si, sobre la base de
un código de 12 dígitos siguiendo las siguien- dicha evaluación, se considera que el estudio
tes normas de codificación: carece de justificación, la Comunidad Autóno-
ma a la que se haya solicitado autorización emi-
Posiciones 1-3: tres primeras letras del pro- tirá un informe desfavorable en el plazo máxi-
motor. mo de 60 días naturales desde su recepción,
Posiciones 4-6: tres primeras letras del prin- salvo que se soliciten aclaraciones, en cuyo caso
cipio activo de interés (uno de ellos si hay se pararía el reloj del trámite administrativo. Si
más de uno). el dictamen es desfavorable, la Comunidad
Posiciones 7-10: año en curso. Autónoma informará de ello a la AEM, al pro-
Posiciones 11-12: Número secuencial de 2 motor y al CEIC que aprobó el estudio.
dígitos. Si pasados 60 días naturales desde la recep-
ción del protocolo en la Comunidad Autóno-
Ejemplo: El promotor PANDORA desea hacer ma correspondiente, ésta no ha emitido infor-
un estudio con el principio activo ACTIVINA, en me desfavorable se dará por aprobado el
el año 2002 siendo el cuarto que hace este año. estudio en el ámbito de dicha Comunidad. El
promotor informará a los responsables de las
Código: PAN-ACT-2002-04 entidades proveedoras de servicios de atención
a la salud donde prevea llevarse a cabo el estu-
Sólo se consignará un código por protocolo. dio y les entregará copia del protocolo y de los
Por ejemplo, si un mismo estudio se va a reali- documentos que acrediten la aprobación por
zar en 4 CC.AA., en todas ellas se identificará parte del CEIC y la presentación del mismo a
por el mismo código. las autoridades sanitarias.
El promotor comunicará la fecha efectiva de
Autorización administrativa comienzo del estudio a los órganos competen-
El promotor presentará el protocolo del estu- tes de las CC.AA. concernidas y a la AEM. Des-
dio, junto con el material informativo que se pués enviará un informe de seguimiento anual
prevé enviar a los profesionales sanitarios, a los o antes si así se solicita. Asimismo, el promotor
órganos competentes de las CC.AA. donde se informará de forma inmediata sobre cualquier
vaya a realizar el estudio y simultáneamente a incidencia relevante (interrupción, modifica-
la AEM, una vez obtenida la conformidad de ción sustancial del protocolo, problema grave
un CEIC acreditado. El promotor hará constar de seguridad etc.) que pueda producirse en el
en el protocolo si el estudio se ha presentado transcurso del estudio. Todas estas comunica-
con anterioridad a algún otro CEIC e informa- ciones se presentarán a los órganos competen-
rá del resultado de su evaluación. tes de las CC.AA. involucradas y a la AEM.
La Agencia Española del Medicamento Las sospechas de reacciones adversas graves
(AEM) mantendrá una base de datos común que se detecten durante el transcurso del estu-
para todo el Estado, a la que tendrán acceso dio se notificarán al punto de contacto desig-
para consulta y, en su caso, carga de la infor- nado por el órgano competente en materia de
mación correspondiente, las CC.AA. En dicha farmacovigilancia de la Comunidad Autónoma
base de datos constarán los aspectos adminis- donde haya ocurrido el caso y, simultáneamen-
trativos y metodológicos fundamentales del te, a la AEM, en el plazo máximo de 15 días
estudio. naturales desde que se tuvo conocimiento de la
100113APENDICE II 24/11/03 13:36 Página 143
sospecha de reacción adversa. Se utilizará para parte inspeccionada dispondrá de treinta días
ello el formulario de notificación individual de naturales para contestar. Una vez que las res-
sospechas de reacciones adversas incluido en la puestas o aclaraciones sean recibidas por el
Circular de la AEM 15/2002 (Anexo III). organismo inspector, éste dispondrá de treinta
Entre los tres y seis meses después de la fina- días naturales para la emisión del informe con
lización del estudio, el promotor presentará a los la conclusión final de la inspección.
órganos competentes de las CC.AA. concerni- Los aspectos inspeccionados podrán ser,
das y a la AEM un informe final del estudio. entre otros: cumplimiento del protocolo del
Para la evaluación de los protocolos de los estudio, existencia de un responsable, com-
estudios y de los informes de seguimiento y probación de los documentos fuente de la
finales, las CC.AA. podrán solicitar la colabora- información, proceso de comunicación y apro-
ción de expertos, entre los que se encontrarán bación por las autoridades sanitarias corres-
los técnicos correspondientes del Sistema Espa- pondientes, comunicación de reacciones
ñol de Farmacovigilancia y de la AEM. adversas, conservación, dispensación y conta-
Cualquier estudio postautorización de segui- bilidad de los medicamentos en estudio (si
miento prospectivo que eluda los procedimien- procede), sistemas informáticos empleados en
tos arriba indicados deberá considerarse como el manejo de la información, confidencialidad,
no autorizado. La participación por parte de pro- aspectos éticos, legales, etc.
motores y profesionales sanitarios en estudios no
autorizados se considerará como falta y estará Consideraciones finales
sujeta a la sanción administrativa correspondien- Los promotores de estudios postautorización
te, sin perjuicio de las responsabilidades civiles, que adopten un diseño diferente a los estudios
penales o de otro orden que puedan concurrir. de seguimiento prospectivo tienen también la
obligación de notificar las sospechas de reaccio-
Inspecciones nes adversas graves al punto de contacto desig-
El cumplimiento de las prescripciones legales nado por el órgano competente en materia de
relativas a los estudios postautorización será farmacovigilancia de la Comunidad Autónoma
verificado mediante inspecciones a los promo- donde haya ocurrido el caso, así como a la AEM,
tores, los investigadores y centros participan- en el plazo máximo de 15 días naturales a con-
tes, por parte de las autoridades competentes. tar desde que el promotor tuvo conocimiento
Las inspecciones podrán ser realizadas en el de dicha sospecha. No obstante, en caso de que
curso del estudio o bien después de su finali- haya razones que desaconsejen una notificación
zación. La documentación del estudio deberá individualizada de los casos, se recomienda
ser conservada por parte del promotor y del ponerse en contacto con el órgano competente
investigador coordinador, al menos hasta que en materia de farmacovigilancia de la Comuni-
transcurran cinco años desde el informe final. dad Autónoma donde vaya a hacerse el estudio,
Durante la inspección estará presente la par- o bien con la AEM si el estudio se prevé realizar
te inspeccionada y una representación del pro- en más de una Comunidad Autónoma.
motor. Es responsabilidad de la parte inspeccio-
nada facilitar la función del inspector y poner a
su disposición los documentos y medios por
éste solicitados. Los resultados de la inspección
1. Queda a discreción de las CC.AA. la ampliación
serán comunicados al promotor del estudio en de este procedimiento a otro tipo de estudios.
un plazo de sesenta días naturales. Si la Inspec- 2. Para que un estudio sea considerado como tal,
ción considera necesario que la parte inspeccio- el medicamento o los medicamentos deben ser el
nada responda o proporcione aclaraciones, la factor de exposición fundamental investigado.
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144
Telf.: 985 10 65 06
Andalucía auroraag@princast.es
D. Rafael Carretero Guerra
Servicio de Investigación y Desarrollo Personal
Balears, Illes
Dirección General de Procesos y Formación
Dña. Beatriz Díaz Roselló
Consejería de Salud
Centro de Farmacovigilancia de Balears
Avda. de la Innovación, s/n
Dirección General de Farmacia
Edificio Arena 1. 41071 Sevilla
Conselleria de Salut i Consum
rcarretero@csalud.junta-andalucía.es
c/ Cecilio Metelo, 18. 07003 Palma de Mallorca
bdiaz@dgfarmacia.caib.es
Aragón
Sección de Ordenación Farmacéutica
Dirección General de Planificación Canarias
y Aseguramiento Dirección General de Salud
Departamento de Salud, Consumo y Servicios Servicio Canario de Salud
Sociales Servicio de Ordenación Farmacéutica
Paseo María Agustín, 36. 50004 Zaragoza Rambla General Franco, 53
Telf.: 976 71 43 21 38004 Santa Cruz de Tenerife
farmacia@aragob.es
Cantabria
Asturias Dña. Loreto Bengoechea Peré
Dña. Aurora Álvarez González Sección de Ordenación Farmacéutica
Servicio de Ordenación Farmacéutica Consejería de Sanidad
Dirección General de Ordenación C/ Marqués de la Hermida, 8, 3ª planta
de Servicios Sanitarios 39009 Santander
Consejería de Salud y Servicios Sanitarios Telf.: 942 20 77 43
c/ General Elorza, 35. 33001 Oviedo Fax: 942 20 77 06
100113ANEXOS VII 24/11/03 13:39 Página 145
Fax: 924 00 93 05
Castilla-La Mancha galoagustin.sanchez@sc.juntaex.es
D. Miguel Ángel Maciá Martínez
Sección de Farmacovigilancia Galicia
Servicio de Epidemiología D. Miguel Amor Otero
Dirección General de Salud Pública Comité Ético de Investigación Clínica de Galicia
y Participación División de Farmacia y Productos Sanitarios
Consejería de Sanidad SERGAS
Avda. Francia, 4. 45071 Toledo Edificio de la Conselleria de Sanidade
Telf.: 925 26 72 11 / 925 26 71 76 S. Lázaro, s/n. 15703 Santiago de Compostela
Fax: 925 26 71 58 Telf.: 981 54 64 25
farmacovigilancia@jccm.es Fax: 981 54 18 04
ceic@sergas.es
Castilla y León
Servicio de Control Farmacéutico Madrid, Comunidad de
Dirección Técnica de Farmacia Servicio de Control Farmacéutico
Gerencia Regional de Salud y Productos Sanitarios
Paseo Filipinos, s/n. 47071 Valladolid Dirección General de Farmacia
Telf.: 983 41 23 68 / 983 41 23 66 y Productos Sanitarios
c/ O’Donnell, 52. 28009 Madrid
Fax: 983 41 24 08 / 983 41 24 16
Telf.: 915 86 77 34 / 915 86 39
lisusi@dtva.insalud.es /
/ 914 26 55 65
raquel.diez@csbs.jcl.es
Fax: 915 86 71 43
Cataluña controlfarmaceutico.ps@madrid.org
Joan Serra i Manetes
Subdirección General de Farmacia y Productos Murcia, Región de
Sanitarios Dirección General de Ordenación
Dirección General de Recursos Sanitarios y Acreditación Sanitaria
Gran Vía, 587. 08007 Barcelona Consejería de Sanidad y Consumo
Tel: 934824422 Centro de Farmacovigilancia
Fax: 934824527 Ronda de Levante, 11, 2ª planta
sgfarmacia@ics.scs.es 30008 Murcia
Telf.: 968 36 23 04
Comunidad Valenciana Fax: 968 36 51 07
Dirección General para la Prestación juanf.garcia4@carm.es; adelarubia@huva.es
Farmacéutica
c/ Micer Mascó, 31. 46010 Valencia Navarra, Comunidad Foral
Fax: 963 86 80 13 Dña. Olga Díaz de Rada Pardo
Comité Ético de Investigación Clínica de
Extremadura Navarra
D. Galo Agustín Sánchez Robles Pabellón de Docencia
Servicio de Atención Farmacéutica Recinto Hospital de Navarra
Dirección General de Farmacia y Prestaciones c/ Irularrea, 3. 31008 Pamplona
Consejería de Sanidad y Consumo Telf.: 948 42 26 53 – 948 42 24 95
C/ Adriano, 4. 06800 Mérida (Badajoz) Fax: 948 42 20 09
Telf.: 924 99 93 09 ceic@cfnavarra.es;
100113ANEXOS VII 24/11/03 13:39 Página 146
146 APÉNDICES
seccion.investigacion@cfnavarra.es mjazapas@larioja.org;
http://www.cfnavarra.es/salud/docencia. farmacovigilancia@larioja.org
investigacion
Ceuta
País Vasco Subdirección General de Sanidad
Dirección de Farmacia del Gobierno Vasco Consejería de Sanidad, Consumo
C/ Donostia-San Sebastián, 1 y Deportes
01010 Vitoria Avda. de África, 2. 51002 Ceuta
Telf.: 945 01 03 03 Tel.: 956 52 81 76 / 956 52 83 16
Fax: 945 01 92 00 Fax: 956 52 82 21
cevime1-san@ej-gv.es sanidad@ciceuta.es
Rioja Melilla
Dña. Mª José Aza/ D. Hassane Khalil Consejería de Bienestar Social
Servicio de Farmacia y Productos Sanitarios y Sanidad
Unidad de Farmacovigilancia de La Rioja Área de Sanidad
Ctra. de Villamediana, 17, 2ª planta Plaza 1º de Mayo. 52003 Melilla
26071 Logroño Telf.: 952 67 60 06 / 952 67 76 08
Telf.: 941 29 11 00 (ext 5122, 5095, 5096) Fax: 952 67 56 16
Fax: 941 29 11 47