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Humanismo y democracia consensual.

Rasgos pospolíticos del Modelo educativo 2017 de la SEP.


Fabio Fuentes Navarro1

Resumen
En esta ponencia se expone al humanismo como rasgo pospolítico del “Modelo Educativo
para la Educación Obligatoria. Educar para la libertad y la creatividad” publicado por la
Secretaría de Educación Pública en marzo de 2017. Se argumenta que en el discurso
humanista hay formas expresivas que neutralizan lo político y entronizan la democracia
consensual, las cuales operan solo en el imaginario y en el carácter integrador del discurso
de la gobernanza. Como horizonte de intelección se recurre al Análisis Político de Discurso,
y como herramientas analíticas a discurso, imaginario, lo político, lo pospolítico y
biorregulación.

Introducción
Lo que aquí presento es un análisis respecto al enfoque humanista que se expone en el
“Modelo Educativo para la Educación Obligatoria. Educar para la libertad y la creatividad”
publicado por la Secretaría de Educación Pública en marzo de este año, 2 el cual constituye
un dispositivo que disciplina y regula el comportamiento individual y colectivo en los centros
escolares de educación básica y de educación media superior, a la vez que la idealización de
una política educativa —paradójicamente— para una educación emancipadora: para la
libertad y la creatividad.
A partir del Análisis Político de Discurso como horizonte de intelección, me interesa
saber qué se entiende por humanismo en la propuesta política, educativa y pedagógica del
gobierno federal expuesta en el MEEO, y explorar también si los significados atribuidos al
enfoque humanista en dicho modelo pueden concebirse, en términos de M. Foucault (2001),
como tecnologías de poder del Estado sobre el cuerpo y la población, es decir como

1 Doctor en Educación con Especialidad en Mediación Pedagógica por la Universidad De la Salle (San José, Costa Rica).
Los comentarios y juicios referidos por el autor no reflejan necesariamente, el punto de vista de la Secretaría de Educación
de Veracruz ni de la Universidad Pedagógica Veracruzana sobre el tema tratado, por lo que deberán considerarse como
producto de una reflexión académica.
2 De aquí en adelante me referiré a este modelo como MEEO y a la Secretaría de Educación Pública como SEP.
mecanismos biopolíticos de disciplina (del cuerpo) y regulación (de la población) implícitos
en el discurso de la SEP. En esta lógica, centro mi atención en nociones y expresiones clave
del MEEO y de los documentos que le antecedieron para su confección y que fueron puestos
a consulta pública a través de distintos medios en el 2016; me refiero a “Los fines de la
educación en el siglo XXI”, “El Modelo Educativo 2016. El planteamiento pedagógico de la
Reforma Educativa” y la “Propuesta curricular para la Educación Obligatoria 2016”, que en
conjunto constituyen mi corpus de análisis.
Mi objetivo, por tanto, consiste en mostrar lo que denomino aquí como rasgos
pospolíticos del MEEO. Sostengo la idea de que al enfoque humanista que se expone en el
MEEO le subyacen propuestas que contribuyen a la biorregulación social y a la idealización
de una educación despolitizada, antipolítica, apolítica y neutral, cuya orientación de libertad
y creatividad está en franca contradicción con la idea de gobernanza expuesta en el mismo
MEEO, pero en clara correspondencia a la noción de democracia consensual enunciada por
Mouffe (2007).
El contenido lo he organizado en tres apartados: en el primero hago referencia al
Análisis Político de Discurso desde la perspectiva de Laclau y Mouffe (1987, 1994) y Buenfil
(2004), así como de las herramientas analíticas que utilicé para desmontar el discurso del
humanismo expuesto en el MEEO y en los documentos que le antecedieron; en el segundo
doy cuenta del énfasis puesto en la regulación y de la pretensión neutralizadora de lo político,
y en el tercero trato a la dinámica consensual de la gobernanza como lógica pospolítica.
Finalizo el documento con dos breves conclusiones.

APD como horizonte de intelección y caja de herramientas


El objeto que trato, el enfoque humanista como rasgo pospolítico del MEEO, puede insertarse
en dos líneas de investigación: de manera específica en las investigaciones que refieren a la
identidad y formación docente, y de manera genérica en las que aluden a las políticas sobre
formación y actualización del profesorado. En tanto que me interesa analizar los significados
atribuidos a significantes nodales en el discurso de la SEP explicitados en el MEEO, como
lo son humanismo, democracia y gobernanza, y tensionarlos a partir del uso de herramientas
analíticas específicas con la finalidad de construir relaciones y articulaciones que permitan
una lectura desde lo político, recurro al Análisis Político de Discurso como horizonte de
intelección, primordialmente en razón de que, por una parte, presenta “la posibilidad de
estudiar los procesos históricos en que se construyen los significados y el estudio de la
historia como transformación del significado de las cosas incluyendo los antagonismos y
articulaciones entre quienes quieren esa transformación y quienes no” (Buenfil, 2002: 42); y
por otra, al carecer de contenidos propios y recuperarlos desde otras disciplinas del
conocimiento, puede ser considerado como una caja de herramientas teóricas, conceptuales
y analíticas que se utilizan para conocer la realidad social bajo ciertas lógicas y articulaciones
específicas.
En esta lógica, para el objetivo que me he propuesto investigar, utilizo como
herramientas de intelección discurso, imaginario, lo político, lo pospolítico y biorregulación.
Por discurso entiendo, al igual que Laclau y Mouffe, a la totalidad que incluye dentro de sí
tanto a lo lingüístico como a lo extralingüístico (Laclau y Mouffe, 1994: 114), es decir, como
un conjunto de prácticas —orales, actitudinales, icónicas, simbólicas, etcétera— que pueden
significarse en tanto su inclusión en un campo discursivo especifico. También entiendo a
discurso en el sentido que lo enuncia Buenfil, es decir como una “estructura abierta,
incompleta y precaria que involucra el carácter relacional y diferencial de los elementos y la
posibilidad de construir los significados” (1994: 9). De aquí que conciba al MEEO en lo
general, y al enfoque humanista en lo particular, como producciones discursivas que
responden y corresponden a las subjetividades de ciertos actores en cierto tiempo y espacio,
es decir a sujetos implicados en una historia y cultura específicas; discursos —desde esta
analítica— siempre abiertos, precarios e incompletos pero que explicitan, promueven e
institucionalizan imaginarios de plenitud y totalidad en el sujeto.
Por imaginario de plenitud y totalidad significo a “la ilusión de completud en el sujeto
que se produce solo en el nivel de su imaginación” (Hernández, 1995: 43). El imaginario
puede entenderse como en una promesa de plenitud instalada en el aparato psíquico del sujeto
que activa su deseo en tanto que, consciente o no, se asume en falta con la esperanza de ser
pleno y completo eliminando dicha falta o llenando alguna carencia; en este sentido, el
imaginario opera básicamente en relación directa con una carencia real que produce en el
sujeto la percepción de orden, de estructura y estabilización. Para Buenfil “es un orden
estructurante cuyo grado de sedimentación es menor que el del orden simbólico; en su
acepción más elemental, puede ser entendido como lo inventado, lo imaginado, también
como el lapsus y el cambio de significado de las palabras” (1994: 25 y 26). En el MEEO, se
identifican significados atribuidos a nociones clave, como humanismo, democracia y
gobernanza, que pueden entenderse —desde esta analítica— como meras ilusiones de
completud, como imaginarios de plenitud y totalidad con los que la SEP enuncia promesas
sobre el propio sistema educativo; significados-imaginarios-promesas que, en primer
término, develan un sistema educativo en falta o en falla y, en segundo, explicitan una serie
de propuestas para eliminar-suplir dicha falta o falla; concomitante a esto instauran una
entelequia: la idealización MEEO como la respuesta-propuesta que eliminará dicha falta o
falla. Ejemplo de ello son las expresiones con las que inicia el documento que contiene el
MEEO bajo el título “Educación para la libertad y la creatividad”, como la siguiente:

El Modelo Educativo que tienes en tus manos contiene un nuevo


planteamiento pedagógico, que requiere la reorganización del sistema
educativo y de sus políticas públicas. En suma, considera los pasos que
debemos seguir todos, autoridades, maestros, padres de familia, estudiantes y
la sociedad en general, para lograrlo. [En la educación] se encuentra no sólo
la oportunidad de cambiar la vida de las personas, sino de transformar algo
mucho más grande: México (SEP, 2017: 8 y 9).3

La imagen idealizada de un mejor mundo-país-sociedad-educación-escuela, así como la de


un mejor un director-maestro-alumno —como las que se advierten en el MEEO—, y la
idealización de la respuesta-propuesta ante un sistema educativo en falta y en falla —como
se anuncia al propio MEEO— forman parte de una práctica sedimentada en el discurso
político-educativo expresado en los documentos de política educativa de la SEP.4 Sin
embargo hay que destacar lo siguiente: si bien esta doble idealización —el imaginario de
plenitud de un mejor mundo-país-sociedad-educación-escuela y el del documento que
contiene dicho imaginario y las “acciones” para hacerlo realidad— es recurrente en el
discurso político de la educación, su lectura desde lo político posibilita develar rasgos
pospolíticos que muestran no solo una imagen idealizada de la educación en el MEEO, sino
con ello la anulación de todo carácter político de la misma.

3 Las cursivas y negritas son mías, y las utilizo para enfatizar la idea que enuncio.
4 El discurso político tiene esa característica: la de convencer, utilizando para ello recursos retóricos que interpelen al
receptor del mensaje.
Lo anterior inexorablemente remite a dos registros: a lo político y a lo pospolítico.
Para dar cuenta de ambas herramientas de intelección, en primer término, recupero la
distinción que establece Mouffe (2007) entre “la política” y “lo político”. Mientras que la
primera —dice— pertenece a la ciencia política en tanto que se trata del campo empírico de
los hechos de política, el segundo lo es al de la filosofía política en cuanto a que no se pegunta
por los hechos sino por la esencia de “lo político”. En este sentido, Mouffe se aleja de aquellas
perspectivas que conciben a “lo político” como un espacio de libertad y deliberación pública,
y se adhiere a los enfoques que lo consideran como un espacio de poder, conflicto y
antagonismo.5
Ahora bien, lo pospolítico no debe significarse como “algo” más allá de lo político o
como un sentido progresivo y evolutivo de la política, sino más bien como la anulación y
negación de lo político. En el registro de lo pospolítico opera el desdibujamiento del
antagonismo, de lo conflictual y de lo adversarial. En este sentido, un futuro cosmopolita,
pacífico y próspero en el que los derechos humanos son una realidad mundial, desde la
perspectiva de Mouffe resulta una visión optimista de la globalización, de una democracia
liberal y consensual a la que denomina, precisamente, pospolítica (2007: 9).
Nociones y expresiones como democracia libre, democracia dialógica, democracia
cosmopolita, buena gobernanza,6 sociedad civil global, soberanía cosmopolita y democracia
absoluta, dice Mouffe, forman parte de una visión antipolítica que se niega a reconocer la
dimensión antagónica constitutiva de lo político (2007: 10). En el enfoque humanista
expresado en el MEEO, así como en los documentos que sirvieron de antecedentes para su
elaboración, identifiqué enunciaciones y expresiones que —desde esta analítica— las
significo aquí como rasgos7 pospolíticos del modelo educativo de la SEP en razón de que
promueven, como imaginario de plenitud y totalidad, la idealización de un mundo pacífico,
armónico y sin conflictos; rasgos que configuran una tecnología de poder, una biopolítica

5 Dice Mouffe: “Concibo a ‘lo político’ como la dimensión de antagonismo que considero constitutiva de las sociedades
humanas, mientras que entiendo a ‘la política’ como el conjunto de prácticas e instituciones a través de las cuales se crea
un determinado orden, organizando la coexistencia humana en el contexto de la conflictividad derivada de lo político”
(Mouffe, 2007: 16).
6 Vale destacar que gobernanza es una noción recurrente en el discurso de la propuesta del Modelo Educativo 2016 de la

Secretaría de Educación Pública (publicado en septiembre de 2016).


7 Por rasgo entiendo, al igual que De Alba, a los elementos nuevos e inéditos en un contorno social y que contribuyen a la

dislocación de un orden en la coyuntura de la crisis estructural generalizada (2003, 54 y 55).


que disciplina el cuerpo y regula la vida (Foucault, 2001: 223) al pretender la eliminación del
antagonismo y el conflicto, dinámicas inerradicables y constitutivas de lo social.
En esta lógica, a la biorregulación la entiendo en los términos de Foucault, es decir
como una tecnología de poder que no se centra en el cuerpo de un sujeto, sino en la vida de
un amplio sector de la población;8 de ahí que interpreto al discurso humanista que se expone
en el MEEO como tecnologías de poder que pretenden regular —o regulan ya de facto— a
un gran sector de la población a través la instauración de imaginarios de plenitud y totalidad
que interpelan al sujeto con imágenes idealizadas de un mundo pacífico, armónico y sin
conflictos; de una democracia plena, consensuada y reglada; y de un ciudadano informado,
participativo y conocedor y respetuoso de sus derechos y obligaciones. Imágenes a las que le
subyace la idea de una sociedad-educación-escuela apolítica, antipolítica o pospolítica, cual
si esto fuese posible en este o en cualquier otro espacio social.
Las herramientas de intelección ya expuestas —discurso, imaginario, lo político, lo
pospolítico y biorregulación— me posibilitaron significar al enfoque humanista como rasgo
pospolíticos del MEEO. A partir de la articulación de las cargas significativas de nociones
clave —como humanismo, democracia y gobernanza —identifiqué en el MEEO, junto con
la idealización de imaginarios de plenitud y totalidad, la visión optimista de un paradigma
educativo que promueve, en el sentido que lo refiere Mouffe, una democracia consensual,
cosmopolita y dialógica, una buena gobernanza; es decir, una educación cuyo sentido de
democracia anula lo conflictual, lo antagónico y lo adversarial. En términos de Freire, una
educación despolitizada.

Énfasis en la regulación: anulación de lo político


En cuanto al énfasis en una regulación que anula lo político, en el documento “Los fines de
la educación del siglo XXI” (2016) se aprecian los grandes imaginarios de plenitud del
discurso político-educativo de la SEP, los cuales se advierten en lo que se anuncia como “Los
logros esperados al término de cada nivel educativo”. De manera específica, en el ámbito

8 Para Foucault La biorregulación es “una tecnología que reagrupa los efectos de masas propios de una población, que
procura controlar la serie de acontecimientos riesgosos que pueden producirse en una masa viviente; una tecnología que
procura controlar (y eventualmente modificar) su probabilidad o, en todo caso, compensar sus efectos. Es una tecnología,
en consecuencia, que aspira, no por medio del adiestramiento individual sino del equilibrio global, a algo así́como una
homeostasis: la seguridad del conjunto con respecto a sus peligros internos (2001: 225 y 226).
“Valores, convivencia y colaboración”, se explicitan los siguientes logros esperados del
alumno para la educación preescolar, primaria, secundaria y media superior:

– Conoce las reglas básicas de convivencia y participa en actividades interactivas.


– Sabe que sus actos tienen consecuencias, respeta los valores y las reglas de su
comunidad, y aporta sus habilidades al trabajo conjunto.
– Actúa con apego a las reglas, conoce, respeta y ejerce los derechos humanos y los valores
de la vida democrática, emprende proyectos personales y colectivos.
– Respeta la ley, tiene juicio ético, privilegia el diálogo para solucionar conflictos, ejerce
sus derechos (SEP, 2016).9

Específicamente estos logros esperados, es decir el conocimiento, respeto y apego a las reglas
de convivencia, de la comunidad y de los valores de la vida democrática, si bien resultan
expresiones propias del discurso teleológico de las políticas educativas, pueden leerse —en
conjunto— como la biopolítica que disciplina el cuerpo y regula la vida (Foucault, 2001) al
instituirse como parte de lo que debe saber y hacer el alumno y el maestro para convivir; es
decir, una tecnología de poder que, por una parte, privilegia la regulación del comportamiento
hacia una vida armónica y, por otra y al mismo tiempo, pretende desdibujar el carácter
antagónico, adversarial y conflictual de toda relación social.
En el apartado “La escuela como una comunidad. Con autonomía de gestión” del
documento que contiene al MEEO, se lee lo siguiente:

debe promoverse, a través del consenso, el establecimiento de pautas de


conducta, reglas y normas institucionales que propicien la seguridad e
integridad física y emocional de cada uno de los miembros de la comunidad
escolar, incluyendo entre ellas protocolos de prevención, atención oportuna de
situaciones de acoso escolar, violencia y adicciones. Este mismo ejercicio de
consenso deberá́replicarse para marcar las pautas de trabajo y convivencia en
el aula (SEP, 2016: 109).

Si bien en el MEEO se institucionaliza, por ser un documento de política pública, la lógica


del consenso, las reglas consensuadas operan como una tecnología de poder que biorregulan

9
Las cursivas y negritas son mías, y las utilizo para colocar la atención en esta parte del texto. De aquí en
adelante, opera lo mismo.
el comportamiento de la comunidad escolar, en este caso, para el logro de la gobernabilidad
por parte de la autoridad de la dinámica social en el centro escolar.
La sola enunciación de la conformación, establecimiento y apego a reglas
consensuadas contribuye sobremanera a la idealización de una comunidad escolar —por
supuesto imaginada— sin conflictos, sin antagonismos y sin lucha de intereses individuales
y de grupo. Una imagen idealizada de la escuela que opera solo en el MEEO —en lo real
resulta imposible— y en la lógica en la que fue elaborado. Las pautas de conducta, las reglas
y las normas institucionales en esa imagen, niegan la posibilidad de participación e
intervención de otros actores y propuestas contra-hegemónicas al orden establecido
(instituido y simbólico) en el centro escolar, y, paradójicamente, anulan la autonomía de
gestión de la escuela al imposibilitar la negociación, el establecimiento de pactos y la
conformación de alianzas. La regla, en esa imagen del MEEO, anula el carácter político de
la educación.

El Modelo Educativo también requiere de una mejor coordinación y un trabajo


más cercano con las autoridades de todos los niveles, el cual no debe descansar
en las prescripciones tradicionales que han impedido favorecer la labor
escolar. Es necesario asegurar el cumplimiento de ciertas condiciones que
permitan ordenar y volver fecundo el cometido a largo plazo: el
establecimiento de reglas claras y pertinentes, la formación en el trabajo, y
el financiamiento suficiente; todo ello dentro del marco de un dialogo
respetuoso y responsable (SEP, 2016: 173).

En el MEEO se vislumbra la idea de que la escuela es un espacio de neutralidad política, o


una zona libre de conflicto que se logra a través del respeto y apego a las reglas. Sin embargo,
incluso con reglas claras y pertinentes, la escuela es precisamente todo lo contrario: una arena
cultural donde las ideologías se colisionan en una lucha permanente por la dominación
(McLaren y Gutiérrez, 1998), un campo de batalla en el que se producen y distribuyen
relaciones de poder con pretensiones hegemónicas de distinta índole. Es un espacio político
en el que confluyen, con reglas y sin reglas, la dinámica conflictual, adversarial y antagónica
que producen los actores que la integran. Lo contrario, desde la perspectiva de Mouffe
constituye, precisamente, la antipolítica, lo pospolítico, puesto que no se reconoce la
dimensión antagónica como carácter inherente y constitutivo de lo social.
Desde mi lectura, el énfasis en una regulación que anula lo político, denota un
humanismo centrado en las relaciones humanas para una buena convivencia. La versión del
humanismo que se enuncia en el MEEO, en su glosario de términos, da cuenta de este
carácter.

Humanismo. Corriente de pensamiento que tiene como último la convivencia


humana justa y solidaria. Requiere del conocimiento provisto por las ciencias
sociales para entender a la sociedad, las comunidades, las instituciones y las
relaciones interpersonales. Reconoce la diversidad y el diálogo entre
distintas formas de pensamiento, así́ como la búsqueda constante de
conocimiento científico y moral para la convivencia humana. Parte de la
convicción de que cada ser humano puede y debe hacerse cargo del modo en
que sus actos impactan a otros seres humanos (SEP, 2017: 208-209).

Para De Alba, el humanismo que se expone en el MEEO resulta ajeno a este tiempo y espacio.

Es un humanismo que se refiere al humanismo europeo de hace varios siglos.


[…] e ignora realmente la cuestión del humanismo en Hispanoamérica,
Iberoamérica, en América latina y en México cuando hay una riqueza muy
grande a nivel humanista. Tenemos solamente dos referencias bibliográficas:
una excelente de Ambrosio Velasco […] y otra de otro documento de la ONU
en francés. Tiene una pobreza de referencias impresionante. […] Estamos en
el Siglo XXI, no podemos seguir pensando como europeos de hace varios
siglos (SEP, 2017: 208-209).

El humanismo expresado en el MEEO alude, más bien, a una forma de pensamiento en la


que el ser humano sigue siendo el centro y razón de todas las cosas, sin que en este
planteamiento se incluya el respeto, cuidado, protección y/o preservación a las demás formas
de vida que existen en el planeta y también del planeta mismo.

Dinámica consensual de la gobernanza


La otra razón por la que significo al humanismo que se expone en el MEEO como un rasgo
pospolítico se inscribe en lo que denomino aquí como dinámica consensual de la
gobernanza. El acento puesto en lógica consensual remite inexorablemente al carácter
antipolítico con el que Mouffe (2007) identifica a la “democracia libre”, “democracia
dialógica”, “democracia cosmopolita”, “buena gobernanza”, “sociedad civil global”,
“soberanía cosmopolita” y “democracia absoluta”. A estas adjetivaciones de la democracia
les subyacen dos ideas sedimentadas en el imaginario colectivo: a) la imagen idealizada de
una democracia plena, absoluta, con la que es posible erradicar todos los problemas y males
de la humanidad; y b) la sustitución de lo conflictual y lo antagónico, en el marco de esa
democracia plena y absoluta, por la lógica del consenso. Ambas ideas resultan imposibles en
su concreción, pero útiles y necesarias en el discurso político y en el de las políticas
educativas.
En el documento “El Modelo Educativo 2016. El planteamiento pedagógico de la
Reforma Educativa. México” se explica a la gobernanza a partir de cinco temáticas, mientras
que en el MEEO con ocho.10 Las concepciones de gobernanza en ambos documentos aluden,
reiteradamente, al sentido humanista que se explicita en el MEEO, es decir, un humanismo
centrado en las relaciones humanas para una buena convivencia, pero ahora en otra escala,
en las tomas de decisiones. En el primer documento se destacan dos ideas concomitantes que
se contraponen: a) que el modelo educativo no puede quedar sujeto a una forma de gobierno
centralizada y vertical, y b) que dicha forma de gobierno implica una autoridad jerárquica.

No es concebible que un modelo educativo como el que se plantea quede


sujeto a un concepto y un ejercicio de gobierno centralizado y vertical […]
El principio de autoridad que rige la gobernanza del sistema educativo se
encuentra alimentado por valores éticos, jurídicos y políticos, que parten de
la escuela hasta alcanzar la más alta jerarquía (SEP, 2016: 208).

La idea de una forma de gobierno horizontal, a partir del reconocimiento de una autoridad
que toma decisiones derivadas de una lógica consensual, como la que se expone en el
antecedente del MEEO, resulta un planteamiento educativo antipolítico que, al recurrir a
ciertos valores humanistas —respeto, confianza, honestidad y responsabilidad— como
elementos de fuerza argumentativa, despolitiza al sujeto desde la propia educación del
Estado. En esa imagen idealizada de democracia, en la que se privilegia a la razón y se
desdibuja al deseo, se instaura como imaginario de plenitud la participación de todos los

10Las temáticas en el 2016 fueron las siguientes: 1. La relación entre la autoridad educativa y el sindicato; 2. El rol de los
padres de familia, la sociedad civil y el Consejo Nacional para la Participación Social en la Educación (CONAPASE): 3. El
papel del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE); 4. El poder legislativo; y 5. La gobernanza
administrativa del sistema educativo (SEP, 2016). En el MEEO son éstas: 1. La colaboración entre ámbitos de gobierno; 2.
El papel del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE); 3. La relación entre la autoridad educativa y el
magisterio; 4. El Poder Legislativo; 5. Participación de las familias en la educación; 6. El CONAPASE; 7 Organizaciones
de la sociedad civil, academia y sector productivo; y 8. La administración del sistema educativo (SEP, 2017).
actores11 en la transformación de la educación y del gobierno mismo, a la vez que se difunde
la ilusión de la ausencia del antagonismo de toda relación de poder.
En este discurso se advierte la ilusión de una forma de gobierno horizontal para la
toma de decisiones institucionales en la que confluyen y reconcilian intereses y valores
(individuales y de grupo) incluso en conflicto. Ilusión en la que se neutraliza lo político por
la política cual si fuese posible la erradicación de los intereses individuales o de grupo. 12
Precisamente, la inerradicabilidad de los intereses individuales y de grupo, así como de los
deseos y pasiones en las relaciones de poder, imposibilitan la horizontalidad como forma de
gobierno y la participación de todos en la toma de decisiones.13
Este sentido humanista de la gobernanza —reconciliador de los intereses y voluntades
en conflicto— representa para Mouffe la escasa comprensión de lo político, sobre todo
cuando afirma que “los teóricos que quieren eliminar las pasiones de la política y sostienen
que la política democrática debería entenderse sólo en términos de razón, moderación y
consenso, están mostrando su falta de comprensión de la dinámica de lo político” (2007: 35).
Desde esta lógica, el discurso de la gobernanza que se despliega en el MEEO opera también
como una tecnología de poder, como una biopolítica que disciplina el cuerpo (deseo) y regula
la población (participación) en pro de una democracia consensual, de una democracia que
pone en riesgo —si se asume como tal— el carácter constitutivo de lo político en la
configuración del espacio púbico, pero que está en correspondencia al sentido humanista del
propio modelo.

La vida en sociedad requiere aprender a convivir, y supone principios


compartidos entre todas las personas. Por lo tanto, la fraternidad y la
igualdad, la promoción y el respeto a los derechos humanos, la democracia y
la justicia, la equidad, la paz, la inclusión y la no discriminación son principios
que deben traducirse en actitudes y prácticas que sustenten, inspiren y

11 En el MEEO se entiende por gobernanza a los “procesos institucionales de decisión que dan forma a un sistema educativo,
desde las decisiones a mayor escala legislativa o política, hasta las decisiones en el aula y el plantel. La participación de
todos los actores transforma el proceso educativo e impacta en el gobierno de sı́mismo (SEP, 2017: 208).
12 Al respecto, Mouffe menciona que la tarea de los teóricos políticos y democráticos, en lugar de diseñar instituciones en

las que prevalezca la reconciliación de todos los intereses y valores en conflicto, debería “consistir en promover la creación
de una esfera pública vibrante de lucha ‘agonista´, donde puedan confrontarse diferentes proyectos políticos hegemónicos”
(2007: 11).
13 Una forma representativa de la toma de decisiones en el tipo de gobernanza que se plantea en el MEEO, es la siguiente:

“Las familias de los estudiantes juegan un papel importante en la gestión escolar, al participar en la toma de decisiones y
cumplir una función de contraloría social. Pueden incidir en cómo se usan los recursos que reciben los planteles, así́sea
para invertir en infraestructura física, adquirir materiales educativos, o desarrollar las capacidades de la comunidad escolar.
Una vez tomada una determinación, las madres y los padres contribuyen a la gestión, la transparencia y la rendición de
cuentas (SEP, 2017: 179).
legitimen el quehacer educativo. Educar a partir de valores humanistas
implica formar en el respeto y la convivencia, en la diversidad, en el aprecio
por la dignidad humana sin distinción alguna, en las relaciones que promueven
la solidaridad, y en el rechazo a todas las formas de discriminación y violencia
(SEP, 2017: 59 y 60).

El humanismo y la democracia consensual que se expresan en el MEEO constituyen rasgos


que subvierten el orden simbólico establecido, rasgos en el sentido que De Alba los concibe,
es decir como “elementos nuevos e inéditos en un contorno social y que contribuyen a la
dislocación de un orden en la coyuntura de la crisis estructural generalizada” (2003, 54 y 55).
En el orden simbólico establecido, la idea de incluir al humanismo en la educación y a la
democracia consensual no solo dota de sentido y estructura al discurso educativo, sino que
fortalece la estabilidad de lo simbólico. Sin embargo, en el análisis expuesto aquí, constituyen
rasgos que dislocan ese orden.

Conclusiones
El análisis realizado al enfoque humanista del MEEO desde la perspectiva del APD, a partir
del uso específico de herramientas de intelección —como discurso, imaginario, lo político,
lo pospolítico y biorregulación— me permite sostener, por una parte, que el énfasis puesto
en la regulación denota a un humanismo centrado en las relaciones humanas para una buena
convivencia, el cual resulta del vínculo que se establece discursivamente entre los valores
humanísticos —respeto, confianza, honestidad y responsabilidad— y las pautas de conducta,
reglas y normas institucionales que se enuncian. La imagen idealizada de este énfasis, ubica
al enfoque humanista en la dimensión pospolítica que propone Mouffe (2007),
primordialmente al instaurar la ilusión de una educación libre de conflicto; de una educación
despolitizada, antipolítica, apolítica y neutral; de una educación solo imaginada, ya que lo
antagónico, lo adversarial y lo conflictivo inexorablemente emergerán se cuente o no con
regulaciones para una buena convivencia, pues son dinámicas consustanciales y constitutivas
de lo social.
Por otra parte, sostengo que en la dinámica consensual de la gobernanza en la
educación se recurre a los valores humanistas para promover la ilusión de que la
gobernabilidad de los centros escolares, en el marco de la autonomía de gestión, puede ser
de manera horizontal; es decir, una forma de gobierno en la que todos los actores
involucrados participan y toman decisiones, respetan y se apegan a las reglas que logran
establecer mediante una lógica consensual, y en la que lo conflictivo, lo adversarial y lo
antagónico no tiene lugar. Imagen idealizada en tanto la inerradicabilidad de los intereses
individuales y de grupo en las relaciones de poder que se configuran en la dinámica social.

Referencias
Buenfil, Rosa Nidia (2004) “Imágenes de una trayectoria” en Rosa N. Buenfil (coord.)
Debates Políticos Contemporáneos. México. Plaza y Valdés Editores.
De Alba, A. [Fabio Fuentes Navarro]. (2017, agosto, 03). ¿Qué tipo de humanismo puede
distinguirse en los documentos del Nuevo Modelo Educativo presentado
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https://www.youtube.com/watch?v=9iJhoj_ihS0
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