Вы находитесь на странице: 1из 10

Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

incontrastable: las ópticas realistas tradicionales no permiten una comprensión


acabada de los acontecimientos mundiales.

Algunos comentarios sobre el Realismo

El realismo está lejos de constituir una teoría unificada. Indica Mastanduno que el
realismo debería ser comprendido como un "programa de investigación" que
contiene una serie de postulados centrales a partir de los cuales sí se pueden
desarrollar una gran variedad de teorías y explicaciones específicas, que deberían
ser contrastadas entre sí9.

Efectivamente, a lo largo de casi 2500 años el realismo presentó facetas


diferenciadas, que en muchos casos poco tuvieron en común, más allá de ciertos
elementos distintivos. Un primer elemento es el reconocimiento del Estado como
representante legítimo de los deseos y aspiraciones colectivas y, en
consecuencia, como el actor fundamental del sistema internacional surgido en
Westfalia, tras los tratados de Münster y Osnabruck que en 1648 clausuraron la
Guerra de los Treinta Años.

Como segundo elemento, el realismo rescata la situación de anarquía que


atraviesa el sistema internacional, en referencia a la ausencia de un poder
ordenante que se encuentre por encima de los Estados con capacidad para emitir
una norma común a todos ellos, imponerla de manera efectiva y sancionar a
quien no la cumpla.

Esta situación anárquica y sus derivaciones que plasmada cabalmente en el


orden westfaliano, en el cual la conducta estatal se regía por tres preceptos: "rex
est imperator in regno suo" (el rey es emperador en su reino), por el cual no existe
autoridad más alta que la del gobernante (monárquico o republicano) y todos los
gobernantes son independientes entre sí; "cujus regio, ejus religio" (quien manda
determina la religión), según el cual no pueden existir intervenciones externas al
Estado basadas en cuestiones religiosas (concepto que deriva en la práctica de
no intervención); finalmente, como garantía de equilibrio del sistema, el balance
de poder entre Estados, a través de la conformación de alianzas.

Asociado a lo anterior, un tercer elemento distintivo del realismo es su énfasis en


el concepto de soberanía, entendida con Jean Bodino como "el poder de mandar
y de obligar sin poder ser mandado ni obligado por nadie" 10, o según Keohane (la
adaptación es nuestra) como "supremacía legal sobre cualquier otra autoridad en

9
MASTANDUNO, Michael: "Preserving the Unipolar Moment: Realist Theories and U.S. Grand Strategy
After the Cold War", en Ethan Kapstein & Michael Mastanduno: Unipolar politics. Realism and State
strategies after the Cold War. Columbia University Press, New York 1999, pp. 138-181
10
MERLE, Marcel: Sociología de las Relaciones Internacionales, Alianza, Madrid 1986, p.53

8
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

un determinado territorio"11. La visión realista de la soberanía estatal en un


contexto anárquico conspira contra la cooperación en el plano interestatal,
impidiendo el planteo de objetivos que demanden esa exigencia.

Un cuarto elemento distintivo del realismo, íntimamente vinculado a la cuestión


nodal de la anarquía, es la identificación de la propia supervivencia, como primera
prioridad de los Estados. El quinto, la certeza que en un ambiente donde no existe
autoridad legítima ni efectiva por encima del Estado, éste está librado a su suerte,
obligado a la autoayuda. Así, se ha dicho que los conceptos de Estado (State),
supervivencia (survival) y autoayuda (self-help) constituyen las "tres S" básicas
del planteo realista12.

El sexto y último elemento distintivo del realismo apunta al énfasis en el poder


militar como principal herramienta a disposición de los Estados soberanos, para
garantizar la propia supervivencia y procurar sus intereses en un mundo
anárquico donde prima la autoayuda. Maquiavelo explica esta óptica de la
siguiente manera:

"Un príncipe no debe tener más objetivo ni más preocupación, ni dedicarse a


otra cosa que no sea la guerra y su organización y estudio; porque éste es el
único arte que compete a quien manda, y encierra tanta virtud, que no sólo
mantiene en el poder a los que son príncipes por nacimiento, sino que
muchas veces también hace que los hombres particulares alcancen esa
categoría. Porque se observa que los príncipes cuando han pensado más en
los refinamientos que en las armas, han perdido su Estado. Y el motivo
fundamental de que lo pierdas es descuidar este arte; y el motivo que hace
que lo adquieras es ser experto en él".13

Más allá de estos elementos comunes existen múltiples versiones del realismo,
aparecidas a lo largo de un derrotero histórico de casi veinticinco siglos. Esa
multiplicidad impone la aplicación de algún criterio de clasificación de las
diferentes perspectivas realistas. En este punto, lo usual consiste en diferenciar y
agrupar a los enfoques tradicionales del realismo en función de la razón básica
atribuida por los autores a la conflictividad internacional. Así, se habla de un
Realismo Clásico que enfatiza en la naturaleza humana, frente a un Realismo
Estructural que –como su nombre lo indica- centra su atención en la estructura del
sistema internacional.

El realismo clásico se inicia con Tucídides y su obra La Guerra del Peloponeso


(circa 400 AC), en cuyas páginas postuló que la conducta humana es guiada por

11
KEOHANE, Robert: "Soberania estatal e instituções multilaterais: respostas à interdependência
assimétrica", en José Álvaro Moisés (coord.): O futuro do Brasil. A América Latina e o fin da Guerra Fria,
Paz e Terra/USP, São Paulo 2001, pp. 165-191
12
DUNNE, Timothy: "Realism", en John Baylis & Steve Smith (eds.): The Globalization of World Politics.
Oxford University Press, Oxford 1997, pp. 109-124
13
MACHIAVELLI, Niccoló: El Príncipe, Centro Editor de Cultura, Buenos Aires 2003, p.81 (Capítulo XIV:
"Quod principem deceat circa militiam", "De lo que corresponde al príncipe en relación con la milicia")

9
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

tres factores: miedo (phobos), interés propio (kerdos) y honor (doxa). Estos
aspectos de la naturaleza humana provocan inestabilidades y guerras,
características de la condición humana (anthropinon). Y el ejemplo más
contundente es el llamado "Diálogo de Melos", es decir, la justificación que
esgrimen los atenienses ante los habitantes de la isla de ese nombre, al momento
de intentar ocuparla militarmente: "los poderosos dominan y los débiles ceden".
Esta reivindicación el derecho del más fuerte se constata cabalmente en el
siguiente párrafo:

“Siempre ha sido normal que el más débil sea reducido a la obediencia por el
más poderoso, nosotros creemos ser dignos de ello y a vosotros mismos os
lo pareceríamos hasta ahora que calculando vuestros intereses, utilizáis el
lenguaje de la justicia que nadie ha tomado nunca en consideración, si es
posible adquirir algo por la fuerza”.14

Tomando a la obra de Tucídides como punto de inicio, el realismo clásico


permaneció prácticamente inalterable hasta el inicio del último cuarto del siglo
pasado. En esta zaga de veinticinco siglos se destacaron como principales figuras
el citado Maquiavelo y su Príncipe (1532); Hobbes y Leviathan (1651); y
Rousseau y el Estado de Guerra (1750). Ya en épocas contemporáneas, de los
muchos autores que pueden citarse (Carr, Kennan, Kissinger), sobresale Hans
Morgenthau con su trabajo Política entre las Naciones (1948).

El realismo estructural, en tanto, recién aparece con Kenneth Waltz y su Teoría de


la Política Internacional (1979); tanto esta obra como su autor son claves dentro
del Neorrealismo, entendido como una renovación de esa corriente teórica. De
esta manera, el campo del realismo contemporáneo está dominado por dos
grandes figuras. Morgenthau, exponente de las lecturas clásicas que enfatizan en
la naturaleza humana; y Waltz, fundador del neorrealismo, más preocupado por la
estructura del sistema internacional.

Ambos enfoques, junto a otros similares, darían respaldo a la tradicional


jerarquización de las cuestiones políticas internacionales en niveles de alta y baja
política, que se plantea en el CUADRO N°3. Esta distinción se basa en cuatro
dimensiones: tipo de cuestión política tratada, jerarquía de los decisores
afectados, características de los actores involucrados y naturaleza de la situación
generada15.

14
TUCIDIDES, Historia de la Guerra del Peloponeso, Porrúa, México DF 1998, Libro V Capítulo XI (“El
Diálogo de Melos”), pp. 268-275
15
WILLETTS, Peter: “Transnational actors and International Globalization in Global Politics”, en Baylis &
Smith, op.cit., p. 305
La distinción entre alta y baja política fue concebida por Stanley Hoffmann y empleada por primera vez en
HOFFMANN, Stanley: "The fate of the Nation State: Obstinate or Obsolete?", Daedalus 95:3 (1966), pp.
862-915

10
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

Los autores realistas

Dentro de los autores realistas clásicos de los últimos cien años, merecen citarse
por su importancia Edward Carr, Arnold Wolfers y Henry Kissinger. Sin embargo,
existe cierto consenso en que el principal exponente de este enfoque es Hans
Morgenthau.

CUADRO Nº3

DISTINCIÓN ENTRE ALTA Y BAJA POLÍTICA


(CONCEPCIÓN REALISTA DE LA GUERRA FRÍA)

ALTA POLÍTICA BAJA POLÍTICA


CUESTIÓN POLÍTICA Paz y Seguridad Economía, tecnología,
cuestiones sociales,
Derechos Humanos
DECISORES Jefes de gobierno y Ministros de menor
principales ministros jerarquía y otros
funcionarios
INVOLUCRAMIENTO DE
ACTORES NO Mínima o inexistente Amplia
GUBERNAMENTALES
TIPO DE SITUACIÓN Alta prioridad Baja prioridad (rutina)
GENERADA (potencial de crisis)

Dentro del pensamiento de Edward Carr, que desarrolló su postura a fines de la


década del 30, se le otorga una importancia clave e insustituible al poder,
calificando como utópicos a los planteos liberales. Lo que este autor sostiene es
que la naturaleza humana se encuentra signada por el egoísmo, como se
comprueba en el plano psicológico por un impulso agresivo innato. Así, las
Relaciones Internacionales no son otra cosa que relaciones de poder que se
establecen entre “los que tienen” y “los que no tienen” (“haves” y “have-nots”).

En su obra más representativa, The Twenty Years Crisis, escrita en relación al


conflictivo lapso 1919-1939, Carr critica la errada interpretación de las Relaciones
Internacionales que elaboran los liberales, a quienes tilda de utópicos16: allí donde
ellos ven armonía de intereses, moralismo y legalismo, en relidad existen existen

16
De hecho, comenta el historiador Oro Tapia que el título original de la obra de Carr iba a ser Utopía y
Realidad, luego cambiado por razones editoriales. ORO TAPIA, Luis; “Reseña de La crisis de los veinte
años (1919-1939). Una introducción al estudio de las Relaciones Internacionales de Edward Hallett Carr”,
Revista Enfoques N°5 (2006), pp. 235-341,

11
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

conflictos de intereses y luchas por el poder. Tampoco concuerda con la adhesión


de los liberales a la Liga de las Naciones, considerándola en forma peyorativa una
“elegante superestructura” carente de eficacia.; no es que el autor descrea
técnicamente de la utilidad que puede tener un organismo, pero indicaba que
todavía no estaban dadas las condiciones propicias para ello.

El autor identifica tres dicotomías básicas entre realista y liberales. En primer


término, sostiene que la Historia en general, y específicamente las Relaciones
Internacionales, obedecen a relaciones causa-efecto cuyo curso puede ser
analizado y entendido a través de un esfuerzo intelectual, pero no mediante la
“imaginación”, como es el caso de la postura liberal; segundo, indica que los
liberales sostienen erradamente que la teoría determina la práctica, cuando lo
cierto es exactamente lo contrario, la práctica determina la teoría; en tercer lugar,
asegura que la política no es función de la ética, como sostiene la óptica liberal,
sino que la ética es función de la política.

A partir de estas tres dicotomías, Carr profundiza en las diferencias entre realismo
y liberalismo, indicando que los liberales creen en la posibilidad de transformar la
sociedad a través de un acto de voluntad, a pesar de no contar con información
sobre el verdadero funcionamiento del mundo real, niun plan efectivo. Los
realistas, en cambio, creen que la realidad no puede ser modificada a través de
un acto de voluntad, sino que es imprescindible ver “las cosas como son”17.

En cuanto a Arnold Wolfers, de su producción académica se destacan las obras


National Security as an Ambiguous Symbol y Discord and Collaboration: Essays
on International Relations. Lo primero que destaca este autor en su análisis del
sistema internacional es el predominio de la anarquía, producto de la existencia
de una multiplicidad de Estados independientes y soberanos en materia de toma
de decisiones. Esta anarquía, en cuyo marco los Estados actúan en función de su
poder (entendido como la habilidad para controlar las acciones del otro), es
condición inherente para una conflictividad internacional permanente; por eso
critica fuertemente a Woodrow Wilson respecto a las posibilidades de lograr la paz
y la armonía entre las naciones, tildándolo de utópico.

Dentro del análisis de Wolfers ocupan un lugar central los objetivos de los
Estados, o sea Objetivos Nacionales, que son calificables de acuerdo a dos
criterios distintos aunque complementarios. Por un lado pueden diferenciarse
entre medios, en referencia a metas que se quieren lograr, y objetivos
propiamente dichos, que remiten a la retención de algo que ya se posee. Por otra
parte los objetivos nacionales pueden ser directos, cuando afectan la existencia
misma de la Nación (la independencia y la seguridad, por ejemplo), o indirectos
cuando afectan a la población (el bienestar económico, por ejemplo)18.

17
CARR, Edward: La crisis de los veinte años (1919-1939), Catarata, Madrid 2004
18
WOLFERS, Arnold: Discord and Collaboration: Essays on International Politics, The Johns Hopkins
Press, Baltimore 1962, pp. 67-80

12
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

Uno de los méritos de Wolfers es incorporar el concepto de Seguridad Nacional al


lenguaje moderno de las Relaciones Internacionales. Entiende que la Seguridad
Nacional tiene una dimensión objetiva, vinculada a la ausencia de amenazas
sobre valores adquiridos, y otra subjetiva, referida a la ausencia de temores sobre
tales valores. La Seguridad Nacional es la que guía la política exterior de los
Estados, y siempre le otorga un lugar central a la supervivencia y la integridad
territorial19.

Más cerca de nuestros tiempos aparece Henry Kissinger que, aunque tuvo una
importante (y controvertida) actuación como Secretario de Estado de tres
administraciones estadounidenses diferentes, también teorizó sobre Relaciones
Internacionales desde la perspectiva realista clásica. De este autor suele
destacarse sus análisis sobre la cuestión del equilibrio de poder, uno de los
elementos basales del realismo, abordada inicialmente en su tesis doctoral y
luego desarrollada en su obra Diplomacia20.

Kissinger sostiene que el equilibrio de poder no persigue como objetivo la paz,


sino la estabilidad y la moderación. Limita la capacidad de un Estado para
dominar a otros, así como la cantidad de conflictos posibles. Aunque nunca
satisface de manera completa a todos los actores, mantiene los niveles de
insatisfacción dentro de parámetros bajos.

El equilibrio de poder no es el sistema internacional más usual, siendo los casos


más destacados el de la antigua Grecia y el que continúa a la Paz de Westfalia,
pues demanda cierto grado de simetría entre diferentes tipos de poder. Así,
desapareció tras la Segunda Guerra mundial pero previsiblemente volverá en el
Siglo XXI con al menos seis protagonistas: EEUU, Rusia, Unión Europea, China,
Japón e India. Esta multipolaridad por primera vez será totalmente global y
protagonizada por diferentes culturas.

Finalmente, en tanto exponente del realismo clásico, Hans Morgenthau postula


que el hombre, como animal político, busca incrementar poder desde el mismo
momento de su nacimiento y en todo momento y lugar: es un animus dominandi.
Este impulso se expresa de diferentes formas en los planos doméstico e
internacional, ya que en el primer caso recortan ese ejercicio la organización del
Estado y su sanción de leyes que regulan el funcionamiento de la Sociedad; en el
segundo, la ausencia de una autoridad centralizada incita a la búsqueda de poder
hasta los límites de las propias capacidades, o de la actitud de otros actores, que
podrían poner coto a esa búsqueda a través de balances de poder21.

En el campo de la praxis internacional, este enfoque conduce al punto nodal del


pensamiento de Morgenthau: los estadistas "piensan y actúan en términos de
19
WOLFERS, Arnold: “National Security as an Ambiguos Symbol”, Political Science Quaterly LXVII:4
(1952), pp. 481-502
20
KISSINGER Henry: Diplomacia, Fondo de Cultura Económica, México 1995, pp. 11-22
21
MORGENTHAU, Hans: "The Moral Blindness of Scientific Man", en Robert Art & Robert Jervis:
International Politics. Enduring Concepts and Contemporary Issues. Harper Collins, NY 1996, pp. 7-16

13
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

interés, definido como poder"22. Más allá de las diferencias entre Estados, en
todos los casos el interés nacional básico, principal e innegociable es la
supervivencia del Estado, referida concretamente a la integridad del territorio, las
instituciones políticas y la cultura. Por eso, las acciones de los estadistas no
deben ser juzgadas desde la moral individual, sino sólo a partir de las
consecuencias de sus decisiones políticas en la prosecución del interés nacional,
comenzando por la supervivencia del Estado23. Y de la misma manera en que las
reglas morales de los estadistas difieren de la moral individual, las aspiraciones
morales de un Estado son autónomas de aquellas normas morales con cierta
aceptación universal.

Por último, puesto que los intereses entre dos o más Estados pueden colisionar,
tornándose conflictivos, los mismos son objeto de un constante y permanente
ajuste. Se vislumbra así, de manera casi automática, la concepción que tiene el
autor sobre la Política Internacional: el conjunto de interacciones (o mejor dicho,
de patrones de interacción) entre los Estados, en la prosecución de su interés
nacional.

El planteo de Morgenthau es insuficiente para teorizar sobre la dinámica


internacional, ya que ésta es altamente cambiante, mientras el primero es
básicamente estático y conservador, reduciendo y simplificando situaciones
complejas -muchas veces novedosas- a la competencia y negociación interestatal
por el poder. Esta insuficiencia contribuyó a la aparición del neorrealismo de
Kenneth Waltz, que no se centró en el poder del Estado, sino en su seguridad;
derivado de esto, dejó de concebir al poder como un fin, para tenerlo en cuenta
como un medio24.

Waltz25 estudia la política internacional empleando dos conceptos básicos,


estructura y unidades interactuantes, sendos componentes básicos de un
sistema, privilegiando a los Estados como unidades básicas, aún admitiendo la
existencia de otras.

Su comparación de las estructuras que rigen los sistemas políticos internacional e


interno de un Estado le permite detectar dos importantes diferencias entre ambas.
Las estructuras políticas internas se caracterizan por su centralización y su
jerarquía, con unidades relacionadas en términos de control y subordinación,
algunas dedicadas a decidir y otras a obedecer; contrario sensu, la estructura del

22
En nuestro país se ha traducido erróneamente esta sentencia como "...interés, definido en términos de
poder" (el subrayado es nuestro). No es esto lo que dice el autor, sino textualmente "think and act in terms of
interest, defined as power".
23
Merle (op.cit., p.41) sostiene que la idea de Morgenthau sobre el interés nacional es que su concepción debe
ser mesurada, para contribuir a la conformación de un sistema internacional que "ya que no puede ser
idealmente armónico, sea al menos soportable"
24
BUENO DE MESQUITA, Bruce: Neorealism`s Logic and Evidence: When is a Theory Falsified?, mimeo,
International Studies Association, 40th Annual Convention, Washington DC February 1999
25
El análisis está basado en WALTZ, Kenneth: Theory of International Politics, Random House, New York
1979, pp. 79 y ss (Chapter 5: Political Structures)

14
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

sistema político internacional es descentralizada y anárquica (por oposición a


jerárquica), desde el momento en que formalmente todas las unidades son
iguales y no mantienen entre sí relaciones de control y subordinación.

Por otro lado, en una estructura política doméstica, las relaciones de control y
subordinación que imperan entre las unidades, implican cierta diferenciación de
funciones. En diferente sentido, las unidades de la estructura política internacional
no se diferencian por las funciones que realizan; con mayores o menores
recursos, grados de complejidad y posibilidades de éxito, éstas son básicamente
las mismas en todos los casos. La diferencia no radica en las funciones, sino en
las capacidades.

Así se explica la conflictividad internacional: en un marco de descentralización,


anarquía e indiferenciación funcional, obedeciendo al principio de autoayuda, lo
que cada Estado obtenga y pierda en el sistema internacional dependerá de sus
propias capacidades (cuya expresión es el poder) y esfuerzos, que en todos los
casos se orientan primariamente a garantizar la propia supervivencia.

En el sexto capítulo de su obra capital26, Waltz descarta que pueda ser superado
el carácter conflictivo del sistema internacional, extendiendo su pesimismo a los
procesos de interdependencia e integración entre Estados. Respecto a la
interdependencia entre dos o más unidades, considera que un prerrequisito es la
especialización de las mismas, alternativa que sólo es posible si la estructura es
jerarquizada e imperan en su seno relaciones de control y subordinación.
Entonces, para este teórico no existe la interdependencia entre Estados, sino sólo
al interior de éstos.

En cuanto a la integración, la anarquía del sistema internacional conspira contra


esta opción de dos maneras: por un lado, haciendo que todo Estado tema que en
un proceso de integración sus ganancias relativas sean menores a las de su
eventual socio; por otro, incrementando la dependencia de todo Estado que se
embarca en un proceso de ese tipo, situación que colisiona con el principio de
autoayuda. Las ganancias económicas se subordinan a las necesidades de
seguridad. Textualmente: "el imperativo doméstico es ¡¡especialízate!!, el
imperativo internacional es ¡¡cuídate por tí mismo!!"27.

Si la conflictividad inherente al sistema internacional no puede ser mitigada, sí se


la puede controlar. Y la herramienta es la amenaza de violencia. Mientras en una
estructura política jerarquizada el empleo de la fuerza (cuyo monopolio legítimo
corresponde al gobierno) es la última ratio, en el anárquico sistema internacional
los Estados tienen constantemente a su disposición esa alternativa,
correspondiendo sólo a ellos decidir cuándo hechar mano de la misma 28. Cuando
26
Ibidem, pp.102-128
27
Ibidem, p.107
28
De aquí una de las frases más recurrentes en el pensamiento realista, que corresponde a Hobbes: "convenios
sin espadas son sólo palabras". En su idioma original además toma la forma de un juego de palabras:
"covenants without swords are but words".

15
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

Waltz dice que "la anarquía es, por su propia naturaleza, un estado de guerra",
indica que es precisamente el riesgo de guerra lo que limita las demandas de los
actores, obligándolos a comportarse dentro de parámetros previsibles.

Nada del pensamiento de Waltz se alteró con la radical modificación del sistema
político internacional que supuso el fin de la Guerra Fría. Por el contrario, muchos
de sus contenidos esenciales fueron reafirmados por este teórico, empezando por
el propio desenlace del conflicto Este-Oeste: un cambio a nivel de unidades
interactuantes en el sistema que incidió en la estructura del mismo, tornándolo
transitoriamente unipolar.

Una segunda reafirmación de Waltz es que las características regimentales de un


Estado no inciden en su conducta internacional. Al analizar la Guerra Fría en
forma retrospectiva, concluye que EE.UU. y la Unión Soviética tuvieron similares
conductas externas, a despecho de sus diferencias políticas: desarrollo
armamentista e intenso intervencionismo en la periferia de los teatros estratégicos
principales. Finalmente, el autor reivindica la vigencia del balance de poder29.

Paradójicamente, al mismo tiempo que el neorrealismo autoafirma su vigencia


para comprender los turbulentos momentos de la post Guerra Fría, importantes
teóricos vuelven al realismo tradicional de Morgenthau, con su énfasis en el poder
más que en la seguridad, sosteniendo su vigencia. Del conjunto de aportes que se
registraron en este campo, denominado Realismo Neoclásico, merecen citarse
Schweller y Mearsheimer.

El interrogante básico con que Randall Schweller hace tambalear la construcción


neorrealista es: "¿qué explica ese enfoque cuando la supervivencia del Estado
está asegurada y hay ausencia de un agresor?". En tanto esta pregunta no tiene
una respuesta clara, la clave radica en ir más allá del planteo waltziano de la
búsqueda de seguridad por parte de los Estados y enfatizar en sus permanentes
intentos por optimizar su posición en el sistema internacional, a través de la
maximización de su influencia y autonomía.

El punto es que el mundo es una constante "competencia de posiciones", de tipo


"suma cero", en el sentido que la ganacia de un actor en materia de "bienes
posicionales" (prestigio, status, influencia política, porciones del mercado), implica
la pérdida de otro. En otras palabras, la esencia del conflicto posicional es "quién
manda cuando cesa la amenaza a la seguridad".

En definitiva, el realismo debe volver a enfatizar en la competencia por recursos


escasos y bienes que son esencialmente posicionales, más que en la seguridad
del neorrealismo, como la principal causa de conflicto en condiciones de anarquía.
Conflicto éste de incierta superación, pues en el sistema internacional "el apetito

29
WALTZ, Kenneth: "The Emerging Structure of International Politics", International Security Nº 18, Fall
1993, pp. 44-79

16
Un abordaje general a la Teoría de las Relaciones Internacionales

por el poder se incrementa con su consumo" (“appetite-for-power-grows-with-the-


eating”)30.

A su turno, John Mearsheimer también se aleja del neorrealismo waltziano, al que


tilda de "defensivo", optando por planteos más cercanos a postulados clásicos
que enfocan en la naturaleza humana. Basándose en el período histórico 1792-
1991, este autor insiste en que en el sistema internacional no hay lugar para la
cooperación interestatal, ni para esquemas de seguridad colectiva, identificando
como única constante a la lucha por el poder que protagonizan las grandes
potencias del momento, sin que sus características regimentales tengan mayor
incidencia.

Dice Mearsheimer que en un mundo anárquico, los Estados despliegan un


"realismo ofensivo" a través del cual intentan acumular la mayor cantidad posible
de poder en función del principio de supervivencia: ésta es mayor cuanto mayor
es el poder estatal. La carrera por la acumulación de poder sólo podría detenerse
si un Estado alcanza la hegemonía global, circunstancia que no tiene
antecedentes históricos31.

Como final de este pasaje de nuestro trabajo podemos decir que, aunque los
planteos de neorrealistas parecen implicar un avance concreto con respecto a las
tesituras clásicas, al incorporar el análisis de la estructura, el realismo continúa
mostrando severas falencias y limitaciones. Primero, su insistencia en el Estado
como protagonista prácticamente excluyente del tablero internacional, desconoce
y menoscaba la creciente influencia que adquirieron en ese escenario otros
actores; segundo, constituye una generalización extrema la consideración de
todos los Estados como unidades equivalentes, que comparten hacia afuera una
misma racionalidad, sin reparar en características particulares de los mismos, que
pueden tener incidencia en su conducta externa; tercero, es criticable el culto
realista al concepto de autoayuda, siendo que su importancia podría ser mitigable
a través de diferentes herramientas.

Respecto a esto último se ha alegado, con razón, que el énfasis en la soberanía


como una cuestión cuya discusión es tabú para los realistas, no se corresponde
con las condiciones del sistema internacional, que restringe las formas rígidas de
la soberanía de antaño, imponiendo el desarrollo de vínculos cooperativos
interestatales que erosionan y flexibilizan ese concepto32.

30
SCHWELLER, Randall: "Realism and the Present Great Power System: Growth and Positional Conflict
Over Scarce Resources", en Kapstein & Mastanduno, op.cit., pp. 28-68
31
MEARSHEIMER, John: The Tragedy of Great Power Politics, W.W. Norton & Co., New York 2001
32
ATTINÁ, Fulvio: El Sistema Político Global, Paidós, Barcelona 2001, p.50

17

Вам также может понравиться