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INDICE
1. INTRODUCCIÓN
1. INTRODUCCIÓN.
falsa). De esta manera, se va consolidando una nueva actitud vital e intelectual, que es el
principal soporte del origen la filosofía como un intento de hacer comprensible el
mundo circundante, que, en una primera mirada, resultaba asombroso al ser humano.
Estos filósofos, denominados “ presocráticos ” más por los temas tratados que
por el hecho de ser, cronológicamente hablando, anteriores a Sócrates, hubieron de
enfrentarse al reto de buscar las primeras explicaciones sobre el origen del universo
(cosmogonía), su actual estructura y funcionamiento (cosmología) con la sola arma
de la razón y la observación de los hechos que sucedían a su alrededor. Así pues, como
un mismo saber indistinto, surgieron en nuestra cultura la filosofía y la ciencia. Esta
nueva mirada sobre la naturaleza propició una verdadera revolución intelectual. Desde
entonces, la cultura occidental cambiaría espectacularmente de rumbo, haciéndose para
siempre deudora de esta época de la civilización griega.
humana de ir más allá de los datos de los sentidos y de buscar las causas de los fenómenos.
En este sentido, el pensamiento mítico representa un gran progreso del instrumento
adaptador que hemos llamado conocimiento. Ahora bien, como los protagonistas de este
tipo de narraciones son personajes sobrenaturales, los mitos adquieren a menudo un
carácter dogmático, porque se convierten en sagrados: así, serán objeto de veneración y,
por tanto, indiscutibles. Ésta es la cara negativa del mito: en este aspecto se convierte en un
lastre para el progreso del conocimiento.
Por eso, el paso siguiente en el progreso cognoscitivo humano será la aparición del
llamado pensamiento racional, un paso adelante en relación con el mítico, no tanto por sus
productos, las teorías científicas y filosóficas, como porque se trata de una nueva forma de
explicar la realidad. Lo cierto es que las explicaciones que ofrece el pensamiento racional,
sobre todo al principio, no difieren demasiado de las míticas, pero se presentan de una
forma radicalmente diferente: como hipótesis que pueden ser sometidas a la crítica, ya que
se trata de un producto humano donde no intervienen seres sobrenaturales. En muchas
historias de la filosofía, se fija el inicio del pensamiento racional en un momento
determinado (siglo VI a. de C.), en un lugar determinado (Mileto) y por obra de un
personaje determinado (Tales de Mileto).
Pero esto sólo es verdad en parte. Es cierto que con Tales de Mileto se inicia en
Occidente un tipo de pensamiento que contrasta con el mítico. Sin embargo, si al llamarlo
“racional” se quiere indicar que el otro era irracional, ya hemos visto que esta calificación
no resulta del todo adecuada. Cabe decir que este tipo de pensamiento no surge de golpe,
como resultado de una ruptura total con el anterior –aunque ciertos estudiosos lo hayan
creído así y algunos, incluso, hayan calificado su aparición de «milagrosa»-, y derivado de
un supuesto «genio griego». El que esta forma de pensamiento se iniciara en aquella
ciudad y en aquel momento se debió a que existían unas condiciones determinadas que lo
hicieron posible. Tampoco es cierto que la aparición del pensamiento racional sea un
fenómeno exclusivamente occidental; en la India y en China también surgen, más o menos
en la misma época, formas de pensamiento que se pueden calificar igualmente de
racionales, aunque sean muy diferentes. Las circunstancias que prepararon e hicieron
posible que, dentro del mundo griego y en una época determinada, se diera el paso del mito
a una nueva forma de pensar son, pues, muy diversas.
3. DEL MITO AL LOGOS.
3.1. Condiciones sociopolíticas.
Desde el punto de vista sociohistórico, la fragmentación de la sociedad griega en
póleis favoreció muchísimo el debilitamiento del dogmatismo del mito y un refuerzo de
la discusión y la crítica, es decir, del razonamiento. En contraste con las civilizaciones
vecinas -la persa, la egipcia, etc.-, que tenían una organización política fuertemente
centralizada en forma de grandes imperios, el mundo griego estaba formado por un
conjunto de pequeñas comarcas autónomas, llamadas “póleis”, que tenían diferentes
organizaciones políticas y sociales, diferentes leyes y diferentes sistemas económicos.
Podríamos decir que sólo tenían en común el hecho de que hablaban una misma lengua
y la conciencia de pertenecer a una misma cultura (creencias, religión, expresiones
artísticas, etc.). Los juegos olímpicos, que cada cuatro años reunían durante unos
cuantos días a representantes de todas las póleis, son una buena muestra de esta
conciencia.
Siglos antes de la aparición de estas póleis eran las ciudades micénicas las que
ocupaban esos espacios, aunque organizadas
según una estructura radicalmente diferente, muy
similar a las estructuras políticas de los grandes
imperios como Babilonia y Egipto: en medio se
encontraba el palacio central, grande y sólido,
donde vivían el soberano y los otros gobernantes;
y en torno a él se extendía toda la red de viviendas
de los agricultores y de los artesanos (el demos, “pueblo”). Las invasiones de los dorios,
unos pueblos pastores del norte no tan cultos, desencadenaron una crisis de soberanía de
la civilización micénica que, a la larga, daría origen a la polis. El cambio social se
aprecia incluso en la configuración física de las ciudades: justo en el centro, en lugar del
palacio, dejaron un gran espacio vacío -el ágora- donde confluían las calles del
conjunto de viviendas construidas en torno a él. Los ciudadanos se dirigían al ágora para
discutir de «política», es decir, de cómo debían organizarse los asuntos relacionados con
la polis. Justamente en las discusiones que allí se suscitaban, encontramos el inicio del
discurso racional, el que fundamenta las afirmaciones en razones y no en la autoridad
divina.
Hay que tener presente también que, a causa de las invasiones dorias, muchos de
los habitantes de las ciudades micénicas tuvieron que emigrar; navegando, llegaron a las
islas del mar Egeo y, sobre todo, a las costas de Asia Menor, a Jonia, donde fundaron
ciudades que, al cabo de un tiempo, se convirtieron en centros comerciales. Para
potenciar el comercio, muchos de estos ciudadanos fueron estableciendo colonias a lo
largo de las costas del Mediterráneo y del mar Negro. Así conocieron nuevas culturas y
pudieron contrastar costumbres y formas de pensar. Además, antes de poder instalarse
definitivamente en un punto determinado, se habían visto obligados a vagar por el mar,
a sobrevivir con grandes dificultades e, incluso, a recurrir a la piratería. Esta vida
errante había favorecido una visión libre e irreverente del mundo, que debilitó sus lazos
con la tradición.
3.2. Carácter original de la religión griega.
Algo llama la atención sobre la religión griega que no está
presente en las demás religiones como la egipcia y la babilónica:
entre los griegos no existía una casta sacerdotal que se erigiera en
depositaria y conservadora de la pureza del mito. Los mitos griegos
se difundían y se aprendían de boca de los aedos, los poetas que de
ciudad a ciudad iban cantando las excelencias y las hazañas de
héroes y dioses. Como había muchos y muy distintos poetas, y no
sometidos a un poder central que velase por la interpretación
correcta sus relatos, los mitos, los relatos de los dioses y héroes, se
fueron modificando, interpretando según los gustos de las distintas
ciudades y de esta forma fueron perdiendo progresivamente el
aspecto sagrado.
Por eso, hacia los siglos VIII y VII, los mitos griegos ya tenían características
propias que los diferenciaban de los de las otras civilizaciones y los acercaban al
pensamiento racional. Los dioses griegos se habían hecho muy parecidos a los
hombres y, en consecuencia, no constituían modelos muy respetables: eran envidiosos,
b) Por muy útil que sea el conocimiento sensible, los sentidos no bastan para
proporcionarnos el conocimiento. Antes al contrario, los sentidos nos muestran una
multiplicidad de individuos, de apariencias y estados cambiantes y accidentales.
c) Es necesario hacer un esfuerzo racional, intelectual para alcanzar el ser de las cosas.
Por lo que los griegos establecerán una dualidad en el conocimiento: razón frente a los
sentidos. Por un lado los sentidos nos ponen en contacto con las cosas y, por otro, la
razón nos hace llegar a la verdad de las mismas.
CONOCIMIENTO REALIDAD
6.2.1. Introducción.
La práctica del comercio marítimo y la fundación de colonias en lugares tan
alejados como Sicilia o España permiten a las ciudades griegas de Asia Menor, como
Mileto o Éfeso, convertirse en verdaderos emporios de riqueza y prosperidad. La clase
de los mercaderes, dominante en estas ciudades, impone un carácter práctico y
"racional" a las decisiones políticas, aspecto que se traduce en la primacía de un
pensamiento más libre y flexible, con intereses muy diferentes del pensamiento
religioso rígidamente codificado en los mitos.
los sentidos y, así, Anaximandro plantea una pura hipótesis mental, de la cual va
derivando una serie de consecuencias lógicas.
6.2.4. Anaxímenes de Mileto (585-524 a.C.)
Discípulo de Anaximandro, pensaba que todo tenían un principio único e
infinito, pero no indeterminado, sino concreto: era el
aire, del que todos los seres derivan por rarefacción
(convierte el aire en fuego) o condensación (transforma
el aire primero en viento, después en nube y, finalmente,
en agua, que sobre la tierra puede convertirse en piedra).
Concibe el mundo como algo vivo: “Lo mismo que
nuestra alma, que es aire, nos sostiene, igualmente el aire
envuelve al mundo entero”.
Lo destacable es que explica las transformaciones
partiendo de un mecanismo uniforme y observable
cotidianamente: los cambios de densidad. De tal manera
que las diferencias cualitativas entre las cosas se deben a diferencias cuantitativas: tener
más o menos aire y estar éste más o menos comprimido.
Al exponer como principio de la naturaleza el aire podría pensarse que hay un
retroceso con respecto a la concepción de Anaximandro, pues se pasa nuevamente de un
principio abstracto a un principio material. Sin embargo, tal retroceso es sólo aparente,
pues la introducción, por parte de Anaxímenes, de un criterio cuantitativo para explicar
las diferencias cualitativas que se observan en la materia será muy positiva para el
pensamiento posterior, ya que la ciencia se basa en el supuesto de que todas las
diferencias cualitativas pueden ser explicadas en términos cuantitativos, medibles y
cuantificables.
6.3. LA ESCUELA PITAGÓRICA.
La otra línea de pensamiento filosófico se inició unos cuantos años más tarde
(hacia el último tercio del siglo VI a. De C., en tiempos de Anaxímenes) en la Magna
Grecia, conjunto de ciudades griegas del sur de Italia, y por eso se la denomina filosofía
itálica. Se trata de un conjunto de doctrinas conocidas bajo la denominación general de
pitagorismo porque no se puede saber quién fue el autor de cada una de ellas, pero sí que
eran doctrinas compartidas por miembros de diversas comunidades fundadas por Pitágoras,
que las mantenían en secreto.
En el pitagorismo encontramos, junto con el
componente racional, un componente místico y
religioso, si bien diferente de la religión oficial de los
griegos basada en el culto a los famosos dioses olímpicos
(Zeus, Hera, Hefesto, etc.). Ésta era una religiosidad muy
externa, superficial, que se limitaba a «cumplir con los
dioses» siguiendo los ritos que prescribía el culto de cada
uno de ellos. Frente a esta forma de religión, se habían
introducido en el mundo griego, procedentes de Oriente,
otros movimientos religiosos más intimistas y mucho más
comprometidos con la vida de las personas: las religiones
mistéricas. Una de las más importantes fue el orfísmo.
Estas doctrinas introdujeron en Grecia un nuevo esquema mítico para explicar la realidad,
un esquema que va a ser decisivo para el desarrollo de la filosofía (en particular va a
ejercer mucha influencia en la filosofía de Platón y de los pitagóricos).
Tanto los pitagóricos como los órficos creían que los hombres estaban
constituidos por dos componentes de naturaleza diferente: el cuerpo y el alma. Y no
sólo los humanos, sino todos los seres vivos y, en definitiva, toda realidad, ya que el
universo entero está vivo y tiene un alma, que es divina y de la cual las almas individuales
son sólo fragmentos; por eso, todas quieren volver a su origen y liberarse del cuerpo, que
no es sino una prisión. El cuerpo sólo puede ser abandonado por medio de la muerte, si
bien ésta normalmente no implica la liberación definitiva, ya que las almas se ven
sometidas a un ciclo de transmigraciones, es decir, pasan de un cuerpo a otro, que puede
ser de un hombre, de un animal o, incluso, de una planta. Para que el alma pueda acercarse
cada vez más a la divinidad y rompa así el ciclo de reencarnaciones, es necesario que,
mientras permanezca ligada al cuerpo, se vaya purificando, es decir, que se vaya liberando
de sus ataduras materiales. La finalidad de las comunidades pitagóricas era, pues,
básicamente la purificación del alma. El camino que proponen los pitagóricos para
purificarse y dejar que el alma salga del ciclo de las reencarnaciones es el del estudio, la
dedicación a una vida intelectual.
Y si el estudio era la vía para adquirir la perfección, no podía tratarse de un estudio
cualquiera, sino el de las actividades más elevadas a que se puede dedicar la naturaleza
humana: la ciencia más perfecta, Y los pitagóricos consideraban que la ciencia más
perfecta era la de los números y figuras geométricas y la música, que estimula el
sentimiento de lo que es armonioso. A diferencia de los que habían estudiado geometría
hasta entonces -sobre todo babilonios y egipcios-, que lo habían hecho con finalidades
prácticas: cálculos de transacciones económicas, distribución de víveres, medición de
campos, etc.-, los pitagóricos estudiaron las matemáticas por razones religiosas y las
entendieron de una manera puramente especulativa. Así, descubrieron una gran cantidad
de propiedades de los números y figuras, relaciones entre ellos, proporciones, etc.
Así pues, fueron sobre todo matemáticos, y recurrieron a sus conocimientos
matemáticos para elaborar sus teorías sobre la naturaleza (origen, sustrato, causa) de lo
real. Observaron que muchas propiedades y comportamientos de los objetos pueden
ser formulados matemáticamente, y supusieron que todos los seres del universo son
formulables matemáticamente [De esta intuición se nutre la ciencia actual]. Diversas
experiencias les convencieron de que los números son los principios de todas las
cosas (p.ej.: los intervalos entre las notas musicales de la lira pueden expresarse
numéricamente). Y entendieron los números espacialmente, confundiendo el punto
geométrico con la unidad aritmética. Las cosas se componen de números porque son
agregaciones de unidades-puntos.
Su cosmología intenta ser una explicación global del cosmos, aunque oscura y
enigmática. Creían que primero existió la Unidad (= lo limitado), rodeada por lo
ilimitado. Después, la unidad se escindió en dos: en medio se introduce el vacío de lo
ilimitado y surgen así el número 2 y la línea. Después se generan el 3 y el triángulo (la
figura plana más simple) y el 4 y el tetraedro (el sólido más simple). Describen el
mundo como un cosmos en armonía, anticipando en algunos aspectos las doctrinas de
Copérnico: el cosmos es una esfera en cuyo centro hay un fuego originario. Después
están los cuerpos celestes (Tierra, Luna, Sol, los cinco planetas y el cielo de las estrellas
fijas, más la Anti-tierra, para completar el número 10 de los planetas). Todo este
conjunto está envuelto por una esfera de fuego. El movimiento de los astros y estrellas
produce una música maravillosa que no oímos por estar acostumbrados a ella desde el
nacimiento. Música y armonía, traducibles en números, son los principios del universo
pitagórico.
Fueron precisamente los
descubrimientos que hicieron en el campo
de las matemáticas los que acabaron por
determinar la postura de los pitagóricos
respecto al problema del arjé. Pero lo
específicamente pitagórico no se reduce al
cultivo de las matemáticas, sino que radica,
más bien, en la audaz extrapolación que
hacen de la matemática a todo el campo de
lo real. Al afirmar que “todas las cosas son
números”, los pitagóricos vienen a decirnos
que el número, la cantidad, es la base de
todo.
La trascendencia histórica de esta afirmación desborda los límites de la cultura
griega y pasa a ser un ingrediente básico de la ciencia moderna. Así, cuando Galileo, en el
siglo XVI, afirma que “el libro de la naturaleza está escrito en lenguaje matemático”, está
estableciendo un principio de notable influencia en toda la ciencia moderna.
6.4. HERÁCLITO DE ÉFESO (544-484 a.C., aprox.).
Nació hacia la segunda mitad del siglo VI a de C, Se sitúa en el tiempo entre
Pitágoras, a quien Heráclito criticó, y Parménides, que parece que le criticó a él. Era
hijo de la familia aristocrática más distinguida de la ciudad de Éfeso, una familia que
había heredado la dignidad real (basileus). Sin embargo, Heráclito, pese a estar
destinado a gobernar en su ciudad, renunció a sus derechos reales en favor de su
hermano y se retiró a los templos donde explicaba su filosofía.
Heráclito es el último de los pensadores que residieron en
Jonia y parece ser que conoció el pensamiento de los
autores de la Escuela de Mileto y el de la escuela
pitagórica, pero constituye una figura atípica, excepcional,
ya que ni fue un filósofo físico ni matemático, al estilo de
los planteamientos anteriores. En este hecho tal vez influya
la dificultad de interpretar adecuadamente los fragmentos
que de él se conservan, pues son de carácter corto y
enigmático. Parece ser que formaban parte de una obra
más amplia, pero, de todos modos, su estilo metafórico y
plagado de paradojas y contradicciones le valió ya en su
época el apodo de "el oscuro". En definitiva, su
pensamiento es original y está elaborado a partir de
aforismos.
En conjunto su obra se nos muestra como una invitación a la reflexión sobre la
realidad y el conocimiento que tenemos de ella. La realidad, tal y como aparece a los
Del mismo modo, en la naturaleza todo cambia, pero no al azar, sino siguiendo un
orden. No se trata, sin embargo, de un orden cualquiera, sino de lo que podríamos
llamar “el Orden”. El único conocimiento verdadero y firme es el conocimiento de
ese orden, de ese logos, del plan de la naturaleza en el que todas las cosas tienen su
lugar.
¿Y en qué consiste este orden? Pues precisamente en que las cosas cambien y se
conviertan precisamente en su contrario. El logos, el plan que la naturaleza dispone para
todas las cosas Heráclito también lo llama “Pólemos” que en griego significa “guerra”;
podríamos decir que la guerra es la ley de la naturaleza, una guerra entre enemigos
contrarios, un “fuego” constante, lucha de contrarios. De esta forma sabemos que lo
que está vivo, morirá, que el día se volverá noche, el frío calor, la paz guerra, la verdad
mentira..., etc.
El conocimiento consiste precisamente en esto, en conocer la ley interna de
la naturaleza y no en lo que las cosas son, puesto que, dejarán de ser
inmediatamente. Cuando uno comprende esta ley entiende que las cosas no son un
puro caos sino que reina en el mundo una maravillosa armonía.
Con esta concepción del logos, el pensamiento de Heráclito alcanza una
dimensión antropológica y ética: los humanos participamos del logos y tenemos
nuestro logos particular, pero éste sólo será auténtico, el mejor, si se adecua al único
logos, el común, que Heráclito conoce y nos revela en sus aforismos. Heráclito utiliza
una metáfora que posteriormente utilizará Platón: distingue entre “los dormidos”,
aquellos que actúan y piensan conforme a un logos privado, como si sólo ellos tuvieran
razón, y “los despiertos”, los que conocen en logos común y saben que las cosas son lo
que son y no pueden ser de otra forma. Este logos común nos dice que la realidad es
contradictoria y armónica al mismo tiempo, una y múltiple, estable en el cambio;
los contrarios y opuestos se exigen unos a otros, no hay vida sin muerte, ni belleza
sin fealdad, ni bondad sin maldad; no hay luz sin sombra ni orden sin caos.
El pensamiento de Heráclito ha ejercido una notable influencia en la filosofía
posterior. Tal vez sea el autor presocrático que, junto con Parménides, tuvieron más en
cuenta filósofos posteriores como Platón y Aristóteles. Pero también es un autor cuyo
pensamiento ha sido excesivamente simplificado, ya que sólo se le reconoció como “el
filósofo del cambio o devenir”, sin llegar a tener en cuenta que su concepción del
devenir está íntimamente ligada a su concepción del logos o razón universal, lo cual
hace que su pensamiento sea mucho más profundo y sugerente.
Su insistencia en comprender la naturaleza desde la óptica de la tensión entre
elementos contrarios, es decir, desde la diferencia y no desde la pura identidad, le
convierte en el precursor de la dialéctica, es decir, de la concepción de la realidad en la
que ésta se explica a través del dinamismo, del conflicto no exento de orden y
proporción. Así se lo reconocieron filósofos posteriores como Hegel y Nietzsche,
aunque en el marco de la filosofía griega su pensamiento fuera desvirtuado o
simplificado, al oponerlo, de manera superficial, al planteamiento de Parménides.
6.5. PARMÉNIDES DE ELEA (540-470 a.C.).
En la costa occidental de la actual Italia (la Magna Grecia para el pueblo griego)
y, centrados en la ciudad de Elea, surgió una escuela de filósofos en la que la reflexión
sobre la naturaleza va tomando un nuevo rumbo menos cosmológico y más abstracto.
6.6.1. Introducción.
Los filósofos pluralistas del siglo V a. C. rescatan el mundo de las apariencias para
hacer una ciencia de la Naturaleza sin violar las leyes de la racionalidad. Política y
filosóficamente se hallan conectados con el pensamiento jonio. Han de explicar, para
superar los problemas planteados por Parménides (Lo que "es" no puede proceder de lo
que "no es", de una única realidad no puede derivarse la pluralidad), cómo son posibles,
racional y físicamente hablando, el movimiento, el cambio y la pluralidad. Y lo hacen
afirmando que:
1. No hay un único principio, sino que los principios son varios o infinitos en número.
2. No hay generación ni corrupción sino composición y descomposición de esos
principios originarios.
3. Afirman que las cosas cambian, o bien a raíz de la acción de unas fuerzas motrices, que
son capaces de poner en movimiento a los primeros principios; o bien porque esos
mismos principios tienen la capacidad del movimiento.
En resumen, los filósofos pluralistas trataron de reconciliar, filosóficamente
hablando, las tesis de Heráclito y Parménides. Todos ellos coinciden con Heráclito en la
afirmación de la realidad del movimiento que captamos por los sentidos, y trataron de
comprenderlo y explicarlo racionalmente mediante la unión y separación de partículas de
diferentes tipos que poseían las cualidades que Parménides predicaba del Ser:
incorruptibilidad, eternidad, plenitud, etc.
6.6.2. Empédocles de Agrigento (495-435 a.C. aprox.).
Nació en Agrigento (Sicilia) y abordó los problemas fundamentales de la
filosofía anterior, realizando una amplia labor de síntesis, lo cual dota a su pensamiento
Mileto como centro comercial y político, y por ello los intelectuales comienzan a acudir a
ella.
Precisamente Anaxágoras, aunque había nacido en la ciudad jonia de Clazomene
hacia el 500 a. C., fue el primer pensador que, atraído por la reforma de Pericles, se
trasladó a Atenas (hacia el año 479 a. C., aproximadamente) inaugurando así el período de
hegemonía cultural de aquella ciudad, lo que se conocerá con el nombre de “Ilustración
Griega”.
Admite la pluralidad y el movimiento, los cambios y transformaciones en la
naturaleza. Sostiene que todo existe desde siempre y nada nuevo puede originarse,
aunque sí combinaciones diferentes de los elementos iniciales. Las partículas actuales
proceden de una masa original especialmente compacta y maciza, sin intersticios ni
separación alguna. Todo lo que se produce y sucede es resultado de la mezcla de
innumerables elementos: «Nada viene a la existencia ni es destruido, sino que todo es resultado de la mezcla
y la división » (Fr. 17). Queda así explicada la pluralidad.
S. VI a.C.
Discurso racional Narración
simbólica
¿Por qué? Explicación Versa sobre el
racional de la origen mítico del
naturaleza y del hombre, el
Comercio hombre cosmos y los
dioses
Proceso y Intervención de
reacción crítica los dioses en los
Contacto con contra procesos
otras culturas naturales
Busca
LA POLIS
La necesidad La apariencia
Democra La ley
cia
Esencia Multiplicidad
Nueva moral y
justicia entre Unidad de la La Moira (Dioses
iguales Naturaleza y hombres
sometidos al
destino)
LOS JONIOS
Anaxímenes
585-524 El Arjé es el aire
rarefacción
Todo procede del aire mediante procesos de condensación
PITÁGORAS (572-496)
Pitagorismo
PARMÉNIDES
540-470
En su poema expone su pensamiento
HERÁCLITO
544-484
El Arjé es el fuego
Empédocles (495-435)
Describe la realidad como una esfera influencia de Parménides
Afirma que hay movimiento y pluralidad de seres influencia de Heráclito
¿cómo se
armoniza tierra
esto?
agua
fuego
Existen cuatro elementos eternos e imperecederos
aire
Solución
cualitativamente distintas
semillas
indefinidamente divisibles
Todas las semillas están en todo
El mundo se origina por medio de un torbellino
regido
por el
espíritu
nous
inteligencia
principio de
movimiento
LOS PLURALISTAS
DEMÓCRITO (460-370 a C)
Propósito Salvar la apariencia del mundo, respetando los principios del eleatismo
Para ello admite el vacío (el “no-ser”)
niega todo tipo de fuerzas distintas de la materia prima
Afirma el mundo está formado por infinitas partículas indivisibles
sólidas
llenas
ÁTOMOS inmutables
infinitos en número
carecen de cualidades sensibles
se distinguen por la figura
el orden
la posición
poseen movimiento propio
que se hace con la razón y la lógica, identificándose por tanto con la filosofía.
Como término aplicado al universo, el Logos, por ejemplo en Heráclito, es la
Razón Universal que justifica el orden, la regularidad y la armonía que apreciamos
en todas las cosas, incluyendo al ser humano.
21. MATERIALISMO: explicación de la realidad en la que sólo se recurre a principios
o elementos de tipo material, incluyendo también en esa explicación a la naturaleza
del ser humano. Está presente de modo latente en toda la filosofía presocrática,
pero son los atomistas los primeros que la desarrollaron de modo explícito.
Posteriormente, será una explicación que se repita en varios autores de la historia
de la filosofía ( por ejemplo, en Karl Marx ) y se opondrá a las explicaciones de
tipo idealista, es decir, a las que incluyan también principios o elementos de tipo
no material o espiritual.
22. MECANICISMO: doctrina cosmológica que explica los cambios en la naturaleza
y, por tanto, el orden cosmológico como el resultado azaroso del movimiento y
choque de partículas materiales. Fue defendida por los atomistas.
23. METAFÍSICA: término acuñado por Aristóteles que hace alusión a la reflexión
filosófica sobre los principios últimos de la realidad y a su fundamento racional. En
general, todo el pensamiento presocrático se desarrolla con tales objetivos.
24. MITO: narración fantástica de las gestas que, en un pasado atemporal, llevaron a
cabo dioses y héroes. Con ella se pretende explicar un interrogante cosmológico o
humano, a menudo relacionado con el origen del cosmos y de sus características.
En la cultura griega alcanzó su máximo esplendor y complejidad con las
aportaciones hechas por Homero y Hesíodo al conjunto de relatos tradicionales que
se transmitían de forma oral. A su modo, también supone una respuesta a la
pregunta por el fundamento del orden presente en el cosmos.
25. MONISMO: doctrina presocrática que explica el origen de todos los seres físicos a
partir de un solo principio o elemento, el cual es material y eterno.
26. NOUS: Para Anaxágoras, es la “inteligencia”, mecánica y material, que actúa
como motor impulsor de las homeomerías y causante, por tanto, de sus
combinaciones y mezclas, que han dado, a su vez, origen a todos los seres físicos.
Por ello, es la inteligencia que rige el cosmos y de la que el hombre también
participa.
27. ONTOLOGÍA: reflexión filosófica en torno al Ser, es decir, en torno a la realidad
desde un punto de vista abstracto y lógico. Aparece por primera vez en Parménides
como fruto de su análisis y estudio de las propiedades del Ser. Con el tiempo se
convirtió en una disciplina filosófica encuadrada dentro de la Metafísica.
28. ORFISMO: doctrina mística y religiosa que se debe al culto a Orfeo (compañero y
adorador de un dios que los griegos identificaron con Apolo). La tradición órfica
de los siglos V y IV a.C. enseñaba tres cosas: el cuerpo es una prisión del alma,
recomendaba una dieta vegetariana y creía que las impurezas pueden borrarse
mediante ritos de liberación. Tuvo bastante influencia en el pitagorismo, al entrar
en contacto esta corriente con los círculos órficos asentados en Italia. A su vez,
influirá posteriormente en Platón, el cual bebió de estas fuentes para elaborar su
concepción de la realidad y del ser humano.