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TEMA 1

EL PASO DEL MITO AL LOGOS: LOS FILÓSOFOS


PRESOCRÁTICOS
El paso del mito al logos: los filósofos presocráticos

INDICE

1. INTRODUCCIÓN

2. EL MITO COMO EXPLICACIÓN DE LA NATURALEZA

3. DEL MITO AL LOGOS


3.1. CONDICIONES SOCIOPOLÍTICAS
3.2. CARÁCTER ORIGINAL DE LA RELIGIÓN GRIEGA.
4. BASES CONCEPTUALES DE LA EXPLICACIÓN RACIONAL

5. EL CONCEPTO DE PHYSIS (NATURALEZA)

6. LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS


6.1. INTRODUCCIÓN

6.2. LA ESCUELA DE MILETO


6.2.1. INTRODUCCIÓN
6.2.2. TALES DE MILETO
6.2.3. ANAXIMANDRO DE MILETO
6.2.4. ANAXÍMENES DE MILETO
6.3. LA ESCUELA PITAGÓRICA

6.4. HERÁCLITO DE ÉFESO

6.5. PARMÉNIDES DE ELEA

6.6. LOS FILÓSOFOS PLURALISTAS


6.6.1. INTRODUCCIÓN
6.6.2. EMPÉDOCLES DE AGRIGENTO
6.6.3. ANÁXAGORAS DE CLAZOMENE
6.6.4. LOS ATOMISTAS: LEUCIPO DE MILETO Y DEMÓCRITO DE ABDERA
7. CONCLUSIONES

8. ESQUEMAS Y MAPAS CONCEPTUALES

9. VOCABULARIO BÁSICO DEL TEMA 1.

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El paso del mito al logos: los filósofos presocráticos

1. INTRODUCCIÓN.

El nacimiento de la Filosofía en Occidente se produce en el siglo VI a.C. en la


antigua Grecia, en concreto, en la ciudad de Mileto, situada en al costa jonia (la actual
Turquía). El surgimiento de este nuevo tipo de saber y su dedicación a los temas que
constituyeron el objeto de sus primeras investigaciones no puede entenderse al margen
de las condiciones sociales y políticas existentes.

La civilización griega comenzó a desarrollarse en una sociedad muy


jerarquizada, en la que todo el poder económico y político estaba en manos de una
aristocracia rural y guerrera. Esta situación se prolongó hasta que sucesivas crisis
económicas, en conjunción con factores tales como el aumento de la población y las
luchas entre aristócratas, ocasionaron algunos movimientos migratorios que tenían
como objetivo el establecimiento o la fundación de ciudades coloniales más abiertas y
tolerantes. La aparición de la moneda incrementó los intercambios comerciales y, con
ellos, los contactos con otros usos culturales. Se hizo posible entonces la crítica a los
contenidos de la tradición. A esta época de la civilización helénica se le ha llamado
periodo arcaico y discurrió, aproximadamente, entre los siglos IX y VI a. de C.

Antes de que surgiera la filosofía, como un intento de explicación racional del


mundo, los poetas (fundamentalmente, Homero y Hesíodo) habían construido una
imagen del mundo, imagen que le daba a éste una cierta coherencia aún a riesgo de
tener que dejar volar la imaginación para que las piezas de este rompecabezas encajaran.
Pero algunos de ellos, como el propio Hesíodo, ya se dieron cuenta de la necesidad de
exigir explicaciones más objetivas, de buscar una voluntad de verdad en las
explicaciones, en las narraciones, en los cuentos (mythoi).

Así pues, es,


sobre todo, durante
el siglo VI a. de C.,
y en las colonias
griegas de Asia
Menor, cuando los
primeros filósofos
escriben sus obras
movidos, no sólo
por la voluntad de
verdad, sino
también por el deseo
de información
objetiva para la vida
práctica. Si Hesíodo
aún podía seguir
pensando, por ejemplo, que el sol era como un carro conducido por Apolo, los primeros
filósofos dirán que es como una rueda que gira. La analogía dejar de ser personal o
personificada para ser más objetiva (aunque pueda seguir siendo, como en este caso,

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falsa). De esta manera, se va consolidando una nueva actitud vital e intelectual, que es el
principal soporte del origen la filosofía como un intento de hacer comprensible el
mundo circundante, que, en una primera mirada, resultaba asombroso al ser humano.

Los primeros filósofos critican el discurso mítico como forma de explicación de


la realidad y lo sustituyen por el discurso racional: es lo que tradicionalmente se
denomina en Historia de la Filosofía como “paso del mito al logos”. En realidad se
trataba de trasladar el impulso racionalizador surgido del intento de ordenar el nuevo
espacio político y social creado en torno a la polis (ciudad-estado) a la investigación
sobre la Naturaleza (physis). La polis democrática de Mileto había sustituido la fuerza
y el linaje como únicas herramientas válidas en la toma de decisiones sobre los asuntos
públicos por la argumentación y la palabra (logos).

Estos filósofos, denominados “ presocráticos ” más por los temas tratados que
por el hecho de ser, cronológicamente hablando, anteriores a Sócrates, hubieron de
enfrentarse al reto de buscar las primeras explicaciones sobre el origen del universo
(cosmogonía), su actual estructura y funcionamiento (cosmología) con la sola arma
de la razón y la observación de los hechos que sucedían a su alrededor. Así pues, como
un mismo saber indistinto, surgieron en nuestra cultura la filosofía y la ciencia. Esta
nueva mirada sobre la naturaleza propició una verdadera revolución intelectual. Desde
entonces, la cultura occidental cambiaría espectacularmente de rumbo, haciéndose para
siempre deudora de esta época de la civilización griega.

2. EL MITO COMO EXPLICACIÓN DE LA NATURALEZA.


A partir de los restos de cultura que han llegado hasta nuestros días (utensilios,
cerámica, sepulturas, pinturas rupestres, etc.), podemos ver que, desde los tiempos más
remotos, los grupos humanos ya intentaban dar
explicaciones a los interrogantes que les
planteaban la naturaleza y la sociedad: ¿por qué,
de pronto, el cielo se nubla, se producen rayos y
truenos y se pone a llover? ¿Por qué se pasa del
calor al frío? ¿Por qué vuelven las estaciones?
¿Cuál es la causa de las plagas, las epidemias, etc.?
¿Por qué unos dominan sobre otros?... Aunque
muy diversas, las primeras respuestas a estas
preguntas tienen algunas características comunes:
todas son de carácter religioso; es decir, todas
entienden los fenómenos naturales como resultado
de la acción de seres sobrenaturales, de
divinidades. Esta forma de interpretar o de explicar la realidad se ha denominado
pensamiento mítico. El mito es una narración que explica el origen o la naturaleza y
funcionamiento de una realidad, natural o social, en la que intervienen personajes
sobrenaturales que encarnan las fuerzas de la naturaleza o las estructuras de poder de la
sociedad.
Sin duda, estas narraciones nos parecerán fantásticas; pero si las examinamos a fondo,
observaremos que poseen una lógica (del griego “logos”, “razón”). En primer lugar, sólo
por el hecho de tratarse de una explicación, debe considerarse un producto de la capacidad

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humana de ir más allá de los datos de los sentidos y de buscar las causas de los fenómenos.
En este sentido, el pensamiento mítico representa un gran progreso del instrumento
adaptador que hemos llamado conocimiento. Ahora bien, como los protagonistas de este
tipo de narraciones son personajes sobrenaturales, los mitos adquieren a menudo un
carácter dogmático, porque se convierten en sagrados: así, serán objeto de veneración y,
por tanto, indiscutibles. Ésta es la cara negativa del mito: en este aspecto se convierte en un
lastre para el progreso del conocimiento.
Por eso, el paso siguiente en el progreso cognoscitivo humano será la aparición del
llamado pensamiento racional, un paso adelante en relación con el mítico, no tanto por sus
productos, las teorías científicas y filosóficas, como porque se trata de una nueva forma de
explicar la realidad. Lo cierto es que las explicaciones que ofrece el pensamiento racional,
sobre todo al principio, no difieren demasiado de las míticas, pero se presentan de una
forma radicalmente diferente: como hipótesis que pueden ser sometidas a la crítica, ya que
se trata de un producto humano donde no intervienen seres sobrenaturales. En muchas
historias de la filosofía, se fija el inicio del pensamiento racional en un momento
determinado (siglo VI a. de C.), en un lugar determinado (Mileto) y por obra de un
personaje determinado (Tales de Mileto).
Pero esto sólo es verdad en parte. Es cierto que con Tales de Mileto se inicia en
Occidente un tipo de pensamiento que contrasta con el mítico. Sin embargo, si al llamarlo
“racional” se quiere indicar que el otro era irracional, ya hemos visto que esta calificación
no resulta del todo adecuada. Cabe decir que este tipo de pensamiento no surge de golpe,
como resultado de una ruptura total con el anterior –aunque ciertos estudiosos lo hayan
creído así y algunos, incluso, hayan calificado su aparición de «milagrosa»-, y derivado de
un supuesto «genio griego». El que esta forma de pensamiento se iniciara en aquella
ciudad y en aquel momento se debió a que existían unas condiciones determinadas que lo
hicieron posible. Tampoco es cierto que la aparición del pensamiento racional sea un
fenómeno exclusivamente occidental; en la India y en China también surgen, más o menos
en la misma época, formas de pensamiento que se pueden calificar igualmente de
racionales, aunque sean muy diferentes. Las circunstancias que prepararon e hicieron
posible que, dentro del mundo griego y en una época determinada, se diera el paso del mito
a una nueva forma de pensar son, pues, muy diversas.
3. DEL MITO AL LOGOS.
3.1. Condiciones sociopolíticas.
Desde el punto de vista sociohistórico, la fragmentación de la sociedad griega en
póleis favoreció muchísimo el debilitamiento del dogmatismo del mito y un refuerzo de
la discusión y la crítica, es decir, del razonamiento. En contraste con las civilizaciones
vecinas -la persa, la egipcia, etc.-, que tenían una organización política fuertemente
centralizada en forma de grandes imperios, el mundo griego estaba formado por un
conjunto de pequeñas comarcas autónomas, llamadas “póleis”, que tenían diferentes
organizaciones políticas y sociales, diferentes leyes y diferentes sistemas económicos.
Podríamos decir que sólo tenían en común el hecho de que hablaban una misma lengua
y la conciencia de pertenecer a una misma cultura (creencias, religión, expresiones
artísticas, etc.). Los juegos olímpicos, que cada cuatro años reunían durante unos
cuantos días a representantes de todas las póleis, son una buena muestra de esta
conciencia.

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Siglos antes de la aparición de estas póleis eran las ciudades micénicas las que
ocupaban esos espacios, aunque organizadas
según una estructura radicalmente diferente, muy
similar a las estructuras políticas de los grandes
imperios como Babilonia y Egipto: en medio se
encontraba el palacio central, grande y sólido,
donde vivían el soberano y los otros gobernantes;
y en torno a él se extendía toda la red de viviendas
de los agricultores y de los artesanos (el demos, “pueblo”). Las invasiones de los dorios,
unos pueblos pastores del norte no tan cultos, desencadenaron una crisis de soberanía de
la civilización micénica que, a la larga, daría origen a la polis. El cambio social se
aprecia incluso en la configuración física de las ciudades: justo en el centro, en lugar del
palacio, dejaron un gran espacio vacío -el ágora- donde confluían las calles del
conjunto de viviendas construidas en torno a él. Los ciudadanos se dirigían al ágora para
discutir de «política», es decir, de cómo debían organizarse los asuntos relacionados con
la polis. Justamente en las discusiones que allí se suscitaban, encontramos el inicio del
discurso racional, el que fundamenta las afirmaciones en razones y no en la autoridad
divina.
Hay que tener presente también que, a causa de las invasiones dorias, muchos de
los habitantes de las ciudades micénicas tuvieron que emigrar; navegando, llegaron a las
islas del mar Egeo y, sobre todo, a las costas de Asia Menor, a Jonia, donde fundaron
ciudades que, al cabo de un tiempo, se convirtieron en centros comerciales. Para
potenciar el comercio, muchos de estos ciudadanos fueron estableciendo colonias a lo
largo de las costas del Mediterráneo y del mar Negro. Así conocieron nuevas culturas y
pudieron contrastar costumbres y formas de pensar. Además, antes de poder instalarse
definitivamente en un punto determinado, se habían visto obligados a vagar por el mar,
a sobrevivir con grandes dificultades e, incluso, a recurrir a la piratería. Esta vida
errante había favorecido una visión libre e irreverente del mundo, que debilitó sus lazos
con la tradición.
3.2. Carácter original de la religión griega.
Algo llama la atención sobre la religión griega que no está
presente en las demás religiones como la egipcia y la babilónica:
entre los griegos no existía una casta sacerdotal que se erigiera en
depositaria y conservadora de la pureza del mito. Los mitos griegos
se difundían y se aprendían de boca de los aedos, los poetas que de
ciudad a ciudad iban cantando las excelencias y las hazañas de
héroes y dioses. Como había muchos y muy distintos poetas, y no
sometidos a un poder central que velase por la interpretación
correcta sus relatos, los mitos, los relatos de los dioses y héroes, se
fueron modificando, interpretando según los gustos de las distintas
ciudades y de esta forma fueron perdiendo progresivamente el
aspecto sagrado.
Por eso, hacia los siglos VIII y VII, los mitos griegos ya tenían características
propias que los diferenciaban de los de las otras civilizaciones y los acercaban al
pensamiento racional. Los dioses griegos se habían hecho muy parecidos a los
hombres y, en consecuencia, no constituían modelos muy respetables: eran envidiosos,

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mentirosos, tramaban engaños, etc. En estos relatos míticos encontramos, incluso, a


humanos que se atrevían a desafiar a los dioses. Según esto, no resulta extraño que sea
en Grecia donde, pensadores audaces, se atreviesen a desafiar las explicaciones
religiosas y optasen por un modelo diferente, uno que prescindiese de dioses que, por
otra parte, no eran muy recomendables.
4. BASES CONCEPTUALES DE LA EXPLICACIÓN RACIONAL.
En líneas generales, podríamos afirmar que la filosofía presocrática surge en
estrecha conexión con los siguientes interrogantes:
a) ¿Cómo es la realidad observable y por qué es así y no de otro modo?
b) ¿Cómo podemos conocer esa realidad si se muestra cambiante?
Para responder a estas preguntas, los primeros filósofos comenzaron a desarrollar
toda una nueva serie de ideas o conceptos, que, en sus rasgos más generales, compartirán
la mayoría de ellos. Las respuestas, además, dieron lugar posteriormente a la aparición de
dos disciplinas filosóficas concretas:
a) la metafísica (la forma racional de estructurar y explicar la realidad).
b) la teoría del conocimiento (la forma de abordar y explicar nuestro
conocimiento de ella).
¿Qué es la realidad?
Su manera de entender la realidad está guiada por dos ideas principales:
1.- La búsqueda de lo permanente o común:
a) En primer lugar hay que distinguir entre lo que hay de PERMANENTE en las
cosas frente a lo que hay en ellas de CAMBIANTE, sus distintos estados o
apariencias.
b) Lo permanente, constituye a su vez la ESENCIA (lo que las cosas realmente son a
pesar de sus cambios posibles de apariencia y estado), frente a las
APARIENCIAS (lo que las cosas parecen ser).
c) Esta manera de ser constante es lo que hay de idéntico o común entre seres que
muestran apariencias diversas. La esencia es pues el fundamento de la UNIDAD
de las cosas frente a la MULTIPLICIDAD de sus estados o apariencias, así como
frente a la multiplicidad de individuos que la comparten.
2.- La búsqueda de lo permanente y común está asociada a una segunda convicción
fundamental: todo el universo se reduce, en último término, a uno o muy pocos
elementos. Esta convicción constituye otro de los pilares sobre los que se asienta la
investigación racional acerca del universo. A este principio último los griegos lo
denominarán “arjé”.
 ¿Cómo podemos conocerla?
a) Conocer las cosas será, por tanto, conocer lo que verdaderamente son, lo que tienen de
común y permanente (conocer su esencia).

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b) Por muy útil que sea el conocimiento sensible, los sentidos no bastan para
proporcionarnos el conocimiento. Antes al contrario, los sentidos nos muestran una
multiplicidad de individuos, de apariencias y estados cambiantes y accidentales.
c) Es necesario hacer un esfuerzo racional, intelectual para alcanzar el ser de las cosas.
Por lo que los griegos establecerán una dualidad en el conocimiento: razón frente a los
sentidos. Por un lado los sentidos nos ponen en contacto con las cosas y, por otro, la
razón nos hace llegar a la verdad de las mismas.

ESQUEMA CONCEPTUAL DE EXPLICACIÓN DE LA REALIDAD

- La unidad (lo común)


RAZÓN - Lo permanente
- Lo que es (ESENCIA)

CONOCIMIENTO REALIDAD

- La pluralidad (lo distinto)


SENTIDOS - Lo cambiante
- Lo que parece ser (APARIENCIA)

5. EL CONCEPTO DE PHYSIS (NATURALEZA).


Siendo la Naturaleza el objeto principal de investigación de los primeros filósofos,
veamos qué significado tiene para ellos este concepto. Se utiliza el término “naturaleza” en
dos sentidos:
a) Como el conjunto de seres que pueblan el universo, exceptuando las cosas producidas
por el hombre. En este sentido la naturaleza viene a coincidir con la totalidad del
universo. La naturaleza es un todo ordenado, un cosmos no un caos. El concepto de
naturaleza está vinculado al de necesidad, cada elemento está en su sitio y se comporta
del modo que le corresponde.
b) Cuando lo utilizamos para referirnos a conjuntos o clases de cosas (por ejemplo, la
"naturaleza" humana). En este sentido viene a significar lo que las cosas son, aquello
que denominábamos “esencia”, su modo permanente y constante de ser. Por ello, es la
naturaleza de cada elemento la que determina su lugar en el cosmos y su manera de
comportarse
Para los filósofos griegos, además, la naturaleza se concibe como un organismo
viviente, a diferencia de lo que ocurrirá en la Modernidad, donde se la concebirá siguiendo
el modelo de una máquina. La naturaleza no es algo estático, inerte. El universo, como
totalidad, muestra un orden dinámico en que los movimientos de los astros, las estaciones,

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las generaciones de los vivientes, etc. se suceden ordenadamente. La naturaleza es pues


dinámica. La naturaleza implica movimiento y actividad, siendo éstos intrínsecos y propios
al ser natural. Esta característica es lo que diferencia a los seres naturales de los artificiales.
En conclusión, queda claro que el gran problema a explicar en los inicios de la
filosofía fue el de la naturaleza y a él aplicaron los primeros filósofos esas nuevas ideas
o conceptos de los que hablábamos antes. Por ello, podemos comprobar su aplicación
efectiva para comprender el orden y funcionamiento de la naturaleza en las siguientes
ideas matrices:
1.- La diferencia entre esencia y la naturaleza de las cosas estriba en que el
segundo concepto tiende a explicar, además de lo que las cosas son realmente, su
comportamiento, sus actividades u operaciones propias, es decir, las consecuencias
de su dinamismo. Actúa como puente entre las dualidades, explicando cómo, a partir
de la unidad, surge la pluralidad, cómo de lo permanente surge lo aparente: preguntar,
pues, por la naturaleza es preguntar por lo que las cosas son para, a partir de ello,
explicar sus movimientos y procesos.
2.- Si, en último extremo, la filosofía pretendía encontrar un principio último que
diera una explicación satisfactoria de cómo y por qué es así la realidad, resulta que el
principio (“arjé”) o principios últimos son la naturaleza de las cosas. Y esto es así
pues:
a) Es aquello a partir de lo que se generan los seres del universo. El principio así
concebido es el origen.
b) Es aquello en que consisten los seres del universo (aquello de lo que están
formados). El principio así concebido es lo permanente, el substrato último.
c) Es aquello que es capaz de explicar las distintas transformaciones del universo. El
principio así concebido es causa.

6. LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS.


6.1. INTRODUCCIÓN
Acabamos de ver cómo al hombre griego se
le presenta la naturaleza en continuo proceso
de cambio. Así lo atestiguan los sentidos,
que muestran los fenómenos y los estados
cambiantes de las cosas; pero también se le
aparece como manifestación de una realidad
permanente, que se mantendría estable a
pesar de todos los cambios. Así pues, la
pregunta por la naturaleza implica buscar la
fuente y el origen de todas las cosas, su
principio, su arjé. De ahí que la pregunta
por la Physis se transforme en la pregunta
por el arjé de la misma. El arjé es el principio activo que gobierna todas las cosas,
unificando la diversidad aparente de los diferentes seres.

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Por otro lado, para comprender adecuadamente las respuestas y planteamientos de


estos primeros filósofos, debemos tener en cuenta que en su horizonte mental, bien
distinto del nuestro, había una serie de presupuestos comunes:
a) para el pensamiento griego la materia es eterna, está ahí desde
siempre, aunque pueda experimentar distintos procesos de
transformación, (es decir, los griegos no manejaron en absoluto del
concepto de “creación desde la nada”).
b) esa materia eterna no es estática o inerte, sino que experimenta una
serie de cambios cíclicos, ya sean debidos al propio carácter
dinámico de esa misma materia, ya a la intervención de principios o
fuerzas motrices, que la ponen en movimiento.
c) para los griegos, el tiempo era cíclico; es decir, los procesos de
transformación de la materia se producen en un marco temporal que
se va repitiendo de modo regular.
d) el movimiento de la materia es condición indispensable para que
surja cualquier tipo de cambio o transformación.
Ahora bien, ¿quiénes fueron los presocráticos? En primer lugar, al hablar de
“presocráticos ”, debemos tener en cuenta que no constituyeron un bloque compacto de
pensamiento, sino que, más bien, tal denominación hace referencia a varias tradiciones o
escuelas de pensamiento que se fueron esparciendo a lo largo de las costas griegas durante
los siglos VI y V a. d. C., aproximadamente. Además, la denominación genérica de
“presocráticos”, usualmente utilizada en la historia de la filosofía, es inexacta, ya que
algunos autores así llamados son coetáneos del propio Sócrates; es decir, no hay que
entender esta denominación en su estricto sentido cronológico, sino en un sentido más
amplio, ya que se les llama así por el tema o problema común del que se ocuparon (las
características de la naturaleza o Physis).
Se han utilizado diferentes criterios para agrupar a estos filósofos. Así, por
ejemplo, se han clasificado atendiendo al número de principios que proponen como arjé.
De este modo se habla de monistas cuando se recurre a un solo principio para explicar el
origen de las cosas; o de pluralistas, cuando basan su explicación de la naturaleza en más
de un principio o arjé. Por nuestra parte, intentaremos exponer a estos autores siguiendo
un cierto orden cronológico, lo cual no impide el recurso a los anteriores criterios,
fundamentalmente a la distinción entre filósofos monistas y pluralistas.
6.2. LA ESCUELA DE MILETO.

6.2.1. Introducción.
La práctica del comercio marítimo y la fundación de colonias en lugares tan
alejados como Sicilia o España permiten a las ciudades griegas de Asia Menor, como
Mileto o Éfeso, convertirse en verdaderos emporios de riqueza y prosperidad. La clase
de los mercaderes, dominante en estas ciudades, impone un carácter práctico y
"racional" a las decisiones políticas, aspecto que se traduce en la primacía de un
pensamiento más libre y flexible, con intereses muy diferentes del pensamiento
religioso rígidamente codificado en los mitos.

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En el siglo VI a. de C,, en las póleis


mas pujantes, situadas en las costas de Jonia,
surgieron, en un intervalo de tiempo
relativamente corto, las dos primeras formas
del pensamiento racional: la filosofía y la
ciencia. En el siglo VI, Mileto era una de las
ciudades más ricas y activas del mundo
mediterráneo. Estaba en contacto con las
grandes civilizaciones del Próximo Oriente,
como la persa y la egipcia. Al contrario que
las sociedades rurales, conservadoras de las
tradiciones y tendentes al dogmatismo, las
artesanales y comerciales, como Mileto son
más bien flexibles, expansivas, abiertas a las
innovaciones. La necesidad de aumentar la
producción y de abrir nuevas rutas
comerciales genera una serie de problemas técnicos que requieren nuevas soluciones y,
por tanto, estudios más minuciosos de los elementos y fenómenos naturales para poder
aprovechar las posibilidades que ofrecen y vencer las dificultades que plantean.
Las narraciones míticas tradicionales no sirven para proporcionar este tipo de
respuestas por lo que empieza a surgir un conjunto de experimentadores e ingenieros
que se dedican al estudio y a la resolución de problemas prácticos. Los primeros
filósofos fueron, precisamente, estos científicos y técnicos al servicio del desarrollo
económico: Tales, por ejemplo, inventó un sistema para calcular distancias en alta mar
por medio de la triangulación, y Anaximandro construyó una especie de reloj de sol y
diseñó mapas del cielo y de las tierras conocidas en su época. Esta dedicación al estudio
de la naturaleza les llevó a formular teorías generales sobre el origen y la composición
del universo que, a su vez, les servían para interpretar los fenómenos particulares.
De todos ellos sólo nos llegan o fragmentos de sus obras o las opiniones
recogidas sobre ellos de otros filósofos e historiadores posteriores (Es lo que se
denominan “doxografías”).
6.2.2. Tales de Mileto (624-546 a.C., aprox.)
Viajero inquieto y curioso, fue matemático, astrónomo
y político, con fama de “sabio distraído”. Aristóteles lo
consideró el primero de los físicos. De su pensamiento
filosófico, apenas sabemos nada.
Creía que la tierra descansaba sobre agua, que el agua
es el principio único de todas las cosas y que todas las cosas
están «llenas de dioses». Desconocemos si quería decir que
todas las cosas son - o se componen de- agua o, simplemente,
que la tierra procede de ella, puesto que sobre ella flota. Muy
probablemente Tales recogió estas ideas de la cosmología
egipcia y babilónica, además de sus observaciones personales (vivía en Mileto,
importante puerto de mar, y el agua es imprescindible para la vida). Cuando afirma que
«todas las cosas están llenas de dioses», probablemente se refería a que toda la

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naturaleza, compuesta básicamente de agua, tiene vida y movimiento propios; en ella,


todo está vivo y animado (hilozoísmo).
“Aunque la propuesta de Tales pueda parecer “rudimentaria”, dio un paso fundamental. Comenzó a creer en algo
natural, el agua, como clave de todo. En tanto que matemático y astrónomo, rechazaba las explicaciones míticas y
alegóricas. La formulación de hipótesis físicas para explicar el universo le convirtió en la excepción entre los griegos
de su tiempo.” [F. NIETZSCHE, La filosofía en la época trágica de los griegos. Obras Completas, Madrid, Aguilar,
1932: 329-330]

6.2.3. Anaximandro de Mileto (610-545 a.C., aprox.)


Discípulo de Tales, viajó mucho y participó en la vida pública de la ciudad.
Construyó una esfera celeste, descubrió la inclinación de la eclíptica y fijó los solsticios
y los equinoccios. Es el primer autor de escritos filosóficos de Grecia. Supuso que la
tierra tenía una forma esférica y ocupaba una posición central; también pensó que la
Luna no tenía luz propia, sino que es iluminada por el Sol, y que éste era de fuego y de
tamaño mayor que la Tierra,
Suponía que la sustancia original (el arjé) no podía ser ninguno de los elementos
concretos, como el agua, porque los unos son contrarios a los otros y, por tanto, ninguno
de ellos se puede convenir en su contrario. Consideró que todos debían provenir de una
sustancia primigenia que fuera indeterminada y, por consiguiente, pudiera adoptar
cualquier determinación. Por eso la llamó “ápeiron”, es decir, 'ilimitado', 'infinito' (de
las palabras griegas “a” no, y “peras” limitado).
A partir de esta sustancia original indiferenciada, se originaría todo el resto del
mundo visible. A causa del movimiento, en el interior del ápeiron se fueron separando
los contrarios -lo caliente y lo frío, lo seco y lo húmedo- y .se fueron diferenciando
zonas en que unos prevalecían sobre otros, De esta manera, se originaron los diversos
elementos -la tierra, el agua, el aire, el fuego-, que se fueron depositando en grandes
capas esféricas.
Este mundo evoluciona sin cesar porque los contrarios se invaden
continuamente: vemos, por ejemplo, que yendo de la primavera hacia el verano, el calor
domina cada vez más sobre el frío, hasta que prácticamente lo destierra; que la
oscuridad, a medida que se acerca la noche, se va imponiendo sobre la luz. etc. Pero el
dominio nunca será definitivo, puesto que el contrario volverá a tomar la iniciativa hasta
que sea él quien domine sobre el otro, “ya que se pagan pena y retribución mutuamente
por, su injusticia, según la disposición del tiempo". En estas palabras de Anaximandro
podemos ver que entendía las invasiones que hemos mencionado como actos de
injusticia que debían ser reparados según una ley invariable ("la disposición del
tiempo"). Esta dinámica de invasiones hace que todo esté en evolución constante; el
mundo no ha sido siempre igual. Las tierras emergidas no han tenido siempre la misma
disposición y tampoco han existido siempre los mismos animales, como demuestran los
fósiles marinos que se encuentran en las montañas. Los mismos hombres provienen de
otros animales: concretamente, de los peces. Además, este mundo nuestro no es el
único: en diversas regiones del espacio, constantemente van surgiendo y desapareciendo
otros mundos.
El gran mérito filosófico de Anaximandro es que su planteamiento del problema
de la Physis supone un cierto avance abstracto frente al de Tales: afirmar que el arjé es
algo indeterminado viene a significar que no es un elemento concreto y observable por

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los sentidos y, así, Anaximandro plantea una pura hipótesis mental, de la cual va
derivando una serie de consecuencias lógicas.
6.2.4. Anaxímenes de Mileto (585-524 a.C.)
Discípulo de Anaximandro, pensaba que todo tenían un principio único e
infinito, pero no indeterminado, sino concreto: era el
aire, del que todos los seres derivan por rarefacción
(convierte el aire en fuego) o condensación (transforma
el aire primero en viento, después en nube y, finalmente,
en agua, que sobre la tierra puede convertirse en piedra).
Concibe el mundo como algo vivo: “Lo mismo que
nuestra alma, que es aire, nos sostiene, igualmente el aire
envuelve al mundo entero”.
Lo destacable es que explica las transformaciones
partiendo de un mecanismo uniforme y observable
cotidianamente: los cambios de densidad. De tal manera
que las diferencias cualitativas entre las cosas se deben a diferencias cuantitativas: tener
más o menos aire y estar éste más o menos comprimido.
Al exponer como principio de la naturaleza el aire podría pensarse que hay un
retroceso con respecto a la concepción de Anaximandro, pues se pasa nuevamente de un
principio abstracto a un principio material. Sin embargo, tal retroceso es sólo aparente,
pues la introducción, por parte de Anaxímenes, de un criterio cuantitativo para explicar
las diferencias cualitativas que se observan en la materia será muy positiva para el
pensamiento posterior, ya que la ciencia se basa en el supuesto de que todas las
diferencias cualitativas pueden ser explicadas en términos cuantitativos, medibles y
cuantificables.
6.3. LA ESCUELA PITAGÓRICA.

La otra línea de pensamiento filosófico se inició unos cuantos años más tarde
(hacia el último tercio del siglo VI a. De C., en tiempos de Anaxímenes) en la Magna
Grecia, conjunto de ciudades griegas del sur de Italia, y por eso se la denomina filosofía
itálica. Se trata de un conjunto de doctrinas conocidas bajo la denominación general de
pitagorismo porque no se puede saber quién fue el autor de cada una de ellas, pero sí que
eran doctrinas compartidas por miembros de diversas comunidades fundadas por Pitágoras,
que las mantenían en secreto.
En el pitagorismo encontramos, junto con el
componente racional, un componente místico y
religioso, si bien diferente de la religión oficial de los
griegos basada en el culto a los famosos dioses olímpicos
(Zeus, Hera, Hefesto, etc.). Ésta era una religiosidad muy
externa, superficial, que se limitaba a «cumplir con los
dioses» siguiendo los ritos que prescribía el culto de cada
uno de ellos. Frente a esta forma de religión, se habían
introducido en el mundo griego, procedentes de Oriente,
otros movimientos religiosos más intimistas y mucho más
comprometidos con la vida de las personas: las religiones
mistéricas. Una de las más importantes fue el orfísmo.

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Estas doctrinas introdujeron en Grecia un nuevo esquema mítico para explicar la realidad,
un esquema que va a ser decisivo para el desarrollo de la filosofía (en particular va a
ejercer mucha influencia en la filosofía de Platón y de los pitagóricos).
Tanto los pitagóricos como los órficos creían que los hombres estaban
constituidos por dos componentes de naturaleza diferente: el cuerpo y el alma. Y no
sólo los humanos, sino todos los seres vivos y, en definitiva, toda realidad, ya que el
universo entero está vivo y tiene un alma, que es divina y de la cual las almas individuales
son sólo fragmentos; por eso, todas quieren volver a su origen y liberarse del cuerpo, que
no es sino una prisión. El cuerpo sólo puede ser abandonado por medio de la muerte, si
bien ésta normalmente no implica la liberación definitiva, ya que las almas se ven
sometidas a un ciclo de transmigraciones, es decir, pasan de un cuerpo a otro, que puede
ser de un hombre, de un animal o, incluso, de una planta. Para que el alma pueda acercarse
cada vez más a la divinidad y rompa así el ciclo de reencarnaciones, es necesario que,
mientras permanezca ligada al cuerpo, se vaya purificando, es decir, que se vaya liberando
de sus ataduras materiales. La finalidad de las comunidades pitagóricas era, pues,
básicamente la purificación del alma. El camino que proponen los pitagóricos para
purificarse y dejar que el alma salga del ciclo de las reencarnaciones es el del estudio, la
dedicación a una vida intelectual.
Y si el estudio era la vía para adquirir la perfección, no podía tratarse de un estudio
cualquiera, sino el de las actividades más elevadas a que se puede dedicar la naturaleza
humana: la ciencia más perfecta, Y los pitagóricos consideraban que la ciencia más
perfecta era la de los números y figuras geométricas y la música, que estimula el
sentimiento de lo que es armonioso. A diferencia de los que habían estudiado geometría
hasta entonces -sobre todo babilonios y egipcios-, que lo habían hecho con finalidades
prácticas: cálculos de transacciones económicas, distribución de víveres, medición de
campos, etc.-, los pitagóricos estudiaron las matemáticas por razones religiosas y las
entendieron de una manera puramente especulativa. Así, descubrieron una gran cantidad
de propiedades de los números y figuras, relaciones entre ellos, proporciones, etc.
Así pues, fueron sobre todo matemáticos, y recurrieron a sus conocimientos
matemáticos para elaborar sus teorías sobre la naturaleza (origen, sustrato, causa) de lo
real. Observaron que muchas propiedades y comportamientos de los objetos pueden
ser formulados matemáticamente, y supusieron que todos los seres del universo son
formulables matemáticamente [De esta intuición se nutre la ciencia actual]. Diversas
experiencias les convencieron de que los números son los principios de todas las
cosas (p.ej.: los intervalos entre las notas musicales de la lira pueden expresarse
numéricamente). Y entendieron los números espacialmente, confundiendo el punto
geométrico con la unidad aritmética. Las cosas se componen de números porque son
agregaciones de unidades-puntos.
Su cosmología intenta ser una explicación global del cosmos, aunque oscura y
enigmática. Creían que primero existió la Unidad (= lo limitado), rodeada por lo
ilimitado. Después, la unidad se escindió en dos: en medio se introduce el vacío de lo
ilimitado y surgen así el número 2 y la línea. Después se generan el 3 y el triángulo (la
figura plana más simple) y el 4 y el tetraedro (el sólido más simple). Describen el
mundo como un cosmos en armonía, anticipando en algunos aspectos las doctrinas de
Copérnico: el cosmos es una esfera en cuyo centro hay un fuego originario. Después
están los cuerpos celestes (Tierra, Luna, Sol, los cinco planetas y el cielo de las estrellas

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fijas, más la Anti-tierra, para completar el número 10 de los planetas). Todo este
conjunto está envuelto por una esfera de fuego. El movimiento de los astros y estrellas
produce una música maravillosa que no oímos por estar acostumbrados a ella desde el
nacimiento. Música y armonía, traducibles en números, son los principios del universo
pitagórico.
Fueron precisamente los
descubrimientos que hicieron en el campo
de las matemáticas los que acabaron por
determinar la postura de los pitagóricos
respecto al problema del arjé. Pero lo
específicamente pitagórico no se reduce al
cultivo de las matemáticas, sino que radica,
más bien, en la audaz extrapolación que
hacen de la matemática a todo el campo de
lo real. Al afirmar que “todas las cosas son
números”, los pitagóricos vienen a decirnos
que el número, la cantidad, es la base de
todo.
La trascendencia histórica de esta afirmación desborda los límites de la cultura
griega y pasa a ser un ingrediente básico de la ciencia moderna. Así, cuando Galileo, en el
siglo XVI, afirma que “el libro de la naturaleza está escrito en lenguaje matemático”, está
estableciendo un principio de notable influencia en toda la ciencia moderna.
6.4. HERÁCLITO DE ÉFESO (544-484 a.C., aprox.).
Nació hacia la segunda mitad del siglo VI a de C, Se sitúa en el tiempo entre
Pitágoras, a quien Heráclito criticó, y Parménides, que parece que le criticó a él. Era
hijo de la familia aristocrática más distinguida de la ciudad de Éfeso, una familia que
había heredado la dignidad real (basileus). Sin embargo, Heráclito, pese a estar
destinado a gobernar en su ciudad, renunció a sus derechos reales en favor de su
hermano y se retiró a los templos donde explicaba su filosofía.
Heráclito es el último de los pensadores que residieron en
Jonia y parece ser que conoció el pensamiento de los
autores de la Escuela de Mileto y el de la escuela
pitagórica, pero constituye una figura atípica, excepcional,
ya que ni fue un filósofo físico ni matemático, al estilo de
los planteamientos anteriores. En este hecho tal vez influya
la dificultad de interpretar adecuadamente los fragmentos
que de él se conservan, pues son de carácter corto y
enigmático. Parece ser que formaban parte de una obra
más amplia, pero, de todos modos, su estilo metafórico y
plagado de paradojas y contradicciones le valió ya en su
época el apodo de "el oscuro". En definitiva, su
pensamiento es original y está elaborado a partir de
aforismos.
En conjunto su obra se nos muestra como una invitación a la reflexión sobre la
realidad y el conocimiento que tenemos de ella. La realidad, tal y como aparece a los

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sentidos, es múltiple y cambiante: múltiple, porque se nos presenta una pluralidad de


cosas; cambiante, porque la experiencia de la generación y la destrucción de las cosas
forma parte de nuestra observación diaria y porque todas las cosas, sin excepción, están
sometidas al cambio y a la alteración. No hay nada que permanezca siempre igual; lo
que es claro se vuelve oscuro, el agua caliente se enfría, la fruta verde madura, el cuerpo
húmedo se seca, el niño crece y el hombre maduro envejece... Las cosas se nos
muestran de una manera, pero varían y dejan de ser como eran para pasar a ser de otro
modo, y de nuevo varían, y así indefinidamente.
Contemplémonos en el espejo y repasemos fotografías de cuando teníamos uno
o dos años. Decimos: "Soy yo cuando tenía..." o "Soy yo cuando fui a...". Sin embargo,
si reflexionamos un poco, ¿hasta qué punto la conciencia que tenemos de nosotros
mismos se corresponde con la realidad que vemos en las fotografías? Nuestro cuerpo ha
cambiado, nuestras ideas y sentimientos son diferentes, la misma percepción que
tenemos de nosotros también es distinta; sólo queda una imagen vaga de que esa
persona de la fotografía pertenece a nuestra experiencia vivida. Si observamos las cosas
con suficiente perspectiva, nos damos cuenta de que, incluso, aquellas realidades que
parecen más estables y menos sujetas al cambio y a la variabilidad -una montaña, una
roca, una bahía, el delta de un río-, están sujetas también al cambio continuo, de que
nada en la naturaleza se sustrae al cambio y a la variabilidad, de que el paso de las
estaciones y los años modifica continuamente los bosques, los ríos y las regiones. La
realidad se transforma continuamente, es variable, inestable. Aristóteles sintetizaba esta
visión cósmica de Heráclito con la fórmula griega panta reí, 'todo fluye', ‘todo
cambia’, ‘todo pasa’, El ser de las cosas parece que consiste en dejar de ser
continuamente lo que eran, en ser modificadas y convertirse, así, en otras cosas.
Heráclito afirma que el ser de cada cosa consiste en cambiar, en dejar de ser lo
que es para empezar a ser otra cosa. Pero esta idea complica mucho nuestro
conocimiento de las cosas: cuando decimos que una cosa es así es porque consideramos
que tiene unas características determinadas que hacen que la identifiquemos cada vez
que la vemos. Si las características cambian, ¿cómo podremos decir que es la misma
cosa? El conocimiento implica estabilidad y el cambio implica la imposibilidad del
conocimiento
Pero esto no significa que Heráclito considerase que no se
podía conocer nada. Encontró la solución mediante la introducción
de un nuevo concepto: el logos. Se trata de una palabra que puede
traducirse por 'razón', 'palabra', ‘plan’ ‘discurso’ 'razonamiento',
'ley'. Podríamos decir que, según Heráclito, el logos es lo que hace
que las cosas, aunque cambian y son múltiples, tengan unidad
y, al mismo tiempo y por eso mismo, permite que podamos
conocerlas.
Es cierto que todas las cosas cambian; pero, justamente, si
no lo hicieran, no podrían "ser" lo que son. El auténtico discóbolo
no es la célebre estatua de Mirón, que está siempre igual (en la
misma posición), sino el atleta que ahora tiene el disco en la mano
y, al cabo de un momento, ya no lo tiene. Para ser discóbolo hay
que llevar a cabo unos cambios, pero no unos cambios
cualesquiera, sino unos cambios determinados siguiendo un orden.

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Del mismo modo, en la naturaleza todo cambia, pero no al azar, sino siguiendo un
orden. No se trata, sin embargo, de un orden cualquiera, sino de lo que podríamos
llamar “el Orden”. El único conocimiento verdadero y firme es el conocimiento de
ese orden, de ese logos, del plan de la naturaleza en el que todas las cosas tienen su
lugar.
¿Y en qué consiste este orden? Pues precisamente en que las cosas cambien y se
conviertan precisamente en su contrario. El logos, el plan que la naturaleza dispone para
todas las cosas Heráclito también lo llama “Pólemos” que en griego significa “guerra”;
podríamos decir que la guerra es la ley de la naturaleza, una guerra entre enemigos
contrarios, un “fuego” constante, lucha de contrarios. De esta forma sabemos que lo
que está vivo, morirá, que el día se volverá noche, el frío calor, la paz guerra, la verdad
mentira..., etc.
El conocimiento consiste precisamente en esto, en conocer la ley interna de
la naturaleza y no en lo que las cosas son, puesto que, dejarán de ser
inmediatamente. Cuando uno comprende esta ley entiende que las cosas no son un
puro caos sino que reina en el mundo una maravillosa armonía.
Con esta concepción del logos, el pensamiento de Heráclito alcanza una
dimensión antropológica y ética: los humanos participamos del logos y tenemos
nuestro logos particular, pero éste sólo será auténtico, el mejor, si se adecua al único
logos, el común, que Heráclito conoce y nos revela en sus aforismos. Heráclito utiliza
una metáfora que posteriormente utilizará Platón: distingue entre “los dormidos”,
aquellos que actúan y piensan conforme a un logos privado, como si sólo ellos tuvieran
razón, y “los despiertos”, los que conocen en logos común y saben que las cosas son lo
que son y no pueden ser de otra forma. Este logos común nos dice que la realidad es
contradictoria y armónica al mismo tiempo, una y múltiple, estable en el cambio;
los contrarios y opuestos se exigen unos a otros, no hay vida sin muerte, ni belleza
sin fealdad, ni bondad sin maldad; no hay luz sin sombra ni orden sin caos.
El pensamiento de Heráclito ha ejercido una notable influencia en la filosofía
posterior. Tal vez sea el autor presocrático que, junto con Parménides, tuvieron más en
cuenta filósofos posteriores como Platón y Aristóteles. Pero también es un autor cuyo
pensamiento ha sido excesivamente simplificado, ya que sólo se le reconoció como “el
filósofo del cambio o devenir”, sin llegar a tener en cuenta que su concepción del
devenir está íntimamente ligada a su concepción del logos o razón universal, lo cual
hace que su pensamiento sea mucho más profundo y sugerente.
Su insistencia en comprender la naturaleza desde la óptica de la tensión entre
elementos contrarios, es decir, desde la diferencia y no desde la pura identidad, le
convierte en el precursor de la dialéctica, es decir, de la concepción de la realidad en la
que ésta se explica a través del dinamismo, del conflicto no exento de orden y
proporción. Así se lo reconocieron filósofos posteriores como Hegel y Nietzsche,
aunque en el marco de la filosofía griega su pensamiento fuera desvirtuado o
simplificado, al oponerlo, de manera superficial, al planteamiento de Parménides.
6.5. PARMÉNIDES DE ELEA (540-470 a.C.).
En la costa occidental de la actual Italia (la Magna Grecia para el pueblo griego)
y, centrados en la ciudad de Elea, surgió una escuela de filósofos en la que la reflexión
sobre la naturaleza va tomando un nuevo rumbo menos cosmológico y más abstracto.

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Tradicionalmente se ha atribuido a Jenófanes, natural de Colofón (Asia Menor), la


fundación de esta escuela.
Parménides es el pensador más importante de esta
escuela. Nació en la ciudad de Elea hacia el 515 a. C.,
aproximadamente, en el seno de una familia aristocrática.
Es legislador de su ciudad, en donde no hay todavía un
sistema democrático. Fue discípulo de Jenófanes y de
Anaxímenes y estuvo bastante influido por el pitagorismo
a través de Aminias. Precisamente, la escuela eleática, en
general, y, Parménides, en particular, van a profundizar la
herencia filosófica del pitagorismo en la línea de una
mayor racionalización de la propia filosofía. Todavía los
pitagóricos habían distinguido y aun opuesto el testimonio
cambiante de los sentidos a la realidad inmaterial que
descubre la razón, aunque dando un mayor valor a esto
último frente a los sentidos; sin embargo, los eleáticos van a descalificar completamente
este testimonio sensorial a favor de los datos puramente abstractos o racionales.
La influencia de Parménides no fue sólo importante en los autores
inmediatamente posteriores (pluralistas), sino también en el pensamiento de la gran
tradición griega de Sócrates, Platón y Aristóteles. En la búsqueda de los valores morales
de Sócrates, en la teoría de las ideas de Platón y en la explicación aristotélica de la
naturaleza y del movimiento encontramos la huella de la concepción del ser que
Parménides nos presenta. En este contexto, Parménides se erige en el defensor de la
forma de racionalismo más extremo. Con él, la reflexión sobre la Physis experimenta un
decisivo giro: el pensamiento de Parménides convierte la cosmología en el estudio
del ser y de sus propiedades, en una ontología, y desarrolla, a la vez, un estudio sobre
el conocimiento, una gnoseología, que distingue entre el conocimiento sensible y el
conocimiento racional, entre la verdad y la mera apariencia. Así, partiendo del uso
exclusivo de la razón, deduce todas las características de la realidad, todo lo que se
puede saber y todo lo que se puede decir o pensar. El resultado es el mayor ataque que
contra el sentido común jamás se haya hecho pues niega las características del mundo
tal y como nos lo muestran los sentidos.
Parménides escribió un poema filosófico del cual nos han llegado unos ciento
cincuenta versos que se agrupan en un proemio o introducción y dos partes: la Vía de
la verdad y la Vía de la opinión. El proemio y la primera parte se conservan casi
enteros, pero de la segunda parte sólo nos han quedado algunos fragmentos. Está escrita
como si fuera la revelación de una diosa, como si se tratara de un mito.
En la Vía de la verdad, la diosa plantea a Parménides una dualidad: existen dos
vías, dos caminos, a través de los cuales se puede intentar buscar la verdad y obtener el
conocimiento. De estas dos vías, una es practicable y nos lleva a buen puerto; la otra, en
cambio, no lleva a ninguna parte: nos conduce a un callejón sin salida. La vía de la
verdad es la que afirma que el ser es y que el no-ser no es, y niega que el no-ser sea
y que el ser no sea. El no-ser, la nada, nos dice Parménides, es impensable porque todo
pensamiento lo es de alguna cosa y se piensa el ser.

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En este sentido Parménides afirma la identidad del ser y el pensar, porque


hay lo mismo en pensar y en ser. El no ser no se puede pensar y sólo lo que es puede ser
pesado; luego ser y pensamiento vienen a ser lo mismo.
La reflexión de Parménides parece conducirnos a un pensamiento trivial y
tautológico, la afirmación del principio de identidad: lo que es, es; y lo que no es, no
es.
En el fondo de la propuesta de Parménides existe una problemática lingüística:
ser es un verbo que tiene un valor predicativo (“ser”) y existencial (“existir”). Por
ejemplo, podemos afirmar que “el unicornio es blanco” sin comprometernos con la
existencia o no de los unicornios. En este ejemplo el verbo “ser” tiene un valor
predicativo y solo sirve para conectar un sujeto con un predicado. Parménides niega la
posibilidad de una predicación negativa como procedimiento lógico -que el ser no sea o
que el no-ser sea- porque ésta supone la afirmación de la no-existencia.
Afirmaba también Parménides que el Ser
puede ser pensado, contrariamente al no Ser, que
no puede serlo. ¿Por qué? Pues porque pensar en
el no Ser es como pensar en nada; y pensar en
nada es lo mismo que no pensar, ya que pensar es,
por fuerza, pensar en algo. Por ello, cuando
pensamos, lo hacemos necesariamente en el Ser,
lo único que puede ser pensado. Ello viene a
significar que las condiciones del Ser y del pensar
coinciden, son como las dos caras de una misma
moneda.
Parménides hace derivar de la afirmación del ser y la negación del no-ser unas
consecuencias que resultan sorprendentes.
• En primer lugar, el ser ha de ser único porque, si hubiera más de uno, ¿qué
los distinguiría o separaría? ¿El no-ser? Éste no es y, por tanto, tampoco puede
distinguir ni separar, No los podría separar o distinguir el ser, porque éste sería lo
mismo que aquello que –supuestamente- separaría. Por la misma razón, el ser tampoco
tiene partes -¿qué separaría una parte de la otra?- es, pues, indivisible y continuo; es
homogéneo, no es más en un lugar que en otro, no tiene gradación; ha de ser compacto,
pleno y macizo (similar a una esfera), sin ningún vacío en ninguna parte. La negación
del vacío es la respuesta de Parménides a la suposición de los pitagóricos según la
cual la realidad está constituida por unidades, lo que exige la existencia del vacío
entre unas unidades y otras.
• El ser es inengendrado o ingénito e imperecedero; no era, ni será, ni llegará
a ser, entendiendo el pasado como ser lo que ahora no es y el futuro como no ser ahora
lo que después será. Porque si se admitía cualquiera de estas dos posibilidades, ¿de
dónde procedería el ser? O, ¿que devendría el ser? No puede proceder del no-ser ni
convertirse en no-ser porque éste ni es pensable que sea; no puede proceder tampoco del
ser ni convertirse en ser porque ya es.
• Por tanto, el ser es eterno, con lo que queda excluida toda creación entendida
como producción a partir de la nada, como devenir lo que no es previamente. Los
conceptos de nacimiento y de destrucción, de cambio y de movimiento, quedan

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totalmente excluidos: el ser no puede cambiar ni moverse o dejar de ser en algún


momento, porque toda modificación o devenir de cualquier tipo implica, o bien no ser, o
bien dejar de ser, y ambas posibilidades deben ser rechazadas porque son irracionales.
El ser es, pues, inmutable e inmóvil.
• Finalmente, el ser de Parménides es limitado, porque si fuera ilimitado
carecería de algo, de límites o de forma, y el ser no puede carecer de nada. En todo caso
otros eléatas, como Meliso de Samos, argumentarían en sentido inverso: el ser es
ilimitado porque si fuera limitado ¿Con qué limitaría? Por las mismas razones de
siempre no puede ser ni el ser ni el no ser.
Así pues, en nombre de la lógica y atendiendo sólo a la razón, Parménides llegó
a una conclusión extraña: no existe pluralidad, no hay movimiento ni cambio, no hay
nacimiento ni destrucción. Si de la unidad no puede surgir la pluralidad y estamos
obligados a aceptar la existencia de una única realidad, el movimiento y la pluralidad
son algo incomprensible e inaceptable para la razón humana. Su insistencia en lo
permanente le lleva a eliminar o rechazar el movimiento o cambio de apariencia en las
cosas. Pero esto significa eliminar el conocimiento sensible, sobrevalorando la razón
abstracta. Semejante visión monista de la realidad es una exigencia necesaria de la
razón, del lógos. Pero Parménides tiene una noción abstracta, formal, del ente o de la
realidad: prescinde de todas las características que diferencian a los seres/entes reales.
6.6. LOS FILÓSOFOS PLURALISTAS.

6.6.1. Introducción.
Los filósofos pluralistas del siglo V a. C. rescatan el mundo de las apariencias para
hacer una ciencia de la Naturaleza sin violar las leyes de la racionalidad. Política y
filosóficamente se hallan conectados con el pensamiento jonio. Han de explicar, para
superar los problemas planteados por Parménides (Lo que "es" no puede proceder de lo
que "no es", de una única realidad no puede derivarse la pluralidad), cómo son posibles,
racional y físicamente hablando, el movimiento, el cambio y la pluralidad. Y lo hacen
afirmando que:
1. No hay un único principio, sino que los principios son varios o infinitos en número.
2. No hay generación ni corrupción sino composición y descomposición de esos
principios originarios.
3. Afirman que las cosas cambian, o bien a raíz de la acción de unas fuerzas motrices, que
son capaces de poner en movimiento a los primeros principios; o bien porque esos
mismos principios tienen la capacidad del movimiento.
En resumen, los filósofos pluralistas trataron de reconciliar, filosóficamente
hablando, las tesis de Heráclito y Parménides. Todos ellos coinciden con Heráclito en la
afirmación de la realidad del movimiento que captamos por los sentidos, y trataron de
comprenderlo y explicarlo racionalmente mediante la unión y separación de partículas de
diferentes tipos que poseían las cualidades que Parménides predicaba del Ser:
incorruptibilidad, eternidad, plenitud, etc.
6.6.2. Empédocles de Agrigento (495-435 a.C. aprox.).
Nació en Agrigento (Sicilia) y abordó los problemas fundamentales de la
filosofía anterior, realizando una amplia labor de síntesis, lo cual dota a su pensamiento

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de un carácter ecléctico. Tuvo múltiples inquietudes investigadoras pues la tradición nos


lo presenta como una mezcla de médico, mago, filósofo y científico, entre otras cosas.
Su figura está rodeada de un halo de leyenda pues, por ejemplo, se afirma que murió
arrojándose al volcán Etna para purificarse y penetrar en el seno de la Tierra. Escribió
dos poemas de los que se conservan bastantes fragmentos: Acerca de la Naturaleza y
Purificaciones. El primero aborda temas de carácter cosmológico, y, el segundo, de
carácter teológico o místico.
Aceptó como evidente el razonamiento de Parménides según el cual ninguna
realidad nueva puede originarse. Por consiguiente, y puesto que de hecho existen
muchas cosas, para no negar la evidencia de los hechos que nos muestran los sentidos,
hubo de admitir también que todo existe desde siempre. Para Empédocles, la realidad es
esférica y en su interior encontramos cuatro elementos o raíces de todas las cosas:
fuego, aire, agua y tierra, a partir de los cuales, y tras su mezcla, se van a generar
todos los seres. La mezcla o combinación de estos elementos se produce por dos
fuerzas cósmicas, el Amor y el Odio, que actúan como fuerzas de atracción y
repulsión, respectivamente.
Para Empédocles, gracias a la acción conjunta de estas fuerzas, en el cosmos se
repite eternamente el mismo ciclo. Al principio hay una esfera presidida por el Amor y
los cuatro elementos se encuentras mezclados formando una masa o materia
homogénea. A continuación, al intervenir el Odio, se van separando unos elementos de
otros, formando la pluralidad de seres que conocemos. En una tercera fase, el Odio
triunfa por completo y los elementos se separan totalmente, distribuyéndose en cuatro
esferas concéntricas que, del centro a la periferia, se atienen a este orden: tierra, aire,
agua y fuego. Finalmente, el ciclo comienza de nuevo, al volver a intervenir el Amor y
reiniciar la mezcla de esos cuatros elementos.
Aunque Empédocles exprese su pensamiento en unos términos ciertamente
poéticos o metafóricos, no nos debemos dejar engañar por tal modo de expresión. El
Amor y el Odio no son en este contexto sentimientos propios de la conducta humana,
sino fuerzas que dirigen el proceso de combinación o separación de los elementos
(fuerzas que la física posterior denominará “fuerza centrípeta” y “fuerza centrífuga”,
respectivamente). Tal vez Empédocles se encontró con la dificultad de no tener a mano
los términos apropiados o exactos para referirse a la acción de tales fuerzas y de ahí que
tuviera que recurrir a expresiones del ámbito de la vida humana, pues de sobra es sabido
por todos que el amor une o vincula a las personas mientras que el odio tiene justamente
las características opuestas.
Además, Empédocles incluye, en su explicación de la
Physis, elementos ya señalados por filósofos anteriores como Tales
( agua ), Anaxímenes ( aire ) y Heráclito (fuego ), codificando así
los cuatro elementos fundamentales de la física griega, los cuales
permanecerán como propiedades básicas de la materia hasta la
revolución científica de los siglos XVI y XVII.
6.6.3. Anaxágoras de Clazomene (500-428a.C. aprox.).
A finales del siglo VI a. C. los persas destruyen las ciudades jonias y, con ellas, su
cultura y su comercio. A partir de la victoria de Salamina (480 a. C.) se recobra el dominio
griego de las ciudades jonias y se convierten en colonias de Atenas. Atenas sustituye a

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Mileto como centro comercial y político, y por ello los intelectuales comienzan a acudir a
ella.
Precisamente Anaxágoras, aunque había nacido en la ciudad jonia de Clazomene
hacia el 500 a. C., fue el primer pensador que, atraído por la reforma de Pericles, se
trasladó a Atenas (hacia el año 479 a. C., aproximadamente) inaugurando así el período de
hegemonía cultural de aquella ciudad, lo que se conocerá con el nombre de “Ilustración
Griega”.
Admite la pluralidad y el movimiento, los cambios y transformaciones en la
naturaleza. Sostiene que todo existe desde siempre y nada nuevo puede originarse,
aunque sí combinaciones diferentes de los elementos iniciales. Las partículas actuales
proceden de una masa original especialmente compacta y maciza, sin intersticios ni
separación alguna. Todo lo que se produce y sucede es resultado de la mezcla de
innumerables elementos: «Nada viene a la existencia ni es destruido, sino que todo es resultado de la mezcla
y la división » (Fr. 17). Queda así explicada la pluralidad.

Llama a los elementos o


«principios» iniciales “semillas”
(spérmata), que son cualitativamente
distintas y divisibles hasta el
infinito. En cada cosa hay semillas
de todas las demás y “todo participa
de todo”: de todas las sustancias que
conocemos existen desde siempre
partículas diminutas, acumuladas las
de una misma clase en cada objeto
natural -homeomerías en el caso del
hombre-; pero en cada objeto están
presentes partículas de todos los demás. Como todos los presocráticos, Anaxágoras, en
efecto, se preguntaba cómo era posible, por ejemplo, que la hierba se convierta en carne
– es decir, en la vaca que la come -. Si es verdad que nada da lo que no tiene, la hierba,
concluyó nuestro filósofo, sólo puede ser carne porque en ella hay, de algún modo,
carne, es decir, “semillas de carne”. Un objeto determinado puede pasar fácilmente a ser
otro distinto, si llegan a predominar las semillas del segundo: en el plomo predominan
las partículas de plomo, pero están presentes también las de todos los demás objetos del
universo, aunque sea en cantidades mínimas.
Explica la pluralidad de objetos e individuos en el universo y los cambios -
generación de nuevos seres, corrupción y destrucción, transformación- por la mezcla o
disgregación de las semillas. El universo se originó mediante un remolino o torbellino
que proporcionó el movimiento inicial y las primeras fuerzas de carácter mecánico (sólo
identificó el aire, el éter y otros elementos como causas). Su sistema, por tanto, se sitúa
entre una concepción finalista y otra mecanicista.
Como Parménides había hablado de una Esfera inmóvil, Anaxágoras postuló un
«principio de movimiento» que diera el impulso inicial a la Esfera: le llamó «Noûs»
(Entendimiento, Inteligencia, Espíritu), la causa que imprimió a toda esa masa inerte
un movimiento en forma de remolino. El Noûs es algo separado, distinto, de la masa
de semillas; nada lo limita y es completamente autónomo; lo conoce todo y tiene el
máximo poder. Es la cosa más sutil y pura de todas.

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La filosofía de Anaxágoras supone, entre otras cosas, la formulación, por primera


vez en la historia de la filosofía, de la existencia de una inteligencia ordenadora, separada
de la materia, que es la causante del movimiento. Tanto Platón como Aristóteles
reconocerán posteriormente la gran aportación que esta afirmación suponía, pues parecía
que se estaba dando paso a una concepción teleológica de la Physis, es decir, parecía que
se suponía que el universo en su totalidad está ordenado conforme a un fin determinado,
establecido de antemano por esa inteligencia ordenadora. Sin embargo, también ambos
autores le reprocharán a Anaxágoras que, después de designar al nous como primera fuerza
motriz, separada por completo de la materia a la que mueve, no lo utilice más en su
explicación del cosmos, con lo cual parecía que su función ya habría terminado.
6.6.4. Los atomistas: Leucipo de Mileto y Demócrito de Abdera.
Leucipo nació en Mileto y fue maestro de Demócrito. Ambos son los creadores
del atomismo. Leucipo fue el iniciador pero de él se conoce muy poco, por ello casi
todo se atribuye a su discípulo.
Demócrito nació en Abdera (Tracia) en el año 460 a. C.
en el seno de una familia acomodada y vivió más de cien
años. Fue contemporáneo de Sócrates y del joven Platón
(el cual criticó sus teorías sin mencionarlo
explícitamente en sus diálogos). Por ello, referirse a él
como “presocrático” no deja de ser un poco forzado,
puesto que su pensamiento, ya claramente racionalista,
expresa un momento más evolucionado de la filosofía
griega. Pero, por su doctrina cosmológica y su filosofía
de la naturaleza, se le sigue incluyendo entre los
pensadores presocráticos. Visitó Atenas y Asia. Escribió
más de sesenta obras en las que se trataban cuestiones de ética, física, matemáticas,
música, literatura y temas técnicos.
Filosóficamente hablando, Demócrito, con su maestro Leucipo, ofreció una
respuesta audaz y radical a Parménides. Acepta dos de las condiciones de la filosofía
parmenídea:
1. De una única realidad no puede originarse la pluralidad.
2. Lo real tiene todas las características descritas por Parménides menos dos: la
esfericidad como única forma y la unicidad.
Demócrito coincide con Anaxágoras en concebir la realidad formada por una
pluralidad infinita de elementos, a partir de los cuales se originan todas las cosas. Pero
esos elementos primigenios, en número infinito, como ya hemos dicho, no son
diferentes entre sí, como ocurría en el planteamiento de Anaxágoras, sino que poseen
todos la misma naturaleza. Demócito los llamó “átomos” (palabra griega que significa,
literalmente, “sin parte”, y que, por extensión, viene a significar “parte mínima e
indivisible de la materia”). Los atomistas consideraron que sólo se pueden dividir hasta
el infinito las realidades matemáticas, pero no las físicas. De ahí que, en la división de la
materia, se llegue hasta esa parte mínima, indivisible, al átomo. Básicamente, la realidad
es totalmente homogénea al estar constituida por multitud de elementos idénticos: los
átomos.

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El paso del mito al logos: los filósofos presocráticos

Cada átomo es inengendrado, indestructible, indivisible, inmutable, finito,


compacto y homogéneo. Además, son infinitos en número y figura. No son visibles a
simple vista. Las únicas diferencias entre los átomos son meramente cuantitativas: se
diferencian entre ellos en forma, orden, posición y tamaño. Los átomos componen por
agregación los distintos cuerpos perceptibles. Las diferencias cualitativas entre éstos
dependen de la constitución de estos conglomerados
Hay, por consiguiente, en el planteamiento atomista un claro predominio de lo
cuantitativo sobre lo cualitativo; es más, lo
cualitativo en sí mismo no existe, las
cualidades que muestran los cuerpos no son
otra cosa que el resultado de la forma concreta
en que los átomos se agrupan. La cualidad,
pues, no es una propiedad de las cosas mismas,
sino el aspecto exterior con que se nos
presentan los átomos al agruparse: “por
convención el color, por convención lo dulce, por convención
lo salado, pero en realidad existen sólo átomos y vacío”
(Demócrito, fragmento 125).
Ahora bien, ¿cómo es posible que los átomos se agrupen para dar lugar a los
distintos cuerpos que forman la Physis? Empédocles y Anaxágoras habían recurrido a
fuerzas externas para explicar la unión o disolución de los elementos que componen las
cosas. Por el contrario, el postulado fundamental en el que se basa la teoría de los
atomistas afirma que no es necesaria tal causa externa para explicar el movimiento de
los átomos: el movimiento es una propiedad esencial de la materia, los átomos
tienen la capacidad de moverse por sí mismos.
Juntamente con los átomos, y en contraposición a Parménides, los atomistas
afirman la existencia del vacío. El papel desempeñado por el vacío es decisivo. No
solamente hace posible la pluralidad (ya que es lo que separa a los átomos) sino que
también hace posible el movimiento, porque, si no hubiera vacío, los átomos no podrían
moverse.
Así pues los elementos esenciales del atomismo son los átomos y el vacío.
Desde siempre (a diferencia de Anaxágoras, no hay un movimiento o impulso inicial) el
Universo ha estado lleno de infinitos átomos moviéndose eterna y libremente en el
vacío. Así, los átomos, moviéndose por sí mismos en el vacío, forman un torbellino en
el curso del cual chocan y se entrelazan formando los cuerpos y el universo en su orden
actual. Los átomos pueden entrelazarse puesto que tienen distintas figuras (si tuvieran
todos, por ejemplo, forma esférica, no podrían engancharse los unos con los otros y dar
origen a los objetos del cosmos). Además, los átomos más ligeros salen hacia fuera y los
más pesados caen hacia el centro; así, después de diferentes etapas, van apareciendo los
diferentes elementos que configuran el universo como resultado de la unión de los
diferentes tipos de átomos.
Ahora bien, ¿por qué surgió este cosmos y no cualquier otro?, o, ¿cabría pensar
en la posibilidad de que no hubiera surgido cosmos alguno? Para los atomistas, no
existe ningún fin específico por el que los átomos se unan parea constituir los cuerpos
del cosmos tal y como los conocemos; este cosmos, como cualquier otro que quepa
imaginar, surge por azar, por el puro choque mecánico, sin objetivo predeterminado, de

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El paso del mito al logos: los filósofos presocráticos

los átomos en el vacío. La concepción atomista es un modelo mecanicista de la


naturaleza llevado hasta sus últimas consecuencias. El universo no está presidido por
plan alguno trazado por una inteligencia trascendente, ni existe tampoco una finalidad
inmanente que preste inteligibilidad a los procesos naturales. De esta manera "el
universo es el resultado de una necesidad ciega y opaca que, para el ser humano, viene a
confundirse con el azar".
Como recordarás, la pregunta fundamental de la filosofía griega es por qué
hay orden y no caos. Lo cierto es que, hasta Anaxágoras y Demócrito, los filósofos se
preocuparon, sobre todo, por la descripción del orden que observaban en el universo,
pero no por su fundamento o razón. Anaxágoras y Demócrito fueron los primeros en
ofrecer una respuesta al porqué de ese orden. Si Anaxágoras afirmaba que la materia
está ordenada gracias a una inteligencia (nous); Demócrito, al contrario, opina que el
orden de la materia es fruto del movimiento azaroso de los átomos en el vacío, es decir,
el orden surge del azar y no de inteligencia alguna.
Así pues, esta primera y apasionante etapa de la filosofía griega culmina con un
planteamiento en el que el universo es el resultado de una materia que se mueve y se
ordena a sí misma en el vacío que la contiene, y donde el orden es fruto del azar. Esta
visión, denominada materialismo, será decisiva en la configuración de la ciencia
moderna y, en general, es la base del materialismo contemporáneo. A tal efecto, baste
recordar que la ciencia contemporánea también explica la constitución de los distintos
seres del universo mediante la agregación de átomos.
7. CONCLUSIONES.
Es difícil apreciar en toda su magnitud la importancia de los pensadores
presocráticos en la historia de la filosofía y en la historia de la humanidad. Ellos fueron
los primeros en abrirse camino en la indagación racional de la realidad y su fecundidad
fue tal que en su filosofía se encuentra en germen la mayoría de los problemas
filosóficos a los que se enfrenterán los filósofos siglo tras siglo.
Los textos que nos han llegado han sido apenas unos fragmentos de lo que fue en
realidad una labor inmensa. Desgraciadamente, tampoco la historia posterior ha
favorecido la pronta recuperación de estos pensadores. Al igual que en otros ámbitos de
la cultura antigua, como la literatura, la historia, la geografía, etc., en muchos casos sólo
nos han llegado los títulos de las obras que fueron escritas: De la disposición del sabio ,
De lo que hay en el infierno , De la bondad , De la tranquilidad del ánimo , De la
diversidad de las arrugas , Del ritmo y la armonía , Causas de las cosas intempestivas y
tempestivas , De la pintura (por mencionar tan sólo algunos de los títulos que se le
atribuyen a Demócrito), títulos que nos dan una idea de la riqueza cultural que floreció
en la antigua Grecia.
Estos pensadores fueron audaces, críticos, apasionados y, por lo que nos ha
llegado hasta nosotros, dotados de una inmensa curiosidad. Cuando constatamos el
número de personalidades tan sobresalientes que destacaron durante un período tan
corto y en un espacio tan reducido, no podemos por menos que recordar aquel error de
Burnet, el "milagro griego", con cierta indulgencia, pues sin duda la explosión cultural,
social y política del mundo griego es un fenómeno único en su intensidad, vastedad y
repercusiones de cara a la cultura occidental y al desarrollo de la humanidad. Al igual
que la literatura de Homero nos habla hoy con fuerza y reconocemos en ella, sobre todo

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El paso del mito al logos: los filósofos presocráticos

en la figura de Ulises-Odiseo, representante de la civilización frente al ideal heroico que


muestra Aquiles en la Ilíada, reconocemos, decía, un ideal y una forma de ser humano
sumamente atractiva, en la que la curiosidad y la inteligencia son rasgos fundamentales,
en la misma medida el pensamiento de la antigua Grecia, comenzando por el de los
presocráticos, nos ha marcado y se ha convertido en uno de los pilares de nuestro
mundo intelectual e incluso emocional. En cierto sentido, todos somos griegos, todavía,
veintisiete siglos después.

8. ESQUEMAS Y MAPAS CONCEPTUALES.

1.1. Del Mito al Logos

¿Cuándo? FILOSOFÍ abandona MITO


A

S. VI a.C.
Discurso racional Narración
simbólica
¿Por qué? Explicación Versa sobre el
racional de la origen mítico del
naturaleza y del hombre, el
Comercio hombre cosmos y los
dioses
Proceso y Intervención de
reacción crítica los dioses en los
Contacto con contra procesos
otras culturas naturales

Busca
LA POLIS

La necesidad La apariencia
Democra La ley
cia
Esencia Multiplicidad

Nueva moral y
justicia entre Unidad de la La Moira (Dioses
iguales Naturaleza y hombres
sometidos al
destino)

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SÍNTESIS: SIGLOS VI-V a.C.


LA NATURALEZA (PHYSIS)
es un
postula único, eterno, móvil
MONISMO DETERMINISTA un ELEMENTO
que se autotransforma
de mediante
TALES: agua separación de
ANAXIMANDRO: ápeiron
ANAXÍMENES: aire dando TODAS
HERÁCLITO: fuego opuestos LAS COSAS
lugar a
Teorías físicas
empiristas
criticadas por
“Ser”: único, eterno
MONISMO ESTÁTICO de PARMÉNIDES el
e inmutable
Teoría metafísica
racionalista
que da lugar al
múltiples
PLURALISMO postula ELEMENTOS estáticos
que se mezclan
de FUERZAS
EMPÉDOCLES: 4 elementos por la acción de EXTRÍNSECAS
ANAXÁGORAS: semillas + Nous
DEMÓCRITO: átomos y vacío

LOS JONIOS

Tales Es el iniciador de la investigación acerca de la Naturaleza


624-546
influencia egipcia y babilónica
El Arjé (principio) es el agua fruto de las observaciones
Todas las cosas están llenas de dioses todo está vivo y animado (hilozoísmo)

Anaximandro Es el primer filósofo que escribe un libro Sobre la naturaleza


610-545
principio inmaterial
El Arjé es ápeiron lo “indeterminado” eterno
metafísico inmutable
mapa terrestre
Se le atribuye trabajos para determinar la distancia y el tamaño de las estrellas
la Tierra es esférica y ocupa el centro del mundo

Anaxímenes
585-524 El Arjé es el aire
rarefacción
Todo procede del aire mediante procesos de condensación

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PITÁGORAS (572-496)
Pitagorismo

Contenido doctrina de la transmigración de las almas


místico-religioso
existe un parentesco entre todos los seres vivos

son el principio de todas la cosas


Los números tienen realidad espacial
son semejantes y se corresponden con las cosas

Concepción dualista doctrina de los opuestos


de la realidad

condiciona su concepción todo surge a partir de la Unidad


cosmológica

el cosmos está formado por un producen música


conjunto de esferas celestes
están en armonía

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PARMÉNIDES
540-470
En su poema expone su pensamiento

vía de la opinión (doxa)


dividido en Sólo es lo que es y no lo que no es
dos partes vía de la verdad (alétheia) Sólo “lo que es” (el Ser) es y es pensable
El no-ser, ni es, ni es pensable
por tanto
ingénito e imperecedero
el Ser es finito, continuo y único
indivisible e inmóvil

El ser es probablemente la realidad, concebida como algo corpóreo


Parménides critica la filosofía de sus predecesores
El problema del conocimiento es la preocupación fundamental

porque el mundo no es como parece

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HERÁCLITO
544-484

El Arjé es el fuego

Todo surge y vuelve al fuego Eterno retorno


todo está en movimiento en una estructura
contradictoria de toda la realidad
contradicción
La naturaleza está en el interior de cada cosa
está en
debido a razón universal
armonía una ley Logos
oculta en los
única acontecimientos
cósmicos
forma parte del cosmos
Alma humana
es de naturaleza ígnea
tiene por misión
conocer el Logos sobrevive a la muerte
y así
penetrar en sí misma se une definitivamente al
fuego cósmico

LOS PLURALISTAS (I)


Características generales
En lugar de suponer un solo elemento, se postula la existencia de elementos múltiples
Los elementos son inertes existen fuerzas extrínsecas que los mezclan

Empédocles (495-435)
Describe la realidad como una esfera influencia de Parménides
Afirma que hay movimiento y pluralidad de seres influencia de Heráclito
¿cómo se
armoniza tierra
esto?
agua
fuego
Existen cuatro elementos eternos e imperecederos
aire

dan lugar a todas las cosas


mezclados por la acción del Amor y el Odio
existen ciclos en el mundo (Eterno retorno)
así el ser humano es considerado como un microcosmos
conoce la realidad por simpatía: lo semejante conoce lo semejante

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LOS PLURALISTAS (II)


Anaxágoras (500-428)

Parte de los planteamientos de Parménides

Solución

Todo lo que se produce es el


resultado de la mezcla de
innumerables elementos

cualitativamente distintas
semillas
indefinidamente divisibles
Todas las semillas están en todo
El mundo se origina por medio de un torbellino
regido
por el
espíritu
nous
inteligencia
principio de
movimiento

LOS PLURALISTAS
DEMÓCRITO (460-370 a C)

Propósito Salvar la apariencia del mundo, respetando los principios del eleatismo
Para ello admite el vacío (el “no-ser”)
niega todo tipo de fuerzas distintas de la materia prima
Afirma el mundo está formado por infinitas partículas indivisibles
sólidas
llenas
ÁTOMOS inmutables
infinitos en número
carecen de cualidades sensibles
se distinguen por la figura
el orden
la posición
poseen movimiento propio

El ser humano está compuesto por alma corporal


mortal
cuerpo mueve
conoce la a través del contacto de los átomos de el
realidad los objetos en los órganos sensoriales
sin embargo las cualidades sensibles carecen de objetividad

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9. VOCABULARIO BÁSICO DEL TEMA 1.

1. AFORISMO: forma de expresar el pensamiento mediante frases o fragmentos


cortos de índole metafórica. Se atribuye la utilización, por primera vez, de este
recurso expresivo a Heráclito, ya que los fragmentos que se han conservado de su
obra muestran esas características. En la filosofía posterior, Nietzsche (s. XIX)
volverá a reivindicar el aforismo como la forma más sugerente de expresar el
pensamiento y, por ello, lo usará frecuentemente en sus obras.
2. ALETHEIA: término usado por Parménides a través del cual se hace referencia a
la verdad que se obtiene “desvelando” o descubriendo la esencia de las cosas más
allá de las apariencias que de ellas mismas nos muestran los sentidos.
3. APEIRON: según Anaximandro, es el elemento material, de naturaleza
indeterminada, que está en el origen de todas las cosas.
4. ARJÉ: para todos los filósofos presocráticos, este término viene a designar al
principio material que explica el origen de las cosas y que, estando en todas,
permite a la vez la pluralidad y el cambio de las mismas.
5. ÁTOMO: término de origen griego, procedente de atoma, que significa
“indivisible ”. Fue introducido por Leucipo y por su discípulo Demócrito de
Abdera para designar a las partículas últimas e indivisibles que, según ellos,
constituyen los principios materiales de todas las cosas. Además de indivisibles,
tales átomos son eternos, inmutables y simples. Al unirse y separarse unos de otros,
dan origen a las cosas y a sus cambios. Los átomos, además, tienen formas
variadas, que son las responsables de las diferencias cualitativas que observamos
en las cosas.
6. CAOS: tanto para el pensamiento mítico como para el filosófico, este término
designa la falta de orden o estructura en el universo así como el momento inicial en
el que la materia está desorganizada por completo.
7. COSMOGONÍA: reflexión filosófica sobre el origen del Universo y el conjunto de
procesos que han dado lugar a su orden y estructura actuales. Con este tipo de
explicación surge, propiamente hablando, la filosofía como una alternativa racional
al mito, ya que también éste abordaba este problema, aunque lo hacía desde una
perspectiva imaginativa y fantástica.
8. COSMOLOGÍA: reflexión filosófica sobre el orden y la estructura del Universo.
Constituyó, además, una especialidad o rama dentro del campo de la Filosofía
9. COSMOS: término contrario al anterior y que designa al mundo, al universo, en
tanto que éste presenta un orden y una estructura definidas. Este orden se expresa
en las leyes naturales que el logos, la razón, puede captar y conocer.
10. DEVENIR: término equivalente a cambio o dinamismo propio de cada ser físico y
a la naturaleza en su conjunto. En la filosofía de Heráclito juega un papel
fundamental por ser el rasgo más importante de la realidad y estar constituido por
la oposición de elementos contrarios.

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11. DIALÉCTICA: en el pensamiento de Heráclito constituye la estructura


contradictoria de la realidad, que explica el dinamismo cósmico como el fruto
armónico de la lucha y oposición entre los diversos componentes de la realidad (los
elementos contrarios). Posteriormente este término pasará a ser redefinido y
utilizado con otro sentido en Platón y Hegel.
12. DÓXA (u opinión): forma de conocimiento de las realidades particulares y
cambiantes que se realiza a través de los sentidos y que, como tal, no constituye un
conocimiento seguro y auténtico de la realidad, sino una forma de saber basada en
lo aparente. En Parménides es identificada con el error, con el camino o la vía que
siguen la mayoría de los seres humanos. Tal valoración será también asumida por
Platón.
13. DUALISMO: doctrina que explica el origen de la naturaleza o la estructura del ser
humano como el resultado de una dualidad de elementos o principios. Entre los
presocráticos, tal doctrina se desarrolla, fundamentalmente, en los pitagóricos y, a
través de ellos, será retomada por Platón.
14. EPISTEME ( o ciencia ): forma de conocimiento basada exclusivamente en el uso
del logos o razón y, como tal, más fiable y segura que la basada en el testimonio de
los sentidos ( dóxa ). Aparece por primera vez en el planteamiento filosófico de
Parménides identificada con el camino o la vía de la verdad. Posteriormente, Platón
también asumirá esta manera de concebir el conocimiento.
15. ESENCIA: para todo el pensamiento griego, la esencia viene a coincidir con la
auténtica naturaleza de las cosas, aquello que hace precisamente que las cosas sean
lo que son, más allá de sus cambios o transformaciones aparentes.
16. GNOSEOLOGÍA (o epistemología, teoría del conocimiento): reflexión filosófica
que se interroga por el objeto, los modos del conocimiento, así como por las
posibilidades y limitaciones del ser humano para alcanzar la verdad. Entre los
presocráticos tal problema ya se presenta, fundamentalmente, en Heráclito,
Parménides y los atomistas. En general, el problema se planteará al hilo de la
oposición entre los sentidos y la razón como medios diferentes para descubrir la
verdad. Y este problema será uno de los más importantes en toda la historia de la
filosofía posterior.
17. HILOZOISMO: teoría cosmológica que se atribuye a Tales según la cual todo está
animado, hasta los seres aparentemente inertes.
18. HOMEOMERÍAS: en el planteamiento de Anaxágoras, y aunque tal término se
deba a Aristóteles, designa a las diversas partículas materiales, cualitativamente
distintas, que están en el origen de la naturaleza. Todas ellas están presentes, en
mayor o menor grado, en todos los seres físicos.
19. INMANENTE ( de inmanencia ): término que se refiere a lo que está presente en
el cosmos, es decir, a todo lo que tiene existencia físico-material y que está sujeto a
las coordenadas espacio-temporales en que todos los seres físicos nos
desenvolvemos. Se suele oponer a su término contrario: lo trascendente.
20. LÓGOS: término polisémico que se puede traducir por “razón”, “palabra”, “ley” o
“discurso”. Como concepto opuesto al de “mito”, significa aquélla interrogación y
explicación de los problemas cosmológicos y humanos, relacionados con el origen,

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que se hace con la razón y la lógica, identificándose por tanto con la filosofía.
Como término aplicado al universo, el Logos, por ejemplo en Heráclito, es la
Razón Universal que justifica el orden, la regularidad y la armonía que apreciamos
en todas las cosas, incluyendo al ser humano.
21. MATERIALISMO: explicación de la realidad en la que sólo se recurre a principios
o elementos de tipo material, incluyendo también en esa explicación a la naturaleza
del ser humano. Está presente de modo latente en toda la filosofía presocrática,
pero son los atomistas los primeros que la desarrollaron de modo explícito.
Posteriormente, será una explicación que se repita en varios autores de la historia
de la filosofía ( por ejemplo, en Karl Marx ) y se opondrá a las explicaciones de
tipo idealista, es decir, a las que incluyan también principios o elementos de tipo
no material o espiritual.
22. MECANICISMO: doctrina cosmológica que explica los cambios en la naturaleza
y, por tanto, el orden cosmológico como el resultado azaroso del movimiento y
choque de partículas materiales. Fue defendida por los atomistas.
23. METAFÍSICA: término acuñado por Aristóteles que hace alusión a la reflexión
filosófica sobre los principios últimos de la realidad y a su fundamento racional. En
general, todo el pensamiento presocrático se desarrolla con tales objetivos.
24. MITO: narración fantástica de las gestas que, en un pasado atemporal, llevaron a
cabo dioses y héroes. Con ella se pretende explicar un interrogante cosmológico o
humano, a menudo relacionado con el origen del cosmos y de sus características.
En la cultura griega alcanzó su máximo esplendor y complejidad con las
aportaciones hechas por Homero y Hesíodo al conjunto de relatos tradicionales que
se transmitían de forma oral. A su modo, también supone una respuesta a la
pregunta por el fundamento del orden presente en el cosmos.
25. MONISMO: doctrina presocrática que explica el origen de todos los seres físicos a
partir de un solo principio o elemento, el cual es material y eterno.
26. NOUS: Para Anaxágoras, es la “inteligencia”, mecánica y material, que actúa
como motor impulsor de las homeomerías y causante, por tanto, de sus
combinaciones y mezclas, que han dado, a su vez, origen a todos los seres físicos.
Por ello, es la inteligencia que rige el cosmos y de la que el hombre también
participa.
27. ONTOLOGÍA: reflexión filosófica en torno al Ser, es decir, en torno a la realidad
desde un punto de vista abstracto y lógico. Aparece por primera vez en Parménides
como fruto de su análisis y estudio de las propiedades del Ser. Con el tiempo se
convirtió en una disciplina filosófica encuadrada dentro de la Metafísica.
28. ORFISMO: doctrina mística y religiosa que se debe al culto a Orfeo (compañero y
adorador de un dios que los griegos identificaron con Apolo). La tradición órfica
de los siglos V y IV a.C. enseñaba tres cosas: el cuerpo es una prisión del alma,
recomendaba una dieta vegetariana y creía que las impurezas pueden borrarse
mediante ritos de liberación. Tuvo bastante influencia en el pitagorismo, al entrar
en contacto esta corriente con los círculos órficos asentados en Italia. A su vez,
influirá posteriormente en Platón, el cual bebió de estas fuentes para elaborar su
concepción de la realidad y del ser humano.

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El paso del mito al logos: los filósofos presocráticos

29. PHYSIS ( o naturaleza ): concepto fundamental de la filosofía presocrática por el


que se entiende el fondo del que todo surge y a lo que todo vuelve; además, los
presocráticos pensaron que la naturaleza es dinámica y que, por tanto, es la
causante de los cambios que experimentan todos los seres naturales. Por ello, este
término tiene dos sentidos básicos:
a) la totalidad de los seres físicos, considerados de forma unitaria y global.
b) lo que determina el modo propio y específico de ser de cada cosa,
equivaliendo por tanto a su esencia.
30. PLURALISMO: doctrina presocrática que explica el origen de la naturaleza a
partir de una pluralidad de principios o elementos, todos ellos materiales y eternos.
31. RAÍCES: Empédocles habla de cuatro raíces que constituyen los principios
materiales de todas las cosas. Éstas serían el agua, el aire, la tierra y el fuego.
Posteriormente, estos principios últimos de la realidad serán denominados
“elementos”.
32. TELEOLOGISMO: doctrina cosmológica que considera que los cambios en la
naturaleza y, por tanto, el orden cósmico es el resultado de una finalidad inmanente
o trascendente a la propia naturaleza.
33. TRANSMIGRACIÓN (o metempsicosis, reencarnación): idea religiosa de origen
órfico que mantuvieron los pitagóricos. Según tal idea, el alma, al morir el cuerpo,
experimenta una serie de reencarnaciones en diferentes cuerpos (de seres humanos
y de animales) hasta encontrar su completa purificación y retornar al mundo
celeste, de donde proceden todas las almas. Lo más importante de esta concepción
es que considera al ser humano como una realidad compuesta por dos elementos
totalmente diferentes entre sí (dualismo): el cuerpo, material y corruptible; y el
alma, inmaterial y eterna. Tal concepción fue mantenida también por Platón.
34. VACÍO: Para los pitagóricos, constituye un miembro del par o dualidad originaria
( lo lleno- lo vacío ) que ha dado origen a la naturaleza. Para Parménides no existe
de ningún modo al ser equivalente al No Ser. Finalmente, para los atomistas,
constituye una de las causas que, junto con los átomos y su eterno movimiento
azaroso, explica la formación de los cuerpos del cosmos.

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