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Para entender las razones tras este fenómeno es necesario conocer primero los detalles que
hay tras el diagnóstico del TDAH. Como muchos otros trastornos, no existe ninguna prueba
única que lo diagnostique. Además, las pruebas de neuroimagen suelen ser inútiles para tal
fin, dado que (por el momento) no existe ningún marcador biológico que sea específico del
TDAH. Debido a esto, existen evidentes dificultades para diagnósticos precisos. De hecho,
los criterios diagnósticos de este trastorno se basan en un conjunto de síntomas
inespecíficos que se recogen en manuales diagnósticos internacionales como el DSM-5, la
"biblia" de la psiquiatría, o la Clasificación internacional de enfermedades CIE-10,
elaborada por la OMS.
Así, en el DSM-V, el manual más usado en España para diagnosticar este trastorno,
podemos encontrar los siguientes criterios diagnósticos: "Con frecuencia parece no
escuchar cuando se le habla directamente" o "Con frecuencia evita, le disgusta o se muestra
poco entusiasta en iniciar tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido". Cuando se
cumplen seis o más de criterios similares por hiperactividad e impulsividad o seis o más por
inatención durante los últimos 6 meses se establece el diagnóstico de TDAH. Por supuesto,
previamente se deben haber descartado otros tipos de trastornos y problemas de salud.
En ese sentido, un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista médica The New
England Journal of Medicine pone en la picota, una vez más, los criterios para diagnosticar
este trastorno. Los investigadores estudiaron a una población de 407.846 niños de Estados
Unidos y el porcentaje de diagnosticados por TDAH en relación con su fecha de
nacimiento. ¿Por qué la fecha de nacimiento? Porque es el criterio elegido para entrar al
comienzo del curso en la guardería en algunas zonas de Estados Unidos, siendo el corte el 1
de septiembre. Así, en una misma clase puede haber niños con diferencias de edad de
prácticamente un año: los que nacieron el 1 de septiembre junto con los que nacieron en
agosto del año siguiente.
¿Los resultados? Los niños más jóvenes (nacidos en agosto) tenían muchas más
probabilidades de recibir un diagnóstico de TDAH que los nacidos en septiembre.
Concretamente, el porcentaje de diagnosticados por TDAH en el grupo de los nacidos en
agosto era de 85,1 casos por 10.000 niños mientras que en aquellos nacidos en septiembre
era de 63,6 casos por cada 10.000 niños. Es decir, una diferencia absoluta de 21,5 casos
entre ambos grupos. Además, los nacidos en agosto tenían también significativamente más
probabilidades de recibir tratamiento.
¿Tienen más TDAH los niños más jóvenes de los cursos de la guardería? Obviamente no,
pero es el contexto de estos chicos lo que lleva a un sobrediagnóstico de este trastorno,
originado por los difusos criterios diagnósticos. Un niño que es considerablemente más
joven que sus otros compañeros va a presentar comportamientos que podrían interpretarse
como TDAH pero que, en realidad, son consecuencia de esta circunstancia: más problemas
para comportarse en clase, mayores dificultades para seguir la lección... De hecho, otro
estudio descubrió que en algunos distritos escolares ser el benjamín de la clase suponía 20
veces más posibilidades de recibir tratamiento para el TDAH. Estudios en otros países han
detectado tendencias muy similares.
Por otro lado, diferentes investigaciones han evidenciado que conforme mayor sea el niño
menos probable es que se diagnostique como TDAH porque, entre otras razones, las
conductas de hiperactividad y déficit de atención disminuyen con el paso del tiempo. En
otras palabras, no hay duda de que hay casos reales de TDAH, pero también hay casos
ficticios de TDAH debido a múltiples circunstancias.
Desde hace unos años, se está produciendo una "tormenta perfecta” que está llevando a un
aumento del porcentaje de personas diagnosticadas conTDAH. A las patentes dificultades
para diagnosticar este trastorno con precisión se unen diversas circunstancias y las
características de nuestra sociedad actual. Para empezar, con la aparición en el año 2013 de
la nueva versión del manual diagnóstico DSM (se pasó del DSM-IV al DSM-V), se
ampliaron los criterios para diagnosticar a alguien con este trastorno. Esta medida fue muy
criticada por un sector de la psiquiatría preocupada por la presión de la industria
farmacéutica.
Por otro lado, nos encontramos inmersos en la era de los estímulos constantes:
móviles, tablets, ordenadores, redes sociales... Concentrarse durante un tiempo mantenido
se presenta como un reto, incluso para los adultos, al estar rodeados de tantas distracciones.
Aún no sabemos con certeza cómo este panorama afectará al diagnóstico de TDAH en la
población más joven, pero no sería ninguna sorpresa que llevara a un artificioso incremento
de los diagnósticos. En una sociedad en la que el tiempo siempre escasea, las cosas se
exigen para ya e Internet nos provee de interminables distracciones, el milagro sería que no
hubiera más casos, reales o falsos, de TDAH.