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Jullien, François. El rodeo y el acceso. Estrategias del sentido en China, en


Grecia

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Jorge Aurelio Díaz


National University of Colombia
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[2 9 8] reseñas

Dewey, J. La busca de la certeza: un estu- perspectiva: la de poder interrogarnos


dio de la relación entre el conocimiento a partir de un cierto afuera” (421).
y la acción. México: Fondo de Cultura La evaluación de este libro debería
Económica, 1952. ser la tarea de un aventajado conocedor
Rorty, R. (1979). Philosophy and the Mirror de esa cultura milenaria. Sin embar-
of Nature. New Jersey: Princeton go, aunque el libro cumple con todas
University Press. (La filosofía y el espe- las exigencias de una investigación en
jo de la naturaleza. Madrid: Ediciones profundidad, está redactado en un len-
Cátedra, 1989). guaje perfectamente accesible a lectores
Quine, W. V. O. “Naturalización de la que, como en mi caso, somos legos en
epistemología”. Relatividad ontológica el asunto. A esto se añade que la labor
y otros ensayos. Madrid: Tecnos, 1969. realizada por el traductor y por los
editores ha dado como resultado un
Juan Diego Morales ejemplar de muy agradable lectura.
Universidad Nacional de Colombia El libro presenta, en sus quince ca-
audiopticaeshacer@gmail.com pítulos, las más diversas y variadas
perspectivas sobre la idiosincrasia de
Alejandro Rosas la cultura china, y su título señala muy
Universidad Nacional de Colombia bien su objetivo central: mostrarnos
arosasl@unal.edu.co
cómo y en qué sentido la cultura china
se diferencia de la occidental, de origen
griego, en su modo de confrontar la rea-
lidad en general y a los seres humanos en
particular: en lugar de acceder a ellos de
Jullien, François. El rodeo y el ac- manera frontal, busca el acceso mediante
ceso. Estrategias del sentido en China, una serie muy particular de rodeos.
en Grecia, Correa, B. (trad.). Bogotá: Con gran cuidado, el texto nos va
Embajada de Francia / Universidad guiando a lo largo de esos rodeos,
Nacional de Colombia, 2010. 442 pp. de modo que cada uno de los quince
capítulos se ofrece como una nueva
Este libro, escrito por el sinólogo ventana que permite otear horizontes
francés François Jullien y publicado por inesperados. Ahora bien, por razones
la Facultad de Ciencias Humanas de la de tiempo y por sesgo profesional, no
Universidad Nacional de Colombia con voy a presentar en esta reseña una vi-
el apoyo de la Embajada de Francia, sión panorámica del libro, sino que
constituye una muy amena lectura centraré mi atención en el capítulo IX,
que permite comprender las profundas cuyo tema ha despertado mi particular
diferencias y las grandes riquezas que interés. Podemos considerarlo como
ofrece, para nuestra mentalidad de oc- una especie de degustación.
cidentales, una cultura milenaria y rica El título del capítulo es muy claro:
como lo es la cultura china. “Espero de “Del maestro al discípulo: la palabra
este rodeo por China –dice al autor al no es sino indicial”. Con lo cual se nos
terminar su escrito–, que nos abra una da un ejemplo más, y muy diciente, del

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reseñas [2 9 9]

sentido que tiene el título del libro: El retirada y cuidarse de todo artificio, la
rodeo y el acceso. Porque, como reza un palabra se vuelve confiable y suscita ad-
viejo adagio oriental: un tornillo se de- hesión. “Gracias a ella [dice Confucio],
mora más en penetrar que una puntilla, el gobernante puede hacerse obedecer
pero es mucho más difícil de extraer. sin tener que ordenar, le bastará predi-
Idea que Jullien expresa con magistral car con el ejemplo” (229).
claridad: “En China, la reticencia con Jullien hace notar que la doctrina
respecto al poder de explicación de la de Confucio ignora por completo el
palabra ha fundado su ‘sutilidad’; lo no problema de la mentira, que el cristia-
dicho aflora al nivel del discurso y se nismo profundizó con su concepto de
convierte en lo alusivo” (423). pecado. El sabio chino considera que
El capítulo comienza con un impor- “la palabra sigue siendo un instrumen-
tante señalamiento: la preocupación de to sin dimensión subjetiva. Por esto,
Confucio como maestro no hay preocupación por un desdo-
no es el conocimiento (que tie- blamiento posible del discurso entre
ne como mira la Verdad), sino la apariencia y verdad” (230).
regulación de la conducta –que permite 2. En segundo lugar, la pedagogía
adaptarse a la regulación del mundo. confuciana tiene el carácter de una
Lejos de pretender describir lo real, la incitación. “Conviene cuidarse de ha-
palabra de Confucio, pronunciada de blar [nos explica Jullien], para que la
Maestro a discípulo y en relación con la palabra tenga más efecto. Toda la en-
circunstancia, no puede ser sino indica- señanza de Confucio reposa sobre el
tiva; en lugar de desplegarse como logos, principio de una intervención mínima
su virtud es la de ser indicial. (227) por parte del Maestro” (230). Se busca
con ello que el discípulo acceda por sí
Analiza luego esa relación peda- mismo al descubrimiento.
gógica entre maestro y discípulo, y Esto, a su vez, exige del discípulo
descubre en ella cinco características: una apertura y un despliegue. Por eso,
se trata de una relación pragmática, de sólo cuando el espíritu del interlocutor
incitación, de indicios, no doctrinal y se halla dispuesto, puede el Maestro
estrictamente alusiva. Todas ellas ti- ofrecer su enseñanza. Pero entonces
pifican muy bien lo que Jullien nos ha pocas palabras bastan: “Yo planteo un
querido señalar con los términos del ángulo [dice Confucio], y si el interlo-
rodeo y el acceso. cutor no encuentra a su turno los otros
1. Ahora bien, en cuanto a la pri- tres, yo no continúo” (231).
mera característica, la pragmática, no Encontramos ahí [comenta Jullien]
se trata simplemente del truismo que lo que constituye el valor de la palabra,
inculcan todas las enseñanzas morales, sea poética o reflexiva, en el seno de la
de que lo importante no es hablar sino tradición china: su carácter de ‘incita-
actuar. Confucio busca ser vigilante ción’, su dimensión alusiva. Para ser
con respecto a la palabra, evitando la eficaz, la palabra debe permanecer in-
originalidad y buscando más bien pro- cipiente, solamente empezar a decir; su
fundizar la evidencia. Al mantenerse riqueza reside en lo implícito. (231)

ideas y valores · vol. lxi · n.o 150 • diciembre de 2012 • issn 0120-0062 (impreso) 2011-3668 (en línea) • bogotá, colombia
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Ahora bien, si el maestro sólo debe Es verdad que los aforismos de


intervenir cuando el discípulo está dis- Confucio nos pueden desconcertar por
puesto, esto implica, a su vez, que no su inconsistencia teórica, por su apa-
debe desaprovechar la ocasión cuando rente simplicidad, pero hay que leerlos
esta se presenta: “cuando se puede con- como indicaciones que apuntan a algo
versar con alguien y no se lo hace, se que va más allá, como señales de un ca-
despilfarra a la persona [dice Confucio]; mino que debemos recorrer. De ahí que
y cuando no se puede conversar con su riqueza resida sobre todo en su al-
alguien y, no obstante, se lo hace, es la cance: son puntos de partida que deben
palabra la que se despilfarra” (233). ser desarrollados en todos sus sentidos.
Sin embargo, el propósito no es Así, para enseñar la virtud de la
promover el diálogo, sino imitar a la humanidad que se expresa en la solida-
naturaleza: la palabra debe parecerse a ridad, nos encontramos con la siguien-
la lluvia que cae y que, sin darse cuenta, te reflexión: “El Maestro pescaba con
hace crecer todo. No se trata entonces caña y no con red; en la cacería no
de acumular discursos o de apegarse a disparaba nunca sobre un pájaro que
fórmulas consagradas, por justas que estuviera posado” (239). De esa mane-
ellas sean, porque toda formulación es ra, lo particular concreto, lo biográfico,
temporal y ninguna es en verdad sufi- abre la mirada a una visión más amplia,
ciente. El poder de una palabra se halla y vemos que las palabras no están ahí
así menos en su contenido que en su para ser comprendidas, sino para sabo-
oportunidad. Una vez más, comenta rearlas y para dejarse empapar por su
Jullien, nos encontramos con el prin- sentido. Con ello, a su vez, se obstacu-
cipio fundamental de lectura: “lo que liza de manera discreta la especulación.
cuenta no es la palabra propiamente 4. Esto nos permite comprender por
dicha, sino aquello en lo que ella desem- qué puede decirse, en cuarto lugar, que
boca, su ‘más allá’” (235). “El Maestro, la pedagogía de Confucio no es doc-
en China, habla menos de lo que indica; trinal. Para explicarnos esto, Jullien
no entrega un mensaje, sino que llama la comienza preguntando si esa forma de
atención, incita a la reflexión” (236). enseñanza no viene a depender más de
3. Para explicarnos la tercera carac- la autoridad del Maestro que del valor
terística de la pedagogía confuciana, a intrínseco de lo que enseña. Como en
saber, su carácter indicial, Jullien seña- efecto le sucedió al confucionismo du-
la cómo, al descubrir a Confucio, Hegel rante la dinastía de los Han (del 206
se mostró decepcionado. No encontró a.C. al 220 d.C.),
en él sino una ‘moral buena y honesta’ ¿A qué precio una sabiduría de la
(236), de cuya enseñanza no había nada regulación personal –cuya sutileza no
que recoger. Y ello se debe a que con- le viene de que tiene una posición fija,
sideró como trivialidades lo que, nos sino de que, en la relación de Maestro
dice Jullien, “habría que leer como ve- a discípulos, no deja de adaptarse a la
rificaciones que indican, por uno y otro experiencia en curso– puede transfor-
rodeo, el camino de un progreso” (236). marse en ideología dominante? (246)

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reseñas [ 301]

Porque en este caso la enseñanza cutor para mostrar, en una especie de


deja de ser incoativa y antidogmática, contragolpe, su inconsistencia. Se trata
para convertirse en una serie de con- más bien de una crítica alusiva y des-
sideraciones meramente formales que viada, que busca ser tanto más eficaz,
promueven el conformismo. Al con- cuanto que no aprieta a su contrincan-
vertirse la moral en estereotipo, su te, sino que busca acceder a él mediante
cualidad de apertura se invierte en su un rodeo.
contrario, se anquilosa y busca sim- “Si Sócrates es irónico [nos expli-
plemente adaptarse a la circunstancia. ca Jullien], es porque su interlocutor
Jullien nos dice que los letrados chinos rebasa las apariencias de su falso sa-
fueron conscientes de esa pérdida y se- ber y aspira a lo verdadero” (253), de
ñalaron cómo, a la muerte de Confucio, modo que “la ironía es ese tratamiento
la conversación sutil no fue continua- corrosivo que prepara el salto a la con-
da. Porque el sentido indicial es ese versión” (id.). Pero la conversión está
delicado equilibrio que permite señalar ausente en la enseñanza confuciana, y
sin exhibirse, comenzar a decir lo nece- como desconoce la duplicidad, no tiene
sario, pero dando más amplitud a lo no que entreabrirse para dejar ver una be-
dicho. Esto le permite mantenerse en la lleza o una verdad ocultas. De ahí que
insinuación, sin caer en la insignifican- el motivo de la conversación no sea,
cia de lo anecdótico y de los abstractos para Confucio, la verdad, y no pueda,
preceptos morales. por lo tanto, desarrollarse en una dia-
5. Finalmente, para entender el léctica, porque no busca demostrar,
carácter alusivo de la enseñanza con- para adecuar la mente con la realidad,
fuciana, Jullien hace notar cómo en las sino que su propósito es adecuar la
narraciones suele mostrarse el desam- conducta con la situación.
paro que experimenta el discípulo ante Su burla no tiende una trampa a
las enseñanzas de su maestro. Esto ha la buena conciencia del interlocutor,
llevado a comparar con frecuencia a como lo hace Sócrates, sino que señala
Confucio con la figura de Sócrates, ya una distancia, una desregulación por
que ambos emplearon la enseñanza oral exceso o por defecto en la conducta del
y su interés estaba en la conducta y en la discípulo. De ahí que el desconcierto
experiencia moral. Ambos confesaron que produce en el discípulo no proven-
igualmente su profunda ignorancia y ga de “la movilidad perturbadora de
no pretendieron poseer una doctrina, la dialéctica, […] sino de que el equi-
sino obedecer a un impulso profundo librio pretendido no pueda mantenerse
que los blindaba frente a las amenazas sino mediante una continua evolución”
de sus contemporáneos. Y ambos rin- (255) que no se deja identificar.
dieron testimonio de respeto frente a No voy a extenderme más. Creo que
las prácticas religiosas establecidas. lo señalado es suficiente para decir que
Sin embargo, aunque uno y otro nos encontramos ante un excelente
practicaron la ironía, la de Confucio libro, que puede ampliar nuestro horizon-
difiere de la socrática porque nunca te de comprensión y nuestra capacidad
finge adoptar la posición de su interlo- crítica de manera muy enriquecedora.

ideas y valores · vol. lxi · n.o 150 • diciembre de 2012 • issn 0120-0062 (impreso) 2011-3668 (en línea) • bogotá, colombia
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Sólo quiero añadir que Jullien señala,


igualmente, algunas de las debilida-
des que conlleva inevitablemente una
cultura como la china y una de ellas
es, precisamente, la falta de una
trascendencia.
Tomado como está en esa visión
puramente intramundana, [el letrado
chino] está condenado a andar con ro-
deos respecto al poder, y no encuentra
margen de maniobra sino por la su-
tilidad. Este margen de maniobra es
siempre precario, porque, en el mejor
de los casos, es objeto de un compro-
miso siempre revisable, al antojo del
príncipe o del partido (429).
Sólo me resta, entonces, felicitar a
la Facultad de Ciencias Humanas de la
Universidad Nacional de Colombia, a
su Centro Editorial, a la Embajada de
Francia en Colombia y, por supuesto,
al excelente traductor de la obra, pro-
fesor Bernardo Correa, por ofrecernos
la oportunidad de leer en español un
libro como este.

Jorge Aurelio Díaz


Universidad Nacional de Colombia
jadiaz9@cable.net.co

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