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Retórica y Poética
Sentimientos en torno a la retórica
¿Qué es lo que mueve al hombre a actuar? Puede decirse por ejemplo, que es por sus
razones, sus principios, su opinión1; aquello que le asegura en la existencia porque
“sólo un loco declararía que es injusto”, sirviéndome de la expresión de Protágoras 2,
pues, sólo un loco buscaría lo contrario a la seguridad: su propia destrucción. Sin
embargo, en este ensayo pretendo demostrar e investigar, que detrás de esas
elaboraciones racionales del pensamiento (razones, principios u opiniones), pueden
esconderse pasiones que las motivan y les dan fuerza: puede ser el amor, la ira o el
miedo por decir algunas. Estas pasiones acontecen por cosas que encontramos en la
vida, que nos suceden de repente un día: perder a alguien o algo, encontrar a alguien,
descubrir una mentira, descubrir una verdad, una terrible verdad. En otras ocasiones
son causadas por rumores, habladurías, por lo que dicen de las cosas, son causadas
por palabras.
Las palabras excitan y desembocan la imaginación del que las escucha, hacen imaginar
maravillas y horrores, ideales y contradicciones, crean visiones del mundo o las
destruyen con implacable crítica; permean a todo ente susceptible de palabrear,
incluso aquellos que se creen inmunes a sus encantos. Por ello, hablaré aquí sobre
¿cómo asumen los filósofos, aquellos parlanchines del saber, estos sentimientos
retóricos? Sentimientos surgidos en este acontecer vital, en un mundo con retórica, en
un mundo con palabras. Pero para ser más preciso pretendo demostrar, que un modo
de asegurarse en la existencia se da asumiendo una filía o fobia respecto de la retórica,
entendida como la actividad que causa pasiones a través de la palabra.
Examinar a estos autores, espero nos arroje, además de una perspectiva emocional de
los mismos, conocimiento sobre ¿cuál es la postura que uno mismo se hace, si puede
considerarse filósofo, sobre los sentimientos que generan distintos tipos de discursos?
Pudiendo ser políticos o filosóficos, pues ambos pueden presentarse bajo una forma
retórica.
Las pasiones nos motivan a actuar, ya he dicho brevemente que el hombre
actúa según una opinión, esto es, según una interpretación racional de la verdad o de
las cosas “como son” ¿qué es esto? Las cosas como son es el intento de generar
conocimiento universal, pues que las cosas sean así en sí mismas, significa que las
cosas posean una esencia o concepto que cualquiera pueda conocer de la misma
manera, esto es que las palabras representen las mismas cosas, se asume la idea de
que hay una correspondencia entre lo que se piensa de la cosa (a través del lenguaje)
y la cosa en sí. Esta idea es necesaria para la práctica comunicativa en donde se
supone la transmisión de información, o de formas universales (que se pueden tener
en común) que representan lo mismo para los interlocutores. Lo mismo para la
ciencia, ésta supone conceptos universalmente válidos. Esta intención, sin embargo,
parece ser aparente:
[…] tiene una relación mínima con lo verdadero, con la esencia de las cosas; el lenguaje no quiere
instruir sino transmitiera a otro una emoción y una aprehensión subjetivas3 […] este es el primer punto
de vista: el lenguaje es retórica pues sólo pretende transmitir una opinión y no conocimiento[…]4
Vaya problema, lo que parecía ser una certeza racional con vistas a la universalidad, se
troca en una creencia sensible e individual ¡Es una paradoja de esta misma afirmación
en tanto que tesis racional! Sin embargo, antes de buscar resolverla (si es que tiene
respuesta) quisiera resaltar el carácter pasional en la elaboración de las opiniones,
para lo cual voy a dilucidar un poco mejor ¿qué es una pasión?
Querer darle una respuesta dentro de un ensayo filosófico a algo que se presenta fuera
de la razón misma podría resultar igualmente paradójico, pero si la retórica puede
entenderse como el poder relacionar emociones y palabras, ésta misma resuelve un
problema dentro de ella: hablar de las pasiones apasionadamente aún dentro de un
ensayo filosófico, este parece el proceder de Nietzsche en sus escritos y su resolución
al problema de hablar filosóficamente de las pasiones.
Sigamos con nuestra indagación. Así como las esculturas de los cuerpos nos parecen
mejor cuando por sus volúmenes, contrastan la luz y las sombras, así también
podríamos ver mejor el asunto si contrastamos el pathos retórico en Aristóteles y
Nietzsche como ejemplos filosóficos, si se quiere, antiguo y moderno.
3Una interpretación no universal, racional en tanto que usa la forma lógica pero sobre todo pasional
porque apela a imágenes que suscitan en el oyente una sensación, un sentimiento, una emoción.
4 Nietzsche, (2000) Escritos sobre retórica. Madrid, Trotta, pp. 91,92
5 Íbidem, p.93
Para el primero, las pasiones son generadas a partir de un lenguaje atractivo6, es decir,
uno lleno de imágenes sonoras, visuales, personales, en donde se disponga de cierto
modo al auditorio, si es en una tragedia, temeroso y compasivo, pero si es en un juicio,
depende de si el orador busca salvar o condenar al acusado7. En cuanto al germano, se
infiere que si lo que se pretende transmitir en el lenguaje es una “aprehensión
subjetiva” o emoción, a través de una imagen sensible, las pasiones se relacionan pues
con la manera en que las palabras o las cosas nos hacen sentir de nosotros mismos, un
sentimiento.
Ahora yo introduzco aquí una división, por un lado se hayan los autores que en su
conflicto emocional con el poder del lenguaje, le despreciaron, característica que en
este ensayo equivalgo a fobia. Por otro lado están los que resolvieron este conflicto,
apreciando la retórica, disposición que caracterizo como filía.
Mientras que Platón pretende hacer un examen racional a las pasiones desde el cual se
genera una fobia a estas (sospechada quizá incluso al principio, por oponerse razón y
pasión) Nietzsche hace un examen pasional-fisiológico a los conceptos al relacionar el
origen etimológico de las palabras con un sensible y que relaciona principalmente con
el cuerpo, proponiéndolo como paradigma en la formación del lenguaje.
10 Íbidem.
Este dualismo ontológico entre razón y pasión, lo interpreto como síntoma de la
afirmación propia (sea cual sea, fobia o filía, la pasión por la que se haya resuelto cada
autor) frente a lo otro. Viendo como más propio ya a la razón, ya al cuerpo.
Ahora, me empiezo a dar cuenta de que mi pregunta de inicio ¿qué es lo que mueve a
actuar a los hombres? supone una causa y efecto en el actuar mismo, lo que Nietzsche
relaciona con la relación del actuar propio entre el querer y hacer.
La respuesta que doy es que lo que mueve al hombre, es lo que en el fondo quiere, sin
embargo, esta respuesta más que ser algo definitivo, abre un cuestionar propio que
como diría Kierkegaard, mata a los hombres11.