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Sobre los modos o estilos: Marque la alternativa que identifique el modo o estilo.

Tambieé n encontraraé otras preguntas sobre el


tema.
8. “Antonio Joseé Bolíévar Proanñ o leíéa novelas de amor, y en cada uno de sus viajes el dentista le proveíéa de lectura.
–¿Son tristes? –preguntaba el viejo.
–Para llorar a mares –aseguraba el dentista.”
Luis Sepué lveda, Un viejo que leíéa novelas de amor (fragmento)

A) Modo directo.
B) Modo indirecto.
C) Modo directo libre.
D) Modo indirecto libre.

9. “El Teniente tocoé la puerta y esperoé y oyoé pasos y una voz ¿quieé n es?”.
Mario Vargas Llosa, Conversacioé n en la catedral (fragmento)
A) Modo directo.
B) Modo indirecto.
C) Modo directo libre.
D) Modo indirecto libre.

10. “Al entrar en el coche, alcanzoé a oíér cuando el locutor anunciaba que las tropas habíéan ocupado la editorial
“Quimantué ”, y habíéan procedido a secuestrar la edicioé n de varias revistas subversivas, tales como “Nosotros los chilenos”,
“Paloma” y “La Quinta Rueda”.
Antonio Skaé rmeta, Ardiente paciencia (fragmento)
A) Modo directo.
B) Modo indirecto.
C) Modo directo libre.
D) Modo indirecto libre.

8. “El oficial sonríée como un autoé mata y la lluvia ha impregnado la habitacioé n de ruidos: los goterones caen como pedradas
sobre la calamina del techo, el viento silba en los resquicios del tabique. ¿Cuaé ndo habíéa tenido el cabo la ué ltima licencia?,
¿el anñ o pasado? Ah, bueno, ese era otro cantar y el rostro del capitaé n se crispa.”
Mario Vargas Llosa, La casa verde (fragmento)
A) Modo directo.
B) Modo indirecto.
C) Modo directo libre.
D) Modo indirecto libre.

9 -“Me voy lejos padre, por eso vengo a darle el aviso.


-¿Y pa oé nde te vas, si se puede saber?
– Me voy pal norte.
-¿ Y allaé pos pa queé ? ¿No tienes aquíé tu negocio? ¿No estaé s metido en la merca de puercos?”
Juan Rulfo, Paso del norte.(oficial 2005)

En el fragmento anterior, el (los) estilo(s) utilizado(s) por el narrador es (son)


I. directo.
II. indirecto.
III. indirecto libre.

A) Soé lo I
B) Soé lo II
C) Soé lo III
D) Soé lo I y II
E) Soé lo II y III

10. “El saé bado tíéo Carlos llegoé a mediodíéa con la maé quina de matar hormigas. El díéa antes habíéa dicho en la mesa que iba
a traerla y mi hermano y yo esperaé bamos la maé quina, imaginando que era enorme y terrible…” Julio Cortaé zar, Los venenos
(fragmento).
¿Cuaé l de los siguientes teé rminos pareados identifican el narrador y el estilo narrativo en el fragmento anterior?
Tipo de narrador Estilo narrativo
1 Personaje A Indirecto
2 Omnisciente B Directo
3 Testigo C Indirecto libre

A) 1-A
B) 1-C
C) 2-A
D) 3-B
E) 3-C

Ejercicios N°5:
Responda segué n la informacioé n recibida con respecto a la estructura de la obra narrativa y a la habilidad lectora.

TEXTO 1 (1-13)
1. “Max entroé en relaciones con Fernando la noche de un saé bado del anñ o 1928, en un ateneo de Avellaneda llamado
Amanecer, donde Gonzaé lez Pacheco daba una conferencia sobre el tema “Anarquismo y Violencia”. Por aquel tiempo se
debatíéa aé speramente el problema, sobre todo como consecuencia de los atentados y asaltos de Di Giovanni. Aquellos debates
eran peligrosíésimos, pues una buena parte de los asistentes iban armados y porque el anarquismo estaba dividido en
fracciones que se odiaban a muerte. Porque es un error imaginar, como a menudo suponen los que ven a un movimiento
revolucionario desde lejos o desde fuera, que todos sus integrantes ofrecen un tipo definido de personas; error de
perspectiva semejante al que cometemos cuando adjudicamos atributos bien definidos a lo que podríéa llamarse el
Ingleé s, con mayué scula, poniendo candorosamente en un mismo casillero a personas tan disíémiles como el hermoso
Brummell y un estibador del puerto de Liverpool; o como cuando afirmamos que todos los japoneses son iguales,
ignorando o inadvirtiendo sus diferencias individuales, en virtud de ese mecanismo psicoloé gico que desde afuera nos hace
sobre todo percibir los rasgos comunes (ya que es lo primero y superficialmente salta a la vista), pero que se invierte para
hacer percibir las diferencias cuando se estaé dentro de esa comunidad (ya que lo importante entonces son los rasgos
distintivos).
2. Pero la gama era infinita. Habíéa el tolstoiano que se negaba a comer carne porque era enemigo de toda muerte violenta, y
que muy a menudo era esperantista y teoé sofo; y el partidario de la violencia hasta en sus formas maé s indiscriminadas, ya
porque sostuviera que el Estado soé lo puede combatirse mediante la fuerza, ya porque, como en el caso de Podestaé , daba asíé
salida a sus instintos saé dicos. Habíéa el intelectual o estudiante que llegaba al movimiento a traveé s de Stirmer y Nietzsche,
como Fernando, generalmente individualistas aceé rrimos y asociales, que muchas veces terminaron apoyando al fascismo;
y obreros casi analfabetos que se acercaban al anarquismo en busca de una esperanza instintiva. Habíéa resentidos que
volcaban asíé su odio contra el patroé n o la sociedad, y que a menudo terminaban convirtieé ndose en despiadados patrones
cuando lograban alguna fortuna o en miembros del cuerpo policial; y seres puríésimos llenos de bondad y de grandeza, y
que aun siendo bondadosos y puros eran capaces de llegar al atentado y la muerte, como en el caso de Simoé n
Radovitsky, llevados por un cierto tipo de espíéritu justiciero, al destruir al hombre que juzgaban culpable de la muerte
de mujeres y ninñ os inocentes. Existíéa el vividor que con el cuento del anarquismo la pasaba muy bien, comiendo y durmiendo
gratuitamente en casa de companñ eros, a los que en ocasiones terminaba robaé ndoles algo o quitaé ndoles la mujer, y que cuando
por sus excesos recibíéa alguna tíémida recriminacioé n del duenñ o de casa contestaba con desprecio “pero queé clase de
anarquista es usted, camarada”. Y existíéa el linyera, partidario de la vida libre del paé jaro, del contacto con el sol y el campo, que
salíéa con su bulto al hombro a recorrer paíéses y a predicar la buena nueva, trabajando en alguna cosecha, arreglando algué n
molino o algué n arado, y de noche, en el galpoé n de la peonada, ensenñ ando a leer y a escribir a los analfabetos, o explicaé ndoles en
palabras sencillas pero fervientes el advenimiento de la nueva sociedad donde no habraé ni humillacioé n ni dolor ni
miseria para los pobres, o leyeé ndoles paé ginas de algué n libro que llevaba en su hatillo: paé ginas de Malatesta a los campesinos
italianos, o de Bakunin; mientras sus interlocutores silenciosos, tomando mate en cuclillas o sentados sobre algué n cajoé n
de keroseé n, cansados por la jornada de sol a sol, acaso rememorando alguna remota aldea italiana o polaca, se
entregaban a medias a aquel suenñ o maravilloso, querieé ndolo creer pero (instigados por la dura realidad de todos los díéas)
imaginando su imposibilidad, en forma semejante a los que abrumados de desdicha sin embargo a veces suenñ an con el
paraíéso final; y acaso entre aquellos peones, algué n criollo, que pensaba que Dios habíéa hecho el campo y el cielo con sus
estrellas para todos por igual, esa clase de criollo que anñ oraba la vieja y altiva vida libre de la pampa sin alambrados, ese
paisano individualista y estoico, hacíéa finalmente suya la buena de aquellos remotos apoé stoles de nombres raros y, ya para
siempre, abrazaba con ardor la doctrina de la esperanza.
3. Y cuando aquella noche de 1928 un zapatero tolstoiano sostuvo que nadie teníéa derecho a matar a nadie, y mucho
menos en nombre del anarquismo; y que hasta la vida de los animales era sagrada, motivo por el cual eé l se alimentaba con
verdura, un joven desconocido, de quizaé diecisiete anñ os, alto y moreno, de ojos verdosos y expresioé n iroé nica y dura,
respondioé :
4. -Es probable que comiendo lechuga usted mejore el funcionamiento de sus intestinos, pero me parece muy difíécil que logre
echar abajo la sociedad burguesa.
5. Todos miraron a aquel joven desconocido.
6. Y otro tolstoiano salioé en defensa del zapatero, recordando la leyenda de cuando Buda se dejoé devorar por un tigre para
aplacar su hambre. Pero un partidario de la violencia justa preguntoé queé habríéa hecho Buda si hubiera visto que el tigre no se
precipita sobre eé l sino sobre un ninñ o indefenso. Despueé s de lo cual la discusioé n se hizo tormentosa, sarcaé stica, líérica,
agraviante, tonta, candorosa o brutal segué n los temperamentos, demostrando una vez maé s que una sociedad sin clases y sin
problemas sociales tal vez sea tan violenta e inarmoé nica como eé sta.”
Ernesto Saé bato, Sobre heé roes y tumbas (fragmento).

1. ESTOICO 2. AGRAVIANTE

A) rué stico A) ultrajante


B) salvaje B) implacable
C) cerril C) acerba
D) imperturbable D) desagradable
E) retraíédo E) alevosa

3. Cuando el narrador expresa: “Y existíéa el linyera (…) que salíéa con su bulto al hombro a recorrer paíéses y a predicar
la buena nueva, trabajando en alguna cosecha, arreglando algué n molino o algué n arado, y de noche, en el galpoé n de la peonada,
ensenñ ando a leer y a escribir a los analfabetos, o explicaé ndoles en palabras sencillas pero fervientes el advenimiento de la
nueva sociedad donde no habraé ni humillacioé n ni dolor ni miseria para los pobres, o leyeé ndoles paé ginas de algué n libro
que llevaba en su hatillo”, reproduce los dichos del personaje por medio de la teé cnica del (o de la)
A) monoé logo interior.
B) corriente de conciencia.
C) estilo directo.
D) estilo indirecto.
E) estilo indirecto libre.

4. En el final del fragmento se reproducen sucesivamente cuatro interlocuciones, la del zapatero tolstoiano, la respuesta del
joven de ojos verdosos, la defensa del zapatero por parte de otro tolstoiano y, por ué ltimo, la reé plica de un partidario de la
violencia justa, mediante, respectivamente, las teé cnicas reproductivas
A) estilos directo, indirecto, indirecto libre e indirecto.
B) estilos indirecto, directo, indirecto e indirecto.
C) estilos indirecto, directo, indirecto y directo.
D) estilos directo, indirecto, directo e indirecto.
E) estilos indirecto, indirecto, directo e indirecto.

5. El sujeto de la enunciacioé n del texto citado puede caracterizarse como un narrador


A) personaje protagoé nico en primera persona.
B) personaje secundario en tercera persona.
C) testigo (personaje pasivo) en primera y tercera persona.
D) omnisciente personal (que emite opiniones) en tercera persona.
E) omnisciente, que no opina acerca del mundo narrado, en tercera persona.

6. ¿A quieé nes se refiere el narrador, al final del segundo paé rrafo, cuando habla de aquellos remotos apoé stoles de
nombres raros, cuya buena hacíéan suya los peones de la pampa?
A) A los apoé stoles cristianos.
B) A los linyeras que salíéan a predicar la buena nueva.
C) A los anarquistas como Podestaé , Stirmer y Radovitsky.
D) A los tolstoianos, esperantistas y teoé sofos.
E) A Malatesta y Bakunin.
7. El narrador concluye finalmente que la discusioé n entre los asistentes a la conferencia demuestra que una sociedad
sin clases y sin problemas sociales tal vez sea tan violenta e inarmoé nica como eé sta. De ello se deduce que
A) el antagonismo entre los hombres trasciende las diferencias de clases.
B) los hombres son seres individualistas y esencialmente antisociales.
C) una sociedad sin clases es violenta y llena de problemas sociales.
D) no se debe aspirar a la utopíéa de la vida en una sociedad sin clases.
E) es una ilusioé n en el hombre el aspirar a vivir en sociedades justas.

8. La focalizacioé n o perspectiva del narrador en el fragmento se puede definir como focalizacioé n

A) cero.
B) interna fija.
C) interna variable.
D) interna mué ltiple.
E) externa.

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