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En el principio, los hombres vivian como Bestias.

Pero sin ser fuertes, veloces, despiadadas o frecoes como estas, los ancestros de los hombres no
podían competir.

Asi, su supervivencia se limitaba a robar, rapiñar y tomar lo poco y nada que las grandes Bestias
dejaban de lado, confinados a una existencia como insignficantes y temerosas alimañas
carroñeras.

Entonces el Arquitecto,Señor del Orden, el Conocimiento y e Progreso, vio la realidad de los


ancestros del hombre y, conmovido, bajo desde las estrellas.

Con Su Poder, insuflo la chispa de la conciencia en aquellos hombres primitivos, permitiéndoles


pensar por primera vez. Siendo capaces de pensar, los ancestros del hombre fueron también
capaces de aprender.

El Arquitecto les enseño el poder del fuego para moldear los tesoros de la tierra y con ello hacer
herramientas para transformar el mundo a su alrededor a su antojo y conveniencia. Con ellas, los
hombres primitivos pudieron alterar el curso de los ríos, explotar los frutos de la tierra, abrieron
caminos a través de bosques y montañas, y levantaron edificios resistentes para protegerse del
clima adverso y de los merodeadores de la noche.

Les enseño también como utilizar el ingenio y la astucia para superar a las feroces pero torpes
Bestias que los acechaban, como rastrearlas, como cazarlas y doblegarlas para aprovechar su
carne, pieles y huesos.

Asi con el tiempo y según el conocimiento crecía en ellos, los ancestros del hombre dejaron de ser
tales, y el Arquitecto vio que esto era bueno, por tanto decidio darles un nuevo nombre, decidio
llamarlos Humanos.

Los Humanos proliferaron y se multiplicaron. Se dispersaron por todos los rincones del mundo
conocido para ellos, levantando grandes y hermosas ciudades con templos y monumentos
dedicados a Arquitecto y a Su Obra. Todo era Paz entre estos Antiguos Humanos, pues no existía en
ellos pensamientos egoístas ni ambiciosos ,pues el Arquitecto había sido prudente de enseñarles
que todos eran iguales, todos eran sus hijos, todos eran hermanos y que, por tanto, debían
protegerse mutuamente en un mundo todavía peligroso e impredecible

Pero aquello no podría durar por siempre. Una fuerza oscura, quizás tanto o mas antigua que el
mismo Arquitecto, se alzo. Hay quienes dicen que, como el Arquitecto, vino desde fuera, desde
algún lugar mas allá de las estrellas, pero la mayoría cree que se trataba de la manifestación del
aspecto primitivo e iracundo de la Naturaleza misma que, como quintaesencia de todo lo que es
salvaje e indomable, se sentido indignada y herida por como los Humanos la doblegaban y
explotaban para su beneficio. Sea como fuere, la única certeza es que esta entidad era todo lo
opuesto a lo que el Arquitecto representaba; donde El era Orden, esta era Caos; donde El era
razón, esta era instinto; done El era creación, esta era destrucción, y por tanto asi fue conocido por
los primeros Humanos, como el Destructor.

Cuando el Destructor se hizo presente en el mundo, ni los Humanos ni el mismo Arquitecto


lograron advertirlo a tiempo como para tomar medidas inmediatas. Su arremetida fue inmediata,
brutal, y sin misericorida. El Destructor selecciono a aquellas de entre todas las Bestias, a las mas
poderosas, feroces y sanguinarias, y les dio mas Poder, todo con el propósito de volverse sus
heraldos, que con furia salvaje arrasaron los pueblos y ciudades de los Humanos, devorando a sus
habitantes y reduciendo a ruinas y despojos todo cuanto ellos habían creado.

Practicamente todas las ciudades humanas fueron destruidas por las Bestias, salvo una, a mas
grande y mas antigua de todas, Am-Shegar. Emplazada en la costa y rodeadad de altos y gruesos
muros, Am-Shegar era una verdadera fortaleza y resistio estoicamente los embates de las hordas
monstruosas. Pero ningún asedio puede durar para siempre si no se cuenta con refuerzos, y el
Arquitecto lo sabia muy bien. Asi, con pesar, no le queda otra alternativa que recurrir a una medida
desesperada para hacerles frente a las Bestias.

Aunque el secreto del acero para crea armas y armaduras con las que defenderse de lsopeligros no
era desconocido para aquellos primeros Humanos, ni siquiera el guerrero mejor acorazado y
armado podría hacer frente a la mas pequeña de aquellas Bestias, las cuales contaban con garras y
dientes poderosos que podían triturar la coraza mas pesada como si fuera una cascara de huevo, y
con pellejos y caparazones tan duros que hacían saltar las espadas de las manos de sus portadores
al primer golpe, melladas y destrozadas.

En el combate mano a mano no había quien pudiera igualar a las Bestias, aquella era una cruel
verdad. Pero también era cierto que no eran invencibles, pues sangraban y morían como cualquier
otra criatura. Solo era cuestión de saber donde, como y cuando explotar sus debilidades, solo era
cuestión de astucia e ingenio. Y en aquellas materias el Arquitecto era mas que un maestro
consagrado.

Hasta entonces había decidido mantener oculto un ultimo Misterio a los incipientes Humanos. Un
Misterio que si bien podría aportarles grandes beneficios y ventaja sobre el Destructor y sus
Bestias, también podría significar su condenación en el futuro incierto. Pero en ese momento, la
situación ameritaba tomar medidas extremas, pues los muros no resistirían por siempre y
eventualmente las reservas de agua y alimentos se acabarían. Así, no sin temer estar cometiendo
un gran error, el Arquitecto llamo a los más sabios de los pensadores, matemáticos y alquimistas
de Am-Shegar y les enseño el secreto de la pólvora.

Rapidamente, los talleres, forjas y laboratorios de la cuiudad comenzaron a fabricar todo slos
componentes y materiales para un nuevo tipo de artilugio, armas que escupían, fuego, trueno y
hierro. Los guerreros e Am-Shegar, equipados con estos artefactos, se apostaron en las almenos de
los muros y abrieron fuego sobre las monstruosidades de abajo. Ninguna piel o caparazón, por
correosa y dura que fueran, podía resisitir el impacto de lso proyectiles incandecentes, que los
atravesaban con facilidad y destrozaban las entrañas de las Bestias. El atronador rugido y los
cegadores destellos de los cañones le atemorizaba y confundia, pues les recordaban el azote del
rayo, al cual hacían bien en temer. Fieles a su instintio de autoconservacion, en poco tiempo las
salvajes criaturas huian, heridas y aterradas, tropezándose unas con otras, hacia los bosques y
montañas.

Gritos y festejos estallaron a lo largo y ancho de Am-Shegar al ver como las Bestias corrian
despavoridas a esconderse en sus cubiles. Parecia evidente que los Humanos habían vencido, pero
el Arquitecto no festejaba. Comunico a los lideres de Am-Shegar que aquel movimiento solo les
había dado un poco tiempo, tiempo que debían ocupar para construir naves con las cuales surcar el
vasto océano, hacia el horizonte, lejos de aquella tierra salvaje, pues previo que las Bestias no
tardarían en volver, mas feroces que nunca, y que sin importar cuantas cayeran muetas por las
armas de fuego, eventualmente vendrían mas y las armas no durarian por siempre.

Volcaron pues, todos sus esfuerzos en construir grandes navios que les permitieran cruzar el
océano, dentro de los cuales poder albergar a toda la población de Am-Shegar.

Fue justo cuando daban los últimos retoques a las naves que las Bestias volvieron, tal como lo
había predicho el Arquitecto, mas numerosas, feroce y llenas de ira. Se abrió fuego contra ellas y
muchas cayeron abatidas por la lluvia ardiente, pero a diferencia de la primera vez, aquello no
detuvo ni amedrento a las demás, que continuaron su carga impasible. Se ordeno que se
abordaran las naves y todos los habitantes de la ciudad se apresuraron a subir en ellas, llevando
con ellos solo lo que pudieran cargar en sus manos y que pudiera ser útil.

Ya sin defensores, los portones de Am-Shegar por fin cedieron al asedio, y las Bestias arremetieron
en la ciudad, arrasando las calles, casas, templos y plazas, pero sus ansias de sangre y carne
humana no fueron satisfechas, pues no hallaron a ni un solo hombre, mujer, anciano o niño en
toda la ciudad, la cua finalmente abandonaron, dejándola en ruinas. Jamas sabrían el destino final
de sus habitantes.

Durante muchas semanas las tres naves surcaron las aguas. A bordo de la principal y mas grande
viajaba el Arquitecto, el cual se encargaba de mantener y corregir el rumbo de todas ellas. Como
siempre, no había dejado nada al azar, pues sabia perfectamente hacia donde se dirigían,
eventualmente, los vigías divisaron las costas de lo que seria el Nuevo Mundo

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